Runaways | novela colectiva.

La noche era oscura y tenebrosa. La luna menguante daba la impresión de ser de porcelana, se veía tan frágil, sola entre la negrura del cielo... Podría romperse en cualquier momento, y, ¿había alguien ahí para atraparla?
Los pensamientos de Destiny Hope rondaban en torno a eso. En el fondo, no hablaba a cerca de la luna si no de ella misma. ¿Quién había estado ahí para atraparla cuando caía?
Su atormentada mente le arrebató el sueño y le dio a cambio dos medialunas moradas que descansaban debajo de sus ojos.

—¿Una noche difícil?

Él se acercó con una sonrisa irónica, y sus palabras sólo fueron un susurro.
La morena giró su cabeza y le dio la espalda, soltando un bufido. “Estaba pensando, idota” se le ocurrió decirle, pero no encontró fuerzas. Su intento de dormir le había quitado todas las que tenía.
De la nada, vio un cuerpo que se levantaba y Josh se tumbó en el suelo, al lado de Destiny, y ambos cerraron los ojos, no del todo, para poder ver.
Nirvana se levantaba y, esquivando personas dormidas salió a hacer quién sabe qué. Lo que vieron a continuación les sorprendió un poco: Connor salía de entre las sombras para juntarse a hablar con la recién nombrada.
Los dos que fingían dormir se acomodaron un poco, hasta quedar frente a frente, y el castaño sonrío. Tenían una relación un tanto complicada, que la gente solía definir en “amor/odio” Ya se habían besado dos veces, y podría decirse que no por consentimiento mutuo.
Aunque, en el fondo, a ella le había gustado.

La ojiverde titiritaba de frío, aunque intentó disimularlo en vano. Cuando él se dio cuenta sonrío ladeadamente y como todo buen caballero se quitó su chaqueta para ponérsela a Destiny.
Le quedaba unos dos talles más grande, lo que la volvía mejor si cabía.

—Gra-gracias—tartamudeó, con una sonrisa afectada.
—Hey, estoy para complacerte—replicó él, en tono burlón.

Parecía como si la sonrisa de el ojiverde borrara todo lo que había alrededor. No existía nada más que esa sonrisa, todo lo demás carecía de importancia.
Ella vio inmóvil como Josh se incorporaba hasta ponerse de pie totalmente y extendía su brazo izquierdo en dirección a la morena.

—Coge mi mano.
—¿No deberíamos quedarnos aquí? Si se despertaran y no nos vieran...—Destiny comenzó con el gran sermón, y él rodó los ojos.
—Al parecer, nuestra gran jefa Nirvana ha roto las reglas primero, y creo que somos lo suficientemente grandes como para hacer lo que nos plazca.

La chica se lo planteó. ¿Qué quería hacer? Ese muchacho tenía una muy mala reputación, refiriéndonos a ciertos temas relacionados con el secuestro y la violación de mujeres. Sus padres traficaban y prostituían chicas.
Pero quizá él no fuera como ellos. Todos los que estaban ahí tenían familias horrendas, esa era la razón de su uída. Si a Josh le gustaba lo que hacía, se hubiera quedado.

—¿A qué lugar iríamos?—cuestionó ella, con una ceja alzada.
—Tengo contactos, muñeca, sé donde hallar diversión—afirmó.

¿Qué clase de contactos? ¿Traficantes de drogas y/o jóvenes inocentes?

—No lo sé, podríamos tener problemas...
—Hey, Hope, ¿qué pasó con eso de vivir el momento?—sonrió con ironía, sabiendo el poder que poseía su sonrisa.

Había algo en ese chico... su mente le decía que desconfiara de él. Aunque otra parte de su ser —quizá su corazón— le decía que hiciera lo opuesto. La adrenalina y la curiosidad pudieron con ella.
Se incorporó, gracias a la mano que él había tendido, y sonrió también, sin dejar de pensar que se entregaba voluntariamente a la boca del Diablo.
Como si leyera sus pensamientos, la sonrisa del muchacho se intensificó.

—¿No confías en mí?—inquirió, quizá sabiendo la respuesta.
—¿Debería?—replicó la morena, disparando la respuesta más segura.

No quería demostrarle que desconfiaba de él, pero tampoco que confiaba. Aunque, al ir con él a un lugar desconocido ya estaba tirando una indirecta a cerca de lo que pensaba.
Miraron alrededor para asegurarse de que nadie los veía. Todo ese tiempo habían estado hablando en susurros, por precaución.
Dormían en el interior de un bosque oscuro, en un espacio llano donde habían puesto toda una tienda de campaña donde estaban los suministros, una fogata en el centro de todo, y todos estaban envueltos en sacos de dormir.
Los dos se alejaron de aquel lugar con sigilo, esquivando árboles monumentales, y ramas golpeadoras. Cuando llegaron al final del bosque, Josh sacó unas llaves del bolsillo.
Las llaves de la camioneta.

—Oh, no—dijo Destiny, negando con la cabeza.
—¿Ya te estás arrepintiendo?—sonrió él.
—Que nos escapemos es una cosa, pero robar la camioneta es otro nivel de bandalismo que no estoy dispuesta a cometer.

Se dipuso a dar media vuelta y volver a su cálido saco de dormir, pero la mano de él la detuvo.

—¿Bandalismo?—repitió, divertido—. No es bandalismo, princesa, no estamos robando, es la camioneta de todos y la traeremos de vuelta.
—Pero, ¿qué pasa si le sucede algo? Nosotros seríamos responsables y...—se interrumpió, dándose cuenta de algo—. Un momento, ¿me llamaste 'princesa'?

Eso era algo nuevo. Nunca nadie le había dicho princesa, y el hecho la incomodaba y la hacía sentir extraña. No sabría decir en qué forma ¿Disgustada? ¿Especial? ¿Incómoda?
Evaluó a Josh con la mirada y descubrió que estaba haciendo grandes esfuerzos por contener la risa.

—¿No vas a subir?—preguntó él, con una ceja alzada.
—Voluntariamente, nunca—negó.
—Si insistes...—hizó una expresión rara, como si lamentara lo que iba a hacer.

Se agachó y cogió a Destiny por las piernas, para depositarla en su hombro derecho, de modo que de cintura para arriba tenía su cuerpo de un lado, y de cintura para abajo de otro.
Avanzó con ella hacia la camioneta, y la morena dejó escapar una risa.

—¿Qué haces? ¡Bájame!—ordenó, entre risas.
—Diciéndolo así no pareces muy convencida—aseguró el castaño.

**

Habían aparcado la camioneta en un estacionamiento abierto las veinticuatro horas, ya que no estaban seguros sobre a qué hora volverían. Sobre todo Destiny, quien ni siquiera tenía idea de a dónde se dirigían.

—¿Ya vas a decirme a donde vamos?—por el tono de su voz, no era la primera vez que lo preguntaba.
—Te lo dije antes, a buscar diversión.

La morena rodó los ojos y se dijo mentalmente que no valía la pena seguir preguntando.
Descendieron del automóvil y apreciaron la gran ciudad que los rodeaba. Comercios lujosos, restaurantes, hoteles, discotecas, parques, todo alumbrado bajo luces eléctricas, que opacaban gravemente a la luna.

—No hemos visto todo el Central Park, y de noche es fabuloso—explicó Josh, con una sonrisa.
—Oh, genial, podemos ir primero allí—señaló un parque de diversiones, entusiasmada.

La emoción que reflejó la muchacha hizo que el ojiverde riera. La morena giró su cabeza en dirección a él, y frunció el seño, como si preguntara: “¿De qué te ríes?”

—Y tú no querías venir.
—Bueno, gracias—bufó ella.
—Esto no se termina con un simple gracias, claro que no. Me debes una.

Se encaminaron al parque de diversiones que Destiny había indicado. Tenía montañas rusas, autos chocadores, juegos electrónicos y mucho más.

—¿Y con qué puedo pagarte mi deuda?—preguntó en tono burlón.
—Ya lo verás—aseguró con una sonrisa irónica.

**

Aparcaron la camioneta cerca del bosque, justo donde estaba antes, aproximadamente a las seis de la mañana. El sol estaba saliendo, y sus compañeros se habían levantado ya.
Cuando los dos aparecieron en el claro con sonrisas —de culpabilidad y triunfo, respectivamente—, los recibió Nirvana, echando humos.

—¿Qué les sucede?—espetó—¿Dónde estuvieron?
—Fuimos a dar una vuelta—reconoción Destiny, mordiéndose el labio.
—Y no se les ocurrió avisarnos antes, ¿no? ¡Y se llevaron la camioneta! ¡Pensamos que los habían secuestrado o algo!—alegó Connor, tan furioso como Nirvana.

Josh no pudo más y soltó una risotada, y Destiny le pisó el pie para que callara, ocultando una sonrisa, también.
Pero no se contuvieron por mucho tiempo, ya que Charlie soltó, en un susurro: “Creo que Connor se preocupó más por la camioneta que por ustedes, chicos.”
En ese momento todos explotaron en risas.
Podían enojarse todo el tiempo, discutir excesivamente y odiarse, pero en el fondo no dejaban de ser amigos, e incluso una familia, y eso es lo que importaba.

—Vamos, Nirvana, somos todos una familia, ríe con nosotros—la animó Mathias, con ironía.
—¡La familia no se escabulle en la noche para dar una vuelta ni se lleva la camioneta sin avisar!

Los recién llegados compartieron una mirada. Era obvio que su líder no sabía que la habían visto yendo hacia el puente con Connor, pero no querían problemas.

—Sí, bueno, la familia tampoco se besa pero con Destiny ya lo hemos hecho dos veces así que...—Josh dejó la frase inconclusa, expectante, para ver la reacción de los demás.

Sobre todo la de la ojiverde, quien abrió la boca en un signo de indignación, y una vez más todos lloraron de risa, esta vez incluyendo a Nirvana.