"Summer Nights" { Harry & Grace.

SUMMER NIGHTS

Capítulo 2

—“Gr-Gr-Grace”, ¿me pasas la sal? —se burló Claire. Sue y Sarah se rieron un poco, y Grace rodó los ojos.
—¿Nunca dejarán de molestarme con eso? —puso la cabeza entre las manos, al mismo tiempo que Claire soltaba una risita. Sue y Sarah no dijeron nada, sólo sonrieron.
Grace tomó eso como un “no”. La broma había surgido el día anterior, cuando Harry le había preguntado su nombre y ella había balbuceado la tonta respuesta “Gr-Gr-Grace”. Se resignó, le pasó la sal a Claire, y siguió con su cena.
A diferencia de Claire y Sarah, que estaban comiendo algo parecido a una ensalada de papa con tomate, Sue y Grace habían escogido cereal con sabor a frutas. Sue no tenía hambre, y Grace nunca había sido del tipo de personas que cenan pesado.
El campamento, a pesar de que al principio había odiado la idea, le estaba encantando. Su cabaña, que compartía con las tres chicas sentadas con ella, era simplemente encantadora. Era pequeña y acogedora. Con dos camas individuales y un tapanco con otra (tapanco que ella había ganado, por cierto), cubiertas con edredones blancos y almohadas naranjas. El suelo era de madera y había pequeños burós al lado de las camas con lámparas de luz cálida. El baño era de azulejos azules y marrones y acabados artesanales, e incluía una tina francesa (cosa que le había encantado a Grace por completo). El armario, aunque lucía pequeño, por fortuna tenía suficiente espacio para albergar las cosas de las cuatro chicas.
Luego estaba la piscina, justo al centro de hileras de aproximadamente treinta cabañas. Redonda y rodeada por rocas, con el temascal (un lugar parecido al sauna, sólo que en lugar de que el calor sea producido por luces artificiales, es producido por rocas extremadamente calientes que son arrojadas al centro) a sólo unos pasos de distancia y un bar entre ambas cosas que sólo los monitores tenían permitido usar.
La cafetería se encontraba más cercana a la salida que daba al bosque, cercana al estacionamiento. No tenía paredes, pero tenía ocho columnas que sostenían un enorme techo de bambú, paja, y hojas de palma (techo que también tenía su cabaña, por cierto). Tanto las mesas como las sillas eran de madera, con grandes lámparas de gas con vidrios de colores que encendían en las noches, en el centro de cada mesa. También había luces en las columnas, pero la mayor parte de la iluminación era por parte de las lámparas de gas. Todo el lugar tenía un cierto aire místico que a Grace le encantaba.
El buffet estaba del lado izquierdo de la cafetería, y tenía toda clase de alimentos durante la comida. En el desayuno y la cena había más o menos lo mismo (ya que hacían un recalentado de la comida que sobraba), pero añadían un lugar con jugos, tés, cereales, pastelitos y leche para la gente que, como a Grace, le gustaba cenar ligero.
Sue miró alrededor y luego hizo una mueca.
—No tengo azúcar para mi té. Ahora vuelvo. —dijo, dejando su servilleta a un lado. Grace estaba a punto de asentir y dejarla ir por su propia azúcar hasta que vio a Harry en la barra del buffet.
De nuevo casi se olvida de cómo respirar.
Es culpa de su hoyuelo, pensó esbozando una pequeña sonrisa.
Reaccionó rápido, incorporándose de la mesa de un salto y provocando de que tanto sus amigas como la mesa de al lado la mirara.
—¡Cómo crees Sue! Después de todo lo que has hecho por mí, creo que es justo que yo traiga tu azúcar. —gritó, quizá con demasiado entusiasmo.
Sue volvió a sentarse, mirándola con los ojos entrecerrados.
—Uh… bueno Grace, muchas gra- —de repente pareció notar a Harry en la barra— Oh, ya veo. Vale, está bien, que generosa eres. —dijo con evidente sarcasmo.
Grace le sonrió a su amiga.
—Gracias Sue, te debo una. —le dijo en un tono de voz bajo, antes de ir a la barra.
Durante unos tres minutos, Grace se preparó un té con toda la calma y la paciencia del mundo, mientras Harry esperaba a que la máquina de café tuviera el suyo y otros tres (Grace suponía que para los otros monitores con los que se sentaba) listos.
—Hey, Grace. —dijo él después de un tiempo. Grace sonrió detrás de la cortina de cabello que cubría parcialmente su rostro. Luego alzó la cara para poderlo ver, con fingida sorpresa.
—Oh, hola… —hizo el ademán de mirar la etiqueta pegada en el pecho de Harry con su nombre, como si no supiera aún como se llamaba, y luego hizo un sonido parecido a un “ooohhhh”— Harry, claro. El de los nombres.
—Ese mismo. —se señaló con los pulgares. Grace soltó una risita y abrió un paquete de azúcar, poniéndoselo a su té con calma— ¿Qué tal te ha parecido el campamento?
Grace se encogió de hombros.
—Está bastante bien para ser un campamento. No tan aburrido como pensé que iba a ser, si te soy sincera.
Harry frunció el ceño.
—¿Pensaste que iba a ser aburrido?
—Bueno… —Grace sonrió y luego lo miró directamente a los ojos, para hacer énfasis en lo que estaba a punto de decir— ya no. Harry cambió el peso de un pie a otro nerviosamente, pero no dejó de sonreír. Eso le dijo a Grace que debía haber entendido, ¿verdad?— Me gustan tus chinos, por cierto. —dijo “distraídamente” moviéndole a su té con una pequeña cucharita.
Harry lució sorprendido por unos momentos, y volvió a moverse, obviamente incómodo. Grace tuvo miedo de que le dijera que estaba loca y se alejara por unos instantes.
—Gracias. —Harry se recargó un poco en la barra para poder ver a Grace. Grace lo miró de reojo, aun con una sonrisita en los labios. Harry sonreía de una forma diferente a como lo había estado haciendo: en ese momento sonreía de lado… era una sonrisa… ¿divertida? El estómago de Grace dio un vuelco de alegría— A mí me gustan tus ojos. De lejos se ven oscuros, ¿sabes?
Grace volvió a encogerse de hombros.
—Serán azules, pero es un azul oscuro. —le restó importancia.
—No me dejaste terminar. —Harry se acercó más a ella, al punto que Grace sintió su aliento en su oído. Hizo que se estremeciera— De cerca son de un adorable azul turquesa. —Grace quiso decir algo, no quedar como la tonta del día anterior. Pero no pudo. Había perdido la capacidad de hablar. Harry se alejó de su oído y le volvió a sonreír deslumbrantemente, justo como el día anterior cuando tomó su nombre— Un gusto hablar con usted, señorita Farrell.
Y luego se alejó, sosteniendo los cuatro vasos de café en ambas manos sin ningún problema. Los monitores mayores no parecieron darse cuenta de lo que había pasado y los jóvenes sólo negaban con la cabeza y reían.
Grace se quedó ahí parada por otros segundos, tratando de recomponerse lo suficiente para poder caminar sin caerse. Cuando se giró con su té y los dos sobrecitos de azúcar para Sue, la mitad de la cafetería la estaba mirando: algunas con sorpresa, otras con interés, pero casi todas con odio. Claire, Sue, y Sarah sonreían como maniáticas cuando Grace por fin llegó a la mesa.
—¿Qué fue eso? —preguntó Claire, tratando de contener su entusiasmo.
—No tengo idea. —contestó Grace, todavía en estado de shock.
—Chicas, falta media hora para la fogata, así que tenemos que terminar la cena ahora mismo. ¡Pero puedes contarnos todo en el camino hasta allá! —gritó Sarah con entusiasmo.
Grace asintió, y sus tres amigas soltaron un chillido que en condiciones normales la habría molestado.
Tomó un sorbo de su té y volteó a un lado distraídamente. Todas las chicas que habían olvidado de su pequeña conversación con Harry y seguían sus asuntos. Todas excepto dos.
Un par de mesas más allá estaba la que Claire le había dicho que se llamaba Charlotte, mirándola fijamente y sin disimulo, como si fuera poca cosa. En la mesa de atrás, la de los monitores, estaba Elle. Y la miraba con tanto odio que Grace se encogió en su silla, asustada como una niña pequeña.
Se sintió ridícula. Grace Farrell odiaba sentirse ridícula. Así que se armó de valor, alzó la vista, y le clavó la mirada a Elle, quien pareció sorprenderse un poco.
¿Qué pasa? ¿Nadie nunca te la había regresado?, las dos preguntas flotaron en la mente de Grace. Finalmente, fue Elle quien apartó la mirada, provocando que Grace sonriera con suficiencia.
Sabía que eso signficaría que le haría la vida un infierno mientras pudiera, según lo que le habían dicho sus amigas. Pero no le importó. ¿Elle quería ver quién podía más? ¿Quién jugaba mejor?
Pues bien, pensó Grace, juguemos.