Heartbreaker Girls.

Capítulo 02

Vanessa Bradshaw y Austin Butler.

—¿Puedes creerlo? Quieren que salgamos con chicos de preparatoria, ¡Vanessa, en qué diablos están pensando! —Karol elevó demasiado la voz y algunas mujeres en la tienda voltearon a verlas. Ella se limitó a rodar los ojos y seguir buscando entre las prendas.

—Cálmate, Karol. Será divertido. —Anas la reprendió y tomó una falda del perchero, la puso sobre sus jeans y dio un giro admirando la vestimenta. Yo escuchaba en silencio la conversación de mis dos mejores amigas, con una pequeña sonrisa en los labios. Estaba ansiosa porque llegara la noche, dejaría a aquel chico sin aliento y le daría una noche que sin duda no olvidaría. Podía imaginar su cara de decepción, cuando supiera que todo eso no era más que un juego para mí.

—Él quedará encantado. —Le dije a mis amigas, mientras acomodaba mi cabello mirándome en uno de los espejos de la tienda. —Pero no pienso hacérsela fácil. —Le sonreí a mi propio reflejo y me dirigí a la caja a pagar por lo que había elegido. Luego de despedirme de sus amigas con las manos llenas de bolsas, volví a mi departamento.

Aquella mañana Christian, mi representante, me había anunciado el plan que Break it! Tenía para mí, el cual aceptó con mucho gusto, en especial por el cheque que me habían entregado y con el que había comprado toda aquella ropa. El bolsillo trasero de mi pantalón vibró e hice malabares para tomar el celular. La gente a mi alrededor ya había notado quién era yo, pues murmuraban entre sí señalándome no muy discretamente. Intenté ignorarlos a todos y leí otro mensaje de Christian. Al parecer, el chico misterioso con el que querían emparejarme quería que la cita fuera en la playa. Yo había esperado una fiesta, o algo más divertido, pero ya que. Iba a responder cuando impacté con otra persona, perdí el equilibrio y estuve a punto de caer, pero me sostuve del chico que me había chocado para evitar tropezar. De igual manera, las bolsas que llevaba en la mano izquierda se habían caído, aunque no importaba demasiado cuando lo vi.

Era perfecto.

—Disculpa, no te vi. —Una sonrisa brillante se posó en su cara y me deslumbró. Acomodé un mechón de cabello detrás de mi oreja y le devolví el gesto. Estaba un poco impresionada, el chico era muy guapo.

—Descuida, yo soy la torpe. —Traté de decir. Caballerosamente se inclinó a juntar mis bolsas, y luego me guiñó un ojo. Solté un suspiro mezclado con una risa tonta que no pude contener, en verdad era muy lindo. —Soy…

—Vanessa Bradshaw, sé quién eres. —No dejaba de sonreír, tal parece que había notado el efecto que esa sonrisa tenía sobre mí. Asentí y apreté tontamente su mano en un saludo improvisado. —Me llamo Austin, soy un gran admirador. —Me entregó las bolsas sin dejar de hacer contacto visual conmigo, yo de ninguna manera podía desviar la mirada de esos ojos azules.

—¿En serio? Pues, gracias Austin. —Ambos reímos nuevamente.

—Tengo que irme, pero fue un placer haberte conocido. —Iba a responderle, pero no pude pronunciar palabra cuando sin previo aviso tomó mi mano y la besó. Hizo un gesto con la cabeza antes de seguir su camino, y yo me quedé mirando su cabellera rubia entre las demás personas. Me mordí el labio y seguí caminando hasta llegar a mi edificio. ¿Cómo se supone que tendría una cita con un chico, habiendo conocido a ese bombón?

Saludé a Rick, el conserje del edificio, subí por el acensor, llegué a mi departamento y me tiré sobre la cama de dos plazas suspirando como una tonta. Luego de unos segundos me reincorporé, ¿Qué me pasa? Yo no soy así. Nadie puede hacer caer a Vanessa Bradshaw tan rápido. Ni siquiera él... Con esos ojos tan brillantes... y sonrisa perfecta... y su melena rubia...

Basta.

Decidí ir a ducharme y decidir qué debía ponerme para la cena de esa noche, debía estar enfocada en mi verdadero objetivo: enamorar al iluso que cenaría conmigo y luego escapar inesperadamente para dejarlo con ganas de más. Sí, así se gana en esta industria.



Encendí la última vela y apagué el fósforo. Sonreí con mi trabajo bien hecho, a pesar de la ayuda que me habían brindado, iba a ser la mejor cita en la historia de las citas. Yo era un verdadero genio. Corroboré que mi camisa no estuviera arrugada y me senté a contemplar el paisaje. Solo se escuchaba el sonido de los grillos y las olas golpeando en la playa, un escenario perfecto. En la glorieta donde se encontraba la mesa para dos, las luces colgantes brillaban tenuemente, junto con las velas esparcidas por todos lados. Un perfecto camino de rosas indicando el camino hasta nuestro encuentro. Por allí, entre las palmeras, se encontraba un hombre esperando mis indicaciones para servir la comida y el vino.

No podía negar que sentía un poco de nerviosismo. Sea quien sea la modelo con la que cenaría, no podía ser menos que muy hermosa. Probablemente hoy debía sacar a relucir todo mi potencial para poder enamorar a una supermodelo. No estaba ilusionado acerca del futuro, pero sí me teía suficiente fe como para creer que podría robar su corazón. Ella no iba a olvidarse de mí tan fácilmente, y si algún día yo tenía que volver a Georgia, pues... Le dejaría un lindo regalo para que jamás olvide esta noche.


A lo lejos escuché el sonido del motor de un auto, por fin había llegado. No podía evitar sentirme nervioso, pero no me cabían dudas que la iba a impresionar, y mucho. La silueta de ella apareció entre la verde vegetación tropical, acompañado de otro asistente. Con un vestido veraniego que me quitó el aliento, pero lo más hermoso era el asombro que brillaba en sus ojos azules.

—¿Vanessa? —Mi sonrisa se ensanchó aún más al comprobar que era la misma con la que me había topado aquella mañana. Ella pareció mucho más confundida que yo, su cara lo decía todo.

—¿Austin? —Rió y se acercó a saludarme. —¡Increíble! Qué mundo tan pequeño, ¿No? —Besó mi mejilla y la invité amablemente a sentarse frente a mí. —Wow, ¿Tú preparaste todo esto? —Me sentía verdaderamente orgulloso al verla observar todo detenidamente, luego respondí.

—Sí, para ti. ¿Te gusta? —Tenía las mejillas levemente sonrojadas cuando asintió perdida en sus pensamientos.

—Me impresionaste.




Oh, sin dudas me había impresionado. Había conocido hermosos lugares en mi vida, pero nada se asemejaba con aquello. Austin tenía un encanto peligroso que con un poco de astucia me podía hacer caer. Pero yo era más inteligente, e intenté resistir todo lo que pude. Hablamos de su vida y de la mía, sin importar cuán diferentes eran. Él me recordó mucho a cómo eran las cosas antes de conseguir el maravilloso trabajo que tenía ahora. Luego de terminar de comer, él me lo propuso:

—Nessa, ¿Quieres ir a caminar? —No dudé en aceptar, una caminata en la playa solo haría de esa noche aun más perfecta. Tomó mi mano y me guió por un sendero hasta la arena de la playa. El agua y el horizonte se veían negros en oscuridad, solo iluminados por la luz de la luna, que nos acompañaba en una velada tan perfecta. Él era muy bueno haciéndome reír, y además poseía un aroma tan varonil que se me hacía imposible dejar de disfrutar su compañía.

—Esta noche fue hermosa, la verdad, te luciste. —Miré los hoyuelos que se formaron a los costados de sus mejillas, para luego encontrarme con su penetrante mirada azul.

—No tan hermosa como tú. —Enarqué una ceja y me sorprendí por su talento para conquistar chicas. No sabía de su historia, pero este chico es un verdadero romántico.

Yo sabía lo que seguía después, aumentó la cercanía entre nuestros rostros y me regaló el beso más suave que alguna vez me hayan dado.

Suave… nada comparado con lo que vino luego.


Ese pequeño beso se convirtió en una pelea entre nuestras bocas, una repentina hambre de él creció desde muy dentro de mí. Quería más, y más. Muy astutamente Austin me guió hasta una cabaña muy cerca de allí, donde podría saciar mis deseos y cumplir mis fantasías.


Luego de la mejor noche de mi vida, hipotéticamente hablando, caí totalmente exhausta en la cama improvisada que habíamos creado en la desesperación por encontrar un lugar adecuado para dar el cierre a una noche tan romántica. Quizás había cedido un poco con respecto a lo de “Ser fuerte” y "desistir", pero sabía que después de aquella noche, no importa cuánto insistiera, iba a ser la última vez que podríamos disfrutar de la compañía del otro. Más allá del reality, Vanessa Bradshaw sabe cómo controlarse, y aquel chico no iba a llegar muy lejos.

Con esos pensamientos aun en mi mente, me recosté sobre su pecho desnudo, trazando círculos invisibles allí. Austin tenía los ojos cerrados pero seguía sonriendo. Me mordí un labio, iba a ser difícil olvidarme de él. Pero tenía que hacerlo, lo fácil, no es lo mío.  

No fue hasta que se durmió que me liberé de su brazo que estaba reposando sobre mi vientre. Traté de vestirme y salí a hurtadillas de la cabaña. Cerré la puerta y luego solté un beso en el aire hacia él, que obviamente no podía ver, pero era mi manera de despedirnos para siempre. Imaginé su rostro al día siguiente, él no sabría quien lo golpeó. Lo que ignoraba yo, era que en ese preciso instante Austin suspiraba, viéndome escapar, sin decir ni una sola palabra, ni mucho menos yendo detrás de mí.
Subí al auto que me esperaba en la carretera, dispuesto para cuando yo necesitara irme y volví al departamento. Durante el viaje costeando la playa, me sentí extremadamente relajada, y las imágenes de aquella noche no dejaban de reproducirse como una película en mi cabeza. Cada toque, cada beso. Estaba logrando que me desconcentrara. Me encongí de hombros, perdida en mis pensamientos. Lástima, me hubiera gustado seguir con el juego.

Quizás... solo una cita más...

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