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La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)

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La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh) - Página 8 Empty Re: La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)

Mensaje por Ory Miér 18 Sep 2013, 7:24 pm

y estamos en la recta fianal, solo quedan 2 capitulos y se termina :( , lo bueno es que despues de esta sigue otra, se llama la Senda de Harmony y va de la historia del primo de la rayis, no se si quieren que la suba, si quieren me decen, ¿vale?
Ory
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La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh) - Página 8 Empty Re: La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)

Mensaje por fernanda Dom 22 Sep 2013, 4:36 pm

oh dios santo tienes que SEGUIRLA!!!
fernanda
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Mensaje por Ory Mar 24 Sep 2013, 6:14 pm

Capítulo veinte
 
 
El Senador Mac Cooley. Ahora tenía sentido. Él había sido uno de los opositores más fuertes a la Ley de la Casta, los nuevos mandatos legales que les daban la autonomía a las castas y que los habían declarado humanos a pesar de su ADN. Él era también la razón por la que ahora se requería que dos consejeros militares estuvieran en la Oficina de Asuntos de la Castas en Washington así como dos más para supervisar toda la seguridad y los interrogatorios en el Santuario. No es que no fuera fácil engañar a los imbéciles burocráticos, pero el pensamiento de que había un espía en casa hizo que el trasero de Joseph picase.
El espía era la razón más probable por la que los ataques en el Santuario eran siempre tan precisos y por qué sus debilidades eran explotadas tan fácilmente.
—Muéstrame tus armas. —Ellos bajaban la escalera cuando Joseph echó un vistazo hacia las ventanas cubiertas por sombras.
La noche caía rápidamente.
—En el armario del pasillo. —Ellos se dieron la vuelta y se movieron a la puerta. ----- lo abrió, empujando al lado y sacando abrigos de sus perchas, poniéndolos en los rincones del armario para revelar una pesada puerta blindada metálica.
—Raramente la mantengo cerrada con llave. —Esta se abrió para revelar una demostración impresionante de armas y municiones. Nada parecido a lo que él podría haber encontrado en el Santuario, pero impresionante a pesar de todo.
Hasta que él abrió la parte posterior. Joseph levantó las cejas ante lo que había allí.
—¿Tienes visión nocturna? —Ella sacó un par de gafas de campaña militares de las más avanzadas de su bolsa protectora y se los ató a la cabeza antes de empujarlas sobre la frente. Sostenidos por seguras correas elásticas, los pequeños anteojos eran los más tecnológicamente avanzados en su campo, eliminando la necesidad de modelos más grandes y pesados, y teniendo varios pequeños beneficios complementarios como los suplementos en las lentillas. Literalmente veían en la oscuridad. En vez de la confusa iluminación verde, el portador veía en sombras de color gris, con pequeños colores de neón para recoger algo en un latido de corazón.
—No tan buenos como los tuyos —resopló él—. ¿Cómo diablos los conseguiste? Ni siquiera los equipos de marines han sido bendecidos ya con ellos
—Tengo amigos. —Su comentario no era satisfactorio, pero él lo dejó estar por el momento. Él estaba más preocupado por los otros juguetes que ella sacaba. Cuchillos que recordaban a películas de ciencia ficción y una pistola dirigida por láser que no había llegado aún ni siquiera a los militares.
—Mierda, -----, pienso que tus amigos son una mala influencia para ti. —Él miró mientras ella se sujetaba los cuchillos a lo largo de varios puntos de su cuerpo: su antebrazo, la parte inferior de sus piernas y se metía el arma detrás en su espalda.
—Nosotros los monstruos psíquicos tendemos a mantenernos unidos —le informó ella jadeantemente cuando terminó, luego cerró de golpe la puerta interior otra vez antes de lanzarle una mirada deslumbrante—. Y Lance realmente no tiene por que saber sobre esa otra puerta.
—Infiernos, no creo que yo tuviera que saber de ella.
Él sacó el teléfono móvil de su pistolera y encendió el botón de envío.
—Tarek. —El otro hombre estaba en línea cuando ----- pasó llevando los intercomunicadores en el oído que habían almacenado allí el día antes—. Activa el enlace de campaña —ordenó él rápidamente—. Prepárate para una extracción y retirada temprana.
—Enlace activado —informó Tarek por el comunicador, lo que sería recibido ahora por las seis castas que estaban fuera.
—Seguro. Beta Tres. —Beta Tres era el único código que los consejeros en el Santuario no tenían.
—¿Qué puñetas pasa, Joseph? —El tono de Tarek era duro y preocupado. La Beta Tres era también el código del canal sólo para uso si la cúpula de mando se considerara comprometida. Y la esposa de Tarek estaba en el mismo complejo que la cúpula de mando.
—Tenemos una rata en la oficina central —confirmó Joseph—. Preparados para retiro ahora. Extracción. Repito, extracción fuera de todos los equipos.
El punto más cercano para ponerse en contacto con el mando del clan era la oficina del sheriff. Joseph conocía el riesgo: Cooley tenía contactos dentro de los militares que podían hacer del paseo a la ciudad uno fatal. Sin duda había caminos que estaban siendo vigilados, como el cañón había sido vigilado el día antes.
Después de que él marcase en el número de Lance, esperó al primer toque.
—Lance. —El otro hombre estaba en alarma.
—Extracción en progreso —le informó Joseph silenciosamente—. Tenemos posibles alarmas militares y una violación de alto nivel en la seguridad. Nos vamos.
Él oyó al otro hombre maldiciendo cuando desconectó. Había sólo una salida de este lío. El Senador no se atrevería a enviar los militares regulares a Broken Butte, las repercusiones políticas serían demasiado severas. Joseph apostaba a que los hombres en el cañón el día antes había sido rebeldes, o la parte de la fuerza privada del senador sacada de aquellos que habían sido expulsados deshonrosamente, o que eran considerados demasiado violentos para las fuerzas del gobierno. Él se apostaba a que ellos habían sido entrenados por militares mercenarios y nada más.
Joseph recogió varios poderosos rifles semiautomáticos y cartuchos de munición, luego su mirada siguió al arma de Megan. La única pistola semiautomática estaba atada a su cadera y asegurada en su muslo. Le entregó una mochila pesada llena de munición.
—No seremos capaces de llegar a la carretera —verificó ella cuando cerró la puerta del armario, dándose la vuelta hacia él—. Aconsejo dirigirnos a Carlsbad en vez de a Broken Butte. Ellos no lo esperarán.
—Broken Butte es nuestra única opción. Nunca llegaremos a Carlsbad —discrepó Joseph mientras activaba el rastreador en el teléfono móvil, sabiendo de la señal de emergencia que esto enviaría al Santuario. Si hubiera un modo de llegar a ellos, Callan lo encontraría. Él también aislaría inmediatamente a los consejeros militares en el sitio. Esta era una clara señal al complejo de que la seguridad había sido violada. Hasta entonces, Joseph tomaría medidas activas para proteger sus traseros.
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Mensaje por Ory Mar 24 Sep 2013, 6:16 pm

—Carlsbad tiene un puesto militar, equipado y operacional —indicó -----.
Él sacudió su cabeza, luego la inclinó para mirar con curiosidad cuando ella levantó y desabotonó su camisa y pegó dos hojas envainadas, de tres pulgadas, bajo el encaje de cada copa de su sujetador.
—Dulzura. —Su miembro se sacudió ante el pensamiento de las armas tan cerca de la carne íntima—. Recuérdame que no te ponga furiosa cuando estás armada y preparada.
Ella le dirigió una sonrisa maliciosa, su mirada era casi eléctrica cuando se abrochó de nuevo la camisa.
—Creo que te gusta el peligro un poco más de lo que podría ser sano —indicó él no sin una pequeña cantidad de la diversión. Y maldición si el pensamiento no lo hacía querer lanzarla al suelo y joderla por el puro placer de estar dentro de una criatura llena de tal increíble audacia.
—¿Y a ti no? —Ella arqueó sus cejas en tono burlón—. Se necesita a un yonqui para conocer a otro, Joseph.
Esto era demasiado cierto. Ellos estaban condenados. Él estaría condenado si no hubiera encontrado una mujer que amaba la aventura y la vida tanto como él lo hacía. No era sólo el torrente de adrenalina. Era luchar por lo que era correcto, era medir su fuerza y su inteligencia contra la del enemigo y salir vencedor. No es que hubiera ganado cada batalla, y él sabía que la muerte podía estar al acecho fuera de la puerta. Pero por dios, él moriría libre. Y valía la pena morir por la libertad.
—Bien, si sobrevivimos a esto, recuérdame que te zurre otra vez. —Él se ató el pelo hacia atrás rápidamente con la tira de cuero que llevaba en sus vaqueros antes de ofrecerle una sonrisa maliciosa.
—¿Por qué? —La incredulidad llenaba su voz mientras él giraba sus talones y se dirigía hacia la puerta trasera.
—Sólo porque me gusta hacer enrojecer tu trasero desnudo. —Dándose la vuelta rápidamente, él la agarró por el cuello, atrayéndola para un beso rápido y breve y luego la liberó de repente.
—¿Preparada para la fiesta, cariño?
—Vamos a la fiesta.
Joseph abrió la puerta despacio, estrechando entonces sus ojos y ajustándolos a la oscuridad para conseguir una visión perfecta.
El ADN que llevaba le daba una vista superior a la de cualquier humano normal mientras perforaba la noche oscura.
—¿Listo? —Tarek estaba de pie al lado de la puerta, las cinco castas adjudicadas con él colocados en varios puntos cerca de los Raiders.
—Deja de hacerte el niñero conmigo. —----- golpeó su brazo—. Vamos a salir de aquí antes de que ellos tengan tiempo para moverse. Y confía en mí, ellos se preparan para moverse.
----- podía sentirlos. No sabía cuántos había o donde estaban, pero las vibraciones manaban por el aire.
—¿Interestatal o carreteras vecinales?, —espetó Joseph mientras comenzaban a moverse, precipitándose a los Raiders y brincando hacia las puertas abiertas rápidamente.
—Caminos secundarios. —La Interestatal era inadmisible. Esa era la ruta más rápida y más probable. Estaba seguro de que estaba fuertemente vigilada—. Si Cooley ha mezclado una unidad militar en esto, nuestra mejor posibilidad son los caminos vecinales, nada de luces. Incluso una fuerza mercenaria podría tener mejores aparatos que yo. El sueldo de un agente es un asco, sabes.
—Ningún problema. —El Raider salió de la calzada y se dirigió al desierto, lejos de los cantos que rodeaban la casa de ----- por tres lados.
—Seguridad activada, localización de GPS anulada y desactivada.
—Aquí. —----- señaló un mapa en la pantalla, presentando las coordenadas a uno de los caminos vecinales que conducían a la ciudad—. Esta no es la mejor ruta pero es la más defendible.
El camino era poco más que una pista de tierra que evitaba los barrancos y cavernas que podían proporcionar una emboscada fácil.
—Aunque ellos nos han visto marcharnos, rastrearnos por la vista no es muy fácil —añadió ella.
Ella podía sentirlos. Su cuello le picaba, y detrás de su oído izquierdo ella podía oír el pequeño chisporroteo extraño en su cerebro que anunciaba un torrente de información. No militares, pero muy bien armados, y muy bien pagados. Ellos tendrían los aparatos.
Ella sacudió su cabeza, apretando los escudos alrededor de su mente que tiró de Joseph cuando su pulso comenzó a palpitar en sus venas. ¿Alguien traicionaba al senador, pero quién? ¿Y por qué?
—Alguien no respeta el bloqueo. Tengo un desconocido vertiéndome información Joseph —gritó ella sobre el ruido del motor del Raider mientras Joseph lo empujaba a su velocidad más alta.
—Mantén la conexión con él ----- —ladró él—. No importa si es amigo o enemigo. Lo bloquearé de tomar la información, pero sácale tanto como puedas.
Esta multiasignación iba a hacerse fea, pensó ella con una mueca mientras luchaba para hacer lo que Joseph había pedido, manteniendo el canal abierto mientras comenzaba a trazar el mejor curso a la ciudad.
—Ellos están en movimiento, y rastreo. Hijos de perra, yo sabía que debería haber conseguido aquel préstamo para esos pequeños radares y bloqueadores de láser que vi el mes pasado —gritó ella mientras sentía la corriente de información en su cabeza.
—¿Préstamo? —Ella no hizo caso de la mirada incrédula que él le echó, así como de la risa disimulada de los dos hombres detrás de ella.
—Seguramente crees que el exterior de mi casa parece una mierda porque soy perezosa. —Ella se rió por puro placer—. Le deberé dinero al banco local hasta que tenga ochenta años, Joseph. Ellos financian mis pequeños juguetes.
Ella encendió el radar del Raider y el rastreador de láser, maldiciendo cuando este se mostró en blanco.
—Hijos de puta. Los odio cuando no juegan limpio. —Ella le dio un toque a la pantalla bruscamente, sabiendo que las puntas de movimiento deberían estar allí, gruñendo ante los pensamientos que atestaban sus señales.
Ella levantó la mano a su cabeza mientras la sacudía ferozmente. Necesitaba más información.
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Mensaje por Ory Mar 24 Sep 2013, 6:17 pm

—Los bastardos deberían saber bloquearse —se quejó ella cuando sintió, literalmente sintió, a uno de los soldados cuando se dirigieron del canto más cercano al desierto—. Los tenemos en nuestros traseros, rastreando nuestra posición y yendo hacia nosotros.
Ella golpeó la cerradura del teclado de arranque, punzando las órdenes antes de este se nivelase sobre su regazo
Al instante el parabrisas mostró un mapa sutilmente iluminado.
—Allí, siete carrera cuatro —espetó ella mientras giraba—. A tu derecha. Será más difícil de seguir.
No había nada delante. Ningunas emboscadas, nadie en espera. La claridad de la información era inquietante, casi familiar.
—¿Puedes confiar en esto, -----? —Joseph giró el volante a la izquierda y se dirigió a una parte más montañosa del desierto, hacia los cañones que entrecruzaban el desierto.
—Alguien se ha abierto hasta mí. —Ella siguió introduciendo la información en el mapa—. La información no es una trampa, pero maldito si sé por qué. Ellos no pueden ser tan condenadamente estúpidos cuando actúan.
Quizás ella era más fuerte. Ella se mordió su labio ferozmente, molesta por lo rápidamente que la información inundaba su mente y sin dolor.
—Tarek está detrás de nosotros, cerca. ¿Aparece él en el mapa?, —espetó una de las castas detrás de ellos con un tono de demanda imperativa.
—Como dije, lo hacen.
—¿Y esos muchachos malos que vienen detrás de nosotros?, —gruñó él otro—. Puedo ver el rastro de polvo detrás de nosotros.
—Sólo vehículo a vehículo. —----- siguió dando un toque, manteniendo la conexión al otro vehículo seguro contra cualquier tentativa de cortar—. Sé lo que hago.
Al menos esperaba hacerlo. Había pasado mucho tiempo desde que su tío Steven y sus compañeros militares habían salido a jugar. Mientras ella mantenía el intercomunicador entre los dos vehículos claros, un ardor repentino detrás de su cuello hizo que sus ojos se desorbitasen.
—¡Apártate! —Ella era sólo apenas consciente de que gritaba casi cuando sintió que la orden repentina se disparaba por su cerebro—. ¡Ellos tienen misiles… hijos de puta! —La ráfaga balanceó al Raider mientras Joseph giraba el volante, gruñendo cuando el vehículo detrás de ellos torcía y casi chocaba con ellos antes de corregirse.
—Intento de bloqueo del radar —La voz de computadora llegó mientras tres gruñidos de las castas furiosas se repetían alrededor de ella.
Y ella juró que la conexión en su oído estaba llena del mismo sonido.
—Sí, el gruñir va a ayudar —les gritó ella, luchando para quedarse en el lugar mientras Joseph comenzaba a girar el volante mientras la computadora seguía advirtiendo del intento de bloqueo
—Cañón delante. —Ella señaló a la vuelta en el mapa—. Doscientos pies. Tenemos una serie de caminos por varios cañones que podemos usar. Esto bloqueará los misiles.
—Misil preparado.
—¡Bastardos! ¿Dónde infiernos está la velocidad, -----?, —gritó él.
—Vacío. Lo haremos. —Ella se vigorizó para la vuelta, apretando sus dientes cuando los Raiders lo tomaron en dos ruedas sólo segundos antes de la explosión.
El misil explotó en la pared de la entrada de cañón mientras los vehículos se disparaban por él.
—El camino es estrecho —le advirtió ella mientras los anteojos de visión nocturna que llevaba puestos recogían las paredes del cañón—. El radar no muestra ninguna obstrucción delante. Esto es todo lo que tenemos que mirar.
—¿Cuánta distancia tiene este cañón?, —gruñó la voz en su oído. Aquella voz era tan peligrosa como cualquiera que Joseph hubiera usado nunca. Testosterona llena de pura furia masculina.
—Cinco millas, menos de tres minutos: pero esto es un atajo. No hay ningún modo de que puedan mantenerse a menos que tomen el cañón, y con suerte tendrán que ir mucho más despacio. —Ella echó un vistazo a la cara de Joseph—. Yo podría conducirlo más rápido.
Él la lanzó una mirada de incredulidad completa.
—Recuerdo tu última persecución, -----. No hay una posibilidad en el infierno.
Ellos salieron del cañón minutos más tarde, ----- se encorvó sobre el teclado mientras luchaba por quedarse un paso delante de los bastardos que los perseguían, así como los impulsos psíquicos que se precipitaban en su cerebro.
—A la izquierda. —Ella señaló al siguiente cañón que estaba delante—. Joder, pienso que usan el rastreo de satélite con GPS. Ellos tienen algunos aparatos prácticos, Joseph.
—¿A qué distancia estamos de la ciudad? —Él mantuvo sus ojos en el camino estrecho al que giraron, y fueron obligados a reducir la marcha de su velocidad para conducir por las curvas.
—Esto toma más tiempo que la interestatal. Podríamos estar un rato.
—Jonas nos encontrará antes de que lleguemos a la ciudad —espetó una de las castas detrás de ella—. Sólo mantennos un paso delante de esos malditos misiles y sobreviviremos.
—¿Tarek, tu Navigator tiene algo?, —gritó de repente Joseph en comunicador.
----- le lanzó una mirada sorprendida.
—¿Navigator?
Si el bastardo detrás de ellos conducía a un Raider con Navigator entonces ella iba a hacerle daño a alguien. El Navigator era la élite, el mejor de los mejores comunicadores lleno de conexiones por satélite y capacidades obstructoras.
—El bloqueo está fuera —contestó Tarek—. Y tenemos a unos enemigos viniendo detrás de nuestros traseros.
—Izquierda. —La siguiente curva era aguda, casi escondida, mientras que el camino del cañón principal seguía. Era también más rápida.
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La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh) - Página 8 Empty Re: La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)

Mensaje por Ory Mar 24 Sep 2013, 6:20 pm

—Tenemos que encontrar alguna rápida —refunfuñó ella, sus dedos volaban sobre el teclado cuando sacó los mapas había introducido en el Raider durante el año pasado.
—Podemos salir aquí fuera. —Ella señaló a la siguiente vuelta—. Tenemos que conseguir velocidad y llegar a este siguiente lugar. —Estaba a cerca de quince millas de distancia—. Si podemos pasarlo estaremos lo bastante cercanos a Broken Butte para llamar a Lance.
—Lance ha sido llamado. El bastardo mejor que esté en pie.
----- se dio la vuelta, mirando fijamente por el retrovisor mientras corrían por el camino de cañón que se retorcía. Algo no era correcto.
El Raider detrás de ellos estaba a la vista, pero algo más estaba más allá y demasiado cerca.
—Más rápido —gruñó ella—. Aprieta el condenado pedal o todos vamos a arder. —Ella sabía que debería haberlo hecho dejarle conducir, maldición.
Él añadió velocidad, maldiciendo en cada aliento mientras las paredes del cañón rozaban a los Raiders mientras corrían por él.
—Radar en progreso de cierre — advirtió la computadora con aquella maldita monotonía.
—Mataré a esos bastardos —grito Joseph.
—Permanece en línea. Tarek, ¿tienes bengalas?, —espetó -----.
—Bengalas cargadas y en marcha —La voz era un bufido, gruñendo la exclamación que indicaba la furia que podía sentir pulsando a su alrededor.
Ellos salieron del cañón. ----- era consciente de Joseph dando gas mientras la computadora advertía del bloqueo del radar. Una llamarada desde el Raider de atrás iluminó la noche y segundos más tarde la explosión resultante del misil sacudió las paredes del cañón.
Era cuando ellos se ensuciaron. El siguiente misil fue disparado antes de que se preparasen, dándole a la gente de Tarek poco tiempo para poner la bengala. Estaba cerca. El siguiente estaba más cerca.
—Espera. Espera. —----- lo sintió viniendo un segundo antes de que el Raider se lanzase al lado. Ella se agarró a la barra estabilizadora de arriba, maldiciendo mientras el vehículo corría, se corregía y luego se paraba contra un canto rodado.
—Levanta el trasero. El motor ha sido alcanzado —dijo Joseph mientras empujaba a ----- por la puerta que ella tuvo sólo segundos para abrir.
—Estamos en pie. Vamos a rodar.
Él agarró el brazo de -----, tirándola en una de las vueltas más pequeñas que volvían hacia el cañón.
—Vamos fuera. Jonas está a menos de media hora de distancia. Él nos encontrará. Autorizaciones plenas y disparad a matar.
----- sacó su pistola de su pistolera cuando entraron en el camino rocoso recubierto por los matorrales que conducía de regreso al cañón.
El fuego hizo erupción detrás de ellos mientras ella escuchaba las transmisiones de las castas en su oído.
Ella podía sentir a los soldados enemigos en el cañón, una docena o más, y uno que parecía verlo todo. Él no hacía nada para contener sus pensamientos como los hacían soldados el otro día. Él miraba y pensaba. Ellos estaban tras ella. Nada más importaba. Ni las castas con ella; si ellos vivían o morían no tenía ninguna importancia. Su muerte era prioritaria.
—Soldados moviéndose delante de nosotros —dijo ella con voz entrecortada mientras se movían por un camino áspero y cubiertos de zarzas.
—Los oigo. —La voz de Joseph era suave, predadora—. También puedo sentir su conexión. Él lo hace deliberadamente.
—Sí, lo he entendido. —Ella respiraba ásperamente cuando la puso detrás de él—. Es familiar. Sólo que no puedo ubicarlo.
El fuego detrás de ellos los hizo esquivarlo rápidamente, escuchando el intercomunicador mientras Tarek ofrecía su informe de hombres y órdenes cifradas. Hasta ahora, ninguno había sido alcanzado. Gracias a Dios.
—Cooley está con ellos. —Su dedo estestaba firmemente en el gatillo de su propia arma mientras exploraba el área donde estaban escondidos—. Así como un coyote. Él está decidido.

—Igual que lo estoy yo. —La voz de Joseph era tranquila, pero la amenaza de rabia negra bajo ella envió un escalofrío por su columna.
—Tenemos que eliminar a su coyote —murmuró mientras buscaba la mejor posición ventajosa. Ella se había entrenado en estos cañones con su familia desde que era una adolescente.
—Nos quedamos contra el viento de él y podemos hacerlo. —Él comenzó a moverse otra vez, abriéndose camino por los pinos jóvenes, pinos y árboles de álamo de Virginia que crecían a lo largo del camino.
—Cooley caza. Él es bueno. —Ella sabía que él era bueno. Había oído los cuentos que su padre explicaba del entrenamiento junto a él cuando estaban ambos en el servicio juntos años antes.
—Soy mejor —dijo Joseph. No había nada como la confianza masculina, pensó ----- mientras se abstenía apenas de poner sus ojos en blanco.
El intercomunicador estaba lleno de informes en voz baja de las castas; la noche resonaba con el sonido de fuego y elevadas voces masculinas, y la sensación de mal, de muerte. ----- sintió la presión apretándose en su cabeza mientras aspiraba profundamente, quedándose agachada mientras seguía a Joseph por los matorrales demasiado crecidos que conducían a lo largo de las paredes inclinadas del cañón. Ellos deberían estar encima de los soldados.
Ellos deberían estar seguros.
Ella jadeó cuando el dolor cortó en su cabeza. Ella se agarró a una rama cercana mientras luchaba por mantener su equilibrio. Cooley sabía lo que hacía. Ella podía sentir el placer que sentía ante la pérdida de vidas y por el dolor que había causado. Él pensaba deliberadamente en las muertes de las castas y en las mujeres que había violado.
La bilis se elevó en su garganta mientras apretaba los dientes y se obligaba a moverse para mantenerse al ritmo de Joseph.
—Bloquéalo. Averigua la información y evita el dolor —ordenó Joseph en su oído—. No le dejes debilitarte.
Ella aspiró profundamente, asintiendo con la cabeza ferozmente mientras luchaba para sacar las imágenes de su cabeza.
—Él está cerca. —Sus ojos buscaron la noche, vislumbrando a los soldados que se precipitaban por el cañón hacia abajo—. Usa al coyote para rastrearme psíquicamente.
—Ellos no son fiables. —Ella lo sintió rodeándola, sus pensamientos, su calor, fluyendo alrededor de ella como una niebla consoladora.
Él era bueno. Ella dejó que una sonrisa cruzara sus labios mientras sentía que el toque más leve de su lujuria besaba su mente. Él era malo también.
Pero la distracción deliberada alivió su mente y le ayudó a seguir los hilos mentales que tenía que unir, en vez de los que Cooley le tiraba.
El spray repentino de tierra encima de ellos y los golpecitos del tiroteo de municiones desde el lado opuesto del cañón la hizo esquivarla y apresurarse a seguir a Joseph detrás de un saliente de rocas.
Él le hizo señas para que se pusiese a cubierto del fuego en dirección de los disparos. Mientras ella levantaba su arma y comenzaba a disparar, él esquivó y se lanzó al siguiente árbol caído grueso que estaba precariamente en el borde de cañón y comenzó a disparar.
Las rocas y los grupos de tierra explotaban a cada lado de ella mientras buscaba la dirección en la que venían las balas.
Calor. Frío despiadado. Ella no tenía que apuntar. La siguiente descarga de tiros la recompensó con un grito roto del enemigo cuando él cayó por el cañón.
—Muévete. —Su posición estaba comprometida y ella lo sabía.
Ellos se precipitaron a lo largo de la cara del cañón, dirigiéndose más abajo, hacia la seguridad de las cuevas que agujereaban las paredes.
Cuando ellos brincaron finalmente en pie, ----- se dobló sobre una rodilla y se extendió en busca de la información que necesitaba. Ella sintió cerca de Joseph, la fuerza de su propio foco que abastecía de combustible el suyo cuando ella se extendió.
Su aliento agarró en su garganta en el mismo segundo en el que sintió la tensión de Joseph.
—Muy impresionante, -----. Eres mejor de lo que imaginaba que podías serlo, escondiéndote así.
Ella se puso en pie, dándose la vuelta despacio para encontrar la mirada fija, fría y mortal de Mac Cooley. El hombre que su padre llamaba amigo.
Ella sintió a Joseph detrás de ella, hilos de seda de advertencia emanando de él, fluyendo a ella.
—No quería creer que era realmente usted. —Ella levantó las gafas de sus ojos mientras advertía que uno de los soldados subía hacia ellos, cubriéndolos por el lado.
Mac parecía más viejo de lo que ella lo recordaba, pero todavía estaba en buenas condiciones. Con cinco pies ocho, cabello de plata gris y ojos azules, fríos y despiadados. Ojos que ella siempre había pensados que estaban llenos de compasión y calor. Él la miró fijamente, la pistola que llevaba señalaba a su pecho.
Su mirada fija se desvió hacia su costado. El agente Jose Jansen.
La traición del otro agente no debería haber sido una sorpresa.
—Sí, era realmente yo. —La sonrisa de Mac era el mal, un destello de dientes mientras sus labios se curvaban en mofa. Él le echó un vistazo a Joseph—. Debería haber sabido que te ensuciabas con él. Aquí mi coyote me dice que podía oler el olor a sexo desde millas de distancia. Por favor.
----- jugó con el gatillo del arma que había bajado al lado de su muslo, preguntándose si podía ser lo bastante rápida para hacer volar su corazón de su pecho mientras él estaba de pie allí, con aquella repugnante sonrisa satisfecha en su cara. Ella contempló a Jose otra vez.
—Lance te matará. —Lance se culparía a sí mismo.
Jose sonrió con satisfacción mientras ella lo miraba cautelosamente. Ella debería haberlo sabido. Había sentido las emanaciones de violencia provenientes de él desde que ella se había unido al principio a la fuerza. Pero no había creído que podía realmente venderse.
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Mensaje por Ory Mar 24 Sep 2013, 6:21 pm

—Dejad caer las armas, niños. —Mac sacudió la cabeza como si ella lo decepcionara—. Seguramente no piensas que os dejaré mantenerlas.
----- aspiró profundamente antes de lanzar su arma a tierra al lado de Joseph.
Él estaba demasiado tranquilo. Ella podía sentir su mente trabajando con intensidad feroz, pero él jugaba al león perezoso y tranquilo.
Él no era previsible en lo más mínimo cuando hacía esto.
Ella podía sentir su demanda que ella mantuviese la conversación con Cooley, lo mantuviese distraído.
—Revísalos. —Él hizo señas al soldado a su otro lado—. Conociendo a la encantadora -----, ella tiene varias armas más escondidas en ella.
El arma pequeña de su espalda era su única esperanza.
El soldado avanzó. Alto, muscular, sus rasgos faciales escondidos por las franjas negras de camuflaje que llevaba. Él le quitó a Joseph sus armas, pero ella notó que no comprobaba bajo la chaqueta que Joseph llevaba puesta.
Era demasiado raro. Él debería haberlo conocido mejor.
—Sí, era realmente yo. —La sonrisa de Mac era el mal, un destello de dientes mientras sus labios se curvaban en mofa. Él le echó un vistazo a Joseph—. Debería haber sabido que te ensuciabas con él. Aquí mi coyote me dice que podía oler el olor a sexo desde millas de distancia. Por favor.
----- jugó con el gatillo del arma que había bajado al lado de su muslo, preguntándose si podía ser lo bastante rápida para hacer volar su corazón de su pecho mientras él estaba de pie allí, con aquella repugnante sonrisa satisfecha en su cara. Ella contempló a Jose otra vez.
—Lance te matará. —Lance se culparía a sí mismo.
Jose sonrió con satisfacción mientras ella lo miraba cautelosamente. Ella debería haberlo sabido. Había sentido las emanaciones de violencia provenientes de él desde que ella se había unido al principio a la fuerza. Pero no había creído que podía realmente venderse.
El soldado vino a ella entonces. Los cuchillos le fueron quitados, sacados de sus piernas y desde debajo de su chaqueta.
Detrás de su espalda, la mano apenas echó un vistazo sobre el cuchillo metido dentro del cinturón en su cadera, cubierta por su propia chaqueta, o al arma atada en su espalda.
—Precaución. —La advertencia susurró sobre ella y esto no había venido de Joseph.
Ella inhaló despacio. No podía saber quién era él, pero claramente no estaba exactamente en el lado del senador. Aunque era familiar el toque de su mente contra la suya. Ella lo había sentido antes, hace tiempo. ¿Pero dónde?
Ella apartó el pensamiento antes de concentrarse en el senador otra vez.
—Usted no saldrá adelante con esto, Mac —le advirtió, esperando mantener su atención en ella mientras Joseph pensaba en un milagro. Era su trabajo y maldición, mejor que lo hiciese bien.
—Por supuesto que lo haré. —Mac se rió alegremente, como un niño que disfruta de una broma. El bastardo había perdido la cabeza.
—He estado haciéndolo durante años, -----. En el seno de la familia, sabiendo cada movimiento que hacías con la ayuda de Jose. Yo sabía que no te acordarías de haberme visto en aquella Academia sin ayuda. Era sólo cosa de vigilar a las dos castas y de saber cuando decidirían ponerse en contacto contigo. No fue difícil de hacer, querida mía. Aunque fuese desafortunado que Mark y Aimee lo requiriesen. Ellos no tuvieron el cuidado que deberían haber tenido mientras estábamos en la Academia.
Fue deliberado. Ella podía sentirlo ahora. Mark y Aimee sabían que ella los sentiría, había permitido que sus escudos bajaran sólo lo bastante como para conseguir su atención. Era el dolor lo que había sido una espada de doble filo. Ellos no podían haber sabido como reaccionaría ella, lo rápidamente que su mente lo rechazaría y que el recuerdo pasaría entre el conocimiento de que tales acontecimientos habían sido casi triviales entonces.
—Usted los violó. —El arma quemaba en su espalda mientras Joseph exigía precaución. Ella tenía que mantenerlo hablando.
Tenía que darle tiempo a Joseph para que los salvase a ambos.
—Por supuesto que lo hice. Y te violaré tan pronto como mis hombres se hayan encargado de tus fastidiosas pequeñas castas. Yo podía violar hasta a tu pequeño novio antes de que él muera. Esto en particular es agradable, hacerlos inclinarse y tomarlo por el culo.
—Enseñarles quién es el alfa y quién no lo es. Parece romper algo dentro de ellos. —La satisfacción llenó el aire mientras el regocijo vicioso intentaba extenderse a su mente.
Ella quiso gritar por el dolor y por la rabia. Ella podía sentir algo rompiéndose en su interior ante el pensamiento de lo que las castas habían sufrido bajo él.
—Ellos aprenden a tomarse las cosas con calma, -----. Apuesto a que tu casta resistente y grande te lo dirá. Si puede. —Su mirada fija cambió a Joseph—. Eres horriblemente tranquilo, casta. ¿No quieres compartir aquel pequeño placer en particular que experimentaste en los Laboratorios?
Joseph se movió despacio, la luz de la luna que se filtraba en el cañón iluminando su sonrisa predadora.
—Soy una Clase A, Senador, la Elite. Nosotros éramos los que jodíamos, ¿lo recuerda?
La sonrisa de Cooley se congeló durante una fracción de segundo mientras un hilo de miedo resbaló de él.
—Oh sí, casi lo olvidé —se mofó él—. Estatus de elite. Estoy decepcionado contigo. Deberías haber sido más difícil de agarrar.
—Eso podría pensarse. —La voz de Joseph era demasiado suave para la comodidad de -----—. Aprendí a romper a hombres como usted, senador. Creo que usted estaba incluso en la corta lista de objetivos potenciales cuando fuimos rescatados.
----- apenas contuvo su sorpresa.
—Y ahora soy uno de sus mejores activos. Qué bajo ha caído el Consejo de Genética. Pero los reconstruiré. —La sonrisa de Cooley era maligna y espantosa en su locura.
—¿Por qué matar a las castas?, —le preguntó casta entonces—. ¿Por qué esperar hasta que me buscaran? Podría haberme matado en cualquier momento. —La destrucción no tenía sentido. Tampoco lo hacía por el potencial descubrimiento.
—Porque esto era divertido. —Él encogió sus poderosos hombros mientras inclinaba su cabeza y la miraba con placer maníaco—. Todo lo que tuve que hacer era vigilar a Mark y a Aimee. Yo sabía que irían a por ti; era sólo cosa de tiempo. Y dados los cretinos honorables que eran, yo sabía que intentarían hacerlo en secreto, darte una opción para engañarme. Y quise verte huir, -----. Me pone duro. Y hará el tomarte mucho más agradable.
El pensamiento la ponía enferma.
—Entiendo —asintió ella solemnemente—. No puede conseguirlo de la forma normal, ¿verdad? Tiene que derramar sangre para hacerlo.
Su sonrisa cayó durante un segundo antes de volver con fuerza enfermiza.
—La sangre es agradable. —El entusiasmo llenaba su voz—. O tal vez te haré como hice con Mark y Aimee. Poner un arma en tu cabeza y hacer a Joseph dominarte mientras tomaba su culo.
—¿Qué pasa con la cosa del culo? —Ella apoyó las manos en sus caderas mientras fingía incrédula confusión. Y ningún miedo—. ¿Ha oído usted hablar sobre gérmenes, Mac? ¿Enfermedades? ¿Cómo sabe que no le han infectado de alguna manera? ¿La locura es contagiosa?
Su sorpresa era casi ridícula. Durante un momento él pareció perdido, inseguro. Y su mano estaba cerca de su arma.
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Mensaje por Ory Mar 24 Sep 2013, 6:22 pm

Precaución.
Ella le dirigió a Joseph una mirada deslumbrante cuando sintió la orden.
Precaución que la condenasen. Cooley la ponía enferma y esto no tenía nada que ver con el dolor que él trataba de causarle.
El fuego siguió resonando por la entrada al cañón cuando el eslabón del comunicador en su oído quedó silencioso. Ella sabía que las castas eran bien conscientes de lo que pasaba. Ella sólo rezó porque algunos de ellos al menos entrasen en el tiroteo de posición.
—No tenemos mucho tiempo, senador —gruñó el coyote a su lado—. Ellos tendrán refuerzos pronto.
El perro mestizo estúpido, ¿por qué no podía mantener su estúpida boca cerrada?
—Sí, lamentablemente. —El senador aspiró profundamente—. No habrá tiempo para enseñarle a tu casta lo humilde que es realmente. Pero tómala viva y tráela con nosotros.
----- se rió. Se obligó a que la diversión llenara su voz y la burla llenara su expresión.
—No, no. —Ella sacudió su cabeza despacio—. No lo creo. Puede seguir adelante y matarme también, Cooley. No le dejaré tomarme.
Él sonrió con serenidad cuando giró el arma en la dirección de Joseph.
—Le haré daño mientras muere, -----.
Satisfacción. Por la razón que sea, Joseph estaba enormemente satisfecho de tener aquella arma apuntando lejos de ella. Hombres.
Ella sintió al soldado en su posición cambiar de lado cuando el fuego pareció venir más cerca.
----- cambió su propia postura, permitiendo a sus manos apretarse detrás de sus caderas.
—Él va a sentir dolor de todos modos. —Ella se encogió de hombros, sintiendo ahora la diversión de Joseph, así como la preparación cuidadosa de su cuerpo. Sus manos todavía estaban flojas en sus costados, pero ella sabía lo rápido que él podía ser.
Cooley volvió su cabeza hacia ella y su mirada la perforó.
—¿Es él tu compañero? —Sus labios se enroscaron con repugnancia—. Aimee gritaba de dolor cuando la dominé. Advertí a los científicos entonces de que había un acoplamiento, pero ellos no escuchaban.
—¿Ellos sabían que usted también era un pirado?, —le preguntó ella sarcásticamente.
La cólera fluyó de él. Él no estaba tranquilo más tiempo, ni estaba en posesión completa de su cordura. Algo se había movido de su sitio.
—Ellos perdieron de vista para qué fueron creados —escupió él—. Para matar. Para ser matados. Ellos no son nada. —Su arma vaciló mientras apuntaba a Joseph—. Son animales.
—Al menos pueden excitarse sin sangre —resopló ella—. ¿O es la envidia de sus penes el problema, Mac? Apuesto a que sus pollas son más grandes que la suya. Debería sentirse menospreciado.
La furia se alzó él mientras su mano temblaba.
—Cooley, tenemos que regresar. Las castas se mueven. —Media docena de soldados entraron en el área, sus caras rayadas de pintura protectora, sudor y sangre—. Termine con ello. Vámonos de aquí.
Los rifles apuntaron hacia ella y Joseph. Ella vio el destello de miedo en la mirada de Mac, la lujuria de sangre en Jose.
Había cantos rodados a su lado, una presión profunda de Joseph. Ella lo sintió extendiéndose hacia ella, dirigiéndola, cerrando de golpe la información en ella mientras hacían frente a las amenazas más nuevas.
—Matad al bastardo… —pidió Mac.
Muévete.
La orden mental gritó en su cerebro cuando ella se lanzó al lado, agarrando su arma pequeña de su espalda y disparando a Jose mientras el senador balanceaba su arma en su camino un segundo antes de que ella disparara. Ella logró conseguir un blanco, directamente al corazón de Jose, pero fue un segundo demasiado lenta para dispararle a Mac. De repente la noche explotó de luz. Los gritos de guerra y los rugidos de castas llenaron el cañón mientras ----- sentía que un resplandor de fuego hacía erupción a lo largo de su costado. Mierda, le habían pegado un tiro.
Ella siguió rodando, lanzándose al lado del canto rodado mientras disparaba al senador otra vez, mirándolo recibir más de un tiro y caer. Su expresión se llenó de asombro mientras caía de rodillas y luego, despacio, se derrumbaba a su lado.
Lance y otros tres altos guerreros de dura mirada se materializaron de la oscuridad mientras que el soldado que le había enviado la información se elevaba con cuidado de su posición y caminaba también hacia delante. Mientras la luz de la luna cortaba por la caverna y se reflejaba en sus ojos azules brillantes de gema, el reconocimiento se cernió de golpe sobre ella. Él había escondido sus ojos antes, que era por lo que no había sabido quién era.
Tío Steven. Ella contempló al soldado, bien, realmente al miembro de las Fuerzas Especiales. Ella se quedó quieta y silenciosa mientras el escándalo se extendía sobre ella. Los soldados todavía vivos estaban siendo golpeados rápidamente mientras podía oírse el zumbido suave de un helijet. Luces, voces y demasiado movimiento. La familia podía ser un asco, pensó ella. ¿Cómo diablos había logrado su tío infiltrarse en las fuerzas del senador? A quién le preocupaba como, decidió rápidamente, sólo estaba agradecida de que lo hubiera hecho.
----- cerró los ojos mientras todos parecían gritar inmediatamente, dando órdenes, maldiciendo a las castas, los estúpidos militares radicales y a los senadores en general.
Todo lo que quería hacer era dormir. Ella podía sentir la sangre manar de su lado, el dolor punzándola por su cuerpo mientras el shock comenzaba a llenarla.
—Dios maldición -----, abre tus puñeteros ojos. —El sonido de la voz enfurecida de Joseph le hizo hacer justo eso.
Ella hizo una mueca cuando él le quitó los anteojos de visión nocturna de su cabeza, abandonándolos y arrancando la chaqueta de su cuerpo.
—Estás puñeteramente loca —dijo él finalmente, como si sólo ahora comprendiese esto. Infiernos, él había estado con ella… ¿cuánto tiempo había pasado ahora?
Seguramente siempre. ¿Y lo veía ahora mismo? Pobre chico, él sólo era lento.
—Yo no se lo mencionaría a Lance en tu lugar —sugirió ella cuando alguien se encorvó al lado de ellos, dándole a Joseph un cuadrado grueso de gasa que él presionó rápidamente en la herida en su lado.
—Consigan una camilla —gritó su tío Steven autoritariamente a alguien. Ella no estaba segura de a quien—. Pónganse en contacto con la clínica; la haremos entrar.
Oh-oh.
—La clínica. —Ella se apoyó contra el hombro de Joseph—. Esto va a ponerse interesante. Sobre todo considerando el hecho de que Lance ha llamado ya probablemente a la maldita familia entera. Puñetera y estúpida pintura de camuflaje. No me extraña que no reconociese a Steven. ¿Qué demonios hacía él apuntándome con un arma?
Ella se sintió confusa, pero lo recordaba de pie allí, mirándola. Esperando.
—¿Qué demonios hacía él aquí?, —preguntó ella otra vez.
—¿Te quieres callar?, —gruñó Joseph, aunque su mano acariciaba su cabeza bruscamente. Ella adivinó que esto era alguna forma de gesto consolador. Maldito, él parecía tan trastornado—. Esto no entró profundamente. —Ella trató de mirar la herida, pero se rindió cuando el gruñido se hizo un gruñido animal.
—Maldición, que irritable eres —refunfuñó ella mientras él la mecía. Sentándose en la maldita tierra y él la mecía. Se sentía tan agradable: un poco raro, pero agradable.
—Te han pegado un tiro, Supermujer —le espetó él—. Actuando así.
Ella lo miró con un ceño.
—¿Así es una forma de actuar?
Él gimió. Y no parecía contento.
Por suerte, aquel pensamiento no pareció molestarla mucho. Ella cerró los ojos, descansando contra su calor. Y dejando a la oscuridad que bordeaba a lo largo de su visión rodearla finalmente. Ella sólo iba a dormir la siesta durante un minuto. Sólo durante un minuto…
—Desmáyate sobre mí y Lance lo verá —la voz de Joseph de repente cortó directamente la niebla en sus venas. Él se reveló como el resto de los malditos machos de su familia, pensó -----.
—¿Qué has dicho? ¿La herida no era profunda?
—¿Estás siendo endeble?
Oh. Ahora eso no era justo. Sus ojos se abrieron de golpe mientras ella inclinaba su cabeza hacia atrás de modo provocativo.
—Voy a darte una patada en el trasero. —La amenaza carecía de calor. Realmente parecía bastante débil.
Pero la sonrisa de Joseph, esta iluminó la noche. Aquellos labios atractivos se torcieron despacio, traviesamente.
—Hablar así va sólo endurecer mi polla.
Ella levantó su mano, ahuecó su mejilla, y sonrió. Dios lo amaba.
—Tu polla se quedará dura.
—Sólo por ti, compañera. —Él se inclinó hasta que aquellos labios perfectos apretaran su palma—. Siempre, sólo por ti.
Siempre. Parecía lo bastante bueno para ella.
Ella suspiró mientras Lance y sus tíos convergían de repente sobre  ella. Por suerte, allí no habían mimos.
Steven comprobó la herida, sus dedos sondearon pero suaves, su mirada era fija… orgullosa. Él la miraba con orgullo. Con entendimiento. La vista de aquellas emociones en sus ojos le ayudó a contener el rechazo instintivo de su toque. La incomodidad no era tan severa como lo había sido, pero de todos modos no era cómoda.
—Venga, tipa dura. —Joseph se movió delante de Steven cuando él terminó, levantándola en sus brazos—. Eres una mujer loca. No demasiado profunda, mi trasero. Aquella bala tiene que salir, -----. Parece que te vas a poner debilucha conmigo después de todo.
—¿Todavía estaba dentro? —Ella alzó la vista hacia él con horror mientras sentía su cabeza girar. Oh infiernos…
Ella no vio la sorpresa en la cara de su compañero cuando se desmayó, o la sorpresa en su primo y tío. Pero esta era su primera bala, procuraría asegurárselo más tarde. Se merecía un pequeño desmayo.
 

 
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Mensaje por Ory Mar 24 Sep 2013, 6:23 pm

ahora si, un capitulo mas y se nos acaba la novela :(  
las espero en el proximo :P
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Mensaje por fernanda Miér 25 Sep 2013, 9:38 pm

dios amo la nove!
no puedo creer que se acabe y si ella esta loca
tienes que poner lo que falta!
fernanda
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Mensaje por Ory Sáb 28 Sep 2013, 4:27 pm

Capítulo veintiuno
 
 
SANTUARIO CUATRO SEMANAS MÁS TARDE
----- contempló los rayos de luz del sol punzando por las ventanas de la cabaña que Joseph y ella habían ocupado durante las semanas de pruebas con las que habían estado de acuerdo. Ellos habían salido del hospital después de la operación que le quitó la bala de su costado y volaron directamente al Santuario, donde había sido vigilada con tal observación cuidadosa que le daba maldito horror. Los doctores aquí eran demasiado intensos.
Pero eso la había salvado del influjo de los miembros de su familia.
Ellos la habían visitado algunas veces, pero su padre y abuelo parecieron entender que sus sueños se materializaban finalmente. Lance era menos que feliz. Por la razón que fuera, el pensamiento de trabajar con el desconocido agente femenino que Washington prometió enviarle no le sentaba bien.
Sus tíos, Steven, Nash y Blake, habían vuelto a sus tierras tribales después de la finalización de una misión que habían comenzado con su dimisión varios años antes. El nombre de Cooley había sido asociado con el Consejo de Genética debido a los archivos confidenciales recuperados de uno de los Laboratorios de genética más grandes. No estaba segura de cómo habían logrado engañar al senador. Ella había estado un poco aturdida cuando se lo habían explicado. Algo sobre identidades alternativas y reconstrucción facial. No le extrañaba haber tardado tanto tiempo en reconocer a Steven.
Ninguno de ellos estaba demasiado contento con ella. Ella rió disimuladamente ante el pensamiento. Ellos no la habían querido en el grueso de la lucha, y seguro que no estaban contentos con lo poco que habían averiguado del acoplamiento entre ella y Joseph.
Calor de acoplamiento. Ella resopló por el fenómeno así como por la información sorprendente que había averiguado. No era un sentimiento cómodo, saber que algo tan básico como su ADN había sido cambiado de alguna forma, justo como la hormona de acoplamiento había cambiado mínimamente el suyo.
Ella no era una casta, pero bien podía serlo también.
Vida más larga. Ella había gemido ante aquel conocimiento. Inmunidad más alta y curación avanzada, con eso sí podía tratar. Le gustaba aquella parte, realmente. Al resto iba a tardar en acostumbrarse.
Y luego estaba Joseph. Una pequeña sonrisa curvó sus labios cuando se apoyó en la cama, mirándolo dormir. Su largo pelo dorado enmarcaba los rasgos salvajes de su cara, dándole un aire más fuerte y más primitivo. Las franjas de marrón oscuro, rojizo y negro se mezclaban por los gruesos hilos marrón oscuro tentando a sus dedos a examinarlos cuidadosamente la masa para mirar el desfile de color mientras esta caía por ellos.
—Despiértate, cabeza soñolienta. —Ella se inclinó cerca para pellizcar sus labios, sólo para chillar de la sorpresa cuando sus manos agarraron su cintura. Antes de que pudiera responder a su movimiento, él la tenía sobre su espalda bajo él.
—Estás vestida —gruñó él mientras la contemplaba con sus oscuros ojos dorados estrechados, sus labios firmes se curvaron en una sonrisa mientras sus manos empujaban bajo el cómodo top negro que ella llevaba.
Él era tan atractivo. Un ser masculino primitivo arrugado, confiado y arrogante. Y si el abultamiento de la sábana era una indicación, listo para aparearse.
—Y me quedo vestida. —Ella se rió mientras le daba palmadas en sus manos para apartarlas y tiraba del dobladillo del top otra vez en su lugar—. Nos marchamos hoy ¿recuerdas? Estoy lista para irme.
Para reforzar la reclamación, Mo-Jo saltó en la cama, asegurándose de que el mal olor felino del hombre era juego finalmente justo. ----- brincó hacia atrás, riéndose mientras perro y hombre gruñían y pugnaban, enseñando los dientes y luchando por el dominio.
—¡Maldito perro! —maldijo Joseph cuando Mo-Jo pellizcó su oído.
Una furia de miembros de casta y gruesa piel canina acompañó el gruñido de Joseph. Megan se mantuvo apartada, riéndose mientras él luchaba con el enorme perro en la cama y lo mordía a su vez.
La mirada de asombro canino en la cara del perro era divertidísima. Sus ojos marrones se ensancharon, su expresión se aflojó durante un segundo antes de que un grito perruno sorprendido dejara sus labios y se enroscase enérgicamente lejos de la presa de Joseph.
Él saltó de la cama, echando a los dos humanos una mirada descontenta antes de gruñirle a Joseph y salir del cuarto. Él se dejó caer bajo la abertura del aire acondicionado antes de lamerse lastimosamente la oreja maltratada.
—¿Tenemos que llevarnos a ese perro mestizo? —Joseph dirigió sus incisivos hacia el perro, quién sólo olió con desdén antes de levantarse lo bastante para volverles la espalda y colocándose luego de nuevo en la abertura.
—Si me amas ¿amarás a mi perro mestizo? —Ella le dirigió una mirada punzante antes de que un gañido sorprendido dejara sus labios.
Joseph había agarrado su muñeca, tirándola en la cama antes de agarrarla bajo su peso y hacerla ponerse debajo, obviamente no se había divertido con su respuesta, o su risa.
Risa que sus labios agarraron cuando ellos cubrieron los suyos, que su lengua probó mientras lamía en ellos burlonamente. Cuando él levantó su cabeza, su expresión era sombría, llena de la excitación y de bastante emoción para hacer que su corazón se apretara en respuesta.
Su mano se levantó, sus dedos tocaron sus labios con la más suaves de las caricias mientras él la miraba. En aquel momento, ella se dijo que estar en el Santuario no estaba tan mal. Las noches eran increíbles. Los días habían sido un dolor en el trasero. Ser empujada y pinchada por algo o alguien además de Joseph estaba garantizado para ponerla de un realmente humor furioso.
—Estabas lista para irte. —le recordó él su declaración anterior cuando su pulgar dejó de lado sus labios y él siguió contemplándola, su mirada era posesiva y caliente. El calor de acoplamiento había supuestamente finalizado con la modificación de su ADN. Dios, ella odiaba aquella palabra. Pero maldito si todavía no se ponía tan mojada sólo por el toque de su pulgar contra sus labios que ella debatió el cambio de sus bragas.
—¿Y tú no lo estás? —Ella arqueó su ceja, levantando las manos para pasarse los dedos por el pelo.
Ella lo miró por debajo de sus pestañas, miró el placer que llenó su expresión cuando ella pasó las yemas de sus dedos sobre su cuero cabelludo, arañando contra la carne sensible. Un gemido pesado retumbó en su pecho y su miembro comenzó a pinchar su muslo.
—Abajo, muchacho —pidió ella ligeramente, aunque su cabeza se girara para que sus labios magrearan su cuello mientras sus manos estaban sepultadas en su pelo—. Digo que nos marchemos primero y tengamos sexo salvaje más tarde. Me siento sofocada, Joseph.
Y se sentía así. No sin aliento, sino sin libertad. Sin aventura. La misión que Callan y el Gabinete Dirigente de las Castas habían solicitado que aceptasen sonaba a explosión. Joseph levantó su cabeza, su mirada era solemne mientras él suspiraba profundamente.
—Salvaje sexo animal más tarde entonces. —Una sonrisa curvó sus labios mientras seguía mirándola, como si él no pudiera creer que ella estaba realmente allí.
—Te amo, -----. —Él susurró las palabras despacio, no acostumbrado a la libertad de sentir y esperar una emoción por su parte.
Su hermoso y salvaje león estaba todavía un poco incierto a ese respecto, lo que seguía sorprendiéndola, la emoción en su cara apretó su pecho y su garganta con lágrimas mientras ella sonreía trémulamente, deleitándose en el salvajismo de su orgullo y en su posesión de ella.
Los horrores a los que él había sobrevivido en aquellos Laboratorios todavía le daban pesadillas. Las historias que las hembras de las castas le habían explicado y los informes que había leído le horrorizaban. Esos eran todavía acontecimientos de los que Joseph rechazaba hablar. Era como él vivía con ello. Como él retenía ese lado juguetón y divertido de su personalidad.
—Oh Joseph —susurró ella, llorando a pesar de sus mejores esfuerzos a causa de los miedos que vislumbraba en su mirada. El miedo de perderla, de que el regalo que él creía que ella era le fuese arrebatada—. Te amo. Con toda mi alma y con todo lo que soy. Te amo. Para siempre, Joseph.
Él bajó su cabeza, tocó con su frente la suya, sus ojos estaban llenos de calor, de emoción, hambre y necesidad. Todo lo que él sentía era a ella, todo lo que él era. Y en esto ellos eran iguales. Porque él tenía todo lo que era ella también.
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Mensaje por Ory Sáb 28 Sep 2013, 4:28 pm

—Para siempre —susurró él, su voz era suave y ronca—. Puedo haber dejado mi señal en tu hombro, -----, pero tú marcaste realmente mi existencia. Para siempre, soy tuyo.
—Ahora, vamos a salir de aquí. —Él saltó de ella y de la cama, abandonándola para contemplarlo con sorpresa—. Estoy listo para ponerme en camino, mujer. ¿Qué haces haraganeando? ¿No tenemos una misión que completar?
----- le tiró su almohada a su espalda mientras él se reía entre dientes con placer antes de desaparecer en el cuarto de baño, la línea tensa de sus nalgas atrajo su mirada mientras se movía de la cama.
Tal vez tenían un poquito de tiempo adicional después de todo, pensó mientras comenzaba a quitarse su ropa y lo seguía rápidamente. Sí, definitivamente bastante tiempo para amar a su compañero antes de que se marcharan. Había siempre tiempo para esto.
 
Jonas miró el camino de acceso que conducía a la entrada del Santuario, un ceño fruncido doblaba sus cejas mientras lo más nuevo en la línea de vehículos policía-militar se dirigía hacia la carretera.
El modelo negro ocho de todo terreno parecía tan inocuo como cualquier otro en el camino. Aunque la cautela y los avances armados en él eran de todo menos inocuos. Las pantallas automatizadas funcionaban rápidamente, con voz u órdenes manuales; la pequeña computadora ubicada en el salpicadero tenía una conexión segura con uno de los satélites más avanzados que estaban en órbita en el espacio. Un pequeño regalo agradable donado a la comunidad de las castas por un benefactor con más dinero del que podía gastar.
El vehículo estaba ocupado por el último par apareado de la comunidad: Joseph y ----- Arness.
Jonas metió sus manos en sus pantalones negros, su cabeza bajó mientras miraba salir el vehículo fuera de la vista y las amplias puertas cerrándose detrás.
Él recordó la última vez que había mirado a ese vehículo dejar el Santuario. El dolor siempre presente cortó su pecho cuando pensó en Aimee.
Él no había sospechado que ella se había apareado con Mark.
No había habido ningún signo de ello hasta que le fue realizada la autopsia.
La señal de acoplamiento no había sido colocada en su hombro como era lo normal, sino en la carne sensible de la parte superior de su pecho. La señal había sido colocada de manera similar. Y las señales no habían sido frescas.
Sus dedos se apretaron en puños ante el pensamiento. Ella se había apareado con otros hombres años antes, hasta antes de su rescate de los Laboratorios, y nunca lo había revelado. Ninguna casta había mostrado un signo de acoplamiento, sólo de una amistad muy cercana.
Sus labios se apretaron ante el pensamiento, sus dientes se apretaron con la suficiente fuerza como para enviar un dolor discordante por su mandíbula. Él se había preocupado. Sacudió su cabeza, apartándose de la ventana y mirando fijamente alrededor de la oficina ordenada y cara que habitaba.
Como Jefe Nacional de los Asuntos de Seguridad de las castas tenía una oficina en el Santuario así como otra en Washington. Tenía un ayudante personal, lo último en aparatos y la libertad que siempre había añorado. Pero la mujer lo había eludido. Ella había elegido a otro.
No es que él la culpara. Él había sido incapaz de protegerla en los Laboratorios cuando ella se había hecho mayor de edad. ¿Qué le hacía creer que él podía haberla protegido ahora?
Él gruñó mientras la furia mordía su alma. Tantas vidas malgastadas. Él había sido el líder de su clan; suya había sido la responsabilidad de proteger a las hembras más jóvenes, de desviar a los entrenadores y guardias y de disminuir los horrores de sus vidas.
Él bloqueó los recuerdos. Los años de práctica le habían enseñado como enturbiar los bordes de aquella noche, como empujarlos hacia atrás en los huecos de su mente. Pero nunca había olvidado realmente. Estaba siempre allí, esperando a golpearle, listo para destruirlo.
—¿Sr. Wyatt? —Su ayudante personal llamó tímidamente a su puerta, su voz era dudosa.
—Entre —espetó él, no haciendo nada para esconder su impaciencia por la distracción.
La puerta se abrió despacio mientras la normalmente confiada secretaria rompe pelotas caminaba en su sagrado lugar interior. Sus fríos ojos grises vacilaron sobre él con sólo una indirecta de nerviosismo, sus rasgos tranquilos nunca cambiaban, la máscara sin emoción nunca bajaba. Ella era fría como un iceberg y tan eficiente como un robot. Y era todo una fachada muy brillante y muy impresionante. Él podía sentir el nerviosismo, la indirecta de miedo que corrió por ella. Para darle crédito, ella escondió su miedo de él mucho mejor que los otros.
—Recibimos un mensaje del enlace en Washington. Se necesita que regrese a la oficina para una reunión a primera hora de la mañana con el Comité de seguimiento acerca del Senador Cooley. El senador Tyler solicita que usted se encargue de esto personalmente. Le gustaría conseguir la enmienda a los Artículos de la casta rápidamente para tener en cuenta el despido y enjuiciamiento de los agentes Farrow y Harding. —Los enlaces de Washington con el santuario que nunca verían el interior de un tribunal por sus delitos. Nunca serían vistos otra vez, punto.
—¿Y se ha encontrado a Farrow y Harding? —Su desaparición había levantado más de una pregunta dentro de la comunidad policíaca.
Mia lo miró inmóvil.
—Los agentes Farrow y Harding no han sido todavía localizados —le informó ella—. Aunque tenemos varias patrullas buscándolos.
Un puñetero desperdicio de mano de obra, pero necesario. Farrow y Harding disfrutaban de su entrada en el infierno, vía una gota de ardiente lava de un volcán extranjero. Aunque solo fuera eso, el Consejo había enseñado a las castas como eliminar cuerpos correctamente.
—Muy bien. Reúna lo que necesitamos y nos marcharemos después del anochecer. Quiero un perfil de los dos enlaces en Washington también. Quiero saber cada detalle de su de sus puñeteras vidas hasta su último pedo. Y lo quiero ayer. Esto no pasará otra vez. —Él era consciente de que Mia se estremecía cuando gruñó la oración final y realmente no le importaba una mierda. Él no estaba allí para hacer sentir cómodo a nadie, y menos a su ayudante.
—En seguida, señor. —Ella asintió con un pequeño movimiento rápido de su cabeza antes de dejarle y cerrar la puerta detrás de ella.
Y otra vez estaba solo.
Jonas miró fijamente alrededor de la habitación, el escritorio antiguo de cerezo, la silla grande detrás de él. Los estantes para libros cuidadosamente pulidos y el sillón de cuero y sillas. El cuarto apestaba a clase y a un poder formidable. El poder que la comunidad de las castas acumulaba despacio y usaba para asegurar su lugar en el mundo.
El Gabinete de dirección de las castas felinas trabajaba silenciosamente, fuera del ojo público y asegurando su lugar en el mundo.
Había tan pocas castas, y la procreación no era un proceso fácil. Lamentablemente, parecería que las vidas útiles más largas les causarían más problemas que nada. Sobre todo considerando la filtración de información en Santuario por uno de los suyos.
Él caminó de regreso a su escritorio, seleccionando el archivo que había recogido y mirándolo en tono grave. La matanza de unos agentes no casta con ilusiones de riqueza al traicionar a las castas no lo afectaba de ninguna forma. Matar otra casta por volcar los resultados del acoplamiento al Consejo era otra historia. Sobre todo una casta femenina.
Él aspiró profundamente mientras sacudía su cabeza con pena.
Y se recordó que no podía haber pena alguna.
 
 
 
Ory
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La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh) - Página 8 Empty Re: La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)

Mensaje por Ory Sáb 28 Sep 2013, 4:34 pm

el capitulo final
muchas gracias por haberme acompañado a lo largo de la novela.
muchas gracias por todos tus comentarios fernanda y espero que puedas acompañarme en la siguiente
un beso a todos
Ory
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La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh) - Página 8 Empty Re: La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)

Mensaje por Ory Sáb 28 Sep 2013, 4:36 pm

La senda de -----


sipnasis

----- Lancaster pertenece a la Casta del León, creada para ser una cazadora con ansia de asesinar. Pero la senda por la que ella busca justicia fuera de la ley la hace ser una responsabilidad para su propia clase. Además ella también posee la información que ellos necesitan sobre la existencia del primer León... que retiene los preciados secretos del deseo.
Para salvar su vida, ----- es apareada con el sheriff Kevin Jacobs, que intenta sacar a la asesina de su interior, mientras protege a la dulce mujer que él anhela poseer. Pero el peligroso líder de un culto, empeñado en destruir a las Castas, podría cambiar para siempre la forma en que Joseph ve a -----...
 
https://onlywn.activoforo.com/t62126-la-senda-de-lora-leigh-joe-y-tu#3209282


Última edición por Ory el Sáb 05 Oct 2013, 12:13 pm, editado 2 veces
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La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh) - Página 8 Empty Re: La marca de ----- joe y tu (Lora Leigh)

Mensaje por fernanda Dom 29 Sep 2013, 12:28 am

DIOS AME LA NOVE
gracias por compartirla!
fernanda
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