Little White Lies.

no escondas lo que puedo ver.

Me hundí ciegamente en mis pensamientos, miré el cielo sobre esa pequeña ventana que me separaba del hermoso paisaje que podía presenciar. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, mi abrigo se mantenía húmedo tras aquella ligera llovizna que me empapo completamente antes de llegar al aeropuerto de París-Le Bourget, nunca me esperé una despedida como esa, la que seguro me dejará con un resfriado. Pero, no quería quitarme el abrigo, aunque estuviera húmedo, tenía frió, tanto que ni siquiera mi cuerpo me daba el calor suficiente para poder estar más tranquila. Miré a mi alrededor, todos los pasajeros del avión estaban dormidos, o bueno, la gran mayoría, y no es por nada pero sentí la necesidad de dormir, mi cuerpo estaba cansado, mis parpados me pesaban, mi cabeza estaba completamente desordenada, tenía que hacer demasiadas cosas: buscar un departamento, firmar unos documentos afirmando que volví de mi intercambio a París, y no se si este es un castigo puesto por mis padres pero mañana mismo debería estar a primera hora en la preparatoria, y aunque me quejara, eso no resolvería nada, nada de lo que tuviera que hacer. Moví mi cabeza de forma brusca, tratando de escapar y salir de mi mente. Mi cuerpo comenzó a relajarse por completo, mis parpados ya no daban más, cerré mis ojos y suspiré levemente, acomodé mi cuerpo lo más que pude, el sueño se había apoderado de mi completamente.
Un ronquido salió de los labios del hombre que estaba junto a mi. Mi cuerpo y mi mente despertaron al presentir que aquel hombre no pararía de roncar hasta que él despertara por completo. Cerré mis ojos con fuerza y en mi interior, grité con frustración. 
—Queridos pasajeros, abrochen sus cinturones, estamos por aterrizar
Gracias a Dios, pensé. 
Lo único que necesitaba era volver a casa, con mis padres y mi hermano mayor, Curtis. Al finalizar el viaje de vuelta a mi ciudad natal, recogí mis maletas y caminé hasta la salida del aeropuerto, y ya afuera, acomodé mis maletas para poder sentarme sobre la más grande de las tres que llevaba. Los Taxistas se paraban frente a mi preguntando si necesitaba ir a algún destino en especial pero cada vez respondía lo mismo, no quería aceptar pues se supone que mi hermano debía venir por mi, ese era el trato.
Una inesperada oportunidad llego a mi hace más de seis meses atrás, para viajar a París por cinco meses gracias a mi desempeño en la preparatoria y como las oportunidades de ese tipo llegan una sola vez en la vida, obviamente la acepte y ahora estoy dispuesta a volver nuevamente a la preparatoria y lograr concretar las metas y entre ellas, está la oportunidad de ver a mi familia y amigos nuevamente. Eso, era lo que tenía en mente en ese momento, aproveché mi oportunidad, y ahora estaba de vuelta esperando que nada haya cambiado para mal, sino que para mejor. Volver a ver a mis amigos, a mis padres, a mi familia en general.
A lo lejos divisé el viejo auto de mi hermano. A él le encantaba ese auto, era su adoración siendo que para mi es una chatarra peligrosa, él sabía que yo odiaba ese auto, y quizás por eso llegó con él, conociéndolo, cualquiera se esperaría una actitud como esa de su parte. Y como al parecer le gustaba jugar conmigo, bajo la velocidad del auto -me imaginé su malévola sonrisa por un momento- negué con la cabeza. Miré un poco el paisaje, se veía calmado, tranquilo, bastante sereno. El ambiente no era cálido, quizás templado, ya que las nubes lograban tapar el sol tan fácilmente como cuando tratas de ocultar algo que no deberías tener, y pongo ese ejemplo pues suele pasarme.
— ¡Tonta! — Gritó con una gran sonrisa. Lo miré sorprendida, y solté una pequeña risita — ¿Que rayos miras que no vienes a abrazar a tu hermano?
— ¡Curtis! — Corrí a abrazarlo con todas mis fuerzas. Hace tanto que no lo veía, hasta algo de nostalgia me dio en ese momento. Me correspondió el abrazo pero poco a poco se alejo de mi como asqueado.
— No estas para nada mojada — Murmuró con sarcasmo.
— Volví después de cinco meses en París, pensé que me dirías algo más emotivo.
— Lo siento, Lo siento — Dijo secándose las manos, al parecer mi abrigo estaba bastante mojado. Sonreí sin pensarlo — Y...
— ¿Y?
— ¿Entendiste algo de lo que te decían? ¿O qué?
— En realidad, no mucho — Agaché la cabeza mientras comenzábamos a caminar hacia el auto — Me hice amiga de una gran chica que sabía idiomas, me salvo la vida — Reí.
— Hasta en París te aprovechas de la buena gente — Dijo Burlón.
— Que gracioso, ¿no es así? — No habían pasado ni diez minutos y ya me tenía cansada. Él lo notó — ¿Porqué mejor no regresamos a casa?
— Está bien — Dijo tomando mis maletas — Pero antes pasaremos a una gasolinera, No te molesta, ¿O si?
— Tampoco soy un ogro — Reí. Él negó con la cabeza divertido.
Él ya estaba sentado al volante en menos de un segundo, ni cuenta me di cuando guardo mis maletas. Lo miré con los ojos entrecerrados, y le demostré mi disgusto antes de subir a su chatarra con ruedas. 
— Si fuera tú, me iría a pie — Soltó una carcajada. Lo fulminé con la mirada — ¿Qué?
Subí al auto y comenzó la travesía del aeropuerto a la gasolinera. El viaje fue bastante divertido, como siempre solía serlo, él sabía como animarme, y eso es lo que más aprecio de él, creo que sin mi hermano sería una de las chicas más aburridas de la historia, él me enseñó a sonreír de verdad. Curtis es de esos chicos a los que aprecias un montón sin conocerlo por completo. Y aunque me cueste admitirlo, no sé que hice sin él estos cinco meses en París, realmente, lo extrañé. 
Miré por la ventana mientras aparcábamos el auto frente a la estación de servicio.
— Iré al baño de la estación de servicio, quizás pueda secarme un poco más — Mencioné antes de bajar del auto.
— Te espero aquí mismo, ¿eh? — Asentí con una gran sonrisa.
Salí del auto y fui directo a la estación de servicio. El local tenía un estilo retro, en realidad me gusto como estaba cuidado el lugar. Mi mirada busco el baño con necesidad, y  logré ver el pequeño cartel que apuntaba hacia el baño. Mi teléfono vibró mientras iba en camino al baño, tenía un mensaje. Traté de responderlo lo más rápido posible. Hasta que quede frente a dos puertas, mi instinto me dijo que debía ir a la puerta de la izquierda, así que no perdí tiempo y sin apartar la mirada de mi teléfono entré con rapidez.
Solo tengo una cosa que decir de ese baño; era un asco.
— ¡Hey! 
Mi cuerpo se paralizó por un momento, mis manos empezaron a sudar. Una voz varonil comenzó a llamarme. Rogaba porque fuera un travestí o quizás se escuchaban las conversaciones desde el otro baño. 
— No puede ser, no, esto no puede ser posible — Murmuré negándolo todo.
¡Maldito instinto, en que rayos me metiste! Pensé.
Lo miré rápidamente, era un chico rubio de ojos azules. Me sonrojé, pero no por lo guapo que era, cosa que debía admitir, era muy, muy guapo. Pero en ese momento solo tenía vergüenza, había entrado al baño de varones. Si Kate se enterará de esto no me dejaría de molestar hasta el fin de mis días. Me quede observándolo un momento, pero solo porque estaba paralizada y no podía hacer otra cosa que mirarlo. Lo peor de todo es que él lo tomaba tan natural, no le importo que yo estuviera ahí viéndolo mientras el hacia, bueno, eso.
— ¿Te gusta lo que ves? — Rió
Lo miré extrañada, pero luego entré en razón, ¿Quién se creía?
— Disculpa pero solo fue una equivocación — Le respondí tapándome los ojos con mis manos. Soltó una sonora carcajada.
— ¿Porqué te tapas los ojos como si nunca hubieras visto a uno de estos amiguitos? — Preguntó.
— No voy responder eso — Quité las manos de mis ojos — Adiós — Me despedí mientras caminé sin mirar atrás hacia la respectiva puerta de salida.
— ¡Espera! ¡Niña rica!
¿Niña Rica? ¿Enserio? Sin conocerme ya sabe mi estatus social. 
— ¿Porque me dices  "Niña rica"? Ni siquiera me conoces y hablas sin saber — Esté chico colmo mi paciencia, y ni siquiera le conozco como se debería. Le miré fijamente, él rió.
— Tu forma de vestir, te delata — Me miró de pies a cabeza. Quería responderle como se debía pero me limite a decirle insultos, mi familia me crió lo suficiente como para aguantar tan falta de modales.
— Cretino — Murmuré dirigiéndome de nuevo a la salida. Definitivamente era un maldito cretino, que juzga a las personas sin saber nada de ellos. Arqueó una ceja y siguió con lo que hacia.
Salí con la cabeza baja, sentí como la gente me miraba por haber salido del baño equivocado, pero yo mantenía mi cabeza baja. Me saqué el abrigo pues una calor inundo mi cuerpo por completo, no sabía si era el calor o la vergüenza la que se estaba apoderando de mi pero en ese momento solo quería volver de nuevo al auto y regresar a casa, eso era lo único que necesitaba en ese instante.
— ¡Podrías esperar!— Gritó el chico. Suspiré levemente y giré sobre mis talones— ¿Podríamos hablar como personas civilizadas?
— Resulta que ahora sabes tratar a una persona — Murmuré.
— Lo lamento, enserio — Por alguna extraña razón le creí — Pero nunca pensé que te lo tomaras tan enserio.
— Es que lo peor es que no eres quién para juzgarme como persona — increpé — Y por si te lo preguntas, si tengo lo que tengo, es por esfuerzo.
— Enserio, te vuelvo a pedir disculpas
— No te molestes, no tienes por que disculparte — Le regalé una sonrisa.
— Soy Niall — Se presentó rápidamente — Niall Horan.
— Y yo tengo que irme — Dije mirando a mi hermano dentro de su auto — Lo siento.
Esquivé rápidamente a Niall y corrí hacía la puerta, vi a mi hermano completamente aburrido al volante mientras jugaba con su teléfono, pero dejo su juego cuando me vio salir del local con dirección al auto. Por una extraña razón me miró amenazante.
— Puedes decirme ¿Donde estabas, Grace? ¿Y con quién?
— Te dije que en el baño, y no estaba con nadie — Respondí. Él me miró no muy seguro — No seas tan dramático.
— Eres mi hermana, tengo derecho a ser dramático — Dijo encendiendo el motor. Me quede observándolo con una sonrisa — ¿Vas a subir o no? — Asentí. Con rapidez subí al auto y abroché el cinturón.
El viaje de regreso a casa no fue de los mejores, al parecer si se había enojado, pero es extraño en él eso de enojarse, nunca lo he visto enojado por un día completo, podría decir que era un poco extraño o algo así. Pero, al llegar a su departamento me dejo en claro que debería vivir con él hasta que consiguiera un departamento -ya tenía 18, y el trato era: buenas calificación, departamento propio-, también que mis padres no están en el país, y que mañana debería presentar mis papeles en la preparatoria. Era bastante complicado esto del intercambio a otros países, bueno, aunque sea para mi, lo era. Curtis me pidió que por favor me fuera a dormir porque él no estaría levantándose temprano para lograr despertarme. Y le encontré toda la razón, además estaba muy cansada, el cambio de hora y las pocas horas de sueño me afectaron demasiado.


Bufé sin responderle, las bromas de Harry a veces eran demasiado molestas, osea, si yo era molesto, él era peor. Me puse las oscuras gafas que llevaba guardadas en mis bolsillos para salir de la preparatoria, puede que esto me este estresando pero si quiero que mi madre esté orgullosa de mi, tendré que llegar a la universidad, titularme de esto y llegaré a sacar adelante a mi familia como mi hermano lo está haciendo. Comenzamos a caminar hacia la salida y como siempre nos ponemos a conversar de diferentes bobadas, yo solo los seguí esperando que esta vez este pasado algo más interesante. Todas las chicas de la preparatorio estaban como locas por ellos, no sé si por mi igual, pero sé que eso en Irlanda no pasaría, ni en un millón de años.
Al perderme en mis pensamientos, me perdí toda la conversación que llevaban esos tres, en ese instante no entendí nada de lo que hablaban, presentí que sería de alguna chicas pues se ponen así de extraños cuando empiezan a mirar a las chicas, no puedo negar nada pues yo lo hago, pero para mi suerte, mis gafas esconden la rapidez de mis ojos al mirar.
— ¡Bienvenida de nuevo, Grace! — Saludó Harry en un gritó saludando a una chica que al parecer se llamaba Grace. Ella lo miró  y sonrió, pero lo más extraño que tenía esa chica era que al parecer la conocia, no me acuerdo de adonde, pero sé que la conozco.
— ¡Hola Grace! — Saludaron Zayn y Liam en unisono.
— ¡Hola Chicos! — Respondió. Su voz, sí, su voz la conocía, era ella, la chica de la estación de servicio, la chica que no me dijo su nombre y me dejo con las palabras en la boca. Negué con la cabeza rápidamente, no sabía que rayos decirle en ese momento, ¿saludarla?, no lo sé.
Entonces de mis labios salieron dos palabras, que no pensé decir, solo salieron sin razón.
— ¡Niña Rica! 
Ella me quedo mirando unos segundos y los chicos se dieron vuelta con rapidez para mirarme sorprendidos. Grace frunció el ceño y escuché que de sus labios salió una pequeña risita, mientras se daba vuelta y siguió su conversación con sus amigas. 
— ¿La conoces? — Preguntó Liam, algo confundido.
— ¿De donde? — Añadió, Harry. 
En ese momento olvide que ella no estaba cuando yo llegué a estudiar acá. Maldecía mientras pensaba una buena respuesta, para esas dos preguntas.
— Un caballero no tiene memoria