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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
4/6
Capitulo 12
Pero no era una relación permanente, se recordó. Tal vez su hermana tuviera razón en algunas cosas, pero patinaba si creía que él acabaría casándose alguna vez.
Además, había que considerar la oferta que acababa de recibir para vender el negocio de coches, la cual le daría la oportunidad de recuperar parte de su libertad y de echarse a la carretera y atravesar el país en moto, como siempre había querido.
De pronto, volvió a pensar en _____. Su relación no sería permanente, pero era la cosa temporal más estupenda que le había pasado en mucho tiempo. Volvió a mirar el teléfono y descolgó para llamarla.
Tres horas después, Joe giró hacia la calle de _____ con un sentimiento vagamente inquietante. La había llamado varias veces y siempre había respondido el contestador. Al acercarse a su casa, su inquietud se multiplicó al ver un BMW frente a su porche.
Un hombre vestido de traje esperaba en la puerta con un ramo de flores. Joe pensó en la pequeña sorpresa que él le había llevado y frunció el ceño. Habría jurado que era una mujer vulnerable e inexperta y, sin embargo… Se preguntaba con cuántos hombres estaría jugando al mismo tiempo.
Sintió un arrebato de cólera que lo enardeció. Estuvo tentado de dejarla allí y no volver a llamarla, pero estaba tan dolido que, por lo menos, quería hacerla sudar. Se detuvo frente a su casa, se bajó de la moto y se acercó a la puerta, donde seguía aguardando don Mercedes Benz.
—Joe Palmer —se presentó, extendiendo la mano.
Mientras el hombre lo miraba de arriba abajo con precaución, Joe comprendió por qué seguía aquél en el porche. _____ estaba escuchando un disco de Sheryl Crow a todo volumen… Joe se colgó del timbre.
—He llamado una vez cada dos minutos… Soy Edwin Carter —se presentó éste—. _____ y yo asistimos anoche a una velada poética.
—¿Sí? —Joe sonrió diabólicamente—. Yo le estoy enseñando a montar en moto.
—¿A montar en moto? —repitió el hombre, asombrado.
—Sí. Es una fiera, ¿verdad? —Joe aporreó la puerta y empezó a gritar—. ¡_____!, ¡abre!
Un minuto después, ésta bajó el volumen del disco y abrió la puerta. Llevaba el pelo recogido en una larga coleta y vestía una camisa blanca salpicada de pintura. Parpadeó al ver a los dos hombres frente a su puerta.
—Habíamos llamado al timbre —dijo Edwin, como disculpándose.
—Pasad —dijo ella sin apenas voz.
—Pareces sorprendida, cariño —Joe sonrió.
—He estado pintando mi habitación —dijo _____, que se había ruborizado—. Debo de haber perdido la noción del tiempo.
—Te he traído un ramo de rosas —intervino Edwin.
—Son preciosas —dijo _____ después de olerlas, sonriendo sin mucho convencimiento—… ¿Puedo hablar un momento contigo en el porche? Perdona, Joe —añadió, saliendo de casa junto a Edwin al instante.
Joe trató de serenarse y reconsideró la conclusión a la que había llegado sobre _____. Realmente parecía haberse sorprendido. Claro que ningún hombre se presenta con un ramo de rosas sin que le hubiera dado motivos para ello.
_____ regresó con las flores, pero sin Edwin. Su mirada desmayada suavizó la irritación de Joe, hasta que volvió a mirar aquellas rosas.
—Rosas —dijo éste—. Debes de tenerlo rendido.
—No sé cómo —respondió ella, mientras se dirigía a la cocina para colocar las flores en un jarrón con agua—. Sólo nos hemos visto dos veces.
—Te subestimas, _____ —Joe la siguió—. ¿Con cuántos hombres puedes jugar a la vez?
—¿Jugar a la vez? —repitió—. Eso suena muy ofensivo.
—Oye, éramos dos los que estábamos llamando a tu puerta esta noche —replicó él, encogiéndose de hombros.
—Porque ninguno de los dos se molestó en llamar antes.
—Yo llamé y saltó el contestador. Puede que a don Mercedes le pasara lo mismo.
—Habrá sido la música —concedió _____—. Puse el compacto a todo volumen cuando empecé a pintar.
—Entiendo —dijo Joe con sarcasmo—. Todavía no me has contestado: ¿con cuántos hombres estás jugando?
—¿Será posible? Yo no estoy jugando con nadie —exclamó _____, enojada—. Has dejado muy claro que no quieres una relación estable conmigo y que no debo contar contigo, así que no creo que te deba importar un comino a quién vea o deje de ver.
—Ahí se equivoca usted, señorita _____ —Joe se acercó a ella—. Quiero sus derechos en exclusiva.
_____ estaba tan irritada que tenía ganas de romperle el jarrón donde había colocado las rosas en la cabeza. Sin embargo, al mismo tiempo, ese afán posesivo de Joe la excitaba. Comprendía ese sentimiento primitivo, porque a ella le sucedía lo mismo.
—La única forma de obtener derechos en exclusiva es llegando los dos a un acuerdo —replicó en voz alta.
—Perfecto —la miró fijamente a los ojos—. Trato hecho.
—¿Perdona? —_____ parpadeó, sorprendida.
—Que trato hecho —repitió impaciente—. Y ahora, ¿cuánto tiempo vas a dejar a Edwin esperando en el porche? ¿No tienes que decirle que se marche a casa?
_____ estaba estupefacta. Respiró profundo, pero al hacerlo, inspiró el aroma de Joe, lo cual la perturbó más todavía.
—Ya lo he hecho. Le he dicho que ya había quedado contigo —replicó. _____ frunció el ceño y denegó con la cabeza—. Si fuera otro tipo de mujer, podría verme contigo y con otros hombres al mismo tiempo. Y puede que eso fuera lo mejor para no volverme loca; pero soy incapaz de ser tu amante y…
—_____, ¿de qué diablos estás hablando?
—¡Intento no acabar loca por ti! —gritó.
—¿Y qué pasa si yo quiero que acabes loca por mí? —replicó él con una sonrisa malévola.
—No, tú dijiste…
Joe inclinó la cabeza, la besó y acalló la protesta de _____. Su cercanía le recordó que lo había echado de menos todo el día. _____ le devolvió el beso con igual furor.
—¿Qué pasa si yo ya estoy un poco loco por ti? —le susurró al oído Joe.
Capitulo 12
Pero no era una relación permanente, se recordó. Tal vez su hermana tuviera razón en algunas cosas, pero patinaba si creía que él acabaría casándose alguna vez.
Además, había que considerar la oferta que acababa de recibir para vender el negocio de coches, la cual le daría la oportunidad de recuperar parte de su libertad y de echarse a la carretera y atravesar el país en moto, como siempre había querido.
De pronto, volvió a pensar en _____. Su relación no sería permanente, pero era la cosa temporal más estupenda que le había pasado en mucho tiempo. Volvió a mirar el teléfono y descolgó para llamarla.
Tres horas después, Joe giró hacia la calle de _____ con un sentimiento vagamente inquietante. La había llamado varias veces y siempre había respondido el contestador. Al acercarse a su casa, su inquietud se multiplicó al ver un BMW frente a su porche.
Un hombre vestido de traje esperaba en la puerta con un ramo de flores. Joe pensó en la pequeña sorpresa que él le había llevado y frunció el ceño. Habría jurado que era una mujer vulnerable e inexperta y, sin embargo… Se preguntaba con cuántos hombres estaría jugando al mismo tiempo.
Sintió un arrebato de cólera que lo enardeció. Estuvo tentado de dejarla allí y no volver a llamarla, pero estaba tan dolido que, por lo menos, quería hacerla sudar. Se detuvo frente a su casa, se bajó de la moto y se acercó a la puerta, donde seguía aguardando don Mercedes Benz.
—Joe Palmer —se presentó, extendiendo la mano.
Mientras el hombre lo miraba de arriba abajo con precaución, Joe comprendió por qué seguía aquél en el porche. _____ estaba escuchando un disco de Sheryl Crow a todo volumen… Joe se colgó del timbre.
—He llamado una vez cada dos minutos… Soy Edwin Carter —se presentó éste—. _____ y yo asistimos anoche a una velada poética.
—¿Sí? —Joe sonrió diabólicamente—. Yo le estoy enseñando a montar en moto.
—¿A montar en moto? —repitió el hombre, asombrado.
—Sí. Es una fiera, ¿verdad? —Joe aporreó la puerta y empezó a gritar—. ¡_____!, ¡abre!
Un minuto después, ésta bajó el volumen del disco y abrió la puerta. Llevaba el pelo recogido en una larga coleta y vestía una camisa blanca salpicada de pintura. Parpadeó al ver a los dos hombres frente a su puerta.
—Habíamos llamado al timbre —dijo Edwin, como disculpándose.
—Pasad —dijo ella sin apenas voz.
—Pareces sorprendida, cariño —Joe sonrió.
—He estado pintando mi habitación —dijo _____, que se había ruborizado—. Debo de haber perdido la noción del tiempo.
—Te he traído un ramo de rosas —intervino Edwin.
—Son preciosas —dijo _____ después de olerlas, sonriendo sin mucho convencimiento—… ¿Puedo hablar un momento contigo en el porche? Perdona, Joe —añadió, saliendo de casa junto a Edwin al instante.
Joe trató de serenarse y reconsideró la conclusión a la que había llegado sobre _____. Realmente parecía haberse sorprendido. Claro que ningún hombre se presenta con un ramo de rosas sin que le hubiera dado motivos para ello.
_____ regresó con las flores, pero sin Edwin. Su mirada desmayada suavizó la irritación de Joe, hasta que volvió a mirar aquellas rosas.
—Rosas —dijo éste—. Debes de tenerlo rendido.
—No sé cómo —respondió ella, mientras se dirigía a la cocina para colocar las flores en un jarrón con agua—. Sólo nos hemos visto dos veces.
—Te subestimas, _____ —Joe la siguió—. ¿Con cuántos hombres puedes jugar a la vez?
—¿Jugar a la vez? —repitió—. Eso suena muy ofensivo.
—Oye, éramos dos los que estábamos llamando a tu puerta esta noche —replicó él, encogiéndose de hombros.
—Porque ninguno de los dos se molestó en llamar antes.
—Yo llamé y saltó el contestador. Puede que a don Mercedes le pasara lo mismo.
—Habrá sido la música —concedió _____—. Puse el compacto a todo volumen cuando empecé a pintar.
—Entiendo —dijo Joe con sarcasmo—. Todavía no me has contestado: ¿con cuántos hombres estás jugando?
—¿Será posible? Yo no estoy jugando con nadie —exclamó _____, enojada—. Has dejado muy claro que no quieres una relación estable conmigo y que no debo contar contigo, así que no creo que te deba importar un comino a quién vea o deje de ver.
—Ahí se equivoca usted, señorita _____ —Joe se acercó a ella—. Quiero sus derechos en exclusiva.
_____ estaba tan irritada que tenía ganas de romperle el jarrón donde había colocado las rosas en la cabeza. Sin embargo, al mismo tiempo, ese afán posesivo de Joe la excitaba. Comprendía ese sentimiento primitivo, porque a ella le sucedía lo mismo.
—La única forma de obtener derechos en exclusiva es llegando los dos a un acuerdo —replicó en voz alta.
—Perfecto —la miró fijamente a los ojos—. Trato hecho.
—¿Perdona? —_____ parpadeó, sorprendida.
—Que trato hecho —repitió impaciente—. Y ahora, ¿cuánto tiempo vas a dejar a Edwin esperando en el porche? ¿No tienes que decirle que se marche a casa?
_____ estaba estupefacta. Respiró profundo, pero al hacerlo, inspiró el aroma de Joe, lo cual la perturbó más todavía.
—Ya lo he hecho. Le he dicho que ya había quedado contigo —replicó. _____ frunció el ceño y denegó con la cabeza—. Si fuera otro tipo de mujer, podría verme contigo y con otros hombres al mismo tiempo. Y puede que eso fuera lo mejor para no volverme loca; pero soy incapaz de ser tu amante y…
—_____, ¿de qué diablos estás hablando?
—¡Intento no acabar loca por ti! —gritó.
—¿Y qué pasa si yo quiero que acabes loca por mí? —replicó él con una sonrisa malévola.
—No, tú dijiste…
Joe inclinó la cabeza, la besó y acalló la protesta de _____. Su cercanía le recordó que lo había echado de menos todo el día. _____ le devolvió el beso con igual furor.
—¿Qué pasa si yo ya estoy un poco loco por ti? —le susurró al oído Joe.
Nani Jonas
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
5/6
Capítulo 13
Joe la ayudó a terminar de pintar y, luego, se sentaron en un sofá a tomarse unos sándwiches y un refresco.
—¿Por qué has elegido pintarla de rojo? —le preguntó Joe, el cual no comprendía cómo podía parecerle ______ tan elegante, llevando una camisa que le estaba grande y tenía manchas de pintura, con una coleta enmarañada y una mancha de mostaza en un lado de la boca.
—En realidad no es rojo —dijo ella, después de limpiarse la mostaza delicadamente con una servilleta—. Es frambuesa.
—De acuerdo —aceptó Joe, sin entender la manía de tantas mujeres de llamar frambuesa a un color tan respetable como el rojo—. ¿Por qué has elegido pintarla color frambuesa?
—Bueno, era eso o teñirme el pelo o comprarme nueva ropa.
—¿Teñirte el pelo? —repitió Joe, horrorizado, a punto de atragantársele el refresco.
—Sí, pero no sabía si debía cortármelo también. Recordé que…
—Espera, espera. ¿Pensabas cortártelo también? —preguntó—. No lo hagas —dijo después de que ______ asintiera.
—No serás de esos hombres que intentan decirles a las mujeres cómo deben vestirse y cómo deben arreglarse el pelo, ¿no?
—Yo no intento —contestó, incapaz de dejar pasar la oportunidad de provocarla.
—¡Ah! —______ abrió los ojos de par en par—. Así que te limitas a emitir un decreto real y éste se cumple sin excepción.
—Lo de los decretos reales va más contigo. Yo sólo expongo mis preferencias —la sentó sobre sus piernas—. Pero no te lo cortes: tienes un pelo muy bonito. Me gusta. Me gusta cuando no vistes nada más que tu pelo —le quitó la horquilla de la coleta, para dejárselo suelto.
—¿De verdad te gusta? —preguntó con la expresión dulcificada.
—Mucho —le aseguró, conmovido por el brillo que resplandecía en los ojos de ______—. Y hablando de no vestir nada más que el pelo…
—Todavía no he terminado de explicarte por qué decidí pintar la habitación de frambuesa en vez de cortarme el pelo —lo interrumpió.
—Está bien —cedió Joe, excitado pero intrigado al mismo tiempo—. ¿Por qué?
—Recordé un artículo que leí en el periódico, que decía que para dar un aire nuevo a la casa, bastaba con pintar una sola pared. Y yo quería darle un aire nuevo, hacer algo salvaje e impetuoso.
—En vista de lo cual has pintado una pared de tu habitación de rojo.
—De frambuesa —corrigió ______—. Vale, ríete. Pero tú tienes la culpa —añadió, después de que Joe enarcara una ceja.
—Estoy deseando escuchar el razonamiento lógico que hay detrás de esa decisión.
—Si no me hubieras hecho el amor anoche —le tocó el pecho suavemente con el dedo índice—, no me sentiría ahora de esta manera.
—¿Y cómo es de esta manera?
—Como una botella de champán agitada —respondió con expresión seria—. Como alguien que se ha cambiado los viejos cristales de las gafas y se ha puesto unos nuevos, limpios y brillantes.
La mezcla de vulnerabilidad y sinceridad de sus palabras lo conmovió. Nunca había conocido a ninguna mujer que aunara ambas cualidades. Ella era capaz de expresar lo que sentía por él, pero Joe no podía hacer lo mismo respecto a sus sentimientos hacia ______.
—¿Estás intentando confundirme? —la miró a los ojos.
—¡Como si pudiera! —respondió ______, con una sonrisa trémula.
—Yo no te he traído rosas —le dijo Joe.
—No importa. En realidad no pretendo que…
—Te he traído otra cosa.
—¿De verdad?, ¿el qué? —preguntó intrigada.
Alcanzó su chaqueta de cuero, que estaba en un extremo del sofá, y sacó una bolsita de papel:
—Naranjas. Dijiste que te gustaban.
—¡Qué detalle! —exclamó. Los ojos se le iluminaron—. ¿Cómo puedo agradecértelo?
—Tómate una conmigo —propuso.
—Sí —aceptó. Y le dio un beso en plena boca. Fue una dulce y seductora caricia que le hizo desearla de nuevo. Por su parte, ______ ya le estaba desabotonando la camisa—. ¿Puedes quedarte un rato?
—Sí —Joe pensó que se podría quedar un milenio si ella seguía mirándolo igual—. Y esta vez he venido preparado, ______.
—Bien —ella bajó la boca y le besó el pecho.
Joe se sorprendió de lo rápido que su excitación se revolucionaba. Le quitó la ropa y ______ lo ayudó con el resto de la suya y empezó a acariciarle los hombros mientras rozaba sus suaves y esbeltas piernas contra las de él.
Habría sido muy sencillo adentrarse directamente en su feminidad, colmarla y hacerla blanquecer en éxtasis. Habría sido cuestión de segundos. El placer habría sido intenso, pero intuía que la satisfacción sería demasiado fugaz.
Para quedar satisfecho tenía que saborearla. Reprimió su urgente necesidad de penetrarla, dio un suspiro profundo y aspiró el aroma de las naranjas.
—Nos hemos olvidado de nuestra naranja —comentó sonriente.
—¿Qué? —preguntó confundida de deseo.
Era tan sexy que a Joe le entraron ganas de golpearse con los puños en el pecho y soltar un grito primitivo a lo Tarzán. En cambio, se separó ligeramente y peló una naranja.
—¿Qué haces? —______ se separó un mechón que le caía sobre la cara.
—Darte un gajo de naranja —respondió, introduciéndosele con sensualidad entre los labios.
______ abrió los ojos y se tragó de golpe el gajo. Una gota del jugo resbaló por su barbilla y en seguida fue a limpiarse.
—Tranquila —dijo Joe—. Ya me ocupo yo —añadió, para agacharse a continuación y lamerle la barbilla.
El mismo tomó un nuevo gajo, mirándola a los ojos, y dejó que cayera un poco del jugo sobre los senos de ______, la cual se estremeció ante la expectativa…
—¿De verdad vas a…?
Joe bajó la boca hacia sus pechos, en respuesta a su pregunta inconclusa, y disfrutó del sabor combinado de la naranja y de ______. Le humedeció los pezones con la lengua y los dientes hasta endurecérselos como dos peñones. ______ buscó los labios de Joe con desesperación; estaba muy caliente y el olor de su excitación se subió a la cabeza de éste como tres copas de whiskey.
—No es justo —protestó ella, jadeante—. Te estás divirtiendo tú solo.
—¿Yo solo? —repitió, lameteándole de nuevo uno de los pezones.
—Sí… dijiste que íbamos a compartir la naranja —superada la timidez, se la arrebató de las manos y colocó un gajo entre las bocas de ambos. El pelo de ella caía sobre los hombros de Joe, como una leve caricia.
______ mordió adrede para que salpicara alguna gota sobre el torso y el abdomen de él. Entonces, lentamente, fue descendiendo con la lengua hacia su ombligo—. Mi turno.
Tres de los antiguos miembros del Club de los Chicos Malos abrieron sus latas de cerveza casi al unísono, mientras se sentaban en el cómodo sofá del salón de Joe. La mesa estaba llena de platos con sándwiches, aceitunas y patatas fritas. Y en la televisión, los Dallas Cowboys se enfrentaban a los Washington Redskins.
—Lo echaba de menos —comentó Ben Nolan, abogado de Richmond—. Suelo estar tan liado con mis casos que había olvidado el placer de tomarme unas cervezas y ver un partidillo con los amigos.
—Bueno, aquí al menos no te molestará ninguna de tus clientes —dijo Stan—. Creo que la única mujer que ha traspasado la puerta de la casa de Joe es su hermana, Maddie.
De pronto, Joe recordó a ______ entrando en su casa y haciéndole luego el amor. Dio un trago de cerveza y puso los pies sobre una silla libre.
—Exageras un poco.
—¿Entonces has traído a la Mordiscos? —replicó Stan, sonriente.
—¿La Mordiscos? —repitió Ben, desviando la atención del televisor.
—Mis labios están sellados —dijo Joe, sabedor de que a ______ le resultaría mortificante enterarse de que la habían llamado así.
—Vamos, Joe —insistió Stan—. Maddie dice que no es como las otras con las que has salido… Ésta muerde hombres en vez de chapas de cerveza —bromeó.
—¿Muerde hombres? —preguntó Ben.
—¿Qué te parece si te rayo las puertas de tu nuevo coche? —contraatacó Joe.
—¡Vaya! —Stan se sorprendió—. Así que he tocado un punto sensible. Y yo que creía que eras invulnerable a las mujeres… Ben y tú ibais a ser solteros toda la vida.
—Y lo voy a ser —aseguró Ben.
—Y yo —se unió Joe. Su destino estaba fijado: él siempre había sido muy inconformista, y los inconformistas no estaban hechos para el matrimonio. Sobre todo, para casarse con una dama que era profesora de Historia.
—No sé, Joe —intervino Ben mientras tomaba una galleta de chocolate—. Estas galletas están de miedo. Serías una esposa estupenda si no tuvieras una serpiente tatuada.
—¿Una esposa? —repitió, quitándole la galleta justo cuando se la iba a meter en la boca.
—¿Qué pasa?, ¿has perdido tu sentido del humor? —Ben estaba asombrado—. Esa mujer tiene que tenerte muy pillado. Cuidado, Joe. Las mujeres son como los pulpos: una vez que sus tentáculos empiezan a chuparte la sangre, no paran hasta dejarte seco.
—Si es la mujer adecuada, da igual —apuntó Stan—. Igual hasta te gusta que te absorba.
Joe y Ben le tiraron sendas aceitunas a Stan.
—Como queráis —prosiguió éste—. Pero yo me acuesto todas las noches con una mujer preciosa e inteligente que me anima a despertarme todas las mañanas. Para mí es fundamental saber que ella siempre estará a mi lado, pase lo que pase.
—¡La roban los Redskins! —exclamó Ben.
—¿Qué? —Stan se giró hacia el televisor y vio la repetición de la jugada. Joe, en cambio, seguía pensando en las palabras de su amigo. Se preguntó qué sentiría sabiendo que ______ siempre formaría parte de su vida, estando seguro de que se acostaría y se despertaría junto a ella todos los días.
Pero, ¿por qué iba a dejarse atrapar por una mujer? Él estaba a gusto solo… Aunque tampoco parecía una perspectiva tan espantosa: podría oler su aroma y tocar su suave piel en cualquier momento. Podría hacerla reír o sonrojarla en cualquier momento. Podría librar una terrible y gloriosa batalla sexual con ella en cualquier momento. Podría, simplemente, mirarla en cualquier momento.
Joe frunció el ceño. ¿A quién pretendía engañar? Tener a una mujer todo el rato alrededor lo irritaría tanto que acabaría volviéndose loco. Sólo haría falta una breve temporada para terminar desesperado y harto de ella.
No, se dijo: él no estaba hecho para llevar una vida familiar y hogareña. Sería mejor para todos que aceptara ese hecho indiscutible.
Capítulo 13
Joe la ayudó a terminar de pintar y, luego, se sentaron en un sofá a tomarse unos sándwiches y un refresco.
—¿Por qué has elegido pintarla de rojo? —le preguntó Joe, el cual no comprendía cómo podía parecerle ______ tan elegante, llevando una camisa que le estaba grande y tenía manchas de pintura, con una coleta enmarañada y una mancha de mostaza en un lado de la boca.
—En realidad no es rojo —dijo ella, después de limpiarse la mostaza delicadamente con una servilleta—. Es frambuesa.
—De acuerdo —aceptó Joe, sin entender la manía de tantas mujeres de llamar frambuesa a un color tan respetable como el rojo—. ¿Por qué has elegido pintarla color frambuesa?
—Bueno, era eso o teñirme el pelo o comprarme nueva ropa.
—¿Teñirte el pelo? —repitió Joe, horrorizado, a punto de atragantársele el refresco.
—Sí, pero no sabía si debía cortármelo también. Recordé que…
—Espera, espera. ¿Pensabas cortártelo también? —preguntó—. No lo hagas —dijo después de que ______ asintiera.
—No serás de esos hombres que intentan decirles a las mujeres cómo deben vestirse y cómo deben arreglarse el pelo, ¿no?
—Yo no intento —contestó, incapaz de dejar pasar la oportunidad de provocarla.
—¡Ah! —______ abrió los ojos de par en par—. Así que te limitas a emitir un decreto real y éste se cumple sin excepción.
—Lo de los decretos reales va más contigo. Yo sólo expongo mis preferencias —la sentó sobre sus piernas—. Pero no te lo cortes: tienes un pelo muy bonito. Me gusta. Me gusta cuando no vistes nada más que tu pelo —le quitó la horquilla de la coleta, para dejárselo suelto.
—¿De verdad te gusta? —preguntó con la expresión dulcificada.
—Mucho —le aseguró, conmovido por el brillo que resplandecía en los ojos de ______—. Y hablando de no vestir nada más que el pelo…
—Todavía no he terminado de explicarte por qué decidí pintar la habitación de frambuesa en vez de cortarme el pelo —lo interrumpió.
—Está bien —cedió Joe, excitado pero intrigado al mismo tiempo—. ¿Por qué?
—Recordé un artículo que leí en el periódico, que decía que para dar un aire nuevo a la casa, bastaba con pintar una sola pared. Y yo quería darle un aire nuevo, hacer algo salvaje e impetuoso.
—En vista de lo cual has pintado una pared de tu habitación de rojo.
—De frambuesa —corrigió ______—. Vale, ríete. Pero tú tienes la culpa —añadió, después de que Joe enarcara una ceja.
—Estoy deseando escuchar el razonamiento lógico que hay detrás de esa decisión.
—Si no me hubieras hecho el amor anoche —le tocó el pecho suavemente con el dedo índice—, no me sentiría ahora de esta manera.
—¿Y cómo es de esta manera?
—Como una botella de champán agitada —respondió con expresión seria—. Como alguien que se ha cambiado los viejos cristales de las gafas y se ha puesto unos nuevos, limpios y brillantes.
La mezcla de vulnerabilidad y sinceridad de sus palabras lo conmovió. Nunca había conocido a ninguna mujer que aunara ambas cualidades. Ella era capaz de expresar lo que sentía por él, pero Joe no podía hacer lo mismo respecto a sus sentimientos hacia ______.
—¿Estás intentando confundirme? —la miró a los ojos.
—¡Como si pudiera! —respondió ______, con una sonrisa trémula.
—Yo no te he traído rosas —le dijo Joe.
—No importa. En realidad no pretendo que…
—Te he traído otra cosa.
—¿De verdad?, ¿el qué? —preguntó intrigada.
Alcanzó su chaqueta de cuero, que estaba en un extremo del sofá, y sacó una bolsita de papel:
—Naranjas. Dijiste que te gustaban.
—¡Qué detalle! —exclamó. Los ojos se le iluminaron—. ¿Cómo puedo agradecértelo?
—Tómate una conmigo —propuso.
—Sí —aceptó. Y le dio un beso en plena boca. Fue una dulce y seductora caricia que le hizo desearla de nuevo. Por su parte, ______ ya le estaba desabotonando la camisa—. ¿Puedes quedarte un rato?
—Sí —Joe pensó que se podría quedar un milenio si ella seguía mirándolo igual—. Y esta vez he venido preparado, ______.
—Bien —ella bajó la boca y le besó el pecho.
Joe se sorprendió de lo rápido que su excitación se revolucionaba. Le quitó la ropa y ______ lo ayudó con el resto de la suya y empezó a acariciarle los hombros mientras rozaba sus suaves y esbeltas piernas contra las de él.
Habría sido muy sencillo adentrarse directamente en su feminidad, colmarla y hacerla blanquecer en éxtasis. Habría sido cuestión de segundos. El placer habría sido intenso, pero intuía que la satisfacción sería demasiado fugaz.
Para quedar satisfecho tenía que saborearla. Reprimió su urgente necesidad de penetrarla, dio un suspiro profundo y aspiró el aroma de las naranjas.
—Nos hemos olvidado de nuestra naranja —comentó sonriente.
—¿Qué? —preguntó confundida de deseo.
Era tan sexy que a Joe le entraron ganas de golpearse con los puños en el pecho y soltar un grito primitivo a lo Tarzán. En cambio, se separó ligeramente y peló una naranja.
—¿Qué haces? —______ se separó un mechón que le caía sobre la cara.
—Darte un gajo de naranja —respondió, introduciéndosele con sensualidad entre los labios.
______ abrió los ojos y se tragó de golpe el gajo. Una gota del jugo resbaló por su barbilla y en seguida fue a limpiarse.
—Tranquila —dijo Joe—. Ya me ocupo yo —añadió, para agacharse a continuación y lamerle la barbilla.
El mismo tomó un nuevo gajo, mirándola a los ojos, y dejó que cayera un poco del jugo sobre los senos de ______, la cual se estremeció ante la expectativa…
—¿De verdad vas a…?
Joe bajó la boca hacia sus pechos, en respuesta a su pregunta inconclusa, y disfrutó del sabor combinado de la naranja y de ______. Le humedeció los pezones con la lengua y los dientes hasta endurecérselos como dos peñones. ______ buscó los labios de Joe con desesperación; estaba muy caliente y el olor de su excitación se subió a la cabeza de éste como tres copas de whiskey.
—No es justo —protestó ella, jadeante—. Te estás divirtiendo tú solo.
—¿Yo solo? —repitió, lameteándole de nuevo uno de los pezones.
—Sí… dijiste que íbamos a compartir la naranja —superada la timidez, se la arrebató de las manos y colocó un gajo entre las bocas de ambos. El pelo de ella caía sobre los hombros de Joe, como una leve caricia.
______ mordió adrede para que salpicara alguna gota sobre el torso y el abdomen de él. Entonces, lentamente, fue descendiendo con la lengua hacia su ombligo—. Mi turno.
Tres de los antiguos miembros del Club de los Chicos Malos abrieron sus latas de cerveza casi al unísono, mientras se sentaban en el cómodo sofá del salón de Joe. La mesa estaba llena de platos con sándwiches, aceitunas y patatas fritas. Y en la televisión, los Dallas Cowboys se enfrentaban a los Washington Redskins.
—Lo echaba de menos —comentó Ben Nolan, abogado de Richmond—. Suelo estar tan liado con mis casos que había olvidado el placer de tomarme unas cervezas y ver un partidillo con los amigos.
—Bueno, aquí al menos no te molestará ninguna de tus clientes —dijo Stan—. Creo que la única mujer que ha traspasado la puerta de la casa de Joe es su hermana, Maddie.
De pronto, Joe recordó a ______ entrando en su casa y haciéndole luego el amor. Dio un trago de cerveza y puso los pies sobre una silla libre.
—Exageras un poco.
—¿Entonces has traído a la Mordiscos? —replicó Stan, sonriente.
—¿La Mordiscos? —repitió Ben, desviando la atención del televisor.
—Mis labios están sellados —dijo Joe, sabedor de que a ______ le resultaría mortificante enterarse de que la habían llamado así.
—Vamos, Joe —insistió Stan—. Maddie dice que no es como las otras con las que has salido… Ésta muerde hombres en vez de chapas de cerveza —bromeó.
—¿Muerde hombres? —preguntó Ben.
—¿Qué te parece si te rayo las puertas de tu nuevo coche? —contraatacó Joe.
—¡Vaya! —Stan se sorprendió—. Así que he tocado un punto sensible. Y yo que creía que eras invulnerable a las mujeres… Ben y tú ibais a ser solteros toda la vida.
—Y lo voy a ser —aseguró Ben.
—Y yo —se unió Joe. Su destino estaba fijado: él siempre había sido muy inconformista, y los inconformistas no estaban hechos para el matrimonio. Sobre todo, para casarse con una dama que era profesora de Historia.
—No sé, Joe —intervino Ben mientras tomaba una galleta de chocolate—. Estas galletas están de miedo. Serías una esposa estupenda si no tuvieras una serpiente tatuada.
—¿Una esposa? —repitió, quitándole la galleta justo cuando se la iba a meter en la boca.
—¿Qué pasa?, ¿has perdido tu sentido del humor? —Ben estaba asombrado—. Esa mujer tiene que tenerte muy pillado. Cuidado, Joe. Las mujeres son como los pulpos: una vez que sus tentáculos empiezan a chuparte la sangre, no paran hasta dejarte seco.
—Si es la mujer adecuada, da igual —apuntó Stan—. Igual hasta te gusta que te absorba.
Joe y Ben le tiraron sendas aceitunas a Stan.
—Como queráis —prosiguió éste—. Pero yo me acuesto todas las noches con una mujer preciosa e inteligente que me anima a despertarme todas las mañanas. Para mí es fundamental saber que ella siempre estará a mi lado, pase lo que pase.
—¡La roban los Redskins! —exclamó Ben.
—¿Qué? —Stan se giró hacia el televisor y vio la repetición de la jugada. Joe, en cambio, seguía pensando en las palabras de su amigo. Se preguntó qué sentiría sabiendo que ______ siempre formaría parte de su vida, estando seguro de que se acostaría y se despertaría junto a ella todos los días.
Pero, ¿por qué iba a dejarse atrapar por una mujer? Él estaba a gusto solo… Aunque tampoco parecía una perspectiva tan espantosa: podría oler su aroma y tocar su suave piel en cualquier momento. Podría hacerla reír o sonrojarla en cualquier momento. Podría librar una terrible y gloriosa batalla sexual con ella en cualquier momento. Podría, simplemente, mirarla en cualquier momento.
Joe frunció el ceño. ¿A quién pretendía engañar? Tener a una mujer todo el rato alrededor lo irritaría tanto que acabaría volviéndose loco. Sólo haría falta una breve temporada para terminar desesperado y harto de ella.
No, se dijo: él no estaba hecho para llevar una vida familiar y hogareña. Sería mejor para todos que aceptara ese hecho indiscutible.
Nani Jonas
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
6/6
Capitulo 14
______ llamó a la puerta de Joe y, acto seguido, se echó mano al pelo, recién cortado. Aunque había dudado mucho, los muchos años de luchar con el pelo la habían decidido a emplear las tijeras. Además, tampoco le había gustado la posibilidad de que pudiera perder su atractivo hacia Joe si se cortaba el pelo. Si no le gustaba cómo le sentaba el nuevo corte, tendría que resignarse a aceptarlo.
Joe abrió la puerta, casi al mismo tiempo que la boca, pero no dijo nada durante varios segundos.
—Te has cortado el pelo —señaló cuando salió de su asombro.
—Sí —respondió, alzando la barbilla desafiantemente.
—¡Diablo desobediente! —exclamó—. ¡Te sienta de maravilla!
—Gracias, Joe —respondió ______, que sintió una ridícula oleada de felicidad en su interior. Se puso de puntillas y lo besó.
Joe la rodeó con un brazo, la apretó y profundizó en el beso hasta que la cabeza de ______ empezó a dar vueltas.
—Tío Joe, ¿puedo tomar otra galleta? —preguntó la voz de un niño desde el interior de la casa.
—Tendremos que esperar un poco —le dijo Joe a ______, separándose de ésta a su pesar—. Joshua y Maddie han salido y estoy cuidando de Davey… No, no comas ninguna más. Primero tenemos que cenar —añadió, dirigiéndose a su sobrino.
—¡Qué sorpresa más agradable! —dijo ______, después de entrar en casa de Joe—. Voy a cenar con dos hombres: hola, Davey.
—Hola, ______ —el chico sonrió—. Joe dice que eres una tía guay.
—¿Ah, sí? —______ se giró hacia Joe y lo miró divertida.
—Se supone que no debía repetirlo —se disculpó Joe.
—¿No te matará tu hermana por hablarle de tías guays?
—Por lo menos, seguro que lo intentará —dijo Joe—. Voy a sacar el pollo del horno.
—¿Pollo?, ¡qué rico! —exclamó ______, olfateando el aroma procedente de la cocina.
—Eso espero —dijo Joe—. ¿Me acompañas, Davey?
—¡Sí! —gritó éste.
Joe sirvió el pollo en la mesa de la cocina. Aunque ______ llevaba ropa informal y estaba comiendo un muslo de pollo con las manos, seguía irradiando elegancia. Mientras ella y Davey se divertían entre sí, él la contemplaba y se preguntaba cómo podía conseguir estar tan guapa sin apenas maquillaje, con camisas manchadas de pintura o con los dedos llenos de grasa de pollo. Era fascinante.
Era el tipo de mujer que no impresionaba a primera vista, pero cuanto más la miraba, pensó Joe, más le costaba dejar de mirarla. Algo en la expresión de su cara lo atraía como una luz en la oscuridad. Ella jamás admitiría que coqueteaba, pero su forma de reírse y los destellos de sus ojos siempre lo perturbaban sobremanera. Una mezcla de sensualidad desafiante y feminidad sureña despertaba en Joe una necesidad primitiva de reclamarla como suya.
—Tengo frío —dijo Davey de repente. Se recostó sobre ______ y ésta le acarició el pelo con cariño.
—Ven —lo rodeó con un brazo para darle calor y luego frunció el ceño—. ¿No prefieres tumbarte en el sofá y que te tape con una manta?
—Sí —asintió el sobrino—. ¿Puedo tomarme otra galleta ahora, tío?
—Sí, ¿estás listo para el vídeo? —contestó Joe. Davey asintió de nuevo y se dirigió al sofá del salón—. Íbamos a ver carreras de camiones, pero en deferencia a ti, pondremos una película de Walt Disney —añadió, dirigiéndose a ______.
—Me conmueve que te vayas a privar de un espectáculo tan enriquecedor como una carrera de camiones sólo por mí.
—¿Te das cuenta de que no eres ni la mitad de tímida que cuando nos conocimos?
—La culpa es tuya —susurró, acercándose a él.
—¿Y eso por qué? —preguntó, excitado.
—Tú me has hecho desinhibirme —respondió, acercándose más a él y provocándolo luego, apartándolo de su lado.
—¿Intentas provocarme adrede porque Davey está aquí y no puedo hacer nada para responder ahora mismo? —le preguntó, después de agarrarla por la muñeca y atraerla hacia sí de nuevo. ______ se sentía cómoda y cálida entre sus brazos.
—¿Provocar yo?
—Sí, tú —replicó Joe—. Será mejor que pares, o me las tendrás que pagar cuando nos quedemos a solas.
—¿Que pare qué?
—De seducirme —Joe rió—. Anda, ve al salón, en seguida estoy con vosotros.
—Deja, te ayudo con los platos.
—Sí, claro. Seguro que empiezas a mirarme, me distraes y se me acaba rompiendo toda la vajilla.
—Joe lavando platos —______ sonrió—. ¿Me dejas hacerte una foto para la posteridad?
—Tengo muchas virtudes —respondió, agitando el paño de secar los platos como si fuera un látigo.
—Ya lo sé —contestó con suavidad. Luego se fue al salón.
Joe se quedó mirándola varios segundos y luego se golpeó con el paño de los platos para despertarse. No estaba dispuesto a separarse mucho tiempo de ______, de modo que se puso manos a la obra de inmediato y pocos minutos después ya los había lavado y había limpiado la cocina.
Cuando asomó la cabeza en el salón, ______ estaba sentada en el sofá, con Davey acurrucado sobre su regazo. Miraba la película y a su sobrino alternativamente, acariciándole la cabeza todo el tiempo.
Joe se apoyó en la pared para observarla. Parecía de lo más natural que ______ tuviera a un niño en su regazo, como si tuviera un gran instinto maternal y hubiera nacido para dar amor.
La cabeza lo traicionó y le hizo imaginarse a ______ con los ojos radiantes de alegría con un hijo suyo en el vientre. Un hijo de los dos. El corazón le dio un vuelco ante el azote de emociones que sintió. Él la protegería para cuidarla y compartirían toda la aventura del embarazo hasta en los más nimios detalles.
—¿Joe?, ¿pasa algo? —le preguntó ______, interrumpiendo los pensamientos de éste.
Le costó un par de segundos regresar de aquel ensueño y volver a la realidad. Cuando fue consciente de que se había imaginado a ______ como la madre de un hijo suyo, se le hizo un triple nudo en la garganta. ¡Un padre!, pensó disgustado. Él nunca había querido ser padre. De hecho, siempre había tenido mucho cuidado para no acabar siendo padre de nadie.
______ siguió mirándolo, con una expresión atenta y preocupada y Joe, mientras le sostenía la mirada, pensó que esa mujer gentil y elegante le estaba haciendo plantearse auténticas locuras.
Debía de ser una bruja.
Listo chicas espeo les guste el maraton
Capitulo 14
______ llamó a la puerta de Joe y, acto seguido, se echó mano al pelo, recién cortado. Aunque había dudado mucho, los muchos años de luchar con el pelo la habían decidido a emplear las tijeras. Además, tampoco le había gustado la posibilidad de que pudiera perder su atractivo hacia Joe si se cortaba el pelo. Si no le gustaba cómo le sentaba el nuevo corte, tendría que resignarse a aceptarlo.
Joe abrió la puerta, casi al mismo tiempo que la boca, pero no dijo nada durante varios segundos.
—Te has cortado el pelo —señaló cuando salió de su asombro.
—Sí —respondió, alzando la barbilla desafiantemente.
—¡Diablo desobediente! —exclamó—. ¡Te sienta de maravilla!
—Gracias, Joe —respondió ______, que sintió una ridícula oleada de felicidad en su interior. Se puso de puntillas y lo besó.
Joe la rodeó con un brazo, la apretó y profundizó en el beso hasta que la cabeza de ______ empezó a dar vueltas.
—Tío Joe, ¿puedo tomar otra galleta? —preguntó la voz de un niño desde el interior de la casa.
—Tendremos que esperar un poco —le dijo Joe a ______, separándose de ésta a su pesar—. Joshua y Maddie han salido y estoy cuidando de Davey… No, no comas ninguna más. Primero tenemos que cenar —añadió, dirigiéndose a su sobrino.
—¡Qué sorpresa más agradable! —dijo ______, después de entrar en casa de Joe—. Voy a cenar con dos hombres: hola, Davey.
—Hola, ______ —el chico sonrió—. Joe dice que eres una tía guay.
—¿Ah, sí? —______ se giró hacia Joe y lo miró divertida.
—Se supone que no debía repetirlo —se disculpó Joe.
—¿No te matará tu hermana por hablarle de tías guays?
—Por lo menos, seguro que lo intentará —dijo Joe—. Voy a sacar el pollo del horno.
—¿Pollo?, ¡qué rico! —exclamó ______, olfateando el aroma procedente de la cocina.
—Eso espero —dijo Joe—. ¿Me acompañas, Davey?
—¡Sí! —gritó éste.
Joe sirvió el pollo en la mesa de la cocina. Aunque ______ llevaba ropa informal y estaba comiendo un muslo de pollo con las manos, seguía irradiando elegancia. Mientras ella y Davey se divertían entre sí, él la contemplaba y se preguntaba cómo podía conseguir estar tan guapa sin apenas maquillaje, con camisas manchadas de pintura o con los dedos llenos de grasa de pollo. Era fascinante.
Era el tipo de mujer que no impresionaba a primera vista, pero cuanto más la miraba, pensó Joe, más le costaba dejar de mirarla. Algo en la expresión de su cara lo atraía como una luz en la oscuridad. Ella jamás admitiría que coqueteaba, pero su forma de reírse y los destellos de sus ojos siempre lo perturbaban sobremanera. Una mezcla de sensualidad desafiante y feminidad sureña despertaba en Joe una necesidad primitiva de reclamarla como suya.
—Tengo frío —dijo Davey de repente. Se recostó sobre ______ y ésta le acarició el pelo con cariño.
—Ven —lo rodeó con un brazo para darle calor y luego frunció el ceño—. ¿No prefieres tumbarte en el sofá y que te tape con una manta?
—Sí —asintió el sobrino—. ¿Puedo tomarme otra galleta ahora, tío?
—Sí, ¿estás listo para el vídeo? —contestó Joe. Davey asintió de nuevo y se dirigió al sofá del salón—. Íbamos a ver carreras de camiones, pero en deferencia a ti, pondremos una película de Walt Disney —añadió, dirigiéndose a ______.
—Me conmueve que te vayas a privar de un espectáculo tan enriquecedor como una carrera de camiones sólo por mí.
—¿Te das cuenta de que no eres ni la mitad de tímida que cuando nos conocimos?
—La culpa es tuya —susurró, acercándose a él.
—¿Y eso por qué? —preguntó, excitado.
—Tú me has hecho desinhibirme —respondió, acercándose más a él y provocándolo luego, apartándolo de su lado.
—¿Intentas provocarme adrede porque Davey está aquí y no puedo hacer nada para responder ahora mismo? —le preguntó, después de agarrarla por la muñeca y atraerla hacia sí de nuevo. ______ se sentía cómoda y cálida entre sus brazos.
—¿Provocar yo?
—Sí, tú —replicó Joe—. Será mejor que pares, o me las tendrás que pagar cuando nos quedemos a solas.
—¿Que pare qué?
—De seducirme —Joe rió—. Anda, ve al salón, en seguida estoy con vosotros.
—Deja, te ayudo con los platos.
—Sí, claro. Seguro que empiezas a mirarme, me distraes y se me acaba rompiendo toda la vajilla.
—Joe lavando platos —______ sonrió—. ¿Me dejas hacerte una foto para la posteridad?
—Tengo muchas virtudes —respondió, agitando el paño de secar los platos como si fuera un látigo.
—Ya lo sé —contestó con suavidad. Luego se fue al salón.
Joe se quedó mirándola varios segundos y luego se golpeó con el paño de los platos para despertarse. No estaba dispuesto a separarse mucho tiempo de ______, de modo que se puso manos a la obra de inmediato y pocos minutos después ya los había lavado y había limpiado la cocina.
Cuando asomó la cabeza en el salón, ______ estaba sentada en el sofá, con Davey acurrucado sobre su regazo. Miraba la película y a su sobrino alternativamente, acariciándole la cabeza todo el tiempo.
Joe se apoyó en la pared para observarla. Parecía de lo más natural que ______ tuviera a un niño en su regazo, como si tuviera un gran instinto maternal y hubiera nacido para dar amor.
La cabeza lo traicionó y le hizo imaginarse a ______ con los ojos radiantes de alegría con un hijo suyo en el vientre. Un hijo de los dos. El corazón le dio un vuelco ante el azote de emociones que sintió. Él la protegería para cuidarla y compartirían toda la aventura del embarazo hasta en los más nimios detalles.
—¿Joe?, ¿pasa algo? —le preguntó ______, interrumpiendo los pensamientos de éste.
Le costó un par de segundos regresar de aquel ensueño y volver a la realidad. Cuando fue consciente de que se había imaginado a ______ como la madre de un hijo suyo, se le hizo un triple nudo en la garganta. ¡Un padre!, pensó disgustado. Él nunca había querido ser padre. De hecho, siempre había tenido mucho cuidado para no acabar siendo padre de nadie.
______ siguió mirándolo, con una expresión atenta y preocupada y Joe, mientras le sostenía la mirada, pensó que esa mujer gentil y elegante le estaba haciendo plantearse auténticas locuras.
Debía de ser una bruja.
Listo chicas espeo les guste el maraton
Nani Jonas
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
awwwww Joe me encanta
Cuando se puso celoso
Y quiere a la rayiz aunque el no lo quiera reconocer
Awww lo amo
Siguela!!!
Gracias por el maraton!!!
Cuando se puso celoso
Y quiere a la rayiz aunque el no lo quiera reconocer
Awww lo amo
Siguela!!!
Gracias por el maraton!!!
aranzhitha
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
jajja pobre joe
pero e sun celoso hermoso
y ya se esta imaginando una vida junto a la rayis
ya es hora de que vaya sentando cabeza
siguela pronto plisssssssssss
pero e sun celoso hermoso
y ya se esta imaginando una vida junto a la rayis
ya es hora de que vaya sentando cabeza
siguela pronto plisssssssssss
Julieta♥
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
entonces joe no quiere ser papa :/
gracias x los caps :D
bueno siguelaaaaaaaaaa
gracias x los caps :D
bueno siguelaaaaaaaaaa
jamileth
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
AMO A JOE !
AMO A ESOS DOS!
Y D E F I N I T I V A M E N TE AMO ESTA NOVE!
tienes que seguirla por favor , por que todo es tan complicado :x
SÍGUELA!
AMO A ESOS DOS!
Y D E F I N I T I V A M E N TE AMO ESTA NOVE!
tienes que seguirla por favor , por que todo es tan complicado :x
SÍGUELA!
fernanda
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
Disculpa por no haberme pasado antes :/
Pero es que dejaron de llegarme las notificaciones de esta nove.
¡Me encanta como está yendo todo! :D
Muchas gracias por la maratón, SIGUELAAAAAAA
Pero es que dejaron de llegarme las notificaciones de esta nove.
¡Me encanta como está yendo todo! :D
Muchas gracias por la maratón, SIGUELAAAAAAA
Dayi_JonasLove!*
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
:) awwww!! Joe mi vida :)
Tan hermoso, ame y mega súper ame el maratón
Awwww amo la idea de saber que Joe comienza
A pensar en una familia!!!
Ahhhh plis siguelAAAAAA!!
Tan hermoso, ame y mega súper ame el maratón
Awwww amo la idea de saber que Joe comienza
A pensar en una familia!!!
Ahhhh plis siguelAAAAAA!!
Karli Jonas
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
Capítulo 15
—¿Cuándo me darás la siguiente clase de montar en moto? —le preguntó ______ el fin de semana siguiente.
Tumbado en su enorme cama, desnudo, con los ojos cerrados, Joe se imaginó que era una pantera descansando. Abrió los ojos ligeramente.
—Pronto —dijo, cerrando los ojos.
—Pronto es muy abstracto —dijo ella mientras le acariciaba el pecho, apoyando la cabeza sobre un hombro.
—Llevas doce horas agotándome. ¿De verdad quieres saber cuándo daremos la siguiente clase? —murmuró, después de suspirar y besarle una mano.
—Sí —dijo con alegría—. ¿Cómo voy a demostrarte que no soy una cobardica si no aprendo a montar?
—¿Si no aprendes a montar? —abrió los ojos y soltó una risilla picara—. Eso se puede interpretar de muchas maneras; en cualquier caso, te advierto que no te dejaré mi moto. Seguirás en una pequeña…
—¿Por qué?
—En el campo —prosiguió.
—¿Por qué?
—Para que no te hagas mucho daño cuando te caigas.
—Ah —dijo ______, a la que no le gustaba demasiado imaginarse aplastada bajo una motocicleta—. Pero mi equilibrio es bueno. No tengo por qué caer…
—Hazme caso —la interrumpió—. Todo el mundo se cae… ¿Te está entrando miedo, cobardica? —añadió al ver la cara dubitativa de ella, mientras le hacía cosquillas.
—¡Para! —dijo riéndose a su pesar—. ¡Qué pares!, ¡eres horrible y cruel y…!
La boca de Joe se posó sobre la de ______ y ahogó todos sus insultos. Subió una mano para abarcar uno de sus pechos y jugueteó con su pezón. Ella se estremeció con el roce, pero estaba decidida a seguir hablando. Era ridículo que siempre que protestaba, Joe la enmudeciera con un beso. En cuanto separaran los labios le diría bien clarito que…
El teléfono sonó y Joe se retiró. Los dos se quedaron mirándose, con la respiración agitada, mientras el teléfono sonaba tres veces más.
—Vamos, tonto —le dijo ella con menos agresividad de la que había pretendido—. ¿Es que no vas a contestar?
—¿Diga? —dijo Joe, después de descolgar el auricular. Acto seguido, sonrió—. Hola, Jenna Jean.
______ supo que se trataba de una mujer y sintió que el estómago se le retorcía. De pronto, súbitamente consciente de que estaba desnuda en la cama de Joe mientras éste hablaba con otra mujer, decidió que era buen momento para vestirse. Se giró para salir de la cama, pero Joe la detuvo, sujetándola por una muñeca.
______ lo miró y lo vio denegar con la cabeza. Ella también denegó e intentó liberarse.
—Me parece perfecto, Jenna. Veré si puedo y ya te llamo para quedar más concretamente.
¿Estaba fijando una cita con ella? ______ le clavó una uña en la mano y tiró hacia el borde de la cama.
—¡Ay! —se quejó Joe, que reaccionó a tiempo para agarrarla por un tobillo—. No, no, Jenna. Ha sido mi gata. Tengo que llevarla a que le corten las uñas… ¿Que quieres que vaya con mi nueva qué? Para nada, a ella no le interesaría conocer a una panda de locos como vosotros… No, ¡tonterías! No me da miedo que le cuentes cómo soy de verdad —añadió con el ceño fruncido.
Por su parte, ______ se había tranquilizado tras el giro que había dado la conversación al final.
—¿Jenna Jean? —preguntó ella cuando Joe hubo colgado.
—Jenna Jean Anderson Michaels. Nos conocemos desde que éramos unos críos. Está casada con uno de mis mejores y más viejos amigos, Stan Michaels. Nos acaban de invitar a cenar —anunció con cara de pocos amigos.
—¿Por qué te disgusta tanto? Seguro que no cocina tan mal —bromeó ______.
—¿Cocinar mal? En absoluto —Joe se levantó de la cama—. Aunque odia reconocer que mis galletas de chocolate son mejores que las suyas.
—¿Entonces ya has cenado con ellos antes? —______ se levantó y se acercó a él, cubriéndose el cuerpo con la sábana.
—Claro —respondió Joe.
—¿Y por qué no quieres que cenemos esta vez con ellos?
—Porque quieren conocerte —respondió—. Quieren examinarte, curiosear y ponerte a prueba. Quieren comprobar que existes de verdad.
—Si son tus amigos —comentó ______, confundida—, seguro que serán agradables conmigo.
—Eso ya lo sé —respondió con aire distraído—. Simplemente, no quiero mezclarlos en esto.
A ______ no le gustó aquella actitud evasiva. Se quedó en silencio un segundo. Sabía que no era la clase de mujer con la que él solía verse, pero…
—¿Te preocupa que pueda avergonzarte delante de ellos?
—¡No, por Dios! —aseguró Joe de inmediato.
—Entonces, ¿por qué no quieres que conozca a tus amigos? —se ajustó la sábana de nuevo—. Tiene que haber algún motivo para que…
—No —se acercó a ella y la llevó de nuevo a la cama—. No es nada de eso. Sólo que no quiero que empiecen a hacer preguntas impertinentes.
—¿Como qué?
—Preguntas sobre nuestra relación, sobre el futuro —la estrechó entre sus brazos y sonrió—. Soy muy egoísta y no quiero compartirte. Quiero que seas mía y yo ser sólo tuyo. Y no me importa lo que piense nadie más —añadió, dándole un beso.
______ se apretó contra Joe y notó que el corazón se le contraía. Le dolía intuir los pensamientos y sentimientos silenciosos de éste: «no estamos hechos el uno para el otro. No sé cuánto tiempo seguiremos juntos».
Hizo el esfuerzo de no prestar atención a las lágrimas que casi le salían de los ojos e intentó concentrarse en el presente; en aquel presente en el que Joe la estaba sujetando como si la quisiera más que a nadie en el mundo, como si jamás fuera a dejarla marchar. Pero ______ era demasiado realista para creer que ese presente fuera a prolongarse para siempre.
El fin de semana anterior al Día de Acción de Gracias, Joe llevó a ______ a un espectáculo de motos que se realizaba para recaudar fondos para los pobres.
—______, casi pareces una motera en condiciones. Mírate: botas y pantalones negros —deslizó un dedo por el cuello de su jersey—. Si no estuvieras llevando este jersey rosa de cachemir y esa chaqueta más rosa todavía…
—Me congelaría.
—¿Todavía no te atreves con una chaqueta de cuero?
—Alguien me fingó la de Evel Knievel y si no llevo ésa, no merece la pena llevar ninguna.
—Cuando te conocí —comentó Joe, sonriente—, no sabías quién era Evel Knievel… ni decías cosas como «fingar». Estás cambiando mucho…
—¿Tú crees? —se inclinó para encontrar sus labios—. Me da igual que me estés cambiando. Me siento perfectamente siendo como soy ahora —añadió, fascinada por la rendida atención de Joe a sus palabras.
A fin de conseguir dinero, los participantes en la carrera de motos tenían que pagar una entrada y los acompañantes, un suplemento extra. Así se lo había explicado Joe a ______, la tarde en que le había propuesto asistir a dicha carrera.
Disfrutenlo
—¿Cuándo me darás la siguiente clase de montar en moto? —le preguntó ______ el fin de semana siguiente.
Tumbado en su enorme cama, desnudo, con los ojos cerrados, Joe se imaginó que era una pantera descansando. Abrió los ojos ligeramente.
—Pronto —dijo, cerrando los ojos.
—Pronto es muy abstracto —dijo ella mientras le acariciaba el pecho, apoyando la cabeza sobre un hombro.
—Llevas doce horas agotándome. ¿De verdad quieres saber cuándo daremos la siguiente clase? —murmuró, después de suspirar y besarle una mano.
—Sí —dijo con alegría—. ¿Cómo voy a demostrarte que no soy una cobardica si no aprendo a montar?
—¿Si no aprendes a montar? —abrió los ojos y soltó una risilla picara—. Eso se puede interpretar de muchas maneras; en cualquier caso, te advierto que no te dejaré mi moto. Seguirás en una pequeña…
—¿Por qué?
—En el campo —prosiguió.
—¿Por qué?
—Para que no te hagas mucho daño cuando te caigas.
—Ah —dijo ______, a la que no le gustaba demasiado imaginarse aplastada bajo una motocicleta—. Pero mi equilibrio es bueno. No tengo por qué caer…
—Hazme caso —la interrumpió—. Todo el mundo se cae… ¿Te está entrando miedo, cobardica? —añadió al ver la cara dubitativa de ella, mientras le hacía cosquillas.
—¡Para! —dijo riéndose a su pesar—. ¡Qué pares!, ¡eres horrible y cruel y…!
La boca de Joe se posó sobre la de ______ y ahogó todos sus insultos. Subió una mano para abarcar uno de sus pechos y jugueteó con su pezón. Ella se estremeció con el roce, pero estaba decidida a seguir hablando. Era ridículo que siempre que protestaba, Joe la enmudeciera con un beso. En cuanto separaran los labios le diría bien clarito que…
El teléfono sonó y Joe se retiró. Los dos se quedaron mirándose, con la respiración agitada, mientras el teléfono sonaba tres veces más.
—Vamos, tonto —le dijo ella con menos agresividad de la que había pretendido—. ¿Es que no vas a contestar?
—¿Diga? —dijo Joe, después de descolgar el auricular. Acto seguido, sonrió—. Hola, Jenna Jean.
______ supo que se trataba de una mujer y sintió que el estómago se le retorcía. De pronto, súbitamente consciente de que estaba desnuda en la cama de Joe mientras éste hablaba con otra mujer, decidió que era buen momento para vestirse. Se giró para salir de la cama, pero Joe la detuvo, sujetándola por una muñeca.
______ lo miró y lo vio denegar con la cabeza. Ella también denegó e intentó liberarse.
—Me parece perfecto, Jenna. Veré si puedo y ya te llamo para quedar más concretamente.
¿Estaba fijando una cita con ella? ______ le clavó una uña en la mano y tiró hacia el borde de la cama.
—¡Ay! —se quejó Joe, que reaccionó a tiempo para agarrarla por un tobillo—. No, no, Jenna. Ha sido mi gata. Tengo que llevarla a que le corten las uñas… ¿Que quieres que vaya con mi nueva qué? Para nada, a ella no le interesaría conocer a una panda de locos como vosotros… No, ¡tonterías! No me da miedo que le cuentes cómo soy de verdad —añadió con el ceño fruncido.
Por su parte, ______ se había tranquilizado tras el giro que había dado la conversación al final.
—¿Jenna Jean? —preguntó ella cuando Joe hubo colgado.
—Jenna Jean Anderson Michaels. Nos conocemos desde que éramos unos críos. Está casada con uno de mis mejores y más viejos amigos, Stan Michaels. Nos acaban de invitar a cenar —anunció con cara de pocos amigos.
—¿Por qué te disgusta tanto? Seguro que no cocina tan mal —bromeó ______.
—¿Cocinar mal? En absoluto —Joe se levantó de la cama—. Aunque odia reconocer que mis galletas de chocolate son mejores que las suyas.
—¿Entonces ya has cenado con ellos antes? —______ se levantó y se acercó a él, cubriéndose el cuerpo con la sábana.
—Claro —respondió Joe.
—¿Y por qué no quieres que cenemos esta vez con ellos?
—Porque quieren conocerte —respondió—. Quieren examinarte, curiosear y ponerte a prueba. Quieren comprobar que existes de verdad.
—Si son tus amigos —comentó ______, confundida—, seguro que serán agradables conmigo.
—Eso ya lo sé —respondió con aire distraído—. Simplemente, no quiero mezclarlos en esto.
A ______ no le gustó aquella actitud evasiva. Se quedó en silencio un segundo. Sabía que no era la clase de mujer con la que él solía verse, pero…
—¿Te preocupa que pueda avergonzarte delante de ellos?
—¡No, por Dios! —aseguró Joe de inmediato.
—Entonces, ¿por qué no quieres que conozca a tus amigos? —se ajustó la sábana de nuevo—. Tiene que haber algún motivo para que…
—No —se acercó a ella y la llevó de nuevo a la cama—. No es nada de eso. Sólo que no quiero que empiecen a hacer preguntas impertinentes.
—¿Como qué?
—Preguntas sobre nuestra relación, sobre el futuro —la estrechó entre sus brazos y sonrió—. Soy muy egoísta y no quiero compartirte. Quiero que seas mía y yo ser sólo tuyo. Y no me importa lo que piense nadie más —añadió, dándole un beso.
______ se apretó contra Joe y notó que el corazón se le contraía. Le dolía intuir los pensamientos y sentimientos silenciosos de éste: «no estamos hechos el uno para el otro. No sé cuánto tiempo seguiremos juntos».
Hizo el esfuerzo de no prestar atención a las lágrimas que casi le salían de los ojos e intentó concentrarse en el presente; en aquel presente en el que Joe la estaba sujetando como si la quisiera más que a nadie en el mundo, como si jamás fuera a dejarla marchar. Pero ______ era demasiado realista para creer que ese presente fuera a prolongarse para siempre.
El fin de semana anterior al Día de Acción de Gracias, Joe llevó a ______ a un espectáculo de motos que se realizaba para recaudar fondos para los pobres.
—______, casi pareces una motera en condiciones. Mírate: botas y pantalones negros —deslizó un dedo por el cuello de su jersey—. Si no estuvieras llevando este jersey rosa de cachemir y esa chaqueta más rosa todavía…
—Me congelaría.
—¿Todavía no te atreves con una chaqueta de cuero?
—Alguien me fingó la de Evel Knievel y si no llevo ésa, no merece la pena llevar ninguna.
—Cuando te conocí —comentó Joe, sonriente—, no sabías quién era Evel Knievel… ni decías cosas como «fingar». Estás cambiando mucho…
—¿Tú crees? —se inclinó para encontrar sus labios—. Me da igual que me estés cambiando. Me siento perfectamente siendo como soy ahora —añadió, fascinada por la rendida atención de Joe a sus palabras.
A fin de conseguir dinero, los participantes en la carrera de motos tenían que pagar una entrada y los acompañantes, un suplemento extra. Así se lo había explicado Joe a ______, la tarde en que le había propuesto asistir a dicha carrera.
Disfrutenlo
Nani Jonas
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
Awwww mi Joe es tan lindo
Y la rayis igual me encanta su relación
Aun que aun Joe no le diga lo
Que realmente siente!!
Ahhhh plis siguelaaaaa!!
Y la rayis igual me encanta su relación
Aun que aun Joe no le diga lo
Que realmente siente!!
Ahhhh plis siguelaaaaa!!
Karli Jonas
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
joe calla a la rayis besandola quien no quiere eso???
siguelaa ya quiero sbaer q mas va a pasar
siguelaaaaaaaaaaaaa
siguelaa ya quiero sbaer q mas va a pasar
siguelaaaaaaaaaaaaa
jamileth
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
awww me encanta Joe
Solo que no me gusta que Joe no la tome en serio
Siguela!!
Solo que no me gusta que Joe no la tome en serio
Siguela!!
aranzhitha
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