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Mensaje por Harriet Sáb 07 Dic 2013, 12:44 am

KarlaaMay escribió:y luego que no que despues que o dios no no no rayita estupida que no ves que te ha buscado o dios yo se que leiste eternos y es mi libro favorito siguela porfavor
No, no lo eh leído xD
Harriet
Harriet


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Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA - Página 12 Empty Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA

Mensaje por Harriet Sáb 07 Dic 2013, 12:47 am


Capítulo 27



Me resulta raro no tener a Zayn a mi lado en clase de Lengua, dándome la mano, susurrándome al oído, actuando como mi interruptor de apagado.
Supongo que me he acostumbrado tanto a tenerlo cerca que había olvidado lo crueles que pueden llegar a ser Stacia y Honor. Pero al ver sus risas maliciosas y los mensajes de texto que se envían (cosas como: « No es más que un estúpido bicho raro, no me extraña que él se haya marchado »), sé que debo volver a confiar en las capuchas, las gafas de sol y el iPod.

La cosa tiene su ironía.

Aunque a mí no me hace mucha gracia, la verdad. Porque para ser alguien que ha llorado en el aparcamiento y le ha suplicado a su novio inmortal que desaparezca para poder sentirse normal una vez más, bueno, es obvio que el resultado no ha sido lo que esperaba. Ahora, en mi nueva vida sin Zayn, los pensamientos y la profusión de colores y sonidos resultan tan abrumadores, tan tremenda-mente demoledores, que siento un pitido constante en los oídos y me lloran los ojos. Las migrañas aparecen cuando menos me lo espero; invaden mi cabeza, se apropian de mi cuerpo y me dejan tan revuelta y mareada que apenas puedo tenerme en pie.

No obstante, resulta divertido que me preocupara tanto contarles a Miles y a Haven que lo hemos dejado, porque pasó más de una semana hasta que su nombre salió a relucir en una conversación. Y encima fui yo quien lo mencionó. Supongo que mis amigos se habían acostumbrado tanto a su errática asistencia que ni siquiera consideraban extraña su ausencia. Así pues, un día, durante el almuerzo, me aclaré la garganta, los miré a ambos y les dije:

—Quiero que sepan que Zayn y yo hemos roto. —Y cuando abrieron la boca para intentar decir algo, levanté la mano y añadí—: Y se ha ido.
— ¿Se ha ido? —preguntaron ambos con los ojos desorbitados y boca abierta, reacios a creérselo.
Aunque sabía que estaban preocupados y que les debía una buena explicación, me limité a sacudir la cabeza y apretar los labios. No estaba dispuesta a decir nada más. Sin embargo, las cosas no fueron tan fáciles con la señora Machado. Unos cuantos días después de que Zayn se marchara, se acercó a mi caballete haciendo lo posible por no mirar mi desastrosa interpretación de la obra de Van Gogh y me dijo:
—Sé que Zayn y tú eran íntimos, y sé lo duro que debe de resultar para ti, así que he creído que debías tener esto. Creo que te padecerá extraordinario.
Me ofreció un lienzo, pero yo lo dejé apoyado contra la pata de mi caballete y seguí pintando. Sabía con certeza que era extraordinario; todo lo que hacía Zayn era extraordinario. No obstante, cuando llevas vagando por el mundo cientos de años, tienes mucho tiempo para convertirte en un maestro en unas cuantas disciplinas.
— ¿No piensas echarle un vistazo? —me preguntó la profesora, sorprendida por mi falta de interés por la réplica de la obra maestra que había pintado Zayn.
Me giré hacia ella y forcé una sonrisa antes de contestar:
—No, pero le agradezco mucho que me lo haya dado.

Cuando por fin sonó el timbre, me arrastré hasta mi coche y metí el lienzo en el maletero sin mirarlo ni una sola vez. Miles me preguntó:
—Oye, ¿qué es eso?
Pero yo no hice más que poner el motor en marcha antes de responder:
—Nada.
Lo único que no me esperaba era sentirme tan sola. Supongo que no me di cuenta de lo mucho que me apoyaba en Zayn y en Riley para llenar los vacíos, para sellar las grietas de mi vida. Y aunque Riley me advirtió que pasaría algún tiempo sin visitarme, cuando pasaron tres semanas comenzó a entrarme el pánico. Porque decirle adiós a Zayn, mi guapísimo, espeluznante, posiblemente malvado e inmortal novio, me resultó mucho más difícil de lo que jamás admitiré, pero no poder despedirme de mi hermana sería más de lo que puedo soportar.
El sábado, Miles y Haven me invitan a acompañarlos en su peregrinaje anual hasta Winter Fantasy, y yo acepto. Sé que ya es hora de salir de casa, de dejar la depresión a un lado y volver a incorporarme a la vida normal. Y puesto que es la primera vez que asisto, ambos están entusiasmados con la idea de enseñármelo todo.
—No está tan bien como el festival de verano de Sawdust —dice Miles mientras nos dirigimos a las puertas después de comprar las entradas.
—No, es mejor —señala Haven, que se adelanta un poco y nos mira con una sonrisa. Miles hace una mueca. —Bueno, aparte del clima, las diferencias son mínimas, ya que ambos tienen sopladores de vidrio, y eso es lo que más me gusta.
—Menuda sorpresa… —Haven se echa a reír y enlaza su brazo con el de Miles mientras yo los sigo. Me siento un poco mareada a causa de la energía que genera la multitud, los colores, las imágenes y los sonidos que me rodean, y desearía haber tenido el buen juicio de quedarme en casa, donde puedo estar tranquila y a salvo. Acabo de subirme la capucha y estoy a punto de ponerme los auriculares cuando Haven se gira hacia mí y me dice:
— ¿En serio? ¿De verdad vas a hacer eso aquí?
Me detengo y vuelvo a guardármelos en el bolsillo. Porque aunque quiero ahogar el ruido de lo que me rodea, no deseo que mis amigos crean que también quiero dejarlos a ellos fuera.
—Vamos, tienes que ver al soplador de vidrio, es un tipo alucinante —dice Miles, que nos guía más allá de un Santa Claus que parece el auténtico y varios herreros antes de detenerse frente a un hombre que está haciendo hermosos jarrones multicolores con la única ayuda de su boca, un tubo largo de metal y el fuego—. Tengo que aprender a hacer eso. —Suspira, completamente fascinado. Me quedo a su lado, observando cómo se derriten y toman forma §°s remolinos de colores líquidos, y luego me encamino hacia el siguiente puesto, donde hay expuestos algunos monederos muy bonitos. Cojo un pequeño bolso marrón de uno de los estantes y, mientras acaricio el cuero suave, pienso en que sería un buen regalo de Navidad para Sabine, ya que es una de esas cosas que desea en secreto y que nunca se compraría. — ¿Cuánto vale este? —pregunto. Doy un respingo al notar cómo reverbera mi propia voz en mi cabeza, como una percusión infinita.
—Ciento cincuenta.
Miro a la mujer y me fijo en su túnica azul, los vaqueros desgastados y el colgante con el símbolo de la paz; sé que está preparada para bajar el precio, y mucho. Pero me escuecen tanto los ojos y me duele tanto la cabeza que no tengo fuerzas para regatear. De hecho, lo único que quiero es irme a casa. Lo devuelvo a su sitio y me doy la vuelta, pero ella dice:
—Para ti, ciento treinta.
Y aunque soy consciente de que todavía puede bajarlo un poco más, que todavía hay mucho margen para regatear, asiento y me alejo. En ese momento alguien dice detrás de mí:
—Tú y yo sabemos que su precio mínimo está en noventa y cinco. ¿Por qué te has rendido con tanta facilidad?
Y cuando me giro, veo a una mujer menuda pelirroja rodeada de un aura con un intenso color púrpura.

—Ava. —Me saluda con una inclinación de cabeza y me ofrece la mano.
—Lo sé —respondo al tiempo que ignoro su mano. — ¿Cómo te encuentras? —pregunta con una sonrisa, haciendo caso omiso de mi grosería y logrando que me sienta incluso peor por haberla hecho. Me encojo de hombros y le echo un vistazo al soplador de vidrio en busca de Miles y Haven. Siento el primer ramalazo de pánico al ver que no están allí.
—Tus amigos están en la cola de Laguna Taco. Pero no te preocupes, te están guardando sitio.
—Lo sé —replico, aunque no es cierto. Me duele demasiado la cabeza como para leer los pensamientos de nadie. Y justo cuando empiezo a caminar de nuevo, ella me agarra del brazo y dice:
—_____, quiero que sepas que mi oferta aún sigue en pie. Me encantaría ayudarte, de verdad. —Sonríe. Mi primer impulso es apartarme, alejarme tanto de ella como me sea posible, pero en el momento en que Ava pone la mano sobre mi brazo, el dolor de cabeza desaparece, el zumbido de los oídos se desvanece y mis ojos dejan de verter lágrimas. Sin embargo, cuando la miro a los ojos recuerdo quién es en realidad: la horrible mujer que me ha robado a mi hermana. Entorno los párpados, libero mi brazo de un tirón y la miro con rabia antes de decir:
— ¿No crees que ya has ayudado bastante? —Aprieto los labios y la fulmino con la mirada—. Ya me has robado a Riley, ¿qué más quieres? —Trago saliva con fuerza en un intento por no echarme a llorar. Ella me mira con el ceño fruncido en una expresión preocupada, y su aura adquiere un hermoso tono violeta.
—Riley nunca perteneció a nadie. Y siempre estará contigo, aun cuando no puedas « verla » —dice al tiempo que vuelve a extender la LO hacia mi brazo.
Yo me niego a escucharla. Pero ella no se marcha. Se queda ahí, mirándome con esa horrible y dulce expresión preocupada.
—Sé lo de los dolores de cabeza —susurra con voz suave y de efecto sedante—. No tienes por qué vivir así, _____. Puedo ayudarte, de verdad. Y aunque me habría encantado librarme del ruido y del dolor, me doy la vuelta y me alejo de allí a toda prisa con la esperanza de no volver a verla nunca.
— ¿Quién era esa? —pregunta Haven antes de introducir un trozo de nacho en una diminuta tacita de salsa. Me siento a su lado y me encojo de hombros.
—Nadie —susurro, aunque me encojo por dentro al notar cómo vibran las palabras en mis oídos.
—Pues se parece a la vidente de la fiesta.
Tiendo el brazo para aceptar el plato que me ofrece Miles y cojo un tenedor de plástico. —No sabíamos lo que querías, así que hemos pedido un poco de todo —dice Miles—. ¿Te has comprado un monedero?
Niego con la cabeza, aunque me arrepiento de inmediato de haber hecho semejante movimiento, ya que para lo único que sirve es para intensificar aún más el dolor.
—Demasiado caro —replico. Me cubro la boca mientras mastico, ya que los crujidos de la comida resuenan tanto que se me llenan los ojos de lágrimas—. ¿Has comprado algún jarrón? —Pero ya sé que no lo ha hecho, y no solo porque tengo poderes psíquicos, sino porque no lleva ninguna bolsa.
—No, solo quería ver cómo los hacen. —Miles se echa a reír y da un trago a su bebida. — ¡Escuchen, chicos! ¡Chist! ¿No es mi móvil eso que suena? —Haven rebusca en su gigantesco y abarrotado bolso, que a menudo hace las veces de sustituto de su armario.
—Bueno, dado que eres la única en esta mesa que tiene puesto un tono de Marilyn Manson… —Miles se encoge de hombros y empieza a comerse los bordes del taco, pasando del relleno.
— ¿Has dejado de comer hidratos de carbono? —le pregunto mientras lo observo picotear la comida. Mi amigo asiente.
—El mero hecho de que Tracy Turnblad esté gorda no significa que yo también deba estarlo.
Doy un trago de mi Sprite y miro a Haven. Y al ver la expresión eufórica de su rostro, lo sé. Nos da la espalda, se cubre la otra oreja con la mano y dice:

— ¡Madre mía, creí que te habías evaporado! He salido con Miles… Sí, _____ también está aquí… Sí, están aquí conmigo… Vale. —Cubre la parte inferior del teléfono, se gira hacia nosotros con los ojos iluminados y dice—: Drina les envía un saludo. —Espera a que nosotros se lo devolvamos, pero al ver que no lo hacemos, pone los ojos en blanco y se aleja diciendo—: Ellos también te envían sus saludos.
Miles sacude la cabeza y me mira.
—Yo no he dicho nada. ¿Tú has dicho algo?
Me encojo de hombros mientras mezclo las judías con el arroz.
—Problemas —añade mi amigo, que mira a Haven y sacude la cabeza. Y aunque percibo que es cierto, me pregunto qué pretende insinuar exactamente. Porque la energía de este lugar burbujea y da vueltas como una enorme sopa cósmica, demasiado densa como para atravesarla o tratar de « ver » algo.
— ¿Qué quieres decir? —le pregunto mientras entorno los ojos para protegerme del resplandor.
— ¿Acaso no es evidente? Hago un gesto indiferente con los hombros. Me duele tanto la cabeza que no puedo ver lo que hay dentro de la suya. —Hay algo de lo más… espeluznante en esa amistad. Bueno, encariñarse con una chica inofensiva es una cosa, pero esto… esto no tiene sentido. Hay un factor escalofriante muy importante.
— ¿Escalofriante en qué sentido? —Parto un trozo de mi taco y lo miro a los ojos. Miles deja a un lado el arroz y comienza a comerse las judías.
—Sé que esto va a sonar terrible y, créeme, no pretendo que lo sea, pero es que me da la sensación de que esa tía pretende convertir a Haven en su acolita.  —Arqueo las cejas. —En una seguidora, una sirvienta, en un clon, en una Mini-yo. —Se encoge de hombros—. Y eso es tan…
—Escalofriante —sugiero. Miles da un sorbo a la bebida y nos mira alternativamente. —Mira, ha comenzado a vestirse como ella; lleva las mismas lentillas, el mismo color de pelo, el mismo estilo de maquillaje y el mismo tipo de ropa. Incluso se comporta como ella… o al menos intenta hacerlo.
— ¿Es solo eso o hay algo más? —Me pregunto si Miles sabe algo específico o habla en un sentido general.
— ¿Necesitas más? —Me mira con la boca abierta. Me encojo de hombros y dejo el taco en el plato. He perdido el apetito.
—Pero, entre tú y yo, todo eso del tatuaje le ha dado al asunte un nuevo significado. ¿Qué demonios es? —susurra después de mirar a Haven para asegurarse de que no nos oye—. ¿Qué significa? —Sacude la cabeza—. Vale, sé lo que significa, pero ¿qué significa para ellas? ¿Es el último grito en moda vampírica o qué? Porque no se puede decir que Drina sea gótica. No sé muy bien de qué va, con todos esos vestidos de seda y los bolsos a juego con los zapatos. ¿Se trata de una secta? ¿Es algún tipo de sociedad secreta? Y no hablemos de esa infección… Tenía una pinta horrorosa. Y, por cierto, no es tan normal como ella se cree. Probablemente fue eso lo que la puso tan enferma.
Aprieto los labios y lo observo con detenimiento, sin saber muy bien qué decir o hasta dónde puedo contarle. Con todo, me pregunto por qué estoy tan decidida a guardarle los secretos a Zayn… secretos que le dan a la palabra « escalofriante » un nuevo significado Secretos que, ahora que lo pienso, no tienen nada que ver conmigo Sin embargo, titubeo durante demasiado tiempo y Miles sigue hablando, así que no abro la caja de los truenos, al menos no por hoy.
—Todo esto es… muy poco saludable —dice estremeciéndose.
— ¿Qué es poco saludable? —pregunta Haven, que se sienta a mi lado y vuelve a guardar el teléfono en el bolso.
—No lavarse las manos después de ir al baño —miente Miles.
— ¿Y de eso estaban hablando? —Nos mira con suspicacia—. ¿Se supone que debo creérmelo?
—_____ se niega a utilizar el jabón y yo trataba de advertirle de los peligros a los que se expone. A los que nos expone a todos. —Sacude la cabeza y me mira.

Elevo la vista al cielo y sé que mi rostro se ha puesto como un tomate, a pesar de que eso no es cierto. Observo a Haven, que rebusca en su bolso y saca algunas barras de labios, un rizador de pelo sin cable y algunos caramelos de menta (cuyos envoltorios han desaparecido hace ya tiempo) antes de encontrar por fin una pequeña petaca plateada. Le quita el tapón y le echa un buen chorro de ese líquido claro e inodoro a nuestras bebidas.
—Bueno, todo esto es muy divertido, pero es obvio que hablaban de mí. ¿Y saben qué? Estoy tan contenta que ni siquiera me importa. —Esboza una sonrisa. Le sujeto la mano, decidida a impedirle que me eche nada. La noche que vomité en el campamento de animadoras después de beberme gran parte de la botella que Rachel había conseguido introducir en nuestra cabaña, juré que nunca más volvería a beber vodka. Sin embargo, en cuanto toco a mi amiga me siento invadida por una espantosa sensación de terror; veo un calendario ante mis ojos que tiene el día 21 de diciembre rodeado por un círculo rojo.
—Vamos, relájate de una vez. Pareces tan agarrotada… Vive un poco la vida, ¿quieres? —Haven sacude la cabeza y pone los ojos en blanco—. ¿No van a preguntarme por qué estoy tan contenta?
—No, porque sé que vas a contárnoslo de todas formas —dice Miles antes de dejar su plato. Dado que ya se ha comido todas las proteínas, decide dejar el resto para las palomas.
—Tienes razón, Miles; tienes toda la razón del mundo. Aunque siempre es agradable que te lo pregunten. Bueno, la que llamaba era Drina. Sigue en Nueva York, disfrutando de un increíble viaje de compras. Incluso ha comprado un montón de cosas para mí, ¿pueden creerlo? —Nos mira con los ojos abiertos como platos, pero al ver que no decimos nada, hace una mueca y continúa—: Dice que los salude de su parte, aunque ustedes ni siquiera se han molestado en devolverle el saludo. Y creo que ella se ha dado cuenta. —Nos mira con el ceño fruncido—. No obstante, volverá pronto, y me ha invitado a una fiesta genial. ¡Me muero de ganas de ir!
— ¿Cuándo es? —pregunto, aunque intento que el pánico que siento no se refleje en mi voz. Me pregunto si será el 21 de diciembre. Sin embargo, Haven se limita a sonreír antes de sacudir la cabeza.
—Lo siento, no puedo decirlo. Prometí que no lo diría.
— ¿Por qué? —preguntamos Miles y yo al unísono. —Porque se trata de una fiesta súper-exclusiva a la que solo se puede asistir con invitación, y seguro que no les apetece que los aguafiestas se pasen por allí.
— ¿Y eso es lo que somos para ti? ¿Unos aguafiestas?
Haven se encoge de hombros y da un buen trago a su bebida.
—Esta sí que es buena. —Miles sacude la cabeza—. Somos tus mejores amigos, así que estás obligada por ley a contárnoslo.
—Esto no —replica Haven—. Prometí guardar el secreto. Lo único que les hace falta saber es que estoy tan entusiasmada que podría explotar…

La miro. Está sentada frente a mí, con el rostro ruborizado a causa de una felicidad que me pone de los nervios; pero me duele muchísimo la cabeza y los ojos me escuecen una barbaridad, así que veo su aura tan mezclada con la de los demás que no puedo interpretar nada. Doy un trago de Sprite, aunque solo recuerdo que tiene vodka cuando un río de fuego líquido se desliza por mi garganta, se introduce en mi torrente sanguíneo y hace que la cabeza me dé vueltas.
— ¿Todavía estás enferma? —pregunta Haven, que me mira con expresión preocupada—. Deberías tomártelo con calma. Tal vez no lo hayas superado del todo. — ¿Superar el qué? —Entorno los párpados y doy un trago, y después otro. Mis sentidos se entumecen un poco más con cada sorbo.
— ¡La gripe de los delirios! ¿Recuerdas que te desmayaste aquel día en el instituto? Te dije que todo aquello del mareo y las náuseas era solo el principio. Prométeme que si tienes sueños me los contarás, porque son alucinantes.
— ¿Qué sueños?
— ¿No se los conté?
—No con detalles. —Doy otro trago y noto que mi mente, aunque algo aturdida, está más despejada. De pronto, las visiones, los pensamientos, los colores y los sonidos disminuyen y desaparecen.
— ¡Fueron increíbles! Y no te enfades, pero Zayn aparecía en alguno, aunque no pasaba nada entre nosotros. No eran esa clase de sueños. Él me protegía, como si luchara contra las fuerzas del mal para salvarme la vida. Muy raro, la verdad. —Se echa a reír—. Ah, y hablando del tema, Drina me ha dicho que lo ha visto en Nueva York. Miro a mi amiga con atención; mi cuerpo se ha quedado helado pese al alcohol que recorre mis venas. Sin embargo, doy otro trago y los escalofríos desaparecen, llevándose consigo el dolor y la ansiedad. Así que doy un trago más. Y luego otro. Después entorno los ojos y digo:
— ¿Por qué me cuentas eso?
Haven se limita a encogerse de hombros.

—Drina quería que lo supieras.

Harriet
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Mensaje por narrysgirl Sáb 07 Dic 2013, 6:35 am

ay zaynieeeee regresaaaaa
narrysgirl
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http://instagram.com/valeriacanul

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Mensaje por kimariie Sáb 07 Dic 2013, 7:06 am

Que que???

Drina del demonio :@

Subee :D
kimariie
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Mensaje por Anna Payne1D Sáb 07 Dic 2013, 1:28 pm

omgggggggg.. Diablos este cap ha sido tan asdfghjkl


ODIO A DRINA, ya esta.. ya lo he dicho.:(


Sigue Ely, cariño Xx

TQTQTQTQTQTQTQTQQTQ,ANNA<3
Anna Payne1D
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Mensaje por Invitado Sáb 07 Dic 2013, 6:31 pm

Drina del demonio, púdrete en el infierno :KQ: 
Ava me cae bien, sólo espero que la tonta le haga caso y acuda a ella, y estoy prácticamente muriendo con las cosas escalofriantes de Drina y su secta y lo que quiere hacer con Haven. Es muy confuso y quiero leer qué sucede. Idk, no nos hagas esperar tanto ya que esto es adictivo:(
Alakazam, aparece Zayn y salva el día.
Extraño a Rileeeeey u.u djfhkdfg.
Síguela pronto Ely, te quiero mucho enana.
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Mensaje por Anna Payne1D Dom 08 Dic 2013, 8:01 am

sigue cielo Xx
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Mensaje por Alejandra257 Dom 08 Dic 2013, 11:52 pm

SIGUELAAAAAAAAAAAAAAAA *-*
Alejandra257
Alejandra257


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Mensaje por Anna Payne1D Lun 09 Dic 2013, 12:16 pm

sigeu cariño<3
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Mensaje por Harriet Mar 10 Dic 2013, 5:06 pm

ahorita la sigo chicas, mil disculpas, estuve en semana de examenes y en estos dìas tuve que hacer muchos proyectos, contestar libros, y màs cosas para entregar y no bajar mi calificaciòn.
Harriet
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Mensaje por Harriet Mar 10 Dic 2013, 5:15 pm

✖ Capìtulo 28
La nueva yo


Después del festival, nos metemos en el coche de Haven, hacemos una parada rápida en su casa para rellenar su petaca y luego nos dirigimos a la ciudad. Aparcamos en la calle, atiborramos el parquímetro de monedas y caminamos a toda prisa por la acera con los brazos entrelazados mientras cantamos « (You Never) Call Me When You re Sober » con gritos desafinados.
Nos da un ataque de risa cada vez que alguien se ríe disimulaZaynte y sacude la cabeza al vernos. Y cuando pasamos junto a una de esas librerías new age que anuncian lecturas psíquicas, me limito a apartar la vista, emocionada por no formar parte de ese mundo ahora que el alcohol me lo ha permitido, ahora que soy libre. Atravesamos la calle en dirección a Main Beach y caminamos con cierta dificultad por delante del hotel Laguna hasta que nos dejamos caer sobre la arena con las piernas y los brazos entrelazados. Nos pasamos la petaca de uno a otro y nos lamentamos cuando acaba por vaciarse.
—¡Mierda! —murmuro. Echo la cabeza hacia atrás tanto como me es posible antes de golpear con fuerza la parte inferior y los laterales de la petaca en busca de la última gota.
—Oye, tómatelo con calma. —Miles me mira extrañado—. Échate para atrás y disfruta de la borrachera.

Sin embargo, yo no quiero echarme para atrás. Y ya estoy disfrutando de la borrachera. Lo único que quiero es asegurarme de que continúe. Ahora que mis ataduras psíquicas han desaparecido, quiero cerciorarme de que siguen así.
—¿Quieren ir a mi casa? —digo con voz ebria. Solo espero que Sabine no esté en casa y que podamos coger el vodka que sobró en Halloween para poder seguir disfrutando del pedo. Pero Haven hace un movimiento negativo con la cabeza.
—Olvídalo —dice—. Estoy muerta. Creo que voy a dejar el coche donde está y voy a volver a casa a rastras.
—¿Miles? —Lo miro con ojos suplicantes; no quiero que la fiesta termine. Es la primera vez que me siento tan ligera, tan libre, tan desahogada y normal desde… bueno, desde que Zayn se marchó.
—No puedo. —Sacude la cabeza—. Cena familiar. A las siete y media en punto. La corbata es opcional. Se requiere traje de chaqueta. —Se echa a reír y se deja caer sobre la arena. Haven se desploma en el suelo y se une a él.
—Bueno, ¿y qué pasa conmigo? ¿Qué se supone que debo hacer? —Cruzo los brazos y miro con rabia a mis amigos. No quiero que me dejen sola, pero ellos se limitan a reír y a rodar juntos por la arena sin hacerme ni caso. A la mañana siguiente, aunque me despierto bastante tarde, lo primero que pienso al abrir los ojos es: « ¡No me duele la cabeza! ». Al menos, no de la manera habitual.
Ruedo hacia un lado, busco bajo la cama y cojo la botella de vodka que dejé allí anoche. Doy un buen trago y cierro los ojos cuando el maravilloso licor entumece mi lengua y se desliza por mi garganta. Y cuando Sabine asoma la cabeza por la puerta para ver si estoy despierta, me pongo como unas castañuelas al ver que su aura ha desaparecido.
—¡Estoy despierta! —le digo al tiempo que meto la botella bajo la almohada y corro a abrazarla. Me siento impaciente por descubrir qué tipo de intercambio de energía se producirá cuando la toque, y me invade la euforia al comprobar que no siento nada. —¿No te parece que hoy es un día maravilloso? —Sonrío, aunque siento los labios algo torpes. Ella mira por la ventana antes de volver la vista hacia mí.
—Si tú lo dices… —Se encoge de hombros. Echo un vistazo a las puertas de la terraza y veo que hace un día gris, nublado y lluvioso. No obstante, no me refería al día. Me refería a mí. A la nueva yo. « La nueva y mejorada yo, sin poderes psíquicos. »
—Me recuerda a lo que sentía cuando estaba en casa. —Me quito el camisón y me meto en la ducha.

En el instante en que Miles entra en el coche, me echa un vistazo y suelta:
—¿Qué demon…? Bajo la vista para contemplar mi suéter, mi minifalda vaquera y las bailarinas, reliquias que Sabine conservó de mi antigua vida, y después lo miro con una sonrisa. —Lo siento, pero no me subo al coche de los desconocidos —me dice antes de abrir la puerta y fingir que va a salir.
—Soy yo, de verdad. Te juro por todo lo… Bueno, soy yo, créeme. —Me echo a reír—. Cierra la puerta de una vez, no quiero que te caigas y lleguemos tarde.
—No lo entiendo —dice mirándome boquiabierto—. ¿Cuándo ha pasado esto? ¿Y cómo ha pasado? Ayer mismo te pusiste prácticamente un burka y hoy… ¡es como si hubieras asaltado el armario de París Hilton! Lo miro sin pestañear. —Aunque tú tienes más clase, mucha más clase —añade. Sonrío y piso el acelerador, haciendo que las ruedas chirríen sobre el suelo empapado de la calle, pero levanto el pie del pedal al recordar que mi radar interno antipolicía ha desaparecido y al oír el grito de Miles.

—En serio, _____, ¿qué demonios te pasa? Madre mía, ¿todavía estás borracha?
—¡No! —respondo con demasiada rapidez—. Lo que pasa es que, bueno, he salido de mi concha, eso es todo. Puede que me haya mostrado un poco… tímida estos primeros… meses. —Me echo a reír—. Pero, créeme, esta soy yo de verdad —añado deseando que se lo trague.
—¿Te das cuenta de que has elegido el día más lluvioso y miserable del año para « salir de tu concha »? —Sacudo la cabeza y me adentro en el aparcamiento.
—No te haces ni la menor idea del día tan maravilloso que hace. Me recuerda a mi hogar.
Aparco en el lugar más cercano posible a la entrada y juntos corremos hacia las puertas de la verja con las mochilas sobre la cabeza a modo de paraguas. Las suelas de nuestros zapatos salpican agua sobre nuestras piernas. Cuando veo a Haven temblando bajo el alero y doy cuenta de que no tiene aura, me entran ganas de saltar de alegría.
—¿Qué narices…? —pregunta ella, que me mira de arriba abajo con los ojos desorbitados.
—Vamos, chicos, deberìan aprender a terminar las frases. —Me echo a reír.
—En serio, ¿quién eres tú? —Sigue mirándome con estupefacción. Miles suelta una carcajada, nos rodea a ambas con los brazos y nos conduce a través de la puerta mientras dice:
—No te preocupes por miss Oregón; lo que ocurre es que a ella le parece que hace un día maravilloso.
Cuando entro en clase de Lengua, siento un enorme alivio al comprobar que no puedo ver ni oír nada fuera de lo normal. Y aunque Stacia y Honor susurran sin cesar mientras contemplan con el ceño fruncido mi ropa, mis zapatos, mi pelo y la forma en que me he maquillado la cara, yo me limito a encogerme de hombros y a ocuparme de mis asuntos. Porque aunque estoy segura de que no están diciendo nada ni remotamente agradable, el hecho de no poder oír sus palabras hace que las cosas sean muy diferentes. Y cuando las pillo mirándome una vez más, les dedico una sonrisa que las asusta tanto que se dan la vuelta. Sin embargo, en la clase de Química de tercera hora, el mareo ha desaparecido casi por completo, dejando paso a un aluvión de visiones, colores y sonidos que amenaza con arrollarme. Y cuando levanto la mano para pedir permiso para salir, apenas consigo llegar a la puerta antes de derrumbarme del todo. Camino con dificultad hasta mi taquilla y giro los números de la combinación tratando de recordar cuál es la secuencia correcta. « ¿Es 24-18-12-3? ¿O 12-18-3-24? » Echo un vistazo al pasillo con los ojos llorosos y un palpitante dolor de cabeza antes de marcar la combinación 18-3-24-12. Rebusco entre un montón de libros y papeles que caen diseminados a mis pies, pero no les presto atención; lo único que quiero es recuperar la botella de agua que he escondido dentro, ansiosa por experimentar el alivio que me proporcionará su dulce contenido. Desenrosco el tapón e inclino la cabeza hacia atrás para dar un buen trago, seguido de uno más, otro y otro. Y con la esperanza de que el mareo me dure hasta después del almuerzo, doy un último sorbo. En ese momento, oigo que alguien dice:
—Espera… Sonríe, por favor. ¿No? Bueno, da igual, creo que ya la tengo.
Y contemplo horrorizada cómo se acerca Stacia con una cámara en la mano para mostrarme una imagen mía tragando vodka.
—¿Quién se habría imaginado que serías tan fotogénica? Aunque lo cierto es que pocas veces tenemos la oportunidad de verte sin capucha. —Sonríe mientras me recorre de arriba abajo con la mirada —. ¿A quién prefieres que se la envíe primero? ¿A tu madre? —Alza las cejas y se cubre la boca en una muestra de fingido horror—. Ay, lo siento, te pido disculpas. ¿Quieres que se la envíe a tu tía? ¿O a alguno de tus profesores? ¿O tal vez a todos tus profesores? ¿No? No, tienes razón, llevamos la foto directamente al despacho del director y así matamos todos los pájaros de un tiro, como se suele decir.
—Es una botella de agua —le digo antes de agacharme para recoger los libros y volver a guardarlos en la taquilla. Me esfuerzo por parecer tranquila y actuar como si no me importara, a sabiendas de que Stacia puede oler el miedo mejor que un sabueso policía bien entrenado—. Lo único que tienes es una foto mía bebiendo de una botella de agua. Menuda cosa…
—Una botella de "agua". —Se echa a reír—. Sí, claro. Un método muy original, debería añadir. Estoy segura de que eres la primera persona a la que se le ocurre echar vodka en una botella de agua. — Pone los ojos en blanco—. Por favor. Has caído tan bajo, _____… Con un simple test de alcoholemia le dirás adiós a Bay View y hola a la Academia para Perdedores y Fracasados.
La miro. Parece confiada, engreída, muy segura de sí misma, y sé que tiene todo el derecho a estarlo, porque me ha pillado con las manos en la masa. Y aunque las pruebas puedan parecer circunstanciales, ambas sabemos que no lo son.

Las dos sabemos que tiene razón.

—¿Qué es lo que quieres? —susurro al final. Doy por hecho que todo el mundo tiene un precio, así que me interesa descubrir cuál es el suyo. Durante el último año he visto y oído las imágenes y los pensamientos suficientes como para saber que eso es cierto. —Bueno, para empezar, quiero que dejes de molestarme —me dice antes de cruzar los brazos para proteger la « prueba » del delito bajo su axila.
—Pero si yo no me meto contigo… —pronuncio las palabras con cierta torpeza—. Eres tú la que se mete conmigo.
—Au contraire. —Sonríe sin dejar de mirarme con expresión sarcástica—. El mero hecho de tener que verte todos los días es una molestia. Una enorme y terrible molestia.
—¿Quieres que deje las clases de Lengua? —pregunto. Aún no he soltado la estúpida botella, y lo cierto es que no sé muy bien qué hacer con ella. Si la dejo en mi taquilla, ella se chivará y hará que la confisquen… Y si la guardo en mi mochila, lo mismo.
—Sabes que todavía me debes el vestido que me destrozaste cuando sufriste aquel ataque. « Asì que de eso se trata, de chantaje. Me alegro de haber ganado todo ese dinero en el hipódromo.» Rebusco en mi mochila y cojo el monedero, más que dispuesta a pagarle si con eso consigo acabar con todo esto de una vez.
—¿Cuánto? —le pregunto. Ella me mira con detenimiento, tratando de calcular cuánto vale la prueba que está en su posesión.
—Bueno, como ya te dije, era un vestido de marca… y no es fácil sustituirlo… así que…
—¿Cien? —Saco un billete de Ben Franklin y se lo ofrezco. Stacia pone los ojos en blanco.
—Es evidente que no tienes ni idea de lo que cuestan la ropa de moda y los complementos necesarios; tienes que mejorar esa oferta. Apunta un poco más alto, hacia algo bastante más caro —dice mientras se come con los ojos mi monedero. Pero puesto que los chantajistas tienen cierta tendencia a volver y a incrementar la cantidad de dinero solicitada en un principio, sé que es mejor acabar con este asunto ahora, antes de que la cosa llegue más lejos. Así pues, la miro y digo:
—Como ambas sabemos que compraste ese vestido en un outlet cuando ibas de camino a casa desde Palm Springs… —Sonrío al recordar lo que vi aquel día en el pasillo—… estoy dispuesta a darte lo que te costó el vestido; y, si la memoria no me falla, fueron ochenta y cinco dólares. Así las cosas, cien dólares me parece una oferta más que generosa, ¿no crees? Ella me mira de arriba abajo y sonríe mientras coge el billete para guardárselo en el bolsillo. Luego mira la botella y a mí alternativamente antes de decir con una sonrisa:

—Bueno, ¿no vas a ofrecerme un trago?
Si alguien me hubiera dicho ayer que entraría en el baño para echar un trago con Stacia Miller, jamás lo habría creído. Pero lo cierto es que fue exactamente eso lo que hice. La arrastré hacia el interior del baño para que ambas pudiéramos escondernos en un rincón y darle un par de tragos a una botella de agua llena de vodka. No hay nada como compartir las adicciones y los secretos ocultos para unir a la gente. Y cuando entró Haven y nos pilló así, abrió los ojos de par en par y dijo:
—¿Qué narices está pasando aquí? —A mí me entró un ataque de risa. Stacia la miró con los ojos entornados y balbuceó:
—Hola, chica… hip… gótica.
—¿Me he perdido algo? —preguntó mi amiga, que nos miraba con expresión recelosa—. ¿Se supone que esto debe resultar divertido? Y el hecho de ver cómo nos miraba con esa pose autoritaria, desdeñosa y seria, nos hizo reír aún más.
Tan pronto como la puerta se cerró con estruendo tras de sí, volvimos a darle a la botella. Sin embargo, encerrarse en el baño con Stacia no asegura un puesto en la mesa VIP. Y, como lo sé, decido no intentarlo siquiera y me dirijo a mi sitio habitual. Me encuentro en un estado tan ebrio, tengo la cabeza tan confusa, que tardo un momento en darme cuenta de que allí tampoco soy bienvenida. Me dejo caer en el banco, miro a Haven y a Miles con los ojos entornados y me echo a reír de repente sin ningún motivo. O al menos, sin ningún motivo para ellos. Pero, si pudieran ver la expresión de sus caras, sé que también se echarían a reír.
—¿Qué le pasa? —pregunta Miles, que levanta la vista del guión. Haven frunce el ceño. —Está loca; total y completamente loca. La he pillado en el baño con Stacia Miller, nada más y nada menos. —Miles se queda con la boca abierta y su frente se arruga de una forma que me provoca un nuevo ataque de risa. Y al ver que no paro de reír, mi amigo se inclina hacia mí, me da un pellizco en el brazo y dice:
—¡Chist! —Echa un vistazo alrededor y luego vuelve a mirarme—. En serio, _____, ¿te has vuelto loca? Por Dios, _____, desde que Zayn se marchó estás…
—Desde que Zayn se marchó… ¿qué? —Me aparto tan rápido que pierdo el equilibrio y estoy a punto de caerme del banco, pero me enderezo a tiempo para ver que Haven sacude la cabeza y sonríe con sorna—. Vamos, Miles, escúpelo ya. —Lo miro con rabia—. Y tú también, Haven, escúpelo de una vez. —Aunque en realidad me sale algo parecido a « ezcúpechlo », y no creo que ellos hayan pasado por alto ese pequeño detalle.
—¿Quieres que lo ezcupachmos de una vez? —Miles sacude la cabeza mientras Haven pone los ojos en blanco—. Bueno, seguro que nos encantaría hacerlo si supiéramos lo que eso significa. ¿Tú sabes lo que significa? —Mira a Haven.
—Suena parecido al alemán —responde ella, que me fulmina con la mirada. Adopto una expresión exasperada y me levanto para marcharme de allí, aunque no coordino muy bien los movimientos y acabo golpeándome la rodilla.
—¡Ayyy! —grito antes de dejarme caer de nuevo en el banco para cogerme la pierna. Cierro los ojos con fuerza en un intento por superar el dolor.
—Toma, bébete esto —me ordena Miles antes de ofrecerme su Vitamin Water—. Y dame las llaves, porque es evidente que no estás en condiciones de llevarme a casa.
Miles tenía razón. No estaba en condiciones de llevarlo a casa. Y ese es el motivo por el que condujo el coche él mismo. Yo fui con Sabine. Mi tía me ayuda a sentarme en el asiento del acompañante y luego rodea el coche para ocupar su sitio. Cuando pone el motor en marcha y sale del aparcamiento, sacude la cabeza, aprieta la mandíbula y me mira.
—¿Expulsada? ¿Qué has hecho para merecer el honor de que te expulsen? ¿Te importaría explicármelo, por favor? Cierro los ojos y apoyo la frente contra la ventanilla lateral; el cristal limpio me refresca la piel.
—Es solo una expulsión temporal —murmuro—. ¿Recuerdas? Conseguiste que solo fuera temporal. Y de una forma bastante impresionante, debo añadir. Ahora sé por qué ganas tanto dinero. —La miro por el rabillo del ojo en el preciso instante en que mis palabras consiguen que su rostro pase de la preocupación a la ira, dotando a sus rasgos de una expresión que yo no había visto nunca.
Y aunque sé que debería sentirme mal, avergonzada, culpable y cosas mucho peores… el hecho es que no fui yo quien le pedí que rebajara mi condena. No fui yo quien le pedí que alegara « circunstancias atenuantes ». Ni que dijera que el hecho de beber alcohol en el instituto estaba « claramente mitigado » por la gravedad de mi situación y el enorme « impacto negativo » que ha supuesto para mí la pérdida de toda mi familia. Y aunque sé que lo ha dicho con buena intención, aunque sé que mi tía cree a pies juntillas que eso es cierto, preferiría que hubiera dejado que me expulsaran.

En el momento en que me pillaron frente a mi taquilla, la borrachera se me pasó de golpe y lo ocurrido durante los días anteriores volvió a mi cabeza, como si se tratara del preestreno de una película que habría preferido no ver… y que se detiene en el momento en que olvido pedirle a Stacia que borre esa foto. Más tarde, en la oficina, descubrí que había sido Honor quien había mostrado la fotografía en su teléfono y que Stacia se había ido a casa porque se sentía mal a causa de un desafortunado caso de « intoxicación alimentaria » (aunque no antes de encargarse de que Honor le enseñara la foto al director Buckley y le explicara sus preocupaciones). Bueno, tengo que admitir que aunque sabía que me encontraba en un buen aprieto (en un enorme y descomunal aprieto de esos de « puedes estar segura de que esto figurará en tu expediente »), había una parte de mí que sentía admiración por Stacia.
Esa parte que sacudió su diminuta cabeza y pensó: « ¡Bravo! ¡Bien hecho! ».

Porque, a pesar de todos los problemas que me ha causado en el instituto y con Sabine, Stacia no solo ha cumplido su promesa de destruirme, sino que también ha conseguido embolsarse cien dólares y tener la tarde libre por las molestias. Y eso es admirable. Al menos, en un sentido sádico, calculador y siniestro.
Con todo, gracias a los esfuerzos coordinados de Stacia, Honor y el director Buckley, no tendré que ir al instituto mañana. Ni pasado mañana. Ni el día después. Lo que significa que tendré la casa para mí sola todo el día, todos los días, y podré gozar de toda la intimidad que deseo para continuar bebiendo y aumentando mi tolerancia al alcohol mientras Sabine está en el trabajo. Porque ahora que he encontrado una forma de conseguir la paz, no permitiré que nadie se interponga en mi camino.
—¿Desde cuándo pasa esto? —pregunta Sabine, que no sabe muy bien cómo plantearme las cosas, cómo manejarme—. ¿Tendré que esconder todo el alcohol de la casa? ¿Es necesario que te castigue sin salir? —Sacude la cabeza—. ¡Estoy hablando contigo, _____! ¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿Qué te pasa? ¿Quieres que busque a alguien con quien puedas hablar? Porque conozco a un gran psicólogo que está especializado en terapia contra la depresión…

Siento que me está mirando, percibo la preocupación que emana de su rostro, pero cierro los ojos y finjo estar dormida. No puedo explicarle las cosas, no puedo contarle la sórdida verdad sobre las auras, las visiones, los espíritus y los ex novios inmortales. Porque aunque contrató a una vidente para la fiesta, para ella no fue más que una broma, una especie de chiste, un toque esotérico para que la gente se divirtiera un poco.
Sabine es una mujer racional, organizada y compartimentada que opera siguiendo la más pura lógica del « blanco o negro » y que evita toda la escala de grises. Y si alguna vez fuera lo bastante estúpida como para confiar en ella, como para revelarle los auténticos secretos de mi vida, haría algo más que « buscarme a alguien con quien hablar ».

Haría que me encerraran en un manicomio.

Tal y como prometió, Sabine esconde todo el alcohol que hay en la casa antes de volver al trabajo. En cuanto sale por la puerta, bajo las escaleras y me dirijo hacia la despensa para coger todas las botellas de vodka que sobraron en la fiesta de Halloween, las mismas que mi tía guardó al fondo y olvidó por completo. Después las llevo hasta mi habitación y me tumbo en la cama, entusiasmada con la idea de pasar tres semanas sin ir a clase. Veintiún días gloriosos que se extienden ante mí como la comida ante un gato hambriento. Una semana por la suspensión temporal y dos más por las oportunas vacaciones de Navidad. Y pienso pasar cada momento, cada largo y ocioso día, atontada por el efecto del vodka. Me apoyo contra las almohadas y desenrosco el tapón, decidida a ir poco a poco. Doy un trago y espero a que el alcohol se deslice garganta abajo hasta mi estómago, se introduzca en mi riego sanguíneo y empiece a hacer efecto antes de dar otro. Nada de engullid nada de tragar con prisa; no está permitido resoplar. Tan solo un caudal pausado y constante de alcohol hasta que mi cabeza comience a despejarse y el mundo brille con más fuerza. Hasta que pueda sumergirme en un lugar mucho más feliz. Un mundo sin recuerdos. Un hogar sin pérdidas.

Una vida en la que solo « veo » lo que se supone que puedo ver.
Harriet
Harriet


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Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA - Página 12 Empty Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA

Mensaje por Harriet Mar 10 Dic 2013, 5:40 pm

✖ Capìtulo 29
Solsticio de Invierno


La mañana del 21 de diciembre, bajo las escaleras para dirigirme a la cocina. Y a pesar de que me siento mareada, tengo los ojos llorosos y estoy resacosa, disimulo a las mil maravillas a la hora de prepararme un café con tostadas, ya que quiero que Sabine se marche al trabajo creyendo que todo va bien para poder regresar a mi habitación y sumergirme en la bruma líquida.
En el preciso instante en que oigo su coche saliendo del camino de entrada, tiro los Cheerios por el sumidero y corro escaleras arriba hasta mi habitación. Saco una botella de debajo de la cama y desenrosco el tapón, anticipándome al efecto que ese líquido dulce y cálido tendrá en mis entrañas. Sé que aplacará mi dolor y hará desaparecer mis miedos y preocupaciones hasta que no quede nada. Aunque, por alguna razón, no puedo dejar de mirar el calendario que hay colgado encima de mi escritorio. La fecha atrapa mi atención, grita, saluda y me golpea, como un molesto codazo en las costillas. Así pues, me levanto y me acerco al calendario para contemplar el recuadro vacío: ninguna obligación, ninguna cita, ningún recordatorio de cumpleaños a la vista; solo las palabras SOLSTICIO DE INVIERNO escritas en letra de imprenta negra, una fecha que al editor debió de parecerle importante, pero que a mí no me dice nada. Vuelvo a tumbarme en la cama, apoyo la cabeza sobre las almohadas y doy otro largo trago de vodka.

Cierro los ojos mientras me atraviesa esa maravillosa sensación de calidez que me recorre las venas y alivia mi mente… lo mismo que solía hacer Zayn con una simple mirada. Doy otro trago, y después otro, demasiado rápido, demasiado imprudente, de forma muy distinta a como lo he practicado. Pero, ahora que he resucitado su recuerdo, solo quiero eliminarlo. De modo que continúo así, bebiendo, sorbiendo, engullendo… hasta que por fin puedo descansar, hasta que Zayn desaparece por fin.

Cuando despierto, me invade una cálida y serena sensación de amor. Como si estuviera envuelta por un dorado rayo de sol, tan a salvo, tan feliz, tan segura que deseo quedarme en ese lugar y vivir allí para siempre. Cierro los ojos con fuerza para aferrarme al momento, decidida a lograr que perdure, pero solo hasta que siento un cosquilleo en la nariz, un aleteo casi imperceptible que me hace abrir los ojos y bajarme de la cama de un salto. Me llevo la mano al pecho. Mi corazón late con tanta fuerza que puedo sentirlo bajo la palma mientras contemplo la pluma negra que alguien ha dejado sobre mi almohada. La misma pluma negra que llevaba la noche que me disfracé de María Antonieta.
La misma pluma negra que Zayn se llevó como « recuerdo ». Y en ese momento sé que él ha estado aquí. Le echo un vistazo al reloj y me pregunto cómo es posible que haya dormido tanto.
Cuando examino la habitación, veo que la pintura que había dejado en el maletero de mi coche está ahora apoyada contra la pared del fondo. Alguien la ha dejado ahí para que yo la vea. Pero en lugar da la versión de Zayn de Mujer de pelo amarillo que yo esperaba, me enfrento a la imagen de una pálida chica rubia que recorre un oscuro cañón lleno de niebla. Un cañón igual que el que aparece en mi sueño. Y, sin saber por qué, cojo mi abrigo, me pongo unas chancletas y echo a correr hasta la habitación de Sabine. Allí recupero las llaves de mi coche que ella escondió en un cajón y corro escaleras abajo hacia el garaje, sin tener ni idea de adonde voy ni por qué. Lo único que sé es que tengo que llegar allí y que lo descubriré cuando lo vea. Conduzco hacia el norte por la autopista de la costa pacífica en dirección a Laguna. Me abro camino en el embotellamiento habitual de Main Beach antes de girar en Broadway y esquivar a los peatones.

Y, en el mismo momento en que logro dejar atrás las calles atestadas, piso el acelerador y conduzco siguiendo mi instinto. Me alejo varios kilómetros del centro de la ciudad antes de cruzarme por delante de un coche que viene en dirección contraria y frenar en el aparcamiento de la reserva natural. Me guardo en el bolsillo las llaves y el teléfono móvil y salgo corriendo hacia el sendero. La niebla se extiende con rapidez, lo que hace que resulte difícil ver el camino. Y aunque hay una parte de mí que me pide que dé la vuelta y regrese a casa, me veo impulsada a seguir adelante, como si mis pies se movieran por voluntad propia y lo único que pudiera hacer fuera seguirlos. Meto las manos en los bolsillos para protegerme un poco del frío, que me hace temblar, y sigo avanzando. No sé adonde voy, no tengo ningún destino en mente. Lo sabré cuando lo vea, de igual forma que supe que debía detener el coche en este lugar. En un momento dado, me golpeo los dedos del pie con una roca y caigo al suelo gritando de dolor. Pero para cuando comienza a sonar mi teléfono móvil he logrado convertir los gritos en débiles gimoteos.
—¿Sí? —respondo mientras me esfuerzo por ponerme en pie. Respiro de manera rápida e irregular.
—¿Así es como respondes al teléfono ahora? Porque no me gusta nada…
—¿Qué pasa, Miles? —Me sacudo el polvo de la ropa y sigo bajando por el sendero, aunque esta vez con más cuidado.
—Solo quería que supieras que te estás perdiendo una fiesta bastante guay. Y puesto que todos sabemos lo mucho que te gusta la fiesta últimamente, me pareció que debía invitarte. Sin embargo, si te soy sincero, yo no me haría demasiadas ilusiones, porque en realidad es más curiosa que divertida. Tendrías que verlo; hay cientos de góticos en el cañón. Parece una convención de Dráculas o algo por el estilo.
—¿Haven está ahí? —Mi estómago se retuerce de forma involuntaria cuando pronuncio su nombre.
—Sí, está buscando a Drina. ¿Recuerdas lo del gran secreto? Bueno, pues se trata de esto. Esta chica no sabe guardar un secreto, ni siquiera uno propio.
—Creí que ya no se movían en ambientes góticos.
—Eso pensaba Haven también, pero, créeme, se ha cabreado bastante al descubrir que no se ha puesto el vestido adecuado… Acabo de llegar a la cima de una colina y veo el valle Heno de luces.
—¿Dices que estan en el cañón?
—Sí.
—Yo también. De hecho, casi he llegado —le digo mientras comienzo a bajar por el otro lado.
—Espera… ¿Estás aquí? —Sí, camino hacia la luz mientras hablamos.
—¿Has atravesado el túnel primero? Ja, ja, ¿lo pillas? —Al ver que no respondo, me pregunta—: ¿Cómo te has enterado?

« Bueno, me desperté en medio del sopor etílico cuando una pluma negra me hizo cosquillas en la nariz y descubrí una escalofriante pintura profética apoyada sobre mi pared, así que hice lo que cualquier persona mal de la cabeza habría hecho: cogí el abrigo, me puse unas chanclas y ¡salí corriendo de la casa en camisón! »

A sabiendas de que no puedo decirle eso, me limito a callarme. Lo que hace que Miles se sienta aún más intrigado.
—¿Te lo ha dicho Haven? —pregunta con evidente enfado—. Porque me juró que era al único al que se lo había contado. No te ofendas, pero aun así…
—No, Miles, te juro que ella no me lo ha dicho. Me he enterado sin más. De todas formas, casi he llegado, así que te veré en un minuto. .. Si es que no me pierdo en la niebla…
—¿Niebla? No hay niebl… Y antes de que mi amigo termine de hablar, alguien me arranca el teléfono de la mano.

Drina sonríe y dice: —Hola, _____. Ya te dije que nos veríamos de nuevo.

Harriet
Harriet


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Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA - Página 12 Empty Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA

Mensaje por Harriet Mar 10 Dic 2013, 7:09 pm

✖ Capìtulo 30
¿Truco o trato?


Sé que debería correr, gritar… hacer algo. Pero, en lugar de eso, me quedo paralizada. Mis chanclas se pegan al suelo como si hubieran echado raíces. Observo a Drina con detenimiento, preguntándome no solo cómo terminará todo esto, sino también qué tendrá ella en mente.

—El amor es cruel, ¿no te parece? —Sonríe e inclina la cabeza hacia un lado para estudiarme de arriba abajo—. Justo cuando conoces al hombre de tus sueños, a un chico que parece demasiado bueno para ser real, justo en ese momento, descubres que verdaderamente es demasiado bueno para ser real. Al menos, demasiado bueno para ti. Y después te sientes sola y miserable… Y, bueno, afrontémoslo, te pasas borracha la mayor parte del tiempo. Aunque debería decirte que he disfrutado viendo cómo te hundías en esa adicción adolescente. Tan predecible, tan… de libro de texto… ¿Sabes lo que quiero decir? Mientes, te escabulles, robas… Concentras toda tu energía en asegurarte una dosis. Y con eso solo has conseguido que mi tarea resulte mucho más fácil. Porque, con cada trago que dabas, tus defensas disminuían; debilitabas todos los estímulos, sí, pero también dejabas tu mente más vulnerable, más abierta, más fácil de manipular. Me agarra del brazo y sus afiladas uñas se clavan en mi muñeca cuando tira de mí para acercarme a ella. Y todos mis esfuerzos por liberarme son inútiles. Drina tiene una fuerza sobrehumana.
—Mortales… —Frunce los labios—. Es tan divertido provocarlos… Son unos objetivos muy fáciles. ¿Crees que he tramado todo esto para acabar tan pronto? Está claro que hay formas más sencillas de hacer algo así. Demonios, de haber querido, podría haber acabado contigo en tu habitación, mientras preparaba el escenario. Habría sido mucho más rápido y no habría malgastado tanto tiempo, pero, claro, también habría resultado mucho menos divertido para ambas, ¿no te parece?
La miro con la boca abierta mientras me fijo en su inmaculado rostro y en su perfecto vestido de noche de seda hecho a medida, que se ajusta y flota en los lugares adecuados, resaltando aún más su arrebatadora belleza. Y cuando Drina introduce los dedos en su brillante cabello cobrizo, veo el ouróboros tatuado en su muñeca. Sin embargo, tan pronto como parpadeo, el tatuaje vuelve a desvanecerse.
—Así que creías que era Zayn quien te estaba guiando hacia aquí, que era él quien te invocaba contra tu voluntad. Pues siento decepcionarte, _____, pero era yo; he sido yo quien ha tramado todo esto. Me encanta el veintiuno de diciembre, ¿a ti no? El solsticio de invierno, la noche más larga del año, la noche en que todos esos ridículos góticos se reúnen en algún cañón para celebrar una fiesta absurda. —Encoge sus elegantes hombros y el tatuaje de la muñeca empieza a aparecer y desaparecer—. Perdona mi gusto por lo melodramático, pero es que le da un toque interesante a la vida, ¿no estás de acuerdo?

Intento liberarme de nuevo, pero ella me agarra con mucha más fuerza. Sus uñas penetran en mi carne y me provocan un terrible dolor.
—Digamos que dejo que te marches. ¿Qué harías? ¿Salir corriendo? Soy mucho más rápida que tú. ¿Buscar a tu amiga? Ay, qué pena, Haven ni siquiera está aquí. Parece que la he enviado a la fiesta equivocada, al cañón equivocado. Se pasea por ahí mientras hablamos, abriéndose paso a empujones y codazos entre centenares de aspirantes a vampiros, buscándome. —Sonríe mientras me recorre con la mirada—. Y parece que nuestra invitada de honor está aquí.
—¿Qué es lo que quieres? —pregunto. Tenso la mandíbula cuando ella aprieta la mano aún más. Los huesos de mi muñeca ceden y se parten, se aplastan unos contra otros provocándome un dolor insufrible.
—No me metas prisa. —Me mira con los ojos verdes entornados—. Todo a su debido tiempo. ¿Dónde estábamos antes de que me interrumpieras? Ah, sí, hablábamos de ti, de cómo has acabado aquí y de que las cosas no han resultado ser lo que esperabas, ¿no es así? Y, a decir verdad, me da la impresión de que jamás fueron, son ni serán como lo esperas. Verás, Zayn y yo nos conocemos desde hace muchísimo tiempo. Yo le hablo, y le hablo, y le hablo, y le hablo… bueno, ya te haces una idea. Y, sin embargo, a pesar de todos los años que hemos pasado juntos, a pesar de nuestra longevidad, tú sigues apareciendo e interponiéndote en mi camino. Bajo la vista al suelo y me pregunto cómo he podido ser tan estúpida, tan ingenua. Nada de esto guardaba relación con Haven… solo conmigo.
—Vamos, no seas tan dura contigo misma. No es la primera vez que cometes este error. He sido la responsable de tu muerte… Hummm, ¿cuántas veces? —Se encoge de hombros—. Bueno, supongo que he perdido la cuenta.

Y de pronto recuerdo lo que dijo Zayn en el aparcamiento respecto a que no podría soportar perderme de nuevo. Sin embargo, cuando miro a Drina y veo que su rostro se endurece, despejo mi mente de semejantes pensamientos, a sabiendas de que ella puede leerlos. Camina a mi alrededor y me retuerce el brazo, obligándome a girar en círculos. Luego chasquea la lengua.
—Vamos a ver, si la memoria no me falla, y nunca lo hace, las últimas veces jugamos a un jueguecito llamado « Truco o trato ». Y creo que lo más justo es decirte sin rodeos que no saliste muy bien parada. Aun así, parece que nunca te cansas, así que quizá quieras intentarlo de nuevo. ¿Quieres? Me limito a mirarla. Me siento mareada por los giros, el alcohol residual que aún me corre por las venas y esa amenaza velada.
—¿Has visto alguna vez cómo el gato mata al ratón? —Sonríe. Sus ojos resplandecen mientras su lengua serpentea entre sus labios—. ¿Cómo juguetea con la pobre y patética presa durante un buen rato antes de aburrirse y finalizar el trabajo?
Cierro los ojos. No deseo oír nada más. Si está tan decidida a matarme, ¿por qué no se da prisa y acaba de una vez?
—Bueno, eso sería "trato", al menos para mí. —Se echa a reír—. ¿Y el "truco"? ¿No sientes curiosidad por saber cuál es el truco? —Al ver que no respondo, suspira—. Bueno, eres un poco aburrida, la verdad. Aunque creo que voy a decírtelo de todas formas. Verás, el truco está en que voy a… fingir que te dejo marchar. Me quedaré atrás y observaré cómo corres en círculos para tratar de escapar, hasta que al final te agotes y yo pueda proceder con el « trato ». Así que ¿qué va a ser? ¿Una muerte lenta? ¿O una muerte agonizantemente lenta? Venga, decídete ya, ¡el tiempo corre!
—¿Por qué quieres matarme? —La miro a los ojos—. ¿Por qué no me dejas en paz? Zayn y yo ya no salimos juntos, ¡hace semanas que no lo veo!

Drina se echa a reír.
—No es nada personal, _____. Pero parece que Zayn y yo siempre nos llevamos mejor una vez que tú… has sido eliminada.

Y aunque pensé que deseaba una muerte rápida, he cambiado de opinión. Me niego a rendirme sin luchar. Incluso si estoy destinada a perder.  Ella sacude la cabeza y me mira con la decepción pintada en el rostro.
—Que así sea. Has elegido truco, ¿verdad? —Mueve la cabeza con aire exasperado—. Bien, en ese caso… ¡Corre!
Me suelta el brazo y huyo a través del cañón. Sé que lo más seguro es que nada pueda salvarme, pero tengo que intentarlo de todas formas. Me aparto el cabello de los ojos mientras corro a ciegas a través de la niebla con la esperanza de localizar el sendero y volver a donde empecé. Siento los pulmones a punto de explotar; las chanclas se rompen y abandonan mis pies, pero sigo corriendo. Sigo corriendo, a pesar de que las gélidas piedras me hacen cortes en las plantas. Sigo corriendo, aunque siento un dolor abrasador en las costillas. Sigo corriendo más allá de los árboles, cuyas afiladas ramas desgarran mi chaqueta antes de arrancármela. Sigo corriendo para salvar la vida… aunque ni siquiera sé si merece la pena seguir viviendo. Y mientras corro, recuerdo otra ocasión en la que corrí de esta manera. Pero, al igual que en mi sueño, no tengo ni la menor idea de cómo termina. En el preciso instante en que llego al borde del claro que conduce al sendero, Drina aparece de entre la niebla y se sitúa delante de mí. Y aunque trato de esquivarla y de dejarla atrás, ella levanta una de sus piernas y me « ayuda » a caer de bruces. Estoy en el suelo, parpadeando sobre un charco de mi propia sangre, oyendo la risa sarcástica de Drina. Y cuando me toco con cuidado la cara y mi nariz se tuerce hacia un lado, descubro que la tengo fracturada. Me esfuerzo por ponerme en pie, escupo las piedras que tengo en la boca y me encojo de miedo al ver que también sale un chorro de sangre y dientes rotos. Observo a Drina mientras ella sacude la cabeza y dice:
—Vaya, tienes un aspecto horrible, _____. —Hace una mueca de asco—. Realmente horrible. No entiendo qué vio Zayn en ti.
El dolor atormenta mi cuerpo, mi respiración se ha convertido en jadeos superficiales e irregulares, y tengo la boca llena de sangre, que deja en mi lengua un sabor amargo y metálico.
—Bueno, supongo que querrás saber todos los detalles, aunque no los recordarás la próxima vez. De todos modos, siempre es divertido ver la expresión horrorizada de tu rostro cuando te los explico. —Se echa a reír—. No sé por qué, pero por alguna razón jamás me canso de este episodio en particular, sin importar las veces que se repita. Además, para serte sincera, tengo que admitir que me proporciona un inmenso y prolongado placer. Algo así como los preliminares del sexo, aunque por supuesto tú no sabes nada sobre eso. Con todas las veces que has vivido y siempre mueres virgen… Si no fuera tan divertido, me daría hasta pena. —Da un resoplido—. Veamos… ¿por dónde empezamos? ¿Por dónde empezamos? … —Me mira con los labios fruncidos mientras sus uñas perfectas pintadas de rojo tamborilean a los lados de sus caderas—. Vale, como ya sabes, soy yo la que sacó la pintura de tu maletero. Vamos, ¿tú como la mujer de pelo amarillo? No-lo-creo. Y, entre tú y yo, Picasso se habría puesto furioso. Aun así, lo amo. A Zayn, quiero decir; no a ese viejo pintor muerto. —Ríe con ganas—. Veamos… también fui yo quien dejó la pluma. —Pone los ojos en blanco—. Zayn puede llegar a ser tan… sensiblero. Ah, llegué a implantar incluso ese sueño en tu cabeza. ¿Qué te han parecido tantos meses de visiones proféticas? Y no, no voy a explicarte todos los « cómo » y los « por qué », ya que eso nos llevaría demasiado tiempo y, además, carece de importancia en el lugar al que vas a ir. Es una pena que no murieras en aquel accidente, porque nos habrías ahorrado a ambas muchos problemas. ¿Te haces una idea de cuánto daño has causado? Evangeline ha muerto por tu culpa y Haven… bueno, mira lo cerca que estuvo. Eres muy egoísta, _____.

Se queda mirándome, pero yo me niego a responder. Me pregunto si eso puede calificarse como una admisión de culpabilidad. Drina suelta una carcajada.
—Bueno, estás a punto de morir, de modo que sí, no me perjudicará en nada confesar. —Levanta la mano derecha como si estuviese haciendo un juramento solemne—. Yo, Drina Magdalena Malik… — Me mira con una ceja enarcada cuando pronuncia la última parte—… admito haber eliminado a Evangeline, también conocida como June Porter, quien por cierto no aportaba nada y no hacía más que ocupar espacio, así que su pérdida no es tan lamentable como crees. Necesitaba quitarla de en medio para poder tener acceso a Haven. —Sonríe mientras me recorre con la mirada de la cabeza a los pies—. Sí, tal y como sospechas, te robé a propósito a tu amiga Haven. Algo que me resulta muy fácil de hacer con aquellos perdidos e indeseados que buscan atención con tanta desesperación que están dispuestos a hacer casi cualquier cosa por alguien que les dedica un poco de su tiempo al día. Y sí, yo la convencí para que se hiciera ese tatuaje que estuvo a punto de matarla, pero solo porque no lograba decidir si debía matarla sin más o matarla para poder traerla de vuelta y convertirla en inmortal. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tuve un acólito y debo decir que lo he disfrutado mucho. No obstante, la indecisión siempre ha sido una de mis debilidades. Cuando tienes tantas opciones para elegir y una eternidad para ver cómo se desarrollan, bueno, es difícil no volverse avariciosa y desear elegirlas todas. —Esboza una sonrisa, como una niña que solo está siendo un poco traviesa—. No obstante, esperé demasiado tiempo, así que Zayn intervino (como el bobo altruista que es) y, bueno, ya conoces el resto. Ah, y fui yo quien consiguió el papel para Miles en Hairspray. Aunque, para ser justa, debo admitir que es probable que lo hubiera conseguido sin mi ayuda, porque el chico tiene mucho, mucho talento. Con todo, no podía correr riesgos, así que me colé en la cabeza del director e hice que votara en su favor. Ah, ¿y lo de Sabine y Jeff? Cosa mía. Sin embargo, me salió muy bien, ¿no te parece? Imagina a tu inteligente, exitosa y práctica tía enamorada de ese fracasado. —Suelta una risotada—. Patético, aunque también bastante divertido, ¿verdad?

« Pero ¿por qué? ¿Por qué haces esto? », pienso.

No puedo hablar, ya que he perdido la mayor parte de los dientes y me estoy ahogando con mi propia sangre, pero sé que no es necesario, que ella puede leerme los pensamientos. « ¿Por qué metiste en esto a los demás? ¿Por qué no me perseguiste solo a mí? »
—Quería mostrarte lo solitaria que puede llegar a ser la vida. Quería demostrarte lo fácil que le resulta a la gente abandonarte por algo mejor, más excitante. Estás sola, _____. Sola y abandonada. Nadie te quiere. Tienes una vida tan patética que no merece la pena vivirla. Así que, como puedes ver, te estoy haciendo un favor. —Sonríe—. Aunque estoy segura de que no me lo agradecerás. La miro y me pregunto cómo es posible que alguien tan increíblemente hermoso pueda ser tan feo por dentro. Luego la miro a los ojos y doy un pequeño paso atrás con la esperanza de que ella no se dé cuenta. « Ni siquiera estoy con Zayn ya. Rompimos hace mucho tiempo, así que ¿por qué no vas a buscarlo? Podemos tomar caminos separados y olvidar que esto ha ocurrido », pienso, deseando distraerla. Drina ríe y pone los ojos en blanco.
—Créeme, tú eres la única que olvidará que esto ha ocurrido. Además, en realidad, no es tan sencillo. No tienes ni idea de cómo funciona esto, ¿verdad? Ahí me ha pillado. —Verás, Zayn es mío. Y siempre será mío. Pero, por desgracia, sigues apareciendo por aquí, en tu estúpido, aburrido y repetitivo ciclo de reencarnaciones. Y puesto que insistes en hacerlo, mi trabajo consiste en descubrir tu paradero y matarte cada una de las veces. —Avanza un paso hacia mí mientras yo doy un nuevo paso atrás. La ensangrentada planta de mi pie se apoya sobre una roca afilada y cierro los ojos, presa de un dolor insoportable.
—Así que crees que eso duele… —Se echa a reír—. Pues espera y verás… Echo un vistazo al cañón; mis ojos se mueven frenéticamente buscando una salida, alguna vía de escape.
Doy otro paso atrás y caigo al suelo de nuevo. Mi mano rastrea la tierra y mis dedos topan con una roca afilada que le arrojo a Drina a la cara. Le acierto de lleno en la mandíbula y le arranco un trozo de carne de la mejilla. Ella suelta una risotada. El agujero de su rostro chorrea sangre y revela que le faltan dos dientes. Luego contemplo horrorizada cómo se cierra la herida, devolviéndole su belleza sin mácula.
—Ya estamos otra vez… —Suspira—. Venga, intenta algo nuevo; veamos si puedes divertirme, para variar.

Está de pie delante de mí, con las manos en las caderas y las cejas enarcadas, pero yo me niego a huir. Me niego a ser quien haga el siguiente movimiento. Me niego a darle la satisfacción de embarcarme en otra carrera de tontos. Además, todo lo que ha dicho es cierto. Mi vida no es más que un espantoso y solitario enredo. Y todas las personas que me rodean lo sufren también. La observo mientras se acerca a mí sonriendo de antemano y sé que mi fin está cerca. Así que cierro los ojos y recuerdo lo que tuvo lugar justo antes del accidente. En aquella época, era una chica feliz y saludable, rodeada de mi familia. Lo imagino con tanta viveza que siento la calidez del cuero de los asientos bajo las piernas desnudas; siento la cola de Buttercup contra mi muslo, oigo a Riley cantando a voz en grito con una voz desafinada. Veo que mi madre sonríe cuando se gira en su asiento y que extiende el brazo para darle unas palmaditas a Riley en la rodilla. Veo los ojos de mi padre, que nos observan a través del espejo retrovisor; veo su sonrisa tolerante, amable y divertida. Me aferró a ese momento, lo protejo en mi mente; experimento las sensaciones, las emociones, y percibo los aromas y los sonidos como si estuviese allí. Deseo que eso sea lo último que vea antes de morir, deseo revivir la última vez que fui del todo feliz. Y justo en el instante en que estoy tan absorta en mi visión que es como si estuviera allí de verdad, oigo la exclamación ahogada de Drina.
—¿Qué demonios está pasando?

Abro los ojos y contemplo la conmoción que revela su rostro. Recorre mi cuerpo con la mirada boquiabierta. Bajo la vista y descubro que mi camisón ya no está desgarrado, que mis pies ya no están cubiertos de sangre y que mis rodillas ya no están despellejadas. Y cuando muevo la lengua en el interior de la boca, me sorprendo al notar todos los dientes. Alzo la mano hasta mi nariz y veo que mi rostro también ha sanado. Aunque no tengo ni la menor idea de qué significa todo esto, sé que tengo que actuar con rapidez, antes de que sea demasiado tarde. Me acerco a Drina mientras ella retrocede con los ojos abiertos de par en par en una expresión atónita, aunque no sé qué consecuencias traerá el siguiente paso, ni el que viene después. Lo único que sé es que se me está acabando el tiempo, así que avanzo más deprisa y le digo:

—Oye, Drina, ¿truco o trato?


Harriet
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Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA - Página 12 Empty Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA

Mensaje por kimariie Mar 10 Dic 2013, 8:31 pm

O.o ohh por Dios

Pero que ah pasado/? Subeee
kimariie
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Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA - Página 12 Empty Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA

Mensaje por Harriet Mar 10 Dic 2013, 8:53 pm

narrysgirl escribió:ay zaynieeeee regresaaaaa

ntp, el tiene que volver:)
Harriet
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Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA - Página 12 Empty Re: Los Inmortales [Zayn Malik y Tú] TERMINADA

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