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The American Dream | Novela Colectiva
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: The American Dream | Novela Colectiva
sofi pusiste prolongado :c
#enhonoravirginidad,trasuma,campo,camerino,naranga.
#enhonoravirginidad,trasuma,campo,camerino,naranga.
hemmo.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
LALI JAJAAJAJJAJAJ ME MEO
tu firma se pasa en tierna y son sólo dos fotos:c
tu firma se pasa en tierna y son sólo dos fotos:c
hood.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
Nadie comenta, desde ayer ;______;
Y y y omg falta tan poco para el capítulo de Ginny ;_; mañana terminare mis fichas :c
Y y y omg falta tan poco para el capítulo de Ginny ;_; mañana terminare mis fichas :c
irwin.
Re: The American Dream | Novela Colectiva
Y ni lo he empezado aunque ya sé como será kajsdnajndjas y me saldrá largo e.e o eso pienso yo
CAMAAAAAAAAAAAAAA
Atenea.
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Re: The American Dream | Novela Colectiva
Les aviso que el capi de hoy se viene tarde así que preparen sus cafés.
Invitado
Invitado
Re: The American Dream | Novela Colectiva
JAJAJAJAJAJAJAJA, llevo 3000 palabras voy por la mitad, pero la inspo me agarro así que lo termino lo más rápido que pueda e.e
Yo me acabo de terminar mi chocolatito caliente
Atenea.
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Re: The American Dream | Novela Colectiva
Capítulo 001-Parte 1.
✖Codes by Kitty Sykes.
→by Gina
→Lorreine Jenkins | Lysandro Hardiggan | Aidan Anderson | Camille Wright | Anastasia Quinn | Chris Cartairs | Terrence Timothy | Jenna Fox
La peli negra estaba agotada de tanto caminar. Se suponer que su día debía de ser de los mejores, y por supuesto, su madre debía llegar para arruinar toda felicidad suya. ¿Por qué cambiaron las cosas? Louise no era así, ella una vez fue su mejor amiga, su confidente… nunca supo el porqué del distanciamiento que su madre añadió a su relación.
Hace un par de semanas fue que se había postulado para las audiciones de The American Dream, y después de haber recibido su carta de aceptación, todo estaba listo: tenía sus maletas consigo –segura de que quedaría dentro-, dinero, y cosas que llegase a necesitar en su estadía. Se suponía que su madre era quién la dejaría en las instalaciones, pero a último minuto, decidió que no la dejaría, por lo cual, Lorreine tuvo que venirse caminando... y no solo fueron un par de cuadras las que recorrió –bueno, fuera eso-, tuvo que caminar veinte cuadras. Y créanme cuando les digo que no es bueno caminar con tres maletas y con unos tacos puestos, claro que para Lorreine también era lo mismo, pero para ella, primero muerta que sencilla.
Y la oji café no tendría por qué haber recurrido a su madre, si Carlos hubiese estado presente, pero su padrastro no lo estaba desde hace seis meses, y lo extrañaba demasiado para su gusto. No era lo mismo hablar con él por teléfono o por video llamadas a tenerlo enfrente y abrazarlo. La joven Jenkins cogió su medallón que llevaba consigo siempre…, Carlos se lo había dado el día en el que este se había marchado, la peli negra recordó la última conversación que tuvieron en persona, frente a frente:
‹‹ − Princesa –la llamo su padrastro mientras la sostenía entre sus brazos-, no estés así, me parte el corazón verte triste. Un año pasa rápido, cariño… cuando menos te des cuenta estaré de regreso, tenlo por seguro.
− Papa… eso dices tú –respondió la oji miel de Lorreine con la vos ahogada; le dolía separarse de él hombre que la crió y le dolía más el hecho de que no lo vería por un año-, será un martirio estar un año completo sin ti.
− Para mí también serpa un martirio estar sin mi pequeña ¿lo sabes no? –Comento logrando robarle una sonrisa a su hija de dieciséis años- Eres lo más importante para mí, Lore, jamás lo olvides.
− Lo sé… y tú lo eres para mí, pero sabes cómo están las cosas con mama y…
− Si, Lorreine, sé que la situación con tu madre se ha vuelto algo tediosa para ti, pero… ¿Cuál es la frase que siempre te repito todas las noches?
− Haz oídos sordos a los malos comentarios, y siempre con la frente en alto.
− Esa es mi pequeña. ››
Y siempre que recordaba el día de su partida, su corazón se estrujaba; lo extrañaba, realmente lo hacía. Las cosas con su madre parecían empeorar con el transcurso de los días, eran completas extrañas la una a la otra. La única persona que conocía a Lorreine Jenkins como verdaderamente era -con todos sus defectos y secretos incluidos-, era su padrastro, Carlos y su mejor y único amigo de toda la vida: Nathan. Persona con la cual se suponía que se encontraría en la entrada del edificio. Juntos habían planeado todo para su audición, la cual se llevó a cabo hace un par de semana, y su para su ingreso en el instituto TAD el cual era este día, pero no veía aquella cabellera negra tan conocida para ella por ningún lado…, desde un principio sospechaba el hecho de que su fiel y amado amigo llegaría impuntual, tan característico de él.
Lorreine recordaba aquella carta que le habían enviado hace una semana, le venían a la mente aquellas palabras escritas en ese papel, las cuales decían y daban certeza al hecho de que había sido aceptada para el instituto y que debía preparar sus maletas para llegar y pertenecer al alumnado de la escuela; junto con esa hoja tamaño carta, rememoraba todas las sensaciones que vivió durante aquella audición: el nerviosismo, la frustración, la desesperación y excitación. Y con aquella carta y su contenido, logrando cambiar el destino de su vida, tal vez para mal o tal vez para bien, eso lo sabría durante el transcurso de los siguientes doce meses.
Dándose por vencida con el hecho de no localizar a su mejor amiga, agarro sus tres maletas –como pudo- y se dispuso caminar hacia el edificio alto, de un color crema, con las palabras “The American Dream” variando de colores entre el blanco, azul y rojo, por encima de la construcción y de un tamaño que lograría llamar la atención de cualquiera a unos quinientos metros.
‹‹ Vaya que se esforzaron en llamar la atención –pensó la oji castaña-. Da igual, lo que llamará la atención de aquí no será precisamente la fachada del lugar. ››
Justo al pasar por las puertas de cristal de la entrada, una de sus maletas se resbalo de sus manos, y la oji café ni cuenta de aquello, hasta que estaba pasando la tercera puerta de madera de caoba bien pulida fue que sintió como la carga que llevaba había disminuido. Y detuvo su paso al darse cuenta del porqué de que ahora caminaba con menos peso. Dio medio vuelta, pero antes de dar un paso hacia el frente, alguien la detuvo.
− Creo que esto es tuyo –pronuncio un chico con identidad desconocida para ella.
Y no puso atención a las palabras que habían desprendido de los labios del cobrizo que se encontraba en frente suyo. El susodicho portaba unos jeans obscuros, unas vans blancas y una camisa blanca con un suéter encima de esta de un color celeste, el cual resaltaba las pupilas de sus ojos; eran de un color azul tan atrapante que la peli negra dejo de pensar y se mantuvo viéndolo fijamente a él, al igual que este a ella.
Y la conexión se pierdo gracias a que un joven de cabellera negra choco el hombro con el oji azul, para después colocarse a un lado de la peli negra. Al instante esta volteo la mirada, sintiendo arder sus mejillas y reconociendo perfectamente al causante de que dejara de ver con cara de boba a un chico completamente desconocido para ella.
‹‹ Vale aclarar, que es demasiado guapo como para no verlo –pensó mientras miraba de reojo al chico que le devolvió la maleta que se le había caído anteriormente-. ››
− Pensé que no te encontraría –hablo el peli negro que acababa de llegar a su lado-, Lore. Entre toda esta manada de corrientes, no te localizaba.
− ¿En serio? –Pregunto con incredulidad la peli negra, puesto que sabía las verdaderas razones del porqué su amiga no la encontraba- A mí no me engañas, Nat… sé muy bien que no me encontrabas por el hecho de que acabas de llegar ¿cierto?
− Ya va, ¿tan rápido te amargaste? Creo que necesitas un faje hoy o mañana –comento burlón al ver como la cara de su mejor amiga se tornaba de un tono rojizo; sabía que estaba más que enojada-, no creo soportar tu humor todo el tiempo que llevemos aquí.
− Sí que sigues siendo un completo estúpido, Nathan –señalo la joven Jenkins rodando los ojos-. Nos vemos luego, búscame cuando ya hayas madurado…
− Creo que eso tardara demasiados años, Lorreine… ¿tú que sigues viendo? –Pregunto hacia el cobrizo que aún seguía parado en el mismo lugar de antes, solo que ahora llevaba una sonrisa burlesca debido a la grata conversación que presencio por parte del par de amigos que tenía en frente.
‹‹ Vaya inicio de mañana –pensó el oji azul-. ››
− Nada… solo quería recordar el rostro de quienes serían mis nuevos compañeros –indago con algo de confianza y sarcasmo, la cual no sabía de donde saco-. Un placer, Lorreine –añadió hacia la oji café y despidiéndose de ambos con un asentimiento de la cabeza-.
El oji azul cogió el par de maletas que había dejado a lado del marco de un puerta de madera gruesa y bien pulida y siguió el rumbo de su camino, el cual había desviado para comentarle a aquella chica antes desconocida, el hecho de que había dejado tirada una de sus maletas. Y cuan agradecido estaba de haber hecho tal acto, ya que, pudo conocer el rostro de aquella jovencita y el nombre de esta; Lorreine… un nombre que no se le olvidaría por mucho tiempo, mucho menos por el simple hecho de que vivirían en el mismo lugar, aunque en habitaciones separadas, y…
‹‹ Lysandro –se regañó mentalmente el cobrizo-, estas adelantando mucho las cosas, apenas y sabes su nombre, si me viera, Tessa… ››
− ¿Qué piensas hermanito?
− Dos cosas: ya te dije que no te aparezcas de la nada, Tess; y… no me digas “hermanito”.
− Vaya –comento con una fingida cara de sorpresa la castaña-, ¿tan rápido te amargaste?
− Teresa…
− Ya, ya… tranquilo, Lys. Pero quita esa cara, que parece como si alguien te hubiera metido una patada el tu trasero y…
− Esa boca –apunto con seriedad, Lysandro, terminando con las comisuras de sus labios elevadas-, empieza a medir tus palabras, Tessa.
− ¿Ahora me darás clases de cómo debo usar mi vocabulario? Como si tú no las dijeras, Lysandro.
− Tal vez, pero no enfrente de ti.
− ¿Con quién las usas? ¿Con las novias que te llegas a fajar?
− ¡Teresa!
− Gruñón. Nos vemos después de que se te quite el humor de Grinch, Lys.
El castaño cada día se preguntaba cuándo fue que su hermana había crecido tanto, cuándo había dejado de ser una niña ante sus ojos y convertirse en una pequeña mujer… porque si, para Lysandro, su hermana no contaba como mujer, al menos no para sus ojos.
Y mientras el oji azul recorría los pasillos de la deslumbrante y prestigiosa escuela-academia a la cual ya formaba parte, comenzaba a recordar el sobre que le había llegado hace una semana, la cual causo dos reacciones en él: sorpresa, por el pequeño hecho de que no era de las personas que recibían una carta uno que otro día; y felicidad, por el simple hecho que había logrado ingresar a ese instituto. También había sentido alegría por la coincidencia tan grata de que a su hermana le había llegado la misma carta…, ambos habían sido seleccionados para ser parte del alumnado; ninguno podía dejar de sentirse como en una nube flotando. Y es que para Lysandro esto aún era un sueño… jamás se le cruzo por la mente la opción de que podrían llegar a escogerlo. Lo único que había faltado aquel día lleno de alegría y felicidad, fue la presencia de sus padres, pero hacía un par de años que aquello no se daba, y si debíamos ser sinceros, el joven oji azul lo extrañaba demasiado, cada día un poco más. Aún no lograba superar por completo la muerte de estos… aún no se borraban de su mente las escenas de aquella trágica noche para muchos, pero una noche de sentencia para él. Había matado a un hombre –por accidente, claro- y no había logrado salvar a sus padres… ¿Por qué seguía vivo?
‹‹ Así –pensó con sarcasmo-, porque debo cuidar de mi hermana, y porque merezco el dolor desde aquella estúpida noche. ››
Sí, una de las consecuencias de aquella noche llena de tragedias, es el mero hecho de que Lysandro no dejaba de sentirse culpable. Muchos le decían que no lo era, muchos le decían que no tenía que sentirse de esa manera cuando hizo lo que estuvo a su alcance aquella noche, pero ellos no pensaban como el oji azul, ellos no actuaban como Lysandro y ellos no sabían cómo se sentía desde entonces.
Pero algo le decía que su vida iba a cambiar de ahora en adelante.
‹‹ Deja de lamentarte –se dijo a sí mismo- y aprovecha de la oportunidad que te están dando… las cosas no pasan dos veces del mismo modo. ››
Y se preguntaba, si volvería a ver a la oji café de hace unos momentos.
Dejo de darle vueltas a su cabeza para concentrarse en el camino hacia la oficina principal del instituto, para así darle a conocer sus horarios correspondientes y su habitación designada a él… lo único que deseaba era el no compartir espacio con nadie más que con sus cosas y con el aire de su alrededor.
Pero antes de siquiera tocar la puerta para anunciarse a sí mismo, un chico de su edad, de piel morena y con rasgos maduros, salió hecho una feria de la oficina de los directores del lugar; sí, no solo era un director, ahora serían dos… como si a cualquier adolescente le agradece la idea de soportar a otro cascarrabias que intente arruinar su vida. Se adentró a la oficina y cerró la puerta tras de sí, no sin antes darle un último vistazo al chico que estaba como una locomotora: echando humo por doquier.
El moreno avanzaba con pasos largos y firmes, con la mandíbula tensada debido a lo malhumorado que se encontraba en estos momentos.
‹‹ ¿Compartir habitación? –Pensó el moreno completamente irritado- ¿me están jodiendo con eso? Ni siquiera llegue a compartir habitación cuando bebe con mi hermana… mucho menos lo haré con un par de completos desconocidos para mí. ››
Si, nada que ver con el Aidan de hace un par de años. El moreno padecía casi la misma situación por la que pasaba Lysandro, aunque ambos no se conociesen. Los dos habían perdido a sus padres, uno antes que el otro, pero al final viene siendo lo mismo. El oji miel y el oji azul habían cambiado por completo, no eran las personas felices que solían ser antes de las tragedias que ocurrieron a su alrededor, pero había algo… más bien alguien, que los mantenía en flote; sus hermanas. Aunque no fuese ninguno de los dos el mejor hermano del mundo, sabían que no podrías echar a perder más su vida por el hecho de que sus pequeñas mujeres aún dependían de ellos dos, cada uno por su parte.
El joven de tez morena no sabía cómo debió de haber actuado ni las consecuencias que probablemente podrían ocurrir debido a su mal comportamiento y lo ridículo que seguramente llego haberse visto saliendo como un pequeño bebe de papa al cual no le cumplían sus caprichos… aunque en parte su mal humor se debía a eso. Pero no solo era que no había logrado su cometido: que lo dejasen solo a él en una habitación; si no el tener que compartir el mismo espacio con dos o tres personas más…, le aborrecía la idea. No quería conocer gente nueva, no vino a este lugar para hacer nuevos amigos, si no para destruir a la competencia y ser el mejor de todos aquí dentro.
Si, tal vez era un tanto alejado con las personas, y no era del tipo de persona que le gustase socializar con los demás, ni siquiera era de los que hablasen a cada rato, o del tipo de gente con hiperactividad que estuviese moviéndose como si lo hubiesen inyectado adrenalina en todo su organismo.
No, Aidan era todo lo contrario a aquel tipo de personas. Se mantenía alejado de las personas para no conocerlas, no socializaba con cualquiera porque no le agradaban las pláticas de los demás, no era hiperactivo, ya que, le gustaba la calma y la serenidad; tal vez por eso él y su hermana eran como el agua y el aceite, tan diferentes, pero a la vez como la uña con la mugre… se conocían a la perfección el uno al otro. Cualquiera de los dos podría adivinar el siguiente movimiento del otro, y estaban ahí para protegerse las espaldas mutuamente… aunque las cosas aún estaban volviendo a su cauce debido a la tragedia de aquella mañana al regresar a su hogar el par de hermanos.
Aidan era de aquellos de mente cerrada, por lo cual, no era de su agrado el hecho que estando aquí, aun siendo uno de los que tenía tanto dinero, le llegaran con la ridiculez de compartir habitación con los demás, con el típico pretexto de extender la armonía entre todos nosotros.
‹‹ ¿Acaso los directores siempre dicen puras estupideces? –Pensó- Ya sabía yo que esto no sería tan diferente a la escuela. ››
Le tenía que dar las gracias a su hermana; Madison, por el hecho de que fue la idea de la castaña el audicionar para ingresar a este proyecto. Acepto postularse y realizar su audición correspondiente, pero jamás pensó que realmente lo aceptaran y le dieran un lugar en este lugar, era lo último que había pasado por su remonta mente en aquellos momentos. Toda esperanza de haber quedado fuera de toda esta ridiculez, se vino abajo hace una semana, cuando había salido fuera de la casa en donde vivía junto con su hermana, para recoger el correo que les había llegado aquella mañana. Un cara de sorpresa e irritada contra una cara llena de felicidad e ilusión… ¿a qué adivinan de quien era cada cara? Todo ese día no dejaba de pensar en lo que se había metido, claro, jamás le contó esta verdad a su hermana, puesto que lo último que deseaba en este mundo, era decepcionarla… otra vez; suficiente tuvo con ver la decepción y tristeza en la cara de su pequeña castaña meses atrás cuando él se encontraba internado en un centro de rehabilitación. Juro por su propia vida que no volvería a defraudarla, aunque eso significará tener que soportar a un grupo de personas que no fueran de su completo agrado por todo un año… eso si es que no lo expulsaban antes de que terminará ese periodo.
‹‹ Tonterías –pensó-. ››
Peor había algo con la cual si tendría que estar agradecido con su hermana –aunque jamás se lo diría personalmente-, y era el hecho de que gracias a la insistencia de esta por hacer la audición, el moreno pudo descubrir lo que lo motivaba: cantar; tal vez suene gay, pero se sentía bien consigo mismo cuando entonaba estrofas o una canción completo, y lo disfrutaría lo que durara entando dentro del instituto, y dando lo mejor de sí mismo para lograr ser de los mejores… por él, por su hermana, y por el par de personas que seguramente lo estaban viendo desde lo más alto del cielo.
Con su humor un poco más calmado, decidió regresar hacia la oficina principal para disculparse por su comportamiento inmaduro y su reacción; Aidan era orgulloso, pero sabía reconocer cuando metía la pata y disculparse de sus errores y/o atrevimientos. Así que debatiéndose mentalmente si regresar o no, hizo caso a lo primero, giro sobre sus talones, pero en el acto choco con otra persona que venía caminando y en su propio mundo. Ambos perdieron el equilibrio y cayeron con su trasero sobre la cerámica del piso de la construcción.
‹‹ Genial –pensó el moreno estando aun sobre el piso-, ¿algo más que me deba de pasar? ››
Y se dispuso a enfrentar a la persona que había causado su reciente caída, pero las palabras se quedaron dentro de su boca, se quedó mirando fijamente a la persona que tenía enfrente –ya que esta también seguía aun en el piso-, sin articular alguna palabra con coherencia, su mente se había desconectado de su cuerpo. La persona con la que había chocado era un chico, de su edad –si se detenía a analizar cada facción de este-, cabello rubio con raíces castañas, piel pálida y delicada como la porcelana, pero lo que verdaderamente logro captar toda la atención del oji miel, fueron los ojos color azul profundo como el mar del desconocida que tenía a pocos metros de él, eso y que el rubio tampoco dejaba de mirarlo… hasta que se dispuso a reincorporarse y a tenderles la mano al moreno, logrando que este saliera de su trance.
− Lamento el haber chocado contigo –pronuncio el oji azul una vez que ambos se encontraban de pie-.
− No te preocupes –respondió Aidan, sorprendiéndose a sí mismo por las palabras que acaban de salir de su cavidad bucal-, yo estaba algo distraído.
− Sean Cartairs –se presentó el rubio tendiéndole la mano al moreno, la cual estrecho sin ninguna objeción-, un gusto…
− Aidan Anderson –completo el moreno-, el gusto es mío, Sean. Si me permites, debo arreglar un asunto.
− Claro.
El peli negro no espero otra palabra más y volvió a emprender su camino de vuelta a la oficina principal, sintiéndose completamente extraño por la reacción y la actitud que tomo con el rubio; y para acabar, sintiendo esa sensación tan extraña localizada en su estómago al recordar cómo se miraron el uno al otro, tal vez…
‹‹ Solo piensas puras estupideces, Aidan. ››
Aunque muy en el fondo, tenía ese pequeño deseo y anhelo de volver a encontrarse a aquel rubio de ojos azules.
- ábranme :
- Esto no es el capítulo completo, bbys, pero quería subirles algo hoy viernes... aunque ya es sábado .___. wherever, espero que les guste, y subo la 2da parte el sábado en la noche o el domingo e.e las amo<33
Última edición por Gina Malik el Sáb 09 Nov 2013, 11:14 am, editado 2 veces
Atenea.
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