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"Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Capitulo 22:
Tiró de mi vestido hasta que mi pecho derecho quedó expuesto, y succionó mi pezón con su boca, que estaba abrumadoramente caliente. Me sentía como si fuera a salirme de mi propia piel. Sabía lo que él necesitaba oír, así que tomé aire profundamente.
-Joe, fóllame.... Fóllame ahora.
-Dios, ____(tn), ¿sabes lo que me estás pidiendo?
-No te lo estoy pidiendo -Levantó la cabeza, y nuestras miradas se encontraron. -Tienes que follarme ahora mismo.
Me soltó un poco, y bajé las piernas para no caerme. Sin decir nada más, deslizó su mano sobre la mía, y me condujo al segundo tramo de escaleras. Luché contra la necesidad de comenzar a desvestirme mientras subíamos.
Joe me llevó a través de su apartamento rápidamente, y entonces subimos las escaleras que guiaban hasta la tercera planta, donde me dejó a los pies de la cama. Cuando miré a Joe, vi la dura pasión que yo sentía por él reflejada en sus ojos. Aquel era nuestro peldaño final, el punto de no retorno.
Me quité el vestido por la cabeza y lo tiré al suelo. No llevaba sujetador. Mis pezones estaban tan imposiblemente duros que me dolían. Los froté con las palmas de mis manos mientras Joe se sacaba la camisa del pantalón y se la desabrochaba apresuradamente. Me quité las braguitas, las tiré a un lado y me subí a la cama. De rodillas, me giré para mirarlo mientras se desvestía. Era hermoso, muy oscuro comparado conmigo. El contraste de su piel y la mía era tan excitante que tuve que cerrar los ojos brevemente. Cuando los abrí, se había quitado los pantalones y los boxers. Mis ojos se detuvieron en ellos un segundo, sorprendida y divertida.
-¿Te gusta?
Se rió, y miró brevemente los calzoncillos con monitos animados.
-Sí, me gusta.
Lo recorrí con la mirada, fijándome en la longitud y el grosor de su erección. Debía medir unos veinticinco centímetros... y era tan gruesa que apenas podría rodearla con la mano. Me mojé los labios, lo miré a la cara y froté mis piernas la una contra la otra mientras yacía boca arriba en la cama.
-Ven aquí, Joe...
Se acerco a la mesita de noche y sacó una caja de condones. Asentí y extendí mi mano para que se acercara. Joe deslizó su cuerpo sobre el mío y me rodeó con sus brazos. Adoraba sentirlo. El calor de su cuerpo calentaba y excitaba mi piel. Cubrió mi boca con la suya al instante.
El beso fue cálido y apasionado, tan rebosante de deseo como el que yo sentía, y contenía toda la pasión que sentía por mí, de la cual no había sido totalmente consciente. Saber que me deseaba era una experiencia embriagadora y gratificante. Apartó su boca de la mía y bajó hasta mis pechos. Besó y succionó mis pezones hasta que estuvieron tan erectos que me dolieron. Mientras tanto, sus manos se movieron por mis caderas y mis nalgas, acercándome más a él y presionando toda la longitud de su miembro contra mi estómago.
-Dime cómo lo quieres, ___(tn) -Besó mi estómago antes de permitirse bajar. Cuidadosamente, separó mis piernas. -Dímelo.
Me arqueé contra su boca mientras me devoraba y usaba su lengua para separar mis labios. La punta de su lengua golpeó mi clítoris hasta que no pude evitar retorcerme.
-Méteme tu pe----ne, Joe.
-¿Fuerte?
-Sí -Lo miré mientras sacaba el negro látex del envoltorio, y se lo colocaba. -Como quieras.
Extendió mis piernas cuidadosamente mientras se arrodillaba entre ellas. Era muy sensual observar cómo se movían sus oscuras manos sobre mis pálidos muslos. Colocó la cabeza de su miembro contra mi se-xo, y se deslizó en mi interior. Arqueé la espalda y abrí las piernas aún más, y me estremecí mientras se hundía totalmente en mi interior.
«Ya no estoy vacía», pensé, fugazmente, mientras me acompasaba al ritmo de sus caderas.
-Sí-susurré, tomando cada invasión, y deseando más.
Me abracé a él y me dejé llevar. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había confiado en un hombre de ese modo que apenas podía mantener la cordura. La caliente penetración de su miembro, y su boca sobre la mía, era todo lo que necesitaba. El placer que me proporcionaba era muy intenso, y giró en mi interior hasta que no sabía dónde nos separábamos, o si lo hacíamos realmente.
Aminoró la velocidad de sus embestidas, y levantó la cabeza. Nuestros ojos se encontraron. Estaba poseído por una pasión que no podía expresar, y que no se molestaba en ocultar. El modo en el que encajábamos era perfecto, y tan sincero, que era casi doloroso. Introduciéndose hasta el fondo en mi interior, pasó una mano por mi cadera y levantó una de mis piernas.
-Quiero ponerme encima.
Se rió suavemente ante mi demanda, pero se apartó de mí. Me subí encima de él, y me hundí en la longitud de su miembro con un suspiro de alivio. Un escalofrío me recorrió la espalda cuando comencé a moverme. Sus manos acariciaron mis muslos y mis caderas, y me agarró, mostrándome el ritmo que quería.
Los firmes empujones de su cuerpo bajo el mío nos levantaban de la cama y obligaban a mi cuerpo a aceptar cada glorioso centímetro suyo.
Dios, me encantaban los miembros grandes. Dejé que mi cabeza cayera hacia atrás mientras me movía con él. El sucio placer de follarme a un hombre al que apenas conocía estaba allí, pero también había un sentimiento de conexión y deseo. Aquel hombre me conocía, a mí y a mi cuerpo, de un modo que ni siquiera comprendía. Pasó sus pulgares por mis labios menores mientras yo lo montaba, y acarició mi clítoris suavemente.
Bufó mientras los músculos de mi se-xo se tensaban contra el placer y el orgasmo en ciernes.
-Perfecto.
Se sentó mientras comenzaba a correrme, me abrazó, y me balanceó suavemente mientras el placer me atravesaba. Pasé los brazos alrededor de su cuello y lo besé con fuerza. Nuestras lenguas se deslizaron la una contra la otra, explorando cada húmeda sensación mientras seguía moviéndome sobre su miembro.
-estuvo genial.
Me reí y lo besé suavemente.
-Si hubiera sabido que tenías un pe-ne tan grande, hubiera saltado sobre ti mucho antes.
Pasó las manos por mi espalda, cogió mi culo, y me embistió.
-No hemos terminado.
-Oh, lo sé -susurré contra su boca mientras besaba sus labios.
Me perdí en el beso mientras girábamos y me ponía boca arriba. Liberó mi boca y comenzó a moverse con empujones medidos y seguros. Mi interior temblaba con cada embestida, y con cada retirada.
Su cuerpo se combó ligeramente mientras intentaba evitar correrse. Entonces se detuvo.
-No -Acaricié su rostro. -Córrete para mí, Joe. No te retengas.
Tomé su cara entre mis manos y lo obligué a mirarme mientras se introducía en mi interior por última vez. Su cuerpo tembló por la fuerza del orgasmo. Lo miré a los ojos, y entonces bajó su cuerpo hasta el mío. Con los cuerpos pegajosos por el sudor, nos quedamos allí tumbados, abrazados y jadeando, durante mucho tiempo. Finalmente, se apartó de mí y se tumbó boca arriba.
-La primera vez que te vi fue en Nueva York. Estabas en el museo hablando con Edward Morrison.
¿Sabes que gesticulas mucho?
Me reí.
-A veces lo hago incluso cuando hablo por teléfono.
-Tenía una reunión, así que no pude detenerme para presentarme. Cuando volví y hablé con
Edward me dijo que ibas a dejar Nueva York, y que no tenía ni idea de adonde ibas. Hace seis meses estaba en una subasta para comprar una obra que había vendido cuando estaba empezando. Tú estabas allí, pujando por ella. Me quedé tan aturullado mirándote que perdí la subasta.
Me sonrojé.
-Estaba decidida a hacerme con aquella pieza. No te vi allí.
-Tenía a una persona para que pujara por mí. Yo estaba en una habitación privada. Me olvidé de mi intermediario -Besó suavemente mi hombro. -Debería ponerme a trabajar.
Asentí.
-¿Podría darme una ducha antes de empezar?
-Suena divertido.
Dejé la cama y lo miré un momento antes de entrar en el baño. Había conseguido exactamente lo que quería, y había recibido todo lo que había esperado. Como amante era tan atento y considerado como esperaba que fuera.
Tiró de mi vestido hasta que mi pecho derecho quedó expuesto, y succionó mi pezón con su boca, que estaba abrumadoramente caliente. Me sentía como si fuera a salirme de mi propia piel. Sabía lo que él necesitaba oír, así que tomé aire profundamente.
-Joe, fóllame.... Fóllame ahora.
-Dios, ____(tn), ¿sabes lo que me estás pidiendo?
-No te lo estoy pidiendo -Levantó la cabeza, y nuestras miradas se encontraron. -Tienes que follarme ahora mismo.
Me soltó un poco, y bajé las piernas para no caerme. Sin decir nada más, deslizó su mano sobre la mía, y me condujo al segundo tramo de escaleras. Luché contra la necesidad de comenzar a desvestirme mientras subíamos.
Joe me llevó a través de su apartamento rápidamente, y entonces subimos las escaleras que guiaban hasta la tercera planta, donde me dejó a los pies de la cama. Cuando miré a Joe, vi la dura pasión que yo sentía por él reflejada en sus ojos. Aquel era nuestro peldaño final, el punto de no retorno.
Me quité el vestido por la cabeza y lo tiré al suelo. No llevaba sujetador. Mis pezones estaban tan imposiblemente duros que me dolían. Los froté con las palmas de mis manos mientras Joe se sacaba la camisa del pantalón y se la desabrochaba apresuradamente. Me quité las braguitas, las tiré a un lado y me subí a la cama. De rodillas, me giré para mirarlo mientras se desvestía. Era hermoso, muy oscuro comparado conmigo. El contraste de su piel y la mía era tan excitante que tuve que cerrar los ojos brevemente. Cuando los abrí, se había quitado los pantalones y los boxers. Mis ojos se detuvieron en ellos un segundo, sorprendida y divertida.
-¿Te gusta?
Se rió, y miró brevemente los calzoncillos con monitos animados.
-Sí, me gusta.
Lo recorrí con la mirada, fijándome en la longitud y el grosor de su erección. Debía medir unos veinticinco centímetros... y era tan gruesa que apenas podría rodearla con la mano. Me mojé los labios, lo miré a la cara y froté mis piernas la una contra la otra mientras yacía boca arriba en la cama.
-Ven aquí, Joe...
Se acerco a la mesita de noche y sacó una caja de condones. Asentí y extendí mi mano para que se acercara. Joe deslizó su cuerpo sobre el mío y me rodeó con sus brazos. Adoraba sentirlo. El calor de su cuerpo calentaba y excitaba mi piel. Cubrió mi boca con la suya al instante.
El beso fue cálido y apasionado, tan rebosante de deseo como el que yo sentía, y contenía toda la pasión que sentía por mí, de la cual no había sido totalmente consciente. Saber que me deseaba era una experiencia embriagadora y gratificante. Apartó su boca de la mía y bajó hasta mis pechos. Besó y succionó mis pezones hasta que estuvieron tan erectos que me dolieron. Mientras tanto, sus manos se movieron por mis caderas y mis nalgas, acercándome más a él y presionando toda la longitud de su miembro contra mi estómago.
-Dime cómo lo quieres, ___(tn) -Besó mi estómago antes de permitirse bajar. Cuidadosamente, separó mis piernas. -Dímelo.
Me arqueé contra su boca mientras me devoraba y usaba su lengua para separar mis labios. La punta de su lengua golpeó mi clítoris hasta que no pude evitar retorcerme.
-Méteme tu pe----ne, Joe.
-¿Fuerte?
-Sí -Lo miré mientras sacaba el negro látex del envoltorio, y se lo colocaba. -Como quieras.
Extendió mis piernas cuidadosamente mientras se arrodillaba entre ellas. Era muy sensual observar cómo se movían sus oscuras manos sobre mis pálidos muslos. Colocó la cabeza de su miembro contra mi se-xo, y se deslizó en mi interior. Arqueé la espalda y abrí las piernas aún más, y me estremecí mientras se hundía totalmente en mi interior.
«Ya no estoy vacía», pensé, fugazmente, mientras me acompasaba al ritmo de sus caderas.
-Sí-susurré, tomando cada invasión, y deseando más.
Me abracé a él y me dejé llevar. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había confiado en un hombre de ese modo que apenas podía mantener la cordura. La caliente penetración de su miembro, y su boca sobre la mía, era todo lo que necesitaba. El placer que me proporcionaba era muy intenso, y giró en mi interior hasta que no sabía dónde nos separábamos, o si lo hacíamos realmente.
Aminoró la velocidad de sus embestidas, y levantó la cabeza. Nuestros ojos se encontraron. Estaba poseído por una pasión que no podía expresar, y que no se molestaba en ocultar. El modo en el que encajábamos era perfecto, y tan sincero, que era casi doloroso. Introduciéndose hasta el fondo en mi interior, pasó una mano por mi cadera y levantó una de mis piernas.
-Quiero ponerme encima.
Se rió suavemente ante mi demanda, pero se apartó de mí. Me subí encima de él, y me hundí en la longitud de su miembro con un suspiro de alivio. Un escalofrío me recorrió la espalda cuando comencé a moverme. Sus manos acariciaron mis muslos y mis caderas, y me agarró, mostrándome el ritmo que quería.
Los firmes empujones de su cuerpo bajo el mío nos levantaban de la cama y obligaban a mi cuerpo a aceptar cada glorioso centímetro suyo.
Dios, me encantaban los miembros grandes. Dejé que mi cabeza cayera hacia atrás mientras me movía con él. El sucio placer de follarme a un hombre al que apenas conocía estaba allí, pero también había un sentimiento de conexión y deseo. Aquel hombre me conocía, a mí y a mi cuerpo, de un modo que ni siquiera comprendía. Pasó sus pulgares por mis labios menores mientras yo lo montaba, y acarició mi clítoris suavemente.
Bufó mientras los músculos de mi se-xo se tensaban contra el placer y el orgasmo en ciernes.
-Perfecto.
Se sentó mientras comenzaba a correrme, me abrazó, y me balanceó suavemente mientras el placer me atravesaba. Pasé los brazos alrededor de su cuello y lo besé con fuerza. Nuestras lenguas se deslizaron la una contra la otra, explorando cada húmeda sensación mientras seguía moviéndome sobre su miembro.
-estuvo genial.
Me reí y lo besé suavemente.
-Si hubiera sabido que tenías un pe-ne tan grande, hubiera saltado sobre ti mucho antes.
Pasó las manos por mi espalda, cogió mi culo, y me embistió.
-No hemos terminado.
-Oh, lo sé -susurré contra su boca mientras besaba sus labios.
Me perdí en el beso mientras girábamos y me ponía boca arriba. Liberó mi boca y comenzó a moverse con empujones medidos y seguros. Mi interior temblaba con cada embestida, y con cada retirada.
Su cuerpo se combó ligeramente mientras intentaba evitar correrse. Entonces se detuvo.
-No -Acaricié su rostro. -Córrete para mí, Joe. No te retengas.
Tomé su cara entre mis manos y lo obligué a mirarme mientras se introducía en mi interior por última vez. Su cuerpo tembló por la fuerza del orgasmo. Lo miré a los ojos, y entonces bajó su cuerpo hasta el mío. Con los cuerpos pegajosos por el sudor, nos quedamos allí tumbados, abrazados y jadeando, durante mucho tiempo. Finalmente, se apartó de mí y se tumbó boca arriba.
-La primera vez que te vi fue en Nueva York. Estabas en el museo hablando con Edward Morrison.
¿Sabes que gesticulas mucho?
Me reí.
-A veces lo hago incluso cuando hablo por teléfono.
-Tenía una reunión, así que no pude detenerme para presentarme. Cuando volví y hablé con
Edward me dijo que ibas a dejar Nueva York, y que no tenía ni idea de adonde ibas. Hace seis meses estaba en una subasta para comprar una obra que había vendido cuando estaba empezando. Tú estabas allí, pujando por ella. Me quedé tan aturullado mirándote que perdí la subasta.
Me sonrojé.
-Estaba decidida a hacerme con aquella pieza. No te vi allí.
-Tenía a una persona para que pujara por mí. Yo estaba en una habitación privada. Me olvidé de mi intermediario -Besó suavemente mi hombro. -Debería ponerme a trabajar.
Asentí.
-¿Podría darme una ducha antes de empezar?
-Suena divertido.
Dejé la cama y lo miré un momento antes de entrar en el baño. Había conseguido exactamente lo que quería, y había recibido todo lo que había esperado. Como amante era tan atento y considerado como esperaba que fuera.
Nani Jonas
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
livelikerobots escribió:tienes que seguirla por el amor de dios jajaj ya vi que estas ahhi asi que sube porfavor jajajajajaja
jajajajaja si ayer me qede hasta tarde en la compu esqe tenia mucha tarea me alegra qe te guste tanto la nove mira si comentan mucho mañana subo maraton de 6 caps ok todo depende de ustedes :D
Nani Jonas
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
ok ok
voya comentar muuuuchooooooooooooo
o bueno almenos tratare
voya comentar muuuuchooooooooooooo
o bueno almenos tratare
Julieta♥
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
ahhhhhhhhhhhhh se me olvido comentar la nove jejejje
genial.........
cuado le va a contar lo dela violacion????
por qtiene que hacerlo no????
genial.........
cuado le va a contar lo dela violacion????
por qtiene que hacerlo no????
Julieta♥
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
me encantooooooooo
oh siiiii :twisted:
jaja geniall siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
me encantooooooooo
oh siiiii :twisted:
jaja geniall siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
next to you
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Nani Jonas escribió:livelikerobots escribió:tienes que seguirla por el amor de dios jajaj ya vi que estas ahhi asi que sube porfavor jajajajajaja
jajajajaja si ayer me qede hasta tarde en la compu esqe tenia mucha tarea me alegra qe te guste tanto la nove mira si comentan mucho mañana subo maraton de 6 caps ok todo depende de ustedes :D
Aaaaaaah si! Jajajaja maraton! Maraton!
Haha perdon juro que no te estaba acosando jajaja esque esta nove me gusta mucho :3 y agusacsjabxuksf PASO PASO PASO ALFIIIIIIIINNNNNNNNN(? (6) siguela por favorcito jajajaja
livelikerobots
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Subeeee caps!!!
nessesitamos caps!! Siguelaaa!! :D
nessesitamos caps!! Siguelaaa!! :D
☎ Jimena Horan ♥
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
gracias por comentar chicas aqi empieza el maraton :D
Capitulo 23
Dejé la cama y lo miré un momento antes de entrar en el baño. Había conseguido exactamente lo que quería, y había recibido todo lo que había esperado. Como amante era tan atento y considerado como esperaba que fuera.
Sólo su ducha era tan grande como algunos cuartos de baño que yo había visto, con tres cabezas. Cuando las abrí y ajusté la temperatura, se unió a mí. Me atrajo entre sus brazos, y me besó suavemente. Quería decirle que no tenía por qué ser tan cariñoso conmigo, que yo no era frágil. Adoraba el modo en el que sus manos se movían suavemente sobre mi piel.
Jadeé un poco cuando el envoltorio del condón que tenía en la mano rozó la piel de mi espalda. Rasgó el envoltorio y lo tiró por encima de su hombro. Cogí el látex y se lo puse, tomándome mi tiempo, a pesar del modo en el que su respiración se detenía cada vez que mis dedos se deslizaban sobre él. Cogí sus testí--culos y los masajeé cuidadosamente, con su miembro erecto entre nosotros.
Cuando no pudo aguantarlo más, apartó mi mano y me acercó a él. Con su boca sobre la mía, y sus manos recorriendo mi cuerpo, comencé a temblar de deseo. Nunca había deseado a alguien así, nunca había sufrido por un hombre de ese modo. La fría pared de azulejos de la ducha se encontró con mi espalda mientras Joe me levantaba y se introducía en mí. Me arqueé contra él y gemí.
No pude evitar el escalofrío que recorrió mi cuerpo casi inmediatamente.
-Dios.
-Uhmm -suspiró, y hundió su rostro en mi cuello. Sus manos se movieron debajo de mí, y cogió mi culo para mantener nuestra postura contra la pared. -Bueno, Él me hizo, pero aquí el que está haciendo todo el trabajo soy yo.
Me reí y cerré los ojos.
-Y Él te hizo muy bien -Tensé las piernas alrededor de su cintura, y tomé aire profundamente mientras me embestía por segunda vez.
Bajó la cabeza hasta mi hombro e hizo un sonido amortiguado.
-Vas a estar dolorida durante días.
¿Creía que yo no lo sabía? Su miembro era gloriosamente grande.
-Mañana no podré sentarme sin pensar en ti.
Gimió y me la metió hasta el fondo.
-Bien.
Su siguiente embestida fue dura, y su incesante calor me arrancó varios gemidos entrecortados. Sosteniéndome contra la pared, clavó sus dientes en mi hombro, arañando mi piel mientras comenzaba a acelerar el ritmo duro de sus acometidas. Me encantaba y gemía cada vez que se introducía totalmente en mí.
-¿Vas a correrte para mí?
Cerré los ojos y me mordí el labio. El firme y constante trayecto de su miembro en mi interior era como morirse repetidamente.
Gemí un poco, y el orgasmo embargó mi cuerpo.
-Oh, Dios.
-Eso es, cariño -Me agarró con fuerza contra él. -Ríndete a mí.
Bajé las escaleras envuelta en una toalla, con el cabello recogido con una horquilla, como me pidió cuando lo dejé en la ducha. Estaba al otro lado de la escultura, mirándola. Miraba cada centímetro tan distante y profesional como la primera vez que posé para él. Me miro y volvió a la escultura mientras yo tomaba asiento en la butaca y colocaba mis piernas en la postura adecuada. Estaba agradablemente dolorida. Los músculos que no había usado durante tanto tiempo latían bajo mi piel.
Lo miré y lo descubrí mirándome.
-¿Estoy mal colocada?
Negó con la cabeza, y suspiró.
-No. Creía que acostarme contigo haría que perdiera interés por esta pieza, pero no ha sido así.
Volvió al trabajo, dejándome con mis pensamientos. Había pensado que después de la ducha le contaría lo de Nueva York, y por qué me había marchado de allí. Mantener un secreto no me parecía justo a la luz del cambio que había sufrido nuestra relación.
Lo miré y lo encontré frunciendo el ceño.
-¿Qué pasa?
-No pareces contenta, ___(tn).
-Tengo algo difícil que contarte. No quiero hacerlo, pero no creo que pueda esconderlo y aun así sentirme bien -Tomé aire profundamente y me concentré en el suelo frente a mí. ¿Por qué era tan difícil?
-Sobre Nueva York -dijo, en voz baja.
Lo miré y suspiré.
-Sí, sobre Nueva York -Inhalé profundamente. -Eres el segundo hombre con el que he estado desde que me violaron.
-Te violaron -Las palabras salieron de su boca con dureza, y sonaron tan dolorosas que me estremecí.
Sabía que no había una palabra que fuera tan horrible como violación. Asentí y observé cómo una multitud de emociones cruzaban su rostro. La rabia y la tristeza fueron las únicas que perduraron.
1/6
Capitulo 23
Dejé la cama y lo miré un momento antes de entrar en el baño. Había conseguido exactamente lo que quería, y había recibido todo lo que había esperado. Como amante era tan atento y considerado como esperaba que fuera.
Sólo su ducha era tan grande como algunos cuartos de baño que yo había visto, con tres cabezas. Cuando las abrí y ajusté la temperatura, se unió a mí. Me atrajo entre sus brazos, y me besó suavemente. Quería decirle que no tenía por qué ser tan cariñoso conmigo, que yo no era frágil. Adoraba el modo en el que sus manos se movían suavemente sobre mi piel.
Jadeé un poco cuando el envoltorio del condón que tenía en la mano rozó la piel de mi espalda. Rasgó el envoltorio y lo tiró por encima de su hombro. Cogí el látex y se lo puse, tomándome mi tiempo, a pesar del modo en el que su respiración se detenía cada vez que mis dedos se deslizaban sobre él. Cogí sus testí--culos y los masajeé cuidadosamente, con su miembro erecto entre nosotros.
Cuando no pudo aguantarlo más, apartó mi mano y me acercó a él. Con su boca sobre la mía, y sus manos recorriendo mi cuerpo, comencé a temblar de deseo. Nunca había deseado a alguien así, nunca había sufrido por un hombre de ese modo. La fría pared de azulejos de la ducha se encontró con mi espalda mientras Joe me levantaba y se introducía en mí. Me arqueé contra él y gemí.
No pude evitar el escalofrío que recorrió mi cuerpo casi inmediatamente.
-Dios.
-Uhmm -suspiró, y hundió su rostro en mi cuello. Sus manos se movieron debajo de mí, y cogió mi culo para mantener nuestra postura contra la pared. -Bueno, Él me hizo, pero aquí el que está haciendo todo el trabajo soy yo.
Me reí y cerré los ojos.
-Y Él te hizo muy bien -Tensé las piernas alrededor de su cintura, y tomé aire profundamente mientras me embestía por segunda vez.
Bajó la cabeza hasta mi hombro e hizo un sonido amortiguado.
-Vas a estar dolorida durante días.
¿Creía que yo no lo sabía? Su miembro era gloriosamente grande.
-Mañana no podré sentarme sin pensar en ti.
Gimió y me la metió hasta el fondo.
-Bien.
Su siguiente embestida fue dura, y su incesante calor me arrancó varios gemidos entrecortados. Sosteniéndome contra la pared, clavó sus dientes en mi hombro, arañando mi piel mientras comenzaba a acelerar el ritmo duro de sus acometidas. Me encantaba y gemía cada vez que se introducía totalmente en mí.
-¿Vas a correrte para mí?
Cerré los ojos y me mordí el labio. El firme y constante trayecto de su miembro en mi interior era como morirse repetidamente.
Gemí un poco, y el orgasmo embargó mi cuerpo.
-Oh, Dios.
-Eso es, cariño -Me agarró con fuerza contra él. -Ríndete a mí.
Bajé las escaleras envuelta en una toalla, con el cabello recogido con una horquilla, como me pidió cuando lo dejé en la ducha. Estaba al otro lado de la escultura, mirándola. Miraba cada centímetro tan distante y profesional como la primera vez que posé para él. Me miro y volvió a la escultura mientras yo tomaba asiento en la butaca y colocaba mis piernas en la postura adecuada. Estaba agradablemente dolorida. Los músculos que no había usado durante tanto tiempo latían bajo mi piel.
Lo miré y lo descubrí mirándome.
-¿Estoy mal colocada?
Negó con la cabeza, y suspiró.
-No. Creía que acostarme contigo haría que perdiera interés por esta pieza, pero no ha sido así.
Volvió al trabajo, dejándome con mis pensamientos. Había pensado que después de la ducha le contaría lo de Nueva York, y por qué me había marchado de allí. Mantener un secreto no me parecía justo a la luz del cambio que había sufrido nuestra relación.
Lo miré y lo encontré frunciendo el ceño.
-¿Qué pasa?
-No pareces contenta, ___(tn).
-Tengo algo difícil que contarte. No quiero hacerlo, pero no creo que pueda esconderlo y aun así sentirme bien -Tomé aire profundamente y me concentré en el suelo frente a mí. ¿Por qué era tan difícil?
-Sobre Nueva York -dijo, en voz baja.
Lo miré y suspiré.
-Sí, sobre Nueva York -Inhalé profundamente. -Eres el segundo hombre con el que he estado desde que me violaron.
-Te violaron -Las palabras salieron de su boca con dureza, y sonaron tan dolorosas que me estremecí.
Sabía que no había una palabra que fuera tan horrible como violación. Asentí y observé cómo una multitud de emociones cruzaban su rostro. La rabia y la tristeza fueron las únicas que perduraron.
1/6
Nani Jonas
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Capitulo 24:
-Te violaron -Las palabras salieron de su boca con dureza, y sonaron tan dolorosas que me estremecí.
Sabía que no había una palabra que fuera tan horrible como violación. Asentí y observé cómo una multitud de emociones cruzaban su rostro. La rabia y la tristeza fueron las únicas que perduraron.
Se aclaró la garganta y se concentró en el alabastro unos minutos, con las manos quietas.
-Gracias por confiar en mí.
-Confío en ti -Incapaz de evitarlo, comencé a hablar. -Se llamaba Zac Efron. Trabajaba en el museo conmigo.
Éramos amigos. Bueno, yo pensaba que éramos amigos. No era la primera vez que nos quedábamos trabajando después de la hora de cierre del museo. Estábamos preparando una exposición juntos. Quería terminar pronto para poder irme de la ciudad durante el fin de semana.
No pude contarle más. Solo Lesley había escuchado todos los detalles, y había tardado horas en sacarlo todo. Disgustada, lo miré.
-Nick me encontró, me salvó en varios sentidos, en realidad. Me sentía sola y destrozada. Me ayudó a reconstruir mis piezas.
-Y él se enamoró de ti.
Asentí.
-Sí, no me di cuenta de eso hasta más tarde. El se--xo siempre había sido un placer para mí, al menos hasta que fui violada. Después de eso, tenía sentimientos encontrados respecto al se--xo. Sabía que lo que me había ocurrido no tenía nada que ver con el se--xo ni con el deseo, pero me sentía incómoda entre hombres que me deseaban. Nick no era sexualmente agresivo; para ser sincera, era yo quien iniciaba todos nuestros encuentros sexuales. Una noche me di cuenta de que había estado utilizándolo. Me sentí asqueada. Tomé la decisión de dejar Nueva York y a Nick. Yo no merecía su amistad.
Se quedó en silencio un momento, y entonces se aclaró la garganta.
-Tengo que pensar en todo esto con calma.
Asentí y me incorporé un poco para que pudiera seguir trabajando. Joe era bastante introspectivo, así que había esperado que retrocediera un poco mientras digería lo que acaba de contarle.
Me quedé donde estaba durante varias horas mientras él trabajaba. Me movía, estiraba, y me levantaba cuando él me lo sugería. Cuando dejó las herramientas con las que trabajaba era casi media noche. Miró mis piernas y mis manos, frunció el ceño, y echó un vistazo al reloj de la pared.
-Deberías haberme avisado de que era tan tarde.
-Estabas muy concentrado -Extendí las piernas y me eché hacia atrás en la butaca.
Se acercó a mí, con las manos cubiertas de polvo del alabastro, y se arrodilló frente a la butaca. Moví las piernas mientras pasaba sus dedos por la parte de atrás de mis rodillas. El polvo de sus manos era áspero, y la sensación era deliciosa.
-Tu confianza en mí es sorprendente. Si hubiera sabido lo que escondías, no estoy seguro de que te hubiera manipulado para que posaras para mí -Se aclaró la garganta -Tu presencia y tu personalidad eran un desafío para mí. Quería desnudarte, quitarte todas las pretensiones sociales que nos colocamos para civilizarnos, hasta ver lo que eras en realidad.
-¿Y ahora?
-Ahora estoy sorprendido de que confíes en mí tanto como lo haces.
Suavemente, me atrajo hacia delante hasta que estuve sentada casi al borde de la butaca, y elevó una de mis piernas sobre su hombro. Entonces bajó la cabeza y deslizó su lengua entre mis labios menores.
Me dejé caer en la butaca, y me aferré a los brazos de la misma. Me había excitado tan rápidamente que apenas podía pensar. Sentí su lengua cálida y húmeda sobre mi clítoris, antes de que se deslizara en mi interior. El movimiento de su lengua y el roce de sus labios era perfecto. Levanté las caderas brevemente, y después me hundí de nuevo en la butaca cuando Joe introdujo dos dedos en mi.
-Joder -Cerré los ojos y me obligué a relajarme mientras sus labios se cerraban suavemente sobre mi clítoris. Usó la punta de su lengua para lamerme y acariciarme.
Gemí cuando levantó la cabeza y se incorporó.
Joe me levantó de la silla y me guió hacia las escaleras. Excitada y mentalmente débil por la lujuria, lo acompañé. Una vez más, me encontré a los pies de su cama, observándolo mientras se desvestía. Se colocó un condón mientras yo subía a la cama y me tumbaba sobre mi espalda. Pasándome las manos por los muslos casi podía imaginármelo en mi interior.
-Ven aquí -demandé en voz baja mientras levantaba las piernas y colocaba los pies contra el colchón. -No tengo ganas de juegos.
-Yo tampoco -Colocó una rodilla sobre la cama e inclinó la cabeza mientras me miraba. -Ponte sobre tus manos y rodillas.
Sonriendo, me incorporé y me puse de rodillas. Sus manos rozaron mi espalda mientras se unía a mí en la cama y besaba mi hombro suavemente. Cerré los ojos y me aferré a las sábanas mientras Joe se colocaba. Su miembro rozó el interior de mis muslos, y me humedecí inmediatamente. Abrí más las piernas, y me arqueé un poco y gemí cuando su miembro acarició la entrada de mi se--xo.
-No me provoques.
-Oh, no lo estoy haciendo -Su promesa fue suave y sedosa mientras se introducía en mi interior.
Su miembro me llenaba de un modo que era enloquecedor. Succioné mi labio inferior y cerré los ojos
mientras me penetraba completamente.
-¿Te hago daño? -Sus manos recorrieron mi espalda y agarraron mis caderas.
-No -Empujé hacia atrás, contra él, balanceando mis caderas. -Dame más.
Su respiración se hizo más rápida, y comenzó a jadear.
-Hazlo otra vez.
Hice lo que me había pedido mientras comenzaba a moverse. Cada vez que lo acogía en mi interior,
no podía evitar pensar que aquel era su lugar, la profundidad de mi cuerpo. Éramos dos partes de
una hermosa unión, una como la que nunca antes había disfrutado. Me aferré a las sábanas, y
gemí con los dientes apretados. Nunca había sentido aquello con un hombre, y sabía que haría
todo lo que pudiera para mantener a aquel hombre en mi vida tanto como él lo permitiera.
Joe se apartó de mí de repente, y me acarició la espalda.
-Túmbate boca arriba, quiero verte la cara mientras te corres.
Me giré para mirarlo, y pasé una mano desde su pecho empapado en sudor hasta su estómago. Me
incliné hacia delante y sonreí cuando él se acercó. Gemí suavemente contra su boca, y pasé los
brazos alrededor de su cuello. Profundizamos el beso, y su lengua penetró mi boca.
Me levanté, colocó mis piernas alrededor de su cintura, y me tumbó sobre mi espalda. Rompió el
beso y me penetró. Me arqueé bajo su cuerpo,
y me estremecí cuando deslizó sus manos para cogerme el culo. Mis pezones se endurecieron contra
su pecho, y lo único que pude hacer fue agarrarme a él.
Joe levantó la cabeza y miró mi rostro intensamente mientras aminoraba el ritmo. La gruesa y casi
dolorosa intrusión de su miembro en mi interior se hizo mayor repentinamente, y me estremecí
sobrecogida por su poder. Deslizó una mano entre nosotros, y presionó sus dedos contra mi
clítoris. La ruda estimulación, combinada con las constantes embestidas de su cuerpo contra el
mío, forzó el orgasmo. Grité al sentirlo, y él enterró su rostro en mi cuello mientras se
corría. Su cuerpo se tensó contra el mío.
Pasaron varios minutos, y después, lentamente, sacó su miembro de mi interior. Mi se-xo se quejó
ante el repentino vacío, y tomé aire profundamente.
-Ha sido increíble.
Se rió suavemente.
-Sí, increíble.
Suspire
-Tenemos que hacerlo otra vez.
-Pronto -Volvió la cabeza, y me miró. -Eres una mujer preciosa.
-Gracias -Me di la vuelta y apoyé la cabeza en una de mis manos. -Cuando me viste la primera
vez... ¿Qué pensaste?
-Que parecías una diosa. Una diosa tranquila y elegante. Además, me imaginé que tendría que
ser muy creativo para conseguir tenerte en mi estudio.
-¿Y en tu cama?
-Soy bastante arrogante. Seducirte me parecía mucho más sencillo que conseguir que posaras para
mí -Se rió cuando fruncí el ceño. -Realmente soy muy arrogante.
-Sí, lo eres -Y me gustaba. La arrogancia nunca había estado en la cima de mi lista de
características atractivas, pero todo lo que había en Joseph Jonas era atractivo. Me senté a
regañadientes. -Debería irme a casa. Mañana tengo que madrugar.
Se sentó y pasó sus dedos por mi cabello húmedo.
-Quédate conmigo. Quiero despertarme contigo.
-Vale -¿Realmente había sido tan fácil?
2/6
-Te violaron -Las palabras salieron de su boca con dureza, y sonaron tan dolorosas que me estremecí.
Sabía que no había una palabra que fuera tan horrible como violación. Asentí y observé cómo una multitud de emociones cruzaban su rostro. La rabia y la tristeza fueron las únicas que perduraron.
Se aclaró la garganta y se concentró en el alabastro unos minutos, con las manos quietas.
-Gracias por confiar en mí.
-Confío en ti -Incapaz de evitarlo, comencé a hablar. -Se llamaba Zac Efron. Trabajaba en el museo conmigo.
Éramos amigos. Bueno, yo pensaba que éramos amigos. No era la primera vez que nos quedábamos trabajando después de la hora de cierre del museo. Estábamos preparando una exposición juntos. Quería terminar pronto para poder irme de la ciudad durante el fin de semana.
No pude contarle más. Solo Lesley había escuchado todos los detalles, y había tardado horas en sacarlo todo. Disgustada, lo miré.
-Nick me encontró, me salvó en varios sentidos, en realidad. Me sentía sola y destrozada. Me ayudó a reconstruir mis piezas.
-Y él se enamoró de ti.
Asentí.
-Sí, no me di cuenta de eso hasta más tarde. El se--xo siempre había sido un placer para mí, al menos hasta que fui violada. Después de eso, tenía sentimientos encontrados respecto al se--xo. Sabía que lo que me había ocurrido no tenía nada que ver con el se--xo ni con el deseo, pero me sentía incómoda entre hombres que me deseaban. Nick no era sexualmente agresivo; para ser sincera, era yo quien iniciaba todos nuestros encuentros sexuales. Una noche me di cuenta de que había estado utilizándolo. Me sentí asqueada. Tomé la decisión de dejar Nueva York y a Nick. Yo no merecía su amistad.
Se quedó en silencio un momento, y entonces se aclaró la garganta.
-Tengo que pensar en todo esto con calma.
Asentí y me incorporé un poco para que pudiera seguir trabajando. Joe era bastante introspectivo, así que había esperado que retrocediera un poco mientras digería lo que acaba de contarle.
Me quedé donde estaba durante varias horas mientras él trabajaba. Me movía, estiraba, y me levantaba cuando él me lo sugería. Cuando dejó las herramientas con las que trabajaba era casi media noche. Miró mis piernas y mis manos, frunció el ceño, y echó un vistazo al reloj de la pared.
-Deberías haberme avisado de que era tan tarde.
-Estabas muy concentrado -Extendí las piernas y me eché hacia atrás en la butaca.
Se acercó a mí, con las manos cubiertas de polvo del alabastro, y se arrodilló frente a la butaca. Moví las piernas mientras pasaba sus dedos por la parte de atrás de mis rodillas. El polvo de sus manos era áspero, y la sensación era deliciosa.
-Tu confianza en mí es sorprendente. Si hubiera sabido lo que escondías, no estoy seguro de que te hubiera manipulado para que posaras para mí -Se aclaró la garganta -Tu presencia y tu personalidad eran un desafío para mí. Quería desnudarte, quitarte todas las pretensiones sociales que nos colocamos para civilizarnos, hasta ver lo que eras en realidad.
-¿Y ahora?
-Ahora estoy sorprendido de que confíes en mí tanto como lo haces.
Suavemente, me atrajo hacia delante hasta que estuve sentada casi al borde de la butaca, y elevó una de mis piernas sobre su hombro. Entonces bajó la cabeza y deslizó su lengua entre mis labios menores.
Me dejé caer en la butaca, y me aferré a los brazos de la misma. Me había excitado tan rápidamente que apenas podía pensar. Sentí su lengua cálida y húmeda sobre mi clítoris, antes de que se deslizara en mi interior. El movimiento de su lengua y el roce de sus labios era perfecto. Levanté las caderas brevemente, y después me hundí de nuevo en la butaca cuando Joe introdujo dos dedos en mi.
-Joder -Cerré los ojos y me obligué a relajarme mientras sus labios se cerraban suavemente sobre mi clítoris. Usó la punta de su lengua para lamerme y acariciarme.
Gemí cuando levantó la cabeza y se incorporó.
Joe me levantó de la silla y me guió hacia las escaleras. Excitada y mentalmente débil por la lujuria, lo acompañé. Una vez más, me encontré a los pies de su cama, observándolo mientras se desvestía. Se colocó un condón mientras yo subía a la cama y me tumbaba sobre mi espalda. Pasándome las manos por los muslos casi podía imaginármelo en mi interior.
-Ven aquí -demandé en voz baja mientras levantaba las piernas y colocaba los pies contra el colchón. -No tengo ganas de juegos.
-Yo tampoco -Colocó una rodilla sobre la cama e inclinó la cabeza mientras me miraba. -Ponte sobre tus manos y rodillas.
Sonriendo, me incorporé y me puse de rodillas. Sus manos rozaron mi espalda mientras se unía a mí en la cama y besaba mi hombro suavemente. Cerré los ojos y me aferré a las sábanas mientras Joe se colocaba. Su miembro rozó el interior de mis muslos, y me humedecí inmediatamente. Abrí más las piernas, y me arqueé un poco y gemí cuando su miembro acarició la entrada de mi se--xo.
-No me provoques.
-Oh, no lo estoy haciendo -Su promesa fue suave y sedosa mientras se introducía en mi interior.
Su miembro me llenaba de un modo que era enloquecedor. Succioné mi labio inferior y cerré los ojos
mientras me penetraba completamente.
-¿Te hago daño? -Sus manos recorrieron mi espalda y agarraron mis caderas.
-No -Empujé hacia atrás, contra él, balanceando mis caderas. -Dame más.
Su respiración se hizo más rápida, y comenzó a jadear.
-Hazlo otra vez.
Hice lo que me había pedido mientras comenzaba a moverse. Cada vez que lo acogía en mi interior,
no podía evitar pensar que aquel era su lugar, la profundidad de mi cuerpo. Éramos dos partes de
una hermosa unión, una como la que nunca antes había disfrutado. Me aferré a las sábanas, y
gemí con los dientes apretados. Nunca había sentido aquello con un hombre, y sabía que haría
todo lo que pudiera para mantener a aquel hombre en mi vida tanto como él lo permitiera.
Joe se apartó de mí de repente, y me acarició la espalda.
-Túmbate boca arriba, quiero verte la cara mientras te corres.
Me giré para mirarlo, y pasé una mano desde su pecho empapado en sudor hasta su estómago. Me
incliné hacia delante y sonreí cuando él se acercó. Gemí suavemente contra su boca, y pasé los
brazos alrededor de su cuello. Profundizamos el beso, y su lengua penetró mi boca.
Me levanté, colocó mis piernas alrededor de su cintura, y me tumbó sobre mi espalda. Rompió el
beso y me penetró. Me arqueé bajo su cuerpo,
y me estremecí cuando deslizó sus manos para cogerme el culo. Mis pezones se endurecieron contra
su pecho, y lo único que pude hacer fue agarrarme a él.
Joe levantó la cabeza y miró mi rostro intensamente mientras aminoraba el ritmo. La gruesa y casi
dolorosa intrusión de su miembro en mi interior se hizo mayor repentinamente, y me estremecí
sobrecogida por su poder. Deslizó una mano entre nosotros, y presionó sus dedos contra mi
clítoris. La ruda estimulación, combinada con las constantes embestidas de su cuerpo contra el
mío, forzó el orgasmo. Grité al sentirlo, y él enterró su rostro en mi cuello mientras se
corría. Su cuerpo se tensó contra el mío.
Pasaron varios minutos, y después, lentamente, sacó su miembro de mi interior. Mi se-xo se quejó
ante el repentino vacío, y tomé aire profundamente.
-Ha sido increíble.
Se rió suavemente.
-Sí, increíble.
Suspire
-Tenemos que hacerlo otra vez.
-Pronto -Volvió la cabeza, y me miró. -Eres una mujer preciosa.
-Gracias -Me di la vuelta y apoyé la cabeza en una de mis manos. -Cuando me viste la primera
vez... ¿Qué pensaste?
-Que parecías una diosa. Una diosa tranquila y elegante. Además, me imaginé que tendría que
ser muy creativo para conseguir tenerte en mi estudio.
-¿Y en tu cama?
-Soy bastante arrogante. Seducirte me parecía mucho más sencillo que conseguir que posaras para
mí -Se rió cuando fruncí el ceño. -Realmente soy muy arrogante.
-Sí, lo eres -Y me gustaba. La arrogancia nunca había estado en la cima de mi lista de
características atractivas, pero todo lo que había en Joseph Jonas era atractivo. Me senté a
regañadientes. -Debería irme a casa. Mañana tengo que madrugar.
Se sentó y pasó sus dedos por mi cabello húmedo.
-Quédate conmigo. Quiero despertarme contigo.
-Vale -¿Realmente había sido tan fácil?
2/6
Nani Jonas
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Capitulo 25:
Se sentó y pasó sus dedos por mi cabello húmedo.
-Quédate conmigo. Quiero despertarme contigo.
-Vale -¿Realmente había sido tan fácil?
Nos quedamos en silencio un momento, y entonces se levantó.
-¿Una ducha?
-Sí.
Busqué en el interior de mi bolso y saqué un cepillo. Miré de nuevo la cama y me incliné en el lavabo. Solo con mirarlo se me hacía la boca agua. Se dio la vuelta y me miró. Debía tener aspecto de estar muy hambrienta, porque me sonrió dulcemente, y se sentó.
Me pasé el cepillo por el pelo y vi cómo dejaba la cama,
-¿Estás utilizándome como juguete sexual, _____(tn)?
-Seguramente. ¿Qué te parece?
Se acercó a mí, y sus ojos se movieron desde mis hombros a mis pechos.
-Están entrándome ganas, ____(tn).
-¿De qué?
-De ser posesivo. Quizá un poco rudo -Pasó sus dedos suavemente por mi mandíbula. -¿Estás lista para ese tipo de juegos?
-Confío en ti -murmuré. -Nunca te confundiría con él.
-Me alegra oír eso. Date la vuelta.
Me giré y miré el espejo. Sin moverme, vi cómo sus manos se movían sobre mis hombros, bajando por mis brazos. Me apretó contra su pecho mientras sus dedos recorrían mi torso, y subían para poder coger mis pechos. Sus largos y suaves dedos pellizcaron mis pezones, y los retorcieron suavemente mientras yo arqueaba mi espalda.
Me moví contra su miembro, que estaba endureciéndose rápidamente.
-Joe.
Me miró, en el espejo, y hundió sus dientes un momento en el hueco en el que se encontraban mi hombro y mi cuello.
-Déjame poseerte.
-Sí -jadeé, y dejé que mi cabeza cayera hacia atrás contra su hombro.
-Mírame -susurró, y me presionó contra él mientras una de sus manos se deslizaba hacia abajo para cubrir mi se---xo.
Sus dedos se hundieron en mi monte de Venus, y acariciaron mi clítoris.
-Joe...
-Mírame___(tn).
Abrí los ojos y lo observé en el espejo. Sus manos se movieron sobre mí, su cuerpo se movió contra el mío, y su polla se presionó contra mi culo y se deslizó entre mis muslos.
Coloqué las manos en el lavabo frente a mí, y me incliné hacia delante. Joe murmuró su aprobación y siguió acariciando mi clítoris. Me estremecí y cerré los ojos un momento ante aquel agudo placer.
-No cierres los ojos.
-Esto es demasiado -Me mordí el labio inferior y gemí cuando sus dedos abandonaron mi clítoris. -Cariño...
-Te daré lo que necesitas -Besó mi cuello suavemente, y después me apartó un poco del lavabo para que pudiera inclinarme más.
-La cama...
Se rió.
-Más tarde.
Enrojecí y tragué saliva.
-Vale.
Miré su rostro en el espejo, y vi su determinación y su necesidad. Era duro ignorar su excitación. Cada movimiento que hacía provocaba que su duro miembro rozara mis muslos. Separé las piernas más y gemí cuando deslizó una mano entre ellas para jugar de nuevo con mi se--xo. Deslizó dos dedos en mi interior, y me moví hacia atrás contra la invasión hasta que él sacó sus dedos repentinamente.
Extendió una mano hasta el lavabo sobre el que estaba apoyada y sacó una caja de condones de una cesta que había en un mueblecito junto al lavabo. Vi cómo liberaba un condón y tiraba el envoltorio a un lado. Permanecer inmóvil mientras se ponía el látex me costó más trabajo de lo que nunca hubiera creído posible. Se presionó contra mi espalda hasta que estuve inclinada en la posición que quería. Mantuve la mirada en su rostro, embelesada con su visión.
Aquel hombre se había convertido en el centro de mi mundo, y cuando me penetró, no pude imaginar un momento en mi futuro sin él. Un cálido e intento placer me recorrió cuando empezó a embestirme con fuerza. Verlo introducirse en mi cuerpo una y otra vez era tan excitante como la actividad misma.
Alzó los ojos y miró el espejo. De repente, se apartó de mí y me dio la vuelta. Pasé los brazos alrededor de su cuello mientras me levantaba del suelo y me colocaba sobre el mueble junto al lavabo.
Joe agarró mis caderas y se introdujo de nuevo en mí. Levanté las piernas y rodeé su cintura con ellas. Nuestros ojos se encontraron cuando empezamos a movernos el uno contra el otro. El resbaladizo y dulce dolor de su pe--ne llenándome e invadiéndome me quitaba la respiración en cada embestida. Me eché hacia atrás, en sus brazos, mientras él deslizaba una mano entre nosotros e introducía dos dedos entre mis labios para jugar con mi clítoris.
-Joder -Me moví contra sus dedos y su miembro con ansiedad y deseo. Me corrí con una violenta ráfaga de sensaciones, y las lágrimas corrieron por mis mejillas.
-Sí -Enterró su rostro en mi cuello y me bajó del mueblecito. -Vamos.
Caminó hasta la cama y se sentó. Me subí sobre él mientras sus manos se deslizaban por mi espalda y cogían mi culo. Me moví arriba y abajo sobre él, como parecía desear. Joe gimió suavemente contra mi cuello, y me estremecí ante el poder de aquel momento. Hice que se tumbara y comencé a moverme más rápido.
-___(tn)... -El placer y la frustración estaban enlazados a su voz mientras decía mi nombre.
-¿Te gusta?
-Sí-Agarró mis caderas y me instó a que siguiera. -Esto es genial, cariño.
Quería hacer que se corriera. Joe continuó embistiéndome, elevándonos a ambos del colchón
totalmente una y otra vez. Colocó dos dedos entre nosotros, entre los húmedos labios de mi vagina;
y comenzó a presionar mi clítoris.
-Joe -Me estremecí contra sus dedos y me eché hacia atrás, sobre sus caderas. -Esto es
demasiado.
En un movimiento que me dejó jadeando, nos giró y se introdujo más profundamente en mi interior.
-Sí-Arrastré mis uñas sobre su espalda y supliqué más, -Fóllame.
-Eres perfecta -jadeó contra mi cuello y me embistió profundamente mientras se corría.
3/6
Se sentó y pasó sus dedos por mi cabello húmedo.
-Quédate conmigo. Quiero despertarme contigo.
-Vale -¿Realmente había sido tan fácil?
Nos quedamos en silencio un momento, y entonces se levantó.
-¿Una ducha?
-Sí.
Busqué en el interior de mi bolso y saqué un cepillo. Miré de nuevo la cama y me incliné en el lavabo. Solo con mirarlo se me hacía la boca agua. Se dio la vuelta y me miró. Debía tener aspecto de estar muy hambrienta, porque me sonrió dulcemente, y se sentó.
Me pasé el cepillo por el pelo y vi cómo dejaba la cama,
-¿Estás utilizándome como juguete sexual, _____(tn)?
-Seguramente. ¿Qué te parece?
Se acercó a mí, y sus ojos se movieron desde mis hombros a mis pechos.
-Están entrándome ganas, ____(tn).
-¿De qué?
-De ser posesivo. Quizá un poco rudo -Pasó sus dedos suavemente por mi mandíbula. -¿Estás lista para ese tipo de juegos?
-Confío en ti -murmuré. -Nunca te confundiría con él.
-Me alegra oír eso. Date la vuelta.
Me giré y miré el espejo. Sin moverme, vi cómo sus manos se movían sobre mis hombros, bajando por mis brazos. Me apretó contra su pecho mientras sus dedos recorrían mi torso, y subían para poder coger mis pechos. Sus largos y suaves dedos pellizcaron mis pezones, y los retorcieron suavemente mientras yo arqueaba mi espalda.
Me moví contra su miembro, que estaba endureciéndose rápidamente.
-Joe.
Me miró, en el espejo, y hundió sus dientes un momento en el hueco en el que se encontraban mi hombro y mi cuello.
-Déjame poseerte.
-Sí -jadeé, y dejé que mi cabeza cayera hacia atrás contra su hombro.
-Mírame -susurró, y me presionó contra él mientras una de sus manos se deslizaba hacia abajo para cubrir mi se---xo.
Sus dedos se hundieron en mi monte de Venus, y acariciaron mi clítoris.
-Joe...
-Mírame___(tn).
Abrí los ojos y lo observé en el espejo. Sus manos se movieron sobre mí, su cuerpo se movió contra el mío, y su polla se presionó contra mi culo y se deslizó entre mis muslos.
Coloqué las manos en el lavabo frente a mí, y me incliné hacia delante. Joe murmuró su aprobación y siguió acariciando mi clítoris. Me estremecí y cerré los ojos un momento ante aquel agudo placer.
-No cierres los ojos.
-Esto es demasiado -Me mordí el labio inferior y gemí cuando sus dedos abandonaron mi clítoris. -Cariño...
-Te daré lo que necesitas -Besó mi cuello suavemente, y después me apartó un poco del lavabo para que pudiera inclinarme más.
-La cama...
Se rió.
-Más tarde.
Enrojecí y tragué saliva.
-Vale.
Miré su rostro en el espejo, y vi su determinación y su necesidad. Era duro ignorar su excitación. Cada movimiento que hacía provocaba que su duro miembro rozara mis muslos. Separé las piernas más y gemí cuando deslizó una mano entre ellas para jugar de nuevo con mi se--xo. Deslizó dos dedos en mi interior, y me moví hacia atrás contra la invasión hasta que él sacó sus dedos repentinamente.
Extendió una mano hasta el lavabo sobre el que estaba apoyada y sacó una caja de condones de una cesta que había en un mueblecito junto al lavabo. Vi cómo liberaba un condón y tiraba el envoltorio a un lado. Permanecer inmóvil mientras se ponía el látex me costó más trabajo de lo que nunca hubiera creído posible. Se presionó contra mi espalda hasta que estuve inclinada en la posición que quería. Mantuve la mirada en su rostro, embelesada con su visión.
Aquel hombre se había convertido en el centro de mi mundo, y cuando me penetró, no pude imaginar un momento en mi futuro sin él. Un cálido e intento placer me recorrió cuando empezó a embestirme con fuerza. Verlo introducirse en mi cuerpo una y otra vez era tan excitante como la actividad misma.
Alzó los ojos y miró el espejo. De repente, se apartó de mí y me dio la vuelta. Pasé los brazos alrededor de su cuello mientras me levantaba del suelo y me colocaba sobre el mueble junto al lavabo.
Joe agarró mis caderas y se introdujo de nuevo en mí. Levanté las piernas y rodeé su cintura con ellas. Nuestros ojos se encontraron cuando empezamos a movernos el uno contra el otro. El resbaladizo y dulce dolor de su pe--ne llenándome e invadiéndome me quitaba la respiración en cada embestida. Me eché hacia atrás, en sus brazos, mientras él deslizaba una mano entre nosotros e introducía dos dedos entre mis labios para jugar con mi clítoris.
-Joder -Me moví contra sus dedos y su miembro con ansiedad y deseo. Me corrí con una violenta ráfaga de sensaciones, y las lágrimas corrieron por mis mejillas.
-Sí -Enterró su rostro en mi cuello y me bajó del mueblecito. -Vamos.
Caminó hasta la cama y se sentó. Me subí sobre él mientras sus manos se deslizaban por mi espalda y cogían mi culo. Me moví arriba y abajo sobre él, como parecía desear. Joe gimió suavemente contra mi cuello, y me estremecí ante el poder de aquel momento. Hice que se tumbara y comencé a moverme más rápido.
-___(tn)... -El placer y la frustración estaban enlazados a su voz mientras decía mi nombre.
-¿Te gusta?
-Sí-Agarró mis caderas y me instó a que siguiera. -Esto es genial, cariño.
Quería hacer que se corriera. Joe continuó embistiéndome, elevándonos a ambos del colchón
totalmente una y otra vez. Colocó dos dedos entre nosotros, entre los húmedos labios de mi vagina;
y comenzó a presionar mi clítoris.
-Joe -Me estremecí contra sus dedos y me eché hacia atrás, sobre sus caderas. -Esto es
demasiado.
En un movimiento que me dejó jadeando, nos giró y se introdujo más profundamente en mi interior.
-Sí-Arrastré mis uñas sobre su espalda y supliqué más, -Fóllame.
-Eres perfecta -jadeó contra mi cuello y me embistió profundamente mientras se corría.
3/6
Nani Jonas
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Capitulo 26
Había comenzado una relación sexual con un hombre al que apenas conocía, y no sentía ni una pizca de culpa o remordimiento. De hecho, mientras entraba en la galería, resplandeciente, no pude siquiera fingir que me arrepentía. Estaba tan complacida conmigo misma que necesitaba decirle a todo el mundo que había estado follando con Joseph Jonas. Demi saltó de su escritorio justo cuando terminé de subir las escaleras, y me siguió hasta mi despacho.
Cerró la puerta y se apoyó en ella.
-___(tn), has echado un polvo.
Me reí ante la sorpresa reflejada en su rostro, y me senté.
-Ha sido un fin de semana muy productivo.
-No había visto a una mujer con ese aspecto de satisfacción desde que le regalé a mi madre un kilo de bombones Godiva por el día de la madre.
Fruncí el ceño, momentáneamente distraída.
-¿Le regalaste a tu madre un kilo de Godiva para el día de la madre? A mí sólo me diste cinco bombones por el día de la mujer trabajadora.
Demi se encogió de hombros.
-Ella me trajo al mundo. Tú solo firmas mis nóminas.
Me reí y asentí.
-Vale, está bien que tengas claras tus prioridades. -Abrí la agenda y miré el orden del día. Al ver la reunión que tenía concertada para la tarde fruncí el ceño. -Demi, ¿qué es esto de las tres?
-Dos caballeros del Met de Nueva York van a reunirse contigo y con el señor Storey.
-¿Para qué demonios? -pregunté.
Demi se quedó inmóvil, supongo que por la dureza de mi tono. No había podido evitarlo.
Se aclaró la garganta.
-Quieren traer una de sus exposiciones a L.A Ya hablamos de eso el mes pasado, ___(tn).
-Sí, y se suponía que solo iba a venir Edward.
-Decidió traer a un colega con él. Yo lo único que hice fue añadirlo a tu agenda. No pensé que fuera para tanto. El señor Morrison dijo que estaba deseando verte de nuevo, y que sabía que te gustaría que trajera al señor Efron con él. Que erais buenos amigos cuando estuviste trabajando allí -Se detuvo, y yo la miré. Estaba mirándome fijamente. -Estás pálida, ___(tn). ¿Qué pasa?
Cerré los ojos, y giré la silla para evitar dar al resto de la zona de trabajo un espectáculo. Estaba temblando. Mi vientre se había tensado tan rápido que estaba empezando a sentir retortijones. De mis ojos manaron lágrimas de frustración. Estaba furiosa por no poder controlarme. El silencio de Demi no era una bendición. No podía decirle lo que sentía en aquel momento.
-___(tn), ¿qué he hecho? -me preguntó Demi en voz baja.
¿Cómo podía decirle que había invitado a una serpiente a mi jardín? No pude. Negué con la cabeza.
-Nada. Lo que pasa es que no aprecio a Zac Efron.
-Es demasiado tarde para decirle al señor Morrison que venga solo.
-Lo sé -Parpadeé rápidamente para evitar las lágrimas. -Cuando me mude al despacho de Justin pondré persianas aquí y allí.
-Me parece una buena idea -susurró Demi.
-Esto no puede estar pasando -dije, finalmente.
-Lo siento mucho -Demi se acercó a mí para poder ver mi rostro. Por su expresión, supe que todo lo que sentía estaba reflejado en mi cara.
-Asistiremos a la reunión, pero bajo ninguna circunstancia debes dejarme a solas con Zac Efron -No podía ser cobarde, pero no iba a darle la oportunidad de hacerme daño otra vez.
-Entiendo.
La miré, vi su mirada, y me di cuenta de que lo entendía.
-Me gustaría quedarme sola un momento. ¿Podrías llamar a la doctora Price y preguntarle si puede darme una cita para esta mañana?
Sentada en mi escritorio, intenté organizar mis pensamientos sobre la reunión que se avecinaba. No había pensado realmente en ella desde que la dispuse. Consideraba a Edward Morrison como un amigo querido, y había pensado en la reunión como algo desenfadado y sin una planificación previa. Había hablado con él para traer la exposición que había preparado para su museo a L.A, como evento breve y exclusivo. No se me ocurrió que Zac podría encontrar un modo de acompañar a Edward. Debería haberlo hecho, y me sentía idiota por haber cometido aquel error.
Cuando la secretaria de Lesley cerró la puerta a mi espalda, me senté en el reclinable y apreté mi bolso contra mi pecho. Era como si hubiera ocurrido el día anterior. Como si nunca me hubiera marchado de Nueva York. Inhalé profundamente y cerré los ojos, Zac Efron se había apoderado de mi mundo, solo con venir a Boston. Lo odiaba por ello. En realidad, lo odiaba por un montón de razones, pero por el momento lo odiaba por poder venir a L.A
-Normalmente te dejo sentarte ahí hasta que estás lista para hablar.
Abrí los ojos y la miré. Parecía preocupada, lo que me sorprendió. Lesley Price había sido muy buena escondiendo su expresión, hasta ahora. Incluso cuando los detalles de mi violación aparecieron, se quedó sentada en la silla sin mostrar ninguna emoción en su rostro.
-Zac Efron va a venir a la galería, y a mi despacho, dentro de dos horas y media -Odiaba incluso decirlo. Pero más que eso, odiaba el modo en que el miedo saturaba mi voz.
-Pensaba que ya había superado esto pero, cuando me di cuenta de que había sido añadido a la
reunión, se me revolvieron las tripas. Estoy destrozada.
-No es raro que una mujer siga temiendo la presencia del hombre que abusó de ella incluso años
después del suceso. Tienes todo el derecho a esperar que él no aparezca en tu mundo.
Desafortunadamente, como elegiste no presentar cargos contra él, esa esperanza es un poco más
difícil de hacer realidad. ¿Aún te sigue llamando? -Presionó los labios formando una delgada
línea, como si quisiera decir algo más.
-Sí -asentí. -He estado recibiendo llamadas perdidas. No estoy segura de que sean suyas. Sin
embargo, el muy bastardo me llamó a mi teléfono móvil para charlar un poco. Me pidió que me
encontrara con él. Me negué y le colgué.
-Has dicho que te sientes destrozada -Me recordó Lesley con voz suave.
-Como me sentí aquella noche cuando estaba en el suelo de mi oficina, donde él me dejó. No
podía levantarme, no podía pedir ayuda -Presioné los dedos con fuerza contra mis labios para
evitar que temblaran. No podía hacer nada excepto quedarme allí tirada, como él me bahía dejado.
-Pero no le quedaste allí. Te levantaste ___(tn). Te levantaste, y te has construido una vida
aquí en L.A, que te hace feliz.
-Sí.
-Zac Efron no puede quitarte eso. Puede intentarlo. Es posible que vea tu éxito aquí como una
ofensa. Fuiste lo suficientemente fuerte como para superar lo que te hizo, y eso podría hacer que
se enfureciese.
-No me importa lo que él piense -Intenté relajarme y, lentamente, puse mi bolso en el suelo
junto al sillón. -No puede importarme.
-Te guste o no, ____(tn), ese hombre ha dejado huella en tu mente. El hecho es que quizá no haya
un día en el que no pienses en él. Apartarlo, a él y a sus acciones, al desván de tu mente, no
es sano.
-A mí me funciona -Fruncí el ceño. -No. Eso es mentira. No me funciona, joder -Me crucé
de brazos y la miré. -Llevo viniendo a la terapia casi un año. Debería ser capaz de afrontar
esto.
-He sido cristiana durante toda mi vida, y puedo decirte con toda seguridad que no estoy preparada
para el fin del mundo.
-¿Eso qué significa? -pregunté, frunciendo el ceño.
-Significa, ____(tn), que puedes prepararte para algo durante toda tu vida, y que aun así puede
cogerte por sorpresa. La vida no es predecible, e intentar controlarla solo puede conducirte a la
locura.
-Y debería tomar cada día como venga -Ella me había dicho eso un par de veces. No era un
consejo que hubiera llevado a cabo nunca. -Anoche me acosté con Joseph Jonas.
-Bien -Se echó hacia atrás en su silla, y me observó. -¿Te arrepientes, o has sentido
miedo?
-No, para nada. Me siento muy cómoda y segura con él. Me relajé un poco, aliviada porque
hubiera aceptado mi súbito cambio de tema.
-¿Crees que te has precipitado?
-Me gustaría decir que sí, porque parece que sería lo apropiado -Me encogí de hombros,
suspiré, y después chasqueé la lengua.
-Es como cuando era niña y hacía algo malo que realmente me había divertido, y mi madre me
obligaba a disculparme. Lo hacía, pero nunca lo sentía.
-¿Pensar en él te ayuda?
-Sí-asentí.
-Pero no aleja totalmente a Zac de tu mente.
-No. No estoy segura de lo que voy a hacer hoy. Quiero gritarle y golpearle hasta que se sienta
tan mal como yo. ¿Qué voy a hacer?
Lesley se levantó de su escritorio y caminó hasta detenerse frente a mí. Se apoyó en su
escritorio y se quedó en silencio un momento.
-No aceptes bajo ninguna circunstancia encontrarte con ese hombre si no es por cuestiones profesionales. Deja claro que considerarás cualquier contacto por su parte como acoso, y estate preparada para involucrar a la policía si no te hace caso. Incluso sin una acusación por violación, las leyes contra el acoso te protegerán en ese sentido. Sé fuerte, sé firme, y no le des la posibilidad de acercarse a ti. »Es fácil decirlo, supongo, pero un hombre como Zac Efron disfruta con el poder. Quiere que tengas miedo, y necesita creer que en Nueva York te dejó destrozada. Cuando se dé cuenta de que no eres una temblorosa y devastada víctima, podría convertirse en una amenaza grave. No lo subestimes, y mantente siempre en lugares donde puedas pedir ayuda si la necesitas.
4/6
Había comenzado una relación sexual con un hombre al que apenas conocía, y no sentía ni una pizca de culpa o remordimiento. De hecho, mientras entraba en la galería, resplandeciente, no pude siquiera fingir que me arrepentía. Estaba tan complacida conmigo misma que necesitaba decirle a todo el mundo que había estado follando con Joseph Jonas. Demi saltó de su escritorio justo cuando terminé de subir las escaleras, y me siguió hasta mi despacho.
Cerró la puerta y se apoyó en ella.
-___(tn), has echado un polvo.
Me reí ante la sorpresa reflejada en su rostro, y me senté.
-Ha sido un fin de semana muy productivo.
-No había visto a una mujer con ese aspecto de satisfacción desde que le regalé a mi madre un kilo de bombones Godiva por el día de la madre.
Fruncí el ceño, momentáneamente distraída.
-¿Le regalaste a tu madre un kilo de Godiva para el día de la madre? A mí sólo me diste cinco bombones por el día de la mujer trabajadora.
Demi se encogió de hombros.
-Ella me trajo al mundo. Tú solo firmas mis nóminas.
Me reí y asentí.
-Vale, está bien que tengas claras tus prioridades. -Abrí la agenda y miré el orden del día. Al ver la reunión que tenía concertada para la tarde fruncí el ceño. -Demi, ¿qué es esto de las tres?
-Dos caballeros del Met de Nueva York van a reunirse contigo y con el señor Storey.
-¿Para qué demonios? -pregunté.
Demi se quedó inmóvil, supongo que por la dureza de mi tono. No había podido evitarlo.
Se aclaró la garganta.
-Quieren traer una de sus exposiciones a L.A Ya hablamos de eso el mes pasado, ___(tn).
-Sí, y se suponía que solo iba a venir Edward.
-Decidió traer a un colega con él. Yo lo único que hice fue añadirlo a tu agenda. No pensé que fuera para tanto. El señor Morrison dijo que estaba deseando verte de nuevo, y que sabía que te gustaría que trajera al señor Efron con él. Que erais buenos amigos cuando estuviste trabajando allí -Se detuvo, y yo la miré. Estaba mirándome fijamente. -Estás pálida, ___(tn). ¿Qué pasa?
Cerré los ojos, y giré la silla para evitar dar al resto de la zona de trabajo un espectáculo. Estaba temblando. Mi vientre se había tensado tan rápido que estaba empezando a sentir retortijones. De mis ojos manaron lágrimas de frustración. Estaba furiosa por no poder controlarme. El silencio de Demi no era una bendición. No podía decirle lo que sentía en aquel momento.
-___(tn), ¿qué he hecho? -me preguntó Demi en voz baja.
¿Cómo podía decirle que había invitado a una serpiente a mi jardín? No pude. Negué con la cabeza.
-Nada. Lo que pasa es que no aprecio a Zac Efron.
-Es demasiado tarde para decirle al señor Morrison que venga solo.
-Lo sé -Parpadeé rápidamente para evitar las lágrimas. -Cuando me mude al despacho de Justin pondré persianas aquí y allí.
-Me parece una buena idea -susurró Demi.
-Esto no puede estar pasando -dije, finalmente.
-Lo siento mucho -Demi se acercó a mí para poder ver mi rostro. Por su expresión, supe que todo lo que sentía estaba reflejado en mi cara.
-Asistiremos a la reunión, pero bajo ninguna circunstancia debes dejarme a solas con Zac Efron -No podía ser cobarde, pero no iba a darle la oportunidad de hacerme daño otra vez.
-Entiendo.
La miré, vi su mirada, y me di cuenta de que lo entendía.
-Me gustaría quedarme sola un momento. ¿Podrías llamar a la doctora Price y preguntarle si puede darme una cita para esta mañana?
Sentada en mi escritorio, intenté organizar mis pensamientos sobre la reunión que se avecinaba. No había pensado realmente en ella desde que la dispuse. Consideraba a Edward Morrison como un amigo querido, y había pensado en la reunión como algo desenfadado y sin una planificación previa. Había hablado con él para traer la exposición que había preparado para su museo a L.A, como evento breve y exclusivo. No se me ocurrió que Zac podría encontrar un modo de acompañar a Edward. Debería haberlo hecho, y me sentía idiota por haber cometido aquel error.
Cuando la secretaria de Lesley cerró la puerta a mi espalda, me senté en el reclinable y apreté mi bolso contra mi pecho. Era como si hubiera ocurrido el día anterior. Como si nunca me hubiera marchado de Nueva York. Inhalé profundamente y cerré los ojos, Zac Efron se había apoderado de mi mundo, solo con venir a Boston. Lo odiaba por ello. En realidad, lo odiaba por un montón de razones, pero por el momento lo odiaba por poder venir a L.A
-Normalmente te dejo sentarte ahí hasta que estás lista para hablar.
Abrí los ojos y la miré. Parecía preocupada, lo que me sorprendió. Lesley Price había sido muy buena escondiendo su expresión, hasta ahora. Incluso cuando los detalles de mi violación aparecieron, se quedó sentada en la silla sin mostrar ninguna emoción en su rostro.
-Zac Efron va a venir a la galería, y a mi despacho, dentro de dos horas y media -Odiaba incluso decirlo. Pero más que eso, odiaba el modo en que el miedo saturaba mi voz.
-Pensaba que ya había superado esto pero, cuando me di cuenta de que había sido añadido a la
reunión, se me revolvieron las tripas. Estoy destrozada.
-No es raro que una mujer siga temiendo la presencia del hombre que abusó de ella incluso años
después del suceso. Tienes todo el derecho a esperar que él no aparezca en tu mundo.
Desafortunadamente, como elegiste no presentar cargos contra él, esa esperanza es un poco más
difícil de hacer realidad. ¿Aún te sigue llamando? -Presionó los labios formando una delgada
línea, como si quisiera decir algo más.
-Sí -asentí. -He estado recibiendo llamadas perdidas. No estoy segura de que sean suyas. Sin
embargo, el muy bastardo me llamó a mi teléfono móvil para charlar un poco. Me pidió que me
encontrara con él. Me negué y le colgué.
-Has dicho que te sientes destrozada -Me recordó Lesley con voz suave.
-Como me sentí aquella noche cuando estaba en el suelo de mi oficina, donde él me dejó. No
podía levantarme, no podía pedir ayuda -Presioné los dedos con fuerza contra mis labios para
evitar que temblaran. No podía hacer nada excepto quedarme allí tirada, como él me bahía dejado.
-Pero no le quedaste allí. Te levantaste ___(tn). Te levantaste, y te has construido una vida
aquí en L.A, que te hace feliz.
-Sí.
-Zac Efron no puede quitarte eso. Puede intentarlo. Es posible que vea tu éxito aquí como una
ofensa. Fuiste lo suficientemente fuerte como para superar lo que te hizo, y eso podría hacer que
se enfureciese.
-No me importa lo que él piense -Intenté relajarme y, lentamente, puse mi bolso en el suelo
junto al sillón. -No puede importarme.
-Te guste o no, ____(tn), ese hombre ha dejado huella en tu mente. El hecho es que quizá no haya
un día en el que no pienses en él. Apartarlo, a él y a sus acciones, al desván de tu mente, no
es sano.
-A mí me funciona -Fruncí el ceño. -No. Eso es mentira. No me funciona, joder -Me crucé
de brazos y la miré. -Llevo viniendo a la terapia casi un año. Debería ser capaz de afrontar
esto.
-He sido cristiana durante toda mi vida, y puedo decirte con toda seguridad que no estoy preparada
para el fin del mundo.
-¿Eso qué significa? -pregunté, frunciendo el ceño.
-Significa, ____(tn), que puedes prepararte para algo durante toda tu vida, y que aun así puede
cogerte por sorpresa. La vida no es predecible, e intentar controlarla solo puede conducirte a la
locura.
-Y debería tomar cada día como venga -Ella me había dicho eso un par de veces. No era un
consejo que hubiera llevado a cabo nunca. -Anoche me acosté con Joseph Jonas.
-Bien -Se echó hacia atrás en su silla, y me observó. -¿Te arrepientes, o has sentido
miedo?
-No, para nada. Me siento muy cómoda y segura con él. Me relajé un poco, aliviada porque
hubiera aceptado mi súbito cambio de tema.
-¿Crees que te has precipitado?
-Me gustaría decir que sí, porque parece que sería lo apropiado -Me encogí de hombros,
suspiré, y después chasqueé la lengua.
-Es como cuando era niña y hacía algo malo que realmente me había divertido, y mi madre me
obligaba a disculparme. Lo hacía, pero nunca lo sentía.
-¿Pensar en él te ayuda?
-Sí-asentí.
-Pero no aleja totalmente a Zac de tu mente.
-No. No estoy segura de lo que voy a hacer hoy. Quiero gritarle y golpearle hasta que se sienta
tan mal como yo. ¿Qué voy a hacer?
Lesley se levantó de su escritorio y caminó hasta detenerse frente a mí. Se apoyó en su
escritorio y se quedó en silencio un momento.
-No aceptes bajo ninguna circunstancia encontrarte con ese hombre si no es por cuestiones profesionales. Deja claro que considerarás cualquier contacto por su parte como acoso, y estate preparada para involucrar a la policía si no te hace caso. Incluso sin una acusación por violación, las leyes contra el acoso te protegerán en ese sentido. Sé fuerte, sé firme, y no le des la posibilidad de acercarse a ti. »Es fácil decirlo, supongo, pero un hombre como Zac Efron disfruta con el poder. Quiere que tengas miedo, y necesita creer que en Nueva York te dejó destrozada. Cuando se dé cuenta de que no eres una temblorosa y devastada víctima, podría convertirse en una amenaza grave. No lo subestimes, y mantente siempre en lugares donde puedas pedir ayuda si la necesitas.
4/6
Nani Jonas
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
awww :) si yo quiero maraton :P lo vas a seguir di que si
aranzhitha
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Capitulo 27
»Es fácil decirlo, supongo, pero un hombre como Zac Efron disfruta con el poder. Quiere que tengas miedo, y necesita creer que en Nueva York te dejó destrozada. Cuando se dé cuenta de que no eres una temblorosa y devastada víctima, podría convertirse en una amenaza grave. No lo subestimes, y mantente siempre en lugares donde puedas pedir ayuda si la necesitas.
Asentí y suspiré.
-Ser fuerte, no dejarme engañar, y llamar a la policía si no lo capta.
Lesley se rió.
-Sí, básicamente.
-¿Y si no puedo? Cuando me violó no pude llamar a la policía.
-Podrás. No tiene influencia en tu vida, no puede controlarte. Zac Efron no es nada. Es solo un hombre despreciable que necesita hacer daño a las mujeres para sentirse superior.
Cuando crucé la puerta, Demi estaba en su escritorio. Una mirada a mi despacho me dijo por qué parecía tan abatida. Habían llegado temprano. Me acerqué al escritorio de Demi y recogí mis mensajes.
-Lo siento muchísimo, ____(tn).
La culpa que llevaba escrita en el rostro me hizo sentirme pequeña y furiosa. Nunca había querido disgustarla. Su amistad era más importante para mí de lo que estaba dispuesta a admitir.
-No te preocupes, Demi. ¿Les has ofrecido café?
-Sí, y ambos lo han rehusado. La sala de reuniones estará lista en un par de minutos, Si quieres, podemos empezar la reunión antes.
Miré mi reloj y levanté una ceja.
-No me había dado cuenta de que había tardado tanto. Avísame cuando Justin esté listo y la sala de reuniones esté preparada. Recuérdamelo, ¿qué les habíamos ofrecido para la colección?
-La sala central, segunda planta.
Edward se reunió conmigo en la puerta de mi despacho, con las manos extendidas y una verdadera sonrisa de afecto. Lo había echado de menos. Era uno de los mejores hombres que había conocido nunca. Adoraba a su mujer y a sus hijos como si fueran lo único que importara en el mundo. Me gustaba eso de él; su lealtad y su devoción eran entrañables. Acepté su abrazo y miré brevemente a Zac, que también se había levantado.
-Zac.
-___(tn) -Odiaba mi nombre en sus labios, y quise darle un puñetazo en la cara para que nunca pudiera decirlo de nuevo.
Caminé hasta mi escritorio y tomé asiento. Dejé caer mi bolso en el cajón junto a mí, y dirigí mi mirada a Edward.
-Mi ayudante está preparando nuestra sala de reuniones. En cuanto el señor Bieber esté disponible, podremos comenzar.
Edward sonrió.
-¿Ves, Zac? Te dije que nuestra ___(tn) lo tendría todo bajo control.
Miré a Zac y lo encontré mirándome. Su expresión era una mezcla de confusión y rabia.
-Zac siempre me ha subestimado -Miré a Demi, que asintió. -Podemos pasar a la sala de reuniones. Edward, estoy segura de que la sala que hemos preparado te parecerá ideal para la exposición impresionista. Sin embargo, me sorprende que vayas a permitir que viaje.
-No puedo quedarme con todas las cosas hermosas a la vez -Edward sonrió. -No sería justo.
-Tengo algunas piezas de exposiciones que ya hemos hecho antes en el área central. Eso te dará una idea de lo que podemos hacer -Entré en la sala de reuniones por delante de ellos, pero esperé hasta que ambos hubieron escogido sus sillas antes de sentarme a un par de asientos de Demi.
Tenía un aspecto profesional, pero estaba tan tensa que me sorprendía que su piel no se estuviera rasgando. Me arrepentía de haber permitido que viera mi ansiedad. Justin entró apresuradamente y llenó el silencio con su charla sin sentido, y entonces comencé la exposición de diapositivas. No tenía ni idea de qué decir, y ni siquiera sabía si la presentación iba bien. Cada vez que miraba a Zac se me revolvían las entrañas. Para cuando me senté y Zac encendió las luces de nuevo, me sentía como si acabara de correr una maraton
Cuando terminé la presentación, abandoné la sala de reuniones y dejé los detalles a Justin y Demi, No podía quedarme ni un minuto más. Ya en mi oficina, encendí la radio, me senté en mi escritorio y miré la pared frente a mí. Llevaba mirando el muro durante casi veinte minutos cuando se abrió la puerta de mi despacho. Levanté la mirada para hablar a Demi, pero no era ella.
-¿Qué quieres,Zac? -le pregunté, con incredulidad.
-Había pensado que podríamos cenar juntos -Zac se apoyó contra el marco de la puerta como si no tuviera una sola preocupación en el mundo.
Me sentía como un personaje de dibujos animados, con la boca abierta de par en par por la sorpresa. La cerré tan fuerte que mis dientes entrechocaron. Agarré con fuerza los reposabrazos de mi silla.
-¿Es que se te ha ido la puta cabeza?
-Antes éramos amigos.
-Eso pensaba, pero entonces me violaste. Has sido una presencia maligna en mi vida, pero tengo la suerte de haberte sobrevivido. Ahora no significas nada para mí.
El silencio cayó como una roca entre nosotros.
Zac era uno de esos hombres que nunca aceptaba la responsabilidad de sus actos, y una parte de mí
se arrepentía profundamente de no haber hecho que pagara por lo que me había hecho. Cerró la
puerta de mi despacho y caminó frente a ella como si estuviera pensando algo. No podía imaginarme
que tuviera algo que decir que pudiera hacerme pensar aún peor de él, pero nunca fui buena
juzgándolo.
-Fue un error.
-¿Un error? -pregunté, casi abrumada por la afirmación. -La violación es un crimen, no un
error. Sal de mi oficina.
-____(tn), podemos arreglar esto entre nosotros.
-Cada vez que te miro puedo escucharme suplicándote que pares -Contuve el aliento. -Y no lo
hiciste. Me violaste, y nada de lo que digas podrá cambiar eso.
El musculo de su mandíbula se movió mientras me miraba.
-Te estoy pidiendo perdón.
-Vete.
-___(tn).
-Vete, y no vuelvas nunca más. No eres bienvenido en Holman, ni profesionalmente, ni de ningún
otro modo. Cuando la exposición impresionista llegue aquí este invierno, tú te quedarás en Nueva
York.
-Es mi exposición.
-No me importa -Y era mi exposición. Él la había recibido porque yo me había marchado.
-Edward espera que venga con él para la inauguración.
-Si vienes con él, Zac, le contaré lo que me hiciste. Le contaré la verdadera razón por la que
dejé el museo y Nueva York. ¿Qué impresión crees que se formará de ti después de eso?
Enrojeció de furia.
-Eso destrozaría mi carrera.
-No será menos de lo que te mereces. Tú intentaste destrozar mi alma -Me levanté, no podía
seguir sentada. -Vete -Miré a su espalda, a Demi, que estaba de pie junto a la puerta. -Vete,
o haré que mi ayudante llame a seguridad para que te acompañen a la salida.
Cuando hubo desaparecido de mi vista, fui al cuarto de baño y cerré la puerta. Solo podía
sentirme agradecida porque el idiota que había diseñado nuestro espacio de trabajo no hubiera
hecho las paredes del baño también de cristal. Bajé la tapa del váter y me senté. Cuando Demi
apareció, fruncí el ceño.
-No creí que tuviera que soportar que la gente viniera al baño conmigo hasta que tuviera niños.
Demi cerró la puerta, y se apoyó en ella.
-¿Qué te hizo Zac Efron, ____(tn)?
-Esa no es una conversación que una supervisora y una subordinada debieran tener -contesté.
-Bien, entonces cuéntamelo porque soy tu amiga.
La miré, y supe que en realidad no quería saberlo.
-Lo siento, Demi. Esto no es culpa tuya, y siento haberte disgustado.
-¿Estuviste enrollada con él?
-No -Me levanté del váter y fruncí el entrecejo. Era extraño estar en el baño con Demi.
Entonces me reí, golpeada por lo absurdo de la situación.
Demi frunció el ceño mientras abría la puerta. Salí detrás de ella, sabiendo que no iba a darse
por vencida. Se sentó en una silla frente a mi escritorio mientras yo caminaba hasta la ventana. El
aparcamiento estaba casi vacío.
-Deberíamos intentar encontrar un modo de traer a la gente a la galería a la hora del almuerzo.
Demi resopló.
-No a menos que queramos servir algunas tapitas mientras contemplan las obras.
La miré.
-Me obligó a tener sexo con él.
Las palabras quedaron suspendidas en sus labios mientras el color abandonaba rápidamente su rostro.
La rabia y una mirada que solo otra mujer podría comprender invadieron sus ojos. Se levantó y se
metió las manos en los bolsillos. Me pareció joven y vulnerable. Demi solo tenía dos años menos
que yo, pero me sentía mucho más mayor que ella. Se aclaró la garganta, y agitó la cabeza.
-Está bien, Demi. Nadie sabe qué decir después de una confesión así, y cuando hablan,
inevitablemente meten tanto la pata que generalmente solo consiguen sentirse peor. Yo estoy bien.
-Me aseguraré de que seguridad comprenda que ese tipo no debe volver a entrar en este edificio
-Caminó hacia la puerta.
-¿Qué vas a decirles?
-Que me cogió el culo -Demi sonrió, pero sus ojos permanecieron oscuros y furiosos. -El
señor Wilkes no puede soportar a los hombres que no tienen educación. No le dejará traspasar la puerta sin notificármelo antes.
No dije nada más, y Demi se marchó de mi despacho.
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»Es fácil decirlo, supongo, pero un hombre como Zac Efron disfruta con el poder. Quiere que tengas miedo, y necesita creer que en Nueva York te dejó destrozada. Cuando se dé cuenta de que no eres una temblorosa y devastada víctima, podría convertirse en una amenaza grave. No lo subestimes, y mantente siempre en lugares donde puedas pedir ayuda si la necesitas.
Asentí y suspiré.
-Ser fuerte, no dejarme engañar, y llamar a la policía si no lo capta.
Lesley se rió.
-Sí, básicamente.
-¿Y si no puedo? Cuando me violó no pude llamar a la policía.
-Podrás. No tiene influencia en tu vida, no puede controlarte. Zac Efron no es nada. Es solo un hombre despreciable que necesita hacer daño a las mujeres para sentirse superior.
Cuando crucé la puerta, Demi estaba en su escritorio. Una mirada a mi despacho me dijo por qué parecía tan abatida. Habían llegado temprano. Me acerqué al escritorio de Demi y recogí mis mensajes.
-Lo siento muchísimo, ____(tn).
La culpa que llevaba escrita en el rostro me hizo sentirme pequeña y furiosa. Nunca había querido disgustarla. Su amistad era más importante para mí de lo que estaba dispuesta a admitir.
-No te preocupes, Demi. ¿Les has ofrecido café?
-Sí, y ambos lo han rehusado. La sala de reuniones estará lista en un par de minutos, Si quieres, podemos empezar la reunión antes.
Miré mi reloj y levanté una ceja.
-No me había dado cuenta de que había tardado tanto. Avísame cuando Justin esté listo y la sala de reuniones esté preparada. Recuérdamelo, ¿qué les habíamos ofrecido para la colección?
-La sala central, segunda planta.
Edward se reunió conmigo en la puerta de mi despacho, con las manos extendidas y una verdadera sonrisa de afecto. Lo había echado de menos. Era uno de los mejores hombres que había conocido nunca. Adoraba a su mujer y a sus hijos como si fueran lo único que importara en el mundo. Me gustaba eso de él; su lealtad y su devoción eran entrañables. Acepté su abrazo y miré brevemente a Zac, que también se había levantado.
-Zac.
-___(tn) -Odiaba mi nombre en sus labios, y quise darle un puñetazo en la cara para que nunca pudiera decirlo de nuevo.
Caminé hasta mi escritorio y tomé asiento. Dejé caer mi bolso en el cajón junto a mí, y dirigí mi mirada a Edward.
-Mi ayudante está preparando nuestra sala de reuniones. En cuanto el señor Bieber esté disponible, podremos comenzar.
Edward sonrió.
-¿Ves, Zac? Te dije que nuestra ___(tn) lo tendría todo bajo control.
Miré a Zac y lo encontré mirándome. Su expresión era una mezcla de confusión y rabia.
-Zac siempre me ha subestimado -Miré a Demi, que asintió. -Podemos pasar a la sala de reuniones. Edward, estoy segura de que la sala que hemos preparado te parecerá ideal para la exposición impresionista. Sin embargo, me sorprende que vayas a permitir que viaje.
-No puedo quedarme con todas las cosas hermosas a la vez -Edward sonrió. -No sería justo.
-Tengo algunas piezas de exposiciones que ya hemos hecho antes en el área central. Eso te dará una idea de lo que podemos hacer -Entré en la sala de reuniones por delante de ellos, pero esperé hasta que ambos hubieron escogido sus sillas antes de sentarme a un par de asientos de Demi.
Tenía un aspecto profesional, pero estaba tan tensa que me sorprendía que su piel no se estuviera rasgando. Me arrepentía de haber permitido que viera mi ansiedad. Justin entró apresuradamente y llenó el silencio con su charla sin sentido, y entonces comencé la exposición de diapositivas. No tenía ni idea de qué decir, y ni siquiera sabía si la presentación iba bien. Cada vez que miraba a Zac se me revolvían las entrañas. Para cuando me senté y Zac encendió las luces de nuevo, me sentía como si acabara de correr una maraton
Cuando terminé la presentación, abandoné la sala de reuniones y dejé los detalles a Justin y Demi, No podía quedarme ni un minuto más. Ya en mi oficina, encendí la radio, me senté en mi escritorio y miré la pared frente a mí. Llevaba mirando el muro durante casi veinte minutos cuando se abrió la puerta de mi despacho. Levanté la mirada para hablar a Demi, pero no era ella.
-¿Qué quieres,Zac? -le pregunté, con incredulidad.
-Había pensado que podríamos cenar juntos -Zac se apoyó contra el marco de la puerta como si no tuviera una sola preocupación en el mundo.
Me sentía como un personaje de dibujos animados, con la boca abierta de par en par por la sorpresa. La cerré tan fuerte que mis dientes entrechocaron. Agarré con fuerza los reposabrazos de mi silla.
-¿Es que se te ha ido la puta cabeza?
-Antes éramos amigos.
-Eso pensaba, pero entonces me violaste. Has sido una presencia maligna en mi vida, pero tengo la suerte de haberte sobrevivido. Ahora no significas nada para mí.
El silencio cayó como una roca entre nosotros.
Zac era uno de esos hombres que nunca aceptaba la responsabilidad de sus actos, y una parte de mí
se arrepentía profundamente de no haber hecho que pagara por lo que me había hecho. Cerró la
puerta de mi despacho y caminó frente a ella como si estuviera pensando algo. No podía imaginarme
que tuviera algo que decir que pudiera hacerme pensar aún peor de él, pero nunca fui buena
juzgándolo.
-Fue un error.
-¿Un error? -pregunté, casi abrumada por la afirmación. -La violación es un crimen, no un
error. Sal de mi oficina.
-____(tn), podemos arreglar esto entre nosotros.
-Cada vez que te miro puedo escucharme suplicándote que pares -Contuve el aliento. -Y no lo
hiciste. Me violaste, y nada de lo que digas podrá cambiar eso.
El musculo de su mandíbula se movió mientras me miraba.
-Te estoy pidiendo perdón.
-Vete.
-___(tn).
-Vete, y no vuelvas nunca más. No eres bienvenido en Holman, ni profesionalmente, ni de ningún
otro modo. Cuando la exposición impresionista llegue aquí este invierno, tú te quedarás en Nueva
York.
-Es mi exposición.
-No me importa -Y era mi exposición. Él la había recibido porque yo me había marchado.
-Edward espera que venga con él para la inauguración.
-Si vienes con él, Zac, le contaré lo que me hiciste. Le contaré la verdadera razón por la que
dejé el museo y Nueva York. ¿Qué impresión crees que se formará de ti después de eso?
Enrojeció de furia.
-Eso destrozaría mi carrera.
-No será menos de lo que te mereces. Tú intentaste destrozar mi alma -Me levanté, no podía
seguir sentada. -Vete -Miré a su espalda, a Demi, que estaba de pie junto a la puerta. -Vete,
o haré que mi ayudante llame a seguridad para que te acompañen a la salida.
Cuando hubo desaparecido de mi vista, fui al cuarto de baño y cerré la puerta. Solo podía
sentirme agradecida porque el idiota que había diseñado nuestro espacio de trabajo no hubiera
hecho las paredes del baño también de cristal. Bajé la tapa del váter y me senté. Cuando Demi
apareció, fruncí el ceño.
-No creí que tuviera que soportar que la gente viniera al baño conmigo hasta que tuviera niños.
Demi cerró la puerta, y se apoyó en ella.
-¿Qué te hizo Zac Efron, ____(tn)?
-Esa no es una conversación que una supervisora y una subordinada debieran tener -contesté.
-Bien, entonces cuéntamelo porque soy tu amiga.
La miré, y supe que en realidad no quería saberlo.
-Lo siento, Demi. Esto no es culpa tuya, y siento haberte disgustado.
-¿Estuviste enrollada con él?
-No -Me levanté del váter y fruncí el entrecejo. Era extraño estar en el baño con Demi.
Entonces me reí, golpeada por lo absurdo de la situación.
Demi frunció el ceño mientras abría la puerta. Salí detrás de ella, sabiendo que no iba a darse
por vencida. Se sentó en una silla frente a mi escritorio mientras yo caminaba hasta la ventana. El
aparcamiento estaba casi vacío.
-Deberíamos intentar encontrar un modo de traer a la gente a la galería a la hora del almuerzo.
Demi resopló.
-No a menos que queramos servir algunas tapitas mientras contemplan las obras.
La miré.
-Me obligó a tener sexo con él.
Las palabras quedaron suspendidas en sus labios mientras el color abandonaba rápidamente su rostro.
La rabia y una mirada que solo otra mujer podría comprender invadieron sus ojos. Se levantó y se
metió las manos en los bolsillos. Me pareció joven y vulnerable. Demi solo tenía dos años menos
que yo, pero me sentía mucho más mayor que ella. Se aclaró la garganta, y agitó la cabeza.
-Está bien, Demi. Nadie sabe qué decir después de una confesión así, y cuando hablan,
inevitablemente meten tanto la pata que generalmente solo consiguen sentirse peor. Yo estoy bien.
-Me aseguraré de que seguridad comprenda que ese tipo no debe volver a entrar en este edificio
-Caminó hacia la puerta.
-¿Qué vas a decirles?
-Que me cogió el culo -Demi sonrió, pero sus ojos permanecieron oscuros y furiosos. -El
señor Wilkes no puede soportar a los hombres que no tienen educación. No le dejará traspasar la puerta sin notificármelo antes.
No dije nada más, y Demi se marchó de mi despacho.
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Nani Jonas
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