the fault in our stars.

Oh no te enojes.

De nada.

Por supuesto. Tenemos que engrandecer esto. Por mi tampoco.

De nada.

Gracias.

Bye..!!

Okay

Claro que estas mujer.

Por que ya no vas  a comentar el capítulo. Me sentire fatal.

—Alice Russell.

Una horrible tormenta abrazaba la ciudad. El viento movía los arboles frondosos con efusividad arrancándoles varias hojas que se llevaba lejos y se perdían entre las solitarias calles. El cielo ya estaba pintado de un gris muy oscuro, y se podía denotar la tristeza que emanaba la tarde.

Mi cabello caía completamente mojado y pegado a mi cara, cubría gran parte de está, y no tenía ni la más mínima gana de arreglarlo en un moño o simplemente quitarlo de mi cara. Yacía en la parada de autobuses encorvada y tratando de buscar algo de calor en los solitarias bolsillos de mu suéter azul rey, sin embargo, esto era imposible ya que estaba mojado y el agua escurría fácilmente de él. Llevaba media hora esperando visualizar el coche de mamá a lo lejos, pero lo único que pude ver en ese tiempo fue gente correr con un paraguas cubriéndolos.

Suspiré con agonía, dando por hecho que mamá se había olvidado de recogerme, lo cual, era tonto, ya que era su única hija, y la única que tenía cáncer. 

Suponía que ahora mis mejillas y nariz estarían completamente de un rojo chillón y mis labios morados, seguramente mi piel aún más pálida, resaltado esas horribles ojeras que yacían bajo mis ojos, fácilmente podrían confundirme con una muerta viviente.

—Amo la lluvia—Un murmuro a mi lado me sobresalto. Giré casi de inmediato la vista, para percatarme de el mismo chico del centro comercial y el que segundos antes me saco de un embrollo. Me sorprendí al darme cuenta que ni siquiera lo había notado y me apene al pretender que seguramente ya llevaba tiempo parado ahí.

—Yo la odio—Dije por lo bajo, sin mirarle. Si tal vez mi tono sonó grosero, pero si estaba molesta, el llevaba un paraguas cubriéndole la cabeza, mientras yo me mojaba sin piedad.

—¿Por qué?—Preguntó tontamente y bufé.

—¿Por qué moja?—Dije sarcásticamente provocando un ligera risilla salir de sus labios también morados. 

—¿Quieres unirte?—Agitó el paraguas y lo movió un poco hacia mi lado, pero negué.

—Ouh... chica orgullosa—Se burló, haciéndome bajar la cabeza llena de vergüenza. No era orgullosa, estaba... molesta.

—Lo siento—Susurré y vi como me mostraba sus dientes blanquecinos que ahora castañeteaban.

Reí y el también lo hizo, y extrañamente se sintió bien aquella acción; aún estando con un desconocido un poco conocido.

—¿Sabes qué?—Lo miré—A la mierda—Dejó caer el paraguas al pavimento, para que revotara y segundos después el viento se lo llevará. 

Lo miré sorprendida, ahora el también estaba mojando y temblando por mi culpa.

—¿¡Por qué lo hiciste!?—Exclamé aterrada. Él se encogió de hombros y se acercó más a mí.

—Creo que deberías abrazarnos para entrar en calor antes de que alguno o ambos se enferme—Sonrió de lado y prontamente estaba siendo rodeada por sus brazos, apretujada contra su pecho y oliendo el delicioso aroma a menta que el chico desprendía.

Me quedé quieta, sin decir nada, me negué a sonrojarme aún más, pero mis mejillas ardían y supe que estaba entrado en calor. Estaba sintiendo bien, y pensé que tal vez mis piernas no temblaban debido al frío y que mi corazón no latía así de fuerte por miedo a enfermarme, todo eso se debía al chico rubio que ahora inhalaba el aroma de mi rojizo cabello y me abrazaba con tanta fuerza como si su vida dependiera de ello. 

Y si... me sentía tan jodidamente bien.

Te quedo hermoso.

Beso, Beso...!!

Que mejor que un beso bajo el agüa mojada.

Tonces subo el Miercoles? o el Lunes entrante?

Amo como escribes.