"The Boyfriend League" (joejonas & tu)

—Justo lo que me recetó el doctor. —Dije, cogiéndole la bolsa y tomando una pinta de helado y una cuchara de plástico.

Se sentó a mi lado, y meció su parte del asiento del amor.

—La otra noche me dijiste que las películas eran lo tuyo, así que hice una parada rápida en Blockbuster, también, y he traído un par. No sé si te interesará…

—Eso fue muy dulce de tu parte. —Le dije, profundamente conmovida.

—Tuve un golpe de cabeza una vez, y tuve que permanecer despierto durante unas horas… fue muy aburrido. Un dolor de cabeza hace que sea difícil concentrarse en algo importante.

—Entonces, ¿qué hiciste?

—Fiebre por lanzar…

—¿Una película para chicas? —Le pregunté, sorprendida.

—Tiene béisbol. Luego, La Princesa Prometida. Es una de mis favoritas.

—Nunca la he visto.

—¿Estás bromeando?

—No. ¿Es vieja?

—Sí, pero es un clásico.

Arrugué la frente, lo que hizo que me doliera la herida.

—¿No es una película para chicas, también?

—Tiene piratas y combates con espadas.

—Vamos a verla, entonces. Creo que he tenido béisbol suficiente para una noche. —Palabras que nunca pensé pronunciar.

—Ni siquiera me ocurrió preguntar si había un reproductor de DVD.

—¿Tienes un oso gruñón en el bosque? Está en el estante encima del televisor.

Comía mi helado —¡oh, qué bueno estaba! — mientras el caminaba hacia la estantería para poner la película en el reproductor de DVD. Él había hecho parecer como si hubieran parado de camino a casa. Pero no era así. Entre la casa de Bird y la mía no había otra cosa que más casas. Habían hecho el viaje especialmente para comprar el helado y las películas.

—¿Dónde está el mando a distancia del reproductor?

Metí la cuchara en la caja, cogí el mando a distancia, y lo sostuve en alto.

—Papá tiene un mando a distancia universal. Esto lo controla todo.

—Tu padre es un mafioso.

—Oh, puedes apostarlo.

Volvió al asiento del amor, se sentó tomo el mando a distancia, lo dirigió al televisor, pero no pulso ningún botón. Luego se inclinó hacia adelante, plantó los codos en los muslos, y estudió los botones. Pensé que tendría que explicárselos.

—¿Qué piensas de lo poco del partido que viste? —Preguntó en voz baja.

—Realmente, no vi mucho. Yo estaba trabajando en el stand de concepción hasta el fondo del cuarto.

—No fue mi mejor entrada. Dejé que consiguieran algunos golpes y anotaran dos carreras.

—Ya sabes, no estaba yo en el equipo

Se rió entre dientes por lo bajo y me miro por encima del hombro.

—¿Quién eres tú? ¿Un león?

Sabía que se refería a un anuncio de un jugador de fútbol llamado León. Había visto los suficientes anuncios de fútbol con papá.

—Sólo estoy diciendo que el béisbol es un deporte de equipo.

—No tanto como algunos —se encogió de hombros—. No quiero ser un bajón. Odio tener una mala noche.

—Confía en mí. Tu noche no fue tan mala como la mía.

—Supongo que no lo fue —me guiño un ojo—. Pero está a punto de seguir mucho mejor.

Se acomodó, levanto el reposapiés y se hizo con el mando a distancia. Lo gracioso era que yo había sentido como mi noche había mejorado mucho, simplemente porque él había entrado en la habitación.

CAPITULO 11

Tarde, la mañana siguiente me desperté con un trueno que no tenía nada que ver con el golpe que me di la noche anterior. Estaba lloviendo. Diluviando, realmente. El tipo de lluvia que si continua el resto del día, los meteorólogos locales interrumpirían la programación regular para advertir sobre las zonas inundadas.

Además, si continuaba, los Rattlers no jugarían está noche.

Con frustración, tomé mi almohada y la coloque sobre mi rostro, arrepintiéndome tan pronto como la presión me dio una punzada de dolor por todo mi cráneo. ¿Cómo pude olvidar sobre—la herida, no sonaba bien—el trauma en mi frente?

Me levanté de la cama, caminé al vestidor, y me mire en el espejo. ¡Oh, Dios mío! ¡Tenía un ojo negro! ¡Un ojo muy negro!

La puerta que conectaba el baño con mi habitación se abrió, y Tiffany entró. —¿Estás bien? Creí haberte escuchado chillar y Mamá me dijo que mantuviera un ojo… ¡oh, Dios mío!

Se acercó cautelosamente, como si pensara que un ojo negro fuera contagioso.
—Mamá me dijo que te había golpeado una pelota anoche, pero no pensé que se vería tan grotesco. ¿Te duele?

—Es suave. —Admití.

—Tengo un poco de maquillaje que lo cubrirá enseguida. Nadie lo notara.

—Quizás quiero que la gente lo note. Quizás lo veo como si fuera una insignia de honor.

—Por favor. Luce como el primer paso para convertirse en un zombi.

Puede parecer extraño, por toda su actitud con el asunto de los huérfanos, pero Señorita Adolescente Ragland era una gran fan de películas de terror. El año pasado, para navidad, le di una guía de supervivencia para zombis, la cual ella pensó que era increíble.

No creo que hubiese disfrutado ver La Princesa Prometida con Joe anoche.
Corrección: ella quizás no hubiese disfrutado ver la película, pero si hubiese disfrutado estar con él. A pesar de que él había visto la película antes, todavía lo hacía reír, y él tenía una risa maravillosa. En lugar de hacer que me doliera más la cabeza, me encontré a mí misma riendo con él. No podía recordar la última vez que hubiese disfrutado tanto ver una película. No realmente la película, sólo el asunto de verla con alguien más.

Aleje mi mirada del espejo.

—Es realmente horrible. —Dijo Tiffany dando un paso hacia atrás.

—Gracias Tiff. Tu actitud me ayudara a sobrellevarlo con mucha confianza.

Me senté en mi cama y coloqué mi almohada detrás de mi espalda. Quizás podría haberme pasado el día escuchando la lluvia. O trabajando en mi columna, pero cambie mi concentración a los peligros de ser golpeada por la pelota de un faul.

Hablando de la pelota del faul… estaba en mi mesa de noche. La tomé y comencé a estudiar los autógrafos.

—¿Quieres que te consiga almuerzo o algo así? Podría llamar a Joe y decirle que te trajera algunas sobras después del trabajo.

Miré mi reloj-alarma. Eran casi la una. No podía creer que había hasta tan tarde, pero entre quedarme y ver la película y la lluvia…

Luego me di cuenta de lo que había dicho Tiffany. —Llamar y decir que me traigan algunas sobras no es conseguir comida a alguien.

—Según mamá si lo es.

Muy cierto.

—¿Joe ya está en el trabajo?

—Sip.

Comencé a llevar la bola de un lado a otro, entre una mano y la otra. Joe tenía que estar exhausto, a pesar de que él se había quedado dormido en el asiento del amor durante Fiebre por Lanzar. No creo que eso realmente contara como que sé hubiese acostado conmigo.

Termine mirándolo más a él que a la película. No estaba muy segura de por qué lo había encontrado tan intrigante, o porque me sentía tan bien por solo mirarlo. Era mucho más fácil hacerlo cuando él no estaba despierto y mirándome, también. Darle una puntuación de seis en la escala continuaba persiguiéndome. Quizás le daría una puntuación especial: diez punto cinco. Solo por ser tan considerado anoche.

Mire hacia arriba. Tiffany seguía ahí.

Sacudí mi mano. —Vete. Estoy bien. Puedo ordenar mi propia comida.

—Sabes, el verdadero problema vendrá algunos días, cuando comience verse
amarillo. Luego se verá realmente mal con tu cabello rojizo. —Solo a Tiffany le preocuparía combinar las cosas con un ojo negro.

—Pero se verá realmente bien con mis ojos —dije—. Porque el amarillo y el verde combinan.

—Mmm. Podría funcionar. Sin embargo, ven a verme si quieres que se vaya.

¿Y que planeaba hacer? ¿Sacudir una varita mágica?

—Esa cosa podría afectar tus planes de noviazgo. —Dijo Bird, más tarde cuando se pasó a verme.

—Anímame. ¿Por qué no?

—Lo siento. Solo decía… no es algo que yo lo llamaría atractivo.

—Lo que sea. No es permanente. Entonces, háblame del beso.

Ella estaba sentada en mi cama, totalmente relajada, sus piernas dobladas sus hombros relajados y una sonrisa de felicidad en su rostro.

—Bueno… sucedió en la fiesta. Creo que todo el equipo estaba allí. Papá estaba preparando más hot dogs —saco la lengua e hizo un gesto—. Nunca más comeré otro hot dogs. En fin, Brandon y yo estábamos en la piscina, hablando, nadando un poco, y se estaba poniendo oscuro, oscuro y más oscuro… y no me di cuenta de que habíamos llegado al final, y de repente ya no había piso debajo y me hundí.

—Brandon es más alto así que estaba bien. Me tomó, y yo solo me deslice hacia él, y cuando Salí al aire, él me beso. Fue muy bueno… pero de repente las luces se encendieron. Las que estaba alrededor y las que estaban dentro de la piscina. Papá había presionado el encendedor.

—¿Lo vio todo?

—No creo. Nos alejamos tan rápido que casi me hundo de nuevo.

Reí, imaginando a Bird farfullando cuando ella quería estar besándose.

—Que bien que lo encuentres gracioso. —Dijo.

—Él no está viviendo contigo, así que supongo que está bien que salgas con él,
¿cierto?

—¿Quieres que tu papá te vea besando a un chico? Es muy… extraño.

—No puedo creer que te encontraras un novio tan rápido.

—Bueno no creo que él sea técnicamente mi novio —dibujo unas comillas en el aire—. Hemos hablado nos hemos besado… —se acercó a mí con una sonrisa—. Me gusta mucho. En su totalidad.

—Eso es genial Bird.

Su teléfono sonó. Lo sacó de su bolso, miró la pantalla y murmuró: Es él, respondió.

—Hola… sí.

Me sentía incomoda al verla mientras hablaba, así que me levanté, camine hacia la ventana y miré la lluvia caer. El juego sería cancelado. No había forma de que fuera así.

Traté de no preguntarme que era lo que estaba haciendo Bird que yo obviamente no lo hacía. Es decir, ella y Brandon habían conectado casi inmediatamente. ¿Dónde está el chico con el que se supone que debía conectar?

—Eso suena genial —escuche decir a Bird—. Se lo haré saber a ____*.

Me volteé tan rápido como Bird colgó la llamada.

—Han anunciado oficialmente que el juego sería cancelado. —Dijo.

—¿Qué es tan genial sobre eso?

—El equipo ira a Dave and Bubba´s, y estamos invitadas. Aparentemente, el director, esperando que el juego fuera cancelado, llamó a los dueños del equipo para hacerles que cualquiera con la gorra de los Rattlers tendría la mitad de descuento en toda la comida. Además ellos tienen las mesas de billar y juegos de videos, así que será entretenimiento barato en una noche lluviosa.

Ahora una oportunidad de que realmente conectara con alguien.

—Brandon me llevara. Dijo que Joe te daría un aventón.

—¿Entonces ahora estás arreglando mi servicio de transporte? Podría ir yo sola, sabes.

—Ese golpe en la cabeza te puso cascarrabias.

No tanto el golpe como el dolor que le seguía. Era suave.

—¿Cuándo fue la última vez que Tiffany no necesitó el auto? Es un noventa y nueve por ciento de ella —continuo Bird—. Además, es más genial ir con un jugador.

Si no era el jugador que estaba viviendo contigo me sentía un caso de caridad.

Luego de que Bird se fuera, no pude evitar pensar en su comentario acerca de mi ojo negro afectando mi vida amorosa. El cual, estaba en un serio punto de no-existencia, así que pensé que una intervención sería necesaria.

Ir en busca de la ayuda de Tiffany no era algo que realmente me hacía sentir cómoda.
Nuestras diferencias eran enormemente grandes, tristemente, nuestras vidas apenas interceptaban. Golpee la puerta de su habitación.

—Entra. —Canto.

Estaba sentaba con sus piernas cruzadas en el medio de la cama, todo tipo de revistas y catálogos la rodeaban, un cuaderno en su regazo, bolígrafo en mano, lentes colgando al final de su nariz.

—¿Qué estás haciendo? —Pregunté.

—Trabajando para determinar cuál sería el conjunto perfecto para usar cuando cantara el Himno Nacional.

Dijo: “Trabajando” como si fuera gran labor manual.

—Es un juego de béisbol. —Dije.

—Estaré usando mi corona de Señorita Adolescente Ragland. Tengo que proyectar cierta imagen. La gente no entiende todo lo que implica verse bien.

Me dio una mirada que decía que yo era una de esas personas con un bajo promedio intelectual de verse bien.

—No puedo creer cuanto esfuerzo pones en ello. —Dije.

Me dio una mirada que decía que yo era una de esas personas con un bajo promedio intelectual de verse bien.

—No puedo creer cuanto esfuerzo pones en ello. —Dije.

—No tienes idea. Para cada apariencia lo hago, tengo que considerar la iluminación, el estilo, que estilos van mejor con mi cabello, mi complexión, qué tanto debería broncearme, que estilos acentúan mi figura entera.

La miré fijamente. —No tenía idea.

—Como dije la mayoría de la gente no lo hace. Así que, ¿Qué es lo que querías? Estoy segura que no viniste a hablar sobre mi armario.

Me sentí un poco mal por haber prestado tan poca atención en su vida como concursante de belleza, especialmente ahora que podría beneficiarme du sus experiencias. Decidí que un poco de generosidad de mi parte podría estar bien.

—El juego fue cancelado, y el equipo ira Dave and Bubba´s. ¿Quieres venir?

—No puedo. La noche del miércoles voy a animar el hospital —como Señorita Adolescente Ragland.

Ella lo hacía sonar como si “animar” fuera algo elaborado.

—Cielos, ¿alguna vez haces algo como Tiffany Runyon?

Ella rió. —Por supuesto que sí.

Pero no ofreció ningún ejemplo.

Me acerque más a ella. —Escucha, mencionaste más temprano algo sobre un maquillaje especial —apunte a mi ojo—. Dijiste que podría hacer que se fuera.

—Oh, claro. Siéntate en mi tocador.

Me senté en el taburete de su tocador, y evité mirarme al espejo. Me enojaba cada vez que veía el resultado de un error la noche anterior. El tocador estaba cubierto de botellas, tubos y todo de contenedores. Tiffany se acercó. —Voltéate.

Me di vuelta sobre el taburete. Ella deslizo su dedo sobre mi mejilla, llevo mi cabeza hacia atrás y suspiro como si le hubiesen pedido que remodelara New Orleans ella sola.

Una eternidad después, después de innumerables “cierra tus ojos”, abre tus ojos”, mira hacia arriba”, “mira hacia abajo”, “gira tu cabeza hacia allá”, “gira tu cabeza hacia el otro lado” y aplicar una cosa después de la otra, dio un paso hacia atrás y me estudió.

—Tendré que hacer algo con tu cabello. No pertenece a ese rostro.

—¿Cómo no puede pertenecer a mi rostro? —pregunté—. Está pegado al cráneo que lleva este rostro.

Ella viro sus ojos, colocó sus manos en mis hombros, y me volteo.

—Oh… wow —Susurré tan pronto como vi en el espejo. No solo había removido alguna evidencia de mi accidente —el moretón era apenas visible— sino que también removió alguna evidencia de mí.

—Llevaremos tu cabello al frente para ocultar la protuberancia. No hay manera de lograr que eso se valla. —Dijo.

—Cielos, casi me veo… linda.

—Bueno, ¡¿duh?! Compartimos los mismos genes, sabes.

—¿Qué puedes hacer con mi cabello? —Pregunté.

—No lo sé. Eso será un gran reto. Ni siquiera tiene un alisado profesional.

—¿El tuyo si?

Levantó una ceja. —Sí, ¿Cómo no lo sabes?

—Nunca presté mucha atención.

—Voy a calentar las planchas.

—¿Planchas? ¿Más de una?

—No tienes esperanza. No es como la horrible camiseta que usas para dormir. Una sola plancha no funciona para nada. —Negando con la cabeza camino al baño.

Miré hacia atrás en el espejo. Encontrar algo que usar con este rostro también sería un gran reto.

Al final, Tiffany me ayudó con la ropa: jeans, una camisola, y una camiseta verde que ella me consiguió. Como estaba desabotonada y atada a la cintura, no era evidente que era una talla muy grande para mí.

Tiffany hizo un milagro con mi cabello. Lo esponjo le dio volumen, le aplico gel, spray, todo hasta controlarlo.

Parada frente al espejo de tamaño completo en mi habitación, apenas me reconocí a mí misma. —Gracias Tiff. Realmente lo único que quería era cubrir mi ojo negro.

—Una vez que comencé, fue difícil detenerme. Como pintar una habitación. Una vez que tocas el pincel y lo pasas por la pared tienes que continuar hasta haber cubierto cada pulgada.

Como Señorita Adolescente Ragland, ha estado envuelta en Habitad por la Humanidad. No creo que realmente haya trabajado en la casa —a pesar de que grabo un video que apareció en las noticias locales donde usaba un cinturón y un casco de seguridad— pero luego me confesó que eran propuestas para hacer la historia más interesante. Ella solo había ido al lugar a “animarlos”.

Tomé la gorra de béisbol colgando en el perchero cerca de la puerta de mi habitación.

—¿Qué estás haciendo? —Pregunto Tiffany.

La enfrente, sosteniendo la gorra. —Tengo que usarla para tener un descuento en la comida.

Me arrebato la gorra entre mis dedos. —No arruinaras mi creación con una gorra de béisbol. Paga el precio completo. La belleza no es barata.

Miré de nuevo al espejo. No estaba segura de que mi cabello entrara en la gorra.
—Quizás nos sobre pasamos un poco.

—Confía en mí. No lo hicimos.

No estaba tan segura, aunque, cuando entramos en la cocina. Papá le estaba dando indicaciones a Joe de cómo conducir en la lluvia, como si Rangland ofreciera retos por los cuales él nunca hubiera pasado. Sus quijadas se cayeron.

Mamá estaba destapando la cena de esta noche —pollo frito. Incluso ella se veía atónita. Sentí la necesidad de dar explicaciones. —Mi ojo se puso negro. Le pedí a Tiffany que cubriera el moretón.

—Bueno ella hizo un trabajo sobresaliente. —Dijo mamá.

—Me tomó tres horas —dijo Tiffany—. Necesito prepararme para ir al hospital.
Diviértete en Dave and Bubba´s.

Ella se fue, y me pregunte si debía subir, entrar en la ducha y lavarme todo. Mostrar mi rostro golpeado con orgullo.

—¿Debería usar un traje para ir a ese lugar? —Pregunto Joe—. Porque pensé que cualquier cosa llamada Bubba´s sería casual.

El vestía una camiseta negra dentro de unos jeans. Y una gorra de béisbol.

—No, está bien. Estoy bien —dije, porque estaba comenzando a disfrutar que todos me miraban—. Podemos irnos cuando quieras.

—Vámonos entonces. —Dijo Joe.

—Aquí toma esto —dijo Papá, pasándole un paraguas rojo en el que cabrían cuatro personas. —Sé que no está lloviendo en este preciso momento, pero el reporte del tiempo prometió que lloviera más tarde en la noche.

—Gracias. —Dijo Joe, a pesar que parecía avergonzado, como si fuera el chico que prefiriera paraguas plegables. ¿Y quién lo podría culpar?

Gracias a Dios que había dejado de llover. Estaba usando sandalias y mis pies se mojaron un poco cuando nos hacíamos camino al auto, pero podría vivir con ello.

Una vez que el carro se encendió dije: —Solo quiero que sepas que pagaré por mi comida, porque sé que será precio completo, y no quiero que pienses que esperaba que tú lo pagaras, porque no es una cita. Es solo el equipo y las hermanas anfitrionas, hermanos, lo que sea, juntándonos para divertirnos un poco ahora que está lloviendo… o estaba lloviendo… obviamente no está lloviendo en este momento. Y tú solo me estás dando un aventón, no una cena.

¡Cállenme! ¡Cállenme! ¡Cállenme!

El hizo el cambio a reversa, y salió del estacionamiento. —Voy a pagar tu cena.

—No, enserio—

—____*.

Era la primera vez que él me llamaba mi nombre. Ame la manera en que sonó, su voz tan profunda, tan perfecto. Quería que lo dijera de nuevo, una y otra vez.

Pero él se detuvo en medio de la calle. Me imagine que papá saldría de la casa para averiguar que estaba mal. Miré a Joe.

—Pagaré tu cena, como agradecimiento por convencer a tu familia de recibirme. Solo acéptalo, ¿de acuerdo?

Asentí. —De acuerdo.

Él condujo, y me asenté en mi silla, preguntándome que otras sorpresas traería la noche.