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Misery - Terror/Suspenso
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Capitulo 17 - Una Pequeña Operación
Cuando se tranquilizó ella preguntó:
— ¿Cuántas veces saliste de la habitación?
El cuchillo. Oh, no, el cuchillo.
— Dos. No, tres veces. Tuve que tomar algo de agua ayer. Pero no estuve intentando escapar, Annie. Estoy escribiendo un libro.
— No intentaste con el teléfono, supongo, o no investigas te las cerraduras. No, fuiste un pequeño niño bueno.
— Por supuesto que lo hice — estaba comenzando a desear que se vaya. La droga estaba haciéndolo en parte decir la verdad, pero también quería dormir.
— ¿Cuantas veces saliste?
— Te lo dije. Tres veces.
—¿Cuántas veces? — su voz se estaba elevando —. Dí la verdad.
— Estoy diciendo la verdad. Tres veces!
— Me estas tratando como una inútil.
— Annie, te juro-
— Oh, si, lo juras. Las personas que dicen mentiras aman jurar. Dejame decirte, Señor Inteligente. Estiré hilos por todos los lugares -arriba, abajo, afuera en el granero- y un montón de ellas se fueron.
Annie, como podría subir las escaleras? Cómo podría salir afuera al graner? Pero no le dio tiempo de protestar; fue derecho a él.
— Así que me dices que dejaste la habitación solo tres veces, Señor Inteligente, y yo te diré que eres un tonto, no yo. ¿Cuántas veces?
— Tres.
— Una por medicina.
— Si.
— Y una por comida.
— Si.
— Y una por agua.
— Si. Si, te lo dije.
Ella buscó en su bolsillo otra vez y sacó un cuchillo de carnicero.
— Busqué bajo tu colchón justo antes de darte la inyección para operarte, y mira lo que encontré.
A que se refería con 'operación'? De repente estaba seguro de que ella intentaría usar el cuchillo en él.
— Pero no saliste a la cocina, verdad? Solo saliste por medicina, comida y agua. El cuchillo habrá volado hasta aquí solo. Qué clase de imbécil cree que soy, Paul? ¿Cuántas veces?
— Esta buen, esta bien. Traje el cuchillo cuando fui por agua. Pero, Annie, qué quisiste decir con 'operación'?
— Yo creo que saliste siete veces — dijo.
— Si, si eso es lo que quieres escuchar, deje el cuarto siete veces —dijo Paul. Estaba enojado ahora, porque estaba asustado. Luego ella empezó a hablar suavemente y él comenzó a vagar hasta casi dormirse.
— Sabes lo que los británicos suelen hacer con trabajadores en minas de diamantes que intentan escapar, Paul?
— Los matan, supongo — contestó, aún con sus ojos cerrados.
— Oh, no — replicó —. Eso sería como tirar todo un auto solo porque una pequeña cosa salió mal. No, aún los necesitan en sus minas, así que solo se aseguran de que no puedan huir más. Ellos llevan a cabo una pequeña operación, Paul, y eso es lo que voy a hacer contigo. Es por tu propio bien. Por favor trata de recordar eso.
El frío viento de miedo soplaba sobre el cuerpo y los ojos aún abiertos de Paul. Se levantó de la cama y sacó las mantas así sus pierna y pies quedaban descubiertas.
— No — dijo él —. No... Annie... lo que sea que estés planeando, podemos hablar acerca de eso, podemos? Por favor... no tienes que...
Se inclinó y tomó algunas cosas del piso. Cuando se levantó estaba sosteniendo un hacha en una mano y un soplete en la otra. El acero del hacha brillaba sombriamente. Se inclinó otra vez y tomó la caja de fósforos y una botella de un liquido oscuro.
—Annie, no! — gritaba — Annie, me quedaré aquí, lo prometo. Ni siquiera saldré de la cama. Haré lo que sea que me digas!
— Todo esta bien — dijo ella, y su cara había tomado esa mirada vacía. Alguna parte de su mente que no estaba rellenado de miedo sabia que cuando esto acabara ella casi no recordaría nada esto. Esta era la mujer que se graduó en 1966 y ahora, en 1987, le decía que había sido enfermera por solo diez años. Probablemente casi ni recuerda haber matado a todos esos bebes. De repente supo que esa era el hacha que había usado con Pomeroy.
Continuó gritando. Trató de darse vuelta, como si pudiera escapar de ella, pero su pierna quebrada y su cuerpo drogado se rehusaban a obedecer.
Annie vertió algo del líquido en su tobillo izquierdo y un poco más en el filo del hacha. El olor le recordó a Paul las oficinas de doctores en su infancia.
— No habrá mucho dolor, Paul. No será malo.
— Annie Annie oh Annie por favor no Annie te juro que seré bueno juro por Dios que seré bueno por favor da me una oportunidad para ser bueno ANNIE PORFAVOR DEJAME SER BUENO-
— Solo un poco de dolor, Paul, y luego este desagradable suceso estará detrás de nosotros.
Tiró la botella vacía por encima de su hombro, su rostro estaba completamente inexpresiva ahora. Tomó el hacha con ambas manos y movió sus pies así podía estar firmemente en el piso.
—ANNIE OH POR FAVOR POR FAVOR NO ME LASTIMES!
— No te preocupes — dijo y sus ojos eran amables —, soy enfermera.
El hacha cayó a través del aire y se clavó en la pierna izquierda de Paul Sheldon justo al lado de su tobillo. El dolor invadió su cuerpo. Sangre salpicó la cara de ella y la pared. Escuchó el filo frotar contra el hueso mientras ella lo dejaba en libertad. Miro hacia abajo y vio sus dedos moverse. Luego la vio elevando el hacha otra vez; gotas de sangre caían de este. Su cabello lucía alborotado alrededor de su vacía y calmada cara.
Trató de sacarlo a pesar del dolor, pero se dio cuenta que, aunque su pierna se movía, su pie no estaba. Todo lo que estaba haciendo era empeorar el corte, haciéndolo abrirse como una boca. Se dio cuenta que su pie estaba unido a su pie por solo una carne -y luego el hacha cayó otra vez. Se corto a través de su pierna y se clavó profundo en el colchón.
Annie sacó el hacha del colchón y lo tiró al piso. Tomó el soplete y lo encendió con un fósforo.
— No hay tiempo de coser todo esto — explicó —. Estas perdiendo sangre muy rápido — puso la llama sobre el corte de su pierna. Fresco dolor se apoderaba del cuerpo de Paul. Humo de olor dulce derivó a su nariz.
— Casi terminado — dijo. Las mantas estaban quemadas ahora. Annie se inclinó otra vez y tomó el balde amarillo. Sirvió agua sobre las llamas. Paul gritó otra vez. Annie se paró y lo miró.
— Estarás bien — le declaró. Sus ojos parecían moverse por toda la habitación sin rumbo. Era un alivio para ella notar algo en el piso —. Iré solo a tirar la basura — dijo.
Agarró el pie de Paul. Los dedos aún se estaban moviendo. Comenzó a caminar a fuera, luego se dio media vuelta y dijo:
— No me culpes por esto. Fue tu propio error.
Paul navegaba en la nube, esperando que lo llevara a la muerte esta vez, no solo inconsciente. Poco se podía escucharse a si mismo gritar y oliendo su carne quemada. Mientras sus pensamientos se apagaban, pensó: Dragon Lady! Te mataré! Dragon Lady! Te mataré!
Luego no hubo nada excepto nada.
MalikLove
Re: Misery - Terror/Suspenso
me gusta,me encanta.siguelaa soy tu nueva y fiel lectoraa.besosysiguela
S.L Styles
Re: Misery - Terror/Suspenso
KAJFKSJDKFAKDSLFASDFKSDFD NOOO no lo puedo creer lo que le hizo pobre Paul D: Annie definitivamente tiene que morir!!! :evil: (?
Por favor siguela, tengo mucha intriga! D:
Por favor siguela, tengo mucha intriga! D:
Patu
Re: Misery - Terror/Suspenso
AAAAAAAAAAAAAAAAAAH...!!!!! pero que mie......Dios mio que mujer tan...tan ....maniatica aaaaaah.................!! pobresillo Paul u.u sigueee me encanta...!!!
Bianca
Re: Misery - Terror/Suspenso
Algunas semanas mas tarde, en el primer día del verano, la vieja maquina de escribir perdió su 't' también. Paul pensó: Voy a quejarme. No voy solo a preguntar por una nueva maquina, voy a demandar una. Se que puede propocionarmela.
Por supuesto le preguntaría a Annie nada y ciertamente no le demandaría. Una vez había un hombre quien a lo último preguntaría. Ese hombre había estado en muchísimo dolor, pero aun así habría preguntado.
Él había sido ese hombre y supuso que no debería estar avergonzado, pero ese hombre tenía dos grandes ventajas sobre esto: ese hombre tenía dos pies... y dos pulgares.
Paul se sentó silenciosamente por un momento, mirando la maquina de escribir, y luego simplemente continuó escribiendo. Era mejor de esta manera -mejor no preguntar, mejor no protestar. Annie se había vuelto demasiado extraña. Había sabido por un largo tiempo de lo que ella era capaz de hacer; pero esos días no pudo adivinar lo que le iba a hacer.
Así que continuó trabajando, pero después de cinco o seis paginas la maquina perdió la Petra 'e', la letra mas común en lenguaje. Paul apenas podía creerlo. ¿Qué debí hacer ahora pensó, pero por supuesto que la respuesta era obvia. Lo escribiría a mano.
Pero no ahora. El hoyo en el papel -el hoyo a través del cual Misery, Ian y Goeffrey vivían- se había cerrado con un estruendo.
Escuchó el sonido de la cortadora de césped afuera. Annie tenía una cortadora la cual era como un pequeño tractor. Tan pronto como pensó en Annie recordó el hacha alzandose y cayendo, su rostro calmado salpicado con su sangre. Recordó cada palabra que había dicho, cada palabra que él había gritado, cada sonido y movimiento.
Por qué no podía olvidarlo? Se supone que debes olvidar, verdad? Las personas quienes tienen un accidente automovilístico olvidan lo que paso y y se sorprenden cuando despiertan en un hospital. Así que por qué él no podía olvidar?
Porque los escritores lo recuerdan todo, Paul, especialmente las cosas que duelen. Si apuntas a las cicatrices de un escritor, te dirá la historia de cada una por mas pequeña que sea. De las grandes sacas novelas.
Tal vez la memoria lo curaría. Pero por qué debería importarle recordar? Ella lo había hecho, y todo el tiempo entre antes y ahora había sido doloroso y aburrido, excepto cuando trabajaba en su tonto libro para escapar de sentir dolor y de estar aburrido. No había ningún punto recordando, ningún punto en nada.
Pero si había. El punto era Misery, porque Misery lo mantenía con vida. Mientras mas escribía el libro Annie lo dejaría vivo. Pero no estaba escribiendo el libro para Annie; no estaba escribiendo el libro para complacer a Annie, pero si para escapar de ella. Y luego se dio cuenta de que mientras mas escribía el libro, él se dejaba vivir también. Podía morir ese día, el día del hacha, pero no lo hizo -y no lo hizo porque quería terminar el libro! No era solo por Annie: él quería saber que pasaba también.
Era un escritor, y los escritores recuerdan todo, así que se dejo a si mismo recordar.
Esta vez la nube había sido oscura, mas espesa, mas hume ante. Había un sentimiento no de flotamiento, sino de hundimiento. A veces pensamientos llegaban, sombríos, y escuchaba la voz de Annie. Sonaba aterrorizada: "Bebe esto, Paul... debes hacerlo!"
Que tan cerca había llegado de hundirse el día del hacha? No lo sabía, pero no sintió casi nada de dolor durante la semana después de la 'operación', la cual parecía mostrar que estaba cerca de la muerte. También lo hizo el miedo en la voz de Annie.
Se había quedado ahí, apenas respirando. Y lo que lo saco de allí, fuera de la nube, fue Misery. El libro estaba sin terminar. Paul no sabía que final iba a tener y no sabía como algunos detalles podían encajar juntos. Él nunca supo todo de las novelas que escribió; siempre esperaba para averiguar con tan entusiasmo como cualquier otro lector. Y eso significaba que habla preguntas sin terminar en su mente. Esas preguntas lo preocupaban -y por eso salio de la nube, para descubrir que le pasara a Misery. Decidió vivir.
Ella no quería dejarlo regresar al trabajo -no al principio. Podía ver en sus ojos que estaba asustada y todavía dudosa. Había llegado mas cerca de matarlo de lo que pretendía. Estaba tomado un extraordinario cuidado de él-cambiando los vendajes de su pulgar cada ocho horas, lavandolo.
Mientras estaba inconsciente ella también llenaba todas las 'n' de el manuscrito. Era como si le dijera: No puedes pensar que soy cruel contigo, Paul, cuando yo cuido de ti tan bien y hasta escribo todas estas 'n'.
Fue finalmente capaz de persuadirla que regresando al trabajo lo ayudaría, no lo dañaria. Y ella también quería urgentemente saber que iba a pasar en el libro. Esta era la única cosa que ambos dos en esa casa compartían: este loco interés en las aventuras de Misery.
Siempre había sabido que podía escribir buenos libros -libros como Fast Cars- y que los libros de Misery eran solo una manera de hacer dinero. Pero por qué había escrito tantos libros de Misery? Tenía muchísimo dinero. Era porque -y casi odiaba admitirselo- porque le daban algo que sus otros libros no: los libros de Misery le daban emoción de necesitar saber que pasara en la aventura. Compartió esto con sus millones de lectores, quienes entusiasmadamente pasaban las paginas; compartió esto con Annie. Era loco. Iba a morir de igual manera; ella iba a matarlo. Pero seguía escribiendo. Era mas que solo una manera de escapar de la cruel realidad de su situación: tenia que descubrir como la historia terminaría. Y ese era el mejor libro de Misery que alguna vez había escrito, justo como Annie dijo que seria.
Al principio, sentarse y escribir era extremadamente doloroso y podia trabajar solo por cortos periodos de tiempo. El dolor en su pulgar explotaría en una llama y centellearía a través de su cuerpo. Pero gradualmente era capaz de trabajar mas, y estaba en lo correcto: recobró algo de fuerza. Nunca seria el hombre que habia sido en el pasado, pero si recobró algo de salud.
Un día Annie había llegado con algo de helado. Aunque no le gustaba, se forzó a si mismo a comer con miedo a que ella se enoje. Había algo en ella ese día lo cual lo preocupaba. Era como si pretendiera ser alegre. Y luego llegó con eso -la razón por el regalo del helado. Ella bajo su cuchara, se limpió su barbilla con el reverso de su mano y dijo amablemente:
— Cuenta me el resto — Paul bajo su cuchara.
— ¿Perdón?
— Dime el resto de la historia. No puedo esperar.
Tuvo que adivinar que esto sucedería a continuación — No puedo hacer eso — dijo y su cara se enegreció inmediatamente.
— ¿Por qué no?
— Porque soy un mal contador de historias.
Ella comió el resto del helado en cinco grandes bocanadas. Los dientes de Paul le dolían de solo mirarla. Luego puso la vajilla abajo y lo miró furiosamente, no como si estuviera con el gran Paul Sheldon, su héroe, sino como si estuviera con alguien que la retaba a criticar al gran Paul Sheldon.
— Si eres un mal contador de historias, como puedes escribir tantos libros -libros que han vendido millones y millones de copias?
— Yo no dije que soy un mal escritor de historias. Creo que soy bueno en eso, de hecho. Pero soy inútil contando historias.
— Solo estas haciendo una estúpida excusa — ahora sus manos estaban cerraban firmes al costado de su falda. Estaba asustado de ser herido otra vez, pero parte de él no le importaba lo que podía llegar a suceder.
— No es una excusa — respondió —. Las dos cosas son distintas. Las personas que cuentan historias usualmente no pueden escribir historias. Si piensas que los escritores son buenos hablando debes ver algunos pobres tontos de una novela siendo entrevistados en TV. Aparte de eso, nunca supe bien como el final de unas de mis novelas podia ser. Solo lo se cuando lo escribo.
— Bueno, no quiero esperar — dijo actuando como una niña —. Te traje algo de helado, y lo que al menos podías hacer era contar me algunas cosas. Esta bien, no necesitas contarme toda la la historia.
Annie disparo algunas preguntas a Paul acerca del libro, pero Paul sacudió su cabeza para decir que no le contaría.
Se oscureció aun más, pero su voz era suave.
— Me estas poniendo muy molesta. Lo sabes, verdad, Paul?
— Por supuesto que lo se, pero no puedo evitarlo.
— Puedo hacertelo decir — dijo, pero sabía que no podía. Lo podía herir así diría un montón de cosas, pero no podía hacerlo contar una historia de la cual su final no sabía. La oscuridad comenzaba a desaparecer de su rostro. Estaba peleando un lucha imposible.
— Annie, no estoy siendo egoísta. No te lo estoy diciendo porque en verdad quiero que te guste la historia. Si trato de decirtelo, saldrá mal, y luego no te gustara y no querras el libro mas.
Y luego que pasaría conmigo?
— Pero Hezekiah en verdad sabia del padre de Misery? Puedes decirme al menos eso.
— Quieres la novela o quieres un cuento para dormir? — preguntó.
— No te atrevas a ser sarcastico conmigo! — gritó.
— Entonces no pretendas que no entiendes lo que estoy diciendo — le devolvió el grito.
Tiró de él en sorpresa y lo último de la oscuridad había desaparecido de su cara.
Estaba patinando sobre una delgada capa de hielo esta vez. Había esperado que se pusiera furiosa o depresiva, pero por el contrario volvieron a la vieja rutina: Paul escribía y Annie leía lo que escribía cada día y llenaba las letras faltantes. Pero él la había hecho enojar. Su furia se quedo junto la superficie, como sea, cuando se había complacido con la maquina de escribir, de perder la 'n'.
— Bueno, si te molesta tanto te tendré que dar algo para que pares de pensar en esa estúpida 'n' — dijo Annie. Dejo la habitación y la escucho en la cocina, buscando algo en los estantes. Estaba curiosa en su peculiar manera de 'estúpido' eso y 'sucio' esto.
Diez minutos después llegó con una jeringa, la botella del liquido oscuro y un cuchillo electrónico. Paul inmediatamente comenzó a gritar. Annie probó el cuchillo y Paul rogó y prometió otra vez ser bueno. El se retorcía en su silla de ruedas.
— Quedate quieto — ordenó — o usaré este cuchillo en tu garganta — se quedo quieto mientras ella servía el liquido en su pulgar y en el filo del cuchillo. Encendió el cuchillo y lo apuñaló en él, concentrándose en su trabajo. A medida que el filo impactaba en la carne entre su pulgar y su dedo, ella le decía -en una voz que sugería que esta iba a dolerle mas a ella que a él- que lo amaba.
Había cortado su pulgar en la mañana, y luego esa noche había entrado en su habitación, cargando una torta y cantando 'Feliz Cumpleaños a Ti. No era su cumpleaños. Habia velas al rededor de la torta, sin orden. Ahí, exactamente en el centro de la torta, como una extra vela grande, estaba su pulgar -su ahora gris pulgar- con la uña un poco quebrado porque a veces lo masticaba cuando pensaba. Si prometes ser bueno, le dijo, puedes tener un pedazo de torta, pero no tendrás que comer nada de esta especial vela. Así que prometió ser bueno -y así que no se iba a quejar de que a la maquina le faltaba la 't' y la 'e' ahora también.
Paul estaba casi dormido, sentado en su su silla de ruedas en la ventana, escuchando el continuo sonido de la cortadora de cesped y recordando. Saltó y se pregunto que lo había despertado. Al principio no creyó lo que estaba viendo fuera en la ventana, entrando en la granja de Annie; creyó que realmente estaba dormido.
Era una patrulla de policía.
Por supuesto le preguntaría a Annie nada y ciertamente no le demandaría. Una vez había un hombre quien a lo último preguntaría. Ese hombre había estado en muchísimo dolor, pero aun así habría preguntado.
Él había sido ese hombre y supuso que no debería estar avergonzado, pero ese hombre tenía dos grandes ventajas sobre esto: ese hombre tenía dos pies... y dos pulgares.
Paul se sentó silenciosamente por un momento, mirando la maquina de escribir, y luego simplemente continuó escribiendo. Era mejor de esta manera -mejor no preguntar, mejor no protestar. Annie se había vuelto demasiado extraña. Había sabido por un largo tiempo de lo que ella era capaz de hacer; pero esos días no pudo adivinar lo que le iba a hacer.
Así que continuó trabajando, pero después de cinco o seis paginas la maquina perdió la Petra 'e', la letra mas común en lenguaje. Paul apenas podía creerlo. ¿Qué debí hacer ahora pensó, pero por supuesto que la respuesta era obvia. Lo escribiría a mano.
Pero no ahora. El hoyo en el papel -el hoyo a través del cual Misery, Ian y Goeffrey vivían- se había cerrado con un estruendo.
Escuchó el sonido de la cortadora de césped afuera. Annie tenía una cortadora la cual era como un pequeño tractor. Tan pronto como pensó en Annie recordó el hacha alzandose y cayendo, su rostro calmado salpicado con su sangre. Recordó cada palabra que había dicho, cada palabra que él había gritado, cada sonido y movimiento.
Por qué no podía olvidarlo? Se supone que debes olvidar, verdad? Las personas quienes tienen un accidente automovilístico olvidan lo que paso y y se sorprenden cuando despiertan en un hospital. Así que por qué él no podía olvidar?
Porque los escritores lo recuerdan todo, Paul, especialmente las cosas que duelen. Si apuntas a las cicatrices de un escritor, te dirá la historia de cada una por mas pequeña que sea. De las grandes sacas novelas.
Tal vez la memoria lo curaría. Pero por qué debería importarle recordar? Ella lo había hecho, y todo el tiempo entre antes y ahora había sido doloroso y aburrido, excepto cuando trabajaba en su tonto libro para escapar de sentir dolor y de estar aburrido. No había ningún punto recordando, ningún punto en nada.
Pero si había. El punto era Misery, porque Misery lo mantenía con vida. Mientras mas escribía el libro Annie lo dejaría vivo. Pero no estaba escribiendo el libro para Annie; no estaba escribiendo el libro para complacer a Annie, pero si para escapar de ella. Y luego se dio cuenta de que mientras mas escribía el libro, él se dejaba vivir también. Podía morir ese día, el día del hacha, pero no lo hizo -y no lo hizo porque quería terminar el libro! No era solo por Annie: él quería saber que pasaba también.
Era un escritor, y los escritores recuerdan todo, así que se dejo a si mismo recordar.
Esta vez la nube había sido oscura, mas espesa, mas hume ante. Había un sentimiento no de flotamiento, sino de hundimiento. A veces pensamientos llegaban, sombríos, y escuchaba la voz de Annie. Sonaba aterrorizada: "Bebe esto, Paul... debes hacerlo!"
Que tan cerca había llegado de hundirse el día del hacha? No lo sabía, pero no sintió casi nada de dolor durante la semana después de la 'operación', la cual parecía mostrar que estaba cerca de la muerte. También lo hizo el miedo en la voz de Annie.
Se había quedado ahí, apenas respirando. Y lo que lo saco de allí, fuera de la nube, fue Misery. El libro estaba sin terminar. Paul no sabía que final iba a tener y no sabía como algunos detalles podían encajar juntos. Él nunca supo todo de las novelas que escribió; siempre esperaba para averiguar con tan entusiasmo como cualquier otro lector. Y eso significaba que habla preguntas sin terminar en su mente. Esas preguntas lo preocupaban -y por eso salio de la nube, para descubrir que le pasara a Misery. Decidió vivir.
Ella no quería dejarlo regresar al trabajo -no al principio. Podía ver en sus ojos que estaba asustada y todavía dudosa. Había llegado mas cerca de matarlo de lo que pretendía. Estaba tomado un extraordinario cuidado de él-cambiando los vendajes de su pulgar cada ocho horas, lavandolo.
Mientras estaba inconsciente ella también llenaba todas las 'n' de el manuscrito. Era como si le dijera: No puedes pensar que soy cruel contigo, Paul, cuando yo cuido de ti tan bien y hasta escribo todas estas 'n'.
Fue finalmente capaz de persuadirla que regresando al trabajo lo ayudaría, no lo dañaria. Y ella también quería urgentemente saber que iba a pasar en el libro. Esta era la única cosa que ambos dos en esa casa compartían: este loco interés en las aventuras de Misery.
Siempre había sabido que podía escribir buenos libros -libros como Fast Cars- y que los libros de Misery eran solo una manera de hacer dinero. Pero por qué había escrito tantos libros de Misery? Tenía muchísimo dinero. Era porque -y casi odiaba admitirselo- porque le daban algo que sus otros libros no: los libros de Misery le daban emoción de necesitar saber que pasara en la aventura. Compartió esto con sus millones de lectores, quienes entusiasmadamente pasaban las paginas; compartió esto con Annie. Era loco. Iba a morir de igual manera; ella iba a matarlo. Pero seguía escribiendo. Era mas que solo una manera de escapar de la cruel realidad de su situación: tenia que descubrir como la historia terminaría. Y ese era el mejor libro de Misery que alguna vez había escrito, justo como Annie dijo que seria.
Al principio, sentarse y escribir era extremadamente doloroso y podia trabajar solo por cortos periodos de tiempo. El dolor en su pulgar explotaría en una llama y centellearía a través de su cuerpo. Pero gradualmente era capaz de trabajar mas, y estaba en lo correcto: recobró algo de fuerza. Nunca seria el hombre que habia sido en el pasado, pero si recobró algo de salud.
Un día Annie había llegado con algo de helado. Aunque no le gustaba, se forzó a si mismo a comer con miedo a que ella se enoje. Había algo en ella ese día lo cual lo preocupaba. Era como si pretendiera ser alegre. Y luego llegó con eso -la razón por el regalo del helado. Ella bajo su cuchara, se limpió su barbilla con el reverso de su mano y dijo amablemente:
— Cuenta me el resto — Paul bajo su cuchara.
— ¿Perdón?
— Dime el resto de la historia. No puedo esperar.
Tuvo que adivinar que esto sucedería a continuación — No puedo hacer eso — dijo y su cara se enegreció inmediatamente.
— ¿Por qué no?
— Porque soy un mal contador de historias.
Ella comió el resto del helado en cinco grandes bocanadas. Los dientes de Paul le dolían de solo mirarla. Luego puso la vajilla abajo y lo miró furiosamente, no como si estuviera con el gran Paul Sheldon, su héroe, sino como si estuviera con alguien que la retaba a criticar al gran Paul Sheldon.
— Si eres un mal contador de historias, como puedes escribir tantos libros -libros que han vendido millones y millones de copias?
— Yo no dije que soy un mal escritor de historias. Creo que soy bueno en eso, de hecho. Pero soy inútil contando historias.
— Solo estas haciendo una estúpida excusa — ahora sus manos estaban cerraban firmes al costado de su falda. Estaba asustado de ser herido otra vez, pero parte de él no le importaba lo que podía llegar a suceder.
— No es una excusa — respondió —. Las dos cosas son distintas. Las personas que cuentan historias usualmente no pueden escribir historias. Si piensas que los escritores son buenos hablando debes ver algunos pobres tontos de una novela siendo entrevistados en TV. Aparte de eso, nunca supe bien como el final de unas de mis novelas podia ser. Solo lo se cuando lo escribo.
— Bueno, no quiero esperar — dijo actuando como una niña —. Te traje algo de helado, y lo que al menos podías hacer era contar me algunas cosas. Esta bien, no necesitas contarme toda la la historia.
Annie disparo algunas preguntas a Paul acerca del libro, pero Paul sacudió su cabeza para decir que no le contaría.
Se oscureció aun más, pero su voz era suave.
— Me estas poniendo muy molesta. Lo sabes, verdad, Paul?
— Por supuesto que lo se, pero no puedo evitarlo.
— Puedo hacertelo decir — dijo, pero sabía que no podía. Lo podía herir así diría un montón de cosas, pero no podía hacerlo contar una historia de la cual su final no sabía. La oscuridad comenzaba a desaparecer de su rostro. Estaba peleando un lucha imposible.
— Annie, no estoy siendo egoísta. No te lo estoy diciendo porque en verdad quiero que te guste la historia. Si trato de decirtelo, saldrá mal, y luego no te gustara y no querras el libro mas.
Y luego que pasaría conmigo?
— Pero Hezekiah en verdad sabia del padre de Misery? Puedes decirme al menos eso.
— Quieres la novela o quieres un cuento para dormir? — preguntó.
— No te atrevas a ser sarcastico conmigo! — gritó.
— Entonces no pretendas que no entiendes lo que estoy diciendo — le devolvió el grito.
Tiró de él en sorpresa y lo último de la oscuridad había desaparecido de su cara.
Estaba patinando sobre una delgada capa de hielo esta vez. Había esperado que se pusiera furiosa o depresiva, pero por el contrario volvieron a la vieja rutina: Paul escribía y Annie leía lo que escribía cada día y llenaba las letras faltantes. Pero él la había hecho enojar. Su furia se quedo junto la superficie, como sea, cuando se había complacido con la maquina de escribir, de perder la 'n'.
— Bueno, si te molesta tanto te tendré que dar algo para que pares de pensar en esa estúpida 'n' — dijo Annie. Dejo la habitación y la escucho en la cocina, buscando algo en los estantes. Estaba curiosa en su peculiar manera de 'estúpido' eso y 'sucio' esto.
Diez minutos después llegó con una jeringa, la botella del liquido oscuro y un cuchillo electrónico. Paul inmediatamente comenzó a gritar. Annie probó el cuchillo y Paul rogó y prometió otra vez ser bueno. El se retorcía en su silla de ruedas.
— Quedate quieto — ordenó — o usaré este cuchillo en tu garganta — se quedo quieto mientras ella servía el liquido en su pulgar y en el filo del cuchillo. Encendió el cuchillo y lo apuñaló en él, concentrándose en su trabajo. A medida que el filo impactaba en la carne entre su pulgar y su dedo, ella le decía -en una voz que sugería que esta iba a dolerle mas a ella que a él- que lo amaba.
Había cortado su pulgar en la mañana, y luego esa noche había entrado en su habitación, cargando una torta y cantando 'Feliz Cumpleaños a Ti. No era su cumpleaños. Habia velas al rededor de la torta, sin orden. Ahí, exactamente en el centro de la torta, como una extra vela grande, estaba su pulgar -su ahora gris pulgar- con la uña un poco quebrado porque a veces lo masticaba cuando pensaba. Si prometes ser bueno, le dijo, puedes tener un pedazo de torta, pero no tendrás que comer nada de esta especial vela. Así que prometió ser bueno -y así que no se iba a quejar de que a la maquina le faltaba la 't' y la 'e' ahora también.
Paul estaba casi dormido, sentado en su su silla de ruedas en la ventana, escuchando el continuo sonido de la cortadora de cesped y recordando. Saltó y se pregunto que lo había despertado. Al principio no creyó lo que estaba viendo fuera en la ventana, entrando en la granja de Annie; creyó que realmente estaba dormido.
Era una patrulla de policía.
Última edición por MalikLove el Vie 18 Ene 2013, 2:56 pm, editado 1 vez
MalikLove
Re: Misery - Terror/Suspenso
AASJDFHJDSDFDS O-O no puedes dejarla ahí!! es tan intrigante xD que enfermizo fue lo que hizo Annie con el pulgar de Paul o.o hubiese preferido que él la matara, pero bueno si llegó la policía espero que lo ayuden a salir de ahí, definitivamente es cierto que los escritores somos masoquistas y recordamos lo que duele xD
Ya quiero ver que pasará!! por favor sigue c:
Ya quiero ver que pasará!! por favor sigue c:
Patu
Re: Misery - Terror/Suspenso
Mi dios! Anny esta totalmente demente, como se le ocurre hacer semejante cosa.Yo con solo tocar el dedo con su cuchillo me desmallo.
Me encantaron los 2 capitulos
Espero el proximo capitulo
Besos
Me encantaron los 2 capitulos
Espero el proximo capitulo
Besos
Invitado
Invitado
Re: Misery - Terror/Suspenso
AAAAAAAAH Santo Dios ...!!!!! por fin la policia yuju....!!!!
sigue porfavor....!!!!
sigue porfavor....!!!!
Bianca
Re: Misery - Terror/Suspenso
Tienes que seguirla, por favor! Me llamo Anne y me encanta tu novela. Es una trama bastante interesante :P
Anne Hale
Re: Misery - Terror/Suspenso
Pero que pasa porque no la sigues???? :wut: quiero capis porfavor...!! ire hasta ti hogar y suplicare por otro cap :lloro:
Bianca
Capitulo 19 - Otro visitante
No gritaré!
Se sentó en la ventana, totalmente despierto ahora, totalmente consciente de que el auto de policía que estaba viendo era tan real como su pie izquierdo que alguna vez tuvo.
Grita, imbécil, grita!
Quería hacerlo, pero podía escuchar la voz de Annie diciendo, No te atrevas a gritar. Cuando trató de gritar su voz se secó y su mente se llenó con imágenes de el hacha y el cuchillo eléctrico. Recordó los sonidos: recordó gritando en ese entonces, pero sin obtener la atención de nadie.
Trató otra vez de abrir su boca -y falló; trató de levantar sus manos -y falló Un débil y escaso sonido salió de entre sus labios, y sus manos se movieron ligeramente en los lados de la maquina de escribir, pero eso fue todo lo que pudo hacer. Nada de lo que había sucedido en el pasado -excepto tal vez por el momento cuando se dio cuenta que, aunque su pierna izquierda se estaba moviendo, su pie aún estaba- era tan terrible como el infierno mismo por no ser capaz de moverse. En el tiempo real no tomó mucho tiempo -tal vez cinco segundos- pero dentro de la cabeza de Paul Sheldon se vio como años.
Podía escapar! Todo lo que necesitaba hacer era romper la ventana y gritar: Ayúdame! Sálvame de Annie! Salvame de la Dama Dragón! Pero al mismo tiempo otra voz gritaba: Seré bueno, Annie! No gritaré! Lo prometo! No cortes nada más de mi! Sabía que estaba asustado de ella, pero no dio cuenta hasta la extensión de su miedo.
Su mente le decía que iba a morir de todas maneras. Tan pronto como terminara el libro, ella lo iba a matar. Así que, si gritaba, y si el policía lo veía, y si eso hacía a Annie matarlo ahora, cuál era la diferencia? Tal vez dos semanas de vida. Eso no es mucho que perder, entonces, y es mucho que ganar. Así que grita, Paul, grita! Cuál es tu problema? Estas muerto ya?
El policía salió del auto. Era joven -de unos veintitrés años- y vestía unos lentes muy oscuros, que escondían completamente sus ojos y reflejaban la luz como un espejo. Él paró, a unos veinte metros lejos de la ventana de Paul, y se acomodó la chaqueta.
Grita! No grites. Grita y estás muerto. No estoy muerto aún. NO ESTOY MUERTO AÚN! Grita, cobarde! Paul forzó sus labios a abrirse, tomó aire en sus pulmones y cerró sus ojos. No tenía ni idea de lo que iba a salir de su boca. Algo iba a salir?
— Dragón! — Paul gritó — La Dama Dragón!
Sus ojos se abrieron. El policía estaba mirando alrededor de la casa. Paul no pudo ver sus ojos, pero parecía que escuchó algo.
Paul miró hacia la mesa. Al lado de la maquina de escribir había un pesado vaso de agua, el cual había estado vacío por semanas. Se deslizó y lo tiró a la ventana. El vaso se rompió y cayó en el suelo de afuera. Paul pensó que ese era el mejor sonido que jamás había escuchado. Dejó a su lengua libre.
— Estoy aquí! Ayudame! Cuidado con la mujer! Esta loca!
El policía miró hacia Paul. Con su boca abierta. Buscó en su bolsillo y sacó algo que solo podía ser una foto. La miró y caminó unos pocos pasos más cerca. Luego dijo las únicas cuatro palabras que Paul escuchó que diga, las últimas cuatro palabras que alguien escuchó de él. Después de eso hizo unos pocos sonidos.
— Oh, Dios! — exclamó el policía — Eres tú!
Paul se había quedado mirando al policía, así que no vio a Annie hasta que fue demasiado tarde. Ella todavía estaba con la maquina de cortar el césped, así parecía ser mitad humana, mitad algo más. Para ese momento la mente de Paul la vio como un dragón. Su cara se detuvo en una expresión de extremo odio e ira. En una mano cargaba una cruz de madera.
La cruz marcaba la tumba de una de las vacas que había muerto mientras Annie estaba en su Lugar de la Risa. Cuando el suelo se convirtió suave en la primavera, Paul miraba a Annie enterrar las vacas podridas. Le había tomado la mayoría del día cavar esos pozos en el suelo. Luego arrastró los cuerpos fuera del granero con su auto y las tiró dentro de los hoyos. Después llenó los hoyos otra vez, y solemnemente plantó cruces en la pila de tierra y citó algunos rezos.
Ahora ella estaba avanzando hacia el policía con la punta de la cruz apuntando a su espalda.
— Atrás tuyo! Cuidado! — gritó Paul. Sabía que era demasiado tarde, pero gritó de todas maneras.
Con un pequeño llanto, Annie clavó la cruz en la espalda del policía.
—AG! — dijo el policía, y dio unos pocos pasos adelante. Dobló su espalda y subió ambas manos sobre su hombro. A Paul le parecía como un hombre que intentaba rascarse la espalda. Al mismo tiempo, Annie bajó la cortadora de césped miró al policía. Se apresuró y quitó la cruz de su espalda. Él giró hacía ella, buscando su arma, y ella llevó la cruz a su estómago.
—OG! — dijo el policía esta vez, y cayó sobre sus rodillas, sosteniendo su estómago.
Annie dejó la cruz libre otra vez y la llevó a la espalda del policía, entre sus hombros. Los primeras dos golpes tal vez no habían sido lo suficientemente profundo como para matarlo, pero esta vez el poste de madera fue al menos cinco centimetros dentro de la espalda del policía. Cayó cara abajo en el piso.
— AHÍ! —Annie lloró, parada frente al hombre y sacando la cruz otra vez. — QUE TE PARECIO, TÚ SUCIA AVE!
—Annie, para! —gritó Paul.
Ella lo miró. Sus oscuros ojos brillaban como monedas y estaba sonriendo, con la sonrisa de un loco que paró de controlarse a él mismo por completo. Luego miró al policía otra vez.
—AHÍ! —lloró y clavó la cruz en su espalda otra vez -y luego en su cuello, y luego en su muslo y en su mano y en su espalda otra vez — AHÍ! — gritaba cada vez que descendía la cruz. Al final, la cruz se rompió.
Annie tiró la ensangrentada cruz rota como si no le importara y caminó lejos del cuerpo del policía.
Paul estaba seguro que vendría y lo mataría a él. Al menos, si sus intenciones eran herirlo, esperaba que lo mate a soportar a que corte otra parte de su cuerpo.
Luego vio al policía moverse. Todavía estaba vivo!
El policía elevó su cabeza del suelo. Sus lentes se habían caído y Paul pudo ver sus ojos. Era muy joven -joven, herido y asustado. Se las manejó para levantarse sobre sus manos y rodillas, pero luego cayó. Se levantó una vez más y comenzó a gatear a su auto. Tenía algo de medio camino cuando volvió a caer. Luchó denuevo. Paul las sangrientas manchas en su uniforme.
De repente el sonido de la cortadora de césped se hizo más fuerte.
—Cuidado — gritó Paul — Está volviendo!
El policía giró su cabeza con una mirada alarmante en su rostro. Buscó su arma. Eso es!, pensó Paul. Sacó su arma.
— DISPÁRALE! — gritó Paul.
Pero en vez de dispararle, la herida en la mano del policía hizo tirar el arma. Buscó con su mano el arma. Annie llevó la rueda de la cortadora de césped sobre la mano buscadora y el arma. El joven hombre en uniforme de policía gritó de dolor. Sangre teñía el césped.
Annie llevó la cortadora otra vez y sus ojos cayeron por un momento sobre Paul. Paul estaba seguro que su turno era el siguiente. Primero el policía, luego él.
Cuando el policía vio la cortadora de césped viniendo por él otra vez, trató de de arrastrarse hasta abajo del auto. Pero estaba muy lejos y ni siquiera se pudo acercar. Annie manejó el tractor tan rápido como pudo sobre su cabeza.
Paul se giró y vomitó sobre el suelo.
MalikLove
Re: Misery - Terror/Suspenso
Pero que Demonios pasa con esa mujer...! :wut:
Pobre Paul...la loca seguro le corta la otra Pierna o le corta la lengua... :lloro:
ay...ay...siguela porfavor...! :gasp:
Pobre Paul...la loca seguro le corta la otra Pierna o le corta la lengua... :lloro:
ay...ay...siguela porfavor...! :gasp:
Bianca
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