Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Un disfraz para una dama" (Joseph & Tú) Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 5 de 11. • Comparte
Página 5 de 11. • 1, 2, 3, 4, 5, 6 ... 9, 10, 11
Re: "Un disfraz para una dama" (Joseph & Tú) Terminada
Capítulo 12
¿CUÁNDO APRENDERÍA A MORDERSE LA LENGUA? durante el trayecto de vuelta a la casa, _____ no dejó de hacerse esa pregunta. A hora sí que estaba segura de que su mal genio la había metido en un buen lío. Sentía que Joe la observaba desde el asiento de enfrente y aún sin mirarlo sabía que estaba disfrutando ideando la manera de hacérselas pagar, cosa que sin duda no se haría esperar.
No quería hacerse notar, pero eso era imposible si cada vez que nublaba con él lo desafiaba de esa manera. ¿Y cómo se le había ocurrido darle una patada en la espinilla? Se encogió en su asiento al pensar en su temeridad. Él podía haber respondido. No, eso no era verdad, porque algo en su interior le decía con una certeza absoluta que a pesar de ser un hombre peligroso y con un genio de mil demonios, sería incapaz de hacerle daño.
De eso se había valido para ser tan descarada y atrevida, y ahora debería pagar las consecuencias que sin duda no serían nada agradables. Joe parecía el tipo de hombre que no dejaba ninguna deuda sin cobrar.
Cuando llegaron, Joe las ayudó a bajar. _____ no perdió el tiempo y empezó a subir las escaleras de la entrada seguida por Sarah y Amelia. Ambas mujeres habían estado todo el viaje de vuelta comentando la fiesta e intercambiándose los cotilleos más recientes de Londres, que los invitados de la ciudad estaban deseosos de difundir.
Al entrar a la casa, _____ deseó las buenas noches y se dirigió a las escaleras.
—Señorita Greyson, si tiene un minuto me gustaría hablar con usted.
_____ sintió que su merecido estaba a punto de serle impuesto.
Amelia y Sarah miraron a Joe con gesto interrogante.
—¿No puede esperar hasta mañana? La señorita Greyson debe de estar agotada —le dijo Amelia con condescendencia.
—¿Señorita Greyson? —le dijo Joe en un tono que desprendía una sutil amenaza.
_____ se giró para mirarlo y vio la determinación en sus ojos. Estaba claro que si ella no cedía a su demanda, la cosa sería peor. Además si seguían así, Amelia y Sarah no tardarían en preguntar qué sucedía y lo único que le faltaba era que ese arrogante les contase el relato completo de sus andanzas.
—Sí, claro.
_____ se obligó a esbozar una sonrisa dulce y encantadora que hizo que Joe deseara entregarle un premio por su interpretación.
—Amelia, Sarah, les prometo no entretener mucho a la señorita Greyson. Les deseo buenas noches.
Ambas mujeres se quedaron atónitas cuando Joe les cerró la puerta delante de sus narices.
—¿Se puede saber qué sucede? —preguntó Amelia cuando pudo cerrar de nuevo la boca.
—Tía, no tengo la menor idea, pero es bastante extraño, ¿no te parece?
—Lo que me parece es que todo sería más fácil si cada uno fuera quien realmente es.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Sarah extrañada por ese acertijo que le había dicho Amelia.
—Que estoy demasiado mayor para el juego de los jóvenes.
Dicho eso se marchó a su habitación tras desearle las buenas noches a su sobrina, y dejarla aún más confusa.
_____ se mantuvo al otro extremo de la biblioteca mientras Joe cerraba la puerta y se apoyaba cómodamente sobre la repisa de la chimenea. Con los brazos cruzados sobre el pecho, _____ empezó a pensar en cuál sería la mejor manera de salir de allí sin que su orgullo resultara herido. Debería de haber sabido que eso no iba a ser nada fácil.
El silencio hacía cada vez más tensa la situación, lo que llevó a _____ hasta el extremo de su autocontrol. La estaba poniendo nerviosa y sabía que él estaba divirtiéndose con ello.
—¿Podría dejar de atormentarme y decirme cuál será mi castigo?
—_____ —dijo Joe mientras se pasaba una mano por la barbilla como si en vez de meditar sobre su venganza tuviera que decidir si declaraba la guerra a Francia.
—Somos personas adultas —empezó a decir _____ antes de fijarse en como la ceja izquierda de Joe se arqueaba significativamente—, y por lo tanto debemos afrontar esto como tales —continuó diciendo no sin tragar saliva al ver la otra ceja del Conde arquearse hacia arriba para acompañar a su gemela—. Oh, está bien, reconozco que el pisotón ha sido a propósito y le pido disculpas.
Joe apoyó su peso en el otro pie mientras seguía en silencio esperando a que ella continuara.
—Y..., reconozco que lo de la patada ha sido vergonzoso para una mujer de mi posición. Ha sido una chiquillada y también lo lamento.
Joe sabía que con el orgullo que corría por las venas de la señorita Greyson esas disculpas le habían costado años de vida.
Joe se enderezó y caminando hacia la puerta, la abrió para que _____ pasara.
_____ se disponía a salir después de atravesar lentamente la estancia cuando Joe la tomó del brazo. Ella vio que el regocijo brillaba en sus ojos.
—No ha sido tan difícil, ¿verdad, _____?
—Es usted...—. _____ se calló a tiempo, recordándose que después de todo no había salido mal parada.
—Eso está mejor —le dijo Joe con una sonrisa, para después cerrarle también a ella la puerta en las narices.
_____ decidió darse un baño. Era tarde y debía irse a la cama, pero con la furia que llevaba en esos momentos en su interior sería imposible conciliar el sueño. Pensó que el agua caliente haría maravillas en su estado. La calmaría y la ayudaría a relajarse. Quitarse el disfraz que continuamente debía llevar podía ser en esos momentos la mejor medicina. Se lavaría el pelo, pensó, saboreando el momento en que se viera libre de todas esas horquillas. Casi no recordaba el verdadero color de su cabello, ya que siempre que se lo secaba tenía que volver a aplicar ese horrible tinte. Ese día no lo haría. Dormiría como _____ Bright, con el pelo suelto y la cara limpia de maquillaje.
Llenó la bañera que daba a su habitación. Cuando llegó a aquella casa, la instalación de tuberías fue lo que más la sorprendió. No hacía falta llevar los cubos hasta la bañera para llenarla, sino que el agua salía directamente sobre ella.
Se desnudó quitándose las vendas que aprisionaban su pecho y que tan dolorido se lo dejaba.
Sin pensarlo dos veces, se metió en el agua soltando un gritito al sentir como los músculos se le iban relajando a la vez que el líquido los cubría.
Se regaló el placer de permanecer durante un buen rato rodeada por las sales aromáticas que había echado en el baño mientras su pelo, después de un primer lavado, se deslizaba suave por la espalda, sintiendo que la cabeza descansaba de la tirantez, y la presión de las horquillas que a todas horas permanecían clavadas en el cabello.
Cuando sintió que el reloj del pasillo daba la una, salió a regañadientes del agua, cubriendo su desnudez con una toalla. Se secó sin prisa, mientras el fuego que había encendido crepitaba en la chimenea y adormitaban sus sentidos. Se puso el camisón y se acercó al calor para desenredarse el pelo. Lo tenía demasiado largo como para poder manejarlo con facilidad. Ahora más que nunca debería cortárselo. Su tía la mataría, pero debido al disfraz, el trabajo con su cabello se había multiplicado por dos.
¡Qué alivio ser otra vez ella misma, aunque fuera a escondidas y solo por unas horas!
Una llamada en la puerta hizo que volviera a la realidad. No pensó en nada más cuando el tono en la voz de Anthony le reveló que algo no andaba bien.
—_____, por favor abre, _____.
—Sí, un momento —dijo _____ que había ido por una bata.
—Es Lizzy, está enferma.
_____ sintió una punzada de temor. Anthony no era de los que se asustaban por nada.
_____ abrió inmediatamente la puerta antes de que la razón se impusiera. Cuando lo vio en pijama, descalzo y con los ojos abiertos como platos se dio cuenta de que el niño no estaba viendo a la institutriz, sino a _____ Bright, y era evidente que se había quedado sin palabras. Ya era demasiado tarde como para maldecirse por cometer la estupidez de salir así antes de disfrazarse de nuevo, pero al percibir la urgencia en la voz de Anthony ni siquiera había pensado en su aspecto.
—Soy yo, Anthony, ¿qué ocurre?
El niño parpadeó dos veces antes de que una exclamación saliera de su boca de manera espontánea. Después de la impresión inicial pareció recordar por qué estaba allí.
—Lizzy está muy caliente y no para de devolver. Solo dice que quiere que usted o Sarah vayan, pero tía Sarah no contesta.
A _____ no le extrañó que Sarah no lo hubiese oído. Después de beber el ponche de la señora Fairbank era imposible no caer fulminada en la cama, y Sarah había bebido más de uno porque al regresar a casa estaba achispada.
—Por favor, señorita Greyson, no sabemos qué hacer.
_____ salió de su cuarto y junto a Anthony se dirigió a las habitaciones de los niños. Cuando entró vio que Margareth estaba lívida mientras sostenía la cabecita de Lizzy que no paraba de vomitar.
_____ se acercó a ella.
—Margareth, déjame ver cómo está tu hermana.
Los ojos de la niña reflejaron un inmenso alivio al verla allí.
—Lizzy, cariño, no te preocupes, verás cómo pronto te pones bien —le dijo _____ en un intento de tranquilizar no solo a la pequeña, sino a todos los que estaban allí con ella.
Tocó la frente de la niña y efectivamente estaba caliente, aunque no tanto como para que fuera alarmante.
Recostó a Lizzy sobre las almohadas cuando dejó de vomitar.
—¿Te duele aquí? —le dijo _____ tocándole la boca del estómago.
La mueca de dolor en la cara de la niña fue suficiente respuesta.
—¿Qué ha cenado? —le preguntó a Margareth mientras tapaba a Lizzy con una manta.
—Lo mismo que nosotros, pescado con zanahorias.
—¿Y no ha tomado nada más?
—No —dijo Margareth moviendo la cabeza para que su respuesta fuera más rotunda.
—Eso no es del todo correcto —dijo Anthony recordando algo—. Esta tarde cuando fui al piso de abajo, vi a Lizzy salir de la cocina. Cuando la llamé escondió las manos en la espalda y tenía la boca llena de chocolate. Al parecer se metió en la cocina cuando no había nadie y se dio un festín con las galletas.
—No me extraña que esta noche no tuviera hambre —dijo Margareth ahora algo más tranquila al conocer el origen del malestar de su hermana.
—Entonces lo que tiene es un empacho —dijo _____ mientras mandaba a Anthony a que humedeciera un paño.
Empezó a darle masajes a Lizzy en el estómago mientras le cantaba suavemente. Puso el paño húmedo en la cabeza de la niña a la vez que pensaba en bajar a hacer una infusión que ayudara a calmar el estómago de la pequeña.
Luden subía las escaleras de dos en dos ansioso por llegar cuanto antes a su habitación y dejarse caer en la cama. Después de la conversación con la señorita Greyson, se había puesto a repasar los contratos que Richard había traído de Nueva York, y a pesar de no estar cansado, el sueño que le había estado rehuyendo durante las últimas semanas pareció concederle una tregua.
Adormilado, empezó a cruzar el pasillo cuando una dulce voz le llegó desde el otro extremo. Se acercó atraído por el bello sonido como si una cuerda tirara de él.
Provenía del cuarto de los niños. Una luz parpadeante que provenía de la habitación que tenía la puerta entornada, creaba sombras en la pared del pasillo. Aceleró el paso para descubrir por qué los niños estaban despiertos a esa hora.
Cuando abrió del todo la puerta y entró, tuvo que contener la respiración al verse frente a la mujer más hermosa que había visto en su vida. Esta había saltado como un resorte al oírlo entrar y ahora lo miraba como si fuese una ladrona a la que hubiesen descubierto en mitad de un delito.
¡Dios, era magnífica! Su pelo como el fuego le llegaba hasta la cintura ondulándose sobre su exquisita figura que se empeñaba en ocultar cerrando la bata con pudor. Sus enormes ojos centelleaban en medio de la penumbra. Apostaría lo que fuera a que eran verdes, de esos en los que un hombre podía perderse para no querer volver jamás.
Debía de ser alguna criada nueva que no había visto, aunque era imposible que una criatura así pasara inadvertida.
—_____, ¿puedes cantarme un poco más?
_____ cerró los ojos a la espera de la explosión de Joe, que parecía mirarla como si hubiese visto a un fantasma.
Joe sintió que un escalofrío subía por su espina dorsal al escuchar las palabras de Lizzy. No podía ser cierto, era imposible.
—¿_____?
_____ se quedó callada como si así pudiese engañar al destino que parecía haberse ensañado con ella.
—¿No es increíble, tío? —le dijo Anthony poniéndose junto a ella.
Joe sintió que una furia cegadora le recorría el cuerpo.
—Sí, es increíble —dijo con un tono tan frío que _____ sintió que las manos se le helaban.
—Lizzy está enferma —le dijo Margareth a Joe. La niña parecía haberse dado cuenta de la tensión que había entre los dos adultos.
—¿Qué le ocurre? —preguntó mirando directamente a _____.
—Es un empacho —le contestó a media voz.
Los ojos de Joe buscaron la cama donde la pequeña estaba acostada y se acercó a ella.
—¿Cómo se siente mi bichito? —le preguntó con una voz tan dulce que conmovió a _____.
—Ahora estoy mejor —le dijo la niña mientras le tomaba una de las manos.
Joe se asombró una vez más de lo pequeñas que eran las manitas de su sobrina entre las suyas. Un impulso protector se adueñó de él mientras contemplaba su rostro ceniciento en medio de las almohadas.
—¿Que has estado comiendo?
La niña hizo un mohín encantador que provocó las sonrisas de sus hermanos.
—He comido galletas —dijo con un susurro como si hubiese confesado un pecado mortal.
—Bueno, ya verás como te pones bien enseguida.
—Desde que ha venido _____ me encuentro mejor.
Joe se puso tenso como el mármol al escuchar el nombre.
—Tus hermanos se quedarán contigo un momento mientras yo hablo con la señorita Greyson.
—Está bien, pero ¿después puede venir conmigo?
—Ya veremos —le dijo Joe con una sonrisa mientras le daba un beso en la frente.
—Margareth, llama a tu tía Sarah y que se quede con Lizzy.
—No creo que sea necesario, yo puedo hacerme cargo —le dijo _____ haciéndole frente.
—Señora mía, usted no va a hacerse cargo de nada hasta que hablemos —le dijo Joe atravesándola con la mirada.
_____ sintió que sus horas en aquella casa estaban contadas.
Joe la tomó del brazo cuando ella se resistió a seguirlo, y la obligó a salir de la habitación con él. _____ empezó a sentir temor de verdad cuando vio que no se dirigían al piso de abajo, sino que seguían por el pasillo hacia las habitaciones del Conde.
Joe abrió la puerta de su dormitorio e hizo entrar a _____ delante de él.
—No esperará que hablemos aquí, ¿verdad?
—Este es tan buen sitio como otro cualquiera —le dijo mientras se desataba el lazo de su camisa entreabriendo el cuello y arremangándose.
—Mi reputación quedará hecha pedazos si me encuentran aquí —le dijo _____ entre dientes.
—Si fuera usted una dama estaría de acuerdo, pero por ahora solo tengo clara una cosa y es que es una impostora, una mentirosa que no ha dudado en engañar a todos los que han confiado en usted. Así que no me hable de reputaciones porque aquí está en juego algo mucho más importante que su honor.
_____ pasó por su lado procurando salir de allí, pero Joe fue mucho más rápido. La tomó por los brazos y, cuando _____ quiso soltarse, él estaba preparado para frustrar su intento.
—Pequeña arpía, estese quieta —le dijo mientras la sostenía con más fuerza apretándola contra su cuerpo.
Joe estaba irritado por la manera en que reaccionaba ante aquella mujer. Desde que la había visto se hallaba en un estado de excitación difícil de controlar, pero ahora que la tenía entre sus brazos, rodeando su deliciosa figura, sintiendo sus pechos firmes y esbeltos contra él, la urgencia de su deseo era apremiante. Recurriendo a todo su autocontrol, miró los enormes ojos verdes que lo miraban con una furia evidente y le habló lo más calmado posible.
—Si no deja de retorcerse, perderá su reputación en todos los sentidos.
Joe supo el momento exacto en que _____ captó el significado de sus palabras. Un sonrojo propio de una debutante se extendió por sus mejillas e hizo que sus ojos brillasen con más intensidad.
_____ se quedó quieta. Lo miró a los ojos y vio algo diferente en ellos que la abrumó.
—Suélteme, por favor —le pidió.
Joe la soltó a regañadientes. _____ encajaba perfectamente entre sus brazos y eso lo tomó por sorpresa.
—Siéntese en ese sillón y empiece por el principio, y por su bien que sea toda la verdad —le dijo con un tono que no admitía discusión.
_____ sabia que debía ser convincente. No podía contarle la verdad, por lo menos la suya, pero sí podría ofrecerle la verdad de _____ Greyson y de otras tantas chicas que habían sido tratadas injustamente. Greyson había sido seducida y abandonada sin posibilidad de encontrar un empleo, en Venecia su tía Francesca había ayudado a más de una chica a las que hombres influyentes habían forzado y a las que después habían despedido por falta de moralidad. Era repugnante, pero cierto, así que su historia bien podía ser la de todas ellas.
—Me llamo _____ Greyson y soy institutriz.
_____ vio que Joe iba a objetar algo y antes de eso levantó la mano para que la dejara continuar. El Conde asintió con la cabeza.
—Lo único que no es verdad es mi aspecto, pero me vi obligada a ello.
—¿Por que?
—Porque tenía miedo.
—¿De que?
_____ empezó a improvisar intentando ser lo más verosímil posible. Pe asqueaba tener que seguir mintiendo, pero no podía decirle la verdad. Si les contaba el verdadero motivo de su presencia en Inglaterra, no sabia cómo podían reaccionar. Su padre era un hombre respetado y encantador para toda la sociedad, eran solo unos pocos los que sabían de su verdadera naturaleza. Quizá incluso Joe o Kevin lo conocieran o tuviesen negocios con él. Su padre podría convencerlos de que era una mujer alocada y difícil que intentaba dejarlo en evidencia. No podía arriesgarse por mucho que deseara contarle todo y dejar de llevar ese peso sobre sus espaldas.
—En la casa que trabajé antes de que me mandaran aquí, el hijo del hombre que me contrató intentó seducirme. No me dejaba en paz y me dijo que tarde o temprano conseguiría lo que quería.
Joe contrajo la mandíbula al escuchar esas palabras. No sabía si creerle, pero no era un secreto que muchas institutrices, doncellas y damas de compañía habían sufrido abusos por parte de sus empleadores. Desgraciadamente, esas historias se repetían continuamente sin que nadie pusiera freno a esas injusticias.
_____ pensaba que con eso bastaba para que Joe se hiciera una idea, pero al parecer estaba equivocada. Su silencio era señal de que esperaba más. No se contentaría con solo unos retazos.
—¿Llegó a hacerte daño?
—Lo intentó —dijo _____ sintiendo una punzada de remordimiento por tejer esa mentira.
La verdad es que no era del todo mentira. Había tenido que disfrazarse para escapar de un hombre. No uno que intentó seducirla, sino uno que trató de venderla para poder obtener a cambio dinero y poder. Un hombre que le había hecho daño y que había destruido vidas como si se tratara de una partida de ajedrez. Un hombre que había matado poco a poco a su madre enterrándola en vida y que pretendía hacer lo mismo con ella.
—¿Te fuiste de allí?
_____ intentó recordar lo que le había dicho Grey.
—No, me despidieron.
—¿Porque no quisiste aceptar sus demandas?
—Sí.
Joe sabía cómo era el carácter de _____, su genio y su naturaleza combativa. Era una mujer que no se dejaba amedrentar y podía imaginar cómo había hecho frente a aquel cabrón, sin embargo, a pesar de su indomable naturaleza ese hombre podía haberla dañado o algo peor.
—Su nombre —le dijo Joe con una contundencia que no dejaba alternativa alguna.
—No —le dijo _____—. Si le dijera cómo se llama, no volvería a trabajar nunca más.
—Tu situación en estos momentos es bastante delicada, así que solo voy a preguntarlo una vez más. ¿Cuál es su nombre?
_____ sabía que estaba jugando con fuego, pero no tenía alternativa.
—Si quiere echarme lo comprendo, si quiere denunciarme a la agencia también, pero no espere que le dé su nombre.
—¿Por qué?
—Porque cuando se es institutriz, se depende de una reputación y del silencio para ganarse el sustento. Se aprende a no escuchar ni ver lo que ocurre alrededor. Se aprende a olvidar por el propio bien y a guardar secretos —le dijo _____ mirándolo directamente a los ojos.
—Pues aquí no has hecho gala de ninguna de esas cosas —le dijo Joe mientras le sostenía la mirada de tal manera que parecía intentar leer su alma.
—Aquí era diferente.
—¿Por qué?
—Porque vosotros sois diferentes. —_____ tomó aire antes de soltarlo en un largo suspiro—. Cuando me despidieron, se me ocurrió la idea de disfrazarme. Algunas de las otras institutrices de la agencia habían pasado por lo mismo y no todas habían salido tan bien paradas. Sabía que tarde o temprano yo podía ser una de ellas. Una de las muchachas fue violada por el hijo de un marqués y, ¿sabe lo que le ocurrió? —le preguntó _____ con furia—. Pues que la echaron. La madre de aquel desgraciado dijo a la agencia que su institutriz había resultado ser una fulana y la agencia la echó también. ¿Sabe qué les ocurre a esas chicas? —le dijo _____ con lágrimas en los ojos—. Pues que se encuentran solas con un hijo en el vientre y sin nada de qué vivir. Imagino que un hombre de mundo como usted puede imaginarse el resto.
Sí, desgraciadamente Joe sabía perfectamente qué les sucedía a esas chicas. Había escuchado más de una vez a hombres de la alta sociedad mofarse de ello.
—Yo pensé que si parecía una mujer vieja y fea nadie se fijaría en mí y podría hacer mi trabajo sin tener que preocuparme por el señor de la casa.
Joe podía entender por qué _____ había decidido hacer lo que había hecho, pero todavía lo irritaba sentir que los había engañado a todos. Tomó una de las sillas y se sentó enfrente. Sus piernas quedaban por fuera de las de _____ al acercarse más a ella.
—Dijiste que aquí era diferente, ¿por qué?
—Porque...
Joe le tomó la barbilla para levantarle la cara y que así lo mirara a los ojos.
—Por primera vez —empezó a decir _____ casi en un susurro—, me olvidé de que solo era una empleada. Amelia, Sarah, los niños, todos me recibieron tan bien, con tanto cariño, que a veces me sentía como si fuera parte de esta familia. Ya sé que digo tonterías, pero me hacían sentir en casa. Estaba tan a gusto que a veces me dejaba llevar.
—Sí, de eso puedo dar fe —le dijo Joe con una sonrisa.
—Sí, y lo lamento. Con usted he sido una arpía, lo sé, pero es que me sacaba de quicio con una facilidad que...
Joe soltó una carcajada.
—¿De qué se ríe? Me estaba disculpando, ¿sabe?
—Sí, diciéndome lo fastidioso que soy.
—Bueno, es que lo es. Decididamente lo hace a propósito.
—¿Qué cosa?
—Irritarme.
—Bueno, tengo que confesar que disfruto bastante viendo como pierde los estribos.
—Es usted...
—Shh, _____, tranquilícese, solo estaba bromeando —le dijo mientras le colocaba un mechón de pelo por detrás del hombro.
El roce de sus dedos, a pesar de la bata y el camisón, le produjo un hormigueo inquietante en la piel.
—Mañana recogeré mis cosas —le dijo _____ decidida.
—Joe frunció el entrecejo mientras la sostenía por los brazos.
—No va a ir a ninguna parte, _____. —Pero Amelia, Sarah, su hermano...
—Lo entenderán.
_____ estaba demasiado cansada para seguir discutiendo. Joe interpretó su silencio como si estuviese pensando qué hacer.
—Aquí nadie va a hacerle daño.
_____ levantó la mirada rápidamente.
—Eso ya lo sé —le dijo tocándole inconscientemente el brazo con una mano.
Joe estaba seguro de que _____ no se había dado cuenta de ese gesto, pero él sí. Le había dicho que nadie le haría nada, que estaba segura allí, y eso era cierto, pero lo que no estaba tan claro era cómo iba a conseguir comportarse como un caballero cuando en lo único en lo que pensaba era en desnudarla y besar cada centímetro de su cuerpo.
—Entonces no hay más que hablar. Ahora debe descansar. Mañana lo conversaré con la familia.
_____ asintió con la cabeza mientras se ponía en pie.
—Antes voy a ir a ver como está Lizzy.
—Casi no te mantienes en pie. No te preocupes, yo iré a verla y Sarah estará con ella.
_____ iba a discutir, pero la ceja levantada de Joe le indicó que ni lo intentara.
—Oh, está bien.
Joe no pudo más que sonreír cuando tuvo que obligarla a seguir por el pasillo en vez de dejarla entrar en la habitación de los niños. De una cosa no cabía duda. Esa hermosa, terca, e incorregible institutriz era toda una mujer.
Hope you like it.
¿CUÁNDO APRENDERÍA A MORDERSE LA LENGUA? durante el trayecto de vuelta a la casa, _____ no dejó de hacerse esa pregunta. A hora sí que estaba segura de que su mal genio la había metido en un buen lío. Sentía que Joe la observaba desde el asiento de enfrente y aún sin mirarlo sabía que estaba disfrutando ideando la manera de hacérselas pagar, cosa que sin duda no se haría esperar.
No quería hacerse notar, pero eso era imposible si cada vez que nublaba con él lo desafiaba de esa manera. ¿Y cómo se le había ocurrido darle una patada en la espinilla? Se encogió en su asiento al pensar en su temeridad. Él podía haber respondido. No, eso no era verdad, porque algo en su interior le decía con una certeza absoluta que a pesar de ser un hombre peligroso y con un genio de mil demonios, sería incapaz de hacerle daño.
De eso se había valido para ser tan descarada y atrevida, y ahora debería pagar las consecuencias que sin duda no serían nada agradables. Joe parecía el tipo de hombre que no dejaba ninguna deuda sin cobrar.
Cuando llegaron, Joe las ayudó a bajar. _____ no perdió el tiempo y empezó a subir las escaleras de la entrada seguida por Sarah y Amelia. Ambas mujeres habían estado todo el viaje de vuelta comentando la fiesta e intercambiándose los cotilleos más recientes de Londres, que los invitados de la ciudad estaban deseosos de difundir.
Al entrar a la casa, _____ deseó las buenas noches y se dirigió a las escaleras.
—Señorita Greyson, si tiene un minuto me gustaría hablar con usted.
_____ sintió que su merecido estaba a punto de serle impuesto.
Amelia y Sarah miraron a Joe con gesto interrogante.
—¿No puede esperar hasta mañana? La señorita Greyson debe de estar agotada —le dijo Amelia con condescendencia.
—¿Señorita Greyson? —le dijo Joe en un tono que desprendía una sutil amenaza.
_____ se giró para mirarlo y vio la determinación en sus ojos. Estaba claro que si ella no cedía a su demanda, la cosa sería peor. Además si seguían así, Amelia y Sarah no tardarían en preguntar qué sucedía y lo único que le faltaba era que ese arrogante les contase el relato completo de sus andanzas.
—Sí, claro.
_____ se obligó a esbozar una sonrisa dulce y encantadora que hizo que Joe deseara entregarle un premio por su interpretación.
—Amelia, Sarah, les prometo no entretener mucho a la señorita Greyson. Les deseo buenas noches.
Ambas mujeres se quedaron atónitas cuando Joe les cerró la puerta delante de sus narices.
—¿Se puede saber qué sucede? —preguntó Amelia cuando pudo cerrar de nuevo la boca.
—Tía, no tengo la menor idea, pero es bastante extraño, ¿no te parece?
—Lo que me parece es que todo sería más fácil si cada uno fuera quien realmente es.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Sarah extrañada por ese acertijo que le había dicho Amelia.
—Que estoy demasiado mayor para el juego de los jóvenes.
Dicho eso se marchó a su habitación tras desearle las buenas noches a su sobrina, y dejarla aún más confusa.
_____ se mantuvo al otro extremo de la biblioteca mientras Joe cerraba la puerta y se apoyaba cómodamente sobre la repisa de la chimenea. Con los brazos cruzados sobre el pecho, _____ empezó a pensar en cuál sería la mejor manera de salir de allí sin que su orgullo resultara herido. Debería de haber sabido que eso no iba a ser nada fácil.
El silencio hacía cada vez más tensa la situación, lo que llevó a _____ hasta el extremo de su autocontrol. La estaba poniendo nerviosa y sabía que él estaba divirtiéndose con ello.
—¿Podría dejar de atormentarme y decirme cuál será mi castigo?
—_____ —dijo Joe mientras se pasaba una mano por la barbilla como si en vez de meditar sobre su venganza tuviera que decidir si declaraba la guerra a Francia.
—Somos personas adultas —empezó a decir _____ antes de fijarse en como la ceja izquierda de Joe se arqueaba significativamente—, y por lo tanto debemos afrontar esto como tales —continuó diciendo no sin tragar saliva al ver la otra ceja del Conde arquearse hacia arriba para acompañar a su gemela—. Oh, está bien, reconozco que el pisotón ha sido a propósito y le pido disculpas.
Joe apoyó su peso en el otro pie mientras seguía en silencio esperando a que ella continuara.
—Y..., reconozco que lo de la patada ha sido vergonzoso para una mujer de mi posición. Ha sido una chiquillada y también lo lamento.
Joe sabía que con el orgullo que corría por las venas de la señorita Greyson esas disculpas le habían costado años de vida.
Joe se enderezó y caminando hacia la puerta, la abrió para que _____ pasara.
_____ se disponía a salir después de atravesar lentamente la estancia cuando Joe la tomó del brazo. Ella vio que el regocijo brillaba en sus ojos.
—No ha sido tan difícil, ¿verdad, _____?
—Es usted...—. _____ se calló a tiempo, recordándose que después de todo no había salido mal parada.
—Eso está mejor —le dijo Joe con una sonrisa, para después cerrarle también a ella la puerta en las narices.
_____ decidió darse un baño. Era tarde y debía irse a la cama, pero con la furia que llevaba en esos momentos en su interior sería imposible conciliar el sueño. Pensó que el agua caliente haría maravillas en su estado. La calmaría y la ayudaría a relajarse. Quitarse el disfraz que continuamente debía llevar podía ser en esos momentos la mejor medicina. Se lavaría el pelo, pensó, saboreando el momento en que se viera libre de todas esas horquillas. Casi no recordaba el verdadero color de su cabello, ya que siempre que se lo secaba tenía que volver a aplicar ese horrible tinte. Ese día no lo haría. Dormiría como _____ Bright, con el pelo suelto y la cara limpia de maquillaje.
Llenó la bañera que daba a su habitación. Cuando llegó a aquella casa, la instalación de tuberías fue lo que más la sorprendió. No hacía falta llevar los cubos hasta la bañera para llenarla, sino que el agua salía directamente sobre ella.
Se desnudó quitándose las vendas que aprisionaban su pecho y que tan dolorido se lo dejaba.
Sin pensarlo dos veces, se metió en el agua soltando un gritito al sentir como los músculos se le iban relajando a la vez que el líquido los cubría.
Se regaló el placer de permanecer durante un buen rato rodeada por las sales aromáticas que había echado en el baño mientras su pelo, después de un primer lavado, se deslizaba suave por la espalda, sintiendo que la cabeza descansaba de la tirantez, y la presión de las horquillas que a todas horas permanecían clavadas en el cabello.
Cuando sintió que el reloj del pasillo daba la una, salió a regañadientes del agua, cubriendo su desnudez con una toalla. Se secó sin prisa, mientras el fuego que había encendido crepitaba en la chimenea y adormitaban sus sentidos. Se puso el camisón y se acercó al calor para desenredarse el pelo. Lo tenía demasiado largo como para poder manejarlo con facilidad. Ahora más que nunca debería cortárselo. Su tía la mataría, pero debido al disfraz, el trabajo con su cabello se había multiplicado por dos.
¡Qué alivio ser otra vez ella misma, aunque fuera a escondidas y solo por unas horas!
Una llamada en la puerta hizo que volviera a la realidad. No pensó en nada más cuando el tono en la voz de Anthony le reveló que algo no andaba bien.
—_____, por favor abre, _____.
—Sí, un momento —dijo _____ que había ido por una bata.
—Es Lizzy, está enferma.
_____ sintió una punzada de temor. Anthony no era de los que se asustaban por nada.
_____ abrió inmediatamente la puerta antes de que la razón se impusiera. Cuando lo vio en pijama, descalzo y con los ojos abiertos como platos se dio cuenta de que el niño no estaba viendo a la institutriz, sino a _____ Bright, y era evidente que se había quedado sin palabras. Ya era demasiado tarde como para maldecirse por cometer la estupidez de salir así antes de disfrazarse de nuevo, pero al percibir la urgencia en la voz de Anthony ni siquiera había pensado en su aspecto.
—Soy yo, Anthony, ¿qué ocurre?
El niño parpadeó dos veces antes de que una exclamación saliera de su boca de manera espontánea. Después de la impresión inicial pareció recordar por qué estaba allí.
—Lizzy está muy caliente y no para de devolver. Solo dice que quiere que usted o Sarah vayan, pero tía Sarah no contesta.
A _____ no le extrañó que Sarah no lo hubiese oído. Después de beber el ponche de la señora Fairbank era imposible no caer fulminada en la cama, y Sarah había bebido más de uno porque al regresar a casa estaba achispada.
—Por favor, señorita Greyson, no sabemos qué hacer.
_____ salió de su cuarto y junto a Anthony se dirigió a las habitaciones de los niños. Cuando entró vio que Margareth estaba lívida mientras sostenía la cabecita de Lizzy que no paraba de vomitar.
_____ se acercó a ella.
—Margareth, déjame ver cómo está tu hermana.
Los ojos de la niña reflejaron un inmenso alivio al verla allí.
—Lizzy, cariño, no te preocupes, verás cómo pronto te pones bien —le dijo _____ en un intento de tranquilizar no solo a la pequeña, sino a todos los que estaban allí con ella.
Tocó la frente de la niña y efectivamente estaba caliente, aunque no tanto como para que fuera alarmante.
Recostó a Lizzy sobre las almohadas cuando dejó de vomitar.
—¿Te duele aquí? —le dijo _____ tocándole la boca del estómago.
La mueca de dolor en la cara de la niña fue suficiente respuesta.
—¿Qué ha cenado? —le preguntó a Margareth mientras tapaba a Lizzy con una manta.
—Lo mismo que nosotros, pescado con zanahorias.
—¿Y no ha tomado nada más?
—No —dijo Margareth moviendo la cabeza para que su respuesta fuera más rotunda.
—Eso no es del todo correcto —dijo Anthony recordando algo—. Esta tarde cuando fui al piso de abajo, vi a Lizzy salir de la cocina. Cuando la llamé escondió las manos en la espalda y tenía la boca llena de chocolate. Al parecer se metió en la cocina cuando no había nadie y se dio un festín con las galletas.
—No me extraña que esta noche no tuviera hambre —dijo Margareth ahora algo más tranquila al conocer el origen del malestar de su hermana.
—Entonces lo que tiene es un empacho —dijo _____ mientras mandaba a Anthony a que humedeciera un paño.
Empezó a darle masajes a Lizzy en el estómago mientras le cantaba suavemente. Puso el paño húmedo en la cabeza de la niña a la vez que pensaba en bajar a hacer una infusión que ayudara a calmar el estómago de la pequeña.
Luden subía las escaleras de dos en dos ansioso por llegar cuanto antes a su habitación y dejarse caer en la cama. Después de la conversación con la señorita Greyson, se había puesto a repasar los contratos que Richard había traído de Nueva York, y a pesar de no estar cansado, el sueño que le había estado rehuyendo durante las últimas semanas pareció concederle una tregua.
Adormilado, empezó a cruzar el pasillo cuando una dulce voz le llegó desde el otro extremo. Se acercó atraído por el bello sonido como si una cuerda tirara de él.
Provenía del cuarto de los niños. Una luz parpadeante que provenía de la habitación que tenía la puerta entornada, creaba sombras en la pared del pasillo. Aceleró el paso para descubrir por qué los niños estaban despiertos a esa hora.
Cuando abrió del todo la puerta y entró, tuvo que contener la respiración al verse frente a la mujer más hermosa que había visto en su vida. Esta había saltado como un resorte al oírlo entrar y ahora lo miraba como si fuese una ladrona a la que hubiesen descubierto en mitad de un delito.
¡Dios, era magnífica! Su pelo como el fuego le llegaba hasta la cintura ondulándose sobre su exquisita figura que se empeñaba en ocultar cerrando la bata con pudor. Sus enormes ojos centelleaban en medio de la penumbra. Apostaría lo que fuera a que eran verdes, de esos en los que un hombre podía perderse para no querer volver jamás.
Debía de ser alguna criada nueva que no había visto, aunque era imposible que una criatura así pasara inadvertida.
—_____, ¿puedes cantarme un poco más?
_____ cerró los ojos a la espera de la explosión de Joe, que parecía mirarla como si hubiese visto a un fantasma.
Joe sintió que un escalofrío subía por su espina dorsal al escuchar las palabras de Lizzy. No podía ser cierto, era imposible.
—¿_____?
_____ se quedó callada como si así pudiese engañar al destino que parecía haberse ensañado con ella.
—¿No es increíble, tío? —le dijo Anthony poniéndose junto a ella.
Joe sintió que una furia cegadora le recorría el cuerpo.
—Sí, es increíble —dijo con un tono tan frío que _____ sintió que las manos se le helaban.
—Lizzy está enferma —le dijo Margareth a Joe. La niña parecía haberse dado cuenta de la tensión que había entre los dos adultos.
—¿Qué le ocurre? —preguntó mirando directamente a _____.
—Es un empacho —le contestó a media voz.
Los ojos de Joe buscaron la cama donde la pequeña estaba acostada y se acercó a ella.
—¿Cómo se siente mi bichito? —le preguntó con una voz tan dulce que conmovió a _____.
—Ahora estoy mejor —le dijo la niña mientras le tomaba una de las manos.
Joe se asombró una vez más de lo pequeñas que eran las manitas de su sobrina entre las suyas. Un impulso protector se adueñó de él mientras contemplaba su rostro ceniciento en medio de las almohadas.
—¿Que has estado comiendo?
La niña hizo un mohín encantador que provocó las sonrisas de sus hermanos.
—He comido galletas —dijo con un susurro como si hubiese confesado un pecado mortal.
—Bueno, ya verás como te pones bien enseguida.
—Desde que ha venido _____ me encuentro mejor.
Joe se puso tenso como el mármol al escuchar el nombre.
—Tus hermanos se quedarán contigo un momento mientras yo hablo con la señorita Greyson.
—Está bien, pero ¿después puede venir conmigo?
—Ya veremos —le dijo Joe con una sonrisa mientras le daba un beso en la frente.
—Margareth, llama a tu tía Sarah y que se quede con Lizzy.
—No creo que sea necesario, yo puedo hacerme cargo —le dijo _____ haciéndole frente.
—Señora mía, usted no va a hacerse cargo de nada hasta que hablemos —le dijo Joe atravesándola con la mirada.
_____ sintió que sus horas en aquella casa estaban contadas.
Joe la tomó del brazo cuando ella se resistió a seguirlo, y la obligó a salir de la habitación con él. _____ empezó a sentir temor de verdad cuando vio que no se dirigían al piso de abajo, sino que seguían por el pasillo hacia las habitaciones del Conde.
Joe abrió la puerta de su dormitorio e hizo entrar a _____ delante de él.
—No esperará que hablemos aquí, ¿verdad?
—Este es tan buen sitio como otro cualquiera —le dijo mientras se desataba el lazo de su camisa entreabriendo el cuello y arremangándose.
—Mi reputación quedará hecha pedazos si me encuentran aquí —le dijo _____ entre dientes.
—Si fuera usted una dama estaría de acuerdo, pero por ahora solo tengo clara una cosa y es que es una impostora, una mentirosa que no ha dudado en engañar a todos los que han confiado en usted. Así que no me hable de reputaciones porque aquí está en juego algo mucho más importante que su honor.
_____ pasó por su lado procurando salir de allí, pero Joe fue mucho más rápido. La tomó por los brazos y, cuando _____ quiso soltarse, él estaba preparado para frustrar su intento.
—Pequeña arpía, estese quieta —le dijo mientras la sostenía con más fuerza apretándola contra su cuerpo.
Joe estaba irritado por la manera en que reaccionaba ante aquella mujer. Desde que la había visto se hallaba en un estado de excitación difícil de controlar, pero ahora que la tenía entre sus brazos, rodeando su deliciosa figura, sintiendo sus pechos firmes y esbeltos contra él, la urgencia de su deseo era apremiante. Recurriendo a todo su autocontrol, miró los enormes ojos verdes que lo miraban con una furia evidente y le habló lo más calmado posible.
—Si no deja de retorcerse, perderá su reputación en todos los sentidos.
Joe supo el momento exacto en que _____ captó el significado de sus palabras. Un sonrojo propio de una debutante se extendió por sus mejillas e hizo que sus ojos brillasen con más intensidad.
_____ se quedó quieta. Lo miró a los ojos y vio algo diferente en ellos que la abrumó.
—Suélteme, por favor —le pidió.
Joe la soltó a regañadientes. _____ encajaba perfectamente entre sus brazos y eso lo tomó por sorpresa.
—Siéntese en ese sillón y empiece por el principio, y por su bien que sea toda la verdad —le dijo con un tono que no admitía discusión.
_____ sabia que debía ser convincente. No podía contarle la verdad, por lo menos la suya, pero sí podría ofrecerle la verdad de _____ Greyson y de otras tantas chicas que habían sido tratadas injustamente. Greyson había sido seducida y abandonada sin posibilidad de encontrar un empleo, en Venecia su tía Francesca había ayudado a más de una chica a las que hombres influyentes habían forzado y a las que después habían despedido por falta de moralidad. Era repugnante, pero cierto, así que su historia bien podía ser la de todas ellas.
—Me llamo _____ Greyson y soy institutriz.
_____ vio que Joe iba a objetar algo y antes de eso levantó la mano para que la dejara continuar. El Conde asintió con la cabeza.
—Lo único que no es verdad es mi aspecto, pero me vi obligada a ello.
—¿Por que?
—Porque tenía miedo.
—¿De que?
_____ empezó a improvisar intentando ser lo más verosímil posible. Pe asqueaba tener que seguir mintiendo, pero no podía decirle la verdad. Si les contaba el verdadero motivo de su presencia en Inglaterra, no sabia cómo podían reaccionar. Su padre era un hombre respetado y encantador para toda la sociedad, eran solo unos pocos los que sabían de su verdadera naturaleza. Quizá incluso Joe o Kevin lo conocieran o tuviesen negocios con él. Su padre podría convencerlos de que era una mujer alocada y difícil que intentaba dejarlo en evidencia. No podía arriesgarse por mucho que deseara contarle todo y dejar de llevar ese peso sobre sus espaldas.
—En la casa que trabajé antes de que me mandaran aquí, el hijo del hombre que me contrató intentó seducirme. No me dejaba en paz y me dijo que tarde o temprano conseguiría lo que quería.
Joe contrajo la mandíbula al escuchar esas palabras. No sabía si creerle, pero no era un secreto que muchas institutrices, doncellas y damas de compañía habían sufrido abusos por parte de sus empleadores. Desgraciadamente, esas historias se repetían continuamente sin que nadie pusiera freno a esas injusticias.
_____ pensaba que con eso bastaba para que Joe se hiciera una idea, pero al parecer estaba equivocada. Su silencio era señal de que esperaba más. No se contentaría con solo unos retazos.
—¿Llegó a hacerte daño?
—Lo intentó —dijo _____ sintiendo una punzada de remordimiento por tejer esa mentira.
La verdad es que no era del todo mentira. Había tenido que disfrazarse para escapar de un hombre. No uno que intentó seducirla, sino uno que trató de venderla para poder obtener a cambio dinero y poder. Un hombre que le había hecho daño y que había destruido vidas como si se tratara de una partida de ajedrez. Un hombre que había matado poco a poco a su madre enterrándola en vida y que pretendía hacer lo mismo con ella.
—¿Te fuiste de allí?
_____ intentó recordar lo que le había dicho Grey.
—No, me despidieron.
—¿Porque no quisiste aceptar sus demandas?
—Sí.
Joe sabía cómo era el carácter de _____, su genio y su naturaleza combativa. Era una mujer que no se dejaba amedrentar y podía imaginar cómo había hecho frente a aquel cabrón, sin embargo, a pesar de su indomable naturaleza ese hombre podía haberla dañado o algo peor.
—Su nombre —le dijo Joe con una contundencia que no dejaba alternativa alguna.
—No —le dijo _____—. Si le dijera cómo se llama, no volvería a trabajar nunca más.
—Tu situación en estos momentos es bastante delicada, así que solo voy a preguntarlo una vez más. ¿Cuál es su nombre?
_____ sabía que estaba jugando con fuego, pero no tenía alternativa.
—Si quiere echarme lo comprendo, si quiere denunciarme a la agencia también, pero no espere que le dé su nombre.
—¿Por qué?
—Porque cuando se es institutriz, se depende de una reputación y del silencio para ganarse el sustento. Se aprende a no escuchar ni ver lo que ocurre alrededor. Se aprende a olvidar por el propio bien y a guardar secretos —le dijo _____ mirándolo directamente a los ojos.
—Pues aquí no has hecho gala de ninguna de esas cosas —le dijo Joe mientras le sostenía la mirada de tal manera que parecía intentar leer su alma.
—Aquí era diferente.
—¿Por qué?
—Porque vosotros sois diferentes. —_____ tomó aire antes de soltarlo en un largo suspiro—. Cuando me despidieron, se me ocurrió la idea de disfrazarme. Algunas de las otras institutrices de la agencia habían pasado por lo mismo y no todas habían salido tan bien paradas. Sabía que tarde o temprano yo podía ser una de ellas. Una de las muchachas fue violada por el hijo de un marqués y, ¿sabe lo que le ocurrió? —le preguntó _____ con furia—. Pues que la echaron. La madre de aquel desgraciado dijo a la agencia que su institutriz había resultado ser una fulana y la agencia la echó también. ¿Sabe qué les ocurre a esas chicas? —le dijo _____ con lágrimas en los ojos—. Pues que se encuentran solas con un hijo en el vientre y sin nada de qué vivir. Imagino que un hombre de mundo como usted puede imaginarse el resto.
Sí, desgraciadamente Joe sabía perfectamente qué les sucedía a esas chicas. Había escuchado más de una vez a hombres de la alta sociedad mofarse de ello.
—Yo pensé que si parecía una mujer vieja y fea nadie se fijaría en mí y podría hacer mi trabajo sin tener que preocuparme por el señor de la casa.
Joe podía entender por qué _____ había decidido hacer lo que había hecho, pero todavía lo irritaba sentir que los había engañado a todos. Tomó una de las sillas y se sentó enfrente. Sus piernas quedaban por fuera de las de _____ al acercarse más a ella.
—Dijiste que aquí era diferente, ¿por qué?
—Porque...
Joe le tomó la barbilla para levantarle la cara y que así lo mirara a los ojos.
—Por primera vez —empezó a decir _____ casi en un susurro—, me olvidé de que solo era una empleada. Amelia, Sarah, los niños, todos me recibieron tan bien, con tanto cariño, que a veces me sentía como si fuera parte de esta familia. Ya sé que digo tonterías, pero me hacían sentir en casa. Estaba tan a gusto que a veces me dejaba llevar.
—Sí, de eso puedo dar fe —le dijo Joe con una sonrisa.
—Sí, y lo lamento. Con usted he sido una arpía, lo sé, pero es que me sacaba de quicio con una facilidad que...
Joe soltó una carcajada.
—¿De qué se ríe? Me estaba disculpando, ¿sabe?
—Sí, diciéndome lo fastidioso que soy.
—Bueno, es que lo es. Decididamente lo hace a propósito.
—¿Qué cosa?
—Irritarme.
—Bueno, tengo que confesar que disfruto bastante viendo como pierde los estribos.
—Es usted...
—Shh, _____, tranquilícese, solo estaba bromeando —le dijo mientras le colocaba un mechón de pelo por detrás del hombro.
El roce de sus dedos, a pesar de la bata y el camisón, le produjo un hormigueo inquietante en la piel.
—Mañana recogeré mis cosas —le dijo _____ decidida.
—Joe frunció el entrecejo mientras la sostenía por los brazos.
—No va a ir a ninguna parte, _____. —Pero Amelia, Sarah, su hermano...
—Lo entenderán.
_____ estaba demasiado cansada para seguir discutiendo. Joe interpretó su silencio como si estuviese pensando qué hacer.
—Aquí nadie va a hacerle daño.
_____ levantó la mirada rápidamente.
—Eso ya lo sé —le dijo tocándole inconscientemente el brazo con una mano.
Joe estaba seguro de que _____ no se había dado cuenta de ese gesto, pero él sí. Le había dicho que nadie le haría nada, que estaba segura allí, y eso era cierto, pero lo que no estaba tan claro era cómo iba a conseguir comportarse como un caballero cuando en lo único en lo que pensaba era en desnudarla y besar cada centímetro de su cuerpo.
—Entonces no hay más que hablar. Ahora debe descansar. Mañana lo conversaré con la familia.
_____ asintió con la cabeza mientras se ponía en pie.
—Antes voy a ir a ver como está Lizzy.
—Casi no te mantienes en pie. No te preocupes, yo iré a verla y Sarah estará con ella.
_____ iba a discutir, pero la ceja levantada de Joe le indicó que ni lo intentara.
—Oh, está bien.
Joe no pudo más que sonreír cuando tuvo que obligarla a seguir por el pasillo en vez de dejarla entrar en la habitación de los niños. De una cosa no cabía duda. Esa hermosa, terca, e incorregible institutriz era toda una mujer.
Hope you like it.
Cande Luque
Re: "Un disfraz para una dama" (Joseph & Tú) Terminada
Ahhhhhhhhhhhhh!!! que divino!! Al fin!!!
Gracias por subirla!!
Gracias por subirla!!
Augustinesg
Re: "Un disfraz para una dama" (Joseph & Tú) Terminada
Que bello CAP
Plis siguelaaaa!
QUIERO MAS CAPS!!!
Plis siguelaaaa!
QUIERO MAS CAPS!!!
Karli Jonas
Re: "Un disfraz para una dama" (Joseph & Tú) Terminada
Ahhhhhh!! continuala por favor!!!
No aguanto!! :s :s
Se esta poniendo mas interesante que la mier... Lo siento ahahaha xD
No aguanto!! :s :s
Se esta poniendo mas interesante que la mier... Lo siento ahahaha xD
Augustinesg
Re: "Un disfraz para una dama" (Joseph & Tú) Terminada
ya estoy de vuelta jajajajajjajaja okno
cada vez se pone mejor
me encanta la novela
seguila!!!
cada vez se pone mejor
me encanta la novela
seguila!!!
Let's Go
Re: "Un disfraz para una dama" (Joseph & Tú) Terminada
SIGUELA!!!!!!!!!!!!
QUEREMOS CAPS PLIS!!
QUEREMOS CAPS PLIS!!
Karli Jonas
Re: "Un disfraz para una dama" (Joseph & Tú) Terminada
Perdón chicas, ahora pongo. Es que me habían sacado la compu. Gracias por comentar ;)
Cande Luque
Re: "Un disfraz para una dama" (Joseph & Tú) Terminada
Capítulo 13
____ CERRÓ LOS OJOS MIENTRAS LA BRISA LE ACARICIABA LA CARA y el sol le calentaba tímidamente el rostro. Todo lo que había ocurrido el día anterior y esa misma mañana la había dejado exhausta. Solo en ese instante empezaba a sentir que la tensión que la había acompañado durante las últimas horas aflojaba su abrazo para darle la calma que tanto había intentado conquistar.
La familia se había tomado bastante bien el hecho de que ella se hubiera disfrazado. Joe los había reunido a todos y les había expuesto la situación. Gracias a Dios, había sido muy cuidadoso al explicar las razones de su mentira.
Había estado presente en la conversación. Le había dicho a Joe que prefería dar la cara ante todos, porque era lo correcto. Todavía podía recordar cómo se le habían abierto los ojos al Marqués cuando la vio entrar, así como la exclamación de Sarah, que tuvo que sentarse al enterarse de que ella era la misma ____ Greyson con la que había convivido durante las últimas semanas.
La que más la sorprendió fue Amelia. La miró como si hubiese visto a una antigua amiga, con igual intensidad que si creyese estar viendo a un fantasma. Después, como si nada hubiese ocurrido, le guiñó un ojo y se sentó junto a los demás.
Al terminar de hablar Joe, las expresiones de los presentes no tenían desperdicio. Sarah la miraba con lágrimas en los ojos, el Marqués, con comprensión, y Amelia como si intentara recomponer un rompecabezas al que le faltaran las principales piezas. Se quedaron en silencio unos instantes para después hablar todos a la vez, echándose a reír al unísono por el bullicio que estaban formando. La verdad es que la habían sorprendido. Nadie le reprochó lo que había hecho y, al contrario de lo que podía haber imaginado, la arroparon con su aceptación y su entendimiento como si nada hubiese cambiado.
Sarah se había quedado con ella después de que cada uno volviera a sus obligaciones. La había abrazado y le había dicho que solo lamentaba que no hubiese tenido la confianza suficiente como para contarles la verdad.
A los niños, con los que había hablado en el desayuno, no volvió a verlos hasta esa tarde en que fueron al lago a dar un paseo. Ellos se comportaron igual que siempre, sin hacer ninguna referencia al evidente cambio. La noche anterior habían sido los primeros en verla tal cual era, en descubrir su disfraz y, salvo la sorpresa de Anthony, no habían dado muestras de sentirse enojados o molestos por su engaño.
Ahora tranquila, sentada sobre la espesa hierba, los veía correr intentando atrapar a Anthony, que le había quitado el sombrero a Margareth y amenazaba con tirarlo al agua para ver cuánto tiempo tardaba en hundirse.
El fresco de la tarde empezó a ser cada vez menos sutil, y el sol, que tan solo unos momentos antes coloreaba el cielo, empezaba a retirarse con paso lento, pero firme por el horizonte.
—Vamos, niños, hemos de volver —dijo ____ riéndose al ver a Lizzy colgada de los pantalones de su hermano en un intento por sujetarlo para que Margareth pudiese alcanzarlo.
—Anthony, devuélvele el sombrero a tu hermana y regresemos. Parece que se avecina una tormenta —les dijo ____ mientras observaba los nubarrones oscuros que con rapidez cubrían el cielo.
Todavía estaba mirando a las nubes cuando oyó el grito de Anthony. Al parecer, en su incesante lucha por desembarazarse de sus hermanas, había resbalado y caído al lago.
—Maldición —exclamó ____ antes de echar a correr para sacar al niño del agua.
Sin pensarlo ni un segundo, y ante la horrorizada mirada de las niñas, ____ saltó al agua al lado de donde Anthony chapoteaba con sus brazos en una serie de aspavientos, en el intento de mantenerse a flote. Tomó al niño por debajo de los brazos y empezó a nadar para cubrir la escasa distancia que los separaba de la orilla. Menos mal que estaban cerca, porque si hubiesen sido varios metros, en vez de uno solo, la ropa de ____ que empezaba a pesar como yunque los hubiese hundido a los dos. Una vez fuera, ____ abrazó a Anthony, que no dejaba de escupir agua. Todavía llevaba fuertemente agarrado en su mano derecha el sombrero de Margareth, que ahora parecía el desecho de algún experimento científico.
—Estoy bien, señorita Greyson —le dijo Anthony en un susurro—, lo siento.
—No te preocupes, Anthony.
—Usted nos dijo que no nos acercáramos tanto a la orilla y no le hice caso.
—Lo importante es que estás bien —le dijo ____ sin poder dejar de abrazarlo. No le había dado tiempo a reflexionar sobre lo que podía haber ocurrido, pero ahora que revisaba los últimos instantes sentía que un miedo atroz contraía cada uno de sus músculos. Sintió tiritar al niño entre sus brazos. Ella misma sentía cómo la frialdad de sus ropas mojadas iba introduciéndose en su interior hasta llegarle a los huesos.
—Vamos, tenemos que calentarte antes de que te enfermes.
Margareth, que hasta entonces había estado callada, los ayudó a levantarse, mientras que Lizzy se abrazaba gimoteando a su hermano como si no quisiera despegarse de él jamás.
Unos tímidos relámpagos cruzaron el cielo. Sería un milagro si llegaban a casa antes de que empezara a llover. Se apresuraron corriendo algunos tramos. ____ alzó a Lizzy en brazos, mientras Anthony con el chal de ____ sobre su espalda intentaba detener los temblores que lo sacudían. Margareth miraba preocupada a su hermano y a ____, que disimulaba el frío que sentía así como el castañeo de sus dientes. Al entrar en el vestíbulo, O'Connell los recibió con cara de asombro. Reaccionando con presteza ante el cuadro que tenía delante, empezó a repartir órdenes a diestro y siniestro.
Amelia, que bajaba las escaleras junto a Sarah, soltó una exclamación al verlos.
—Virgen santísima, ¿pero qué es lo que os ha ocurrido?
—Anthony se cayó al lago —le dijo ____ mientras soltaba a Lizzy en el suelo.
—¿Qué se ha caído dónde? —preguntó Sarah alterada.
—¿Pero cómo ha podido suceder?
—Es culpa mía —dijo ____ sintiendo que les había fallado a las dos mujeres.
—Eso no es cierto, tía —dijo Anthony entrecortadamente—. La señorita Greyson nos dijo que no nos acercáramos a la orilla y no le hicimos caso. Ha sido un accidente. Es más, ella se lanzó al lago para sacarme del agua. Si no hubiese sido por ella...
____ vio la cara de angustia que las últimas palabras de Anthony habían provocado en Amelia y Sarah.
—Anthony está empapado, y es necesario que tome un baño caliente inmediatamente si no queremos que se enferme —le dijo ____ a Amelia.
—Sí claro, claro. ¡O'Connell!
—Milady —dijo el mayordomo que se encontraba a escasos pasos de ellas hablando con una de las criadas.
—Haz que preparen un baño caliente para...
—Ya está preparado milady, así como he hecho encender el hogar de su habitación y he mandado preparar chocolate bien caliente para todos.
—Perfecto, O'Connell.
Sarah se llevó a las niñas mientras que Amelia y ____ acompañaron a Anthony a su habitación.
—Lo siento mucho, Amelia. No hay excusa. No debí apartar los ojos de ellos ni por un instante.
—No debes mortificarte de esa manera, ____. Ha sido un accidente y gracias a Dios no hay nada que tengamos que lamentar. A cualquiera podría haberle ocurrido. Yo sé lo que sientes por los niños y sé cuánto te preocupas por ellos. Sé con certeza que no ha habido negligencia alguna por tu parte en su cuidado. Además, si tú no hubieses estado allí no se qué hubiese sucedido. Has salvado a Anthony y eso es lo que cuenta.
—Gracias, Amelia.
—De nada —le dijo apretando su mano con cariño.
—Dios mío, estás helada, y empapada —le dijo de repente mirándola con reprobación. Será mejor jovencita que tú también te des un buen baño caliente antes de que te congeles del frío.
—Pero Anthony...
—El niño está bien, no te preocupes. Ve y quítate esa ropa mojada. Es una orden.
____ sonrió antes de dejar la habitación, iba a echarlos mucho de menos cuando tuviera que dejarlos.
—¿Que mi hijo qué?
—No levantes la voz, Kevin —le dijo Amelia frunciendo el ceño.
—¡Me dices que Anthony ha estado a punto de ahogarse esta tarde y pretendes que me quede tan tranquilo!
Estaban todos, salvo ____ y los niños en la salita contigua al comedor esperando a que O'Connell les avisara que la cena estaba lista.
—Tu hijo está bien.
—Pero podría no estarlo. ¿Que estaba haciendo ____ mientras Anthony se caía al lago?
—No le eches la culpa a ella —le dijo Amelia en tono cortante—. Les había dicho que no se acercaran a la orilla, pero tú mejor que nadie sabes lo rebelde que es tu hijo. Ha sido un accidente, y si no llega a ser porque ____ se tiró al lago y lo sacó de allí, no sabemos qué hubiese ocurrido.
Joe, que había estado callado mientras Amelia contaba lo sucedido, se acercó a su hermano, que permanecía sentado en uno de los sillones de la habitación.
—Amelia tiene razón. Mi sobrino no es de los que hacen caso de las advertencias. Nos podría haber sucedido a cualquiera de nosotros. Acuérdate de aquella vez que le prohibiste saltar con el potro y fue lo primero que hizo cuando le diste la espalda.
Kevin sabía que Joe tenía razón, pero el miedo que había sentido al saber lo ocurrido esa tarde lo había hecho estallar.
—¿Cómo está ____? —le preguntó Kev a Amelia.
—Está bien. Llegó empapada y muerta de frío, pero lo único que le preocupaba era saber que Anthony recibía los cuidados necesarios. Hace un rato pasé a verla. Me dijo que estaba bien, pero muy cansada, que iba a acostarse temprano.
—De acuerdo, mañana hablaré con ella.
—Kev —le dijo Joe a modo de advertencia.
—No os preocupéis —dijo el Marqués levantando una mano a modo de tregua—, no voy a reprocharle nada, solo voy a darle las gracias por haber salvado a mi hijo.
____ sentía que le dolían todos los huesos y que la cabeza le palpitaba. Ella nunca se enfermaba, pero allí estaba, acurrucada en la cama bajo vanas mantas tintando de frío y maldiciendo a la habitación que no paraba de dar vueltas. Era de lo más frustrante. Le había mentido a Sarah cuando había ido a verla porque no quería que se preocupara, y además pensaba que, si descansaba esa noche, por la mañana estaría como nueva. Ya no estaba tan segura de ello.
Joe se asomó a la habitación de Anthony para ver que su sobrino dormía plácidamente. Después de la cena se había quedado con su hermano hablando de la propiedad. Cuando. Kevin se retiró a dormir, él permaneció unos momentos más en la biblioteca leyendo con detenimiento la carta que había recibido de Richard. Su amigo le comunicaba que no había habido grandes progresos en la investigación, pero que creía que en breve podría arrojar luz sobre el misterioso asunto. Eso solo podía significar que Richard tenía alguna sospecha sobre lo sucedido, pero que prefería asegurarse antes de compartirlo con él, porque hasta ese momento, las pistas habían conducido a callejones sin salida.
Cerró la puerta de la habitación de su sobrino suavemente para no perturbar su sueño. Había sentido la necesidad de comprobar que Anthony se encontraba bien. En los últimos dos años, y sobre todo en las últimas semanas, los niños se habían convertido en una parte muy importante de su vida.
Camino a su dormitorio, oyó unos suaves quejidos. Aguzó el oído para descubrir de dónde procedían, y se acercó al cuarto de ____ cuando comprendió que el sonido venía de su interior. Entró en la habitación y fue hasta la cama. La luz de la luna llena que entraba por la ventana le permitió vislumbrar la figura de ____ acurrucada en mitad de la cama, temblando sin cesar.
—Maldición —masculló entre dientes cuando al tocarla comprobó que estaba ardiendo.
Encendió la vela que había encima de la mesilla. El rostro de ____ estaba enrojecido por la fiebre mientras aferraba las mantas con la mano en un intento por controlar el frío que la invadía.
Joe acercó la palangana de porcelana, en la que vertió agua fresca. Humedeció un paño y se lo puso a ____ en la frente mientras ella se quejaba. Sintió una oleada de ternura tal al verla así que lo dejó sin palabras. Tuvo la necesidad de protegerla, de cuidar de ella. Ese era un sentimiento nuevo para él, desconocido y sorprendente. Durante buena parte de la noche, permaneció sentado a su lado, aplicándole paños fríos para bajarle la liebre.
Cuando dejó de quejarse, Joe se acostó junto a ella atrayéndola hacia sí y estrechándola en sus brazos. Poco a poco, los temblores que sacudían a ____ fueron desapareciendo hasta que quedó sumida en un sueño profundo. Su respiración lenta y regular así se lo indicó.
Joe le apartó un mechón de pelo que tenía pegado a la mejilla. Dejó los dedos sobre la piel de ____, asombrado por su suavidad y tibieza. Sin poder evitarlo, sus ojos se posaron en sus labios e inmediatamente se sintió tentado por ellos. Estaban parcialmente abiertos, invitando a saborearlos hasta volver loco a un hombre. Tampoco le ayudaba a mantener la cordura el tener plena conciencia de su cuerpo.
Pegado a ella podía sentir todas sus curvas. Esa iba a ser una de las noches más largas de su vida. Si había un infierno, estaba claro que sería algo como aquello.
Ahora que la tenía entre los brazos, recordó el día en que la vio por primera vez. Los había engañado a todos con su disfraz, incluso a él, que había conocido la cara más amarga de la vida y del ser humano y que presumía de no sentirse sorprendido por nada. Sin embargo, había algo en lo que ____ no había podido mentirles: no había podido esconder a la verdadera mujer que llevaba dentro. A pesar de todo su autocontrol, pensó Joe sonriente, había saltado como una fiera ante sus envites, había olvidado su papel de institutriz por momentos y lo había enfrentado como ninguna mujer lo había hecho. Le había tornado cariño a toda la familia y lo había demostrado con creces contradiciendo la imagen de fría e insulsa institutriz que tanto se había esforzado en representar. Había que reconocer que tenía ingenio, y un carácter de mil demonios, pero también podía ser la más dulce de las ninfas y rendir su corazón al más necesitado. Esa era la combinación que lo enloquecía y le hacía difícil alejarla de su mente. Era un misterio y él estaba decidido a resolverlo. ____ dijo algo en sueños que lo arrancó de sus pensamientos.
—Tranquila, cariño —le dijo mientras acercaba los labios a su frente.
La fiebre había bajado. Esa era una buena señal. Amelia le dijo que ____ se había tirado al lago para salvar a Anthony. Seguramente había permanecido con las ropas empapadas hasta asegurarse de que el niño recibía todas las atenciones. Solo había que conocer su vena testaruda para comprenderlo. Tenía suerte si solo se trataba de un enfriamiento.
____ soltó un suspiro mientras encontraba en el hombro de Joe la mejor almohada. Cruzó una pierna sobre los muslos de él e hizo que el Conde soltara una maldición.
Ya no cabía duda de que ____ Greyson lo volvería loco.
____ pensó que si hubiese sido atropellada por un carruaje no estaría peor de lo que estaba. Sentía su cuerpo dolorido y débil. Al intentar abrir los ojos, un dolor sordo le atravesó la cabeza a la vez que sintió que algo pesado sobre su cintura le impedía moverse.
En ese preciso instante tomó conciencia de que aquello que rodeaba su cintura era un brazo y lo que sentía pegado a ella era un cuerpo tibio, fuerte y agradable. Se obligó a abrir los ojos, que enfocaron con rapidez el rostro de la persona que la estaba abrazando. Si cuando comprendió que no estaba sola en la cama estuvo a punto de armar un escándalo, al ver que era Joe quien la abrazaba estuvo a punto de tener el primer desmayo de su vida. ¿Cómo había llegado allí? ¿Qué había ocurrido? ____ intentó concentrarse en la noche anterior. Se acordaba de haberse sentido enferma y de haberse metido en la cama. También se acordaba del frío que tenía y del dolor palpitante en las sienes, ¿pero cómo demonios había acabado Joe en su cama? Cerró los ojos esforzándose en hacer memoria. Sabía que había tenido fiebre y que había sentido a alguien en su habitación. Alguien que le había puesto algo húmedo en la cabeza y que le había susurrado palabras tranquilizadoras. Alguien que la había abrazado y había mantenido a raya los temblores que la habían amenazado con hacerla pedazos. Habría jurado que tan solo era un sueño, pero ahora sabía con certeza que había sido real. Que Joe en algún momento de la noche había entrado en su habitación y había cuidado de ella.
Al parecer, se había quedado dormido abrazándola. En ese momento era más que consciente de su cuerpo. Ella tenía una mano encima de su pecho que bajaba y subía lentamente con cada respiración. Las yemas de los dedos podían captar la dureza de sus músculos y la tibieza de su cuerpo. Tenía una pierna encima de los muslos de él, por encima de su cadera. Se sonrojó al advertir que era una postura demasiado íntima como para no sentirse turbada por ello. Estaba claro que la fiebre debía haber hecho que bajara la guardia, aunque ahora se sentía mucho mejor y no se decidía a acabar con ese abrazo. Era demasiado tentador. Desde que era una niña había aprendido a estar alerta y a mantener las distancias con los extraños hasta que le demostraban que se podía confiar en ellos. A pesar de conocer a mucha gente, solo unos pocos contaban con su amistad y con su afecto, y eso había llevado tiempo. Sin embargo, con Joe habían bastado solo unas pocas semanas para que sus defensas cayeran como si de un castillo de naipes se tratara.
Lo miró a la cara y sintió que su corazón se estremecía. Así dormido parecía un muchacho. Tenía el rostro relajado, sin esa tensión que con frecuencia trataba de disimular tras su irónica sonrisa. Un mechón dorado se había deslizado hasta su frente y le daba un aspecto rebelde imposible de no adorar. Sus largas pestañas le restaban dureza a las facciones y lo hacían parecer casi angelical. Qué distinto del hombre que era cuando despertaba, un hombre en el que se veía con claridad que había vivido demasiado y sufrido en silencio. Un hombre que destilaba ironía y que enmascaraba con el humor las afrentas de la vida. Un hombre al que parecía no importarle nada, pero que por su hermano y sus sobrinos hubiese dado la vida.
Llevada por un impulso, le rozó la mejilla con los dedos en un intento de romper el hechizo que cada vez se cernía con más intensidad sobre ella. Ese hombre estaba haciendo estragos en su autocontrol, en sus ordenadas emociones. Era verdad que había corrido riesgos y que era como su tía Francesca le decía una y otra vez: una rebelde entrometida, pero jamás había sido impulsiva ni valiente con el corazón. Sabía cuál era el precio de esa locura y había aprendido la lección. Veinte años de recordatorio continuo eran más que suficientes como para no querer arriesgarse. Sabía que no todas las relaciones eran así. Su tía Francesca había conocido el amor y había sido feliz, sin embargo, ____ era reacia a dejarse llevar por esas emociones. Cuando había sentido que algún hombre podía captar su interés se había distanciado sin pensarlo. Pero, por primera vez, eso le estaba resultando imposible. Era como si Joe fuera un imán y ella no pudiese resistirse a su atracción.
La mejilla estaba algo áspera por el vello de una incipiente barba. Deslizó los dedos siguiendo el curso de su garganta, donde la nuez sobresalía ligeramente. Se sentía como si estuviese haciendo algo prohibido y peligroso, y a la vez encontraba natural el contacto de sus dedos contra la piel de él.
Lo vio mover los ojos como si estuviese a punto de abrirlos. Sintiéndose como una imbécil por acariciarlo, se hizo la dormida.
A los pocos segundos, lo sintió despertar. Pasó un rato sin que se moviera, lo que la puso nerviosa. Podía sentir la mirada fija en ella observándola como antes había hecho ella con él. Lo escuchó aspirar con fuerza y notó cómo su mano presionaba más en su cintura para atraerla hacia su cuerpo. Después, con una ternura que desconocía en él, le rozó la frente con los labios. Su madre cuando era niña hacía lo mismo para saber si tenía fiebre. Esa era una de las pocas cosas que no había olvidado de ella. Sin embargo, la respuesta de su cuerpo al sentir los labios de Joe no tenía nada de inocente. El estómago le había dado un vuelco mientras el calor se extendía hacia su vientre.
Amelia le había insinuado que Joe era un hombre duro que ataba con mano firme sus emociones y que se creía desprovisto de nobles sentimientos. Allí tenía la evidencia de que esa afirmación era absolutamente errónea.
Después de unos minutos, Joe se levantó con sumo cuidado y la abrigó con la mayor de las delicadezas.
Estaba en un buen lío. Si antes temía poder estar enamorándose de Joseph Adam Jonas Miller, ahora no le cabía duda de que eso era lo que le terminaría ocurriendo.
Hope you like it.
____ CERRÓ LOS OJOS MIENTRAS LA BRISA LE ACARICIABA LA CARA y el sol le calentaba tímidamente el rostro. Todo lo que había ocurrido el día anterior y esa misma mañana la había dejado exhausta. Solo en ese instante empezaba a sentir que la tensión que la había acompañado durante las últimas horas aflojaba su abrazo para darle la calma que tanto había intentado conquistar.
La familia se había tomado bastante bien el hecho de que ella se hubiera disfrazado. Joe los había reunido a todos y les había expuesto la situación. Gracias a Dios, había sido muy cuidadoso al explicar las razones de su mentira.
Había estado presente en la conversación. Le había dicho a Joe que prefería dar la cara ante todos, porque era lo correcto. Todavía podía recordar cómo se le habían abierto los ojos al Marqués cuando la vio entrar, así como la exclamación de Sarah, que tuvo que sentarse al enterarse de que ella era la misma ____ Greyson con la que había convivido durante las últimas semanas.
La que más la sorprendió fue Amelia. La miró como si hubiese visto a una antigua amiga, con igual intensidad que si creyese estar viendo a un fantasma. Después, como si nada hubiese ocurrido, le guiñó un ojo y se sentó junto a los demás.
Al terminar de hablar Joe, las expresiones de los presentes no tenían desperdicio. Sarah la miraba con lágrimas en los ojos, el Marqués, con comprensión, y Amelia como si intentara recomponer un rompecabezas al que le faltaran las principales piezas. Se quedaron en silencio unos instantes para después hablar todos a la vez, echándose a reír al unísono por el bullicio que estaban formando. La verdad es que la habían sorprendido. Nadie le reprochó lo que había hecho y, al contrario de lo que podía haber imaginado, la arroparon con su aceptación y su entendimiento como si nada hubiese cambiado.
Sarah se había quedado con ella después de que cada uno volviera a sus obligaciones. La había abrazado y le había dicho que solo lamentaba que no hubiese tenido la confianza suficiente como para contarles la verdad.
A los niños, con los que había hablado en el desayuno, no volvió a verlos hasta esa tarde en que fueron al lago a dar un paseo. Ellos se comportaron igual que siempre, sin hacer ninguna referencia al evidente cambio. La noche anterior habían sido los primeros en verla tal cual era, en descubrir su disfraz y, salvo la sorpresa de Anthony, no habían dado muestras de sentirse enojados o molestos por su engaño.
Ahora tranquila, sentada sobre la espesa hierba, los veía correr intentando atrapar a Anthony, que le había quitado el sombrero a Margareth y amenazaba con tirarlo al agua para ver cuánto tiempo tardaba en hundirse.
El fresco de la tarde empezó a ser cada vez menos sutil, y el sol, que tan solo unos momentos antes coloreaba el cielo, empezaba a retirarse con paso lento, pero firme por el horizonte.
—Vamos, niños, hemos de volver —dijo ____ riéndose al ver a Lizzy colgada de los pantalones de su hermano en un intento por sujetarlo para que Margareth pudiese alcanzarlo.
—Anthony, devuélvele el sombrero a tu hermana y regresemos. Parece que se avecina una tormenta —les dijo ____ mientras observaba los nubarrones oscuros que con rapidez cubrían el cielo.
Todavía estaba mirando a las nubes cuando oyó el grito de Anthony. Al parecer, en su incesante lucha por desembarazarse de sus hermanas, había resbalado y caído al lago.
—Maldición —exclamó ____ antes de echar a correr para sacar al niño del agua.
Sin pensarlo ni un segundo, y ante la horrorizada mirada de las niñas, ____ saltó al agua al lado de donde Anthony chapoteaba con sus brazos en una serie de aspavientos, en el intento de mantenerse a flote. Tomó al niño por debajo de los brazos y empezó a nadar para cubrir la escasa distancia que los separaba de la orilla. Menos mal que estaban cerca, porque si hubiesen sido varios metros, en vez de uno solo, la ropa de ____ que empezaba a pesar como yunque los hubiese hundido a los dos. Una vez fuera, ____ abrazó a Anthony, que no dejaba de escupir agua. Todavía llevaba fuertemente agarrado en su mano derecha el sombrero de Margareth, que ahora parecía el desecho de algún experimento científico.
—Estoy bien, señorita Greyson —le dijo Anthony en un susurro—, lo siento.
—No te preocupes, Anthony.
—Usted nos dijo que no nos acercáramos tanto a la orilla y no le hice caso.
—Lo importante es que estás bien —le dijo ____ sin poder dejar de abrazarlo. No le había dado tiempo a reflexionar sobre lo que podía haber ocurrido, pero ahora que revisaba los últimos instantes sentía que un miedo atroz contraía cada uno de sus músculos. Sintió tiritar al niño entre sus brazos. Ella misma sentía cómo la frialdad de sus ropas mojadas iba introduciéndose en su interior hasta llegarle a los huesos.
—Vamos, tenemos que calentarte antes de que te enfermes.
Margareth, que hasta entonces había estado callada, los ayudó a levantarse, mientras que Lizzy se abrazaba gimoteando a su hermano como si no quisiera despegarse de él jamás.
Unos tímidos relámpagos cruzaron el cielo. Sería un milagro si llegaban a casa antes de que empezara a llover. Se apresuraron corriendo algunos tramos. ____ alzó a Lizzy en brazos, mientras Anthony con el chal de ____ sobre su espalda intentaba detener los temblores que lo sacudían. Margareth miraba preocupada a su hermano y a ____, que disimulaba el frío que sentía así como el castañeo de sus dientes. Al entrar en el vestíbulo, O'Connell los recibió con cara de asombro. Reaccionando con presteza ante el cuadro que tenía delante, empezó a repartir órdenes a diestro y siniestro.
Amelia, que bajaba las escaleras junto a Sarah, soltó una exclamación al verlos.
—Virgen santísima, ¿pero qué es lo que os ha ocurrido?
—Anthony se cayó al lago —le dijo ____ mientras soltaba a Lizzy en el suelo.
—¿Qué se ha caído dónde? —preguntó Sarah alterada.
—¿Pero cómo ha podido suceder?
—Es culpa mía —dijo ____ sintiendo que les había fallado a las dos mujeres.
—Eso no es cierto, tía —dijo Anthony entrecortadamente—. La señorita Greyson nos dijo que no nos acercáramos a la orilla y no le hicimos caso. Ha sido un accidente. Es más, ella se lanzó al lago para sacarme del agua. Si no hubiese sido por ella...
____ vio la cara de angustia que las últimas palabras de Anthony habían provocado en Amelia y Sarah.
—Anthony está empapado, y es necesario que tome un baño caliente inmediatamente si no queremos que se enferme —le dijo ____ a Amelia.
—Sí claro, claro. ¡O'Connell!
—Milady —dijo el mayordomo que se encontraba a escasos pasos de ellas hablando con una de las criadas.
—Haz que preparen un baño caliente para...
—Ya está preparado milady, así como he hecho encender el hogar de su habitación y he mandado preparar chocolate bien caliente para todos.
—Perfecto, O'Connell.
Sarah se llevó a las niñas mientras que Amelia y ____ acompañaron a Anthony a su habitación.
—Lo siento mucho, Amelia. No hay excusa. No debí apartar los ojos de ellos ni por un instante.
—No debes mortificarte de esa manera, ____. Ha sido un accidente y gracias a Dios no hay nada que tengamos que lamentar. A cualquiera podría haberle ocurrido. Yo sé lo que sientes por los niños y sé cuánto te preocupas por ellos. Sé con certeza que no ha habido negligencia alguna por tu parte en su cuidado. Además, si tú no hubieses estado allí no se qué hubiese sucedido. Has salvado a Anthony y eso es lo que cuenta.
—Gracias, Amelia.
—De nada —le dijo apretando su mano con cariño.
—Dios mío, estás helada, y empapada —le dijo de repente mirándola con reprobación. Será mejor jovencita que tú también te des un buen baño caliente antes de que te congeles del frío.
—Pero Anthony...
—El niño está bien, no te preocupes. Ve y quítate esa ropa mojada. Es una orden.
____ sonrió antes de dejar la habitación, iba a echarlos mucho de menos cuando tuviera que dejarlos.
—¿Que mi hijo qué?
—No levantes la voz, Kevin —le dijo Amelia frunciendo el ceño.
—¡Me dices que Anthony ha estado a punto de ahogarse esta tarde y pretendes que me quede tan tranquilo!
Estaban todos, salvo ____ y los niños en la salita contigua al comedor esperando a que O'Connell les avisara que la cena estaba lista.
—Tu hijo está bien.
—Pero podría no estarlo. ¿Que estaba haciendo ____ mientras Anthony se caía al lago?
—No le eches la culpa a ella —le dijo Amelia en tono cortante—. Les había dicho que no se acercaran a la orilla, pero tú mejor que nadie sabes lo rebelde que es tu hijo. Ha sido un accidente, y si no llega a ser porque ____ se tiró al lago y lo sacó de allí, no sabemos qué hubiese ocurrido.
Joe, que había estado callado mientras Amelia contaba lo sucedido, se acercó a su hermano, que permanecía sentado en uno de los sillones de la habitación.
—Amelia tiene razón. Mi sobrino no es de los que hacen caso de las advertencias. Nos podría haber sucedido a cualquiera de nosotros. Acuérdate de aquella vez que le prohibiste saltar con el potro y fue lo primero que hizo cuando le diste la espalda.
Kevin sabía que Joe tenía razón, pero el miedo que había sentido al saber lo ocurrido esa tarde lo había hecho estallar.
—¿Cómo está ____? —le preguntó Kev a Amelia.
—Está bien. Llegó empapada y muerta de frío, pero lo único que le preocupaba era saber que Anthony recibía los cuidados necesarios. Hace un rato pasé a verla. Me dijo que estaba bien, pero muy cansada, que iba a acostarse temprano.
—De acuerdo, mañana hablaré con ella.
—Kev —le dijo Joe a modo de advertencia.
—No os preocupéis —dijo el Marqués levantando una mano a modo de tregua—, no voy a reprocharle nada, solo voy a darle las gracias por haber salvado a mi hijo.
____ sentía que le dolían todos los huesos y que la cabeza le palpitaba. Ella nunca se enfermaba, pero allí estaba, acurrucada en la cama bajo vanas mantas tintando de frío y maldiciendo a la habitación que no paraba de dar vueltas. Era de lo más frustrante. Le había mentido a Sarah cuando había ido a verla porque no quería que se preocupara, y además pensaba que, si descansaba esa noche, por la mañana estaría como nueva. Ya no estaba tan segura de ello.
Joe se asomó a la habitación de Anthony para ver que su sobrino dormía plácidamente. Después de la cena se había quedado con su hermano hablando de la propiedad. Cuando. Kevin se retiró a dormir, él permaneció unos momentos más en la biblioteca leyendo con detenimiento la carta que había recibido de Richard. Su amigo le comunicaba que no había habido grandes progresos en la investigación, pero que creía que en breve podría arrojar luz sobre el misterioso asunto. Eso solo podía significar que Richard tenía alguna sospecha sobre lo sucedido, pero que prefería asegurarse antes de compartirlo con él, porque hasta ese momento, las pistas habían conducido a callejones sin salida.
Cerró la puerta de la habitación de su sobrino suavemente para no perturbar su sueño. Había sentido la necesidad de comprobar que Anthony se encontraba bien. En los últimos dos años, y sobre todo en las últimas semanas, los niños se habían convertido en una parte muy importante de su vida.
Camino a su dormitorio, oyó unos suaves quejidos. Aguzó el oído para descubrir de dónde procedían, y se acercó al cuarto de ____ cuando comprendió que el sonido venía de su interior. Entró en la habitación y fue hasta la cama. La luz de la luna llena que entraba por la ventana le permitió vislumbrar la figura de ____ acurrucada en mitad de la cama, temblando sin cesar.
—Maldición —masculló entre dientes cuando al tocarla comprobó que estaba ardiendo.
Encendió la vela que había encima de la mesilla. El rostro de ____ estaba enrojecido por la fiebre mientras aferraba las mantas con la mano en un intento por controlar el frío que la invadía.
Joe acercó la palangana de porcelana, en la que vertió agua fresca. Humedeció un paño y se lo puso a ____ en la frente mientras ella se quejaba. Sintió una oleada de ternura tal al verla así que lo dejó sin palabras. Tuvo la necesidad de protegerla, de cuidar de ella. Ese era un sentimiento nuevo para él, desconocido y sorprendente. Durante buena parte de la noche, permaneció sentado a su lado, aplicándole paños fríos para bajarle la liebre.
Cuando dejó de quejarse, Joe se acostó junto a ella atrayéndola hacia sí y estrechándola en sus brazos. Poco a poco, los temblores que sacudían a ____ fueron desapareciendo hasta que quedó sumida en un sueño profundo. Su respiración lenta y regular así se lo indicó.
Joe le apartó un mechón de pelo que tenía pegado a la mejilla. Dejó los dedos sobre la piel de ____, asombrado por su suavidad y tibieza. Sin poder evitarlo, sus ojos se posaron en sus labios e inmediatamente se sintió tentado por ellos. Estaban parcialmente abiertos, invitando a saborearlos hasta volver loco a un hombre. Tampoco le ayudaba a mantener la cordura el tener plena conciencia de su cuerpo.
Pegado a ella podía sentir todas sus curvas. Esa iba a ser una de las noches más largas de su vida. Si había un infierno, estaba claro que sería algo como aquello.
Ahora que la tenía entre los brazos, recordó el día en que la vio por primera vez. Los había engañado a todos con su disfraz, incluso a él, que había conocido la cara más amarga de la vida y del ser humano y que presumía de no sentirse sorprendido por nada. Sin embargo, había algo en lo que ____ no había podido mentirles: no había podido esconder a la verdadera mujer que llevaba dentro. A pesar de todo su autocontrol, pensó Joe sonriente, había saltado como una fiera ante sus envites, había olvidado su papel de institutriz por momentos y lo había enfrentado como ninguna mujer lo había hecho. Le había tornado cariño a toda la familia y lo había demostrado con creces contradiciendo la imagen de fría e insulsa institutriz que tanto se había esforzado en representar. Había que reconocer que tenía ingenio, y un carácter de mil demonios, pero también podía ser la más dulce de las ninfas y rendir su corazón al más necesitado. Esa era la combinación que lo enloquecía y le hacía difícil alejarla de su mente. Era un misterio y él estaba decidido a resolverlo. ____ dijo algo en sueños que lo arrancó de sus pensamientos.
—Tranquila, cariño —le dijo mientras acercaba los labios a su frente.
La fiebre había bajado. Esa era una buena señal. Amelia le dijo que ____ se había tirado al lago para salvar a Anthony. Seguramente había permanecido con las ropas empapadas hasta asegurarse de que el niño recibía todas las atenciones. Solo había que conocer su vena testaruda para comprenderlo. Tenía suerte si solo se trataba de un enfriamiento.
____ soltó un suspiro mientras encontraba en el hombro de Joe la mejor almohada. Cruzó una pierna sobre los muslos de él e hizo que el Conde soltara una maldición.
Ya no cabía duda de que ____ Greyson lo volvería loco.
____ pensó que si hubiese sido atropellada por un carruaje no estaría peor de lo que estaba. Sentía su cuerpo dolorido y débil. Al intentar abrir los ojos, un dolor sordo le atravesó la cabeza a la vez que sintió que algo pesado sobre su cintura le impedía moverse.
En ese preciso instante tomó conciencia de que aquello que rodeaba su cintura era un brazo y lo que sentía pegado a ella era un cuerpo tibio, fuerte y agradable. Se obligó a abrir los ojos, que enfocaron con rapidez el rostro de la persona que la estaba abrazando. Si cuando comprendió que no estaba sola en la cama estuvo a punto de armar un escándalo, al ver que era Joe quien la abrazaba estuvo a punto de tener el primer desmayo de su vida. ¿Cómo había llegado allí? ¿Qué había ocurrido? ____ intentó concentrarse en la noche anterior. Se acordaba de haberse sentido enferma y de haberse metido en la cama. También se acordaba del frío que tenía y del dolor palpitante en las sienes, ¿pero cómo demonios había acabado Joe en su cama? Cerró los ojos esforzándose en hacer memoria. Sabía que había tenido fiebre y que había sentido a alguien en su habitación. Alguien que le había puesto algo húmedo en la cabeza y que le había susurrado palabras tranquilizadoras. Alguien que la había abrazado y había mantenido a raya los temblores que la habían amenazado con hacerla pedazos. Habría jurado que tan solo era un sueño, pero ahora sabía con certeza que había sido real. Que Joe en algún momento de la noche había entrado en su habitación y había cuidado de ella.
Al parecer, se había quedado dormido abrazándola. En ese momento era más que consciente de su cuerpo. Ella tenía una mano encima de su pecho que bajaba y subía lentamente con cada respiración. Las yemas de los dedos podían captar la dureza de sus músculos y la tibieza de su cuerpo. Tenía una pierna encima de los muslos de él, por encima de su cadera. Se sonrojó al advertir que era una postura demasiado íntima como para no sentirse turbada por ello. Estaba claro que la fiebre debía haber hecho que bajara la guardia, aunque ahora se sentía mucho mejor y no se decidía a acabar con ese abrazo. Era demasiado tentador. Desde que era una niña había aprendido a estar alerta y a mantener las distancias con los extraños hasta que le demostraban que se podía confiar en ellos. A pesar de conocer a mucha gente, solo unos pocos contaban con su amistad y con su afecto, y eso había llevado tiempo. Sin embargo, con Joe habían bastado solo unas pocas semanas para que sus defensas cayeran como si de un castillo de naipes se tratara.
Lo miró a la cara y sintió que su corazón se estremecía. Así dormido parecía un muchacho. Tenía el rostro relajado, sin esa tensión que con frecuencia trataba de disimular tras su irónica sonrisa. Un mechón dorado se había deslizado hasta su frente y le daba un aspecto rebelde imposible de no adorar. Sus largas pestañas le restaban dureza a las facciones y lo hacían parecer casi angelical. Qué distinto del hombre que era cuando despertaba, un hombre en el que se veía con claridad que había vivido demasiado y sufrido en silencio. Un hombre que destilaba ironía y que enmascaraba con el humor las afrentas de la vida. Un hombre al que parecía no importarle nada, pero que por su hermano y sus sobrinos hubiese dado la vida.
Llevada por un impulso, le rozó la mejilla con los dedos en un intento de romper el hechizo que cada vez se cernía con más intensidad sobre ella. Ese hombre estaba haciendo estragos en su autocontrol, en sus ordenadas emociones. Era verdad que había corrido riesgos y que era como su tía Francesca le decía una y otra vez: una rebelde entrometida, pero jamás había sido impulsiva ni valiente con el corazón. Sabía cuál era el precio de esa locura y había aprendido la lección. Veinte años de recordatorio continuo eran más que suficientes como para no querer arriesgarse. Sabía que no todas las relaciones eran así. Su tía Francesca había conocido el amor y había sido feliz, sin embargo, ____ era reacia a dejarse llevar por esas emociones. Cuando había sentido que algún hombre podía captar su interés se había distanciado sin pensarlo. Pero, por primera vez, eso le estaba resultando imposible. Era como si Joe fuera un imán y ella no pudiese resistirse a su atracción.
La mejilla estaba algo áspera por el vello de una incipiente barba. Deslizó los dedos siguiendo el curso de su garganta, donde la nuez sobresalía ligeramente. Se sentía como si estuviese haciendo algo prohibido y peligroso, y a la vez encontraba natural el contacto de sus dedos contra la piel de él.
Lo vio mover los ojos como si estuviese a punto de abrirlos. Sintiéndose como una imbécil por acariciarlo, se hizo la dormida.
A los pocos segundos, lo sintió despertar. Pasó un rato sin que se moviera, lo que la puso nerviosa. Podía sentir la mirada fija en ella observándola como antes había hecho ella con él. Lo escuchó aspirar con fuerza y notó cómo su mano presionaba más en su cintura para atraerla hacia su cuerpo. Después, con una ternura que desconocía en él, le rozó la frente con los labios. Su madre cuando era niña hacía lo mismo para saber si tenía fiebre. Esa era una de las pocas cosas que no había olvidado de ella. Sin embargo, la respuesta de su cuerpo al sentir los labios de Joe no tenía nada de inocente. El estómago le había dado un vuelco mientras el calor se extendía hacia su vientre.
Amelia le había insinuado que Joe era un hombre duro que ataba con mano firme sus emociones y que se creía desprovisto de nobles sentimientos. Allí tenía la evidencia de que esa afirmación era absolutamente errónea.
Después de unos minutos, Joe se levantó con sumo cuidado y la abrigó con la mayor de las delicadezas.
Estaba en un buen lío. Si antes temía poder estar enamorándose de Joseph Adam Jonas Miller, ahora no le cabía duda de que eso era lo que le terminaría ocurriendo.
Hope you like it.
Cande Luque
Página 5 de 11. • 1, 2, 3, 4, 5, 6 ... 9, 10, 11
Temas similares
» “Dimelo Joseph y Tu” [TERMINADA]
» "Bla Bla Bla" (Joseph Jonas y tu)(TERMINADA)
» "El retrato de _______" (Joseph y tu ) Terminada
» "Espléndida pasión" (Joseph & Tú) TERMINADA
» JOSEPH - Joe y tu Continuación Volvi y Terminada
» "Bla Bla Bla" (Joseph Jonas y tu)(TERMINADA)
» "El retrato de _______" (Joseph y tu ) Terminada
» "Espléndida pasión" (Joseph & Tú) TERMINADA
» JOSEPH - Joe y tu Continuación Volvi y Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 5 de 11.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.