¿Aceptas a este extraño? Joe & Tu - TERMINADA

Capítulo 10

Los asistentes a la subasta caminaban por el salón del hotel el viernes por la tarde, examinando los objetos que les interesaban, desde antiguas joyas hasta piezas de cerámica y cuadros. __________ comprobaba sus notas en el estrado, asegurándose de que todo estuviera en orden.
Alguien la tocó en el hombro y al volverse vio a los padres de Joseph sonriéndole. Paul llevaba un brazo escayolado. Una hilera de puntos recorría parte de su mandíbula.
__________ lo abrazó cuidadosamente.
—¡Cuánto me alegro de verte! ¿Cómo te sientes?
Paul le devolvió el abrazo y luego se apartó.
—¿Quieres decir desde que tuve que volar de regreso en un vuelo regular? ¿O desde que el médico en Ohio llamó a mi doctor y éste informó a mi esposa de que debía tratarme como a un inválido durante varios días? Qué existencia más aburrida. Y esas colas en el aeropuerto…
Denise sonrió.
—Está hecho un gruñón porque no puede empezar a trabajar hasta el lunes.
—He tenido suerte de que me dejara salir esta noche —murmuró Paul. __________ sonrió.
—Me alegra que hayas venido. Y me alegra aún más que estés aquí y a salvo. ¿Hay alguna posibilidad de que protejan la avioneta contra las tormentas en el futuro?
—Espera a ver los aparatos que va a llevar mi nuevo avión.
__________ miró a su suegra para ver cómo se sentía respecto a la idea de que su marido volviera a volar.
Denise suspiró, resignada.
—No puedo retenerlo en tierra. ¿Pero puedes creer que ha aceptado hacer ese crucero conmigo por Grecia en otoño?
Paul tomó la mano de su esposa.
—Cuando el rayo golpeó la avioneta y empecé a caer, decidí que unas cuantas vacaciones más contigo al año no nos vendrían mal.
__________ había sentido antes un fuerte lazo de respeto y cariño entre los padres de Joseph. Ahora, ese lazo parecía haberse reforzado.
Cuando Joseph se acerco a ellos, su corazón latió más deprisa La noche del accidente de su padre también había cambiado algo entre ellos Ahora dormían en la misma cama su marido le hacia el amor y ella le correspondía con cada fibra de su ser. Pero después, cuando lo miraba a los ojos, aún podía ver dudas en ellos. ¿Acabaría por llevárselas el tiempo?
¿O serían aquellas sospechas y su amnesia un espectro entre ellos?
No podía pensar en aquello ahora. Tenía que centrarse en su amor por él y en los sentimientos de Joseph por ella, rogando para que un día la confianza se adueñara de su matrimonio.
Joseph deslizó la mirada por el traje de chaqueta azul marino de __________ y acabó deteniéndola en los anillos de su mano.
El domingo por la mañana, el teléfono los despertó a las cinco de la mañana. Denise les aseguró que Paul estaba bien y que ella iba a tomar un vuelo al mediodía para ir a estar con él. Después de colgar, Joseph tomó a __________ entre sus brazos e hicieron el amor. Ella notó la contención de su marido, su afán por protegerse de sentir demasiado. Cuando se vistió, volvió a ponerse los anillos para demostrarle que se sentía comprometida con su matrimonio. Pero Joseph no había hecho ningún comentario al respecto a lo largo de la semana.
Volviendo su atención hacia sus padres, Joseph sonrió.
—¿Habéis visto algo por lo que os apetezca pujar?
—Me ha encantado una pequeña cómoda que he visto en la segunda planta —dijo Denise y, mirando hacia su marido, añadió—: Vamos a verla para decidir hasta cuánto ofrecer.
__________ sonrió mientras los padres de Joseph se alejaban.
—Espero hacer un buen trabajo describiendo los objetos de la subasta —dijo—. Llevo practicando toda la semana, pero estoy más nerviosa de lo que esperaba. ¡Ha venido un montón de gente!
Joseph deslizó la mirada por la sala, que estaba prácticamente llena.
—Lo harás muy bien —dijo—. Si sientes que te entra pánico escénico, imagina que todo el mundo está en ropa interior y se te pasará.
__________ sonrió.
—Si te imagino en ropa interior, puede que no pueda seguir adelante con la subasta —murmuró.
Joseph le devolvió la sonrisa a la vez que el conserje cerraba las puertas de la sala y hacía una seña a __________, indicándole que podía comenzar con la subasta.
—Si necesitas que suba alguna puja, hazme una seña con la cabeza.
—Puede que acabes quedándote con la pieza —advirtió __________.
—Es por una buena causa.
__________ miró a su marido mientras éste se alejaba, saludando y sonriendo a varias de las personas que habían acudido a la subasta.
Después, tras dar la bienvenida a los asistentes y explicar el motivo de la subasta, describió un objeto tras otro, tomó nota de las pujas y animó a la audiencia a subirlas. De vez en cuando miraba a su marido, veía que éste la observaba especulativamente y se preguntaba qué estaría pensando.
Tras conseguir un precio especialmente elevado por una vajilla inglesa, dio unos sorbos del vaso de agua que tenía en el estrado y esperó a que uno de los ayudantes sacara el siguiente objeto que se iba a subastar.


Mirando a su esposa, Joseph decidió que nunca la había visto más viva… más hermosa. Los anillos de su mano destellaban a la luz mientras movía la mano. ¿Podía confiar en que significaban para ella el mismo compromiso que para él? ¿Podía perdonarla?
Cuando sonó el busca, casi se alegró. Aquellas preguntas no dejaban de rondar su cabeza, y temía que nunca obtendría las respuestas. Comprobó el número y vio que era él de su casa.
Salió al vestíbulo y llamó desde el teléfono público. Contestó Pauline.
—Soy yo, Pauline —dijo Joseph.
—Señor Jonas, no sabía si llamarlo o no. Ha venido un hombre a ver a la señora Jonas. Ha insistido en verla y… bueno, le he dicho dónde estaba. Lo siento. Tal vez no debería…
El corazón de Joseph latió más deprisa.
—¿Ha dicho su nombre?
—Sí. Se llama Martin Nesbitt.
Martin. Marty. Joseph supo que pronto iba a enfrentarse con la sombra que había desgarrado su matrimonio.
—Descríbelo.
—Pelo negro. Ojos azules. Pantalones vaqueros y camisa de cuadros…
—No te preocupes Pauline, has hecho bien en llamar. Yo me ocuparé de él.
Cuando colgó, Joseph pensó en esperar en el vestíbulo. Pero había muchos hombres en vaqueros entrando y saliendo, y no quería cometer un error. Con __________ en el estrado, no había forma de que alguien se dirigiera hacia ella sin que él lo viera. Decidió volver a la sala… y esperar.
Según pasaban los minutos se fue poniendo más y más tenso. Era posible que el tal Martin Nesbitt decidiera esperar a __________ en el exterior. También era posible que ni siquiera acudiera. Era posible que no quisiera verla en un sitio público. Sin embargo, no había tenido ningún reparo en presentarse en su casa…
__________ estaba describiendo una mesita tallada a mano cuando las puertas de la sala se abrieron. Su mirada fue de la mesita hacia el recién llegado. Se quedó en silencio, sin apartar los ojos de él. Mientras los asistentes comprendían que no sólo se había interrumpido, sino que estaba como hipnotizada por algo que había visto al fondo, se volvieron y empezaron a murmurar.
Los ojos de __________ se abrieron de par en par, se llevó una mano a la frente y dejó escapar un grito ahogado. Joseph acudió junto a ella antes de que pudiera hacerlo el hombre que caminaba por el pasillo. Toda la rabia y el resentimiento acumulados durante aquellos meses, todas las dudas que lo habían carcomido, quedaron reflejadas en sus preguntas.
—¿Es ese tu amante?
Los ojos de __________ se llenaron de lágrimas.
—Ese hombre es mi padre —dijo, y a continuación se desvaneció.
Joseph se quedó paralizado por la conmoción y fue Martin Nesbitt quien impidió que su hija cayera al suelo.
Denise acudió junto a su nuera al instante, indicando a Nesbitt que la tumbara.
—__________, cariño —dijo, tomándola de la mano—. Vas a ponerte bien.
__________ parpadeó y se llevó la mano a la frente.
—Me siento tan rara… mareada… me duele la cabeza —dirigió la mirada hacia el hombre que decía ser su padre—. Marty, ¿qué haces…? Sufrí un accidente después de dejarte. No podía recordar. Cuando te he visto ahora todos los recuerdos han vuelto de repente.
Como si acabara de recordar quién era, miró a Joseph.
—Oh, Dios mío. Menuda escena. Siento tanto…
Joseph se sentía como si lo hubieran golpeado con un martillo en la cabeza. Tenía tantas preguntas que hacer, un sentimiento tal de culpabilidad… Pero no podía pensar en sí mismo. Debía pensar en __________.
—Voy a llamar a la doctora Coswell. No os mováis hasta que vuelva.
La siguiente hora fue muy confusa. La doctora Coswell no estaba en su consulta y tardó un buen rato en devolver la llamada. Mientras éste seguía aún junto al teléfono en el vestíbulo, __________ se acercó a él, frotándose la sien con la mano y con Martin Nesbitt a su lado.
—Te había dicho que no te movieras —dijo Joseph.
__________ alargó una temblorosa mano para que le alcanzara el teléfono. Reacio, Joseph se lo alcanzó.
Tras contestar algunas preguntas, __________ colgó.
—La doctora se reunirá conmigo en casa.
—Voy a por el coche —dijo Joseph, sin saber qué otra cosa hacer.
Denise insistió en quedarse con __________ hasta que llegara la doctora.
Mientras esperaba con Martin Nesbitt en el vestíbulo de la planta alta, Joseph no paró de caminar de un lado a otro, aún conmocionado, sin saber qué decir.
—Así que tú eres Joseph Jonas —dijo Nesbitt al cabo de un rato—. __________ me habló de ti.
—Pues a mí no me habló de ti —reconoció Joseph.
—Le asustaba hacerlo.
Fijándose bien en Martin Nesbitt, en su pelo negro y sus ojos azules, en sus rasgos faciales, Joseph reconoció el parecido que había entre aquel hombre y su esposa.
—¿Por qué iba a asustarle?
—No sabía cómo reaccionarías. Presentía que estabais al borde del divorcio, y temía que si averiguabas que yo existía las cosas empeorarían.
—¿Divorcio? ¿Por qué iba a pensar…?
—Oh, conozco a los de tu clase. Mucho dinero, mucho trabajo, muchos viajes de negocios. El último iba a durar dos meses, ¿no? __________ parecía creer que eso significaba que no te importaba vuestro matrimonio, y menos aún ella.
—¿Ella te dijo eso?
—Si conoces a tu esposa, sabrás que ella nunca lo diría. Es demasiado leal. Pero yo pude leer entre líneas, a pesar de que la conocía hacía poco tiempo.
—Creía que su padre murió cuando era una adolescente —Joseph aún estaba tratando de encajar las piezas.
Nesbitt palmeó el, sofá en el que estaba sentado.
—Siéntate. A menos que tengas algún problema en sentarte junto a un ex convicto.
Joseph percibió el desafío que había en la mirada de Nesbitt y se sentó junto a él, diciendo:
—Cuéntame todo lo que deba saber.
Nesbitt lo miró con dureza un momento. Luego suspiró.
—El pasado octubre, __________ encontró una carta que escribí a su madre desde la cárcel. Lydia y yo nos conocimos cuando ella tenía veintiún años y estaba en la universidad. Nunca debimos unirnos. Ella era demasiado refinada. Quería ser abogada. Así que supongo que pensé que podía conseguirle las cosas que quería por el camino más fácil. Malversé fondos donde trabajaba, entregué cheques falsos… y me atraparon. Mientras estaba en la cárcel, Lydia averiguó que estaba embarazada.
—Pero tu nombre no aparece en el certificado de nacimiento de __________.
—Había un amigo de la familia que se había encariñado con Lydia, a pesar de que era quince años mayor que ella. Lo conocía de toda la vida. Era médico, la clase de hombre con quien debería haberse relacionado desde el principio. Se casaron y __________ recibió su apellido al nacer. Lydia me escribió para informarme yo ya había arruinado mi vida, así que lo mejor que podía hacer por ella era salir de la suya. Quedamos en no volver a ponernos en contacto nunca más.
—__________ nunca lo supo.
—No hasta que leyó la carta.
—¿Cómo te encontró?
—A través de un investigador privado que descubrió mis antecedentes penales.
—¿Y cuándo te encontró?
—Me llamó por primera vez en febrero. Pasamos mucho tiempo al teléfono. Pero yo tenía órdenes estrictas de colgar si contestabas tú. __________ quería decírtelo. No dejaba de esperar a que llegara el momento adecuado. Entonces le dijiste que te ibas a ausentar dos meses. Sintió que teníamos que vernos en persona, que debía pasar un tiempo conmigo para poder decirte la verdad antes de que te fueras.
—Estuvo contigo esos cuatro días.
—Sí. En un pequeño pueblo cercano a Corning. Tengo allí un pequeño restaurante. __________ comprobó que llevo una vida honrada —Nesbitt sacó una hoja doblada de su bolsillo—. Esta es la carta que encontró. Creo que sería conveniente que la vieras.
Joseph tomó el papel y le echó un vistazo, sin tratar de apartar el sentimiento de culpabilidad que se había apoderado de él.
—Pensaba que me estaba engañando con otro hombre. La he juzgado, la he tratado como si me hubiera sido infiel. Si nuestro matrimonio estaba en peligro antes, puede que ahora lo haya destrozado por completo. ¡No puedo creer que haya estado tan ciego!
El padre de __________ lo miró pensativamente.
—Nada de lo que diga va a hacer que te sientas mejor. Empezaba a pensar que eras un auténtico miserable, dejándola sola noche tras noche, estando con ella sólo cuando te resultaba conveniente.
Joseph bajó la mirada, porque lo que acababa de decir el padre de __________ era cierto.
—Tienes razón. Si ni siquiera podía decirme que había encontrado un padre que no sabía que tenía, no la merezco.
Nesbitt se encogió de hombros.
—Me parece que los dos estabais cometiendo errores.
Joseph movió la cabeza, apesadumbrado.
—Ella no lo verá así. No ahora que ha recuperado todos sus recuerdos. __________ quería reconstruir nuestro matrimonio y yo la he tratado como si hubiera hecho algo imperdonable.
—No conozco a mi hija hace mucho, pero sé que te amaba.
Joseph se daba cuenta ahora de que no había cuidado lo suficiente aquel amor, de que lo había dado por sentado. ¿Cómo iba a perdonarlo __________ por eso? Y menos aún por sus dudas y sospechas.
La puerta del dormitorio se abrió en ese momento, eran la doctora Coswell y Denise. Sonriendo a Martin Nesbitt, ésta dijo:
—¿Por qué no bajamos al salón, donde espera mi marido? Creo que deberíamos presentarnos formalmente.
La doctora Coswell esperó a que se fueran para hablar con Joseph.
—Su esposa está durmiendo. Le he dado un sedante suave.
—¿Se encuentra bien?
—Tiene un fuerte dolor de cabeza, pero creo que se le pasará durmiendo. Lo sucedido ha sido muy traumático para ella. Cuando su padre entró en la sala donde se estaba realizando la subasta, todos sus recuerdos cayeron sobre ella en avalancha.
—No ha preguntado por mí, ¿verdad? —Joseph temía que aquel fuera un indicio de que __________ ya había renunciado a él y a su matrimonio.
Mary Coswell le dedicó una compasiva mirada.
—Déle tiempo para aclararse. Sus emociones y la repentina recuperación de la memoria la han dejado exhausta. Podrá enfrentarse mejor a todo ello tras una noche de sueño. Le he dicho que me llame mañana para decirme qué tal se siente.
Mientras acompañaba a la doctora a la puerta, Joseph sólo podía pensar en su esposa.
Con una percepción que Joseph agradeció silenciosamente, su madre sugirió a Martin Nesbitt que se quedara a pasar la noche en su casa. El padre de __________ aceptó.
Una vez a solas, Joseph permaneció frente a la puerta del dormitorio, perdido en el silencio reinante, atormentado por los remordimientos. __________ necesitaba dormir, pero él necesitaba estar a su lado. Abrió cuidadosamente la puerta. Sintiendo un tremendo dolor en su corazón, supo que no podía tumbarse junto a ella, por que, probablemente, __________ no querría que lo hiciera. De manera qué, tan silenciosamente como pudo, acercó una silla a la cama y se sentó en ella, sin apartar la mirada ni por un momento del rostro de __________.


Los primeros cantos de los pájaros despertaron a __________. Manteniendo los ojos cerrados comprobó que el terrible dolor de cabeza había desaparecido. Había surgido a la misma velocidad con que habían regresado sus recuerdos al ver a su padre en la sala de la subasta.
Su padre.
Marty.
La carta que encontró en el ático entre las cosas de su madre fue una terrible conmoción que hizo tambalearse los pilares de su identidad. El padre que había admirado y amado mientras crecía no era su verdadero padre. Su madre había mantenido el secreto durante toda su vida. ¿Porque se avergonzaba de la aventura que tuvo con Marty Nesbitt? ¿Por que estaba avergonzada de él?
Las semanas que pasó sin saber o no si buscar a su padre biológico, la alteraron mucho. Pero tras contratar al investigador privado supo que ya no había marcha atrás. Le gustó Marty desde su primera conversación telefónica. Pero tuvo miedo de decírselo a Joseph…
Joseph.
¿Qué estaría pensando? Había mantenido el secreto durante meses, temiendo perderlo si le revelaba sus verdaderos orígenes. Joseph se había casado con ella por quien creía que era. La condición social de sus padres formaba parte de su identidad. La escena de la noche anterior pasó como un relámpago tras sus párpados cerrados. La familia de Joseph, sus padres y colegas habían sido testigos de todo. Todos sabían que su padre no era un doctor, sino un ex convicto.
¿Pero qué más daba? Aunque los cotilleos ya hubieran empezado, ya no tenía nada de qué avergonzarse, al principio le asustó la idea de tener por padre a un hombre que había estado en prisión, pero cuando conoció a Marty y vio cómo había reformado su vida, se sintió orgullosa de él. Y si Joseph no podía aceptarla por quién era, entonces, por mucho que lo amara, tal vez no podrían estar juntos.
La pasada noche se había sentido demasiado inquieta como para verlo, sabiendo que probablemente habría desaprobación en su rostro, enfado porque no le hubiera contado lo de su padre. Abrió los ojos, dispuesta a salir de la cama e ir en busca de Joseph…
Se quedó paralizada. Su marido estaba sentado en una silla junto a la cama, con la cabeza apoyada contra el respaldo y los pies sobre la cama.
__________ debió hacer algún ruido, porque Joseph abrió los ojos y se irguió en la silla. Por la intensa mirada que le dedicó, ella supo que debía abordar el tema de inmediato.
—Siento lo de anoche, y siento no haberte contado lo de mi padre. Temía perderte.
El canto de un pájaro llenó el silencio que siguió a sus palabras.
—¿Llegaste a saber alguna vez que me tenías a mí, que contabas con mi amor? —preguntó Joseph.
Inesperadamente, los ojos de __________ se llenaron de lágrimas.
Inclinándose hacia ella, Joseph la tomó de la mano con cautela, como si temiera que fuera a apartarse.
—No tienes nada de qué avergonzarte. Yo sí. Demasiadas cosas. Di por sentado que contaba contigo y con nuestro matrimonio. Hasta que sufriste el accidente no comprendí que un matrimonio necesita cuidados y cariño para crecer. No me di cuenta de que te estaba dejando al margen, protegiéndome contra la clase de intimidad que sentía que querías. Esta noche he pasado muchas horas pensando en mi fracaso como marido.
—Tu no has fracasado, Joseph. Yo no tuve el valor suficiente para…
—Te he fallado —dijo él, con voz grave—. Si hubieras sabido que de verdad te quería, me habrías contado lo de tu padre.
__________ se irguió en la cama y se deslizó hacia él.
—Debí decirte que me sentía sola, que me daba miedo tener hijos porque no sabía si nuestro matrimonio era lo suficientemente fuerte como para darles el apoyo y el amor que necesitarían. No debería haber puesto mis sueños a un lado y haber dependido tanto de ti.
Joseph la miró a los ojos.
—Te amé desde el primer momento en que te vi, pero nunca te lo dije lo suficiente… si es que te lo dije alguna vez. Supongo que pensaba que mi deseo era suficiente demostración. Pero cuando empecé a creer… —se aclaró la garganta—. Siento haber dudado de ti. No tengo ninguna excusa, excepto que, tal vez, de quien realmente dudaba era de mí mismo. En el fondo, sabía que no te estaba amando lo suficiente.
—¿Cuánto es suficiente? —preguntó __________ con suavidad.
Tras unos momentos, Joseph dijo:
—Suficiente es poner tus sueños y deseos junto a los míos, no detrás. Suficiente es pasar tiempo contigo sin más razón que estar juntos. Suficiente es criar unos hijos que serán sinceros y cariñosos y que sabrán cómo confiar mucho mejor que yo.
Parecía tan inseguro y vulnerable, como si ella aún pudiera rechazarlo. Pero ni podía ni quería. Ni en esta vida ni en la siguiente.
—Te quiero, Joseph. ¿Me harás el amor?
La tensión del rostro de Joseph se relajó de modo evidente. Tomó una mano de __________ y la besó con tanta ternura que ella estuvo a punto de romper a llorar.
Él se levantó y se tumbó en la cama junto a ella. Apartándole un mechón de pelo de la frente dijo:
—He llegado a la conclusión de que, tras tu accidente me olvidaste a mí y a nuestro matrimonio porque yo no te había querido lo suficiente. Te prometo que durante los próximos sesenta o setenta años, por lo menos, nunca olvidaré cuánto te quiero.
__________ rodeó a su marido con los brazos, y mientras él la besaba, su fervor le dijo que había creído cada una de sus palabras.

El ocho de junio, __________ estaba en el cuarto de estar de su casa, vestida de novia, sintiéndose tan nerviosa como se sintió el día de su primera boda Los invitados se habían reunido en el jardín para ver cómo Joseph y ella renovaban sus votos matrimoniales.
Su padre estaba tras las puertas de cristal del salón, esperándola. Era el cumpleaños de Marty. Eso indicaban los números que había en el papel que encontró en se cartera. Le pareció que aquel sería un día perfecto para celebración, ya que Marty había hecho que Joseph y ella volvieran a encontrarse realmente.
—¿Lista para casarte? —Joseph sonrió mientras se acercaba a ella con su esmoquin negro y un pequeño paquete en la mano.
—Para recasarnos —corrigió ella.
Joseph le alzó la barbilla y la besó con ternura.
—Nick ha mandado un regalo. Pero sólo está tu nombre escrito en la caja, aunque había una nota para lo dos. Dice que lamenta no poder venir, aunque lo hará en cuanto pueda. Está muy ocupado en el rancho.
__________ tomó la cajita de la mano de Joseph y la abrió. Dentro había una cuerda atada con un fuerte nudo.
—Es un regalo bastante extraño, ¿no te parece? —preguntó Joseph.
__________ sonrió.
—Cuando volvimos de Nueva York y escuchamos el mensaje de Marty, te disgustaste mucho. Me sentía tan desorientada que llamé a Nick para pedirle consejo.
—¿A Nick?
—No te sorprendas tanto. Cuando vino a traerte el caballo sentí que nos llevábamos muy bien y que sabría escucharme.
—A diferencia de Kevin, que creyó lo que yo le dije, ¿no? Hiciste bien en llamar a Nick. Él insistió desde el principio en que tú nunca me habrías engañado.
—Kevin sólo estaba siendo leal contigo, y eso lo entiendo. Y Nick me ayudó cuando lo llamé. Me dijo que si para que me escucharas hacía falta que te atara, que lo hiciera.
Joseph rió.
—Nick me conoce bien —sacó la cuerda de la caja y se la alcanzó a __________—. ¿Crees que la necesitarás?
__________ miró amorosamente a su marido.
—No —presionando la cuerda en su mano, preguntó—: ¿Qué crees que deberíamos hacer con ella? Joseph le guiñó un ojo.
—La colgaré en mi despacho para recordar que siempre debo escucharte. Aunque ser atado por ti podría resultar muy divertido.
—¿Vas a decirme de una vez dónde vamos a pasar nuestra segunda luna de miel? —preguntó __________. Joseph había mantenido en secreto su destino, diciéndole que quería sorprenderla.
—¿De verdad quieres saberlo?
—Le has dicho a Pauline lo que debía meter en las maletas, pero puede que yo quiera añadir algunas cosas.
—Esta noche vamos a dormir en un hotel… y te aseguro que allí no necesitarás ninguna ropa —la sonrisa de Joseph recordó a __________ las noches, tardes y mañanas que habían pasado juntos desde el día de la subasta—. Mañana volaremos a Curaçao.
—¿Curaçao? —repitió __________, encantada—. ¡Qué maravilla!
Joseph la rodeó por la cintura con los brazos y la besó en el cuello.
—Un paraíso tropical, una suite de lujo y tiempo para hacer el amor, nadar y contar las estrellas. Pero antes de irnos tenemos unos cuantos amigos y familiares esperando fuera para atestiguar la renovación de nuestros votos.
Cuando salieron al jardín, __________ tomó el brazo que le ofreció su padre y el ramo de rosas que le entregó Denise. Luego Joseph y ella se colocaron frente a frente, junto al oficiante.
Marty sonrió a su hija y susurró junto a su oído:
—Es un buen tipo.
Joseph y su padre habían pasado bastante tiempo juntos últimamente, y se llevaban muy bien.
—Es un hombre muy especial —dijo __________—. Y estoy dispuesta a casarme con él de nuevo.
Un violinista empezó a tocar y el padre de __________ se apartó a un lado.
El oficiante comenzó la ceremonia.
—Estamos aquí para renovar el matrimonio de Joseph y __________ Jonas.
__________ miró a su marido y sonrió. Él le devolvió la sonrisa, le apretó la mano y vocalizó sin pronunciar:
—Te quiero.
Ella hizo lo mismo y ambos se volvieron hacia el frente, sabiendo que miraban en la misma dirección, convencidos de que el amor los mantendría unidos para siempre.

Fin

No, terminó :( LA AMÉ, REALMENTE HERMOSA LA ADAPTACIÓN. QUEREMOS OTRAAAAAAAAAAAAAA, OH SÍ. TE AMO JAAAM.

omj hermosa la nove enserio graacia spor subirl
acual el la siguente?

Tengo una segunda parte de la historia, pero esta vez, la historia es de Kevin Y Tu, :)
Si les interesa la idea, la subo :)

no tienen otra de joe?

SI, TENGO UNA BANDA DE JOE :)
LES GUSTAN HOTS? Xd

siii subela
dame el link :9

DALE, MAÑANA EMPIEZO A SUBIRLAS Y TE PASO EL LINK :)

vale :)

UUUH, HOTS SON LO MÁS. SOY LA PEOR, MIS PENSAMIENTOS CON JOEE MMMM. JAJAJA.

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