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Coven of salem - Página 9 Empty Re: Coven of salem

Mensaje por Jaeger. Dom 18 Ago 2019, 6:26 pm

Holis Coven of salem - Página 9 1477071114 primero que nada, pido disculpas por la tardanza. Tuve que editar varias veces el cap, por lo que si ven alguna incoherencia me avisan xd
Sin mas, les dejo el cap Coven of salem - Página 9 1477071114


CAPÍTULO 7
Ran Oniwbanshu & Darby Cross



En mi familia suelen contarte una historia. Nuestra historia. El nacimiento de las Cox y de todas las maldiciones que cargan en la espalda.

Alice Kyteder fue la primera mujer en ser acusada y condenada por brujería en Irlanda. Enviudo cuatro veces, y poco antes de fallecer el cuarto, confeso que creía estar siendo envenenado por ella. Esquivo la ley por un tiempo en el que uso sus grandes influencias hasta que escapó a lo que se cree que fue Inglaterra. Error. Escapo hacia Asia, Japón. Allí mantuvo su quinto y último matrimonio, del que nacería su única descendiente.

Los poderes de Kyteder se saltaron por varias generaciones y, poco a poco, se fue perdiendo sus raíces irlandesas junto al legado que había dejado atrás: el anillo. A partir de entonces, sus sucesores tendría habilidades débiles, que no se fortalecían sin enseñanza ni experiencia. Vivieron por mucho tiempo ignorando la brujería en su sangre. Hasta que nació Konoe Hanna en el siglo XVIII, hija de una geisha, dueña de una casa de té, y de padre desconocido. Hanna presento habilidades de adivinación desde muy pequeña, adelantándose a hechos que ocurrirían y en conocer el pasado. Era tan grande su poder, que pudo volver decenas de años atrás para encontrarse con la imagen de una mujer pelirroja: Alice, su predecesora. Poco a poco, con los vagos recuerdos sobre esta y su magia, Hanna fue abriéndose a un mundo oscuro donde solo ella podía ver con excelencia. Creo el primer aquelarre de Japón, amparo a brujas perdidas, ignorantes de sus capacidades y también a aprendices, dispuestas a seguir sus pasos. Las amaestro, las unió a su sangre y las hizo hermanas. La sororidad era el elemento principal del aquelarre: las brujas son tus hermanas, debes protegerlas.

Lo que parecía ser una casa de té de gaishas, se convirtió en su sala de experimentos. Los clientes alucinaban desde el primer momento en que se presenciaba la ceremonia de té, acompañando la hipnosis con instrumentos musicales como el taiko, el shakuhachi y el shamisen. Una vez finalizada la melodía y la ceremonia, los hombres perdían la noción del tiempo y sus mentes: veían todo lo que ellas deseaban que viesen, desde beber litros de sake, conversaciones absurdas y sin sentidos y mantener relaciones sexuales con ellas. Pero nada de ello ocurría, porque aprovechaban ese momento para explorar su magia en ellos.

Se convirtieron en las mas solicitadas de la región, tanto que empezaron a tener exclusividad. Solo clientes vip y con antaño podían asistir, o si bien era un político o un hombre de grandes riquezas. Una vez que las puertas se cerraban, se desataba el infierno: bebían sangre de cabra, informaban sobre secretos íntimos de la élite de Japón y hasta tener sexo con animales. Cada vez mas crueles y hambrientas de poder. Se convirtieron en mujeres poderosas, desafiando ante las reglas establecidas por una sociedad machista y oprimista.

Pero la desgracia se presento ante ellas cuando la bis nieta de Hanna, Meiko Konoe, se enamoro de un muchacho tímido y dulce que fue llevado allí para que perdiera su virginidad. Era el sujeto que Meiko debía utilizar como prueba de todo lo que se le había enseñado, para tomar experiencia, convertirse en una verdadera bruja y prepararse para ser la nueva cabecilla de la familia. Sin embargo, Meiko se enamoro y le entrego su corazón a ese joven. Los años pasaron en que sus encuentros se volvieron regulares y cada vez mas privados, despertando sospechas en sus hermanas.

Meiko fue enjuiciada por su familia, exigiéndole su confesión. Y así lo hizo: confeso que su amor por el muchacho era demasiado grande para querer lastimarlo, que sus promesas no eran en vano y que él la había aceptado en su condición de bruja. Entonces, todo acabo. Las Konoe fueron descubiertas utilizando magia oscura y, poco a poco, todos sus viles actos comenzaron a salir a la luz. Fueron cazadas y asesinadas, entre ellas Hanna. Con el corazón roto y lleno de rabia, Meiko lidero a las pocas que quedaron vivas y las llevo hacia los bosques, refugiándose en las cuevas de día y danzando solo en la oscuridad en la noche.

La primera maldición de las Cox se llevo acabo a través de un ritual: no tendrás hijos hombres, porque los hombres son especies viles y traicioneras.

La segunda maldición se presento sin quererlo, sin desearlo: una vez que te rompan el corazón, matara el amor en ti.

Tardaron años en que caminaran por la civilización, esta vez instaladas en otro país y con otra identidad. Las casas de té ya no era un negocio seguro y las brujas mas jóvenes se negaron a seguir reproduciéndose, arrepentidas por haber caido en el encanto de lo oscuro. Fue entonces que Meiko asentó la tercera maldición: a los 21 años, todas las brujas de esta familia tendrán hijas.

La historia de mis raíces están escritas en un libro que escribió mi tatara tatara abuela, la bruja Naya, de quién me nombraron en su honor. Este libro es como una biblia para mi familia, pues no solo contiene nuestro legado, también recetas de pociones y hechizos ancestrales. Las normas que debemos seguir, los rituales que se nos exigen y las maldiciones a las que estamos sometidas.

Uno de los rituales a los que debes ser sometida al ser una Cox, es el cambio de nombre. A los 6 años, me convertí en Naya Randalie Cox, dejando atrás a Rangiku Oniwabanshu. Tu nombre es reemplazado y debes dejar todo lo que has conocido en el pasado. Tu sangre se vuelve del mismo factor que las desconocidas que integran el aquelarre. Compartes ADN, por lo que figurarías como su autentica hermana si te hacen estudios de sangre. Todas se sentencian a las maldiciones una vez que aceptan ser una Cox. Por protección, sororidad y formación: es tu decisión.

Naya es como gran parte de las personas fuera de la magia es como me conocen. Pese a que insisto en que mi familia me llame por mi verdadero nombre y han aceptado mi decisión, fuera de mi hogar no puedo decir que soy Rangiku Oniwabanshu. En el otro mundo, los Oniwabanshu son una familia de cazadores desde hace siglos. Son un clan muy reservado y con pocos miembros. Sería demasiado riesgoso darles siquiera esa información. Por lo que he pasado gran parte de mi vida usando mi otra identidad, el de una chica normal y corriente como todas, siempre demasiado cuidadosa de no exponer a mi familia ni a mi misma. Porque esa es la lección que te dejan contándote la historia de Meiko: no confíes en nadie mas que en tus hermanas, mucho menos confíes en el amor. Es vulgar, vació y traicionero.

Aplique esta enseñanza en mi vida. La abrace a tal punto que todas mis relaciones terminaban por esa misma razón: me ocultas cosas, no eres abierta conmigo, ¿por qué no puedo conocer a tu familia?. El noviazgo se terminaba, pero no importara cuanto llorara por ello, yo no podía ser la Meiko que vendió a su gente por amor.

Un peso agrio se asienta en mi pecho cuando Salem trae las invitaciones de la boda de Cody, mi ex novio. Ni siquiera a él pude confiarle el secreto familiar, ni siquiera cuando fuimos amigos por tanto tiempo. Tuve que terminar con Cody hace dos años, cuando me mude a la mansión y deje de huir de lo que realmente era: una bruja. Pero, pese a que mis relaciones terminaban bien y manteníamos un buen trato, todavía me sabe amargo cuando ellos parecen continuar su vida sin mi y yo estoy estancada en una guerra mágica.

Con las rodillas sobre el suelo, abrazo a Salem con cariño, en busca de consuelo. Lo siento removerse, incomodo, aun así no lo suelto.

—Te extrañe—aplasto mi mejilla con la suya, quitandole un quejido.

—Vas a matarme, ¡suéltame! —intenta rasguñarme. Alcanzo a tomarle de sus garritas para evitarlo. Ya le he agarrado todas las mañas.

Le apretujo un poco mas antes de soltarlo.

—Insoportable.

—Te gusta que sea dulce contigo —le recuerdo acariciándole detrás de la oreja. Mis mimos parecen ceder.

—Recuérdeme salir con tu reencarnación una vez que salga de este cuerpo gatuno.

Me echo a reír a la vez que se va hacia las escaleras, subiendo. Seguramente va hacia mi cuarto para acompañarme en la dulce siesta que tomare merecidamente. Ayer fue limpieza de verano en el aquelarre Cox, y aunque yo ya no vivía allí hace tiempo, todavía quería sentirme parte de las pequeñas tradiciones que teníamos por año. El trabajo fue duro que incluso me quede a dormir, terminamos hoy por la mañana con el sótano, donde casualmente encontré dos libros: la biblia de las brujas y la historia de las Cox. Me lleve ambos a escondidas, consciente de que quizás la abuela pondría peros en tomarlos prestado.

Una mano se posiciona sobre mi hombro y la visión viene tan rápido a mi que me quita la respiración: fuego. Aurora y fuego. Como si me hubiesen golpeado en el pecho, el aire se me escapa y comienzo a sentirme mareada.

Fuego. Solo hay fuego.

Y desesperación.

Bruscamente, retiro la mano y doy pasos rápidamente hacia atrás con torpeza, cayendo de culo al piso. La sorpresa se remarca por el rostro indiferente de Aurora, pero no tarda en volver a su usual expresión.

—¿Estas bien? —pregunta educadamente. He aprendido que no lo hace por preocupación autentica, mas bien por cordialidad.

—S-si—asiento, manteniendo mi distancia. No acepto su mano extendida—Esta bien, puedo sola.

No se ofende por mi frialdad, y lo cierto es que me siento culpable por tratarla así. Es solo que no puedo dejar de estar a la defensiva cuando esta cerca, sobre todo después de las visiones que tuve respecto a ella.

—Cordelia pidió que te busque. Esta esperándonos en la sala.

Al finalizar su comunicado, Aurora se aleja. Me froto el pecho, aun sintiendo leves espasmos de pánico sacudiéndome, siempre es amargo cuando el fuego esta en mis visiones. Hecho un vistazo hacia las escaleras donde esta Salem, sentado en el descanso y moviendo su cola.

—Te espere por nada —gruñe.

—Lo siento.

—Solo ve a ver que quiere la vieja y luego me cuentas.

Se marcha yendo por el ala izquierda. Estoy por seguirlo, al menos para dejar mi bolso en mi habitación. No doy dos pasos cuando Spalding me lo arrebata, ni siquiera note que estaba tan cerca.

—¿Lo llevaras por mi? —no contesta. Todavía me incomoda que sea tan sombrío y callado, pero no puede negarse que tiene lindos gestos—Gracias.

Mientras Spalding se va, yo voy hacia la sala donde están las septem reunidas, sentadas en forma de circulo con Cordelia encabezando el concilio. La directora del aquelarre fija sus ojos en mi y me sonríe, gesto que le devuelvo y prosigo a dirigirle a mis compañeras. Hay una chica nueva de cabello rubio y piel palida. Le echo una sonrisa entusiasta con emoción, que tarda en devolver y un poco insegura. ¿Será otra septem?

—Bienvenida, Ran. Lamento molestarte cuando recién llegas.

—Esta bien—le despreocupo y tomo asiento a un lado de Catha, intercambiando un breve saludo.

—¿Por qué nos citaron?—pregunta Ava, aburrida, pareciera que el asunto le da mas lata de lo que debería.

—Quería presentarles a Narcissa —señala a la chica nueva—Ella es una de ustedes. Por favor, trátenla con amabilidad.

Salto de mi asiento sin poder evitarlo y voy hacia ella, tomo de sus manos y las envuelvo en las mías. Están frías, tanto que me llevo un sentimiento triste el hacerlo, aun así le doy la sonrisa mas grande que tengo.

—¡Es un placer conocerte! Soy Ran. ¿En que habitación estas? ¿Cerca de la mía?

—La estas asustando —se burla Catha sacando mis manos de las de ella—Además, Cordelia la dejo bajo mi cuidado. No te creas que vas a mimarla como a todas nosotras. Ahora es mi turno.

Le echo una mirada incrédula hacia Cordelia.

—Pensé que era yo quien se encargaba de las nuevas.

—Es que das demasiado —suelta Ava con sinceridad. Volteo a verla ofendida mientras que Aurora asiente con total acuerdo.

—¡Lave tu ropa la primera semana, y la tuya también, Aurora!

—Nadie te lo pidio—replico Ava encogiendose de hombros.

Le das mimos y es peor. Vuelvo a mi asiento sin quitarles la mirada fulminante por semejante traición mientras que Catha se pavonea porque tiene una protegida.

Cordelia se muestra divertida por toda la situación. De inmediato, su postura cambia y endereza su espalda, mas seria, por lo que se vendrá un asunto importante. Comienza a hablar sobre Taiga, una de las dos últimas septum. Una bruja que no sabe que es bruja, y que además parece tener una pésima memoria porque ni siquiera recuerda quien soy yo cuando hasta hace unos días estuvo en la mansión.

—Su caso me inquiera. No es casualidad que de pronto no recuerde nada.

—¿Crees que hay otros seres influyendo en ella? —inquiere Aurora.

—Son los vampiros—aseguré llamando la atención—Nosotras los vimos. Fueron ellos quienes la raptaron.

—Es cierto. Pueden haberse dividido para buscar brujas. Pero, ¿para qué?

—Talismanes —exlica Ava—Quieren talismales para salir a la luz del día. Hay que ser cuidadosas, atacaran en manada. En epocas de guerra, no se separan.
Me pregunte como es que Ava sabía tanto, luego recorde que ella provenia de una familia de brujas que llevaban un pacto con los vampiros. A diferencia de ella, Shay se nego miles de veces en hacerle favores a vampiros y licantropos, era mejor nunca mantener contacto con ellos.

—Exacto. Justamente como nosotras. —Cordelia le pasa a Catha carpetas que van pasando entre las presentes—Quiero que lean esos hechizos. Vamos a hablar sobre ellos antes de pasar a la practica y…

—Y luego podrán saltar la cuerda. Divino.

La reunión es interrumpida con Fiona Goode entrando en la sala, vistiendo su usual traje negro ajustado a su cintura, llevando un cigarrillo en la mano derecha, dándole una pitada antes de soltar el humo al aire. La cripacion de Cordelia es evidente: no le gusta nada la estadía de Fiona en el aquelarre, y creo entenderla por qué. Fiona me recuerda demasiado a Corine, cada gesto, palabra y movimiento, y se lo que conlleva mujeres con ese aura oscura: vendieron su alma en la tierra, por lo que no tienen nada que ofrecerle al diablo. No me agrada ser prejuiciosa, lo que es inevitable al tenerla frente a mi.

La mirada de Fiona me atisba de camino al centro, mi espalda se eriza ante lo incomoda que me sienta ser objeto su atención. Solo basta con que las comisuras de sus labios se levanten con soberbia. Se ha dado cuenta que me intimida, cosa que no debería ser tan obvio: alimenta su vanidad. Es la suprema, me recuerdo. Ella es la mas poderosa de todas las brujas que existen, no solo de este aquelarre, sino también de otros. Ha sido bendecida con las 7 maravillas, y estamos aquí para reemplazarla. Yo podría ser su reemplazo, y esa idea sigue sin ser saboreada del todo.

—¿Qué quieres, madre?—pregunta Cordelia con frialdad, centrando la atención de la mujer a su lado.

Lejos de ofenderse, Fiona estira la sonrisa vanidosa en su rostro y prosigue a lanzar otra pitada mas larga. Le arrebata a Narcissa la carpeta de hechizos para darles un vistazo rápido y tras unos segundos lo tira con desprecio sobre la mesa. Mi mirada viaja de madre a hija, enfrentadas.

—Es demasiado básico.

—Es lo primordial.

—Lo primordial es que aprendan a defenderse.

—Madre, por favor, no intervengas.

—¿Cómo no puedo intervenir? Yo soy la Suprema—le recuerda con arrogancia y orgullo. Tira su cigarrillo dentro de un jarrón—Levanten sus culos perezosos, novatas. Van a demostrarme que tanto están preparadas.

Se va sin esperarnos. Nos miramos un momento entre nosotras antes que las chicas decidan levantarse y seguirla, Cordelia suelta un suspiro recargado en el que comparte una mirada conmigo. Esta frustrada, molesta; y yo la comprendo, me siento igual con Corine cerca.

—Vamos, Ran.

Avanzamos hasta llegar a la puerta del sótano. Desde que me mude, la puerta del sótano ha sido prohibida y nunca he roto esa regla, ni siquiera cuando Salem me molestaba en que lo hiciese, solo para saber que ocurría allí. La mansión tiene muchos misterios que yo no descifre en todo ese tiempo, pues Cordelia insistía que serian revelados una vez que aparecieran las Septem. Faltaban dos, pero estamos la mayoría. Supongo que no quieren perder mas tiempo.

—Lo que ven aquí, no es una simple puerta —golpea con dos nudillos la madera de este. Toma en su mano la manija y la gira, adoptando un color diferente al gris que porta usualmente—La puerta esta encantada, al girar la perilla podrán tener accesos a 6 diferentes destinos. El rojo es para el sótano real de la mansión, el cual encantamos para entrenar a las novatas. Verde para el pantano afuera de Missisipi, amarillo para el bosque también a las fueras. Azul para el aquelarre de refugio, el aquelarre de las Cox.

Lo último me sorprende. No sabía que eramos el aquelarre de refugio.

—¿Existe eso?—inquiere Catha con curiosidad—¿Quienes son? ¿Podemos ir ahora?

—Son mi familia —respondo rápidamente, obteniendo las miradas sobre mi. Me encojo de hombros—¿Qué? Recién me entero que podría haberme ahorrado el autobús.

—El violeta es el mas importante y el que solo una de ustedes tendrá acceso a el—prosigue Fiona, moviendo la perilla hasta que esta cambia de color

—¿Solo una? ¿Por qué? —pregunta Narcissa, tan curiosa como todas nosotras.

—Porque solo una de ustedes será la suprema—explica sin mas—Lleva a un portal inmaginable.

—¿Usted ha entrado?

—Todavía puedo entrar.

—Si alguna de ustedes entra sin descubrir que es la suprema, morirá al instante —advierte Cordelia con seriedad—No es juego, así que no entren.

Por la gravedad en el rostro de ambas, nos tomamos muy enserio sus advertencias. O al menos yo lo hago.

—He preparado una pequeña prueba para ustedes—levanta mano y de su palma sale un diamante que brilla con fuerza, girando en el aire—Entraran allí para buscarlo, y quien lo encuentre primero tendrá una recompensa.

—Esto no es competir—aclara Cordelia—Si no…

—Claro que compiten. ¿Cómo crees que se motivaran para ser la suprema? —le interrumpe Fiona con obviedad—Ser suprema es  espectacular, jovencitas. Y ustedes deberían aspirar en grande si aspiran, no quedarse en el molde y aprender estúpidos trucos para la noche de halloween.—Preparense mentalmente. El domingo entraran aquí.

—¿Por qué el domingo?—pregunta Catha con curiosidad.

—Porque, a diferencia de ti, tengo asuntos de los cuales ocuparme—sentencio abriendo la puerta. La manija cambio a violeta y al abrir, lo unico que vimos fue un espacio oscuro—Solo las de mas alta categoría podemos entrar, perdedoras.

La puerta se cerro de golpe, sobresaltandonos.

—¡Yo también tengo asuntos, no ando bebiendo como usted!—le chilla explosiva.

—Si, diselo cuando ya se ha marchado —suelta Ava con sarcasmo.

—¡No ayudas!

La morena pone los ojos en blanco y se marcha hacia su habitación. La reunión ha finalizado.

—Vayan a sus cuartos, dentro de poco estará la merienda—Cordelia nos regalo una sonrisa que no llego a sus ojos. Aun seguía molesta y frustrada.

—¡Espera, Cordelia!—la detuvo Catha, echandole una mirada hacia Narcissa antes de volver a ella—Es la llegada de Narcissa, sería genial que salgamos a darle la bienvenida al aquelarre y a New Orleans. ¿Se puede?

Veo toda negatividad en el rostro de Cordelia, pero Catha tiene razón, deberíamos darle una bienvenida ahora que somos mas. No hemos hecho eso con ninguna, podríamos festejar todos en una noche.

—Es una buena idea, Cordelia. Por favor —junte ambas manos, suplicandole con un puchero en mis labios.

No parecia convencida, hasta que Catha me imito y codeo a la rubia que lo hiciera, un poco desconcertada. Aurora se quedo sin hacer nada, pero tras mas codazos de Catha finalmente accedio a juntar con sus manos, aun con su cara de poker. Cordelia termino por suspirar, derrotada.

—Quiero que vuelvan temprano.

—¡Si!—salta Catha con alegría, rodeando un brazo en el hombro de la pequeña rubia.

—Ran, estas a cargo. No se metan en ningun problema.

—Si, señora —hago un saludo militar y me uno al festejo de las demás.

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No pensé que el lugar que se refería Catha para festejar fuese la fiesta en una fraternidad. Me negué en absoluto seguir con eso, era peligroso exponernos a tanto en un lugar desconocido y con extraños. Pero tuve que aceptar, solo porque empezaron a gritarme que era una mojigata, una aguafiestas y toda una perdedora. Yo no tenia la culpa que me interesara mas estudiar que salir a fiestas.

Cathasach se empeñó en que todas saliésemos y disfrutáramos de nuestra juventud sin tener que preocuparnos de que otros seres mágicos nos rebanen la cabeza. Sería de las pocas veces que Cordelia nos concedería un permiso, por lo que insistía en que debíamos aprovecharlo. Ni siquiera dejo que Aurora fuera a su trabajo, vaya a saber con que la extorsiono porque no uso su tele transportación para huir en ningún momento. En cambio, Ava se escondió en quien sabe donde, la mansión tenia miles de pasadizos secretos de los cuales usar de escondite, pero Catha fue capas de encontrarla y arrastrarla a la gran aventura de esta noche.

Pataleamos un poco sobre como deberíamos vestirnos. Tuve la oportunidad de utilizar mi enorme valija llena de maquillaje en la que aplique en cada una de ellas, incluso en la tímida y dulce Narcissa. Catha le presto prendas para que vistiese—ella apenas y traía una muda de ropa—, y no tuviese que utilizar la ropa negra que estaba en su guardarropa. "Es una fiesta, no un funeral", argumentaba. Ropa cómoda, si, pero linda. Estuvimos todas de acuerdo con llevar tenis, nunca se sabe cuando debes echarte a correr por tu vida.

El taxi nos deja frente a la fraternidad donde ya con solo verlo desde afuera se nota que hay un desmadre adentro. La casa es de estilo victoriano, de tres plantas, con un extenso y verde jardín delantero. Por el chapoteo que escucho a lo lejos, imagino que debe haber una piscina.

Pronto me invade una mala sensación. No quiero estar aquí. Me planto donde estoy parada ahora mismo, interrumpiendo la marcha. Todas se detienen al darse cuenta.

—¿Y si mejor vamos a un bar?

—Deja de echarte hacia atrás, dijiste que vendrías —replica Catha cansina. Proteste todo el camino para que vayamos a un antro o lo que sea, no aquí.

—Pero es que...

—¿Tuviste una visión?—inquiere Ava con los brazos cruzados.

—¿Visión?—pregunta Narcissa por debajo.

—Es que ella es vidente. Ve cosas, así que cuidado que se entera de todo —le aconseja Catha dándole una palmadita en la espalda—Es toda una chismosa.

—¡Ey! ¡No es mi culpa!—protesto por la falsa acusación—No vi nada, pero no tengo un buen presentimiento. ¿Podemos ir a un antro? Conozco uno que...

—Ran, nadie aquí ha estado en una fiesta de fraternidad—la morena las señala y yo les presto atención a todas. Ava aun aburrida, Aurora indiferente, Narcissa curiosa.— ¿No podemos ser universitarias comunes por una noche sin nada de brujerías? Confía en mi, nada va a pasar.

—Pero, Catha...

—Si no quieres estar aquí, entonces vete—Ava me zarandea la mano en señal de que me marche—Nosotras nos quedamos.

—¡Chicas, no!

Sin embargo, ni Catha ni Ava me hacen caso, por ende, Aurora y Narcissa tampoco. Resoplo con fuerza mientras las sigo con los pies arrastrando. ¿Por qué nunca pueden hacerme caso? Soy la bruja de la adivinación. ¿No pueden entender que adivino que algo malo sucederá?

La puerta esta abierta de par en par, por lo que no hay nadie que nos reciba en la morada. Las luces de neon recorren por toda la casa con luces flash que por poco y me dejan ciega. Hay montones de universarios con sus tragos, ebrios a mas no poder. Diferentes actividades se destacan, como los que por poco fornican en los sillones, la mesa del beer pon, el aclamado juego de la manguera de cerveza y una pista de baile que suena la constante masacre que produce la música electrónica. Con solo escucharla perforandome la cabeza, logra que mi migraña se presente antes de tiempo. Maldita música electrónica.

Nos sofocamos ante las masas, tanto que para no perdernos nos tomamos de la mano, armando una cadena entre nosotras, y vamos pasando por los sudurosos cuerpos. Un tipo se me tira para darme un beso, pero Ava es mas rapida y le planta la palma de la mano de lleno en la cara para tirarlo hacia atrás, tropezandose de la borrachera. Suspiro agradecida, al menos nos tenemos entre nosotras para resolver cualquier problema. Finalmente, llegamos a la gran cocina donde hay pocas personas metidas ahí, mas que nada llenando y vaciando al mismo tiempo el largo refrigerador donde tienen toda la bebida.

—¿Esta bien asistir sin bebidas?—pregunta Aurora.

—Pues si esta bien o no, ya estamos aquí—respondo siendo la primera en ir hacia el refrigerador para sacar una cerveza—¿Que tal si empezamos con algo tranquilo? Beberemos esta cerveza entre nosotras y a la siguiente hora sacaremos otra.

Catha y Ava comparten una mirada antes de correrme casi a patadas. Mientras que Ava mecea muy contenta su botella de ron, Catha baila la botella de tequila en mis ojos. Son unas infantiles.

—Vete a casa, hermana Ran, que nosotras si vamos a disfrutar esta noche.

—Pero...

—¿Que es eso?—pregunta Narcissa con inocencia.

—Alcohol, mi aprendiz. El nectar mas sabroso que probaras en tu joven vida —le pasa el brazo por los hombros a la rubia con una sonrisa divertida—Veremos que tal lo llevas, solo no hagas el ridiculo frente al guapo.

¿Guapo?

—Pero es solo una bebida...

Catha chasquea con la lengua en desaprobación.

—No todos estan preparados. Tranquila.

—Deja de tanta chachara. ¿Donde diablos hay shots aquí?—Ava recorre los estantes buscandolos.

—¿Un chico?—digo en dirección de Catha y Narcissa. Aurora se coloca a mi lado—¿Vinimos por un chico?

—No es solo un chico, es muy atractivo—le guiña el ojo a la rubia, quien no parece entender nada.—Se hizo amigo de la novata, parecia muy interesado en ella.

—¿Interesado?—murmura la pequeña—¿Como va a interesarse por mi si apenas hemos hablado?

—¡Porque...!

El chillido de Catha es interrumpido de pronto, callandose de inmediato. Me extraño ante su actitud y busco con la mirada el porqué: han entrado un puñado de chicos, pero nada mas que eso.

—Ahi esta—señala con el menton—El de la camisa roja. Ese es el muchacho.

Aurora y yo lo miramos fijamente. En efecto, es un chico lindo y de gran sonrisa, parece simpático y tranquilo. A su alrededor, su aura revela su personalidad al instante: es transparente, fácil de leer. De buenos sentimientos, de corazón noble. No me pasa regularmente, solo pocas personas he podido descifrarlas por su aura. Otras auras son mas calladas, mas reservadas. Con mas barreras y códigos que descifrar.

—¡Aquí encontre!—exclama Ava contenta. Trae consigo limon y sal junto a los shot. Los llena de inmediato—Toda buena fiesta se comienza con un shot de tequila, eso es seguro.

—Nunca lo he probado —confiesan Narcissa y Aurora al mismo tiempo.

Catha suelta una exclamación de pura indignación mientras que Ava nos reparte el trozo de limon a cada una.

—Es hora de que sean bautizadas. Fijense bien: ¡primer paso! Laman su mano.

Las dos la miran como si se le hubiesen salido dos cabezas. Pongo los ojos en blanco y les muestro como deben hacerlo, lamiendo un poco la parte superior de la mano y le hecho sal. Ambas me imitan, seguido por Catha y Ava.

—Deben lamer la sal de su mano, beber el tequila, y muy rapido meterse el limón a la boca. ¿Esta claro?

Asienten, aun sin entenderle del todo. Me recuerda a mi cuando tenia 13 años y Lenna y Bella me obligaban a beber para que no fuera de bocona con Shay.

—¡Todas juntas!

—¡Uno, dos, tres!

Hago el ritual del tequila en el que me termino por comer entero la rodaja del limon. El tequila es muy fuerte y el limon me encanta, así que si logra disminuir el horrible ardor en mi garganta que se asentará pronto en mi estomago, mejor. Narcissa pone cara de asco de inmediato mientras que Aurora no se lo baja por completo.

—¡Esto es horrible!—exclama asqueada.

—¡Pero gusta con el tiempo! —replica Catha con orgullo y se gira sobre sus pies—¡Ey, Oliver! ¡Vente!

El nombrado gira en nuestra dirección con una sonrisa cordial, no es hasta que observa a la pequeña rubia en el que el reconocimiento pasa por su mirada. No tarda en acercarse a nosotras, de inmediato Ava y Catha la empujan hacia al frente.

—¡Narcissa! No creí que vendrías—le extiende un vaso rojo con contenido extraño.

—Ho-hola, Oliver—saluda tímida y acepta el contenido. Me echo hacia adelante para ver que es. Parece sprite, pero no hay que confiarse.

—¿Ellas son tus amigas?

—¿Amigas?—dice dudosa—En verdad, solo vivimos juntas...

—En una residencia para chicas, ella es nueva —Catha se adelanta para evitar que la chica meta la pata—¿Me recuerdas?

—¡Cath! —contesta recordándola, le sonríe de regreso antes de volver a nosotras—Es un placer, soy Oliver.

—Nosotras somos Ran, Aurora y Ava—señalo a cada una según su nombre mientras vamos aceptando su mano estrechada.

Soy la ultima en estrecharsela, y de inmediato la tomo, una breve imagen se presenta ante mi: Fuego. Todo es fuego. Fuego y Oliver esta...

Salgo del transe cuando Ava tira de mi para alejarnos de inmediato de Oliver, excusandonos de ir a buscar a un amigo.

—¿Qué te pasa? No puedes tener visiones aquí, te pones toda gelatinosa —me regaña de inmediato, echando una mirada hacia atrás.

—Lo siento.

También volteo para observar la situación. Aurora y Catha se han alejado, pues unos chicos se han entablado una conversación con ellas. Narcissa y Oliver están hablando animadamente, se la nota mas relajada. Él la toma de la mano y la lleva hacia la sala, aun comentándole sobre algo que no logro entender pero manteniendo una extensa sonrisa. Me zafo del agarre de Ava e intento perseguirlos, pero me intercepta rápidamente.

—Ran, por favor—resopla frustrada—Estas toda paranoica. ¿Qué te pasa?

—Es que no tengo buen presentimiento —insisto y tengo que abrazarme a mi misma. La angustia del pecho no disminuye para nada, mas bien aumenta.

—Narcissa no es idiota, no va a revelar mas de la cuenta. Ahora deja de paranoiquear y bebe esto—deja la botella de ron en mis manos, esperando a que fuese yo quien bebiera primero.

Quiero negarme y decirle que esto no es buena idea, que enserio deberíamos irnos o al menos no separarnos. Pero la mirada fulminante de Ava me dice que me obligara a beberme la botella entera si no lo hago por las buenas. Así que suspiro, intentando mantener toda la negatividad atrás. Es verdad, deberíamos aprovechar en vez de estar asustadas. Quien sabe cuanto tiempo tendremos antes que todo se estalle en nuestra cara.


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Nos pasamos la noche bailando en la pista de adentro mientras seguimos bebiendo. Por suerte, la música electrónica se ha movido hacia la pista de afuera, por lo que mis orejas no siguen sangrando de desagrado. La única que no ha bebido tanto es Aurora, quien admitió que no le encuentra mucha gracia el ponerse tan ebrio como lo estábamos Catha y yo, y ni hablar de Narcissa. Oliver tuvo que dejarla con nosotras porque estaba ebria como cuba y diciendo boberías sobre gatos que hablan y escobas voladoras. Las risas exageradas en cuanto escuchamos a Oliver llamaron la atención de todos, y es que era preferible hacerla pasar a Narcissa de loca que a que descubran que solemos jugar con el diablo.

El chico se quedo unos momentos con nosotros, preocupado por la pequeña rubia.

—Perdón, no sabía que se emborrachaba rápido —pide disculpas después de traerle una botella de agua a la chica. La hemos dejado en una silla a mitad de nuestra ronda para que no se escape de nuestros ojos, de paso la usamos como soporte si queremos perrear hasta el suelo.

—Esta bien, es que es la primera vez que bebe —le digo con una sonrisa sincera.

—¿Enserio?—abre en grande los ojos, arrepentido.—Diablos, yo...

—Descuida, no te preocupes —Catha aletea la mano para quitarle importancia—¡¿La estas pasando bien, Narcissa?!

La rubia asiente con la cabeza mientras levanta las manos en alto, bailando aun sentada, meseandose de un lado a otro. Oliver es llamado por un amigo y promete que volverá en un instante. Lo cierto es que es mas agradable de lo que pensaba, por lo que tal vez, solo tal vez no fue tan mala idea venir hasta aquí. Pero pese a que la estamos pasando bien, todavía no disminuye la angustia que ha estado persistiendo desde que me pare frente a esta casa.

Me sofoco del calor y le digo a Ava que iré al baño por un momento. Me cuesta encontrar el camino porque la casa se ha llenado aun mas de lo que estaba antes. Para mi suerte, una pareja salia muy amorosa de la habitación y aproveche para entrar rapidamente antes que alguien mas lo ocupara. Hago pis rapidamente y me mojo la cara y la nuca, en busca de bajar un poco el calor. Tengo la cara tan roja que parece un tomate, y todo por el alcohol.

Abro la puerta del baño cuando de pronto soy atropellada por alguien, empujándome dentro del baño. Es un chico mas bajo que yo, morrudo y de cabello castaño. Desprende mucho mas alcohol que yo en estos momentos.

—Disculpa, pensé que estaba desocupado —balbucea arrastrando las palabras. Miente, su aura es oscura. No me gusta como me mira, de esa manera lasciva, tan sucia.

—Descuida—trato de zafarme de la situación intentando pasar de él, pero enseguida al sentir sus manos en mi cadera, doy dos pasos hacia atrás—Solo quiero marcharme...

—Pero si ya estamos aquí, ¿no crees que podríamos...?

—No —respondo rotundamente.

Es como un deja vu, la misma situación hace seis años atrás. Me sube la bilis por la garganta de solo recordar sus asquerosas manos tocando mi cuerpo y sus besos recorriendome. Me asqueo al instante y la angustia crece. El tipo delante de mi no es el mismo de hace años atrás, pero eso no significa que no tenga las mismas intenciones. Ya no tengo dieciséis años, así que rapidamente tomo la tapa del tanque del retrete y lo sujeto en alto, amenazandolo.

El borracho se rie de mi y trata de lanzarse. Soy mas rapida y se lo doy de lleno en la cabeza, partiendoselo al instante. El sujeto cae en seco, y solo cuando comienzo a ver la sangre escurrirse me doy cuenta que no hubo necesidad de hacerlo. Levi me llevo a clases de defensa personal, me enseño a defenderme, ¿por qué no le aplique una maniobria y ya?

—¿Qué mierda hice?—aprete mis manos contra mi cabeza, angustiada.

No, no, no.


Tengo que salir de aquí sin que me descubran. Pronto comienzan a golpear la puerta y la ansiedad esta por ganarme esta vez. Lo arrastro con la poca fuerza que tengo, escondiéndolo en el armario del baño. Intento limpiar la sangre del suelo con el papel higiénico, tratando de borrar toda evidencia. Por ultimo, pongo el pañuelo verde alrededor de mi cuello y cabeza para ocultar mi rostro. Apago la luz al salir, aunque pronto se meten dos calenturientos que ni siquiera me dirigen la mirada, mas bien están centrados en seguir toqueteándose.

Ahora si hay que irnos. Si tengo suerte, el sujeto no recordara nada por el golpe, pero no voy a esperar a averiguarlo. Salgo casi corriendo por el pasillo, bajo las escaleras y por poco caigo sino fuese porque alguien amortiguo la caida. Me separo rapidamente para disculparme, pero me detengo de inmediato al notar que no es nada menos que Taiga, la bruja de cabellera roja y larga con mirada asustadiza y confundida.

—¡Taiga! —le chillo exaltada.

—¿Te conozco?—pregunta acomodandose la ropa.

—Yo... —me quedo callada sin saber que decirle. Mencionarle brujas, magos, vampiros y lo demás no parece recomendable. Hecho un vistazo hacia arriba, al parecer nadie se ha dado cuenta del chico en el armario—¿Podemos hablar en otro lugar?

—No, no te conozc—... ¡Oye!

Le tomo del brazo y tiro de ella hacia afuera en el patio, me quito el pañuelo verde y lo guardo en mi chaqueta, esperando que nadie viese esa acción. Llegamos a una parte mas apartadas y ella quita su brazo de mi agarre con brusquedad.

—¿Que quieres?—pregunta desconfiada.

La última vez se me escapo sin posibilidad de contactarme con ella. Es lo primero que necesito.

—¿Tienes celular?

—Si, ¿por qué? ¡Oye!

Se lo quito de inmediato del bolsillo trasero y tecleo rápidamente mi numero, evadiendola para que no me lo quite. Finalmente me llamo y mi celular vibra en mi bolsillo, por lo que se lo devuelvo al instante.

—¿Qué diablos hiciste? ¿Por qué...?

—¿Puedes llamarme mañana?

Abre la boca indignada y confundida. Le muestro mi celular con su numero en él.

—O puedo llamarte yo. Como prefieras.

—No entiendo, ¿por qué quieres que te llame? ¿Nos conocemos?

Estoy pensando en pedirle que me dé su mano, solo para intentar ver algo. La vez pasada fue inutil, y no dudo que esta también puede ser de la misma manera, por lo que desisto.

—Yo... eh... fuimos... compañeras en la primaria...

—¿Enserio?—se hace hacia atrás para darme otro vistazo—No te recuerdo.

—¿Realmente? Porque yo si me acuerdo mucho de ti.

Entrecerro los ojos sin creerme, pero a la vez me inspeccionaba como si se esforzara en saber quien soy.

—¿Y por qué quieres que te llame si no me acuerdo de ti?

—La pasabamos bien juntas, eso es todo —le regalo una sonrisa, intentando ser buena mentirosa una buena vez en la vida.

Taiga parece querer replicar algo, pero en cuanto abre la boca los gritos a nuestro alrededor opacan su sonido. Volteo hacia la casa, el humo comienza a salir de ella y, casi sin darme cuenta, las grandes llamas se empiezan a hacer presente por encima del techo. En lo unico que pienso es en las chicas, pero tan pronto lo pienso, la imagen del fuego y del olor de este consumiendo a su paso, me llevan a un transe.

Hace muchos años atrás...



Siento un tiron en el estomago junto con unas arcadas tremendas. Me tiro de rodillas al suelo y comienzo a devolver todo el alcohol que he ingerido en la noche. Tardo unos segundos en darme cuenta que ya no hay césped en el suelo, sino asfalto. Una mano me toca por la espalda y me sobresalto, lanzo un grito. Al levantar la cabeza, solo veo a Catha y a las chicas. ¿Donde esta Taiga?

Las escucho decir algo, pero mis oidos estan tapados. Es Aurora junto con Ava que me levantan a la fuerza y me obligan a correr mientras que Catha lleva a Narcissa en la espalda. Al voltearme, lo unico que veo es la casa de la fraternidad convertida en llamas y susurrar los gritos de auxilios de los estudiantes que aun quedan adentro.

Se me cierra el estomago de nuevo a la vez que se me caen lagrimas. Yo encerre a uno de ellos en el armario del baño inconsciente, por lo que debe estar muerto ahora.

Otro muerto mas en tu lista negra, Rangiku.

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Ninguna dijo nada respecto a la noche anterior y el incendio. Habiamos salido todas sanas y salvas, por suerte y escapamos antes que la policia y los bomberos llegaran. Así que estamos levantadas desde temprano, desayunando como si nada hubiese pasado anoche. Las noticias anunciaban la muerte de varios estudiantes a causa de un misterioso fuego que se pronunció de manera misteriosa. Señalaron que se debieron a los fuegos artificiales que pretendieron dentro de la casa, y espere que esa explicación fuese suficiente. Aquí ninguna era la bruja del fuego, pero ¿y si fue Taiga? Pero yo estaba con ella, nada sucedio. Nada anormal. ¿O si una de nosotras desperto el fuego, provieniente de los 7 maravillosos poderes?

Me lleve la taza de cafe a la boca, todavia con demasiadas dudas en la cabeza. Encima, ayer cuando justo podía lograr que Taiga me escuchara, se desató el caos y escapo. Solo esperaba que se encontrara bien, con vida; sana y salva. Mas allá de los problemas en los que podíamos estar involucradas, la seguridad y su bienestar me preocupaba bastante. ¿Cómo es que no podía recordarme si ya mas en una ocasión nos habiamos visto?

Todavía sigo azotada por la culpa de haber encerrado a ese chico. Debe estar muerto, ¿cierto? Pero su aura no era buena, puede que no sea una buena persona. De seguro no lo era. ¿O si?

La tranquila mañana se interrumpe bruscamente cuando el mantel de la mesa sale volando con todas las tazas y los aperitivos contra el suelo. Todas nos sobresaltamos por el acontencimiento inesperado. De inmediato, la figura de Fiona se hace presente, esta con los brazos cruzados y con la cara que jura a punto de llevarnos a la hoguera a una por una. Por desgracia o suerte, Cordelia ha salido.

—¿No crees que es temprano para tus momentos de demencia?—le pregunta Salem con el periodico en sus patitas, leyendo la sección de comics.

—No molestes, gato—Fiona mueve la mano en su dirección. Salem sale volando, por suerte cae en sus cuatro patas.

—¡Ey! ¡No te metas con él!—le grito levantandome de golpe, la silla cae hacia atrás en consecuencia.

A Fiona no le gusta mi actitud, por lo que en respuesta me lanza contra la pared. Mi espalda da de lleno al igual que mi cabeza, expandiendose el dolor poco soportable por mi cuerpo. Caigo de culo al suelo y me sujeto la cabeza.

—¡Ran! —chilla Catha—¡Ya, señora! ¡Tranquilicese que con violencia no se resuelve nada!

Sin embargo, Fiona hace estallar los recipientes con vidrios en la habitación, la luz comienza a entrecortarse y el canal de la televisión va perdiendo la señal. Narcissa grita asustada, tapandose las orejas y agachandose por debajo de la mesa.

—¡Ya basta, Fiona!

Con el grito de Ava, la mujer deja de provocar el disturbio en la sala. Catha saca a Narcissa que se aferra a ella, tranquilizandola con palabras suaves. Ava y Aurora la echan una mirada fulminante mientras que yo me levanto aun con la espalda doliendole como la mil mierda.

—¿Estas bien, Salem?—le pregunto al gato.

—Soy inmortal. Descuida.

Volvemos a la Suprema, quien no ha perdido su severa postura. Temo por un momento en que se halla enterado sobre el incendio de anoche, pero a basar por su actitud, creo que ya lo ha hecho.

—Lo que hicieron anoche fue estúpido. ¡Muy estupido! —nos grita furiosa. Tengo que pararme recta, por poco y me encorvo por la intensidad de su presencia—Mataron a estudiantes universitarios y ahora la policia esta buscando información sobre todos los que asistieron.

—La casa esta quemada, se habrán quemado las grabaciones —dice Aurora de inmediato.

—¡Pero las malditas redes sociales capturaron sus caras!

Me llevo una mano en la frente. Maldición.

—Si iban a causar desastres, al menos se hubiesen asegurado de no dejar ninguno con vida —rechista molesta y camina hacia uno de los estantes, sacando una botella de whisky antes de vertirla sobre una copa. Se lo bebe de golpe, intentando retomar la postura—Tienen suerte que ya halla lidiado con los policias que vinieron.

Creo que me he puesto blanca.

—¿Los policias?

—Si, policias, niña estupida.

—No fuimos las culpables del fuego, ni siquiera sabemos como empezo.

—Si estan tan dispuestas a crear problemas—me ignora por completo, vertiendo mas alcohol sobre el vaso—Entonces, ya estarán listas para la prueba.

Gira sobre si misma antes de volver por donde vino, con una clara señal de que la sigamos. Nos miramos entre nosotras antes de hacerlo, llegando hacia la puerta magica. Fiona gira la perilla varias veces hasta que se convierte de color rojo.

—Ese es el color del sotano...

—Ya lo sé—me mira cinica antes de continuar—Encante el lugar para que pudiesen divertirse.

La puerta del sótano se abre con brusquedad, sobresaltándome. Un helado viento sale de él, solo se observa oscuridad en su interior. Fiona lanza el diamante dentro de la habitación y se hace a un lado.

—Búsquenlo.

Soy arrasada por una rápida Catha. Aurora le sigue al instante. Ava es mas perezosa en ir, pero no por ello menos decidida. Narcissa es la unica que se ve algo asustada, pero Fiona la empuja para que entre de una buena vez. Me quedo en la entrada, no teniendo un buen presentimiento.

—¿Vas a pasar o no?

Los ojos de Fiona me cuestionan sin dejar de lado esa sonrisa socarrona. No quiero pasar, no tiene un buen sabor lo negro y mucho menos si debo competir contra las demás.

—Yo…

—Tranquila, estará todo bien —Salem me anima, moviendo su cola.

Solo porque él lo dice, asiento y prosigo a dirigirme hacia la habitación. Al instante en que pongo un pie dentro, la puerta se cierra bruscamente a mi espalda, empujándome. No voy a negar que estoy cagada hasta las patas de miedo. La oscuridad ha sido de mis peores pesadillas desde que tengo uso de memoria, y es que nunca sabes que podría suceder cuando no puedes ver absolutamente nada.

Pronto el frió comienza a calarme los huesos y tengo que frotar mis brazos en busca de un poco de calor, todo en vano. Por mas que camine y camine, los minutos parecen mas largos de lo que creo y ya he perdido la cuenta del tiempo que estado encerrada aquí. Estoy cansada, hambrienta y helada. Lo único que quiero es que alguna de las chicas encuentre ese diamante para ir a descansar. Creo por un momento recostarme en el suelo a esperar a que esto finalice, pero una pequeña luz blanca comienza a danzar en medio de la oscuridad. La sigo casi sin intensión, por poco sin darme cuenta que mis pasos también van a hacia ella. La luz desaparece de golpe, por lo que vuelvo a quedar a ciegas. ¿Será que alguien mas lo ha tomado?

Pasan los minutos y nada. Sigo divagando entre un espacio que no parece tener fin, cada vez sintiendo mas frió que antes. Si dejo de moverme, creo que los huesos se me congelaran, por lo que me obligo a seguir. Ha pasado al menos una hora desde que estoy encerrada, o eso creo, en verdad no lo sé con exactitud. Mi mente esta confusa, ni siquiera recuerdo bien que es lo que estaba haciendo aquí en primera instancia.

La luz vuelve, llamando mi atención por completo de nuevo. Esta cerca, muy cerca de mi. Estiro la mano para agarrarla, pero tan pronto la rozo, se escapa rápidamente hasta desaparecer. Comienzo a sentirme desesperada, angustiada y con muchas ganas de llorar. Quiero salir de aquí cuanto antes, se siente como si la oscuridad empezara a asfixiarme.

Me cuesta recordarme a mi misma que soy la bruja de la adivinación. Buscar es mi especialidad, debería serlo. Cierro fuerte los ojos, concentrándome en hallar el objetivo. Mi mente queda en blanco mientras siento una presión en ambas sien, llega a dolerme la cabeza por el esfuerzo. Abro los ojos y ahí esta el diamante frente a mi, flotando y brillando. Tiendo una mano para agarrarlo, y cuando lo tomo, es allí cuando el infierno se desata.

Una espiral de fuego comienza a rodearme con llamas azules y rojas, tan calientes que me queman sin tocarme. Las piernas se me quedan sin fuerzas y caigo de rodillas al suelo. Comienzo a ahogarme, todo gira de manera brusca y tétrica. Apenas puedo reconocer los rostros de mis compañeras observándome desde lejos, pero pronto la visión empieza a fallarme.

Fuego, fuego. Solo hay fuego.


Hay llamas por todos lados, alumbrando todo el espacio en negro. Puedo ver a las demás dirigir su mirada hacia a mi, sorprendidas. Intento decirles algo, lo que sea; mostrarles en cuan peligro estoy y que necesito, realmente necesito que me saquen de aquí antes de que muera. Los gritos resuenan por todo el espacio, multiplicándose por el eco. Tardo en darme cuenta que soy yo quien esta desgarrándose la garganta entre chillidos y la desesperación. Oleadas de calor me invaden y dejo de respirar. Intento decirme a mi misma, razonar con que solo es una ilusión. Pero es tanto mi horror que se me nubla la mente y solo puedo gritar.

Es la misma sensación de ayer, solo que esta vez puedo ser mas consciente, no perderme. Los recuerdos vienen como flashes en la cabeza y, al mismo tiempo, toman forma, color y textura. Me veo a mi misma tan pequeña y desprotegida en medio del incendio el día que mi familia se separo, Corine en el suelo, inconsciente y sangrando. Raiden con su pistola en la mano, apuntándole en la cabeza. De pronto, sus ojos giran hacia a mi y apunta en mi dirección.

Fuego. Fuego. Fuego.

—¡Ran, Ran! —apenas puedo reaccionar, es Aurora quien me zamarrea, sentándose en las llamas—Es solo una ilusión. Tranquila, voy a sacarte de aquí.

¡Esta es la visión que tuve ayer!


La chica intenta levantarme, pero tengo las piernas tan paralizadas y duras que se me es imposible hacerlo. Cada vez estoy mas mareada, mas asustada. No dejo de gritar.

—Me voy a morir, me voy a morir, me voy a morir—murmuro histérica una y otra vez como si fuese un disco rayado, casi sin respirar.

Las llamas se aumentan y Aurora hace un gesto de dolor, apartándose del circulo que me rodea. Esta vez, el fuego comienza a quemar. Escucho un sonido distorsionado junto a exclamaciones de mis compañeras. Segundos después, soy liberada por el frió y atrapada en la oscuridad nuevamente.

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Al abrir mis ojos, reconozco el techo y la luz de la luna filtrándose por la ventana. Es mi habitación. No soy capas de hacer otra cosa que centrarme en la nada, demasiado agotada como para hacer algo mas. Los recuerdos vienen solos sin llamarlos junto con un escalofríos que recorre todo mi cuerpo. El estomago se me revuelve y no lo soporto mas: giro hacia mi costado encontrando el cesto de basura y vomito la bilis dentro de él, convulsionando inútilmente sin sacar nada mas. Caigo de rodillas al suelo, agotada tanto física como mentalmente.

Fuego. Todo a mi alrededor lleno de fuego como hace años atrás. Me quedo quieta, casi paralizada el solo recordarlo. Fue horrible, demasiado.

—¿Estás bien?

Me sobresalto al escuchar de repente la voz de Aurora. Esta sentada en uno de los sillones de la habitación, cubierta por la oscuridad. Solo cuando se acerca, puedo observarla mejor. Viste sus típicas ropas oscuras mientras que la indiferencia no abandona sus facciones.

—¿Qué sucedió?

Camina hacia mi extiende una mano para ayudarme a levantar. Esta vez, si la tomo y me siento en el borde, aun descompuesta.

—Tuviste un ataque en cuanto viste el fuego. Comenzaste a gritar muy fuerte, tanto que tus poderes se descontrolaron y llenaste el sótano de agua. Casi nos ahogamos.

Se me escapa un jadeo al escucharla.

—No me digas que…

—Te falto poco para inundar la mansión. Ava te noqueo y nosotras tuvimos que limpiar el desastre.

Mis mejillas se enrojecen el solo pensar el bochornoso momento que pase y lo malo que debieron pasarla por mi culpa.

—Lo siento, yo…

—Es culpa de Fiona. Ella supo de tu fobia y aun así lo hizo.

No evito mostrarme molesta. No había derecho de ser tan desagradable con alguien, no era necesario que jugara con mis miedos.

—Pero, ¿Cómo supo que yo la encontraría?

—Dijo que eres la bruja de la adivinación, así que era mas probable que tu la encuentres—se encoge de hombros.

Asiento, aunque no muy segura. Hace poco que estamos todas juntas y todavía no hemos aprendido lo básico uno de la otra.

—Necesito preguntarte algo—dice directamente, acomodándose en la cama —¿Qué fue lo que viste?

—¿Lo que vi?

—Hicimos contacto físico dos veces, y las dos veces viste algo—explica con una mirada intensa. Presiento a que es lo que se refiere.—Quiero saber qué.

—La de ayer fue el fuego. Fue el momento en que intentaste rescatarme.

—¿Y la primera?

Me quedo callada sin saber como decirlo, pero creo que se la debo.

—Te vi a ti llena de sangre. Acababas de matar a alguien.

Aurora no muestra signo alguno de sorpresa. La indiferencia perdura en sus gestos.

—Comprendo. Gracias.

Se levanta de mi cama y camina directo hacia la puerta.

—¿Aurora?

—¿Si? —inquiere volteando hacia a mi. Le sonrió con cariño.

—Gracias.

—De nada.

Me quedo sola de nuevo y prendo la lampara a un costado de la cama. Mañana tendré que disculparme con todo el mundo por el problema que cause, no debí haberme descontrolado de esa manera. ¿Y si volvía a destruir una mansión? Suficiente había sido con una. Me recuesto esperando a que el sueño vuelva a mi, y aunque este agotada, no puedo siquiera pegar un ojo. Lo único que recorre por mi mente fue lo acontecido hoy a la mañana. El trauma revivió por unos instantes que por un momento creí tener una visión.

Tengo muchas ganas de llorar. Puede que hallan pasado años y sea inútil seguir sujetándose de él, solo que es imposible olvidar aquel día. Era verano, poco después de mi cumpleaños y el de Ren. Jugábamos a columpiarnos en el patio trasero mientras Raiden leía un comic, era un día como cualquiera en el que disfrutábamos nuestras vacaciones. Papá y mamá estarían adentro terminando de preparar el almuerzo y comeríamos juntos. No había nada extraño en los días anteriores ni en ese.

Oímos una explosión dentro de la casa que nos sobresalto a todos. Recuerdo que cruce miradas con Raiden y se levanto antes que nosotros.

—Esperen aquí.

Eso hicimos, aunque ambos solo queríamos correr junto a él para saber que era lo que pasaba.

—¿Deberíamos ir?—pregunte hacia Ren.

—No—respondió rotundo y serio.—Esperemos a Raiden.

Pero una segunda explosión se presento y destruyo parte de la casa. Chille tirandome al suelo, asustada. Ren me levanto como pudo, pues mi cuerpo se paralizo y sentía que no podía moverlo para nada. Raiden llego a los pocos segundos y nos cago en ambos brazos, corriendo en dirección hacia el bosque de la estancia donde vivíamos.

—¡No, no, no!—gritaba pataleando—¡Mamá, papá! ¡Todavía están en la casa!

—¡Basta, Ran! ¡Tenemos que huir! —insistía Raiden sin soltarme. Estaba asustado, tan asustado como nunca antes lo había visto.

En ese segundo, una visión fresca se presento ante mis ojos. Vi el asesinato crudo de mi madre a tal punto que tenia la textura de la bala traspasar mi propio cráneo. Eso fue todo para que me volviese loca. Pude escapar de sus brazos y corrí de vuelta a la casa, haciendo omisos a sus llamados. Esa fue la ultima vez que los vi.



Jaeger.
Jaeger.


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Coven of salem - Página 9 Empty Re: Coven of salem

Mensaje por Jaeger. Dom 18 Ago 2019, 6:26 pm


CAPÍTULO 7.2
Ran Oniwbanshu & Darby Cross
 


Frente a mi benefactor y a un lado de su progenitor, exponemos la información que hemos recopilado estos últimos meses. La figura frente a nosotros es un hombre joven, de porte elegante y frío como el mismo hielo. Raito Oniwabanshu siempre ha tenido ese rostro severo desde que lo conozco. He convivido con su indiferencia tantos años que puedo reconocer el mínimo de interés, pues cuando Raiden comienza a hablar sobre Rangiku Oniwabanshu, su expresión cambia.  

No es la única persona que se muestra sorprendida por ello, también lo hace Ren, su otro descendiente. Me veo en medio de una disputa familiar en la que no tengo interés alguno en participar, pero que de todas formas me han obligado a hacerlo. Raito da suaves golpes con sus dedos sobre el pomo de su bastón en forma de calavera y su mirada pensativa hacia un punto fijo. Raiden termina la explicación sobre el encuentro de hace semanas atrás.

—Estas diciendo que ella te reconoció incluso con la mascara puesta—una voz grave y agria sale de la garganta de Raito.  

Mi amigo asiente con la cabeza, tenso. Se ha equivocado y lo sabe, se esta preparando para la disputa.  

—¿Por qué no la mataste entonces?—envía una fría mirada en su dirección, luego procede a mi—¿Por qué no la mataste tú, Cross?  

—Raiden no me lo permitió.
 
No mentirle a nuestro líder es una regla sin establecerse. Ser leal como un perro guardián es natural. Servimos a esta organización, tenemos que rendirles cuenta a nuestro líder. Y mucho mas que un líder para muchos, un padre para mi.

—Raiden, Ren—les llama serio y sin abandonar su porte grácil—Es su hermana, lo comprendo. Pero ella ya no es solo eso: es una septem.  

—No hay necesidad de matarla. Ni a ella ni a las Cox—replica Raiden de inmediato, dando un paso al frente. Mantiene la compostura, esta lejos de enojarse. Es difícil hacerlo molestar, aunque no me creo que se tarde poco. Tiene de pasatiempo discutir con el líder casi todos los días.—Han sido un clan de brujas excelente. Viven con precaución. No han matado a nadie ni han usado su magia con fines egoístas. Ellas...  

—Ellas son brujas —interviene Ren, hablando por primera vez. Esta de brazos cruzados, apoyado contra la pared. A diferencia de Raiden, él no es tan sentimental y es casi tan frío como su progenitor—Esta en su naturaleza codearse con el diablo.  

—No podemos actuar en base de una suposición que no tiene fundamentos suficientes para sostenerse.

—Tampoco podemos confiar. No sería sensato.

—Lo que no es sensato es esta guerra—el pelinegro voltea su padre, dirigiéndose a él también—Es absurda. Debe acabar.  

—Eso tratamos de hacer.  

—No exterminando a las razas. No con masacres.  

—¿Esperamos a que nos masacren a nosotros entonces?—espera Ren, despegándose de la pared, acercándose—No seas débil. Han pasado quince años. Para este momento deberías saber que tu familia es quien te abraza en noches frías, no quien te ha dado una caricia.  

—No es debilidad. Se llama sentido común.

—Ya se ha perdido el sentido común hace bastante tiempo, sobretodo con las muertes de nuestros compañeros.  

—Por eso no los traerá de regreso—terco, Raiden sigue insistiendo con fervor su punto de vista.—Ella es nuestra hermana. No podemos matarla así porque si—intenta hacerlo recapacitar, en vano—Nuestra madre también es parte de las Cox.  

—Lo sé —asiente comprensivo, aun sin dejar de lado su convicción—Y por eso hay que matarla. Tan solo mira lo que le hizo a papá.  

Se quedan en silencio enfrentándose con la mirada. Lo cierto es que nuestro líder tenga la apariencia de un hombre en sus 30 años es suficiente explicación sobre por qué las brujas son un problema. Sin embargo, lejos de molestarse por la mención, Raito se queda callado y mirando a ambos con claro interés. Es obvio que los esta probando para saber quien se sentará en su silla próximamente. Raiden no, por supuesto. Su alma es demasiado pacifista y sensible para ocuparse de ese trabajo.

—¿Qué recomiendas, Cross?

Desvió la mirada de los hermanos Oniwabanshu, me enderezo y respondo:

—Deberíamos ser mas pacientes y observar sus movimientos. No es conveniente apresurarse.  

—¿Cuantas chicas son?

—Cinco, pero creo que han encontrado a otra—termino por explicarle sobre la muchacha que llego hace unos días gritando sobre brujas y un gato que habla.

—Manten un ojo en ella también. Otra pregunta, ¿Rankigu sabe manejar sus poderes?

—Solo ha creado olas de un metro.

La mirada del hombre se entrecierra, confundido.

—¿Solo un metro?

Asiento. La confusión en su rostro no se despeja y me gustaría preguntarle por qué, pero no sería pertinente. Aquí es la única persona que hace preguntas, no las responde.

—Padre, tienes que considerarlo—ruega Raiden, preocupado.—Puede que Rangiku convenza a las demás de firmar un tratado de paz.

—No—dice rotundamente. Esta vez, sus ojos se afilan—No haremos tratado de paz con las brujas. Sabes que no podemos confiar en ellas.

Raiden aprieta con fuerza su mandíbula, e intuyo una de sus imprudencias.

—Tu terquedad nos llevara a cometer mas errores.

Raito golpea el suelo con su bastón, molesto.

—¡Y tu estupidez directo a la muerte! Si no puedes comprender que debes proteger esta familia, entonces deja tu maldita placa y lárgate

Su hijo no responde, solo menea la cabeza con decepción y sale con pasos largos y rápidos de la oficina, no sin antes dar una reverencia. Ren lo imita antes de alcanzarlo, seguramente para continuar la pelea. No me retiro. A diferencia de ellos, yo no puedo irme tan fácilmente.

—¿Te has acercado a ella como te lo pedí?

Asiento afirmativamente.

—¿Raiden lo descubrió?

—Creyó que era una simple coincidencia.

Una sonrisa amarga se le cruza por el rostro.

—Es demasiado ingenuo. Demasiado sentimental y bondadoso —lo observo pensativo y sacude la cabeza—Él no puede ser mi sucesor.

—Con respeto, señor, tengo que acordar con usted—me atrevo a decirle. Puede que Raiden sea mi mejor amigo y es como un hermano para mi, pero eso no podrá quitarle todos sus defectos—Ren parece una opción mas fiable.

—Si, pero Ren y su problema... —pasa un mano por su rostro, cansado. Supongo que no debe ser fácil manejar a una organización de cazadores. Me da una mirada penetrante, alertándome—En cambio, tu...

—Yo tampoco tengo madera de líder. Me la pasaría mangoneando y gritándoles a todos.

—¿Y qué crees que hago todo el día aquí sentado?—replica con cierto humor, aunque poco audible. Raito Oniwabanshu no cambia su tono de voz serio y frió fácilmente.—¿Tienes el talismán que te dí?

—Si, lo he llevado conmigo tal y como me lo ha pedido.

—No te lo quites. De esa manera, ella no podrá percibirte en sus visiones. No sé que tanto ha cultivado ese don, pero desde niña se manifestaba, así que mantenlo contigo —asiento ante el consejo. El talisman es aro con un logo de flor de loto, el mismo que llevan Raito y sus hijos para evitar ser vistos por Rangiku; afecta sus visiones en cuanto esta cerca de nosotros—Sigue con la misión que te he encargado. Gánate su confianza, que te cuentes sus secretos. Haz que se enamore de ti.

Sé que no es pertinente preguntarle, aun así es necesario hacerlo. No quiero verme en un lío cuando todo esto finalice.

—¿Estaría bien que lo haga? —pregunto con dudas, precavido—Es su hija, después de todo.

Saca de su gaveta un puro y lo prende, moviendo la cabeza hacia atrás al igual que los mechones de cabello que caen sobre su cara. Espera hasta prenderlo y darle una pitada antes de responderme.

—Ren ya lo ha dicho: una caricia no la vuelve mi familia—expresa amargado, volviendo a sus pensamientos mas allá de mi existencia —Sigue con la misión y no la pierdas de vista. Puede llegar a ser tan o mas escurridiza como su madre.

—En verdad, ella no es...

—Darby —le presto atención. Nunca me llama por mi nombre si no es realmente importante —No me cuentes sobre ella sino es relevante para la misión.  

—Si, señor.

Le dejo la carpeta con toda la información sobre su propia hija. Raiden quita de allí una fotografía reciente, donde esta ella saliendo de la universidad mientras habla con una de sus compañeras, acomodándose el cabello a un costado y con una sonrisa tan grande que detona una carcajada. Se queda unos segundos observándola, perdido. No es hasta que la arruga en su puño y la lanza a la basura.

—¿Cómo va la misión para este fin de semana?

—Hemos logrado infiltrarnos exitosamente. Removimos recuerdos e instalamos nuevos.

—Llévate a Ren y quita a Raiden de la misión. Solo estorbara.

—Como usted diga.

—Retírate.

Doy una reverencia antes de salir por la puerta de madera tallada y cerrarla tras de si. Lo ha dejado en claro con todo aquello: es su hija, si; pero es una bruja, por lo que no hay espacio para los sentimientos. Con ello en mente, avanzo por el pasillo en dirección hacia la salida, pensando en los próximos movimientos.

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Arranco las malezas a los costados y paso la manga de mi chaqueta para quitar la tierra de la lapida. Hace tiempo que no he pisado el cementerio, y realmente no es algo de lo que disfruto. Muchos suelen decir que aquí yacen nuestros seres queridos, pero para mi se han ido en todos los sentidos de la palabra. Por debajo solo hay huesos, no están ellos. De todas formas, intento mantenerla estable. Dazz era quien se encargaba de esto en el pasado, y hasta que vuelva lo mantendré así.  

Hace tres años que no sé nada de Dazz, y mientras mas pasa tiempo, pareciera que se hace imposible de encontrarlo. Se interno en los bosques de Missisipi y no ha salido de allí, ni siquiera estoy seguro de que si siga con vida. En las manadas de lobos, se conocen entre ellos a la perfección, por lo que saben cuando uno es forastero. Entonces, si su vida corre peligro y podríamos hallar una solución para él, ¿por qué?

Raiden se para a mi lado, puedo reconocer su presencia después de tantos años metiéndonos en la boca del lobo y cubriéndonos la espalda. Mi amistad con Raiden esta desde que siempre. Yo nací y Raiden ya estaba en el mundo, esperando por mi. Un amigo, un hermano. Me ha salvado la vida mas de las veces de las que podría contar, muchas mas veces en que yo lo he hecho por él. Su corazón es noble, puro. Sus manos se manchan de sangre al igual que de lágrimas. Sin importar la dura crianza de su padre, los entrenamientos crueles y sin fin, no ha modificado para nada en él.

—¿Qué quieres?—digo finalmente tras un suspiro. Puedo intuir a qué ha venido.

—Ya lo sabes —hace una inclinación hacia mis padres, saludándolos y rindiéndoles respeto.

—No me lo pidas delante de la tumba de mis padres.

—Como si a ti te valiera algo —gira hacia a mi. Lo enfrento, consciente que es peor ignorarlo. Me mira con suplica—Por favor, Darby, no lastimes a Rangiku.

Siempre es un problema cuando los cazadores tienen parejas fuera de los clanes. Surgen inconvenientes como estos, por eso es que desde temprana edad nos designan una pareja y tras un tiempo debemos casarnos y tener descendencia para que nuestro clan siga creciendo. Si nos casamos con alguien de afuera, significa romper con toda la tradición que se vienen construyendo desde hace siglos. Si es cierto que hay familias que se casan con humanos, ese no es el peor de los casos; el peor de los casos es como el de Raiden, hijo de un cazador y de una bruja. ¿Cómo logras exterminar una raza de la cual provienes?  

—Es una septem.

—Es mi hermana.

Nos quedamos en silencio aun frente a la tumba. Raiden debe saber que no fue una coincidencia conocer a Rangiku, no es tan ingenuo como Raito lo pinta o como se hace ver. Lo que espero es que siquiera se imagine la verdadera misión que hay detrás.

—No puedes matarla solo porque es una bruja. Ella no lo eligió.

—Pero es lo que le toco.

—¿Eso aplicaría en Dazz también?

Giro bruscamente hacia él, fulminándolo de inmediato. Raiden no se echa hacia atrás, mas bien se acerca para enfrentarme.

—Dazz es distinto. Es un cazador.

—No, ahora es mitad cazador y mitad hombre lobo —azota la verdad con tanta fuerza que tengo que apretar los dientes. Esa sola idea me hierve por completo—Lo mismo que Rangiku, lo mismo que Ren y yo. Somos mestizos, tu hermano también lo es. ¿Sabes por quienes iremos después de las brujas?

—Raito dijo que...

—Raito dice lo que le conviene en el lugar y momento perfecto —replica de inmediato con frialdad—Yo lo conozco bien. ¿Acaso no crees que no me ha hecho promesas falsas como a ti?

Me quedo callado, pensando. Raiden se mantiene severo, conteniéndose.  

—Dijo que no tocaría a Rangiku, y lo primero que hace es mandarte a ti para meterte bajo sus faldas.

—No le he puesto una dedo encima.  

Por ahora.  

—Y no vas a hacerlo —la batalla de miradas no termina, ninguno esta dispuesto a dar su brazo a torcer—Ella no es una bruja mas, Darby. Te lo advierto.  

Cuando acepte la misión de Rangiku Oniwabanshu, o Naya Cox, supe que tendría que enfrentarme a Raiden en cualquier momento. Ren no es un problema, él entiende toda la situación. Pero Raiden... no hay lado por el cual culparlo.  

No le respondo, no puedo mentirle. La lealtad es un arma de doble filo, pues se esta debatiendo entre mi jefe-tutor y de mi mejor amigo-hermano. La guerra no acabará solo con salvar la vida de una bruja, eso es seguro. Una vez que se han roto los pactos, no hay manera de que se reconcilien sino hay charcos sangre de por medio que los haga desistir.    

—Darby...  

—Mantente en tu misión, Raiden. Yo me mantendré en la mía—sentencio finalmente, decidiendo mi camino y mi lealtad.  

Me marcho aun sintiendo su mirada a mis espaldas. Puede que no me lo perdone nunca, pero si así devuelvo un poco lo mucho que ha dado Raito por mi y asegurar el bienestar de Dazz, entonces estoy dispuesto a todo.

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Ran Oniwabanshu



Los siguientes dos días me la paso compensando a mis compañeras por mi descontrol con brownies y cupcakes, las chicas no parecen molestas, pero aun así me gustaría demostrarle lo mucho que me arrepiento de haberlas hecho limpiar la mansión por mi culpa. He evitado a Fiona con clara evidencia y no me molesto en ocultarlo. Ataco directo a mi debilidad y jugo con mi cabeza. Fue un ataque planeado. No lo hizo al azar, sino intencionalmente. La pregunta es: ¿por qué lo hizo? Apenas nos conocemos, ni siquiera hemos cruzado palabras entre nosotras como para que exista un rencor. O tan solo fue una prueba, no lo sé.    

Perdí mi celular en el incendio, así que perdí también el numero de Taiga. Apenas pude recuperarme, corrí a comprarme otro celular con el mismo numero, por lo que esperaría a que ella se comunicara primero. También compre uno para Narcissa, Cordelia insistía en que la ayudáramos a incorporarse en la sociedad, y aunque había cosas que todavía no entendía, se la pasaba en grande jugando al solitario.

Por la tarde, nos reunimos en la biblioteca del sótano. Admito que me asuste cuando supe que tendría que atravesar por esa puerta, solo que ahora no hay fuego y Fiona no esta; no hay peligro. Estamos sentadas en nuestros pupitres en círculos con un cuaderno y un bolígrafo cada una, observando a Cordelia al lado de una pizarra.  

—En nuestra primera lección oficial, vamos a retomar un poco de historia.  

Algunas exclaman por ello, y no evito pensar también que es un poco aburrido, aunque necesario. Salem, quien esta sentado en la silla de a lado, estira el cuello hacia a mi.  

—Es que ella vivió en esa época, por eso es que le gusta contarla.  

Me muerdo los labios para no echarme a reír, contrario a Catha que suelta una carcajada al aire. Todas las cabezas giran hacia ella, en especial Cordelia que le lanza una mala mirada. Le doy un golpe en el hombro para que se calle.  
—Hace siglos atrás, existían 7 brujas que llegaron a traspasar las barreras de lo común. Estas extraordinarias mujeres originaron mitos y leyendas que aterraron al mundo entero. Traspasaron las fuerzas de lo oscuro que ninguna bruja antes había logrado—explica mientras va escribiendo los nombres de nuestros ancestros en la pizarra—Las septem. Ustedes.    

Aurora levanta la mano, y solo habla cuando la rubia le asiente.  

—¿Entonces somos sus reencarnaciones?  

—No exactamente. Mas bien, son la segunda generación de septem.  

—Nuestros poderes es sucesorio por nuestra sangre —adivina Narcissa, anotándolo en su cuaderno—Solo nuestras descendientes pueden, ¿cierto?  

—Quizás sean sus tataras nietas las próximas septem. En fin, no era una historia tan larga—se apoya en el escritorio—Ahora les toca a ustedes presentarse. En el libro que les dí, también hay información de sus respectivos ancestros. Léanlo y preséntense entre ustedes.

Nos echamos miradas entre todas sin entender muy bien que es lo que pretende, pero no voy a perder tiempo en cuestionarle. Rápidamente lo abro y solo en las primeras paginas esta toda la información. La vida de Alice Kyteder esta escrita con lujos de detalles junto a una imagen de ella a color ocupando toda una hoja. No solo esta plasmado su historia, sino también sus mas grandes creaciones en el mundo de las brujas.    

—¡Genial! Me comía a los niños y así era jovencita—dice Catha con emoción, mostrándome la pagina.  

—Y estaba deschavetada como tu —se burla Salem, paseándose por la habitación.  

Catha no le presta atención y vuelve su atención al libro. Reviso brevemente el de las demás, deteniéndome en el de Taiga. No solo esta su bruja, sino que se debate en cual bruja de las que faltan será. Todavía me siento intranquila por su reacción de la ultima vez.  

—Suficiente. Preséntense.  

Otra vez compartimos miradas colectivas, ninguna queriendo empezar. Catha levanta la mano en alto para ser la primera.  

—¡Mi bruja se llama...!  

—Cathasach, habla sentada desde tu pupitre y empieza a contar quien eres tu primero—le interrumpe Cordelia, dándole las instrucciones.  

La morena no pierde los ánimos por ello y prosigue a sentarse, no por ello disminuye el tono de su voz.  

—Mi nombre es Catasach y tengo 20 años. Estudio en la universidad Artes Culinarias. Eh...
 
—Tus poderes—le ayuda la rubia.  

—¡Ah si! Mis poderes son electrokinesis, osea, manejo los rayos. Mi bruja era Thorna Najimy. La condenaron porque en halloween hechizaba a los niños y se los comía o algo así porque quería ser joven. —le da otro vistazo a su libro— ¡Ah! Les absorbía el alma, eso.  

—¿Por eso es que ahora absorbes la energía de otras personas?—pregunta Ava con sarcasmo.  

—¡Pensé que eramos mejores amigas!  

Ava le levanta el dedo del medio para luego ignorarla mientras que Catha se la queda viendo con la boca abierta, indignada. Me rió por la ocurrencia entre ambas.

—Narcissa—Cordelia la señala.

La nueva septem no se ve muy a gusto en ser la próxima en presentarse, pero de todas formas lo hace.

—Narcissa Bloom, tengo 19 años. Según esto, mi poder es herboquinesis. Mi bruja era Sarah Ellen, y se la conocía por sus practicas de curaciones que hacia con yerbas, además de su hechicería.— hace una mueca de asco— Al parecer, tomaba sangre para curarse de su enfermedad.

—No desconfíes, ricitos de oro. Beber sangre te levantaría de un resfriado —comenta Salem, lamiendo su patita.

Las presentaciones pasan sin mayores relevancias. Nos divertimos entre cada cosa loca que hicieron nuestras antepasados, como la mía que parecía tener relaciones sexuales con un demonio. Cordelia insiste que debemos saber sobre los poderes y la historia de cada una para que podamos acompañarnos mejor. Sin embargo, creo que esa historia no nos pertenece del todo. No es nuestra, no la escribimos nosotras. Pero seria demasiado pedir que nos abriéramos una con la otra cuando apenas nos conocemos.

Hacemos un repaso por las 7 maravillas: telequinesis, consilium, descendium, transmutación, piroquinesis, adivinación y vitalum vitali. Quien posea estos 7 poderes, tendrá la oportunidad de ser la Suprema de las brujas, con infinito poder y conocimiento, tal como Fiona. Empiezo a comprender porque su arrogancia es tan fuerte.

—Cualquiera de ustedes puede ser la siguiente Suprema—nos recuerda, callándonos de pronto—Una vez que estén listas, pasarán por las 7 pruebas que pondrán en prueba para determinar quien de ustedes es digna de tal honor.

—¿Qué sucede si no queremos esa responsabilidad?—pregunta Ava con los brazos cruzados.

—No es algo que puedan rechazar. Esta en su destino.

Lo ha dejado claro: es una sentencia.

—¿Por qué no podemos hacerlo ahora?

—Porque no han desarrollado sus poderes correctamente. Tienen que trabajarlos y prepararse para asumir el puesto. Además, faltan dos de ustedes.

La clase continua sobre mas historias sobre nuestras brujas y el por qué han sido tan poderosas. Es sencillo: todas lograron crear un anillo que encerraría sus poderes y habilidades únicas por las que dieron prácticamente su alma. El relato continua con la caza de las brujas de Salem, recordándonos que tanto miedo provocamos a la sociedad humana común y corriente. Por mi parte, no evito mirar el anillo en el pulgar de mi mano izquierda, preguntándome que tanto guardara en él. A simple vista, solo se ve un anillo como cualquiera con un diamante a verde azul, pero si le prestas mas atención hay pequeñas luces que navegan dentro de este. Parece demasiado obvio llevar solo un anillo, por lo que Cordelia nos recomienda usar al menos otro.

—Existen tres seres a los que deben tener extremo cuidado—dice paulatinamente, observándonos a cada una de nosotras—Vampiros, lobos y cazadores de la noche, sobretodo con este ultimo. Nunca hemos echo un tratado con los cazadores ni tampoco necesitarán nuestros poderes, por lo que es imprescindible evitarlos si es posible.

—¿Y si no es posible?

—Corran por sus vidas—responde a Aurora. Pasa por todos los pupitres para dejar una carpeta transparente—Allí dentro encontraran la información necesaria de cada uno de ellos, incluido el nombre del líder de la organización.

El corazón me late tan fuerte que creo que es un sueño. Con mis manos torpes y nerviosas, abro la carpeta para buscar la información de los cazadores. Recuerdo algo por un momento, algo del pasado. Hombres vistiendo las mascaras de cada familia con equipo de combate y dando una reverencia en su dirección. Una sensación se extiende por mi pecho cuando veo el nombre del líder de los cazadores: Raito Oniwabanshu.

Se me escapa un jadeo involuntario, robando miradas.

—¿Qué pasa?—Catha se estira sobre su pupitre para mirar mi hoja—¿Le tienes miedo a los cazadores?

—Miedo no es exactamente—mascullo pensativa. Analizo toda la información que hay del sujeto y pareciera que estoy frente a un extraño, y lo es: es un extraño. Después de dieciséis años lo es.

—¿Qué onda con los cazadores?

—Pensaba dejarlos a lo ultimo, pero si estas curiosa, Cathasach—asiente Cordelia, yendo hacia la pizarra— Raito Oniwabanshu es el mayor cazador de seres que existe. Proviene del clan de los Oniwabanshu, un linaje que ha sido una de las familias de cazadores desde los orígenes de los seres. Nacen con increíble fuerza y rapidez como todos los cazadores, entrenan a sus sucesores desde la cuna y han sido los lideres de la organización desde hace 900 años. Son prácticamente de la realeza.

—¿Cómo podemos distinguir a un cazador? —Narcissa pasea por las hojas, volviendo su vista hacia la rubia.

—Página 2. Llevan una insignia referente a su clan. Pueden encontrar desde tiburones a dragones. Hay variedades.

Me pica la garganta queriendo revelar lo poco que sé, pero que ellas no saben. No esta aquí en los registros, no hay nada demasiado relevante, por lo que no deben tener demasiado acceso a ellos. Sin embargo, las palabras no me salen. Tendría que decirles para evitar la muerte de mis hermanas en el futuro y se me es imposible.  

—Ellos no pueden caer ante nuestros hechizos. ¿Cómo los combatimos?—habla Aurora.  

—Un combate cuerpo a cuerpo sería complicado de ganar —opina Ava, echándose hacia atrás y soltando la carpeta hacia la mesa—Las maldiciones si, pero los hechizos no.  

—Por eso es que ustedes son las septem: ustedes pueden contra ellos—nos sonríe la directora del aquelarre. —Una vez que empiecen a enriquecer sus poderes y aprendan a manejarlos con debido control, podrán enfrentarse a ellos sin temer a la muerte. Por el momento, evitemoslos. Prosigamos con los lobos. ¿Alguien mas quiere agregar algo?  

Aprieto con fuerza la mano por debajo del pupitre e intento disimular que nada pasa, que esto no me afecta. Pierdo mi oportunidad cuando Cordelia comienza a hablar sobre los lobos y sus características. Casi no presto atención a nada, aun centrada en el nombre de mi progenitor: Raito Oniwabanshu. 50 años. Líder de la organización desde hace mas de 20 años. Viudo. Dos hijos. Nada mas. Solo yo conozco que Raito no enviudo y que tiene una hija bruja.  

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Al atardecer, Lenna pasa por mi en su camioneta y nos dirigimos hacia la casa de Levi, la cual queda apenas a unas cuadras de la mansión. Hoy es el día de inauguración, por lo que nos invito a las tres a festejar su regreso a la ciudad.  

Llevo puesto una blusa negra junto a una falda floreada, zapatillas y una chaqueta de jean. Intente no exagerar en la vestimenta, pues solo era ir a la casa de Levi, por ello las zapas y la chaqueta. Pero soy demasiado obvia, tanto que no pasa mas de un minuto de nuestro viaje en que Lenna me interroga.  

—Es impresionante como cambia tu guardarropa cada vez que vas a ver a Levi.  

Siento que las mejillas van a explotarme. A veces entiendo porque se meten tanto conmigo, soy demasiado transparente.
 
—No es por Levi.  

—Ni te molestes en negarlo—echa una sonrisa burlona en mi rostro mientras hace un cambio—Por poco y no se te salen los ojos cuando esta cerca.

—No es así...
 
—Claro que si. La pregunta es si ahora vas a hacer algo.  

Me la quedo mirando como si le saliesen tres cabezas de golpe.  

—¿Qué?  

—¿Estas loca? ¿Cómo voy a confesarme a Levi?—murmuro sin salir de mi impresión—Eso nunca ocurrirá.  

—No seas cobarde. Nunca sabrás que siente él si no lo intentas.

—¿Te ha dicho algo de mi?—me le acerco, el corazón me late tan fuerte.  

Lenna frunce el ceño y me quita de ella con una mano en la cara, empujándome.

—No te lo diré por pendeja.  

—¡Lenna!  

—No voy a hacerte las cosas mas fáciles—sentencia con la mirada hacia al frente—Pero si te preocupas que te rechace, podemos emborracharlo hasta que pierda la consciencia así no recordara nada al otro día

Me rió por su fabulosa idea, y aunque me gustaría pensar que esta bromeando, sé que lo dice enserio.  

—¿Y Bella?  

—Saldrá en 20 minutos de su turno. Nos verá allí.  

Asiento. Estiro el brazo hasta llegar a botón de volumen y le subo para sumergirnos en The Clash. Voy tarareando mientras vamos pasando por las calles de New Orleands. Paramos en el semáforo en rojo y aprovecho a aplicarme un labial de tono suave, a su vez, Lenna chequea su celular.  

—Oye, ¿qué paso con el sexy después de todo?  

Su pregunta me toma por sorpresa, tanto que se me corre el labial hacia un costado. Volteo a mirarla con suplica, deseando que no saque el tema a flote. Suficiente es que ella estuviera presente y se lo contara a Bella para que ambas me hagan bullying.
 
—Ya sabes que no paso nada.  

—¿Y no te gustaría que pasara algo?  

—Lenna, por favor.  

Mueve la cabeza hacia su izquierda, señalando algo de afuera. Estiro el cuello para observar detrás de su vidrio y mis ojos se abren en grande: el sexy esta estacionado fuera de una cafetería bebiendo un café, apoyando su espalda en la patrulla. Mi rostro se pone de mil colores y desvió la mirada hacia el otro lado cuando echa un vistazo hacia nosotras.  

—No pensaba hacer esto, pero si la oportunidad se presenta—Lenna finge un mal lamento. Empieza a bajar la ventana de su lado.  

—¡¿Qué haces?! —chillo desesperada y avergonzada. No lo haría.  

Pero la sonrisa que me regala me confirma que si lo hará. Intento detenerla, solo que ya es tarde porque se estira fuera de la ventana y agita uno de sus brazos al aire.  

—¡Oye, policía sexy! ¡Si, tu!—me tapo la cara sin poder creérmelo. ¿Cuando dejarán la maldita costumbre de ponerme en vergüenza?—¡Mi prima siente por haber vomitado tus zapatos! ¡Esta aquí a mi lado!

Me agacho lo mas que puedo, aunque me resulte difícil porque el cinturón me tira hacia atrás y no puedo cubrirme lo suficiente. Demonios, debo parecer una idiota.  

—¡Invítala a salir de nuevo si te la cruzas! ¡Solo aleja los melones porqué le dan arcadas, ya lo comprobaste!  

Estoy rogando por dentro que el semáforo se ponga en verde. Para mi suerte, Lenna avanza a los pocos segundos. Me enderezo y echo una mirada por el vidrio detrás. Darby esta mirando en nuestra dirección y en un momento intercambiamos miradas. La desvió de inmediato volviendo al frente, demasiado apenada por la bochornosa situación. Le lanzo una mirada fulminante hacia Lenna mientras una sonrisa de malicia azota en su rostro.  

—¡Te odio!  

Explota en carcajadas.  

—Eso te pasa por vomitarme a mi también.  

—¡No fue mi culpa!  

—Claro que si. Eres una pendeja.
 
Suelto un grito de frustración, lo único que provoca es que mi prima siga riéndose de mi. Un día de estos me las voy a cobrar todas.

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Cenamos el tteokbokki que prepara Levi para agasajarnos, Lenna descorcha un vino francés que trajo de su ultimo viaje y nos sentamos los cuatro a degustar. Cuando vivíamos juntos solíamos pasar el tiempo libre compartiéndolo, sino era aprendiendo a cocinar, era jugar a la play station y pelear por a quien le tocaba lavar los trastes. Aquellos días parecen tan lejanos que asusta lo melancólica que me vuelve el traerlos de regreso. Mientras que ellos ya han avanzado en su vida personal y laboral, yo siento que mi futuro es incierto. Dependo de un destino que aun no conozco y de una guerra que viene galopeando desde hace bastante. Intento desviar los malos pensamientos y centrarme en esta noche, disfrutarlos antes de que la rutina me los arrebate.

Levi cuenta sobre como le va en el nuevo trabajo, nombrado como una de las promesas mas grandes dentro del campo de neurocirugía. Bella y Lenna comentan sobre lo difícil que es ser interna y como odian a Mona, su doctora a cargo. Ambas se especializan en cirugía, y han creado una fuerte competencia entre ellas para determinar quien es la mejor.  

—Ella se robo mi paciente —dice Lenna con rencor mientras terminamos de limpiar la mesa.  

—No es mi culpa que seas lerda —Bella pone los ojos en blanco y le da un ultimo trago de vodka de sabor frambuesa—Su tumor aumento 32 kilos. Fue alucinante servirle al paciente.
 
—¿32 kilos?—exclamo sorprendida. Ahora entiendo porque Lenna esta tan rencorosa.  

—Solo estas celosa porque yo he tenido casos mas interesantes.  

—Reconocer una pierna entre cinco no lo hace interesante.  

—Muérete de envidia. Gracias a mi recupero su pierna.

Levi se ríe desde la cocina mientras lava los trastes, yo estoy a su lado secándolos. La casa es hermosa y espaciosa, es tan hogareña que no pareciera que hasta hace pocas horas termino de instalarse. La cocina esta abierta al comedor por un rectángulo en la pared, por lo que podemos observar todo desde primer plano.

—Ustedes sigan peleándose, que cuando llegue Ran las hará trizas.

Parece que me la he pasado con la cara roja en todo el día, pero es que no puedo evitarlo si él me hace un cumplido. Le devuelvo una sonrisa tímida mientras escondo mi rostro entre las mechas de cabello, intentando centrarme en mi tarea.

—¡Casi lo olvido! —chilla Lenna, dejando de lado la pelea—Adivina a quien vimos de camino aquí.

Mis sentidos se ponen en alerta y no lo dudo un segundo en tirar el paño en su cara.

—¡Ey!

—¡Deja de molestarme!

Pone los ojos en blanco, esta vez decide no joderme y cambia de tema con Bella, sumergiéndose en una de sus charlas sobre sus pacientes y sus casos. Yo agradezco que no diga nada frente a Levi, suficiente vergüenza he tenido por hoy como para que sigan jugando conmigo.  

—¿Cómo has estado?—pregunta el castaño, ahora va por la olla donde cocino.

—Bien, lo usual —me encojo de hombros sin ser demasiado explicita.

—¿Las cosas en la mansión?

Me cuestiono si debería contarle lo que sucedió hace días atrás, cuando el fuego me rodeo y me transporto a un crudo pasado. Pero no quiero preocuparle, ni a él ni a las chicas. Solo espero que una experiencia como esa no se repita.

—Han llegado chicas nuevas. Todas son lindas.

Se forman los hoyuelos de sus mejillas al sonreír. Me gusta cuando Levi sonríe porque pareciera que el ambiente se ilumina diez veces mas. Tal vez todavía este colada por él, no sé. Su aura ha estado mas tranquila y relajada que desde los primeros días en que regreso. Parecía mas oscura, cerrada; la sentí agresiva por momentos. Pero parece volver a ser el Levi que conozco.

—A tus ojos todo el mundo es lindo.

—Excepto los nazis y las cucarachas.

—Cierto, ¿todavía les tienes fobia?

Asiento tras una sonrisa. Como olvidar cuando vi a una y fue suficiente para quedarme encerrada en mi habitación, limpiando excesivamente todos los días.

—¿Y el fuego?

Me tiemblan las manos al solo recordarlo.  

—Bueno, eso también es un problema aun —le reconozco, volviendo a mi tarea de secar la vajilla—Pero nada que pueda controlar.

Gran mentira, y él parece notar mi voz temblando. Intuyo su próxima pregunta y me preparo para combatirla, un sonido seco nos distrae a ambos y fijamos la mirada hacia delante. A Lenna se le ha caído mi bolso cuando se ha levantado de la silla.

—Puta madre.

—¿Ves? Tor. Pe.

Lenna le echa una mirada fulminante a Bella mientras va levantando mis cosas para meterlas de vuelta en el bolso.  
—Esta bien, yo lo levanto ahor-...

—¿Qué es esto?

Observo los dos sobres blancos en su mano y de inmediato dejo mi trabajo a medio hacer para correr hacia ella. Lenna es mas rápida y se levanta de golpe para alejarse de mi, Bella le hace de escudo para que yo no pase.

—¿Qué ocultas, pequeña bruja?—Bella se mofa con los brazos extendidos a sus costados, protegiendo a la pelinegra.

—¡Déjame pasar! ¡No lo leas!

—¡Es una invitación de bodas! —chilla Lenna desde atrás, escucho como rasga el papel antes de leerlo. Se queda en silencio y dejo de luchar, segura de la continuación—¡Gilipollas!

—¿Qué?—Bella abandona su posición de escudo humano para arrebatarle una de las cartas a Lenna—¿Cody? ¿Cody Smith te ha invitado a su boda?

—¿Quién es Cody?—pregunta Levi desde la cocina.

Otra vez mis mejillas parecen explotar, y ya presiento el regaño que vendrá de sus bocas. Me siento en la silla mas cercana, rendida ante su interrogatorio.  

—Cody es su ex novio, un imbécil por lo visto —le contesta su hermana, tomando asiendo aun lado de Lenna.

Ni siquiera me atrevo a mirar hacia atrás.

—Trae mas vodka—le orden mi prima antes de volver a mi, cruzada de brazos y con la espalda recta en el respaldo—¿Te invito a su boda? ¿Qué le pasa? ¿Se olvida que saliste 2 años con él?

—Yo no le veo nada de malo. Terminamos bien.

—¿Y eso qué? ¿Tiene que refregarte en la cara su suicidio?—replica Bella, esta rompiendo la servilleta de papel. Parece que su ceño no puede fruncirse mas de lo que esta.

—Oigan, estoy bien. No me molesta.

—No es si te molesta, sino de que no debería ser tan imbécil de enviarte la invitación de su boda por correo.

—En verdad—me paso una mano con la nuca, sin saber como comentarle lo próximo—Me llamo antes y me comento de la boda.

—¿Y por qué no nos contaste antes?

La miro con obviedad. Se iban a poner locas como ahora, esperaba que ni siquiera se enteraran. Levi aparece en ese momento dejando la botella arriba de la mesa, mirándome intenso y serio. Los nervios se me crispan ante ello y desvió mis ojos de él. Lo siento sentarse en el medio de nosotras.

—¿Qué mas te dijo?

—Que si me parecía bien ser su madrina de bodas.

Ambas abren la boca en grande sin poder creérselo. Ahora si que no se como terminar la noticia.

—Y le he dicho que si.

—¡¿Qué?!—exclaman ambas.

Me llevo al menos media hora de insultos, reproches y consejos sobre como no debo dejar que la gente me trate como pendeja, "¿pero como puedes defenderte si ya lo eres?" dice Lenna, y en parte tengo que darle la razón. Yo tampoco quería serlo, lo vi innecesario de su parte. Solo que cuando estaba por negarme, recordé que alguna vez fuimos mejores amigos. Cody no es un mal chico y siempre se ha comportado demasiado bien conmigo. Que quisiera que yo fuera su madrina de bodas, supondría que me necesita en un momento tan importante en su vida.

Explico esto a mi familia, pero esta no parece escuchar en lo absoluto.

—¡Que se vaya a comer mierda! ¿Es que no tiene mas amigos para pedirle el favor?

—Y tu que aceptas—suspira Bella, frustrada—Sabes que es mejor cortar de raíz y hacerle un funeral. Los ex novios son problemáticos.

—Para ti todo es problemático —interviene Levi con sorna en su voz. Voltea hacia a mi, sonrojandome al instante—Creo que esta bien si a ti te parece. Yo te apoyo.  

—Gracias, Lev.

—¡No la animes a semejante locura! —le regaña Lenna, hace bolita una servilleta y se la lanza en la cara. Levi extiende aun mas su sonrisa por ello—Pero lo harás de todas formas. Ustedes son mas tercos que una mula.

—Burro hablando de orejas —se ríe el chico y toma una de las invitaciones—Te ha dado dos, así que supongo que irás con un acompañante.

—Si, me dijo que podía llevar a alguien —le lanzo una mirada esperanzada a mis primas, quienes me ignoran por completo—Vamos, solo necesito un fin de semana de alguna de ustedes.

—No voy a desperdiciar mi trabajo en el hospital solo para ver al lamepollas de tu ex yendo a su sentencia, asi que olvídalo.

Miro hacia Bella, que con su expresión aburrida simplemente menea la cabeza. Ninguna de ellas va a dar su brazo a torcer.

—Yo te acompañaré—el corazón se me paraliza al escucharlo a Levi ofrecerse. Empieza a latir tan rápido cuando forma una sonrisa y sus hoyuelos saltan a la vista—Me compre un traje nuevo y es una ocasión perfecta para usarlo.

Me sobresalto cuando Lenna golpea la mesa, ni siquiera me da tiempo de reaccionar. Tiene una expresión como si ha descubierto algo alucinante.

—¡Eso es! ¡Ve con Levi! —exclama contenta—Cuando el idiota de Cody te vea con el hombresote de Levi, sabrá que has conseguido algo mejor que esa porquería.

—No es una competencia...

—¡Claro que lo es! ¡Él recordará cuanto te gusta Levi!

Se me explota algo por dentro el solo escucharla. Me tapo la cara con las manos mientras ella sigue explicando la grandiosa idea de demostrarle a mi ex novio que no es nadie en mi vida y que tengo de pretendiente a un neurocirujano exitoso y mucho mas atractivo que él. Bella no hace mas que reírse de mi desgracia y Levi no pronuncia nada, pero estoy segura que esta sonriendo, divertido de toda esta situación.

—¿Vodka?—dice en mi dirección. Ni siquiera lo miro, solo asiento.

Me sirve en un shot y lo bebo de un solo saque. Realmente voy a hacerles pagar todas.

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Después de unas horas entre mas alcohol y momentos bochornosos, Lenna y Bella se quedaron dormidas sobre el sillón mientras terminábamos de ver Grace y Frankie. Levi se ofrecio a llevarme y no iba a dejarme que tomara un taxi, así que acepte con pena, aun afectada por la maldita bocota de Lenna. El viaje fue tranquilo, Levi no menciono nada sobre lo que dijo la pelinegra como no lo hizo en el resto de la noche. En parte se lo agradecía, ya suficiente vergüenza fue por hoy y los próximos 20 años. Es que una parte de mi quería escuchar su respuesta, pese al medio de un posible rechazo.

Estaciona en la mansión y me dispongo a pasar la correa del bolso sobre mi hombro. Intento no parecer un manojo de nervios cuando realmente lo soy, pero soy tan mala disimulando que no creo que se lo trague.

—No te molesta que te acompañe a la boda, ¿cierto?

Los nervios vuelven a jugarme una mala pasada. Siento un nudo en la garganta que no me permite hablar, por lo que solo meneo con la cabeza, tímida para enfrentarlo.

—Será a las afueras de la ciudad y tendremos que hospedarnos en un hotel, ¿no es así?

—S-si.

Parece pensárselo unos segundos que parecen una eternidad.

—Bien, te recogeré el viernes después de las 18 pm.

—No es necesario si estas ocupado —le interrumpo, no quiero que haga nada solo porque sienta la obligación de hacerlo. Después de haber sido bochornada por las chicas, algo de sus estupideces sobre yo desamparada en esa fiesta le habrá quedado en la cabeza.

—Esta bien, es mi fin de semana libre —se encoge de hombros, despreocupado. Voltea a sonreírme, congelándome justo en ese segundo—El azul te queda de maravilla. Llevaré una corbata de ese color.

Creo que se me explotaron los vasos sanguíneos de las mejillas. Tan solo imaginarlo de verlo en traje con una corbata solo para mi me hace querer ir corriendo a la tienda y comprar un vestido ya mismo; azul, obviamente.

—Bi-bien.

—Bien, es una cita —Levi se ríe de mi expresión, y es que los ojos se me abren tan grandes y pienso que mi cabeza se ha convertido en un tomate con ojos. Por Melín, voy a morir aquí sin mas—Descansa, hablaremos mañana —me revuelve el cabello y destraba el seguro de las puertas.

Salgo tan rápido del auto que por un momento casi mi cara se da contra la vereda. Va a darme un ataque al corazón en cualquier momento.

—¿Estas bien?

Cierro de un portazo mientras me voy corriendo dentro de la mansión, tan ridícula y estúpida como siempre he sido. Me escondo entre los rosales mientras Levi me saluda con la mano desde su auto. Lenna tiene razón, soy una pendeja.

Solo salgo de mi escondite cuando lo veo perderse. Ahora, la pregunta es: ¿por qué salí corriendo de esa manera cuando lo único que quise siempre es que Levi me invitará a un cita? ¡Una cita! El corazón todavía me late tan rápido de solo pensarlo, y es que parece de otro mundo. Voy caminando hacia la puerta trasera de la mansión mientras mi mente va armando los acontecimientos futuros que espero que sucedan, como, por ejemplo, que Levi baile conmigo en la boda, que me diga que siempre le he gustado o que ha empezado a mirarme con otros ojos. Que quiere estar conmigo. Y luego la boda. ¡Ay, la boda! Será hermosa. ¿Puede que sea Levi el padre de mi futuro hijo? De pronto, la maldición sobre ser madre a los 21 años no parece tan alocada. ¿No? ¡No! ¡Claro que no! Debe ser que encuentre al amor de mi vida, o mejor dicho, que él acepte que soy el amor de la suya.  

¡Una cita con Levi, una cita con Levi!

Dando saltitos, no presto atención a mi alrededor y termino chocando contra Catha, quien cae de culo al suelo. Me preparo para ayudarla a levantar, y me llama la atención que en su brazo hay manchas de sangre.

—¿Qué te paso?—inquiero de inmediato, colocándome en cuclillas. Intento revisar la herida, pero ella se aparta.

—Salí a dar un paseo y un perro me mordió —dice tranquila, despreocupada—No es nada.

—¿Que no es nada? ¡Estas sangrando!

—¡Shh!—me tapa la boca con ambas manos, mirando a su costado con precaución—Cordelia no sabe que he salido.

Solo cuando asiento ella deja caer sus brazos. Quiero preguntarle que es lo que hace saliendo tan tarde, me temo que volverá a mentirme. No desea decírmelo, así que debería respetarle su opinión. Sucede lo contrario al tocarla esta vez, insistiendo en ver la herida: la visión viene a mi sobre lo ocurrido, robándome el aliento. Un hombre lobo.

Catha quita bruscamente su brazo de mis manos, incorporándose por si sola. La sigo sin quitarle la mirada incrédula.

—¿Estas loca? ¿Cómo pudiste ir a buscar a ese hombre lobo?

—¡Shh!—intenta ponerme las manos otra vez sobre la boca, la aparto a tiempo.

—Es peligroso, Cathasach. Muy peligroso. ¿Es que no escuchas a Cordelia de todas las brujas muertas por los licantropos?

—No te aloques, solo fue un rasguño.

—¡Te dejara una cicatriz!

—¡Deja de gritar!

Nuestra pelea se interrumpe ante la presencia repentina de Aurora, apareciendo de golpe frente a nosotras. Nos la quedamos observando mientras ella se muestra indiferente, como si atraparla le importara muy poco. ¿Es que mis compañeras se la pasan escapándose sin entender el peligro que hay allí afuera?

—Hola.

—¡Gritale a ella! También se sale a escondidas —Catha me reta a que lo haga.

—Por lo cielos, ¿qué les pasa a ambas?—pongo mis manos sobre mis caderas, frustrada.

—¿Y tú qué haces tan tarde afuera?—replica Aurora.

—Fui a una reunión familiar y he avisado. Es peligroso que—...

—¿Le dirás a Cordelia que nos hemos escapado?

—¡No! ¿Por qué lo haría?

—Eres su preferida, espera eso de ti—responde la morena.

—No soy su preferida. No hay tal como preferidas—pongo los ojos en blanco—Solo prométanme que no saldrán de noche sin avisarme.

—Lo prometemos—dicen al instante con flojera.  

—¡Oigan!

—Solo no digas nada.

—¡Es que ustedes...!

Ni un pelo de caso. Aurora pasa de mi sin prestarme atención, Catha la imita encogiéndose de hombros y dejan la puerta abierta para mi. Resoplo al aire, preocupada porque estas chicas vayan a meterse en mas problemas de los que deberían.  


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El viernes Levi llega a la hora prometida con un traje negro y una corbata azul, tan perfecto como siempre he soñado que apareciera en la puerta de mi hogar. Yo llevo un vestido color azul que llega hasta un poco mas arriba de mis rodillas, con escote cerrado y sin mangas. Me he colocado los zapatos plateados que compre hace dos semanas y me he encargado de usarlos durante todos esos días para practicar antes que darme la cara contra el suelo.

—Estas hermosa—dijo apenas me pare delante de él, corriendo uno de mis mechones hacia atrás.  

Por poco y necesito un traductor de idiotas porque me costo responder sin tartamudeos y balbuceos. Levi, como siempre, hizo omiso a mi estupidez y me abrió la puerta del acompañante, agasajandome como toda una cita. Todavía no tenia claro si realmente estábamos en ese nivel, y no me atrevía a preguntarle. Cada vez que juntaba coraje para poder esclarecer la situación me boicoteaba a mi misma con inseguridades y miedo. Pero tenia dos días para trabajar eso, dos días para nosotros dos en el que compartiríamos lo suficiente.

Sin embargo, la suerte nunca parece estar de mi lado. Levi me observa con la disculpa golpeando en toda su expresión. Yo solo puedo sonreírle comprensiva porque realmente entiendo que tenga que irse, pese a que apenas hemos llegado.

—Lo siento. Te juro que te lo compensaré —toma mis manos entre las suya y las besa. Siento el mundo caer en ese instante.

Decepcionada y un poco triste, me las arreglo para sonreír.

—Solo ve. Puede que sea mas serio de lo que crees.

Se tarda un momento mas en el que me contempla. Tengo que romper el encuentro de miradas porque estoy tentada a sucumbir a mis impulsos de estúpidos de besarlo. Es difícil cuando esta tan cerca, tanto que me cuesta pensar con claridad.

—Pasaré por ti mañana. Te quiero.  

Sé que lo dice de manera fraternal, su beso en mi frente termina por confirmarlo. A veces me gustaría decirle que deje de pensar que lo veo como el capricho de esa niña que constantemente seguía su sombra porque se sentía sola. Que vea que he crecido y que me he convertido en una mujer. Pero las palabras mueren al instante en que trato de pronunciarlo y solo me abstengo a dejarlo ir, despedirlo con la mano y ver desaparecer el auto de Shay a lo lejos.  

Una emergencia. Un accidente horrible ha transcurrido mientras conducía hacía aquí y no puedo retenerlo: no cuando es nuestro trabajo es salvar gente, sobretodo él que es mas entregado a su profesión mas que cualquier otra persona que conozco. Así que me consuelo con que mi gran amor se va a salvar vidas, no habría otra excusa para la que tuviera que abandonarme.  

Aliso mi vestido y me doy otra mirada al espejo, termino de chequear mi maquillaje y camino directo hacia la entrada de la mansión LaBeouf con 8 hectareas a los alrededores. Es un jardín botánico a dos horas de la ciudad. La familia de la novia ha cuidado este lugar desde sus comienzos, tanto así que construyeron una mansión a pocos metros de la mansión principal. Me sabe un poco raro que quieran festejar una boda aquí cuando es un lugar turístico y hospedar a cantidades de personas, considerando que no hay un hotel cerca hasta una hora en carretera. Soy recibida en el vestidor por uno de los meseros. Después de entregarle mi abrigo, avanzo hacia la sala principal donde hay montones de mesas redondas con manteles blancos y personas reunidas en pequeños grupos. El lugar brilla con esplendor y la decoración es elegante; de color blanco con dorado. Lo que me sorprende son las figuras de hielo de los novios y también la gigantesca torta de bodas que han encargado. Y no los culpo, hay al menos 300 personas aquí adentro.  

Estoy un poco incomoda por las miradas que recibo, nada que no pueda manejar con sonrisas cordiales. Gracias al cielo, logro distinguir el único rostro conocido y la razón por la que estoy en este lugar. Parece sentir mi mirada sobre él, pues hacemos contacto visual. Cody emboza una sonrisa en su rostro que no tardo en responder, rápidamente se disculpa con uno de las parejas que habla y camina en mi dirección. Muevo mis piernas para ir en su encuentro y nos fundimos en un abrazo una vez que estamos frente a frente.

—¡Naya! ¡Estas preciosa! —exclama una vez que se separa de mi y se toma unos segundos para contemplarme.  

—Eres tu el que se ha lucido.

Cody tiene el cabello negro y ojos verdes esmeraldas, facciones atractivas y sonrisa deslumbrante. Tiene mucho mas musculo de lo que recuerdo, antes solía ser flacucho y de mi estatura. Lleva un traje negro con una corbata blanca, el cabello perfectamente peinado hacia atrás y unos elegantes zapatos oscuros.

—También estas alta, Nay. Siempre tuviste buenas piernas.  

Le propino un golpe en el brazo, él solo finge que le duele. Con el brazote que tiene dudo que pueda hacerle algún daño. Pasa un brazo por mis hombros y me guía hacia la mesa principal. La gente de pronto voltea a mirarnos con curiosidad y me sonrojo al instante. Siempre es horrible llegar tarde y que todas las miradas estén sobre una, sobre todo cuando ya están sentados y cenando. Le quito la mano sobre mi hombro, nerviosa.

—¿Qué pasa?

—Nos estaban observando demasiado.

—Es porque tienes lindas piernas, ya te dije.

—No es eso, idiota —le susurro de regreso y busco a la novia con la mirada, sin suerte—No es común ver al novio abrazando a otra.  

—No eres otra, eres la dama de honor de mi boda.

—¿No sería lo común que el novio elija el padrino y la novia su dama de honor?

—Nah.  

Un mesero pasa a nuestro lado y Cody lo detiene, sacando dos copas. Me pasa una a mí y bebo un trago gordo, tratando de seguir caminando hacia la mesa, pero esta más lejos de lo que creo y los invitados parecen estar demasiados interesados en nosotros, tanto que apenas y se tragan el plato de comida.  

—No somos normales, ya te dije.

—Sé que no eres normal, pero no pensé que tu novia tampoco lo era.

—Fue ella quien lo propuso —se encogió de hombros como respuesta final.

Después de una eternidad y más de cuarenta pares de ojos chismosos mirándonos, llegamos a la mesa. Una chica se levanta de su asiento y viene a nuestro encuentro. Tiene el cabello corto y castaño hasta los hombros, viste un hermoso vestido blanco muy sencillo con una corona de flores sobre la cabeza. Sus ojos azules son casi encandilantes y su sonrisa es cálida. Es hermosa por donde quiera que la veas. Creo que entiendo un poco más porque Cody se casa con ella y de manera tan repentina.

—Eres Naya, ¿cierto?

—Sí, ¿Melisa?

Asiente aun sonriendo y me abraza de golpe, sorprendiéndome. Cody se ríe un poco a nuestras espaldas, y aun sorprendida, le devuelvo el abrazo con cariño.

—Siento no poder presentarme hasta ahora —le digo al separarnos y me guía hasta la mesa—Pero estoy feliz de conocerte.

—Imagínate a mi. Por fin conozco a mi dama de honor —se ríe y hasta su risa es linda—Puedes sentarte allí, al lado del padrino —señala el asiento que está enfrente junto a un espacio vacío—Fue al baño, pronto estará aquí.

—Gracias. Les deseo a ambos mucha felicidad y prosperidad en el futuro —le doy un abrazo esta vez y ella lo acepta sin rechazo. No sé cuánto le habrá contado Cody sobre mí, pero estoy contenta de poder llevarme bien con ella.

Paso de mi amigo y le brindo una sonrisa junto un apretón en el hombro, simplemente para hacerle saber que hizo una gran elección. Rodeo la mesa saludando con cortesía a los padres de la novia, extrañamente los padres de Cody no están, aunque no creo que sea el momento de preguntarle.  

Me siento en la silla indicada y saco mi celular de mi bolso, le mando un mensaje a Cordelia para asegurarle que llegue bien a la fiesta y que estaré aquí hasta mañana en la tarde. Recibo su aprobación, deseándome suerte y que la llame ante cualquier situación. Pensé que estaría mas tranquila ahora que las demás aparecieron. Error. Las matanzas y desapariciones de brujas están volviéndose una tendencia. Por otro lado, la mansión ya no es tan grande como antes y me alegra despertarme con un lío matutino esperándome a primera hora. Se siente como en casa.

El camarero llega para dejarme el plato de esta noche: pollo a la plancha con papas a la crema y arrollado. Mi estómago gruñe como si me exigiera tragar de una buena vez, y como no me gusta hacer esperar, simplemente empiezo a comer mientras observo a las personas alrededor de la mesa. Pese a que Mel es simpática y dulce, sus padres no lo son para nada y tampoco sus abuelos. Noto que han echado miradas sobre mi, vuelven a ignorarme cuando los cacho y les dirijo una breve sonrisa que ellos no corresponden. Extraños.

Solo hay un chico de más o menos mi edad sentado al lado de la silla vacía. Parece que ya ha terminado de cenar porque no toca nada mas de su plato, no ha comido demasiado. Tiene la piel levemente tostada, el cabello castaño con reflejos anaranjados, ojos rasgados y oscuros. Verlo me recuerda a alguien, el problema es que no se a quién. Me agarra de infraganti mirándolo, el rostro se me pone rojo y solo le echo una pequeña sonrisa, una que no devuelve y se limita a asentir la cabeza en modo de saludo. Vuelvo a mi comida, disfrutando por completo la carne tierna y blanca.  

—¿No crees que has tardado demasiado?

Su voz llama mi atención y volteo a mirar hacia mi costado a la vez que mastico un pedazo grande de carne. Mi corazón se paraliza en ese instante y creo que me voy a hacer pis encima.

—Estaba demasiado lleno —le responde el hombre sin más y corre su silla para sentarse.

Al instante en que voltea hacia mi costado, miro hacia el otro costado y bajo por completo mi cabeza, casi tocando con la nariz mis papas. Me meto todo lo que puedo a la boca para calmar la ansiedad y el terror. ¿Qué demonios hace él aquí?

—¿Ran?

Dejo de masticar, y con la boca llena de comida, inspiro profundo por la nariz y exhalo. Lo enfrento con la poca dignidad que me queda mientras siento las mejillas de mi rostro volverse roja como un tomate. La sonrisa característica de Darby no se hace esperar, provocando latidos frenéticos en mi corazón. A veces simplemente odio la suerte de mierda que me toco.

—¿Conoces a Naya, Darb?

Cody pone una mano sobre mi espalda, sobresaltándome. Si Cody se entera lo que le hice a Darby, va a joderme por el resto de mi vida.

—Un poco —el pelinegro solo sonríe con cortesía. La sonrisa coqueta desapareció y podría sentirme desilusionada sino fuera porque hace unas semanas atrás le vomite los zapatos y estuve escondiéndome de él—Una vez me ayudo a reparar la patrulla.

—¿Enserio?—el chico me echa una mirada orgullosa, después de todo, él fue quien me enseño todo —Estas toda desastrosa, déjame limpiarte.

Pasa una servilleta blanca por mis labios limpiando todo rastro de comida. Me avergüenzo aún más por ello y creo que mi cara va a explotar de lo roja que estoy. Mastico rápido y trago todo de golpe, atorándome.

—Ey, ey, despacio —me regaña Cody golpeando mi espalda levemente.  

—Toma, te ayudara —Darby me pasa un vaso con agua y lo acepto, bebiéndolo de golpe.
 
Una vez recuperada, doy una sonrisa tímida sin mirar a nadie y me levanto lentamente.
 
—Lo siento, voy a tocador.
 
—Espera, todavía no te presente adecuadamente...
 
—Ya vengo —paso de Cody y camino lo más rápido que me dan los tacones.
 
Santa mierda. Santa mierda. Santa mierda. ¿Qué hago? ¿Me escapo? No, no puedo escaparme. Es la cena de ensayo de Cody y si me voy va a cortarme el cuello, eso es seguro. Pero tampoco puedo enfrentar a Darby, no con al vergüenza y la humillación que llevo encima.  

No más alcohol para ti, Rangiku. No más.

Jaeger.
Jaeger.


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Coven of salem - Página 9 Empty Re: Coven of salem

Mensaje por Jaeger. Dom 18 Ago 2019, 6:27 pm



CAPÍTULO 7.3
Ran Oniwbanshu & Darby Cross
 


El resto de la cena se pasa demasiado lento para mi desgracia. He tenido a Darby sentado a mi lado por las siguientes dos horas, que por todos los medios he intentado mantenerme ocupada o sacarle charla a una de las intimas amigas de Melisa, quien al principio no parezco caerle para nada bien, pero va aligerando su aspereza al tiempo. Se rindió, es lo seguro. No iba a dejar de conversar con tal que Darby ignore mi existencia.

—Ella es Naya Cox, mi dama de honor—me presento Cody.

Darby se sorprendió ante mi otra identidad, y me pregunte porque diablos no le ofrecí ese nombre antes. Me hubiese ahorrado esa sonrisa seca y distante que me brindo, seguramente pensando que lo había engañado y solo pretendía jugar con él. Pensaba en aclarárselo, pero lo vi completamente innecesario. Que frecuentáramos dos veces no significara que nos volviéramos cercanos, y quizás era mejor guardar las distancias para no seguir pasando más de lo mismo.

Llego mi turno de dar el discurso para los novios. Ni siquiera preste atención al del padrino como para tomar una referencia. Así que hice lo que pude, improvise porque no repare que tendría que darlo. Solo conté como conocí a Cody: en primer año de secundaria, cuando los bravucones nos robaron nuestras bicicletas y al día siguiente los esperamos con bombas de pintura y de olor. Desde entonces, nos volvimos inseparables. Omití el romance entre nosotros y solo pude desearles la mejor de la suerte. Soso y pocos se rieron mientras sentía que la cara iba a estallar, pero Cody se veía feliz y nada más importo.

Apenas tuve la oportunidad, me escapé hacia afuera con una copa de champagne en mi mano para obtener privacidad. Contemplé la luna llena en la oscuridad del cielo y sentí el calor de la noche parecía opacarse por la frescura de los árboles, por lo que no estoy muriéndome de calor como las noches anteriores en que no podía dormir sin una ducha fría. Me apoyo sobre la baranda del pórtico, dándole un trago a mi copa. Es realmente solitario estar en una fiesta cuando no conoces a alguien, parte de mi se arrepiente por el simple hecho de contestar la bendita llamada. Tal vez debí rechazar ser la dama de honor, de esa manera hubiese sido más fácil declinar la invitación y ahora estaría con mis primas y Levi.

El sonido de unos zapatos resuena por el pasillo, es Darren quien también ha salido hacia afuera con un cigarrillo en los labios, dándole leves pitadas antes de soltar el humor en el aire. Es el chico que se sienta al lado de Darby. Muy callado y tranquilo, no se le vio para nada grosero. Nuevamente me atrapa mirándolo y extiende el cigarrillo en mi dirección.

—No, gracias—respondo con la mejor sonrisa que tengo y vuelvo hacia el frente, aun con la copa llena.

Nos quedamos en silencio. Me atrevo solo a echarle pequeñas observaciones de reojo, pues el chico es lindo y, de cierta forma, hay como un sentimiento de deja vu cada vez que lo veo. No lo sé, es extraño. Tengo que atribuir ese sentir a todas las cosas que han estado sucediendo, debo estar más sensible de lo normal.

—Conoces hace muchos años a Cody, ¿cierto?

La pregunta me toma desprevenida. Darren se ha acercado hasta quedar en la baranda al igual que yo, mantiene una prudente distancia de mí.
—Si, hemos sido amigos durante mucho tiempo. Eres amigo de Melisa, ¿verdad?

—Nos conocimos en la secundaria —contesta sin más.  

La neutralidad de su voz incluso se siente como si ya la hubiese escuchado antes, pero no puedo atribuirlo a un rostro, así que decido guardármelo para mí misma.
—Entonces, debemos tener la misma edad. ¿Veintiuno?

—Si, de hecho... mi cumpleaños fue hace poco—dice lentamente, esta vez mirándome a los ojos.

—¿Cuándo?

—El 3 de Junio.

Le miro entre sorprendida y divertida.

—Que coincidencia. El mío también es el 3 de Junio.

—Si, mucha coincidencia —murmura volviendo hacia el frente, fumándose otro cigarrillo.

No evito sentir sus palabras como un código, uno que no parece evidente de descifrar. No quiero verme como una acosadora, pero empiezo a desesperarme porque no recuerdo de donde lo he visto antes. Estoy pensando las palabras adecuadas para preguntarle si nos hemos visto anteriormente, solo que la puerta del salón se abre con Cody y Darby saliendo mientras hablan entre ellos. La sangre se me sube a la cabeza y esta vez sí le doy un trago a mi champagne, esperando que la humillación no sea demasiada.

La mirada del pelinegro se encuentra con la mía y tengo que desviarla hacia los rosales de los jardines. Tal vez no debería ser tan obvia al recordar aquel incidente, solo que me siento pequeña cada vez que pone sus ojos en mí. Estábamos tan cerca de un beso y yo... le vomite los zapatos.  

—¡Naya! —exclama Cody al llegar a mi lado, cruza un brazo por mi cintura y me atrae hacia él—Te estaba buscando...

Su aliento a vino me hace retroceder al mismo tiempo que quito tu brazo sobre mí. No me gustan los hombres toquetones, y justamente es lo que es Cody cada vez que bebe una copa de más.

—Estás ebrio, ¿cuánto tomaste? —le arrebato su copa para dejarla arriba de la baranda. Tiene la corbata desacomodada.

—No te enojes, mañana es mi boda —balbucea intentando volver a abrazarme. Le doy un manotazo en la mano para evitarlo—¡Auch!

—Quédate quieto —termino de ajustarle la corbata y me apego a la baranda, tomando más distancia que antes.  

—Gracias, Nay...

Se instala un silencio incomodo entre los cuatro, no sé cómo librarme de este momento sin sonar demasiado obvia, por lo que me apego a seguir observando los rosales con interés fingido.

—¿Por qué las miras tanto? No te gustan las rosas—dice Cody llamando la atención.

—Pero esas se ven particularmente bonitas —replico de inmediato. Me toma por sorpresa los ojos amables de Darby sobre mí, los nervios van aumentando cada vez que eso sucede—Además, ¿a quién no le gustan las flores?

—A Melisa no —se suma otra voz varonil. Es uno de los muchachos que estaban sentados en la mesa, lleva el traje desarreglado y se ve mucho más ebrio que Cody. ¿Es que ninguno puede comportarse en la cena de ensayo?

—¿Sigues aquí, Benson? —Cody pregunta de malhumor, imposible de ocultarlo.

—Aquí me ves —le echa una sonrisa maliciosa. ¿Qué hay con estos dos?

Benson se acerca hasta dejar dos botellas de champagne junto con dos copas arriba de la baranda. No me pasa desapercibido la mirada fulminante que me envía, sorprendiéndome. ¿Que diablos...?

—¿De dónde eres, Naya?—Darren se acerca hacia a mí, colocándose a mi lado y corriendo ligeramente a mi amigo. Parece dispuesto a despejar el ambiente tenso, por lo que rápidamente le sigo la corriente.

—De New Orleans.  

—Nosotros también —incluye a Darby en la conversación.

Me las arreglo para regalarles una pequeña sonrisa a ambos. De a poco la vergüenza se va drenando. Tal vez llegue el día en que lo vea sin querer ocultarme debajo de la tierra.

—¿También eres policía?

—No, solo un estudiante.

—En verdad, estamos tratando de reclutarlo—Darby le da una palmada en la espalda con fuerza. El chico ni se inmuta, aunque por lo que sonó, supongo que debió dolerle, ¿no?

—¿Cómo sabes que Darby es policía? —la intervención de Cody me hace sonrojar.

—Ya te dije que nos conocíamos—responde el pelinegro por mí.

—Cierto, que cabeza —se ríe. En mi descuido, logra alcanzar su copa. Intento arrebatársela, pero pone una mano en alto —Por favor, solo será un poco de alcohol.

—Ni siquiera lo soportas bien...

—Naya es una gran bebedora —Cody se dirige hacia los demás en el propósito de alabarme.  

Darby le sonríe entre incrédulo y burlón, me echa una mirada a mí y luego hacia sus zapatos. La cara se me pone tan roja que creo que se me han explotado los vasos sanguíneos.  

—¿Ah sí?

—Claro que si —Cody se ríe como si recordara algo gracioso y sé que va a soltar una de sus idioteces—Cuando estábamos en secundaria, pudo tomarse hasta nueve botellas de licor de melón sola. Esa vez termino durmiendo en la azotea de la escuela y...

—¡Cody! —exclamo con vergüenza. Trato de taparme la cara con el vaso de champagne de manera miserable.

Los muchachos parecen divertirse por la anécdota. Rápidamente Cody se pone a contar otra de mis hazañas, como esa vez que le robamos alcohol a mi abuela y no pudimos terminarnos la botella porque tenía unos 70% de alcohol. Esa vez terminamos durmiendo en el pórtico de mi casa porque todo daba tantas vueltas que no podíamos ni pararnos. O como aquella vez, en que llegue ebria a clases por pasarme toda la noche bebiendo con mis primas y termine vomitando desde la ventana del salón, que curiosamente por debajo pasaba el directo y valió una semana de suspensión.

En un momento, Melisa llega—también ebria porque nadie puede estar sobrio aquí— y Cody tiene que volver a relatar las hazañas. Yo me muero de vergüenza ante cada carcajada que es soltada ante las historias que de mi amigo. Darby no deja de sonreírme juguetón mientras que Darren mantiene una pequeña sonrisa, claramente divertido por toda la situación. Solo es Benson que me mira fulminante, e intuyo de inmediato que no parezco caerle en gracia.  

—A esta chica puedes darle lo que quieras de alcohol que ella lo soportara —pone una mano sobre mi hombro, como si estuviese realmente orgulloso de ello—Menos licor de melón. Lo vomita enseguida, e incluso ha vomitado en mis zapatos un par de veces.

Ay dios, que se calle.

Las cejas de Darby se levantan y casi parece soltar una carcajada. Yo lo miro casi tapándome la cara completamente roja, con mucha vergüenza.

—Vaya, has tenido muchas víctimas, ¿cierto?

—No.

—¡Claro que sí! Esta pobre tonta siempre sabe cómo arruinar sus citas —me pasa un brazo por los hombros de manera brusca, atrayéndome hacia él—El año pasado le gustaba un chico que...

—¡Cody, basta! —chille queriendo sonar molesta, suena más como una súplica, provocando más risitas a nuestro alrededor—Estas avergonzándome. Ya sé que soy un desastre.

—Pero un tierno desastre —me pellizca la mejilla y de un manotazo lo saco.

—Puedo contar también cosas vergonzosas de ti también. Todavía tengo que decir unas palabras para los recién casados.

Los ojos de Cody se aterran y se aleja de mí, observándome con seriedad.

—Mañana me caso, Nay. Ni se te ocurra.

—¡Yo quiero escuchar eso! —exclamo Mel emocionada.

—¡No!

—Te lo contare cuando estemos a solas —le guiño el ojo y ella me devuelve el gesto.  

Pronto mi vista capta la sonrisa burlona y arrogante que tiene pintada el tan Benson. Me observa apoyado desde la columna con los brazos cruzados con una actitud cínica, casi parece divertirle nuestro trato. No puedo negar que me siento incomoda con él, como si supiera algo que yo no sé.

—¿Qué pasa, Benson? ¿Hay algo que te cause gracia? —pregunta Cody serio, ni siquiera finge el desagrado que siente por el chico.

—Sí, de ustedes—señala a los novios, dejando un ambiente tenso —Hasta hace unas semanas, Mel no quería invitar a tu amiga a la boda porque creía que todavía estabas enamorado de ella, y parece que te esfuerzas mucho en demostrarlo contrario.

—Ben, basta —dice Mel con autoridad, es completamente ignorada por este.

—¿Qué? Ya te dije que tienes que ser más atenta, Mel. Ya te engaño una vez, puede hacerlo dos veces.

—¡Ben!

Mis ojos se abren en grande y le echo una mirada a mi amigo. ¿Cody la engaño?  

—Está bien, cariño. Déjalo que siga soltando su mierda—Cody comienza a molestarse lo noto por las venas que se van marcando en su cuello—¿Entonces, Benson? ¿A qué conclusión llegaste?

—A que te gusta, efectivamente. Según supe, ella te dejo a ti, ¿cierto?

—Ben...

—¿Y por qué lo dejaste, Naya? —no abandona en ningún momento su postura cínica, casi lo hace con maldad. Yo me quedo callada sin dejar de mirarlo, seria—Cuéntanos. Nos gustaría saber porque la chica que Cody siguió enamorado por años y lastimo a Mel, está aquí en esta fiesta, a un día de casarse. ¿Acaso Cody esperaba ponerte celosa o algo por el estilo?

—Te estás pasando —le dice Darby con indiferencia, aunque se ve ciertamente molesto.

—Tu misma viste a Mel llorar porque este idiota la dejaba con la excusa de que aun amaba a su ex novia. ¿Entonces? ¿No te da curiosidad?

—No, ya basta. ¿No ves cómo esta Melisa?

Solo en ese entonces observo a los novios. Cody tiene la mirada hacia abajo, arrepentido, mientras que ella tiene lágrimas en las mejillas, corriendo su maquillaje. La culpa y la incomodidad me azotan, también la furia hacia el chico. ¿Qué le pasa? Pareciera que quiere lastimarla a propósito, como si realmente disfrutara verla así.

—Estoy diciendo la verdad. No soporto que actuara tan hipócrita. No cuando...

—¿Puedes callarte? —le interrumpo enojada.  

La mirada fuerte y penetrante de Benson me ataca, casi me arrepiento de haberlo enfrentado, pero si no lo hago seguirá diciendo mierda de la cual no sabe.

—No te importa porque terminamos, solo terminamos y ahora somos amigos. ¿Tienes algún maldito problema con ello?

Suelta un silbido y una risa seca, cínica. Aprieto fuerte mis puños queriendo golpearlo con ellos.

—No eres tan tierna como te describían, ¿eh, Nay?  

—Deja de poner el ambiente como mierda, ¿quieres?

—Si él sigue enamorado de ti —me ignora, señalando con su dedo hacia Cody. Este ya no tiene la mirada hacia abajo, sino que lo observa con odio. Luego me señala a mí—¿Y qué hay de ti?

—¿Puedes dejar de decir estupideces?
 
—¿Por qué? Mel siempre estuvo intrigada con eso. ¿Cierto?

Aunque Mel tiene la mirada hacia abajo con las lágrimas corriendo por su mejilla, sus ojos me observan de reojo y la decepción llega a mí: me mira enojada, furiosa, como si le estuviera robando a lo que ella más ama. Pensé que hacia una amiga, que estaba todo bien con que sea la ex de su futuro marido, no que estaba fingiendo.

—¿Estás enamorado de ella? —le pregunta Mel a Cody, sorprendiéndonos a todos.

Me deja pasmada y engañada. No, no, no, ¿por qué la situación tuvo que ponerse así?

—¿Qué?

—¡Que si estás enamorado de ella! ¡Contéstame! —chilla lanzando la copa de vidrio al piso, rompiéndola.

Tiene que agradecer que seamos solo los seis afuera hablando o de lo contrario esto sería un problemón. Y si sigue gritando, creo que todos los de allí adentro se darán cuenta de que está pasando.

—¡Mel, por favor! ¡Está provocándote de nuevo! —exclama Cody tratando de tomarla de los brazos, ella se aleja con brusquedad.

—¡Si la quieres solo ve con ella! —empuja a Cody hacia a mí, choco contra la pared por consecuencia—¿Crees que no recuerdo cuando decías su nombre cada vez que nos acostábamos?

La bilis me sube a la garganta y mis ojos empiezan a picar de lágrimas. ¿Cómo llegamos a esta situación?

—¡Eso fue hace mucho tiempo, Mel! ¡Basta! —Cody la sujeta de las muñecas, Mel se retuerce con desesperación.

—¡¿Porque la invitaste a nuestra boda?! ¡¿Por qué?!

La castaña por fin logra zafarse del agarre de un Cody que no sabe cómo calmarla. Por mi parte, es como si me dieran un baldazo de agua fría. No sabía que realmente iba a lastimarla con mi presencia, no pretendí en ningún momento hacerlo. Pensé que las cosas estaban bien, que todo marchaba sobre ruedas y que iría a visitarlos algunas veces al año. Jamás esto.  

Mel le arrebata la copa a Darby y me la lanza en la cara, empapándome. Suelto un grito ahogado y trato de limpiarme con las manos los ojos, intentando que el alcohol no me entre. La observo aun sorprendida y dolida. Las lágrimas se me juntan en los ojos y no evito que caigan en mis mejillas. Mel solo sonríe burlona, como si le hiciera gracia.

—¡Melisa! ¿Qué demonios te pasa? —esta vez es Darby quien la regaña, ella solo lo ignora.

—Eres justo como te describió, pero yo no me creo esa fachada de niña tierna y dulce —menea repetidamente la cabeza y me da una mirada de arriba a abajo—No eres más mujer que yo. Solo eres una bruja.

La palabra me paraliza. Bruja es lo que soy, que ella lo diga en otro sentido no signifique que a mí no me revuelva el cuerpo cuando lo escucho decir de otra persona hacia a mí.

—Yo…

—¡Lárgate! ¡Lárgate de aquí!

—¡Ya basta, Mel! —Cody vuelve a sujetarla de los brazos cuando la tipa está por lanzarse hacia a mí. Me hago hacia atrás torpemente, casi tropezándome. Los ojos tristes del castaño vuelven a mí —Solo vete, Naya. Ve a casa.

—¡Fuera! ¡Fuera! ¡No quiero verte en mi boda, desgraciada!

Me doy media vuelta y mis piernas empiezan a moverse rápido hacia la salida. Por un segundo solo pienso en marcharme, por otro solo quiero gritarle que dejé de culparme por algo que no hice. Porque yo fui quien dejo a Cody y él fue quien pidió ser amigos. Desde allí no pasó nada más, nunca una segunda intensión por alguna de las dos partes. Jamás. Entonces, ¿por qué me trata así? ¿Y por qué siempre dejo que me traten así?

Es tanta la impotencia y la bronca que me hacen volver sobre mis pasos. Le arranco de las manos la copa del idiota de Benson y le tiro el champagne en la cara a Mel, dejándola pasmada y con ello consigo que deje de gritar como posesa. Las miradas sorprendidas de los cuatro hombres caen sobre mí, pero ya poco y nada me importa.
 
—No vine aquí con ninguna intención de robarte nada tuyo—digo firme y segura. Me vale que este borracha o lo que sea, no tiene derecho a tratarme así—Cody es un amigo, solamente eso. Si tuvo errores contigo no es mi problema. Es tu culpa si aceptas casarte con un hombre que te ha engañado.

La chica sale de su asombro antes de querer tirarse encima de mí. Darren me aparta rápidamente mientras que Cody la sostiene, Darby se pone en el medio listo para intervenir.

—¡¿Qué te crees que...?!

—¡Déjame terminar! —le interrumpo alzando la voz. Me quito las pocas lagrimas que solté, no las merecen—Sino querías que viniera a la boda, simplemente no enviabas la invitación. Lo hubiese entendido, no soy alguien rencorosa. Comprendo que estés dolida y muy emocional, pero no tenías por qué humillarme de esa manera. Vine aquí con buenos sentimientos y con ganas de celebrar la unión de ambos, incluso compre estos pasajes a Hawái para que disfruten una segunda luna de miel —saco de mi cartera los dos pasajes y los muestro. Los observo y meneo la cabeza. Simplemente los vuelvo a guardar—Gaste mis ahorros en tu mierda de luna de miel, aunque supongo que mi abuela lo disfrutara más.

—Naya...

—Tú no hables. Eres un idiota, Cody—arremeto contra él, fulminándolo—Si sabías todo lo que sentía Melisa, no debiste siquiera en llamarme y mucho menos pedirme ser la madrina de tu boda. Debiste pensar en ella, después de todo, es con quien te casaras.

Cody parece querer disculparse de nuevo, pero no es necesario que lo haga, así que me giro para esta vez sí marcharme. Sé que no me invitó con malas intenciones, que no lo hizo con maldad, que aún guarda todos esos años llenos de aventura en su corazón y los atesora tanto como yo. Sin embargo, al parecer ya no podemos volver a ser los mismos que antes, no podemos volver al pasado.

Escucho a Cody y a Mel discutir a gritos a mis espaldas, ya no me importa porque ya dije todo lo que tenía que decir. Me hubiese encantado hacerle una opción para que se vea horrible el día de su boda, solo que también entiendo que esta lastimada con Cody y se las tomé conmigo, lo que no la justifique. Lo peor de esta situación es que ahora no tengo lugar donde dormir, se supone que me quedaría en la mansión. Ni siquiera tengo en que volver. El idiota me dijo que vaya a casa, al menos debió darme el numero de un taxi cercano o las llaves de su auto.

Con la poca dignidad que me queda y los pies destrozados por los zapatos, camino hasta la salida de la propiedad y me voy hasta la calle, observando el largo camino y oscuro que me queda por delante. La brisa se hace un poco más fuerte y siento frio porque estoy un poco mojada. Me abrazo a mí misma y suspiro. Voy a tener que caminar hasta el hotel mas cercano y queda como a dos horas a pie. Desearía tener una maldita escoba para irme volando.

Unas manos me toman de los brazos y me hacen girar, asustándome. Doy pasos a lo torpe hacia atrás, sorprendiéndome cuando lo veo a Darby con una mueca de preocupación en el rostro.

—¿Estas bien?

Le sonrió sin ganas.

—No es lógico preguntar eso cuando saben la respuesta.

—Lo siento. Tuve que haber intervenido.

Meneo la cabeza.

—No es culpa tuya, tampoco mía. Es problema de ellos dos.

—No te merecías ese trato.

—No, pero me queda el consuelo que Cody debe estar pasándola peor.

Darby sonríe divertido y me contradice.

—¿Ah? ¿Tan pronto lo perdono? —no evito que mi voz suene decepcionada. Diablos, él es el padrino de bodas—Lo siento, no es que yo… Ya sabes, solo quiero que la pase un poco mal por ser un cabrón y ella por tirarme champagne en la cara.

—Lo perdono por mi culpa.

—¿Por tu culpa?

—Le partí la nariz y Melisa me echo a mí también —se encoge de hombros —Supongo que ahora está encima de él dándole todos los cuidados y olvidándose de lo que paso hace unos momentos.

Muerdo mis labios para no sonreír por la desgracia ajena, es tierno que me haya defendido incluso cuando no soy nada suyo.

—Gracias.

—Es mi deber como oficial de policía resolver injusticias.

—Creí que no estabas en servicios.

—Finjo estarlo cuando rescato damiselas en peligro.

Esta vez sí le sonrió en grande, sintiéndome animada. Darby me pasa un pañuelo y lo acepto de buena gana, agradeciéndole. Seco mi cara y sueno mi nariz.

—Voy a devolvértelo después.

—Más te vale. No vaya a ser que tenga que ir a buscarte para que lo devuelvas.

—Si es así, quizás me lo quede.

El rostro se me pone rojo de vergüenza nuevamente. No soy buena para coquetear, siempre me pongo roja como un tomate y me veo bastante ridícula. Sin embargo, Darby no hace más que sonreírme con esa sonrisa que los dioses se la regalaron. Se quita el saco del traje y me lo pone sobre los hombros, acomodándolo. Me queda enorme y su aroma está impregnado en él. Casi siento el impulso de estrecharlo contra mi nariz para olerlo.

—Gracias.

—¿No me dirás algo así como “no lo necesito” y yo tendré que insistirte?

—Claro que no. Si tengo frío, lo acepto. A menos que tú tengas frio. ¿La quieres de vuelta?

—Eso sería poco caballeroso.

—Tranquilo, nadie te observa aquí. Estamos en medio de la nada —susurro como si fuese un secreto entre ambos y le guiño el ojo.
 
Vuelvo a robarle una sonrisa de pura diversión. Por un breve instante, sus ojos cafés me penetran como si quisieran descubrir que hay dentro de mí. El corazón me late locamente mientras aprieto con fuerza su chaqueta, esperando de alguna manera no verme tan obvia.

—¿Quieres que te lleve?

Los nervios se apoderan de mí y tengo que repetirme constantemente que no empiece a tartamudear ni diga nada estúpido.  

—¿Tienes auto?

—Claro, ¿estaría ofreciéndome en caso contrario? —Darby me mira como si fuese lo más obvio.

Agh, menos mal que me repetí no decir nada estúpido.

—De acuerdo. Vamos.

—Por aquí.

Me da la última sonrisa por el momento antes de girarse con las manos en el bolsillo de su pantalón. Lo sigo con el corazón latiendo y diciéndome a mí misma que estamos lejos de la ciudad y en medio de la carretera, que podría ser un asesino o un violador y mi cuerpo podría aparecer muerto semanas después. Pero me tranquilizo cuando recuerdo que es policía y lucha contra las injusticias. Y que está bien sabroso, eso también.

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La batería del auto murió, a Darby se le olvido apagar las luces y quedo toda la tarde y parte de la noche encendida, por lo que termino por morirse. Para su suerte, el auto de Cody estaba cerca y ninguno dudo en levantar su capo y robarle su batería. Lo extraño es que, pese a que lo pensé, fue Darby quien ejecuto la acción, y eso que es un policía. Me dio privacidad para que me cambiara en el asiento trasero. Solo traje mi pijama, Cody dijo que me darían el vestido de dama de honor antes de la boda, pero creo que ya no lo necesitaré.  

Salgo de la puerta trasera con mis pantalones sueltos de color cielo con montones de rosquillas esparcidas y mi blusa de Lisa Simpson. Darby sostiene una linterna mientras el capo de su auto esta levantado.

—¿Qué haces? —me acerco hacia él, recogiendo mi cabello y atándolo en una media coleta.

—Estoy intentando conectar la batería nueva. El auto de Cody y el mío son el mismo modelo, así que no debería ser un problema.

—No sabes nada sobre mecánica, ¿cierto?

Pronto voltea a mirarme con una sonrisa derrotada, dándome la razón. Pongo una mano sobre el pecho mientras le devuelvo la sonrisa

—Déjalo en mis manos.

Me pasa los guantes, rápidamente me los pongo.

—Primero, debes limpiar el área antes de colocar una batería nueva, pero no me creo que tengas desengrasante ahora mismo...

—No sabía que una chica linda me ayudaría de nuevo —replica cruzándose de brazos con fingida decepción—Para la próxima estaré mas preparado.

Otra vez con la cara roja y sintiéndome una tonta, intento parecer más concentrada en el trabajo.

—O que vayas a robar una.

—Se le llama venganza, no robar.

—Pensaba que la justicia por mano propia está prohibido.

—Solo no digas nada y no tendré que acusarte de robo.

Abro la boca en grande y le envió una mirada divertida.

—¿Me vas a echar la culpa? ¿Enserio?

—Yo soy el policía. ¿Cómo podría robarle la batería del auto al novio?

—¡Pero si es tu auto!—exclamo riéndome.

—Todos ahí saben que soy malísimo en esto. Y tú te has ganado una buena reputación por ello  —me guiña el ojo, haciendo que mi corazón lata aún más fuerte.

—Solo alumbra, policía estafador.

No puedo observarlo, pero imagino que debe tener una sonrisa más grande de la que yo tengo. Nos quedamos callados mientras prosigo a colocar la nueva batería. Sujeto el aplicador, coloco las terminales positivas y negativas antes de enrollar los tornillos. Darby pregunta alguna que otra cosa y procedo a explicárselo con paciencia. No tardo tanto, por lo que le doy la señal para que prenda el motor. Lucha contra él un par de veces hasta que finalmente enciende. Me quito los guantes, los dejo dentro de la caja de herramientas que lleva consigo y la levanto para llevarla hacia el maletero.

—Deja, yo lo hago—me la arrebata de las manos—Súbete, comienza a hacer frio.

No es cierto, el verano ha traído más noches calurosas que en el pasado, pero de todas formas le hago caso y me subo al asiento del acompañante. Lo espero casi impaciente y casi me sobresalto al verlo entrar en el auto. Pronto estoy nerviosa de nuevo, ¿y cómo no? Él es un Adonis, un Dios del Olimpo que ha venido a ser mi salvador esta noche, incluso cuando no tenía obligación de hacerlo.  

—Te llevaré a casa, ¿está bien?

—Por favor.

—Toma—me pasa nuevamente su saco, dejándola sobre mis piernas—Duerme un rato, será un viaje largo.

Asiento con la cabeza antes de sonreírle con agradecimiento. Me tapo entera mientras reclino un poco más el asiento hacia atrás. Cierro los ojos e intento dormir, solo que parece que es imposible al cabo de unos minutos. Lo único que puedo sentir es el aroma de Darby por todo el espacio y con justa razón, es su auto. La música suave que suena a través de la radio debería ayudarme, solo que sucede todo lo contrario, así que me rindo en conciliar el sueño.

Mis pensamientos me llevan hacia lo sucedido. Realmente no entiendo por qué este día tuvo que acabar así. Apenas a las horas en que llegue fui echada a patadas por la novia, humillada delante de los invitados. Tuve que hacerle caso a Bella y Lenna, no tuve que venir bajo ninguna circunstancia. Lo peor es que esto podría haber pasado en presencia de Levi, ¿qué hubiese pensado él? ¿Habría calmado los celos e inseguridades en Melisa si me veía con un acompañante?  

Pero tan pronto lo pienso, la respuesta llega a mí: no importa si tuviese pareja o no, ella todavía me vería como una amenaza para su cuento de hadas, pese a que su verdugo es con quien se casara mañana. Las faltas son de Cody, no mías. ¿Qué mierda le pasaba por la cabeza al idiota?  

—¿Ran?

Volteo hacia Darby, este mantiene su mirada centrada en la carretera oscura y se las arregla para mandarme una mirada curiosa.

—¿Estas bien? Pareces molesta...

—Solo pensaba en Cody y Melisa —respondo acomodándome en el asiento—Todavía no me creo que me haya invitado con tantos problemas entre ellos...

—No es tu culpa. No te mortifiques —dice con calma, en busca de transmitirme paz mental—Él se ha comportado como un idiota con Melisa, pero ha sido ella quien ha perdonado todas sus estupideces. Ya son adultos, saben a qué se atienen.

—Aun así, no debí aceptar venir. ¿Quién va a la boda de su ex novio? Debí parecer una idiota...

—Claro que no. Que se vayan al diablo.

Le sonrió en agradecimiento y él me devuelve el gesto. Es mucho más amable y lindo de lo que pensaba.

—Por cierto, ¿te llamas Ran o Naya? Estaba un poco sorprendido cuando Cody te llamo así.

—Oh, es verdad —me siento un poco tímida al responderle, pero no quiero parecer una mentirosa—Me llamo Naya Randalie.  

—¿Randalie?—repite incrédulo, casi divertido.

—Sip, como Randall, solo que con "ie".

—Nunca escuche que nadie se llamara "Randalie".

—Aquí en vivo y en directo.

Nos volvemos a sonreír antes de quedarnos callados. Me vuelvo a acomodar en el auto para intentar dormirme, otra vez en vano. Saco mi celular para echarle un vistazo, tengo algunos mensajes en whatsapp de Bella y Lenna preguntándome que tal ha ido la fiesta y otro de Levi, diciéndome que tendra una noche ocupada, pero que se asegurara de pasarme a buscar mañana. Estoy por escribirle que no es necesario que lo haga, hasta que me llega pronto una notificación sobre un grupo nuevo.

"Witches&Queens Coven of salem - Página 9 3277503925  Coven of salem - Página 9 2755178106 "

"Catha ha creado un nuevo grupo"

"Catha: ¡Hola, hola! Pensé que sería genial que tuviésemos un grupo de whatsapp. ¿A que no lo es? Coven of salem - Página 9 2686721104 "

"Ava ha salido del grupo"


Retengo la carcajada al ver que Catha vuelve a agregarla y Ava sale rápidamente. Esto se repite un par de veces hasta que Catha le gana por cansancio.

"Catha: ¡No seas aguafiestas!  Coven of salem - Página 9 599602417 Es un grupo donde estamos todas, ¿cual es el afán de salirte? Coven of salem - Página 9 3136398239 "
"Ava: Que no me despiertes a las 2 am para tus locuras."
"Catha: ¡Ninguna locura! Tenemos que estar comunicadas. ¿Donde estan Aurora y Ran?"
"Aurora: Trabajo. Adiós."
"Catha: ¡Mas aguafiestas! Yo estoy con Narcissa, le estoy enseñando a jugar a la Xbox."

Catha envía una foto junto a la rubia, ambas en... ¿mi habitación?


"Ran: ¡¿Qué haces en mi habitación?! Coven of salem - Página 9 599602417 "
"Catha: La tuya es más espaciosa y te enojas si te la quito Coven of salem - Página 9 178903236 "
"Ran: ¡Porque nunca la devuelves! Coven of salem - Página 9 599602417  Coven of salem - Página 9 599602417 "
"Catha: ¡Por eso es mejor jugar en tu habitación! Además, es por Narcissa. No seas egoísta  Coven of salem - Página 9 1233900128 "
"Narcissa: Perdón. Nos iremos."
"Catha: Ya la hiciste sentir mal..."


 Suspiro. Ya, no es tan grave que estén en mi cuarto. Es preferible a que Catha se lleve mi Xbox y la deje en quien sabe dónde.

"Ran: solo no se coman todos mis chocolates..."
"Catha: Tarde Coven of salem - Página 9 1620280664 Coven of salem - Página 9 1922094727 "


Adjunta una imagen con las dos cajas de chocolates vacías que me regalo Shay hace unas semanas atrás. Se me escapa una maldición y pronto tecleo un maleficio para que le dé diarrea a la morena. Pero antes de enviarlo, lo borro y solo le envió un emoticón de una carita rodeando los ojos antes de bloquear el celular. Se las verá conmigo cuando llegue, nadie se mete con mis chocolates sin sufrir las consecuencias.

—¿Esta todo en orden?

Darby me observa curioso con la vista sobre mi celular.

—Si, solo peleando con mis compañeras.  

—¿De la universidad?  

—No, de... la residencia donde vivo.

Ante cualquier pregunta, debíamos decir que vivimos en una residencia para estudiantes junto a una pareja de recién casados que buscaban mantener la casa que habían heredado. Esa era la excusa oficial que Cordelia nos exigía que diésemos, y yo no puedo cambiar los hechos.

—Ya veo. Debe ser complicado vivir con tantas personas, ¿cierto?

—Nah—arrugue la nariz contenta. Darby parece divertirse por mi enorme sonrisa—Mi familia es grande, así que me gustan que sea algo ruidosa y alborotada.

—Eso va bien contigo...

—¡Ey!—exclame tras una risita. No abandona su sonrisa, por lo que me da el pie a poder satisfacer mi curiosidad—¿Y qué hay de ti? ¿Tu familia es numerosa?

Tarde me percato que no fue una pregunta pertinente. Su sonrisa flaqueo.  

—Solo somos mi hermano y yo, pero él ha estado viviendo fuera por un tiempo.  

—Entiendo —asentí levemente con la cabeza. Me da la sensación que debe extrañarlo mucho —¿No vas a visitarlo?

—Es un poco complicado.

—¿El trabajo?

—Si. Últimamente hemos estado teniendo más trabajo del necesario —suspira frustrado. Me detengo un momento en observarlo bien manejar, se ve mucho más atractivo, sobre todo con esos brazos que...—Hubo un incendio en una fraternidad hace unos días atrás.

Todo pensamiento estúpido decae de inmediato. Se me asienta en el estómago algo pesado, muy pesado. Casi siento las ganas de vomitar y salir corriendo. Intento que la crispación de mi cuerpo no sea muy notable, o al menos fingir que nada ha sucedido, pero Darby la percibe al instante, rompiendo poco a poco la barrera que he puesto para protegernos.

—¿Qué pasa? ¿También lo sabias? —inquiere, percibo su interés. ¿Y cómo no? Es un caso en el que está trabajando, tiene que interesarle.

—Me he enterado por las noticias—miento rápidamente y me dejo al descubierto: soy mala mintiendo, y hasta él puede percibir mi tono robótico al decirlo. Me hecha una mirada desconfiada, por lo que prosigo a decirle la verdad; a medias, obvio—Bueno, en verdad estuve en esa fiesta...

—¿En serio?—su seriedad comienza a resaltarse en las facciones de su cara. Estoy comenzando a tenerle miedo a su próximo interrogatorio—¿Puedes contarme que paso esa noche?

—Pues...—aclaro mi garganta y armo rápidamente una historia creíble en mi cabeza. Aligero mi tono de voz, esperando a que no se note demasiado mis mentiras entre las verdades—No sucedió nada raro mientras yo estaba. Digo, solo había alcohol y música, chicos alocados bailando en todos lados y coqueteos.  

—Quieres decir que nada de drogas.

—Exacto, o al menos, por lo que vi. Yo... digo, nosotras nos encontramos a una vieja amiga y fuimos hacia afuera para tomar aire. Cuando nos dimos cuenta, la música había parado y la casa estaba en llamas. Paso muy rápido —y no es mentira, fue demasiado rápido. Antes que lo notáramos, y según las chicas también, sucedió de tal manera que fue un shock ver las llamas consumir la vivienda—Corrimos al igual que la mayoría. Hubiese sido un problema para nosotras si la dueña de la casa se enteraba...

El pelinegro se queda callado un momento, como si estuviese asimilando mis palabras. Me siento nerviosa por contarle todo esto sabiendo que es policía y está en el caso, sobre todo porque Fiona se puso como loca cuando se enteró que habíamos asistido a esa fiesta en la que termino en una desgracia, no quería ni pensar que haría si supiese que estaba haciendo lo contrario a lo que nos ordenó.

Me invade el terror de pensar que Darby podría ir con más policías a la mansión, por lo que rápidamente le toco el brazo para llamar su atención. Voltea hacia a mi brusco y serio. Pronto me encojo a mí misma por la mirada fulminante que tiene sobre mí. Le atribuyo al estrés del trabajo, muchos jóvenes murieron ese día.

—Disculpa, pero... ¿podrías tomar este testimonio como anónimo? —junte mis manos, rogándole. No cambio su expresión, más volvió su vista hacia delante—No quiero que las demás se vean involucradas en este problema, ni que la directora de la residencia se moleste.

Hace una mueca parecida a una sonrisa, una torcida, como si se esforzara en hacerlo.  

—¿Te vas a sacrificar por ellas?

—Prefiero ser interrogada antes que, golpeada, eso es seguro. Además, solo necesitas el testimonio de una de nosotras, ¿cierto?  

Se lo pensó un momento antes de contestar.

—Si dices que estaban juntas en el mismo lugar y al mismo tiempo... pues sí, necesitaré el testimonio solo de una.

Largo un enorme suspiro de puro alivio.  

—¿Tanto miedo te dan? —inquiere burlón, sin abandonar su seriedad.

—Es el bullying —digo con franqueza—Si se roban mi Xbox y se comen mis chocolates sin que haga nada, ¿qué te crees que me harán si se enteran?

Se queda callado tras asentir brevemente. Me acomodo sobre el asiento para intentar conciliar el sueño nuevamente, inútilmente. Con lo reciente, ahora comienzo a pensar que tal vez debí callarme desde el principio y fingir que dormía, así tal vez no habríamos llegado a esta conversación y yo no habría destapado la olla. Solo espero que realmente me crea, pues no tuvimos nada que ver en el incendio, incluso cuando podríamos haber causado desastres. Ser brujas no nos convierte automáticamente en personas viles y desagradables.  

Un tirón en el estómago hace que suba la bilis hacia mi garganta. De pronto tengo ganas de vomitar, pues el mal presentimiento se asienta en mi pecho con una angustia y una ansiedad tremenda, ambas mezclándose en un huracán arrasador.

Algo malo va a pasar...

Por lo poco que alumbra los focos delanteros, voy visualizando una figura pequeña con un paso débil y poca estabilidad. Al instante en que lo pasamos, puedo reconocerlo.

—¡Para, para! —chillo de repente.

Darby me echa una mirada seria antes de parar hacia un costado de la carretera. Tiro tu saco hacia atrás y tomo mi vestido del bolso que hay en mis pies.
—¿Qué sucede?

—Ya vengo.

Sin esperar respuesta, salgo rápidamente del auto y corro en el sentido contrario. Casi no puedo ver nada por la oscuridad de la noche, las sombras de los árboles y lo poco que brilla la luna esta noche. Mi vista se va acostumbrando a medida que sigo avanzando y logro verlo de inmediato: un perro, uno mediano, muy flaco y viejo. Tiembla al momento en que lo envuelvo con el vestido, me invaden las ganas de llorar al instante en que lo levanto, abrazándolo; siento todos sus huesitos y lo maltratado que esta.

—Shh, tranquilo, bebe —le acaricio suavemente mientras él suelta pequeños llantos, asustadizo. Apenas giro, tengo que dar un paso hacia atrás porque Darby esta frente a mí. Ni siquiera lo escuche, ¿cuándo llego?

—¿Qué haces?

—Esta solo y desnutrido —miro al canino en mis brazos. Distingo el brillo triste y desdichado de sus ojos, como si pidiese que no lo lastimáramos. Levanto la mirada hacia Darby, prácticamente rogándole —¿Podemos llevarlo a la ciudad con nosotros? Prometo que limpiare tu carro, incluso te haré una limpieza en el motor gratis. Pero, por favor, ¿podemos?

Las nubes que cubrían la luna se dispersan, por lo que la luz lunar resalta con más fuerza a nuestro alrededor, iluminando a mucho más que antes el lugar. Puedo distinguir mejor a Darby. Esta callado, lo único que hace es mirarme fijamente con su semblante serio. Estoy pensando en amenazarlo sobre no subirme a su auto sin el animal. Tengo miedo de caminar a oscuras y sola, pero no puedo dejar al pobrecito aquí en mitad de la nada. Vaya a saber cuánto tiempo ha estado vagando sin alimentos ni agua.  

Tarda otro minuto en silencio, que no puedo evitar preguntarle nuevamente. Reaccionando, finalmente asiente.

—Dame, yo lo llevo —extiende sus manos.  

—Está bien, no pesa demasiado.

—Debiste usar el saco...

—Se ve costosa. No quería arruinarla —paso de él caminando hacia el auto con pasos rápidos, me da miedo estar en mitad del bosque. Es como una película de Jason, me da terror que salga de pronto con el machete a rebanarnos.

—Pero se arruino tu vestido.

—No hay nada como una buena tintorería. Descuida —le echo una sonrisa mirándolo sobre mi hombro. Él la corresponde suave, parece cansado.

Subo al asiento delantero con el perro sobre mis piernas y Darby no tarda en subirse también y arrancar. Me paso todo el resto del viaje acariciando al canino y susurrándole palabras bonitas, al menos logro que deje de llorar y se relaje, durmiéndose al poco tiempo. Lo estrecho contra mi pecho y cierro los ojos. Al tenerlo en mis brazos, pronto el mal presentimiento se va marchando dejando la tranquilidad florecer. Tal vez eso significaba toda la angustia que tenía, que se extinguiría una vida más frente a mis ojos sin poder hacer nada.

Me remuevo con culpa, recordando el rostro del chico que encere en el armario del baño. De alguna forma u otra, me encargo de provocar más muertes de las necesarias.

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Me despierto un poco desorientada y sola en un estacionamiento. El perro no esta y Darby tampoco, por lo que tardo un momento en pensar si me he perdido de algo. No es hasta que miro hacia al frente y veo a Darby salir solo de una tienda. Un señor lo saluda desde la ventana con una sonrisa, y a medida que el chico se acerca hacia el auto, el hombre apaga las luces.

Darby abre la puerta y entra al auto.

—¿Que paso? —pregunto confundida. ¿En qué momento llegamos? —¿Y el perro?

—Lo deje con mi tío Sam —señala hacia la casa, tardo en darme cuenta que es una veterinaria—Se veía muy mal, creí que sería bueno dejarlo con alguien que supiese.

—Oh—paso una mano por mi nuca, masajeandola.—¿Estaba bien?

—Desnutrición y deshidratación, sarna avanzada y al parecer tiene un tumor en el pecho—siento los ojos picar al escucharlo. Es horrible. —Tranquila, dijo que se recuperaría.  

De todas formas, su respuesta no me convence y pronto busco en el letrero de la veterinaria el nombre para memorizarlo.

—Mañana pasare a verlo.

—Genial, porque le dije que pagarías los gastos—volteo a mirarlo sorprendida. —Yo no traje dinero, y el viejo no hace trabajos gratis.

—Pensé que tenían un juramento como los médicos.

—No esperes eso del viejo Sam —se le escapa una sonrisa. Pasa una mano por su rostro, intentando desaparecer todo el sueño que se manifiesta en él.

—Perdón. Debes estar agotado...

—Descuida—arranca el motor y el estéreo se prende de pronto—¿A dónde te llevo?

Lanzo rápidamente la dirección de la mansión para no perder más tiempo. No tardamos demasiado en llegar, apenas unos quince minutos en los que lucha contra el horroroso sueño que tengo, pero no puedo ser tan mala copiloto de nuevo, así que resisto el dormirme de nuevo. Se me escapa algunas veces espiarlo de reojo, Darby no solo parece estar cansado, también es como si se sintiera desdichado, retenido por algo o por alguien. Lo veo en su aura, esta perturbada. Las personas como Darby, quienes tienen el aura de color rojo, están ligados por tres sentimientos que gobernaran su vida: la pasión, la fuerza y el odio. La profesión de policía le queda bien, pues es un líder por naturaleza. Pero se enferma cada vez que se reprime para sí mismo, y la sensación que me da es que lo ha estado haciendo hace mucho tiempo, no solo esta noche. Es solo que no podía notarlo antes, su energía pasaba tan desapercibida que me costó reconocerla al instante. Y ahora mismo parece desnudarse delante de mí...

Sonríe de pronto, aun así, esa sonrisa no acompaña a su sentir en estos momentos.
—¿Te gusta la vista?

Pillo a los segundos que me lo he quedado mirando como una idiota. La cara se me pone roja por milésima vez en la noche y aclaro mi garganta, volviendo rápidamente hacia la ventanilla. No puede tener piedad de mí y dejarlo pasar.

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Como lo prometió, Darby me dejo en la calle de la mansión casi a las 5 am. Ambos estábamos lo suficientemente cansados y solo nos deseamos buenas noches. Me arrastré hacia mi habitación donde encontré a Narcissa, Catha y Salem durmiendo en mi cama. Los corrí un poco para que me hiciesen espacio y termine por dormirme acurrucada junto a ellos.  

Al día siguiente, Cordelia me cuestiono con severidad sobre mi presencia un día antes, intente mentirle inútilmente, así que termine confesándole el drama con mi ex novio, su prometida y sobre un policía de la zona que se ofreció a traerme. Pese a que mi relato era verídico y tuve que jurar varias veces que era cierto, me seguía inquietando su rostro perturbado.

—¿Paso algo?

Sus ojos me observaron con temor y tristeza.

—El consejo envió un comunicado: encontraron brujas y hechiceros quemados en una hoguera a pocos kilómetros donde te encontrabas.

La confesión me recordó el horrible presentimiento de ayer, y pensé si tal vez se debió a eso, a la matanza que estaba ocurriendo a poca distancia sobre mí. Entonces, ¿por qué no lo vi de ante mano? Lleve ese amargo sabor el resto del día, distraída en mis pensamientos que me costó más de un grito de Salem. No podía dejar de traer ese sentimiento a mi presente, preguntándome que habría hecho si lo hubiese visto venir antes.

Por la tarde, de camino a la veterinaria del tío de Darby, me llego un largo mensaje de Cody en el que, para resumir todo ese testamento, me pedía perdón y esperaba que, en algún futuro, cuando las cosas estuviesen mucho mejor con Melisa, compartiéramos un café. No respondí, ya no pretendía ser parte de su vida si eso los hacia infelices a ambos, así que borré su contacto. Cody Smith sería un buen recuerdo, aunque todavía dolía esa realidad.
Para mi sorpresa, el veterinario no estaba y su asistente me atendió: dejo que pasara a ver al perro, que lo alimentara y lo acariciara. Necesitaba cuidados extras, por lo que se quedaría en la veterinaria hasta el momento. Quise pagar, pero la chica dijo que la deuda estaba cubierta.
 
—¿Segura? Es que ayer...
 
—Esta toda pagada, descuida —me sonrió amable y me mostro el libro de anotaciones—Un tal Darby pagó por adelantado las operaciones y los cuidados. Puedes dejar tu número y te llamaremos si algo surge.
 
De toda la tristeza con la que sobrelleve el día, aquel gesto logro sacarme una gran sonrisa. Aliviado mi corazón, con culpas y cruces en mi espalda, pero sin tanto autocastigo.
 
—Ran, ¿estás bien?
 
Volteo hacia Narcissa, quien me mira con curiosidad. Me tardo en darle una sonrisa y asentir. Capto la atención de las demás, por lo que sus miradas penetrantes me inquietan. Rápidamente me llevo el vaso de cerveza para darle un trago, incluso Catha desde el otro lado de la barra me observa con los ojos entrecerrados. Cordelia me ha pedido que no revele la información a ninguna de ellas, pues el consejo le ha exigido que no sepamos nada del último acontecimiento. Es algo irrazonable, porque nosotras más que nadie debemos saber qué es lo que pasa con nuestra especie, solo que Cordelia se veía tan mal que no quise replicar nada.
 
Catha ha conseguido trabajo como bartender en un lindo y tranquilo bar, por lo que nos prometió invitarnos la primera ronda si íbamos a visitarlas hoy al trabajo. Tenía tantas cosas en la cabeza que al principio pensé en negarme, pero hasta Ava había aceptado asistir, que no quise perderme la oportunidad de disfrutar tiempo juntas. Nos sentamos en los taburetes, apoyadas en la barra en hilera. Estoy entre medio de Narcissa y Ava.
 
—¿Que te pasa? Estás rara—pregunta Catha por todas.
 
—Nada, solo estoy cansada—trato de sonreírle, todo en vano porque soy descubierta.
 
—Bien, no lo digas. Sería problemático —dice Ava volviendo a su bebida.
 
—Que insensible —Catha la mira mal antes de volver hacia a mi—Ya, cuéntanos, queremos saber el chisme. Cordelia te dijo algo, ¿cierto?
 
—Es que...—todas parecen interesadas en saber. No quiero contarlo, no si Cordelia me lo dijo con tanta confianza
 
—Vamos a enterarnos tarde o temprano, y a ti parece molestarte —murmura Aurora tranquila e indiferente del otro lado de Ava—¿No sería mejor hablarlo?
 
—Ummm...
 
—Haz lo que quieras —rechista Ava sin darme importancia—Oye, dame otra.

—Se pide por favor, amiga —le replica Catha.
 
—Solo hazlo. Para eso trabajas, ¿no?
 
Me saca una risita la reciente pelea que comienzan a llevar y el regaño que le cae a Catha por ponerse a discutir con un cliente, también la sonrisa triunfante de Ava. Estas dos son de las que no hay.  

Suena el celular desde el bolsillo de mi pantalón, no logro identificar el número. Me bajo del taburete y camino unos pasos para obtener más privacidad, de todas formas, tengo que ir al baño.

—¿Por qué te vas? ¿Te habla tu novio? —se burla la morena aun detrás de la barra.

—Yo no tengo novio—pongo los ojos en blanco y contesto caminando hacia el baño de mujeres—¿Hola?

—¿Randalie?

Se me hace extraño que el desconocido me llame así. Nadie me dice por ese nombre, nunca.
—¿Quién es?

—¿No sabes quién soy?

Pasan dos segundos antes de poder reconocer su voz. Logro captar mi reflejo y noto que me he puesto roja. ¿Por qué? Ni siquiera lo tengo enfrente.

—Darby—aclaro mi garganta antes de continuar. No puedo evitar sonreír—¿Como conseguiste mi número?

—Lo dejaste en la veterinaria y lo agende.

—Psicópata.

—Quizá—puedo imaginarlo con su sonrisa llena de picardía—Estaba allí y quería hablar contigo. ¿Está mal lo que hice o debería ir a buscarte a la residencia?

El solo pensarlo verlo en la mansión me da pánico. Se me viene a la mente con él llegando con su uniforme del trabajo a la puerta de la mansión y Fiona recibiéndolo. No, eso sí que no.

—Hiciste bien—trato de disipar las malas ideas. Se me llena el estómago con estúpidas mariposas—Así que... querías hablar conmigo...

—Por supuesto, dijiste qué harías una limpieza de motor gratis si te dejaba subir al perro, ¿lo recuerdas?

La ilusión se me va pasando al escucharlo. Es cierto, yo le prometí que le haría el trabajo gratis si me permitía llevar al canino con nosotros, pero no pensé que lo tomaba en serio.

—Ah —no evito que mi voz salga decepcionada. Aclaro otra vez mi garganta, intentando que no se note demasiado —Pues, puedo ir a tu casa y limpiarlo. Llevaré todo así que no te preocupes.

—¿A mi casa? —repito con picardía.

—No puedo llevarlo a la mansión —explico rápidamente, nerviosa por ser malinterpretada—No es necesario que siquiera pase, solo voy a limpiar el motor y eso...

Le escucho soltar una breve risita. Trato de no sonreír, pero se oye lindo cuando ríe.

—Entonces, te enviare un mensaje con la dirección, el día y la hora. ¿Está bien?

—Bien...

—Por cierto, ¿cuál es tu plato preferido?  

—Jajangmyeon. ¿Por qué?

—¿Jang qué?

—Jajangmyeon. Son fideos con una salsa hecha de chunjang, carne, verduras, mariscos...—Darby se queda callado desde la otra línea.—Es un platillo coreano.

—Entiendo. Entonces, ¿qué te parece unas hamburguesas?  

—¿Hamburguesas?  

—Si. Es una cita, ¿cierto?

Se me explotan los nervios de solo escucharlo y tengo que morderme los labios para no echarme a reír.
—Así que debería ir a tu casa a limpiar el motor de tu auto y luego tener una cita contigo almorzando hamburguesas...

—No es mala idea, ¿cierto?

—No del todo...

—Bien, entonces, te veré pronto, Randalie —me sobresalta el pecho ante el tono suave y dulce de su voz, como si realmente anhelara el encuentro.

—Si... adiós, Darby.

Me siento como una tonta cuando termino la llamada. Inmediatamente me sale un pequeño chillido de los labios mientras hago una danza rara, incluso una chica que sale de uno de los compartimientos me queda mirando raro, pero ni eso me importa. ¡Una cita con el policía sexy! ¡Válgame toda la vergüenza, valió la pena! Cuando le cuente a Bella y Lenna de seguro cerraran el pico y dejaran de joderme la existencia.

Todavía contenta y con sacudidas en mi cuerpo, vuelvo hacia la barra donde siguen las chicas esperándome. Todas parecen estar animadas hablando con alguien, y no es hasta que me acerco y lo reconozco al instante.

—¿Levi?

El mencionado se gira para mirarme sobre su hombro y dirigirme una enorme sonrisa que logra tumbarme por completo el corazón.  
—Ran, hola.

—No nos dijiste que tenías un primo tan buenmozo como él, Ran—Ava me echa una mirada picara. Catha levanta las cejas y las baja con clara insinuación mientras que Narcissa esta sonrojada (de seguro Levi uso su encanto natural). Aurora es la mas tranquila de todas, pero hasta ella levanta el pulgar en señal de aprobación. Se me pone la cara toda roja.

—N-no es mi...

—No somos primos, solo nos hemos criado juntos —dice levantándose del taburete y le pasa su tarjeta de crédito al compañero de Catha, quien está en la máquina registradora—Por favor, cóbrame la cuenta de las chicas y otra ronda más.

Esto es suficiente para robarles un grito ahogado de asombro. Hombres generosos no existen, solo Levi.

—¡No! —chillo rápido y trato de detenerlo—No es necesario, nosotras...

—Es la primera vez que conozco a tus amigas—voltea hacia a mi aun sosteniendo su sonrisa encantadora—Y son muy simpáticas. Por favor, déjame hacer esto.

—Si, Ran, fuera —me empuja Ava antes de voltear hacia el chico y darle dos palmadas en la espalda—Adelante.

—¡Ava!

—Levi quiere hacer algo lindo por nosotras y por ti. Déjalo ser el caballero que es —me regaña Catha antes de mirarlo y soltar un suspiro—No tienes un hermano, ¿cierto?

—Una hermana menor.

—Diablos, ¿por qué no me van las chicas? —refunfuña la morena. La suerte que tiene, pues Bella es todo lo contrario a Levi.

Pese a que vuelvo a insistir de que no lo haga, Levi hace lo que quiere y termina por pagar. No sé qué tanto ha hablado con las chicas, solo que estas se ven encantadas por su persona. Ese es el efecto que tiene Levi, pues su amabilidad, carisma y gran corazón puede cautivar en grandes medidas. Incluso te enamora, así como yo me la he pasado enamorada todos estos años de él. Me llega un sabor amargo de la boca hasta asentarse de golpe en el estómago, pues hace minutos atrás estaba saltado porque Darby me invitaba a una cita, pero teniendo frente a mí a Levi, puedo darme cuenta de lo diferente que es el sentimiento del uno del otro: Darby es como una brisa fresca, una aventura. Levi es... es Levi, mi caballero de armadura brillante que, por más que sabe que le quiero, todavía no puedo decirle nada.

Aun me late fuerte el corazón y, al mismo tiempo, tengo la amargura expandiéndose por todo mi cuerpo y mi cabeza. Lo acompaño hasta afuera, pues solo estaba de pasada y llego justo cuando fui al baño, quería saludar y ya lo hizo, así que volverá al hospital para seguir con su trabajo.

—¿Qué tal te fue en la boda?

Arrugo la nariz y meneo con la cabeza. Su sonrisa comienza a decaer.

—¿Tan mal estuvo?

—Te lo contaré después, descuida —me las ingenio para sonreír, aunque nota de inmediato que el sentimiento no llega a mis ojos—Puedo llevarles algo de cenar más tarde...

—Descuida, tengo en el carro nuestra cena. Además, ya anocheció y no deberías andar sola—levanta una mano para acariciar mi cabello. Me estremezco, pues siempre tiene ese efecto en mi cada vez que hay contacto entre nosotros—Cuando termine mi turno podemos reunirnos en mi casa. ¿Quieres Jajangmyeon?

Asiento sonriéndole, odiando lo irónico que es la vida. Parece percibir que mi sonrisa nos verdadera, por lo que frunce el ceño preocupado.
—¿Esta todo bien?

—Si, solo estoy un poco cansada. Fue un día largo—no es del todo mentira, así que logra creérselo, volviendo a sonreír.

—De acuerdo. Entra, están esperándote.

Se despide con un beso en mi frente como siempre lo ha hecho de manera fraternal. No se marcha antes de darme una de sus sonrisas que te roban el aliento, y solo cuando se va perdiendo entre la fila de autos, es cuando suelto el suspiro que estuve reteniendo. Diablos, todavía le quiero, pero soy una cobarde: nunca podría decirle mis sentimientos, porque estoy tan aterrada de que me rechace y el rechazo es seguro. Si él sintiera algo por mí, ¿no debería dar siquiera un paso? Una vez Bella me dijo que se me pasaría la vida esperando por él, y quizá el conocer a Darby sea una señal que debería dejarlo ir. Parece casi algo imposible, pero no por ello signifique que no deba intentarlo otra vez. Tal vez, solo tal vez, pueda olvidar a Levi Elric.

—¡BU!

Salto como estúpida desde donde estoy y se me enredan los pies. Caigo de culo al suelo, escuchando las carcajadas de las chicas resonar desde la puerta abierta del bar. Aurora ha sido la que me ha echado el susto.

—¡¿Qué haces?!

—Dijeron que me pagarían si te lograba asustar.
Abro la boca, indignada.    

—¡No puedes usar tus poderes para eso! —le chillo en susurros.

—No lo hizo. Te quedaste toda pendeja viendo cómo se fue tu Romeo —se burla Ava—Ahora levanta tu culo, Catha dijo que nos dará comida.

Catha no deja de retorcerse de risa hasta que finalmente para y acepta el pañuelo que Narcissa le pasa para limpiarse las lágrimas que ha soltado.
—Por supuesto, se lo tienen merecido. ¡Vamos, vamos! Tienes que hablarnos de tu galán, Ran. No te vas a escapar —me guiña un ojo antes de entrar seguida por la rubia y la morena.

Acepto la mano que me extiende Aurora y sacudo la tierra de mi trasero. El susto valió una cena gratis, aunque no debería jugar así con el corazón de una persona, y menos si estoy reflexionando conmigo misma sobre dejar de ser una pendeja esperando la atención de un hombre. Decido dejar todos los problemas a un lado y disfrutar enserio el encuentro con las chicas. Ya después habrá tiempo para pensar en todas las cosas malas que van sucediendo y mi trágico destino en el amor.  



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Mensaje por Bart Simpson Dom 18 Ago 2019, 8:28 pm

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Comentaré pronto! Coven of salem - Página 9 1857533193

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Mensaje por Bart Simpson Miér 21 Ago 2019, 4:08 am


Candeluli  Coven of salem - Página 9 3917340093 :

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Mensaje por indigo. Mar 27 Ago 2019, 6:01 am

Must be the season of the witch:
indigo.
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Mensaje por hange. Dom 01 Sep 2019, 8:20 pm

¡HOLAAA!
Bueno miren, me pase, lo se y lo siento. Estoy tratando de remendarme  Coven of salem - Página 9 2998878722 asi que voy a subir los comentarios que debo de la Ronda 01. Algunos los tenia escritos, pero quería terminar todos para subirlos bien. Cande, tu comentario va a venir mas adelante, porque estoy arrollada hasta la coronilla Coven of salem - Página 9 1129725545

kandeeee :

DANI:
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Mensaje por hange. Dom 01 Sep 2019, 8:24 pm

“KATEEE:
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Mensaje por hange. Dom 01 Sep 2019, 8:25 pm

JENNN:

Zoeeeeee:
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Mensaje por pixie. Jue 21 Nov 2019, 12:36 am


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ausente.
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Mensaje por hange. Sáb 04 Ene 2020, 4:46 pm

team levi:
hange.
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Mensaje por hange. Sáb 04 Ene 2020, 4:49 pm


CAPÍTULO 009
cathasach & wythe


Estiro mis brazos, abriendo el mapa del pantano y colocándolo sobre el césped. Las copas de los árboles están un poco separadas, al punto en que pocos rayos del sol que se filtran me permiten leer más o menos bien. Observo los puntos marcados con X en rojo, lugares que ya he visitado en vano. Es mi sexto intento de ubicar la cabaña de aquel Licántropo que rescaté, hace unas semanas.

Venir al pantano me cuesta mucho más de lo que pensé. Escaparme de madrugada no ha resultado tan bien, porque una vez me encuentro con las chicas y otra, con los ojazos irritantes del gato parlachín Salem. Creo que incluso Spalding, el mayordomo silencioso, me ha visto escabullirme a altas horas de la noche o tempranas en la mañana. Por eso, hoy que es Lunes, pedí un permiso en el trabajo y tomé el autobús que me deja en la entrada del lugar.

El problema es que aquella noche, estaba herida y agotada, y temiendo por mi vida. No tengo la menor idea de cómo llegué a esa cabaña, y al final, el licántropo me había noqueado y dejado en la entrada. Al menos, ahora no estoy tan perdida. Ya me he encontrado con el hombre algunas dos veces.

La primera fue de madrugada. Estaba andando por el bosque, con una daga en la mano e intentando recordar mis pasos de la primera vez que aterricé en el bosque del Bayou. Pero era una experiencia diferente a la otra vez: ahora estaba despierta y sin el terror apoderándose de mi.

El olor de la tierra humeda, mezclada con plantas que no se nombrar. Los arboles de este lado son delgados, torcidos en diferentes angulos y no están tan llenos de hojas. Pero aun asi, son tantos que no se puede ver nada mas que arboles por kilómetros. No estoy segura si es por donde estuve la otra vez, porque recuerdo un tronco de árbol hueco gigante.

Mis pantalones se mojan con el rocio de la mañana y el ambiente, a pesar de ser húmedo, es un poco fresco todavía. Todo se ve pintado de azul y verde, el sol estando oculto todavía. Avanzo por un pequeño puente, que pertenece al refugio salvaje del Bayou. La diferencia es inmediata: los troncos de los arboles se vuelven mas gruesos, del ancho de varias personas. Las copas de los arboles aumentan en cantidad y hojas, ocultando lo poco que podía ver del cielo.

No duro mucho caminando cuando unas garras me sujetan del brazo y me estampan contra un tronco. Se me va todo el aire de los pulmones, y me encuentro con los ojos marrones con dorado de aquel licántropo de la otra vez. Su boca esta torcida en una mueca de asco o enojo, o tal vez las dos. Tiene el cabello mojado y anda sin camiseta, como si fuera lo mas común del mundo.

—¿Qué demonios haces aquí? —masculla, inclinándose hacia mi.

Tengo el corazón acelerado y su agarre en mi antebrazo es demasiado fuerte, pero de todos modos sonrío.

—Vine por ti.

Me da un vistazo de pies a cabeza, y repara en la daga que esta apuntando a su estomago. Veo su quijada tensarse debajo de su corta barba y suelta un resoplido.

—Estas traspasando —escupe, aun con voz baja—. Tienes que irte o la próxima ronda de licántropos va a aprisionarte.
—¿Se te olvidó que necesito conversar contigo? —remuevo el cuchillo en mis dedos— Porque a mi no.
—Tienes que irte —aprieta un poco mas mi brazo—. Ya.

Antes de poder darme cuenta, me dobla el brazo con el cuchillo y lo tira hacia unos metros de distancia. Se estira hacia atrás y suelta un aullido, tan alto que me estampa los oídos y me hace saltar en mi lugar. Soy obligada a irme corriendo como una loca, antes de que sus idiotas amigos lobos me encuentren.

La segunda vez eran horas tempranas de la mañana, un domingo. El sol estaba acabado de salir y el sudor me corre por el cuello y la espalda. Me meto por otro lado del bosque, llegando mas rápido hacia la parte de arboles gruesos. Asegurándome de que nadie estuviera cerca de mi y de marcar la ruta en el mapa para no perderme.

Cuando tengo alrededor de una hora sin ningún percance, comienzo a tararear la canción de Sabrina la Bruja Adolescente en mi cabeza. Observo los arbustos de diferentes formas: hojas largas y puntiagudas mezcladas con hojas redondas y cortas. Me mantengo alejada de las aguas, asustada de los caimanes y cualquier persona que pueda andar pescando por allí.

Me detengo para tomar agua. Estoy buscando el termo en mi pequeña mochila negra, cuando un par de botas aparecen en mi campo de visión. Otra vez el hombre lobo. Mirándome como si quisiera darme de comer a los cocodrilos.

—Si vuelves a tirarme contra un árbol, te voy a electrocutar —me hecho hacia atrás, utilizando mi termo como escudo.

Su única reacción es arrugar la nariz y sujetarme del brazo, esta vez sin detener mi flujo de sangre. Estoy harta de que haga eso. No dice nada y en cambio, se gira un poco, como si estuviera escaneando nuestros alrededores. Esta vez si anda vestido, con una camiseta sin mangas y unos jeans rotos.

—¿Cómo me encontraste? —trato de soltarme de su agarre, en vano— Me asegure de cubrir mi esencia. Dos veces.

¿Tal vez lo hice mal? Tendría que consultarlo con Ava. Ran de seguro no me ayudaría porque pensara que estoy haciendo cosas indebidas —lo que no es cierto. Mejor no preocuparla mas. El sacude la cabeza, chasqueando la lengua.

—Eso no funciona conmigo —murmura, aun mirando hacia la profundidad del bosque—, te puedo oler a kilómetros.

Me quedo estática. Pero la sorpresa no me dura mucho.

—¿Qué? ¿Qué eres entonces? —le busco la mirada, con el ceño fruncido— ¿Cómo un súper licántropo?
—Maldita sea —murmura por lo bajo—. Te vas ahora.

Parece que me ha dicho eso sin percatarse. Comienza a jalarme por la dirección en donde vine, y no importa cuanto clave mis pies en el suelo, lo único que hago es acumular tierra en mis zapatos deportivos.

—Hey, ¿puedes responderme lo del olor? —sigo intentando, tratando de zafarme de su brazo— ¿Hay mas lobos como tu o eres especial?

Nunca había escuchado de eso. Hay lobos para lo que no funcionan hechizos contra esencia. ¿O solo era él? Al final no supe, porque volvió a dejarme inconsciente con un golpe de mano abierta en el cuello.

Ahora estoy decidida a no dejarme noquear otra vez. Tengo alrededor de tres horas para que anochezca y tenga que entrar al trabajo en el último turno, o para que las chicas se pregunten donde ando metida —aunque lo último me da igual, un poco.

No se cuanto tiempo pasa desde que empiezo a caminar. Mayormente sigo mi instinto, preguntándome con voz baja a donde girar cuando creo que me he perdido. Pero la encuentro, claro que la encuentro. Reconozco el tronco gigante y hueco tumbado, por el que cabria cualquier persona sin problemas. Se me acelera el pulso y avanzo dentro de la madera, escuchando el crujido debajo de mis zapatos deportivos.

A la luz del día se ve diferente a como la recuerdo. Hecha de troncos oscuros y con un techo picado triangular, se asemeja a una choza de un cuento. Aislada del resto del bosque, rodeada con arboles por todos lados, excepto por donde entro. Desde donde estoy observo una ventana rectangular, la puerta y una chimenea de ladrillos. Antes de que pueda pasar algo, avanzo entre la maleza y subo los tres escalones de la entrada.

Sorprendentemente, la cabaña tiene un seguro sencillo, que puedo abrir con un pincho. Aprieto los labios y entro, mirando a todas las esquinas, por encima y por debajo de mi cabeza. Cuento hasta 10 y cuando nadie viene, cierro la puerta y me adentro con más seguridad. De haber estado aquí, ya me habría atacado.

La cabaña es ligeramente diferente a lo que recuerdo —probablemente porque me estaba muriendo. Es de madera oscura, desde el suelo hasta las paredes y el techo. Lo primero que hay a la vista es la sala, compuesta por un mueble mediado de color verde, con mantas rojo vino arriba. Hay una pequeña mesa de café de madera clara, y dos banquetas sencillas que parecen ser de caoba. A mi derecha hay un recibidor, además de la ventana junto a la puerta de la entrada.

Avanzo por el suelo, encogiéndome cada vez que la madera cruje, esperando un ataque que no llega. Toda la cabaña huele a madera vieja y a canela. A la derecha, junto a la sala, está la cocina como la recuerdo. Pequeña, solo caben dos personas a la vez. Entre la sala y la cocina hay un desayunador de madera, con taburetes altos de caoba.

Al otro lado de la sala, izquierda, hay una puerta que supongo que lleva a su habitación. Esta semiabierta, y no me atrevo a entrar, recordando que este lobo loco puede oler mi esencia sin importar mi hechizo.

Me concentro en buscar algo que pueda decirme información de quien es. En las mesa pequeña hay un florero vacío, y libros de animales. En las paredes no hay fotografías colgadas. Parece como si un fantasma viviera aquí.

En el desayunador hay una especie de agenda de tapa dura, verde. Antes de que me arrepienta, la abro y comienzo a chusmear. Su letra es torcida, grande, legible. No me detengo a leer mucho, buscando la hoja de información personal. Wythe Luretto. Pero no tiene ni su número, maldita sea. Sigo pasando hojas hasta que doy con una tarjeta de negocios, y casi me pongo a bailar en medio de la casa de mi enemigo.

La tarjeta es blanca con detalles verdes claro y oscuro. De una veterinaria: Crescent City Veterinary Hospital. En New Orleans. La guardo en el bolsillo de mis pantalones, cierro la agenda y me voy corriendo de la cabaña. No sin antes trazar con un circulo azul en el mapa el lugar. Media hora caminando hacia el noroeste desde la entrada del pantano, metiéndome entre un grupo de troncos gigantes caídos y huecos. Oculta entre el mismísimo bosque del pantano.

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Cuando llego a la mansión, son las siete de la noche y según Google, la veterinaria se encuentra cerrada. Me cuesta todo el autocontrol del mundo que no tengo para no irme directamente allí, sin importar eso. En cambio, me alisto y ceno para llegar tarde al trabajo. Estoy atando mis vans de estrellas en la entrada de la mansión cuando unos tacones se acercan a paso lento y decidido hacia mi. Observo las puntas trianguladas de los tacones negros de Fiona Goode, la Suprema más indeseable de todas.

Levanto la mirada y me cruzo de brazos, esperando qué hable. Fiona pueda caerme algo mal, por lo que le hizo a Ran y por estar de loca violenta con nosotras que debemos ser sus protegidas. Pero también no me atrevería a meterme con ella sin una buena razón —al menos, eso quiere pensar mi lado sensato. Que realmente es como el 5% de mi cabeza.

—¿Dónde estabas? —cuestiona, moviendo su copa de vino con sutileza.
—Estudiando la naturaleza —sonrío sin mostrar los dientes.
—¿Me ves cara de estúpida?
—¿En serio quiere que le responda eso? —enarco una ceja.
—Mira, niña, no me importa lo que andabas haciendo —se acerca hacia mí como si fuera una depredadora—, pero si vuelven a hacer un escándalo como la otra vez, no voy a perdonar a ninguna.

Mi corazón empieza a latir más rápido y me dan ganas de retroceder, pero aprieto los puños y aguanto un poco más. Subo la barbilla y asiento.

—No se preocupe, señora, soy la reina de la discreción.

Tomo mi bolso del perchero y me voy de la mansión antes de que diga algo más. Tener tantos poderes seria estupendo, pero no si me deja con esa personalidad de vieja loca y egocéntrica.

Me paso el resto de la noche encerrada en mi habitación, mirando mi viejo cuaderno. De color gris oscuro, decorado con estrellas de sticker que brillan en la noche. La primera mitad del cuaderno ha sido usado para anotar cosas de la investigación que iba a hacer antes de que pasara todo este rollo: mi árbol genealógico. Siempre he querido saber de donde vengo y por que tengo estos poderes —sin embargo, Breeda me necesita más.

Entrecierro los ojos, mordiendo la esquina del lapicero azul. Nunca supe mucho de la comunidad de hombres lobo ni por qué nos dejaron quedarnos. Lo único que sé es que son bastante cerrados con su comunidad —y que Breeda les brindaba servicio de protección y vigilancia. Miro las hojas rayadas con fuerza, y marco varios signos de interrogación al lado de la palabra “protección y vigilancia”.  ¿En qué demonios consistía y por qué se volvieron en contra de nosotros?

Sigo mirando la hoja, moviendo el lapicero como palos de batería. Como si eso fuera a darme la respuesta.

—Ey, loca —la voz de Salem me hace saltar en la silla—. Cordelia quiere verte en su despacho.
—No vuelvas a asustarme así, gato raro —frunzo el ceño y cierro el cuaderno con fuerza—. ¿Para qué? No hice nada.
—Creo que ni tu misma te crees eso, ¿sabes? —su cola se mueve con suavidad– Y no soy raro, soy hermoso.

Suelto un bufido mezclado con una risotada. Espero a que salga de mi habitación para encerrar el cuaderno en la gaveta y llevarme la llave. No confío en que no chusmee nada.

Camino por la mansión y bajo las escaleras al despacho de Cordelia. La habitación es pequeña, prolija, sin ninguna señal aparente de polvo o descuido. Cordelia esta sentada detrás de su escritorio de cristal, con un moño perfectamente arreglado encima de su cabeza. Cuando entro, deja los papeles de lado y entrecruza los dedos por encima de la mesa.

—¿Quería verme? —cierro la puerta detrás de mi.
—Si, toma asiento.

Me recuesto de la silla, esperando. Cordelia tiene una vibra suave que me desespera y me hace admirarla al mismo tiempo. La mayor parte del tiempo me desespera, porque a veces siento que esta forzando eso de ser tan pasiva. Muevo uno de mis pies de un lado a otro, esperando.

—Me gustaría saber qué tanto conoces de la magia —dice, por fin—. Lo que te enseñó Breeda.
—¿Para qué? —me siento más derecha.
—Necesito saber en qué nivel están todas para ver como puedo enseñarles mejor —explica, moviendo sus manos—. Por ejemplo, ahora mismo la que sabe mas hechizos de curación es Ran. Tu eres mas adiestra con tu poder elemental de los rayos. Pero también hay hechizos y pociones…
—Sé algunas cosas que tienen que ver con plantas medicinales, más que nada —contesto, apretando los puños.
—No creo que estés siendo del todo sincera…
—Si eso es lo que cree, ¿por qué me está preguntando?

Enarco una ceja y me inclino un poco hacia delante. Que sea directa de una buena vez.

—Me llegó la noticia de que hace un par de noches llegaste con una herida bastante profunda en un brazo —se irgue sobre la mesa, sus ojos cambiando a una mirada mas oscura—. Pero asumo que te has curado, porque no hay nada en tus brazos.

Aprieto los dientes con tanta fuerza que me molesta la quijada. La voz de Cordelia sigue igual de tranquila, serena, pero al mismo tiempo es tan helada que temo que vea todo en mi cara. Me llegan pensamientos de inmediatamente: Una corriente eléctrica atravesando a Spalding mientras usa la aspiradora. Nadie sospecharía nada.

—Breeda me enseñó algunas cosas en latín, pero más nada. ¿Cuál es el punto? —arrugo la nariz.
—Utilizar hechizos y hacer pociones usando el latín puede tener consecuencias a largo plazo, dependiendo de cómo se usen —me habla como si fuera su hija–. Al igual que sus habilidades “naturales”, toda la magia tiene consecuencia. No me gustaría que te pasara algo por estar metiéndote en líos.

Casi le salto encima. De no ser porque afinco los dedos en el borde de la silla, estaría encima de ella ahora mismo, tirando todo el orden de su estúpido escritorio. ¿Metiéndome en líos? ¡Ella no quiso ayudarme a buscar a Breeda!

Me muerdo el interior de la mejilla y me obligo a mi misma a ponerme de pie. Mis brazos parecen dos cables de tensión a mis costados. Le sonrío de oreja a oreja, inspirando.

—No se preocupe. No estoy haciendo absolutamente nada.

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Estoy corriendo a toda velocidad. Siento el césped húmedo, piedras pequeñas y hojas secas ser aplastadas por mis pies. La tierra se me mete entre los dedos. Huele a musgo y a hojas mojadas, y el aire está tan húmedo que siento el sudor bajarme por la espalda a toda velocidad. ¿Por qué estoy corriendo? ¿Estoy en el pantano?

Los troncos de los árboles parecen moverse para meterse en mi camino, aunque no se a donde voy. Esquivo una y otra vez, pero me raspo los brazos y muslos con ramas. Siento el ardor de los cortes, pero no bajo la mirada para chequearme. Sigo corriendo, jadeando, sin aliento.

No puedo detenerme a tiempo. Corro y caigo por el precipicio. Siento el corazón salirse de mi garganta al igual que mis gritos. Mis ojos están llorosos y el viento no me deja ver nada más que el final por la velocidad de la caída.


Me despierto con las uñas raspándome la garganta y la boca abierta, gritando. Parpadeo con velocidad, intentando descifrar donde estoy. Siento el colchón bajo mi cuerpo y la sabana enredada en mis piernas. El olor a coco de mi crema de peinar, que sale de mi cabello. Estoy en la mansión, estoy en el coven, estoy segura. Lo repito varias veces hasta que dejo de respirar como si acabara de salir de una carrera de atletismo.

Me levanto de la cama y el suelo frio me espanta un poco, pero lo acepto. Me hace recordar que sigo en la mansión y que estoy viva, a salvo. Enciendo la pequeña lámpara junto a mi cama y la luz tenue y amarilla alumbra mi habitación.

Camino hacia el buró blanco y descuelgo la toalla, mientras intento no recordar el sueño. No quiero pensar en eso ni en qué demonios puede significar. Suficiente tengo con soñar acerca de Breeda. Estrujo mi cara y me meto al baño, procurando dejar que el agua caliente se lleve todos mis problemas.

Pero no lo hace. Porque me quedo despierta, tumbada en la cama, mirando el techo como si fuera una película pasando los últimos acontecimientos de mi vida. Era una personal normal —bueno, no tan normal, pero mi vida si lo era. Estudiar, trabajar, estar con Breeda y pasar desapercibida. Ese era el plan. Ahora todo esta jodido por una estúpida guerra que es mas antigua que toda mi descendencia.  

A las tres de la mañana me rindo con dormir. Me paro de la cama y voy hacia el escritorio. Una de las gavetas de abajo esta cerrada con llave y solo la abro cuando estoy absolutamente segura de que nadie va a venir a chusmear.

Abro el mapa de Nueva Orleans y saco la libreta de apuntes. Llevo varias hojas ya marcadas de localizaciones incorrectas, lugares que aun debo visitar y los lugares que me parecen posiblemente sospechosos. Pero ninguno como el pantano. Encerrado en un circulo remarcado varias veces, estoy segura de que tiene que estar por ahí.

El otro circulo marcado con más potencia es en Metairie, Louisiana, donde vivíamos. Justo en el borde de Lafreiere Park, donde esta la manada que nos atacó tan asquerosamente. La marco con marcador negro y me tengo que detener a mi misma de rayar el área hasta quedar totalmente negro. De poder ir, ya habría ido a volver todo trizas. Pero hice una promesa…

Y bueno, me mantendré alejada de esa manada hasta que investigue correctamente todo sobre New Orleans y entienda por qué hay personas que nos quieren matar. Solo por tener un anillo. Le echo un vistazo, en mi dedo pulgar izquierdo. La base es de una piedra azul oscuro, según el libro era lapislázuli. En el centro tenia incrustado un dije de otro azul, apatita. Este era más claro, casi verdoso, con grietas de diferentes tonalidades de azul y verde oscuro. Parece como si una tormenta estuviera atrapada en la piedra, en todo el anillo. A veces puedo quedarme mirándolo por horas, como si algo me llamara…



—¡Cath, no te comas todos los pancakes! —Ran me da un zape en la mano.
—¡Cordelia dijo que me sirviera lo que quiera! —frunzo el ceño, alejándome de ella con mis pancakes.
—Si, pero hay más gente para desayunar —agrega Aurora, rodeándome para ir a servirse—. No es tan difícil adivinarlo.
—Estoy de acuerdo. Y dejen de gritar tan temprano —Ava pasa directo a la mesa—, es detestable.
—Tu eres detestable —chasqueo la lengua—. Solo estaba cogiendo pancakes para Narcissa, ¿verdad?

Le hago un guiño, y Narcissa extiende su plato, entendiendo inmediatamente. Pueda que sea lo más ingenua que ha llegado a la mansión —junto con Ran—, pero sabe seguirme la corriente algunas veces. Es una bendición de persona. Ran resopla, elevando algunos de sus mechones de cabello, y sacude la cabeza.

—No eres una buena influencia para esa niña —Ava me mira con una ceja enarcada.
—¿De qué hablas? Le voy a enseñar la mejor forma de sobrevivir en Estados Unidos —muevo los hombros, sentándome junto a Narcissa—. Deberías aprender.
—¿Aprender a ser una chiflada?
—¡Exacto! Una chiflada con clase.
—No las entiendo a veces —masculla Aurora, para nadie en particular, mientras pica sus pancakes.
—…yo tampoco —confiesa Narcissa, jugando con el sirup—, pero es divertido.
—Lo divertido es esperar a que hagan un lío de toda la casa —dice Salem, sentando encima del desayunador junto a Ran–. Así como aquel incendio…
—¡No fue nuestra culpa! —chilla Ran— Estoy cansada de que nos culpen por eso.
—¿Habia otro grupo de brujas descontroladas y borrachas alla, Ran? —Salem mueve su cola de un lado a otro, como si estuviera jugando. Ugh— ¿Eh?
—No, pero-
—Ah, no, ¿entonces?
—Los gatos no hablan, ¿nadie te lo ha dicho? —inquiero, señalándolo con el tenedor— Es raro.
—Todas aquí son raras, soy el mas normal de esta casa. El rey.

Le lanzo un pedazo de pancake como respuesta.

Tiempo después, estamos a punto de escuchar una lección corta de historia de las brujas por parte de Cordelia. Ava parece que quiere suicidarse y Aurora no tiene muchas emociones en la cara, Ran parece como si quisiera esforzarse por escuchar pero la escucho bostezar. Narcissa se la pasa mirando todas las plantas del invernadero.  

Yo estoy mirando a Cordelia con toda la fijeza del mundo. Descansando el mentón debajo de mis puños y con las piernas cruzadas en forma de mariposa.

—Entonces, la leyenda de la Bruja de Blair nos dice que—
—¿Cuántas veces tengo que decirte que practica es mejor que teoría, cariño?

Fiona Goode entra al despacho, sus tacones de aguja por siempre brillantes y con una falda tubo negro y una blusa rojo vino. El día que esa mujer no ande con ropa de gala, voy a dejar de molestar a Ava.

Cordelia mira a Fiona como si quisiera volverla polvo. Sonríe con los labios apretados, y pone los brazos detrás de la espalda.

—Fiona, estamos en medio de una lección —comenta, sin mucha fuerza—. Lo que sea que quieras aportar, puede ser cuando terminemos o en la próxima clase.
—¿Me estas dando ordenes? —Fiona sonríe de lado, cambiando de peso a su otra pierna— ¿Eso es lo que crees que estas haciendo?
—Esta es mi clase, así que—
—Y yo soy la Suprema, así que tu clase es mía —se le acerca con paso pausado, decidido—. ¿Es necesario que te lo recuerde?

Ahora estoy mas atenta, con los ojos bien abiertos. Si se van a golpear aquí, seria una oportunidad perfecta para aprender de sus poderes. Se quedan mirándose, Fiona sonriendo, con las cejas alzadas; mientras que Cordelia destella chispas por los ojos. Ninguna de nosotras dice nada, ni siquiera Salem, que esta sentando en una esquina de la mesa.

Momentos después, Cordelia da dos pasos hacia atrás, bajando los hombros. Ruedo los ojos, resoplando —yo quería pelea. Fiona le da un asentimiento de cabeza que parece mas una burla que otra cosa, y se dirige hacia nosotras.

—Voy a ir directo al grano, traten de no distraerse —se pasa una mano por su cabellera rubia y corta—. Todas ustedes, que son Septem Filli, tienen una o dos habilidades extraordinarias además de poder desarrollar las maravillas de cada bruja. Como aun no están todas, no puedo explicarlo todo. Así que harán lo siguiente. Vamos al sótano.

Cuando llegamos, todo esta preparado como si fuéramos a entrenar para una academia de fuerzas especiales. Repartidas por el espacio de paredes de ladrillos hay muñecos de tela, de aproximadamente 6 pies de alto, totalmente grises y sin ningún tipo de decoración mas que una x en sus puntos débiles por todo el cuerpo. El corazón, la yugular, el esternón, la garganta, los oídos, los ojos…

—Muy bien, cada una escoja un muñeco —anuncia Fiona, cruzada de brazos—. Van a destruirlo usando sus poderes, sin tratar de causar un mayor desastre en el lugar. Esto es para intentar ver como puede condensar su energía en un solo ataque —estira su mano, que a pesar de ser arrugada, parece tener la fuerza de una guerrera—. Que con una sola bola de energía puedan expandirla y destruir el espíritu de quien sea su oponente.

Sus ojos brillan cuando una pequeña bola de fuego aparece flotando a pocos centímetros de la palma de su mano. Su sonrisa se extiende un poco mas y segundos después, cierra los dedos y con ello el fuego se esfuma.

—A ver si de aquí a medio año pueden lograr hacerlo…

Sus tacones suben las escaleras y escuchamos la puerta del sótano crujir cuando la cierra. Supongo que no nos va a supervisar, tan ella como siempre.

Hay un muñeco posicionado en cada esquina y uno en el medio, supongo que para darnos espacio. Al menos se que yo lo necesitaría, mis rayos suelen estirarse mas de lo que quiero y dañar todo a mi alrededor. Todavía no se muy bien que hacen las demás, exceptuando a Ran, por la ultima vez que casi nos ahoga.

—¿Cómo mierda se supone que haremos esto sin supervisión y sin dirección? —Ran da un pisotón en el suelo, con exasperación— Asií no vamos a aprender nada.
—Con decírnoslo a nosotras no ganas nada —Ava se encoje de hombros—, mejor vamos a salir de esto y listo.
—¿Qué hay si no sabemos usar bien nuestros poderes? —Narcissa se pasa la mano por el cabello.
—Solo hay una forma de averiguarlo —señalo a los maniquíes y me voy hacia uno de la esquina—, vamos por turno y asi nos ayudamos entre si.
—Por mi esta bien —Aurora también se va a una esquina.

Doy saltitos en mi lugar y me muerdo el interior de la mejilla para no sonreír, aunque es casi inevitable. Siento la corriente eléctrica atravesar todas mis extremidades, llenándome mas de energía. Es tan adictivo.

Fijo la vista en el muñeco y extiendo los brazos. Con lentitud, los rayos eléctricos van saliendo desde mis codos hasta las puntas de mis dedos. Entre azul, gris y plateado, estirándose y encogiéndose como serpientes electrocutadas. Mis ojos se abren mas y en pocos minutos, tengo el maniquí frito, tirando un poco de humo. Arrugo un poco la nariz ante el olor, pero aun así no dejo de sonreír. Me dan ganas de hacer lo mismo con todos los muñecos, pero no es mi turno.

La siguiente es Ran. Esta vez no esta Fiona jugando con sus miedos, así que todo es relativamente más relajado. En poco tiempo Ran tiene el muñeco mojado de pies a cabeza, como si se estuviera ahogando desde dentro. Doy unos cuantos aplausos, emocionada.

Le sigue Aurora. Me cruzo de brazos y fijo la vista en ella y su por siempre inexpresiva cara. Sus labios se aprietan y fija la mirada en el muñeco, aunque no puedo decir exactamente qué está pensando. Solo que está concentrada. Transcurren unos minutos en silencio; sin embargo, el cuello de Aurora está tenso, así que debe estar haciendo algo que no podemos ver.

Algo empieza a crujir. Como si fuera tela rozando con tela, o algo por el estilo. Frunzo el ceño, preguntándome qué pasa. Doy un vistazo a las demás y están igual que yo, ladeando la cabeza y con la boca algo abierta. Entonces la cabeza del muñeco de Aurora explota, y pedazos de plástico derretido vuelan por toda la habitación. Doy un pequeño salto cuando un pedazo me cae en la cabeza y lo sujeto, mirándola con la boca abierta.

—Tal vez debo dejar de joderte tanto… —murmuro, dando un paso hacia detrás.


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Al siguiente día, salgo temprano con la excusa de que voy a clases y tomo un taxi hacia el otro lado del sector. Entro a la veterinaria con la cabeza en alto. Mis dedos agarran con firmeza la cuerda de mi bolso flap, a veces rozando las diferentes plumas y dijes que tiene enganchado a lo largo de la superficie.

El recibidor es de tamaño medio, supongo. Lo suficiente para tener el escritorio alto de recepción, y a la derecha una sección de cuatro sillas en una fila como asientos de espera. La puerta doble que lleva al resto de la veterinaria se encuentra entre la recepción y ésta área. Varias plantas están en dos esquinas de la habitación. En una pared hay un mural de cartón cubierto con cristal donde hay varios avisos sobre veterinarias, planes de atención para partos de mascotas y otras cosas que no leo.

Decido dejar de observar todo para acercarme a la recepción y preguntar por Wythe. Detrás de la madera caoba hay un muchacho que parece de mi edad o mayor, con cabello naranja oscuro rizado y un montón de pecas en la nariz y mejillas. Le sonrío sin mostrar los dientes y me acerco a él.

—Hola, ¿en qué puedo servirle? —sonríe él.

En su placa leo “Dallas”, antes de volver a subir mi mirada a sus ojos verdes.

—Hola, Dallas —agito mi mano desocupada—, estoy buscando a alguien que trabaja aquí. ¿Sabes si Wythe está?

Dallas abre los ojos más de lo normal, solo por unos segundos. Después junta las cejas y me mira, parpadeando lentamente, sin decir nada. Por un momento creo que he venido a preguntar al lugar incorrecto. Pero no puede ser, porque es la única veterinaria con ese nombre.

—Uhm, ¿pasa algo…? —ladeo la cabeza.

Dallas sacude la cabeza y parece salir un poco de su estupor. Luego, comienza a asentir con rapidez.

—No, sí —musita, rascando su cuello—. Sí, Wythe trabaja aquí, lo siento —hace un ademán de manos y revisa el reloj en su muñeca—. De hecho, está por salir a su descanso. Así que, si esperas unos cinco minutos aquí, lo verás.

Una sensación cálida brota en mi pecho y le sonrío en grande, asintiendo una vez. Valió la pena esperar tanto. Aquí, en un lugar público, no se atrevería a noquearme.

—Gracias.
—No hay de qué.

Subo un brazo al escritorio, que es de la altura necesaria para poder apoyarme estando de pie sin tener que levantarme en puntas. Dallas me ojea como si me he vuelto loca, pero no le hago caso y sonrío de lado, observando el lugar nuevamente.

—Mientras espero, ¿te molesta si te hago un par de preguntas? —cuestiono, mirándole fijamente.
—Eh...—desvía la mirada un momento—, está bien.
—¡Genial! Entonces, ¿aquí atienden a todo tipo de animales?
—Um, ¿te refieres a animales salvajes tanto como domésticos? —pregunta y yo asiento— Sí, pero no a todos. En el sentido de que en New Orleans no hay tanta diversidad como en otros estados, o en la jungla. Pero somos capaces de lidiar con animales tan grandes como caimanes, si es necesario.

Paso mis dedos por el mentón, asintiendo e imaginando las posibilidades. Un hombre lobo que trabaja con animales. Es como una especie de Tarzán moderno con habilidades de mimetismo, o algo así.

—¿Y qué clase de animales salvajes hay en el pantano? —inclino la cabeza— Porque traté de buscar y no me aparece mucha información salvo la del oficial del parque.
—¿Y no confías en esa información? —Dallas alza una ceja.

De súbito, su semblante ha cambiado. Sus labios están rectos y sus ojos entrecerrados. Mi corazón palpita con más rapidez que lo normal y trato de calmarme.

—No. Porque parece desactualizada —bajo el brazo del escritorio y lo pongo en mi cintura—, así que por eso pregunto.
—Me temo que esa es la información real —espeta, incluso su voz suena un poco más grave—. El mamífero más letal del pantano es el caimán y ya está, no existen más predadores.

Ahora soy yo que entrecierra los ojos. Lo miro con ganas de que despojase todos los secretos que oculta detrás de las pecas —pero no funciona. No conozco ningún hechizo que pueda hacer eso. Tendré que aprender a leer mentes.

—¿Estás seguro de eso? —inquiero.
—Muy seguro.
—¿Lo has comprobado?

Dallas abre la boca para responder, pero en eso, una de las puertas doble se abre. Y Wythe sale por ella, con un bolso marrón en la mano y bata encima de su ropa. Su cabello está atado en su nuca y se ve más limpio que en el bosque. Cuando levanta la mirada y nos ve, deja de caminar automáticamente. Sus ojos marrones se fijan en mí sin decir nada, sin parpadear, sin moverse. No sé si está sorprendido porque su rostro no se arruga de ninguna forma.

Entonces, Wythe mira a Dallas en silencio por un momento.

—Almorzaré fuera hoy —dice, finalmente. Y me mira—. Vamos.

Frunzo el ceño y cruzo miradas con Dallas antes de salir detrás de Wythe. Juro que sus ojos verdes han oscurecido.

Al cruzar la puerta, Wythe me toma por el brazo y caminamos en silencio por varias cuadras. Llegamos a un restaurante casual con una fachada de madera de varias épocas atrás, con música jazz de fondo y mesas con sombrillas de jardín color beige. En letras verdes, delgadas y cursivas, se lee “Mariselle’s” como título.

Entramos sin prestar mucha atención a los demás clientes y vamos directo a una mesa al fondo, solo para dos, con la vista al pequeño parque que le queda enfrente.

Wythe cruza los dedos por encima de la mesa y tensa la quijada. Casi podría decir que es divertido.

—¿Quién diablos eres y cómo me encontraste? —casi escupe, con los dientes entrecerrados.
—Bueno, mi nombre es Cathasach —ladeo la cabeza— y te dije que iba a encontrarte.
—¿Qué es lo que quieres? —parece como si quisiera saltarme encima.
—Ya te dije, me tienes que ayudar a encontrar a alguien.
—No tengo que hacer-
—¡Buenas tardes! ¿Están listos para pedir?

El camarero nos sonríe, dejando ver sus hoyuelos y sus dientes con brackets. Wythe suspira y abre la boca, pero me adelanto y pido una limonada con un wrap de pollo. Él me mira como si quisiera triturarme con sus propias manos. El camarero anota todo y se gira hacia Wythe.

—¿Algo para el señor?
—Solo una cocacola, gracias.

Esperamos hasta que el camarero este en el mostrador para volver a hablar. Bueno, yo me quedo recostada de la silla, con las piernas cruzadas, mirando al licántropo frente a mi. No se si es por el lugar en donde estamos o si es porque ahora mismo es mas hombre que bestia, pero se ve casi normal. Su cabello marrón oscuro es liso, hasta la nuca; tiene una barba bajita y sus rasgos son casi apuestos. Casi, si no me hubiera atacado.

—No deberías estar aquí —dice, luego de una pausa.
—¿Entonces para qué me trajiste a Mariselle’s? —apoyo el codo en la mesa, y mi mentón en la mano.
—No soy maleducado —él rueda los ojos—, pero no deberías estar aquí.
—Lo sé —admito, y me encojo de hombros—, pero no puedo aguantar la curiosidad. Para mí —me señalo—, es como aguantar las ganas de hacer pipí.

Wythe frunce el ceño y tuerce los labios, al parecer, sin entender mi punto. Suelto un suspiro y me inclino en la mesa.

—¿Sabes qué pasa cuando uno intenta aguantar las ganas de hacer pipí? —le pregunto.

Wythe no parece muy seguro, pero de todas formas contesta.

—Ahm, tu vejiga puede explotar.
—¡Exacto! —doy un suave palmazo a la mesa— Si aguanto la curiosidad, voy a explotar. Así que no-no.
—Es que tienes que irte, no puedes simplemente venir a mi trabajo a-
—Wythe, tengo preguntas. Y quiero respuestas —me cruzo de brazos.

Wythe rechina los dientes, con fuerza y cierra los ojos por un momento. Sus dedos índice y pulgar sujetan el puente de su nariz por varios segundos. Luego, baja la mano y me mira como me miraba Breeda antes de darme un sermón.

—Sabes que si te descubren, van a atacarte otra vez. Sin dudarlo —mueve la mano con un gesto de finalidad—. Y no-
—Wythe —siseo—, sé defenderme. Y como me sigas hablando así, como si fuera tu responsabilidad, te voy a freír.

Volvemos a hacer una pausa mientras nos miramos. Al menos, yo me pregunto cual seria la pregunta indicada para comenzar. Creo que Wythe se pregunta por qué me dejó viva.

—Te salvé la vida —le recuerdo, cruzando los brazos—. Todavía no me lo has pagado.
—Sacarte de la manada antes de que se enteren de tu paradero es salvarte la vida, niña.
—No me digas niña —clavo mis uñas en mis brazos—. ¿Secuestran brujas?
—¿Qué?
—Que si tu manada secuestra brujas.
—No. Y si lo hiciéramos, no estoy en libertad de decirte. ¿Cómo encontraste la tarjeta? —encarca una ceja.
—Encontré tu cabaña otra vez —sonrío de lado—, ¡pero tranquilo! No destruí nada. Aunque me tenté.
—¿Estás demente?
—Todo el mundo lo dice, no sé por qué —suspiro con exageración —. ¿Cómo sabes que soy bruja si hechicé mi esencia?
—No voy a decirte eso.
—¡No dices nada! —doy un pisotón.
—Exacto.

La comida llega antes de que pueda gritarle un montón de insultos. Me atraganto una parte del wrap, preguntándome qué más podría sacarle sin que se de cuenta. Wythe me mira comer sin cambiar su expresión facial neutra, como si fuera un militar entrenado. Es bastante raro.

—Deja de mirarme así —mascullo, con la boca llena de comida.
—Qué modales tienes —rueda los ojos—. Y me hiciste una emboscada en mi trabajo, puedo mirarte como quiera.
—¿Estás seguro de que no han secuestrado brujas últimamente? —inquiero, bajando la comida con un trago de jugo— Porque eso parece ser lo que hacen todos ahora.
—Nosotros no estamos activos en la guerra.
—…¿No? —detengo la comida en el aire— ¿Cómo que no?
—No —se inclina hacia mi, subiendo los brazos a la mesa—. Pero si sigues metiéndote en el territorio sin permiso, probablemente sí.

Su voz se vuelve un susurro letal, y la amenaza me llega hasta las entrañas, poniéndome los pelos de punta. Empiezo a sentir que estoy siendo vigilada por una bestia. Me tomo mi tiempo para masticar el otro bocado del wrap, tratando de mantenerme bajo control. No creo que esté faroleando.

—Mira, no entiendes —comienzo a explicarle.
no entiendes —me interrumpe—. Si te ven, te van a encerrar o a matar automáticamente, depende con quien te encuentres.
—Pero no les hice nada —frunzo el ceño.
—¿No? —Wythe se ciñe sobre la mesa y sube un poco la voz— Te metiste a nuestro territorio de la nada y nos atacaste con rayos y fuego antes de desaparecer.
—¡Solo porque iban a comerme!
—No somos caníbales —aprieta la quijada.
—Bueno, dile eso a mi pierna —la señalo con el mentón—. Me atacaron primero.
—Tu saliste con un raspón en la pierna, nosotros tenemos cinco guerreros con quemaduras graves.
—…Oh.

Miro el anillo. Sin pensarlo, le doy un corto beso y sonrío para mis adentros.

—Mama esta orgullosa —digo, refiriéndome a mi misma.

Dejo de sonreír cuando me topo con la mirada de Wythe. Glacial, oscura, como si quisiera clavarme los dientes allí mismo.

—No es mi culpa, ellos me atacaron —repito, apretando los labios.
—Vivías en una manada, ¿no me dijiste eso? —me señala con la mano— Sabes que no se puede aparecer así de-
—¡No es como si yo quise aparecer allí! —chillo, dándole un golpe a la mesa. Bajo la voz cuando varias personas nos miran— No es como si yo quise aparecer allí, ni siquiera sabia donde estaba, ni por qué…

Se me acelera la respiración, recordando a Bree y su sangre. Solo de pensar que puede estar muerta o siendo torturada, me hace sentir náuseas e impotencia al mismo tiempo. Me sujeto la cabeza por un momento, tratando de ponerme en orden. Lo último que necesito es mostrarme débil delante de este tipo.

—El punto es, que fue un accidente —intento nivelar mi tono de voz—. Yo no estaba supuesta a aparecer allí.
—No creo que vayan a creerte.
—¿Por qué?
—Ahora mismo, yo no te creo —se encoje de hombros—. Aunque pareces decir la verdad. Las brujas son buenas mentirosas.
—¡No somos arpías! ¿Quieres que me refiera a ti como un animal peludo que solo sabe gruñir, comer y coger?

Se queda callado.

—Eso pensé.
—No importa, ese anillo te condena —señala mi mano izquierda—. En el estado actual de las cosas, lo último que deberías hacer es ir a una manada.
—Nosotras no tenemos la culpa de tener este anillo —me cruzo de brazos—. Ni siquiera hemos hecho nada que los haga sentir amenaza. Pero todos ustedes y los putos vampiros creen que un par de chicas adolescentes los va a matar —suelto un bufido—. Muy bien.
—¿Adolescentes? ¿Son todas tan jóvenes? —se inclina hacia mí, con interés.
—Ay, mierda.
—¿Cuál es la mayor? —lo ignoro deliberadamente.
—La manada Luna Nigrae…¿ellos secuestran brujas? —mi voz sale mas baja, y aprieto el vaso con mas fuerza de la necesaria.

Wythe tarda un momento en responder. Se queda mirándome, pero esta vez es un poco diferente. No se si ha notado el cambio en mi semblante, pero parece que si. Intento a mantener a Breeda lejos de mi mente, pero es en lo único que puedo pensar.

—Ellos están más activos en el desprecio de las brujas…pero que yo sepa, no han secuestrado a nadie.

Dejo salir un suspiro largo y mis hombros caen. Me atraganto con el jugo de limón, parpadeando a toda velocidad y tratando de deshacer el nudo en mi garganta. Estoy tan harta de darme con callejones sin salidas.

—En caso de que te enteres si lo hacen, ¿podrías decirme? —mi voz suena contenida.
—¿Por qué? ¿Estás buscando a alguien?
—No —desvío la mirada.
—Estás mintiendo.
—¿Qué eres, un licántropo lee mentes? —suelto un resoplido, echándome hacia atrás— Gracias por el almuerzo, me voy.
—Cathasach, oye, ¿entonces yo puedo responder y tu no puedes decirme nada?
—Vendré a visitarte otro día, no se cuando —comento mientras me pongo de pie y descuelgo mi bolso de la silla.  
—Te acabo de hacer una pregunta.
—Nos vemos, Wythe Luretto.

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Anoto todo lo que pude sacar de la conversación con Wythe en mi cuaderno. No uso nombres, claro esta. Lo último que quiero es que alguien lo encuentre y sepa a quién buscar. No está tan mal, pero aun así, no estoy nada cerca de tener información de donde puede estar Breeda. ¿Por qué no tengo poderes como el Profesor X?

Después de la cena, tenemos clase con Cordelia. Mientras esperamos que Ava llegue de la universidad, estoy sentada junto a Narcisa, explicándole por qué es bueno asustar a la gente con nuestros poderes siempre y cuando no puedan descubrirte.

—¿Entonces no hay ningún problema? —cuestiona, dibujando plantas en su cuaderno.
—¡Claro que no! —manoteo en el aire— Piensa que es como un servicio público anónimo.
—Un servicio…público —me mira con los labios torcidos, no convencida.
—Exacto. Es como, cuando uno va a una fiesta de disfraces o a la casa del terror buscando experiencias paranormales —apoyo los codos sobre mi pupitre—. Todas esas historias y leyendas de cosas paranormales tienen una parte de su origen en personas como nosotras, que a veces se divierten haciendo un espectáculo en vivo para los mortales comunes.
—Aja… ¿Cómo la película de la Mansión Embrujada? Siempre quise hacer algo así —sonríe, dejando el lápiz de lado.
—¡Exacto! —aplaudo— Sabría que entenderías. Eres de las mías, chica.

Narcissa sonríe y abre la boca para hablar, pero Salem salta en medio de nuestros pupitres en ese momento.

—Deja de meterle ideas a la chica, Catha —reprocha, lamiéndose una pata.
—Cállate, no creas que no sé que de seguro asustas a todos en Halloween.
—No es mi culpa que los humanos sean tan poco abiertos de mente —dice, su cola moviéndose con suavidad.
—¿Tu también haces el servicio público, Salem? —cuestiona Narcissa.
—No sé de qué hablas —Salem desvía sus ojazos verdes hacia otro lado—. Mejor hagan silencio, ya va a empezar la clase.

Cordelia entra seguida de Ava al Invernadero. Me siento de piernas cruzadas en forma de mariposa, lista para grabarme todo lo que diga. Tal vez pueda sacar más información valuable de sus lecciones.

En poco tiempo, la mitad de nosotras está aburrida y la otra mitad (aunque creo que soy solo yo), está anotando casi todo lo que dice Cordelia. Debería comprarme un celular con más memoria para poder grabarlo todo.

—Hay diferentes tipos de hechizos. Pero lo primordial es que casi todos se pueden realizar combinando la fuerza naturaleza, con sus habilidades innatas para la magia y el lenguaje latín. —explica, paseándose frente a nosotras. Asiento mientras escribo latín, recordando lo que me enseñó Breed—. Como saben, las 7 maravillas que poseen cada bruja, normalmente cada bruja puede tener dos o tres. — Cordelia señala las palabras escritas en la pizarra—. Pero en momentos de crisis, como esta, pueden desarrollar desde cuatro hasta todas las maravillas.

Alzo una mano de inmediato. Cordelia me señala con la mano, sonriendo un poco.

—¿Cómo sabemos que tenemos las “7 maravillas”? ¿Y cuáles son exactamente? —junto las cejas.
—A eso iba a explicarles, aunque preferiría que estuvieran todas ustedes para escuchar esto.
—Yo se los cuento cuando lleguen, no se preocupe —doy varias palmadas suaves en mi pupitre—, ¡solo cuéntanos!

Breeda nunca me habló de esto. De 7 maravillas y de que todas las brujas pueden tenerlas. Me pregunto qué mas no me habrá dicho.

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La madrugada del jueves me meto en la biblioteca antes de irme a preparar para el instituto. Camino con los pies descalzos por los pasillos, estrujándome los ojos. Casi no me sorprende encontrar a Aurora, encorvada sobre un libro grande y con la tapa dura desgastada, con la luz de una pequeña vela alumbrándola. Ella no se inmuta cuando me ve.

—¿Qué buscas? —giro la cabeza, tratando de leer el lomo del libro.

Tarda un momento para levantar la cabeza y responderme.

—Un hechizo anti-rastreo.

Abro la boca en forma de O. Me acerco mas y me alzo en las puntas de los dedos, tratando de leer lo que esta leyendo. Aurora se hace a un lado, quitándome el libro de la vista.

—¿Para que? —me alzo y me siento en el borde de la mesa— ¿Por qué estabas en el bosque la otra vez?

No me responde y escucho como pasa de pagina. Intento no exasperarme, porque eso no le hará responderme mas rápido. Intento adivinar, mientras miro los libros frente a mi. El estante esta lleno de obras de historias de especies, entrecruzando la mitología y la verdad vuelta leyenda.

—¿Estabas buscando licántropos? —intento, moviendo las piernas.
—Si.

Casi me tiro de la mesa a sacudirle los brazos. Pero me sujeto del borde y solo la miro con ojos bien abiertos.

—¿Por qué?
—Porque quiero encontrarlos.

Casi me tiro, pero esta vez para golpearla con el libro. No se para que me hago ilusiones. Suelto un suspiro y una maldición por lo bajo.

—¿Para que quieres encontrarlos?
—Para hacer algo.
—¿Algo como que? —chasqueo la lengua.
—Solo algo.

Cierra el libro de golpe y se pone de pie, a buscar otro en el estante frente a mi. La veo pasar los dedos por algunas secciones, no se si buscando algo con propósito o al azar. Medito las posibilidades por poco tiempo. De un empujón, salto hacia el suelo y aplaudo —aunque es mas alto de lo que preveo.

—Esta bien. Te ayudare con el hechizo anti-rastreo —sonrío de lado.
—¿Sabes hacerlos? —inquiere, alzando una ceja, pero sin emocionarse. Esta chica es fuerte.
—Si, Breeda me enseño con plantas —me muevo por el pasillo—. Bueno…con tierra.
—¿Quién es Breeda? —pregunta, avanzando detrás de mi, con la vela en las manos.
—Eso no importa —le doy la espalda y me encojo de hombros—. Vamos, hay que hacerlo en el invernadero antes de que Cordelia se despierte.

Subimos a la primera planta y caminamos por toda la casa hasta llegar al patio trasero. El sol aun no ha comenzado a ponerse, pero la noche ya esta casi terminando. Es como ese momento entre la noche y la mañana en donde todo parece estar en el limbo. Nos apresuramos a entrar en el invernadero, y voy directo hacia los tarros de tierra.

—Escucha bien para que te lo aprendas —musito, buscando un tarro de tamaño pequeño—, el hechizo va así:

Coloco un poco de tierra en mis manos, codos, rodillas y en la frente. Luego vuelvo a echar la tierra en su lugar correspondiente. Cordelia es tan quisquillosa con su invernadero que se atrevería a notar que le sacaron tierra a un tarro.

—Básicamente el hechizo consiste en combinar tu esencia con la de la tierra misma, para asi pasar desapercibida por cualquier otra especie con olfato desarrollado —explico, señalando donde tengo tierra—. De seguro hay otras formas de hacerlo, pero hasta que lo averigüe: es este. Recitas estas palabras: Ego veni in terram, quam pollicitus sum et ego.
—¿Solo eso? —Aurora cruza los brazos por detrás de la espalda, mirándome inexpresivamente.
—Si. Las repites cinco veces y el hechizo te debe durar de 10 a 12 horas, dependiendo de tu fuerza vital. Es decir, que si te haces el hechizo y te metes en una pelea, puede durarte menos porque el encantamiento usa de tus poderes mientras esta activo.

Asiente varias veces, apretando los labios. Me sacudo la tierra y me limpio la cara, dedicándole una sonrisa.

—Cuando haces el hechizo, la tierra se desaparece como una crema, asi que no hay que quitársela —señalo mi camiseta sucia—. Esto fue solo para la explicación.
—Muy bien, gracias.

No puedo evitar seguir preguntándole cuando llegamos a las escaleras, dentro de la casa otra vez.

—De nada. Entonces, ¿me vas a decir que es lo que estas buscando?  —doy pequeños saltos en las puntas de mis pies.
—Ya te dije —se gira y sube las escaleras sin decirme nada.

Suspiro y subo la mirada al techo. Algún día voy a saberlo todo. Algún día.

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Las clases son mi único momento de relativa paz. Cocinar y estudiar la cocina es el único momento en el día en que no pienso en Breeda y en como demonios encontrarla. Nos pasamos casi toda la clase evaluando los pies y haciendo mas versiones desde cero con las correcciones de los profesores.

Llego a la mansión casi a las 9 de la noche y cuando cruzo por el pasillo de la entrada, me encuentro con una divertida escena. La chica que no recuerda nada, Taiga, se encuentra sentada con Ran en uno de los muebles sacados de una película vieja. Ran le esta contando como de pequeñas jugaban a la rueda rueda en el patio de la escuela. Y después se quejan de mi.

Narcissa esta leyendo un libro de las brujas en Gran Bretaña y el resto de las chicas no esta a la vista. Salem esta sentado al lado de Narcissa, y extrañamente, no ha dicho ni una sola palabra en lo que llevo parada mirándolos.

—¡Hola Cath! ¿Cómo te fue hoy? —Ran me sonríe y sus ojos se achinan mas.
—Genial, traje pie del que me sobro —levanto mi lonchera verde—, mas tarde lo voy a partir para todos.
—¡Ay, genial! —Narcissa levanta su mirada del libro— Hace demasiados años que no como pie…
—Pues hoy es tu dia de suerte.

Dejo el pie para subir a ducharme. Narcissa es otra de las chicas que me hace preguntarme demasiadas cosas. ¿De donde vino? ¿Por qué estaba donde estaba? ¿Quién la puso ahí? Pero Cordelia me adviritió que si la acosaba con preguntas, le diría a Ran que se ocupe de ella. Así que por ahora estoy sacrificándome por el bien común: necesito que esta muchacha esté de mi lado. A veces creo que ya lo está, de buena forma.

Cuando vuelvo a bajar, Aurora se ha unido al grupo, aunque tiene un libro en sus manos. Supongo que en ese aspecto a veces se parece a Ava, aunque no se cual de las dos me exaspera mas.

—Taiga, ¿Qué te trae devuelva por acá? —pregunto, yendo a la cocina.
—¿Cómo? —la chica frunce el ceño— ¿He venido antes?
—Si… —no sé si esta bromeando o no—, hace casi una semana o algo así, ¿no te acuerdas?
—Umm, yo, no entiendo —baja la mirada hasta sus manos en su regazo—. Pense que esta era la primera vez que las veía desde la fiesta.
—Eh…

Mierda, creo que he metido la pata. Ran sacude la cabeza y me hace señas de que me calle, mientras que Narcissa y Aurora miran todo sin decir nada, prefieren volver a sus libros. La cola de Salem se mueve de un lado a otro.

—Bueno, alguien aquí tiene un severo caso de mala memoria —dice el gato.

Taiga se atemoriza al instante. Mira a Salem con la boca abierta, y su piel se pone tan pálida como la de una bata de hospital. Se pone de pie y lo señala con el brazo tembloroso.

—Esta-esta-, el gato…que…
—¡Vamos! Ya me has escuchado hablar antes —Salem se levanta en sus cuatro patas y avanza por el sillón—. Soy inolvidable.
—¡Salem! —grita Ran.
—¡Me largo de aquí! ¡Que diablos es esto!

Taiga recoge su abrigo y sale disparada de la casa, Ran sale detrás de ella y el resto nos quedamos mirando por donde se van. Dejamos pasar unos segundos antes de volver a nuestras respectivas tareas. Me encojo de hombros y pregunto:

—¿Alguien quiere tarta?

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hange.
hange.


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Mensaje por hange. Sáb 04 Ene 2020, 4:50 pm


CAPÍTULO 009 | parte 02
cathasach & wythe




Ando por las calles de New Orleans, tarareando canciones de Bruno Mars, mientras pienso como sacarle respuestas a Cana. Los edificios coloniales llenos de plantas y colores se alzan a mis costados, de tres plantas, con balcones decorados con diferentes plantas. New Orleans siempre me ha parecido fascinante. Llena de colores vivos y personas brillantes, pero también lleno de una historia dolorosa para la gente negra.

Llego hacia la plaza en unos quince minutos, medio sudada. Tomo de mi botella de agua mientras subo las escaleras antiguas hacia el segundo piso. La madera vieja cruje bajo mis converse y la puerta tintinea suavemente cuando la abro.

La sala de espera del dentista es más pintoresca a las que estoy acostumbrada a ir. Sillas de plástico verde musgo. Las paredes son color beige y tienen cuadros de Mardi Grass, del pantano y de cantantes negras en carnavales. Al fondo está la puerta que da al consultorio. En letras mayúsculas y negras, con decoración, se lee: “DOCTOR JONHSON”.

Solo hay dos personas en la sala de espera. Un señor que está leyendo el periódico, con una boina negra y una chaqueta jean. Y una señora de piel morena, canas por todo el cabello y unos ojos que parecen mas vivos que cualquier otra persona el doble de joven suyo. Camino hacia Cana con una corta sonrisa.

—No se para que vienes al dentista si ya tienes los dientes perfectos —mascullo, dándole un sonoro beso en la mejilla.
—Eso no es excusa para dejar de cuidarse —Cana me da un abrazo cálido, y me dan ganas de refugiarme con ella por el resto de mi vida—. ¿Por qué viniste aquí y no fuiste a visitarme?
—Pues…Cordelia cree que estoy yendo al pantano —me rasco el cuello—. Así que por ahora voy a mantenerme en este lado del estado.

Cana me mira de pies a cabeza con rapidez. Las arrugas de su cara se mueven cuando entrecierra los ojos y se inclina hacia mí.

—¿Has estado yendo al pantano? —inquiere, cruzándose de brazos.
—...¿No?
—Cathasach.
—No fui al pantano —ruedo los ojos y me apoyo en la silla—, aunque si quise ir. ¿De acuerdo?
—Te enviamos al aquelarre para que estes protegida —los gruesos labios de Cana se tuercen con desaprobación—, no para que vayas a la boca del lobo.
—No estoy yendo a la boca del lobo —aprieto mi botella de agua y desvio la mirada—. Pero Breeda esta desaparecida y todos actúan como que debo seguir mi vida normal.

Cana no responde por un momento. Parpadeo furiosamente, tratando de volver a secar mis ojos antes de que las lagrimas caigan. Tomo mas agua, tratando de nivelar mis emociones.

—Mi niña…—la mano de Cana acuna mi mejilla—. Tienes que entender que es mas peligroso meterte con eso y podrias acabar metiéndote en un callejón sin salida.
—Pero es que…
—Tuve un sueño, Catha. Fue con Breeda —me interrumpe, aun acunando mi cara.

Me muerdo los labios, mirándola con esperanza. Ademas de ser una buena curandera, Cana a veces tiene sueños que le hablan. No se exactamente como funciona, pero creo que nunca han fallado con sus mensajes.

—¿Qué te dijo? —inquiero, con la voz temblorosa.
—Que lo siente y que no se preocupen por ella —Cana me acaricia el pelo y me suelta, sonriendo un poco—. Donde sea que este, significa que esta bien.

Bajo la mirada hacia mis manos. Se me esta quitando el esmalte negro de las uñas pero no me importa una mierda. Suspiro y vuelvo a mirada a Cana, apretando el agarre en mi pequeña mochila y sacundiendo la cabeza.

—Lo siento, Cana, pero eso no es suficiente para mi.

Cuando el dentista viene a recogerla para ir a su turno, me despido de ella con otro beso y abrazo y me largo de allí. Esta vez camino por las calles del lugar sin ver nada exactamente. El hecho de que Breeda se haya aparecido en uno de sus sueños es buena señal, ¿pero y si era una farsa? ¿Si eso cambia esta noche o mañana? No puedo saber nada con exactitud.

Ellos están más activos en el desprecio de las brujas…pero que yo sepa, no han secuestrado a nadie.

Las palabras de aquel licántropo, Wythe Luretto, no dejan de repetirse en mi cabeza. ¿Eso significa que pueden estar haciendo movimiento en contra de las brujas sin ellos saberlo? Aprieto los labios, recordando el incendio misterioso de la fiesta universitaria. Mientras camino mirando mis converse contra el asfalto, me pregunto quien diablos habrá hecho eso.

Voy a chocar con unos pares de botas, así que subo la mirada y me preparo para desviarme. Un brazo agarra una de las cuerdas de mi mochila y me detengo abruptamente, encontrándome con nadie menos que Wythe. En medio de una calle transitada del centro de New Orleans.

—Qué coincidencia…—masculla, acercándose hacia mi.

Abro los ojos como dos platos y recuerdo la reunión con Cordelia. Sin mencionar que Cana esta cerca de aquí. Me echo hacia atrás automáticamente.

—Hola —sacudo la mano—, y adiós.
—¿Qué…? Espera, no-

Me giro tan rápido como me lo permite la sorpresa. Camino directamente hacia el tumulto de personas, sin mirar hacia detrás. Lo ultimo que necesito es encontrarme con alguien conocido y un hombrelobo hablando conmigo.  

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Primero Spalding le contó a Cordelia y ahora Aurora me vio toda sucia y en el bosque. Aunque no creo que Aurora vaya a decirle algo a Cordelia. Aun así, no quiero correr el riesgo. No voy a ver a Wythe a su trabajo otra vez ni me meto al pantano el resto de la semana. Esperare a unos cinco días más y despistar cualquier cosa que Cordelia crea que estoy haciendo.  

Continúo limpiando la barra del bar, ahora que son casi las 8 de la noche es cuando empiezan a llegar mas personas luego de su jornada laboral. Ahora mismo somos dos detrás de la barra y tres mas rondando las mesas, y esta bastante flojo.

—Catha, llevas un buen rato limpiando un solo lugar.

Doy un pequeño salto y me giro, con una sonrisa apenada. Sean enarca una ceja, cruzado de brazos junto al mostrador. Su sonrisa hoyuelada es divertida. Me saca dos cabezas, de piel canela y con un afro del tamaño de otra cabeza. Es el encargado de entrenarme y supervisar mi desempeño.

—¿Sucede algo? —inquiere, con su acento cantarín.
—Es que me pusieron una tarea en el instituto —explico, mientras doy vueltas al pañuelo—. Hacer un pie, pero con elementos no tradicionales. Estaba pensando en cuales.
—¿Algo como…kiwi y miel? —tuerce el gesto— Podrías hacer algo así-
—De hecho, es muy buena idea —me toco el mentón con el índice varias veces—. Si lo uso, te voy a traer un poco, ¿de acuerdo?
—¡Ey! Tampoco es eso —se encoge hacia detrás—. No quiero probar un pie de kiwi con miel…
—Ese es tu problema —me encojo de hombros.

Sean se va a atender a un par de chicas que acaba de acercarse a su lado de la barra. Cuando se voltea, suelto un suspiro y vuelvo a seguir limpiando. No fue una total mentira, si tengo que hacer un pie. Pero esa es la ultima de mis preocupaciones.

Muevo mis brazos en grandes círculos cuando siento una corriente fría en la base del cuello. Mis movimientos se vuelven mas lentos y subo la mirada, examinando todo el bar. Solo hay clientes ocupando unas cuantas mesas, siento atendidos y conversando con buenos ánimos. No pasa nada.

Agito la cabeza y sigo en lo mido. Me agacho para sacar el spray, para terminar la ultima esquina de la barra cuadrada. Al subir, pego un salto hasta varios pasos detrás. Alguien está ahí que no estaba hace dos segundos.

—La puta mierda...

Aprieto el paño y cierro los ojos por un momento. Cuando los abro, Wythe me mira con fijeza, pero es lo único que puedo sacar de su mirada. La percepción de bruja no funciona tan bien como Cordelia dice. Lo único que logro ver son dos círculos oscuros.

—¿Cómo llegaste aquí? —pregunto, sacudiendo la cabeza.

Me pongo a limpiar la meseta, sin dejar de mirarlo de reojo. El corazón se me acelera e intento tragar con tranquilidad, preguntándome como demonios se enteró de que trabajo aquí. Soy nueva, maldita sea. ¿Me siguió? La veterinaria no queda tan cerca de aquí, ¿Cómo me encontró?

—Soy bueno rastreando —musita, con voz inexpresiva.
—Y yo soy buena ocultándome —replico.
—Al parecer, no tanto.

Suelto el paño con brusquedad y pongo los brazos en jarras. No tiene la bata de medico ni ninguna ropa de la clínica, sino que vino en camisa de patrón de plantas y pantalones oscuros. Pudo haber sido coincidencia —venir con sus amigos o algo. Pero esta totalmente solo y no creo en las coincidencias.

—¿Me vas a decir qué haces aquí? —inquiero, apretando los dientes.
—¿Por qué estas nerviosa? —murmura, tomando asiento en la barra.
—No estoy... —suspiro con fuerza, girando el paño entre mis dedos—. Responde.
—¿Te puedes meter a mi manada y a mi casa, pero yo no puedo andar en un bar público? —alza una ceja.

Por un breve tiempo, un amague de sonrisa cambia su rostro. Pero no lo termina de hacer, aunque sus ojos siguen brillando con algo parecido a diversión. ¿Qué carajos le pasa a este tipo?

—Pues sí. Por-
—¿Por qué? —inclina la cabeza hacia mi.
—Porque si mis compañeras vienen, se pueden dar cuenta de qué eres y.…bueno, no todas son como yo —hago una mueca.
—¿No están locas?
—Estas muy bromista hoy —lo miro de pies a cabeza con rapidez—. El punto es, que nadie puede darse cuenta que estamos tratando.
—Eso no te detuvo de meterte a mi territorio, así que-
—Mira —lo señalo con el pañuelo como si fuera un arma—. Ya tengo a Cordelia en mi culo por estar escapándome al pantano, no necesito a más nadie.
—¿Quién es Cordelia?

Aprieto los dientes y estrujo el paño con fuerza. Entrecierro los ojos en su apuesto rostro y aprieto la boca, para no soltar todas las sandeces que me cruzan por la cabeza.

—Estoy trabajando ahora mismo. ¿Puedes...?
—Tu fuiste a mi trabajo en mi hora de almuerzo, puedo hacer todo lo que quiera —me interrumpe con toda la calma del mundo, y creo que me tiembla un ojo—. Así que responde, por favor.
—¡No puedes simplemente...!
—¿Cathasach?

Se me queda la boca abierta a mitad de exclamación, cuando la voz de Sean me interrumpe desde el otro extremo de la barra. Dejo caer los hombros y suspiro, aflojando el agarre en el paño.

—Voy —digo, sin voltear a mirarlo.

Mis ojos se encuentran con los marrones oscuros de Wythe. Es demasiado frustrante para mi gusto. Pero necesito información y por ahora, es mi única forma de obtenerla sin meterme en más peligro.

Su semblante no ha cambiado durante toda la conversación, hasta ahora, que alza un poco una de sus gruesas cejas. Como si estuviera tratando con una niña. Ganas de partirle la cara no me faltan.

—No salgo hasta bien tarde —intento, para que se largue.  
—Te esperaré, entonces.
—¿Acaso no tienes una vida social? —me echo hacia atrás, tratando de averiguar si habla en serio— Faltan horas.
—No pienso dejar que te escabullas otra vez —se encoge de hombros y empieza a alejarse de la barra—. Cuando puedas, traéme una cerveza morena, por favor y gracias.

Wythe no se va. Se queda pacientemente esperando su cerveza en el lado izquierdo de la barra, mientras Sean me tiene ayudándolo a preparar unos tragos. Siento su mirada sobre mi y de reojo, puedo ver como no disimula nada. Evito gritarle todas las malas palabras que me llegan a la cabeza, porque no quiero que me despidan. Me pone los pelos de punta tener un depredador mirándome como si fuera su próximo bocadillo.

—Ya, ve a atender a aquel moreno —Sean murmura en mi oído, cuando los clientes se van a una mesa—, no te quita los ojos de encima.

Ruedo los ojos ante su sonrisa de pícaro. Tomo la cerveza del freezer y un vaso alto, encaminándome hasta Wythe.

—¿En serio no vas a irte? —murmuro, sirviéndole la cerveza— Estas irritándome, pareces un acosador.
—No me importa lo que parezca —se encoge de hombros y toma su vaso—. Gracias.
—Eres mas raro de lo que pensé —apoyo los brazos en mi lado de la barra—. Pero no puedo hacerme la loca, estoy trabajando.
—Creo que a tu jefe no le molesta —inclina la cabeza hacia Sean con suavidad—, y ahora mismo no estas atendiendo a nadie.
—Bien —bufo, cruzándome de brazos—, ¿Por qué viniste aquí?
—No volviste a cruzar por la clínica ni por el pantano —da un trago de tu cerveza—. Y luego huiste de mi el otro día. Me dio curiosidad.
—No pareces un tipo curioso —alzo una ceja.
—Y tu no pareces una bruja loca.
—¿Estas seguro de eso? —sonrío de oreja a oreja—. No pude ir por lo que ya te dije, no quiero levantar sospechas en mi aquelarre.
—Hmm, así que si tienes sentido común…

Siento una corriente eléctrica en mis dedos. Este tipo esta tentando su suerte y mi paciencia. Suspiro y me paso una mano por mi corto afro, alborotándolo mas.

—Okay, ¿ya averiguaste si tienen una bruja en tu manada?
—No tenemos brujas, ya te dije —se toma su tiempo tomando de su cerveza—. Confirmado. Pero hay varias manadas que ya han empezado a enviar ordenes de caza de brujas, vampiros o cualquier especie que nos amenace.

Se me aprieta el pecho y siento una punzada en el estomago. El miedo es tanto como la impotencia y la confusión. Ninguna de nosotras les ha hecho nada —hemos vivido ocultas por siglos.

—¿Por qué? —se me corta la voz, así que carraspeo.
—…Según lo que escuché, ha habido ataques similares al tuyo en diferentes fronteras de diferentes manadas —Wythe baja la voz y me tengo que apoyar de la barra para escucharlo bien—. La mía no ha hecho nada oficial en contra de nadie, estamos muy neutrales en esto. Por ahora.
—¿Cómo que por ahora?
—No puedo decir mas nada —se encoje de hombros—. Lo que quiero decir es que, a quien sea que estés buscando, no esta en el pantano.
—Bueno, ninguna de nosotras ha atacado a ninguna manada tampoco —me paso una mano por la frente—. Esto es una mierda.

Mis manos se vuelven puños encima de la madera. Inspiro con profundidad y parpadeo mas rápido de lo normal, con los ojos fijos en mis nudillos. Cada vez parece que avanzo contra toda la corriente solo para chocar con una muralla de ladrillos.

El resto de la noche transcurre relativamente bien. Tomo un momento para ir al baño de empleados y lavarme la cara. No puedo dejar que esa noticia me desanime por completo, solo tengo que seguir buscando. Wythe se rehúsa a responder mas de mis preguntas y en cambio intenta averiguar lo que puede sobre las brujas, pero solo le hablo de mi y que ni siquiera uso mis poderes en contra de la gente.

En un momento, se va al baño y estoy atendiendo mas personas. Por la entrada cruza nadie menos que Ran, acompañada de dos chicas que no conozco. Se me enfría la sangre y salgo disparada al baño de hombres. Cuando entro, Wythe se esta lavando las manos y un tipo albino esta empezando a desabotonarse los pantalones. Se espanta al mirarme.

—¿Qué estas haciendo? —chilla, alzando los brazos—, este es el baño de hombres.
—Lárgate —sonrío, dándole un empujón hacia la puerta.
—Pero, ¿Qué…?

El tipo hace fuerza, y antes de poder empujarlo otra vez, Wythe esta plantado a mi lado, sacándolo como si fuera tan liviano como un cachorro. Me quedo boquiabierta por un momento, y sacudo la cabeza. Tengo que recordar que es mas fuerte que una persona normal.

—¿Se puede saber porque viniste a atacarme en el baño?
—No vine a atacarte —arrugo la cara—, ¿Cuándo vas a entenderlo? Ya te habría envenenado con la cerveza si quisiera hacerte daño.

Me mira impasible. Se cruza de brazos, como si toda esta conversación en el baño fuera normal.

—Tienes que irte, ahora —me acerco hasta él—. Llegaron personas que pueden reconocerte.
—¿Brujas?
—…Si —hago una mueca—. ahora vámonos. Te voy a sacar por la puerta trasera.
—¿Por qué?
—¡Ya te dije! —lo empujo hacia la puerta, pero no se mueve— No quiero que me prohíban investigar y en eso entra hablar contigo.
—¿Entonces si te ven conmigo será mal para ti? No veo que problema tiene eso conmigo —se deshace de mi agarre, y la comisura de sus labios sube de lo mas sutil.
—¿Qué tal si le dicen a tu manada que me has estado dejando escapar cuando me he metido a su territorio?  —ladeo la cabeza— Eso tampoco te conviene.

Sus ojos oscuros destellan por un momento. Observo su quijada apretarse y relajarse, antes de hacer un gesto afirmativo con la cabeza. Salgo primero que el del baño y miro hacia todos lados por el pasillo. Cuando Wythe cruza por delante de mi, lo guio por el pasillo y giramos a la derecha. Abro la puerta trasera de metal, que emite un fastidioso chillido de metal oxidado y salimos a un callejón oscuro.

A un lado están los enormes basureros y a unos pocos metros esta la salida hacia la avenida principal, por donde pasan autos y motocicletas cada momento. La luz del foco al final de la calle ilumina un poco el perfil de Wythe, que se acerca otra vez hacia mí.

—El pago de la cerveza…
—No importa, lo pago yo —manoteo en el aire—. Solo vete.

Abre la boca, pero al final no dice nada. Asiente y se gira, y no dejo de mirarlo hasta que sale a la avenida principal y dobla hacia la izquierda. Suspiro e intento relajarme, soltando los brazos y dando unos cuantos saltitos en mi lugar. Lo ultimo que necesito es a Ran preocupada por lo que estoy haciendo —si ya sus visiones pueden enseñarle demasiado y no sé hasta qué punto ella esta dispuesta a no decirle a Cordelia.

Regreso a la barra con una sonrisa plantada en la cara. Ran y sus amigas están conversando animosamente con Sean, que las atiende con su característico carisma.

—¡Bienvenidas a The Rum House! —exclamo cuando llego hasta donde están— Espero que Sean no las este fastidiando con sus payasadas.
—Soy un encanto y me tienes envidia —Sean guiña un ojo, sonriendo de lado.
—Mejor vete a atender a otros clientes —lo empujo con mi cadera.

Sean me despeina el cabello y se va, conmigo sacándole el dedo de en medio. Me vuelvo a girar hasta Ran y sus amigas, para darme cuenta de que tienen los mismos rasgos de ojos rasgados, piel clara y cabello aplastado y suave.

—Esta es Catha, es compañera del aquelarre —Ran señala hacia mí con la palma de la mano—. Catha, estas son mis hermanas de otra madre, Bella y Lenna.

Sonrío mientras la saludo con un apretón de mano por la barra. Suspiro, relajando los hombros. Que bueno que saque a Wythe de aquí, aparentemente estas chicas también son brujas. Estuve apunto de meterme en un pozo sin fondo.

Lenna tiene el cabello hasta los hombros oscuro y ya esta tomando un daikiri, mientras que Bella tiene el cabello mas largo y con una pollina que termina encima de sus cejas. Me pregunto si tendrán el mismo carácter que Ran.

—¿Qué puedo servirles? —apoyo las manos en la barra— A menos que sean como Ran que no nos deja pasar de cerveza cuando salimos.
—¡Ey, eso fue una vez! —Ran me señala— No seas mala.
—No soy yo la aguafiestas —ruedo los ojos—. ¿Y bien?
—Me caes bien solo por eso —Lenna da una palmada en la barra—. Traeme otro Daikiri, gracias.
—¿Entonces le crees? —Ran la mira ofendida— Yo solo quiero cuidarnos y evitar problemas.
—Si, cariño, eso no significa que haya que dejar de vivir —Bella le da un codazo y se sienta en el taburete—. Yo quiero una margarita de chinola, bien fuerte.
—Perfecto. ¿Ran? —le sonrio de lado.

Ran esta de brazos cruzados y haciendo un puchero, pero de todos modos pide un mojito entre dientes. Mientras preparo las bebidas, escucho a Bella y Lenna joderlas sobre alguien. No es hasta que estoy terminando que me percato de quien es: cuando mencionan a Levi.

—¿Ustedes conocen al buenón de Levi también? —cuestiono, posicionando el trago frente a cada una— Vino aquí la semana pasada. Y le compro tragos a todas. ¿Conocen mas chicos como el? Quiero rentar uno.
—¡Catha! —chilla Ran.
—Si, lo conocemos —Bella suelta una risotada, agarrando la margarita—. Somos familia.
—Hmmm, pero Ran dijo que solo se habían criado juntos —le doy una mirada a Ran, que desvía la mirada con sus mejillas rosadas.
—Eso también es verdad —Lenna se encoje de hombros, terminándose su primer daikiri—. Lo importante aquí es que ella no nos contó que Levi vino aquí.
—No pasó nada importante —Ran se encoge de hombros y comienza a tomar de su trago.
—Nosotras seremos las jueces de eso —Bella toma de su margarita—. ¡Mierda, esta buenísima!
—A sus servicios —inclino la cabeza, cómicamente.
—Entonces, ¿Levi vino aquí? ¿Qué quería? —Bella frunce el ceño.
—No es importante, realmente —Lenna da un sorbo a su trago y me mira—. Lo importante aquí es: ¿Sean tiene novia? ¿O es gay?

Suelto una risotada y sacudo la cabeza, mientras Ran la mira boquiabierta y Bella rueda los ojos.

—No llevo tanto tiempo aquí así que no estoy segura —pongo los brazos en jarras—, pero no tiene novia. Creo que es bi —me llevo una mano al mentón.
—Hmmm, bi —Lenna le da una mirada a Sean, del otro lado de la barra—. Creo que quiero confirmarlo.

No puedo dejar de reírme con Bella y Lenna hablando sobre como confirmar si Sean es bi mientras piden mas tragos, y Ran tratando de que no hagan un espectáculo en la barra. Por un momento se me olvida Wythe y todo lo que estuvimos hablando la mitad de la noche, asi como el hecho de que Breeda todavía esta ahí fuera. Me consuelo con el sueño de Cana y que esta bien, pero no me tranquilizare hasta verla conmigo.

Tampoco me doy cuenta de que hay algo raro en el ambiente, hasta que voy a limpiar un desastre de cerveza en una mesa junto a la ventana. Se me eriza el vello del cuello y subo la mirada, extrañada. Al otro lado de la calle está todo oscuro, con excepción de un par de ojos dorados que me miran fijamente. Se me cae el pañuelo y me quedo estática por varios segundos, hasta que los ojos desaparecen. Siento los latidos de mi corazón aumentar como cosa loca y creo que me tiembla una mano.

¿Qué mierda…?

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¡HOLA, HOLA!:
hange.
hange.


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Mensaje por Bart Simpson Vie 24 Ene 2020, 12:56 am



Emilyanaauh Coven of salem - Página 9 2529252940 :

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Mensaje por Jaeger. Jue 27 Feb 2020, 1:02 am

Whyte my love Coven of salem - Página 9 1477071114 :
Jaeger.
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