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¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA

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Mensaje por JaamDemczuk Miér 07 Dic 2011, 10:34 am

Nombre: Un amor autentico - 1 ¿Aceptas a este extraño?
Autor: Jaam Demczuk
Adaptación: Si: Escritora: Karen Rose Smith Libro: Un amor autentico
Género: Drama y Romance
Advertencias: -
Otras Páginas: No.

¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA Amor



Argumento:

Su vida era perfecta, o al menos eso creía el millonario Joseph Jonas. Pero eso era antes de que la dulce ________ perdiera su memoria… y todo recuerdo de los votos que hizo al casarse.
Ahora, la desconocida que sostenía en sus brazos, despertaba nuevos sentimientos en el frío corazón de Joseph, emociones que siempre había evitado. Si _____ recuperaba la memoria, y con ella los secretos que antes mantenía ocultos, ¿moriría su amor recién encontrado? ¿Saldría a la luz su verdadera pasión?



Última edición por JaamDemczuk el Vie 09 Dic 2011, 8:26 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Cande Luque Miér 07 Dic 2011, 10:45 am

Está buenaaaaaaa, soy la primera putaaaaaaaaa. Amo este foro, no sabía que hacías novelas acá, subime el primer capítulo no seas rata (? jajaja. Te amoooo.
Cande Luque
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¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA Empty Re: ¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA

Mensaje por JaamDemczuk Miér 07 Dic 2011, 10:50 am

JAJAJAJAJAJJA, AMO ESTE FORO, HACE BANDA QUE ESTOY, PERO NUNCA SUBI UNA NOVELA :B KLDÑFJLSKJFLSDFJLSDF
TE AMO SUCIA :B
TE SUBO EL PRIMER CAPITULO PARA VOS, PORQUE NADIE LE DA BOLA A ESTE POST (? BUEEEEEEE xD ajajajajajja
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Mensaje por JaamDemczuk Miér 07 Dic 2011, 10:58 am

CAPITULO 1

10 de abril

Joseph Jonas empujó la puerta de su dormitorio con un mal presentimiento. Al entrar en su casa y sentir en ella un vacío inhabitual, su corazón se había puesto a latir con más rapidez. Esa noche había vuelto a perderse la cena debido a una reunión de última hora. A veces, _________ trabajaba en su despacho de la planta baja hasta que él llegaba a casa. Pero sólo encontró oscuridad y silencio abajo, y asumió que su esposa se habría ido a la cama. Estaba decidido a despertarla para averiguar qué le pasaba últimamente; llevaba meses rehuyéndolo. La pasada noche, después de que le hablara del viaje de dos meses que le habían propuesto hacer a Europa, se quedó demasiado callada… incluso para ser ella.
Cuando entró en el dormitorio, su pecho se contrajo al ver la enorme cama adoselada vacía, aún perfectamente hecha. Recordó las dos últimas llamadas telefónicas anónimas de las últimas semanas, una un fin de semana, otra a última hora de una tarde… y el día que sorprendió a su mujer susurrando junto al auricular. Pero colgó enseguida, diciendo que era un vendedor. Él quiso creerla, porque hacer lo contrario habría resultado demasiado doloroso.
Miró a su alrededor y vio un sobre blanco en el tocador, apoyado contra una foto tomada cuatro años atrás, el día de su boda. La contempló. El precioso pelo castaño claro de ______ contrastaba con el velo blanco y el vestido. Él se estaba apartando su pelo negro de la frente en el momento en que el fotógrafo tomó la instantánea.

¿Qué les había pasado?
Tomó el sobre, que tenía su nombre escrito en la parte delantera. Con el corazón latiéndole cada vez más deprisa, lo abrió.

Joseph:
Tengo que irme unos días. No podrás localizarme. Trata de comprender; por favor.
_________

La rabia se acumuló en su pecho, seguida por un sentimiento de traición que nunca había imaginado poder sentir. Un pensamiento lo atormentaba mientras descolgaba el teléfono; su mujer había huido con otro hombre.
Primero la encontraría.
¿Y luego?
¿Podría perdonarla alguna vez? ¿Querría ella que la perdonara?
La rabia volvió a surgir, apartando el dolor a un lado.


14 de abril

La lluvia golpeaba con fuerza el parabrisas del coche mientras ________ conducía con cuidado por la ondulante carretera. Unas horas más y estaría de vuelta en Connecticut, con Joe. Lo amaba tanto… Lo amó desde el momento en que lo conoció, en la fiesta de graduación de su universidad. No importó que fuera cinco años mayor que ella. O que tuviera mucha más experiencia. Sin embargo, nunca estuvo absolutamente segura de sus sentimientos.
Desde luego, no había duda de la química que existía entre ellos.
Pero Joe siempre mantuvo una parte de sí reservada y, desde el momento en que le propuso matrimonio, _______ se preguntó si quería casarse con ella por auténtico amor, o porque era socialmente aceptable y una esposa adecuada para su posición de director de su empresa financiera en West Hartford.
Todo lo que siempre quiso fue agradarle y hacerlo feliz. Pero durante el último año eso había parecido imposible. Y durante los últimos siete meses…
Pensó en el hombre que la había abrazado hacía poco menos de una hora. Había llegado a conocerlo en tan poco tiempo… Y ahora debía enfrentarse a Joe y contarle la verdad.
De pronto, una ráfaga de tormentoso viento zarandeó el coche a la vez que las ruedas entraban en un profundo bache. El volante se deslizó de entre sus dedos y el coche viró con violencia a su derecha, abalanzándose directamente hacia unos altos árboles.


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Mensaje por Cande Luque Miér 07 Dic 2011, 11:03 am

Sos una wqhewjdncew, no me lo dejes ahí. Te odiooooooooooo, jaajajaja. Subime el otro yaa.
Cande Luque
Cande Luque


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Mensaje por TheJonasBHearts Miér 07 Dic 2011, 11:27 am

ME ENCANTAAAAAAAAAAA SEGUILA
TheJonasBHearts
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Mensaje por Cande Luque Miér 07 Dic 2011, 11:43 am

Daleeeeee chiquita!
Cande Luque
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Mensaje por JaamDemczuk Miér 07 Dic 2011, 11:51 am

Capítulo 1, Parte 2:

19 de abril

Joe se pasó la mano por el rostro y la incipiente barba, pensando que debería haberse cambiado y afeitado. Llevaba cinco días sentado junto a la cama de ____________ en la UVI, mirándola… rezando… esperando que despertara del coma, atormentado porque aún no sabía a dónde había ido o qué había estado haciendo antes del accidente.
Había recibido la llamada tras cuatro días de agobiante espera y búsqueda, cuatro días durante los que había sentido más rabia y frustración que en toda su vida. Pero entonces la policía del estado le notificó que el coche de __________ se había salido de la carretera y había chocado contra un árbol y que la habían llevado a un hospital en Binghamton, Nueva York. ¿Qué diablos hacía su mujer en una carretera secundaria del estado de Nueva York?
No debía hacer la pregunta y no debía preocuparse por la respuesta. Mirando a ___________, su pelo Castaño contra el blanco de la almohada, la palidez de su rostro, su frente, marcada por una hilera de puntos en el nacimiento del pelo, lo único que quería era que despertara y le sonriera de nuevo como solía hacerlo. Odiaba verla sujeta a todos aquellos tubos y cables. Las enfermeras acudían cada hora para comprobar sus constantes vitales y observar indicios neurológicos de cualquier posible cambio. También iba un fisioterapeuta a mantener en buen estado sus músculos.
Se había ocupado de que tuviera lo mejor.
Especialmente consciente de ella tras varios días esperando ver algún indicio de recuperación, Vio de repente que sus dedos se movían sobre la sabana. Entonces, milagrosamente, su brazo se movió. Joe contuvo el aliento mientras ella volvía el rostro hacia el y abría sus ojos Cafe.
—__________, ___________ —susurró—. ¿Puedes oírme?
—¿Dónde… dónde estoy?
—En un hospital en Binghamton. Sufriste un accidente…
—¿Binghamton? Pero estaba en mi graduación… ¿Cómo he llegado a Binghamton? ¿Y tú… quién eres? ¿Dónde está mi madre?
Christopher se quedó helado, y supo que algo terrible había sucedido. Aunque tal vez se tratara de algo pasajero.
—_________, soy yo. Joe. Sé que tengo que afeitarme…
Ella lo miró con curiosidad.
—No te conozco. No entiendo qué hago aquí —trató de erguirse y al hacerlo, los cables y tubos a los que estaba sujeta se tensaron y el monitor pitó a la vez que ella se llevaba la mano a la cabeza y cerraba los ojos.
Joe pulsó el botón de aviso tres veces seguidas.
—Túmbate hasta que venga el doctor, ________.
El contacto de la mano de Joe en su cuerpo, apenas cubierto por un fino camisón, fue eléctrico. Abrió de nuevo los ojos y lo miró, confundida.
—¿Quién eres? —repitió.
Joe comprendió que necesitaba algo más que un nombre.
—Soy tu marido.
La expresión de confusión dio paso a otra de conmoción. En lugar de volver a tumbarse, como_________ habría hecho, dijo con voz temblorosa:
—Llama a un médico, por favor. Ahora mismo.
Joe estaba acostumbrado a dar órdenes, no a recibirlas Pero cuando entró una enfermera, hizo lo que __________ había pedido.
Una hora después, aún caminaba de un lado a otro del pasillo, mirando de vez en cuando la puerta de la habitación en la que el médico examinaba a su esposa. Estaba a punto de entrar para ver qué sucedía, cuando vio un rostro familiar acercándose por el pasillo.
Kevin Jonas era su primo, pero, sobre todo, era su amigo. Kevin, otro primo, Nick, y él habían pasado muchos veranos juntos en el rancho de su tío en Tejas. Joe no hablaba con su primo Nick ni lo veía tanto como le habría gustado, sobre todo desde que Nick se había hecho cargo del rancho Star Four, pero Kevin vivía cerca de West Hartford y se las arreglaban para verse siempre que podían. Había mencionado que se pasaría por el hospital para ver qué tal iba ___________. Joe se alegraba de que hubiera ido.
Los vaqueros y la cazadora vaquera de Kevin no daban ningún indicio de la multimillonaria fundación familiar que dirigía. Cuando estuvo junto a su primo, le palmeó la espalda.
—¿Qué tal está?
—Acaba de despertar. El médico la está examinando.
Kevin sonrió.
—¡Eso es estupendo! ¿Podrá volver a casa pronto?
—No sabe quién soy, Kev.
—¿Qué quieres decir con que no sabe quién eres?
Joe metió las manos en los bolsillos de sus pantalones.
—No sabe cómo me llamo. ¡No sabe que soy su marido!
—No hablas en serio… la amnesia sólo existe en las películas. ¿Crees que trata de ocultar…?
En ese momento, el médico salió de la habitación con expresión seria.
Joe sabía que Kevin había estado a punto de expresar en palabras lo que él mismo sospechaba. Miró al médico, buscando las respuestas que necesitaba.
—Señor Jonas, vamos a la sala de espera, donde podremos hablar con tranquilidad.
—Podemos hablar aquí mismo —dijo Joe, con más sequedad de la que pretendía—. Este es mi primo y puede escuchar todo lo que tenga que decirme. ¿Por qué no sabe mi esposa quien soy?
Viendo la determinación de Joe, el medico se quitó el estetoscopio del cuello y lo guardó en un bolsillo.
—Las costillas contusionadas de su esposa sanaran en unos días, como los puntos que ha habido que darle en la frente, pero el trauma cerebral es otro asunto.
—¿En qué sentido?
—Es impredecible, y a estas alturas no podemos afirmar si las consecuencias son temporales o permanentes.
Joe se puso rígido al saber que se avecinaba un severo golpe.
—¿Quiere decir que nunca recordará que soy su marido?
—No puedo determinar si su pérdida de memoria es resultado del trauma del accidente o un daño físico causado por éste. Al parecer, ___________ recuerda todo hasta el día de su graduación en la Universidad. No recuerda nada posterior. Supongo que ustedes se conocieron después, ¿no?
El significado de aquello afectó profundamente a Joe.
—Nos conocimos el día después de su graduación, en la fiesta que dio su madre para celebrarlo.
El doctor Bartlett ladeó la cabeza y miró a Joe atentamente.
—¿Puede haber algún motivo por el que ella no quiera recordar su relación con usted?
—Un momento —intervino Kevin—. Si está sugiriendo…
El médico habló directamente a Joe.
—Estoy sugiriendo que, si quiere ayudar a su esposa a recuperarse, será conveniente que examine la situación con tanta objetividad como pueda. A veces es difícil separar lo psicológico de lo físico.
—¿Podría estar simulando?
La boca del doctor Bartlett se tensó en una fina línea.
—La joven a la que acabo de examinar está asustada porque cree tener veintiún años en lugar de veintiséis, porque no sabe dónde está ni cómo ha llegado aquí, porque no tiene recuerdos de un hombre que dice ser su marido. No sé por qué puede pensar usted que querría simular todo eso, pero su pulso acelerado y su respiración indican que el pánico que siente es muy real. No podemos sobrecargarla de información; es preferible que ella establezca el ritmo.
Las implicaciones de la pérdida de memoria de________ cayeron sobre Joe como una losa. No tenían relación. No tenían ninguna conexión. Todo lo que tenían era un matrimonio que ni siquiera valía el trozo de papel de la licencia.
—Voy a trasladarla a una habitación normal para mantenerla en observación hasta mañana. Si todo va bien podrá irse el domingo Pero no deja de preguntar por su madre. Sería conveniente que volviera a casa con algún familiar.
Las palabras del médico hicieron que el pecho de Joe se contrajera.
—La madre de __________ murió hace dos años. No tiene más familiares. Yo soy todo lo que tiene. Vendrá a casa conmigo.
Aquellas palabras resonaron en su cabeza unas horas después, mientras estaba de pie ante la puerta de la habitación de _________. Se sentía enfadado consigo mismo por estar nervioso, frustrado, por la mezcla se sentimientos que se agitaban en su interior, rabia y sensación de haber sido traicionado un minuto y ansia de ver a ____________ recuperada y en casa al siguiente. Quería saber por qué se había ido… con quién había estado. Pero sabía que debía ser paciente. ____________ no podría responder a sus preguntas hasta que no recordara su matrimonio.
Y se dijo que lo haría. Haría todo lo que estuviera en su mano para ayudarle a recordar, de manera que pudieran seguir adelante con sus vidas.
Empujó la puerta y se dio cuenta de repente de que debería haber llamado. Aún no podía acostumbrarse a la idea de que era un desconocido para ella.
Entró en la habitación y vio a _______________ sentada en una silla, mirando por la ventana. Cuando lo oyó, se volvió hacia él.
—El doctor Bartlett me ha dicho que mi madre murió hace dos años, mientras corría, a causa de una enfermedad congénita del corazón de la que no estaba al tanto. No me ha podido decir nada más. ¿Vendí la casa? ¿Conservé algo suyo? ¡No puedo creer que me desprendiera de todo lo que siempre quise!
Mientras veía la evidencia de las lágrimas en las mejillas de _____________, Joe trató de ponerse en su lugar. Quiso acariciar su largo y precioso pelo, decirle que todo iría bien. Pero no sabía cómo reaccionaría.
De manera que se sentó en el borde de la cama, frente a ella, y le contó lo sucedido con las posesiones de su madre. El padre de ____________ que murió siendo ella una adolescente, era médico. Su madre era abogada. A pesar de todo, tras la muerte de ésta quedó una considerable hipoteca por pagar, además de otras deudas, ____________ sólo recibió una pequeña herencia.
—Vendimos la casa de tu madre No tuvimos otra opción. Tú te tomaste tu tiempo seleccionando las cosas que querías. Los muebles del dormitorio de tu madre los pusimos en una de las habitaciones para invitados de nuestra casa, y te quedaste con sus joyas y un armario lleno de recuerdos suyos. También conservaste todas las cosas de tu padre que tu madre había guardado. Todo está en nuestra casa, _____________.
—Nuestra casa —__________ movió la cabeza—, El doctor Bartlett ha dicho que quieres llevarme a casa contigo.
—Creo que eso te ayudará a recuperar la memoria con más rapidez Además, no tienes otro sitio al que ir.
—Pero no te conozco ¡No puedo ser tu esposa sin recordar haberme casado contigo!
Había un muro tan alto entre ellos… una clase de muro diferente al que se había elevado durante los últimos meses. A pesar de todo, Joe se inclinó hacia ella y sintió la intensa atracción que aún latía entre ellos.
—Creo que sí me conoces, ___________. En el fondo, donde realmente importa.
El silencio enfatizó sus palabras mientras ____________ lo miraba atentamente, como tratando de reconocerlo.
—Te has afeitado —dijo, con suavidad. Joe también se había cambiado y había comido una comida decente con Kevin; la primera en los cinco días pasados.
—He pensado que si tenía mejor aspecto, tal vez me resultaría más fácil convencerte para que vinieras a casa conmigo.
Una cautelosa sonrisa curvó los labios de __________.
—Al menos eres sincero.
—Siempre trato de serlo.
Cuando __________ ladeó la cabeza, se convirtió en la __________ que Joe recordaba, la mujer que deseaba más que a ninguna otra. Pero cuando habló, comprendió que lo que recordaba de ella podía no volver a ser real nunca más.
—¿Tengo mi propio dinero? ¿Tengo el estudio fotográfico que siempre quise?
Joe se había licenciado en arte, pero su principal interés era la fotografía. Sin embargo, nunca le había dicho que quería su propio estudio, aunque habían preparado un cuarto oscuro en el sótano de la casa.
—El dinero de tu herencia está invertido. Nunca has necesitado trabajar, porque mis negocios marchan muy bien. La fotografía no ha sido tu mayor interés en los últimos años. Haces muchas labores de caridad… con mi madre.
—¿A qué te dedicas? —preguntó ____________, tras asimilar todo lo que había dicho Joe.
—Soy analista de mercados financieros y director de mi propia empresa.
—Así que, si no quisiera volver contigo a tu casa, no tendría dinero para alquilar un apartamento.
El desafiante destello de la mirada de ____________ era algo que Joe no había visto hasta entonces.
—Tienes tu propia cuenta en el banco.
—Pero eres tú quien ingresa el dinero.
Su esposa no le preguntaba aquellas cosas. Su esposa no discutía con él.
—Sí, soy yo quien ingresa el dinero. Lo mismo hizo mi padre con mi madre. Eso nunca ha sido un problema para ti. Y en cuanto a lo del apartamento, si te fueras a vivir a uno no te encontrarías en un entorno conocido ni tendrías los estímulos que necesitas para recordar. ¿O no quieres recordar? —la sospecha de que ___________ quería borrar su pasado por motivos que Joe desconocía se acentuó.
—No sé si quiero recordar. No sé si quiero ir a una casa desconocida… con un hombre desconocido…
Joe pudo percibir el pánico en la voz de __________. Por un momento, olvidó sus sospechas de que le había sido infiel y sólo recordó el día en que se conocieron, sus noches de pasión, la vida que habían construido juntos. Tomándola de la mano, dijo con suavidad:
—La casa es grande. La puerta del dormitorio tiene cerradura. Puedo trasladar mis cosas a otra habitación. Y estoy seguro de que a Pauline no le importará que darse en casa por las noches si hace que te sientas mejor.
—¿Pauline?
—Pauline es la asistenta. Ella y su marido, Fred, viven en la casita que hay junto a los establos. Él se ocupa de los caballos y de cuidar los terrenos de la casa.
____________ apartó la mano.
—El doctor Bartlett ha dicho que existe la posibilidad de que nunca recupere la memoria.
¿Encontraba su tacto repulsivo?, se preguntó Joe, dolido. Se levantó y fue hasta la ventana, tratando de mantener la objetividad.
—El doctor también ha dicho que los recuerdos podrían regresar en cualquier momento. ¿Querrías estar sola si eso sucediera? Acabas de despertar de un coma. Aún no sabes si tendrás repercusiones físicas, como dolores de cabeza, o mareos. Pauline puede asegurarse de que te recuperes bien si no te sientes cómoda conmigo.
Miró por la ventana para darle tiempo a pensar.
—De acuerdo, Joe. Iré a casa contigo. Es lo único razonable que puedo hacer. De momento.
De momento.
Al parecer, eso era todo lo que tenian.
JaamDemczuk
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¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA Empty Re: ¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA

Mensaje por Cande Luque Miér 07 Dic 2011, 12:03 pm

¿Cómo vas a dudar de irte con joe? Me le tiro encima, jajaaj. La peor era. ME ENCANTA! ¿Qué pasará? mmmmm.
Cande Luque
Cande Luque


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¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA Empty Re: ¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA

Mensaje por JaamDemczuk Miér 07 Dic 2011, 12:09 pm

CAPITULO 1: PARTE 3

El domingo por la mañana ________ caminaba de un lado a otro de la habitación, ansiosa porque le dieran el alta. Se sentía más fuerte. Aún le dolían las costillas, pero sólo era cuestión de tiempo que se le curaran. Resultaba difícil creer que sólo dos días atrás estaba en coma. Aún no había logrado asimilar del todo lo que el doctor y Joe le habían contado. Cada vez que pensaba en su madre…
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras un profundo sentimiento d pesar se aposentaba en su corazón. Su madre se había ido. Había perdido a su padre a los dieciséis años. Le resultaba casi imposible asimilar que nunca volvería a caminar por la casa en la que había crecido.
Imposible. Aquella palabra se estaba volviendo muy familiar para ella. ¿No era también imposible que estuviera casada con un hombre como Joe Jonas sin recordarlo? Emanaba de él tal autoridad, tal determinación… y atractivo sexual. Su pelo era del color oscuro, sus rasgos faciales estaban firmemente definidos, sobre todo la línea de su mandíbula. Sus labios…_______ no pudo evitar sentir calor al recordar el contacto de su mano cuando despertó, el cosquilleo de excitación que la recorrió cuando la tomó de la mano.
Los oscuros ojos de Joe enviaban señales mezcladas, unas de preocupación, otras de rabia. El día anterior no la había tocado. Se había limitado a observarla mientras le describía la casa en la que vivían, en West Hartford. Se sentía incomoda con el, y sentía que a él le pasaba lo mismo.
Un sonido le advirtió que la puerta se estaba abriendo alzó la mirada, esperando ver a la enfermera, pero quien entró fue el hombre que decía ser su marido, con una bolsa de viaje en la mano.
________, que estaba en camisón, se metió rápidamente en la cama y se cubrió con las sábanas.
Joe suspiró.
—Estamos casados, ________. Te he visto muchas veces con menos ropa que esa.
—Puede que si tú no estuvieras tan vestido yo no me sintiera tan incómoda —replicó ella, sin pensar en lo que decía. Tal y como estaba, con la camisa color crema y los pantalones marrones, Joe ya resultaba muy viril.
Él la miró, momentáneamente sorprendido. Luego sonrió.
—¿Quieres que me quite la ropa?
________ sintió que se ruborizaba, reconociendo que le encantaría ver el torso desnudo de Joe.
—Me gustaría tener algo de ropa para cambiarme —murmuró—. No puedo salir así…
Joe alzó la bolsa y la dejó sobre la cama.
—Mi madre envía esto para ti. Mi padre acaba de traerlo.
—¿Tu padre?
—Ha venido esta mañana en avión. Pilota su propia avioneta. Hemos pensado que será preferible que vuelvas volando. El viaje por carretera sería demasiado largo.
—¿Siempre tomas las decisiones por mí? —preguntó _______, sin gustarle la sensación que le producía la idea de que alguien controlara su vida.
La mandíbula de Joe se tensó.
—Sólo estaba pensando en tu comodidad.
—No sé si me gusta la idea de volar en una avioneta.
—Ya has volado antes con papá. Es muy buen piloto.
—No recuerdo…
Joe se acercó a la cama.
—Precisamente porque no recuerdas, vas a tener que confiar en mí.
___________cerró los ojos y respiró profundamente antes de volver a abrirlos.
—La confianza requiere tiempo —murmuro.
—Y también práctica. Puedes empezar con el viaje en avioneta —sugirió Joe, razonablemente.
_________ pensó que sus circunstancias no le permitían otra opción.
—De acuerdo. Empezaremos por eso.
Joe asintió y señaló la bolsa.
—Mi madre ha sacado de tu armario la ropa que hay dentro.
Ropa de una vida que __________ no podía recordar. Tal vez, si la reconocía… Abrió la cremallera de la bolsa y sacó un jersey verde oscuro y unos pantalones negros. Sostuvo las prendas en la mano, concentrándose… esperando. Pero sólo era una ropa desconocida que necesitaba ponerse para ir a una casa que no recordaba.
Joe se sentó en la cama junto a ella, rozándole el muslo con la cadera.
—El doctor Bartlett dice que no tienes que forzar las cosas. Eso podría impedirte recordar.
—También ha dicho que cualquier detalle podía bastar para que todos los recuerdos volvieran de golpe.
—Me ha dado el número de teléfono de un neurólogo en West Hartford. Ya le ha hablado de ti. Haremos todo lo posible para que te recuperes cuanto antes.
La preocupación que reflejaba el rostro de Joe era tan sincera como la compasión de su voz. Parecía cansado, y Jenny comprendió que tampoco él lo estaba pasando bien. El día anterior se había comportado como un amable desconocido, pero si iban a vivir juntos, necesitaba saber más sobre él… sobre sí misma.
—Siento todo lo que ha pasado Joe. Sé que no es fácil para ti. Tengo tantas preguntas y dudas en la cabeza… Sobre ti. Sobre nosotros. ¿A dónde iba cuando tuve el accidente? ¿Qué hacía en Binghamton?
La preocupación y la compasión desaparecieron del rostro de Joe.
—Sólo tú puedes responder a algunas de esas preguntas —dijo con repentina frialdad—. Nadie más puede hacerlo —los breves momentos de cercanía que habían compartido desaparecieron mientras se levantaba—. Será mejor que te vistas. Yo voy a tratar de acelerar el papeleo.
Cuando Joe salió de la habitación, _________ se sentía más confundida que nunca… como si lo conociera… como si no lo conociera. La intuición le dijo que, si no tenía cuidado, aquel hombre podía ser una fuerza dominante en su vida. Y, por algún motivo, esa idea no le gustaba.
Iría a su casa. Pero tendría mucho cuidado.


Las hojas de los árboles reflejaban el sol de abril mientras la limusina recorría el sendero que conducía a una gran casa de ladrillo y piedra. ________ estaba acostumbrada a las cosas buenas, pero de pronto comprendió que Joe Jonas debía tener mucho dinero.
El padre de Joe, Paul, que había pilotado la avioneta, asegurándole varias veces que era un experto piloto, le sonrió desde el asiento que ocupaba frente a ella en la limusina.
—Mi hijo ha sabido salir adelante muy bien. Me sentí decepcionado cuando decidió no unirse a mi empresa para poner en marcha la suya, pero lo cierto es que estamos orgullosos de él.
A ________ le gustaba la sonrisa de Paul, su amable mirada tras las gafas redondas que usaba. Padre e hijo mantenían unas relaciones muy formales, pero sentía que había auténtico respeto entre ellos. Antes de que pudiera responder al comentario de Paul, el conductor detuvo el vehículo frente a la casa. Joe abrió la puerta y la ayudó a salir.
Subieron las escaleras juntos, pero sin tocarse. Paul los siguió. Cuando la puerta de la casa se abrió, _________ vio una mujer morena y adivinó enseguida que era la madre de _________. Sus ojos también eran marrones, y sus rasgos, una versión suavizada de los de él.
Alargó una mano hacia ___________.
—Soy Denise, la madre de Joe. Me alegra que hayas venido a casa, querida. ¿Estás cansada del viaje?
—Un poco —contestó ______.
Denise enlazó su brazo con el de ella y pasaron al interior.
—Le he pedido a Pauline que prepare algo de comer. ¿Prefieres que te llevemos una bandeja a tu habitación?
________ miró en torno al vestíbulo, el oscuro suelo de madera, la escalera curva, el gran espejo que se hallaba junto a un armario de madera tallada.
—No sé…
—Supongo que necesitará adaptarse un poco —dijo una profunda voz desde el umbral de la puerta que daba al salón.
La mirada de ________ topó con unos ojos verdes que parecían tratar de ver a través de ella.
Joese acercó a su lado.
—Este es mi primo Kevin. Estuvo en el hospital, pero no pasó a visitarte para no confundirte aún más con otro rostro desconocido. ¿Te apetece comer con todos o prefieres hacerlo sola, en la habitación?
La mirada de Kevin era casi retadora. El primo de Joe. Él conocía su pasado con Joe. Ella no. Tenía el estómago encogido, pero nunca lo habría admitido.
—Comeré con todos. Puedo descansar más tarde —dijo, obligándose a sonreír.
Joe la tomó de la mano.
—El comedor es por aquí. Mamá, ¿te importa decirle a Pauline que ya puede servir la comida?
El gesto de Joe fue protector, pero la sensación de los dedos en su palma reveló a ________ en algún oculto lugar de su interior que había sido amada por aquel hombre… o que se sentía muy atraída por él.
Mientras Pauline servía, _______ trató de responder adecuadamente cuando alguien le preguntaba algo. Durante la comida, la conversación giró en torno a personas y acontecimientos sobre los que no recordaba nada. El mero esfuerzo de alzar el tenedor la agotaba y las costillas le dolían cada vez que respiraba.
Cuando la asistenta sirvió el postre y puso un trozo de tarta de frutas ante ella, ________ dijo:
—Tiene un aspecto delicioso, pero, si no le importa, tomaré la mía más tarde.
Pauline, una mujer madura de pelo corto, la miró con curiosidad.
—Por supuesto que no me importa, señora. Avíseme cuando le apetezca tomarla.
Tras disculparse y volver al vestíbulo, _________ permaneció al pie de las escaleras, dándose cuenta de que no sabía a dónde iba. Más cansada de lo que se había sentido nunca, se apoyó en la barandilla de madera.
De pronto, Joe apareció a su lado.
—¿Te encuentras bien?
Haciendo acopio de la poca energía que le quedaba, ________ se irguió y cuadró los hombros.
—Estoy bien. ¿Puedes enseñarme dónde está mi cuarto?
Joe apoyó una mano bajo su barbilla y la miró.
—Pareces a punto de desmayarte —sin previa advertencia, la tomó en brazos.
—¿Qué haces? Puedo subir las escaleras por mi cuenta…
—Antes no solías discutir tanto —interrumpió Joe—. Y a menos que quieras que llame al médico, para que venga ahora mismo, te sugiero que cooperes.
—No pienso permitir que te hagas cargo de mi salud ni de mi vida —protestó Jenny—. El que no recuerde algunos años de mi vida no me convierte en una inválida.
—Pero el accidente sí. No en una inválida, pero sí en una mujer que necesita recuperarse.
__________ creyó percibir de nuevo una especie de rabia soterrada en las palabras de Joe. Para mantener el equilibrio, lo había rodeado instintivamente con los brazos por el cuello, y tenía el rostro demasiado cerca de él. Podía oler su colonia mezclada con otro aroma básicamente masculino que aceleró su pulso y le produjo una sensación parecida al vértigo.
A pesar de la excitación que sentía, preguntó:
—¿Crees que tengo amnesia?
Joe no respondió hasta que llegaron arriba. Se detuvo junto a la segunda puerta a la izquierda y allí la dejó en el suelo.
—El doctor dice que no recuerdas. Tú me has dicho que no recuerdas.
De nuevo en píe, con el duro cuerpo de Joe presionado contra el suyo, ___________ respiró profundamente y decidió enfrentarse a las dudas que había percibido en él desde que despertó.
—No has respondido a mi pregunta. Quiero saber por qué piensas que simulo no recordar nuestro matrimonio.
Tras observarla con una intensidad que casi impulsó a ________ a salir corriendo, Joe dijo:
—No puedo responder a eso.
—¿No puedes, o no quieres?
Él alzó una mano y le acarició una mejilla.
—Eres diferente desde que despertaste del coma. Pareces la misma. Tu voz suena igual. Pero eres diferente.
—No sé qué quieres decir.
—Quiero decir que creía conocerte… pero ahora no sé si te conozco. Siempre eras muy tranquila. No cuestionabas ni mis decisiones, ni a mí.
Sí, siempre había sido tranquila y un poco reservada. Pero también había dirigido siempre su vida y había sabido lo que quería. ¿Había cambiado eso desde que conoció a Joe? ¿Porque lo amaba? ¿O por otro motivo?
—No sé quién ni cómo era contigo. Sinceramente, no lo recuerdo.
Dejó de respirar mientras Joe la miraba.
Cada fibra de su ser le decía que aquel era un momento muy importante de su vida, aunque no sabía por qué.
Finalmente, él se aparto y abrió la puerta.
—Este es nuestro dormitorio.
________ pasó al interior. Tan formal como el resto de la casa la habitación parecía la foto de una revista de decoración con su cama de madera de cerezo, el largo tocador con un jarrón de cristal lleno de flores en el centro un joyero a un lado y una foto de ella y de Joe al otro. Una fotografía de su boda. Aunque la habitación era grande, la cama parecía ocupar en esos momentos casi todo el espacio, y el hombre que estaba junto a ella el resto.
Un pensamiento pasó por la mente de ___________. Habían dormido juntos en aquella cama. Cuando miró a Joe, supo que estaba recordando cosas que ella no podía recordar. La tensión de su rostro hizo que se le encogiera el corazón, y se preguntó si estaría pensando en lo que habían perdido o en algo que le hacía dudar de lo que ella le decía.
—Es un dormitorio precioso —dijo, sintiendo que la fatiga volvía a apoderarse de ella. Fue hasta la cama y se sentó en el borde, deseando tumbarse y quedarse dormida hasta el día siguiente.
Joe se acercó a ella.
—Tu armario es el de la izquierda. Tus camisones y batas están en el lado izquierdo del vestidor. ¿Quieres cambiarte?
________ supuso que él sabía cuál era su camisón favorito y en qué cajón estaba. Revisar los armarios sin que Joe estuviera presente le ayudaría a familiarizarse con la habitación.
—No. Voy a descansar así mismo un rato.
Señalando una puerta, ____________ dijo:
—Hay una bañera de masajes en el baño.
—Me he duchado esta mañana en el hospital.
—Solía gustarte tomar baños de sales.
—¿Contigo? —preguntó___________ mirando a Joe a los ojos.
Creyó ver que se ruborizaba un poco antes de contestar.
—No soy muy aficionado a las sales.
Su mirada hizo que ____________ se sintiera muy consciente de sí misma, y bajó la vista a la vez que apartaba un mechón de pelo de su frente.
—Estás un poco pálida —añadió Joe—. Voy a dejarte para que descanses. Hay un botón en la pared, junto a la mesilla. Pauline lo oirá si lo pulsas y te traerá lo que necesites.
—Da las gracias a tus padres y a Kevin por haber estado aquí para recibirme, aunque no estoy segura de por qué ha venido tu primo —la intuición le decía a ____________que Kevin tampoco creía en su amnesia.
—Kevin y yo somos más que primos. Somos amigos. Ha estado muy preocupado por ti.
—Y por ti.
—Probablemente —cambiando de tema, Joe dijo—: Túmbate para que te cubra con la colcha.
_________ pensó en discutir, pero el tono de Joe había sido muy amable. Tras quitarse los zapatos, se tumbó y él la tapó con la colcha, que se hallaba doblada a los pies de la cama.
Con él a su lado no podía relajarse. Pensó en la facilidad con que la había subido en brazos, en su duro y cálido cuerpo presionado contra el de ella.
—Gracias.
—¿Por qué? —preguntó él.
—Por traerme aquí. Por tratar de comprender.
—Pero no comprendo —Joe habló en tono tan serio que _________ supo que no se refería sólo a su amnesia. Señalando con un gesto de la cabeza el botón añadió—: Llama si necesitas algo.
A continuación, como si aquel no fuera también su cuarto, como si su lugar no estuviera junto a ella, salió y cerró la puerta silenciosamente.
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Mensaje por Invitado Miér 07 Dic 2011, 2:29 pm

Hola, vengo a figurar :B
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Mensaje por JaamDemczuk Miér 07 Dic 2011, 8:05 pm

Capítulo 2

Cuando Joseph bajó las escaleras, Kevin estaba sentado en el tercer peldaño de la parte baja.
—Nunca te había visto saltarte el postre —dijo Joseph, sentándose junto a su primo.
—Como deprisa. Tu madre está hablando con tu padre sobre un crucero por Grecia que le gustaría hacer en otoño. Él le está explicando por qué no puede irse precisamente en otoño.
Transcurrieron unos momentos de silencio. Finalmente, Joseph dijo:
—¿Han comentado algo sobre __________?
—No creo que sepan qué decir sobre __________. O qué pensar. Tu madre no deja de llamarla «pobrecita mía». No me parece que encaje.
—Creo que es cierto que __________ tiene amnesia.
—Podría estar actuando.
Joseph negó con la cabeza.
—No es tan buena actriz. Si lo fuera, no habría estado tan desconcertada y disgustada los últimos meses. Desde que despertó es la misma que era cuando la conocí, y sin embargo…
—Ahora hay algo más —dijo Kevin.
—Lo has notado.
—Desde el momento en que os conocisteis se quedó prendada de ti, y siempre te trató con cierta… timidez. Ahora te trata como a cualquier otro. Como si fuera tu igual. Es extraño.
—Su médico me dijo que, en estos casos, a veces se producen cambios de personalidad, arrebatos de rabia, impaciencia Aún no he notado nada de eso. Sólo más fuerza de carácter.
—¿Te gusta ese cambio?
—No estoy seguro. Es un poco inquietante.
—Y aún quieres saber si tuvo una aventura.
—No puedo mirarla o tocarla sin preguntármelo —confesó Joseph, que cada vez que pensaba en la posibilidad de que __________ le hubiera traicionado sentía ganas de golpear la pared con los puños.
—¿Y si nunca recupera la memoria? —preguntó Kevin.
—No sé, Kevin —dijo Joseph, apesadumbrado—. No sé si podré perdonarla alguna vez. Y ahora mismo ni siquiera sé si quiere nuestro matrimonio.
Kevin se levantó.
—Necesitas tiempo para aclarar las cosas. Con paciencia, lo conseguirás. Ahora he de irme. Tengo una cita caliente esta noche.
Joseph sonrió.
—Todas tus citas son calientes.
—Eso es exactamente lo que quiero que pienses —dijo Kevin, guiñándole un ojo—. Tengo que mantener intacta mi reputación.
Kevin tenía reputación de mujeriego en la actualidad, pero Joseph sabía por qué. Kevin había perdido a su mujer tres años atrás. Trataba de olvidarlo trabajando y actuando como si disfrutara saliendo con una mujer diferente cada fin de semana. Pero Joseph sabía la verdad, y el propio Kevin se daría cuenta algún día.
—Puede que en cualquier momento, cuando menos lo esperes, una mujer vea más allá de tu reputación.
Kevin lo miró con gesto escéptico.
—Por cierto, ¿has hablado últimamente con Nick?
—Con todo lo que ha pasado, había olvidado decírtelo. Dentro de una semana va a venir de Tyler con un nuevo caballo para mi cuadra. Tal vez podamos vernos.
—Estaría muy bien.
Joseph se levantó para acompañar a Kevin a la puerta.
A punto de salir, Kevin dijo:
—Llámame si me necesitas.
Recordando la noche en que encontró la nota de __________ como acudió enseguida al teléfono para llamar a su primo Joseph asintió.
—Lo haré.
Los veranos pasados en el Star Four habían unido a los tres primos como si fueran hermanos. Sabían que podían depender los unos de los otros.
Pero mientras cerraba la puerta, Joseph también comprendió que sólo él podía llegar a la verdad de lo sucedido en su matrimonio. Estaba solo, como sentía que había estado la mayor parte de su vida.


Ya había atardecido cuando __________ despertó. Se sentó en la cama, mirando a su alrededor, desorientada. Luego contempló cada pieza del mobiliario de la habitación, esperando reconocer algo. Eso no funcionó, de manera que fue al armario y abrió la puerta lentamente, como si se tratara de la caja de Pandora. Era un armario vestidor, lleno de ropa a ambos lados. Unas estanterías cubrían el fondo desde el suelo al techo.
Tras mirar varios vestidos comprendió que la ropa no le decía nada, ni tampoco los sombreros y los zapatos. Cuando se volvió vio una bata de color azul pálido colgada de un gancho en la parte trasera de la puerta.
¿Por qué no darse un buen baño de sales y espuma? Tal vez le sentaría bien.
El baño era tan elegante como el resto de la habitación.
Sobre una repisa había unos candelabros de cristal con velas blancas. Encontró unas cerillas junto a uno de ellos y lo encendió. Luego llenó la bañera. En un armarito encontró las sales y una botella de espuma. Tras echar una generosa cantidad en el agua se desvistió y entró en la bañera, que era lo suficientemente grande como para contener a dos personas.
«No sigas esa línea de pensamiento», se dijo. Las burbujas flotaron a su alrededor mientras cerraba los ojos.
De pronto, la puerta del baño se abrió y Joseph apareció en el umbral.
Instintivamente, __________ se sumergió aún más en el agua, sintiendo a la vez cómo se aceleraban los latidos de su corazón.
—¿__________? ¿Qué sucede?
—Nada. Sólo estaba… No sucede nada. Pero te agradecería que salieras y cerraras la puerta hasta que haya acabado.
Joseph apartó la mirada, avergonzado.
—Lo siento. Me he preocupado al no encontrarte. Te espero en la habitación.
Mientras Joseph salía del baño, __________ respiró profundamente. ¿Había recordado a Joseph por un momento? La sensación era tan extraña… como si aquello hubiera sucedido antes. ¿Pero por qué había sentido aquel pánico al verlo, aquella ansiedad?
Confundida, y también avergonzada, salió de la bañera, se secó rápidamente y se puso el camisón y la bata. Cuando entró en el dormitorio vio que Joseph había dejado bandeja sobre una mesa de mármol de la habitación.
—Pauline te manda té y galletas. No has comido mucho al mediodía.
¿Se había fijado él o se lo habría dicho la asistenta?
—Creo que una taza de té me sentaría bien. La verdad es que no tengo mucho apetito.
—Ya has perdido bastante peso —dijo Joseph—. No deberías perder más.
__________ se preguntó hasta dónde la habría visto bajo las burbujas. Notó sus mejillas acaloradas mientras se sentaba en el sofá a servir el té. Joseph se sentó junto a ella, rozándole el muslo con el suyo.
—Tienes una cita con la doctora Coswell mañana a las nueve —dijo—. Le he pedido que te citara temprano porque luego tengo que ir a trabajar. Llevo demasiados días sin ir al despacho.
—Yo podría haber concertado personalmente mi cita. Y no necesito que me lleves como si fueras mi niñera o algo así —el tono de Joseph había puesto a __________ a la defensiva. Estaba actuando como si ella fuera responsable del accidente y de sus consecuencias.
—Quiero llevarte —dijo Joseph, mirándola—. Es importante para mí hablar con tu doctora.
—No confías en mí, ¿verdad? Crees que te oculto algo. ¿Por qué iba a hacerlo?
Joseph frunció el ceño, pero su tono fue paciente.
—Necesito hablar con tu doctora para saber cómo cuidarte, qué esperar, para conocer sus conclusiones después de que te examine.
—Yo podría decirte todo eso.
—No quiero discutir por esto, __________ —la mandíbula de Joseph se tensó.
Pero __________ no podía pasar por alto aquello.
—¿Por que tú lo dices? ¿Eran las cosas así en nuestro matrimonio? ¿No discutíamos sobre nada hasta el final?
Joseph tardó unos segundos en contestar, evidentemente desconcertado.
—No discutíamos —dijo, finalmente—. Nuestras conversaciones eran…
—¿Superficiales? ¿Sin sustancia?
Joseph miró a __________ como si fuera tan desconocida para él como él lo era para ella.
—Supongo que eso depende de lo que quieras decir con «sin sustancia» —contestó, con cautela.
__________ se volvió en el sofá para mirarlo y la bata se deslizó de su rodilla, dejándola descubierta.
—Me refiero a las cosas que nos importaran, que nos afectaran. Es inevitable que dos personas discutan o no estén de acuerdo de vez en cuando sobre esas cosas.
Los ojos de Joseph brillaron mientras contemplaba el pelo aún húmedo de __________ cayendo sobre sus senos.
—¿Y qué cosas te importan? —preguntó, con voz ligeramente ronca.
La atracción que sentía __________ hacia aquel hombre era casi magnética. Quería apoyarse contra su pecho, sentir que la rodeaba con sus brazos. En lugar de ello, respondió a la pregunta.
—Me importa mi fotografía, llegar a tener un estudio algún día, hacer del mundo un lugar mejor en el que los niños puedan crecer a salvo, con todo lo necesario.
—¿Y qué necesitas? —Joseph hizo aquella pregunta como si no la hubiera hecho nunca.
__________ movió la cabeza.
—No sé. Me siento tan desorientada… Supongo que sobre todo necesito tiempo para ver si recupero la memoria, para saber cuál es mi lugar.
Joseph deslizó una mano por el pelo de __________.
—No pretendía asustarte entrando en el baño como lo he hecho. No dejo de olvidar que, en tu mente, no estamos casados.
__________ no pudo evitar imaginar lo que sentiría si Joseph deslizara su mano por otros lugares de su cuerpo.
—Eres un desconocido para mí —dijo, recordándoselo tanto a sí misma como a él.
—Tal vez deberíamos cambiar eso —murmuró Joseph, inclinándose hacia ella, tentándola a reencontrar la pasión que, al parecer, conocieron en otro tiempo.
Pero cuando sus labios se acercaban a los de __________, el mismo pánico que había experimentado en el baño se apoderó de ella.
Apoyando las manos contra su pecho, lo apartó de si.
—No. No puedo.
La expresión de Joseph se endureció.
—No te asustes tanto. Nunca te forcé en el pasado, y nunca lo haré.
__________ no estaba asustada. Sabía intuitivamente que Joseph no le haría daño. Pero el tumulto de sentimientos y sensaciones que se agitaban en su interior le hicieron permanecer en silencio.
Joseph se levantó y fue hasta puerta.
—Si necesitas algo, estaré en mi despacho —dijo, y salió del dormitorio.
Mientras los latidos del corazón de __________ recuperaban su ritmo normal, pensó que ni siquiera sabía dónde estaba ese despacho.


Elegir ropa en aquel armario era como ir a una tienda. Había montones de vestidos, pantalones, jerseys y blusas. Pero __________ buscaba algo cómodo, y, finalmente, optó por un chándal color melocotón que encontró en uno de los cajones. Para calzarse eligió unas zapatillas de deporte y se sujetó el pelo en un moño trasero con las horquillas que había en el baño.
Además del dormitorio principal, la planta superior de la casa tenía tres habitaciones para invitados con baños incluidos. Se preguntó si solían tener muchos invitados o si esperaban tener muchos hijos para llenar las habitaciones. Cuando vio la habitación con los muebles de su madre y recordó dónde los había visto por última vez, no pudo evitar el dolor que se adueñó de su corazón.
Recorrió toda la casa, mirando, tocando, tratando de recordar. Pero, excepto los muebles de su madre, nada evocó el más mínimo recuerdo. En un pequeño vestíbulo que se hallaba tras el salón vio una sólida puerta. Llamó con suavidad.
Joseph la abrió.
—He estado explorando la casa —dijo __________—. Espero que no te importe.
—¿Por qué iba a importarme? También es tu casa.
__________ asintió mientras pasaba.
—¿Este es tu despacho? —preguntó, mirando a su alrededor.
Joseph permaneció un momento sin decir nada, fijándose en su atuendo.
—¿Qué pasa? —preguntó __________.
—Hacía tiempo que no te veía así vestida.
—Quería estar cómoda.
Joseph sonrió sin humor.
—Creo que los dos hemos olvidado cómo estar cómodos.
—¿A qué te refieres?
—Yo me paso el día vestido de traje. Tú siempre parecías vestida para asistir a alguna comida o a alguna función de caridad.
__________ se acercó a las estanterías para mirar los libros.
—¿Y por las noches?
—Suelo llegar tarde a casa. Normalmente ya te has puesto el camisón o el pijama.
—¿No cenamos juntos?
—En muy raras ocasiones.
—Ya veo —dijo __________, pero en realidad no era así. ¿No pasaban tiempo juntos? Tal vez, los fines de semana—. Has mencionado que había unos establos. He pensado ir a verlos.
—¿Estás segura de encontrarte bien como para salir?
—La siesta me ha venido muy bien. Y me siento inquieta. No tienes por qué venir conmigo.
Tras mirar un montón de papeles impresos que había sobre el escritorio, Joseph dijo:
—Te acompaño y de paso te presentaré a Fred.
—Y a los caballos —dijo __________, sonriendo.
Mientras iban hacia los establos, Joseph se fijó en el brillo de los últimos rayos de sol sobre el pelo de __________. Parecía tan joven con aquel chándal y el pelo sujeto tras la cabeza… tan deseable. Cuando la había visto desnuda en la bañera…
No lograba quitarse la imagen de la cabeza. Más o menos un mes atrás, un día que volvió a casa después del trabajo, encontró a __________ en el baño. Le pareció que había estado llorando, pero cuando le preguntó si sucedía algo malo, __________ le dijo que se le había metido jabón en los ojos mientras se lavaba el pelo. Luego lo invitó a bañarse con ella. Pero él le dijo que sólo había pasado para recoger su bolsa de viaje porque tenía que volar a Boston. Volvería al día siguiente. __________ parecía tan… triste. Pero sonrió y le deseo buen viaje.
¿Y si se hubiera quedado en casa esa noche? ¿Y si se hubiera metido en la bañera con ella? ¿Le habría escrito __________ de todos modos una nota y se habría ido sin decirle a dónde? ¿A reunirse con alguien, tal vez?
Antes, cuando se había sentado junto a ella en el dormitorio, casi había olvidado su nota… su traición. Pero la forma en que __________ lo había apartado de su lado había hecho que todo regresara. La distancia entre ellos. Las sospechas. Su amnesia.
No podía esperar a ver qué pasaría con los caballos. Aquella era una forma de averiguar de una vez por todas si su amnesia era o no era real.
Al llegar ante la puerta de los establos, __________ no se detuvo y esperó a que él la abriera, como habría hecho en el pasado, sino que pasó directamente al interior. Una vez dentro, Joseph llamó a Fred, pero no obtuvo respuesta.
—Probablemente estará en su casa. Vamos. Te presentaré personalmente a los caballos.
__________ lo siguió hasta la primera casilla, donde una gran yegua baya relinchó al verlos. __________ permaneció a una distancia prudencial de la valla, con las manos a la espalda.
—Siempre he pensado que los caballos son unos animales preciosos.
Joseph recordó la primera vez que llevó a __________ a ver los establos. Se mostró valiente, simulando que salir a cabalgar, a pesar de no haberlo hecho nunca, no le asustaba. Pero durante el paseo, el caballo que Joseph eligió para ella se asustó y pasó del trote a un medio galope, y __________ se asustó lo suficiente como para no querer volver a montar. Al principio de su matrimonio trató de convencerla para que volviera a cabalgar con él, pero fue inútil.
Ahora, __________ se acercó con cautela a la yegua que tanto la asustó en el pasado y preguntó:
—¿Puedo acariciarla?
Joseph pensó que, en el pasado, no había abordado de forma adecuada la introducción de __________ a los caballos. Si hubiera sabido lo asustada que estaba, lo habría hecho todo de forma distinta. El destino le había concedido una segunda oportunidad.
Se acercó a un armarito que había sobre unos montones de heno y sacó un terrón de azúcar.
—Las zanahorias son más sanas, pero hoy es un día especial. Dame tu mano —__________ obedeció y Joseph colocó en su palma el terrón—. Se llama Wind Feather. Extiende la palma para que pueda tomar el azucarillo. Sus labios son suaves y te harán cosquillas.
—¿No me morderá?
Joseph negó con la cabeza.
—Quiere el azúcar, no tu mano, aunque puede que te la empuje para pedir más. Mantenla siempre abierta y con la palma hacia arriba.
__________ se acercó al animal y extendió la mano.
Wind Feather se acercó y tomó el azucarillo. __________ rió, y Joseph se dio cuenta de que hacía mucho que no escuchaba aquel sonido.
—Le gusta que le rasquen detrás de las orejas —dijo, esperando ver qué pasaba a continuación.
Sin dudarlo, __________ se subió a la primera tabla de la valla. Al ver que Wind Feather no se echaba atrás, acarició su crin con una mano y luego le frotó tras las orejas.
—Es preciosa. Si me quedo, ¿crees que podrías enseñarme a montar?
No había duda de que su amnesia era real. Antes del accidente, __________ no se habría acercado tanto a Wind Feather, y no se le habría ocurrido pensar en volver a montarla. Pero acababa de decir algo que había hecho que el estómago se le encogiera. «Si me quedo…»
__________ bajó de la valla y al hacerlo se llevó las manos a las costillas.
—¿Te duele?
—Estoy bien, Joseph. Aún me duele un poco, eso es todo. Pronto se me pasara.
Tomándola por los hombros, Joseph sintió la repentina necesidad de tocarla, de besarla, de abrazarla.
—No quiero que corras riesgos. No quiero que vuelvas a viajar por una carretera oscura en una noche lluviosa.
—Si me dices qué hacía allí, puede que no vuelva a hacerlo.
—No sé por qué estabas allí —dijo Joseph, sin poder ocultar parte de su rabia.
—Y quieres que me quede para averiguarlo.
—Quiero que te quedes porque hemos estado casados cuatro años y porque eres mi esposa. No tienes otro sitio al que ir. ¿Y por qué ibas a hacerlo?
—Porque no siento que este sea mi sitio. Nada es mío…
—¡Todo es tuyo! —Joseph tomó una mano de __________ y la condujo hacia la puerta—. ¿Ves ese jardín de rosas? No estaba ahí antes de que vinieras. Pero te encantaban las rosas. Así que Fred las plantó. Encargamos los bancos y la fuente. En cada estación le dices a Fred qué flores plantar y dónde hacerlo.
—¿Decoré yo la casa?
Algo le dijo a Joseph que __________ ya conocía la respuesta, aunque quería que se lo confirmara.
—No. Lo hizo un decorador de interiores después de que la comprara. Antes de que nos casáramos.
—Y yo no cocinaba, ¿no?
—Pocas veces. Pauline se encargaba de la cocina.
—¿Y qué hacía, Joseph? ¿Con qué ocupaba mis días?
Joseph empezaba a darse cuenta del poco tiempo que había pasado en casa. O con __________. Pero su ego no le dejaba admitirlo ante ella.
—Siempre has querido hacer del mundo un lugar mejor. Mañana te enseñaré los archivos en los que organizabas los detalles de las obras de caridad en que estabas implicada.
—¿Trabajaba como voluntaria?
—Sí. Mi madre quiere saber si… Bueno, será mejor que te lo pregunte ella misma.
—Tengo la sensación de que mi vida era muy… aislada.
Joseph miró a su esposa, que se estaba esforzando por comprender la vida que había elegido. ¿Volvería a elegirla ahora? ¿Le elegiría a él?
—Puede que te dé esa sensación, pero tenemos familia, amigos…
—¿Salía con amigas? ¿Venían aquí a tomar café y yo iba a su casa? ¿Tenía esa clase de amigas?
A Joseph le avergonzó admitir que no lo sabía.
—No sé cómo pasabas el día, __________. Yo estaba trabajando.
Ella lo miró con gesto preocupado y se apartó un mechón de pelo del rostro. Era un gesto que Joseph empezaba a reconocer, porque lo hacía cuando estaba tratando de comprender algo. Volviéndose, __________ se encaminó de nuevo hacia Wind Feather, y, sin ninguna vacilación, acarició su nariz.
—Entonces, cuando se me curen las costillas… ¿me enseñarás a montar?
Parecía haber tomado alguna decisión, aunque Joseph no sabía de qué se trataba. Pero, al menos de momento, se quedaría.
—Te enseñaré a montar —dijo, pensando que en esa ocasión lo haría con calma, paso a paso—. Mi primo Nick va a traerme un caballo desde Tejas la próxima semana. Espero convencerlo para que se quede unos días, si no te importa, claro.
__________ ladeó la cabeza.
—No me importa. ¿Pero por qué crees que iba a costarte convencerlo?
—El trabajo en el Star Four le tiene muy atado y no puede ausentarse mucho tiempo. Tío Thacher sufrió un ataque al corazón en febrero y Nick se ha tenido que hacer cargo de todo.
—¿Lo conozco bien?
—Conoces mejor a Kevin, porque vive más cerca. Pero Nick y tú siempre os habéis llevado bien.
La angustia del rostro de __________ ante su falta de recuerdos era tan real como las sospechas de Joseph de que le ocultaba algo antes del accidente. Le resultaba muy difícil separar el pasado y el presente.
—__________, quiero ayudarte a recordar.
—Necesito recordar —dijo ella, casi con pasión.
A pesar del enfado y la sensación de haber sido traicionado, Joseph tenía sentimientos muy profundos por __________, sentimientos que surgieron cuando la conoció. __________ había alcanzado un lugar en su interior que necesitaba su suavidad, su delicadeza y dulzura. Aún la necesitaba. Tal vez, si la besaba, los recuerdos volverían…
Deslizó una maño por su pelo y tomó como una señal de consentimiento el hecho de que no se apartara. Inclinándose hacia ella, le tocó los labios con los suyos. Todo el anhelo y el dolor acumulado le llevaron a empujar la lengua al interior de su boca y a tomar la pasión que quería que ella le devolviera.
Y así lo hizo __________ durante unos momentos incendiarios que hicieron que el pulso de Joseph se acelerara locamente.
Pero entonces, bruscamente, se apartó de él.
—__________…
—Crees que soy tu esposa. Yo no recuerdo ser tu esposa. No puedo volver a interpretar el papel que esperas de mí.
—¿Un papel? ¿Crees que eso es lo que quiero? ¡Quiero recuperar nuestra vida en común!
Los ojos de __________ destellaron.
—Tal vez eso no sea posible.
Joseph movió la cabeza, sintiendo que el mundo se tambaleaba a sus pies.
—No puedo creer que no recuerdes nada, que no sientas nada.
—No he dicho que no sienta nada. Quería que me besaras —admitió __________.
—¿Por qué? ¿Como un experimento? ¿Por curiosidad? ¿Para ver si te excitaba? —Joseph se arrepintió de haber dicho aquello en cuanto las palabras salieron de sus labios.
__________ se encaminó hacia la puerta del establo. Volviéndose antes de salir, dijo:
—Puedo volver sola a la casa. Si decides que no quieres llevarme mañana a ver a la doctora, deja sus señas en la mesa del vestíbulo. Puedo pedir que me envíen un taxi.
Aún odiando la idea de que se fuera, Joseph supo que no tenía más remedio que dejar que lo hiciera. Ambos necesitaban espacio.
Fue al almacén a por una silla de montar. Cabalgar un rato le ayudaría a pensar con calma. Desde luego, besar a __________ no le había ayudado a hacerlo.


Cuando __________ volvió a la casa, pasó por el comedor para mira la vajilla de su madre que se hallaba en el aparador. Abrió la puerta de éste y sacó un pequeño plato, necesitando sostener algo familiar en las manos. Aquella vajilla había estado en casa de su madre desde que podía recordar. Sostener el platito le trajo recuerdos de comidas especiales de su infancia, de celebraciones especiales, una época en que su madre y su padre eran las personas más importantes de su vida.
Besar a Joseph le había conmovido mucho. En esa ocasión no había sentido ni ansiedad ni pánico. En el establo, la atracción que sentía por él había sido intensísima, como una fuerza invisible que la atrajera más y más hacia una llama. Pero no podía dejarse llevar por aquella fuerza. No sabía quién era Joseph. No sabía quién era ella misma.
Y ahora volvía a sentirse agotada, inquieta y confusa. El médico le había dicho que recuperaría la energía poco a poco. Pero recuperarse emocionalmente iba a ser más difícil. Dejó el platito en el aparador y cerró éste.
Cuando entró en su dormitorio vio una maleta y un bolso sobre la cama que antes no estaban. Una de las esquinas de la maleta estaba aplastada, y supuso que era que llevaba cuando tuvo el accidente. La abrió, ansiosa. Pero todo lo que encontró fueron unas ropas arrugadas y un neceser.
Esperando despertar algún recuerdo, abrió el bolso de cuero y arrojó el contenido sobre la cama. Un lápiz de labios, una pluma, unos pañuelos de papel y una cartera. Dentro de la cartera encontró su carnet de conducir, tarjetas de crédito y fotografías. Había una foto de ella con su madre y su padre tomada muchos años atrás. Su padre era quince años mayor que su madre, pero siempre fue un hombre fuerte y vital, hasta que le diagnosticaron un cáncer cuando __________ aún estaba en el colegio.
Apartando aquellos tristes recuerdos, miró otra foto en la que aparecían Joseph, Kevin y otro hombre con sombrero vaquero. Supuso que sería Nick. Y había otra foto de Joseph y ella tomada en el jardín de rosas.
Con un suspiro, revisó la billetera. Había varios billetes, pero lo que llamó su atención fue un trozo de papel que se hallaba entre ellos. Lo tomó y vio que había algo escrito en él. Marty 6/8. ¿Quién era Marty? ¿Indicarían una fecha aquellos números? Era su escritura. Eso lo reconoció.
¿Por qué no podía recordar?
Volvió a dejar el papel donde estaba y metió todo en el bolso. Luego fue a la habitación de invitados en la que estaban los muebles de su madre. Joseph había dicho que guardaron muchas cosas de su madre. Fue directamente al armario.
Cuando lo abrió, encontró un tesoro en su interior. El joyero de su madre, libros, un vestido y un abrigo, también una caja de madera llena de fotos y otros recuerdos. Mientras miraba las fotos, los ojos se le llenaron de lágrimas, con una mezcla de recuerdos felices y tristeza que nunca había experimentado.
Finalmente, agotada por todo lo sucedido aquel día, se acurrucó en la cama con el pañuelo de seda favorito de su madre entre las manos.


El trabajo que Joseph tenía acumulado en el escritorio le causó más consternación que satisfacción mientras pasaba los datos al ordenador. Finalmente, a medianoche, decidió que la concentración era una causa perdida y que más le valía apagar el ordenador y acostarse.
Cuando subió a la planta de arriba vio la puerta del dormitorio grande abierta y se asomó. Estaba vacía y la maleta y el bolso de __________ seguían sobre la cama. Si el bolso estaba allí, ella no podía estar muy lejos. Desde luego, no se habría ido a esa hora de la noche. A menos que…
Tras cerciorarse de que no estaba en el baño, salió del dormitorio. Estaba a punto de bajar cuando notó que la puerta de una de las habitaciones para invitados estaba entreabierta. Al empujarla vio a __________ acurrucada sobre la cama, sosteniendo entre las manos un pañuelo. La puerta del armario estaba abierta, y dedujo que había estado revisando las cosas que conservaba de su madre. Conmovido, sintió que su corazón volaba hacia ella.
Mientras la miraba, __________ murmuró en sueños. Moviéndose de un lado a otro, dijo:
—No. No. No te vayas. No.
Joseph se acercó a la cama y se sentó en el borde.
—__________. Despierta. __________.
En cuanto oyó su voz, __________ abrió los ojos. Le llevó un momento centrar la vista en lo que la rodeaba.
—He tenido un sueño.
—¿Sobre qué?
—Mi madre caminaba por un largo túnel, alejándose de mí. También estaba la sombra de un hombre…
—¿De tu padre? ¿Mía?
—No sé. Sólo era una sombra. Era alto, pero… —__________ movió la cabeza.
—¿Era un sueno o un recuerdo?
—Un sueño.
Parecía muy segura de lo que decía, pero Joseph se preguntó si los recuerdos estarían tratando de aflorar. Y el hombre podía ser su amante. __________ no era consciente ahora de esa posibilidad, pero él sí.
—Si no te importa, voy a dormir aquí esta noche —murmuró ella.
—¿Por qué iba a importarme? —preguntó Joseph mientras se levantaba—. Duerme donde te sientas cómoda. Nos veremos por la mañana.
Antes de que pudiera irse, __________ lo sujetó por el brazo.
—Joseph, antes te besé porque quería hacerlo. Me siento muy atraída hacia ti. Pero ahora mismo, esa atracción me confunde tanto como no recordar.
Su honestidad hizo que Joseph deseara sentarse a su lado, tomarla en sus brazos y hacerle el amor hasta que su confusión desapareciera. Pero sabía que eso no le serviría a __________ para resolver el misterio de sus andanzas anteriores al accidente.
Al ver que Joseph no decía nada, __________ le soltó el brazo.
—Nos veremos a la hora del desayuno y luego te llevaré al médico —antes de salir, Joseph añadió—: Espero que el resto de tus sueños sean agradables. Si me necesitas, estoy en la habitación contigua.
Mientras salía, comprendió que quería que __________ lo necesitara, pero él no quería necesitarla a ella.
Sin embargo, la necesitaba.

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¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA Empty Re: ¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA

Mensaje por JaamDemczuk Miér 07 Dic 2011, 8:07 pm

A pedido de mi UNICA lectora Cande Luque y una de las Grosas amigas que tengo :B


Capítulo 3


El desayuno de __________ con Joseph fue tenso, y la conversación no fluyó con naturalidad mientras iban en coche a la consulta de la doctora. En la sala de espera, Joseph consultó su reloj por lo menos tres veces. __________ pensó que parecía más distante que el día anterior.
No tardaron mucho en pasar a la consulta, donde una mujer de mediana edad los esperaba sentada tras su escritorio.
Señaló dos sillas, diciendo:
—He pensado que conviene que hablemos antes de examinarla —poniéndose en pie, estrechó la mano de __________ y de Joseph—. Soy Mary Coswell. He hablado con el doctor Bartlett, que me ha enviado sus informes por fax. Sé que la paciente es su esposa, señor Jonas, pero me alegra que haya venido también usted. Con el tipo de trauma experimentado por __________, necesitará contar con todo su apoyo.
__________ miró a Joseph. Su expresión no revelaba sus pensamientos, hasta que dijo:
—Quiero ayudar a mi esposa a recordar.
La doctora asintió.
—Estoy segura de ello. Pero ambos deben saber que existe la posibilidad de que __________ no recupere nunca la memoria.
__________ se inclinó hacia delante en su asiento.
—¿Cuándo lo sabré? ¿Cómo?
—Si empieza a tener imágenes mentales, destellos de recuerdos, será un indicio positivo. Pero debe entender que no hay normas en esto. Cada persona es diferente. Sé que decirle esto no aliviará su frustración por haber perdido parte de sus recuerdos, pero no debe olvidar lo afortunada que ha sido. Sobrevivió al accidente. Ha perdido cinco años de su pasado. Algunos de mis pacientes han perdido todos sus recuerdos, junto con su habilidad para caminar y hablar.
Si __________ había sentido lástima por sí misma los pasados días, las palabras de la doctora pusieron su accidente en perspectiva. Tenía la suerte de estar viva y completa en casi todos los sentidos. Estaba dispuesta a hacer lo posible por construir sobre lo que conocía, sobre lo que tenía y podía hacer. Porque la única dirección que podía seguir era hacia adelante.
Su mirada buscó la de Joseph. Estaba segura de que le ocultaba algo, pero no sabía de qué podía tratarse. Se prometió averiguar con exactitud la clase de matrimonio que tenían.
Tras examinarla y quitarle los puntos de la frente, la doctora Coswell le entregó dos tarjetas. Cuando __________ se reunió con Joseph en la sala de espera, le entregó una.
—La doctora ha dicho que si tienes alguna pregunta que hacerle, o si sucede algo que no comprendamos, que la llamemos.
—¿Le has hablado de tu sueño?
—No me ha parecido que tuviera ninguna relevancia. Era sólo un sueño.
—¿Cuándo tienes tu próxima cita? —preguntó Joseph.
—Dentro de dos semanas. La doctora piensa que mis costillas ya estarán bien para entonces. Puede que me dé permiso para cabalgar.
Joseph la miró atentamente.
—¿Aún quieres hacerlo?
—Por supuesto. Voy a pasar un rato cada día con Wind Feather para que se acostumbre a mí. Así, cuando vaya a montarla ya seremos amigas.
Las tensas líneas en torno a los ojos de Joseph se relajaron cuando sonrió.
—Buen plan.
—Y tengo otro. Es una tontería que me lleves hasta casa para ir luego a la oficina. Tomaré un taxi.
—__________…
—Soy perfectamente capaz de entrar en un taxi y dejar que me lleve a casa. No puedes seguir tratándome como si fuera a quebrarme en cualquier momento.
Joseph no parecía compartir la decisión de __________, pero, tras mirar su reloj, asintió.
—De acuerdo. Pero no me separará de ti hasta que te haya dejado en el taxi.


El martes por la mañana, __________ pasó un rato en el establo con Wind Feather y luego exploró los terrenos de la casa, disfrutando del cálido sol de abril. Debía admitir que echaba de menos a Joseph. Él era su ancla en aquel mundo desconocido. Pero no lo había vuelto a ver desde el día anterior, cuando la dejó en el taxi. Pauline le dijo que no volvería hasta tarde. Ella oyó su coche hacia las tres de la madrugada. Por la mañana, Joseph ya se había ido cuando ella se levantó. Empezaba a sospechar que aquella era la clase de vida que llevaban. A menos que Joseph se estuviera manteniendo alejado a propósito.
Después de comer descansó un rato y luego fue a preguntar a Pauline si sabía dónde guardaba su equipo fotográfico. Pauline pareció sorprendida por su pregunta, pero enseguida sonrió y le hizo una seña para que la siguiera. Bajaron por unas escaleras que había en la cocina al sótano, donde había otro grupo de habitaciones.
—Antes pasaba mucho tiempo aquí, señora —dijo Pauline, mientras le enseñaba una gran sala con una televisión, un largo sofá blanco y una mesa de ping-pong en un rincón. Luego señaló una puerta—. Ese es su cuarto oscuro —abrió un armario que había junto a la puerta. Todo el equipo fotográfico de __________ estaba allí apilado, en varias estanterías. Daba la sensación de que llevaba bastante tiempo allí metido.
—¿Cuándo dejé de sacar fotos? —preguntó.
—Hace dos años, más o menos.
—¿Sabes por qué?
—Nunca me lo dijo, señora. Pero supongo que se debió a que cada vez se involucraba más en su trabajo de caridad. Este era su despacho.
Pauline abrió una puerta que daba a una habitación con un ordenador y una impresora situados en un juego de estantes. Junto a un equipo de música había un armario archivador. Debía tratarse del que había mencionado Joseph.
El despacho estaba pintado de blanco y de las paredes colgaban varios cuadros abstractos en tonos marrones.
—Supongo que yo tampoco decoré esto —murmuró __________.
—No, señora. Siempre llamaba a la decoradora del señor Jonas y ella se hacía cargo.
—Esta habitación necesita algo de color, y esas pinturas tienen que desaparecer.
—Son originales, señora.
__________ arrugó la nariz.
—Me gustaría saber en qué.
Pauline rió.
—Supongo que a la decoradora se lo parecían.
__________ sonrió al oír el irónico tono de Pauline.
—Supongo. Pero a mí no me dicen nada. Y, por favor, Pauline, llámame __________.
—Se acuerdo, se… __________.
—Voy a quedarme un rato aquí abajo.
—Hay un intercomunicador —dijo Pauline, señalándolo—. Llama si necesitas algo.
Pauline dejó a __________ en el despacho, que no permaneció allí mucho rato. En lugar de ello, volvió al armario a revisar sus cámaras. Encontró una de treinta y cinco milímetros que solía utilizar en la universidad y buscó algún carrete para cargarla, pero no encontró ninguno. Tampoco encontró nada en el cuarto oscuro. De pronto, sentía unas ganas imperiosas de sacar fotos. Iría a la galería West Farms a comprar lo que necesitaba.
Tras cambiarse y pedir un taxi por teléfono, le dijo a Pauline que se iba de compras. La asistenta dijo que Fred podía acompañarla, pero __________ le explicó que ya había pedido un taxi. Estaba deseando moverse por su cuenta.


Tres horas más tarde, __________ miró su reloj mientras volvía a casa en otro taxi. Las compras le habían llevado más tiempo del que esperaba. Notó el pelo corto en su nuca y sonrió. Tras comprar los carretes y encargar lo que necesitaba para el cuarto oscuro, había visto una peluquería y no pudo resistir el impulso de entrar. Se sentía más ligera ahora, sin tanto pelo, más dispuesta a enfrentarse a una nueva vida. Después de cortarse el pelo fue a otra tienda a comprar unos cojines en tonos verdes, azules y rosados para la habitación del televisor y dos alfombras de los mismos tonos para su despacho. Lo siguiente que pensaba hacer era descolgar los cuadros.
Cuando el taxi se detuvo frente a la casa, __________ vio el coche de Joseph aparcado junto al garaje. Tras pagar al taxista, le dio las gracias y salió del coche.
Estaba subiendo las escaleras, pensando en lo agotada que le había dejado aquella excursión, cuando se abrió la puerta y Joseph salió al porche con un evidente gesto de enfado en el rostro.
—¿Dónde has estado? —preguntó, antes de que __________ pudiera sonreír o decir «hola».
—En la galería.
Como si acabara de fijarse, Joseph exclamó:
—¿Y qué diablos has hecho con tu pelo?
__________ movió la cabeza y luego se pasó una mano por la nuca.
—¿No te gusta?
Joseph se limitó a mirarla, boquiabierto.
—¿Hay algún problema? —preguntó ella, extrañada.
—El problema es que he llamado para ver qué tal estabas y Pauline no tenía idea de a dónde habías ido —las palabras de Joseph casi parecieron un gruñido.
—Le he dicho que iba de compras. Soy una mujer adulta, así que no me trates como si fuera una adolescente que se ha escapado de casa.
Joseph señaló la pequeña bolsa que __________ llevaba en la mano.
—¿Comprar eso te ha llevado tres horas?
—¡Por supuesto que no! Lo demás lo van a enviar, porque no quería cargar con ello.
—¿Y qué era tan importante que no has podido esperar a que Fred o yo te lleváramos?
__________ no sabía con exactitud cuál era el problema de Joseph, pero decidió que estaba preocupado porque le preocupaba algo más que su salud.
—Me apetecía salir sola. Tengo más de dieciocho años y este es un país libre, así que, ¿te importaría decirme qué he hecho mal?
—¡Estaba preocupado!
—¿Estabas preocupado? —repitió __________ en tono irónico—. ¿Es por eso por lo que ayer no volviste hasta las tres de la madrugada? ¿Y por eso te has ido esta mañana antes de desayunar? ¿Y por eso no te has molestado en dejarme una nota diciendo si ibas a venir a comer? No creo que la palabra «preocupado» sea la más adecuada. ¡Y si este constante control es tu idea del matrimonio, no me extraña que ninguno de los dos sepamos qué hacía yo de noche en una carretera secundaria cerca de Binghamton!
Al ver la anonadada expresión de Joseph, __________ comprendió que no debería haber sacado su mal genio a menudo desde que se conocían. De hecho, él había dicho que nunca discutían. Pero ella no estaba discutiendo. Estaba exponiendo unos hechos.
Abriendo la puerta de la casa de par en par, pasó al interior y subió a su habitación.
Las palabras de __________ habían golpeado a Joseph casi físicamente. ¡Nunca se había enfrentado a él de aquella manera! Pero lo cierto era que él tampoco la había interrogado nunca así. Estaba preocupado por ella.
No pudo evitar preguntarse si su preocupación se debía al temor de que __________ hubiera recuperado la memoria y se hubiera arrojado en brazos de otro hombre.
Maldijo entre dientes mientras se pasaba una mano por el pelo. __________ nunca se había quejado por sus horas de llegada. Siempre estaba esperándolo, dispuesta a darle la bienvenida con su cuerpo, o en su despacho, donde desarrollaba nuevas ideas para ganar dinero para sus obras de caridad.
Pero ahora…
Ahora empezaba a darse cuenta de cuánto tiempo la había dejado sola.
Joseph no había tenido que disculparse numerosas veces en su vida. Pero sabía que si no lo hacía ahora, __________ podría marcharse. De hecho, era posible que estuviera haciendo el equipaje en esos momentos…
Cerró de un portazo y subió rápidamente a la planta superior. La puerta de la habitación de __________ estaba entreabierta. La abrió sin preámbulos, esperando ver una maleta abierta en la cama. En lugar de ello encontró a __________ sentada, cargando una cámara.
Cuando alzó la cabeza y lo miró, Joseph respiró, aliviado.
—Supongo que debería haber llamado —dijo.
__________ se encogió de hombros.
—Había dejado la puerta abierta.
—¿Esperando que entrara?
__________ dejó la cámara a un lado.
—No sé lo que esperaba. ¿Tienes idea de lo desorientada que estoy?
Joseph se sentó en la cama junto a ella.
—No, probablemente no.
Cuando __________ ladeó el rostro para mirarlo, su pelo corto le acarició la mejilla.
—Gracias por ser sincero.
Joseph pensó que ella sí que parecía sincera, y que sobrellevaba muy bien su desorientación y que se enfrentaba a su situación con gran coraje. Pero no pudo evitar recordar la sombra que había percibido en sus ojos y en su rostro durante los meses anteriores al accidente.
Deseaba tocarla, besarla, hacerle el amor hasta convertirse para ella en su único mundo… Pero sabía que les aguardaba un largo camino antes de que pudieran convertirse de nuevo en marido y mujer. Al menos su cabeza lo sabía, aunque su cuerpo tuviera sus propias ideas.
—Me he pasado cuando has llegado a casa —dijo, dejándose llevar por su cabeza—. Lo siento.
—Me has tratado como si no pudiera hacer nada sin tu autorización. No podría vivir así.
Joseph percibió la convicción que había en las palabras de __________ y se maravilló de que lo tratara con tanta franqueza, preguntándose por qué la antigua __________ se habría vuelto tan sumisa.
—Se que no podrías. Y nuestro matrimonio no era así. Has dicho que estás desorientada, __________. Yo también lo estoy, aunque imagino que no tanto como tú. Después del accidente no sabía si ibas a sobrevivir, y, si lo hacías, en qué estado. Sólo hace tres días que has salido del hospital y lo cierto es que estoy preocupado por ti.
__________ apoyó su mano sobre la de Joseph con tal naturalidad que la excitación de sentir el contacto de su piel quedó eclipsada por la satisfacción de saber que quería tocarlo.
—Estoy bien, Joseph. En serio. Mis costillas mejoran rápidamente. Aún me canso, pero cada vez menos. Así que no tienes de qué preocuparte.
Deseando que no apartara su mano, que siguiera hablando, Joseph preguntó:
—¿Qué has comprado?
—Carretes y pilas. Líquidos y papel para revelar. Quiero volver a sacar fotos. También he comprado algunas cosas para mi despacho. He pagado todo con la tarjeta. Espero que no te importe.
—Claro que no me importa. No tienes que pedirme permiso para comprar nada. Tienes tu chequera en el escritorio de tu despacho. Pauline me ha dicho que ya has visto tu armario archivador. Pensaba enseñártelo, pero…
—Ibas retrasado con tu trabajo —concluyó __________ por él.
Joseph nunca se había sentido culpable por las horas que trabajaba. ¿Por qué se sentía así ahora?
—Mi negocio no sólo se centra en investigaciones sobre empresas norteamericanas. También incluye mercados extranjeros. Debo hacer muchas llamadas internacionales de noche.
—¿Qué haces exactamente?
—Invierto el dinero de otras personas, además del mío.
—Y debes hacerlo bien.
Había curiosidad en el tono de __________. Joseph nunca había hablado con ella sobre su trabajo, pensando que le aburriría.
—De niño tenía mucho tiempo y aprendía rápido. Así que mis padres me enviaron a un colegio especial, pensando que eso me supondría un reto. Pero no me gustó nada la actitud de superioridad de los niños de la escuela. No me gustó tener que alejarme de todo lo que me resultaba familiar, de Kevin, que era más un hermano que un primo. El caso es que no lograba relacionarme con los otros chicos de la escuela como con mis primos en verano, así que, cuando no estaba estudiando o jugando al fútbol, me dedicaba a analizar los mercados financieros.
__________ sonrió.
—Como pasatiempo.
—Sí. Empezó siendo una simple afición, pero me fascinaba. Kevin, Nick y yo cobrábamos un sueldo en verano por trabajar en el rancho de mi tío. Cuando cumplí catorce años los convencí para que me dejaran invertir su dinero. Le expliqué a mi padre mis ideas y él las siguió e hizo la inversión por mí.
—¿Y ganaste?
Joseph rió.
—Desde luego. Desde entonces, Kevin y Nick siguieron dándome su salario y también sus ganancias.
__________ lo miró con una leve sonrisa en los labios.
—¿Qué? —preguntó él.
—Trato de imaginarte con botas y un sombrero vaquero.
—¿Y?
De pronto, __________ apartó la mirada de él y retiró su mano. Joseph podría haber pasado por alto el incidente, pero quería saber qué pasaba por la cabeza de su mujer. Apoyando una mano bajo su barbilla, le hizo volver el rostro hacia él. Estaba ruborizada.
—Contéstame —dijo, con suavidad.
__________ bajó la mirada.
—Creo que debías ser un vaquero muy sexy.
Lo dijo con tal sencillez, con una timidez que excitó tanto y tan rápidamente a Joseph, que ni siquiera la cabeza de éste pudo impedir que la rodeara por los hombros con un brazo. Deseándola más de lo que creía posible, buscó sus labios, hambriento de ellos.
Cuando __________ alzó una mano para apoyarla en su hombro, rogó para que no lo apartara. Pero, en lugar de resistirse, __________ pasó una mano tras su cuello con tal exquisita sensación de descubrimiento que un ronco gemido surgió inevitablemente de lo más profundo de Joseph. A la vez que penetraba con su lengua en la boca de __________, la tumbó en la cama, sin pararse a pensar en las consecuencias…
El teléfono empezó a sonar en ese momento.
Por el motivo que fuese, Pauline no respondió. Cuando Joseph había llamado a casa y había averiguado que __________ no estaba, decidió no asistir a una reunión, diciendo a sus asociados que lo llamaran si lo necesitaban.
Apartándose de __________, con la respiración agitada, descolgó el auricular.
—Jonas.
Hubo un largo silencio antes de que la línea se cortara.
Joseph maldijo entre dientes, con el pulso acelerado por un motivo distinto al anterior.
__________ tenía el pelo revuelto y los labios ligeramente inflamados debido al beso.
—¿Que sucede? —pregunto.
Joseph cerró los ojos un momento tratando de controlar sus emociones. Otra llamada sin respuesta. Había alguien al otro lado de la línea. Estaba seguro de ello.
¿El amante de __________?
No sabía cómo separar el presente del pasado, al igual que no podía separar a la mujer que tenía ante sí de su esposa antes del accidente.
—Alguien se ha equivocado de número —dijo, conteniendo apenas la rabia y la necesidad de saber quién llamaba a su mujer.
—Joseph.
No quería hablar sobre el beso, ni sobre su deseo, ni sobre lo que había estado a punto de suceder entre ellos.
—Será mejor que vaya a ver por qué no ha contestado Pauline. Luego tengo que volver a la oficina. Trabajaré hasta tarde. No sé a qué hora volveré a casa.
—No hace falta que vayas a la oficina para alejarte de mí.
—No voy… —Joseph cerró la boca. No tenía sentido mentir—. Tengo que aclarar unas cosas. Me resulta más fácil si no estoy aquí.
—Porque estoy yo —dijo __________, mirándolo con la esperanza de que lo negara.
—Tú necesitabas salir esta tarde —replicó Joseph—. Yo necesito salir, ahora —se levantó y fue hasta la puerta. Se volvió antes de salir y vio el desconcierto que había en los grandes ojos azules de su esposa—. No tengo respuestas, __________. Todavía no. Nos veremos mañana.
Mientras cerraba la puerta, no pudo olvidar la mirada de __________. No pudo olvidar su cuerpo presionado contra el de ella. No pudo olvidar que tal vez le había sido infiel.


Dos horas más tarde, Joseph estaba sentado al escritorio de su despacho, esperando una llamada y sintiéndose incapaz de concentrarse. Cuando el teléfono sonó, lo descolgó de inmediato, dándose cuenta de que, probablemente, aquella era la primera vez que iba a pedir consejo en su vida. Pero el incidente de la llamada sin respuesta lo había arrinconado, haciéndole enfrentarse a la realidad.
—Jonas —contestó.
—Soy la doctora Coswell, señor Jonas.
—Dijo que la llamara si tenía alguna pregunta que hacerle. Necesito saber cómo afrontar algo.
—Adelante.
—Supongo que lo que diga quedará entre nosotros.
—Por supuesto. La confidencialidad se extiende a los miembros de la familia de mis pacientes. Pero si lo que quiere es que le oculte algo a __________, ese es otro asunto.
Joseph decidió seguir adelante, porque necesitaba la opinión de la doctora.
—Algo estaba desgarrando nuestro matrimonio antes de que __________ sufriera el accidente, y creo que ella tenía una aventura. No sé por qué estaba en aquella carretera cerca de Binghamton ni a dónde iba. Me gustaría poder hablar de todo esto abiertamente, pero si __________ no lo recuerda, no podemos hacerlo.
—Supongo que eso está afectando a su relación.
—Tanto como su amnesia.
—Y quiere saber si debe comunicarle sus sospechas.
—Sí.
Se produjo un momentáneo silencio.
—¿Está teniendo __________ algún destello de recuerdos?
—Si es así, no me lo ha dicho.
—¿Quiere hacer lo que sea mejor para usted o lo que sea mejor para ella?
En el escritorio de Joseph había una foto de la luna de miel que pasaron __________ y él en Hawaii.
—Haré lo que sea mejor para ella.
—En mi opinión, es mejor que __________ recuerde de forma natural, sin revelaciones traumáticas. Ni siquiera hace una semana que ha salido del hospital, señor Jonas. Cuando se adapte de nuevo a su entorno, los recuerdos podrían regresar. Déle tiempo para recordar por su cuenta.
—¿Cuánto tiempo? ¿Dos meses? ¿Seis?
—No lo sé. Comprendo que no es esto lo que quiere escuchar, pero lo cierto es que en caso de conmoción cerebral es casi imposible dar una respuesta.
—De manera que no puedo hacer nada.
—Puede apoyar a su mujer. Empezar a construir una nueva relación con ella. Puede ser paciente y esperar.
Cuando colgó el teléfono, Joseph comprendió que no había conseguido el consejo que buscaba, pero la doctora Coswell había respondido a su pregunta. No podía compartir sus sospechas con __________.
Tendría que vivir con sus dudas y esperar que su matrimonio sobreviviera.


El viernes por la mañana, Wind Feather trotaba por la explanada de hierba mientras __________ le sacaba fotografías, tratando de distraerse para no pensar en Joseph y en los sentimientos que despertaba en ella. Había descubierto algo sobre él en los últimos días. Cuando no quería enfrentarse a sus sentimientos, la rehuía. ¿Había hecho siempre eso?
Estaba sacando otra foto cuando sintió que el vello de la nuca se le erizaba. Bajó la cámara, sabiendo que Joseph se acercaba. Preguntándose por qué habría vuelto a casa después de haberse ido antes de la hora del desayuno, se volvió hacia él.
La intensa mirada de Joseph le hizo sentirse como si no llevara puestos los vaqueros ni el jersey.
—¿Qué haces en casa? —preguntó—. ¿Sucede algo malo?
—No he venido a vigilarte, si eso es lo que te preocupa —contestó él con brusquedad—. Necesitaba venir a por unos papeles. Y también quería preguntarte algo.
—Aquí me tienes —dijo __________, con una sonrisa que sólo sirvió para que Joseph frunciera aún más el ceño.
—Ha llamado mi madre. Da una fiesta esta noche y quiere saber si nos apetece ir. No he querido darle una respuesta sin consultarte.
—Claro que me apetece. ¿Quienes asistirán?
—Algunos amigos de mis padres, Kevin y sus padres. Los conoces a todos. Por eso no estaba seguro de que quisieras ir.
La expresión de Joseph no revelaba lo que estaba pensando y __________ no pudo entender su comentario.
—¿Prefieres que me esconda?
—Por supuesto que no. Estaba pensando en ti y en las preguntas que tal vez tengas que soportar…
—Que tengamos que soportar, querrás decir. Tuve un accidente. No recuerdo nuestro matrimonio. No tengo nada de qué avergonzarme, ni tú tampoco.
Joseph permaneció un momento en silencio.
—¿Te has parado a pensar alguna vez que esas preguntas también podrían resultar incómodas para mí? A fin de cuentas, nuestro matrimonio es la única parte de tu vida que no recuerdas.
De manera que eso era lo que le tenía preocupado.
—Oh, Joseph. Siento no haber pensado en eso. No tenemos por qué ir.
Él metió las manos en los bolsillos de su pantalón.
—No necesito tu compasión —murmuró—. Y no vamos a escondernos. Sólo quería que comprendieras a qué nos enfrentamos.
Incapaz de contenerse, __________ alargó una mano hacia él y lo tomó por un brazo.
—No es compasión. Es comprensión. Y no sé porque no logro recordar nuestro matrimonio más que tú. A menos que sepas algo que me ocultas —añadió con suavidad.
Por unos instantes hubo un auténtico torbellino en la mirada de Joseph. Pero su expresión volvió a cerrarse enseguida.
—Llamé el otro día a la doctora Coswell porque estaba preocupado por ti. Insistió en lo que ya dijo. La evolución de una conmoción cerebral es impredecible.
—¿La llamaste porque estabas preocupado por mí?
—¿Por qué te sorprende? Me preocupo por ti, __________.
Ella no pudo evitar decir lo que pensaba.
—Entonces ven a casa por la noche para que podamos volver a conocernos —había permanecido levantada las tres últimas noches, esperando. Pero se había quedado dormida cada noche antes de que Joseph llegara.
Cuando él sacó la mano del bolsillo, __________ pensó que iba a apartarse. Pero no lo hizo. Se limitó a mirarla y a preguntar.
—¿Es eso lo que quieres?
—Sí —contestó __________, con sencillez.
—Volveré a casa esta tarde a las seis para vestirme. Mis padres nos esperan a las siete.
—¿Qué debo ponerme?
Joseph sonrió.
—A mi me gustas en vaqueros. ¿Dónde los has encontrado?
Al parecer, pensó __________, solía vestir elegantemente incluso para estar en casa.
—En el cajón más bajo del armario. Pero no creo que resulten apropiados para la cena.
—Busca en tu armario. Sabrás qué elegir. Tienes un gusto excelente. Por cierto, las cosas que compraste el jueves ya han llegado. Están en el vestíbulo.
—¿Quieres verlas? —preguntó __________, sonriendo. Al ver que Joseph miraba su reloj, añadió—: No importa. Tampoco tienen nada de especial.
—Enséñamelas de todos modos. ¿Dónde quieres llevar los paquetes?
—Abajo. Pero si tienes que irte…
—Tengo un cuarto de hora aún. Vamos. Enséñame lo que has comprado.
En el vestíbulo, Joseph tomó dos grandes bolsas, preguntándose qué contendrían. __________ había conseguido picar su curiosidad. Parecía excitada respecto a lo que había comprado. Ella tomó un tercer paquete, más pequeño, y empezó a desenvolverlo mientras bajaban.
Una vez abajo, Joseph la miró mientras sacaba de una de las bolsas los cojines de colores y los distribuía por el sofá. Cuando sacó una de las alfombras de la otra bolsa, vio que se llevaba una mano al costado. De inmediato, se la quitó.
—¿Dónde quieres que la ponga?
—Frente al armario archivador del despacho. Y la otra en la entrada.
Después de poner las alfombras donde le había indicado __________, Joseph miró a su alrededor.
—No hay duda de que así está más bonito.
__________ sonrió.
—Ahora, sólo me falta quitar esos terribles cuadros de la pared. He pensado en pasar por la galería Seneft para elegir algo con qué sustituirlos.
—¿Qué tienes pensado?
—No estoy segura. Pero tiene que ser algo que vaya a juego con los colores de las alfombras.
—Hay algunas fotos tuyas enmarcadas en la planta de arriba.
—¿En serio? —la expresión de __________ fue como la de una niña a la que acabaran de entregar su regalo de navidad.
—En serio. ¿Quieres que las baje?
—Tal vez pueda hacerlo Fred. Sé que tienes que irte.
Joseph se dio cuenta de que no quería que Fred hiciera aquello… porque quería ver la expresión del rostro de su esposa cuando viera por primera vez las fotos que había tomado.
—¿Te importa esperar hasta esta noche, cuando volvamos a casa? Me gustaría estar aquí cuando las veas.
—¿Por si me traen algún recuerdo?
Por unos momentos, Joseph había olvidado las circunstancias en que se encontraban. Pero no podía olvidarlo.
—Sí, creo que será mejor que las veamos juntos —tratando de protegerse de nuevo, dijo—: Dile a Pauline que retire todos estos papeles y bolsas. Trataré de volver a tiempo esta tarde.
—¿Joseph?
Él se detuvo en el umbral de la puerta y miró a __________.
—Estoy deseando que llegue esta noche —dijo ella.
¿Para estar con él? ¿O para ir a la fiesta? Joseph no lo preguntó. Se limitó a asentir y salió del despacho, pensando lo guapa que estaba __________ y cuánto la deseaba.

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¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA Empty Re: ¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA

Mensaje por Cande Luque Miér 07 Dic 2011, 9:10 pm

Terminé! I'm the best, ajaa. GENIAL LA NOVELA. Me quedo con la intriga de que mierda pasó ese día ¬¬ Seguila bitch. Love yoooooou.
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¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA Empty Re: ¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA

Mensaje por JaamDemczuk Miér 07 Dic 2011, 9:37 pm

Capítulo 3



El desayuno de __________ con Joseph fue tenso, y la conversación no fluyó con naturalidad mientras iban en coche a la consulta de la doctora. En la sala de espera, Joseph consultó su reloj por lo menos tres veces. __________ pensó que parecía más distante que el día anterior.
No tardaron mucho en pasar a la consulta, donde una mujer de mediana edad los esperaba sentada tras su escritorio.
Señaló dos sillas, diciendo:
—He pensado que conviene que hablemos antes de examinarla —poniéndose en pie, estrechó la mano de __________ y de Joseph—. Soy Mary Coswell. He hablado con el doctor Bartlett, que me ha enviado sus informes por fax. Sé que la paciente es su esposa, señor Jonas, pero me alegra que haya venido también usted. Con el tipo de trauma experimentado por __________, necesitará contar con todo su apoyo.
__________ miró a Joseph. Su expresión no revelaba sus pensamientos, hasta que dijo:
—Quiero ayudar a mi esposa a recordar.
La doctora asintió.
—Estoy segura de ello. Pero ambos deben saber que existe la posibilidad de que __________ no recupere nunca la memoria.
__________ se inclinó hacia delante en su asiento.
—¿Cuándo lo sabré? ¿Cómo?
—Si empieza a tener imágenes mentales, destellos de recuerdos, será un indicio positivo. Pero debe entender que no hay normas en esto. Cada persona es diferente. Sé que decirle esto no aliviará su frustración por haber perdido parte de sus recuerdos, pero no debe olvidar lo afortunada que ha sido. Sobrevivió al accidente. Ha perdido cinco años de su pasado. Algunos de mis pacientes han perdido todos sus recuerdos, junto con su habilidad para caminar y hablar.
Si __________ había sentido lástima por sí misma los pasados días, las palabras de la doctora pusieron su accidente en perspectiva. Tenía la suerte de estar viva y completa en casi todos los sentidos. Estaba dispuesta a hacer lo posible por construir sobre lo que conocía, sobre lo que tenía y podía hacer. Porque la única dirección que podía seguir era hacia adelante.
Su mirada buscó la de Joseph. Estaba segura de que le ocultaba algo, pero no sabía de qué podía tratarse. Se prometió averiguar con exactitud la clase de matrimonio que tenían.
Tras examinarla y quitarle los puntos de la frente, la doctora Coswell le entregó dos tarjetas. Cuando __________ se reunió con Joseph en la sala de espera, le entregó una.
—La doctora ha dicho que si tienes alguna pregunta que hacerle, o si sucede algo que no comprendamos, que la llamemos.
—¿Le has hablado de tu sueño?
—No me ha parecido que tuviera ninguna relevancia. Era sólo un sueño.
—¿Cuándo tienes tu próxima cita? —preguntó Joseph.
—Dentro de dos semanas. La doctora piensa que mis costillas ya estarán bien para entonces. Puede que me dé permiso para cabalgar.
Joseph la miró atentamente.
—¿Aún quieres hacerlo?
—Por supuesto. Voy a pasar un rato cada día con Wind Feather para que se acostumbre a mí. Así, cuando vaya a montarla ya seremos amigas.
Las tensas líneas en torno a los ojos de Joseph se relajaron cuando sonrió.
—Buen plan.
—Y tengo otro. Es una tontería que me lleves hasta casa para ir luego a la oficina. Tomaré un taxi.
—__________…
—Soy perfectamente capaz de entrar en un taxi y dejar que me lleve a casa. No puedes seguir tratándome como si fuera a quebrarme en cualquier momento.
Joseph no parecía compartir la decisión de __________, pero, tras mirar su reloj, asintió.
—De acuerdo. Pero no me separará de ti hasta que te haya dejado en el taxi.


El martes por la mañana, __________ pasó un rato en el establo con Wind Feather y luego exploró los terrenos de la casa, disfrutando del cálido sol de abril. Debía admitir que echaba de menos a Joseph. Él era su ancla en aquel mundo desconocido. Pero no lo había vuelto a ver desde el día anterior, cuando la dejó en el taxi. Pauline le dijo que no volvería hasta tarde. Ella oyó su coche hacia las tres de la madrugada. Por la mañana, Joseph ya se había ido cuando ella se levantó. Empezaba a sospechar que aquella era la clase de vida que llevaban. A menos que Joseph se estuviera manteniendo alejado a propósito.
Después de comer descansó un rato y luego fue a preguntar a Pauline si sabía dónde guardaba su equipo fotográfico. Pauline pareció sorprendida por su pregunta, pero enseguida sonrió y le hizo una seña para que la siguiera. Bajaron por unas escaleras que había en la cocina al sótano, donde había otro grupo de habitaciones.
—Antes pasaba mucho tiempo aquí, señora —dijo Pauline, mientras le enseñaba una gran sala con una televisión, un largo sofá blanco y una mesa de ping-pong en un rincón. Luego señaló una puerta—. Ese es su cuarto oscuro —abrió un armario que había junto a la puerta. Todo el equipo fotográfico de __________ estaba allí apilado, en varias estanterías. Daba la sensación de que llevaba bastante tiempo allí metido.
—¿Cuándo dejé de sacar fotos? —preguntó.
—Hace dos años, más o menos.
—¿Sabes por qué?
—Nunca me lo dijo, señora. Pero supongo que se debió a que cada vez se involucraba más en su trabajo de caridad. Este era su despacho.
Pauline abrió una puerta que daba a una habitación con un ordenador y una impresora situados en un juego de estantes. Junto a un equipo de música había un armario archivador. Debía tratarse del que había mencionado Joseph.
El despacho estaba pintado de blanco y de las paredes colgaban varios cuadros abstractos en tonos marrones.
—Supongo que yo tampoco decoré esto —murmuró __________.
—No, señora. Siempre llamaba a la decoradora del señor Jonas y ella se hacía cargo.
—Esta habitación necesita algo de color, y esas pinturas tienen que desaparecer.
—Son originales, señora.
__________ arrugó la nariz.
—Me gustaría saber en qué.
Pauline rió.
—Supongo que a la decoradora se lo parecían.
__________ sonrió al oír el irónico tono de Pauline.
—Supongo. Pero a mí no me dicen nada. Y, por favor, Pauline, llámame __________.
—Se acuerdo, se… __________.
—Voy a quedarme un rato aquí abajo.
—Hay un intercomunicador —dijo Pauline, señalándolo—. Llama si necesitas algo.
Pauline dejó a __________ en el despacho, que no permaneció allí mucho rato. En lugar de ello, volvió al armario a revisar sus cámaras. Encontró una de treinta y cinco milímetros que solía utilizar en la universidad y buscó algún carrete para cargarla, pero no encontró ninguno. Tampoco encontró nada en el cuarto oscuro. De pronto, sentía unas ganas imperiosas de sacar fotos. Iría a la galería West Farms a comprar lo que necesitaba.
Tras cambiarse y pedir un taxi por teléfono, le dijo a Pauline que se iba de compras. La asistenta dijo que Fred podía acompañarla, pero __________ le explicó que ya había pedido un taxi. Estaba deseando moverse por su cuenta.


Tres horas más tarde, __________ miró su reloj mientras volvía a casa en otro taxi. Las compras le habían llevado más tiempo del que esperaba. Notó el pelo corto en su nuca y sonrió. Tras comprar los carretes y encargar lo que necesitaba para el cuarto oscuro, había visto una peluquería y no pudo resistir el impulso de entrar. Se sentía más ligera ahora, sin tanto pelo, más dispuesta a enfrentarse a una nueva vida. Después de cortarse el pelo fue a otra tienda a comprar unos cojines en tonos verdes, azules y rosados para la habitación del televisor y dos alfombras de los mismos tonos para su despacho. Lo siguiente que pensaba hacer era descolgar los cuadros.
Cuando el taxi se detuvo frente a la casa, __________ vio el coche de Joseph aparcado junto al garaje. Tras pagar al taxista, le dio las gracias y salió del coche.
Estaba subiendo las escaleras, pensando en lo agotada que le había dejado aquella excursión, cuando se abrió la puerta y Joseph salió al porche con un evidente gesto de enfado en el rostro.
—¿Dónde has estado? —preguntó, antes de que __________ pudiera sonreír o decir «hola».
—En la galería.
Como si acabara de fijarse, Joseph exclamó:
—¿Y qué diablos has hecho con tu pelo?
__________ movió la cabeza y luego se pasó una mano por la nuca.
—¿No te gusta?
Joseph se limitó a mirarla, boquiabierto.
—¿Hay algún problema? —preguntó ella, extrañada.
—El problema es que he llamado para ver qué tal estabas y Pauline no tenía idea de a dónde habías ido —las palabras de Joseph casi parecieron un gruñido.
—Le he dicho que iba de compras. Soy una mujer adulta, así que no me trates como si fuera una adolescente que se ha escapado de casa.
Joseph señaló la pequeña bolsa que __________ llevaba en la mano.
—¿Comprar eso te ha llevado tres horas?
—¡Por supuesto que no! Lo demás lo van a enviar, porque no quería cargar con ello.
—¿Y qué era tan importante que no has podido esperar a que Fred o yo te lleváramos?
__________ no sabía con exactitud cuál era el problema de Joseph, pero decidió que estaba preocupado porque le preocupaba algo más que su salud.
—Me apetecía salir sola. Tengo más de dieciocho años y este es un país libre, así que, ¿te importaría decirme qué he hecho mal?
—¡Estaba preocupado!
—¿Estabas preocupado? —repitió __________ en tono irónico—. ¿Es por eso por lo que ayer no volviste hasta las tres de la madrugada? ¿Y por eso te has ido esta mañana antes de desayunar? ¿Y por eso no te has molestado en dejarme una nota diciendo si ibas a venir a comer? No creo que la palabra «preocupado» sea la más adecuada. ¡Y si este constante control es tu idea del matrimonio, no me extraña que ninguno de los dos sepamos qué hacía yo de noche en una carretera secundaria cerca de Binghamton!
Al ver la anonadada expresión de Joseph, __________ comprendió que no debería haber sacado su mal genio a menudo desde que se conocían. De hecho, él había dicho que nunca discutían. Pero ella no estaba discutiendo. Estaba exponiendo unos hechos.
Abriendo la puerta de la casa de par en par, pasó al interior y subió a su habitación.
Las palabras de __________ habían golpeado a Joseph casi físicamente. ¡Nunca se había enfrentado a él de aquella manera! Pero lo cierto era que él tampoco la había interrogado nunca así. Estaba preocupado por ella.
No pudo evitar preguntarse si su preocupación se debía al temor de que __________ hubiera recuperado la memoria y se hubiera arrojado en brazos de otro hombre.
Maldijo entre dientes mientras se pasaba una mano por el pelo. __________ nunca se había quejado por sus horas de llegada. Siempre estaba esperándolo, dispuesta a darle la bienvenida con su cuerpo, o en su despacho, donde desarrollaba nuevas ideas para ganar dinero para sus obras de caridad.
Pero ahora…
Ahora empezaba a darse cuenta de cuánto tiempo la había dejado sola.
Joseph no había tenido que disculparse numerosas veces en su vida. Pero sabía que si no lo hacía ahora, __________ podría marcharse. De hecho, era posible que estuviera haciendo el equipaje en esos momentos…
Cerró de un portazo y subió rápidamente a la planta superior. La puerta de la habitación de __________ estaba entreabierta. La abrió sin preámbulos, esperando ver una maleta abierta en la cama. En lugar de ello encontró a __________ sentada, cargando una cámara.
Cuando alzó la cabeza y lo miró, Joseph respiró, aliviado.
—Supongo que debería haber llamado —dijo.
__________ se encogió de hombros.
—Había dejado la puerta abierta.
—¿Esperando que entrara?
__________ dejó la cámara a un lado.
—No sé lo que esperaba. ¿Tienes idea de lo desorientada que estoy?
Joseph se sentó en la cama junto a ella.
—No, probablemente no.
Cuando __________ ladeó el rostro para mirarlo, su pelo corto le acarició la mejilla.
—Gracias por ser sincero.
Joseph pensó que ella sí que parecía sincera, y que sobrellevaba muy bien su desorientación y que se enfrentaba a su situación con gran coraje. Pero no pudo evitar recordar la sombra que había percibido en sus ojos y en su rostro durante los meses anteriores al accidente.
Deseaba tocarla, besarla, hacerle el amor hasta convertirse para ella en su único mundo… Pero sabía que les aguardaba un largo camino antes de que pudieran convertirse de nuevo en marido y mujer. Al menos su cabeza lo sabía, aunque su cuerpo tuviera sus propias ideas.
—Me he pasado cuando has llegado a casa —dijo, dejándose llevar por su cabeza—. Lo siento.
—Me has tratado como si no pudiera hacer nada sin tu autorización. No podría vivir así.
Joseph percibió la convicción que había en las palabras de __________ y se maravilló de que lo tratara con tanta franqueza, preguntándose por qué la antigua __________ se habría vuelto tan sumisa.
—Se que no podrías. Y nuestro matrimonio no era así. Has dicho que estás desorientada, __________. Yo también lo estoy, aunque imagino que no tanto como tú. Después del accidente no sabía si ibas a sobrevivir, y, si lo hacías, en qué estado. Sólo hace tres días que has salido del hospital y lo cierto es que estoy preocupado por ti.
__________ apoyó su mano sobre la de Joseph con tal naturalidad que la excitación de sentir el contacto de su piel quedó eclipsada por la satisfacción de saber que quería tocarlo.
—Estoy bien, Joseph. En serio. Mis costillas mejoran rápidamente. Aún me canso, pero cada vez menos. Así que no tienes de qué preocuparte.
Deseando que no apartara su mano, que siguiera hablando, Joseph preguntó:
—¿Qué has comprado?
—Carretes y pilas. Líquidos y papel para revelar. Quiero volver a sacar fotos. También he comprado algunas cosas para mi despacho. He pagado todo con la tarjeta. Espero que no te importe.
—Claro que no me importa. No tienes que pedirme permiso para comprar nada. Tienes tu chequera en el escritorio de tu despacho. Pauline me ha dicho que ya has visto tu armario archivador. Pensaba enseñártelo, pero…
—Ibas retrasado con tu trabajo —concluyó __________ por él.
Joseph nunca se había sentido culpable por las horas que trabajaba. ¿Por qué se sentía así ahora?
—Mi negocio no sólo se centra en investigaciones sobre empresas norteamericanas. También incluye mercados extranjeros. Debo hacer muchas llamadas internacionales de noche.
—¿Qué haces exactamente?
—Invierto el dinero de otras personas, además del mío.
—Y debes hacerlo bien.
Había curiosidad en el tono de __________. Joseph nunca había hablado con ella sobre su trabajo, pensando que le aburriría.
—De niño tenía mucho tiempo y aprendía rápido. Así que mis padres me enviaron a un colegio especial, pensando que eso me supondría un reto. Pero no me gustó nada la actitud de superioridad de los niños de la escuela. No me gustó tener que alejarme de todo lo que me resultaba familiar, de Kevin, que era más un hermano que un primo. El caso es que no lograba relacionarme con los otros chicos de la escuela como con mis primos en verano, así que, cuando no estaba estudiando o jugando al fútbol, me dedicaba a analizar los mercados financieros.
__________ sonrió.
—Como pasatiempo.
—Sí. Empezó siendo una simple afición, pero me fascinaba. Kevin, Nick y yo cobrábamos un sueldo en verano por trabajar en el rancho de mi tío. Cuando cumplí catorce años los convencí para que me dejaran invertir su dinero. Le expliqué a mi padre mis ideas y él las siguió e hizo la inversión por mí.
—¿Y ganaste?
Joseph rió.
—Desde luego. Desde entonces, Kevin y Nick siguieron dándome su salario y también sus ganancias.
__________ lo miró con una leve sonrisa en los labios.
—¿Qué? —preguntó él.
—Trato de imaginarte con botas y un sombrero vaquero.
—¿Y?
De pronto, __________ apartó la mirada de él y retiró su mano. Joseph podría haber pasado por alto el incidente, pero quería saber qué pasaba por la cabeza de su mujer. Apoyando una mano bajo su barbilla, le hizo volver el rostro hacia él. Estaba ruborizada.
—Contéstame —dijo, con suavidad.
__________ bajó la mirada.
—Creo que debías ser un vaquero muy sexy.
Lo dijo con tal sencillez, con una timidez que excitó tanto y tan rápidamente a Joseph, que ni siquiera la cabeza de éste pudo impedir que la rodeara por los hombros con un brazo. Deseándola más de lo que creía posible, buscó sus labios, hambriento de ellos.
Cuando __________ alzó una mano para apoyarla en su hombro, rogó para que no lo apartara. Pero, en lugar de resistirse, __________ pasó una mano tras su cuello con tal exquisita sensación de descubrimiento que un ronco gemido surgió inevitablemente de lo más profundo de Joseph. A la vez que penetraba con su lengua en la boca de __________, la tumbó en la cama, sin pararse a pensar en las consecuencias…
El teléfono empezó a sonar en ese momento.
Por el motivo que fuese, Pauline no respondió. Cuando Joseph había llamado a casa y había averiguado que __________ no estaba, decidió no asistir a una reunión, diciendo a sus asociados que lo llamaran si lo necesitaban.
Apartándose de __________, con la respiración agitada, descolgó el auricular.
—Jonas.
Hubo un largo silencio antes de que la línea se cortara.
Joseph maldijo entre dientes, con el pulso acelerado por un motivo distinto al anterior.
__________ tenía el pelo revuelto y los labios ligeramente inflamados debido al beso.
—¿Que sucede? —pregunto.
Joseph cerró los ojos un momento tratando de controlar sus emociones. Otra llamada sin respuesta. Había alguien al otro lado de la línea. Estaba seguro de ello.
¿El amante de __________?
No sabía cómo separar el presente del pasado, al igual que no podía separar a la mujer que tenía ante sí de su esposa antes del accidente.
—Alguien se ha equivocado de número —dijo, conteniendo apenas la rabia y la necesidad de saber quién llamaba a su mujer.
—Joseph.
No quería hablar sobre el beso, ni sobre su deseo, ni sobre lo que había estado a punto de suceder entre ellos.
—Será mejor que vaya a ver por qué no ha contestado Pauline. Luego tengo que volver a la oficina. Trabajaré hasta tarde. No sé a qué hora volveré a casa.
—No hace falta que vayas a la oficina para alejarte de mí.
—No voy… —Joseph cerró la boca. No tenía sentido mentir—. Tengo que aclarar unas cosas. Me resulta más fácil si no estoy aquí.
—Porque estoy yo —dijo __________, mirándolo con la esperanza de que lo negara.
—Tú necesitabas salir esta tarde —replicó Joseph—. Yo necesito salir, ahora —se levantó y fue hasta la puerta. Se volvió antes de salir y vio el desconcierto que había en los grandes ojos azules de su esposa—. No tengo respuestas, __________. Todavía no. Nos veremos mañana.
Mientras cerraba la puerta, no pudo olvidar la mirada de __________. No pudo olvidar su cuerpo presionado contra el de ella. No pudo olvidar que tal vez le había sido infiel.


Dos horas más tarde, Joseph estaba sentado al escritorio de su despacho, esperando una llamada y sintiéndose incapaz de concentrarse. Cuando el teléfono sonó, lo descolgó de inmediato, dándose cuenta de que, probablemente, aquella era la primera vez que iba a pedir consejo en su vida. Pero el incidente de la llamada sin respuesta lo había arrinconado, haciéndole enfrentarse a la realidad.
—Jonas —contestó.
—Soy la doctora Coswell, señor Jonas.
—Dijo que la llamara si tenía alguna pregunta que hacerle. Necesito saber cómo afrontar algo.
—Adelante.
—Supongo que lo que diga quedará entre nosotros.
—Por supuesto. La confidencialidad se extiende a los miembros de la familia de mis pacientes. Pero si lo que quiere es que le oculte algo a __________, ese es otro asunto.
Joseph decidió seguir adelante, porque necesitaba la opinión de la doctora.
—Algo estaba desgarrando nuestro matrimonio antes de que __________ sufriera el accidente, y creo que ella tenía una aventura. No sé por qué estaba en aquella carretera cerca de Binghamton ni a dónde iba. Me gustaría poder hablar de todo esto abiertamente, pero si __________ no lo recuerda, no podemos hacerlo.
—Supongo que eso está afectando a su relación.
—Tanto como su amnesia.
—Y quiere saber si debe comunicarle sus sospechas.
—Sí.
Se produjo un momentáneo silencio.
—¿Está teniendo __________ algún destello de recuerdos?
—Si es así, no me lo ha dicho.
—¿Quiere hacer lo que sea mejor para usted o lo que sea mejor para ella?
En el escritorio de Joseph había una foto de la luna de miel que pasaron __________ y él en Hawaii.
—Haré lo que sea mejor para ella.
—En mi opinión, es mejor que __________ recuerde de forma natural, sin revelaciones traumáticas. Ni siquiera hace una semana que ha salido del hospital, señor Jonas. Cuando se adapte de nuevo a su entorno, los recuerdos podrían regresar. Déle tiempo para recordar por su cuenta.
—¿Cuánto tiempo? ¿Dos meses? ¿Seis?
—No lo sé. Comprendo que no es esto lo que quiere escuchar, pero lo cierto es que en caso de conmoción cerebral es casi imposible dar una respuesta.
—De manera que no puedo hacer nada.
—Puede apoyar a su mujer. Empezar a construir una nueva relación con ella. Puede ser paciente y esperar.
Cuando colgó el teléfono, Joseph comprendió que no había conseguido el consejo que buscaba, pero la doctora Coswell había respondido a su pregunta. No podía compartir sus sospechas con __________.
Tendría que vivir con sus dudas y esperar que su matrimonio sobreviviera.


El viernes por la mañana, Wind Feather trotaba por la explanada de hierba mientras __________ le sacaba fotografías, tratando de distraerse para no pensar en Joseph y en los sentimientos que despertaba en ella. Había descubierto algo sobre él en los últimos días. Cuando no quería enfrentarse a sus sentimientos, la rehuía. ¿Había hecho siempre eso?
Estaba sacando otra foto cuando sintió que el vello de la nuca se le erizaba. Bajó la cámara, sabiendo que Joseph se acercaba. Preguntándose por qué habría vuelto a casa después de haberse ido antes de la hora del desayuno, se volvió hacia él.
La intensa mirada de Joseph le hizo sentirse como si no llevara puestos los vaqueros ni el jersey.
—¿Qué haces en casa? —preguntó—. ¿Sucede algo malo?
—No he venido a vigilarte, si eso es lo que te preocupa —contestó él con brusquedad—. Necesitaba venir a por unos papeles. Y también quería preguntarte algo.
—Aquí me tienes —dijo __________, con una sonrisa que sólo sirvió para que Joseph frunciera aún más el ceño.
—Ha llamado mi madre. Da una fiesta esta noche y quiere saber si nos apetece ir. No he querido darle una respuesta sin consultarte.
—Claro que me apetece. ¿Quienes asistirán?
—Algunos amigos de mis padres, Kevin y sus padres. Los conoces a todos. Por eso no estaba seguro de que quisieras ir.
La expresión de Joseph no revelaba lo que estaba pensando y __________ no pudo entender su comentario.
—¿Prefieres que me esconda?
—Por supuesto que no. Estaba pensando en ti y en las preguntas que tal vez tengas que soportar…
—Que tengamos que soportar, querrás decir. Tuve un accidente. No recuerdo nuestro matrimonio. No tengo nada de qué avergonzarme, ni tú tampoco.
Joseph permaneció un momento en silencio.
—¿Te has parado a pensar alguna vez que esas preguntas también podrían resultar incómodas para mí? A fin de cuentas, nuestro matrimonio es la única parte de tu vida que no recuerdas.
De manera que eso era lo que le tenía preocupado.
—Oh, Joseph. Siento no haber pensado en eso. No tenemos por qué ir.
Él metió las manos en los bolsillos de su pantalón.
—No necesito tu compasión —murmuró—. Y no vamos a escondernos. Sólo quería que comprendieras a qué nos enfrentamos.
Incapaz de contenerse, __________ alargó una mano hacia él y lo tomó por un brazo.
—No es compasión. Es comprensión. Y no sé porque no logro recordar nuestro matrimonio más que tú. A menos que sepas algo que me ocultas —añadió con suavidad.
Por unos instantes hubo un auténtico torbellino en la mirada de Joseph. Pero su expresión volvió a cerrarse enseguida.
—Llamé el otro día a la doctora Coswell porque estaba preocupado por ti. Insistió en lo que ya dijo. La evolución de una conmoción cerebral es impredecible.
—¿La llamaste porque estabas preocupado por mí?
—¿Por qué te sorprende? Me preocupo por ti, __________.
Ella no pudo evitar decir lo que pensaba.
—Entonces ven a casa por la noche para que podamos volver a conocernos —había permanecido levantada las tres últimas noches, esperando. Pero se había quedado dormida cada noche antes de que Joseph llegara.
Cuando él sacó la mano del bolsillo, __________ pensó que iba a apartarse. Pero no lo hizo. Se limitó a mirarla y a preguntar.
—¿Es eso lo que quieres?
—Sí —contestó __________, con sencillez.
—Volveré a casa esta tarde a las seis para vestirme. Mis padres nos esperan a las siete.
—¿Qué debo ponerme?
Joseph sonrió.
—A mi me gustas en vaqueros. ¿Dónde los has encontrado?
Al parecer, pensó __________, solía vestir elegantemente incluso para estar en casa.
—En el cajón más bajo del armario. Pero no creo que resulten apropiados para la cena.
—Busca en tu armario. Sabrás qué elegir. Tienes un gusto excelente. Por cierto, las cosas que compraste el jueves ya han llegado. Están en el vestíbulo.
—¿Quieres verlas? —preguntó __________, sonriendo. Al ver que Joseph miraba su reloj, añadió—: No importa. Tampoco tienen nada de especial.
—Enséñamelas de todos modos. ¿Dónde quieres llevar los paquetes?
—Abajo. Pero si tienes que irte…
—Tengo un cuarto de hora aún. Vamos. Enséñame lo que has comprado.
En el vestíbulo, Joseph tomó dos grandes bolsas, preguntándose qué contendrían. __________ había conseguido picar su curiosidad. Parecía excitada respecto a lo que había comprado. Ella tomó un tercer paquete, más pequeño, y empezó a desenvolverlo mientras bajaban.
Una vez abajo, Joseph la miró mientras sacaba de una de las bolsas los cojines de colores y los distribuía por el sofá. Cuando sacó una de las alfombras de la otra bolsa, vio que se llevaba una mano al costado. De inmediato, se la quitó.
—¿Dónde quieres que la ponga?
—Frente al armario archivador del despacho. Y la otra en la entrada.
Después de poner las alfombras donde le había indicado __________, Joseph miró a su alrededor.
—No hay duda de que así está más bonito.
__________ sonrió.
—Ahora, sólo me falta quitar esos terribles cuadros de la pared. He pensado en pasar por la galería Seneft para elegir algo con qué sustituirlos.
—¿Qué tienes pensado?
—No estoy segura. Pero tiene que ser algo que vaya a juego con los colores de las alfombras.
—Hay algunas fotos tuyas enmarcadas en la planta de arriba.
—¿En serio? —la expresión de __________ fue como la de una niña a la que acabaran de entregar su regalo de navidad.
—En serio. ¿Quieres que las baje?
—Tal vez pueda hacerlo Fred. Sé que tienes que irte.
Joseph se dio cuenta de que no quería que Fred hiciera aquello… porque quería ver la expresión del rostro de su esposa cuando viera por primera vez las fotos que había tomado.
—¿Te importa esperar hasta esta noche, cuando volvamos a casa? Me gustaría estar aquí cuando las veas.
—¿Por si me traen algún recuerdo?
Por unos momentos, Joseph había olvidado las circunstancias en que se encontraban. Pero no podía olvidarlo.
—Sí, creo que será mejor que las veamos juntos —tratando de protegerse de nuevo, dijo—: Dile a Pauline que retire todos estos papeles y bolsas. Trataré de volver a tiempo esta tarde.
—¿Joseph?
Él se detuvo en el umbral de la puerta y miró a __________.
—Estoy deseando que llegue esta noche —dijo ella.
¿Para estar con él? ¿O para ir a la fiesta? Joseph no lo preguntó. Se limitó a asentir y salió del despacho, pensando lo guapa que estaba __________ y cuánto la deseaba.

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