"Once upon a time" (Louis Tomlinson y Lila Tyler)

Sentí un cosquilleo en el cuello. Cuando abrí los ojos, me encontré con Louis jugando con mi cabello.
—¿Crees que un bigote rosa es genial? Quiero decir, si a ti te han dejado tener ese color, ¿por qué yo no puedo tener un bigote rosa?
Negué con la cabeza y le di un empujón en el hombro. Me había quedado dormida el resto del viaje, pero Louis tenía merecido haberse aburrido. Al menos yo no quedé inconsciente.
—Creo que un bigote rosa te haría ver muy gay.
—Que ruda, Lila —me dijo.
—Sólo estoy siendo sincera. Prefiero este look que tienes ahora.
—Por supuesto que lo prefieres, tú me adoras —fruncí el ceño al escucharlo. Alguien se estaba ganando una estadía en el pasillo.
—Lila, tengo frío —me susurró de repente. Tensé mi cuello, en el lugar donde su aliento chocó contra mi piel y me alejé un poco de él. El problema podía estar solucionado, él ya podía saber que me gustaba, pero seguía poniéndome nerviosa que fuera tierno si no había personas a nuestro alrededor. Suponía que me costaría acostumbrarme, aunque aún no tenía del todo claro si desde ese momento éramos “novios de verdad”.
Se acurrucó a mi lado y recargó su cabeza sobre mi hombro, esta vez no lo aparté y lo dejé acomodarse. Cuando volvió a cruzar sus piernas con las mías, retuve las ganas de salir corriendo y me quedé allí, sentada a su lado.
—Hey, Lila… —susurró Louis contra mi cabello. Giré mi cabeza para mirarlo y saber que era lo que quería, pero ni siquiera alcancé a divisar sus ojos cuando me robó un beso, así sin ninguna explicación ni motivo aparente.
Afirmó mi rostro con una mano y me atrajo mucho más hacia él. Cerré los ojos, contando los segundos. No era que me desagradara, pero aún no estaba mentalmente preparada para esto, para volver a estar en una relación, en especial después de pasar por tan horrorosos finales amorosos.
—Te sonrojaste —me dijo Louis cuando se separó de mis labios. Bajé la mirada un poco avergonzada, no por el beso, sino por el hecho de no haberlo correspondido. Supuse que Louis no quiso comentar sobre ello, ya que volvió a sentarse derecho y comenzó a contarme una historia de cuando tuvo que viajar con sus padres a un país de América.
No le presté mucha atención, continuaba debatiendo si debía aprovechar esta oportunidad y disfrutar al máximo la compañía de Louis, o desesperarme y estresarme por iniciar una nueva relación.
Decidí dejar que las cosas fluyeran, si Louis me quería entonces le correspondería. No tenía nada de malo ser feliz por un tiempo. Porque sabía que esto no terminaría bien.
Cuando al fin llegamos a la estación, a lo lejos pudimos ver a dos hombres de traje negro que se acercaban a nosotros. Al momento de poner un pie en el suelo, nos sostuvieron de los brazos y nos arrastraron hasta un auto también de negro y con los vidrios polarizados.
Uno de los hombres, que llevaba lentes, se los sacó y nos dedicó una mirada fría y acusadora.
—Señor Tomlinson, tenemos órdenes estrictas de su madre de llevarlo al internado. Además, ha llegado con dos horas de retraso y eso es inaceptable —tuve la leve sensación de que sus palabras estaban dirigidas a mí para hacerme sentir culpable. Enderecé mi espalda y junté mis piernas, me senté como una señorita todo el camino hasta el internado.
Cuando llegamos, al bajarnos del auto las miradas se posaron en nosotros. La mayoría a esta hora estaba ordenando sus cuartos, pero como este día en que todos llegábamos después de las vacaciones nos dejaban estar un poco más tarde la hora fuera, desplazando el toque de queda, casi todos salían a pasear al jardín a pesar del frío.
Por eso me sentí acosada con las miradas, algunas eran de escepticismo, no podían creer que la chica becada saliera de un auto tan lujoso y de la mano de Louis Tomlinson.
Me aferré al brazo de Louis mientras entrabamos por la puerta principal con los dos hombres a nuestras espaldas cargando las maletas.
—Bueno, como me han castigado y ya no tengo mi cuarto, no sé dónde me asignaran —me dijo Louis.
—No te preocupes, tienes que ir a la oficina de dirección, allí te dirán en que zona te quedarás, el número de pasillo y habitación —dicho así, parecía un hotel muy bien organizado, pero la verdad era fácil perderse. Si no fuera por eso, jamás habría conocido a Louis.
Sonrió y lo guie hasta la oficina, que estaba a un pasillo de distancia de la entrada principal por lo que no era complicado llegar.
Le pregunté a la secretaria por el cuarto de Louis Tomlinson, me dedicó una mirada que logró asustarme. No quiso dármela y me ignoró cuando le volví a preguntar.
—Por favor.
—Niña, ¿crees que soy tonta? Tengo prohibido darle el número de habitación a cualquier persona que no sea el señor Tomlinson.
—Entonces entréguemela de una vez por todas y no sea tan grosera con su futura reina —dijo Louis, apareciendo de repente. Él no había querido ir primero porque no entendía el sistema, pero me alegré de que llegara en el momento indicado.
La secretaria le dio con timidez un sobre grande y cuadrado a Louis, señalando que allí estaba su horario, la lista de libros del semestre y la llave de su habitación.
—Uhmm… me tocó la 48B —dijo cuando sacó la llave del sobre y vio que veía marcada con el número.
—¿48B? —le pregunté algo asustada.
—Sí, ¿por qué pones esa cara?
—Tiene que haber un error —le dije de inmediato. Di media vuelta y volví donde la secretaria, me miró con hostilidad y me preguntó que qué quería esta vez.
—Hay un error, al señor Tomlinson le dieron la habitación 48B.
Ella puso los ojos en blanco y buscó en la computadora el sistema de datos y archivos de la escuela.
—No, todo esta correcto, a Louis Tomlinson le corresponde el cuarto 48B.
No esperé a que me dijera nada más y volví donde Louis, que estaba a mitad del pasillo junto a los hombres de negro que no parecían fatigados de tener que cargar tanto tiempo con las maletas.
—¿Qué sucedió? ¿Tiene algo malo mi habitación? ¿Ocurrió un asesinato allí?
—No —le corté con sequedad.
—Entonces.
—La B significa el pasillo, el pasillo B. Y de la A a la M corresponden a la zona de los cuartos para chicas. ¡Y tú estás en la B! ¿Y sabes que es lo más sorprendente? —grité con ironía— ¡Que el número 48 es mi habitación!
Louis se puso pálido. Se tambaleó un poco, pero recobró la compostura de inmediato. Dormir con Louis no me molestaba, dormimos juntos todas las vacaciones, además, no creía que nos dejaran una sola cama, seguro pusieron un camarote. Lo que me ponía de nervios, era que toda la escuela se enteraría de que dormíamos juntos, y eso era lo peor, porque las chicas eran mil veces más chismosas que las de una escuela normal. Y se volverían locas si veían a Louis paseándose por el pasillo en pijama.
—¡Genial, compartiremos cuarto! —exclamó de repente. Lo fulminé con la mirada y le indiqué que no dijera una palabra más, o de lo contrario, lo golpearía.
—¿Qué tiene de malo? ¿Cómo si ya no hubiésemos dormido juntos? —le hice callar nuevamente.
Esto no había sido al azar, habían planeado todo esto, pero ¿con que fin? ¿Cuál era el propósito de todo esto?
—Bien, entonces vamos a mi cuarto —dije finalmente.
—Nuestro… es nuestro cuarto —hice como que no escuché eso y caminé por los pasillos con rapidez para despejar las ideas.
Cuando quise darme cuenta, ya estaba perdida… otra vez.
—Louis, nos perdimos —le dije.
Los hombres de negro se miraron entre sí y resoplaron, dieron media vuelta con las maletas y comenzaron a caminar en dirección contraria. Los seguimos y en menos de cinco minutos habíamos llegado a mi cuarto.
—Wow, ustedes son como un GPS humano —le dije en broma, pero ellos no rieron.
—Es nuestro trabajo cuidar del señor Tomlinson. Mientras tenga que estudiar como los demás y no esté en la seguridad de su cuarto, lo vigilaremos constantemente.
—¿Algo así como un guardaespaldas? —preguntó Louis, entrando a la habitación. Los hombres no dijeron nada y dejaron las maletas al lado de la puerta. La cerré antes de que nos regañaran.
—Louis, yo creo que más que guardaespaldas, tus padres te han enviado dos niñeras gigantes.