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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
❆ Seven Sisters❆
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Re: ❆ Seven Sisters❆
Paso a decir que Helen no puede subir su capitulo por unos problemitas, por lo que subirá al final de la ronda, es decir que pasa el turno a delph las loveo
Invitado
Invitado
Re: ❆ Seven Sisters❆
Dios. Hace diez millones de años que no paso por el foro y menos por la fan fic. No sé cómo ni cuándo,pero voy a intentar de subir capítulo a pesar de que escribo como el culo y tengo el cerebro seco ^^
Delph.
Re: ❆ Seven Sisters❆
ya empecé a escribir,¡prometo terminarlo mañana y subir porque ahora mismo la puta vida real me impide hacerlo! besos,girlz :3
Delph.
Re: ❆ Seven Sisters❆
Te esperaremos lo que sea necesario cariño te extraño demasiado :c extraño tus largas charlas. oh, y debo decirte algo, lol.
Invitado
Invitado
Re: ❆ Seven Sisters❆
Capítulo 008.
Heidi Pettièrs y Louis Tomlinson.
—Dios, Heid, te ves tan graciosa —dice Manuel, colocando una mano en forma de puño sobre su boca para evitar reír frente a mi rostro como un maniático.
Aprieto los dientes con fuerza y evito mirarlo, porque si no me darán unas ganas terribles de golpearlo en la cara y no podré resistirme. En cambio, miro al suelo, intentando subir la acera con las muletas sin darme un golpe de muerte. Sí, al final el puto auto me paso por arriba y termine con la pierna derecha ridículamente quebrada. Estoy intentando hacer una maniobra que me permita subir de forma correcta hacia la acera cuando el sonido de una bocina me sobresalta y provoca que mi control sobre las maletas desaparezca y me dé un buen golpe contra el suelo. Mi boca se abre en una gran ‘O’ y se me caen algunas lágrimas de la comisura de los ojos. El dolor es insoportable. Pero, vamos, Heidi Pettièrs debe estar acostumbrada al dolor ya…a quién engaño, duele como la puta madre.
— ¡Mierda! —grita mi mejor amigo con voz grave y se agacha para recoger mis restos.
—A-asegúrate de que todo esté bien allí abajo, Manu —consigo decir, señalando mis miembros inferiores.
El murmullo insistente de una multitud me hace levantar los ojos de Manuel, que se encuentra recogiendo mis maletas y ayudando a pararme. Un grupo de chicas chilla con emoción, mientras señala a un bus, que tiene la inscripción del «equipo de fútbol de Steven Royce». ¿Quién diablos es Steven Royce? Una docena de chicos sale por la puerta automática riendo, con equipos de fútbol puestos, pasando la mano por sus cabelleras como si fueran modelos de una publicidad cara de ropa interior ajustada. Un tipo cuarentón sale del bus y los abraza por detrás y todos comienzan a saltar en una ronda como si hubieran ganado un premio por bajarse delante de nuestro instituto. Observo de lejos como el director del colegio sale junto con su secretaria de la puerta principal y camina sonriente hacia el hombre y los otros. La ronda de monitos que salta se abre y uno de los chicos arrastra al director y a su secretaria hacia el centro, haciendo que ellos también salten como monitos con su dosis diaria de banana. Alguien aplaude con entusiasmo: Berenice puta D’onadio. Bueno, no es que la odie, pero el apodo se te pega cuando lo oyes todos los días en el pasillo. Ella se acerca al grupo y abraza a uno de los chicos y le besa con éxtasis. Wuao, Manuel debe estar como loco viendo la escena a mi lado. Siempre amó a Berenice en secreto, a pesar de que no son nada compatibles. Obviamente, la nada increíble Heidi se encargó de hacerle saber a Manuel que él no era el tipo de chico con el que Bere salía. Siempre voy a arrepentirme de eso, aunque nunca pida una maldita disculpa.
—Es hora de entrar a clases —murmura, arrastrándome de un brazo.
Una muleta se me cae y con ella cae mi cuerpo, nuevamente, al piso. Maldición, ¡¿ES QUE ACASO NADA BUENO VA A PASARME HOY?! La idea de disculpas por mi poca delicadeza al decir aquello sobre la pareja que haría Manuel con Berenice desaparece de mi cerebro en un instante, tan rápido como llegó.
—Déjame ayudarte —una mano suave toma la mía y de un tirón, estoy de pie.
Me quedo mirando esos ojos llenos de suspicacia que también me observan. Nunca le vi antes, así que seguro es uno de los muchachos del bus. Uno de los monitos saltarines. Nada bueno puede venir de él, me recuerdo. Gente como él no se relaciona con gente como yo. Deberías tenerlo sabido, me reprocho en mi fuero interno. Pero igualmente no puedo evitar pensar que esa sonrisa de labios carnosos y dientes perfectos es hermosa, y que esas manos suaves y cálidas al tacto se sienten bien sobre mi piel nívea y que sus ojos son tan brillantes que bajaría una estrella para comprobar que ni con ellas se compara. Dios, Heidi, deja de leer los putos y poco originales poemas de tu madre.
—Ya nos vamos —recrimina Manuel y al segundo siguiente estoy dando saltitos con las muletas, intentando no caerme, mientras mi amigo me empuja lejos del chico sexi.
¿Se supone que debo amar a Manuel por hacerme entrar en razón? Pero lo que menos quería en ese momento era alejarme del tacto apacible de esas manos bronceadas…putos poemas.
[…]
El ejercicio del baño resulta bastante complicado cuando tienes un yeso enorme en una de tus piernas. De todas formas, rechazo la ayuda que mi madre me ofrece y entro a nuestro baño con cuidado, tratando de no resbalar sobre el piso húmedo y con una bolsa en la mano, la cual evitará que el yeso se moje. No es agradable para mí que mi madre me vea en ropa interior, peor,lo que más detesto es necesitar la ayuda de alguien. Hace no más de cuatro horas de la salida del instituto y casi media hora desde que regresé de una heladería a tres cuadras de nuestra calle, donde estuve buscando intensamente que alguno de los encargados me consiga una entrevista de trabajo.
Tres días atrás, cuando salí corriendo del restaurante donde trabajaba, el Hot Chili’s, tras que el ruin y miserable de mi jefe se atrevió a tocarme, mi madre se puso furiosa y decidió hacer una denuncia, que terminó con el cierre del restaurante, después de comprobarse que estaba en muy malas condiciones para el trabajo. Karen, mi compañera de trabajo y también víctima de las garras de Marco, el jefe, estaba hecha un mar de lágrimas tras enterarse de que ya no tenía trabajo. Mi madre, Gretel, y yo tuvimos que acompañarla a su casa, donde Gretel le preparó un café bien cargado y le aseguró que le conseguiría un trabajo en la casa de los Patterson como empleada doméstica. La chica se puso tan feliz que comenzó a llorar de nuevo, y luego terminó durmiéndose en mis brazos.
La cosa es que yo quedé en la nada, sin trabajo, sin paga, sin las prendas de ropa que me permito comprar cada dos meses. Entonces tuve que comenzar la ardua labor de buscar trabajo, algo que me permita no depender al cien por cien de mi madre, la insoportable Gretel Pettièrs. Por el momento, nadie se atrevió a emplear a una chica de dieciséis años que vive en un remolque con su madre loca y que, faltaba más, ahora tiene que usar muletas, al menos por una semana. Linda mi suerte.
Suspiro, sentándome sobre la tapa del inodoro para comenzar la tarea de colocar la bolsa sobre toda la extensión de mi pierna que, digamos, corta no es. Consigo pasarla correctamente, pero no alcanza para toda su distensión. ¡¡Me cago en el cerdo y los chanchitos…!! Puta madre, ¿por qué no inventan bolsas más grandes? ¿Es que no existe nadie en el mundo que quiera guardar un piano en una bolsa? Okey, la caída de hoy comienza a afectarme…
— ¡DIABLOS! —maldigo en voz alta, tirando a un lado la puta bolsa.
Escucho unos pasos en el pequeño pasillito que conecta el baño y la única habitación con la «sala». Carajo, ¿es que acaso no puedes estar callada unos minutos, querida Heidi?
—Linda, ¿sucedió algo? —cuestiona mi madre amablemente al otro lado de la puerta, dando un golpecito en ésta.
—Nada, mamá —refunfuño—.Es solo que la maldita bolsa no…
—Cuida tu vocabulario, muchachita —me corta, sonando enfadada por mi «mala educación».
Suspiro nuevamente.
—Es que mi pierna no cabe en esta bolsa, mamá —murmuro, empleando aún el tono mordaz, sin intentar reprimirlo.
— ¿Puedo pasar?
Contesto que sí y me hago a un lado para que pueda abrir la puerta. Gretel luce como una pintora, de esas que pintan como los dioses: con unos palillos chinos que recogen su cabello rubio y un vestido que cubre su figura curvilínea. El pucho no falta en su mano.
—Mamá, te pareces a Frida Kahlo —le sonrío con algo de burla en los ojos.
—No es cierto —dice, acercando el rostro al espejo—.Si me depilé hace menos de una semana…
Me río. Mi madre está chiflada.
—Ya sé, mamá, solo lo digo por tu vestimenta —le explico.
Ella se gira para mirarme sonriente. Me da una palmada en el hombro.
—Todos deberían parecerse un poquito a Frida Kahlo —dice.
No entiendo lo que dice. ¿Es que acaso todos tenemos que dejarnos crecer los bigotes y los pelos de las cejas?
—Como digas —contesto y vuelvo mi atención a mi pierna— ¿Me ayudas?
Gretel asiente, apaga el cigarrillo contra el váter y se agacha para auxiliar a su hija que no sabe hacer nada bien. Coloca la bolsa de una forma que hace que quepa a todo el largo de mi pierna y yo me pregunto cómo demonios lo hizo.
—Por cierto, me he encontrado a Claire Neeson en el supermercado y hemos estado hablando sobre tu empleo esta tarde —comenta como a la pasada, poniéndose de pie.
—Mamá, no me gusta que estés hablando sobre mí con otras personas…
—Escucha, Heidi, Claire me ha dicho que podrías trabajar en su casa, ya que su hija y tú sois muy amigas…
—Espera, ¿qué? —pregunto desconcertada.
No conozco a ninguna tipa de apellido Neeson…un momento, ¿acaso Neeson no es el apellido materno de Bere Puta D’onadio? Mierda, mierda, mierda.
—Mamá, jamás hemos sido amigas —aclaro—.Manuel es la única persona decente en ese colegio.
Y de pronto recuerdo al chico de ojos azules del bus de monitos y me pongo roja como un tomate. Luego me recuerdo que él no vale la pena seguramente.
—Heid, deja de pre-juzgar a las personas —me reprende—. Berenice es una chica muy educada.
Ruedo los ojos. Sí, claro, y yo soy Lady Gaga.
—Bueno, te decía —continúa, ignorando mi gesto—.Su madre me ha ofrecido a que trabajes en la casa de los D’onadio, y vas a hacerlo.
— ¡¿QUÉ!?
—Ya está decidido, muchacha. Claire me ha mandado ya el uniforme de empleada que tienes que usar. Comienzas en una semana —finaliza, cerrando la puerta del baño tras de sí e ignorando mis quejas.
La puta madre.
Aprieto los dientes con fuerza y evito mirarlo, porque si no me darán unas ganas terribles de golpearlo en la cara y no podré resistirme. En cambio, miro al suelo, intentando subir la acera con las muletas sin darme un golpe de muerte. Sí, al final el puto auto me paso por arriba y termine con la pierna derecha ridículamente quebrada. Estoy intentando hacer una maniobra que me permita subir de forma correcta hacia la acera cuando el sonido de una bocina me sobresalta y provoca que mi control sobre las maletas desaparezca y me dé un buen golpe contra el suelo. Mi boca se abre en una gran ‘O’ y se me caen algunas lágrimas de la comisura de los ojos. El dolor es insoportable. Pero, vamos, Heidi Pettièrs debe estar acostumbrada al dolor ya…a quién engaño, duele como la puta madre.
— ¡Mierda! —grita mi mejor amigo con voz grave y se agacha para recoger mis restos.
—A-asegúrate de que todo esté bien allí abajo, Manu —consigo decir, señalando mis miembros inferiores.
El murmullo insistente de una multitud me hace levantar los ojos de Manuel, que se encuentra recogiendo mis maletas y ayudando a pararme. Un grupo de chicas chilla con emoción, mientras señala a un bus, que tiene la inscripción del «equipo de fútbol de Steven Royce». ¿Quién diablos es Steven Royce? Una docena de chicos sale por la puerta automática riendo, con equipos de fútbol puestos, pasando la mano por sus cabelleras como si fueran modelos de una publicidad cara de ropa interior ajustada. Un tipo cuarentón sale del bus y los abraza por detrás y todos comienzan a saltar en una ronda como si hubieran ganado un premio por bajarse delante de nuestro instituto. Observo de lejos como el director del colegio sale junto con su secretaria de la puerta principal y camina sonriente hacia el hombre y los otros. La ronda de monitos que salta se abre y uno de los chicos arrastra al director y a su secretaria hacia el centro, haciendo que ellos también salten como monitos con su dosis diaria de banana. Alguien aplaude con entusiasmo: Berenice puta D’onadio. Bueno, no es que la odie, pero el apodo se te pega cuando lo oyes todos los días en el pasillo. Ella se acerca al grupo y abraza a uno de los chicos y le besa con éxtasis. Wuao, Manuel debe estar como loco viendo la escena a mi lado. Siempre amó a Berenice en secreto, a pesar de que no son nada compatibles. Obviamente, la nada increíble Heidi se encargó de hacerle saber a Manuel que él no era el tipo de chico con el que Bere salía. Siempre voy a arrepentirme de eso, aunque nunca pida una maldita disculpa.
—Es hora de entrar a clases —murmura, arrastrándome de un brazo.
Una muleta se me cae y con ella cae mi cuerpo, nuevamente, al piso. Maldición, ¡¿ES QUE ACASO NADA BUENO VA A PASARME HOY?! La idea de disculpas por mi poca delicadeza al decir aquello sobre la pareja que haría Manuel con Berenice desaparece de mi cerebro en un instante, tan rápido como llegó.
—Déjame ayudarte —una mano suave toma la mía y de un tirón, estoy de pie.
Me quedo mirando esos ojos llenos de suspicacia que también me observan. Nunca le vi antes, así que seguro es uno de los muchachos del bus. Uno de los monitos saltarines. Nada bueno puede venir de él, me recuerdo. Gente como él no se relaciona con gente como yo. Deberías tenerlo sabido, me reprocho en mi fuero interno. Pero igualmente no puedo evitar pensar que esa sonrisa de labios carnosos y dientes perfectos es hermosa, y que esas manos suaves y cálidas al tacto se sienten bien sobre mi piel nívea y que sus ojos son tan brillantes que bajaría una estrella para comprobar que ni con ellas se compara. Dios, Heidi, deja de leer los putos y poco originales poemas de tu madre.
—Ya nos vamos —recrimina Manuel y al segundo siguiente estoy dando saltitos con las muletas, intentando no caerme, mientras mi amigo me empuja lejos del chico sexi.
¿Se supone que debo amar a Manuel por hacerme entrar en razón? Pero lo que menos quería en ese momento era alejarme del tacto apacible de esas manos bronceadas…putos poemas.
[…]
El ejercicio del baño resulta bastante complicado cuando tienes un yeso enorme en una de tus piernas. De todas formas, rechazo la ayuda que mi madre me ofrece y entro a nuestro baño con cuidado, tratando de no resbalar sobre el piso húmedo y con una bolsa en la mano, la cual evitará que el yeso se moje. No es agradable para mí que mi madre me vea en ropa interior, peor,lo que más detesto es necesitar la ayuda de alguien. Hace no más de cuatro horas de la salida del instituto y casi media hora desde que regresé de una heladería a tres cuadras de nuestra calle, donde estuve buscando intensamente que alguno de los encargados me consiga una entrevista de trabajo.
Tres días atrás, cuando salí corriendo del restaurante donde trabajaba, el Hot Chili’s, tras que el ruin y miserable de mi jefe se atrevió a tocarme, mi madre se puso furiosa y decidió hacer una denuncia, que terminó con el cierre del restaurante, después de comprobarse que estaba en muy malas condiciones para el trabajo. Karen, mi compañera de trabajo y también víctima de las garras de Marco, el jefe, estaba hecha un mar de lágrimas tras enterarse de que ya no tenía trabajo. Mi madre, Gretel, y yo tuvimos que acompañarla a su casa, donde Gretel le preparó un café bien cargado y le aseguró que le conseguiría un trabajo en la casa de los Patterson como empleada doméstica. La chica se puso tan feliz que comenzó a llorar de nuevo, y luego terminó durmiéndose en mis brazos.
La cosa es que yo quedé en la nada, sin trabajo, sin paga, sin las prendas de ropa que me permito comprar cada dos meses. Entonces tuve que comenzar la ardua labor de buscar trabajo, algo que me permita no depender al cien por cien de mi madre, la insoportable Gretel Pettièrs. Por el momento, nadie se atrevió a emplear a una chica de dieciséis años que vive en un remolque con su madre loca y que, faltaba más, ahora tiene que usar muletas, al menos por una semana. Linda mi suerte.
Suspiro, sentándome sobre la tapa del inodoro para comenzar la tarea de colocar la bolsa sobre toda la extensión de mi pierna que, digamos, corta no es. Consigo pasarla correctamente, pero no alcanza para toda su distensión. ¡¡Me cago en el cerdo y los chanchitos…!! Puta madre, ¿por qué no inventan bolsas más grandes? ¿Es que no existe nadie en el mundo que quiera guardar un piano en una bolsa? Okey, la caída de hoy comienza a afectarme…
— ¡DIABLOS! —maldigo en voz alta, tirando a un lado la puta bolsa.
Escucho unos pasos en el pequeño pasillito que conecta el baño y la única habitación con la «sala». Carajo, ¿es que acaso no puedes estar callada unos minutos, querida Heidi?
—Linda, ¿sucedió algo? —cuestiona mi madre amablemente al otro lado de la puerta, dando un golpecito en ésta.
—Nada, mamá —refunfuño—.Es solo que la maldita bolsa no…
—Cuida tu vocabulario, muchachita —me corta, sonando enfadada por mi «mala educación».
Suspiro nuevamente.
—Es que mi pierna no cabe en esta bolsa, mamá —murmuro, empleando aún el tono mordaz, sin intentar reprimirlo.
— ¿Puedo pasar?
Contesto que sí y me hago a un lado para que pueda abrir la puerta. Gretel luce como una pintora, de esas que pintan como los dioses: con unos palillos chinos que recogen su cabello rubio y un vestido que cubre su figura curvilínea. El pucho no falta en su mano.
—Mamá, te pareces a Frida Kahlo —le sonrío con algo de burla en los ojos.
—No es cierto —dice, acercando el rostro al espejo—.Si me depilé hace menos de una semana…
Me río. Mi madre está chiflada.
—Ya sé, mamá, solo lo digo por tu vestimenta —le explico.
Ella se gira para mirarme sonriente. Me da una palmada en el hombro.
—Todos deberían parecerse un poquito a Frida Kahlo —dice.
No entiendo lo que dice. ¿Es que acaso todos tenemos que dejarnos crecer los bigotes y los pelos de las cejas?
—Como digas —contesto y vuelvo mi atención a mi pierna— ¿Me ayudas?
Gretel asiente, apaga el cigarrillo contra el váter y se agacha para auxiliar a su hija que no sabe hacer nada bien. Coloca la bolsa de una forma que hace que quepa a todo el largo de mi pierna y yo me pregunto cómo demonios lo hizo.
—Por cierto, me he encontrado a Claire Neeson en el supermercado y hemos estado hablando sobre tu empleo esta tarde —comenta como a la pasada, poniéndose de pie.
—Mamá, no me gusta que estés hablando sobre mí con otras personas…
—Escucha, Heidi, Claire me ha dicho que podrías trabajar en su casa, ya que su hija y tú sois muy amigas…
—Espera, ¿qué? —pregunto desconcertada.
No conozco a ninguna tipa de apellido Neeson…un momento, ¿acaso Neeson no es el apellido materno de Bere Puta D’onadio? Mierda, mierda, mierda.
—Mamá, jamás hemos sido amigas —aclaro—.Manuel es la única persona decente en ese colegio.
Y de pronto recuerdo al chico de ojos azules del bus de monitos y me pongo roja como un tomate. Luego me recuerdo que él no vale la pena seguramente.
—Heid, deja de pre-juzgar a las personas —me reprende—. Berenice es una chica muy educada.
Ruedo los ojos. Sí, claro, y yo soy Lady Gaga.
—Bueno, te decía —continúa, ignorando mi gesto—.Su madre me ha ofrecido a que trabajes en la casa de los D’onadio, y vas a hacerlo.
— ¡¿QUÉ!?
—Ya está decidido, muchacha. Claire me ha mandado ya el uniforme de empleada que tienes que usar. Comienzas en una semana —finaliza, cerrando la puerta del baño tras de sí e ignorando mis quejas.
La puta madre.
- abrime,puta madre,que soy la gaucha delfina que come sal fina (? :
- Después de mil quinientos millones de años luz (? acá tienen esta cosa que ni merece llamarse capítulo de lo horrible y espantoso que es (? como ya dije,estoy completamente seca y mi cerebro no da para mucho que digamos xd. ¿cómo andan,girlz? ¿cómo les va en la vida? espero que mejor que a mí ;-; espero el próximo chapter que es de...¡Ana! Ojalá volvamos a estar activas como antes en la enecé. Besos para todas (((:
Delph.
Re: ❆ Seven Sisters❆
Primero que nada, me hiciste reír, bob. con lo de los monos saltarines, el me cago en los cerdos y los chanchitos y con lo de Frida Kahlo, que no tengo ni idea de quien es. Me hiciste recordar a mi madre cuando Gretel le reclamo por el vocabulario de Heidi y cuando le pudo colocar la bolsa en la pierna, es que, ¿las madres algún día podrán ser menos astutos que los hijos? de seguro cuando yo sea madre. Como sea, me encanto el capitulo, hasta ya quiero leer el próximo, ya que tendrá que trabajar en la casa de Berenice, looooool. esperamos a Ana y su capitulo besos.
Invitado
Invitado
Re: ❆ Seven Sisters❆
Jajajjaja,gracias ned<3 osea,gracias por buscarle algo positivo a esa mierda (? Frida Kahlo era pintora :3 si buscas una foto de ella sabrás a que se refería Heidi xdddd. ¡es verdad! las madres siempre tienen el poder D: (? al menos te gustó un poquito más que yo,jajaj. beso,beso,beso para tí {:
Delph.
Re: ❆ Seven Sisters❆
las puteadas de heidi me hicieron el díaxd. me cae re bien y me encanto el cap<33.
Invitado
Invitado
Re: ❆ Seven Sisters❆
Jajaja,ojalá yo pudiera putear así todo el tiempo :c me conformo con contaminar mi mente de insultos (? gracias,lu <3 ¡subí capítulo,ana! :D beso x.
Delph.
Re: ❆ Seven Sisters❆
Delph♡ aunque tu hayas dicho todas esas barbaridades(? del capitulo fue todo lo contrario, a mi me encanto; me he reído muchismo y aún no supero lo de la bolsa . Well, ya quiero saber que pasará con el chico de ojos azules mientras espero que Ana suba su cap, bueno en realidad espero que se tarde un poco más bc luego me toca a mí
Invitado
Invitado
Re: ❆ Seven Sisters❆
Jajajajajaj,Gwen,que bonitaz erez que lindoz que te hayaz guztado así :BBBBBBBB gracias<3 ily:33 jajajaja,es verdad,a mí me cagaron porque helen no subió ._. ¡VAMOS,ARGENTINA,CARAJOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1 andata a cantar,Gieco (?????????????????
Delph.
Re: ❆ Seven Sisters❆
ay delph, me salvaste la vida en preguntados. Me tocó una pregunta con una foto y era Frida Kalho
Invitado
Invitado
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