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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- Empty El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Jue 25 Jul 2013, 10:53 am

Nombre: El príncipe de piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

Autor:  Gena Showalter

Adaptación: Si

Género: Romántica/Hot

Advertencias: Creo que no.

Otras Páginas: De mi parte no.

 

(Un príncipe alienígena maldito en una piedra… una mujer moderna, un beso impulsivo… una pasión que nadie podría resistir…)



Joe en Sarr, un poderoso príncipe alienígena es maldecido por su hermanastro (medio hermano) a pasar la eternidad como una estatua de mármol, capaz de ver, oír y sentir todo lo que le rodea, siendo incapaz de responder. Su única oportunidad para conseguir la libertad, es un hechizo que lo catapulta a la Tierra. Dónde pasa mil años esperando el beso de una mujer.



Cuando la hermosa y audaz decoradora ______ James, compra una antigua mansión victoriana, nunca soñó (nunca imaginó) que la magnífica estatua de un hombre desnudo de su jardín, fuera en realidad un hombre de carne y hueso. Pero en el momento que impulsivamente da un beso en los labios de la estatua, la fría piedra se transforma en un hombre de bronceada piel. Antes de que se dé cuenta es arrastrada por una tumultuosa pasión que puede salvarlo a él y llevarla al amor, o destruirlo.

 


Bien aquí les traigo otra nove
A mi me encanto! Espero que a ustedes igual (:


Última edición por Vanee LovatoD'Jonas el Jue 05 Sep 2013, 9:28 pm, editado 3 veces
Vanee LovatoD'Jonas
Vanee LovatoD'Jonas


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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- Empty Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

Mensaje por helado00 Jue 25 Jul 2013, 2:05 pm

:O
Suena interesante! comienzala :D
helado00
helado00


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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- Empty Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Jue 25 Jul 2013, 2:29 pm


 CAPÍTULO 1
 

______ James deslizó las yemas de los dedos a través del musculoso pecho ante ella. El calor zumbó a través del brazo, un calor más intoxicante y más embriagador que el champán caro y los besos a la luz de la luna. Sus labios separados suspiraron ante las imágenes de sábanas de seda, cuerpos entrelazados y caricias lentas y deliciosas que llenaron su mente.

¿Cómo podía este hombre afectarla tan poderosamente, casi mágicamente? ¿Cómo podía él afectarle en absoluto, cuando nunca le había dicho ni una palabra? Su cara era la belleza personificada, sí, pero no era suficiente como para encantarla sólo con eso, para dejarla débil e inestable siempre que le echaba un vistazo.

Tenía que haber algo más en él, algo elemental. Algo más allá de la belleza física que atraía cada deseo femenino. En este momento, sin embargo, no podía pensar con su cuerpo delante, y despacio, muy despacio su mirada fija se movió sobre él. Él era duro granito, su abdomen surcado con tendones, sus hombros amplios y firmes. Todo en él era grande, esculpido en una peligrosa y sensual aura. Pertenecía a la materia prima de los bosques, con ramas desnudas rodeándole. Aún estando de pie y cubierto de azaleas amarillas y rojas, de algún modo era la esencia absoluta de la masculinidad.

—Mmm —suspiró ella, sus párpados revolotearon y se cerraron. Dejando caer la mano a su lado—. Si sólo fueras de verdad.

Pero él no lo era. Estaba completamente formado por lisa y gris piedra, una hermosa estatua, nada más. Era una de las ironías de destino, supuso, que el primer hombre que alguna vez realmente la cautivaba perteneciera más a un museo que a su cama.

De todos modos, ¿por qué se sorprendida de su encaprichamiento por un hombre hermoso, silencioso e irreal? Habiendo crecido con cinco hermanos mayores, sabía lo realmente molestos que podían llegar a ser los hombres. Ellos eructaban y peleaban en público, hacían chistes y bromas despectivas, y de vez en cuando, utilizaban su encanto con las mujeres antes de perder interés y seguir adelante a por otra conquista.

Su guerrero de piedra no podía ofenderla. Él no podía escoger a alguien más aunque pensara que era poco atractiva o demasiado alta, porque estaba permanentemente sujeto a la base coloreada de mármol de la galería de su jardín. Una base de mármol en la que ella estaba ahora de pie.

Otro suspiro escapó de los labios de Katie, y luchó con el impulso profundo, primitivo de tocarle otra vez. De sostenerle y descubrir algún tipo de conformidad o aceptación que ella nunca había conseguido del desfile de hombres con los que se había citado.

Esto es una locura. Debería alejarme.

Pero no lo hizo.

La fresca brisa de Dallas agitó los mechones de la apretada cola de caballo pero hizo poco para refrescar su fervor, y con cada segundo que pasaba mirando fijamente a su guerrero de piedra se deshacía la fina tela de sus reservas. Finalmente, _____ cedió ante su ansia. Ella arrastró los dedos a través de su mandíbula, abarcando la textura ligeramente rugosa que le recordó a la de un hombre justo antes de su afeitado matutino. Subió al contorno curvo de sus orejas y se imaginó qué era de carne y hueso, que acudía a ella con deseo.

Un calor ardiente atravesó su sistema nervioso.

Por voluntad propia, los dedos vagaron más abajo, acariciando su cuello. Sus hombros. Su pecho. Hasta rodeo sus pequeños y fruncidos pezones. Un gemido suave de placer llegó a sus oídos, un timbre bajo, áspero y masculino.

______ se echó hacia atrás con sorpresa. Al momento se relajó, hasta experimentó una punzada de decepción cuando comprendió que su imaginación simplemente se desmadraba... Otra vez. ¿Acaso no sentía a veces su aliento sobre la cara cuándo se acercaba? El oír un gemido no era más fantástico que eso.

La grava crujió cuando un coche serpenteó a lo largo del camino de entrada.

______ miró alrededor y vio con los ojos muy abiertos como un sedán negro paraba justo delante de su destartalada mansión victoriana. Los zarcillos de la mortificación recorrieron su espalda, calentando sus mejillas. Había estado tan perdida en su escrutinio del guerrero de piedra, que había olvidado que estaba a la luz del sol del mediodía y a la vista de ojos curiosos.

¿Exactamente qué había visto éste intruso?

Bajó de la tarima. En el momento en que los pies tocaron la suave hierba, contó hasta diez, usando ese tiempo para tranquilizar a su desbocado corazón. Debería haberse resistido al encanto de la estatua; en cambio había actuado como una adolescente que besa el cartel de su estrella de rock favorita. Bien, no más, pensó, con rígida determinación. No habrá más toqueteos a la estatua. De hecho, no la miraré más, y simplemente decidió no pensar más en ello.

Ella vio como un hombre guapo y familiar surgía del sedán. Como nunca eludía los conflictos, maniobró alrededor de los arbustos y los tiestos de flores que había en “el jardín de placer” ‑llamado así por el dueño anterior porque el recinto entero estaba cubierto de desnudas esculturas, similares al guerrero del cual ella no iba a pensar otra vez‑ y se dirigió al camino de entrada.

—Maldita sea, Gray. ¿Qué haces aquí?

Su visitante sonrió abiertamente, en absoluto molesto por su brusco tono. Encima de ellos, el sol brillaba plácidamente, y sus poderosos rayos iluminaban su alta figura y amplios hombros con un halo dorado.

—Me debes un cuarto de dólar, hermanita.

Frunciendo el ceño, _____ metió la mano en su bolsillo, sacó un cuarto de dólar y se lo arrojó.

—Sólo maldije porque me sorprendiste, idio... —Por suerte, se paró a tiempo—. Me asustaste, vale. Por Dios, podrías llamar antes de venir.

—Te llamé. No contestaste. Se suponía que estarías en casa.

—Así que empezaste a preocuparte —dijo. Por alguna razón, todos sus hermanos todavía pensaban en ella como una flor delicada que necesitaba protección las veinticuatro horas y los siete días de la semana. Aunque ya era mayor y tenía una buena condición física. Aunque había asistido a numerosas clases de autodefensa.

Gray se encogió, avergonzado.

—Sí. Comencé a preocuparme.

—¿Consideraste que podría haber salido? —Ella le dirigió una sonrisa exasperada pero cariñosa—. No contestes a eso. Solamente dime lo que necesitas.

—Quise ver tu nueva adquisición. A propósito, desde aquí fuera esto se parece a un vertedero —añadió afablemente, señalando a la casa con su barbilla—. ¿Por qué no estás pintando o poniendo azulejos o haciendo algo para arreglar este lugar? ¿Ese es tu trabajo, no?

En aquel momento, los músculos tensos de _____ se relajaron. Gray no la había visto con el guerrero de piedra. De otra manera habría estado gastando bromas a su costa en vez de preguntarle por sus actividades.

—Trabajé en el cuarto de baño de arriba durante toda la mañana y necesitaba aire fresco.

Él dirigió otro vistazo a la mansión.

—¿Aire fresco? No lo creo. ¿Mi conjetura? Temiste que las paredes estuvieran a punto de derrumbarse y escapaste mientras podías.

—¡Ja! ¡Ja!

—Cariño, espero que supieras lo que hacías cuando firmaste la escritura.

—He estado comprando, arreglando y vendiendo casas durante cuatro años. Dame algún crédito. —Podía haber escogido una carrera insólita para una mujer, pero le gustaba lo que hacía. Es más, poseía un instinto para los bienes inmuebles, sabía cuándo y qué comprar, sabia cuando vender, y casi siempre obtenía ganancias.

Siendo un escéptico declarado, Gray permaneció poco convencido.

—Por favor dime que negociaste por un buen precio. Con sinceridad, dudo que alguien alguna vez quiera esto.

—Estoy dispuesta a apostar a que vendo esta casa por más dinero del que tú ganes en un año entero.

—Acepto la apuesta. —Mientras le sonreía, se acarició la mandíbula—. Según mis cálculos, sólo tienes que conseguir cinco mil dólares entre gastos de restauración y el precio de compra.

_____ no vaciló.

—Hecho.

—Si ganas tú, llevaré un vestido en el siguiente almuerzo familiar. Si gano yo, tendrás que cenar con Steven Harri. Él es un detective nuevo de mi unidad —antes de que ella pudiera protestar, Gray añadió rápidamente—. Te gustará.

Ella gimió. Su hermano tenía buenas intenciones, realmente las tenia, pero no saldría con más amigos suyos. El último poli que salió con ella se había pasado la noche entera hablando ‑cada minuto‑ del modo en que una bala había perforado una vez su cavidad pectoral. Todos los fascinantes detalles fueron relatados mientras ella trataba de comer un plato de espagueti con tomate.

—He cambiado de idea —dijo sucintamente—. La apuesta está anulada. Yo preferiría ser estacada a un hormiguero llevando solo un bikini minúsculo, que pasar por otra cita a ciegas.

Su hermano ni se inmutó.

—¿Sales con alguien?

—No. —Ella no se explicó, conociéndole, eso sólo lo animaría. En el pasado año, había aguantado infinitas tardes de películas malas, de malas comidas y aún peores compañías. Ella finalmente había llegado a la conclusión de que sufría de un caso severo de Síndrome de la Primera Cita.

El único síntoma ‑que demostraba ser fatal‑ era que siempre encontraba defectos en sus parejas una hora después de reunirse con ellos. Richard se comía los guisantes uno por uno. La voz de John tenía un tono alto, nasal. Quinn andaba con sus rodillas hacia fuera. Mitch era demasiado estirado. Lo peor, todos ellos eran más bajitos que ella y aborrecía, odiaba mirar hacia abajo a un hombre. De este modo había llegado a su veinticinco cumpleaños sin un hombre, sin pasar de la etapa de ‑llegándose a conocer‑.

Era también por eso que había llegado a su veinticinco cumpleaños sin que un solo hombre consiguiera meterse en sus bragas.

Profundamente en su interior deseaba a un hombre al que poder abrazar, un hombre al que pudiera respetar y con el que realmente compartir sus esperanzas y sueños. Un hombre que besara y lamiera cada pulgada de su desnudo y tembloroso cuerpo. ¿Pero cómo podría encontrar a ese hombre cuando huía lejos de los pocos que se interesaban por ella?

Tal vez debería aceptar otra cita a ciegas.

Gray realizó un largo, profundo suspiro. Con agradecimiento, el sonido alejó sus tontas reflexiones.

—Si estas esperando la perfección —dijo—, me temo que estas condenada a la decepción.

—¿Te burlas de mi? —Aunque interiormente estaba divertida por su suposición, parecía correctamente disgustada—. Ya sé que no existe ningún hombre perfecto. Mis hermanos me enseñaron esa lección muy bien.

—Sabihonda.

—Tomaré mi cuarto de dólar, muchas gracias. —Sonriendo abiertamente con aire de suficiencia, _____ ofreció una mano, con la palma hacia arriba. Sólo tenía cuatro monedas más, y no creía que le duraran todo el día, ni siquiera otros cinco minutos con Gray. La ganancia de un poco de dinero extra era un favor inesperado.

Su hermano cruzó los brazos sobre el pecho.

—No soy yo el que trata de dejar de decir palabrotas, por lo tanto no te debo nada más que una disculpa si he ofendido tus delicados oídos con mi crudeza.

Su sonrisa se borró rápidamente.

—Tú tienes la peor boca que he escuchado alguna vez, y juro que eres tú el que me enseñó cada palabra sucia que conozco.

Él se encogió de hombros como diciendo: “Si te molesta, pues no deberías haber escuchado”.

—Hay zonas de fumadores —se quejó ella—. ¿Crees que hay alguna para malhablados?

—Absolutamente no. El jabón es la única cura. —El tinte de diversión en la voz de Gray le hizo recordar las muchas veces que le había lavado la boca con jabón cuando era niña—. Así que, ¿cuándo hacemos esa visita?

Aunque ella tenía muchas ganas de lavar su boca ahora mismo, dijo:

—Ahora, si tienes tiempo.

—Lo tengo.

—Entonces comencemos. Ya que estamos afuera, te mostraré el jardín primero. —Oh, le iba a encantar esto, pensó ella de repente, burbujeando por la anticipación—. Vamos.

Ellos caminaron un poco separados, discutiendo juguetonamente sobre quien había pasado una mañana peor. Él ganó, por supuesto. ¿Quién podía competir con ser abordado por una psicótica con intenciones ilusorias de gobernar el mundo? Cuando alcanzaron la entrada del jardín, _____ se paró, dio a Gray un momento para absorber el ambiente, y luego extendió los brazos ampliamente.

—Bienvenido a mi patio de recreo — dijo ella.

El silencio la saludó. Impaciente, le dio un toque con su pie y esperó algún tipo de reacción por su parte. Pasó un minuto, luego dos. Él no se movió ni un centímetro, no emitió ni un solo sonido. Finalmente, ella no lo soportó más.

—¿Bueno… que piensas?

—Santa mi...

—No... Dilo —pidió ella con una risita.

—Pero aquellas estatuas son... —Sus ojos se ensanchó con incredulidad cuando estudió una de las estatua, luego otra—. Ellas están...

—Lo sé.

Siete estatuas protegían la entrada. Tres eran masculinas; cuatro femeninas. Todas estaban desnudas y posando en diferentes posturas de autosatisfacción. Aunque estaban parados justo enfrente de un lozano y verde matorral y era inapreciable desde donde ellos estaban parados, _____ sabía que su guerrero de piedra tenía las manos a los costados. Él no estaba dándose placer a sí mismo, pero obviamente estaba erecto. Magníficamente erecto. Su cuerpo era tan hermoso como cualquier estatua griega. Lo que él ofrecía a una mujer, sin embargo, no podía ser cubierto por una hoja de parra.

¿Por qué pienso en él? ¡Basta!

—Retiro mi comentario sobre que la casa parece un vertedero. —Gray dio un paso hacia una escultura femenina cuya expresión de completo éxtasis le cautivó. Él arrastró la mano a lo largo de su columna vertebral—. Infiernos, hasta te compraré el lugar.

La carcajada de _____ flotó a través de la luz del día y se mezcló con la erupción repentina del buscapersonas de su hermano. Él comprobó el número. En menos de un latido, sus hombros se tensaron y sus rasgos se endurecieron. Ya no era su bromista hermano mayor; ahora era un dedicado, distante y controlado detective.

—Tengo que irme —dijo, su oscuro tono lleno de secretos—. Te visitaré otro día durante esta semana, y podrás ofrecerme ese magnífico recorrido entonces.

Ella apenas tuvo tiempo de asentir antes de que él le diera un rápido beso en la mejilla.

—De acuerdo —dijo, luego se alejó corriendo. Se quedó sola otra vez.

Con nada más que hacer en el jardín, _____ se dirigió hacia la casa, permitiéndose sólo una mirada hacia atrás. Dentro, parpadeó para alejar las motas naranjas y rojas que nublan su visión. Gruesas telarañas llenaban cada esquina del comedor, de arriba abajo. La suciedad manchaba cada pared y la blanca pintura estaba amarilla y desconchada. Cuando se movió hacia la cocina, sus zapatos crujieron sobre los trozos rotos de lo que una vez debió de ser una magnifica lámpara de araña.

La casa necesitaba importantes reparaciones para ser considerada medianamente habitable, y en aquel momento, todo el trabajo requerido amenazaba con abrumarla. Una tarea a la vez, se recordó. Una tarea a la vez. Antes, había terminado el alicatado de las paredes del cuarto de baño, después la siguiente tarea en su lista de hoy era quitar el suelo de la cocina. Primero tenía que quitar la moqueta, que cubría otra capa de linóleo, que cubría otra capa de Dios sabía que más. Mañana sustituiría el revestimiento de maderas y rodapiés del cuarto de baño.

Con un suspiro, _____ encendió su cadena de CD y “Born to be Wild” se escuchó por los altavoces. Dos horas pasaron rápidamente antes de que pudiera tirar y desechar la delgada y sucia estera. Cuando terminó, colocó la caja de herramientas sobre el linóleo de cal verde. En esa posición, una gran ventana surgía delante de ella, y tenía una vista perfecta del “jardín del placer”. _____ no podía sacudirse el sentimiento de que un par de ojos intensos y observadores se fijaban en ella, esperando y esperando por… algo.

Le comenzaron a temblar las manos, pero siguió trabajando. Al cabo de un rato, encontró imposible el concentrarse y tuvo que parar totalmente antes de que se machacara un dedo en vez del suelo. No sabiendo que más hacer, clavó una sábana sobre la ventana y luego condujo hacia su casa, maldiciendo su imaginación desbocada durante todo el camino.



Listo aquí les traigo la primera parte del capitulo!
Espero les guste :D

 
Vanee LovatoD'Jonas
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Mensaje por fernanda Jue 25 Jul 2013, 10:33 pm

Hace un tiempo comencé a leer esta nove , no recuerdo si en este foro o en otro , pero en aquel foro nunca terminaron la nove 
espero que tu lo hagas por que realmente AMO ESTA NOVE! :P 
SÍGUELA!
fernanda
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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- Empty Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

Mensaje por AniitaRP4 Vie 26 Jul 2013, 1:42 pm

SIGUELA!:D
AniitaRP4
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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- Empty Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

Mensaje por AniitaRP4 Sáb 27 Jul 2013, 12:36 pm

Ok Creo que no la seguiras!:C
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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- Empty Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Sáb 27 Jul 2013, 3:43 pm

fernanda escribió:Hace un tiempo comencé a leer esta nove , no recuerdo si en este foro o en otro , pero en aquel foro nunca terminaron la nove 
espero que tu lo hagas por que realmente AMO ESTA NOVE! :P 
SÍGUELA!

 Oh A mi me paso lo mismo y lo baje
Ahorita la sigo!! :)
Vanee LovatoD'Jonas
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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- Empty Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Sáb 27 Jul 2013, 3:45 pm

AniitaRP4 escribió:Ok Creo que no la seguiras!:C

 Nop ahorita la sigo es que ayer estuve ocupada todo el dia y termine muy cansada!!!
Ahorita subo!
Vanee LovatoD'Jonas
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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- Empty Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Sáb 27 Jul 2013, 3:45 pm

helado00 escribió::O
Suena interesante! comienzala :D

 Ya la sigo!!!
Vanee LovatoD'Jonas
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El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- Empty Re: El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación-

Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Sáb 27 Jul 2013, 3:52 pm

Durante los tres días siguientes, trabajó del alba hasta el atardecer sin dificultades. Pero todo el rato, la necesidad de ver a su guerrero de piedra crecía dentro de ella. Incluso sus palmas comenzaron ansiar... la posibilidad de deslizarse sobre sus duros músculos esculpidos.


Hasta ahora, había roto sólo parte de su resolución. Había pensado en él. Muchas veces. ¿Pero en cuanto al resto? ¿No mirar? ¿No tocar? Seguramente podía ser lo bastante fuerte para resistirse a su encanto.


Su voluntad se rompió por completo al cuarto día.


Aquella mañana temprano, comenzó a fantasear que las manos viajaban sobre su cuerpo, que el aliento soplaba sobre su oído, que el duro cuerpo humano, desnudo se apretaba contra el suyo. Aquellas imágenes la atormentaron, la consumieron. Cuando el crepúsculo pintó el paisaje, el sudor surcaba su frente y su respiración salía en breves y erráticos jadeos, una condición que nada tenía que ver con el trabajo manual.


Finalmente, de un salto se acercó a la ventana, extendió su inestable mano y quitó la sábana. La luz de la luna se derramó dentro, a la vez que sintió aquellos ojos invisibles sobre ella. Bueno, así que no había hecho caso de otra parte de su decisión. Le miraba fijamente, incapaz de apartar la vista. Gran pacto el suyo... No lo había tocado todavía. Y no lo haría. Pero mientras pensaba las palabras, _____ se encontró caminando hacia la puerta trasera, hacia fuera, al crepúsculo, como si una cuerda invisible tirara de ella, acercándola.


La fría brisa de abril la acarició las mejillas e hizo revolotear varios mechones de pelo, largos y pálidos a través de los hombros. La primavera era un tiempo versátil en Texas. En poco más de un solo día, un viento fresco podía transformarse en un calor chisporroteante o en un frío que calaba los huesos. Mientras más se acercaba al guerrero de piedra, su sangre más se calentaba por lo que estaba enormemente agradecida por el frío aire.


Más adelante, farolillos de papel parpadeaban, las bombillas de dentro daban la ilusión de ser llamas reales. Los grillos gorgojeaban una melodía perezosa. Flores vistosas florecían en cada esquina, unas amarillas y rosadas, otras púrpuras y azules, pero todas llenaban el aire con una fragancia dulce, floral. _____ caminó alrededor de los tortuosos arbustos y los pétalos suaves que se balancearon en su camino. Cuando afrontó el objeto de su tormento, se paró bruscamente y tomó un profundo aliento.


Por fin.


Encima de su base de mármol, el guerrero de piedra se imponía sobre ella, haciendo a ______ sentirse maravillosamente pequeña en comparación. Como hizo muchas veces antes, estudió la longitud larga, gruesa de él, pero sólo en nombre de la observación, desde luego. Señor, ¿qué pensaría él si fuera real? ¿Qué diría y le haría? Un temblor recorrió a través de ella.


Su musculoso pecho, brazos y piernas le daban un aura poderosa que muy pocos hombres poseían. La única nota de color en su figura eran unos viejos hilos de brillante hiedra verde que se estiraban alrededor de su pierna izquierda. Era tan abiertamente masculino, estaba tan maravillosamente formado. Sus ojos parecían cerrarse pesados, soñolientos, como si siempre invitaran a una mujer a su cama. Las hermosas líneas esculpidas de su cara le recordaban la de una estrella de cine. O alguien igualmente inalcanzable.


—Caray, has invadido cada aspecto de mi vida. Mis sueños. Mis fantasías. Mi trabajo. No entiendo cómo puedo quererte, necesitarte tanto.


Aquellos apetitosos labios parecieron decirle: Tócame.


—No, no puedo —contestó, pero ya extendía la mano. Subió los dedos por las frías y duras crestas de su abdomen, tratando de absorber su esencia. Tal vez si lo tocaba bastante, su obsesión por él disminuiría. Motivada por aquella tenue esperanza, movió las manos más arriba y rodeó sus pezones. Tal como antes, un gemido reverberó en sus oídos y el caliente sonido zumbó sobre ella hasta licuar sus huesos.


Qué pasaría si… Tragó y tentativamente movió las palmas hacia abajo. Los dedos se apretaron alrededor de su pene, una acción completamente loca, pero también completamente necesaria para su paz mental. Otro golpe de placer se desbocó a través de ella, éste tan intenso que casi fue incinerada.


_____ brincó, asustada. Seguramente acababa de imaginarse esa descarga eléctrica tan poderosa. Frunciendo el ceño, ciñó su rígida longitud otra vez. Los temblores se arremolinaron y bailaron a través de ella, tan intensos como antes. No, no se había imaginado nada.


Incapaz de parar, subió a la tarima de mármol hasta que estuvo en la cima misma, colocándose ojo con ojo ante el gigantesco guerrero. _____ parpadeó con incredulidad. Una vez. Dos veces. Juraría que aquellos ojos realmente la miraron. El pensamiento hizo que tragara con aprensión, pero lo desechó. Las estatuas, no importa lo realmente misteriosas que parecieran, eran simples objetos inanimados.


Y aún así…


Bésame, decía su expresión.


El impulso de hacer justo eso la asedió. Por suerte, su sentido común la salvó. Tocar una obra de arte de algún modo podía justificarse; besar una obra de arte no podría.


Bésame.


—No —dijo—. No, no, no.


¡Bésame! ¡Bésame! ¡Bésame!


Esta vez, las palabras aporreaban a través de su mente, insistentes, intensas y exigentes. Fijó su mirada en los labios inmóviles del guerrero, y los dedos pronto la siguieron, trazando el exuberante contorno. Bueno podría besarle sólo una vez, pensó aturdida pero sólo una vez. El crepúsculo le ofrecía una vaga protección, así que nadie tendría que saberlo nunca.


Aquel pensamiento le proporcionó todo el incentivo que necesitaba. Con cuidado, cautelosamente, ____ cerró los ojos y encerró sus mejillas entre las manos. Aquella energía invisible tiró, con fuerza, y ella se arrimó, más cerca todavía. Entonces sus labios se encontraron. Las olas de hambre, calor y pasión viajaron a través de ella, y todos sus afilados pensamientos finalizaron, excepto uno: Esto es lo que un beso debería ser.


Las manos se deslizaron de sus mejillas hacia su espeso y sedoso pelo, sosteniéndole cautivo. Sus labios eran más suaves, más calientes, de lo que se imaginaba, y no tardó mucho en apoyar la cabeza sobre su hombro. Las ventanas de la nariz se llenaron del olor limpio, masculino de él.


Casi podía sentir sus manos que la acarician la parte baja de la espalda, trazando su extremo y dirigiéndola aún más cerca, contra él. Casi podía sentir su aliento contra la curva del cuello y la humedad caliente de su lengua cuando ésta se deslizó a lo largo de la clavícula. Casi podía sentir el lento, rítmico golpeteo de su corazón.


—Realmente estoy loca —susurró, pero señor, le gustaba la sensación. Otro jadeante suspiro resbaló de su garganta. Los grillos comenzaron otra tranquila melodía mientras las luciérnagas parpadeaban y bailaban en lo alto—. Si fueras real, te engulliría entero de un sabroso bocado.


Entonces una voz profunda susurró en su oído:


—Creo que eso se puede arreglar.












:D Espero les guste!!

Mañana les subo el segundo cap!!!

Ya no tengo tiempo!

Las quiero

XOXO VG
Vanee LovatoD'Jonas
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Mensaje por helado00 Sáb 27 Jul 2013, 8:19 pm

El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- 167695056 

 Oh mi dios!!
No puedo creer que eso ne verdad paso! sencillamente...Waoh...
Ni siquiera se bien que escribir hahahaha Gracias por el cap, mañana me pasaré para leer el 2º!
helado00
helado00


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Mensaje por AniitaRP4 Dom 28 Jul 2013, 9:37 am

HAHHAHAHA!! parece que si se puede arreglar! xD SIGUELA!! :D
AniitaRP4
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Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Dom 28 Jul 2013, 4:23 pm

helado00 escribió:El Principe De Piedra (Joe & Tu) -Adaptación- 167695056 

 Oh mi dios!!
No puedo creer que eso ne verdad paso! sencillamente...Waoh...
Ni siquiera se bien que escribir hahahaha Gracias por el cap, mañana me pasaré para leer el 2º!

 Hhahaha me quede igual cuando lei
:D Ya subo el otro cap
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Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Dom 28 Jul 2013, 4:24 pm

AniitaRP4 escribió:HAHHAHAHA!! parece que si se puede arreglar! xD SIGUELA!! :D

 Hhahhahha xD Si, si se puede arreglar!!!
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Mensaje por Vanee LovatoD'Jonas Dom 28 Jul 2013, 4:25 pm




CAPÍTULO 2



La voz sonaba a puro pecado, como brandy caliente en una fría noche, y más sugestivamente sexual de lo ______ alguna vez hubiera imaginado. Parecía ser que sus fantasías subían de nivel. Pero entonces comprendió dos hechos alarmantes. Uno, su voz interior nunca había hablado antes con acento agudo, masculino. Y dos, los brazos fuertes, vigorosos que había imaginado alrededor de su cintura estaban realmente allí.

Sobresaltada, rompió el abrazo…y se encontró mirando fijamente al más hermoso par de ojos. Eran de un azul pálido, casi cristalinos, y brillantes de conocimiento y oscuras promesas.

Ojos que pertenecían a un hombre, no a una estatua.

_____ jadeó con una combinación de incredulidad, fascinación y mortificación. ¿Dónde estaba la estatua gris? ¿Dónde estaba su increíble estatua gris?

El aliento se atascó en su garganta, y cerró fuertemente los ojos. Cuando volviera a abrirlos, todo sería normal, como antes. Estaba segura, segurísima de eso. Era, después de todo, una persona cuerda. Sí, cierto que había experimentado algunos momentos de locura al besar a la estatua, pero aquellos momentos siempre pasaban.

Por favor, Señor, deja que este momento pase.

Muy despacio, entreabrió los párpados.

La imagen del guerrero seguía igual: humano.

Maldito, maldito, maldito, pensó desesperadamente. ¿Cómo podía la piedra convertirse en carne y hueso, con esa piel tan increíblemente besable? Sosteniéndola posesivamente entre sus brazos, el calor de su cuerpo rezumaba a través de la ropa y el latido de su corazón palpitaba contra su pecho, Ah, Dios, la luna de repente pareció más brillante, el aire más espeso.

—Tú eres… tú eres… —Desconcertada, luchó por formar una oración coherente. Había una explicación para todo esto. Sólo tenía que preguntar. Pero cuando abrió la boca, sólo formó una palabra—. ¿Cómo?

Él retiró los brazos de su cintura. Mirándole desconcertada, él movió lentamente su cuerpo, estirando y torciendo cada vértebra de su espalda como si no lo hubiera hecho en mucho tiempo. Y luego, Señor, por si fuera poco, sonrió, con una sonrisa devastadora que reveló sus blancos dientes y envió olas de calor sexual directamente a su corazón.

—Poseo esta propiedad desde hace dos semanas y media, y he caminado a través de este jardín casi cada día. Tú estabas justo aquí, una dura y fría piedra. Tú eres una estatua —balbuceó ella—. Sé que lo eres.

—No, _____. Yo era una estatua. —¿En ese mismo momento sus ojos se ensanchaban con alegría? ¿Temor? ¿Incredulidad? No estaba segura con qué. Independientemente de la emoción, él parecía como si acabara de comprender lo que acababa de decir.

¿Qué más? La confusión de ______ creció con la velocidad del relámpago. Tenía que oír algo inteligente y racional. Algo creíble. No “yo era una estatua”.

Todavía sonriendo ampliamente, de aquel modo tan delicioso, él cerró sus párpados y murmuró una larga hilera de palabras desconocidas, con tono urgente. Cuando los abrió, hizo una pausa para observar su entorno. Un latido de corazón pasó. Luego dos. Una feroz decepción tiró de sus labios, borrando su sonrisa. Pronunció las palabras otra vez. Y otra vez inspeccionó los alrededores.

—Explícame como es esto posible —dijo ella, con voz suplicante—. ¿Cómo eras de piedra, y ahora eres un hombre? ¿Un truco de la luz, tal vez? ¿O una alucinación? ¿Es eso, verdad?

—No —sacudió la cabeza, causando que los oscuros mechones del pelo se balancearan sobre la frente—. Eso no es cierto en absoluto. —Entonces él extendió la mano y tocó su pómulo, como si tuviera que cerciorarse de que ella era real.

Quizás fue esa apacible caricia, o tal vez que su propio sentido común volvió finalmente a la vida, pero _____ comprendió de pronto que no tenía ni idea de lo que este muy real y musculoso hombre planeaba hacerle. Combatiendo una oleada de miedo, le golpeó con la mano, empujando su pecho y se dio la vuelta, lista para lanzarse en una rápida huida. Pero había olvidado que estaba subida sobre una tarima a varios pies por encima de la frondosa hierba. Oscilando peligrosamente sobre el borde, intentó recuperar el equilibrio sin necesidad de agarrarse al forastero que tenía detrás.

Un segundo más tarde, caía de cara al suelo. Ella torció el cuerpo en el aire y logró aterrizar sobre un lado con un doloroso golpe. El impacto sacó el aire de sus pulmones y arrojó varios mechones de pelo sobre sus ojos.

Una vez que recuperó el aliento, brincó sobre los pies. Pese a todo, no corrió como era su primera intención. Debido al golpe o a la fascinación, _____ permaneció firmemente en el lugar. El hombre bajó de la tarima y se paró justo delante de ella. Es más alto que yo, pensó, abriendo mucho los ojos. Tan alto, de hecho, que tenía que alzar la vista. Ese hecho hizo que su sentido común se derritiera como un helado bajo el caliente sol del verano. Increíblemente, la cima de su cabeza apenas le llegaba a los hombros, y por primera vez en su vida, ella se sintió impresionantemente femenina y sorprendentemente vulnerable.

—Si mis músculos no estuvieran tan rígidos —dijo él, su intensa mirada azul clara deslizándose sugestivamente sobre su cuerpo—, podría haberte cogido. —Dio un paso hacia ella.

¿Qué hago? ¡Retrocede!

—Permanezca donde está —dijo, alejándose poco a poco de él.

Él suspiró.

—Sólo intento comprobar que estás ilesa. Las mujeres son criaturas débiles, delicadas, y chocaste con bastante fuerza sobre la tierra

______ se paró y sus ojos se entrecerraron cuando todo empezó a encajar en su cabeza. Ella exploró el jardín. Sus hermanos debían estar detrás de esto y lo más probable es que se ocultaran entre los arbustos cercanos, riéndose a su costa. Nadie excepto su familia soltaba eso de que “las mujeres son débiles”. Mierda.

Señor, el hombre parado ante ella era probablemente Steven Harri, el detective con el que Gray quería que tuviera una cita.

—Gray, Erik, Denver… ya podéis salir —gritó, girando a su alrededor para asegurarse de que oían su voz—. Sé que estáis aquí.

Steven, la estatua, se agachó en posición de ataque, escudriñando el jardín. Sus músculos se apretaron y tensaron.

—¿Esperas a esos enemigos? —Su voz era casi imperceptible.

—No enemigos. Idiota. —______ gritó a sus hermanos otra vez—. La broma ya cansa. Salid. Sé que éste es Steven —señaló con el dedo al pecho del hombre.

—No me llamo Steven.

Él lo dijo con la bastante convicción y disgusto como para que un pequeño asomo de inquietud se deslizara a lo largo de su columna.

—Ya lo creo que sí —gritó, su voz más aguda que antes—, salgan o le daré a este tipo la patada de la Muerte de Tae Kwon que me enseñaron.

—¿Así que no hay ningún peligro para ti? —preguntó el hombre.

Sólo a mi cordura.

—No.

Su postura se relajó y se alejó de ella. Comenzó a estirarse otra vez, esta vez haciendo rodar sus hombros y tobillos. Todo el rato las palabras “yo no me llamo Steven” se repetían en su mente. ¿Si no era el amigo de Gray, quién “y qué” era él? La dirección de sus pensamientos cambió en este mismo momento, asustándola y confundiéndola aún más. ¿Tenía él… era posible… podía haberse transformado de forma sobrenatural?

No. No, no, no, no, no. El tipo no era Steven Harri. Vale. Podía aceptarlo. Pero era simplemente un hombre. Un hombre que tenía muchas explicaciones que darle, tanto si era un asesino-psicópata o un simpático bromista enviado por sus hermanos.

Ella se mordió el labio inferior. ¿Asesino psicópata?

—Bueno, debo irme —dijo, intentando sonar despreocupada, pero sonando más bien como el chirrido de una sierra cortando madera. Comenzó a retroceder otra vez y a rodear un seto. Él no soltó ni una palabra o mirada de protesta, ni actuó como si le preocupara, y ese comportamiento le hizo detenerse. Seguramente un asesino habría intentado pararla.

Se quedó allí de pie, la curiosidad luchando con la prudencia mientras observaba silenciosamente a ese hombre que había aparecido de ninguna parte, absorbiendo cada detalle, buscando respuestas. Él era simplemente… grande. Un rápido movimiento de su muñeca, y podría romper su cuello como una ramita. Sin embargo, había una suavidad en él, que desmentía cualquier intención amenazadora. Una contradicción andante, eso era él. Debió de parpadear o distraerse, porque no notó ningún movimiento repentino, pero de pronto él estaba justo delante de ella, mirándola.

—Te agradezco que rompieras la maldición —dijo, deslizando un dedo a lo largo de su nariz—. Pero ahora debo irme. —Sin otra palabra, él la rodeó y se alejó con una zancada.

¿Maldición?

—¿Dónde vas? —¿El hombre se había materializado en su jardín, vistiendo nada más que una sonrisa, y creía que podía marcharse sin algún tipo de explicación? Ah, como un golpe, justo ese pensamiento, le hizo olvidar cualquier sentimiento de miedo. Él era lo bastante grande como para hacerle daño, sí, pero estaba lo bastante loca como para infligirle algún serio daño propio, también—. Exijo que me digas quién eres y cómo llegaste a transformarte en una estatua de piedra.

En un movimiento lleno de gracia, en desacuerdo con su tamaño y la inflexibilidad anterior, se giró para afrontarla. Sus ojos estaban llenos de melancolía pero, en un segundo, su suave expresión se transformó en potente furia, como fuego atravesando un cielo nocturno, caliente y frío al mismo tiempo.

—Una mujer no tiene ningún derecho a emitir tal demanda.

¡Si tuviera una espada atada a su cintura, estaba segura de que la habría desenvainado justo en ese momento y la habría usado contra ella! Él estaba tenso y alerta, como un vengativo cazador que inspeccionaba a una presa arrinconada.

De improviso, se dio la vuelta y se alejó nuevamente.

Solo déjale irse, pensó. Pero _____ se encontró gritando:

—¡Espera! —Se movió a trompicones detrás de él y le agarró el brazo. Una acción inútil, realmente, pero se paró en todo caso—. No puedes marcharte. Estás desnudo.

Esta vez, se tomó su tiempo para afrontarla. Cuando lo hizo, arqueó una ceja con un gesto insolente y bajó la mirada fijamente hacia ella.

—Tú no conoces cuál es tu lugar, mujer.

Sus palabras expresaban disgusto. Pero su voz sonó ronca, misteriosa, carnal y con una lujuriosa intención que sólo se utilizaba entre amantes. ¿Comprendía él lo que su tono acababa de sugerir? Él apartó la vista de ella, sus ojos pesados cerrándose con erótica invitación. Las puntas de sus nervios volvieron a la vida provocativamente. Oh, sí. Lo sabía. Sabía exactamente lo que había sugerido, y si le diera el estímulo más leve, él la desnudaría y la pondría en su lugar.

_____ tragó aire, fingiendo ignorancia.

—Poseo esta finca. Este es mi lugar.

—Eso no es lo que quise decir y tú lo sabes muy bien. Algún día un hombre te mostrará exactamente cuál es el sitio al que perteneces dándote ese salvaje revolcón que pides silenciosamente cada vez que caminas a través de este jardín.

Escuchar la verdad de aquellas palabras fue más impactante que la insinuación velada, y ella retiró los dedos que agarraban débilmente su bíceps. Lo que le dolía era que no había nada que pudiera decir para desmentirlo ¡Si sólo hacia cinco minutos que ella había acariciado los pezones de la estatua, había envuelto la mano alrededor de su pene (¡dos veces!), y besado sus labios!

Éste no era ningún amigo de sus hermanos.

La verdad de ello la atravesó, innegable ahora de todos modos. Sus hermanos nunca permitirían a un hombre intimidarla así. Ni que la invitaran a participar en una noche de libertinaje. Ni siquiera en broma.

—Sólo un buen revolcón te enseñaría el respeto apropiado para un guerrero —dijo—. Lamentablemente, no tengo tiempo para instruirte. Ahora, te lo agradezco otra vez, _____, pero debo volver a casa. —Entonces, por tercera vez, él trató de alejarse.

En ese caso, sin embargo, fue él quien se paro sin necesidad de su agarre.

Echó un vistazo hacia la izquierda y luego hacia la derecha, estudiando el horizonte. Maldijo en una lengua que ella no entendió y luego giró para afrontarla. Un ceño estropeaba la perfección de sus rasgos.

—Acabo de comprender que eres una carga necesaria, ya que no conozco nada de tu mundo más allá de este recinto. —Sus cejas se juntaron ante “la carga necesaria”. Las ventanas de la nariz llamearon con sus siguientes palabras—. Llévame ante el hechicero más cercano.

—Vete al infierno —contestó ella.

Él cruzó los brazos sobre el pecho. La obstinada postura insinuaba que era un hombre acostumbrado a dar órdenes y que esperaba un cumplimiento inmediato. Normalmente ella no se lo pensaría dos veces para enfrentar a alguien con una súper abundancia de testosterona. Pero el modo en que este tipo la miraba, como si él fuera un rey y ella fuera un vasallo condenado a la guillotina, casi hizo que le asustara la idea.

—Harás lo que yo diga —soltó él bruscamente, y con los ojos muy abiertos, continuó—: ¡Maldita sea! Hay algo más que había olvidado ante el entusiasmo de volver a mi casa —exclamo con los dientes apretados—. Pero aunque es algo que gustoso olvidaría hacer, no puedo, ya que la continuidad de mi libertad depende de ello.

—¿Qué?

—Para empezar, debo acostarme contigo.



listo! Aquí les traigo parte del capitulo 2 :D
Espero les guste!!! :D
Las quiero
XOXO VG

 
Vanee LovatoD'Jonas
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