My Superhero ||HS Capitulo 6 parte 2

Parte ½


Otra vez caminando por estas frías calles rumbo al infierno que se hace llamar “escuela”, acompañada del viento que sopla fuertemente y de las nubes grises que cubren todo el cielo.
Con cortos y lentos pasos, Alexa llegó a la escuela. Caminó por el largo pasillo con el fin de llegar a su casillero. Puso la clave de este y lo abrió. Sacó los libros que necesitaba para la primera clase y luego cerró el casillero, al hacer eso se encontró con Sof. Dio un pequeño salto por el susto.

-Sof, creo que debes dejar de aparecer detrás de mi casillero –dijo, apuntándola con su dedo índice. Sof rió, luego Alexa se le unió.
-Deberías darte cuenta de que cada vez que cierras tu casillero voy a aparecer yo detrás –dijo, obvia. –Además, ya es costumbre.

Comenzaron a caminar por el pasillo. Pero Sof se paró en seco.

Agarró el brazo de Al y le subió la manga del buzo.

-No me hice nada –murmuró Al, soltándose de su agarre y volviéndose a tapar su muñeca.
-¿En serio? –preguntó.
-Sí, te prometí no hacerlo –respondió.
-Así me gusta –sonrió. -¿Vamos al patio? –preguntó con cara aburrida.
-Dale, vamos –aun faltaba un rato para la primera clase.

Caminaron hasta llegar al enorme patio de la escuela, este estaba decorado con un camino de piedras, a los lados había flores de colores. El camino de piedras llegaba hasta un enorme árbol, y ahí el camino se dividía en dos que seguían hasta el pasillo.

Se acostaron en el pasto, el árbol daba mucha sombre por ser bastante grande así que el sol no les daba en la cara.
Quedaron en silencio un momento, hasta que Al decidió romperlo.

-Sof –ella abrió los ojos y la miró. -¿Y si Adam no viene a mi casa cuando no esté borracho?
-Si lo hará –respondió, sin importancia.
-Pero, ¿y si no? –insistió, Al.
-Si no lo hace, lo llamas y le dices si puede ir un rato a tu casa. Listo –volvió a cerrar los ojos.
-¿Alguna vez te has enamorado de alguien y nunca me lo has dicho? –cambió de tema
-Sabes que yo te cuento todo, Al –respondió aun con los ojos cerrados -¿A qué viene esa pregunta? –preguntó, curiosa.
-No lo sé –dijo Al, en serio no lo sabía. Las palabras solo habían salido de su boca formando esa pregunta sin pensarlo.

Luego de eso, el silencio volvió a reinar entre ellas. Al cerró los ojos, descansando.
 
-¡Sof! Nos perdimos la primera clase –dijo Alexa, mirando a todos lados, sacudiéndola. Al pensó que se había quedado dormida.
-¿Qué? Pero faltaba un motón para la primera clase –bostezó.
-Creo que no era demasiado tiempo –Al odiaba faltar a las clases. Puede ser que a veces se aburre y mira por la ventana, sí, pero no le gustaba porque si no cuando tenga que estudiar no iba a entender nada.
-Qué más da, Al. Solo es una clase, quedémonos aquí hasta que termine y luego vamos a la siguiente clase –Sof seguía con los ojos cerrados. Al le hizo caso y se sentaron las dos, apoyando su espalda contra el árbol.

Unos 10 minutos más tarde, adolescentes salían al patio. Eso le daba a entender a Alexa que la primera hora ya terminó.

-Vamos, tengo que buscar unos libros en mi casillero –dijo la pelirroja, levantándose.
-Sí, claro –la rubia imitó su acción.

Siguieron juntas hasta el pasillo de los casilleros, y luego cada una tomó su camino hacia sus respectivos casilleros. Luego se encontraron en la puerta de la clase que les tocaba; música.

Sof entró primera, y Al la siguió. Aun no había nadie, era temprano. Se sentaron, como siempre, en el último banco, al lado de la ventana que daba la entrada de la escuela. Este salón está al lado de la puerta principal.

Alexa amaba este salón, siempre fue su favorito. Estaba lleno de instrumentos musicales, algunos colgados en las paredes, otros apoyados. Y en las paredes tenían dibujado el contorno de cada instrumento, todo parecía pintado como grafiti. Además tenía pintadas algunas notas musicales. Ama la música. Ama cantar, aunque lo haga espantosamente horrible. Amaba que su padre le tocara la guitarra y le cantara alguna canción. Él tenía una voz increíble. Además siempre quiso aprender guitarra para tocar algún día con su padre, pero no tenía tiempo ni el dinero suficiente para pagar las clases.

Asumida en sus pensamientos, Al no se había dado cuenta de que Sof le había susurrado algo.

-¿Qué? –preguntó, desconcertada.
-¿Quién es ese chico de ahí? –apuntó con la cabeza disimuladamente a un chico medio castaño de ojos increíblemente azules.
-Es Nash Grier, está en el equipo de futbol –lo miré, estaba sentado arriba de un banco junto a sus amigos, riéndose. Al sonrió. -¿Te gusta? –dijo, picara.
-No lo sé, es lindo –lo miró, mientras se mordía el labio inferior. Él, al darse cuenta de que lo estaba mirando, la miró y sonrió. Sof le devolvió la sonrisa.
-¡Es hermoso! –gritó en un susurro. La rubia sonreía de oreja a oreja.
-Sí, te gusta –afirmó, sentándose bien ya que el profesor había llegado. Sof se puso sería y dirigió su vista al profesor.

Al no entendía como Sof no se había dado cuenta de la existencia de Nash hace tiempo, él está en el equipo de futbol, y han ido varias veces a ver los partidos.

-Bueno clase, empecemos. Saquen la fotocopia de Instrumentos de Viento… -el profesor Stevens comenzó a hablar. Alexa miró a todos sus compañeros, las chicas estaban embobadas por el profesor. El profesor Stevens es el más lindo de la escuela, todas las alumnas caen a sus pies. Además es el más joven de todos. Era castaño con ojos color almendra y una sonrisa de los dioses. Era bastante alto y flaco, hasta podría jurar que, si le levantaba la remera, podrían ver unos pectorales bien marcados.

Luego de eso, se dedicó a mirar por la ventana. Desde ese momento no escuchó más la clase.

Ella veía a las personas caminar, personas apuradas, otras caminando con sus audífonos, tan tranquilos que parecía como si no tuvieran otra cosa que hacer además de eso, algunos corrían. De pronto ve unos adolescentes entrar a la escuela. No pensó que eran alumnos porque estarían llegando demasiado tarde a clases. Dos chicos y una chica.
El primero era un chico de cabello castaño, medio bajo. No pudo definir nada más acerca de él ya que no se podía apreciar muy bien la vista desde ahí.

La chica era un poco más baja que él, tenía el cabello rubio y largo, al igual que Alexa.

Y el ultimo chico era el más alto, de cabello rizado.

 A medida que se iban acercando los podía ver mejor.

No pudo divisar muy bien sus rostros, se rió en su mente por tener una muy corta vista.

Solo pudo ver al chico castaño agarrado de la mano con la chica.

El chico de rizos giró su cabeza mirando todo el edificio, hasta que se topó con la mirada de Alexa. Le sonrió, lo que produjo dos hoyuelos a sus costados. Alexa no sabía qué hacer, solo estaba sonrojada, y bajó la mirada.

 Tenía hoyuelos, ama los hoyuelos, les parece demasiado tierno. Su mamá tenía hoyuelos.

Se había sonrojado por un chico, hace años que no le pasaba eso, luego de estar con Adam no se había fijado en nadie más, solo en él.

Muy dentro suyo sintió unas inmensas ganas de conocerlo, pero sabía que no podía hacerlo. Así que eliminó sus ganas de hacerlo.

Una voz la sacó de sus pensamientos.

-Srta. Morgan… Srta. Morgan –era el profesor.
-A-ah, sí, ¿qué pasa? –preguntó, desconcertada.
-Por favor,  dígame cual instrumentos de viento es este –señaló al pizarrón, donde había laminas pegadas con instrumentos musicales.
-Amm…esa es… ¡El fagot! –respondió, sonriendo ya que esa era la respuesta correcta.
-Bien, pero para la próxima vez preste más atención –dijo serio, mirándola a través de sus lentes que lo hacían ver desgraciadamente sexy. ¿Por qué está pensando eso de un profesor?
-Sí, profesor –murmuró. Todas las miradas que estaban posadas en Alexa, se dirigieron al profesor.

Ella volvió a mirar a la ventana, pero ya no estaba. Ni él. Ni el otro chico. O la chica.

Le había gustado ese momento, ese minuto que miró la ventana. Para ella ese minuto fue el que mejoró su día. ¿Por qué?

Sof la miraba, pensando en qué es lo que la hacía perderse la clase que más ama.

La clase terminó, guardaron sus cosas en sus mochilas.

Esperaron a que todos los estudiantes salieran del salón, así no las aplastaban. Luego de que todos salieron, ellas lo hicieron.

Unas chicas, que parecían más operadas que inteligentes, se quedaron coqueteando con el profesor. El a veces le seguía la corriente, pero se notaba a simple vista que estaba arto.

-Esas chicas son un asco –dijo Sof, cuando salieron.
-Sí, lo sé –siguió, Alexa.
-No entiendo por qué coquetean tanto con el profesor, porque, o sea entiendo que este sumamente bueno, con unos ojos irresistibles, esos labios carnosos que ¡Ah! –hablaba muy embobada, mirando al profesor desde la puerta.
-¡Oye, oye, oye! Basta, ¿te escuchaste? Pareces mas babosa que las plásticas que están ahí –señaló a las chicas.
-Lo siento, es que míralo –siguió con la mirada a Stevens que pasó a su lado para ir a quien sabe dónde.
-Sí, ya se. Es hermoso, pero ¡es un profesor! Te echarían de colegio, igual que a él si hacen algo –dijo, algo exagerada, pero también obvia.
-Bueno, sigamos –dijo, caminando. –Oye, ¿qué te pasó que estabas prestando atención a “la mejor clase de la escuela”? –preguntó, haciendo comillas en el aire.
-Solo estaba mirando por la ventana –respondió Al.
-¿A quién? –volvió a preguntar, alzando las cejas.
-Solo eran adolescentes hormonales entrando a la escuela. –dijo, sin importancia.
-¿¡Por qué hormonales?! –preguntó, gritando y alzando los brazos. Se rió.
-¡No lo sé! –respondió Al a la pregunta retórica de Sof. También empezó a reír.
-¡No tenías que responder! –dijo, con el mismo tono de voz.
-¡Perdón! –imitó su voz, Al
-¿Cómo eran? Hay que conocerlos –sonrió.
-Sí, si –tocó su hombro, como si estuviera diciendo “eso nunca va a pasar”
-Dale, vamos, hay que conocer gente. No podemos ser nosotras dos contra el mundo –aconsejó.
-No, estoy bien contigo. Claro que lo podemos ser, míranos –sonrió Al, levantando las manos al aire.
-Aw –le dio un beso en la mejilla, a lo que Alexa sonrió. –En serio, hay que conocerlos –se puso seria –y nada de “No, no quiero, estoy bien contigo” –imitó la voz de Alexa.
-¡Yo no hablo así! –levantó la voz, haciéndose la ofendía.
-Era broma, no te enojes –hizo puchero.
-Está bien –sonrió. Sof sonrió satisfecha.

Caminaron hasta el comedor, Sof fue a buscar una mesa donde se puedan sentar y Al fue a buscar su comida.
Agarró las dos bandejas como pudo, que le entregó la cocinera. Buscó con la mirada a la pelirroja. Estaba sentada en una mesa no tan en el centro, estaba…estaba hablando con alguien.

Se acercó lentamente. Cuando llegó puso las dos bandejas sobre la mesa.

La persona con la que estaba hablando Sof era, nada más ni nada menos, que Nash.

Ellos la miraron.

-Hola, Alexa –saludó Nash, sonriendo.
-Hola, Nash –lo saludó.
-Entonces… ¿quedamos así? –Nash se dirigió a Sof.
-Sí, sí, claro –ella sonrió ampliamente.
Nash le devolvió la sonrisa y se fue, no sin antes darle un beso en la mejilla y guiñarle el ojo.
-¿Nash tiene un tic o te acaba de guiñar el ojo? –preguntó, la rubia sonriendo, mientras se sentaba frente a Sof.
-No, me ha guiñado el ojo –estaba embobada, tocando su mejilla.
-¿Y? –preguntó Al, al ver que Sof no le decía nada -¿En que quedaron?
-¡Me invitó a salir! –gritó por lo bajo, para que solo Al pueda escucharla. Ella sonrió.

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