Anónimo (Harry Styles y tú) Terminada

Abrí los ojos y los refregué con pereza, mirando el añejo techo de madera. Sonreí y voltee hacia mi derecha, donde Harry yacía hermosamente dormido. Se encontraba bocabajo, con la almohada aplastándole la mejilla izquierda y la boca ligeramente abierta. Oh que cosa tan bella. Sonreí ampliamente, uno de sus brazos posaba sobre mi abdomen y su respiración era pasiva y acompasada. Suspiré y me bajé de la enorme cama de puntillas, tomé mi ropa interior y la musculosa de Harry, y me metí al baño del pasillo. Después de una caliente ducha, me vestí y cepillé el cabello, con mis yemas tallé mis dientes y salí directamente a la cocina, descalza. El día había clareado, el sol brillaba desde el horizonte y se filtraba entre los enormes troncos de los árboles. Las luces y sombras se creaban desde los ventanales y no hacía frío dentro de la gran casucha. Olía y se sentía a hogar. En una de las tantas alacenas vacías se encontraba un par de bolsas de papel café, llenas de cosas. Había de todo y guardé lo que se podía echar a perder en el frigorífico. Opté por hacer hotcakes y mientras preparaba la mezcla tarareaba algunas canciones, el fuego ardía con fulgor desde la chimenea. Me encantaba este lugar. Terminé de hacer los panqueques y el tocino en un santiamén; me encontraba vertiendo huevos sobre el sartén, cuando unos brazos llegan de improvisto y me toman con delicadeza, ternura y un montón de cosas más, la cintura. Suspiré, llenando de aire mis fosas nasales. Olía a él, a su virilidad y a jabón. Me voltee y nos condujimos lejos del fogón, recargándonos en la orilla de la encimera. Sonreí enormemente, y sus preciosos hoyuelos marcaron sus mejillas. Uh, sólo llevaba bóxers.
-Buenos días –susurró con la voz aún más grave de lo normal. Me mordí el labio inferior, y antes de contestarle, una corriente de deseo me atravesó el cuerpo. Tomé posesión de su boca y comenzamos a besarnos lentamente. Me posicionó sobre el desayunador y comenzó a acariciar mis piernas desnudas, sin dejar de besarme con intensidad. Nuestras lenguas se encontraron y una danza se hizo presente, era la primera vez que no me sentía tan tímida con él. Y al parecer le encantaba. Gemí entre besos cuando sus manos bajaron por mi trasero y lo apretaron con deseo. Gruñó, sin aliento y me mordió el labio inferior. El corazón me martillaba con salvajismo el pecho y la sangre me hervía, mandando un bombardeo de sentimientos a todos lados. El hambre había crecido, y juntando la falta de comida y la sensación de aún sentirlo dentro de mí, me nublaron la parte racional.
-Hola –suspiré. Dejo un casto beso sobre mis labios y me abrazó, cruzando los brazos tras mi espalda y fundiendo su rostro entre mis pechos. Cerró los ojos y aspiró el aroma de mi piel.
-Amo como hueles –susurró, subió su mirada unos instantes después. Obscuridad reinaba en sus orbes verde azules. Erótico, peligroso. Me encanta éste hombre. Tomé su cara entre mis manos y rocé su nariz con la mía.
-Te quiero –susurré.
-Y yo a ti –cerró los ojos y volvimos a fundir nuestras bocas insaciables en un tierno beso.
-¡LOS HUEVOS! –grité histérica, dando un salto mortal y destapando el sartén. Eché la cabeza hacia atrás y raspé la superficie para remover el huevo quemado- Todo es tu culpa –refunfuñé. Lo tiré al contenedor y vertí uno nuevo, bajando el fogón. Harry rió divertido y volvió a abrazarme tras mi espalda.
-Te quiero, malhumorada –rozó su nariz en mi oreja, olisqueó sensualmente mi cuello, erizándome los vellos; y pasó sus dientes por el lóbulo de mi oreja, mandando una espiral directamente al sur.
-Harry –chillé/gimotee en protesta y voltee el huevo.
-A la mierda el desayuno –gruñó. Apagó la estufa, me colocó sobre su hombro y corrió como un crío hacia la habitación, conmigo gritando y pataleando como loca. Me colocó sobre el suelo, me sacó la camiseta y me aventó a la cama.
-¿Qué haces? –ronronee risueña, enterrándole los dedos en el pelo. Condujo su cara por mi abdomen; besándolo, bajó mis braguitas con rapidez y me miró.
-Solo disfruta –susurró. Pasó su nariz por mi pubis y sopló mi sexo. Abrí los ojos de golpe y me estremecí. El soltó una risita maligna y comenzó la dulce, placentera y deseosa tortura.

Agité mi mano al aire, despidiéndome de él. Se colocó el casco haciendo pucheros y encendió el motor. Con las mejillas sonrojadas (ambos), le tiré un beso; él me lo devolvió, y continuó el corto trayecto a su casa. Pulsé el timbre un par de veces en la casa de Noah, el escarabajo yacía medio acomodado entre el césped y el estacionamiento. Fruncí las cejas y volví a tocar. Unos pasos torpes y rápidos se escucharon a lo lejos, avanzando con euforia hacia la puerta. Noah salió con una sábana envolviéndole el delgado y curvilíneo cuerpo. El corto cabello estaba despeinado y hecho un caos, no llevaba más que base y la poca mascara corrida en ambos lados de sus ojos. Profundicé la zanja en mi ceño mientras caminaba con lentitud; adentrándome a su hogar, había un despapaye en el living. Los cojines estaban por el piso, un par de Converse negras estaban desparramadas por la alfombra de la mesa de centro, junto con uno de los botines amarillos de Noah. Abrí los ojos de golpe y me voltee hacia mi mejor amiga, quien miraba hacia sus descalzos pies y sostenía el dobladillo de la sábana a la altura de sus pechos.
-Dime que no es lo que pienso –susurré en un tono chillante. Mis ojos estaban desorbitados y el corazón me latía a una velocidad impresionantemente alta. Las pulsaciones las sentía en el cuello y oídos, llegando al extremo de que chirrían como una puerta sin grasa.
-No es lo que piensas –murmuró con las mejillas coloradas y un tono ronco, seductor… ¡Oh. Santa. Mierda!
-¡Noah Elizabeth Tisdale! –chillé sin creerlo. Dando vueltas sobre su circunferencia y tomando ambas partes de mis mejillas, negando con la cabeza y tragándome la rebelión de sentimientos. Liam bajó, colocándose la camiseta negra. Se atoró ligeramente en la parte de sus oblicuos al verme mirándole boquiabierta y encorvada, sin creerlo. Caminó a paso lento hacia nosotras, con la chaqueta sobre uno de sus hombros y acomodándose los mechones con los dedos. Sonrió tímidamente, con las mejillas sonrojadas y se colocó a lado de Noah- No. Puedo. Creerlo –susurré, mirando a la nada y con una mano sobre la frente.
-Eh, es mejor que las deje solas –habló Liam mientras rebuscaba sus tennis. Los tomó y caminó nuevamente hacia nosotras, Noah estaba con la cabeza gacha y yo en shock. Congelada. Estática a la poca gravedad, ya que sentía que se esfumaba con el paso del tiempo.
-Eh sí –susurró la pelinegra. Subió su cabeza, me miró, miró sobre mi hombro a Liam y le hizo una mueca. El se encaminó hasta el recibidor y, corriendo, estampó su boca contra la de Noah. Ella le envolvió el rostro con sus manos y profundizaron el beso. Mi boca cayó hasta el suelo, desencajándose. Liam le murmuró algo, ella rió y le dio un pico.
-Adiós _____ -gritó febrilmente mientras abría la puerta principal y se desaparecía por la calzada. Se sentó en la acera, amarró sus converse y caminó de lado de la parada del Bus.

NO-PUEDO-CREERLO. ¡¿NOAH, LIAM?! ¡¿JUNTOS?!

-Respira –rogó mi mejor amiga, con la voz ahogada.
-Simplemente no lo creo –susurré mirando el suelo y rascándome la nuca. Voltee hacia ella con el gesto horrorizado, mis mejillas ardían y el corazón aún se encontraba desbocado.
-Simplemente pasó –murmuró apenada. Caminó hacia la sala, levantó los cojines un tanto cohibida y acomodó los figurines de la mesa de centro. Se sentó en el sofá, viendo la televisión apagada y mordiéndose la mejilla interna. Eché un largo, profundo y prolongado suspiro. Tendría que acostumbrarme… ellos siempre pasaron tiempo juntos. Noah conoció a Liam antes que yo… cuando estuve los primeros días con Harry ellos se juntaban. Liam siempre fue muy seguidor de Noah, y a mí siempre me consideró su hermana, confidente, psicóloga… y lo demás. Noah es el tipo de amiga que es para hacer y deshacer, y Liam siempre me confiaba sus más obscuros secretos. A Noah jamás le dijo todo lo de Danielle, inclusive, nunca lloro en su hombro. Así que… están vinculados a algo como ¿diversión? Oh Dios. ¡Qué repugnante! ¡No quiero que le lastime! Noah es una rompe corazones.
-No lo lastimes –susurré con la mirada perdida. Recordando como su llanto de dolor lo doblegaba, su nariz respingona y chata se cubría de un rojo y sus bellos ojos color canela brillaban. Oh Liam, no estás hecho para sufrir. Recuerdo todo como si hubiera sido ayer… como su voz se estrangulaba, como se convulsionaba de tantas lágrimas, todo… cada palabra y sentimiento. Los ojos se me llenaron de agua y rasqué mi frente. Me senté sobre el reposa brazos y miré a Noah. Fruncía el ceño y me miraba de una forma que jamás vi en ella…- ¿Por qué me ves así? –chillé.
-¿A qué viene eso que dijiste? –preguntó molesta.
-A que no quiero que sufra, Noah –dije exasperada.
-Y eso… -se le cortó la voz y se calló. Mirando ceñuda hacia algún punto muerto. Fruncí el ceño y azoté mis brazos sobre los muslos.
-¿Por qué te pones así? –chillé, nuevamente.
-¿Por qué me dices eso? ¿Qué clase de persona crees que soy _____? –gritó enfurecida- ¿Crees que lo voy a utilizar? –la miré apenada. Wow. Nunca pensé que se lo tomara tan así… digo. Sé que esa era la finalidad pero ella nunca capta mis intensiones. Oops.
-No te creo de ninguna clase Noah –suspiré y me senté a su lado. Nos colocamos de frente, medio acostadas y la miré directamente a los ojos.
-¿Por qué querías llorar? –susurró. Volvió su vista a mí y yo expandí mis ojos.
-P-pues porque recordaba algunas cosas… -le dije. No le iba a contar todo lo que sufrió por Danielle Peazer. Si él nunca se lo quiso confesar fue porque Noah no es del tipo de… “vamos, llora en mi hombro, comamos helado y rodemos felizmente, vaquero”.
-No puedo creerlo –susurró.
-Noah –murmuré- Solamente no le hagas daño, sabes cómo es él… es muy sensible, es diferente a los chicos con los que has estado… solamente… hazlo por mí, no le rompas el corazón -caminé hasta el recibidor con la mirada perdida y el entrecejo fruncido.
-Las llaves están allí –medio gritó. Abrí la puerta, descoloqué mi llavero de la alarma del ganchito y salí de su casa. Simplemente no lo puedo creer. Pero… todos merecemos una oportunidad, y aun que me llene de incertidumbre el caso, dejaré a mis mejores amigos intentarlo. Quién dice y queden juntos… Noah siente cabeza, madure y lo ame como se merece. Suspiré pesadamente y conduje con la voz de Axl Rose en mi radio. Suspiré… Shine on you crazy diamond. Tantos recuerdos…

Después de muchas pláticas por teléfono, visitas nocturnas, paseos de madrugada y besos de buenas noches, el fin de semana acabó. Me levanté con una gran sonrisa en mi cara, realmente, jamás me había sentido tan feliz en mi vida. Amo a Harry Styles, prematuramente, pero lo amo como a nadie. Como nunca. La tarde de ayer, domingo, me la lleve sobre mi cama, trazando el cuerpo y el rostro de Harry en mis cuadernos. Cree muchos bocetos, algunos otros los coloree y finalmente terminé mi pintura. Era en blanco y negro, su rostro masculino estaba iluminado junto con una pared blanca y su delicioso cuerpo entre las sombras. Me había encantado, y aun que papá casi me tira por la ventana, lo colgué en un espacio libre de mi pared. Admirándole, me coloqué la mochila en los hombros y bajé a toda prisa hacia la puerta principal, se me hacía súper tarde y apenas me alcanzó para calentar un bagel de jamón (de bolsita) en el microondas. Apagué el motor de mi Volkswagen y justo cuando timbró, me encaminé hasta mi casillero a sacar el libro de matemática. TE ODIO CLINTON. Una nota estaba por allí y la guardé con rapidez en el bolsillo de mi cazadora mientras subía las escaleras de la segunda planta.

Las primeras cinco horas se pasaron volando, y aun que estuve un tanto aburrida durante mis clases, sin la compañía de mi amado, me escabullí con el iPod. La sexta hora era una doble dosis de Química con McGwire, y la única en el día con Harry. Metí mi Hurley dentro de la taquilla y caminé hasta el baño. Hice pis, y entre pláticas de mujeres, unas pequeñas (demonios, zorras trepadoras) de primer año hablaban del “muchacho bueno que usa chaquetas de cuero” “ese de cabello rizado e hiptonizantes ojos verdes” “el novio de la nerd”. Entrecerré los ojos. Me subí las bragas, la falda, acomodé mi cabello y mordí mis labios para que adquirieran color, pellizque mis mofletes, removí mis anteojos y salí del cubículo. El par de rubiecillas pálidas y menudas me miraron boquiabiertas. Tomen eso, niñas. Las miré despectivamente mientras lavaba mis manos y tendí un retazo de papel para secármelas. Les sonreí, haciendo bolita la servilleta y me encaminé hacia la puerta.
-Que perra –susurró una.
Revolví los ojos y con una sonrisa de satisfacción llegué hasta la mesa que compartíamos Noah, Liam, Harry y Niall, el único amigo de él que estudiaba en ésta preparatoria.
-Hola –dijeron al unísono. Noah bajó la mirada a su emparedado y continuó comiendo el silencio mientras creábamos un poco de charla. Reíamos sin parar de las estupideces del rubio, pero Noah estaba rara. Fruncí el ceño y saqué de mi mochila un paquete de galletas. Harry me pasó un brazo por la cintura y me recargué en su hombro mientras masticaba y los demás seguían riendo. Suspiré. El rizado me levantó la cabeza con uno de sus dedos y posicionó sus labios sobre los míos, dejando un prolongado beso casto y tierno.
-Te extrañé –murmuró. Sonreí abiertamente y rozamos nuestras narices.
-Yo también –susurré y me acurruqué en su pecho. Varias miradas se posaban en nosotros, y el endemoniado par de rubiecillas menudas perras, zorras. Puaj. No disimulaban su quijada que caía al piso. Rodé los ojos y Liam le cuchicheó algo a Noah, ella le miró mal y le dijo algo entre dientes. Fruncí el ceño y terminé de ingerir mi alimento. Horas más tarde, estando a 30 minutos de salir, recordé la nota. La coloqué debajo del mesa-banco y la leí rápidamente.


Abrí mi boca de par en par y el corazón disparó un reguero de sangre. Bombeando con rapidez y martilleando mi caja torácica, los pulmones, oídos, el páncreas, la vejiga, los dedos de los pies… todo. ¿HOY? OH. DIOS. MIO. Me enteraría quién era mi Anónimo. ¿Hoy? Estoy feliz… pero. Yo, yo no podré corresponderle… yo.

Amo a Harry.

Caminé lentamente por el pasillo de la segunda planta, todos medio corrían por salir y yo no hacía más que atormentarme. ¿Qué le diría? Si el mundo está a mi favor… y Harry es el Anónimo, me quito la ropa y corro desnuda en medio del campus. Bueno, no tan así. Pero sería bueno… y si no lo es (que es lo más seguro) ¿QUÉ MIERDAS HARE? Refunfuñé, la escuela estaba casi vacía. Me senté en los escalones y guardé la nota arrugada por mis manos nerviosas en el bolsillo de siempre. Donde yacen todas y cada una de ellas. Me arrastré escaleras abajo con pesadez y caminé a paso de caracol con demencia física y en muletas hasta mi casillero. Saqué los libros que no me tocarían mañana y tomé la nota entre mis manos. El corazón me palpitaba en la garganta y la bilis la sentía casi en la boca. Vomitaría. Sí. Colgué, indecisa, la mochila en uno de mis hombros y desdoblé la nota.


Oh Dios. ¿Qué de la vuelta? Tragué saliva ruidosamente, cerré los ojos indecisa y metí la nota en el bolsillo de la Hurley. Respiré hondo, con el corazón palpitando dolorosamente y cerré la puerta de la taquilla.
-¿Liam? –susurré. Mis ojos se abrieron de par en par. El sonrió de oreja a oreja, apretó la mandíbula y en segundos; estaban sus labios encima de los míos, moviéndose con lentitud y danzando provocativamente. Gemí sobre su boca, las lágrimas me picaban, sentía fuego y repulsión ante su tacto. Decepción. Me separé de él… con los ojos desorbitados y con un gesto horrorizado- No, no puede ser –mascullé con lágrimas en las mejillas. Divisé una cabellera rizada moviéndose, ondeándose contra el viento mientras corría.
-Hey -frunció el ceño y me impidió el paso.
-¡HARRY! –grité eufórica, golpeándole el pecho a Liam y viendo como su cuerpo se perdía por la puerta ahumada, se montaba en su motocicleta y echaba a andar la Harley hecho furia- ¿¡QUE HAS HECHO!? –grité con la voz ahogada en lágrimas y tirada sobre el suelo.
-_____... –susurró con el gesto torcido y triste- No… -se le quebró la voz y sus ojos se cristalizaron.

No… no. Yo no quiero romperle el corazón… yo no lo amo y JAMAS lo haré.

DIOS, ¿QUÉ HE HECHO MAL?