Infidelidad Joe Jonas y tu TERMINADA

Epilogo

Dos años después…

Estoy sentada en una mecedora dentro de mi nueva casa en una zona residencial exclusiva en Manchester, la habitación en tonos café me da mucha tranquilidad, hoy por fin termine de decorarla y me encanta como quedo.

Le fascinará.
¡Estoy casada!

He estado teniendo dolores abdominales desde hace en la mañana, seguidos, han aumentado en tiempo y nivel de dolor, me dijeron que programara el nacimiento, pero yo quiero todo natural, no podemos correr riesgos, no con él.

Pasan cinco minutos y llega la siguiente contracción que hace que me retuerza del dolor, bien ahora es cuando.

-          Jared – apenas sale de mis labios el sonido.

Sé que está en la habitación de un lado, no debe tardas.

Hago respiraciones profundas.

Inhala.

Exhala.

Inhala.

Exhala.

-          ¿Si? – se asoma por la puerta, tiene la camisa manchada de pintura, por el ultimo arreglo que le hicimos a la habitación.

-          Ya es hora – le digo intentando mantener el hilo de voz que me queda.

-          ¿Qué? – grita alterado, caminando hacia mi - ¿Qué esperas? Vámonos – Me jala del brazo intentando me que levante.

-          ¿Podrías calmarte? Tenemos un poco de tiempo – Intento pararme y me da la mano ayudándome – Llama al hospital y diles que vamos en camino.

Si no me mantengo en orden, él no lo hará.

Sale corriendo de la habitación mientras yo tomo la bolsa que había preparado para hoy.

Observo el lugar orgullosa.

Por fin lo hicimos.

-          Ya avise, vámonos – se acerca y me toma con cuidado del brazo, haciéndome caminar – Dame la bolsa – se la entrego.

Bajamos las escaleras en silencio, ambos conteniendo los nervios.

Al llegar a la puerta se para en seco.

-          ¿Ya le avisaste?

-          No.

-          _____, por favor.

-          No quiero que pierda tiempo, cuando estemos en el hospital le hablamos, dijo que tenía una junta importante, no podemos interrumpirlo – muerdo mi labio.

-          _____.

-          Vámonos, si me llega la contracción y estoy parada te golpearé.

-          Está bien, hormonal – gira los ojos.

Cierra la puerta detrás de nosotros y nos apresuramos a la camioneta.

Me ayuda a subir y ponerme el cinturón, sale volando a su lado y enciende la camioneta.

-          Cálmate un poco, por favor – acaricio su mano sobre el volante – todo saldrá bien.

Me sonríe.

Llegamos al hospital en tiempo record, me ponen en una silla de ruedas y me llevan a una habitación donde me conectan a monitores, haciéndome los chequeos en turno.

Jared se quedo haciendo el papeleo, no tardará en venir.

Estoy ansiosa.

Olvide mi celular en casa.

Demonios.

Los doctores salen.

Intento regular el dolor, estuve en cursos para esto, no puede ser tan imposible.

Cierro los ojos he intento relajarme.

-          Pensé que ya lo habías contactado.

Rompe mi burbuja.

-          Olvide mi celular – abre los ojos como si hubiera dicho algo malo, que lo es.

-          Ay _____, toma, llámalo – extiende su celular hacia mí, no tengo jodidas ganas de hablar con él.

-          No.

-          Dijiste que lo harías cuando estuvieras en el hospital y ya es tiempo.

-          No, no quiero.

El celular se enciende y comienza a sonar una canción irritante, su nombre parpadea en la pantalla.

-          Agárralo, contesta.

-          ¡No!

-          Maldita seas.

Desliza el dedo por la pantalla y me mira perforándome la cabeza.

-          Hola – me mira nervioso – Esta aquí conmigo – puedo escuchar sus gritos desde el teléfono  - Lo olvido, estamos en el hospital – me mira atónito - ¡Me colgó!

-          ¿Estaba enojado?

-          No, estaba feliz, su hijo está a punto de nacer y la idiota de la madre no le hablo.

Juego con la sabana que me cubre.

-          ¿Siguen peleados?

-          Es un estúpido.

-          No, tú eres la estúpida, tu cabecita hormonal crea historias innecesarias.

-          ¡Me dijo gorda!

-          Esta embarazada, el solo te trajo una ración extra de comida, te cuida.

-          No me va a querer, estaré flácida, irritante, asquerosa, y él, está perfecto, en forma, tengo miedo – intento contener las lagrimas, pero fallo.

-          Eres hermosa, serás hermosa, deja de buscar cosas donde no las hay, te ama.

-          ¿Y si después ya no le gusto?

-          Lo harás, escucha – respira – estas inseguridades no tienen fundamentos, eres la embarazada más hermosa que he visto.

Se escucha ruido afuera de la habitación, golpes y gritos.

Ya llego.

Tan rápido.

-          No puede pasar – grita la enfermera.

-          Déjelo, es el papá – dice Jared tranquilizándola.

-          Bien – se retira.

De pronto hace mucho calor.

Lo veo.

Entra a la habitación.

Trae la ropa hecha un desastre, la corbata desanudada, los tres botones superiores de la camisa abiertos, las mangas hasta los codos y el saco en el brazo. Esta despeinado, se ha estado dejando crecer la barba algunos días, sus labios están entreabiertos y los ojos desorbitados, no sé si por molestia o felicidad, ambas también es opción.

-          ¿Estás loca? ¿Por qué demonios no me avisaste con tiempo? – pasa una mano por su cabello – pude haber tomado el día, quería estar contigo – me mira herido mientras camina hacia mí.

-          Estabas ocupado, lo dijiste ayer, tenias una junta importante.

-          Lo mande a la mierda, ustedes son lo más importante – en cuanto alcanza, pone su gigantesca mano, sobre mi hinchado vientre - ¿Por qué es tan terca tu madre? – le susurra a mi vientre cuando acerca su rostro depositando un beso sobre él - ¿Cómo estás?

Se para erguido y alcanza mi rostro acariciando mi mejilla.

-          Feliz – me restriego contra su mano.

-          Yo también – se inclina y besa mi frente – Por fin lo hicimos – vuelve a susurrar ahora contra mis labios.

-          Igualmente feliz, voy al baño – nos quiere dar privacidad Jared, lo aprecio.

-          No tardes – cuando termino de hablar vuelve el dolor – mierda.

-          No hables así, puede escucharte – toma la silla a un lado de mi y posa su mano en mi vientre – No la hagas sufrir tanto, ya sal, queremos verte.

Tocan la puerta y después entran dos enfermeras con un carrito de acero inoxidable.

-          La vamos a revisar de nuevo – Dice intentando disimular su mirada hacia él.

Hacen lo que siempre, no digo que no sea incomodo, pero ya estoy acostumbrada.

-          Si, ya la vamos a anestesiar.

Todo sucede en un borrón de tiempo, me anestesian, me trasladan a quirófano, dejan entrar solo a Joseph.

Joseph.

El padre de mi hijo.

El amor de mi vida.

Mucho dolor.

Demasiado.

Cansancio.

Él está a mi lado todo el tiempo, hasta que un hermoso sonido rompe la tensión.

Un llanto.

-          Es un niño – dice el doctor.

No puedo verlo.

Necesito verlo.

-          ¿Quiere cortar el cordón? – le preguntan a Joseph.

Él me suelta de inmediato siguiendo instrucciones del doctor, de pronto una sonrisa gigante se apodera de su rostro.

Una hermosa.

Entonces lo veo.

Lo tiene en sus brazos.

Es tan pequeño.

Se acerca a mí sin dejar de verlo.

-          Es nuestro hijo.

Me lo presenta mientras lo pone sobre mí, apenas puedo agarrarlo.

Es tan pequeño, hermoso, abre los ojos y me enamora.

Tiene los ojos de su padre.

-          William – dice Joe.

-          ¿Qué? – lo miro confundida.

-          Se llamará William.

Mi corazón se hace pequeño.

Claro, yo también quiero que se llame así.

Mi Will.

Los labios de Joseph besan mi frente y después la de él.

-          Somos Papás, por fin.

Me acerco para besar la cabecita de Will, tiene mucho pelo, es castaño.

-          Gracias – lo miro y nuestros ojos se conectan.

-          No, gracias a ti.

Me da un casto beso en los labios.

-          Te amo _____, los amo, son todo para mi ¿Entiendes?

-          Entiendo – suspiro – Te amo Joseph y a ti William.

 

Fin.