¿Quien es ese chico? [Logan Lerman]

Tal vez sería mucho entrar a su vida privada, pero la curiosidad me venía asfixiando desde hacía mucho tiempo, así que comenzaría con una pregunta sencilla.
— ¿Y usted tiene familia, profe Konrad? — pregunte lo más natural posible, mientras seguíamos caminando en dirección a su automóvil, una camioneta Chevrolet.
—Sí…—rio un poco incrédulo—Todo tenemos una familia, hijo
—No. Me refiero a familia propia; esposa, hijos…eso— corregí con toda confianza. Es que me sentía en confianza a su lado… Era como estar con mi madre. La única diferencia es que con ella no tenía la necesidad de andar fingiendo que era un hombre.
—Pues no es exactamente una familia, Bobby—Saco la llave de su bolsillo y abrió la cajuela para meter su maletín de trabajo y otras cosas—. Preferiría no hablar mucho de eso—había cierta melancolía en el tono de su voz. Levanté los brazos y contraje la puerta trasera para asegurarla.
—Perdón, no quise incomodarlo
—Para nada, hijo—me dio unas palmaditas en el hombro y se encamino a la puerta del conductor.

Me hice a un lado para no estorbarle cuando pasara con la camioneta.

Todavía lo seguía mirando un tanto confundida por el vidrio lateral de la camioneta cuando Kevin bajo la ventana solo para decirme que aprovechara el día para terminar con mis tareas pendientes. Genial…

LAS CLASES del señor Mason en Literatura me habían servido bastante desde la primera vez que leí poesía de Shakespeare en la página 5 del libro de texto. Era un hombre agradable también, pero le faltaba mucho por aprender a controlar a un grupo entero de chicos desordenados durante los próximos cincuenta minutos de su impartidora enseñanza. Apenas había entrado al aula, cuando del fondo salió volando una bola de papel por encima de su cabeza. Él la había desviado por suerte; pero no siempre esa suerte estaba de su lado.

Usaba anteojos del tamaño de una lupa de detective, y en su habla se denominaba un ligero tartamudeo, que terminaba por ser la razón de burla entre mis compañeros de clase. Se parecía físicamente a Nelson, pero un poco más bruto en lo que concierne al mando de su clase. Quizá por lo mismo era que mi amigo se sentía cómodo escuchando la clase de Literatura del señor Mason, o, mejor dicho, lo que pudiera alcanzar a oír de ella.
Los primeros diez minutos había hablado de quien sabe que personaje de la literatura o algo así… no le entendí. Con estos chicos a mi lado: Harry y James, se me hacía casi imposible poder concentrar mi atención en todo lo que decía el profesor. Eran demasiado ruidosos y escandalosos. Claro, como en matemáticas era inútil articular bufonadas e incluso hasta respirar, aquí veían el momento justo para rebelarse. Pobre señor Mason…

Dejó los libros en el escritorio y animado se dirigió a la puerta. Por supuesto la mayoría creímos que se iría como uno de los días posteriores, que no soportó por mucho tiempo el ruido y decidió marcharse.
—El señor Richard Tyler —dijo el señor Mason con una sonrisa triunfante que hasta el titubeo se le esfumó—, se encargará de impartirles la clase de Literatura por unas cuantas semanas, como parte de la práctica de su licenciatura en la Universidad de Lowa

Frente a nosotros, un joven rubio de no más de 22 años nos miraba seriamente. Corrigiendo con solo un vistazo a todos los presentes que ya estaban cantando victoria unos segundos antes de que él entrara.
La hora de Literatura concluyó cuando el nuevo profesor se despidió con un “Hasta luego, chavos”, así como el resto de las demás asignaturas.

Y ahora, como me había sugerido Kevin Konrad, me esforzaría por terminar con la tarea de matemáticas.



—PERO NO LE HABRÁS DICHO QUE SI… ¿O SI? —David Hamilton comenzó a indagar sobre el asunto. Cosa que a Logan no le agrado. Pues él solo quería un consejo de amigo a amigo, no un sermón.
—Ya te dije que no. Pareces una chica, tratando de chismorrear —dijo Logan con irritación —Solo le di mi número de teléfono, fue todo. Ni siquiera he hablado con ella
—Menos mal —el ojiverde poso una mano en el hombro de su amigo—. Hermano, esa mujer te hizo daño, y hasta la fecha te sigue torturando. —El castaño no dijo nada, ni tampoco asintió, sin embargo, sabía que esas palabras eran muy ciertas. Tan ciertas como los sueños eróticos que había tenido con la prima de Bobby Liars.

—Me voy. Ya no tarda en llegar ese palillo de compañero, y de verdad no tengo ganas de verlo— se paró de la silla de escritorio y la deslizo a su lugar—. Ese pequeño imbécil comparte la culpa contigo.
— Supéralo, viejo. No recuperarás tu billetera
—Mejor supéralo tú y cámbiale la página al libro
—Hola ¿Qué tal?—saludó Clara, que recién entraba a la escena. Contenta, y sin ningún motivo en especial.
—Dicho; me voy—aclaro el ojiverde, para después retirarse, dejando a Clara con la palma de los cinco extendida. Logan dejo salir un risilla al ver la reacción de su compañero y se encogió de hombros.
—Supongo que estoy por acostumbrarme—mencionó Clara resoplando y dejándose caer en su cama, a un lado de Logan
—Bobby…
— ¿Qué? —pronuncio un tanto risueña
—Nada. —El castaño se retracto de sus pensamientos y luego los volvió a retomar con falta de seguridad. Error— ¿Crees que…? No, nada mejor—estaba nervioso

— ¿Te pasa algo? —Clara sintió electricidad en los dedos cuando toco el antebrazo de Logan; fuerte y consistente. Los quito al instante.
—Es sobre mi ex novia, Bobby. La volví a ver después de mucho tiempo de…—al oír aquella definición femenina, la muchacha tuvo palpitaciones de pecho, y no precisamente de amor, si no de repentina tristeza.
— ¿La extrañas?
—No. No creo, no losé—mientras se rascaba la nuca, Logan respondió indeciso. Una indecisión que le hizo suponer a Clara que la seguía queriendo.
—Si aún la quieres…—comenzó Clara
— ¿Qué?
—Creo que deberías ir con ella y decírselo…—finalizo unos segundos después. El chico reflexiono por unos instantes y luego sonrió para Clara.
—Tienes razón
—A cabo de recordar que quede de verme con Nelson. Te veo luego—rápidamente, Clara se levanto del borde y se encamino apresurada a la puerta. Sus ojos comenzaban a llorarle, pero no lo aria. No tenia por que hacerlo; ella no estaba enamorada de Logan Lerman. Le atraía que era muy distinto.

—Oye amigo…—Logan le detuvo antes de que girara la perilla de la puerta— Gracias
—No hay de que—sin mirar atrás, la chica salió. Primero comenzó a caminar despacio, luego más rápido, hasta correr y desaparecerse entre los arbustos de la escuela.

Desesperada y confiada de que nadie podría verla, se quito la peluca y las patillas falsas, quedando solo con la trenza adherida a la cabeza.

—No tengo porque sentirme así, es una tontería, eso es lo que es, una reverenda tontería. Logan es, es…
—Vaya, esto sí que es una sorpresa—una voz masculina le detuvo el corazón al instante. Estaba perdida.
Se quedo muy quieta y callada.
—Así que eres un farsante, perdón, una farsante—dijo la voz burlonamente.
De pronto sintió que las fuerzas se le iban de las piernas. Definitivamente en cualquier momento azotaría contra el suelo.


ME CONCENTRÉ en la ecuación de la regla general que tenía en la libreta. No era difícil, ya había resuelto ese tipo de problemas desde los primeros grados en la EVSM. Tome un poco de agua que estaba en el vaso del escritorio y proseguí a su resolución. Hice la factorización correspondiente y poco después de un minuto pude dar con el resultado.
Con todo el peso de mi espalda en la silla, dejé que mi cabeza se llenara de memorias y caras; Comencé por recordar las cenas familiares, la última del día de gracias, la muerte de Lindsey, la tarde en que Kevin Konrad me salvó de aquella desdicha por la que estaba pasando, el peculiar suceso de Clara y Dana en el mismo día y, el sueño erótico que había tenido con la castaña esa misma noche,… con la graciosa y nerviosa Clara.

Las persianas se agitaron, permitiendo la entrada a una fría brisa de viento que consiguió ponerme la piel de gallina.
Dos golpes sonaron insistentes en la puerta. Liars no había llegado así que probablemente debía ser él.

Empujé la silla a un lado y me dirigí cansinamente a abrirle a mi compañero de cuarto, a la vez que le seguía reclamando por no cargar con sus llaves. ¿Qué tan difícil podía ser? ¿Por qué en lugar de cargar con esa mochila todo el tiempo, mejor no llevaba sus llaves con él? No obstante, al abrir me lleve una sorpresa, no sé si buena o mala, pero ahí estaba ella, Clara, parada delante de mí con la cara pálida y la nariz roja.
— ¿Qué haces aquí? Bobby, no ha llegado—susurré, verificando que nadie saliera de las otras habitaciones.
—No vengo a buscarlo a él, pero si tengo que hablarte de Bobby—me le quede mirado por un rato, y luego la invite a entrar.
—Pasa—cerré la puerta detrás de mí y espere unos segundos. Estaba nerviosa, mucho más nerviosa que las chicas que están a punto de descubrir en la serie La Ley y el Orden.

—Y bien… ¿De qué quieres hablar conmigo, sobre Bobby? —dije relajado y acomodando la almohada en el cabecero para recargarme ahí
— Te mentí—sus ojos empezaron a cristalizarse, pero guardaba la compostura—Bobby no es mi primo, Logan. En realidad…
—Quieres decir que si te acostaste con él, aquí—me dio una punzada de coraje, aún así me quede quieto y, sin demostrar ni una pizca de enojo
—No
—No me importaría, en serio. Es tu vida, su vida… ¿Qué más da?
—Es que yo soy Bobby—soltó y arrebató a llorar, escondiendo su rostro entre sus manos—Tenia que decírtelo, discúlpame. Si no abrí la puerta fue porque no me creía capaz de poder verte a la cara y sabía que me acobardaría en cuanto…
— ¿Estás jugando cierto? —dije incrédulo. Por lógica era imposible.
—No, es verdad—me pare de nuevo y me senté otra vez, esta vez a su lado. —En serio, lo lamento— insistió

Levanté su mentón y la obligue a mirarme a los ojos. Ojos dorados y brillantes.

—No quieras cubrir una mentira con otra— baje la vista a sus labios, luego a sus ojos y viceversa en repetidas ocasiones. Ansioso—. Porque para serte sincero, esta mentira me parece realmente patética e irreal—su ceño se frunció y trato de quitar su rostro del poder de mis dedos—. ¿Sabes?... La única verdad que hay aquí, es que tengo muchas ganas de besarte, Clara. Desde aquella noche en el auto que quiero hacerlo.