El principe ruso (Joe y tu)

a morii
me encanto no puedo cree que este embarazada y mucho menos que se casaron
pero no me gusta joe es muy frio con la rayis :¬¬:
aishh siguela me encantaa

Capitulo 10

_________ sintió que se le doblaban las rodillas y tuvo que dejarse caer en el banco de nuevo. Joe estaba pálido, con los ojos brillantes, y se le encogía el corazón al verlo así.

Pero ¿y si se equivocaba? ¿Y si el padre de Chad no había querido destrozar a su familia?

Claro que era absurdo. ¿Cómo iba a equivocarse sobre algo así?

–Lo siento –le dijo, porque no sabía qué decir.

Él se volvió para mirar hacia el jardín.

–Mi tía era bailarina del ballet Bolshoi. Conoció a Tim Russell cuando estaba de gira por Estados Unidos con la compañía y se casaron poco después.

_______ no hubiera podido moverse aunque quisiera. ¿La tía de Joe había estado casada con el padre de Chad?

–Pero eso significa...

–Que Chad es mi primo, sí. ¿A que no se esperaban eso?

–Yo conocí a su madre, pero no sabía que fuera rusa.

Y Chad nunca había mencionado su parentesco con Joe. ¿Por qué no?, se preguntó.

Claro que ella sólo era una empleada y tal vez era lógico que no le hubiese contado un detalle tan personal sobre su vida. Pero para entonces ya tenía una relación con su hermana...

¿Saber eso habría cambiado lo que sentía por Joe? ¿Habría hecho que fuese más cauta cuando mostró interés por ella? Tal vez entonces hubiera imaginado lo brutal que era la pelea y se habría mantenido al margen.

Pero no era una excusa válida, se dijo a sí misma. Ella sabía que Chad y Joe eran rivales y, sin embargo, se había dejado seducir por él.

–¿Nunca te preguntaste dónde había aprendido ruso? –le preguntó Joe entonces.

–Pensé que lo habría estudiado en la universidad.

–Lo aprendió de su madre, como aprendió de ella a odiarnos.

–Pero ¿por qué odiaba a tu familia? –le preguntó _________. La madre de Chad le había parecido un poco estirada, un poco reservada, pero no la creía capaz de odiar de ese modo.

–La familia de mi padre creía que mi madre era demasiado humilde para llevar el título de princesa y su matrimonio con ella provocó una pelea familiar. Cuando mi padre murió, fue mi abuela quien nos echó de aquí. No debería haber podido hacerlo, pero conocía a mucha gente y tenía muchas influencias... y mi madre no.

________ estaba sorprendida. ¿Cómo podía haber echado a sus nietos de la casa en la que habían crecido? Era monstruoso.

–¿Y qué hizo el padre de Chad?

–Elena, su esposa, sugirió que le comprase a mi madre la finca que había heredado de mi padre, lo único que teníamos. Russell le hizo promesas a cambio de que se las vendiera pero, por supuesto, no las cumplió.

–Pero os pagaría por las tierras.

–Pagó mucho menos de lo que valían. Y cuando encontró petróleo se negó a compartir los beneficios con mi madre, de modo que terminamos con las manos vacías.

________ asintió con la cabeza, pensativa. Entendía que odiase a Tim Russell, pero después de haber recuperado el patrimonio familiar, ¿de verdad era tan importante vengarse por lo que pasó tantos años atrás? En cualquier caso, Chad no le había hecho nada.

–Creo que entiendo por qué querías adquirir la empresa Russell, pero Tim Russell murió hace años. ¿No podríais dejar atrás el pasado? Al fin y al cabo, Chad y tú sois parientes.

–Nyet –replicó Joe–. Chad y su madre no son nada para mí.

¿Por qué estaba recordando cosas que siempre había querido olvidar? Él nunca compartía los detalles de su vida con nadie.

Y ahora, sin embargo, estaba abriéndole su corazón a __________. ¿Qué le estaba pasando? Había ido a decirle que se marchaba porque no quería hacerlo sin despedirse.

Pero en aquel momento desearía haberlo hecho.

__________ no lo entendía, no podía entenderlo. Y si le hablase de Katerina seguramente se pondría a llorar y le echaría los brazos al cuello...

Pero no lo haría. No podría soportar que lo tocase.

Además, no podía hablar de Katerina y no quería contarle a nadie lo que había sufrido. Nadie sabía que había ido a Dallas a suplicar por su vida. Nadie sabía que Tim Russell se había reído en su cara antes de echarlo de su oficina. Había sido tan humillante que no se lo contó a nadie.

Y no iba a hacerlo nunca.

–No es tan sencillo –se oyó decir a sí mismo.

–Pero ¿qué te ha hecho Chad? –insistió ________, como si quisiera hacer de mediadora entre los dos. Era tan típico de ella que se habría reído si no fuera porque estaba a punto de explotar.

–Chad heredó el odio de su padre hacia mí, además de la empresa Russell. Te aseguro que si hubiera sido él quien logró firmar el contrato con Valishnikov, la situación sería la misma pero al revés.

–No lo dudo, pero no tiene por qué ser así. Dos no discuten si uno no quiere. Sólo tendrías que hablar con él...

–¡No sigas! –la interrumpió Joe–. No todo se puede cambiar ni tiene por qué cambiar.

No le gustaba cómo lo miraba. Sus preciosos ojos oscuros parecían tan tristes y decepcionados que, de nuevo, lo hacía sentir como un oso dispuesto a devorarla entera. Y eso lo enfurecía porque tal vez no había sido completamente sincero con ella, pero nunca había querido hacerle daño.

–No sabes de lo que estás hablando –siguió–. Crees que todo es muy sencillo, que una vida entera de odio puede resolverse con una simple conversación. Crees que debo olvidar y perdonar, que tengo que hacerme amigo de Chad y Elena porque compartimos el mismo ADN.

–Yo no he dicho eso –protestó ________–. Pero no entiendo por qué no hablas con ellos al menos. Alguien tiene que dar el primer paso.

–No seré yo. No los necesito, no necesito a nadie.

–No, claro que no –replicó ella, herida–. Es mucho más fácil así, ¿verdad? Necesitar a la gente te hace vulnerable y tú no puedes ser vulnerable.

Joe se quedó tan sorprendido que no podía hablar. Había salido con muchas mujeres, pero nunca había compartido detalles de su vida con ellas. Y aunque lo hubiera hecho, intuía que ninguna habría visto lo que veía _________.

Pero era más fácil no necesitar a nadie, más fácil no amar a nadie. _________ leía su corazón y no podía soportarlo más.

–Me marcho –dijo con voz ronca–. Tengo mucho que hacer antes de empezar con las prospecciones en las tierras de Valishnikov. Volveré en cuanto me sea posible.

–¿Por qué no puedo ir contigo? No conozco a nadie aquí y no quiero estar sola.

Su ruego le llegó al alma, pero debía ser firme. Necesitaba alejarse de ella hasta que pudiese recuperar la perspectiva.

–No estarás sola. Vasily y el resto de los empleados estarán contigo. Y hay mucho que hacer... puedes aprender ruso, por ejemplo. Cuando vuelva, habrá que organizar fiestas, cenas. Iremos al teatro y al ballet. Debes aprender a comportarte como una princesa, _________.

–¿Por qué no puedo aprender ruso en Moscú?

–Porque yo quiero que lo aprendas aquí.

Ella hizo un gesto de rendición.

–No me quieres a tu lado, ¿verdad, Joe? Te has casado conmigo por el niño, igual que me sedujiste para obtener información. Yo no te importo en absoluto.

¿Era eso lo que quería que pensara?, se preguntó Joe. Era más fácil de ese modo, mucho más fácil que los complicados enredos sentimentales. Si intentaba justificarse, si intentaba convencerla de que no era así, le haría más daño. Y no quería hacérselo.

–Eres mi mujer y la madre de mi hijo –le dijo, con una frialdad que no sentía–. Eres una princesa y más rica de lo que nunca hubieras podido imaginar. ¿Qué más puedes querer de mí?

–Claro, ¿qué más puedo querer? –murmuró ________, apenada.

–Volveré en unos días –repitió Joe. Pero no podía moverse, no sabía por qué.

Ella se dio la vuelta, despidiéndose con la mano como si fuera una reina despidiendo a un funcionario.

–Que lo pases bien.

Unos días se convirtieron en una semana, una semana en dos. _________ nunca se había sentido más furiosa, más sola y más inútil en toda su vida.

Joseph la había llevado a Rusia, se había casado con ella y la había encerrado en una jaula de oro. Pero no era así como había imaginado su futuro. A los veintiséis años, había pensado que tenía toda la vida por delante para hacer lo que quisiera, para explorar el mundo, para encontrar una pareja y casarse. Para tener hijos.

________ se llevó una mano al abdomen. Aquel niño era lo único bueno de su relación con Joe.

Pero nada en su vida era normal. Lo había dejado todo atrás por la promesa de asegurarle un futuro a su hermana. Pero ¿y sus necesidades? ¿Y su hijo? ¿Joe sería alguna vez algo más que una figura distante o seguiría enviando mensajes y haciendo vagas promesas sobre su regreso?

Había sido engañada sobre tantas cosas. Engañada sobre Chad y su relación con Emma, engañada sobre las verdaderas intenciones de Joe, engañada sobre el parentesco entre el hombre para el que trabajaba y el hombre con el que se había acostado.

Todo había sido un engaño, lo único real en su vida era su hijo. A veces se preguntaba si de verdad estaba embarazada, pero el ginecólogo le había dicho que todo iba bien y que empezaría a notar sus movimientos en unas semanas.

–Por favor, no me dejes –murmuró–. Tú eres todo lo que me queda.

La única persona que la necesitaría y la querría sería su hijo, pensó. No había sabido nada de Emma desde que se marchó de Estados Unidos y se torturaba pensando que su hermana no la perdonaría nunca.

Aunque eso la enfurecía. ¿Cómo podía Emma dejarla fuera de su vida? Sabía que estaba enfadada y tal vez con razón, pero quería creer que tarde o temprano su hermana levantaría el teléfono o le enviaría un email al menos.

Porque si no creyera eso, no podría soportar los días y las noches interminables.

Y los días eran literalmente interminables. Tan al norte, nunca se hacía de noche del todo. A medida que se acercaba el solsticio de verano, el cielo se oscurecía al atardecer y el horizonte se teñía de rosa hasta que salía el sol unas horas más tarde. Era precioso, mágico y, sin embargo, no tenía a nadie con quien compartirlo.

Se sentía más sola que nunca en toda su vida.

Era cierto que el palacio Voronov tenía un montón de empleados, pero estaban allí para llevar la casa y atenderla, no para ser sus amigos. Había intentado alguna vez hablar con Vasily, pero el hombre le hacía una reverencia e insistía en llamarla «Alteza», por rara que eso la hiciera sentir.

Le habían asignado una ayudante personal, una joven llamada Mariya, cuyo trabajo consistía en transformarla en una princesa de verdad. Y, por el momento, había recibido lecciones diarias de ruso, lecciones de etiqueta, de Historia...

Aquel día, Mariya le dijo que iban de compras a San Petersburgo y ________, que nunca se había sentido cómoda yendo de compras en toda su vida, estuvo a punto de dar saltos de alegría. Estaba deseando salir del palacio y hacer algo.

Mariya iba en silencio a su lado en el coche, contestando sólo cuando le hacía alguna pregunta o comentaba algo sobre el paisaje. Otro coche iba delante de la limusina y uno más detrás.

–¿Por qué necesitamos tres coches?

–Por cuestiones de seguridad, Alteza.

–¿Seguridad? –repitió ________–. ¿Vamos a un sitio peligroso?

–No, no –se apresuró a responder Mariya, negando con la cabeza–. Pero su marido es un hombre muy rico y la seguridad es necesaria.

Cuando llegaron a Nevsky Prospekt, donde estaban las mejores boutiques de la ciudad, Mariya la hizo esperar en el coche mientras los hombres de seguridad hacían un barrido por la tienda elegida y sólo pudo entrar cuando dieron el visto bueno, aunque __________ no podía imaginar qué clase de horrores podían esperarle en una boutique.

Mariya hablaba con las dependientas en ruso mientras le mostraban vestido tras vestido. A _________ que no sabía mucho sobre moda, todos le parecían preciosos y, por fin, fue Mariya quien eligió unos cuantos.

–Pruébese estos, señora.

_________ estuvo una hora probándose vestidos y zapatos maravillosos, pero cuando salió del probador con un vestido de seda en color vino había otra mujer a la que no había visto antes y a la que Mariya le presentó como la condesa Kozlova.

–De modo que usted es la estadounidense con la que se ha casado Joseph –comentó la condesa, haciendo una mueca muy poco agradable. :¬¬: :¬¬:

Algo en su tono hizo que __________ sintiera una punzada de celos. Eso y su aspecto. La condesa era una mujer rubia, guapísima y elegante que la hacía sentir gorda y fea.

Y la idea de que Joe estuviera con otra mujer la volvía loca. Seguía siendo un extraño para ella y, sin embargo, era como si estuvieran conectados por algo más que su hijo.

Claro que se sentía como una tonta al pensar eso cuando estaba claro que Joe no tenía la menor intención de volver a su lado. Tal vez vivía una vida de soltero en Moscú, acostándose con una mujer diferente cada noche y no pensaba volver con ella.

–Ochen’ priyatno –dijo _________. = Encantada

La condesa frunció el ceño.

–Mnye tozhye. = Yo tambien

Era la respuesta esperada, pero dudaba mucho que la condesa estuviera encantada de conocerla.

–Me gustaría recibirla en mi casa. Hay mucha gente en San Petersburgo que quiere conocerla –sugirió la mujer entonces.

_________ miró a Mariya, pero su ayudante estaba ocupada mirándose los pies y no sabía si debía aceptar o rechazar la invitación. ¿Lo aprobaría Joe?, se preguntó.

Pero, de inmediato, se enfadó consigo misma. Joe la había abandonado el día que llegaron a San Petersburgo. ¿Cómo se atrevía a dejarla sola en un país que no conocía? ¿Cómo se atrevía a apartarla de su vida y de sus seres queridos cuando no pensaba estar a su lado?

Algo en ella se rompió mientras miraba a la mujer que la observaba con una aristocrática ceja enarcada. Sentía como si la condesa estuviera riéndose de ella, como si el mundo entero estuviera riéndose de ella.

Y estaba harta de no controlar su propia vida.

–Spasiba –dijo por fin–. Será un placer. = Gracias

La condesa mostró los dientes en un amago de sonrisa.

–Muy bien. Le enviaré los detalles a su secretaria, ¿de acuerdo? Estoy deseando recibirla en mi casa, Alteza.


La condesa Kozlova vivía sobre uno de los canales que cruzaban San Petersburgo y que le daban a la ciudad el sobrenombre de la Venecia del norte. Mientras iba hacia su casa, _________ empezó a pensar que había cometido un error al aceptar la invitación. Aunque Mariya no decía una palabra, podía notar su desaprobación...

Pero le daba igual. Habían pasado tres días desde que conoció a la condesa y Joe no se había puesto en contacto con ella, de modo que consultó con Mariya sobre el atuendo que debía llevar al cóctel y eligió un elegante vestido blanco de seda y sandalias de tacón con lentejuelas.

Una criada le hizo un elegante moño francés y cuando Mariya apareció con una selección de joyas, ________ se quedó sin habla. Los diamantes, le contó mientras le ponía una tiara en el pelo, habían pertenecido a la familia Romanov.

________ se miró al espejo, con los ojos llenos de lágrimas. Parecía una princesa y, por primera vez desde que llegó a Rusia, sentía como si de verdad pudiera hacer su papel.

Apropiadamente vestida y enjoyada, se dirigió a la ciudad, el corazón le latía como un pajarillo en una jaula. Pero cuando llegó a la elegante mansión de la condesa Kozlova y se vio rodeada por hombres y mujeres que hablaban en ruso, de nuevo se sintió sola, aislada y totalmente fuera de su elemento.

No debería haber ido. Debería haberse contentado con un libro, como hacía cada noche.

Mariya estaba a su lado para traducir, pero a menos que se sentara tras ella durante la cena para decirle qué tenedor debía usar, estaría perdida.

–Ah, princesa Voronova –la condesa se acercó del brazo de un hombre– cuánto me alegro de que haya venido. Quiero presentarle a mi hermano, Yevgeny, que estaba admirándola desde lejos.

–Encantada de conocerlo –dijo ________.

Él se llevó su mano a los labios.

–Es usted bellísima –murmuró–. ¿Me haría el honor de concederme un baile?

–Me temo que no sé bailar –se disculpó ella.

–Tonterías.

–No, es cierto. En casa no tenía costumbre de bailar.

–Texas, ¿verdad? –preguntó la condesa.

–Sí, Texas.

–Joe es tan divertido. Cuando lo vi en Moscú hace unos días me dijo que se había casado con una chica estadounidense sin dinero ni contactos. ¿Vivía usted rodeada de vacas, princesa Voronova?

________ tragó saliva. ¿Aquella mujer había visto a Joseph recientemente? ¿Había hablado con él? ¿Joe le había hablado de su relación?

–Me siento en desventaja, condesa –replicó–. Usted sabe cosas sobre mí, pero mi marido no me ha contado absolutamente nada sobre usted.

La condesa rió, con un brillo de malicia en sus ojos dorados.

–No, ya me imagino. Eso no sería bueno para la armonía conyugal, ¿verdad?

Antes de que ________ pudiera responder, la mujer se volvió hacia su hermano.

–Yevgeny, sé amable con la princesa. Yo tengo que ir a hablar con el señor Kaminski.

–Mi hermana está enfadada con usted –le dio Yevgeny cuando se quedaron solos.

–¿Conmigo? ¿Por qué? Acabamos de conocernos –dijo _________.

Él la tomó del brazo.

–Pero se ha casado con el príncipe Voronov, algo que mi hermana deseaba desde la muerte del conde.

–Imagino que si Joseph hubiera querido casarse con ella lo habría hecho. No es culpa mía.

Yevgeny era un hombre alto, rubio y más bien guapo, la clase de hombre por la que ella solía sentirse atraída. Pero desde que Alexei apareció en su vida sólo parecían gustarle los hombres altos y morenos que no le hacían caso.

El hermano de la condesa se mostraba amable y, sobre todo, hablaba su idioma. Por primera vez en semanas, alguien le hablaba como si fuera un amigo y _________ intentó relajarse.

–Tuvo la oportunidad de engancharlo cuando eran amantes pero no lo consiguió –dijo Yevgeny entonces.

_________ intentó tragar saliva.

¿Joe y la condesa habían sido amantes? ¿Serían amantes cuando la llevó al palacio aquella noche?

Yevgeny la llevó a una terraza desde donde podían contemplar los canales de la ciudad y el cielo rosado, que no desaparecía con la llegada de la noche.

–Lo siento, usted no sabía que mi hermana y su marido habían sido amantes y yo lo he soltado así... –empezó a disculparse su acompañante.

–No es culpa suya, no importa.

–Pero me siento responsable.

________ negó con la cabeza, abrazándose a sí misma.

–No, de verdad. Imagino que habrá habido muchas mujeres en la vida de mi marido.

–¿Tiene frío?

–Un poco –admitió ella–. Estoy acostumbrada a un clima más cálido.

Yevgeny se quitó la chaqueta del esmoquin.

–Tome, póngase esto.

_________ estuvo a punto de negarse, pero pensó que sería una grosería. Al fin y al cabo, sólo estaba siendo solícito.

Sin embargo, cuando deslizó las manos por sus brazos empezó a asustarse. Iba a decirle que prefería volver al interior de la casa cuando escuchó una voz grave tras ella:

–Ah, qué escena tan agradable.

_________ se volvió, sorprendida al ver a Joe vestido de esmoquin.

–¡Joseph! ¿Qué haces aquí?

Los ojos grises de su marido brillaban de furia.

–Ya veo que no me esperabas. :¬¬:

BUeno chicas aqui estoy un poc tarde pero les deje su capi
Quiero decirles que en mi pais son las 12:37 pm, y ni siquiera he hecho la tarea XDDDDD
Voy a comenzar ahora XDDDD
Asi que disfruten del capi !!!
Grax por los comments
Y espero ver mas :D
Bye
Good Night And Goodbye :hi:

Ta bien hecho!!!
Joseph que te creías el que la rayis se iba a quedar en el palacio muriendo de aburrimiento?? Pues no..
Siguelaaa

ja! que joeseph no diga
nada
el es que la dej
solo
asi que no empeice con problemas

cuando pones maraton?

Sigue :D

waa ay noo
no falta la gente metiche y esa condesa :¬¬:
siguelaa

waa ay noo
no falta la gente metiche y esa condesa :¬¬:
siguelaa

despues de tantos dias que la deja sola y
se aparece en ese presiso momento! :¬¬:
siguelaaaaaa!
cuando subees maraton ;D

Capitulo 11

Joe quería matar a aquel tipo que estaba tocando a su esposa. ________ estaba radiante, más guapa que nunca, y él la deseaba con una pasión que lo sorprendió.

No había pasado un solo día en el que no pensara en ella, pero no había vuelto a San Petersburgo porque creía que era lo mejor para los dos. Sin embargo, se daba cuenta de que había sido un error. Paige era demasiado bella, demasiado vulnerable como para dejarla sola con predadores como Petrov.

–Aléjate de mi esposa –le advirtió, tomándola del brazo. Ahora verdad? :¬¬: :¬¬:

–Tal vez no deberías dejarla sola –replicó Yevgeny, en ruso.

Joe le quitó la chaqueta de los hombros y se la tiró con gesto despreciativo.

–Aléjate de mi vista, Petrov.

–Encantado de conocerla, princesa Voronova –se despidió Yevgney, con una sonrisa.

–Lo mismo digo.

Joe esperó hasta que Petrov los dejó solos antes de mirarla.

–No quiero que vuelvas a ver a ese hombre, ¿me entiendes?

–Me sorprende que te preocupe –replicó ella.

–Eres mi mujer. Por supuesto que me preocupa. :¬¬:

–¿Ah, sí? Y yo pensando que era simplemente tu prisionera. ¿O es así como se trata a las esposas en Rusia? :cheers:

Joe no había esperado que lo retase y eso lo sorprendió.

–Nos vamos –dijo entonces, tomándola del brazo–. Y no volverás nunca a esta casa.

–¡Me estás haciendo daño! –protestó _______.

Él la soltó de inmediato, desconcertado. Lo último que deseaba era hacerle daño...

Suspirando, se pasó una mano por el pelo. Llevaba tres minutos con ella y ya le había hecho perder el control. Pero verla con Petrov lo había vuelto loco. _________ era demasiado buena para un canalla como Yevgeny Petrov.

Además, era su esposa y estaba embarazada de su hijo. Y, sin embargo, parecía otra mujer. Estaba elegante, preciosa, etérea... y lo miraba con los ojos llenos de furia.

Y a él no le gustaba verla así.

Bueno, sí le gustaba pero no quería que nadie más viera lo que él veía. Su _________ llevaba gafas y aburridos trajes de chaqueta. Aquella ________ llevaba un largo vestido blanco y parecía un ángel. Reconoció entonces, sorprendido, los diamantes Voronov en su cuello. La tiara que llevaba había sido de su tatarabuela...

Y le gustaría tomarla en brazos y sacarla de allí en aquel mismo instante.

–¿Dónde están tus gafas? –le preguntó.

–Llevo lentillas –respondió ella–. ¿Vas a decirme qué haces aquí?

Joe se quitó la chaqueta para ponerla sobre sus hombros, sintiéndose mezquino por haber montado una escena.

–Yo podría preguntar lo mismo.

–Me invitó la condesa.

–A mí también.

–¿No sabías que yo estaría aquí esta noche?

–Sí, lo sabía –respondió él. Mariya había llamado para contárselo y había ido desde Moscú porque no podía hacer otra cosa–. Pero quiero saber por qué has venido.

–Porque estoy aburrida y cansada de estar sola. Porque alguien me invitó a una fiesta y quería ver gente, quería escuchar risas y música. Me casé contigo por nuestro hijo y por el futuro de mi hermana, pero no acepté ser tu prisionera.

–No eres mi prisionera –dijo él.

–Yo me siento así. De haber sabido que íbamos a hacer vidas separadas me habría quedado en Texas...

–Tu vida está aquí ahora, conmigo.

–¿Contigo? Yo no estoy contigo. Vivo sola en un palacio donde nadie me habla como si fuera una persona normal –_______ clavó un dedo en su torso–. Pero yo soy una persona normal, Joseph. ¡No soy una princesa, soy _________ Barnes, de Atkinsville, Texas, y no sé cómo ser otra persona!

Él tomó su mano, apretándola con fuerza. No había llevado bien la situación y era el momento de solucionarlo.

–Me gusta cómo eres y no quiero que cambies nunca.

Inclinó la cabeza para rozar sus labios, esperando su reacción. Por un momento, pensó que iba a rechazarlo, pero ________ cerró los ojos...

Su entrega lo sorprendió. No merecía que fuera tan generosa con él, pero no había vuelto a besarla desde la noche que hicieron el amor y en cuanto sus lenguas se encontraron se preguntó por qué demonios no lo había hecho.

Estaba harto de luchar contra sus sentimientos. Era ridículo cuando ni siquiera podía imaginarse a sí mismo tocando a otra mujer. _________ era como veneno en su sangre...

Esa noche la llevaría a su cama y al demonio con todo lo demás.

________ apenas podía reconocer al hombre que la llevaba a toda prisa hacia la limusina. Mientras daba una orden en ruso al conductor, Joe pulsó el botón que levantaba el cristal separador.

–Te deseo –murmuró, empujándola hacia el respaldo del asiento–. Y ha pasado demasiado tiempo.

_________ tragó saliva. Aunque una vocecita le decía que no debía ponérselo tan fácil, sabía que iba a hacerlo. ¿Cómo iba a rechazar el placer de acariciarlo si la hacía temblar de arriba abajo cada vez que estaba cerca?

¿Era eso lo que se sentía al estar enamorada?

Enamorada.

Esa palabra explotó en su cerebro como un trueno en el golfo de México. ¿Cuántas veces se había acobardado durante esas tormentas cuando era una niña? Quería esconderse ahora, esconder la cabeza en la arena y olvidarse de todo.

Enamorada.

No, no podía amarlo. No lo conocía lo suficiente... aunque el corazón le dijese que sabía todo lo que debía saber. Joe era un hombre fuerte, decidido, que sentía las cosas de manera profunda. Y la había convertido en su mujer porque nunca abandonaría a su hijo.

Pero entre ellos seguía estando el asunto del engaño. Joe había decidido seducirla con un objetivo en mente...

–¿En qué piensas? –le preguntó él.

–Me preguntaba por qué estás aquí. :¬¬:

–Estoy aquí porque eres mi mujer.

________ puso una mano en su mejilla y él giró la cabeza para besarla.

–Me gustaría creerlo.

–Entonces, créelo.

–No puedo –dijo __________.

Joe la miró, con los ojos ensombrecidos.

–¿Qué ocurre?

–¿Qué ocurre? –repitió ella–. ¿Cómo puedes preguntar eso? Tú sabes lo que ocurre.

–Quiero hacerte el amor y tú quieres hablar –Joe suspiró, pasándose una mano por el pelo–. Aunque supongo que me lo merezco.

–No he sabido nada de ti en tres semanas y ahora apareces de repente, me besas y no puedo pensar...

–¿No puedes pensar cuando estás conmigo?

–Si pudiera hacerlo no estaría aquí, no estaría embarazada y no me habría casado contigo.

–Me gusta volverte loca –murmuró él, inclinándose hacia delante. Pero __________ puso las manos sobre sus hombros.

–Me has dejado sola en un país que no conozco y te acostaste conmigo para sacarme información.

Joe inclinó la cabeza para besar su garganta.

–No lo hice para sacarte información. Pensaba hacerlo, pero lo olvidé por completo cuando te tuve entre mis brazos.

________ cerró los ojos. «Concéntrate».

–¿Crees que eso hace que me sienta mejor?

–¿Por qué no? –murmuró Joe, empujando las caderas hacia ella para hacerla sentir su erección–. Esto no miente, maya krasavitsa. Te deseaba entonces y te deseo ahora, pero siento haberte hecho daño.

–¿De verdad?

–Lo siento mucho. No debería haber intentado utilizarte por tu relación con Chad.

_______ no sabría decir por qué, pero lo creyó. Sencillamente, sabía que lo decía de corazón.

–Significa mucho para mí que digas eso.

–No soy perfecto, pero admito mis errores –Joe inclinó la cabeza para besarla, pero ella lo detuvo.

–Hay una cosa más. Quiero saber cuál es tu relación con la condesa.

–Fue mi amante breve tiempo, hace mucho.

–¿No estabas con ella cuando nos conocimos?

–No.

–Dice que os visteis en Moscú recientemente. Y que le hablaste de mí.

Joe sonrió.

–¿Habrías preferido que te mantuviera en secreto?

–No quiero decir eso y tú lo sabes.

–La condesa Kozlova es una frívola, una mujer superficial que nunca ha significado nada para mí. ¿Eso te satisface?

–No estoy segura –le confesó ________–. ¿Cómo sé que dices la verdad?

De repente, Joe se puso serio.

–La verdad es que no me he acostado con ninguna mujer desde que te conocí.

–Pero yo te vi con esa actriz en las revistas...

Él pasó un dedo por su cuello.

–Se llevó una decepción, te lo aseguro –murmuró, inclinando la cabeza para rozar sus labios–. No he podido pensar en nada más que en esa noche que compartimos, la noche que concebimos a nuestro hijo. No ha habido nadie desde entonces.

_______ sintió que sus ojos se humedecían. Era lo más parecido a lo que había querido escuchar y, sin embargo, no era suficiente. Pero ¿cómo iba a rechazarlo? ¿Cómo podía decir que no cuando aquello era un principio? ¿Podrían tener una relación de verdad si lo intentaban?

No sabía quién de los dos había empezado pero, de repente, el beso se volvió erótico, sus lenguas enredándose hasta dejarla sin respiración. ________ suspiró cuando Joe deslizó una mano entre sus piernas y dejó escapar un gemido al notar el roce del pulgar sobre la seda de sus braguitas.

–Joe...

–No digas nada. Siéntelo, disfruta.

Cuando le bajó las braguitas, _______ sólo pudo contener el aliento. ¿De verdad pensaba hacerle el amor en el coche? La idea era perversa, emocionante. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez y necesitaba tocarlo y ser tocada por él. Tal vez estar privada de contacto humano la había vuelto atrevida, decidió.

Pero cuando metió las manos bajo sus nalgas, instintivamente cerró las piernas. ¿Era pudor o miedo? No estaba segura.

Sin decir una palabra, Joe abrió sus piernas y se colocó entre ellas. ________ contuvo el aliento, el corazón le palpitaba como loco... y al notar el primer roce de su lengua arqueó la espalda, murmurando su nombre.

Él siguió acariciándola con la boca hasta que llegó al clímax... pero quería más. Lo quería dentro de ella. Lo deseaba con un ansia que nunca hubiera creído posible.

Sin embargo, Joe le bajó el vestido y se sentó a su lado, como si no hubiera pasado nada. _________ se apoyó en la puerta, temblando pero decepcionada porque había parado.

–¿Y tú? –le preguntó cuando pudo recuperar la voz.

Él esbozó una sonrisa.

–No te preocupes por mí, maya krasavitsa, la noche no ha terminado.

Como si lo tuviera todo planeado, el coche se detuvo en ese momento y ________ intentó arreglarse un poco el pelo antes de que el conductor abriese la puerta.

–Pero esto es un hotel –murmuró, mirando la elegante entrada.

–Tengo una suite aquí para cuando estoy en la ciudad.

Unos minutos después, Joe la tomaba en brazos para entrar en la habitación. Pero _________ se dijo a sí misma que no debía hacerse ilusiones. Era deseo, no amor, lo que hacía que la dejase en el suelo para buscar la cremallera del vestido con manos impacientes.

Se quitaron la ropa a toda prisa e hicieron el amor sin preservativo. No había nada entre ellos, ninguna barrera, y la sensación era exquisita. Encajaban tan perfectamente que una lágrima rodó por su mejilla.

Era la segunda vez que hacían el amor y, sin embargo, conocían el cuerpo del otro tan íntimamente como si llevaran años siendo amantes. Se movían al mismo ritmo, como un solo ser, y __________ recibía sus embestidas levantando las caderas hasta que una explosión extraordinaria los hizo gritar de placer.

Después, abrazados, sus cuerpos cubiertos de sudor, se acariciaron sin decir nada durante unos minutos.

–Eres maravillosa –murmuró Joe.

Ella suspiró, contenta. Se sentía en paz, como si hubiera estado dando vueltas en un remolino y, por fin, hubiese aterrizado en tierra firme.

–Yo me siento muy normal –le dijo, disimulando un bostezo.

Joe acarició suavemente sus pezones.

–Tus pechos son más grandes ahora.

–Y más sensibles.

–Ya me había dado cuenta.

________ se apartó para mirarlo a los ojos.

–¿Cómo puedes saber eso? Sólo lo hemos hecho dos veces.

–Tengo buena memoria para estas cosas.

–Sí, seguro que sí –murmuró ella, irónica.

–¿Qué quieres decir con eso?

–Que no sé si recordarás también qué es lo que excita a la condesa Kozlova.

Joe soltó una carcajada.

–¿Tienes celos de ella? Ya te he dicho que no significa nada para mí.

–No tengo celos –protestó _________, aunque el rubor de sus mejillas la delataba.

Él deslizó una mano hasta su abdomen, acariciándolo suavemente.

–No deseo a ninguna otra mujer, sólo a ti.

_________ se cubrió con la sábana, como si así pudiera esconder su corazón. Era lo que quería escuchar y, sin embargo, la asustaba.

–¿Qué ocurre?

–Estaba preguntándome cuándo terminará el cuento de hadas.

Porque así sería. Como la última vez, tarde o temprano descubriría que todo era mentira.

–¿Los cuentos de hadas no tienen un final feliz? –le preguntó él.

–No, si hay una bruja mala.

Joe soltó una carcajada.

–No estarás diciendo que yo soy la bruja mala, ¿verdad? __________ no pudo evitar una sonrisa.

–No, claro que no. Aunque no todos los cuentos de hadas terminan bien. Joe apartó la sábana y se colocó sobre ella, su cuerpo caliente, duro y sexy.

–Es nuestro cuento de hadas –le dijo, con voz ronca–. Y nosotros escribiremos el final. :arre: :arre:

_________ arqueó el cuello cuando empezó a besar su garganta, su escote, sus pechos. Ella quería que el cuento de hadas terminase bien.

Y deseaba aquella noche. Quería a Joe así para siempre, tan ansioso, tan apasionado como ella. No quería pensar que todo iba a terminar, aunque sabía que podría ser así.

Joe besó su abdomen con gesto reverente. Estaba entre sus piernas, caliente y duro, y sintió un incendio en las entrañas. ¿Cómo podía hacerle eso?

–Tienes que decirme si es demasiado... o si estás cansada.

_________ le echó los brazos al cuello.

–Hazme al amor, Joe.

Él le hizo el amor despacio, con ternura, llevándola a la cresta de la ola y haciéndola descender a la tierra después con sus caricias.

No sabía que pudiera ser tan tierno, tan hermoso para los dos. Y, mientras estaba entre sus brazos después, a punto de quedarse dormida, temió que le hubiese robado el corazón para siempre.

Listo chicas ahi su capi :D
Perdon por dejarlo SUPER TARDE
Pero es que se me habia olvidado dejarles capi
Me enganche a una SUPER NOVE que estoy leyendo
La cual estoy pensando en subir aqui :D
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Vi que algunas quieren maraton, lamentablemente tengo que decirles que no se podra hacer, porque ya quedan pocos capis :( (Como odio que se termine una nove).
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Bueno chicas espero ver muchos comments

Bye bye

Awwws me gusta está faceta de joe! :arre: Gracias por acordarte, ahora ya puedo ir a soñar con joe