~ Una Novia Por Navidad (Joe&Tu) Adap. ~ Terminada

Una hora después, ________ abrió los ojos, pero tuvo que cerrarlos de nuevo, cegada por la luz del sol que entraba por la ventana.
Joe, pensó, mientras las telarañas del sueño empezaban a desaparecer.
Volvió la cabeza y se encontró sola en la cama… pero enseguida oyó el grifo de la ducha. Sonriendo, se estiró perezosamente y luego se tapó con la sábana hasta la barbilla.
Había hecho el amor con Joe, pensó. Y había sido maravilloso, tan maravilloso como en su sueño. ¿Lamentaba lo que había hecho? No. Nunca.
Su vida no era como la de otras mujeres que soñaban con maridos, niños, un hogar. Haber experimentado algo tan maravilloso con Joe Jonas era más de lo que había esperado tener en la vida y lo guardaría para siempre en su corazón.
¿Era peligroso?, se preguntó a sí misma. No si se mantenía alerta, si controlaba sus emociones. Podía hacerlo. Podía disfrutar del cariño de Joe. Pero cuando Hermosa y Clyde se casaran sería el final de _______ Jenkins y Joe Jonas
Sabía que debía ser así. Sí, podía controlar la situación, se dijo a sí misma.
Joe entró en el dormitorio vestido, con el pelo mojado de la ducha, y se sentó al borde de la cama.
—¿Has dormido bien?
—Sí, muy bien, gracias —sonrió ella.
—Estás muy guapa cuando duermes —dijo Joe entonces, alargando una mano para acariciar su pelo—. Pero será mejor que me vaya. Llámame cuando quieras que vayamos a ver las suites.
—Sí, claro, te llamaré.
—Estupendo —sonrió él—. Maggie, no lamentas lo que ha pasado, ¿verdad?
—No, no, en absoluto. Ha sido maravilloso y… no lamento nada. Los dos sabemos que es algo temporal porque… bueno, ya sabes por qué. Sé que tú no crees en la maldición todavía, pero es cierto, de verdad. Sería absurdo por mi parte pensar que yo voy a poder romperla…
—¿Nadie en tu familia ha encontrado la forma de romperla? —la interrumpió Joe.
—No.
—Ya. ¿Y de verdad no crees que esa maldición no es más que una superstición absurda?
—No, es absolutamente cierta.
—Pero es una superstición.
__________ pareció pensarlo un momento.
—Supongo que sí, pero es la realidad de mi familia. Pregúntale a cualquiera y te dirán que es verdad. Triste, pero cierto.
—Ya, bueno, pero estamos de acuerdo en que es una superstición —insistió Joe.
—Sí, bueno…
Él se inclinó para darle un beso en los labios.
—Llámame en cuanto decidas qué suites vamos a ver. Y espero que sea pronto.
—Sí, señor —sonrió ______.
Joe pasó un dedo por sus labios y luego se levantó.
—Adiós, cariño.
—Adiós —susurró ella.
Después de soportar un frustrante atasco para llegar al bufete, Joe entró en las elegantes oficinas de Jonas & Jonas
—Buenas tardes, señor Jonas —lo saludó la recepcionista.
—Buenas tardes —murmuró él, distraído.
La atractiva joven lo observó entrar en el antedespacho, sorprendida. Aquel hombre tenía algo en mente, estaba segura.
Joe se detuvo frente al escritorio de su secretaria, una mujer más bien gruesa de unos cincuenta años, que lo miraba con cara de sorpresa.
—Pensé que no ibas a venir esta tarde.
—No pensaba venir, pero necesito unos datos, Betty.
—Dime. ¿Qué tengo que buscar?
—Todo lo que encuentres sobre supersticiones.
—¿Eh? ¿Cómo has dicho?
—Supersticiones —repitió Joe.
—¿Qué tipo de supersticiones? ¿Esto tiene algo que ver con un caso?
—No exactamente —contestó él—. Pero digamos que es el proyecto más importante de mi vida. Busca supersticiones que tengan que ver con bodas, novias, casamientos, cosas así.
—¿Novias? ¿Te refieres a esas supersticiones de que el novio no puede ver a la novia antes de la boda?
—Exactamente. ¿A quién se le ocurren esas cosas?
Betty se encogió de hombros.
—No tengo ni idea. Son supersticiones muy antiguas. Como la de no pasar bajo una escalera o santiguarse cuando te cruzas con un gato negro.
—Eso es lo que tienes que buscar.
—¿Cuándo necesitas esta información?
—Hoy —contestó Joe, entrando en su despacho.
Por la noche, Joe estaba tumbado en el sofá de su casa, repasando la información que Betty había encontrado sobre supersticiones.
Arrugaba el ceño, incrédulo, al leer sobre algunas y tenía que soltar una carcajada ante otras. Pero, en general, estaba leyendo todo aquello con profunda seriedad.
Memorizaría todo lo posible y guardaría los papeles como referencia. El Plan seguiría en marcha mientras ________ creyera que estaba organizando la boda para Clyde y Hermosa.
Pero ahora que conocía su secreto, debía pensar en algo, una extensión del Plan. Gracias a sus dotes de persuasión, había logrado que ella admitiera que la maldición de los Jenkins era una superstición. Lo había hecho con desgana, pero algo era algo.
Su misión era, a partir de aquel momento, exponer a _______ a superstición tras superstición, señalando que, vaya por Dios, nada de lo que decían esos cuentos de vieja se cumplía. No ocurría nada si pasabas bajo una escalera, por ejemplo.
Reuniría pruebas, acercándose cada vez más al secreto de los Jenkins, para convencerla de que ella era la persona que iba a romper la maldición porque era inmune a las consecuencias de cualquier superstición absurda.
Qué listo era a veces, pensó. Era un plan estupendo. No sería fácil, claro, y haría falta planificación y coordinación… Necesitaría ayuda. Aquello era demasiado importante.
Joe se levantó de un salto.
Su padre, pensó. Mason Jonas conocía el Plan y entendía su necesidad de llevarlo a cabo, aunque tenía sus reservas sobre las consecuencias de engañar a __________. Su padre era la persona perfecta para ayudarlo.
Joe miró su reloj y soltó una palabrota al ver que era demasiado tarde para llamarlo por teléfono.
Pero lo haría a primera hora de la mañana, decidió. Sí, eso estaba bien. Era el siguiente paso en una batalla que, al final, le haría ganar la guerra.
Joe volvió a tumbarse en el sofá, con una sonrisa en los labios.
Sí, iba a haber una boda en Navidad, pero Hermosa y Clyde que, curiosamente, empezaban a parecerle seres reales, no serían los novios.
La boda que se estaba organizando en aquel momento uniría a _________ Jenkins y a Joe Jonas en santo matrimonio para siempre, los declararía marido y mujer, almas gemelas, compañeros de por vida y padres de los hijos que resultaran de las muchas noches que pasarían juntos.