Infidelidad Joe Jonas y tu TERMINADA

Esto no está bien.
Pero me gusta.
-          No. – Saco su mano de la espalda e intento despegarme de él, pero me empuja más a su cuerpo.
-          Accediste a esto.
-          Ya no quiero.
-          ¡No!
-          No, suéltame por favor.- Lo miro fijamente y comienzan a resbalarse lagrimas de mis mejillas.
No me gustaría que mi esposo me engañara.
-          No, no llores. – De repente estoy debajo de Él.
-          Déjame por favor.
-          ¿Te estoy lastimando? – Me observa preocupado, su cuerpo está sobre el mío, me pesa.
-          No.
-          ¿Por qué cambias de opinión? ¿No me deseas?
-          Déjame por favor.
-          Si queremos tener algo necesitamos ser comunicativos.
-          Ya no quiero.
-          ¿Tienes miedo? – Me limpia las lágrimas con el pulgar, lo desliza con tanta delicadeza por todo mi rostro. Por Dios esto es una tortura. Llega hasta mis labios y dibuja su contorno. – No tiembles – Jala mi labio inferior - ¿Tienes miedo?
-          Si.
-          Sera un secreto, nuestro secreto. – Baja su rostro hasta que chocan nuestras narices, me acaricia y me vuelve a besar castamente.
-          Joseph.
-          No voy a violarte. – Su barba pica contra mi mejilla, sus labios están tan cerca de los míos que con solo levantar mi rostro volvería a besarlo.
-          Vete por favor.
-          Haz tu maleta, tenemos el vuelo en dos horas, puedo irme o quedarme aquí contigo, tú eliges. – Por Dios, qué propuesta tan tentadora, una vibración se interpone entre mis pensamientos. Maldice y se levanta. – Bueno.
 
Camina por la estancia sin despegar la mirada de mí, como puedo me incorporo y peino mi cabello.
-          ¿Cómo sabes que no estoy en Rusia? – Deja pasar unos segundos, esta exasperado – Me quede a dormir en la oficina, estuve trabajando – Hace énfasis en las últimas palabras y entorna los ojos hacia mi ¡Es Channel! – No me vuelvas a localizar en el maldito hotel, no seas obsesiva, en dos horas me voy.
 Me pongo de pie, no puedo escuchar esto, le está mintiendo por dormir conmigo, mientras camino sigo escuchando su llamada.
-          No Channel, no te puedo llevar, quédate aquí en Manchester – Hace una pausa - ¿Te vas a ir a Londres? Está bien, cuídate, si yo también.
 
¿El también qué? Escucho sus pasos hacia mi recamara, camino rápido hacia el armario.
-          ______ - Me habla con autoridad.
-          Acá – Digo sin voz.
-          Hola guapa – Se para en el umbral de la puerta, apoyándose en el marco de la puerta.
Apenas me doy cuenta que lleva una sudadera Adidas gris y unos vaqueros, se ve tan relajado, tan guapo.
-          ¿Te ayudo a empacar?
-          Preferiría que te fueras. – Su boca hace una perfecta o, nadie lo había rechazado.
-          Pero tenemos que irnos rápido. – Se excusa.
-          Pues, encuentra algo que hacer, estaré lista en treinta minutos.
-          Estaré viendo televisión en tu recibidor ¿Te parece?
-          No, no, no encuentro ningún problema.
-          Perfecto. – Se gira y camina con elegancia hasta salir de mi vista.
Termino mi equipaje, sigo preguntándome que hace la maleta de Él aquí en mi cama. Recuerdo que se cambio de ropa, seguro es eso. Me pican las manos, puedo revisarla, no se dará cuenta. Jalo el cierre y mi recamara de inunda de su olor. Esta muy ordenada, tiene desde camisas formales hasta playeras, pantalones, jeans, pants y un pijama tinta de seda. Una imagen de Joseph con eso puesto me tanta, sacudo la cabeza y cierro con rapidez la maleta. La sudadera que traía puesta esta ahora descansando sobre mi almohada, camino para tomarla y la acerco a mi nariz, su olor me invade, aun está caliente.
La puerta se abre y aviento la sudadera dentro de mi maleta cerrándola rápidamente.
-          ¿Lista?
-          Claro. - ¡Casi me pilla oliendo sus cosas!
-          ¿Este bien? – Se acerca y toma las dos maletas.
-          Si, si –
-          Tráete mi celular y vámonos por favor es tarde. – Ahora trae un abrigo elegantísimo azul marino.
-          Está bien.
 
Estamos sentados en el avión rumbo a Rusia en primera clase, Joseph esta relajado junto a mí, lleva en promedio una hora sin mirarme, sin hablar ¿Qué hice? Esto es aburrido. Tomo los audífonos y los coloco en mis oídos, Shot at the night retumba en mis oídos. Me comienzo a relajar, nada puede empeorar, cierro los ojos y relajo los hombros. ¡Si! Quiero dormir, anoche tome de más y amanecí con mi Jefe. Es demasiada acción por dos días, la semana, el mes y el año.
Siento una presión en mi cuerpo, abro los ojos de golpe, es Joe, esta sobre mi poniéndome el cinturón ¿Ya llegamos?
-          Ya vamos a aterrizar – Su voz suena dulce y relajada, que cambio – Dormiste por cinco horas – Antes de alejarse toma mi barbilla y besa mi nariz, casi me desmayo – ¿Necesitas ayuda para despertar?
-          No, por favor, no. – Me pongo derecha y acomodo mi cabello.
-          Hará mucho frio, deberías taparte, ya es de noche.
Demonios, no traigo nada para taparme ¿bastara con el suéter que traigo?
No.
No basta.
Me muero de frio.
En cuanto pongo un pie fuera del avión me siento helada, tengo un abrigo pero está en la maleta.
Me toma de la mano y me pasea por todo el aeropuerto, su mano es gigante junto a la mía, está caliente.
-          Te dije que te taparas – Suelta mi mano y se saca el abrigo – Póntelo por favor, no quiero que mueras de hipotermia – Lo pone sobre mis hombros.
Mmmmmm.
Joseph.
-          Gracias.
-          Vamos. – Vuelve a tomar mi mano y jalarme hasta estar en un deportivo rojo en el estacionamiento.
-           ¿Es tuyo?
-          Por supuesto, ven. – Abre la puerta para mí y me quita mi maleta.
Lo veo por el espejo depositando el equipaje en la cajuela. Es tan sexy.
En cuanto pasamos por delante del hotel donde hice la reservación ¡No! No quiero dormir con él.
-          Llévame a mi hotel por favor.
-          Cambie las reservaciones.
-          ¿No dormiré contigo?
-          No.
-          Gracias. – mientras esperamos un semáforo, me mira fijamente.
-          ¿Tanto miedo me tienes?
-          Si
-          Por Dios, no voy a hacerte nada. – Me fulmina.
Se pone en verde y pisa el acelerador a fondo enviándome contra el asiento.
Al llegar al hotel esta del mismo humor, hasta en los elevadores, me mira desde el otro lado de él.
Me entrega la tarjeta de la habitación.
-          Estaré a tu lado. –  Me quita el abrigo de los hombros, se gira y camina hacia su cuarto.
¿Qué estoy haciendo?
Soy tan tonta.
No sé cuánto tiempo llevo acostada en la cómoda cama del hotel, con la sudadera de Joseph puesta. Me encanta su olor, me gusta como inunda mi nariz con su olor, así como inunda mis pensamientos, mi tiempo, mi mundo.
Esto está mal, terriblemente mal.
Miro mi celular que ilumina mi habitación, Él me está marcando, por favor son las doce, tengo sueño, sin embargo mi cerebro no funciona y contesto la llamada.
-          Hola.
-          ¿Cómo estás?
-          Sin sueño.
-          Abre la puerta estoy aquí afuera. – Sus palabras rebotan en mi mente.
Camino hacia la puerta y la abro.
-          Estoy aquí. – Lo dice y cuelga.
Esta tan, guapo, tan sexy.
Lleva otra sudadera, pero esta vez negra y los mismos jeans.
-          Así que tú la tienes. – Me sonríe orgulloso.
-          ¿Qué?
¿De qué habla?
-          ¿Qué?
-          Mi sudadera.
Oh no.
-          Perdón, creo que la metí a mi…
-          No te preocupes, te la puedes quedar.
-          Mmmm no.
-          ¿Quieres salir o me dejas entrar a tu habitación? – Arquea la ceja.
-          Vámonos. – Corro por la llave y salimos.
-          ¿A dónde vamos a ir?
-          A caminar, vamos.
 
Comenzamos a caminar, sin darnos cuenta llegamos hasta la plaza roja, esta tal y como la deje hace años cuando vine de excursión con el instituto. El aire que se respira es helado, sin embargo no quiero que esto termine.
-          ¿Qué pasara con nosotros? – Dice de pronto, me paró en seco.
-          Nada, Joe.
-          ¿Nada?
-          Exacto, tú eres mi jefe, yo soy tu empleada.
-          No sé si soportare eso.
-          Solo tendremos una relación laboral, por favor.
-          _____ me gustas.
-          Y tú a mí. – Pasa un silencio gigante.
-          Intentémoslo.
-          Deberíamos volver hace mucho frio, estoy cansada y tengo sueño.
-          Mañana tenemos mucho que hacer _____, necesito que seas mi mujer.
-          Solo quieres sexo, búscate una prostituta.
-          Yo te quiero a ti.
Salgo disparada hacia la avenida, no puedo seguir con esto, no puedo.