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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
Nombre: Peligrosa Relación
Autor: Catherine
Adaptación: Sí, de la escritora Ebony Clark.
Género: Drama y Romance, Hot
Advertencias: Tiene algunos capítulos hot's
Otras Páginas: No por mi parte :)
Autor: Catherine
Adaptación: Sí, de la escritora Ebony Clark.
Género: Drama y Romance, Hot
Advertencias: Tiene algunos capítulos hot's
Otras Páginas: No por mi parte :)
INTRODUCCION
_____ Baker espera a convertirse en parte del equipo de diseño de la prestigiosa firma L'Antino. Cuando el detective Nick Jonas la somete a su particular programa de protección de testigos con el fin de investigar un asesinato, el mundo de Lucy se desmorona. En el mundo de _____, la gente no dispara a los demás. Pero ahora, ella es el blanco de las balas de algún demente cuyo objetivo es eliminar a una pobre aspirante a diseñadora. Para colmo, ese detective maniático y demasiado atractivo.... _____ no sabe como quitárselo de la cabeza. Por su parte, Nick Jonas nunca ha conocido a nadie como ella, valiente, pequeña y en peligro... Robándole el corazón a cada minuto. Por desgracia, el tiempo para ambos se agota a medida que el círculo se cierra a su alrededor.
PROLOGO
_____, no te sueltes…, aulló su corazón.
- Escucha… No dejaré que te caigas. Pero tienes que confiar en mí, ¿me oyes?-
Quiso reír cuando ella asintió, obediente como una niña. Lo hubiera hecho si no hubiera estado tan asustado.- ¿Confías en mí, _____?
- Sí… Sí, Nick…- musitó. El dolor era ahora insoportable. Aquellos dedos se agarrotaban sobre su piel y le cortaban la circulación.
- Bien…- Nick tomó aire antes de continuar.- Voy a contar hasta tres. Y cuando lo haga, cerrarás los ojos y tiraré de ti hacia arriba. ¿Lo has entendido?
- Sí, pero ella…
- Ya no podemos hacer nada por ella, _____.
- Pero no podrás con el peso de las dos…- replicó, extenuada.
Nick no le dijo que ya lo sabía y que no tenía intención de poner a prueba su fuerza. Era mejor para Lucy no saberlo.
- Confía en mí.- insistió.- ¿Preparada? Uno, dos… ¡tres!
_____ no supo como lo había logrado. Solo le vio apuntar hacia ella. Lo siguiente que escuchó fue un gran estruendo seguido de otros dos, un estallido en sus oídos y al instante siguiente, estaba tumbada en el suelo, sobre Nick… Nunca había imaginado que la próxima vez que le viera sería bajo aquellas circunstancias. Pero se alegró a pesar de todo. Le oyó mascullar de dolor cuando ella se apoyó en su hombro para erguirse.
- ¿Nick… estás bien?
- Estoy bien, _____…
Pero no pudo terminar la frase. La bala le había alcanzado en el hombro y prácticamente se estaba desangrando. _____ gritó, doblemente horrorizada. Nick no tenía buen aspecto. Y por otro lado, la mano que Nick había amputado de un disparo certero, seguía sobre su tobillo. Se desmayó justo cuando unos cuantos hombres uniformados irrumpían en su apartamento...
Holi como ya escribi arriba subo está adaptación de la autora Ebony Clark, la historia esta realmente buena. Espero y les guste mucho como a mi. La sigo?
Catherine
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
olaaaa primera y fiel lectoraaaa
me encanta, se ve interesante
siguela!!!
by:maria :hug:
xoxo
me encanta, se ve interesante
siguela!!!
by:maria :hug:
xoxo
Angel´S // JB
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
hayyy se ve interesante aunq la verdad no entendi que paso
sigueeeeee
sigueeeeee
jennito moreno
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
Holi hermosas, gracias por comentar :3
CAPITULO 1
Nueva York, dos semanas antes…
CAPITULO 1
Nueva York, dos semanas antes…
Nueva York. La ciudad de las oportunidades. Un lugar vertiginoso y excitante donde alguien como yo podía jugar a ser importante o morir en el intento. En realidad, prefería lo de ser importante a lo otro. Aunque por el curso que seguirían los acontecimientos, la segunda opción no quedaba del todo descartada. Allí estaba yo...
Perdida y sola en una ciudad caótica donde un día te sonreía la fortuna y al siguiente podías ser historia. Pero era una luchadora. Tenía unos cuantos dólares en el bolsillo, un sofá de segunda mano y un gato mugriento al que le faltaba una oreja. Era _____ Baker, aspirante a diseñadora, podía comerme el mundo si antes no me
devoraba a mí… Y estaba dispuesta a hacerlo, cuando todo empezó…
_____ no podía creerlo. Finalmente, sus esfuerzos parecían ir dando frutos.
Bueno, aún quedaba mucho camino por recorrer. No es que aquel fuera precisamente el empleo de su vida. Asistente del asistente de uno de los diez asistentes del gran diseñador Anthua L’Antino. Sonaba peor si quien escuchaba no tenía en cuenta el tremendo empujón que eso significaba para la carrera de cualquier joven diseñadora que, como ella, no tenía posibilidades de establecer su propio taller de costura. En cualquier caso, se sentía igualmente agradecida. Jamás había creído cuando su vecina le había ofrecido aquella oportunidad que pudiera hablar en serio. Alex– la llamaba así aunque su nombre completo era Alexandrina y lo odiaba – se había mudado al piso contiguo después de que su casero polaco la arrojara a la calle sin contemplaciones. El edificio que compartían no era precisamente el Waldorf Astoria. Pero estaba limpio y no había cucarachas. Y con el tiempo, las dos habían comenzado a coincidir en la escalera o en el supermercado de la esquina. A estas alturas, Alex y ella eran lo más parecido a unas hermanas. Solo un pequeño detalle hacía que cualquiera que las mirase supiese que no lo eran en realidad. Alex debía medir alrededor de un metro setenta y cinco. Tenía el cabello largo y abundante, del color del fuego, los ojos de un azul intenso, los labios carnosos y una figura estilizada con suaves curvas que cortaba la respiración a los hombres. Por el contrario, _____ calculó que debía seguir midiendo lo mismo que la última vez, ya que era poco probable que hubiera crecido desde la última revisión médica. Un metro cincuenta y muy poco. Cabello castaño ligeramente ondulado a la altura de los hombros, ojos almendrados y nariz puntiaguda. Boca llena que hablaba atropelladamente la mayoría de las veces a causa de aquel pequeño defecto de la niñez que intentaba superar cada día. Demasiado estrecha de hombros y ancha de caderas. En resumen, era más que evidente que Alex y ella nunca habían compartido padre y madre. A menos, claro estaba, que una de las dos fuera adoptada. Y _____ estaba segura de que su querida y a veces insoportable madre, era quien decía ser. Pero salvando esos detalles sin importancia, reconoció que Alex era su mejor amiga. Ahora, ella triunfaba como modelo y había logrado que la contrataran como asistente de Delta McKendrie, la mayor arpía que conocía el mundo de la moda y de los mortales en general. Aún así, Lucy se sentía feliz. Dejó a un lado sus útiles de y echó una ojeada a su reloj. Era la hora del almuerzo y quería aprovechar el descanso para llamar a su madre. San Jorge era un pequeño pueblo costero al sur de California que ni siquiera aparecía en los mapas. La vida en San Jorge en apacible y mortalmente aburrida y su madre opinaba que no había paraíso que se le pareciera, por lo que jamás había entendido que _____ quisiera abandonarlo. A pesar de todo, de los llantos, lamentaciones y augurios de negro futuro que mamá había protagonizado, _____ había decidido instalarse en Nueva York. Claro que debía llamarla cada lunes o de lo contrario, ella era muy capaz de viajar hasta Nueva York para llevarla de vuelta a casa. _____ se dispuso a cumplir con su ritual de los lunes, preparándose interiormente para la retahíla de reproches que seguirían. Introdujo un par de monedas en el teléfono público que había en los pasillos que conducían a la cafetería.
- ¿Mamá?- se tapó la oreja libre para escucharla bien. Aquel día era especialmente importante para L’Antino y se respiraba un ambiente de mucho ajetreo en el taller de costura.- Mamá… ¿puedes oírme?
- Te escucho, querida… Pero, ¿qué diablos ocurre ahí?
_____ sonrió. Mary se caracterizaba por dos cosas básicamente. La primera era la forma en que iba directa al grano, sin andarse con rodeos o florituras y sin importarle las consecuencias. La segunda, era la firme convicción de que cualquier lugar del mundo ajeno a San Jorge, encerraba algo oscuro y pecaminoso que solo podía perjudicar a su inocente hija. Para Mary el mundo de la moda era algo así como el infierno antes del Gran Infierno, un antro de gente perversa dominada por valores superficiales al que ella nunca pertenecería. Por eso, había hecho prometer a _____ que regresaría a casa a la menor muestra de flaqueza ante las tentaciones. _____ sonrió para sus adentros. Sin duda, su madre no podía comprender que en ese instante, una docena de modelos semidesnudas tomaran jugo de naranja en la cafetería a la espera de pasar a probadores.
Perdida y sola en una ciudad caótica donde un día te sonreía la fortuna y al siguiente podías ser historia. Pero era una luchadora. Tenía unos cuantos dólares en el bolsillo, un sofá de segunda mano y un gato mugriento al que le faltaba una oreja. Era _____ Baker, aspirante a diseñadora, podía comerme el mundo si antes no me
devoraba a mí… Y estaba dispuesta a hacerlo, cuando todo empezó…
_____ no podía creerlo. Finalmente, sus esfuerzos parecían ir dando frutos.
Bueno, aún quedaba mucho camino por recorrer. No es que aquel fuera precisamente el empleo de su vida. Asistente del asistente de uno de los diez asistentes del gran diseñador Anthua L’Antino. Sonaba peor si quien escuchaba no tenía en cuenta el tremendo empujón que eso significaba para la carrera de cualquier joven diseñadora que, como ella, no tenía posibilidades de establecer su propio taller de costura. En cualquier caso, se sentía igualmente agradecida. Jamás había creído cuando su vecina le había ofrecido aquella oportunidad que pudiera hablar en serio. Alex– la llamaba así aunque su nombre completo era Alexandrina y lo odiaba – se había mudado al piso contiguo después de que su casero polaco la arrojara a la calle sin contemplaciones. El edificio que compartían no era precisamente el Waldorf Astoria. Pero estaba limpio y no había cucarachas. Y con el tiempo, las dos habían comenzado a coincidir en la escalera o en el supermercado de la esquina. A estas alturas, Alex y ella eran lo más parecido a unas hermanas. Solo un pequeño detalle hacía que cualquiera que las mirase supiese que no lo eran en realidad. Alex debía medir alrededor de un metro setenta y cinco. Tenía el cabello largo y abundante, del color del fuego, los ojos de un azul intenso, los labios carnosos y una figura estilizada con suaves curvas que cortaba la respiración a los hombres. Por el contrario, _____ calculó que debía seguir midiendo lo mismo que la última vez, ya que era poco probable que hubiera crecido desde la última revisión médica. Un metro cincuenta y muy poco. Cabello castaño ligeramente ondulado a la altura de los hombros, ojos almendrados y nariz puntiaguda. Boca llena que hablaba atropelladamente la mayoría de las veces a causa de aquel pequeño defecto de la niñez que intentaba superar cada día. Demasiado estrecha de hombros y ancha de caderas. En resumen, era más que evidente que Alex y ella nunca habían compartido padre y madre. A menos, claro estaba, que una de las dos fuera adoptada. Y _____ estaba segura de que su querida y a veces insoportable madre, era quien decía ser. Pero salvando esos detalles sin importancia, reconoció que Alex era su mejor amiga. Ahora, ella triunfaba como modelo y había logrado que la contrataran como asistente de Delta McKendrie, la mayor arpía que conocía el mundo de la moda y de los mortales en general. Aún así, Lucy se sentía feliz. Dejó a un lado sus útiles de y echó una ojeada a su reloj. Era la hora del almuerzo y quería aprovechar el descanso para llamar a su madre. San Jorge era un pequeño pueblo costero al sur de California que ni siquiera aparecía en los mapas. La vida en San Jorge en apacible y mortalmente aburrida y su madre opinaba que no había paraíso que se le pareciera, por lo que jamás había entendido que _____ quisiera abandonarlo. A pesar de todo, de los llantos, lamentaciones y augurios de negro futuro que mamá había protagonizado, _____ había decidido instalarse en Nueva York. Claro que debía llamarla cada lunes o de lo contrario, ella era muy capaz de viajar hasta Nueva York para llevarla de vuelta a casa. _____ se dispuso a cumplir con su ritual de los lunes, preparándose interiormente para la retahíla de reproches que seguirían. Introdujo un par de monedas en el teléfono público que había en los pasillos que conducían a la cafetería.
- ¿Mamá?- se tapó la oreja libre para escucharla bien. Aquel día era especialmente importante para L’Antino y se respiraba un ambiente de mucho ajetreo en el taller de costura.- Mamá… ¿puedes oírme?
- Te escucho, querida… Pero, ¿qué diablos ocurre ahí?
_____ sonrió. Mary se caracterizaba por dos cosas básicamente. La primera era la forma en que iba directa al grano, sin andarse con rodeos o florituras y sin importarle las consecuencias. La segunda, era la firme convicción de que cualquier lugar del mundo ajeno a San Jorge, encerraba algo oscuro y pecaminoso que solo podía perjudicar a su inocente hija. Para Mary el mundo de la moda era algo así como el infierno antes del Gran Infierno, un antro de gente perversa dominada por valores superficiales al que ella nunca pertenecería. Por eso, había hecho prometer a _____ que regresaría a casa a la menor muestra de flaqueza ante las tentaciones. _____ sonrió para sus adentros. Sin duda, su madre no podía comprender que en ese instante, una docena de modelos semidesnudas tomaran jugo de naranja en la cafetería a la espera de pasar a probadores.
Catherine
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
o.o me encanto el primer cap!!!
siguelaaaa pliss
xoxo
siguelaaaa pliss
xoxo
Angel´S // JB
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
Nueva lectora me encantado la nove!!
y el cap!
siguelaaa :D
y el cap!
siguelaaa :D
☎ Jimena Horan ♥
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
Jimee Jonas <3 escribió:Nueva lectora me encantado la nove!!
y el cap!
siguelaaa :D
Bienvenida hermosa, gracias por pasarte :)
Ya subo cap :3
Catherine
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
CAPITULO 2
Si L’Antino aprobaba la colección aquella tarde, el trabajo de todo un largo trimestre habría valido la pena.
- _____… ¿sigues ahí, cariño? Dime ahora mismo qué está pasando.- exigió aunque su tono era más preocupado que imperativo. Sonrió. Por fortuna, mamá era la única persona en el mundo que aún la llamaba así. Lo hacía cuando quería hacerse respetar. Como ahora.
- Lo siento, mamá. Creí que podría hablar desde aquí. Pero las chicas arman demasiado alboroto.- se disculpó.- Hoy es el gran día. L’Antino y su séquito de ejecutivos pueden llegar de un momento a otro.
- Oh. No entiendo nada de lo que dices, querida.
- Anthua L’Antino, mamá. El dueño de todo esto. El gran L’Antino. El que paga mis honorarios.- explicó atropelladamente, ya que el revuelo en el pasillo le indicó que debía colgar.- Tengo que dejarte mamá.
- Pero, hija… No se porqué te empeñas en vivir en ese lugar horrible.- se quejó como cada vez que la llamaba. Y por descontado, no perdió ocasión de recordarle las ventajas de regresar a San Jorge.- Además, piensa en ese pobre chico…
- Mamá…No voy a casarme con David Wilson. Hemos hablado de esto mil veces.
- _____ Baker, ¿cómo puedes ser tan cruel? Ni siquiera te importa que
David haya jurado esperar tu vuelta, ni que haya rechazado cualquier invitación de otra chica a pesar de lo buen partido que es, ni que…
- Mamá, no lo discutiré otra vez. No me casaré con él. Y que quede sobre tu conciencia si sigues alentándole con falsas esperanzas.
- Está bien… No te enfades, hija…
- Estoy comiendo bien – la interrumpió, adivinando el interrogatorio que seguía.-
No salgo con extraños y sigo teniendo el pelo del mismo color. Nada de tintes, nada de piercings y nada de hombres raros. He seguido todas tus instrucciones y sigo viva. Te llamaré la semana que viene. Te quiero mamá.
Colgó demasiado tarde. Un grupo de personas casi la habían arrollado al pasar junto a ella. Trastabilló sin querer y trató de aferrarse a la cabina de teléfonos sin éxito. Ya se había resignado a caer al suelo cuando unas manos amables la sujetaron por los hombros y evitaron la caída. Se dejó arrastrar hasta la pared para que ambos no fueran atropellados por la comitiva y sonrió avergonzada cuando el hombre apartó las manos de ella.
- Qué torpe…- murmuró, alisando las arrugas de su camisa.- Gra… Gracias…
Enmudeció al mirarle. _____ estaba segura de no haber conocido nunca a nadie tan atractivo. Ojos intensamente azules enmarcados por unas cejas pobladas y oscuras del mismo tono azabache que el cabello. Labios generosos que al abrirse mostraban una perfecta hilera de dientes blancos. Y su cuerpo… Tragó saliva, imaginando que aquel cuerpo musculoso salía de la ducha de su modesto apartamento. El parecía divertido por la situación. Ni siquiera se había ruborizado ante el análisis al que ella le sometía sin darse cuenta. Le oyó carraspear y _____ no tuvo más remedio que volver a la realidad.
- Cuanto lo siento…- desvió la mirada hacia la tarjeta de visitante que pendía de su chaqueta y esta vez, pudo escucharse a sí misma tragando con fuerza. “L’Antino Corp.” Perfecto. Un pez gordo. Ahora sí que su carrera había terminado. Se preguntó cuanto tardaría aquel tipo en comunicarle que podía pasar a las oficinas de personal a recoger su liquidación.- Yo… Yo no...
Pero para su sorpresa, el hombre extendió su mano hacia ella con expresión amistosa. La estrechó tímidamente.
- Nick Jonas.- se presentó el hombre y soltó sus dedos después que ella los retuviera inconscientemente más tiempo del necesario.- ¿Y usted es…?
- __…__…
- _____ Baker, ¿no es así?- él echó un vistazo a la tarjeta de identificación aplastada que ella lucía en la camisa.- Vaya, vaya…Así que _____ , ¿no?.
- Por favor, no se enfade…- ella comprobó de reojo que la comitiva se alejaba.
Nadie se había percatado de su pequeño accidente. Pero él continuaba allí. Quizá disfrutaba viendo como alguien se humillaba. _____ comprendió que se humillaría hasta donde hiciera falta para conservar aquel trabajo y no regresar a San Jorge.- Por favor…
- Sígame.- asió su mano y tiró de ella, obligándola a sentarse en una de las mesas vacías de la cafetería. Por suerte, todos habían desaparecido tras el grupo que tanto llamaba la atención.- La invito a un café. Así que _____, ¿no?
Ella asintió. ¿Era así como despedían a los empleados en L’Antino? “Tranquila,
_____. Tómese un café y recoja sus cosas en media hora”. Ella sacudió la cabeza, incapaz de pensar en cómo iba a explicárselo a Alex.
- Oiga, ya sé que yo… que yo… que yo…- _____ se sintió hundida. ¿Acaso nunca lograría dominarse?
- Que usted…- la invitó a proseguir con cierta impaciencia. Pero ella encogió los hombros, rindiéndose ante el hecho evidente de que aquel sería el final de su corta carrera.
- Estoy despedida, lo sé. – Levantó las palmas de las manos en señal de rendición.- No es la primera vez que me despiden, no se preocupe. Ya se cómo funciona. No voy a montar una escena. Recogeré mis cosas y no volveré a asomar las narices por aquí.
Hizo ademán de levantarse, pero el hombre la retuvo. Esta vez fue su mano la que permaneció más tiempo sobre la de ella y al ver como _____ arqueaba las cejas, la apartó con brusquedad. Señaló su asiento y con un gesto, hizo que volviera a ocuparlo.
- ¿Despedida?- preguntó, frunciendo el ceño.
- ¿No lo estoy?- _____ no podía ver su expresión, pero él era muy consciente del aspecto que la joven presentaba. El cabello revuelto, los ojos brillantes y los labios palpitantes preparados para defenderse. Sin duda, el único pensamiento que no había pasado aún por la cabeza de Nick era el de despedirla. Salvarla, protegerla, conocerla, invadirla… Reconoció que sí. Pero no despedirla. Eso no estaba bien. De momento, sólo podía acercarse a ella y averiguar algunas cosas.
- ¿Porqué habría de estarlo?- inquirió, solo por el placer de escuchar nuevamente aquella voz.- ¿Ha hecho algo malo, señorita Baker?
- ¿Lo he hecho?
- ¿Siempre responde a un pregunta con otra?
_____ abrió la boca para contestar, pero la cerró al ver como la camarera se acercaba y él pedía un par de cafés. Al instante, nada menos que un alto ejecutivo de L’Antino estaba actuando como el perfecto caballero para ella y _____ no podía articular palabra a causa de la sorpresa.
- ¿Leche, azúcar…?
Ella dijo que sí a ambas cosas. Sus ojos seguían el movimiento de los dedos del hombre. Largos, fuertes… El revolvió su taza y se la entregó con amabilidad.
- Dígame, señorita Baker… ¿A qué se dedica exactamente por aquí?
La pregunta la pilló por sorpresa. Realmente, aquel hombre parecía interesado en saberlo, así que antes de que pudiera pensarlo, se encontró relatando con todo detalle sus funciones en el taller. Le miró después de varios minutos en los que no había tomado aire para respirar y él agitó la cabeza como si ella acabara de asestarle un fuerte golpe.
- Vaya, vaya… Así que es la asistente de Delta McKendrie.- repitió, demostrando que había estado atento a su conversación.- ¿Cuánto tiempo lleva trabajando para L’Antino, señorita Baker?
- Cinco meses. Y estoy encantada porque yo… porque yo…
- Porque esta es la oportunidad de su vida y porque admira profundamente el talento de Anthua L’Antino. ¿He acertado?
- _____… ¿sigues ahí, cariño? Dime ahora mismo qué está pasando.- exigió aunque su tono era más preocupado que imperativo. Sonrió. Por fortuna, mamá era la única persona en el mundo que aún la llamaba así. Lo hacía cuando quería hacerse respetar. Como ahora.
- Lo siento, mamá. Creí que podría hablar desde aquí. Pero las chicas arman demasiado alboroto.- se disculpó.- Hoy es el gran día. L’Antino y su séquito de ejecutivos pueden llegar de un momento a otro.
- Oh. No entiendo nada de lo que dices, querida.
- Anthua L’Antino, mamá. El dueño de todo esto. El gran L’Antino. El que paga mis honorarios.- explicó atropelladamente, ya que el revuelo en el pasillo le indicó que debía colgar.- Tengo que dejarte mamá.
- Pero, hija… No se porqué te empeñas en vivir en ese lugar horrible.- se quejó como cada vez que la llamaba. Y por descontado, no perdió ocasión de recordarle las ventajas de regresar a San Jorge.- Además, piensa en ese pobre chico…
- Mamá…No voy a casarme con David Wilson. Hemos hablado de esto mil veces.
- _____ Baker, ¿cómo puedes ser tan cruel? Ni siquiera te importa que
David haya jurado esperar tu vuelta, ni que haya rechazado cualquier invitación de otra chica a pesar de lo buen partido que es, ni que…
- Mamá, no lo discutiré otra vez. No me casaré con él. Y que quede sobre tu conciencia si sigues alentándole con falsas esperanzas.
- Está bien… No te enfades, hija…
- Estoy comiendo bien – la interrumpió, adivinando el interrogatorio que seguía.-
No salgo con extraños y sigo teniendo el pelo del mismo color. Nada de tintes, nada de piercings y nada de hombres raros. He seguido todas tus instrucciones y sigo viva. Te llamaré la semana que viene. Te quiero mamá.
Colgó demasiado tarde. Un grupo de personas casi la habían arrollado al pasar junto a ella. Trastabilló sin querer y trató de aferrarse a la cabina de teléfonos sin éxito. Ya se había resignado a caer al suelo cuando unas manos amables la sujetaron por los hombros y evitaron la caída. Se dejó arrastrar hasta la pared para que ambos no fueran atropellados por la comitiva y sonrió avergonzada cuando el hombre apartó las manos de ella.
- Qué torpe…- murmuró, alisando las arrugas de su camisa.- Gra… Gracias…
Enmudeció al mirarle. _____ estaba segura de no haber conocido nunca a nadie tan atractivo. Ojos intensamente azules enmarcados por unas cejas pobladas y oscuras del mismo tono azabache que el cabello. Labios generosos que al abrirse mostraban una perfecta hilera de dientes blancos. Y su cuerpo… Tragó saliva, imaginando que aquel cuerpo musculoso salía de la ducha de su modesto apartamento. El parecía divertido por la situación. Ni siquiera se había ruborizado ante el análisis al que ella le sometía sin darse cuenta. Le oyó carraspear y _____ no tuvo más remedio que volver a la realidad.
- Cuanto lo siento…- desvió la mirada hacia la tarjeta de visitante que pendía de su chaqueta y esta vez, pudo escucharse a sí misma tragando con fuerza. “L’Antino Corp.” Perfecto. Un pez gordo. Ahora sí que su carrera había terminado. Se preguntó cuanto tardaría aquel tipo en comunicarle que podía pasar a las oficinas de personal a recoger su liquidación.- Yo… Yo no...
Pero para su sorpresa, el hombre extendió su mano hacia ella con expresión amistosa. La estrechó tímidamente.
- Nick Jonas.- se presentó el hombre y soltó sus dedos después que ella los retuviera inconscientemente más tiempo del necesario.- ¿Y usted es…?
- __…__…
- _____ Baker, ¿no es así?- él echó un vistazo a la tarjeta de identificación aplastada que ella lucía en la camisa.- Vaya, vaya…Así que _____ , ¿no?.
- Por favor, no se enfade…- ella comprobó de reojo que la comitiva se alejaba.
Nadie se había percatado de su pequeño accidente. Pero él continuaba allí. Quizá disfrutaba viendo como alguien se humillaba. _____ comprendió que se humillaría hasta donde hiciera falta para conservar aquel trabajo y no regresar a San Jorge.- Por favor…
- Sígame.- asió su mano y tiró de ella, obligándola a sentarse en una de las mesas vacías de la cafetería. Por suerte, todos habían desaparecido tras el grupo que tanto llamaba la atención.- La invito a un café. Así que _____, ¿no?
Ella asintió. ¿Era así como despedían a los empleados en L’Antino? “Tranquila,
_____. Tómese un café y recoja sus cosas en media hora”. Ella sacudió la cabeza, incapaz de pensar en cómo iba a explicárselo a Alex.
- Oiga, ya sé que yo… que yo… que yo…- _____ se sintió hundida. ¿Acaso nunca lograría dominarse?
- Que usted…- la invitó a proseguir con cierta impaciencia. Pero ella encogió los hombros, rindiéndose ante el hecho evidente de que aquel sería el final de su corta carrera.
- Estoy despedida, lo sé. – Levantó las palmas de las manos en señal de rendición.- No es la primera vez que me despiden, no se preocupe. Ya se cómo funciona. No voy a montar una escena. Recogeré mis cosas y no volveré a asomar las narices por aquí.
Hizo ademán de levantarse, pero el hombre la retuvo. Esta vez fue su mano la que permaneció más tiempo sobre la de ella y al ver como _____ arqueaba las cejas, la apartó con brusquedad. Señaló su asiento y con un gesto, hizo que volviera a ocuparlo.
- ¿Despedida?- preguntó, frunciendo el ceño.
- ¿No lo estoy?- _____ no podía ver su expresión, pero él era muy consciente del aspecto que la joven presentaba. El cabello revuelto, los ojos brillantes y los labios palpitantes preparados para defenderse. Sin duda, el único pensamiento que no había pasado aún por la cabeza de Nick era el de despedirla. Salvarla, protegerla, conocerla, invadirla… Reconoció que sí. Pero no despedirla. Eso no estaba bien. De momento, sólo podía acercarse a ella y averiguar algunas cosas.
- ¿Porqué habría de estarlo?- inquirió, solo por el placer de escuchar nuevamente aquella voz.- ¿Ha hecho algo malo, señorita Baker?
- ¿Lo he hecho?
- ¿Siempre responde a un pregunta con otra?
_____ abrió la boca para contestar, pero la cerró al ver como la camarera se acercaba y él pedía un par de cafés. Al instante, nada menos que un alto ejecutivo de L’Antino estaba actuando como el perfecto caballero para ella y _____ no podía articular palabra a causa de la sorpresa.
- ¿Leche, azúcar…?
Ella dijo que sí a ambas cosas. Sus ojos seguían el movimiento de los dedos del hombre. Largos, fuertes… El revolvió su taza y se la entregó con amabilidad.
- Dígame, señorita Baker… ¿A qué se dedica exactamente por aquí?
La pregunta la pilló por sorpresa. Realmente, aquel hombre parecía interesado en saberlo, así que antes de que pudiera pensarlo, se encontró relatando con todo detalle sus funciones en el taller. Le miró después de varios minutos en los que no había tomado aire para respirar y él agitó la cabeza como si ella acabara de asestarle un fuerte golpe.
- Vaya, vaya… Así que es la asistente de Delta McKendrie.- repitió, demostrando que había estado atento a su conversación.- ¿Cuánto tiempo lleva trabajando para L’Antino, señorita Baker?
- Cinco meses. Y estoy encantada porque yo… porque yo…
- Porque esta es la oportunidad de su vida y porque admira profundamente el talento de Anthua L’Antino. ¿He acertado?
Catherine
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
Siguelaaa!
Me encanta Nick siempre tan caballeroso <3
& me encanto el cap..
Me encanta Nick siempre tan caballeroso <3
& me encanto el cap..
☎ Jimena Horan ♥
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
Seré buena, dejo el III cap :3
CAPITULO 3
CAPITULO 3
Por un momento, le decepcionó que ella hablara igual que aquellas otras chicas de la pasarela con hermosas cabezas huecas sobre esbeltos hombros. Todas admiraban a cualquiera que pudiera asegurarles un brillante futuro. Y por extensión, todas aceptaban que la cama de Anthua L’Antino era un buen trampolín para ello. Le molestó que ella no fuera distinta. Y le molestó estar allí, perdiendo su valioso tiempo con aquella mujer, igual de pretenciosa que las otras pero con menos cantidad de curvas y maquillaje.
- No creo que dure otros cinco.- observó con excesiva dureza, haciendo referencia a la información que había recabado en el poco tiempo que llevaba allí.- Delta McKendrie es buena en su trabajo. Pero ambos sabemos que alguien como usted no estará a la altura de sus exigencias, ¿no es cierto?
- Es posible que no.- reconoció ella, abrumada por la brutal sinceridad del hombre. De repente, le pareció que él ya no era tan cortés.- Intentaré recordarlo, señor Jonas.
El iba a decir algo, quizá para retractarse de su falta de delicadeza. Pero unas manos de uñas perfectamente esmaltadas se posaron sobre el hombro masculino y _____ levantó la mirada. Hablando del diablo… Delta McKendrie la miraba como si quisiera asesinarla. _____ sacó unas monedas de su bolsillo y las depositó sobre la mesa. El gesto de ella no pasó desapercibido para el hombre.
- Por fin te encuentro, querido.- Delta se mostraba más calmada de lo habitual.- Todos te están buscando en la sala de… reuniones. Ya me entiendes ¿Qué hacías aquí, con esta…?
- La señorita Baker ha sido muy amable en acompañarme mientras tomaba un café.- la cortó, siguiendo con los ojos los de ella.
- Sí, pero ya me iba.- _____ se despidió con una inclinación de cabeza.
- Estupendo. Porque hace más de diez minutos que acabó tu descanso.- Delta pronunció las palabras con énfasis mientras miraba su reloj.- Espero que tengas una buena excusa para hacer novillos, querida.
- La tiene, Delta.- él se mostró tan duro que la misma Delta titubeó. _____ hubiera deseado que no la defendiera. Conociendo a su jefa, eso solo significaba que tendría que hacer horas extra para que se le pasara la rabieta por la humillación. Llegaría tarde a cenar otra vez.- Ya te he dicho que ha sido culpa mía. Vio como Delta retiraba su mano, apretando los labios con rabia.
- En cualquier caso, tenemos mucho trabajo. Te veré en el taller, _____.
Ella se despidió de nuevo, comprendiendo que Delta no se lo perdonaría. Un tipo llamado Nick Jonas, al que Delta se comía con los ojos, había intercedido por ella y eso era algo que iba a acarrearle problemas. Se alejó con el consuelo de que Alex había prometido que haría la cena aquella noche. Llevaba algo más de una semana fuera, en Las Vegas o algo así, haciendo un reportaje fotográfico. Por fin, regresaba a casa y _____ estaba deseando abrazarla. Sobre todo, porque al despedirse de ella, había tenido la sensación de que su amiga estaba preocupada por algo.
- No pretendía ofenderte, querido.- se disculpó Delta cuando la otra mujer hubo desaparecido.- Aún tengo que hablarte de los otros empleados y…
- No me has ofendido. La ofendiste a ella.- Nick recogió las monedas que _____ había dejado, las guardó en el bolsillo de su chaqueta y depositó en su lugar un billete. La camarera abrió desmesuradamente los ojos ante la propina, pero él ignoró las protestas y avanzó hacia el pasillo. Delta le seguía con movimientos felinos. Sabía que él era distinto al resto de los hombres que había conocido en aquel ambiente. A decir verdad, no encajaba en absoluto con el perfil de los tipos que pululaban por las oficinas de L’Antino. Pero estaba allí. Era increíblemente atractivo, con una profesión que le confería un cierto toque de misterio que la volvía loca. Dos ingredientes que le hacían irresistible. Desde el primer encuentro, había decidido que sería suyo.
- ¿Cenamos juntos?- preguntó con una sonrisa fingida.
- Lo siento. Tengo trabajo.
- ¿Mañana tal vez?- insistió ella.
Nick la miró. Detestaba a las mujeres como ella. Bellas, triunfadoras, implacables y seguras de sí misma. Sobre todo, implacables. Delta se había mostrado sumamente desagradable con la señorita Baker. Su actitud la definía justo como el tipo de mujer que él despreciaba. Odiaba la prepotencia y el modo en que ella había tratado a la señorita Baker. Sobre todo, odiaba que ahora le observara como si él fuera una valiosa pieza de caza que debía añadir a su colección. Claro que no se lo dijo. No valía la pena.
- También trabajo.
“Ya lo veremos, querido”, pensó Delta, imaginando de qué modo le seduciría en su próxima cita.
- No creo que dure otros cinco.- observó con excesiva dureza, haciendo referencia a la información que había recabado en el poco tiempo que llevaba allí.- Delta McKendrie es buena en su trabajo. Pero ambos sabemos que alguien como usted no estará a la altura de sus exigencias, ¿no es cierto?
- Es posible que no.- reconoció ella, abrumada por la brutal sinceridad del hombre. De repente, le pareció que él ya no era tan cortés.- Intentaré recordarlo, señor Jonas.
El iba a decir algo, quizá para retractarse de su falta de delicadeza. Pero unas manos de uñas perfectamente esmaltadas se posaron sobre el hombro masculino y _____ levantó la mirada. Hablando del diablo… Delta McKendrie la miraba como si quisiera asesinarla. _____ sacó unas monedas de su bolsillo y las depositó sobre la mesa. El gesto de ella no pasó desapercibido para el hombre.
- Por fin te encuentro, querido.- Delta se mostraba más calmada de lo habitual.- Todos te están buscando en la sala de… reuniones. Ya me entiendes ¿Qué hacías aquí, con esta…?
- La señorita Baker ha sido muy amable en acompañarme mientras tomaba un café.- la cortó, siguiendo con los ojos los de ella.
- Sí, pero ya me iba.- _____ se despidió con una inclinación de cabeza.
- Estupendo. Porque hace más de diez minutos que acabó tu descanso.- Delta pronunció las palabras con énfasis mientras miraba su reloj.- Espero que tengas una buena excusa para hacer novillos, querida.
- La tiene, Delta.- él se mostró tan duro que la misma Delta titubeó. _____ hubiera deseado que no la defendiera. Conociendo a su jefa, eso solo significaba que tendría que hacer horas extra para que se le pasara la rabieta por la humillación. Llegaría tarde a cenar otra vez.- Ya te he dicho que ha sido culpa mía. Vio como Delta retiraba su mano, apretando los labios con rabia.
- En cualquier caso, tenemos mucho trabajo. Te veré en el taller, _____.
Ella se despidió de nuevo, comprendiendo que Delta no se lo perdonaría. Un tipo llamado Nick Jonas, al que Delta se comía con los ojos, había intercedido por ella y eso era algo que iba a acarrearle problemas. Se alejó con el consuelo de que Alex había prometido que haría la cena aquella noche. Llevaba algo más de una semana fuera, en Las Vegas o algo así, haciendo un reportaje fotográfico. Por fin, regresaba a casa y _____ estaba deseando abrazarla. Sobre todo, porque al despedirse de ella, había tenido la sensación de que su amiga estaba preocupada por algo.
- No pretendía ofenderte, querido.- se disculpó Delta cuando la otra mujer hubo desaparecido.- Aún tengo que hablarte de los otros empleados y…
- No me has ofendido. La ofendiste a ella.- Nick recogió las monedas que _____ había dejado, las guardó en el bolsillo de su chaqueta y depositó en su lugar un billete. La camarera abrió desmesuradamente los ojos ante la propina, pero él ignoró las protestas y avanzó hacia el pasillo. Delta le seguía con movimientos felinos. Sabía que él era distinto al resto de los hombres que había conocido en aquel ambiente. A decir verdad, no encajaba en absoluto con el perfil de los tipos que pululaban por las oficinas de L’Antino. Pero estaba allí. Era increíblemente atractivo, con una profesión que le confería un cierto toque de misterio que la volvía loca. Dos ingredientes que le hacían irresistible. Desde el primer encuentro, había decidido que sería suyo.
- ¿Cenamos juntos?- preguntó con una sonrisa fingida.
- Lo siento. Tengo trabajo.
- ¿Mañana tal vez?- insistió ella.
Nick la miró. Detestaba a las mujeres como ella. Bellas, triunfadoras, implacables y seguras de sí misma. Sobre todo, implacables. Delta se había mostrado sumamente desagradable con la señorita Baker. Su actitud la definía justo como el tipo de mujer que él despreciaba. Odiaba la prepotencia y el modo en que ella había tratado a la señorita Baker. Sobre todo, odiaba que ahora le observara como si él fuera una valiosa pieza de caza que debía añadir a su colección. Claro que no se lo dijo. No valía la pena.
- También trabajo.
“Ya lo veremos, querido”, pensó Delta, imaginando de qué modo le seduciría en su próxima cita.
Catherine
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
Nueva lectora, tienes que seguirla me ha encantado :3
MissKeynes96
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
bienvenida MissKeynes96 ;) más tardecito subo cap, ahora estoy en el móvil :/ hasta más tardecillo :3
Las quiero.
Las quiero.
Catherine
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
CAPITULO 4
_____ estaba recogiendo su bolso en la taquilla cuando un ruido a sus espaldas la sobresaltó. En la penumbra, ahogó un pequeño grito de terror. Por culpa de Florence y su mal humor, era casi media noche. Demasiado tarde para nadie estuviera aún deambulando por allí. Nadie, excepto su buen amigo Dennis, el encargado de seguridad. Claro que aquel tipo no olía como Dennis, a quien su esposa regalaba lociones de afeitar con aroma de vainilla. Se volvió, decidida a no dejarse amedrentar por quien quiera que fuese.
- ¿Dennis…? ... ¿Quién anda ahí?- preguntó, tratando de no mostrar su miedo.-
Le advierto que he dado clases de defensa personal… Además, sepa que un guardia de seguridad le hará picadillo si intenta algo, ¿me oye?
Escuchó una risa seca y comprendió que el extraño estaba demasiado cerca.
Sacó de su bolso su spray anti violadores y le roció a la altura del rostro. Por desgracia, el hombre fue más rápido y antes de que ella pudiera huir, le arrebató el spray y la obligó a colocarse contra la taquilla.
- Voy a gritar, se lo advierto…
- ¡Por todos los Santos! ¿Acaso se ha vuelto loca? Podía haberme matado con esa cosa.
Aquella voz le resultaba familiar. _____ guardó silencio al reconocerle de repente cuando la luz del exterior se filtró por una de las ventanas.
- ¡Usted!- exclamó y al ver que estaba a salvo de que volviera a utilizarlo, Nick le devolvió el spray. Parecía furioso, aunque por suerte, la puntería de _____ no era lo bastante buena. El gas tóxico apenas le había rozado la barbilla y la frotó instintivamente.
- Señorita Baker, ¿sabe que existe un nombre para lo que usted ha intentado hace un instante?- la espetó con tono peligrosamente suave.- Lo llaman intento de homicidio. Y según tengo entendido, es un delito que se castiga con la pena capital en algunos estados.
- No sea ridículo.- replicó sin importarle ya quien fuera él.- Lo siento. Yo no podía saber que usted estaría esperándome escondido como un fantasma… ¿Se encuentra bien?
- Creo que sí. ¿Y usted?
_____ levantó el brazo hacia la luz y observó con disgusto las pequeñas marcas rojizas en la muñeca. El había presionado con fuerza al arrebatarle el spray y se lo mostró con expresión resentida.
- Lo lamento. – Parecía realmente arrepentido.- No pretendía asustarla.
- No es nada.- se ajustó el bolso al hombro y salió al pasillo. El la siguió hasta la puerta y vio como saludaba al guardia de seguridad al pasar junto a él.
- ¿Todo va bien, _____?
- Todo bien, Dennis. Gracias.- le miró mientras cruzaba la calle y se apoyaba contra la pared a la espera de un taxi. Temía que a esa hora, tendría que regresar a pie al apartamento.- Oiga, deje de seguirme... ¿Qué quiere? Ya le he pedido disculpas antes.
- Quería devolverle esto.
_____ forcejeó cuando él tomó su mano para depositar algo en ella. Finalmente, aceptó lo que le entregaba.
- ¿Qué significa…?- contempló las monedas y después le miró confusa.
- Dije que la invitaba a ese café, ¿recuerda?- sonrió y al hacerlo, las rodillas de
_____ flaquearon. ¿Cómo era posible que un perfecto desconocido provocara en ella aquel torbellino de emociones? Le devolvió la sonrisa, preguntándose porqué un hombre como aquel se molestaba siquiera en hablar con alguien como ella.
- En ese caso, gracias.
- Quería que supiera que no me gustó la forma en que Delta McKendrie se dirigió a usted. Fue humillante.- la miró como si esperara que ella aplaudiera su confesión. Pero en lugar de eso, _____ encogió los hombros para restar importancia al asunto. Insistió, sorprendido por su pasividad.- ¿No le importa que la traten así, señorita
Baker?
- Señor Jonas…- ella había suspirado y torcido los labios en un gesto absolutamente delicioso. Por un instante, Jack reprimió el loco impulso de cubrir aquella boca con la suya.- Usted no imagina, ni por un momento, lo que significa para una chica como yo trabajar en esta empresa. A veces, una aprende a contemplar el lado bueno de las cosas. Y el lado bueno, señor Nick, es que no seré toda la vida la ayudante de Delta McKendrie. Sin embargo, ella siempre será Delta McKendrie y eso nunca podrá cambiarlo. ¿Comprende lo que quiero decir?
El asintió, conmovido por la fortaleza de aquella joven, dispuesta a luchar contra todos y contra todo y a soportar cualquier ofensa con tal de alcanzar su sueño. Su sueño… Se preguntó cuál sería la meta que rondaba la cabeza de la señorita Baker. En realidad, se preguntaba hasta donde estaría dispuesta a llegar por conseguirla. ¿Sería como el resto? Algo en su interior se negaba a creer que fuera así, aunque todas las pruebas apuntaban lo contrario.
- ¿Aceptaría tomar una copa conmigo, señorita Baker?- lo preguntó sin pensarlo
y aunque al momento se había arrepentido, le molestó que ella negara rápidamente.
- Creo que no.
- ¿Porqué no?- se controló como pudo, a pesar de que lo único que deseaba era besarla. ¿Besarla? ¿Es que había perdido el juicio de repente? No estaba allí para tontear con una mujer que ni siquiera era medianamente su tipo. Un poco estrafalaria y con la cabeza llena de pájaros… La señorita Baker tenía mucho descaro negándose a compartir aquella copa con él. Al menos, podía haber fingido que le apenaba rechazarle o que solo lo hacía para no parecer frívola. Recordó un comentario anterior de ella y sonrió, preguntándose qué diría ella si conociera algunos detalles sobre su oponente. - ¿Teme que sus conocimientos de defensa personal no sean suficientes, _____?
- Son suficientes, créame.- replicó ella, molesta por el sarcasmo de su tono.- En realidad, ya había hecho planes.
- ¿Con su novio, señorita Baker?- preguntó con tono burlón. Por alguna razón, deseaba que ella fuera la típica chica que compartía su tazón de leche con un gato pulgoso mientras veía la televisión.
- No es asunto suyo.- enfrentó su mirada y añadió.- Pero no. No tengo novio.
- Entonces, puede cancelar esos planes y tomar esa copa conmigo.- la acorraló contra la pared, pero _____ le apartó con brusquedad.
- No.
- Permita entonces que la acompañe hasta su casa. – se ofreció, interceptándole el paso mientras ella trataba de caminar en dirección a su apartamento.- Es muy tarde para que deambule sola por la calle. Esta ciudad no es precisamente la más segura.
- Me temo que no, señor Jonas. Gracias otra vez.- y antes de que ninguno de los dos pudiera preverlo, un vehículo pasó frente a ella a toda velocidad, justo en el instante en que Nick la sujetaba por las solapas de la camisa para devolverla a la acera. Afortunadamente, la apartó a tiempo. La miró mientras aún la mantenía pegada a su cuerpo. Ella temblaba como un flan, imaginando su propio cuerpo aplastado en el asfalto de la carretera. Pero no había gritado. La soltó con cierta brusquedad y trató de ver la matrícula del coche que casi la había arrollado. Demasiado tarde. Ni rastro de él.
- ¿Está bien, _____?- si esperaba verla llorar o lanzar unos cuantos insultos al conductor temerario, otra vez se equivocó. Ella se limitó a sonreír y sacudir su cabeza hacia los lados.
- Sí… Oh, sí… Vaya, ha estado cerca, ¿verdad?
- Eso creo.
Ella suspiró aliviada cuando el taxi que había llamado con la mano se detuvo a escasos metros.
- Señorita Baker… ¿seguro que no quiere que la acompañe?
- No, gracias otra vez, señor Jonas.
- No le pediré que me deje subir, lo prometo.
- Gracias, pero no.
- _____… Tenga cuidado, ¿quiere?
Ella asomó la cabeza por la ventanilla, asintiendo repetidamente con la barbilla.
Nick, lejos de sentirse desilusionado, sonrió. Buena chica. Puede que hubiera tenido un pequeño tropiezo, pero tal vez aún no se había echado a perder del todo. Se dijo que no tenía porqué pensar aquello. Solo tenía que hacer su trabajo. Nada más. Aunque por otro lado… _____ Baker le parecía una mujer interesante que le apetecía conocer. Pero de momento, su prioridad debía ser otra. Recordó los motivos que le habían llevado allí. Echó una última ojeada a la carretera y sonrió nuevamente. Detuvo un taxi y le dio algunas indicaciones. “_____ Baker… Un nombre demasiado grande para una mujer tan pequeña”, ¿o quizá no?
******
_____ desvió la mirada hasta sus zapatos cuando el hombre clavó los ojos en ella.
Había pensado que pasaría desapercibida si no llamaba demasiado la atención. No quería que el accidente del día anterior se repitiera y finalmente la despidieran de todos modos. Y por otro lado, Delta había sido muy clara aquella mañana. “Si vuelves a dejarme en evidencia delante de cualquiera, estás despedida. No creas que me engañas con esa cara de mosca muerta”. _____ se había disculpado y había reprimido el deseo de enviarla al diablo. Por nada del mundo pensaba dejar que alguien como Delta McKendrie arruinara su mejor empleo y la enviara de vuelta a San Jorge. Antes aceptaría aquella pequeña humillación. Y lo haría sumisamente, tal y como lo había hecho aquella mañana. Era solo que… No entendía porqué el señor L’antino, a quien nunca había visto antes más que en las portadas de las revistas de moda, quería verla. Anthua L’Antino… Aún entendía menos porqué la habían hecho ir hasta su despacho con mentiras. Hubiera obedecido igual si le hubieran dicho que no la despediría L’Antino en persona. Le miró de reojo mientras él atendía una llamada de teléfono con expresión impaciente. Era bastante alto, podía apreciarlo mejor mientras su figura se recortaba contra la ventana del despacho y hablaba desde su teléfono móvil en un tono confidencial. Unos cuarenta años… Al volverse hacia ella para sentarse, descubrió que el azul de sus ojos adquiría distintas tonalidades según incidía la luz en ellos. Le pareció más atractivo que el día anterior y se ruborizó al notar que comenzaba a imaginar tórridas escenas entre ambos que la excitaban. Debía controlarse. El no era un pueblerino de San Jorge. No era David Wilson. Era Nick Jonas. Quizá jefe de no se qué importante departamento, objetivo sexual de las fantasías de Delta McKendrie y por tanto, sujeto completamente prohibido para ella. En definitiva, el tipo que hombre que jamás la citaría en su despacho o en cualquier otro lugar. Sin embargo, allí estaba.
¿Acaso ese Nick quería ver como se humillaba? El no lo sabía. Pero se humillaría hasta el final si era necesario… Haría cualquier cosa excepto vender su cuerpo. Y empezaba a temer que incluso ese pequeño límite moral sería vencido si él continuaba mirándola de aquel modo.
- Quiero hablar con el capitán. Dile que me llame o que busque a otro para este trabajo, ¿está claro?- su voz era peligrosamente suave al dirigirse a la mujer al otro lado del intercomunicador. _____ imaginó a la mujer temblando al otro lado de la línea. Era bien sabido que Anthua L’Antino era famoso en el mundo por tres hechos: el primero, sus hermosos diseños destinados a vestir a las más elegantes e influyentes mujeres. El segundo era que consideraba a la mujer como un objeto que debía ser vestido o desvestido según la ocasión y la mujer. La tercera y más preocupante en ese momento, era su talante arrogante y malhumorado y que creía que el resto del mundo debía soportarle a cualquier precio. Se preguntó si L’Antino contrataría a su personal ejecutor con ese mismo perfil. _____ se preparó para lo peor cuando el hombre cortó la comunicación del intercomunicador y la miró fijamente. En realidad, _____ pudo descifrar su expresión disgustada al analizar en silencio su aspecto. Cruzó las manos a la espalda con nerviosismo, rezando porque no reparara en sus viejos y desgastados zapatos. No eran precisamente bonitos, pero le resultaban cómodos y además, odiaba tirar a la basura algo que había recorrido tanto camino junto a ella. Se movió con disimulo hasta ocultar los pies tras las patas de la silla.- ¿No quiere sentarse, señorita…?
Ella vio como echaba una rápida ojeada a su teléfono móvil que ahora no cesaba de sonar, lo ignoró y después centro nuevamente su atención en ella.
- Por favor… - indicó con un gesto la silla y ella obedeció. Y sin poder evitarlo, su boca se abrió para comenzar su propia defensa. No se marcharía sin antes luchar.
– Señor Jonas, yo…
En dos minutos, ya se había disculpado por el percance en los pasillos y por el desafortunado episodio con su spray anti violadores. A eso había añadido la disputa que ella y Delta habían tenido a primera hora de la mañana. Delta la acusaba de estropear un diseño y enviar a la máquina de corte una cantidad enorme de tela que no era la elegida por ella. _____ había intentado que la creyera. No tenía ni idea de quien lo había hecho, pero no había sido ella. Al final, harta de soportar sus insultos y con la firme convicción de que la propia Delta había sido la responsable y de que solo buscaba una ocasión para despedirla, no había podido evitar mandarla al diablo. Se lo contó todo con la mayor sinceridad. Al terminar, Nick la observaba como si tuviera ante sí a alguien que ha perdido el juicio.
- Señorita Baker…No se de qué demonios me habla. Y con sinceridad, sea lo que sea, no me interesa.
- ¿Ah, no…? – _____ tragó saliva, confundida y avergonzada.
- No. La he hecho llamar por otro motivo.
- ¿En serio?- se sintió estúpida e inexperta. Trató de colocarse en una de esas posturas de mujer experimentada que le había enseñado Alex sin éxito. El resultado fue que la silla cayó hacia un lado al inclinarse demasiado sobre ella. El señor Jonas se apresuró a ayudarla, aunque fue demasiado tarde. _____ había caído de bruces y se levantó de un salto, estirando su ropa como pudo y ordenándole a sus mejillas que devolvieran un color que no fuera el rojo. Nick la observaba con fastidio.
- ¿Se encuentra bien?- preguntó con voz áspera.
- Oh… Muy bien. Gracias. Entonces, yo no…
- No está despedida, _____.
- ¿Dennis…? ... ¿Quién anda ahí?- preguntó, tratando de no mostrar su miedo.-
Le advierto que he dado clases de defensa personal… Además, sepa que un guardia de seguridad le hará picadillo si intenta algo, ¿me oye?
Escuchó una risa seca y comprendió que el extraño estaba demasiado cerca.
Sacó de su bolso su spray anti violadores y le roció a la altura del rostro. Por desgracia, el hombre fue más rápido y antes de que ella pudiera huir, le arrebató el spray y la obligó a colocarse contra la taquilla.
- Voy a gritar, se lo advierto…
- ¡Por todos los Santos! ¿Acaso se ha vuelto loca? Podía haberme matado con esa cosa.
Aquella voz le resultaba familiar. _____ guardó silencio al reconocerle de repente cuando la luz del exterior se filtró por una de las ventanas.
- ¡Usted!- exclamó y al ver que estaba a salvo de que volviera a utilizarlo, Nick le devolvió el spray. Parecía furioso, aunque por suerte, la puntería de _____ no era lo bastante buena. El gas tóxico apenas le había rozado la barbilla y la frotó instintivamente.
- Señorita Baker, ¿sabe que existe un nombre para lo que usted ha intentado hace un instante?- la espetó con tono peligrosamente suave.- Lo llaman intento de homicidio. Y según tengo entendido, es un delito que se castiga con la pena capital en algunos estados.
- No sea ridículo.- replicó sin importarle ya quien fuera él.- Lo siento. Yo no podía saber que usted estaría esperándome escondido como un fantasma… ¿Se encuentra bien?
- Creo que sí. ¿Y usted?
_____ levantó el brazo hacia la luz y observó con disgusto las pequeñas marcas rojizas en la muñeca. El había presionado con fuerza al arrebatarle el spray y se lo mostró con expresión resentida.
- Lo lamento. – Parecía realmente arrepentido.- No pretendía asustarla.
- No es nada.- se ajustó el bolso al hombro y salió al pasillo. El la siguió hasta la puerta y vio como saludaba al guardia de seguridad al pasar junto a él.
- ¿Todo va bien, _____?
- Todo bien, Dennis. Gracias.- le miró mientras cruzaba la calle y se apoyaba contra la pared a la espera de un taxi. Temía que a esa hora, tendría que regresar a pie al apartamento.- Oiga, deje de seguirme... ¿Qué quiere? Ya le he pedido disculpas antes.
- Quería devolverle esto.
_____ forcejeó cuando él tomó su mano para depositar algo en ella. Finalmente, aceptó lo que le entregaba.
- ¿Qué significa…?- contempló las monedas y después le miró confusa.
- Dije que la invitaba a ese café, ¿recuerda?- sonrió y al hacerlo, las rodillas de
_____ flaquearon. ¿Cómo era posible que un perfecto desconocido provocara en ella aquel torbellino de emociones? Le devolvió la sonrisa, preguntándose porqué un hombre como aquel se molestaba siquiera en hablar con alguien como ella.
- En ese caso, gracias.
- Quería que supiera que no me gustó la forma en que Delta McKendrie se dirigió a usted. Fue humillante.- la miró como si esperara que ella aplaudiera su confesión. Pero en lugar de eso, _____ encogió los hombros para restar importancia al asunto. Insistió, sorprendido por su pasividad.- ¿No le importa que la traten así, señorita
Baker?
- Señor Jonas…- ella había suspirado y torcido los labios en un gesto absolutamente delicioso. Por un instante, Jack reprimió el loco impulso de cubrir aquella boca con la suya.- Usted no imagina, ni por un momento, lo que significa para una chica como yo trabajar en esta empresa. A veces, una aprende a contemplar el lado bueno de las cosas. Y el lado bueno, señor Nick, es que no seré toda la vida la ayudante de Delta McKendrie. Sin embargo, ella siempre será Delta McKendrie y eso nunca podrá cambiarlo. ¿Comprende lo que quiero decir?
El asintió, conmovido por la fortaleza de aquella joven, dispuesta a luchar contra todos y contra todo y a soportar cualquier ofensa con tal de alcanzar su sueño. Su sueño… Se preguntó cuál sería la meta que rondaba la cabeza de la señorita Baker. En realidad, se preguntaba hasta donde estaría dispuesta a llegar por conseguirla. ¿Sería como el resto? Algo en su interior se negaba a creer que fuera así, aunque todas las pruebas apuntaban lo contrario.
- ¿Aceptaría tomar una copa conmigo, señorita Baker?- lo preguntó sin pensarlo
y aunque al momento se había arrepentido, le molestó que ella negara rápidamente.
- Creo que no.
- ¿Porqué no?- se controló como pudo, a pesar de que lo único que deseaba era besarla. ¿Besarla? ¿Es que había perdido el juicio de repente? No estaba allí para tontear con una mujer que ni siquiera era medianamente su tipo. Un poco estrafalaria y con la cabeza llena de pájaros… La señorita Baker tenía mucho descaro negándose a compartir aquella copa con él. Al menos, podía haber fingido que le apenaba rechazarle o que solo lo hacía para no parecer frívola. Recordó un comentario anterior de ella y sonrió, preguntándose qué diría ella si conociera algunos detalles sobre su oponente. - ¿Teme que sus conocimientos de defensa personal no sean suficientes, _____?
- Son suficientes, créame.- replicó ella, molesta por el sarcasmo de su tono.- En realidad, ya había hecho planes.
- ¿Con su novio, señorita Baker?- preguntó con tono burlón. Por alguna razón, deseaba que ella fuera la típica chica que compartía su tazón de leche con un gato pulgoso mientras veía la televisión.
- No es asunto suyo.- enfrentó su mirada y añadió.- Pero no. No tengo novio.
- Entonces, puede cancelar esos planes y tomar esa copa conmigo.- la acorraló contra la pared, pero _____ le apartó con brusquedad.
- No.
- Permita entonces que la acompañe hasta su casa. – se ofreció, interceptándole el paso mientras ella trataba de caminar en dirección a su apartamento.- Es muy tarde para que deambule sola por la calle. Esta ciudad no es precisamente la más segura.
- Me temo que no, señor Jonas. Gracias otra vez.- y antes de que ninguno de los dos pudiera preverlo, un vehículo pasó frente a ella a toda velocidad, justo en el instante en que Nick la sujetaba por las solapas de la camisa para devolverla a la acera. Afortunadamente, la apartó a tiempo. La miró mientras aún la mantenía pegada a su cuerpo. Ella temblaba como un flan, imaginando su propio cuerpo aplastado en el asfalto de la carretera. Pero no había gritado. La soltó con cierta brusquedad y trató de ver la matrícula del coche que casi la había arrollado. Demasiado tarde. Ni rastro de él.
- ¿Está bien, _____?- si esperaba verla llorar o lanzar unos cuantos insultos al conductor temerario, otra vez se equivocó. Ella se limitó a sonreír y sacudir su cabeza hacia los lados.
- Sí… Oh, sí… Vaya, ha estado cerca, ¿verdad?
- Eso creo.
Ella suspiró aliviada cuando el taxi que había llamado con la mano se detuvo a escasos metros.
- Señorita Baker… ¿seguro que no quiere que la acompañe?
- No, gracias otra vez, señor Jonas.
- No le pediré que me deje subir, lo prometo.
- Gracias, pero no.
- _____… Tenga cuidado, ¿quiere?
Ella asomó la cabeza por la ventanilla, asintiendo repetidamente con la barbilla.
Nick, lejos de sentirse desilusionado, sonrió. Buena chica. Puede que hubiera tenido un pequeño tropiezo, pero tal vez aún no se había echado a perder del todo. Se dijo que no tenía porqué pensar aquello. Solo tenía que hacer su trabajo. Nada más. Aunque por otro lado… _____ Baker le parecía una mujer interesante que le apetecía conocer. Pero de momento, su prioridad debía ser otra. Recordó los motivos que le habían llevado allí. Echó una última ojeada a la carretera y sonrió nuevamente. Detuvo un taxi y le dio algunas indicaciones. “_____ Baker… Un nombre demasiado grande para una mujer tan pequeña”, ¿o quizá no?
******
_____ desvió la mirada hasta sus zapatos cuando el hombre clavó los ojos en ella.
Había pensado que pasaría desapercibida si no llamaba demasiado la atención. No quería que el accidente del día anterior se repitiera y finalmente la despidieran de todos modos. Y por otro lado, Delta había sido muy clara aquella mañana. “Si vuelves a dejarme en evidencia delante de cualquiera, estás despedida. No creas que me engañas con esa cara de mosca muerta”. _____ se había disculpado y había reprimido el deseo de enviarla al diablo. Por nada del mundo pensaba dejar que alguien como Delta McKendrie arruinara su mejor empleo y la enviara de vuelta a San Jorge. Antes aceptaría aquella pequeña humillación. Y lo haría sumisamente, tal y como lo había hecho aquella mañana. Era solo que… No entendía porqué el señor L’antino, a quien nunca había visto antes más que en las portadas de las revistas de moda, quería verla. Anthua L’Antino… Aún entendía menos porqué la habían hecho ir hasta su despacho con mentiras. Hubiera obedecido igual si le hubieran dicho que no la despediría L’Antino en persona. Le miró de reojo mientras él atendía una llamada de teléfono con expresión impaciente. Era bastante alto, podía apreciarlo mejor mientras su figura se recortaba contra la ventana del despacho y hablaba desde su teléfono móvil en un tono confidencial. Unos cuarenta años… Al volverse hacia ella para sentarse, descubrió que el azul de sus ojos adquiría distintas tonalidades según incidía la luz en ellos. Le pareció más atractivo que el día anterior y se ruborizó al notar que comenzaba a imaginar tórridas escenas entre ambos que la excitaban. Debía controlarse. El no era un pueblerino de San Jorge. No era David Wilson. Era Nick Jonas. Quizá jefe de no se qué importante departamento, objetivo sexual de las fantasías de Delta McKendrie y por tanto, sujeto completamente prohibido para ella. En definitiva, el tipo que hombre que jamás la citaría en su despacho o en cualquier otro lugar. Sin embargo, allí estaba.
¿Acaso ese Nick quería ver como se humillaba? El no lo sabía. Pero se humillaría hasta el final si era necesario… Haría cualquier cosa excepto vender su cuerpo. Y empezaba a temer que incluso ese pequeño límite moral sería vencido si él continuaba mirándola de aquel modo.
- Quiero hablar con el capitán. Dile que me llame o que busque a otro para este trabajo, ¿está claro?- su voz era peligrosamente suave al dirigirse a la mujer al otro lado del intercomunicador. _____ imaginó a la mujer temblando al otro lado de la línea. Era bien sabido que Anthua L’Antino era famoso en el mundo por tres hechos: el primero, sus hermosos diseños destinados a vestir a las más elegantes e influyentes mujeres. El segundo era que consideraba a la mujer como un objeto que debía ser vestido o desvestido según la ocasión y la mujer. La tercera y más preocupante en ese momento, era su talante arrogante y malhumorado y que creía que el resto del mundo debía soportarle a cualquier precio. Se preguntó si L’Antino contrataría a su personal ejecutor con ese mismo perfil. _____ se preparó para lo peor cuando el hombre cortó la comunicación del intercomunicador y la miró fijamente. En realidad, _____ pudo descifrar su expresión disgustada al analizar en silencio su aspecto. Cruzó las manos a la espalda con nerviosismo, rezando porque no reparara en sus viejos y desgastados zapatos. No eran precisamente bonitos, pero le resultaban cómodos y además, odiaba tirar a la basura algo que había recorrido tanto camino junto a ella. Se movió con disimulo hasta ocultar los pies tras las patas de la silla.- ¿No quiere sentarse, señorita…?
Ella vio como echaba una rápida ojeada a su teléfono móvil que ahora no cesaba de sonar, lo ignoró y después centro nuevamente su atención en ella.
- Por favor… - indicó con un gesto la silla y ella obedeció. Y sin poder evitarlo, su boca se abrió para comenzar su propia defensa. No se marcharía sin antes luchar.
– Señor Jonas, yo…
En dos minutos, ya se había disculpado por el percance en los pasillos y por el desafortunado episodio con su spray anti violadores. A eso había añadido la disputa que ella y Delta habían tenido a primera hora de la mañana. Delta la acusaba de estropear un diseño y enviar a la máquina de corte una cantidad enorme de tela que no era la elegida por ella. _____ había intentado que la creyera. No tenía ni idea de quien lo había hecho, pero no había sido ella. Al final, harta de soportar sus insultos y con la firme convicción de que la propia Delta había sido la responsable y de que solo buscaba una ocasión para despedirla, no había podido evitar mandarla al diablo. Se lo contó todo con la mayor sinceridad. Al terminar, Nick la observaba como si tuviera ante sí a alguien que ha perdido el juicio.
- Señorita Baker…No se de qué demonios me habla. Y con sinceridad, sea lo que sea, no me interesa.
- ¿Ah, no…? – _____ tragó saliva, confundida y avergonzada.
- No. La he hecho llamar por otro motivo.
- ¿En serio?- se sintió estúpida e inexperta. Trató de colocarse en una de esas posturas de mujer experimentada que le había enseñado Alex sin éxito. El resultado fue que la silla cayó hacia un lado al inclinarse demasiado sobre ella. El señor Jonas se apresuró a ayudarla, aunque fue demasiado tarde. _____ había caído de bruces y se levantó de un salto, estirando su ropa como pudo y ordenándole a sus mejillas que devolvieran un color que no fuera el rojo. Nick la observaba con fastidio.
- ¿Se encuentra bien?- preguntó con voz áspera.
- Oh… Muy bien. Gracias. Entonces, yo no…
- No está despedida, _____.
Catherine
Re: Peligrosa Relación (Adaptacion Nick & tu)
Esa delta ashh me hizo enojar!!
Siguelaaa!
Ya quiero saber para que la llamo nick :)
☎ Jimena Horan ♥
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