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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Vinilo Azul | NH
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Vinilo Azul | NH
Nombre: Vinilo Azul | NH
Autor: Yo.
Adaptación: No.
Género: Romance.
Advertencias: De momento ninguna.
Otras páginas: En mi página de Wattpad: http://www.wattpad.com/story/28452809-vinilo-azul-nh
Hoola chicas y chicos! Soy Milena y estoy escribiendo una novela como podéis ver. Está basada en Niall Horan aunque algunos nombres cambiarán (Aunque le cambie el nombre sigue siendo él). En Wattpad están los primeros 3 capítulos pero había pensado que si queréis la subo por aquí también!
Espero que os guste. lysm! x
Autor: Yo.
Adaptación: No.
Género: Romance.
Advertencias: De momento ninguna.
Otras páginas: En mi página de Wattpad: http://www.wattpad.com/story/28452809-vinilo-azul-nh
Alicia, recién salida de la carrera pero novata en la vida laboral, deja su país y, sin saberlo, se embarca en una de las mayores giras de la historia. Allí, entre mesas y costuras, conoce a Neil Grant y aprende que la vida está hecha para algo más que seguir órdenes.
Hoola chicas y chicos! Soy Milena y estoy escribiendo una novela como podéis ver. Está basada en Niall Horan aunque algunos nombres cambiarán (Aunque le cambie el nombre sigue siendo él). En Wattpad están los primeros 3 capítulos pero había pensado que si queréis la subo por aquí también!
Espero que os guste. lysm! x
msoveragain
Re: Vinilo Azul | NH
Capítulo 1
—Deberías dejar tu currículum— dice Richie mirando fijamente el anuncio sujeto en la pared por una chincheta mal puesta.
— ¿Tú crees? —digo—. No especifica nada, sólo dice que se busca persona entre 18 y 25 años para trabajo detrás de escena en una gira europea y un número de teléfono.
No dejo de mirar el cartel. He pasado por este tablón de anuncios cada día durante cuatro años y nunca ha dicho nada interesante. Sólo el típico "Se busca compañero de piso limpio, abierto, Wi-Fi". Quizá la vez que este pequeñín nos dijo algo fuera de lo aburrido fue el "Busco amigos serios. Interesados llamad al 658...".
— ¿Cuál es el problema? —pregunta girándose hacia mi con un rayo de luz en los ojos.
—Uhm... Uhm...
— ¿Si no te gusta el grupo? — Richie se ríe con una carcajada picarona— ¿Si es un grupo de chicas, una cantante?
— ¡Exacto! —exclamo después de escuchar la palabra chicas de una forma tan pronunciada— Además, ¿Quién te asegura a ti que me escogerán?
—Vamos Lice, no seas tonta. Seguro que la mayoría de personas que han llamado son niñas esperando suerte, groupies o gente rara.
— ¿Soy gente rara?
Nos miramos y, al final, como siempre, consigue hacerme reír. Seguimos caminando por el pasillo hasta la salida. Es, seguramente, la última vez que pasamos por aquí pues hemos acabado la carrera y, obviamente, estamos en paro y desesperados. Mientras seguimos andando por las puertas de las aulas veo mi reflejo con el vuelo de mi falda de ventanal en ventanal. Recuerdo que la primera vez que pasamos por aquí, a nuestros 18 años, Richie era menos gay y yo, bueno, supongo que sigo igual pero con el rostro más arrugado. Al salir ya es de noche y aunque aún no hace frío, se empieza a sentir una brisa que te cala todo el cuerpo. Al abrir la puerta de casa entra un olor a comida muy reconfortante.
— ¡Carmen, Carmen, Lice no quiere irse de giraaaaa! —exclama Richie y me señala con el brazo y el dedo índice tendido — ¡Hazla entrar en razón, hazla entrar en razón!
— ¿Qué? —Carmen levanta una ceja y nos mira paralelamente con sus ojos verdes—. A ver, si me lo cuentas más lento, quizá... quizá entiendo algo.
Richie, aún sin dejar el abrigo, coge aire y sigue gritando las palabras mientras me agarra de los brazos y le da golpecitos en el brazo izquierdo. Nunca le había visto comportarse así. Es una mezcla entre el niño pequeño que alguna vez fue y el él actual cuando bebe.
— Hemos visto un anuncio en el tablón de anuncios de la facultad —comenta Richie y hace una pausa dramática—. Y Lice encaja perfectamente. Persona 18-25, con idiomas, estudios...
— Perdona, tú también encajas en el perfil que están buscando —frunzo el ceño—. Y deja de darme golpes.
— No me cambies de tema, jovencita —dice él—. Hablamos de ti.
— Richie tiene razón, Liz, si encajas en el perfil que buscan ¿A qué esperas? —argumenta Carmen compinchada con él malévolamente —. Al menos alguien tendría un trabajo decente en esta casa y vería mundo.
— ¿Y si es una secta?
— ¿Y si se acaba el mundo? —se burla Richie— ¿Y si no nos despertamos mañana?
Les ignoro completamente aunque ellos siguen con el tema durante la cena. Después los dos van a dormir y yo me quedo pasando las horas mirando a la nada sentada en el sofá del salón. Oigo una puerta y me giro, es Richie. Por supuesto.
— Tengo... tengo el número apuntado —susurra Richie—. Vamos, sé que quieres intentarlo.
Me lo quedo mirando dudosa. En realidad tiene razón y no puedo negarlo. Encajo en el perfil. No perdería nada por llamar e informarme. No tengo por qué aceptar nada. No tengo nada que perder. Literalmente.
— Dame el número, anda —digo fingiendo indiferencia —. ¿Luego te callarás?
— Lo prometo —miente mi amigo con una sonrisa forzada en los labios.
Él me envía el número de teléfono por WhatsApp, aunque no vi cuando lo apuntó y estuve con él todo el tiempo. Siempre he sospechado de que en vez de un amigo y compañero de piso lo que tengo es un pequeño ninja como gato. Carmen, por lo contrario, es como una madre aunque sea más pequeña que nosotros. Nos consuela cuando lloramos y nos controla cuando nos desmadramos. Es increíble como una chica tan joven pueda darnos esa calidez. Creo, de verdad, que sin ella nos habríamos vuelto locos hace mucho tiempo. Dejo de mirar a la nada, me levanto del sofá con Richie aun mirándome con cara de <> y le dejo atrás. No tardo nada en dormirme esa noche entre reflejos y luces.
A la mañana siguiente, bien temprano, llamo al número mágico de Richie. Obviamente, él está delante de mí. Si fuera un poco más tarde lo más seguro es que estaría comiendo palomitas.
— Vamos, llama —dice él sin estarse quieto—. Llama ya. Llama. Me estás poniendo nervioso.
— ¡Ya va, hombre! —grito con el bol de cereales aún lleno—. Ahhhh, tú lo que quieres es que te consiga pases para el backstage del grupo/cantante/cosa misteriosa este.
Él no dice nada pero se sorprende. Acto seguido bajo la mirada pues me doy cuenta de que he sido demasiado dura. Cojo el teléfono, que está en la mesita de café, y me dispongo a marcar el número. Con los dedos temblorosos pulso los botones y al final suelto un suspiro involuntario. Richie sigue mirándome pero sigue en modo silencioso y expectante. En realidad, le entiendo, un sueldo más iría bien en casa y, aunque seguramente no viviría aquí, les pasaría dinero. Después de unos cuantos bufidos telemáticos y una leve espera oigo una voz femenina con un acento inglés mal camuflado.
— MManagement, Buenos días —escucho a través del auricular— ¿En qué puedo ayudarle?
— Buenos días —digo—. Ehrmm… Llamo por la oferta de trabajo.
— ¿Podría mandarme el currículum a MManagement@dds.uk?
— Disculpe —sigo— ¿Podría decirme en qué consiste el trabajo?
— Trabajamos para varios cantantes y grupos internacionales —hace una pausa—. El trabajo es temporal y tiene que pasar una serie de vistas en nuestro departamento de recursos humanos antes de la selección. Normalmente hay una entrevista previa pero andamos justos de tiempo, así que todo se acordará por vía del teléfono o e-mail. Hay varias posibilidades de trabajo pero todas son de ayudante en los departamentos durante la parte europera del período de la gira. Si ambas partes están de acuerdo se le aumentará el contrato para las ciudades/partes restantes.
— Disculpe mi ignorancia —añado—. ¿Los gastos van a cuenta propia o de ustedes?
— No se preocupe, señorita —dice amablemente—. Van a cuenta nuestra los vuelos, hoteles…
— Muchísimas gracias —digo mirando a Richie—. Uhm.. Y buenos días.
msoveragain
Re: Vinilo Azul | NH
¡Primera y fiel lectora!
Me encanta la novela, simplemente tienes que seguirla porque esta genial!
PD: Si necesitas chicas, cuenta conmigo
Besos. x
Me encanta la novela, simplemente tienes que seguirla porque esta genial!
PD: Si necesitas chicas, cuenta conmigo
Besos. x
Fab.
Re: Vinilo Azul | NH
Cami13 escribió:¡Primera y fiel lectora!
Me encanta la novela, simplemente tienes que seguirla porque esta genial!
PD: Si necesitas chicas, cuenta conmigo
Besos. x
Hooola!
Muchas gracias
Te tendré en cuenta!
x
msoveragain
Re: Vinilo Azul | NH
Capítulo 2
Nombre: Alicia Veloso
Fecha de nacimiento: 17/06/1993
Localidad: C/ De Potosí, Sant Andreu Comtal (18049) Barcelona, España
Número de contacto…
— ¿Qué haces, Lice? —dice él mirándome de reojo con una taza de chocolate caliente entre las manos.
— Mi currículum.
— ¿No tenías uno hecho ya?
— Sí —suspiro—. Uh… pero pensé que sería mejor mandar uno en inglés y con un poco de experiencia… extra.
Richie se sienta a mi lado en el sofá y está conmigo todo el tiempo que le dedico al manuscrito. Cuando ya solo me queda añadir la foto le oigo reírse por detrás de mi oreja izquierda.
— ¿Qué pasa? —pregunto molesta.
— ¿Vas a poner esa foto?
— ¿Qué tiene de malo?
— Lice, esa foto es de hace 4 años —protesta—. Es la misma que hay en tu expediente académico. Con toda la experiencia que te has inventado no puedes poner una foto de cuando tenías 17 años, por Dios. Anda, déjame hacerte una sesión de fotos.
— ¿Tú? —pregunto— Pensé que eras fotógrafo artístico y que tenías una reputación… una reputación que mantener.
Él se ríe conmigo porqué sabe que en realidad no tiene ningún tipo de reputación reputable, al igual que yo. Por eso hacemos lo que hacemos: Yo un currículum falso y él fotografías a una mala modelo. Nos levantamos del sofá y me hace probarme diferentes camisetas para una prueba de cámara o así lo llama él. Cuando se decide me sienta en uno de los taburetes de la cocina y coge su cámara buena.
— Estate quieeeeeeeeeeeeta —grita por enésima vez en la última hora—. Si te mueves no quedas bien. Sigue mis instrucciones. Mírame fijamente.
— Vaya, en el fotomatón de abajo sólo tengo que pulsar un botón —consigo decir—. Y éste protesta menos que tú.
— Y se estresa menos también —dice—. Estate quieta. Mírame.
Nos pasamos así dos horas más, con esas luces diabólicas cada vez más cegadoras, hasta que la foto queda al gusto del fotógrafo. Doy gracias al cielo de que Carmen no está en casa porqué lo más seguro es que estaría maquillándome y sacándome los brillos de la cara a cada segundo. ¿En qué momento decidí irme a vivir con un fotógrafo y una maquilladora? Después de la sesión y del arreglo con Photoshop a cargo del maestro Richard por fin puedo ver su creación. Soy yo, yo misma, con una sonrisa real después de provocar un dolor de cabeza a Richie y con mi maquillaje de siempre: un poco de rímel y el labial rojo. El pelo, por cortesía del artista, lo llevo suelto y moreno a contraste con mi piel marfilosa, como siempre, pero con los dos mechones del flequillo recogidos en la parte de atrás. Parezco Blancanieves sólo que sin su trabajo de ensueño buscando rubíes y diamantes. Después de analizar la foto escogida abro la boca para decir lo que pienso pero decido no comentar mis objeciones. Finalmente me resigno, la adjunto al documento y lo envío a la dirección que me indicó la señora-management.
El resto de la tarde se desvanece entre películas suecas con subtítulos y comentarios groseros que no atiendo. Mi cabeza se difumina entre las posibilidades de irme lejos de aquí, aunque sea temporalmente. Desde que era pequeña quería mudarme a otro país, viajar, porqué siempre sentí que no encajo con la manera de pensar ni con las personas. Supongo que una parte de mí tiene fe en que esa sea la razón y no que, simplemente, sea un bicho raro. Despierto de estos pensamientos rutinarios cuando Richie se levanta generando un remolino de aire en mi nuca a su pasar. Luego vuelvo al ordenador y sigo mandando currículums donde encuentro pues en mano ya me he pateado las calles. Aun así, el pensamiento anterior sigue viniendo a mí como una expareja resentida. Esta vez despierto pero no por los pasos de Richie en el suelo de madera, sino por un sonido metálico que me sobresalta.
— ¡Teléeeeeeeeeeeefono! —grita Richie desde el cuarto de baño—. ¡¡Teléeeeeeeeeefono!!
— Pareces ET —le grito yo también—. ¡Ya voy yo!
Siempre se pone nervioso cuando suena el teléfono. Por eso siempre lleva su móvil en silencio. Por eso nunca se da cuenta cuando le llaman para un trabajo y llega tarde a todos lados. Me escurro entre los cojines marrones del sofá y estiro mi brazo lo más lejos que puedo para alcanzar el auricular. La manga de mi pijama se sube hasta la mitad del brazo y maldigo el otoño. Durante un microsegundo miro el número de teléfono pues sigue sonado y Richard es capaz de salir desnudo a darle golpes contra la pared. Es un número extranjero.
— ¿Diga?
— Buenas tardes —dice una voz en inglés— ¿Es usted Alicia Veloso?
— Yo misma —le respondo en el mismo idioma— Dígame.
— La llamo porqué esta mañana recibimos su currículum —sigue—. Me gratifica notificarle que hay una vacante disponible como ayudante de cocina.
Mientras sigo anonada escuchado a éste señor-management oigo los pasos cada vez más fuertes de los pies descalzos de Richie que, acto seguido, se sienta a mi lado, donde estaba esta mañana mientras redactaba el currículum, y pone su oreja en el reverso del auricular. No va desnudo gracias al cielo.
— Uh, uh…
— ¿Está interesada? —pregunta el señor M.
— ¿Cuándo puedo incorporarme? —consigo decir mirando los ojos lacrimosos de Richie.
— La semana que viene —anuncia—. Le mandaremos en un plazo de 24 horas por vía e-mail el contrato de trabajo el cual deberá firmar, escanear y enviar. Si es así recibirá toda la documentación necesaria….
— Perfecto —digo sin pensar—. Muchas gracias.
— También el billete de avión… —sigue y me doy cuenta de que le había cortado al escuchar la palabra contrato de trabajo—. Y sus instrucciones.
— Muchas gracias —vuelvo a decir—. Buenas tardes.
— Buenas tardes.
Miro la fecha que hay en la pantallita verde del teléfono. Estamos a viernes.
Fecha de nacimiento: 17/06/1993
Localidad: C/ De Potosí, Sant Andreu Comtal (18049) Barcelona, España
Número de contacto…
— ¿Qué haces, Lice? —dice él mirándome de reojo con una taza de chocolate caliente entre las manos.
— Mi currículum.
— ¿No tenías uno hecho ya?
— Sí —suspiro—. Uh… pero pensé que sería mejor mandar uno en inglés y con un poco de experiencia… extra.
Richie se sienta a mi lado en el sofá y está conmigo todo el tiempo que le dedico al manuscrito. Cuando ya solo me queda añadir la foto le oigo reírse por detrás de mi oreja izquierda.
— ¿Qué pasa? —pregunto molesta.
— ¿Vas a poner esa foto?
— ¿Qué tiene de malo?
— Lice, esa foto es de hace 4 años —protesta—. Es la misma que hay en tu expediente académico. Con toda la experiencia que te has inventado no puedes poner una foto de cuando tenías 17 años, por Dios. Anda, déjame hacerte una sesión de fotos.
— ¿Tú? —pregunto— Pensé que eras fotógrafo artístico y que tenías una reputación… una reputación que mantener.
Él se ríe conmigo porqué sabe que en realidad no tiene ningún tipo de reputación reputable, al igual que yo. Por eso hacemos lo que hacemos: Yo un currículum falso y él fotografías a una mala modelo. Nos levantamos del sofá y me hace probarme diferentes camisetas para una prueba de cámara o así lo llama él. Cuando se decide me sienta en uno de los taburetes de la cocina y coge su cámara buena.
— Estate quieeeeeeeeeeeeta —grita por enésima vez en la última hora—. Si te mueves no quedas bien. Sigue mis instrucciones. Mírame fijamente.
— Vaya, en el fotomatón de abajo sólo tengo que pulsar un botón —consigo decir—. Y éste protesta menos que tú.
— Y se estresa menos también —dice—. Estate quieta. Mírame.
Nos pasamos así dos horas más, con esas luces diabólicas cada vez más cegadoras, hasta que la foto queda al gusto del fotógrafo. Doy gracias al cielo de que Carmen no está en casa porqué lo más seguro es que estaría maquillándome y sacándome los brillos de la cara a cada segundo. ¿En qué momento decidí irme a vivir con un fotógrafo y una maquilladora? Después de la sesión y del arreglo con Photoshop a cargo del maestro Richard por fin puedo ver su creación. Soy yo, yo misma, con una sonrisa real después de provocar un dolor de cabeza a Richie y con mi maquillaje de siempre: un poco de rímel y el labial rojo. El pelo, por cortesía del artista, lo llevo suelto y moreno a contraste con mi piel marfilosa, como siempre, pero con los dos mechones del flequillo recogidos en la parte de atrás. Parezco Blancanieves sólo que sin su trabajo de ensueño buscando rubíes y diamantes. Después de analizar la foto escogida abro la boca para decir lo que pienso pero decido no comentar mis objeciones. Finalmente me resigno, la adjunto al documento y lo envío a la dirección que me indicó la señora-management.
El resto de la tarde se desvanece entre películas suecas con subtítulos y comentarios groseros que no atiendo. Mi cabeza se difumina entre las posibilidades de irme lejos de aquí, aunque sea temporalmente. Desde que era pequeña quería mudarme a otro país, viajar, porqué siempre sentí que no encajo con la manera de pensar ni con las personas. Supongo que una parte de mí tiene fe en que esa sea la razón y no que, simplemente, sea un bicho raro. Despierto de estos pensamientos rutinarios cuando Richie se levanta generando un remolino de aire en mi nuca a su pasar. Luego vuelvo al ordenador y sigo mandando currículums donde encuentro pues en mano ya me he pateado las calles. Aun así, el pensamiento anterior sigue viniendo a mí como una expareja resentida. Esta vez despierto pero no por los pasos de Richie en el suelo de madera, sino por un sonido metálico que me sobresalta.
— ¡Teléeeeeeeeeeeefono! —grita Richie desde el cuarto de baño—. ¡¡Teléeeeeeeeeefono!!
— Pareces ET —le grito yo también—. ¡Ya voy yo!
Siempre se pone nervioso cuando suena el teléfono. Por eso siempre lleva su móvil en silencio. Por eso nunca se da cuenta cuando le llaman para un trabajo y llega tarde a todos lados. Me escurro entre los cojines marrones del sofá y estiro mi brazo lo más lejos que puedo para alcanzar el auricular. La manga de mi pijama se sube hasta la mitad del brazo y maldigo el otoño. Durante un microsegundo miro el número de teléfono pues sigue sonado y Richard es capaz de salir desnudo a darle golpes contra la pared. Es un número extranjero.
— ¿Diga?
— Buenas tardes —dice una voz en inglés— ¿Es usted Alicia Veloso?
— Yo misma —le respondo en el mismo idioma— Dígame.
— La llamo porqué esta mañana recibimos su currículum —sigue—. Me gratifica notificarle que hay una vacante disponible como ayudante de cocina.
Mientras sigo anonada escuchado a éste señor-management oigo los pasos cada vez más fuertes de los pies descalzos de Richie que, acto seguido, se sienta a mi lado, donde estaba esta mañana mientras redactaba el currículum, y pone su oreja en el reverso del auricular. No va desnudo gracias al cielo.
— Uh, uh…
— ¿Está interesada? —pregunta el señor M.
— ¿Cuándo puedo incorporarme? —consigo decir mirando los ojos lacrimosos de Richie.
— La semana que viene —anuncia—. Le mandaremos en un plazo de 24 horas por vía e-mail el contrato de trabajo el cual deberá firmar, escanear y enviar. Si es así recibirá toda la documentación necesaria….
— Perfecto —digo sin pensar—. Muchas gracias.
— También el billete de avión… —sigue y me doy cuenta de que le había cortado al escuchar la palabra contrato de trabajo—. Y sus instrucciones.
— Muchas gracias —vuelvo a decir—. Buenas tardes.
— Buenas tardes.
Miro la fecha que hay en la pantallita verde del teléfono. Estamos a viernes.
msoveragain
Re: Vinilo Azul | NH
Capítulo 3
No puedo ver que hay más allá del horizonte. La marabunta humana esconde la línea que define el suelo de la pared. Estoy parada en medio de la terminal rodeada de gente que está rodeada de otra gente y éstos hablan todos a la vez entre ellos o por el teléfono móvil. El ritmo de sus conversaciones viene marcado por el chasquido de las ruedas de las maletas y de la suela de sus zapatos en el suelo. Todo el mundo corre. Más que correr, vuelan. Van de arriba abajo y me dan golpes en los brazos y en la espalda. Alguna persona educada masculla un “Lo siento” forzado pero se agradece. La temperatura aquí es algo inferior de la que estoy acostumbrada así que no dudo en abrir la maleta y abrigarme con chaqueta, bufanda y guantes. Me acerco a una de las muchas pantallas colgantes del techo y leo “Londres 0ºC” acompañado de una enorme nube gris. Al bajar la vista, en la parte más sur, me doy cuenta de que ya son las ocho y media de la mañana y tengo que estar en el O2 Arena a las diez. Ése es el momento en el que despierto de mis tonterías y empiezo a correr hacia ninguna parte, siguiendo a los centenares de personas que se dirigen hacia lo que supongo que es la salida del aeropuerto. Paso por la puerta de la terminal como si fuera un embudo hasta la recepción y allí ya es el caos total. Fuerzo la vista y veo una fila de personas que se dirigen hacia unos ventanales que desprenden luz exterior. Voy hacia ellos y cuando consigo salir del edificio. A continuación sigo a toda la masa de gente anterior. Pregunto por el autobús del centro y una señora muy entrañable me indica que estoy en el lugar correcto. Me espero de pie, siguiendo la cola, con la compañía de mi maleta hasta que esa misma señora, ya no tan entrañable, me indica que mi bus está en el otro lado del aeropuerto.
No tengo tiempo de decirle nada desagradable ni entender su bipolaridad pues empiezo a correr y vuelo como todas las demás personas que habitan dentro del aeropuerto. Cruzo todo el edificio y salgo por otra puerta que también tiene una vidriera enorme. Cuando estoy cruzando la puerta el autobús hace la última señal antes de irse. Le suelto un grito ahogado y no sé cómo pero me subo. El conductor me mira con mala cara pero me cobra el billete. Me engullo dentro del vehículo y como soy demasiado baja no puedo agarrarme a nada. Los cuerpos de los demás pasajeros me sujetan. Al llegar al centro busco la señal del metro, bajo y me muevo entre las diferentes líneas. Al menos, algo que me es familiar y que no ha cambiado. Cuando llego a North Greenwich salgo del vagón y busco el exterior. Una vez salgo por la boca de metro, más tranquila, es cuando me doy cuenta de donde estoy pues el frío se me mete por todas partes ignorando mi abrigo. Me escondo en mi bufanda y camino calle abajo hasta llegar al recinto. Una vez allí busco la puerta 313, la que se me indicó por e-mail.
—¿A dónde cree que va?
—Uh.. uh.. —empiezo a decir—. Yo...
Rebusco por mi bolso y le enseño mi documentación. El hombre de negro con walkie talkie se mira los papeles y habla por el aparato. Al cabo de pocos segundos aparece por la puerta una señora con un vestido rojo vino que la hace, por lo menos, diez años mayor.
—Soy Lana Swanson —dice con un acento inglés muy marcado y agudo—. Su jefa. Sígame.
Espero a que me de la mano pero no lo hace. Después de mirarme de arriba abajo y hacer una mueca de desagrado se da la vuelta y empieza a caminar. La sigo por unos pasillos grises que se parecen a los túneles del metro. No se oye ni un alma, solo los pasos de sus tacones y mi fiel compañera, mi maleta. De repente, se para en seco como si fuera un GPS y abre una puerta también gris con una tarjeta blanca sin nada escrito. Dentro hay una especie de vestidor y me ordena que elija uno de los uniformes, por tallas, y que me cambie. Cierra la puerta y me acerco a las perchas.
Hay una fila llena de vestidos rosa palo de una tela que parece seda y con una costura en la cintura. En la otro lado de estas perchas hay otras con uniformes masculinos con pantalones de color azul. Muy distintivo todo. Miro las tallas de los vestidos y veo que sólo hay la S. Me lo pongo con ayuda de un calzador y busco un espejo. Al no encontrar ninguno, salgo.
—Bien —dice frunciendo el ceño con impaciencia— Usted trabajará para mí. Me coserá todo lo que yo le diga y si lo hace de manera incorrecta o no sigue mis directrices…
—Entendido —digo al escuchar la palabra directrices con tan mal carácter.
—También trabajará en cocina ayudando a Marga y James.
Mi jefa se da la vuelta otra vez y sigue andando. Esta vez no me dice que la siga pero lo hago de todos modos. Pasamos por más pasillos vacíos y cuando llegamos a unes escaleras se detiene.
—Siga escaleras abajo y encontrará la cocina.
No me da tiempo a responder pues se da la vuelta y se va. Esta vez sí entiendo que debo seguir mi camino. Le hago caso y bajo las escaleras. Me muevo por el recinto aún con la maleta a cuestas. La luz aquí es aun más fluorescente. Sigo otro pasillo hasta que veo una puerta con un cartel donde aparece dibujado un tenedor y un cuchillo. Deduzco que ése es mi sitio.
Entro y el espacio me abruma. Es una enorme nave blanca de forma cuadrada con una puerta al final que tiene una cortina con bolitas naranjas. Ahí comerán los artistas, supongo. La sala principal tiene mesas con sillas también naranjas en el lado izquierdo. A la derecha hay una especie de barra americana metalizada y una puerta vaivén. Pongo mis ojos a la altura de la ventanilla pero no veo nada así que la abro hasta la mitad.
—¿Hola? —pregunto en voz alta sin esperanza.
—¡Hola!
Una mujer más bajita que yo y de unos cincuenta años me saluda. Tiene la sonrisa más tierna que he visto nunca. Después de la cortesía inicial me dice dónde puedo dejar mi maleta hasta que tenga mi identificación. Mientras dejo mis cosas en un pequeño almacén que hay en la parte interior, paralelamente a la sala VIP del comedor, aparece James que resulta ser el chef. Ambos me hacen cambiar de opinión sobre este sitio y me recuerdan en cierto modo a Carmen y Richie.
Estoy sentada en la cama de mi habitación… del hotel. Entre las manos tengo mi móvil y estoy dispuesta a mandar un WhatsApp a Richie pues son las cinco de la mañana y si le llamo le dará un infarto. No se me ocurre nada. Han pasado semanas y las llamadas a casa también han pasado, hasta el punto de no hacer ninguna por falta de tiempo o porqué me quedo dormida nada más llegar. También porqué, según Lana, mi jefa, tengo un contrato de confidencialidad. El Jet lag me está matando, literalmente. Mis días consisten en despertarme a las 6am, vestirme a toda prisa, ir hacia el recinto en el que toque el concierto o el ensayo, desayunar y hacer las tareas que me encomiendan. Lana, al llegar, me da una cesta llena de ropa para que le cambie la etiqueta. Es decir, se compra vestidos de talla L y yo le cambio la etiqueta por una S. También me da una lista de tiendas a las que ir a buscar cosas. En cocina, por otro lado, me dedico a cortar verduras. Aun no puedo servir las mesas porqué soy principiante y porqué Marga se empeña en que aún puede hacerlo todo ella sola. Siempre que dice eso James la mira con cara de desaprobación. Ayer por la noche, por fin, me dieron la identificación así que ya puedo dejar mi maleta en la recepción del hotel para los cambios de ciudad y, además, ya no tengo problemas para acceder al recinto. Así que, después de todo, no todo es tan malo.
“Hola cuqui, estoy bien. Sé que no he llamado pero…”
—Definitivamente no —me digo a mi misma—. Suena demasiado triste.
“Hooooola cuqui! Todo está bien por aquí menos por Jet lag >:(. Espero que estéis muy bien los dos. Besitosss”.
—¿Mejor?
Me río sola y desisto. Pulso el botón de enviar, me guardo el móvil y salgo de la habitación para mi ruta diaria al estadio. Hoy estamos en Cardiff y aquí el clima se me hace aún más frío. Es como si a cada ciudad que avanzamos, la temperatura fuera avanzando también pero a la baja.
A la hora de la cena estoy sentada en el suelo del almacén cosiendo para Lana. Coso aquí porqué la mesa que hay en el backstage es demasiado alta al igual que las personas que trabajan allí. De reojo veo a Marga entrar y salir como una bala, como siempre. De repente oigo un grito y estiro el cuello para ver qué ha pasado. Al ver que Marga se ha sentado en una silla de nuestro comedor me levanto y voy hacia ella al igual que James.
—¡Marga! —grito— ¿Estás bien?
—Me he encallado —masculla—. La espalda…
—Voy a llamar al médico —dice James.
—¡No!
—Marga…
—¡No! Se me pasará solo —protesta—. Alicia, podrías…
Después de un bufido, Marga me da una jarra llena de agua y me pone su delantal. Yo la miro con los ojos muy abiertos y en mi interior siento el miedo apoderarse de mí.
—Sé que eres novata pero… —empieza a decir—. Sólo tienes que llenar los vasos que veas vacíos por el lado derecho del comensal.
Le echo valor y salgo fuera con las miradas de Marga y James en mi espalda. Sé que si algo sale mal, me echarán. Si por el contrario, sale bien... me podría dar puntos. Cuando paso por la puerta el murmuro de voces es cada vez mayor. Empiezo a llenar los vasos hasta que llego al final de la sala. La cortina de bolitas naranjas. Miro hacia atrás y Marga me hace una seña con el dedo para que entre así que le hago caso. Al entrar el misterio se resuelve. Estamos en la gira de Two Ways.
msoveragain
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Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
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Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
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Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
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