"The Boyfriend League" (joejonas & tu)

CAPITULO 12
No era de extrañar. Yo era la única en Dave y Bubba que no iba con una gorra de Ragland Rattlers. Hablando sobre una sensación desleal. E incomoda.

Mi malestar se debió haber mostrado, porque mientras estábamos esperando en la fila para obtener nuestros alimentos, Joe se quitó la gorra, la dobló y se la metió en el bolsillo de sus jeans nuevos.

—Tú no tienes que hacer eso por mí. —Le dije.

Se encogió de hombros.

—Me enseñaron a no usar un sombrero en el interior.

Yo no estaba segura de si alguna vez había conocido a alguna persona que hiciera las cosas con tan poca fanfarria. Pensé en decirle que se pusiera la gorra de nuevo, pero la verdad es que me hizo sentir menos auto-consciente de no ser la única.

Al igual que la mayoría de los lugares de parrilladas, Dave and Bubba´s tenía un sentido muy rústico. Las paredes de maderas estaban decoradas con viejas placas y la máquina de disco en la esquina ofrecía sólo canciones country. Las mesas estaban cubiertas con manteles a cuadros rojos y blancos, y las sillas era casi tan incomodas como las de la sala de urgencias.

El lugar era ruidoso y estaba lleno. Una vez que tuvimos nuestra comida —pollo, frijoles, ensalada de patatas, y ensalada de col para mí, y la misma carne y embutidos, para Joe— fuimos a buscar un lugar para sentarnos. Afortunadamente, Bird nos había guardado los asientos en la mesa donde estaba sentada con Brandon.

—¡Wow! ¿A dónde fue el ojo negro? —Preguntó ella, mientras dejaba mi bandeja y me sentaba a su lado.

—Tiffany lo cubrió por mí.

—Puede decirlo. No quiero pensar lo mucho que ha dañado la capa de ozono con toda la laca que debe haber utilizado en tu pelo.

—Gracias, Bird. Te vez bien está noche, también. —Dije.

La camarera había dejado un cesto de panecillos calientes. Agarre uno y comencé a untar mantequilla en él.
—Lo siento. Es sólo un shock verte así de…

—Bonita.

—Siempre has sido bonita.

—Oh, por favor. ¿Podemos pasar a otro tema? —Mire a Joe comer y hablar con Brandon.

—Sí, creo que es lo mejor. He oído hablar de lesiones en la cabeza por cambiar personalidades en la gente.

—Bird tu no vives con una reina de belleza, ¿de acuerdo? Sé que en lo que se refiere a las apariencias, siempre vas a estar corta. Y si quieres saber la verdad, estoy un poco acomplejada por el cambio de imagen total.

—Lo siento. —Dijo.

—¿Cambio de tema?

—Así es. —Miro alrededor como si buscara un tema.

Odiaba ser tan molesta, pero yo no tenía ganas de nada está noche.

—Lo siento. —Dije.

—No hay problema. —Ella sonrió, ya sea porque sonaba a mi viejo yo o ella había pensado en un tema.

—Esperemos que la lluvia termine esta noche y los juegos inicien de nuevo mañana.
Tres partidos fuera de casa de una vez. ¿Te interesa?

—Por supuesto. Yo no puedo creer que incluso preguntaras.

—Después de la experiencia de la noche anterior, me gustaría saber si querrías mantener alejada por un tiempo.

—De ninguna manera. ¿Cuáles son las posibilidades de que vuelva a ocurrir?

Ella se inclinó cerca y susurro:

—No hay partido del domingo. Brandon me pidió oficialmente que fuera al concierto de verano con él. Nuestra primera cita.

—¿Qué hay está noche?

—Está noche es cosa del equipo. De todos modos, quieres que yo… ¿ya sabes?
Establécete. Negué con la cabeza.

—No.

—¿Estás segura?

—Bird, ni siquiera han estado aquí una semana todavía. Estoy bien con que tú tengas una cita y yo no.

—Si estás segura.

—No es gran cosa. —No a menos que lo convirtiera en una.

Tan pronto como terminamos de comer, fuimos a la habitación del fondo donde Dave y Bubba han creado media docena de mesas de billar. A lo largo de las paredes viejas había máquinas de pinball y juegos de video. Estoy hablando del original Pac-Man. Era como si este era el lugar donde los antiguos juegos fueron puestos a pasar. Como resultado, al lado de cada máquina había un plato de fichas, que se utilizaban para jugar. Ellos hacían su dinero en la gente que compraba cervezas mientras jugaba.

No es lo que fuéramos a hacer está noche fuera comprar cervezas.

—¿Juegas al billar? —Pregunto Joe.

Estábamos de pie contra la pared, esperando algo para hacer, viendo como Bird y Brandon jugaban en una mesa que se había convertido en derecho disponible después de que entraran en la habitación.

—Un poco. —Le dije.

—Hay una mesa. ¿Quieres darle unos tiros?

—Claro.

Nos acercamos y tomamos los tacos de billar de Chase y Ethan.
Ethan dio un respingo cuando me entregó el taco. —Wow. No te había reconocido. ¿Cómo está la cabeza?

—No está mal. Sólo un poco golpeada.

Él sonrió.

—Me alegro de oírlo.

Chase sonrió ampliamente mientras caminaba hacia mí. ¿Era así como Tiffany se sentía, con los chicos siempre notándola? ¿Era el maquillaje y el pelo, o era simplemente que todos estaban contentos de ver que había sobrevivido al golpe en la cabeza?

Joe acumulo las bolas y me dejo romperlas. Las bolas se dispersaron, pero ninguna se metió en las bolsas. Me dio una de sus raras lentas y sexys sonrisas antes de inclinarse para alcanzar su objetivo con la mano. Señaló la bola roja y luego el bolsillo de la esquina. Luego continuó haciéndolo suceder.

En realidad, no me importaba mirarlo, mirarlo moverse alrededor de la mesa, mirando su concentración.

—Creo que le puedes ganar.

Miré por encima del hombro y sonreí. Nick estaba allí de pie vistiendo una camiseta.
No la camiseta de su equipo. Está tenía Mickey Mouse escrito a través de ella, obviamente, un recuerdo de unas vacaciones en Disney World.

—¡Hola!

—¿Cómo está la cabeza?

—Ya sabes estoy pensando hacer un letrero que diga “me siento bien” y colgarlo en mi cuello.

—Así que, ¿no ha sido una pregunta original?

—No, pero fuiste muy amable al preguntar.

—Hey, soy un buen tipo.

—Tu turno.

Me sacudí entera. Joe estaba allí de pie. Su sonrisa se había ido, su expresión era seria.

—¿Lo has perdido?

—Sí.

—Muy bien, entonces. —Fui a la mesa. No había perdido mucho. Aparte de la blanca, en la mesa había una bola sólida restante. Las otras de rayas eran las mías. Me incline sobre la mesa.

—¿Quieres que te ayude a golpearlas? —preguntó Nick, con los brazos viniendo a mi alrededor, las manos apoyadas en las mías—. Relájate.

No estaba segura de cómo iba a hacer eso con él estando tan cerca, siendo capaz de sentir el calor de su cuerpo. Tragué saliva, apenas consciente de algo que no fuera la dirección del taco. Llegamos a la bola blanca que golpeo una pelota de color amarillo a rayas que envió una bola de color naranja con rayas en el bolsillo lateral.

—¿Ves? Fácil —Dijo en voz baja cerca de mi oído.

—Creo que ya lo tengo. —Dije, no del todo cómoda con él estando tan cerca. No sabía por qué. Tal vez porque yo era muy consciente de Joe estaba observándonos.
Nick dio marcha atrás, y me moví para golpear otra bola. Pero no debieron estar alineadas correctamente, porque no entro ninguna.

Joe se trasladó rápidamente a su posición y metió en el bolsillo la última bola, quedando todas las rayadas.

—¿Qué tal si me dejas está vez jugar con ____*? —Pregunto Nick.

—Claro —dijo Joe—. No hay problema.

Le entregó el bastón a Nick, y luego caminó hacia mí. Cuando llego cerca, sacó la gorra del bolsillo trasero y la instaló en mi cabeza.

—Mantendrá la luz fuera de tus ojos. Mejora tu juego.

Luego salió de la habitación, probablemente para conseguir algo para beber. Me moví la gorra para arriba, y la establecí de nuevo en su lugar. Ayudó con la luz, pero me preguntaba si no era más que eso. Si tal vez estaba jugando a una reivindicación.

Gracias x tu comens Pepaa este cap va dedicado a ti!!! :D

—Mantendrá la luz fuera de tus ojos. Mejora tu juego.

Luego salió de la habitación, probablemente para conseguir algo para beber. Me moví la gorra para arriba, y la establecí de nuevo en su lugar. Ayudó con la luz, pero me preguntaba si no era más que eso. Si tal vez estaba jugando a una reivindicación.

—Puedes romper. —Dijo Nick, como si llevar la gorra de Joe no tuviera importancia alguna.

Me golpeó casi tan profundamente como Joe. Cuando terminamos, les dio una señal fuera de la pista a dos chicos esperando para jugar.

—Escucha, algunos de los chicos han estado hablando de este concierto gratuito la noche del domingo. Me preguntaba si tú querrías ir.

—¿Qué quieres decir con tú?

Se echó a reír.

—¿Ves a cualquier otra persona aquí a la que le esté preguntando?

Asentí con la cabeza.

—Sí, claro, me gustaría eso.

Me dedicó una gran sonrisa y tiró del borde de mi gorra.

—Genial. Nos vemos el domingo.

Se dirigió al otro lado de la habitación y empezó a hablar con algunos de los otros jugadores. Me di cuenta de que no habíamos discutido los detalles, como el tiempo, lugar, el vestido, pero luego pensé que iba a salir. Y yo lo había visto en el juego de la mañana. Miré a mí alrededor buscando a Bird, pero no le veía por ninguna parte.

Salí de la habitación y vi a Joe sentado en una mesa, bebiendo de una botella marrón.
¿Estaba bebiendo cerveza?

Pero cuando me acerque vi que era cerveza de raíz.

—Oye. —Le dije, preguntándome por qué yo estaba tan corta de en palabras, o balbuceaba cuando hablaba con él. Toque la gorra.

—No ayudo. Volví a perder.

El juego, de todos modos. Había ganado una cita.

—Nick es bastante bueno en el billar. —Dijo.

—Tú no te quedas atrás, tampoco.

—No se veía como si estuvieras prestando atención.

En el principio, hasta que Nick se había presentado, había sido clavado.

—Cuando yo estaba mirando el programa de anoche, me di cuenta de que Nick y tú juegan en la misma universidad —dije, haciendo nuestro habitual cambio el tema—. Deben conocerse muy bien.

—Bastante bien.

—Parece muy agradable.

—Es un tipo bastante bueno.

No es exactamente un apoyo rotundo. Pero luego los chicos probablemente no pasaban mucho tiempo complementando otros chicos. Es el mejor. Él es el más grande. Si yo fuera una chica, definitivamente iría con él.

—¿Has visto a Bird? —Le pregunté.

—Sí. Ella y Brandon salieron. Algo sobre comprar una película.

—Oh. —Miré todo mi alrededor, preguntándome que hacer ahora.

—¿Estás lista para irte? —Preguntó Joe.

Asentí con la cabeza.

—Sí, estoy realmente un poco invisible. Supongo que no estoy completamente recuperada.

—Toma un tiempo.

Él terminó su cerveza de raíz de un largo trago. Me fascinaba ver su garganta trabajando. Dejó la botella sobre la mesa y se levantó.

—Vamos.

Salimos a la calle y se paró en el porche cubierto. Llovía otra vez. Malo.

—Mierda, me dejé el paraguas en el coche —dijo—. Déjame ir a buscarlo.

—No seas tonto. Yo no me voy a derretir.

—¿Estás segura?

—Oh, sí.

—Muy bien, entonces.

Me agarro la mano —la suya era muy cálida, muy grande— e hicimos una carrera loca por el estacionamiento lleno de charcos. Él tenía sus llaves y los llaveros sonaban antes de llegar allí. Los dos saltamos en el interior, a través de las puertas de enfrente, al mismo tiempo. Riendo, empapados y fríos.

—Voy a encender el calentador. —Dijo, arrancando el coche.

—Es junio, en Texas.

—Lo sé, pero tengo frío.

Yo también. Yo estaba temblando. Sin embargo, parecía extraño utilizar la calefacción en verano.

Un chorro de aire caliente pasó a través de las tablas del suelo. Se sentía muy bien.
Con ganas de tener una toalla, usé los dedos para limpiar las gotas de lluvia de mi cara.
Mi cara mojada que había sido parcialmente protegida por el borde de su gorra. Lo que habría funcionado si la lluvia cayera hacia abajo. Había pasado a través.

—Oh, no.

—¿Qué? —Dijo Joe.

—Enciende la luz.

Él lo hizo. Bajé la visera, miré mi reflejo en el espejo, gemí, y golpee el visor en su lugar.

—Apaga la luz.

—¿Qué tiene de malo?

Yo no lo miraba, no quería que lo viera.

—El maquillaje se corrió.

No tan mal como yo esperaba, pero tenía manchas oscuras debajo de mis ojos y mis moretones eran más visible.

—¿Y qué?

Incliné mi cabeza hacia atrás.

—Estoy peor que en la noche que me conociste.

—Pensé que lucias bien.

Puse la cabeza hacia a un lado, para poder verlo. Con la esperanza de que las sombras hicieran que él no pudiera verme.

—¿De qué estás hablando? Me parecía a una artista del Cirque Du Soleil.

—¿De qué estás hablando?

—¿Los puntos negros alrededor de mis ojos?

Él negó con la cabeza.

—Estoy perdido.

—Los estabas mirando.

—Oh, sí —él miró a través del parabrisas—. Lo siento. Nunca había visto unos ojos tan verdes como los tuyos. Yo estaba tratando de averiguar si llevabas lentes de contacto.

—¿Estabas mirando mis ojos?

—Sí.

—¿No el maquillaje?

Volvió su atención hacia mí.

No me di cuenta que estabas usando alguno. Esa noche, de todos modos. Está noche es bastante obvio.

—Oh —¿no soy tonta?—. Yo pensé… —yo negué con la cabeza—. No importa —pensándolo bien…—. ¿No te gusto con maquillaje?

—Yo no creo que lo necesites. Quiero decir, te ves bastante bonita sin él.

¿En serio? Eso fue totalmente inesperado.

Comenzó tocando el volante como si estuviera escuchando un concierto de rock, o de repente le entró vergüenza, tal vez deseando que alguien le callara.

—Lo siento, no tengo una toalla en el coche.

Sin perjuicio de cambio. Él se sintió avergonzado. ¿No era lindo eso?

—Está bien. Probablemente deberíamos llegar a casa, de todos modos, y tenemos un montón de toallas allí.

—Bien.

Se movió hacia atrás e hizo lo que los chicos hacen cuando retuercen sus cuerpos enteros y puso su brazo sobre el respaldo del asiento. Sólo su coche tenía asientos de cubo, y sus dedos rozaron mi mejilla y luego se sacudió como si hubieran sido picados, antes de que él agarrara la parte posterior del reposacabezas.

Él me estaba mirando, realmente me miraba y me preguntaba si quería que sus dedos tocaran mi mejilla de nuevo, porque yo quería que ellos lo hicieran. Yo quería sentir esa chispa de nuevo, esa pequeña chispa que sentía cada vez que me daba el más mínimo contacto visual.

—¿Te gusta Nick?

—Oh, sí. —Le dije muy rápido, demasiado rápido.

Él asintió con la cabeza, miró sobre su hombro, y salió de la plaza de aparcamiento.

Mientras nos dirigíamos a casa, un pesado silencio lleno el coche. Comencé a preguntarme si tal vez no había estado realmente preguntando si me gustaba Nick.

Si tal vez había estado preguntando algo totalmente diferente. Tal vez había estado preguntando si me gustaba él.

La mañana siguiente fui a la cocina por un desayuno y descubrí a Joe en la mesa leyendo el Ragland Tribune del jueves en la mañana. Levanto la vista y sonrió. —Se revelaron secretos del puesto de concesión. Llama a Oprah.

Nunca antes había estado cohibida porque alguien leyera lo que había escrito, pero está mañana lo estaba.

Tal vez porque seguía reviviendo esos minutos en el coche y preguntándome si realmente me había perdido lo que estaba preguntando. No lo de anoche probablemente era sólo mi alocada imaginación, porque todo parecía bien está mañana, de regreso a lo normal.

—Sí, consideré escribir sobre los peligros de las pelotas perdidas, pero hubiera terminado incluyendo demasiado en primera, y la columna no se supone que sea sobre mí. Se supone que sea acerca de lo que sucede a mí alrededor.

—De hecho, es divertido.

—Lo dices como si estuvieras sorprendido.

Lucía como venado atrapado por las luces de un camión de dieciocho ruedas viniendo en la dirección contraria, y me di cuenta de que realmente lo había puesto en una mala posición. ¿Qué podría decir a eso? ¿Basado en nuestras numerosas conversaciones, estaba bajo la impresión de que la comunicación no era tu punto fuerte?

—No importa —dije, sacando la tetera de la estufa y llenándola con agua. Era una chica británica-del-té-en-la-mañana, y lo hacía usando una tetera real y todo—. No estoy buscando cumplidos.

Está bien, lo estaba, un poco.

—Sólo… sólo no esperaba que fuera tan divertido. —Dijo Joe.

—¿Querías una columna seria sobre perros calientes? —Puse la tetera sobre la estufa y prendí el fuego—. ¿Quieres un poco de té?

—No, gracias.

Él estaba comiendo un bol de cereales, alguna variedad de hojuelas de maíz, con rodadas de plátano encima. —Tuve un difícil momento pensando en un tema para el ensayo —dijo—. ¿Cómo puedes pesar en un tema para escribir cada semana?

—Bueno, por una cosa, es un poco más corto que un ensayo, así que no necesito nada muy profundo —me senté en la mesa del desayuno. Estaba situada en una ventana en saliente. Cortinas con brillantes globos amarillos decoraban la parte superior de la ventana, pero además de eso, era la luz natural fluyendo abundantemente. A mamá le gustaban las cosas alegres—. Entonces trato de darle un ángulo atípico —me encogí de hombros—. No es gran cosa —no sé lo que me poseyó para decir—, de hecho, tengo todas las columnas que he escrito en una carpeta. Puedes pedirla prestada si estás interesado.

—¿Mi propio verano leyendo programas?

—Algo así. —Dije, repentinamente más cohibida que nunca.

Normalmente no era de las que alardeaban mucho sobre mí misma, lo que también podría explicar el estado de sin-novio de mi vida. Si un plumaje brillante era la llave, estaba cerca de ser un carrizo marrón. A excepción de anoche, y entonces ciertamente había obtenido atención.

—Sí, me gustaría leerlos —dijo—. No puedo recordar la última vez que leí por diversión.

—¿Marley y yo fue una lectura requerida por alguna clase?

Sonrió abiertamente. —No, pero eso fue hace meses atrás —parecía pensativo—. De hecho, probablemente esa fue la última cosa.

La tetera empezó a echar humo. Vertí el agua en una auténtica teterita Victoriana para servir el té y la lleve a la mesa.

Joe se levantó cuando me senté. Casi me eche a reír, porque de algún modo era cómico.

—Voy a correr. —Dijo.

—Puedes usar la caminadora de Papá si quieres, así te quedas dentro donde hay aire acondicionado.

—¿Tu papá tiene una caminadora?

Me levanté. —Oh, sí. Y una bicicleta elíptica, y bueno… tu nómbralo, el probablemente lo tiene. ¿Recuerdas cuando te dije que la resolución de año nuevo de Mamá es cocinar más sano? La de Papá es ponerse en forma.

La primera semana de enero, renueva su membresía en el gimnasio y va tres veces a la semana. Al final del mes, él ha decidido que tendría más tiempo para entrenar si comprara algunos equipos para la casa, eliminando de esa forma el viaje al gimnasio. Para mediados de febrero, está usando las máquinas para colgar ropa.

—¿Hablas en serio? —Preguntó Joe.

—Solo espera. Ya lo verás.

Lo guié por la casa hasta la habitación de mis padres, a lo que era el área de estar, hace algunos años antes de que papá decidiera ponerse en forma. Quité algunas corbatas y camisas de las máquinas. —Sírvete.

—¿Segura que no les molestara que esté en su… habitación?

—Técnicamente, no estás en su habitación. Estás usando el área de estar o el área de ejercicio, ya que papá no lo usa. Pero de todas maneras, no les molestara. Siéntete como en casa.

Él negó con la cabeza. —No lo sé. Solo no se siente bien.

—¿Quieres que haga ejercicios contigo?

Me miró como si la pregunta fuera una broma. Ni siquiera estaba segura de porque hice esa sugerencia. —Puedo usar la elíptica mientras tú usas la caminadora.

—Supongo que eso funcionaría. Entonces no me sentiría demasiado como si estuviera entrometiéndome en su espacio.

—Está bien, dame dos minutos para ponerme unas zapatillas.

Para la hora en que regresé, él ya estaba corriendo, comenzando a sudar. Tenía piernas realmente firmes. Calculé que corría un montón.

No me tomó mucho desear seguir con la elíptica. Siempre me recordaba al esquí atravesando el campo porque básicamente estaba moviendo mis pies hacia delante y hacia atrás, sosteniendo dos agarraderas como bastones de esquí, observando cómo pasaban las millas.

Había hecho aproximadamente dos millas, después de cuarenta y cinco minutos, cuando Joe finalmente pasó a modo de enfriamiento.

—Mucho mejor que correr afuera. —Dijo, sin aliento.

—Esa era la teoría de papá detrás de conseguir el equipamiento, pero como puedes ver, descubrió otros usos para eso.

Joe se echó a reír. —Si tu papá habla realmente en serio sobre ponerse en forma, podría ayudar consiguiéndole un programa. Tú sabes, preguntándole si quiere trabajar conmigo.

—¿Por tener algún programa de ejercicios para trabajar, la persona no tiene que estar auto motivada? ¿Quiero decir, ¿papá no tiene que tomar el primer paso?

—Sí, supongo —tomó un sorbo de su botella de agua, luego se secó su rostro con una toalla de mano—. Entonces ¿crees que está bien si uso el equipo cada mañana? —Preguntó.

—Oh, claro. Mamá y papá normalmente están fuera de la casa a las ocho. —Y había añadido ejercitarme a mi rutina matutina, así no se sentiría incómodo estando en su habitación. Era lo que un buen anfitrión tenía que hacer.

—¿Qué hay sobre la cosa del patio trasero? —Preguntó.

—¿Qué hay sobre eso?

—¿Está bien si también la uso?

—Oh, claro. El equipo está en un cobertizo de metal en la parte de atrás. Simplemente hazlo tú mismo. No está cerrado ni nada. Y si quieres compañía, házmelo saber. Estaré feliz de jugar contigo.

¿Acabo de decir eso? No acabo de decir eso. Como si estuviéramos seis años y nos dirigiéramos a una caja de arena.

Estaba sonriendo ampliamente otra vez, como si pensara que era divertida, estúpida o estaba teniendo un momento Tiffany.

—No quise decir jugar contigo exactamente —dije —. Quiero decir… tu sabes, hacerte compañía así no sentirías incómodo… sabes, como me ejercité contigo.

—Estaré bien solo en el patio trasero —se alejó de la caminadora —. Me iré a duchar.

Esperó por un latido de corazón, como si esperara que dijera que también estaría encantada de hacerle compañía en la ducha. Afortunadamente, mi cerebro finalmente funcionó, y mantuve mi boca cerrada.

Lo observé salir de la habitación. Pensé que había sabido todo lo que estaría involucrado al tener a un jugador de béisbol viviendo con nosotros por el verano. Estaba descubriendo que no tenía ni una pista.