❆ Seven Sisters❆

Comencé a escuchar ruidos en el pasillo, pasos y gritos por doquier. Despegué la cabeza de la almohada y contemplé el reloj. No era tarde, pero tampoco era temprano. Con un último suspiro, me levanté de la cama. Me puse la bata y las pantuflas mientras estiraba las sábanas. Una tradición de la familia Pierce, además de bajar en pijama a desayunar, era hacer las camas antes de bajar. Cuando comprobé que todo estuviera en perfecto orden, abrí la puerta y bajé hacia el comedor. Caminé hasta dar con la puerta de nuestro living comedor.
Me detuve en el marco para observar a mi familia. Mi padre, sentado en la cabecera con una mano leyendo el periódico y con la otra sosteniendo una taza de café, mi madre entrando y saliendo con platos y jarras.
- Buen día, pequeña – Me saludó mi papá despegando su vista del periódico y regalándome una gran sonrisa.
- Buenos días, papá – Contesté devolviéndole la sonrisa. Me senté en una silla mientras esperaba que apareciera mi mamá con el desayuno.
- ¿Cómo has dormido, querida? – Preguntó mi mamá mientras colocaba enfrente de mí un gran plato de waffles con una pequeña taza de chocolate caliente.
- He dormido como un bebé. – Me acarició el pelo durante un rato y volvió a la cocina.
Agarré los cubiertos y comencé a cortar mi desayuno. Llevé un trozo a mi boca, y lo saboreé durante un rato. Delicioso. Como sólo mi madre sabe hacerlo. Tomé un poco de mi bebida y escuché como la puerta se abría. Brad, mi hermano mayor, pasaba por el marco seguido de Grace, mi otra hermana mayor, y Luke, el menor de nosotros. Cada uno tomó lugar en los asientos sobrantes. Decidí dejar mi desayuno y observarlos, un rato. Brad, siempre vestido con la chaqueta del equipo de fútbol, apuesto e inteligente. Grace, rubia de ojos verdosos, vestida con su rojo atuendo de porrista, hermosa y carismática. Luke traía la chaqueta del equipo, al igual que Brad, también era inteligente y apuesto. Y luego estaba yo, la fea y tímida hermana del medio. Ningún rasgo característico, ningún equipo de atletas, ninguna nota sobresaliente.
Decidí despejar de mi mente esos pensamientos y acabar mi desayuno. Me levanté de la mesa y coloqué los restos de mi desayuno en el tacho de basura. Coloqué el plato y la taza en el fregadero y caminé hacia mi cuarto. Subí las escaleras y corrí hasta mi puerta. Entré y me apoyé fuerte en esta. Sentía cómo mi cuerpo iba cayendo hacia el piso. Patético. Siempre era la misma rutina, mis hermanos me ignoraban y yo me ponía a llorar. Estaba harta. Me levanté mientras llevaba mi mano derecha a mis ojos. Me sequé las lágrimas y me puse frente el espejo.
“Gorda” “Fea” “Estúpida”. Los viles insultos de mi cabeza me hacían llorar a males, estaba gorda y sabía que nadie me quiere por eso. Siempre se burlan de la gorda Margaret. Desearía por un momento ser como Grace, ser siempre perfecta como lo es ella. Ser bonita y popular, pero debía volver a la realidad. Siempre seré la gorda Margaret y nada va a cambiarlo.
Me saqué la bata y miré mi cuerpo una vez más. Me encaminé hacia el baño y cerré la puerta. Me apoyé suavemente en el inodoro y coloqué mis dedos índice y mayor detrás de la garganta. Empecé a sentir las familiares arcadas y luego la bilis subiendo por mi organismo. Un líquido ácido y de un color asqueroso salió por mi boca. Me paré y contemplé mis desechos. Había salido un poco de líquido fuera del retrete, cayendo desparramado en las baldosas blancas del baño.
- Maggie, sal de una vez – Escuchaba la voz de Brad llamándome desde afuera. Agarré un bollo de papel higiénico y comencé a limpiar. Una vez limpio, tiré la cadena y conté unos segundos antes de salir. – Por fin, has estado horas ahí adentro. ¿Qué es lo que estuviste haciendo?
- No exageres, sólo han pasado unos minutos y sólo estaba lavándome los dientes. – Contesté pasando por su lado.S
- Si tú lo dices… - Dijo antes de cerrar la puerta del baño
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- Vamos Maggie, ¡llegaremos tarde! – Me gritaba Grace desde las escaleras. Cogí mi bolso y me apresuré en salir lo más rápido que me dieron las piernas. Saludé a mis padres y corrí hacia la entrada. – Por fin, ¿qué tanto estabas haciendo?
- Ya estoy aquí, podemos irnos. – Dije mientras subía al auto y cerraba la puerta trasera.
- La próxima debes apurarte, no quiero llegar tarde por tu culpa – Protestó Luke, sentado a mi lado.
- Basta, no llegaremos tarde así que silencio – Dijo Brad despegando su vista del frente, para darnos una mirada amenazadora. Siempre me llevé mejor con él, podría decirse que me trata como su hermana pequeña. Claro, cuando no hay nadie.
Se lo agradecí mentalmente y me coloqué mis auriculares. Luego de un rato, llegamos a las puertas del instituto y me bajé antes de que estacionaran. Corrí hasta mi primera clase y me senté en el último banco. Saqué mi nuevo libro y comencé a leer. La misma rutina de siempre, la misma Margaret Lorene Pierce de siempre.