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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)
DIOS POR FAVOR NO LA DEJES AHÍ TIENES QUE SEGUIRLA!
fernanda
La marca de ----- (Lora Leigh adaptada Joe y Tu)
Ella no estaba del mejor de los humores a la mañana siguiente. Se había movido y había dado vueltas en la cama, excitada, furiosa, y asustada.
Asustada de las sensaciones que había sentido cuando Joseph la había tocado, de su propia reacción a él, y de la vinculación que podía sentir ligándolos juntos. Lo último era el quid de cuestión. Ella nunca se había unido con nadie fuera de su familia, sobre todo no un hombre tan duro y tan formidable como Joseph.
Ella sabía lo que él quería de ella, sabía que no iba a dejarla en paz o a ignorar las mismas cosas contra las que ella había luchado para no hacer caso durante tantos años. Habría podido fácilmente evitarlo si pudiera convencerse de que no era algo que quería; pero ella sabía que lo era. Deseaba tanto aprender a controlar sus talentos, como a separarse de sus capacidades y examinar cuidadosamente los ecos de emociones con pleno conocimiento. Ella nunca había tenido éxito sola, y aunque temiera el fracaso de intentarlo otra vez sabía que lo haría. Lo haría porque la oportunidad estaba allí; porque sabía que ésta bien podía ser su última oportunidad.
Con las emociones arremolinándose tan agitadamente en su interior, no fue ninguna sorpresa que cuando Lance llamó, pidiéndole ir a la oficina para una reunión, esto la irritara.
—Broken Butte no es una ciudad grande —sermoneó ----- a Joseph mientras conducían por delante de la señal del límite de ciudad justo antes del mediodía—. Somos una comunidad muy unida. No nos importan los forasteros, pero no nos gustan los tipos del gobierno. —Ella le dirigió una mirada por el rabillo del ojo cuando él se sentó con los hombros caídos en su asiento, su sombrero tejano estaba bajo para sombrear sus ojos.
Maldición, él tenía buen aspecto con aquel sombrero. Y ella no deseaba recordar lo bien que parecía; no quería reconocerlo. Ella todavía ardía por su toque de la noche anterior y estaba tan desesperada por ser tomada que era una maravilla que no hubiese ido a su cama anoche.
—Prometo que estoy enseñado, ----- —arrastró las palabras él.
—Sólo porque eso te conviene en este momento —gruñó ella, moviéndose en su asiento mientras entraba en los bordes externos de la ciudad.
Ella era consciente de la larga mirada que él le dirigió. Era imposible no ser consciente de ello. Su cuerpo estaba tan sensible ahora que juró que podía sentir su mirada fija pasearse sobre sí.
—-----, amor —le castigó él, su voz que se hacía más profunda en un juego de palabras sensual de manera escandalosa—, prometo comportarme. Jonas me asegura que aprobé cortesía con mucho éxito.
Él había estado así toda la mañana. Suavemente sardónico, mirándola, con su paciente mirada mientras parecía esperar algo. Él podía esperar hasta que el infierno se helara. No importaba lo que él quisiera, ella estaba determinada a negárselo.
Por supuesto, ella sabía exactamente lo que ella quería. O mejor dicho, lo que su cuerpo quería.
De ninguna manera, no importaba como. Cualquier cosa que fuese mal con ella, no cedería ante ello. Ella apretó sus muslos más juntos, muy consciente del aliento inhalado con cuidado de Joseph. Él podía oler su excitación y eso solo la cabreaba.
—Tú, páralo —siseó mientras entraba en el aparcamiento de la oficina del sheriff—. Comienza a andar alrededor inhalando el maldito aire y todos van a saber exactamente lo que eres. Y por Dios, mantén esos malditos dientes escondidos. Un destello de esa sonrisa de vampiro tuya y los niños correrán gritando.
Él sonrió despacio.
—Realmente, la mayoría parecen interesados en ello. Creo que los falsos dientes de casta incluso se vendieron en los grandes almacenes este año. He oído que el clan de la casta está haciendo dinero con las ventas.
----- entró en la primera plaza de aparcamiento disponible antes de poner su cabeza en el volante y sacudirla con derrota.
—Está bien, cariño. —Ella había comenzado a caminar cuando su mano acarició despacio en su espalda—. Lo haré todo mejor cuando lleguemos a casa.
Su cabeza se sacudió.
—Estás certificablemente loco —gimió ella, apartándose de su toque mientras él se reía entre dientes diabólicamente.
—Guárdate tus malditas patas para ti.
Su sonrisa era libertina mientras él echaba su sombrero atrás una pulgada, sus ojos se llenaban de alegría.
----- tembló por la mirada. Ella habría gemido, pero que la condenaran si iba a darle la satisfacción.
—Vamos. —Ella liberó su cinturón de seguridad antes de abrir la puerta y salir—. Lance está bastante furioso ya conmigo. No tengo que llegar tarde a esta reunión para hacerlo peor.
—Recuérdame que encuentre un compañero menos beligerante la próxima vez. —Él suspiró cuando ella le miró con ceño enigmáticamente—. Tú, -----, eres completamente hostil. Para una mujer que huele tan dulce y caliente, tu actitud deja mucho que desear.
Ella apostaba a que lo hacía. Si él seguía así ella iba a mostrarle el final de su pistola y a dejarle ver sólo lo beligerante que realmente podía llegar a ser.
—Sabes —dijo él—, apuesto a que si lo intentas realmente mucho podrías deducir y entender sobre qué va esta misteriosa reunión. —Joseph paró a varios pies de los peldaños que conducían a las puertas dobles.
Ella lo miró fijamente con horror antes de mirar alrededor para asegurarse de que nadie oía sus palabras blasfemas.
—Cállate —le espetó ella.
Sus cejas se arquearon de manera inquisitiva.
—Venga, -----. Sería fácil. Sólo haz un pequeño intento.
Con mofa ella pasó por delante de él y se dirigió a las escaleras. Ella oyó su suspiro un segundo antes de que con un gruñido pequeño y divertido de risa lo precediera en los escalones.
Ory
La marca de ----- (Lora Leigh adaptada Joe y Tu)
—Bueno, al menos podrías haberlo intentado. —Él logró agarrar el picaporte antes de que ella lo hiciera, abriéndola con un floreo mientras ella ponía sus ojos en blanco con exasperación.
La furia del agente Jenson la golpeó cuando ella pasó a su oficina. Estaba siempre presente la violencia oscura, la sed de la sangre. Él no era uno de los tipos buenos, pero hasta que rompiera la regla correcta Lance no podía deshacerse de él. Aquel borde de violencia la fastidiaba hasta que Joseph se acercó, distrayéndola con su olor masculino limpio y el aura de excitación masculina que volaba alrededor de sus sentidos.
----- aspiró profundamente, agachando la cabeza mientras apretaba los dientes y se movía resueltamente hacia la oficina de Lance, al final de edificio. Separada de las oficinas centrales por los cuartos de visita, eso proporcionaba una sensación menos emocionalmente caótica.
Lance era una persona tranquila, no dada a la violencia, aunque con un borde desigual de amargura que entristecía a -----. Aun así era de la gente que le era más fácil tener alrededor.
Ella llamó en su puerta.
—Entre —le espetó Lance.
----- le echó a Joseph un vistazo frunciendo el ceño cuando agarró el picaporte, sintiendo la cólera de Lance filtrándose por el panel.
—¿Qué has hecho? —silbó ella, en absoluto reconfortada por su mirada inocente.
—¿Yo? —Él arqueó su ceja, sus ojos destellando con diversión—. He sido un león bueno, querida. ¿Qué has hecho tú?
Ella resopló ante su respuesta antes de empujar la puerta para abrirla y entrar en el cuarto.
Ella era consciente de la tensión que se rompió alrededor de ella en el minuto en que entró en el cuarto. Aunque hubiera sido ajena al otro habitante que estaba de pie a través del cuarto. Y ella apostó a que él era una casta. Peligroso, poderoso y no del mejor de los humores.
Sus ojos estrecharon en el instante en el que ella entró, y el calor inundó su cara cuando él levantó su cabeza e inhaló rápidamente.
Hijo de puta. ¿Qué hacían ellos, iban alrededor de cada mujer en el mundo inhalándola como una comida potencial? Así que ella estaba cachonda. ¿No habían olido nunca antes a una mujer cachonda? ¿O ella era diferente de alguna manera?
El pensamiento ridículo hizo que ella se diera la vuelta y fulminara con la mirada a Joseph. Él cerró la puerta detrás de él y contempló al otro inquilino del cuarto con una mirada ligeramente interrogadora. Claramente él estaba tan sorprendido como ella.
—Jonas. —Su voz era cautelosa cuando ----- caminó al lado, más cerca del escritorio de Lance.
—Joseph —El otro hombre inclinó su cabeza despacio, sus ojos raros, de plata, se movieron a ----- y luego a Joseph otra vez.
Era una figura imponente. Tan alto como Joseph; muscular, salvaje. Pero este Jonas podía ser fácilmente un asesino. ----- podía sentir la oscuridad que lo rodeaba, las emociones que resonaban dentro de él como un relámpago en medio de una tempestad. Rabia, oscura y apenas contenida, luchando por la libertad. Pero también podía sentir el honor, el dolor y la pena. La pena era casi tan espesa como la rabia. Todas las emociones, sin embargo, estaban sometidas, apenas sensibles mientras un aura de control y determinación las contenía.
—¿Hay algún problema, Lance? —Ella contempló a su primo.
—-----, te presento a Jonas Wyatt. Lo viste la noche en que los coyotes fueron recogidos en tu casa —le recordó Lance con un filo frío en su voz.
----- asintió.
—¿Qué pasa? —Joseph no parecía inclinado a andarse con rodeos. Él se movió delante de ella, afrontando a Jonas.
Ella se movió para rodearle, levantando únicamente las cejas cuando él se movió delante de ella, bloqueándola otra vez.
El gruñido irritable de Jonas cuando ella empujó a Joseph fuera del camino hizo que sus ojos se estrechasen en él.
—¿Lance? —Ella se giró a su primo, cansándose cada vez más del ceño fruncido desaprobador que Jonas Wyatt había fijado en ella.
—Pregúntale. —Él agitó su mano hacia la casta—. Él convocó la reunión con una demanda de secreto. Sólo vivo para servir.
----- se estremeció. Claramente, él había recibido una orden de muy alto nivel, sino no estaría tan enojado.
Jonas le echó a Lance una mirada fría.
—Pido perdón realmente, Sr. Jacobs. La necesidad del secreto era alta. El informe que recibí de Joseph acerca del listado encontrado en aquella caverna era inquietante. La información proveniente de otras fuentes lo era incluso más. Yo tenía que evaluar la situación por mí mismo.
—¿Qué iba mal con reunirse en la casa? —Joseph estaba demasiado cerca. Él se quedó a su espalda, cerniéndose sobre ella como una sombra oscura.
—La impresora está siendo investigada —espetó Lance—. Averiguaré quién tuvo acceso y lo imprimió. Eso es sólo una cuestión de tiempo.
—¿Qué lleva tanto tiempo? —Ella sacudió su cabeza con confusión—. Los ordenadores registran automáticamente esas contraseñas.
La voz que contestó envió un escalofrío sobre la carne de -----.
—La contraseña usada era la del Sheriff Jacobs.
Lance la contempló. Ella podía sentir el dolor irradiando de él, también la protección. Lance nunca le haría daño. Ella lo sabía como sabía que el sol se levantaría por la mañana y la noche llegaría más tarde.
—Tenemos un problema entonces. —Ella se dio la vuelta y miró a Jonas. Estaba seriamente predispuesta para que este le disgustara—. Obviamente alguien ha logrado robar contraseñas.
—El sheriff nos asegura que él no anota su contraseña o la comparte. Él la cambia semanalmente y usa protocolos de intimidad estrictos en su ordenador.
----- miró a Jonas durante largos momentos. Lance estaba quieto y tranquilo. Y no era un signo bueno. Se preparaba una explosión, y era una que ----- no deseaba presenciar.
—Dile que se pare, Joseph. —Ella miró fijamente a los ojos de plata salvajes cuando habló al hombre detrás de ella—. Ahora.
—A mí también me gustaría oír una explicación, -----.
Ella se dio la vuelta hacia Joseph con cuidado.
—He dicho ahora —le recordó ella, manteniendo su voz suave, su furia estrangulada.
Ory
La marca de ----- (Lora Leigh adaptada Joe y Tu)
Ella no sabía a qué juego jugaba Jonas Wyatt, pero sabía que jugaba a uno, y usaba a Lance para hacerlo.
—Váyase de esta oficina, Jonas —le espetó Lance—.
—No necesito tu protección, ----- —espetó Lance entonces—. Averiguaré…
—Si usted está todavía en esta oficina. —La voz de Jonas era condescendiente—. Tales errores no son sólo criminales, también son incriminatorios, Sheriff Jacobs.
—Usted hijo de puta… —Lance estaba fuera de su silla y a mitad de camino alrededor del escritorio antes de ----- pudiera andar delante de él, colocando su mano en su pecho. Pero ella lo sacudió hacia atrás rápidamente. Ella apartó la vista de su mano, sintiendo una sensación aguda de repugnancia ante el toque antes de mirar arriba a Lance—. Joder. —Ella mantuvo su voz suave mientras dejaba a una pequeña sonrisa asegurarle su confianza—. Ambos lo sabemos, Lance. Y sé que tú encontrarás la prueba. No le dejes azuzarte.
—Maldición, ---…—Él extendió la mano, sus manos agarraron sus hombros, enviando pulsos de una sensación parecida al dolor que atacó sus terminaciones nerviosas. Ella se estremeció un segundo antes de que el gruñido sorprendente de Joseph llenara el cuarto y él la separase de su primo.
—¿Qué demonios? —Lance la contempló con sorpresa—. ---, ¿estás bien?
Él tendió la mano hacia ella otra vez, sólo para hacer que Joseph la tirara rápidamente detrás de él, ignorando sus luchas cuando él lo hizo así.
—Maldición, Joseph…
—¿Qué demonios pasa? —La voz de Lance estaba llena de confusión. De cólera—. ¿Está herida?
----- forzó su camino delante de Joseph, aguijoneándolo con el codo en su duro estómago cuando él trató de pararla.
—No me empujes detrás de ti otra vez. —Ella lo miró furiosamente—. Cuando te necesite de pie delante de mí, te avisaré.
El gruñido retumbante que vino de su pecho podía haber intimidado a alguien menos furiosa, pensó -----. Pero esto hizo poco para impresionarla.
Jonas se movió con impaciencia, retirándole su mirada fija.
—Él no permitirá que otro macho la toque, Srta. Fields —le espetó Jonas furiosamente—. Pruébelo y podría encontrarse con más de lo que podría tratar.
—No le pregunté —le dijo ella, enfurecida, consciente de que Lance la miraba con sorpresa—. Así que puede callarse.
—No tenía que preguntarlo. —Su sonrisa tensa era fría y peligrosa—. Solo fue agradable ofreciéndole la información.
—Jonas, no tiene sentido lo que dices —indicó Joseph, su voz no era tan perezosa como antes, pero no estaba menos confuso de lo que lo había estado Lance —. Y acusar a Jacobs de traicionar a su prima no fue tu movimiento más brillante. —Había una pregunta de su voz cuando él obviamente decidió no hacer caso de la declaración anterior respecto a su posesividad hacia ella.
—Las pruebas están ahí —indicó Jonas—. La lista viene únicamente de esta oficina, nadie más debería haber tenido acceso. La información que hemos logrado extraer del coyote que capturaste indica alguien que trabaja desde el interior. Y Jacobs está dentro.
Los puños de Lance se apretaron, su expresión se retorció en líneas de furia cuando él espetó a la casta:
—Estoy harto de sus acusaciones Jonas.
----- luchó para parar la tralla de emociones que se cerraron de golpe sobre ella. Se acercó a Joseph y lanzó cada escudo que podía forzar delante de ellos, pero nada ayudaba. La cólera de Lance era candente, su voz llena de dolor y lindando con la violencia mientras los ojos de plata de Jonas se oscurecían peligrosamente. Ella sacudió la cabeza, contemplándolo y luchando contra la caldera de sensaciones que se arremolinaban a su alrededor.
No podía correr. No podía evitar las emociones.
—Estoy harto de su incompetencia —se mofó Jonas—. Dígame, Jacobs, ¿usted es el que dirigió a Mark y a Aimee a aquel desierto? ¿Jugó usted de enlace con el Consejo de Genética y sus Coyotes? —Su cólera pareció un fuego incontrolable, sumergiendo todo en su camino.
—Y un infierno. —Lance se movió hacia el otro hombre, sus músculos Se hincharon mientras ----- sentía la fusta de otra emoción. Traición. Una mentira. Un juego construido con cuidado.
—No. Lance, él juega contigo. —Ella brincó delante de él otra vez—. No le des la satisfacción de una lucha.
—¿Juega a qué?, —espetó él, intentando apartarse de ella—. Que me condenen si le dejaré estar de pie en mi oficina y acusarme de tratar de matarte, -----.
—Párate. —Ella sacudió su brazo, sin hacer caso de la incomodidad, mirándolo fijamente con ferocidad—. Escúchame. —Sus dedos se apretaron a pesar del fuego que se iniciaba bajo su piel, la reacción áspera al toque de alguien más no tenía sentido. —Él juega contigo, Lance, sabe que no hiciste nada. Esto no es más que un juego.
Ella apenas advirtió que se estremecía. Podía sentir la rabia de Lance redoblándose dentro de él, golpeando en su interior y exigiendo acción. No podía dejarle luchar; no le dejaría luchar. Era todo un juego, construido con cuidado y ella no estaba segura de por qué razón.
—-----, déjalo ir. —Joseph parecía una torre sobre ella, su mano cubriendo la suya. Su toque era frío, consolador donde el toque de la carne de Lance la llenaba de dolor—. Él te hace daño. Puedo sentir el dolor que mana de ti. Déjalo ir.
Ella temblaba, luchando contra las sensaciones, alzando la vista al primo que había sido uno de los pilares en su vida hasta donde podía recordar. El dolor no tenía sentido; la incomodidad aguda de sus manos pasó como un rayo por el resto de su cuerpo, agarrotando sus músculos y chamuscando su piel.
—¿Haciéndole daño? —El ceño fruncido de Lance era aturdido—. ¿---, qué demonios pasa?
Lance se movió hacia atrás, apartando su brazo suavemente de su apretón cuando él se retiró, su preocupación se extendía sobre ella mientras un chisporroteo oscuro de satisfacción aguijoneaba por el cuarto. Ella se dio la vuelta despacio hacia Jonas Wyatt.
—No me gusta usted —le informó ella, apretando los dientes con cólera—. Es un enfermo hijo de puta. —Él lo sabía. Podía sentirlo. Era consciente de sus capacidades, probándolas y empujándolos a todos ellos. Sus labios se torcieron sardónicamente.
—Quizás. —Él inclinó su cabeza reconociendo del insulto mientras ella lo miraba fijamente con confusión.
—¿Por qué hizo usted esto?, —preguntó ella quedamente.
—Porque tenía que hacerse. —Jonas arqueó la ceja—. Ya ve, señorita Fields, tenemos a un espía en algún sitio de este pequeño sistema. Si no es aquí en esta oficina, entonces en otra parte. Posiblemente en ambos. Averiguaré quién es, de una u otra forma. Muchas gracias por asegurarme que en este caso me equivoqué. El sheriff Jacobs es inocente.
Sus labios se separaron por la sorpresa.
—Era todo un juego —susurró ella—. Usted sabía que yo era empática. Usted me usó para tratar de atrapar a mi primo —le acusó ella, con la furia creciendo en su voz mientras volvía su cabeza para levantar la mirada a Joseph—. Tú se lo dijiste. —Ahora tenía sentido. De alguna manera él había averiguado sobre sus capacidades empáticas y las había vuelto contra ella encarando a Lance delante de ella y luego observando su reacción—. ¡Usted, bastardo! —Ella luchó contra el apretón de Joseph—. Usted, frío e insensible hijo de puta.
—----. Quédate quieta. —Los brazos de Joseph la rodearon cuando ella trató de cerrar de golpe su codo en su abdomen, sacudiéndose contra su apretón—. No quieres hacerlo sola. Ahora no mismo. Por ti vuelan demasiadas emociones. Tranquilízate primero y piensa.
Su voz estaba en su oído, cortando el alboroto caótico de la sangre que tronaba en sus oídos y de las emociones y sensaciones que atacaban su cerebro. Furia. Cólera. Esta era su debilidad. Ella sola no podía manejar ni siquiera el escudo más simple contra ellas.
Lance trataba de retirar sus propias emociones, de guardarla del dolor de su furia; pero estaba todavía allí, volando por el cuarto como si fuera una entidad separada.
Ella podía sentirse estremeciéndose en el apretón de Joseph. Ella respiraba fuertemente, absorbiendo su mente las ondas psíquicas que rodaban por el cuarto. Tantas emociones. Pero sobre todos ellas, satisfacción. Satisfacción, así como cólera, y esta se derramaba de Jonas Wyatt.
Su mirada fija se elevó a él cuando ella aferró el control de la frágil barrera que podía sentir alrededor de ella, la calma que fluía de Joseph y la cercaba en su protección.
—Váyase de esta oficina, Jonas —le espetó Lance—.
—Lo siento Sheriff. —La sonrisa de Jonas era plana, apretada con su propia cólera ahora—. Lamentablemente, no hemos terminado completamente todavía. Vine para encontrar a un espía; en cambio averiguo que mi mejor Ejecutor se ha apareado con su prima. Un pequeño desarrollo completamente interesante, debo decir.
Joseph se congeló detrás de ella mientras ----- parpadeaba hacia la casta.
—¿De qué habla usted?, —le espetó ella.
De repente, el aire en el cuarto se sintió demasiado espeso, también demasiado lleno de tensión para permitir que ella respirara. Jonas echó un vistazo detrás de ella a Joseph.
La sonrisa de Jonas era fría.
—El acoplamiento no va a hacerle mucho bien a menos que lo completes, Joseph. Date prisa y embarázala antes de que se vuelva loca.
Nada de esto tenía sentido. Jonas no tenía sentido.
—Me empujas demasiado lejos, Jonas. —El gruñido de Joseph era salvaje, animal—. Insúltala otra vez y te mataré.
La ceja de Jonas se arqueó, su mirada fija se cerró en la suya.
—¿La insulté?, —murmuró él—. Declaré un hecho, Joseph. Tú te has apareado con esta mujer. Esto es un fenómeno poco conocido que comenzó con Callan Lyons, el líder del clan, y su mujer. Ambos estáis en medio del Calor de Acoplamiento. Tú la marcaste, la besaste, la infectaste de esa hormona en tu lengua que es más obligatoria que el matrimonio. Y hay sólo una cura. —Sus labios se curvaron con frialdad—. Bien, quizás no una cura exactamente, pero una de las pocas esperanzas de aliviar la excitación que se hará tan dolorosa, tan debilitante que arriesgará cada área de su vida. Felicitaciones, compañero. —El último comentario carecía de cualquier sinceridad en absoluto. No es que esto le importara.
La sorpresa ahora llenaba el cuarto. Esta se cerró de golpe en ella, extendiéndose por su cerebro mientras se daba la vuelta despacio para encontrar la mirada fija de Joseph y sentía el absoluto y completo horror que manaba de él y golpeaba su mente, cegándola a cualquier otra emoción.
Su negación fue tan fuerte, tan feroz que la golpeó como un porrazo, empujándola hacia atrás, metiendo la mano en las profundidades de su alma, marchitando una esperanza que no sabía que había florecido en su interior.
En aquel momento, ella maldijo sus capacidades con todo que lo tenía, tan ferozmente como blasfemó a los hombres que la miraban fijamente.
—Yo tampoco te quería —susurró finalmente ella mientras algo en su alma ardía de atormentador dolor, forzando la mentira entre sus labios mientras se daba la vuelta y se movía nerviosamente lejos de él—. Lo que realmente quiero son explicaciones. —Se dio la vuelta hacia Jonas, parpadeando para contener las lágrimas que se reunían en sus ojos mientras encontraba su mirada de pedernal—. Ahora.
Ory
La marca de ----- (Lora Leigh adaptada Joe y Tu)
Ella no sabía a qué juego jugaba Jonas Wyatt, pero sabía que jugaba a uno, y usaba a Lance para hacerlo.
—Váyase de esta oficina, Jonas —le espetó Lance—.
—No necesito tu protección, ----- —espetó Lance entonces—. Averiguaré…
—Si usted está todavía en esta oficina. —La voz de Jonas era condescendiente—. Tales errores no son sólo criminales, también son incriminatorios, Sheriff Jacobs.
—Usted hijo de puta… —Lance estaba fuera de su silla y a mitad de camino alrededor del escritorio antes de ----- pudiera andar delante de él, colocando su mano en su pecho. Pero ella lo sacudió hacia atrás rápidamente. Ella apartó la vista de su mano, sintiendo una sensación aguda de repugnancia ante el toque antes de mirar arriba a Lance—. Joder. —Ella mantuvo su voz suave mientras dejaba a una pequeña sonrisa asegurarle su confianza—. Ambos lo sabemos, Lance. Y sé que tú encontrarás la prueba. No le dejes azuzarte.
—Maldición, ---…—Él extendió la mano, sus manos agarraron sus hombros, enviando pulsos de una sensación parecida al dolor que atacó sus terminaciones nerviosas. Ella se estremeció un segundo antes de que el gruñido sorprendente de Joseph llenara el cuarto y él la separase de su primo.
—¿Qué demonios? —Lance la contempló con sorpresa—. ---, ¿estás bien?
Él tendió la mano hacia ella otra vez, sólo para hacer que Joseph la tirara rápidamente detrás de él, ignorando sus luchas cuando él lo hizo así.
—Maldición, Joseph…
—¿Qué demonios pasa? —La voz de Lance estaba llena de confusión. De cólera—. ¿Está herida?
----- forzó su camino delante de Joseph, aguijoneándolo con el codo en su duro estómago cuando él trató de pararla.
—No me empujes detrás de ti otra vez. —Ella lo miró furiosamente—. Cuando te necesite de pie delante de mí, te avisaré.
El gruñido retumbante que vino de su pecho podía haber intimidado a alguien menos furiosa, pensó -----. Pero esto hizo poco para impresionarla.
Jonas se movió con impaciencia, retirándole su mirada fija.
—Él no permitirá que otro macho la toque, Srta. Fields —le espetó Jonas furiosamente—. Pruébelo y podría encontrarse con más de lo que podría tratar.
—No le pregunté —le dijo ella, enfurecida, consciente de que Lance la miraba con sorpresa—. Así que puede callarse.
—No tenía que preguntarlo. —Su sonrisa tensa era fría y peligrosa—. Solo fue agradable ofreciéndole la información.
—Jonas, no tiene sentido lo que dices —indicó Joseph, su voz no era tan perezosa como antes, pero no estaba menos confuso de lo que lo había estado Lance —. Y acusar a Jacobs de traicionar a su prima no fue tu movimiento más brillante. —Había una pregunta de su voz cuando él obviamente decidió no hacer caso de la declaración anterior respecto a su posesividad hacia ella.
—Las pruebas están ahí —indicó Jonas—. La lista viene únicamente de esta oficina, nadie más debería haber tenido acceso. La información que hemos logrado extraer del coyote que capturaste indica alguien que trabaja desde el interior. Y Jacobs está dentro.
Los puños de Lance se apretaron, su expresión se retorció en líneas de furia cuando él espetó a la casta:
—Estoy harto de sus acusaciones Jonas.
----- luchó para parar la tralla de emociones que se cerraron de golpe sobre ella. Se acercó a Joseph y lanzó cada escudo que podía forzar delante de ellos, pero nada ayudaba. La cólera de Lance era candente, su voz llena de dolor y lindando con la violencia mientras los ojos de plata de Jonas se oscurecían peligrosamente. Ella sacudió la cabeza, contemplándolo y luchando contra la caldera de sensaciones que se arremolinaban a su alrededor.
No podía correr. No podía evitar las emociones.
—Estoy harto de su incompetencia —se mofó Jonas—. Dígame, Jacobs, ¿usted es el que dirigió a Mark y a Aimee a aquel desierto? ¿Jugó usted de enlace con el Consejo de Genética y sus Coyotes? —Su cólera pareció un fuego incontrolable, sumergiendo todo en su camino.
—Y un infierno. —Lance se movió hacia el otro hombre, sus músculos Se hincharon mientras ----- sentía la fusta de otra emoción. Traición. Una mentira. Un juego construido con cuidado.
—No. Lance, él juega contigo. —Ella brincó delante de él otra vez—. No le des la satisfacción de una lucha.
—¿Juega a qué?, —espetó él, intentando apartarse de ella—. Que me condenen si le dejaré estar de pie en mi oficina y acusarme de tratar de matarte, -----.
—Párate. —Ella sacudió su brazo, sin hacer caso de la incomodidad, mirándolo fijamente con ferocidad—. Escúchame. —Sus dedos se apretaron a pesar del fuego que se iniciaba bajo su piel, la reacción áspera al toque de alguien más no tenía sentido. —Él juega contigo, Lance, sabe que no hiciste nada. Esto no es más que un juego.
Ella apenas advirtió que se estremecía. Podía sentir la rabia de Lance redoblándose dentro de él, golpeando en su interior y exigiendo acción. No podía dejarle luchar; no le dejaría luchar. Era todo un juego, construido con cuidado y ella no estaba segura de por qué razón.
—-----, déjalo ir. —Joseph parecía una torre sobre ella, su mano cubriendo la suya. Su toque era frío, consolador donde el toque de la carne de Lance la llenaba de dolor—. Él te hace daño. Puedo sentir el dolor que mana de ti. Déjalo ir.
Ella temblaba, luchando contra las sensaciones, alzando la vista al primo que había sido uno de los pilares en su vida hasta donde podía recordar. El dolor no tenía sentido; la incomodidad aguda de sus manos pasó como un rayo por el resto de su cuerpo, agarrotando sus músculos y chamuscando su piel.
—¿Haciéndole daño? —El ceño fruncido de Lance era aturdido—. ¿---, qué demonios pasa?
Lance se movió hacia atrás, apartando su brazo suavemente de su apretón cuando él se retiró, su preocupación se extendía sobre ella mientras un chisporroteo oscuro de satisfacción aguijoneaba por el cuarto. Ella se dio la vuelta despacio hacia Jonas Wyatt.
—No me gusta usted —le informó ella, apretando los dientes con cólera—. Es un enfermo hijo de puta. —Él lo sabía. Podía sentirlo. Era consciente de sus capacidades, probándolas y empujándolos a todos ellos. Sus labios se torcieron sardónicamente.
—Quizás. —Él inclinó su cabeza reconociendo del insulto mientras ella lo miraba fijamente con confusión.
—¿Por qué hizo usted esto?, —preguntó ella quedamente.
—Porque tenía que hacerse. —Jonas arqueó la ceja—. Ya ve, señorita Fields, tenemos a un espía en algún sitio de este pequeño sistema. Si no es aquí en esta oficina, entonces en otra parte. Posiblemente en ambos. Averiguaré quién es, de una u otra forma. Muchas gracias por asegurarme que en este caso me equivoqué. El sheriff Jacobs es inocente.
Sus labios se separaron por la sorpresa.
—Era todo un juego —susurró ella—. Usted sabía que yo era empática. Usted me usó para tratar de atrapar a mi primo —le acusó ella, con la furia creciendo en su voz mientras volvía su cabeza para levantar la mirada a Joseph—. Tú se lo dijiste. —Ahora tenía sentido. De alguna manera él había averiguado sobre sus capacidades empáticas y las había vuelto contra ella encarando a Lance delante de ella y luego observando su reacción—. ¡Usted, bastardo! —Ella luchó contra el apretón de Joseph—. Usted, frío e insensible hijo de puta.
—----. Quédate quieta. —Los brazos de Joseph la rodearon cuando ella trató de cerrar de golpe su codo en su abdomen, sacudiéndose contra su apretón—. No quieres hacerlo sola. Ahora no mismo. Por ti vuelan demasiadas emociones. Tranquilízate primero y piensa.
Su voz estaba en su oído, cortando el alboroto caótico de la sangre que tronaba en sus oídos y de las emociones y sensaciones que atacaban su cerebro. Furia. Cólera. Esta era su debilidad. Ella sola no podía manejar ni siquiera el escudo más simple contra ellas.
Lance trataba de retirar sus propias emociones, de guardarla del dolor de su furia; pero estaba todavía allí, volando por el cuarto como si fuera una entidad separada.
Ella podía sentirse estremeciéndose en el apretón de Joseph. Ella respiraba fuertemente, absorbiendo su mente las ondas psíquicas que rodaban por el cuarto. Tantas emociones. Pero sobre todos ellas, satisfacción. Satisfacción, así como cólera, y esta se derramaba de Jonas Wyatt.
Su mirada fija se elevó a él cuando ella aferró el control de la frágil barrera que podía sentir alrededor de ella, la calma que fluía de Joseph y la cercaba en su protección.
—Váyase de esta oficina, Jonas —le espetó Lance—.
—Lo siento Sheriff. —La sonrisa de Jonas era plana, apretada con su propia cólera ahora—. Lamentablemente, no hemos terminado completamente todavía. Vine para encontrar a un espía; en cambio averiguo que mi mejor Ejecutor se ha apareado con su prima. Un pequeño desarrollo completamente interesante, debo decir.
Joseph se congeló detrás de ella mientras ----- parpadeaba hacia la casta.
—¿De qué habla usted?, —le espetó ella.
De repente, el aire en el cuarto se sintió demasiado espeso, también demasiado lleno de tensión para permitir que ella respirara. Jonas echó un vistazo detrás de ella a Joseph.
La sonrisa de Jonas era fría.
—El acoplamiento no va a hacerle mucho bien a menos que lo completes, Joseph. Date prisa y embarázala antes de que se vuelva loca.
Nada de esto tenía sentido. Jonas no tenía sentido.
—Me empujas demasiado lejos, Jonas. —El gruñido de Joseph era salvaje, animal—. Insúltala otra vez y te mataré.
La ceja de Jonas se arqueó, su mirada fija se cerró en la suya.
—¿La insulté?, —murmuró él—. Declaré un hecho, Joseph. Tú te has apareado con esta mujer. Esto es un fenómeno poco conocido que comenzó con Callan Lyons, el líder del clan, y su mujer. Ambos estáis en medio del Calor de Acoplamiento. Tú la marcaste, la besaste, la infectaste de esa hormona en tu lengua que es más obligatoria que el matrimonio. Y hay sólo una cura. —Sus labios se curvaron con frialdad—. Bien, quizás no una cura exactamente, pero una de las pocas esperanzas de aliviar la excitación que se hará tan dolorosa, tan debilitante que arriesgará cada área de su vida. Felicitaciones, compañero. —El último comentario carecía de cualquier sinceridad en absoluto. No es que esto le importara.
La sorpresa ahora llenaba el cuarto. Esta se cerró de golpe en ella, extendiéndose por su cerebro mientras se daba la vuelta despacio para encontrar la mirada fija de Joseph y sentía el absoluto y completo horror que manaba de él y golpeaba su mente, cegándola a cualquier otra emoción.
Su negación fue tan fuerte, tan feroz que la golpeó como un porrazo, empujándola hacia atrás, metiendo la mano en las profundidades de su alma, marchitando una esperanza que no sabía que había florecido en su interior.
En aquel momento, ella maldijo sus capacidades con todo que lo tenía, tan ferozmente como blasfemó a los hombres que la miraban fijamente.
—Yo tampoco te quería —susurró finalmente ella mientras algo en su alma ardía de atormentador dolor, forzando la mentira entre sus labios mientras se daba la vuelta y se movía nerviosamente lejos de él—. Lo que realmente quiero son explicaciones. —Se dio la vuelta hacia Jonas, parpadeando para contener las lágrimas que se reunían en sus ojos mientras encontraba su mirada de pedernal—. Ahora.
Ory
Re: La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)
POR FAVOR SÍGUELA!
pero que esta pasando!!!!!!
CONTINUA!
pero que esta pasando!!!!!!
CONTINUA!
fernanda
La marca de ----- (Lora Leigh adaptada Joe y Tu)
Calor de Acoplamiento. Megan escuchó con silencioso shock mientras Jonas explicaba los síntomas físicos, la necesidad, la excitación y lo que los había causado. Fue muy clínico sobre ello. Estaba agradecida por que le hubiese pedido a Lance que se fuese antes de explicarlo más completamente.
Había comenzado con un cierto toque. Un beso, un pellizco, cualquier caricia que permitiese a la casta infundirle por saliva la hormona que hacía que las glándulas en los lados de su lengua se hincharan en el sistema de un cuerpo.
El pellizco en su oído lo había hecho, quizás. Ella recordó la sensibilidad en el lóbulo de su oreja después de la confrontación, la lenta excitación creciente y el choque de emociones que la mantenían tan desequilibrada.
No había comenzado exactamente allí. Ella recordó ir tras de Joseph por los túneles, intrigada por su olor, por el aire de peligro y excitación que fluía alrededor de él. Ella lo habría querido de todos modos, ¿pero lo habría querido con la fuerza con que lo hacía ahora? ¿Tan rápidamente?
Se arriesgó a darle un vistazo rápido y se confesó que lo habría hecho. Él la había atraído, la había fascinado, se hizo un conspirador en la aventura a la primera media hora de reunirse. Y ella sabía, a pesar de las emociones contrarias que rabiaban en su interior, que el pequeño pellizco que él le había dado tenido poco que ver con esto.
Esto no hacía su rechazo más fácil. Su pecho estaba apretado con las lágrimas que contenía. Ella se aseguró que no iba a gritar. Aún no. Mantener el control de sus emociones se hizo más difícil con cada segundo mientras las explicaciones de Jonas azotaban su cabeza.
—Hemos mirado el avance de fenómeno —explicó Jonas cuando se sentó en el borde del escritorio, su mirada fija de burla que incluía a ambos—. A algunas hembras esto las afecta con la mayor fuerza que a otras. Por el olor y el calor que mana de ella, yo diría que tu mujer es una de las más fuertes.
Ahora había una casta de León enfurecida. Sus ojos siguieron a Joseph durante largos minutos, mirando la expresión sin emoción, la frialdad llana en sus ojos y la fuerza de las barreras que él había cerrado de golpe entre ella y sus propias emociones.
Y quizás era lo mejor. El rechazo había cortado en ella con un dolor en su pecho que no se había esperado. Hacer retroceder el daño era casi imposible mientras escuchaba a Jonas explicar el Calor de Acoplamiento y sus implicaciones.
—Aparearse en el calor significa para siempre, muchachos y muchachas —anunció él sarcásticamente.
----- cruzó los brazos sobre sus pechos y miró fijamente a Jonas de modo provocativo.
—Puedo decir que usted también está conmovido por ello —se burló ella de él con frialdad, ignorando el pequeño destello raro de diversión que vaciló en aquellos ojos grises helados—. ¿Qué pasó, Sr. Wyatt, lo sospechaba antes de que viniera aquí y convocara esta pequeña reunión? —Ella agitó su mano para abarcarlos a los tres—. Usted sabía que Lance no hizo la copia impresa de la condenada lista, como sabía que Joseph descubriría el hecho de que soy empática. Usted vino preparado.
Su ceja se arqueó. Una inclinación ascendente lenta que comunicó una respuesta sarcástica más claramente que con palabras.
—Lo sospeché —confesó él con una inclinación lenta de su cabeza cuando él echó un vistazo a Joseph e hizo una mueca—. Esperaba que esta vez mis sospechas se equivocaran. —Su mirada cuando volvió a ella era de condena.
—Estoy segura de que sus esperanzas están de acuerdo con las suyas —le espetó ella mientras extendía su mano hacia la forma silenciosa de Joseph, cubriendo su dolor de cólera—. De modo que busque una cura. —Ella no hizo caso del gruñido retumbante que vino de Joseph.
Jonas se rió entre dientes. No había ninguna alegría en el sonido, sólo burla del conocimiento.
—Las castas han estado buscando una cura durante más de cinco años —dijo él—. Hay una prohibición sobre esta información, señorita Fields. La rotura de esa prohibición podría poner en peligro más vidas que únicamente la suya o la de Joseph. Esto también viene con una pena bastante rígida.
—Oh sí, voy a dirigirme directamente a convocar una rueda de prensa —mordió ella—. Basta de órdenes, Sr. Wyatt, no estoy de humor para ellas.
Sus ojos se estrecharon.
—Para una mujer cuyas capacidades hacen que esté demasiado asustada para unirse al mundo real, puede ser bastante testaruda, señorita Fields. —No había nada amable en la sonrisa tensa que se formó en sus finos labios.
—Basta, Jonas —La voz de Joseph era un estruendo difícil cuando él se movió de su posición contra la pared lejana y se quedó en pie, tenso.
¿Él no la quería, así que por qué protestar si otro hombre se atrevía a hablarle bruscamente? ¿Por qué protestar sobre cualquier cosa sobre ella, punto?
Ory
La marca de ----- (Lora Leigh adaptada Joe y Tu)
—¿Te pedí ayuda?, —le espetó ella antes de que Jonas pudiera hablar. Ella ignoró el ceño fruncido que bajó sus cejas e hizo que sus ojos dorados brillaran con una advertencia.
—No tienes que pedirla —gruñó Jonas como si tuviera derechos. Como si ahora ella fuera alguna clase de responsabilidad.
—Oh sí, así es. —Ella arrugó su nariz sarcásticamente—. Tú eres mi compañero malo y grande ahora. —Ella le ofreció un temblor exagerado—. Debería estar toda agradecida o algo así, ¿verdad?
—O algo así —refunfuñó él, observándola cautelosamente.
—Sí, sobre todo considerando lo entusiasmado que estabas una vez que el Sr. Wyatt aquí presente nos dejó entrar en el secreto de ese quel gran beso que me diste. Caramba, tal vez deberíamos embotellar esa cosa, Joseph. Esto se vendería mejor que los dientes de casta de plástico.
Ella era consciente de que Jonas miraba la confrontación con interés. Si no le hubiera él a primera vista, seguramente le habría disgustado ahora. Esto, añadido a la cólera que se elevaba en su interior, no ayudaba a su actitud en lo más mínimo.
—Tu compañera no sabe cerrar la boca, Joseph —comentó Jonas suavemente—. Deberías trabajar en corregirla.
—Sí, por qué no lo voy a hacerlo por ti —gruñó Joseph cuando él la miró con cuidado.
—Perdonadme chicos, estoy todavía aquí en el cuarto. —Ella agitó su mano mientras hablaba—. La pequeña mujercita no necesita que se le hable de nuevo. Este Calor de Acoplamiento o como demonios queráis llamarlo no ha frito mi cerebro en lo más mínimo.
Joseph y Jonas le dirigieron feroces ceños fruncidos. Podría haber sido mono si ella no estuviera tan furiosa.
—Sabéis, pienso que más o menos ahora tengo la información básica. —Ella sonrió tensamente—. Él me quiere porque sus hormonas lo aumentan todo, esto es todo. Oye, ningún problema. ¿La naturaleza apesta, verdad? —Ella sonrió alegremente, conteniendo el dolor—. Bien, se lo digo, Sr. Director de Asuntos de Casta. Sólo cargue a su pequeño niño mimado de vuelta en uno de esos pequeños helicópteros de fantasía en los que oigo que vuelan los muchachos y transpórtelo de vuelta a su agradable y seguro pequeño complejo y vea si usted no puede curarlo de ello. Yo me las arreglaré bien. Igual que siempre lo he hecho.
Ella estaba furiosa. No era un maldito imán hormonal, y no podía preocuparse menos de si a Joseph a le gustaban los efectos de una pequeña reacción química que era toda culpa suya, de todos modos. Ella no le había pedido enredar con su vida, y maldito si le iba a pedir seguir siendo una parte de ella.
—¿Igual que siempre lo has hecho?, —le espetó Joseph entonces, su propia voz ardiendo—. Escondiéndote. ¿No te has cansado de ocultarte, -----?
—Realmente, pienso que lo he hecho. —Ella inhaló bruscamente, afrontando a los dos hombres mientras inclinaba su barbilla y los fulminaba con la mirada.
»Pero hay una cosa que realmente me enseñaste, Joseph. Ese pequeño escudo tuyo es práctico. Dame suficiente tiempo y estoy segura de que puedo copiarlo. Sobre todo soy adaptable cuando tengo que serlo. Y puedo adaptarme sin ti.
Él la miró fijamente mientras cruzaba los brazos sobre su pecho, sus ojos se estrecharon despacio cuando una indirecta de cálculo predador entró en ellos.
—No me desafíes, amor —le advirtió él, su voz era suave.
—¿Desafiarte? —Ella sacudió su cabeza mientras mantenía la sonrisa apretada, sarcástica que había adoptado—. No te desafío, amor. Te lo digo. No te necesitaba antes de que comenzaras esta curiosa materia hormonal, y te seguro que no te necesito ahora.
—Puedo indicar que el Calor de Acoplamiento es más difícil en las hembras que en los machos. —Jonas habló en aquel punto, su voz con curiosidad suave—. Podría querer pensárselo de nuevo.
—¿Le pedí su opinión? —Ella se dio la vuelta y caminó hacia la puerta—. Si los dos me perdonan ahora, iré a ver si puedo reparar un poco del daño que su humor inepto ha causado en esta oficina. —Ella agarró el picaporte, volviéndose hacia atrás para fruncirle el ceño a Jonas—. Un día de éstos, alguien va a jugar a este juego mejor que usted lo hace, Sr. Wyatt. Y cuando pase, quiero un asiento en primera fila.
Sus labios se apretaron mientras le echó un vistazo a Joseph.
—Tu compañera tiene una boca mezquina —gruñó él—. Podría meterla en problemas.
—Creo que ya los tiene —replicó ella por su parte antes de abrir la puerta y salir al pasillo. La dura reverberación del golpe de la puerta fue demasiado breve, satisfactoria mientras la madera golpeaba contra la madera. Y una maldición murmurada de la casta se oía desde el otro lado. Déjales maldecir. Por lo que a ella se refería, había tenido bastante.
Joseph contempló la puerta, su cabeza estaba inclinada y ojos estrechados. Ella estaba furiosa y dolida, y él no podía culparla ni un poco. Sus pensamientos y emociones habían sido demasiado caóticos para permitirle pasar sus escudos después de aquel primer rechazo inmediato. Él no podía arriesgarse; todavía.
—Las oleadas hormonales en su interior sólo la pondrán peor. —Jonas suspiró, su tono era más relajado ahora.
Joseph resopló.
—Gracias por la advertencia. Justo lo que quería, mi mujer se prepara para despellejarme vivo. Gracias, Jonas.
—Realmente espero que esta mierda de acoplamiento no se haga un hábito —dijo Jonas—. Ya son dos Ejecutores malditamente buenos los que he perdido. Tarek Jordan no dimitió debido a heridas como consta en el archivo. El hijo de puta se apareó con su vecina. ¿Puedes creerlo? Envía a un hombre en una misión y la cosa siguiente que sabes es que él se aparea a la pequeña cachonda de al lado. Y ahora esto. —Él sacudió su cabeza con un borde de irritación.
—Preocúpate más de por qué yo no debería darle una patada a tu trasero por enfurecerla —gruñó Joseph, empujando sus dedos por su pelo mientras inspiraba bruscamente—. Maldición, podrías haber intentado al menos tener un poco de tacto.
Joseph sólo podía sacudir su cabeza en aquel punto. El Director de Asuntos de Casta era conocido por sus manipulaciones y juegos cuidadosamente deliberados. No era conocido por su piedad o su compasión.
—Bien. Te has asegurado de que mi vida sea un poco más difícil durante los pocos días siguientes. Seguramente no era la única razón de que vinieses aquí hoy. —Él encogió sus hombros agitadamente, tratando de olvidar la implicación del sexo que podía venir. Él se moría por tocar a -----, reclamarla y marcarla. Maldito Calor de Acoplamiento. Ella era su mujer; él solo esperaba aliviarla de aquel hecho.
—Ni por asomo. —Jonas se movió al escritorio, sentándose en el borde casualmente mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho.
—El listado definitivamente vino de aquí; nuestro pequeño compañero coyote nos lo aseguró. Él está vivo, a propósito.
Joseph arqueó la ceja. No se lo había esperado.
—No es fácil, pero ese muchacho conversa cuando importa. Le dejaré vivir hasta que él no hable más.
—¿Sabes quién imprimió la lista? —Joseph estaba determinado a que el bastardo que había engañado a ----- pagase.
—Lo estoy reduciendo. Lamentablemente, el sheriff Jacobs estaba en la corta lista. Los otros dos eran Lenny Blanchard y el agente Jose Jensen. Estoy haciendo que se los revise de cabo a rabo; tendremos respuestas pronto.
—Blanchard no parece del tipo. —Joseph sacudió su cabeza despacio, pensando en el amistoso sargento del escritorio.
—Esos por lo general son los que me ponen el más nervioso —gruñó Jonas—. Cuida tu culo. No puedo sacar un equipo aquí fuera aún, Joseph, o tendría que cubrirte, lo sabes. Pero trabajo en algo, esperemos que tenga un equipo pronto. Mientras tanto, comenzaré una investigación con los dos agentes y veré lo que puedo averiguar.
Joseph asintió.
—Y ahora por el gran éxito. —Jonas sonrió con demasiado placer—. Tú y la señora tenéis pruebas a las que someteros. ¿Piensas que podremos contar con su cooperación?
Joseph dejó caer su cabeza. ¿Cooperación? ¿-----? ¿Ahora?
—Un día de éstos, uno de tus ejecutores terminará por matarte, Jonas. —Él gruñó cuando él levantó su cabeza y dejó caer sus brazos—. Y que me condenen si no voy a verlo.
Jonas se rió entre dientes por el sentimiento.
—Mantén ese pensamiento, compañero. —Él sonrió con todas las apariencias de esperarlo—. Ha pasado algún tiempo desde que he tenido una buena pelea; pienso que disfrutaría del desafío.
Y ahí estaba el problema. Jonas raramente era desafiado.
Ory
Re: La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)
Él jugaba donde podía, nunca de una manera que pusiese en peligro a sus ejecutores, pero de modos que les daban ganas de matarlo. En este momento, Joseph entendió el sentimiento y él estaba seguro de que ----- también.
Ella estaba dolorida. Él lo había sentido cuando salió de la oficina, y eso tanto lo preocupaba como enviaba también una oleada de satisfacción extendiéndose por sus sentidos. La llave a ----- estaba en el toque de sus emociones y su corazón.
Ella era ferozmente independiente, determinada a hacer una diferencia, aun si estuviera sólo en su propio pequeño rincón del mundo. Era una luchadora, una de las hembras alfa mejores en las que había puesto alguna vez sus ojos. Con un poco más de formación y los escudos apropiados, ella sería muy buena ejecutora. Él giró su mirada a Jonas, preguntándose como se tomaría su comandante el tener a una no casta en nómina.
Jonas frunció el ceño hacia él.
—¿Qué?
—Ella sería una muy buena ejecutora. —Él mantuvo su voz baja; que Dios le ayudase si ----- lo oía trazando su vida—. No tienes que perder a un ejecutor, Jonas, en cambio puedes ganar otro.
Los ojos de Jonas se estrecharon.
—Ella no es una casta.
—Ella es empática. Y su colección de armas es mejor que la mía. —Él resopló con la descripción. Lamentablemente, él sabía que había un riesgo. Su colección de armas impactaba—. Pero incluso más que esto, aun si ella no fuera mi compañera, ella es todavía mi mujer. No la dejaré. —Y él no podía dejar la lucha. El derribo de los restos del Consejo y de las sociedades de Pura Sangre eran demasiado importantes.
—Tú no luchas sólo contra el Acoplamiento. —Jonas se colocó más cómodamente en el borde del escritorio mientras Joseph lo miraba con cuidado—. Ella no parecía contenta.
Joseph suspiró cansadamente.
—No me gusta que me arrebaten las opciones Jonas, ni siquiera por la naturaleza. Yo sabía que ella era mía, pero no había decidido como convencerla aún. Esto complicó las cosas. Ella sintió el rechazo a la idea del acoplamiento y ahora está furiosa. Pero acabará con ello. —Ella no tendrá opción.
Joseph se estuvo quieto cuando Jonas siguió mirándolo fijamente. Él tenía aquel hábito, como si pudiera ver en el alma de un hombre y calibrar su valor. Para los demás era desconcertante; para aquellos que trabajaban con él y lucharon a su lado cada día esto era una comodidad.
—Bien. —Él asintió bruscamente—. Construye su defensa y sus escudos. Y su formación es tu responsabilidad. Te la dejaré.
Ahora, él sólo tenía que convencer a -----.
Cuando el silencio cayó entre ellos, la puerta se abrió y Lance Jacobs caminó de regreso a su oficina.
—Salid de aquí —espetó Lance él divisó a Jonas sentándose en su escritorio. Entonces se volvió a Joseph—. ----- está en su oficina, pero si no tienes cuidado volverás de regreso a pie a la casa esta noche. —No había ninguna compasión en su voz en absoluto.
—Ahora sé de donde saca tu compañera esa veta de mezquindad —le gruñó Jonas a Joseph cuando se enderezó despacio en el escritorio—. Es hereditaria.
—Solo sigue creyéndolo —refunfuñó Lance cuando se movió detrás de su escritorio y tomó su asiento. Sentándose con los hombros caídos atrás en la silla, miró a ambos hombres con interés deliberado—. Ella va a luchar contra ti con cada aliento—les informó tras varios instantes. —Y tú puedes prohibirle lo que demonios quieras Jonas, es mi maldita prima con la que te estas mezclando. Ella es lo bastante cercana como para ser una hermana. No pienses solo que porque ella vive en ese desierto su familia no la vigila. Cada uno de nosotros lo hace.
—Seguro, ¿y los tíos de las Fuerzas Especiales? —Jonas arqueó su ceja cuando Joseph sofocó un suspiro.
—Sobre todo esos. —La sonrisa de Lance era apretada, despiadada—. Recordadlo. Y mientras estáis en ello, sacad vuestros traseros de mi departamento; estoy malditamente enfermo de las transacciones con Castas.
Parecía ser el consenso general de alguien tratando con Jonas.
Joseph se quedó silencioso, vigilante, midiendo al sheriff cuando él frunció el ceño hacia Jonas. El hombre tenía un aire extraño sobre él, inmediatamente viejo y joven. Él había visto el dolor, conocía la muerte y se había vuelto cauteloso y amargo. Joseph conocía su pasado, conocía su archivo hasta el último detalle, pero a veces uno podía leer mucho más en los ojos que devolvían la mirada con una expresión cansada.
—Me dirigiré de vuelta al Santuario. —Jonas asintió repentinamente, apartando la atención de Joseph del sheriff—. Avísame cuando estés listo para volver con Elyiana.
Las pruebas. Las mismas contra las que ----- lucharía como un gato salvaje rabioso.
—Yo debería saber algo pronto. —Joseph asintió antes de dirigirse a la puerta.
Cuando salió al pasillo, oyó claramente el último comentario de advertencia de Jonas al sheriff.
—Hablaremos otra vez pronto, Jacobs. Muy pronto.
Y Joseph se preguntó qué demonios tenía ahora el Director de Asuntos de Casta en su manga.
Ory
Re: La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)
POR DIOS!
síguela !
todo este problema con las castas ya me tienen harta :evil:
ya síguela sí? :(
síguela !
todo este problema con las castas ya me tienen harta :evil:
ya síguela sí? :(
fernanda
La marca de ----- (Lora Leigh adaptada Joe y Tu)
Capitulo diez
----- entró en la casa y subió las escaleras más de una hora más tarde. Oyó la puerta trasera abriéndose detrás de ella.
Ella sabía que Joseph entraría pronto, sabía que finalmente tendría que hacerle frente. Pero no todavía. No podía obligarse a quedarse y afrontar el rechazo que sintió en la oficina
Ella había abandonado la oficina sin él, saliendo a escondidas del edificio y apresurándose a su Raider. Ella de Lance. Ver en sus ojos la cólera que se levantó en él con el conocimiento de que ellos estaban unidos en modos que ella nunca podía haberse imaginado.no había esperado a ser saludada por el helijet negro liso en que Jonas había llegado, o ver a Joseph mientras holgazaneaba contra el lado de la casa esperándola.
Calor de Acoplamiento. La adrenalina se precipitó por ella ante el pensamiento, haciendo a su corazón acelerarse y, lamentablemente, a su matriz apretarse. Fuese lo que fuese la había ligado. Ella lo había sentido desde aquel primer momento en que ellos se encontraron, el aura que la rodeaba y la calmó. La excitación que la atormentaba. El beso que la dejó débil y hambrienta para su gusto. Canela y azúcar moreno.
Ella casi podía probarlo en sus labios, en su lengua. Lo ansiaba, había estado ansiándolo desde que él la había besado la noche anterior.
El calor que llenaba su sexo la volvía loca. Ella apretó sus muslos contra ello, determinada a contener esa necesidad en particular. Ella nunca rodaría voluntariamente o por la fuerza en la cama con ningún hombre y que se condenase si iba a comenzar con Joseph.
Al menos, no justo en este momento.
Ella cerró de golpe la puerta de su dormitorio antes de dirigirse a la amplia ventana al final de su cama. Se apartó de un manotazo las lágrimas que mojaban sus mejillas. El paseo desde la oficina del sheriff le había dejado solo el suficiente tiempo en paz para que perdiese el control de sus emociones. Ella sabía que tenía que ser más fuerte de lo que lo era. Pero esto dolía. Por primera vez desde que sus talentos se habían manifestado ella había sido capaz de estar cerca de un hombre. Podía sentir sus brazos a su alrededor y conocía sólo su calor y dureza, no sus pesadillas o sus miedos. Ella había comenzado a esperar que esto significara algo.
Qué estúpido. Un cínico y cansado aliento acompañó el pensamiento. Debería haberlo sabido. La vida no funcionaba así. Y ahora ella estaba ligada a un hombre que había rechazado la obligación que había sentido crecer entre ellos. Esto tenía un nombre. Calor de Acoplamiento. No era natural, o así reclamó Jonas; pero su corazón tenía otras ideas. Y el golpe a sus emociones que había causado el rechazo de Joseph había triturado su control.
Ella se estremeció cuando su puerta se abrió, contuvo su aliento, otra lágrima cayó cuando lo sintió entrar en la habitación.
—----- —Su voz era suave y arrepentida—. Sé lo que sentiste en la oficina. No era por ti. No te estaba negando. Tienes que entenderlo.
Ella odió el hecho que había traicionado su dolor, revelado cuánto aquella sola impresión la había afectado. Cuánto había esperado que el aumento de sentimientos entre ellos fuera más que solo lujuria. Para ella lo era, y esto dolía más, sabiendo que no lo había sido para él.
—No importa, Joseph. —Ella luchó para tragar la emoción que bloqueaba su garganta y le protegía escondiendo sus lágrimas—. Lo entiendo.
Su vida era una batalla, día a día. ¿Por qué querría o necesitaría él a alguien que no podía luchar contra sus propias batallas, sin mencionar estar a su lado en ellas?
—¿Lo haces, -----? Creo que no, pero lo harás. Muy pronto.
—Detente. —Su voz se rompió cuando ella sacudió la cabeza.
Ella podía sentirlo acercarse, podía vislumbrar la imagen de él en el cristal de la ventana.
—Por favor Joseph, necesito tiempo… —Sus hombros temblaron mientras luchaba contra los sollozos que se formaban en su pecho—. Lo siento. Por favor…
—¿Para que puedas seguirte escondiendo? —Su tono chirrió en sus nervios ya triturados.
—¡Sí! —Ella giró alrededor, mirándolo con una mirada que mezclaba la furia y el dolor—. Para poder esconderme. De forma que esto no tenga que doler tanto.
Cualquier cosa más que hubiera dicho se atascó en su garganta en el segundo en que vio sus ojos. Brillaban. Las luces de ámbar parpadeaban en el color de oro profundo mientras su expresión apretada y hambrienta daba a su cara un molde salvaje. Él parecía un guerrero conquistador. Un hombre con la intención de posesión.
Ella retrocedió rápidamente.
—Aquí hay una buena idea —él arrastró las palabras mientras caminaba más cerca—. Conserva un poco de distancia entre nosotros, cariño, porque contra más cerca estás, más dulces son los pequeños olores de tu coñito y más dura se pone mi polla. Realmente no quieres ponerla más dura. Un poco más dura y voy a tener que suprimir estos vaqueros y ver sólo cuán profundamente puedo empujar entre aquellos bonitos muslos y como de fuerte puedo hacerte gritar cuando te corras alrededor de mí.
Las palabras explícitas enviaron el calor ardiendo por su cuerpo mientras los dedos invisibles del relámpago comenzaban a correr de nervio a nervio, sensibilizándola, alimentando los fuegos en su interior más caliente. Ella sintió el calor empapado mojando más sus bragas.
—¿Por qué?, —gritó ella entonces—. Tú no me quieres. Tú no quieres esto…—Ella agitó su mano entre ellos para indicar el Calor de Acoplamiento—. ¿Por qué te preocupas?
—Te gusta engañarte, no lo hagas, cariño. —Él caminó más cerca. ----- se retiró. Ahora no era un buen momento para ponerse dentro de su radio de distancia—. Ahora ves, en esto es donde te equivocas completamente. Yo no te rechazaba, -----. Yo rechazaba lo que la naturaleza había hecho, no a ti. No hay ninguna razón para tu cólera.
Ella levantó su barbilla defensivamente.
—Tengo derecho a estar enojada contigo. Tú me usabas en esos acantilados, usando mi empatía para encontrar las respuestas que necesitabas mientras dejabas a Jonas usarme para tratar de atrapar a mi primo. Justo como me usaste…—Se sintió. Ella no diría las palabras, no hablaría del dolor de su rechazo.
Ory
La marca de ----- (Lora Leigh adaptada Joe y Tu)
Él sacudió su cabeza despacio, su mano alcanzó para tocar su mejilla, las yemas de sus dedos rasparon sobre su carne con acalorado placer.
—Yo nunca te utilizaría. —Su voz palpitó con el voto—. He estado solo tanto tiempo, -----. Solo dentro de mí, sabiendo, sintiendo que no había nada en este mundo que estuviese destinado a ser mío. Entonces de repente algo era mío. Tú eras mía. —El tono posesivo la hizo parpadear con sorpresa. Sus manos enmarcaron su cara, sosteniéndola quieta mientras sus acariciaban sus húmedas mejillas—. Mía. Todo dentro de mí se cerró con miedo porque de repente yo tenía algo que perder. Y tú también. Y el pensamiento era insoportable. Ya he perdido demasiado.
Sus labios se separaron mientras su corazón comenzaba a correr, no con lujuria, deseo o aventura, sino con esperanza. Ella había encontrado alguien que emparejaba con ella, un guerrero y un escudo. Un hombre al que podía respetar; uno con el que podía discutir y disfrutar. Ella no había querido perder esto. No había querido estar sola otra vez.
—No…
—Sí —gruñó él, la emoción espesaba su voz—. ¿No lo entiendes aún, -----? Este acoplamiento no sólo es un fenómeno físico. Esto no son simplemente productos químicos al viento. Mira dentro de ti. ¿Si pudieras amar a algún tipo de hombre, cualquiera que fuera, qué sería esta persona? ¿Quién es el amante que frecuenta tus sueños? ¿Qué lucha hierve en tu sangre? Habríamos sido dos partes de un todo, no importa quién fuéramos o donde nos encontráramos. Tu lo sabes tanto como yo.
Ella apretó los dientes, luchando no solo contra la emoción que se alzaba por la revelación de que él tenía razón, sino también ante la negación que ella sabía que él había sentido más temprano. Ella tenía algo que perder.
—¿Ves? —Él se pegó a la emoción que ella no podía esconder, sus dedos se apretaron contra su cuero cabelludo mientras sus rasgos tensos se hacían más primitivos, más exóticos por las emociones él luchaba por contener—. Siéntelo, -----. Siente lo que yo sabía. Mi alma moriría sin la tuya para llenarla. Sin ti para sostenerme cerca en la oscuridad de noche; sin tu risa para traer la luz en la oscuridad que ha llenado cada jodido día de mi vida mientras he tenido aliento. Por primera vez en treinta y cuatro años estoy vivo. Vivo debido a ti, y el pensar en volver a la desolación de estar solo me asusta a muerte.
Sus emociones se cerraron de golpe en ella, llenándola, calentándola.
—Siénteme —gimió él, su voz era áspera y atormentada—. Sé que tus dones son complementarios de los míos. Cuando luchamos, te siento extendiendo la mano, uniéndote a mí como nada más lo hace, alimentándome de lo que tú sabes justo como tú usas mi fuerza para apoyarte contra el dolor. Tú eres empática y yo soy el escudo. Dos partes de un todo, -----.
Él la liberó entonces, retrocediendo para contemplarla con tal exceso de emoción que ella apenas podía respirar y sin mencionar hablar.
—Esto era lo que traté de negar, de rechazar, hasta sabiendo que si yo te perdía, no importa como, mi alma estaría tan muerta como los coyotes que buscan sólo la sangre y la muerte.
Él la liberó, sólo para sacar de su camisa y meterse en el bolsillo un pequeño paquete plástico que contenía varias píldoras. Su mirada fija sondeó su expresión cuando ella levantó sus ojos de manera inquisitiva.
—¿Y eso es?
—Esto. —Él le echó un vistazo a su palma antes de que sus labios se curvaran con un borde de amargura—, es una pequeña medicina inteligente diseñada para aliviar lo peor de los síntomas del Calor de Acoplamiento. El dolor si no se te jode lo bastante a menudo, así como la concepción forzada causada por las hormonas secretadas de mi cuerpo, puede hacerse… perjudicial. Lamentablemente, el acoplamiento de una casta no siempre es agradable. A menos que quieras quedarte embarazada, toma el pequeño anticonceptivo.
—¿Una píldora anticonceptiva? —Qué locura.
—En cierto modo. —Él se encogió de hombros, inhalando profundamente en un gesto que reforzó el exceso de emociones que los llenaban a ambos—. Aunque las hormonas en ella sean radicalmente diferentes a las usadas en el mercado farmacéutico. Éstas son para bloquear la hormona liberada de mí, más que las de tu cuerpo.
—¿Entonces, por qué no estás tomándolas tú? —Ella le fulminó con la mirada furiosamente.
—Porque, querida, no soy yo el que sufrirá si tú no concibes. Eres tú. El Calor de Acoplamiento aumenta hasta que ocurre la concepción. La hormona sigue creciendo dentro de tu cuerpo, anulando todo lo demás excepto la necesidad de tener sexo y de procrear. Esto aliviará los síntomas y también prevendrá la ovulación. Así que haz tu elección.
—¿Lo hará marcharse? —Ella siguió contemplando la pequeña píldora inofensiva. ¿Esta era la cura que ella había tan exigido precipitadamente?
—Nada lo hará marcharse. —Él no pareció disgustado—. Nunca. Pero esto nos dará una posibilidad para entender el resto, Megan. De todas formas íbamos por ese camino.
Ella levantó su mirada, mirándolo fijamente mucho tiempo, momentos silenciosos.
—Tú habrías montado hacia la puesta del sol en el momento en que tu trabajo aquí se hubiese acabado.
Él agarró su mano y puso la pequeña píldora en su palma.
—No -----, yo no te habría abandonado. Ni siquiera durante un día. Ahora toma la pequeña píldora, cariño, y luego hablaremos más. Finalmente.
Él iba a acostarse con ella primero. Ella lo sabía. Como sabía que su siguiente aliento estaría lleno de su olor, sabía que en el momento en que la píldora pasase sus labios él haría su movimiento.
—Joseph. —Ella se lamió los labios tratando de tranquilizar sus nervios—. Ha pasado mucho, mucho tiempo para mí.
Para ser sincero, ella no había intentado el sexo durante años.
—Toma la jodida píldora —gruñó él entonces—. Me he torturado con el pensamiento de tocarte, con el sentimiento de ti caliente y apretada a mi alrededor. Es todo en lo que he pensado desde el momento en que vi tu coraje en aquella maldita caverna. No sé si puedo esperar mucho tiempo más.
Claramente, ella no era la única a la que el Calor de Acoplamiento volvía loca.
Ella abrió la píldora, su respiración se hizo brusca y áspera.
—Todavía no me gusta esto —le informó ella cuando levantó la pequeña píldora azul. Aunque ella lo supiera. Odiaba la situación, odiaba la confusión que la llenaba, pero sabía que sus sentimientos por Joseph eran algo que era mucho más profundo y fluía mucho más fuerte que algo parecido a lo de “quererlo”
Él gruñó en respuestaOry
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