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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada  - Página 5 Empty Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Karli Jonas Jue 19 Jul 2012, 1:19 am

CAP!!
Karli Jonas
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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada  - Página 5 Empty Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada

Mensaje por jamileth Jue 19 Jul 2012, 8:39 am

siguelaaaaaaaaa
jamileth
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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada  - Página 5 Empty Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Karli Jonas Jue 19 Jul 2012, 12:28 pm

SIGUE PLiS!!
Karli Jonas
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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada  - Página 5 Empty Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada

Mensaje por jamileth Jue 19 Jul 2012, 1:38 pm

siguelaaaaaaa
jamileth
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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada  - Página 5 Empty Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Karli Jonas Vie 20 Jul 2012, 12:12 am

Sigueeee!!
Karli Jonas
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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada  - Página 5 Empty Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Nani Jonas Vie 20 Jul 2012, 11:07 am

Capítulo 8


______ no se dio cuenta de la fecha hasta mediado el día. Tenía una extraña sensación de vacío; pero prefirió no darle importancia. Al fin y al cabo, tenía esa sensación muy frecuentemente. Era sábado, motivo por el que había vagueado un rato más en la cama. Luego se había hecho la manicura. Aunque no saldría en la portada de los periódicos, se había pintado las uñas color frambuesa. No podía dejar de mirárselas y sonreír.
Después dio un paseo hasta la tintorería para recoger un par de prendas y se acercó al supermercado. Durante toda la mañana y toda la tarde había sentido algo difuso punzándole las entrañas. Resultaba curioso que no se diera cuenta hasta estar en la frutería: había esquivado las naranjas automáticamente, porque Charles siempre había preferido los plátanos y las manzanas. Sólo entonces recordó que, de estar vivo, ese día sería el cumpleaños de su difunto marido.
El corazón se le paralizó un segundo: ¿de veras lo había olvidado? Notó una inquietud que le oprimía el pecho. ¿Qué decía de ella tamaño despiste? ______ no quería olvidar a Charles. Él había sido una parte importante de su vida desde la infancia.
Terminó de hacer la compra a toda velocidad y regresó a casa. Una vez hubo colocado todo, no supo qué hacer para entretenerse. No quería hablar por teléfono con su madre y recordar. Ni quería llamar a un amigo nuevo que no hubiera conocido a Charles. Ni quedarse en casa.
Desesperada, agarró un viejo álbum de fotos y se fue a pasear a un parque. A Charles siempre le había gustado pasear.
Cuando estaba a punto de dejar de esperarla, Joe vio que ______ llegaba por fin a casa. Habían quedado informalmente para salir juntos esa noche, pero no habían fijado una hora concreta.
—Hola, señorita ______ —la saludó Joe, bajándose de la moto, mientras ella se dirigía al porche de su casa.
—¡Joe! —exclamó ______, girándose en dirección a éste—. No te había visto.
—Eso me había parecido —se acercó a ella—. Empezaba a preguntarme si me habían dado plantón.
—Se me había olvidado. Lo siento… Se me había olvidado por completo. He estado muy distraída todo el día —se disculpó. Abrió la puerta y lo invitó a pasar—. Ha sido un día raro —añadió.
—Raro —repitió Joe, intentando descifrar el significado de tal palabra. Algo no iba bien: tenía el pelo revuelto e iba vestida de calle, con unos vaqueros cualquiera. Parecía nerviosa y descentrada y no paraba de juguetear con el álbum que llevaba en la mano—, ¿Qué es eso? —preguntó.
—Ah —miró hacia abajo y se encogió de hombros—. Sólo un álbum de fotos. ¿Te apetece tomar algo?
—¿Qué te pasa? —le agarró un brazo antes de que pudiera marcharse.
—Nada —respondió, aunque los ojos le brillaron con lágrimas no derramadas.
—¿Adonde has ido hoy? —prosiguió Joe, que se sentía protector con ella.
—A hacerme la manicura y a la frutería —respondió con la voz quebrada. Dio un suspiro profundo y el dolor de sus ojos se hizo más visible—. Y al parque… Es que hoy habría sido el cumpleaños de Charles y no sabía qué hacer… Digamos que nunca he leído ningún artículo sobre qué debe hacerse en el día de cumpleaños de tu difunto esposo. Casi lo olvido incluso. Me sentía tan culpable… ¡Vaya!, ¡seguro que es mi madre! —exclamó de pronto ______, después de que sonara el teléfono.
—¿Quieres que responda yo?
—No —emitió un sonido parecido a una risa—. Será mejor que hable yo.
Joe tomó el álbum de ______ con una mezcla de sentimientos extraños y se sentó en una silla mientras ella charlaba con su madre. Miraba alguna foto distraídamente mientras oía a ______ hablar sobre Charles y la vida en común pasada. Las fotos del álbum habían capturado los primeros encuentros que habían compartido, junto a una fuente, yendo al colegio, patinando… Se preguntó si era posible tener envidia de una persona que estaba muerta, aunque lo cierto era que sintió una nostalgia indescriptible al ver las fotos de ______ de niña y adolescente. No podía explicarlo, pero deseó haberla conocido entonces.
Deseó haberla conocido cuando le faltaban los dos dientes del centro y luego, cuando nadaba con flotador. En todas sus fotos, en las que era una niña pequeña y en las actuales, veía la misma chispa amable y brillante en los ojos de ______.
No pudo evitar apreciar, viendo las fotos, que Charles se había ido volviendo más y más conservador con el paso de los años. Gran parte de la imagen que ______ ofrecía reflejaba esa tendencia conservadora de su marido, salvo por aquella chispa de los ojos. Sin saber cómo se le vino la idea a la cabeza, Joe pensó que, tal vez, Charles no había sido el mejor hombre para ella.
Se tragó una imprecación por devanarse la cabeza con tales consideraciones y cerró el álbum. Daba igual lo que Joe pudiera pensar. El hecho cierto era que Charles había sido el marido de ______, y que ahora estaba muerto.
Esta desenrolló el cordón del teléfono y esbozó una sonrisa triste:
—Sí, mamá. Recuerdo la primera vez que vi la nieve cuando fui a la montaña con su familia. Él me enseñó a patinar y a esquiar. Empezamos a tirarnos bolas de nieve y acabé con un ojo morado.
De alguna manera, Joe sentía como si estuviera violando la intimidad de ______; pero, por otra parte, tenía la impresión de que ésta quería que se quedara a su lado.
—Lo siento —dijo ella después de colgar, acercándose a Joe—. Veamos, ¿dónde estábamos? Creo que te iba a traer algo para beber.
La mirada lejana que observó en los ojos de ______ le retorció las entrañas.
—No, me estabas hablando de tu paseo por el parque —respondió Joe, sentándola sobre su regazo.
—En realidad no quieres que te hable de esto —cerró los ojos—, porque al final acabaré llorando y estoy segura de que te parece un incordio cuando las mujeres se ponen a llorar.
En efecto, por lo general, Joe habría echado a correr al ver las primeras lágrimas de una mujer; pero, por lo que fuera, ______ le recordaba a una niña desamparada. La estrechó contra el pecho y la abrazó.
Y ______ lloró. Durante varios segundos, lloró sobre su hombro, humedeciéndole la chaqueta de cuero con sus lágrimas. Cuando por fin levantó la cabeza, sacó un pañuelo de un bolsillo y se sonó la nariz con delicadeza.
—Realmente no lo echo tanto de menos —afirmó. Luego pareció aterrada—. Eso suena horrible, ¿no?
—Vas a tener que esforzarte mucho para que algo que tú digas suene horrible —respondió Joe, denegando con la cabeza.
—En parte me siento culpable por seguir adelante —______ suspiró—; pero no quiero pasarme el resto de mi vida en duelo. Quiero tener otra pelea a bolazos de nieve. Quiero montar en moto. Quiero comer naranjas.
—¿Naranjas?
—A él no le gustaban; pero a mí sí. Quiero tener una vida. Quiero vivir.
—Pero no hay nada de malo en eso.
—Entonces, ¿por qué me siento tan mal?
—Es posible que exista alguna explicación psicológica profunda, como que te sientes culpable porque muriera en el accidente y tú no —Joe se dio cuenta de que ______ estaba desesperada por encontrar un rayo de luz, cierta ligereza que relajara la tensión—. O quizá es que simplemente eres muy cobardica —añadió con irreverencia.
Tal como deseaba, logró que ______ esbozara una sonrisa sincera y llegó a soltar una ligera risilla.
—Me temo que podías haber conseguido algún plan más atractivo que pasar la noche con una mujer llorona —comentó ella.
—Tampoco me va tan mal —Joe le apartó un mechón de pelo de la cara—. Tengo a una mujer preciosa sentada sobre las piernas.
—Eres muy amable —______ lo miró a los ojos y llevó un dedo hacia la barbilla de Joe— para llevar una serpiente tatuada.
Joe notó una descarga eléctrica. Le gustaba sentir su cuerpo, suave y cálido, contra el suyo; su trasero acomodado sobre sus piernas. Consciente de que estaba en un momento vulnerable, Joe luchó por contener sus deseos.
—¿Quieres verme el tatuaje ahora? —le preguntó mientras se despojaba de la chaqueta. Luego se subió la manga de una camisa blanca y dejó sus bíceps al descubierto.
—Es una cobra —comentó ______. Se mordió un labio y lo miró—. ¿Qué locura te entró para tatuártela?
—Me había bebido una botella entera de tequila. Lo último que recuerdo es haber bailado unos minutos en el bar de Carlos & Charlie. Al día siguiente, amanecí en la playa con la cobra en el brazo.
—Debo reconocer que es la primera vez que estoy tan cerca de un tatuaje —dijo ______, deslizando un dedo por los bíceps de Joe.
—Es una gran responsabilidad iniciarte, pero alguien tenía que hacerlo —bromeó él. Luego sintió una dentellada en el estómago—. Ojalá hubiera sido yo también quien te puso el ojo morado durante tu primera batalla con bolas de nieve.
—No sé cómo debo tomarme eso —comentó ______, sin dejar de acariciarlo, mirándolo de reojo.
—Me habría gustado haberte conocido cuando eras pequeña —añadió Joe, que de nuevo pasó una mano por el cabello de ella.
—Pero yo era una cobardica.
—De eso nada —denegó con la cabeza—. La cobardía es un comportamiento aprendido. He echado un vistazo a tus fotos y, en el fondo, ocultabas a una fierecilla.
______ introdujo una mano bajo la manga de su camisa y lo miró con una expresión indescifrable:
—¿Y ahora? —______ pestañeó y el corazón de Joe dio un vuelco, excitado por las caricias que aquella mano le estaba haciendo en el hombro.
—Ahora estás dejando salir a la fiera que llevas dentro.
Ella lo miró detenidamente y Joe sintió el impacto de su mirada como una caricia descarada. Ella lo quería. Lo más probable era que no tuviera ni idea de en qué se estaba metiendo; pero ella lo quería. Y eso lo excitó. ______ no se parecía a ninguna de las mujeres que había conocido. Era mucho más delicada y, con todo, veía en ella un instinto salvaje.
Resuelto a no seducirla, dejó la cabeza en blanco y esperó a que pasara aquel momento de abismo. Porque pasaría. ______ se calmaría, recuperaría el juicio.
Sin embargo, acercándose a él milímetro a milímetro, ______ elevó la boca y susurró:
—Gracias —y luego lo besó.
Deslizó sus frágiles dedos por el pelo de Joe, por la nuca, y lo invitó a que sus labios se encontraran. Abrió la boca, mordisqueó el labio inferior de Joe y luego buscó su lengua.
Era demasiado excitante, demasiado erótico para resistirse. Joe se preguntaba cómo era posible que una mujer pudiera hacer tan poco y tantísimo al mismo tiempo. Incluso a través de la blusa de ella y de la camisa de él, podía notar el roce de sus pezones endurecidos contra su pecho. Se preguntó si ______ sería consciente de lo excitado que estaba. Ésta, por su parte, se movió sinuosamente entre las piernas de él.
Joe gimió. Se preguntaba cuánto tiempo podría jugar con ______ sin llegar a poseerla; hasta dónde podía llegar sin excederse.
______ frotó su boca de atrás hacia adelante contra los labios de Joe y éste empezó a sudar:
—¿Tienes calor? —murmuró ella.
—Mucho —respondió mientras le sacaba la camisa por fuera de los vaqueros.
—Yo también —susurró, desabotonándole la camisa para, acto seguido, llevar las manos hacia su pecho.
Y Joe llevó las suyas a los pechos de ______, la cual emitió un suave gemido y se apretó contra él. Todos sus movimientos, cada uno de sus gestos y de sus resuellos estaban pidiendo más.
Joe hundió la cabeza en su cuello y aspiró su dulce y seductora fragancia mientras jugueteaba con sus pezones. Con la otra mano le desabotonó los vaqueros y sus dedos se abrieron paso bajo la ropa interior, para comprobar si ella quería parar.
Sin embargo, ______ buscó de nuevo su boca con urgencia y se apoderó de sus labios en un beso enloquecedor. El pulso de Joe palpitaba en todas sus zonas erógenas. Quería verla desnuda, tumbada junto a su propio cuerpo, también desnudo. Quería ver su pelo cayendo sobre su torso mientras se besaban íntimamente. Quería que se humedeciera para él. Quería estar dentro de ella.
Deslizó una mano entre sus muslos y la notó húmeda y deseosa. Y siguió adelante. Frotó el suave centro de su feminidad y ella emitió un gemido tan sexy que Joe habría pagado sólo por oírlo.
Introdujo un dedo dentro de ella y ______ jadeó y se echó a temblar. Se estremeció entre sus brazos, pero no dejó de apretarle la boca, besándolo sin aliento, sensual e interminablemente. Cuando bajó la mano hacia la cremallera de Joe, éste la detuvo.
—¿Por qué? —preguntó ella, cuyos ojos centelleaban, desbordados de pasión.
—No es el momento adecuado —logró decir, aunque no comprendía por qué sentía esa extraña necesidad de hacer lo correcto y parar. La pasión le nublaba la cabeza, pero un instinto más profundo lo obligaba a detenerse. Jamás había experimentado algo similar, lo cual lo tenía absolutamente desconcertado.
—Es justo —insistió ella, bajándole la cremallera, susurrando en un tono que suponía una tentación casi insoportable. Si seguía tocándolo…—. Tú me has hecho volver a…
—No se trata de justicia —replicó Joe, después de tragar saliva, denegando con la cabeza—. Es que…
—¿Qué?
—Es una locura —se resistió, a pesar de las urgencias de su cuerpo.
—Quiero tocarte —presionó ______—. Quiero…
—Tú no sabes lo que quieres en estos momentos —la interrumpió, poniéndole una mano en la boca—. Todavía echas de menos a tu esposo. Ya estamos bastante confundidos con lo que ha pasado esta noche. No hace falta llegar al final y perder la cabeza por completo —añadió, frustrando las expectativas de ______.

***
—Darás tu primera lección aquí —le dijo Joe, mientras colocaba su Harley en un sendero—. Montarás en una de esas motos pequeñas. Conozco al dueño y me ha dejado las llaves de una —añadió, apuntando a una en concreto.
—Esto no me asusta —dijo ______, en referencia a su reto personal de hacer una cosa al día que la asustara—. Es muy pequeña —añadió, algo decepcionada, junto a una Vespa.
—Para aprender a andar, primero tienes que aprender a gatear —respondió Joe, sonriente.
—¿Tú aprendiste a gatear primero? —le preguntó después de levantarse la visera del casco.
—Es diferente.
—Ya —dijo ______—. ¿Se trata de una teoría cromosómica o algo parecido?
—No, se trata de talento y experiencia.
—Y tú saliste del vientre de tu madre montado en una Harley, ¿no?
—No —rió Joe—. Pero siempre fui el que mejor llevaba la bici de todo el barrio.
—Ah —dijo ______, la cual recordó que ella había necesitado las ruedas pequeñas de apoyo durante mucho tiempo. Prefirió no confesarle ese detalle a Joe y se dirigió hacia su moto.
—Siéntate y ponte cómoda —le dijo Joe, tras lo cual le dio un par de indicaciones para arrancar, acelerar y frenar—. No vayas muy rápido.
—Suena como una segadora de césped —protestó ______ al arrancar la Vespa—. ¿Cuándo montaré en una moto de verdad?
—Cuando yo lo diga —respondió tajante.
______ le sacó la lengua y pisó el acelerador. Lo oyó decir algo parecido a «demasiado rápido», pero decidió no mirar el velocímetro. Y, a pesar de su decepción inicial, disfrutó avanzando por el desocupado sendero, poniendo a prueba los límites de la moto.
Divisó un camino que se desviaba del sendero principal y, tras hacer una señal con la mano a Joe, giró para explorarlo. Minutos después, Joe la llevó de vuelta al sendero de partida. Estaba anocheciendo y Joe no estaba especialmente contento con ella.
—Ya has practicado bastante por hoy —le dijo, después de devolver la moto y ponerle el candado—. ¿Estás segura de que nunca te han puesto una multa por exceso de velocidad?, ¿es que no me oíste cuando te dije que fueras más despacio y que no te salieras del sendero?
—Nunca me han puesto una multa por ir demasiado rápido. Y sólo quería ver la velocidad que una moto pequeña podía alcanzar.
—No quiero que te hagas daño —le dijo, colocando las manos sobre los hombros de ______, mirándola con una seriedad desconocida por ella hasta ese momento.
—Yo tampoco quiero hacerme daño; pero los dos sabemos que no hay garantías de nada —replicó, con el corazón en un puño.
No le gustó la respuesta. No lo dijo, pero ______ lo intuyó por la expresión de su cara.
Sin embargo, no fue capaz de descifrar en qué pensamientos se sumió Joe mientras la llevaba de vuelta a casa. Desde aquella noche en que había frustrado la posibilidad de hacer el amor juntos, lo había notado más reticente que antes. Era raro, pero ahora confiaba más en él. Quería estar más tiempo a su lado, aunque Joe parecía haber extendido un brazo para mantenerla a cierta distancia.
Cuando la acompañó a la puerta y la besó, se abandonó al placer de hundirse en sus brazos. Y cuando él se separó, ______ suspiró:
—¿Quieres pasar? —le propuso.
—Será mejor que no lo haga —murmuró, dándole un nuevo beso a continuación.
—¿Por qué? —quiso saber ______, la cual introdujo las manos bajo su chaqueta de cuero para notar el calor de su pecho—. Prometo no morderte si no me lo pides —añadió.
—Anda, entra —aguantó Joe, separándose un poco de ella.
______ sintió un atisbo de duda. Quizá el deseo no era tan correspondido como había pensado. Su educación le impedía exponer más explícitamente sus intenciones.
—Sé buena chica y entra —repitió Joe, esbozando una media sonrisa.
—Gracias por la lección —se resignó ______, con el ceño fruncido, desorientada, al tiempo que abría la puerta.
—¿Te pasarás mañana por mi negocio? —le preguntó Joe—. Habrá una fiestecilla —añadió.
—Es probable.
—Buenas noches, ______ —se despidió.
Lo miró alejarse con una gran sensación de desconcierto y el gato le dio la bienvenida, frotándose contra sus tobillos. No comprendía a Joe: tan pronto la alejaba de su lado como se aseguraba de que volvería a verla. Podía haberle hecho el amor la semana anterior, pero se había resistido, a pesar de que también él lo había deseado. Puede que, en realidad, no la quisiera tanto. Quizá ella no le «reinicializaba su disco duro», como diría Sherry.
Pero había otra cosa que la había molestado: Joe le había dicho que fuera una buena chica. ______ cerró la puerta y tomó al gato en brazos con aire ausente. Por primera vez en su vida, se preguntó qué tal sería si no fuera siempre tan buena…

***
Maddie, la hermana de Joe, jugaba con un niño sobre su rodilla derecha.
—Ven —la llamó al ver a ______.
Ésta miró asombrada del bullicio de personas que atestaban el aparcamiento del negocio de coches de Joe. Un grupo tocaba temas antiguos de rock and roll mientras la gente bailaba al compás de la música.
Otras personas se hacían fotos, por veinte duros, en un Jaguar descapotable, y en todos sitios olía a perrito caliente y a algodón dulce.
—Joe me dijo que habría una fiestecilla —comentó ______—. Pero no imaginaba algo así.
—El dueño anterior inició la tradición y a Joe le pareció bonito proseguir con ella —dijo Maddie.
—¿Eso es un poni? —preguntó ______, sorprendida.
—Sí. Davey quería que hubiera un poni —Maddie rió—. Y si Davey quiere un poni, Joe se lo consigue. Lo mima demasiado.
—¡Así que tú eres Davey! —exclamó ______, sonriendo al pequeño, que tenía la cara cubierta de algodón de azúcar—. Me han hablado mucho de ti.
—¿Quieres algodón? —le preguntó, ofreciéndole un pedacito.
—Claro —aceptó _____.
—¿Qué tal van las lecciones de moto? —se interesó Maddie.
—Lentas.
La música se detuvo y, por encima de todas las conversaciones y del murmullo general, se oyó el grito de una mujer:
—¡Joe!, ¡cuánto tiempo!
______ se quedó mirando a aquella mujer, la cual se lanzó acto seguido a los brazos de Joe. Sintió una descarga eléctrica en el estómago. La mujer iba vestida con ropa de cuero de pies a cabeza y se dirigía a él con ademanes muy sensuales. No se podía decir que fuese, en absoluto, una buena chica.
—Es Cindy. Ella y Joe eran… —Maddie se calló.
—¿Íntimos? —propuso ______.
—Sí. Amigos íntimos.
______ vio que la mujer le daba un beso en plena boca a Joe, y tuvo que aplacar un ataque de celos repentino. Asombrada por la intensidad de sus sentimientos, respiró tres veces y trató de aprender algo de aquella situación. Aprender siempre la había distraído.
Volvió a estudiar a la mujer, sus ropas, sus gestos, su peinado, su manera de coquetear…
—Nunca comprendí que veía Joe en ella.
—Creo que es muy fácil de ver —______ soltó una risa irónica—. Es muy sexy —dijo, disgustada por lo mal parada que salía al compararse con ella.
—Tiene una reputación espantosa —dijo Maddie, mirando a ______.
—No sé qué haría para ganársela —comentó de nuevo con ironía.
—Tú no te pareces nada a ella —le aseguró Maddie.
—Es evidente —comentó ______, que no acababa de sentirse halagada por esa apreciación.
—Joe me mataría si se enterara de que te digo esto, pero me alegro mucho de que por fin tenga una relación con una persona más formal —confesó Maddie.
—Pero no estamos saliendo. Sólo me está enseñando a montar en moto —matizó ______.
—Claro —dijo Maddie, sin creerse aquella verdad a medias—. ¿Puedo invitarte a comer alguna vez?
______ vaciló. No estaba nada segura de cómo evolucionaría su relación con Joe… Aunque Maddie era amable, independientemente de su hermano. No había ningún motivo para que no fueran amigas.
—Claro —aceptó—. Siempre que quieras.
Minutos después, ______ se abrió paso entre la multitud para acercarse a Joe y lo saludó mientras éste hablaba con un cliente. Le hizo un gesto de que lo esperara, pero ella sonrió y dijo:
—No importa. Ya veo que estás ocupado.
De vuelta a casa, pensó en él. De hecho, se dio cuenta de que estaba pensando demasiado en Joe Palmer, de manera que procuró desconectar y tratar de establecer las diferencias entre las buenas y las malas chicas. ______ empezaba a preguntarse si no se lo pasarían mejor las malas.
Pero de nuevo volvió a acordarse de Joe, lo cual la inquietó. Se estaba volviendo loca. Joe la estaba volviendo loca. Se había vuelto demasiado importante para ella y tenía que hacer algo por corregir esa situación. Tamborileó los dedos sobre el volante del coche y comenzó a concebir un plan para desenajenarse…




Espero les guste el capitulo
Nani Jonas
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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada  - Página 5 Empty Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada

Mensaje por aranzhitha Vie 20 Jul 2012, 1:00 pm

ahh esa tipa porque besa a mi Joe :caliente:
y Joe porque se aleja de la rayiz
siguela!!!!!!
aranzhitha
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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada  - Página 5 Empty Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada

Mensaje por jamileth Vie 20 Jul 2012, 5:00 pm

la rayita se va a hacer una chik mala????


siguelaaaaaaaaaaaaa
jamileth
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Mensaje por helado00 Vie 20 Jul 2012, 5:40 pm

Ay no! no puedes dejarla así!!
yo quiero leer más más más!! :bounce:
podrías hacer un pequeño maratón este fin de semana?!..es solo una opcion...
hahahahaha en fin siguela pronto por piedad!!
helado00
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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada  - Página 5 Empty Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Nani Jonas Vie 20 Jul 2012, 5:59 pm

helado00 escribió:Ay no! no puedes dejarla así!!
yo quiero leer más más más!! :bounce:
podrías hacer un pequeño maratón este fin de semana?!..es solo una opcion...
hahahahaha en fin siguela pronto por piedad!!



ok pero sera mañana de seis capitulos espero sea suficiente
Nani Jonas
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Mensaje por aranzhitha Vie 20 Jul 2012, 6:14 pm

yeiiii si maraton!!!!
aranzhitha
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"Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada  - Página 5 Empty Re: "Polos Opuestos" - Joe y tu Terminada

Mensaje por Karli Jonas Vie 20 Jul 2012, 7:47 pm

agggg esa tipa por que besa a Joe!!
Y que rayos le sucede
AhHh plis te lo suplico siguelaaaaa!!
Karli Jonas
Karli Jonas


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Mensaje por Nani Jonas Sáb 21 Jul 2012, 4:03 pm

Aqi incia el maraton

1/6

Capítulo 9


—La mejor forma de olvidarse de un hombre es salir con otros hombres —le había dicho Sherry.
_____ aceptó a regañadientes el consejo de su amiga y acompañó a don Conservador a una velada poética. Aunque a ella le gustaba la poesía tanto como a él, hacia la mitad de la jornada literaria, _____ empezó a fantasear con imágenes de motos y prendas de cuero.
Frunció el ceño y se obligó a no pensar en Joe y a centrar su atención en el lector. Al terminar, culminaron la tarde con un café en un local elegante. _____ hizo lo posible por mantener una conversación divertida, pero fue tan aburrida como mirar el tambor de la lavadora.
Cuando llegó a casa y se metió en la cama, empezó a preocuparla la idea de que Joe le hubiera arruinado el gusto por los hombres normales. Cuando, al comprobar los mensajes del contestador, escuchaba la voz de Joe, el corazón le daba un vuelco. Se disgustaba por aquellas reacciones tan efusivas y se forzaba a responder a sus llamadas cuando estaba segura de que él no estaría en casa. Así, siguiendo fielmente el plan que se había trazado, acudió a una conferencia con don Conservador la noche siguiente.
Antes de terminar su charla, un catedrático de Filosofía extendió una invitación a todos los asistentes para que fueran a un concierto que daba con su grupo de rock. Una vez allí, y como su cita no había querido acompañarla, _____ se acomodó tranquilamente en el fondo del local y se tomó un refresco mientras miraba aquella masa de cuerpos que no paraban de moverse.
—No sabía que te gustara este tipo de música —dijo una voz, por encima de la ensordecedora música.
El corazón de _____ se revolucionó nada más reconocer la voz de Joe, y a punto estuvo de derramar su refresco. Lo miró de reojo fugazmente y luego dio un largo suspiro:
—El guitarrista de los solos es un miembro de mi facultad.
—¿Qué? —Joe acercó la oreja—. No te he oído —gritó.
_____ elevó la voz y repitió sus palabras.
—Pues el batería es uno de mis mecánicos —comentó Joe, recostándose sobre la pared.
—¿De veras? —_____ miró hacia el grupo, sorprendida—. Una mezcla interesante.
—Has estado ocupada esta semana —dejó caer Joe, mirando también hacia el grupo.
—Procuro mantenerme ocupada, sí —contestó. Se preguntaba cuánto tiempo tendrían que estar gritándose para oírse por encima de la música.
—Maddie me ha dicho que habló contigo.
—Conocí a Davey. Es muy rico —comentó.
—Maddie dice que estabas por allí cuando apareció Cindy.
—Cindy, no recuerdo haberla conocido —replicó _____, tensa.
—Fue la que casi se me tira encima delante de todo el mundo.
—¡Ah, ya! —asintió _____—. Era… llamativa.
—Lo hace con toda la gente —la informó Joe. _____ volvió a asentir. Joe parecía estar esperando a que dijera algo más; pero no se le ocurría nada que añadir—. No significa nada. Nosotros no…
—Tranquilo, no es asunto mío —se adelantó _____, que no quería escuchar ningún tipo de detalles—. Al fin y al cabo, tú y yo no tenemos una relación…
—Vamos fuera —dijo Joe, tragándose una imprecación y tomándola por un brazo—. La música está muy alta y no te oigo bien.
Salieron al exterior del local y _____ aspiró a pleno pulmón una brisa nocturna y fría que aguzó sus sentidos. Él la instó a que se apoyara sobre el muro de ladrillos del club y colocó una mano a modo de almohada para que _____ reposara la cabeza, situándose en una íntima cercanía con gran naturalidad. Estaban demasiado juntos y ella era consciente del poder que Joe ejercía sobre su cuerpo; de la intimidad que habían compartido y de la sensación de que había algo a medias entre ambos.
—Me has estado evitando —aseguró Joe—. ¿Por qué?
—Yo… —el corazón se le subió a la garganta, intimidada por lo directo que había ido Joe al grano y por la mirada de éste—. Pensé que era lo más inteligente… Que me ayudaría a mirar con perspectiva…
—¿Perspectiva? —enarcó una ceja.
—Exacto —repitió _____, consciente de que había hablado tan claro como el fango.
—Creo que vas a tener que explicarte un poco para que te entienda.
_____ habría renunciado al sueldo de un año con tal de poder transportarse inmediatamente a cualquier otro sitio.
—Bueno, empecé a pensar en algunas cosas que has dicho y sobre las diferencias entre ser una niña buena o mala… Y aunque probablemente yo no soy tan buena como tú te piensas, tampoco soy tan mala como el tipo de mujer a la que estás acostumbrado. En cuyo caso, no puedo culparte porque no te intereses por mí de la misma manera que por ellas; y para no confundir las cosas, pensé que lo mejor sería… mantenerme ocupada —concluyó después de tomar aire.
—¿Intentas decirme que crees que no me excitas?
—Supongo que sí —contestó _____, con el estómago retorcido—. Es comprensible, dado la clase de mujer con la que sueles verte. Yo no tengo la misma experiencia que ellas…
—¿Qué te ha hecho pensar eso?
—Creo que me he expresado con bastante claridad —respondió _____, que estaba a punto de perder los nervios—. ¿Podríamos hablar de otra cosa?
—No. Quiero saber qué te ha hecho pensar que yo no te quiero.
—Pues lo pienso porque te has mostrado descaradamente reservado —espetó frustrada, cruzando los brazos sobre el pecho—. No sé por qué estamos hablando de esto. Tú prefieres mujeres que vean el sexo con desenfado, que hayan vivido mucho y que tengan un gran sentido de la aventura y de la independencia.
—Puede que hace cinco años tuvieras razón; pero ahora te equivocas.
—No me equivoco.
—Te aseguro que te equivocas —insistió Joe, desconcertado por lo convencida que _____ estaba de lo contrario.
—No me equivoco en absoluto —repitió, consciente de que aquella discusión se parecía muchísimo a la de dos niños pequeños.
—Yo sé lo que quiero, _____ —los ojos le brillaron irritados—. Y no me presiones. No me importaría demostrártelo ahora mismo.
—Me ha costado mucho distanciarme para ver las cosas con frialdad y me niego a enredarme otra vez en inútiles confusiones —replicó ella, que sintió un calambre de excitación por lo que las últimas palabras de Joe habían sugerido—. Tú no me quieres y punto, está bien.
—¿Por qué diablos te empeñas en creer eso?
El orgullo le flaqueaba. Se sentía vulnerable y acorralada. Rezó porque él no pudiera vislumbrar la hondura de sus emociones a través de la expresión de sus ojos.
—Porque te paraste —contestó por fin.
—No estabas preparada —gruñó Joe, dolorido por la acusación.
—Perdón, ¿cómo dices? —_____ lo miró con incredulidad.
—No lo estabas.
—Esto es ridículo —la paciencia de _____ se había agotado—. Vuelvo dentro.
Joe le bloqueó el paso. A pesar de la escasa luz, _____ creyó distinguir la tensión de la mandíbula de Joe.
—¿No se te ha pasado por la cabeza pensar que quizá me paré porque, por una vez en mi vida, estaba intentando no ser más que un maldito egoísta?
—No —dijo sin más, colándose bajo el brazo que la obstaculizaba.
—¿No se te ha ocurrido pensar —insistió Joe, después de agarrarla para evitar que se escapara— que quizá decidí que no debía hacerte el amor por el mero hecho de que podía?
_____ tuvo miedo de considerar tal posibilidad. Sentía que había estado construyendo un muro lentamente durante los anteriores días, ladrillo a ladrillo, que el cemento estaba aún fresco y que Joe podría derribar con facilidad aquella pequeña barrera.
—No. Y tampoco creo que tú pensaras nada de eso en esos momentos —se defendió.
Joe la miró durante varios segundos y luego le soltó el brazo. Parecía a punto de explotar.
—Está bien —dijo. Iba a dejarla marchar. _____ sintió una mezcla de alivio y tremenda decepción—. Basta ya —añadió. De pronto se agachó y _____ sintió que la tierra se le movía mientras él la levantaba sobre los hombros.
Muda del asombro, no le quedó sino mirarle la espalda mientras su estómago rebotaba sobre los hombros de Joe a cada paso que éste daba.
—¿Qué estás haciendo? —acertó a preguntar por fin.
—Llevarte a casa.
—Puedo hacerlo yo sola. Tengo mi propio coche —respondió, intentando liberarse.
—Deja de moverte o te caerás —dijo él, avanzando hacia su moto.
—Esto es ridículo, es una locura —prosiguió _____—. Te estás comportando como un hombre del Neanderthal.
—Supongo que tendrás razón —replicó Joe, con una ligera risa irónica—. Siendo profesora de Historia, seguro que no te equivocas.
_____ nunca había pegado a nadie en toda su vida, pero pensó que tal vez fuera ésa la ocasión de estrenarse.
La bajó de los hombros y al devolverla al suelo, sus cuerpos se rozaron íntimamente. Se miraron a los ojos y, a pesar de lo enfadada que estaba, _____ sintió que la sangre le hervía.
Cuando Joe fue a por el casco de ella, ésta aprovechó para echar a correr. Pero él no tardó en atraparla.
—Creía que te había dicho cuál era el plan —le susurró Joe al oído—. Te llevo a casa.
—Me niego.
—Como debe ser: recuerda que me pediste que te secuestrara —le puso el casco en la cabeza.
—Pues he cambiado de opinión —contestó, sintiéndose atrapada.
—Peor para ti.
Un minuto más tarde estaban sobre la moto y _____ no tardó en darse cuenta de que no iban hacia su casa:
—Creía que me llevabas a casa —dijo a gritos.
—Y así es.
Siguió conduciendo hasta que llegaron a una casa pequeña pero muy bonita.
—¿Por qué estamos aquí? —preguntó _____, confundida.
—Te dije que te llevaba a casa —insistió Joe, agarrándola de una mano y tirando de ella hacia la puerta—. Hacia mi casa.
—Bromeas, ¿verdad?
—¿Qué te esperabas?, ¿la antesala del infierno?
—No exactamente —aunque se acercaba bastante a la verdad.
—¿Entonces?
—Una cueva —esbozó una tenue sonrisa.
—Pues me parece que te equivocas —denegó con la cabeza y sonrió.
—Sí —concedió _____, mientras ambos entraban en el vestíbulo, cuya luz se encargó Joe de encender—. Es muy bonita —añadió.
—Luego te la enseñaré entera —dijo, recostándose sobre una pared y situando a _____ entre sus piernas—. Antes tenemos que ocuparnos de tu malentendido.
—No hace falta que…
—Esta vez soy yo el que hablo y tú escuchas —la interrumpió. _____ suspiró y se preguntó cómo era posible que Joe la hiciera sentirse como fuego líquido—. Te he deseado desde la primera vez que te vi. Me he tenido que dar una ducha fría cada vez que has montado conmigo en moto. ¿Sabes lo que es para mí sentir tus pechos sobre mi espalda?, ¿tus muslos apretándose a mi trasero?, ¿tus brazos rodeándome el pecho?, ¿tu respiración en mi nuca?
Bajó las manos hasta las nalgas de ella y la atrajo con delicadeza para que no le cupieran dudas de su excitación.
Nani Jonas
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Mensaje por Nani Jonas Sáb 21 Jul 2012, 4:05 pm

2/6

Capitulo 10
—No te hice el amor la noche del cumpleaños de tu marido —prosiguió Joe—, porque no estabas preparada. Estabas pensando en él y yo no soy el sustituto de nadie… Pero te deseaba tanto que estaba temblando por dentro. Por mí lo habríamos hecho sentados, de pie o sobre el suelo.
Bajó la boca hacia el cuello de _____ y le besó su delicada piel. Ella sintió que una hilera de ladrillos se desplomaba. Si hubiera sido de las que imprecaba, lo habría hecho en ese momento. ¿Por qué no podía resultarle un poco menos excitante?, ¿menos interesante?, ¿por qué su cuerpo, su corazón y su cabeza respondían a los estímulos de Joe tan fácilmente, con lo inteligente que sería mantenerse fría? Al principio había pensado que se debía a que Joe simbolizaba lo prohibido; pero empezaba a dudar al respecto.
—Yo creía que era un pasatiempos para ti —murmuró, confusa.
—Lo eres, pero no sólo eso —replicó Joe, dirigiéndose hacia sus pechos.
—Dijiste que era una niña buena —acertó a decir.
—Y lo eres.
Su voz, sus palabras, sus caricias acabaron con las reservas de _____ y desbordaron la pasión de ésta.
—No tan buena —aseguró, al tiempo que le abría la camisa, arrancándole dos botones del tirón. _____ se lanzó sobre su torso con las manos y la boca.
—Esto es una locura —murmuró Joe mientras le mesaba el cabello.
—Sí —susurró _____ mientras paseaba la lengua por su piel. Notó que el corazón de Joe latía descontrolado contra su mejilla y también el pulso de ella se disparó.
—Vivimos en dos mundos totalmente diferentes —dijo Joe. _____ siguió frotándose la cara contra el pecho de Joe y se abandonó a sus instintos, los cuales guiaron sus manos hasta los pantalones de él—. _____, no te equivoques: te aseguro que yo no soy como tu marido —añadió, deteniendo el movimiento de su mano y mirándola a los ojos.
En otro momento, puede que aquella mirada tan sexual la hubiera hecho recapacitar; sin embargo, experimentó un azote de coraje o locura femenina.
—Y yo no soy como Cindy. Te lo aseguro —le bajó la cremallera y lo agarró con la mano—. Lo sabes, ¿verdad?
Acarició su sexo a lo largo y _____ contempló fascinada la expresión de placer que transformó el rostro de Joe. Éste acercó sus labios a los de ella y ambos cruzaron las lenguas mientras se excitaba más y más entre las manos de _____.
—Quiero estar dentro de ti… Ahora mismo —le susurró, jadeante. Ella se quedó sin respiración—. Llevas demasiada ropa —añadió él, sin dejar de besarla, mientras le quitaba la blusa y el sostén, la falda y las bragas, hasta dejarla totalmente desnuda frente a él.
Su sexo presionó el vientre de _____ como una promesa primitiva. El pecho rozó las puntas encumbradas de sus senos mientras situaba una mano entre las piernas de _____, la cual ya estaba totalmente excitada. Sofocada, acalorada por la excitación, se estremeció de placer y notó que las rodillas le flojeaban.
—Protección —murmuró Joe, jadeante.
—¿Protección? —repitió ella.
—Sí, tenemos que protegernos. ¿Has traído algo?
_____ pestañeó. Necesitó un par de segundos para darse cuenta de a qué se refería Joe.
—No —bajó la cabeza, avergonzada—. Supongo que pensé que tú…
—Nunca he sido tan previsor —Joe rió—. No suelo llevarlos encima, en el bolsillo.
—Y yo nunca he tenido razón alguna para llevarlos en el bolso.
—Pues ahora ya tienes una —deslizó una mano sobre el trasero desnudo de _____—. Puedo ocuparme de ti arriba…
La levantó en brazos y la subió así por las escaleras, para luego dirigirse hacia una habitación a oscuras. Encendió una luz tenue y colocó a _____ sobre la cama. Luego se quitó la chaqueta de cuero y la camisa, se descalzó y tiró sus pantalones y sus calzoncillos al suelo.
Se quedó de pie, desnudo frente a ella, con los ojos encandilados de pasión. Todo su cuerpo sugería poder: sus hombros eran anchos, su abdomen, duro, sus muslos fuertes, grandes y robustos.
Joe no le escondía nada, ni su cuerpo ni su deseo. No quería precipitarse y acabar demasiado rápido, nada más meterse bajo las sábanas. Quería más.
El estómago de _____ se retorció con una mezcla de deseo y aprensión. No era la primera vez que se acostaba con un hombre; pero, entonces, ¿por qué se sentía como si fuera algo totalmente novedoso?, ¿por qué tenía la arrebatadora corazonada de que, después de esa noche, ya nunca volvería a ser la misma?
Joe sacó unos preservativos del cajón de la mesilla de noche. Antes de que _____ pudiera echarlo de menos, él ya estaba tumbado sobre ella, cubriéndola con su fogoso cuerpo. Acarició el trazado de su serpiente tatuada y jugueteó con su pendiente de oro.
—¿Estás seguro de que no fuiste pirata en otra vida? —susurró _____, desconcertada por el temblor de sus dedos.
—Nunca he pensado mucho en mis anteriores vidas —dijo—. Estoy demasiado ocupado con ésta —añadió, para volver a besarla de inmediato.
Luego le quitó las horquillas del pelo, para que éste le cayera libremente sobre los hombros, y hundió la boca entre sus pechos. Lamió y chupó y mordisqueó las cumbres de sus senos hasta que _____ casi no pudo seguir soportando aquella deliciosa tensión.
Gimió, se apretó a él y le pellizcó los hombros.
—¡Dios, _____! Eres el paraíso y el infierno al mismo tiempo. Quiero poseerte de todas las maneras posibles —susurró mientras introducía una mano entre sus muslos, una vez más—. Y quiero poseerte de todas las maneras al mismo tiempo… —jadeó junto a su oreja. Luego la abandonó para descender hasta su ombligo sin dejar de acariciarla y de usar sus dedos dentro de ella.
La temperatura de _____ subía caricia a caricia. Cuando la cabeza de Joe descendió aún más, cerró los ojos y notó el tacto de su lengua íntimamente. La recorrió con los labios y la lengua con una ternura enloquecedora. Consumida de placer, empezó a notar espasmos extáticos que agitaron su cuerpo entero.
Joe la abrazó mientras _____ seguía temblando y le secó unas lágrimas que se deslizaban de sus ojos.
—¿Estás bien? —le preguntó.
_____ respiró profundamente y asintió:
—Sí —respondió después de tragar saliva.
—Bien —dijo él, alcanzando la caja de preservativos con una mano—. Acabamos de empezar.
Nani Jonas
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Mensaje por Nani Jonas Sáb 21 Jul 2012, 4:07 pm

3/6

Capítulo 11


Sus palabras la traspasaron como un rayo. Intentó contener la respiración, la velocidad de su corazón y de su mente, pero Joe la seguía mirando de una manera que la estaba volviendo loca.
Entró en _____ y ésta se rindió. Era una invasión física, mental y emocional.
—¿Por qué no me habías dicho que estabas tan tensa? —le preguntó Joe, sin apenas aliento, al notar un cierto rictus de incomodidad en _____.
—No lo sabía —respondió con la boca seca.
Empezó a moverse debajo de él y Joe comenzó a temblar. Acostumbrada ya a la sensación de tenerlo dentro, siguió moviéndose con suavidad.
—Si sigues moviéndote, no aguantaré mucho —le dijo, conquistándola de arriba abajo una vez más.
—No tienes que aguantar—suspiró _____, fascinada por la excitación de Joe. Volvió a moverse para llevarlo hasta el límite. No quería que se contuviese.
—Quiero aguantar más —dijo con voz rugosa y apasionada.
—No hace falta —repitió ella, subiendo las caderas hacia arriba—. No va a ser la última vez.
Sus palabras hicieron saltar todos los frenos de Joe, el cual la penetró con todas sus fuerzas… hasta hacerla traspasar la barrera y echarse él mismo a temblar con su propia, larga y cálida liberación.
Permanecieron en silencio durante varios segundos. Joe lo prefería, pues no sabía qué decir. _____ colocó la cabeza bajo la barbilla de él y, lentamente, su respiración fue recuperando un ritmo suave y dulce.
Joe sintió una presión en el corazón que se le extendió hacia el pecho y luego por el resto del cuerpo. Se separó de _____ con delicadeza, se levantó de la cama y fue hacia la ventana.
Suspiró y comenzó a dar vueltas por la habitación. De pronto se detuvo en seco: acababa de recordar que él nunca daba vueltas… Sólo había sido sexo, se dijo. Sexo estupendo; pero sólo sexo… Entonces, ¿por qué sentía algo tan diferente?
No había sido diferente. En realidad, sólo había parecido diferente porque _____ era una mujer muy diferente.
Contuvo las ganas de imprecar. Estaba hecho un completo lío: por un lado, sentía la necesidad de proteger a _____; por otro, quería escapar de allí corriendo.
Volvió a suspirar y se recordó que no se habían hecho ninguna promesa. _____ era consciente de que él no era de los que se ataban para toda la vida y él comprendía que nunca podría encajar en el mundo de ella.
Se tranquilizó. Luego se giró para mirar a _____, que seguía acurrucada sobre la cama, y sintió la ya familiar urgencia que lo había incendiado desde la primera vez que la había visto.
Volvió a la cama y la estrechó entre sus brazos. Aquello no podía durar eternamente: no podrían desearse siempre con ese ardor. Pero eso estaba bien, pensó: hasta que la fiebre bajara, aprovecharía la compañía de _____, como ella aprovecharía la de él.

Cuando _____ se despertó, miró el potente y musculado torso de Joe. Pestañeó y en seguida cayó en la cuenta de que estaba desnuda. Volvió a pestañear, desorientada, y su cuerpo le recordó que había hecho el amor con Joe y que estaba en su cama.
Se recostó boca arriba y miró hacia el techo. Estaba desconcertada: sabía que había sido muy descarada con Joe y no recordaba cuántas veces habían hecho el amor. La noche se había convertido en un toma y daca apasionado, como si ninguno de los dos pudiera saciarse del otro.
Sus pechos estaban tan sensibles que notaban el roce de las sábanas. Nunca la habían invadido de esa manera.
Su cuerpo entero seguía acalorado, de pies a cabeza. Quiso vestirse y salir corriendo, pero también despertar a Joe y hacerle el amor de nuevo.
_____ miró el despertador y recordó sobresaltada que estaba en un día laborable. Salió de la cama con sigilo y buscó su ropa interior por la habitación, hasta acordarse de que estaba abajo, en el vestíbulo.
Bajó las escaleras de puntillas y encontró sus braguitas. Le temblaban tanto las manos que necesitó tres intentos para ponérselas.
—¿Vas a algún sitio?
El corazón de _____ se disparó al oír la voz de Joe. Se giró hacia él y lo encontró de brazos cruzados, sin más ropa que unos calzoncillos ajustados.
—Me acabo de acordar de que mañana… —balbuceó mientras recogía el resto de su ropa—… de que hoy es día laborable y tengo que recoger mi coche para ir a la universidad.
Joe se acercó a ella, con el pelo enmarañado y los ojos nublados de sueño y del recuerdo de la noche pasada… Estaba irresistible.
—¿Y cómo pensabas ir por tu coche?
—No había llegado hasta ahí —dijo, mientras se ponía la blusa. ¿Por qué estaba tan nerviosa?—. Supongo que he tenido bastante con encontrar la ropa —logró reír.
—¿Te arrepientes?
—No, pero estoy nerviosa —respondió con sinceridad.
—¿Estás dolorida?
—No… Bueno, me duele alguna zona del cuerpo —confesó.
—Ven.
_____ dejó caer su ropa y buscó los brazos de Joe. Sus pechos desnudos chocaron contra el torso de él. Deseó permanecer así el resto de su vida y la sorprendió que él no la hubiera echado ya de su lado.
—¿Me enseñas la casa? —propuso, para no seguir pensando y hacerse esperanzas.
—¿Estás segura de que no puedo convencerte de que vuelvas a la cama conmigo? —le preguntó, acariciándole la espalda.
—Estoy segura de que sí puedes —el corazón le dio un vuelco—. Pero creo que debo irme —añadió, consciente de que iba a necesitar tiempo para tranquilizarse antes de presentarse a dar clases.
—Está bien —aceptó Joe—. Dame un minuto para vestirme.
_____ aprovechó para volver a recoger su ropa. Joe reapareció al instante. Ella había confiado en que el viento de la calle la refrescaría, pero no fue así.
—Estás muy tranquila —comentó él cuando hubieron llegado al aparcamiento del club en el que se habían encontrado la noche anterior.
—No sé qué decirte. Nunca había hecho algo así… de esa manera —confesó, sofocada.
—¿De esa manera? ¿Quieres decir que nunca habías estado encima?, ¿o que te parabas a la tercera en vez de a la quinta?, ¿o que…?
—¡No me líes más! —elevó la mano, pidiéndole que no siguiera hablando—. No sé qué etiqueta ponerle a esta situación.
—¿Etiqueta? —repitió Joe—. ¿Qué estás pensando, _____?
—Me siento vacía y llena al mismo tiempo. Siento que quiero seguir junto a ti. Yo… será mejor que lo deje… Gracias por una noche inolvidable —finalizó.
—Te llamaré —le aseguró Joe, apretándole la mano, mientras ella se concentraba en abrir la puerta del coche.
—Claro —respondió, aunque no estaba nada convencida de que fuera a hacerlo.
—Quiero volver a estar contigo —le dijo, mirándola con intensidad.
—No me estás ayudando a aclararme —replicó _____, cuyo pecho se había inflado ante la expectativa de aquel nuevo encuentro.
—Me gustas sin aclarar —contestó Joe. Y la confundió más aún, besándola de nuevo.

—¿Qué es eso que está silbando, señor Palmer? —le preguntó su más reciente vendedor, Greg Wade, asomando la cabeza por la puerta. Joe dejó de realizar los cálculos en los que estaba enfrascado y denegó con la cabeza: no se había dado cuenta de que había estado silbando hasta que Greg se lo había señalado—. El balance del mes debe de ser muy bueno para que esté de tan buen humor —añadió.
—Sí lo es, sí —respondió, aunque sospechaba que el motivo de que hubiera estado silbando tenía más que ver con cierta profesora de Historia.
—¿Así que está contento esta mañana? —insistió Greg.
Joe se recostó en el respaldo de la silla y sonrió. Sabía por dónde iban los tiros, pues ya lo habían visitado otros tres empleados esa misma tarde.
—Sí, hoy no pienso morder a nadie —bromeó.
—Bueno, me preguntaba si podría usted subirme el sueldo —se encogió de hombros—. He alcanzado mi cuota de ventas todas las semanas excepto…
—No —lo interrumpió Joe, sonriendo.
—¿No? —preguntó Greg desencantado.
—No, pero vuelve a preguntarme dentro de cuatro semanas si sigues trabajando bien.
—Está bien —aceptó Greg—. Volveré dentro de cuatro semanas.
Joe observó a su empleado salir de su despacho con energías renovadas para vender más y más coches durante ese siguiente mes. Joe sabía que lo suyo no era vender, motivo por el cual se había rodeado de aquellos vendedores tan estupendos. En los dos anteriores años, había aprendido lo que estimulaba a sus empleados. Necesitaban a alguien que les subiera el listón y que luego los recompensara. A él le había pasado lo mismo con las motos: siempre había querido hacer piruetas más arriesgadas, y la recompensa era aprender a hacerlas. Sin embargo, con el paso de los años, ya no lo emocionaba tanto lo de las piruetas.
Si alguien le hubiera dicho diez años antes que se acabaría cansando de ellas, le habría respondido que estaba loco. Pero después de romperse varios huesos y, en una ocasión, casi la clavícula, por conseguir elevar una rueda un centímetro más, se le habían pasado las ganas. Maddie le había dicho que se trataba de un signo de madurez, lo cual no le había gustado especialmente a Joe, como tampoco le gustaba que ahora le dijera que por fin había empezado a salir con otra clase de mujeres.
Se habría tomado tres tazas de lejía antes que admitirlo, pero puede que Maddie no estuviera tan equivocada. Miró el teléfono y recordó cómo había hecho el amor con _____ la noche anterior. No había dejado de imaginarse su dulce y seductor rostro en todo el día, ni de oír sus suspiros y sus gemidos. El mero hecho de recordar la expresión de su rostro en el preciso momento en que la había penetrado, lo excitaba.
Nani Jonas
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