Coven of salem

bueno pues lo primero deciros que lamento el restraso, la verdad es que yo juraba que al menos hasta kate había comentado pero al parecer no... No se que decir, más que parece ser que al final se me olvidaba hacer lo que debía pero en fin, más vale tarde que nunca, supongo. Y aun que tampoco es que sean kilometricos espero que al menos veais que leí vuestros capítulos y que me gustaron realmente, y bueno pues igual os doy hasta una mini alegria o algo así (a mi siempre me pasa aun que sea un comentario con tres palabras es como ay que te como la cara xd). Y bueno eso es todo, byeee

ems:

ariel:

kate:

jen:

Por cierto, quería añadir un disclamer bc no se si tendré faltas de ortografía en los comentarios, es lo más probable por que no lo he revisado, al igual que puede que alguno de los nombres de personaje no esté completamente bien escrito y pido disculpas por adelantado :$

pd. estoy trabajando en el capítulo, lamento mucho el retraso, espero tenerlo en las próximas semanas como le dije a kande (solo que este último año esta siendo la peor montaña rusa de mi vida ahre)

narcissa bloom & oliver nixon

2004

— Vamos Issa, es hora de dormir.

— Mamá aún no quiero ir a la cama —rechisté ante la idea, pese a sentir como los párpados me caían del sueño— si no acabo la casa de Dory no podrá ¿dónde dormirá?

— Dormirá con nosotros o en tu cama, no pasa nada.—me aclaró intentando convencerme.— ¿Quieres que te lea un cuento?

Me acosté en la cama y me enredé en el edredón quedándome como un gusano de seda en su capullo descansando, solo que mis ojos no se habían cerrado aún para descansar.

— Quiero que me cantes, que me cantes la canción de Cosette.
— Muy bien, tu ganas. Pero antes, cierra los ojos— me pidió para luego apagar la luz y dejar que la luz de la noche y la estrella de luz de la habitación iluminaran mi dormitorio; There is a castle on a cloud.
I'd like to go there in my sleep...


Los arboles se alzaban contra el cielo, los troncos finos y infinitos se multiplicaban en masa hasta crear una cúpula de color naranja que contrastaban contra el color ceniza  de las ramas y de la carretera que rompía en el centro.

Nuestro coche adelantaba por el medio del camino, sobre el parabrisas se reflejaban los pájaros que se enredaban entre los árboles y los rayos del sol atravesaban los huevos en diagonal, la tarde se estaba echando encima. Algo cayó justo cuando íbamos a tomar una curva, nos se vimos obligada a parar en seco, con el corazón en la garganta. El hombre de mi lado sale del coche para ver lo ocurrido, delante del morro del coche descansaba un objeto negro. Él se agacha para identificarlo y observa que se trataba de un cuervo. Al ver que él tarda empiezo a impacientarme, así que me alzo un poco para tratar de mirar a través del cristal. Cuando los dedos de él rozaran el ala del animal, este se abalanza contra los ojos del hombre. Sus gritos rompieren el ambiente de paz que reina en aquella carretera. Al invadir mis tímpanos trato de deshacerme del cinturón tan rápido como puedo, pero entonces me doy cuenta de que las puertas se han cerrado automáticamente. Por más que estiro del tirador la puerta no se abre, mi pulso empieza a acelerarse, cierro los ojos para tratar de calmarme, de entre mis labios empiezan a salir unas palabras extrañas...

Una chispa sale del reproductor de música y el olor a a plástico quemado empieza a envolver el interior del coche, junto con un humo que comienza a abrirse paso por las rendijas del aire acondicionado. Empiezo a sentir como las lágrimas se me acumulan en los ojos, siento su presencia. El aire empieza a desaparecer, y un olor tóxico a gasolina lo ha substituido, mis ojos empiezan a inyectarse en sangre. Al girar la cabeza veo sobre la capota el cuerpo del hombre magullado y sin ojos, sus lamentos podían oírse desde fuera del coche en la llegada noche. El sonido cerrado del mechero sobre el cigarrillo es lo único que se sobrepuso entre mi llamada de auxilio, y de un momento a otro el fuego se comió el vehículo, yo había quedado encerrada dentro.


Tengo un infierno dentro que no es mio. No se qué es, pero desde que estoy en esta cámara episodios ajenos acuden a mi mente. No son recuerdos de otros, tampoco míos, pero siento que de alguna forma me son familiares. Como si los hubiera vivido en otra época, como si estuvieran ligados a mis raíces, pero los rostros siempre están deformados. O tal vez, esté más desquiciada de lo que parece.

Aren't any floors for me to sweep,
not in my castle on a cloud.

El chirrido de la cerradura ya me estremece, pero mantengo la esperanza de que me traigan comida. Al abrir la puerta, la luz también se cuela permitiéndome ver al fin el lugar en el que me encuentro, aun que no haya mucho que ver, alivia ver algo tras pasar tres días a oscuras. Todo sigue igual. Si no fuera por que a penas limpian la habitación sería blanca, sin embargo de los años se ha tornado en un beis oscuro, también se pueden observar el resto de las goteras en el techo y las paredes acolchadas. Acabo de caer que el suelo en realidad también es como un colchón gigantesco, pero el sin fin de horas que paso en el me hace creer que es de piedra. Veo mis pies sucios, ya no se si lo que tengo es sangre seca o suciedad acumulada entre las uñas.

El guardia se acerca hacia mi con las esposas y me las enseña para señalar que debo mostrar mis brazos para ser esposada, obedezco. Cuando las suelta mis brazos caen sobre el suelo como si soportaran una bolsa llena de lingotes. Él se acerca, ahora más seguro y me coge de uno de los brazos para levantarme y llevarme hasta la puerta, al atravesarla me coge su compañera del brazo que queda. Prácticamente no puedo mantenerme en pie, así que doy pequeños pasos entorpecidos mientras sigo el camino, parece que esté caminando sobre hielo.

Una de las otras jaulas están abiertas, es la de Wilma por que puedo ver las paredes pintadas de color naranja y azul. Ella al menos está en una habitación normal, como la que tenía yo hace un año, con una mesa y una cama. Al pasar la veo en su pupitre escribiendo o dibujando, probablemente se haya salido por toda la mesa por que percibo la fuerza que emplea en el papel y veo como su doctora la mira pensando en lo mal que está de la cabeza. Aun que bueno, aquí ninguno estamos para juzgar. Veo a Hugo salir de la sala en la que probablemente me vayan a meter ya que sigo la misma dirección, él me devuelve su mirada psicótica mientras sus guardas lo arrastran y se que tiene algo diferente a la última vez que me lo crucé. Le han cortado el pelo, lo que significa que hoy me tocará desinfectación..

There is a room that's full of toys,
there are 100 boys and girls,

De nuevo en este enorme lugar cubierto de ladrillos blancos, la humedad se adentra en todos los poros de mi piel e incluso empiezo a sentir un calor bastante intenso. Me llevan hasta la zona de las duchas y me encadenan a los dos aros de hierro para esposas, que me inmovilizarán hacia arriba como si fuera un conejo o una liebre empalada lista para hacer una barbacoa. Acto seguido me arrancan la ropa despojándome de mi mínimo grado de intimidad o privacidad, dejando al descubierto mi cuerpo desnutrido y magullado, estoy casi segura de que mi palidez estará al nivel de los ladrillos en los que estoy apoyada. Un manguerazo tan fuerte como el de los bomberos me sorprende quemando cualquier tipo ce célula en mi piel, en un segundo mi piel se enrojece por el dolor y el calor extremo que soporta mi ser.

— Ahora el otro lado— dice él, pero casi no le oigo con la presión de la manguera. Recapacita y la apaga por un instante.— ¡Date la vuelta niña!

Obedezco, cómo no, cuanto antes pasas por esto antes vuelves a tu nido de oscuridad. Después del segundo manguerazo una de las enfermeras viene con un estropajo de cerdas de metal para limpiarme, ella refunfuña sobre lo horrible que es su trabajo y lo cansada que está de tener que limpiarle el culo a los locos. La conozco, siempre me atiende en esta situación y siempre recurre al mismo comentario como si fuera el estribillo de una canción pegadiza. Ella lo hace por regocijo, como para rebajarnos al nivel de los animales. Pero siempre he pensado que si no quiere este trabajo, siempre podría buscar otro, sin embargo algo me dice que en realidad lo disfruta o no le importa tanto como quiere aparentar. Supongo que no es capaz de ver la suerte que tiene, ella decide trabajar aquí, algunos de nosotros tiene que estar aquí obligados contra su voluntad.

Después de un último manguerazo toca la bañera. No se exactamente que productos químicos utilizan mezclados con el agua de ahí, pero cada vez que entras sales con un escozor por todo el cuerpo y unas heridas parecidas a lo que lograrías rociando a alguien con un poco de ácido. Por suerte no es tan fuerte como para desintegrarnos en el acto. De un empujón me meten dentro y me hunden. Tan solo es durante unos minutos, hasta que ven que vas a abrir la boca para respirar por que aparentemente no debes tragar ese agua, en mi imaginación si abres los ojos lo más probable es que te quedes ciego, así que procuro no hacerlo. De un salto me sacan fuera de la bañera para tirarme en la esquina de la habitación sobre una toalla, luego la enfermera junto con una compañera me secan con las toallas que están tan secas que parecen lijas.

Nobody shouts or talks too loud.
Not in my castle on a cloud.

Tal vez puede que haya perdido el conocimiento durante un instante o dos, por que no recuerdo que me hayan amarrado contra esta camilla. Mi pulso se acelera, compruebo mi cuerpo: mis brazos están inmovilizados creando con mi cuerpo una cruz cristiana, tengo otra correa que aplasta también mi abdomen contra la camilla, noto los pies pesados, por lo que se que también tendré al menos otro par de esposas al igual que mi cuello. Ni se me pasa por la cabeza la posibilidad de intentar escapar, se de sobra que es algo imposible, este es mi calvario. Tengo los ojos abiertos, pero en realidad estoy dormida. Solo veo sombras pero trato de concentrarme en los rayos leves de luz que asoman en el techo producidos por una pequeña rendija. Es casi como si me agarrara a la luz, a la posibilidad de volver a ver el exterior algún día, a poder respirar el aire puro de nuevo...

Una luz cegadora le atravesó los ojos y ella se vio obligada a moverse y cerrarlos tratando de recuperar la vista. A ambos lados de la sien notó algo helado y gelatinoso, al igual que un objeto sin identificar de goma entraba en su boca, lo mordió previniendo lo que iba a seguir.

Siento sus manos sobre mis hombros que suben hasta mi mandíbula obligándome a mirarle, detesto cuando hace eso. En realidad no veía sus ojos, estaban ocultos tras unas gafas de alta graduación. Pero en mi mente los cristales no me impedían ver a través de sus ojos, los míos se adentraban en su cabeza y sus pensamientos. Sus dedos se clavan en mi cráneo, donde supongo que trata de examinarlo, pero lo único que noto son sus repugnantes yemas sobre mi cabeza.

Un ruido sordo junto con un trasfondo eléctrico empezó a sonar. —Carga media en 3, 2, 1...

Los impulsos eléctricos atravesaron mi cerebro inundando cada una de las venas de mi cuerpo como camino hacia cada una de mis extremidades. Mi barbilla subía cada vez que se iniciaba el impulso, mientras me tragaba mis gritos de auxilio. El cuerpo se estremecía cada vez más arriba, deseaba que en alguno de estos pudiera deshacerme de las correas pero nunca ha sido así. En la última descarga al máximo nivel sentí como si toda esa electricidad se me acumulara y destruyera todas las células de mi cuerpo, me quedo en blanco aun que en realidad en mi campo de visión todo lo veo de color negro. De nuevo sus dedos me tocan la nuca, casi parecen como serpientes enrollándose a mi cabello. Me desata la correa del cuello y me quita el objeto de goma de dentro de la boca, estoy segura que a parte de los restos de saliva también hay sangre al igual que en mis orejas. Por que las siento taponadas y también un sabor a hierro en mi garganta. Me encantaría echar a correr ahora que se ha calmado el ambiente, pero a penas siento mis músculos para poder usarlos.

Me agarran entre dos personas y me llevan a rastras hacia mi zulo. Los dedos de mis pies a penas tocan el suelo, irónicamente parece que esté volando, aun que mis alas están más rotas que las de un ángel caído.

Y sin embargo siempre me digo a mi misma que esta será la ultima vez, que muy pronto dejaré este horrible lugar, pero lo cierto es que nunca pasa...

Al entrar me tiran contra mi suelo acolchado, menuda suerte, por que así no tengo que sentir tanto el dolor de la caída y centrarme solo en lo entumecido que siento el cuerpo. sin embargo me da tiempo para levantar mi rostro y abrir la boca para soltar unas pocas palabras siguiendo el ritmo de la canción que mantengo en mi mente: There is a lady all in white, holds me and sings a lullaby. She's nice to see and she's soft to touch...

De nuevo, hola oscuridad.

Tengo un sueño al que recurro después de toda esta experiencia. Bueno, no se si es un sueño o un recuerdo, pero es algo que uso para intentar ver más allá de la oscuridad:

Es un día de verano, estamos en una casa de campo en Edimburgo. Mama, papa y yo. Vamos por un sendero volviendo de hacer un picnic en una parte donde hay un montón de lirios blancos. Al llegar a nuestra casa hay un pobre conejo tirado en la puerta trasera, tiene una herida grave y alguna mosca se ha acercado ya al cuerpo. Yo al verlo empiezo a llorar, no se exactamente por que, solo pienso en que es un animal indefenso con una vida muy corta y que tampoco merecía morir por la mordida de un perro rabioso. Mi madre hace una señal para que mi padre vaya a dentro a lo que él asiente, ella me hace acurrucarme a su lado frente al conejo. Después coloca sus manos sobre el animal y pronuncia unas palabras que no llegaba a comprender, la herida del animal sanó y él saltaba a mis brazos. Mi madre se limita a dedicarme una sonrisa junto con un guiño antes de dejarme seguir jugando con el pequeño conejo.

I know a place where no one's lost
I know a place where no one cries


No se a que hora fue, pero por la humedad y el frío que hacía algo me decía que era de noche o al menos de madrugada. La alarma del recinto saltó. Al parecer los enfermos habían salido de sus celdas y se enfrentaban contra los enfermeros y cuidadores, ni si quiera los guardias podían hacer nada. Sin embargo la mía seguía cerrada, pero la rendija de la comida estaba un poco entre abierta. Me asomé para tratar de ver alguna cosa, pero lo único que veía era las piernas de la gente andando de un sitio a otro. Más allá en la otra esquina descubrí el cuerpo de Hugo, su cabeza sin pelo ahora estaba cubierta por su propia sangre, aparentemente alguien le había atacado con algún objeto. Me preguntaba si habría sido por protección o por diversión, nunca se sabe. Más guardias aparecieron en el pasillo y empezaron a movilizar a todos los pacientes.

Y entonces, se formó silencio. Pero no uno cualquiera como cuando se calma una muchedumbre, si no más bien el de una ola que genera otra más grande para romper en la playa. La gente estaba petrificada de tal forma que parecía que estuvieran parados en el tiempo o que medusa les hubiera convertido en estatuas. Y lo oí.

Ese peculiar sonido que emite un afilado tacón de aguja al tocar el mármol frío del suelo, eran unos pasos a juzgar por su música de una mujer. Y lo más inquietante es que se acercaban justo al pasillo donde yo me encontraba. Tragué saliva, no estaba segura de que iba a pasar, igual era alguien que simplemente venía con una aguja letal o tal vez alguien del gobierno que al fin iba a clausurar esta cárcel. En cualquier caso decido apartarme de la puerta y dejar algo de espacio, al fin y al cabo con ese agujero para observar tan diminuto no iba a ser capaz si quiera para ver el tipo de zapato que llevaba la mujer.

Cuando los pasos se acercaron justo un metro hasta mi puerta me doy cuenta que la siguen otros cuatro sonidos graves y fuertes que hacen vibrar más el suelo que ella, probablemente por su masa corporal. El sonido de la cerradura vuelve a ponerme los pelos de punta, pero esta vez no me escondo, me espero sentada a ver que me aguarda. Al abrir la puerta alzo mi cabeza y me encuentro con una mujer rubia entrada en la madurez con un vestido negro que le sienta francamente bien y que parece casi divertida por la situación. Apoya un cigarrillo sobre sus labios y mira al hombre de su lado, que seguidamente le enciende el cigarrillo con un mechero plateado. Después de una primera calada se agacha levemente hacia mi y me dice: — Supongo que tu, renacuaja, debes ser Narcissa Bloom. ¿No es cierto?

Al principio no logro que mi garganta efectué ningún sonido, pero tras un segundo intento respondo:— Si señora.

— Bueno pues a que esperas muchacha, levanta tu trasero de ese suelo mugriento y camina hacia tu libertad —me dice alzando su brazo como para que la acompañe— Y no me llames señora, no soy tan vieja niña.

Crying at all is not allowed,
not in my castle on a cloud

narcissa bloom & oliver nixon

Tal vez sea como todas las historias, esas que cambian de un día para otro, aun que lo cierto es que estuve esperando a cualquier momento similar para salir de aquél infierno. Después de más de diez años creyendo que lo que me pasaba era que estaba poseída o demente al parecer soy una bruja. Sin embargo al que más le pesó la noticia fue al doctor que me había descrito como mentalmente incapacitada mentalmente durante un examen psiquiátrico cuando tenía dieciséis años, que se llevó la peor parte.

Fiona me acompañó para ver a el culpable de haber pasado los últimos tres años encerrada en esta mazmorra, perdiendo la noción del tiempo y siendo torturada casi a diario por mi condición.
La conversación en el avión ha sido más bien escasa. Fiona, la mujer rubia de cincuenta años que me sacó de aquél asilo, ha preferido ser más bien directa. De hecho se ha pasado la mayor parte del viaje bebiendo de la misma botella de whisky junto con dos gin tonics. Al parecer el único recuerdo físico que conservo de mi madre, su colgante, es un anillo que pertenecía a una bruja.

Ahora mismo estoy sentada cruzando el Atlántico, jamás había viajado en avión, pero sin duda parece que flotar a tantos millones de kilómetros del océano te hace creer que puedes hacer cualquier cosa. Incluso ese nudo en el estómago cuando hay una agitación y todo el avión se mueve, o el momento en el que despega, esa adrenalina que crea el cuerpo es lo más increíble que había vivido nunca. Bueno, de eso trata, la adrenalina. Pero por una vez, ha sido emocionante.  Y la vista. Jamás me había planteado como es ver el mundo a través de la ventana de algo que viaja tan próximo a la atmósfera, todo se ve tan pequeño, son como maquetas en miniaturas. Es tan diminuto que parecen hormigas, y yo parezco un gigante de paso por este mundo. No me imagino la experiencia de viajar al espacio, debe ser inigualable.


Despierto en una habitación tan blanca que mis ojos piden cerrarse al instante, junto con una sensación de mareo que hace que todo a mi al rededor de vueltas. Intento incorporarme para sentarme al borde de la cama, para poder calmarme y concentrarme en averiguar donde estoy. Mi ropa está distinta, parece que llevo una especie de camisón de dormir blanco. Cierro los ojos.

¿Habré soñado todo lo ocurrido?

Los vuelvo abrir. Mi vista se concentra en una sensación tirante y molesta en mi muñeca izquierda, veo que tengo algo dentro de ella sujeto por una tirita, de este sale un tubo transparente que sube hacia arriba hasta encajarse en una bolsa de agua medicinal y sujeto a una estructura de metal.

Me han puesto un gotero.

Empiezo a ponerme nerviosa. No se en que clase de lugar estoy, pero no pienso quedarme drogada por esa medicina para averiguarlo. Me quito el tubo del brazo con cuidado para no provocar una hemorragia mayor y cojo un trozo de venda que hay en la mesita.  La puerta de la habitación esta abierta, eso facilita bastante el trabajo. Saco la cabeza y miro a los lados para asegurarme que hay vía libre. No me lo pienso dos veces y salgo corriendo de este sitio.

Al bajar las escaleras tan deprisa sin mirar hacia el frente me choco contra otra persona, cayéndome de culo contra el suelo. Aún desorientada me trato de levantar, ignorando a la chica morena que sigue en el suelo, eso me dará unos cuantos minutos. Sigo mi camino buscando la puerta o cualquier tipo de salida.
Después de dos zancadas empiezo a sentir una sensación extraña por todo mi cuerpo, entonces me doy cuenta de que por más que mi cerebro manda señales a mi cuerpo para moverse, este no responde. Estoy paralizada.

¿Que clase de droga es esta? ¿Sería lo que estaba en el gotero?

Logro ladear un poco mi cabeza hacia la derecha, por el rabillo del ojo veo a la chica que anteriormente estaba en el suelo está de pie y me está mirando fijamente. No puedo fijar demasiado mi vista, pero apuesto a que está enfadada por como fruncen sus cejas. Noto como la fuerza que hay sobre mi se vuelve más dura y ejerce más dominancia, siento como si me estuviera convirtiendo en piedra.

Un momento, ¿ella está haciendo esto?

— ¡Por dios Ava, deja a la chiquilla! —grita la voz de una mujer. La morena le mira y a regañadientes obedece, no sin antes dejar soltar un suspiro.

Entonces toda esa tensión que estaba sintiendo sobre mi cuerpo va desapareciendo cuando deja de mirarme. Me miro la mano y la muevo lentamente, parece que vuelvo a tener el control. Devuelvo la mirada a la mujer que ha interrumpido en la escena, quien ahora baja las escaleras para venir hacia mi dirección. Viste con un vestido negro, su cabello es de color rubio, tal vez sea un disparate, pero diría que se parece a la mujer que me sacó del asilo. Sin embargo ella parece más relajada y parece mostrar una sonrisa amable en su rostro, mientras que Fiona era toda un aura narcisista.

— Lamento mucho lo ocurrido, Ava no debería haber reaccionado así ante uno de los suyos. —me explica. Al mismo tiempo sigue su camino y hace una señal con su brazo para que la siga— También he de decir, que nadie se espera encontrar a alguien que vaya dando empujones en esta casa.
Trago saliva, menuda metedura de pata.

—Lo siento —logro decir.—Yo no sabía donde me encontraba, al verme encerrada de nuevo y con aquello conectado a mi creí que estaba en el hospital y me asusté.

— No pasa nada querida, debo de reconocer que las circunstancias en las que llegaste lo requerían así. Estabas casi desfallecida, no se como aguantaste tanto en ese lugar. —me dice, a lo que yo casi emotiva por sus palabras solo puedo responder con una mirada casi amable. — Por cierto, soy Cordelia y soy la directora del aquelarre.

Cordelia me aclaró y resolvió todas mis dudas con un discurso que parecía salido de el narrador de la historia interminable.

— En Nueva Orleans siempre se ha caracterizado por ser un lugar bastante ambiguo, y más de todo aquello que rodea los sobrenatural. Licántropos, hijos de la luna, hombres castigados a permanecer como criaturas salvajes cuando la luz de la luna se postra ante sus cuerpos. Vampiros, los hijos de la noche, que deambulan en busca de esencia vital para seguir viviendo por siglos. Son de cuidado, si hay en algo que sean expertos es en la manipulación. Las brujas o hechiceros por otra parte, siempre hemos tenido la fuerza de la naturaleza para cambiar su transcurso a través de la magia. Es por eso que al igual que los Licántropos, nosotras juntas somos una fuerza potencial muy poderosa por que nuestras habilidades proceden de la madre naturaleza. A nuestros grupos los llamamos aquelarres y este, una vez fue uno de los más fuertes del mundo en su día. Por último estarían los cazadores. —paró un momento para chasquear la lengua antes de volver a su discurso.— Ellos por otro lado, digamos que serían la parte que no acaba de aceptar nuestra exigencia. Ellos han existido desde que lo hicimos nosotros, son los que no creen que lo sobrenatural y lo mundano deba coexistir. Su propio nombre lo indica, los cazadores de la noche se dedican a asesinar a todo aquello que sea sobrenatural y poner en peligro su mundo. Hace poco salió el caso de una pobre chica de vuestra edad, fue quemada como las supuestas brujas de Salem. Todo una atrocidad. El caso es que desde tiempos ancestrales ha habido disputas entre las criaturas, todas querían tener el poder y ser los líderes de este mundo. Es por eso que al final llegamos a un acuerdo y una distribución de territorios entre todos nosotros, sin embargo debido a los últimos acontecimientos nadie parece respetar la tierra de nadie. —paró un instante para beber de su taza de té, a lo que yo me dediqué a imitar el gesto para empatizar un poco. — Tienes que entender que al romperse el pacto no podemos garantizar vuestra seguridad fuera de la academia, tenéis que tener mucho cuidado. Muchos de estos seres saben reconocer a una bruja muy fácilmente, incluso con por su olor.

— Oh por dios Cordelia, deja de meterle tanto miedo a la cría —interrumpe Fiona entrando en la cocina con su habitual cigarrillo posando en su mano— Lo único que debería saber es que una bruja es mucho más poderosa de lo que ellos creen, y más si vienen de una de las siete brujas más poderosas que ha jamás haya existido. Es ridículo esconderse así...

— ¡Madre Por favor!—grita Cordelia levantándose de la mesa con intención de regañar a su madre con su mirada.
La suprema suelta una sonrisa de medio lado mientras se acerca a la mesa para apagar el cigarro sobre el té de su hija, quien la siguió con la mirada hasta que dejó la sala con sus aires de superioridad. En su mirada se escondía algo más que preocupación, tenía como un recelo detrás de sus ojos.


Ante la situación tan tensa que reinaba en el ambiente, Cordelia me acabó de enseñar la mansión. Creo que jamás había visitado un lugar tan grande y ambiguo, la verdad es que tener todo este espacio propio debe ser increíble, aun que puede que al final bastante solitario si pasas solo el resto de la vida. Pero para mi el volver a tener un salón donde descansar, un baño donde poder acudir cuando quieras, un comedor para comer en compañía, una cocina donde poder preparar platos, una librería donde poder pasar leyendo todos los libros que esconden esas estanterías... Parecía casi un paraíso.

Entonces a Cordelia se le ocurre sugerir algo que consigue que me brillen los ojos; — ¿Por qué no vais tu y Cath a la herborista a conseguirme algunos ingredientes que necesito?




El camino había sido bastante incómodo, si tuviera que describir a Cath de alguna forma sería de entusiasta, ahora su hiperactividad seguida de preguntas sin cesar era demasiado abrumadora. La muchacha quería saber de todo, y lo cierto es que después de tanto tiempo ajena a la sociedad ni yo misma sabía lo que era ser inglesa o que era lo típico, lo único a lo que podía recurrir eran mis recuerdos vagos de cuando tenía seis años.

— ¿Entonces que comías allí si estabas encerrada?

— Gachas —le respondo mientras trato de seguir averiguando que pasa por la calle, pero su silencio me indica que tal vez no sepa a lo que me refiero— Avena hervida con agua.

— ¿Y eso está bueno? —me pregunta poniendo una cara increíblemente expresiva a una reacción de repugnancia.

— Pues cuando llevas unos cuantos días sin comer, no está del todo mal —le respondo. Aun que ella seguía con restos de su expresión de repulsión a la comida y no muy convencida.— Bueno, cuando era navidad solían servirnos un plato de caldo. Era lo mejor del año, sobretodo por que encontraste con el frío que hacía lograba que pensaras en una chimenea encendida mientras pasaba por nuestras gargantas. La verdad es que la comida de la casa de acogida era mucho mejor.

— ¿Y por qué no seguiste ahí?

— Solo recuerdo que a los dieciséis me enviaron al psiquiátrico, motivos al parecer tenían por que si no los servicios sociales no deberían haber autorizado el traslado y a los dieciocho me habrían echado, pero habría sido libre.

Nunca me habría imaginado que hablar sin ningún tipo de pelos en la lengua iba a provocar la reacción que tuvo Cath, pero cuando se abalanzó a por mi por un momento no sabía si iba a atacarme o que es lo que iba a hacer. Pero al final resultó un abrazo.

Hacía siglos que nadie me abrazaba, la última había sido mi madre...

No se cuanto tiempo estuvimos así, pero tuve que darle unas cuantas palmadas a Cath para que me dejara volver a respirar. La muchacha estará delgada pero tiene unos músculos que me da la sensación que son capaces de romperme en dos segundos.

— Sabes que necesitas, ¡un helado!

Y dicho esto me cogió para arrastrarme a la heladería más cercana, corriendo por en medio del césped ignorando a la gente que descansaba en él o los perros que jugaban allí.  
La heladería era en realidad un pequeño puesto al lado de una cafetería, un señor de unos sesenta o setenta descansaba sobre una silla al lado del carrito. Al llegar Cath él se levantó y ella señaló algunos de los contenedores de helado y luego le da unas monedas. Ella vino con una sonrisa hacia a mi y me da un helado de chocolate y vainilla, luego se quedó un rato mirándome hasta que lo probé y le dije que estaba delicioso.

Cuando llegamos a la herbolaría ella se fue dentro para comprar los recados de Cordelia, yo aún tenía el helado así que me quedé en la puerta. Me quedé admirando el árbol que había unos cuantos metros delante de la tienda. Una envidia me vino al ver las grandes ramas que lo alzaban hacia el cielo, casi sentía la necesidad de volver a ser una niña para subir al árbol y intentar trepar a lo más alto, o sentarme sobre la rama más gruesa y ver lo alta que puedo ser en contraste con el resto de personas. Casi me daban ganas de poner mi mano contra el árbol para sentir su textura y protegerme de los rayos del sol gracias a sus hojas.

Mirando hacia lo alto del árbol me fijé en una pequeña figura en una de las ramas, andaba sobre una de las ramas más altas del árbol. Era un pequeño pájaro, pero era muy pequeño, al parecer a penas podía mantenerse en pie por lo que dudaba que pudiera volar. Alcé más la cabeza intentando encontrar el nido, estaba un par de ramas más arriba. El pobre se había caído. Una de sus patitas se resbaló de la superficie y casi cayó hacia abajo. Sentí  como un estruendo y un golpe en el corazón que me obligó a cerrar los ojos, o en otras palabras casi me muero del susto que el pobre animal se fuera a caer en picado hasta el suelo. Al abrirlos pude ver como el pájaro descansaba en una pequeña rama que había aparecido de la nada, no pude evitar soltar un suspiro de alivio.

¿Pero de donde había salido? Hace un momento no estaba ahí. La respuesta la tenía en mi interior, lo sabía, pero en parte estos últimos días habían sido demasiado estresantes como para tal vez asimilar lo que conocía con diez años. Por lo que me devolvió la segunda familia que me adoptó y por lo que me encerraron. Esa rama había nacido de mi, yo la había creado, y no significaba nada malo.

Volví a cerrar los ojos y me centré en el canto del pequeño pájaro. Poco a poco este se alejó, al abrirlos pude ver como la rama se había alzado y había acercado al animal a su nido junto a sus hermanos.

Entonces algo, o más bien alguien impactó contra mi cuerpo y hizo que me cayera con la increíble suerte de mancharme el vestido blanco que llevaba con el helado que Cath me había comprado. Era la segunda vez que me caía tan bruscamente al suelo, el dolor en la rodilla me impactó y supe que no solo me había manchado la parte del pecho, también tenía una mancha roja a la altura de la rodilla. Emití un pequeño gemido y me froté la cabeza con respecto al golpe.

— Lo siento mucho, no te había visto estaba distraído con mi música —me dijo una voz masculina a mis espaldas, pero casi no tenía energía para girarme a mirarle la cara.— ¿Estas bien?

Al escuchar la pregunta me estremecí un poco, no era algo habitual para mis oídos. Dejé de notar casi de inmediato el picor de la rodilla y los oídos parecieron destaponarse por que escuché la pregunta con demasiada claridad. Así que me volteo para ver de quien se trataba, lo primero que vi fueron restos de una sonrisa pacífica y una mano que se ofrecía para ayudarme a levantarme. Yo acepté y cuando estuve de nuevo de pie aproveché para alisarme el vestido y ver que eso no iba a deshacer el desastre que tenía encima.

— Oye lo siento de veras, yo iba concentrado con la música haciendo mi habitual entrenamiento y no me había fijado que estabas parada en medio —dijo intentando excusarse mientras pasaba uno de sus brazos por detrás de la nuca.

Yo me había dedicado a fruncir el ceño  en señal de extrañeza, pero cuando bajo la mirada al suelo supuse que había estado callada demasiado tiempo; — No importa, yo tampoco te vi venir debí haberme apartado.
Al escuchar mi reacción soltó una pequeña risa y pareció volverse más relajado. ¿No se suponía que debería reaccionar así? ¿Que tenía que decir entonces?

— Y perdona también por haberte hecho que te manches el vestido, y por tirar tu helado —me dice señalando mi atuendo, a lo que yo solo respondo encogiéndome de hombros— Te lo pagaría ahora, pero si no llego a mi casa en diez minutos probablemente se cabreen conmigo bastante. Pero escucha, conozco una facultad que va a hacer una fiesta. Tal vez entonces pueda devolverte el gesto invitándote a una copa o algo.

— ¿Una fiesta? ¿qué se celebra? —pregunto extrañada por la invitación

— A nuestra edad no hace falta ninguna excusa para dar una fiesta —me dice sonriendo de nuevo.— ¿Me das tu número?

— ¿Mi que? —le pregunto sin tener idea alguna de lo que me está hablando.

¿Qué número? ¿Mi fecha de nacimiento? ¿Mi edad? ¿El número donde vivo? Nada de eso tiene sentido para complementar la invitación a un evento. ¿Creerá que es mi cumpleaños? Espera, ¿Cuando es mi cumpleaños?

— ¡Si!, Espera mándame la dirección al mio—dice Cath, quien acaba de llegar corriendo a nuestro encuentro. Acto seguido saca un aparato electrónico a juego con el del chico y se enseñan algo en las pantallas, parece que es una especie de intercambio— Narcissa perdió el otro día el suyo, que cabeza, pero le compraremos uno pronto. Así que mándamelo a mi y así luego que se lo apunte.

— ¿Que estás haciendo exactamente? —le digo a su oreja pero ella me ignora.

—Muy bien, pues ahí va —dice de nuevo el chico con una sonrisa— Podéis venir las dos, y podéis traer a todos los amigos que queráis. Por cierto, me llamo Oliver.

— Ella es Narcissa, y yo soy Cath —le responde antes de que él se despida con la mano y siga su camino, no sin antes soltar con un grito:— ¡Seguro que Narcissa va a la fiesta!

— ¿Pero qué haces?

— Aceptar la invitación, no hay bien que por mal no venga.

— ¿De un desconocido? —le pregunto de manera sarcástica.

— No es solo un desconocido. Es un tío muy guapo de nuestra edad y que te ha invitado a salir, ¿cómo iba a decir que no? —me responde dándome una palmadita en la espalda a lo que yo respondo con un pequeño suspiro — Ah venga Narcissa, no me seas una mojigata.

Ni si quiera sabía a que se refería, pero si esta se supone que iba a ser algo así como mi protectora en el exterior casi preferiría a la que me había inmovilizado. Al menos seguro que esa no se ponía a hablar con extraños, quedar con ellos. También puede que por no tener que cargar conmigo me había encerrado en el sótano donde nadie me oyera.

Seguí el camino dándole vueltas a todo lo ocurrido y repasando todo lo que no entendía o no sabía lo que era: un móvil, un número, una fiesta (solo había tenido de cumpleaños cuando era pequeña), invitar a salir, mojigata, quedar con desconocidos... Y luego estaba lo de que era guapo, ¿es que a caso esa palabra significaba que era un chico atractivo? Lo único que había logrado ver sin cegarme por el sol era su mano y su sonrisa, pero con el sol a contraluz pocos rasgos iba a ser capaz de ver del chico desconocido.

De tanto pensar se me ha revuelto el estómago, o tal vez siga hambrienta. Creo que le pediré a Spalding o alguien a ver si puedo comer algo al llegar, seguro que es hambre, y mejor aprovechar antes de que por cualquier cosa me quede sin probar bocado y vuelva a un zullo. Y luego creo que me daré un buen baño, creo que necesito asimilar todo lo que ha pasado hoy.

Ojalá la vida se redujera a tomar el sol y tumbarse en el césped como cuando eres una niña. Al parecer esta vida en Nueva Orleans presiente ser todo un temporal ambiguo, y me da a mi que si Cath está cerca será siempre como un terremoto. Pero bueno pongámonos serios, lo importante es que tengo un hogar y está claro que es hora de que empiece a saber quien es Narcissa Bloom, que poder escondo debajo de mi piel y que significado hay detrás de esos sueños.