The pursuit of happyness.

Adry, amo a Jim, de verdad lo amo  es tan tierno. Mi Addie apareció, no lo esperaba y amé eso  Natasha toda una malota, ah. Bueno, amé el cap y sí, lo subiste muy rápido y amé eso, perdón por no haber comentado antes, anduve sin internet ;-; 
No sé quién sigue pero ya quiero que suba  

Su mala perspectiva de la vida, tenía razón y nombre. Razón: bueno, a nadie le gusta que te dejen en el altar en el mismo día de tu boda, eso es simplemente lo peor que a una persona le puede pasar, pero tan realista que es como algo de novela. Nombre: Adelice. Una chica muy común en Alemania pero que por algún motivo, hizo que se fijara en ella y la siguiera como un cachorrito sin rumbo fijo.
Si no fuera por Jacob y Devis, bueno probablemente estaría desecho, pero eso sí, la bebida formaba parte de su vida desde que creyó haberla perdido en ese altar.
Arrastraba los pies de un lugar a otro, intento lavarse la cara intentando olvidar sus momentos de embriaguez y su rostro comenzó a volver a tener su color ahora natural. Un pálido extremo con los ojos hundidos. Jacob le repetía una y otra vez que eso era antinatural, pero Dustin sabía que eso era producto de noches sin sueño.
Tomo un corto desayuno y luego de ponerse una bufanda salió a paso rápido de la pequeña casa donde vivía. Su vida universitaria se resumía en dos simples palabras: enorme caos. Estaba seguro de que debía dos o tres materias, y por lo general, sus estudios dejaron de serle importantes, sus padres lo sostendrían económicamente desde Estados Unidos.
¿Y cómo termino en Alemania? Bueno, esa es otra historia muy graciosa y larga de contar.
Se dejó caer en la silla incomoda de su primera clase e intento resistirse a las pláticas aburridas de los maestros, pero su aburrimiento fue tal, que a la tercera clase, solo agarro sus cosas y salió de clase para ir a comer algo.
La cafetería estaba al tope y Dustin registro con la mirada los asientos, hasta que encontró uno libre entre el mar que buscaba un asiento, por lo que apresuro el paso y se dejó caer en el con cierta pesadez y cansancio.

— Bien, si antes parecías muerto, ahora sí que lo estas – confirmo una voz demasiado conocida para él.
— Cállate Jacob – mascullo con los ojos cerrados – no es mi día.
— ¿Y desde cuando no has tenido uno de tus días? – notaba el sarcasmo en la voz de su amigo e ignoro su tono y pregunta.

Siguió hablando media hora con su amigo hasta que este alego que la depresión terminaría por contagiársele, así que se levantó y dejo solo a Dustin con sus propios pensamientos.
Cruzo los brazos y dejo llevarse, ¿Qué pasaría si se durmiera en la cafetería? Tal vez nada, bueno, casi nadie nota su presencia en la sala en los últimos días.

— ¿Puedo sentarme? – pregunto una voz tímida a su lado. Dustin abrió un ojo y se encontró con una chica rubia y al parecer muy sonriente.

Aquella chica le quemo como el ácido, le recordaba tanto a Adelice, eran idénticas en casi todo, aunque sus ojos eran diferentes. Dustin se sintió patético al anhelar los ojos de otra persona en aquella muchacha.
Asintió con la cabeza sin poder decir una sola palabra, y vio como ella tomaba asiento en la silla, dejo caer su bolsa en la mesa y comenzó a comerse la pequeña barrita que llevaba en uno de sus bolsillos, su mirada se perdió por las personas, como si se estuviera transportando a otro lugar.
Ella debió sentir su mirada porque lo vio de reojo y sus orejas se tornaron rojas. Dustin no pudo evitar sonreír.

— ¿Cómo te llamas? – pregunto él moviendo las manos en un gesto nervioso, dato curioso, Dustin no es bueno relacionándose con las mujeres.
— Rebecca – contesto ella ladeando la cabeza, un gesto como de pajarillo curioso. - ¿Tú?
— Dustin – alargo la mano y Becca soltó una risa por lo torpe que resulto el saludo.
— Bueno amigo, debo decirte que todo esto es demasiado particular – admitió sonriendo.


— Sabes que tus noches de fiesta no me dan confianza – admitió Marc desde el otro lado del teléfono.

Rebecca bufo entre divertida y molesta mientras lograba por acto divino colocarse los dos tacones con una sola mano.
Ese día lo tenía libre y gracias al cielo que así era. Después de que Devis se llevara a su hijo como día a día, tenía todo esa noche sin hacer nada, y ella no quería deprimirse pensando en las cosas de su tormentoso pasado, no las necesitaba ahora.

— Saldré con un amigo, nos conocemos desde hace bastante, así que, relájese señor protector, mañana te enviare un linda foto con mi rostro sin resaca – Marc no pudo evitar reírse al igual que ella.

Cerro la llamada en cuanto las cosas estuvieron tranquilas con su amigo.
La noche era más que perfecta para salir de fiesta y emborracharse, dejar que el alcohol se llevara todos sus problemas aunque no fuera la mejor solución que a una persona se le puede ocurrir.
Salió de su casa con paso rápido y tomo un taxi, por lo cual, llego en menos de cinco minutos al bar donde se supone que debía de esperar a su morocho amigo.
Quien como era de esperarse, llegaba tarde.

— Demonios Aaron – chillo ella cuando su amigo intento asustarla por detrás – ¿Qué te cuesta salir cinco o diez… o treinta minutos antes de tu casa para llegar temprano? – acuso mientras que su moreno amigo solo se soltó riendo.
— Ganas y un reloj que no esté atrasado – respondió haciendo que Becca negara con la cabeza divertida.

Los tragos pasaron por la mesa y de un momento a otro, mientras los dos se decían bromas que terminaron en confesiones que ninguno recordaría por su nivel de cerveza en la sangre, terminaron como los locos que eran, riéndose de las cosas más trágicas que podían pasarle a ambos, lo último de lo que Rebecca se reía era de la desgracia de un pobre gato, reía sin saber exactamente porque.
Pero vaya error el que cometió al girar su cabeza.
Sus ojos se encontraron con el chico rubio de la cafetería de la universidad, ese muchacho, Dustin, era demasiado.
Tenía los rasgos de su hermano, y la personalidad exacta de su antiguo novio. Recordar las cosas hizo que lágrimas comenzaran a bajar por sus mejillas y lo único que pudo hacer para evitar llorar, fue llenarse de alcohol hasta la última célula, no podía evitarlo, no podía ignorar su lado depresivo en ciertas ocasiones.
El único pensamiento coherente de esa noche, fue que no pudo cumplirle la promesa a Marc.

Honolulu (?: