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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
Awwww me encanto el CAP
Jejejeje la rayis y Joe se gustan Jejejejeje
Awwww que emoción :D :D :D
Ahhh plis SIGUELA pronto!! :)
Jejejeje la rayis y Joe se gustan Jejejejeje
Awwww que emoción :D :D :D
Ahhh plis SIGUELA pronto!! :)
Karli Jonas
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
me encanta esta nove....la rayis es toda inocetica q pecao, y mas si el marido la hacia comortarse asi, y joe q hermoso todo obsecionado con ella
sigue pronto plisssss
sigue pronto plisssss
Julieta♥
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
¡Lo invitó a cenar! sdfghjklkjhgfdsl :love:
SIGUELAAAAAAAAA
SIGUELAAAAAAAAA
Dayi_JonasLove!*
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
Capitulo 3
—¿Me dejas pasar? —preguntó Joe.
—Sí, claro. Perdona —dijo echándose a un lado, cuando se dio cuenta de que estaba bloqueando la entrada. Se puso colorada—. La cena está lista. Pollo en pepitoria.
—Huele de maravilla —comentó después de olfatear—. Y seguro que sabe mejor todavía.
—Eso espero —murmuró sin apenas voz. La cocina se le daba bien, pero había estado tan distraída mientras preparaba la cena que no estaba segura de no haberse olvidado de algún ingrediente importante—. ¿Me dejas tu chaqueta?
—Tendrás que ponerte a la cola —contestó Joe, mirándola divertido—. Son muchas las personas que me han pedido esta chaqueta. La llevó Evel Kneivel.
______ miró la gastada chaqueta de cuero con atención y se encogió de hombros, confundida.
—¿No pudiste encontrar una nueva que te gustara?
—No, profesora ______ —Joe sonrió—. Evel Kneivel fue un especialista de escenas peligrosas en motocicleta. Esta chaqueta es un artículo de coleccionista. Soy un poco posesivo con ella.
—Ah —dijo ______—. Algo así como las joyas de la Reina Victoria, pero más contemporáneo.
—Sí —contestó Joe después de una breve pausa—. Algo así.
Entraron en el salón. Joe tomó un vaso y le dio una toba para hacer sonar el cristal.
—Buena cristalería —prosiguió éste—, ¿Haces esto a menudo?
—No —______ prefirió no mirarlo a la cara—. En realidad hace bastante que no cocino en serio.
—¿Cómo es eso?
—No había invitados —se encogió de hombros. Notó que la mirada de Joe la instaba a ser más explícita—. El año pasado murió mi marido.
—No es posible —Joe pestañeó—. No pareces lo suficientemente mayor como para ser viuda; aunque ahora que lo pienso, mi hermana perdió a un novio cuando tenía tu edad más o menos.
—Nunca pensé que me pasaría a mí; pero así fue. El caso es que hace bastante que no hago este tipo de cosas.
—¿Este tipo de cosas?
—Bueno, cenar con un hombre… que no sea mi marido —aclaró, aunque en seguida deseó haberse callado. Joe pensaría que estaba desesperada.
—¿Hace cuánto exactamente?
—Unos siete años —admitió a regañadientes.
—Debes de haberte casado muy joven —comentó Joe, después de dar un silbido.
—Sí, nada más salir de la universidad. Él era mi vecino. Nos conocíamos desde el jardín de infancia, íbamos juntos a pescar… Tengo mi propia caña —añadió, al tiempo que lo invitaba a tomar asiento con un gesto de la mano, con la esperanza de cambiar de tema.
—Seguro que otros hombres te han pedido salir después de que tu marido falleciera —insistió Joe.
—Sí —______ asintió, sirvió vino para los dos y dio un sorbo a su vaso—, Pero no era el momento oportuno.
—¿Y por qué yo?
Sintió un cosquilleo en el estómago. Joe había usado un tono de voz demasiado sugerente, demasiado seductor. Pensó en por qué lo había elegido a él y se sonrió:
—El otro día me encontré con una cita que no se me va de la cabeza: si quieres sentirte más viva, haz una cosa que te asuste todos los días —lo miró a los ojos—. Y tú me das miedo.
—¿De veras? —enarcó una ceja—. Bueno, señorita ______, ¿qué tienes pensado hacer conmigo hoy?
—Alimentarte —respondió tras desechar otras posibilidades más atractivas y arriesgadas—. Voy a alimentarte.
Después de la cena, la llevó a dar un paseo en moto.
A Joe le gustaba la manera en que el cuerpo de ______ se ceñía al suyo, cómo se apretaba a él cada vez que tomaban una curva un poco cerrada. Cuando pararon frente a su casa, parecía extasiada.
—Tienes el gusanillo —le dijo mientras la ayudaba a bajar de la moto.
—¿El gusanillo? —dejó que Joe le quitara el casco.
—El gusanillo de montar en moto. Lo llevas dentro, en la sangre. Dentro de poco irás en moto a trabajar con una chaqueta de cuero.
—No lo creo —comentó, después de imaginarse esa situación—. Supongo que el decano de la universidad prefiere que sus profesores den una imagen distinta.
—¡La imagen!, ¡guau! —exclamó Joe, con sarcasmo—. Tiene que ser una carga terrible estar preocupándose todo el rato por la imagen… Tengo la sensación de que has llevado una vida muy sosegada, ______.
—Es posible —confesó ella.
—Nunca has fumado, ¿verdad?
—Bueno, le di una calada a un cigarro en el instituto; pero no me gustó.
—Claro, claro. Además, ¿cómo ibas a sobrevivir a tamaño escándalo?
—Te estás burlando de mí —contestó mientras avanzaban hacia el porche de su casa.
—Pero sólo un poco. Seguro que nunca te han multado por exceso de velocidad.
—Nunca —reconoció—. Pero no porque no haya rebasado el límite.
—¿Alguna vez te has quitado la ropa y te has bañado desnuda en la playa por la noche?
—No —concedió.
Llegaron al porche. ______ apoyó la espalda contra la puerta y se quedó mirando a Joe, el cual advirtió cierta curiosidad en dicha mirada. Lo halagaba lo atraída que ella se sentía hacia él, y le gustaba la idea de ayudarla a romper con sus cadenas… Dio un paso al frente:
—¿Alguna vez has besado a un hombre que se ha ganado la vida como gorila?
—No sin tomarme tres cervezas antes —respondió. Cuando Joe inclinó la cabeza buscando la boca de ______, ésta interpuso una mano entre ambos—. Hoy ya he hecho una cosa que me asustaba. He cubierto mi cuota.
Joe sonrió y se acercó un poco más:
—Puede que hayas cumplido con los deberes de hoy, pero tienes un montón de ayeres que recuperar.
—¿Alguna vez has cruzado por un camino prohibido? —le preguntó Joe a la semana siguiente, tras desviarse de una carretera y encarar un sendero estrecho con la moto.
—Noooo —______ se apretó con fuerza a la cintura de Joe—. ¿De verdad hace falta cruzar por aquí?
—Sí —respondió alegremente. Luego pisó el acelerador y, tras subir una colina, la ayudó a bajar de la moto—. Es la mejor vista del valle —dijo, apuntando hacia unas luces abajo.
—¡Qué maravilla! —exclamó extasiada por la belleza de la noche—. ¿De quién son estas tierras?
—De Buster Granger —respondió mientras se acercaban al borde de la colina—. No nos incordiará mucho si nos descubre. Tiene una pistola, pero no acertaría ni a la de tres. Hasta que no lo operen de sus cataratas…
—¿Y por qué no me siento tan tranquila como tú? —replicó ______.
—Porque, y perdona que te lo diga, eres una cobardica —la rodeó con un brazo por la cintura. ______ sintió una mezcla de emociones contradictorias. La presión de su mano hacía que su cabeza diera más vueltas que una centrifugadora. ¿Cómo era posible que una ofensa sonara tan seductora?—. ¿Se te ha comido la lengua el gato? —le preguntó, acercando la cabeza a la de ella.
Respiró profundamente y lo miró de reojo. Quería demostrarle que no era cobarde, pero la única prueba que podía ofrecerle era que sabía poner un gusano en el cebo de una caña de pescar.
—¿Y por qué me has traído aquí si soy tan cobardica?
—Porque es divertido. Hay muchas cosas que tú no has hecho y puede que yo haya hecho demasiadas. Cuando sobrepasas el límite en exceso, acaba resultando aburrido.
______ trató de interpretar los destellos de firmeza y vulnerabilidad que vio en los ojos de Joe. ¿Por qué sentía miedo y atracción hacia él al mismo tiempo?
—Así que tu vida es aburrida —dijo ______—. Eres una paradoja. Tan pronto tengo la impresión de que te lo estás pasando bien, como veo un atisbo de algo más profundo.
—Puede, pero no estés tan segura —respondió.
—Pero yo te divierto, ¿no es cierto?
—Probablemente de la misma forma que yo te divierto a ti —contestó, mirándola con intensidad. ______ prefirió desviar la mirada y deleitarse con la estupenda vista del valle—. Dime más cosas que nunca hayas hecho pero querías hacer —añadió.
—No estoy segura de que sea una buena idea.
—No sería prudente —comentó Joe en tono burlón.
—Nunca he tenido un gatito —dijo, después de suspirar y pensar en algo que fuera inofensivo—. Mi madre y mi padre eran alérgicos.
—¿Qué más?
—Nunca he apostado dinero en una partida de cartas —respondió y notó que Joe ponía un gesto de desaprobación—. ¿Qué pasa?
—Lo que yo digo: una cobardica.
No debía picar. Ya era demasiado mayor e inteligente como para no entrar en ese tipo de discusiones…
—Nunca he conducido una Harley.
—Eso sí que es una pena —Joe esbozó una sonrisa endiablada—. Pero quizá se pueda arreglar.
—¿Me dejas pasar? —preguntó Joe.
—Sí, claro. Perdona —dijo echándose a un lado, cuando se dio cuenta de que estaba bloqueando la entrada. Se puso colorada—. La cena está lista. Pollo en pepitoria.
—Huele de maravilla —comentó después de olfatear—. Y seguro que sabe mejor todavía.
—Eso espero —murmuró sin apenas voz. La cocina se le daba bien, pero había estado tan distraída mientras preparaba la cena que no estaba segura de no haberse olvidado de algún ingrediente importante—. ¿Me dejas tu chaqueta?
—Tendrás que ponerte a la cola —contestó Joe, mirándola divertido—. Son muchas las personas que me han pedido esta chaqueta. La llevó Evel Kneivel.
______ miró la gastada chaqueta de cuero con atención y se encogió de hombros, confundida.
—¿No pudiste encontrar una nueva que te gustara?
—No, profesora ______ —Joe sonrió—. Evel Kneivel fue un especialista de escenas peligrosas en motocicleta. Esta chaqueta es un artículo de coleccionista. Soy un poco posesivo con ella.
—Ah —dijo ______—. Algo así como las joyas de la Reina Victoria, pero más contemporáneo.
—Sí —contestó Joe después de una breve pausa—. Algo así.
Entraron en el salón. Joe tomó un vaso y le dio una toba para hacer sonar el cristal.
—Buena cristalería —prosiguió éste—, ¿Haces esto a menudo?
—No —______ prefirió no mirarlo a la cara—. En realidad hace bastante que no cocino en serio.
—¿Cómo es eso?
—No había invitados —se encogió de hombros. Notó que la mirada de Joe la instaba a ser más explícita—. El año pasado murió mi marido.
—No es posible —Joe pestañeó—. No pareces lo suficientemente mayor como para ser viuda; aunque ahora que lo pienso, mi hermana perdió a un novio cuando tenía tu edad más o menos.
—Nunca pensé que me pasaría a mí; pero así fue. El caso es que hace bastante que no hago este tipo de cosas.
—¿Este tipo de cosas?
—Bueno, cenar con un hombre… que no sea mi marido —aclaró, aunque en seguida deseó haberse callado. Joe pensaría que estaba desesperada.
—¿Hace cuánto exactamente?
—Unos siete años —admitió a regañadientes.
—Debes de haberte casado muy joven —comentó Joe, después de dar un silbido.
—Sí, nada más salir de la universidad. Él era mi vecino. Nos conocíamos desde el jardín de infancia, íbamos juntos a pescar… Tengo mi propia caña —añadió, al tiempo que lo invitaba a tomar asiento con un gesto de la mano, con la esperanza de cambiar de tema.
—Seguro que otros hombres te han pedido salir después de que tu marido falleciera —insistió Joe.
—Sí —______ asintió, sirvió vino para los dos y dio un sorbo a su vaso—, Pero no era el momento oportuno.
—¿Y por qué yo?
Sintió un cosquilleo en el estómago. Joe había usado un tono de voz demasiado sugerente, demasiado seductor. Pensó en por qué lo había elegido a él y se sonrió:
—El otro día me encontré con una cita que no se me va de la cabeza: si quieres sentirte más viva, haz una cosa que te asuste todos los días —lo miró a los ojos—. Y tú me das miedo.
—¿De veras? —enarcó una ceja—. Bueno, señorita ______, ¿qué tienes pensado hacer conmigo hoy?
—Alimentarte —respondió tras desechar otras posibilidades más atractivas y arriesgadas—. Voy a alimentarte.
Después de la cena, la llevó a dar un paseo en moto.
A Joe le gustaba la manera en que el cuerpo de ______ se ceñía al suyo, cómo se apretaba a él cada vez que tomaban una curva un poco cerrada. Cuando pararon frente a su casa, parecía extasiada.
—Tienes el gusanillo —le dijo mientras la ayudaba a bajar de la moto.
—¿El gusanillo? —dejó que Joe le quitara el casco.
—El gusanillo de montar en moto. Lo llevas dentro, en la sangre. Dentro de poco irás en moto a trabajar con una chaqueta de cuero.
—No lo creo —comentó, después de imaginarse esa situación—. Supongo que el decano de la universidad prefiere que sus profesores den una imagen distinta.
—¡La imagen!, ¡guau! —exclamó Joe, con sarcasmo—. Tiene que ser una carga terrible estar preocupándose todo el rato por la imagen… Tengo la sensación de que has llevado una vida muy sosegada, ______.
—Es posible —confesó ella.
—Nunca has fumado, ¿verdad?
—Bueno, le di una calada a un cigarro en el instituto; pero no me gustó.
—Claro, claro. Además, ¿cómo ibas a sobrevivir a tamaño escándalo?
—Te estás burlando de mí —contestó mientras avanzaban hacia el porche de su casa.
—Pero sólo un poco. Seguro que nunca te han multado por exceso de velocidad.
—Nunca —reconoció—. Pero no porque no haya rebasado el límite.
—¿Alguna vez te has quitado la ropa y te has bañado desnuda en la playa por la noche?
—No —concedió.
Llegaron al porche. ______ apoyó la espalda contra la puerta y se quedó mirando a Joe, el cual advirtió cierta curiosidad en dicha mirada. Lo halagaba lo atraída que ella se sentía hacia él, y le gustaba la idea de ayudarla a romper con sus cadenas… Dio un paso al frente:
—¿Alguna vez has besado a un hombre que se ha ganado la vida como gorila?
—No sin tomarme tres cervezas antes —respondió. Cuando Joe inclinó la cabeza buscando la boca de ______, ésta interpuso una mano entre ambos—. Hoy ya he hecho una cosa que me asustaba. He cubierto mi cuota.
Joe sonrió y se acercó un poco más:
—Puede que hayas cumplido con los deberes de hoy, pero tienes un montón de ayeres que recuperar.
—¿Alguna vez has cruzado por un camino prohibido? —le preguntó Joe a la semana siguiente, tras desviarse de una carretera y encarar un sendero estrecho con la moto.
—Noooo —______ se apretó con fuerza a la cintura de Joe—. ¿De verdad hace falta cruzar por aquí?
—Sí —respondió alegremente. Luego pisó el acelerador y, tras subir una colina, la ayudó a bajar de la moto—. Es la mejor vista del valle —dijo, apuntando hacia unas luces abajo.
—¡Qué maravilla! —exclamó extasiada por la belleza de la noche—. ¿De quién son estas tierras?
—De Buster Granger —respondió mientras se acercaban al borde de la colina—. No nos incordiará mucho si nos descubre. Tiene una pistola, pero no acertaría ni a la de tres. Hasta que no lo operen de sus cataratas…
—¿Y por qué no me siento tan tranquila como tú? —replicó ______.
—Porque, y perdona que te lo diga, eres una cobardica —la rodeó con un brazo por la cintura. ______ sintió una mezcla de emociones contradictorias. La presión de su mano hacía que su cabeza diera más vueltas que una centrifugadora. ¿Cómo era posible que una ofensa sonara tan seductora?—. ¿Se te ha comido la lengua el gato? —le preguntó, acercando la cabeza a la de ella.
Respiró profundamente y lo miró de reojo. Quería demostrarle que no era cobarde, pero la única prueba que podía ofrecerle era que sabía poner un gusano en el cebo de una caña de pescar.
—¿Y por qué me has traído aquí si soy tan cobardica?
—Porque es divertido. Hay muchas cosas que tú no has hecho y puede que yo haya hecho demasiadas. Cuando sobrepasas el límite en exceso, acaba resultando aburrido.
______ trató de interpretar los destellos de firmeza y vulnerabilidad que vio en los ojos de Joe. ¿Por qué sentía miedo y atracción hacia él al mismo tiempo?
—Así que tu vida es aburrida —dijo ______—. Eres una paradoja. Tan pronto tengo la impresión de que te lo estás pasando bien, como veo un atisbo de algo más profundo.
—Puede, pero no estés tan segura —respondió.
—Pero yo te divierto, ¿no es cierto?
—Probablemente de la misma forma que yo te divierto a ti —contestó, mirándola con intensidad. ______ prefirió desviar la mirada y deleitarse con la estupenda vista del valle—. Dime más cosas que nunca hayas hecho pero querías hacer —añadió.
—No estoy segura de que sea una buena idea.
—No sería prudente —comentó Joe en tono burlón.
—Nunca he tenido un gatito —dijo, después de suspirar y pensar en algo que fuera inofensivo—. Mi madre y mi padre eran alérgicos.
—¿Qué más?
—Nunca he apostado dinero en una partida de cartas —respondió y notó que Joe ponía un gesto de desaprobación—. ¿Qué pasa?
—Lo que yo digo: una cobardica.
No debía picar. Ya era demasiado mayor e inteligente como para no entrar en ese tipo de discusiones…
—Nunca he conducido una Harley.
—Eso sí que es una pena —Joe esbozó una sonrisa endiablada—. Pero quizá se pueda arreglar.
Nani Jonas
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
awww me fascina Joe
Ess tan lindo y quiere ayudar a la rayiz
Siguela!!!
Ess tan lindo y quiere ayudar a la rayiz
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
jajaja ohhh le va a dejar manejar su moto??? jejje
asshh esa rayis si es tonta!!! por que no se dejo besar de semejante especimen :D
sigue pronto plissssss
asshh esa rayis si es tonta!!! por que no se dejo besar de semejante especimen :D
sigue pronto plissssss
Julieta♥
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
Oh! La dejará montar su motocicleta?
Bah! Que la deje montar otra cosa ¬¬ xD Okno._.
Sigueee!
Bah! Que la deje montar otra cosa ¬¬ xD Okno._.
Sigueee!
-Lizz-
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
holaa nueva lectora here!!
woow quiero felicitarte amoooo tus novees! TODAS!! empeze a leerlas hace tres dias y ya he leido como 4 o 5 me hice adicta aksjkajsakj :D
siguela pronto!!
kaarb
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
omj me ha encantado!!
la va dejar motar cierto??
ahhh me encantan Joe y la rayis
ahhh plis siguelaaaaa!!
la va dejar motar cierto??
ahhh me encantan Joe y la rayis
ahhh plis siguelaaaaa!!
Karli Jonas
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
Bienvenidas a las nuevas lectoras gracias por pasarse
Capítulo 4
—No quiero ir a ninguna cita a ciegas —le repitió ______ con calma, ya por quinta vez.
—No siempre queremos lo que al final es lo mejor para nosotros —Sherry se acercó a la mesa de ______—. Además, ¿no decías que ibas a intentar hacer una cosa que te asustara todos los días?
—La idea de una cita a ciegas no me asusta; simplemente, me pone enferma.
—No seas terca: te estoy hablando de un hombre estupendo. Según el análisis de mi ordenador, es tu pareja ideal. Mucho mejor que… —se paró en seco y miró a ______ intrigada—. No seguirás viéndote con Joe, ¿verdad?
—Lo he visto un par de veces. Nada serio.
—Te has enamorado de él, ¿no es cierto?
—No, no lo es —le aseguró, aunque no estaba tan convencida de ello—. Es sólo que… es diferente.
—¡Te has enamorado de él! —exclamó Sherry.
—Que no, de verdad.
—Entonces, demuéstramelo y sal con Donald Lawrence. Te servirá para salir de casa, conocer a alguien agradable y ayudarte a decidir qué sientes por Joe.
______ se apartó el pelo de la cara. Regresar a la vida era duro después de un año sumida en un coma emocional profundo.
—Me lo pensaré —concedió.
Esa tarde, al regresar a casa, se encontró un gatito en una caja delante de la puerta. Era un gatito adorable y juguetón y se enamoró de él a primera vista.
—Voy a matar a Joe —dijo cuando vio las uñas del gato. Cuando creciera, no sería una mascota pequeñita, sino un gato muy grande… que acababa de clavarle las uñas en el tobillo y de rasgarle las medias—. Lo voy a matar —repitió.
Se pasó toda la tarde con el gato. Primero le dio de comer, después jugó con él en el suelo de la cocina y finalmente se lo colocó en el regazo y empezó a acariciarlo. Cuando comenzó a ronronear, ______ supo que se quedaría con él. Lo miró unos segundos y decidió llamarlo César, pues era evidente que quería hacerse el dueño de la casa. Luego, cuando se quedó dormido, lo metió en una cestita y lo tapó con una sábana.
Se preparó para acostarse y justo cuando estaba abriendo la cama, sonó el teléfono. Era Joe.
—Te voy a matar.
—Me imaginaba que dirías eso —respondió él, después de soltar una risa que estremeció el estómago de ______—. Por eso no me he pasado por tu casa esta noche.
—No habría estado mal dejarme un par de instrucciones.
—Pensé que con un poco de comida y la cesta para dormir sería suficiente.
—Estaba nerviosísimo. No ha parado de moverse durante las dos primeras horas.
—Pero tú lo has tranquilizado. Imaginaba que tendrías un efecto sedante en él.
—Joe —dijo manteniendo la calma—, regalar un gato a alguien de buenas a primeras es muy arriesgado.
—Y quien no se arriesga es un cobardica, ______ —dijo su nombre en un tono que la hizo pensar en un encuentro sexual—. Buenas noches, cariño. Sueña conmigo.
______ gruñó algo inteligible. Mientras se metía en la cama y se tapaba con las sábanas, decidió que soñaría con matarlo.
Pero no fue así: soñó que estaba sola y que estaba a oscuras y llovía. Muerta de frío, se abrazaba el cuerpo con fuerza, sentada bajo un árbol. Se sentía vacía y perdida y creía que no tenía pulso ni podía respirar.
Entonces levantó la cabeza y lo encontró frente a ella. A Joe. Y el corazón empezó a latirle de nuevo y el aire volvió a entrar en sus pulmones, en una sensación dolorosa y espléndida al mismo tiempo.
—Te he estado buscando —le decía él mientras la estrechaba entre sus brazos.
El aroma de su chaqueta de cuero, mezclado con el de su esencia varonil penetraba en las venas y la cabeza de ______. Entonces él se apoderaba de su boca, y su lengua la saboreaba y la obligaba a que ella saboreara a Joe.
La lluvia seguía cayendo sin descanso y los empapaba. ______ se hundía más y más en el beso y se apretaba a Joe con más fuerza para absorber toda la vitalidad de éste.
El deslizaba una rodilla entre sus piernas al tiempo que le acariciaba las nalgas y la atraía hacia sí para que no le cupieran dudas de su excitación. El beso se hacía más feroz y, de pronto, todo empezaba a dar vueltas. La ropa se fundía con su cuerpo como el agua y Joe se agachaba y lamía sus pechos con la lengua. Luego bajaba la mano y la escondía entre las piernas de ______, que ya no podía contenerse…
Quería más. Se pegó a él más si cabe y le pidió, rogó y suplicó que siguiera adelante. No tenía pudor alguno, sólo urgencia. Entonces él la miraba y la poseía fogosamente hasta devolverle la vida.
Se incorporó sobresaltada de la cama, asustada, con el corazón latiéndole a cien por hora. Luego se llevó las manos a sus mejillas, que estaban ardiendo del sueño.
Respiró profundo varias veces y volvió a cerrar los ojos. Las gotas caían y se estrellaban contra el cristal de la ventana y rompían el silencio de la noche. Decidió permanecer sentada unos instantes, tratando de calmar sus pensamientos y su cuerpo.
Sólo había sido un sueño, se dijo. Una locura de sueño.
Pero incluso cuando volvió a recostarse sobre la almohada, siguió notando a Joe en su interior.
Joe y su sobrino, Davey, estaban tan ocupados tirándose Smacks que ninguno vio a Maddie hasta que ésta agarró uno de los misiles en forma de cereal.
—¿Jugando con la comida? —preguntó Maddie, mirando a Joe con una expresión de frustración maternal—. ¿Eso es lo que le enseñas cuando te lo dejo los viernes por la noche?
—Vamos, Maddie —protestó Joe—. No pienses que me lo llevo de bares ni le enseño revistas de adultos.
—Ya, pero dale tiempo —replicó Maddie, cuya barbilla recibió el impacto de un Smack que le había lanzado Davey.
—Mami, ¿no te gustan los Smacks?
—Sí, claro que me gustan —Maddie sonrió y se acercó a abrazar a su hijo—. Pero me gusta comérmelos.
—Joe dice que tirarse la comida es de hombres —comentó Davey, encogiéndose de hombros.
—En fin… Gracias por cuidar de mi maravilloso hijo —dijo Maddie, dirigiéndose a Joe—. Hermanito, ¿a qué esperas para tener una relación seria con una mujer y poder jugar a tirar comida con tu propio hijo?
—¿Yo una relación seria? Nunca —aseguró Joe.
—Hablo en serio. Te estás perdiendo algo que podría hacerte muy feliz. Yo sé que detrás de esa fachada de rebelde infatigable eres un tío estupendo.
—¿Por qué será que la gente casada no puede ser feliz sin intentar que los solteros pasen por el aro del matrimonio? —preguntó Joe, al tiempo que colocaba los pies sobre el borde de la mesa, deliberadamente, y se recostaba sobre la silla.
—¿Estás viéndote con alguien ahora? —Maddie prefirió no hacer caso a la pregunta de Joe.
—Sí, pero sólo por entretenerme —respondió, pensando en ______—. Nada serio. No es mi tipo.
—¿Por qué? —preguntó Maddie con sequedad—. ¿Prefiere una Kawasaki a una Harley?
—No creo que sepa distinguirlas —respondió sonriente.
—¿Es que no es una motera? —inquirió Maddie, asombrada—. ¡Santo cielo! Pero algún tatuaje sí tendrá, ¿verdad?
Incómodo por la impertinencia de su hermana, quitó los pies de la mesa y se levantó de la silla.
—No estoy seguro, pero supongo que no.
—Espera, espera, no juegues conmigo, Joe. No me estarás diciendo que estás saliendo con una niña buena, ¿no?
—Es una niña buena, sí; pero ya digo que no es mi tipo. Ni yo el suyo. Simplemente… —Joe suspiró. Se sentía extraño—, nos divertimos juntos. Eso es todo.
Joe dobló la esquina que daba a la calle de ______ y vio un coche desconocido aparcado tras el de ______. Redujo la velocidad hasta detenerse por completo y se paró a observar.
Desde una distancia prudente, Joe vio a un hombre salir del coche, abrirle la puerta a ______ y acompañarla al porche.
¿Tenía una cita? Joe sintió una mezcla de curiosidad e irritación en su interior. ¿Qué más daba? Entre ellos no había ninguna atadura. ______ le resultaba divertida. Era dulce y tenía algo especial que lo hacía sentirse protector con ella; pero no por eso se iba a pasar las noches en vela.
De todos modos, abrió bien los ojos y vio que el desconocido inclinaba la cabeza como si fuera a besarla. Joe notó una quemazón en el pecho y la sangre se le alteró. Agarró los manillares de la moto con fuerza.
Al ver que ______ se apartaba y denegaba con la cabeza, Joe se relajó ligeramente. Aunque, en el fondo, seguía bastante tenso. No le gustaba nada esa sensación. Nada en absoluto. Respiró profundo, tragó saliva y se marchó del barrio de ______. El ruido del motor acelerando lo ayudaría a despejar su cabeza.
Callejeó por unas y otras avenidas sin rumbo fijo durante media hora, tratando de convencerse de que lo que había sentido al ver a ______ con otro hombre había sido una equivocación. El placer de notar el viento golpeándole en la cara mitigó el arrebato celoso que había experimentado. Podría haber regresado a casa, pero un hormigueo de curiosidad lo condujo de vuelta a la calle de ______.
espero les guste el cap aqi les dejo el link de la nueva nove qe estoy subiendo por si gustan pasarse https://onlywn.activoforo.com/t14402-quererte-a-ti-joe-y-tu
Capítulo 4
—No quiero ir a ninguna cita a ciegas —le repitió ______ con calma, ya por quinta vez.
—No siempre queremos lo que al final es lo mejor para nosotros —Sherry se acercó a la mesa de ______—. Además, ¿no decías que ibas a intentar hacer una cosa que te asustara todos los días?
—La idea de una cita a ciegas no me asusta; simplemente, me pone enferma.
—No seas terca: te estoy hablando de un hombre estupendo. Según el análisis de mi ordenador, es tu pareja ideal. Mucho mejor que… —se paró en seco y miró a ______ intrigada—. No seguirás viéndote con Joe, ¿verdad?
—Lo he visto un par de veces. Nada serio.
—Te has enamorado de él, ¿no es cierto?
—No, no lo es —le aseguró, aunque no estaba tan convencida de ello—. Es sólo que… es diferente.
—¡Te has enamorado de él! —exclamó Sherry.
—Que no, de verdad.
—Entonces, demuéstramelo y sal con Donald Lawrence. Te servirá para salir de casa, conocer a alguien agradable y ayudarte a decidir qué sientes por Joe.
______ se apartó el pelo de la cara. Regresar a la vida era duro después de un año sumida en un coma emocional profundo.
—Me lo pensaré —concedió.
Esa tarde, al regresar a casa, se encontró un gatito en una caja delante de la puerta. Era un gatito adorable y juguetón y se enamoró de él a primera vista.
—Voy a matar a Joe —dijo cuando vio las uñas del gato. Cuando creciera, no sería una mascota pequeñita, sino un gato muy grande… que acababa de clavarle las uñas en el tobillo y de rasgarle las medias—. Lo voy a matar —repitió.
Se pasó toda la tarde con el gato. Primero le dio de comer, después jugó con él en el suelo de la cocina y finalmente se lo colocó en el regazo y empezó a acariciarlo. Cuando comenzó a ronronear, ______ supo que se quedaría con él. Lo miró unos segundos y decidió llamarlo César, pues era evidente que quería hacerse el dueño de la casa. Luego, cuando se quedó dormido, lo metió en una cestita y lo tapó con una sábana.
Se preparó para acostarse y justo cuando estaba abriendo la cama, sonó el teléfono. Era Joe.
—Te voy a matar.
—Me imaginaba que dirías eso —respondió él, después de soltar una risa que estremeció el estómago de ______—. Por eso no me he pasado por tu casa esta noche.
—No habría estado mal dejarme un par de instrucciones.
—Pensé que con un poco de comida y la cesta para dormir sería suficiente.
—Estaba nerviosísimo. No ha parado de moverse durante las dos primeras horas.
—Pero tú lo has tranquilizado. Imaginaba que tendrías un efecto sedante en él.
—Joe —dijo manteniendo la calma—, regalar un gato a alguien de buenas a primeras es muy arriesgado.
—Y quien no se arriesga es un cobardica, ______ —dijo su nombre en un tono que la hizo pensar en un encuentro sexual—. Buenas noches, cariño. Sueña conmigo.
______ gruñó algo inteligible. Mientras se metía en la cama y se tapaba con las sábanas, decidió que soñaría con matarlo.
Pero no fue así: soñó que estaba sola y que estaba a oscuras y llovía. Muerta de frío, se abrazaba el cuerpo con fuerza, sentada bajo un árbol. Se sentía vacía y perdida y creía que no tenía pulso ni podía respirar.
Entonces levantó la cabeza y lo encontró frente a ella. A Joe. Y el corazón empezó a latirle de nuevo y el aire volvió a entrar en sus pulmones, en una sensación dolorosa y espléndida al mismo tiempo.
—Te he estado buscando —le decía él mientras la estrechaba entre sus brazos.
El aroma de su chaqueta de cuero, mezclado con el de su esencia varonil penetraba en las venas y la cabeza de ______. Entonces él se apoderaba de su boca, y su lengua la saboreaba y la obligaba a que ella saboreara a Joe.
La lluvia seguía cayendo sin descanso y los empapaba. ______ se hundía más y más en el beso y se apretaba a Joe con más fuerza para absorber toda la vitalidad de éste.
El deslizaba una rodilla entre sus piernas al tiempo que le acariciaba las nalgas y la atraía hacia sí para que no le cupieran dudas de su excitación. El beso se hacía más feroz y, de pronto, todo empezaba a dar vueltas. La ropa se fundía con su cuerpo como el agua y Joe se agachaba y lamía sus pechos con la lengua. Luego bajaba la mano y la escondía entre las piernas de ______, que ya no podía contenerse…
Quería más. Se pegó a él más si cabe y le pidió, rogó y suplicó que siguiera adelante. No tenía pudor alguno, sólo urgencia. Entonces él la miraba y la poseía fogosamente hasta devolverle la vida.
Se incorporó sobresaltada de la cama, asustada, con el corazón latiéndole a cien por hora. Luego se llevó las manos a sus mejillas, que estaban ardiendo del sueño.
Respiró profundo varias veces y volvió a cerrar los ojos. Las gotas caían y se estrellaban contra el cristal de la ventana y rompían el silencio de la noche. Decidió permanecer sentada unos instantes, tratando de calmar sus pensamientos y su cuerpo.
Sólo había sido un sueño, se dijo. Una locura de sueño.
Pero incluso cuando volvió a recostarse sobre la almohada, siguió notando a Joe en su interior.
Joe y su sobrino, Davey, estaban tan ocupados tirándose Smacks que ninguno vio a Maddie hasta que ésta agarró uno de los misiles en forma de cereal.
—¿Jugando con la comida? —preguntó Maddie, mirando a Joe con una expresión de frustración maternal—. ¿Eso es lo que le enseñas cuando te lo dejo los viernes por la noche?
—Vamos, Maddie —protestó Joe—. No pienses que me lo llevo de bares ni le enseño revistas de adultos.
—Ya, pero dale tiempo —replicó Maddie, cuya barbilla recibió el impacto de un Smack que le había lanzado Davey.
—Mami, ¿no te gustan los Smacks?
—Sí, claro que me gustan —Maddie sonrió y se acercó a abrazar a su hijo—. Pero me gusta comérmelos.
—Joe dice que tirarse la comida es de hombres —comentó Davey, encogiéndose de hombros.
—En fin… Gracias por cuidar de mi maravilloso hijo —dijo Maddie, dirigiéndose a Joe—. Hermanito, ¿a qué esperas para tener una relación seria con una mujer y poder jugar a tirar comida con tu propio hijo?
—¿Yo una relación seria? Nunca —aseguró Joe.
—Hablo en serio. Te estás perdiendo algo que podría hacerte muy feliz. Yo sé que detrás de esa fachada de rebelde infatigable eres un tío estupendo.
—¿Por qué será que la gente casada no puede ser feliz sin intentar que los solteros pasen por el aro del matrimonio? —preguntó Joe, al tiempo que colocaba los pies sobre el borde de la mesa, deliberadamente, y se recostaba sobre la silla.
—¿Estás viéndote con alguien ahora? —Maddie prefirió no hacer caso a la pregunta de Joe.
—Sí, pero sólo por entretenerme —respondió, pensando en ______—. Nada serio. No es mi tipo.
—¿Por qué? —preguntó Maddie con sequedad—. ¿Prefiere una Kawasaki a una Harley?
—No creo que sepa distinguirlas —respondió sonriente.
—¿Es que no es una motera? —inquirió Maddie, asombrada—. ¡Santo cielo! Pero algún tatuaje sí tendrá, ¿verdad?
Incómodo por la impertinencia de su hermana, quitó los pies de la mesa y se levantó de la silla.
—No estoy seguro, pero supongo que no.
—Espera, espera, no juegues conmigo, Joe. No me estarás diciendo que estás saliendo con una niña buena, ¿no?
—Es una niña buena, sí; pero ya digo que no es mi tipo. Ni yo el suyo. Simplemente… —Joe suspiró. Se sentía extraño—, nos divertimos juntos. Eso es todo.
Joe dobló la esquina que daba a la calle de ______ y vio un coche desconocido aparcado tras el de ______. Redujo la velocidad hasta detenerse por completo y se paró a observar.
Desde una distancia prudente, Joe vio a un hombre salir del coche, abrirle la puerta a ______ y acompañarla al porche.
¿Tenía una cita? Joe sintió una mezcla de curiosidad e irritación en su interior. ¿Qué más daba? Entre ellos no había ninguna atadura. ______ le resultaba divertida. Era dulce y tenía algo especial que lo hacía sentirse protector con ella; pero no por eso se iba a pasar las noches en vela.
De todos modos, abrió bien los ojos y vio que el desconocido inclinaba la cabeza como si fuera a besarla. Joe notó una quemazón en el pecho y la sangre se le alteró. Agarró los manillares de la moto con fuerza.
Al ver que ______ se apartaba y denegaba con la cabeza, Joe se relajó ligeramente. Aunque, en el fondo, seguía bastante tenso. No le gustaba nada esa sensación. Nada en absoluto. Respiró profundo, tragó saliva y se marchó del barrio de ______. El ruido del motor acelerando lo ayudaría a despejar su cabeza.
Callejeó por unas y otras avenidas sin rumbo fijo durante media hora, tratando de convencerse de que lo que había sentido al ver a ______ con otro hombre había sido una equivocación. El placer de notar el viento golpeándole en la cara mitigó el arrebato celoso que había experimentado. Podría haber regresado a casa, pero un hormigueo de curiosidad lo condujo de vuelta a la calle de ______.
espero les guste el cap aqi les dejo el link de la nueva nove qe estoy subiendo por si gustan pasarse https://onlywn.activoforo.com/t14402-quererte-a-ti-joe-y-tu
Nani Jonas
Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada
kaarb escribió:
holaa nueva lectora here!!
woow quiero felicitarte amoooo tus novees! TODAS!! empeze a leerlas hace tres dias y ya he leido como 4 o 5 me hice adicta aksjkajsakj :D
siguela pronto!!
wow enserio? me alegra qe te gusten mis noves te entiendo porqe yo tambien soy adicta a ellas jajaja cual a sido la qe mas te a gustado?
Nani Jonas
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