Falling Fast {Louis Tomlinson} {Segunda temporada de Peace, Love & Fuck You}

Miranda me ha mandado a llamar. Debo admitir que el miedo me come viva.
Entro a la oficina, temerosa.
—Siéntate—Me dice—. Lo soltare rápido y sin rodeos: voy a dejar a la dirección de Runway—Pregunto la razón—.Tantos años en lo mismo suelen fastidiarme, así que he decidido dejarte esto a ti.
— ¿Hablas enserio, Miranda?
—Claro que sí, la decisión ya está tomada. Serás exitosa, incluso más que yo.
—Vaya, no sé qué decir, te lo agradezco mucho.
—No tienes nada que agradecer. —Se quita sus lentes— ¿Tú piensas tener una relación a futuro?
—No estoy muy segura ¿a qué viene la pregunta?
—Muy bien, te diré que este trabajo es bastante duro, y requiere de esfuerzo y dedicación—Me dice—Puedes tener todo el éxito que desees, no puedes dejar que un hombre te arruine eso.
—Es cierto…ahora que lo pienso—Susurro.
—Te digo esto porque te veo como una hija, como la hija que nunca tuve…
— ¿Hay algo que quieras contarme?
—Si.

Camino por las calles de Nueva York, hay nieve y personas por todos lados. Esta ciudad es gigante, no encontrare a Andrómeda aquí, nunca. Han pasado ya cuatro años enteros desde su partida. Tal vez tenga una relación, este casada, comprometida, o incluso tenga un hijo, o hija.
Aunque siendo ella, lo dudó, lo dudo mucho.

Recuerdo las palabras de Harmony:
«—Han pasado sólo cuatro años, idiota. No debió haber cambiado mucho, la amas, la dejaste ir. Ahora ve por ella, no la dejes ir, otra vez, Louis.»

Cada frase en esa oración es cierta, la buscare, y si es posible moveré cielo, mar y tierra para encontrarla, no pudo haberse ido de Nueva York.

Me siento triste, devastado, pero, con una chispa de esperanza en mí. Siento que encontrare a Andrómeda hoy, lo presiento, aunque las posibilidades sean remotas.

Comienza a llover, saco mi sombrilla negra. Veo como la gente saca también sus sombrillas, estas son amarillas, todas y cada una.  
¿Acaso es el festival de las sombrillas amarillas, o qué?

Buscare un bar, si, buscare un bar. Sigo caminando, no se adonde pero sé que me aproximo a Manhattan, y salgo de Rhode Island. Al otro lado de la acera camina una mujer con un aspecto que se me parece despectivamente familiar. Cuerpo delgado, alta, piernas largas, y es una maraña de pelo rubio.
¿En qué diablos estoy pensando?
Hay miles de mujeres así. Aunque, algo en ella se me hace familiar no sé si es su forma de caminar, los tacones altos y el bolso caro que trae, o su peculiar estilo y forma superficial y egocéntrica de ser.  La sombrilla roja que tiene me recuerda a Andrómeda, a ese día de lluvioso de otoño, al que solíamos titular: "La peor-mejor cita del universo", es una historia digna de contarse:

Un día quedamos en vernos a las 5:30 a un costado del río Támesis. Fuimos al cine, y las entradas para la película que queríamos ver estaban agotadas, la comida horrible, las calles frías y vacías, y para el colmo comenzó a llover. Sacamos nuestras sombrillas, yo una azul marino y ella una color rojo apagado. Comenzamos a reírnos del terrible día que tuvimos, una ventisca helada hizo que mi sombrilla se volará, provocando que Andrómeda me jalara bajo la suya. Sabía que era el momento perfecto para decir algo que había dicho muchas veces, pero nunca en realidad, algo que jamás le había dicho a ella, y estaba seguro de decírselo.

—Te amo—Le dije, mirándola a los ojos. Después, simplemente la bese.


Sacudo la cabeza dejando a un lado mis recuerdos. Y camino dudoso tras esa chica, no me atrevo a hablarle. Sin embargo, algo me impulsa a hacerlo cuando el semáforo del sentido contrario se pone en verde. Todos en la parada se detienen, esperando al paso para los peatones.
Volteo a ver el puesto de revistas y observo la revista «Runway». No sé si es mi imaginación o lo que veo es real. Andrómeda, MI Andrómeda está en la portada de la revista.
El teléfono de la chica frente a mi suena, y ella contesta después de unos segundos.

— ¿Hola?... —Dice, su voz es demasiado familiar—. Claro, Maysille— ¿Maysille? ¿La Maysille Trinket que yo conozco? Dice otras cosas por el teléfono que no alcanzo a escuchar—. Voy a conseguir ese par de botas o si no dejo de llamarme Andrómeda Walker.

¡Andrómeda Walker!
«Oh mi dios es ella—Pienso— ¡Mi Andrómeda está enfrente de mí, a sólo unos pasos de distancia! ¡Dile algo!»

— ¿Andrómeda?—pregunto tocándole el hombro ligeramente— Andrómeda Jenna Walker...

Ella se voltea dando vista a su cara, me mira con expresión de sorpresa y dice en su teléfono:

—Te llamo después—cuelga el teléfono— Louis... ¡Louis! ¡¿Qué haces tú aquí?!

Una sonrisa se forma en mi rostro, esto es más que perfecto.