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Mensaje por LittleFlowersLove Sáb 05 Oct 2013, 4:42 pm

LIZ!!!!!CUANDO LA SEGUÍS? ???ESTO ES SENCILLAMENTE  GENIAL!!!!!LEI ESTA GENIAL!!!LA LEI EN 2 NOCHES(DORMÍ SOLO 3:30HS DURANTE ESTOS DOS DÍAS )SI HUBIESE PODIDO LA HUIBIERA LEÍDO  TODAA EN UN MISMO DIA...PERO RESULTA Q EL TRABAJO Y LA  FACU NO ME DEJARON TIEMPO :(....
LO VUELVO A DECIR....CUANDO PUBLIQUES ALGO EN PAPEL ~VOY A SER LA PRIMERA EN TENERLA Y OBVIAMENTE  VOY A QRER TU AUTÓGRAFO! !!!!!!!
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Mensaje por JoselynFuckyeah Sáb 05 Oct 2013, 5:19 pm

La historia es incrible!! escribes jodidamente bien! en verdad crei que estaba leyndo una adaptacio o algo asi, bueno la estoy comenzando a leerr!! besosss
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Mensaje por JoselynFuckyeah Sáb 05 Oct 2013, 11:18 pm

Estoy enamorada de tu novelaaaaaa
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Mensaje por liliumpumilum Mar 08 Oct 2013, 8:39 pm

Chichis paso para saludar y para decirles que quizá la primer parte del último capítulo esté publicada en unos días!! dos a lo sumo... :P gracias por la paciencia! :D

LittleFlowersLove escribió:LIZ!!!!!CUANDO LA SEGUÍS? ???ESTO ES SENCILLAMENTE  GENIAL!!!!!LEI ESTA GENIAL!!!LA LEI EN 2 NOCHES(DORMÍ SOLO 3:30HS DURANTE ESTOS DOS DÍAS )SI HUBIESE PODIDO LA HUIBIERA LEÍDO  TODAA EN UN MISMO DIA...PERO RESULTA Q EL TRABAJO Y LA  FACU NO ME DEJARON TIEMPO :(....
LO VUELVO A DECIR....CUANDO PUBLIQUES ALGO EN PAPEL ~VOY A SER LA PRIMERA EN TENERLA Y OBVIAMENTE  VOY A QRER TU AUTÓGRAFO! !!!!!!!
Reinaaaa Estuve escribiendo bastante y tengo 6k escritos, así que /quizá/ publique el final en 2 partes y la primera esté entre mañana y pasado :3 espero que no te moleste. El lado positivo es q si lo publico todo junto serían como 11/12k y ahí te quitaría mucho tiempo de tus estudios y eso :P
dudo que algún día publique en papel pero si querés imprimimos un fic y te lo firmo jaja

JoselynFuckyeah escribió:La historia es incrible!! escribes jodidamente bien! en verdad crei que estaba leyndo una adaptacio o algo asi, bueno la estoy comenzando a leerr!! besosss

Estoy enamorada de tu novelaaaaaa
Muchas gracias!! EN SERIO!! :D nunca entendí del todo que es una adaptación pero voy a tomar lo como un halago lol
espero que la disfrutes :3
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Mensaje por JoselynFuckyeah Miér 09 Oct 2013, 7:55 am

Ahhh ya llegue hasta aquiii!!
Siguelaaa. 
Primer punto: Quiero decir que tu novela es increible.
S. P: Una adaptacion es como tomar un libro y solo cambiar los nombres y algunas cosas (por lo bien hecha que esta crei que era una adaptación) posta que si es un alago jjaksjaksa
T.P: Louis es un tonto, idiota usghghsg ¿Él herido? pero por queeeeeeeeeeeee si él mismo le dijo que no queria anda de novios y no se que tantas vainas y ahora él es el heridooo. Por alli hecho el regalon con otros y él es el herido  :evil: ganas de tirarle un zapato en la cara jakjsakjska
Mi pobre Hazza ♥️
Y Liam es un angelllll
Y Zayn, bueno Zayn medio me cae mal, pero es que buen amigo de Lou tenia que ser pues!. Pero al menos me alegra que ya consiguiera lo que tanto soñaba.
Liam ♥️ :( 
Buenoooooooooooooooooooooooo amo tu novela
Detesto a Louis
Amo a Hazza
Me empalago con Liam
Adoro a Niall y Johs
Medio no me cae bien Zayn xD
y eso en resumen :)


besosss y siguelaaa xxxx
JoselynFuckyeah
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Mensaje por liliumpumilum Miér 09 Oct 2013, 9:18 pm

JoselynFuckyeah escribió:Ahhh ya llegue hasta aquiii!!
Siguelaaa. 
Primer punto: Quiero decir que tu novela es increible.
S. P: Una adaptacion es como tomar un libro y solo cambiar los nombres y algunas cosas (por lo bien hecha que esta crei que era una adaptación) posta que si es un alago jjaksjaksa
T.P: Louis es un tonto, idiota usghghsg ¿Él herido? pero por queeeeeeeeeeeee si él mismo le dijo que no queria anda de novios y no se que tantas vainas y ahora él es el heridooo. Por alli hecho el regalon con otros y él es el herido  :evil: ganas de tirarle un zapato en la cara jakjsakjska
Mi pobre Hazza ♥️
Y Liam es un angelllll
Y Zayn, bueno Zayn medio me cae mal, pero es que buen amigo de Lou tenia que ser pues!. Pero al menos me alegra que ya consiguiera lo que tanto soñaba.
Liam ♥️ :( 
Buenoooooooooooooooooooooooo amo tu novela
Detesto a Louis
Amo a Hazza
Me empalago con Liam
Adoro a Niall y Johs
Medio no me cae bien Zayn xD
y eso en resumen :)


besosss y siguelaaa xxxx
Por qué todos odian a Louuuu si no es taaaaan malo. Es un poco inmaduro pero en su defensa, si Harry le dijo que quería ser un poco exclusivos pero después cuando se armó todo el quilombo se fue detrás de Liam y si bien entiendo que Haz estaba ebrio también hay que entender la perspectiva del pobre lucho que encima que le cuesta bajar las barreras cuando lo hace se siente que lo toman de tonto! Yo creo que el problema que tienen es de co mu ni ca ción :P
En fin! Ahora posteo el capi 25 :DD
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Mensaje por liliumpumilum Miér 09 Oct 2013, 9:19 pm

¡Penúltimo capítulo! dejamos para el final el fluff y el smut así que si el próximo queda muy cursi sepan disculpar :P 
Espero que les guste y perdón por cualquier error pero lo publico sin beta porque soy reeee diferente (??)
Muchas gracais a todos los que me acompañan en este proceso y que me bancan aunque cambio de planes cada dos segundos (¿en serio Lis, agregar un capítulo más a último momento  cuando estabamos todos expectantes del final?), y porfi ténganme paciencia en este último tirón.
ESTE NO ES EL ÚLTIMO CAPÍTULO.
Capítulo 25

A veces Harry dudaba. Quizá, inconscientemente, todavía buscaba a Louis. Lo seguía, como hacía antes de la fatídica noche del recital de Niall. Estaba seguro de que no era intencional, porque tomaba toda precaución en sus manos para evitarlo, como él se lo había pedido.
No iba a las fiestas de los de economía, aunque sus nuevos amigos de la facultad a veces le rogaban para que los acompañe. Había negado al menos una decena de invitaciones de Niall a sus tocadas y shows, excepto esa vez que estaba seguro de que Louis trabajaba y no podría ir. Hasta sacrificaba los primeros minutos de la clase de Modernidad cada martes (aunque la adoraba), sólo porque tomaba un desvío para esquivar la facultad de Louis.
A pesar de eso, seguía encontrándose con él en cada respiro que le brindaba su ajetreada vida adulta. Parecía casi como si el mundo complotara contra ellos. Cada vez que se veían lo saludaba cortésmente y aunque no decía las palabras, en silencio se disculpaba por faltar a su promesa de desaparecer de su vida. Louis siempre le sonreía nervioso y titubeaba para decir algo, pero al final guardaba silencio y luego de un poco de intrascendente conversación, se iba.
Se lo cruzaba en el súper con su madre, en los bares los fines de semana y en el campus en los recesos —aunque procuraba mantenerse alejado, alejadísimo, de la facultad de Louis. Una vez hasta se vieron en un café, cuando Harry conversaba con un chico de su clase y casi se atora con el panecillo intentando explicarle que no era  lo que parecía, incluso si a Louis, en verdad, ya no le interesaba.
Esa era la peor parte, que esa distancia que Louis había pedido, aunque no le había sido del todo dada porque el mundo seguía cruzándolos aunque ellos no lo buscaran, ciertamente funcionaba. Ya no le interesaba. Harry lo sabía por el modo en que lo miraba.
Es que Louis siempre había tenido para él dos modos de mirarlo. Al principio era con desprecio o con simpatía  —recordaba de memoria la primera vez que Louis lo miró con ojos tiernos y una especie de sonrisa cruzándole el rostro: estaban en el campus, y Harry todavía salía con Liam. Después vino el deseo y la burla, sucediéndose tantas veces que en una misma noche Louis y él podían pasar de besarse a escondidas en el cubículo de un baño a hacerse comentarios hirientes en la mesa frente a los demás chicos. Las últimas veces Louis o lo miraba esperanzado o rayando la más terrible decepción.
Ahora, era distinto. De a ratos parecía indiferencia pero a veces había algo borboteando en sus pupilas: un temblor inquieto como el movimiento de los labios antes de la sonrisa, una luz tenue y anaranjada que se traslucía por el iris azulado de Louis. Harry creía que, con un poco de suerte, eso significaba que pronto podrían ser amigos.
Él estaría gustoso de aceptarlo. Siendo sinceros, preferiría otra cosa; pero tenerlo un poco era mejor que no tenerlo en lo absoluto.
Daría el mundo y algo más por otra tarde bajo un árbol conversando de todo y de nada a la vez. Extrañaba eso, tanto que le costaba horrores no faltar a su promesa, no aparecérsele en la puerta del dormitorio con café y sándwiches (pese a los tristes recuerdos que estos traían) y prometerle permanecer a metros, sin una pizca de contacto físico, con tal de que Louis lo mire y le hable del mundo, de sus clases, y de las anécdotas de sus hermanitas pequeñas que parecían adorables cuándo él hablaba de ellas.
No es que no ansiara su cuerpo. Dios, ¡Si lo extrañaba! Lo que sucedía es que recordaba de memoria cada centímetro de su piel, hasta la montañita bajo el ombligo y el orden de sus lunares, y sí, había cosas que le quedaban por descubrir —como qué había sido del tatuaje en su pecho del que no habían tenido ni tiempo de hablar, si el rojo se había aclarado y la tinta hundido en su piel (sobre todo si se había puesto la crema tantas veces como el tipo de la tienda seguramente le había exigido que lo hiciera), o cómo era tomarle la mano, o qué vueltas daría en la cama si dormían juntos toda la noche— pero en general de su cuerpo había tenido casi todo.
Extrañar duele, claro que sí, pero había algo cruel y desesperante que le invadía las venas y le carcomía las articulaciones, y que en las noches lo hacía envolverse sobre sí mismo y rogar por un encuentro más, uno solo, no para saborear su cuerpo y revivir las sensaciones, sino para averiguar todo lo que le quedaba por ver.
Para escuchar los nombres de sus hermanas y la historia de cómo se habían conocido con Zayn y cuándo había dado su primer beso. Para entender mejor por qué era que le costaba tener ciertas charlas, como esa vez que discutieron en el baño de su dormitorio, el motivo de cada tatuaje y quizá llevarlo a cenar para ver cómo era su comportamiento en los restaurants, si era de pedir cosas nuevas o siempre lo mismo (aunque creía saberlo) y si dejaba propina del diez, quince o veinte por ciento.
Lo que lo mataba era la curiosidad, las preguntas sin respuesta, los relatos minuciosos sobre cada detalle de su vida que necesitaba como necesitaba el agua, o el aire.
Le dolía tanto que pensándolo nuevamente, sería simplemente ridículo que fuera él quien estuviera buscando a Louis, porque verlo lo dejaba siempre pensando y sintiendo cosas demasiado angustiantes para un chico que recién cumplió los 18.
Dolía tanto, que últimamente ni siquiera lo buscaba en sus fantasías. Lograba controlarse hasta por las noches, cuando no podía dormir, y aunque pensar en Louis parecía lo único que le haría sentir un poco de paz. Hasta cuando traerlo del recuerdo se le hacía tan fácil y tan necesario lograba —de a ratos, al menos—  quitarlo de su mente, pensando en las clases, su familia, o hasta el chico de Filosofía que había conocido en una fiesta y lo había invitado a salir (debería haberle dicho que sí en vez de mirarlo con una incómoda mueca, paralizado de miedo y dudas).
Harry no sabía demasiado de psicología, pero estaba seguro de que ni su inconsciente, así de masoquista como era, lo obligaría a seguir pensando en Louis cuando él sabía, estaba convencido, de que tenía que terminar. No podía pasar su primer año de Universidad sufriendo por un chico.
Las cosas empezaban a mejorar con Liam, su carrera avanzaba lentamente, chicos nuevos aparecían en su vida y quizá Louis tenía razón, quizá era mejor así.
Quizá no valía la pena.
*
La cuestión es que si Harry no estaba buscando a Louis, y si Louis no estaba buscando a Harry —obviamente—, era el destino el que los buscaba juntos todo el tiempo, y pensar en eso no lograba despistarlo de las ansias que sentía por tenerlo de nuevo.
*
Una tarde, después de su clase de Historia Mundial Contemporánea, cuando todavía su mente estaba sacudida por los nuevos modelos de producción, por qué fortuito era todo lo que se daba por natural y por el trabajo que tendría que empezar a diseñar ese fin de semana si no quería atrasarse como con los otros, giró por el pasillo en una esquina y se dio de lleno con un cuerpo que de extraño no tenía nada.
Supo al principio que era él porque aunque apenas había visto, de refilón, un pantallazo, bastaba eso para reconocerlo. Además olía a todo lo que olía Louis, a esa pizca entre dulce y cítrico y a esa noche en su cuarto cuando despertaron abrazados en el suelo.
Louis parpadeó sorprendido al verlo y sus labios temblaron como si fuera a decir algo, pero no lo hizo. Harry tragó saliva y al hacerlo se dio cuenta de que todavía estaba demasiado cerca de él, y alejarse unos centímetros le costó tanto como le costaba últimamente despertarse por las mañanas.
—Hey —lo saludó tímidamente. Apretó fuerte los labios al notar su voz pasearse de los agudos a los graves y la sonrisa de Louis lo hizo sonrosar suavemente. Carraspeó, intentando encontrar su tono natural—, ¿Cómo estás? —le preguntó.
—Bien, yo… Muy bien —respondió Louis sin quitarle la mirada de encima ni por un segundo—, bien, bien —repitió casi en un susurro. Agachó la mirada, quizá para observar sus propios dedos que no dejaban de bailar tocando cada yema inquietamente—. ¿Cómo estás tú? ¿Cómo está yendo tu primer…? Tu primer año.
Harry tardó un momento en responder, distraído, como siempre, por el movimiento de sus labios. El ángulo con el que los veía, ahora que él agachaba la mirada y le podía ver hasta los dientes y la lengua (apenas), lo hacía pensar en tardes sudorosas que parecían infinitas, o en bares ajetreados de gente con rincones oscuros y solitarios, en los que él acariciaba a Louis por debajo del pantalón y ni siquiera lo besaba, pues no podía quitarle la mirada de encima al color de sus mejillas, al temblor de sus párpados y a su boca entreabierta que exhalaba suspiros.
Louis levantó la mirada, demandando una respuesta, o algo, cualquier cosa, que rompiera ese silencio.
—Yo —titubeó Harry—, estoy bien. Es decir. Me está yendo bien. Muy bien —carraspeó otra vez. Ya no estaba en edad para que le tiemble la voz así, y sin embargo no lograba mantenerla en un tono decente—. Me encanta la carrera. Es muy linda.
—Que bien —comentó Louis—, eso es… Genial.
—Sí…
Louis agachó la mirada otra vez y Harry volvió a descubrir el movimiento de sus dedos que al parecer nunca se había detenido. Parecía casi un chiste que las cosas siguieran sucediendo, que la gente pasara por los pasillos, el planeta girara sobre su propio eje y los dedos bailaran todavía inquietos unos sobre otros, cuando los ojos azules de Louis se fijaban en los suyos. Para él se sentía como si todo se detuviera, como si hasta al aire le cambiara la textura y el sol, el universo entero, se paralizara sobre, debajo, alrededor de ellos y contuviera el aliento.
Después, cuando Louis miraba otra vez al suelo, Harry notaba que no era así. Que el mundo seguía, que el tiempo pasaba, que a él lo esperaba una clase y seguramente a Louis lo esperaba otra.
—Bueno —dijo, y tuvo que hacer mucha fuerza para no invitarle en cambio un café, y eso que las chances de que Louis dijera que sí eran seguramente de una en un millón—, creo que… Umm… Debes tener clases, yo no quiero…
—No. Sí. Es decir, claro… —Louis entrelazó los dedos y levantó la mirada otra vez, pero esta vez no se cruzó con los ojos de Harry—. Yo tengo clases también y…
—Sí…
—Espero que… Tú sabes… Tus cosas. Que estés bien. Que sigas bien.
Harry asintió, incapaz de encontrar las palabras para decir nada. Louis asintió también, posiblemente en un gesto para sí mismo y luego frunció el ceño. Se agachó y tomó la mochila del suelo, sin perder el gesto y le saludó con la cabeza a Harry y una mueca que parecía una sonrisa.
Él le sonrió también y lo vio dar los primeros pasos alejándose. Notó entonces que tenía el pelo más largo y despeinado, y al parpadear vio en su mente el recuerdo de su rostro y finalmente pudo detenerse en algunos detalles, como el flequillo ahora inexistente, la barba de tres días o la camiseta nueva que nunca antes había visto en su vida. Le causó en la panza y el cuerpo entero sensaciones confusas.
Louis se veía mejor que nunca pero distinto también, y cada una de esas diferencias eran marcas de que el tiempo había pasado, que todos esos días no habían sido un sueño, que habían sido meses desde el último beso tímido y borracho en el cuello de Louis, donde otro tipo le había dejado una marca violácea.
Se preguntó si tendría otras ahora. Si debajo de esa camiseta nueva habría rastros de besos. Si habría ahora alguien en el mundo que tuviera las respuestas a todas las preguntas que Harry todavía se hacía, si ese alguien había logrado descubrir sus secretos, si había entrelazado sus dedos con los suyos y detenido el temblor inquieto aunque fuera por unos segundos, si había dormido una noche entera con él, y si Louis se quedaría hasta el amanecer enredado en el hueco de su hombro, y si eran felices juntos, sobre todo.
Por un momento la ansiedad fue tan fuerte que casi corre los pocos metros que los separaban todavía para preguntárselo, y quitarse la duda de una vez por todas. Cerrar ese capítulo de su vida que lo carcomía por dentro.
Pero la ansiedad se cruzó con el miedo, y Louis era intimidante hasta de espaldas perdiéndose en el pasillo. Además estaba llegando tarde a su próxima clase.
*
No fue ni la primera ni la última vez que se cruzó con Louis ese año, y sin embargo, inclusive decenas de encuentros después (inclusive cuando las últimas semanas el cambio de salones los cruzaba día por medio) todavía pensaba enese día, y en la mirada de Louis, inseguro y titubeante.
A veces cuando intentaba dormir y la angustia se le anudaba en el cuello como una serpiente que no le dejaba ni tragar saliva, se preguntaba qué métodos habría a su alcance para guardar esa tarde en su memoria para siempre.
Había leído en una revista recientemente que a los recuerdos mientras más los piensas, más los dañas. Que las cosas que recuerdas a la perfección son aquellas en las que no piensas nunca.
Él pensaba en Louis todo el tiempo, en la música de su voz y en el ángulo de sus pestañas. Su recuerdo era lo último que le quedaba, pero iba destruyéndolo de a poco cada noche que no podía dormir, con cada caricia húmeda bajo las sábanas y con cada sonrisa arrebatada en el ómnibus camino a casa.
De Louis, lo que tenía a estas alturas, era un monigote sobrio, un centenar de encuentros fortuitos y una tarde que se sintió distinta a las demás —como si esa tarde podría haber sido la que cambie todo para siempre.
Harry no entendía del todo por qué. Intentaba no torturarse al respecto. Intentaba olvidarla (a la tarde, y a Louis), pero con cada nuevo encuentro, tan meticulosamente frio, no podía evitar volver en el recuerdo e intentar entender por qué aquella vez se había sentido distinto.
Según la revista, mientras más pensaba en eso más se alejaba de la posibilidad de descubrirlo, y era devastadoramente triste tener algo tan valioso en el recuerdo y sencillamente no poder asirlo con sus manos.
Se sentía casi como tener un puñado de arena envuelto con los dedos, escurriéndose lentamente. En la palma quedaban apenas los últimos granos, filosos y dorados como Louis mismo, y por más que él se aferrara a ellos, no era suficiente.
Cada vez que pensaba en él para extrañarlo un poco menos, lo perdía un poco más.
*
Unas semanas después, el chico de Filosofía lo había invitado por quinta vez a tomar algo y Harry finalmente había accedido.
Ni siquiera él estaba seguro de por qué lo había hecho. Nick era decentemente guapo, tenía un humor macabro, y muchas cosas interesantes por decir, pero Harry no tenía ningún interés en él. Le parecía un gran tipo al que podría llegar a llamar “mejor amigo”, pero Nick no estaba buscando amigos y Harry no estaba dispuesto a darle nada más.
Quizá había aceptado por insistencia, o por aburrimiento, o porque la alternativa era pasar la tarde viendo capítulos repetidos de series en la televisión. Quizá estaba empezando a convencerse de que era hora de dejar de buscar excusas, de seguir con su vida.
Además, era sólo un café.
Harry procuró mantenerse alejado de zonas peligrosas, de cualquier posibilidad de Louis o alguno de sus amigos. Hasta disimuló un desvío bastante exagerado de la biblioteca municipal con la excusa de tomar un helado, por si acaso los exámenes de Louis todavía no hubiesen terminado.
La conversación era agradable. Nick era un chico de mundo, que había viajado a todos lados, escuchado a cada banda y leído cada libro. Siempre sabía qué decir y conocía detalles curiosos de cada cosa que a Harry se le cruzara por la mente.
Era un chico genial. Respetuoso, sobre todo.
Además parecía interesado. Un par de veces sus manos se habían tocado accidentalmente y al retirar la suya velozmente, Harry había percibido que la de Nick se había quedado.
Se sentía mal rechazándolo. Un poco idiota, también, pero simplemente no lo sentía, no le hacía cosquillas en la panza y no se preguntaba más allá de lo inmediato. Nick era fantástico, pero estaba allí todo, abierto para él. No teníamisterio.
Llevaban un buen rato, conversando en el parque, cuando Harry decidió que era hora de irse a casa. Estuvo a punto de decirlo, pero Nick lo interrumpió con una última propuesta: una amiga suya abría una librería y hacía algo así como una fiesta. Nada descontrolado, sólo pizza, cerveza y libros a mitad de precio. Harry, contra todos sus instintos, accedió.
La librería era pequeñita pero estaba llena de gente. Los estantes no estaban catalogados por género sino por tema, o por ánimo. Harry se entretuvo un rato largo divirtiéndose con la selección de “libros para cuestionar a la humanidad”, y después anotó mentalmente algunos títulos de la sección “libros que debes leer antes de llegar a los 20”.
Nick se había excusado hacía un buen rato, y Harry miró sobre su hombro para comprobar que seguía allí. Sus amigas lo habían obligado a sentarse con la artista de maquillaje, al parecer, porque ahora le estaban pintando un exagerado dibujo en los párpados. Probablemente le hacía cosquillas, porque no paraba de reírse.
Harry volvió a su tarea de revisar los estantes, paseándose por “libros para enamorarte de los personajes” y el de “libros para abrir los ojos si tienes problemas con la bebida” atestado con tomos de cuentos de Bukowski. Finalmente llegó al módulo de la esquina derecha, que hasta hace unos minutos estaba repleto de personas. Ahora la mayoría había pasado a otras secciones, y sólo quedaba allí un muchacho hojeando un libro.
No lo reconoció al principio, seguramente porque tenía los ojos y las mejillas de ese perfil pintados como un miembro de Kiss. Notó que tenía un cuerpo muy bonito, obviamente, pero le llamó más la atención la estantería titulada desafiantemente “libros para leer con el corazón roto”.
Soltó un suspiro lento y tragó saliva antes de aventurarse en busca de algo que pudiera comprar con las 20 libras que le quedaban de la cita.
—Hola —dijo Louis, distrayéndolo repentinamente. A Harry casi le temblaban las manos frente al tomo del libro que había estado a punto de empezar a hojear. Quizá no había podido reconocerlo con el maquillaje, pero su voz la sabía de memoria.
—Hola —respondió con timidez, luego de girarse a verlo, y llevó la mano a su bolsillo, alejándola finalmente de la estantería.
Louis cerró el libro y lo escondió entre sus brazos al cruzarlos sobre su cuerpo. Era un poco tonto porque Harry no podía correrse de su mirada de todas formas y en ese momento no tenía demasiado interés en el diminuto tomo de tapa dura.
—¿Cómo estás?
—Bien —mintió Harry, como de costumbre. Se preguntó si Louis no podía verle el nerviosismo en la piel, cuando él lo sentía tan insistente—. ¿Tú?
—Bien —dijo Louis. Después de un momento de incómodo silencio, volvió a hablar—. Parece que tenemos muchos amigos en común. Stan. Ahora Hannah.
—¿Hannah? —A Harry le llevó un minuto entender de qué hablaba Louis—. ¡Oh! No conozco a la dueña. Vine con un amigo.
—Oh…
Harry estuvo así de cerca de explicarle que eran sólo eso, amigos, pero a Louis seguramente no le interesaba mucho la explicación y ya suficiente humillación tenía con esa sonrisa incómoda y el rubor en sus mejillas.
—Aprovecho para buscar algo que leer en el receso —comentó como quién no quiere la cosa, pero al señalar la estantería vio de vuelta el rótulo de “libros para leer con el corazón roto”, y enrojeció todavía más.
Louis sonrió con la boca pero los ojos permanecieron inmunes, cansados.
—¿Todavía lidiando con la ruptura? —preguntó.
Otra vez, estuvo al borde de explicarle todo, con lujo de detalles, desde las noches sin dormir hasta el artículo de la revista, pero era inútil.
—No —respondió, fingiendo desinterés y encogiéndose de hombros—, veo todos los estantes. De hecho, estoy pensando en comprar uno de “libros para lucir en reuniones intelectuales”.
Louis sonrió esta vez del todo, con labios, mejillas y pestañas también.
—¿Esas son las cosas que se necesitan para encajar en humanísticas?
—Hey, no todos tenemos tanto carisma que logramos que un profesor nos suba un punto veinticinco —le retrucó Harry y Louis soltó una carcajada cantarina que le despertó unas terribles ganas de abrazarlo.
—¿Cómo sabes tú eso? —le preguntó después de reír, frunciendo el ceño.
—Me lo contó un pajarito —mintió. No era capaz de explicarle que ya desde esa tarde en que fue a buscar a Liam a la facultad, no podía evitar coleccionar cada trozo de Louis que estuviera a su disposición, como si fueran preciadas piezas de rompecabezas.
—Apuesto a que fue Liam —murmuró fingiendo estar indignado, pero de golpe su rostro se transformó al recordar algo y se mordió el labio.
—¿Qué? —le preguntó curioso.
—No… Nada. Es que… —Louis se rascó la mejilla con una mano mientras con la otra todavía sostenía el libro contra su cuerpo. Tardó un rato más en finalmente decidirse a hablar—. No sé si te enteraste… Quizá es mejor que te enteres por mí.
—¿De qué?
—De Liam. Y Zayn.
—No. ¿Qué pasó? —preguntó y bastó la mirada de Louis para que entendiera a qué se refería—, ¡Oh! ¿En serio? ¡Bien por Liam! Zayn es guapo —comentó, exagerando su agrado. Es que racionalmente le ponía feliz, pero en el fondo Liam había sido su novio por años y parecía raro que estuviera con otra persona—. No me lo hubiese imaginado.
Louis arqueó las cejas otra vez. Cada vez que lo hacía Harry recordaba al pedante chico que conoció en el cumpleaños de Zayn y que se burlaba porque todavía estaba en el colegio y por algún motivo eso lo llenaba de pensamientos inapropiados.
—Bromeas, ¿verdad? —Harry negó con la cabeza—. Zayn ha querido estar con Liam desde que entró a la facultad.
—¿En serio? —preguntó sorprendido. Tantas veces había especulado pretendientes para Liam y la primera vez que realmente tenía un admirador secreto, él no se había dado cuenta—. ¡Por eso me odiaba tanto!
Louis se rio otra vez, probablemente de su ingenuidad.
—Todo este tiempo yo aquí, pensando que no era lo suficientemente cool…
—No lo eres —acotó Louis.
—…Y simplemente era que estaba con el chico de sus sueños. ¡Espero que tu plan de seducción no haya sido para hacernos romper!
—¿MI plan de seducción? —lo regañó Louis.
—¿Intentas decirme que yo te seduje a ti?—Esta vez fue Harry quien arqueó las cejas, e intentó sonar seguro y desafiante aunque de puros nervios le temblaba en los labios una sonrisa.
—¡Pues sí!
—¿Quién lo diría? El gran Louis Tomlinson seducido por un chico que no tenía edad para beber.
Louis puso los ojos en blanco, pero sonreía. Harry, al observar ese gesto altanero pero juguetón no pudo evitar sentir algo parecido a nostalgia y rendirse también a su propia sonrisa.
Esa charla era tan sincera y esperanzadora que por primera vez en mucho tiempo Harry no estaba comparando ese momento con el de aquella tarde después de Historia Mundial Contemporánea. Finalmente volvía a sentirlo cerca.
Justo cuando iba a decírselo, lo mucho que extrañaba eso, esas charlas y esos gestos, las bromas tontas y los comentarios punzantes, alguien tomó su hombro obligándolo a voltearse: A Nick le habían pintado de blanco y naranja el rostro simulando el pelaje de un tigre. Harry lo miró un segundo y la sonrisa sincera se le desvaneció de golpe, para volver cortes y amable un instante después.
Mientras los presentaba cordialmente, y observaba los gestos de Louis apagarse de a poco, sintió un deja vú molesto y amargo, y aunque esta vez no estaba engañando a nadie (porque no salía con Nick y porque con Louis apenas estaban conversando), se sentía parecido. Culpable, abatido, pesado.
Louis parecía tan incómodo y avergonzado como en los viejos tiempos también, y eso sencillamente lo hacía sentir peor.
*
Cuando Harry se disculpaba más tarde esa noche con Nick, en la misma plaza en la que una madrugada había cortado con Liam, no pudo evitar sentir el mismo cosquilleo esperanzador en la panza cuando le dijo:
—Lo que sea que haya pasado entre ustedes dos, todavía está ahí, Harry. Deberías hacer algo al respecto.
*
Últimamente tenía tantas cosas en las que pensar de Louis, que cada vez le preocupaba menos eso de gastar tanto los recuerdos hasta desfigurarlos. Tenía la noche en el recital de Niall,  y la tarde en la habitación del campus—con los sándwiches y el café—, pero también el pasillo después de la clase de Historia Mundial Contemporánea, la tienda de libros con la estantería de “libros para leer con el corazón roto” y la charla más tarde con Nick.
Eso último siempre lo dejaba escribiendo y borrando mensajes de texto que nunca enviaba, o llamando y cortando al segundo timbre con el bloqueador de rastreo activado, lo cual no lo hacía sentir del todo maduro.
Después se daba cuenta de que era tan estúpido, infantil y cobarde que no había forma en que Nick tuviera razón —¿qué sabía él de todas formas  si ni siquiera conocía a Louis?— y que había sido doblemente estúpido al creerle.
*
La primera nevada ese año llego muy poco antes de navidad, y aunque Harry había ansiado nieve desde la entrada a diciembre, ese día la aborreció profundamente. Sobre todo porque lo tomó por sorpresa, y aunque se despertó a la hora de siempre, esa vez no bastó para llegar a horario. El transporte público y la nieve no se llevan bien y el cacharro que tenía su hermana por auto no lograba calentar lo suficiente para arrancar. El día por el que había trabajado tan arduamente los últimos meses, podía ser arruinado por una blanca navidad y ni siquiera el espíritu festivo de Harry podía quitarle las ganas que tenía de buscar a Santa y darle un puñetazo.
Llegó tarde a su reunión con el jefe de cátedra, y tenía los dedos tan helados que la pantalla táctil no respondía cuando él intentaba pasar las diapositivas. Además el clima lo había dejado resfriado y cuando hablaba sentía los mocos bajándole sobre el labio. El profesor no parecía notar nada de todo esto, pero cuando terminó su exposición Harry no se sentía seguro de los resultados.
Sabía que no era el fin del mundo. Tenía muchos años de carrera por delante para ser ayudante de cátedra y Teoría Política I definitivamente no era una de sus materias preferidas, pero aun así no podía dejar de sentir un poco para la mierda. Quizá era la acumulación de todo lo que venía pasando, lo útil que le había resultado esa cátedra para distraerse y cuántas expectativas había depositado en ella. Ahora, todo se había ido por el caño por culpa de una nevada. De la navidad. De Santa. Y del idiota del profesor que había decidido pactar el concurso para el 23 de diciembre.
Él y sus competidores debían ser los únicos que pisaban la facultad desde que las clases habían terminado el viernes pasado. Algunos profesores caminaban por los pasillos como si fueran dueños del lugar, y lo impecable del edificio delataba que los empleados de limpieza seguían yendo a trabajar, pero a excepción de eso, todo estaba desierto.
Harry decidió que la inexistente cola en la cafetería le permitiría probar —quizá por única vez en toda su carrera— la famosa torta de chocolate y nueces, y todavía tenía 20 libras que sobrevivían de su cita la semana anterior.
Curiosamente el billete de 20 le recordó a la estantería, y eso a Louis, y eso a la charla con Nick y a la esperanza burbujeante y a la certeza de que debía ser valiente y hablar con él cuando lo viera el próximo semestre. Entonces abrió las puertas de madera, y hecho un ovillo, con un suéter de lana encima de otro y las manos pequeñitas alzando el libro frente a sus gafas oscuras, estaba Louis, desafiándolo a convertir en hechos el palabrerío de su cabeza.
Al principio, Louis no lo notó, tan cautivado estaba en su lectura, y Harry no se atrevió a interrumpirlo (tan cautivado él en su belleza). Después desde la barra la mesera le preguntó si necesitaba algo, y c cuando Louis levantó la mirada, Harry no supo qué hacer: si responder, saludarlo o salir corriendo.
Se decidió por hacerle un gesto silencioso a Louis —quien todavía lo miraba pasmado y con los labios entreabiertos— y caminar hacia la barra a pedirse un café y una porción de la bendita torta.
—Llegaste justo a tiempo —le dijo ella, después de que él le contara cómo quería probarla desde siempre pero nunca llegaba antes de que se acabe—, entre los profesores con horas libre y nuestra mascota glotona en la mesa 5, casi no queda nada.
—No soy la mascota del lugar —se defendió Louis sin levantar la mirada del libro. Harry lo miró y notó que tenía las mejillas y la nariz enrojecidas, aunque probablemente era a causa del frio.
—Sí lo eres —dijo ella mientras rebanaba una porción de torta—, eres nuestro Boobear personal.
Esta vez Louis levanto la vista del libro para dedicarle una mirada amenazante que sólo la hizo reír. Y quizá su mirada lo era, pero el resto era inofensivo. Se veía tan pequeño allí temblando de frío y envuelto en capas y capas de pulóveres de lana. Quizá por eso Harry esa vez sintió coraje:
—¿Quieres un café, boobear? —le preguntó. No se detuvo a esperar su mirada enojada, y en seguida se volvió a la mesera—, ¿o tiene café gratis por ser la mascota?
—Lamentablemente la economía no nos permite malcriarlo tanto. Pero te puedo hacer descuento de profesores si no le cuentas a nadie.
—¡Genial!
La chica le guiñó un ojo mientras sacaba una nueva taza, y le dijo, en un susurro—: Y con Louis es té, bien cargado.
Harry logró ingeniárselas hasta la mesa balanceando las dos tazas y la porción de torta sin valerse de bandeja, y dejó la de Louis cautelosamente bien cerca de él. Era casi como acercarse a un animal salvaje, lentamente y en silencio, para no ahuyentarlo. Louis disimuló pobremente la sonrisa mientras husmeaba la taza para verificar que fuera té en vez de café, y recién entonces cerró el libro y lo guardó junto a la pila de apuntes en el morral sobre la mesa.
—Hola —dijo Harry.
Tuvo que felicitarse mentalmente por lograr que la voz le saliera estable, y sobre todo por no derretirse cuando Louis que se había apresurado a beber el té le respondió con una sonrisa sobre la taza humeante, y con las manos apenas asomándose de las pesadas mangas del suéter.
—Hola —respondió Louis después de pasar el primer sorbo.
Después del primer momento incómodo de silencio, que se había vuelto clásico en sus encuentros, la conversación se dio fluida. Quizá era el ambiente descontracturado, o la ofrenda del té, o la torta de chocolate y nueces que compartieron mientras hablaban. Tal vez fue que cuando se quedaban callados los acompañaba la suave música de fondo del bar, una muy buena radio que siempre los obligaba a volver a hablar, de música, de festivales, de bandas. Hablaron de la librería, de los exámenes, y de los ridículos motivos que los tenían un 23 de diciembre en la universidad. Harry le contó de su concurso para ayudante de cátedra y Louis que su jefe le había dado un ultimátum y ahora le tocaba trabajar la noche de navidad si no quería empezar el año siguiente desempleado.
Hablaron hasta de Liam y Zayn que pasarían navidad en casa del último, porque ya querían presentarse a las familias. Harry aprovechó para preguntarle casualmente por el recital de Niall la segunda semana de enero, tanteando con disimulo si sería muy horrible para él si asistía. Louis crípticamente le dijo que a Niall le vendría bien vender más entradas, y eso bastó como respuesta.
Había algo de distancia, y a veces cuando Harry se acercaba al centro de la mesa, o accidentalmente lo tocaba, Louis se retiraba de inmediato, recordándole de la barrera entre ellos. Pero con eso y todo se sentía tan natural que Harry consideraba seriamente tener finalmente la charla. Quizá no decirle lo mucho que lo extrañaba o todo lo que pensaba en él, pero sí lo bien que se sentía eso, ellos dos, pasando tiempo juntos. La falta que le hacía tenerlo en su vida, aunque fuera como amigo.
Pero las cosas iban demasiado bien, y no quería arruinarlo. Además en un rato Louis tenía que irse a bañar y no quería pasar los últimos minutos con él incómodo y en silencio. Prefería mil veces oírlo hablar de Stashley, la pareja del momento, y de lo geniales que eran las fiestas de Zayn de año nuevo, aunque hacía años que no iba a una.
*
Harry 16:23
Estaba pensando… ¿Con quién pasarás las fiestas si no vas a tu casa?
Louis 17:15
Con Stan y su familia!! No te preocupes :)
*
Si no fuera porque de hecho estaba extremadamente feliz por estar de nuevo en nivel de amigos con derecho a textearse, Harry podría haberse sentido un poco decepcionado que el primer mensaje de Louis en tanto tiempo había sido una mentira.
No lo supo de inmediato, sino recién al día siguiente cuando Ash pasó a dejar los regalos de navidad y ayudarlo a terminar de preparar la decoración para la cena de esa noche.
Harry había procurado no hablar de Louis, porque lo último que necesitaba era a alguien alimentando su excitación al respecto, pero no había logrado contenerse de decirle lo de Liam y Zayn, y de que pasarían las fiestas juntos.
—¡Debe ser un gran paso para Karen! —comentó mientras pasaba las servilletas al secador, y Ashley lustraba las copas—, dejar irse de viaje a su pequeño bebé.
—Mi mamá seguramente me ayudaría a armar el bolso —bromeó, y luego hizo la mejor imitación de ella que pudo—:"¿Sólo una semana? Quédate un mes, no hay apuro" —Luego estalló en carcajadas que contagiaron a su mejor amigo. Llevó la copa a la mesa y volvió a sentarse junto a él un segundo más tarde, con una copa nueva cubierta de polvo—. ¡Hasta te diría que está decepcionada de que no pase la navidad con Stan! Me ha estado echando indirectas toda la semana —refunfuñó—, ¿Qué pretende que haga? No voy a ir a conocer a sus abuelos, apenas llevamos meses.
—¿Ir a dónde? —preguntó Harry confundido.
—No lo sé, algún pueblo pequeño en el norte. Se fueron ayer —explicó encogiéndose de hombros.
Harry prefirió no contarle de Louis y de su mentira por mensajes de texto. Quizá en algún otro momento lo hubiese hecho, para que lo ayude a averiguar a qué se debía.
Al principio llegó a creer que quizá lo había hecho de un modo evasivo, quizá tenía planes secretos de los que no quería hablarle. A decir verdad, no lo conocía demasiado y gran parte de él todavía permanecía un misterio, pero si había algo —una cosa— que Harry sabía de él era que al hablar con sus hermanas se le iluminaba  el rostro, y que nada debía deprimirle más que tener que pasar las fiestas lejos de ellas.
Así que mientras Ashley divagaba sobre lo distintos que eran ella y Stan de Zayn y Liam, Harry iba convenciéndose poco a poco de que no podía quedarse de brazos cruzados, y en silencio empezó a buscar las palabras con las que le pediría a Louis que pase la navidad en su casa.
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Mensaje por ItzelGaleana Miér 09 Oct 2013, 9:21 pm


Por favor chicas pasen por mis novelas !(:


Ella es hermosa y talentosa, está en los dulces dieciséis y jamás beso a nadie.
Él es hermoso, tiene diecisiete y está al borde de un futuro brillante.
Y ahora se han enamorado.
Pero el único problema es… que son hermanos.






https://onlywn.activoforo.com/t62634-prohibido-harry-tu 





Harry era amable siempre cumpliendo sus caprichos atento y muy romántico era todo un caballero y ella se sentía bastante bien con el… Pero por otro lado estaba Zayn, el era todo lo que no sabía que le gustaba era todo lo contrario a Harry, siempre actuaba sin medir las consecuencias, bastante terco y rebelde, pero muy dedicado en el amor que le tenía a ____, el tenia ese lado salvaje y loco que tanto le gustaba. Ella no supo en qué momento sucedió todo, ni siquiera lo vio venir pero lo que si sabía era que estaba loca y completamente ENAMORADA DE DOS HOMBRES A LA VEZ.



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Mensaje por LittleFlowersLove Miér 09 Oct 2013, 11:26 pm

AWWWWWW SEEEEEE SOS CONDENADAMENTE GENIAK!!!!!!
ME ENCANTA  Q A ÚLTIMO MOMENTO  SE TE OCURRA HACER OTRO CAP!!!!!!!
ESTA(Y TODAS TUS)HISTORIAS SON INCREIBLES Y VALE LA PENA ESPERARTE EL TIEMPO  Q  SEA NECESARIO  PARA LEERLAS! !"!!!! 
TE ADMIRO TANTO.....
AAAAAHHHH ESPERO ANSIOSA EL PROXIMO CAPITULO!!!!!!!

P.D:PASE X TU TUMBRL Y LEI TOOOODOS TUS ESCRITOS....FUE GENIAL...ME REI,LLORE,SONROJE TODO EN UNA MISMA TARDE....OJALA REALMENTE EXISTAPARA LARRY UN LUGAR COMO CASABLANCA :')....
LittleFlowersLove
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Mensaje por JoselynFuckyeah Miér 09 Oct 2013, 11:31 pm

liliumpumilum escribió:
JoselynFuckyeah escribió:Ahhh ya llegue hasta aquiii!!
Siguelaaa. 
Primer punto: Quiero decir que tu novela es increible.
S. P: Una adaptacion es como tomar un libro y solo cambiar los nombres y algunas cosas (por lo bien hecha que esta crei que era una adaptación) posta que si es un alago jjaksjaksa
T.P: Louis es un tonto, idiota usghghsg ¿Él herido? pero por queeeeeeeeeeeee si él mismo le dijo que no queria anda de novios y no se que tantas vainas y ahora él es el heridooo. Por alli hecho el regalon con otros y él es el herido  :evil: ganas de tirarle un zapato en la cara jakjsakjska
Mi pobre Hazza ♥️
Y Liam es un angelllll
Y Zayn, bueno Zayn medio me cae mal, pero es que buen amigo de Lou tenia que ser pues!. Pero al menos me alegra que ya consiguiera lo que tanto soñaba.
Liam ♥️ :( 
Buenoooooooooooooooooooooooo amo tu novela
Detesto a Louis
Amo a Hazza
Me empalago con Liam
Adoro a Niall y Johs
Medio no me cae bien Zayn xD
y eso en resumen :)


besosss y siguelaaa xxxx
Por qué todos odian a Louuuu si no es taaaaan malo. Es un poco inmaduro pero en su defensa, si Harry le dijo que quería ser un poco exclusivos pero después cuando se armó todo el quilombo se fue detrás de Liam y si bien entiendo que Haz estaba ebrio también hay que entender la perspectiva del pobre lucho que encima que le cuesta bajar las barreras cuando lo hace se siente que lo toman de tonto! Yo creo que el problema que tienen es de co mu ni ca ción :P
En fin! Ahora posteo el capi 25 :DD
Siii, lo comprendo, perooo ushshshhs no es sencillo cambiar, y sé que exijo mucho de Lou, pero tiene que entender a Hazza, si fue detras de Liam es porque le debia una explicacion. SI SOLO HABLARA CON ÉL lo sabria pero prefiere portarse infantil.

kjakjska sorry m meto mucho en la novela. 

Y mañana por la mañana no me pierdo para nada el cap 25, besoss
JoselynFuckyeah
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Mensaje por liliumpumilum Mar 15 Oct 2013, 11:53 am

LittleFlowersLove escribió:AWWWWWW SEEEEEE SOS CONDENADAMENTE GENIAK!!!!!!
ME ENCANTA  Q A ÚLTIMO MOMENTO  SE TE OCURRA HACER OTRO CAP!!!!!!!
ESTA(Y TODAS TUS)HISTORIAS SON INCREIBLES Y VALE LA PENA ESPERARTE EL TIEMPO  Q  SEA NECESARIO  PARA LEERLAS! !"!!!! 
TE ADMIRO TANTO.....
AAAAAHHHH ESPERO ANSIOSA EL PROXIMO CAPITULO!!!!!!!

P.D:PASE X TU TUMBRL Y LEI TOOOODOS TUS ESCRITOS....FUE GENIAL...ME REI,LLORE,SONROJE TODO EN UNA MISMA TARDE....OJALA REALMENTE EXISTAPARA LARRY UN LUGAR COMO CASABLANCA :')....
!!!! muchas gracias!!! :D me alegra mucho qeu disfrutes mis historias!! y más allá de q "valga la pena" esperar, perdón por las tardanzas :P
muchas muchas gracias en serio por comentarios tan lindos!! besos

pd - yo estoy casi que 99% convencida de que tienen algún casablanca en algún lugar del mundo!! :D
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Mensaje por Vicious ϟ Mar 15 Oct 2013, 12:02 pm

Ya te dije lo que me provocó el capítulo, pero quería dejar corazones <33333!
Vicious ϟ
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Mensaje por liliumpumilum Mar 15 Oct 2013, 12:03 pm

Vicious ϟ escribió:
Ya te dije lo que me provocó el capítulo, pero quería dejar corazones <33333!
Oh más chuchi... todavái no te respondí en ao3 porque no encuentro las energías para loguearme lol pero corazones para tí también bombona ♥♥♥♥♥
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Mensaje por LittleFlowersLove Mar 15 Oct 2013, 3:12 pm

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Mensaje por liliumpumilum Vie 08 Nov 2013, 11:05 am

Perdón por hacerlxs esperar!! He aquí el úuuultimo capítulo, espero que lo disfruten y para equilibrar que tardé tanto escribí como 20 hojas así que ojalá por lo menos no quede corto :3
En algún momento del futuro viene epílogo, pero por el momento voy a seguir trabajando en otros proyectos. A los que leen mil mil gracias por leer y si no leen el resto de mis trabajos, espero que por lo menos les haya gustado este y que no me odien por tardar tanto en actualizar :P
¡Espero sus comentarios!
- Lis
***
Capítulo 26
Parte 1
(onlywn no me deja postear todo junto porque es muy largo xD)
Si la facultad parecía una casa fantasma los últimos días, los pasillos de los dormitorios estaban tan vacíos y relucientes que era casi como si el edificio jamás hubiese sido inaugurado. Harry sabía que esto no era cierto, por supuesto. Había estado allí con los pasillos llenos de gente y el murmullo casi como música de fondo.
Si no fuera porque estaba demasiado nervioso, hasta se sentiría bien estar parado allí, esa tarde. La calefacción general o no andaba, o no estaba prendida, y el frescor del invierno le pellizcaba las mejillas y causaba que sus pies bailaran a gusto bajo sus apretados borceguíes. Por primera vez podría simplemente abrirse de brazos y esperar quietecito allí sin que nadie lo tumbara o le pidiera que se corra. Olía a limpio, a invierno, a su propio perfume (quizá se había puesto mucho). Pero él no pensaba en eso.
No pensaba en nada, realmente. O quizá pensaba en tantas cosas que se aturdía a sí mismo, que no atinaba a más que pararse frente a la puerta que aunque había visto pocas veces conocía de memoria, y esperar.
No a Louis. No había golpeado, siquiera.
Esperaba que su cuerpo se decidiera, que el coraje que lo había empujado hasta allí volviera y llamara su nombre. Tenía los argumentos, la razón de su lado. ¿Qué estaba esperando? De Louis le faltaba todo, ¿qué importaba otro “no”? Ya no tenía qué perder.
Las luces del pasillo se prendieron todas juntas y de golpe, automáticamente. Harry miró el celular, para asegurarse la hora.
Ya eran las 6, en un rato sus familiares empezarían a llegar y él le había prometido a Gem que estaría allí para no dejarla a solas con las conversaciones incómodas. Debía llevar al menos media hora inmóvil frente a la puerta. El tiempo se le acababa y el auto se le iba a quedar sin batería, pues seguía encendido en el estacionamiento. Tenía que hacerlo.
Golpeó la puerta dos veces, y antes de que tuviera tiempo de tomar aire, esta se abrió de golpe, a sus anchas.
Louis tenía una toalla en los hombros, encima de la camiseta, y el pelo, bastante largo, le goteaba por las mejillas.
—Hola —le dijo, casi a modo de pregunta.
Harry dibujó un hola con los labios, pero no dijo nada. Se había vuelto para él algo así como un acto reflejo: Louis aparecía frente a sus ojos y él se quedaba sin voz. Era un poco embarazoso.
—¿Qué haces aquí? —insistió Louis.
Se tomó un momento para responder porque, en serio, ¿qué tan guapa puede ser una persona? Cuando ahogó un suspiro, a Louis se le dibujaron las clavículas y una gota que había caído por su cuello se sostuvo en aquel hueco por un instante que se sintió como una vida entera.
Harry tragó saliva y finalmente le dijo—: ¿Puedo pasar?
Louis dudó un instante,  antes de correrse de la puerta, haciéndole lugar.
La cama era lo único que permanecía igual que siempre. Encima del colchón, la notebook, enchufada y funcionando, y el resto de sus cosas, Harry supuso, amontonadas en esas valijas hasta el tope cerca del baño.
Louis se trepó a la cama y escondió los pies descalzos bajo sí mismo; —Dame un segundo —repetía mientras daba fin a lo que tuviera en su portátil. Habían pasado muchos meses desde la última vez que los dos habían estado allí solos, se notaba porque Louis lucía distinto, porque hacía un frío que calaba los huesos —el calefactor eléctrico no cambiaba mucho la situación—, porque sus cosas estaban amontonadas junto a la puerta. Sobre todo porque no estaban todavía amontonados los dos sobre el colchón, porque aunque había tensión entre ellos, ahora era distinto. Porque Louis estaba incómodo pero no era ansiedad por quitarle la ropa, era simplemente por la pregunta que le había hecho al abrirle la puerta: “¿Qué haces aquí?”
¿Qué estaba haciendo allí, de todas formas?
Harry optó por dejar de lado la pregunta, pues no tenía realmente una respuesta para ella. No una que le bastara por lo menos, que no lo hiciera sentir como si se estuviera mintiendo a sí mismo. Estuvo a punto de quitarse el saco, para hacer algo, para alejar los pensamientos extraños, cuando recordó que no tenía mucho tiempo para eso.
—Lo siento, estaba hablando con Zayn —explicó Louis después de bajar la tapa y correr a un lado el aparato. Levantó la mirada y al verlo quiso hablar, pero tartamudeó algo sin sentido. Tenía las mejillas rojas y los labios resecos. —¿Qué..? —comenzó Louis. Le llevó casi un minuto completar la frase—: ¿Que te trae por aquí?
La pregunta, otra vez.
—Stan —respondió Harry. La mirada expectante de Louis le dio a entender que su explicación no era suficiente—. Él está con sus abuelos.
Louis lo miró fijo, y en silencio. Después, al darse cuenta de que eso era todo lo que Harry planeaba decir, frunció el ceño.
—¿Y?
—Y me dijiste que pasarías las fiestas con él.
—Oh. ¡Oh! Sí, hubo un cambio de planes.
—¿Con quién vas a pasarlas? —preguntó Harry. La voz empezaba  a funcionarle, y eso era una buena señal, aunque todavía quedaba lo más difícil: convencerlo.
—Con… una amiga —mintió. Harry agachó la mirada.
—Claro… —le dijo. Luego suspiró, juntó coraje, y volvió a mirarlo—. ¿Por qué me mientes?
—No estoy mintiendo —respondió apurado, pero en seguida supo que Harry no le creía. Aflojó el cuerpo y se dejó caer suavemente hacia atrás, todavía mirándolo a los ojos, todavía luciendo endemoniadamente hermoso con las gotas bajando por su cuello y la toalla enredada en sus hombros—. Ok. Estoy mintiendo. No es tu problema, Harry.
Esa frase le trajo recuerdos, pero prefirió no hacerles caso. Esto no era acerca de ellos como lo que fuera que hayan sido hace unos meses. Esto era sobre ellos como amigos. Sobre todo, esto era sobre Louis.
Sí. Quizá esa era la respuesta a la pregunta: sólo quería ser un buen amigo. Y si la respuesta era vaga y técnicamente no cierta del todo, ¿cómo podría saberlo Louis?
—No quiero que pases la navidad solo, Lou—dijo—. -is. Louis —se corrigió.
 Desde su trono en el colchón, Louis lo estudió en silencio. Harry sentía su mirada azul pintándole la piel en cada centímetro en que se detenía, encegueciéndolo cada vez que se posaba en sus ojos. Finalmente sonrió, y Harry sintió un poquitín menos de pánico.
—No eres mi madre —le explicó con una voz tan reseca como sus labios.
—Soy tu amigo —retrucó Harry en seguida—. Quiero serlo, al menos.
Louis despegó los labios pero optó por no decir nada. Suspiró y echó la cabeza atrás, hasta reposarla sobre la pared.
Allí, con el cuello tan expuesto, y sus diminutas manos golpeteando sus piernas, era tentador treparse al colchón, sentarse a su lado y susurrarle al oído todas las verdades y certezas que Harry tenía. No eran muchas, apenas un par, pero se le retorcía de ganas por decirlas.
Que ni él creía lo que acababa de decirle. Que no quería ser su amigo, que quería más. ¿Estaba mal? ¿Lo hacía una mala persona? Verlo allí, y estar a un paso de sacrificar la posibilidad de convencerlo, de darle una noche buena que lo rescate de la soledad, por un capricho y nada más.
Debería bastarle su amistad, ¿qué más se puede pedir de alguien?
Debería ser fiel a sus propios pensamientos cuando juraba que con tal de averiguar cada secreto de Louis, resignaría todo lo demás. Pero ahora, viéndolo allí, no era suficiente. Quería su cuerpo. Quería sus secretos también. Quería todo.
Si se trepaba al colchón en ese momento, terminaría por pedírselo. Louis, ¿me darías de ti todo lo que tengas?
Pero sabía lo que pasaría si lo hacía. Louis no le daría todo. No le daría nada. No más que una mirada de reproche, un gesto altanero, y un millón de excusas para quedarse solo.
Harry era egoísta y estaba tentado a arriesgarlo todo, pero también tenía una vocecita dentro suyo que le recordaba que era navidad, y que dependía de él que Louis no la pase solo. Tenía, sobre todo, el recuerdo de Louis sonriendo cuando había algo en él además de culpa y reproche al mirarlo a los ojos, y deseaba tanto más verlo reír de vuelta, que logró controlarse.
No se subió a la cama, pero se puso en cuclillas frente al colchón y tomo aire antes de sacudirle las rodillas suavemente.
—¿No podemos dejar todo atrás? —preguntó y la garganta se le retorcía de repulsión ante las mentiras, pero la voz le salía intacta—, eres un tipo genial, no quiero tener que evitarte por tonterías del pasado. No quiero que pases la noche buena solo, y sinceramente creo que es estúpido que lo hagas cuando puedes pasarla con nosotros.
Louis finalmente volvió la mirada, notablemente confundido.
—Espera, ¿Qué? —Harry soltó una breve carcajada ante aquel gesto sorprendido y eso lo ayudó a distraerse de los nervios—, ¿Me estás pidiendo que pase navidad en tu casa? ¿En serio?
Por un momento hubo silencio. Harry estaba demasiado ocupado intentando contener la sonrisa como para responder, pero finalmente, luego de asentir y ante la mirada expectante de Louis, respondió.
—A mi hermana le agradas —comentó como quien no quiere la cosa y tuvo que apresurarse porque Louis juntaba aire para retrucarle—. ¡Mira! No niego que sea un poco raro…
—”Un poco" dice… —murmuró Louis entre risas. Harry carraspeó.
—Pero en algún momento las cosas tienen que volver a… O empezar a ser… —Harry agachó la mirada y volvió a reír, divertido, pues ni él mismo sabía qué intentaba decir.
Louis lo miraba como si cada palabra que saliera de su boca fuera tonta, pero no era tan malo, porque al menos lo miraba con socarronería pero no con desprecio, y definitivamente no con indiferencia.
—Realmente no quiero que pases las fiestas solo. Eso es deprimente.
—Harry, tengo que trabajar en unas horas, no voy a tener tiempo para deprimirme.
—Si son solo unas horas, ¿por qué no vienes a casa y cenas con nosotros? Iras a trabajar con la panza llena y habremos dado el primer paso para volver a ser amigos.
Louis sonrió resignado, mientras asentía lentamente. Corrió la mano de Harry de su rodilla, se estiró suavemente el pantalón. Harry no sabía bien que era, si el modo lento en que parpadeó o el modo en que cedieron sus labios. Algo le había anunciado su respuesta final aún antes de que la diga, un gesto invisible, un “me doy por vencido” que no se sentía tan bien como debería. Harry sonreía mientras lo miraba expectante.
—Digamos que voy… —sugirió Louis después de un momento.
Seguramente quiso agregar algún pero, o una aclaración, pero en seguida Harry estaba de pie, con una sonrisa ancha de oreja a oreja, ofreciéndole la mano para ayudarlo a levantarse. Louis intentaba oponer resistencia, pero en el medio de su monólogo y constantes objeciones al plan, Harry buscaba sus zapatillas y le recordaba que el auto estaba en marcha.
¤¤¤
Las cosas salieron bien. Demasiado. Al menos teniendo en cuenta la reticencia de Louis y el paso lento y esquivo con el que caminó hacia el auto cuando salieron de los dormitorios. Por suerte, por cada duda de Louis había un guiño del universo, pequeños favores invisibles pero que Harry no podía creer que fueran casualidad.
Una calle casi sin autos, los semáforos siempre en verde, la canción en la radio que era de las preferidas de Louis y que hizo el viaje ligero, distrayéndolo de la nube de pensamientos en su cabeza. Sobre todo, cuando llegaron a la casa, el tío Douglas acababa de estacionar el auto y al verlos les pidió ayuda para bajar las cosas. Si Louis planeaba echarse atrás ahora era tarde y cuando entraron todos estaban demasiado ocupados ordenando turrones, dulces, bebidas como para prestarle atención al chico nuevo que estaba parado allí, sin saber bien que hacer, observando a su alrededor intentando distraerse con algo o con todo, quizá con sus llamativos pulóveres navideños o quizá  con la comida que tenía muy buen aspecto.
—Ponte cómodo, Lou —dijo Harry y aprovechó que su madre acababa de meterse adentro de la cocina con un bowl enorme de la ensalada de pollo de su cuñada y el ceño fruncido, para tener la conversación que seguramente le estaba pidiendo en silencio.
Al entrar, Anne se giró a verlo y estiró el cuello, viendo si había alguien detrás de él.
—Pudiste haberme avisado, sabes… —lo regañó. Harry se acercó rápidamente a ayudarla a hacer lugar en la heladera para guardar todo.
—No sabía si iba a decir que sí —le explicó, con voz bajita—. Es que me enteré que no pudo viajar a ver a su familia y me pareció que no era justo y…
—No me refería a eso… Es decir, sí, debes avisar cuando traes visitas, pero —Anne dudó un momento antes de continuar. Apoyó la ensalada en el mesón y suspiró—.  Me hubiese gustado saber que estabas saliendo con alguien.
— ¡No estoy…! —Harry carraspeó al darse cuenta que había elevado la voz, y volvió a acercarse a su madre, bajando el tono—, no es eso. No somos…
— ¡Tu novio se ve guapo con esa camiseta ajustada! —dijo Gemma entre risitas al entrar a la cocina, interrumpiendo la conversación entre madre e hijo. Anne sonrió, pero Harry se llevó el dedo a los labios y la chistó con tanta fuerza que si no hubiera gente hablando a los gritos en el salón seguramente lo hubiesen oído.
—¡No es mi novio! —susurró—. Miren, de eso quería hablarles, ¿sí? Estoy intentando ser amigo de él y no voy a lograrlo si toda la familia lo trata como mi novio, no quiero que se asuste y piense que soy un psicópata o algo así.
Anne terminó de guardar la ensalada con una misteriosa sonrisa en los labios y Gemma cerraba bien fuerte los suyos mientras oía hablar a su hermano. Lo hacían sentir un poco tonto, con esas sonrisas arrogantes, con esas caras de «no pensaste muy bien esto, ¿verdad?». No es que no hubiese tenido en cuenta los riesgos, en eso pensó todo el camino a la universidad: su familia no era precisamente normal, la rama de Anne era definitivamente la menos ruidosa y la más sensata y eso dice mucho de por sí. Si no quería ahuyentar a Louis tendría que haber optado por llevarlo a un lugar en donde no hubiera cinco mujeres solteronas planeando la boda de Harry desde que él tenía cinco.
—No quiero entrar en detalles pero las cosas no terminaron del todo bien y no quiero que quede así. Lo quiero en mi vida, él es… —agachó la mirada porque verlas disimulando la sonrisa y así hacía que sus mejillas se pusieran rojas como las guirnaldas en el árbol de la sala—. Él realmente es genial y gracioso y sólo quiero… Que no me odie, ¿saben? Si podemos pasar esta noche sin problemas seguramente podremos volver a ser amigos.
—Si… Bueno, entonces quizá quieras ir a la sala porque la tía Joan insiste en llamarlo Liam y creo que lo incomoda —dijo Gemma mientras se arqueaban sus labios y se le dibujaban los típicos hoyuelos de familia.
— ¡¿Qué?! —susurró Harry y se hizo paso hasta la sala, intentando ignorar el hecho de que su madre y hermana se habían acercado a cuchichear entre ellas apenas él se alejó un pie de la heladera.
Louis estaba de espaldas a él pero su sola postura bastaba para saber que estaba incómodo: la espalda recta, los brazos tensos. Su voz, además, se oía titubeante y se detenía cada dos palabras para toser un poco, o beber agua.
Joan, Mary Ann y la hija del tío Doug lo acosaban con preguntas, y ni siquiera Harry que estaba entrenado en eso de hablar con las tres al mismo tiempo podía entender del todo a cada una de ellas, pues se tapaban unas a otras. Escuchó a una, sin embargo.
—Entonces, ¿tú eres su nuevo novio?
(De fondo las otras dos susurraban:
— ¡Qué lástima! Liam era un chico genial.
—Sí… Pero este es guapo igual.)
Louis se atoró intentando pasar el trago de agua y terminó golpeándose el pecho intentando volver a respirar. El tío Doug no ayudaba palmeándole la espalda.
— ¿Qué equipo apoyas, Liam? —le preguntó. Louis tardó un momento en parar de toser, y cuando lo hizo tenía las mejillas rojas.
—Es Louis —aclaró, con la voz todavía ronca— y soy fan del Manchester.
Al tío Doug se le iluminó la cara en una sonrisa y volvió a palmearle la espalda aunque ya no era estrictamente necesario.
— ¡Tienes mi apoyo entonces! El novio anterior no sabía nada de fútbol.
—No soy su…
—No es mi novio —dijo Harry interrumpiendo finalmente la charla. Su tío, tías y prima levantaron la vista a verlo pero Harry se quedó enredado con la mirada agradecida de Louis y el silencioso “gracias” que dibujaban sus labios—. Lamento interrumpir su charla pero, ¿me ayudarías con…?
No fue necesario inventar una excusa, porque Louis captó la indirecta e inmediatamente se puso de pie, para  seguirlo a cualquier lugar en el que no hubiese familiares molestos haciendo comentarios fuera de lugar. Mientras se alejaban hacia la cocina se escuchó la voz del tío Doug (¡Manchester United! Ese sí es un equipo. Harry se consiguió uno bueno) y Harry tuvo que apretar los labios muy fuerte para no sonreír al ver el rostro angustiado de Louis.
—Lo siento, en serio —juró, aunque la sonrisa que le temblaba en los labios no lo hacía ver demasiado convencido. Louis tomó aire, preparándose para recriminarle el invitarlo allí, pero al abrir la puerta de la cocina, Anne casi se choca con ellos. Llevaba en una bandeja una jarra con ponche y unos vasos.
—Cuidado —dijo y dio unos pasos atrás—. Justo iba a buscarlos. Louis, necesitarás un trago si quieres sobrevivir a nuestras cenas navideñas.
La expresión de Louis pronto pasó de sorpresa a agradecimiento. Se veía como si le viniera bien un trago, y honestamente, a Harry también, teniendo en cuenta la noche que les esperaba. Anne dejó el ponche en el mesón y después de acomodarle el cabello a Harry se despidió para ir a vestirse para la cena.
— ¡Y luego te toca a ti! No creas que te salvarás sólo porque tienes invitados —le advirtió a su hijo con una sonrisa antes de dejarlos solos.
Apenas la puerta se cerró detrás de Anne, Harry y Louis compartieron un suspiro, de esos nerviosos que los dejaban atorados, un segundo después, en carcajadas. Harry creyó, al verlo reír, que todo saldría bien esa noche al fin de cuentas. El pequeño incidente en la sala con las tías había sido aislado al fin de cuentas y un poco más de esa risa genuina y tintineante quizá bastaría para olvidarlo.
Quizá.
Lo que no podría olvidar era cómo Louis reía apretando bien fuerte los párpados, y el modo en que sus pestañas temblaban cristalinas, majestuosas, como copos de nieve intentando hacerle cosquillas al aire. Era tan bonito… ¿Cómo podía ser que Harry terminara siempre pensando lo mismo? Después de tanto tiempo, cada vez que Louis estaba frente suyo —sobre todo cada vez que reía de ese modo tan sincero y tibio— Harry no atinaba a hacer más que mirarlo y sentirse jodidamente privilegiado de tenerlo frente a sus ojos.
Pensándolo dos veces, quizá las cosas no terminarían tan bien después de todo. Parecía difícil eso de intentar ser amigos cuando los labios resecos de Louis parecían tan apetitosos y ver sus manos jugar con la fábrica de su camiseta oscura le hacía picar las propias por contenerse de tomarlas y quedarse con ellas para siempre.
Harry sacudió la cabeza antes de que las ideas extrañas de siempre volvieran a adueñarse de su mente. Era bastante tonto, hasta gracioso, podría decirse, que fantaseara tanto con mirar a Louis a los ojos, tomar sus manos y soltar uno de esos discursos de película, cursis y trillados. Era francamente ridículo, porque esos discursos estaban llenos de confesiones dramáticas, de sentimientos que él estaba seguro que no eran suyos. Harry no amaba a Louis, obviamente, simplemente veía demasiadas comedias románticas con su hermana (o esa era su excusa, por lo menos).
Y sin embargo allí estaba, conteniéndose a duras penas de tomar a Louis y envolverlo en sus brazos.
Siendo justos, Louis era malditamente adorable, con su sonrisa abierta y filosa, el cabello largo sugiriendo un flequillo y la barba que se veía suave y acolchonada, aunque Harry podría jurar que en su recuerdo le raspaba la piel cuando se besaban en su dormitorio —de los labios y las mejillas pero del cuello también. Inclusive recordaba mirarse al espejo y verse las marcas coloradas, no de besos sino de fricción y poder sentir al pasar los dedos suavemente el fantasma de la boca de Louis rascándole la piel.
— ¿Cómo dejo que me convenzas de estas cosas? —preguntó Louis, interrumpiendo sus pensamientos. Afortunadamente fue retórico, porque Harry no  pudo sacar la voz de puros nervios (es que los recuerdos de los besos en el dormitorio de Lou de golpe se habían vuelto reales) —. ¡Te dije que iba a ser raro!
Louis lo miró a los ojos y Harry recurrió a la vieja estrategia de distraerse haciendo algo, porque su mirada azul y suplicante no ayudaba mucho cuando él intentaba contra todos sus instintos NO imaginarlo desnudo.
—Nunca dije que no lo sería —aclaró del modo más relajado que pudo, mientras servía el ponche que Anne tan amablemente les había preparado—. Simplemente creo que es mejor esto a que estés solo bebiendo vodka en tu dormitorio.
La sonrisa de Louis no se hizo esperar, altanera, como de costumbre. Tomó el vaso que Harry le ofrecía y dio un largo sorbo antes de dejarlo en el mesón y responder, con la voz rasposa, pues el ponche estaba más fuerte de lo esperado.
—Wiski —confesó.
— ¿Qué?
—Wiski. Había comprado wiski en vez de vodka. Se sentía más navideño.
¤
Contra toda especulación, las cosas si terminaron acomodándose después de la breve conversación en la cocina. Quizá fue el ponche o la habilidad de Louis para escabullirse de cualquier conversación remotamente complicada; cual fuera el motivo, Harry todavía no había hecho nada estúpido y eso era bastante meritorio de por sí.
Cuando Anne se asomó a la cocina para pedirles que lleven las ensaladas a la mesa, y aunque mientras las acomodaban entre los comensales pasaron al menos 18 segundos bajo el muérdago (Harry los contó), se contuvo de besarlo o de hacer un comentario bromista siquiera.
Lo raro de toda la situación es cómo podía ser que si ya conocía la respuesta, su cuerpo parecía tan inclinado a llevarle la contra, casi como si encontrara divertido eso de hacerlo pasar vergüenza. Nunca dejaría de sorprenderle cómo, aunque llevaba mirando a Louis veinte minutos, de a ratos algo en su cabeza hacía un clic y pensaba, otra vez: Louis Tomlinson está en mi casa, siendo adorable con su barba que no tuvo tiempo de afeitar y su sonrisa que le achina los ojos. Era como si entre su cabeza y su cuerpo hubiese una desconexión, porque Harry sabía que era estúpido, pero aun así no podía evitar sentirse incómodo estando cerca de Louis sin poder tocarlo. ¡Llegaba al punto de dejar los brazos suavemente apoyados contra los de Louis, por unos segundos de más, solamente para sentir su calor! Era francamente patético.
Louis parecía más cómodo también, ya fuera por el ponche (y el ron que el tío Doug desempolvó) o porque sencillamente había entrado en confianza. Ahora retrucaba a las preguntas fuera de lugar y hasta había inventado un juego titulado “el que me dice Liam otra vez hace fondo blanco” que pronto se volvió popular en el rincón de la mesa donde estaban sentados. ¡Hasta la tía Ingrid, usualmente amargada, se reía y bebía gustosa cada vez que se equivocaba de nombre!
Harry no sabía bien por qué —si no entendía su cuerpo, mucho menos su cabeza, a veces— pero en un momento, después de que Louis terminara de mostrarle a su prima como hacer una grulla con una servilleta, y dejara la mano reposando allí al lado del plato, él considero seriamente tomarla entre las suyas, y acariciarle con el pulgar el borde de los dedos. Por suerte logró recuperar la compostura a tiempo, y corrió la mirada, aunque con las mejillas rojas. Su hermana lo miraba desde el asiento frente al suyo, y sonreía pícaramente, casi como si disfrutara la tortura por la que estaba pasando.
Antes de que Gemma hiciera un comentario fuera de lugar, otra vez (realmente había sido ingenuo al pensar que colaboraría con su plan de no incomodar al invitado) la abuela lo llamó desde la otra esquina de la mesa.
—Harry… —le dijo, y, primero se sintió aliviado por la distracción, pero después adivinó lo que ella iba a decirle y la tranquilidad se le fue de golpe—, ¿por qué no llevas el pulóver que te tejí? ¿No te gusta?
En seguida la mesa estalló en comentarios  de indignación: que cómo podía ser, que cómo nadie lo había notado, que cómo se atrevía a romper así una tradición familiar.
—La abuela pasó meses trabajando en los pulóveres de los nietos —le recriminó en un susurro malicioso la tía Ingrid. Las primas sonreían orgullosas ante la escena, probablemente regocijándose en una especie de “Si yo caigo, tú caes conmigo”.
— ¡Cálmense! Lo olvide, ¿sí? Iré a cambiarme —refunfuñó Harry. Antes de irse, miró otra vez a su abuela—, lo amé nana, es en serio muy bonito.
Louis lo miraba debatiéndose entre divertido y confundido, pero Harry no tenía tiempo de explicarle las tontas tradiciones navideñas de su extraña familia. Por cada segundo que permanecía allí debía soportar otro comentario acerca de lo desagradecida que es la juventud, o ver otra vez la sonrisa altanera de sus primas (casi podía oírlas relamiéndose ante la prenda ridícula con la que iba a bajar las escaleras en unos minutos).
Además la explicación sería larga, pues aunque relativamente reciente, llevaban varios años con esa tradición.
Después de que el abuelo muriera, Nana había pasado todo el otoño aprendiendo a tejer, practicando con una revista de pulóveres con motivo navideño, y se había entusiasmado tanto que había hecho uno para cada hijo y nieto ese año. Esa navidad la pasaron en su casa y se sacaron una ridícula foto frente al hogar encendido, y ¡pum! Nueva tradición. El año siguiente, cuando la abuela llamó para pedir medidas actualizadas de sus nietos —los niños crecen—, todos se las concedieron piadosos, porque seguramente todavía seguía haciendo duelo, pero ya habían pasado 11 años y Harry estaba convencido de que a esta altura lo hacía por la pura diversión de ridiculizarlos. No podía culparla, él haría lo mismo si tuviera 87 años.
Subió las escaleras a los brincos y abrió la puerta de su dormitorio que su madre había cerrado para ocultar el desorden. Encima de la mesa (y de la pila de apuntes que Harry había estado revisando en busca de nuevos errores que hubiese pasado por alto en su exposición), había un enorme paquete envuelvo con papel navideño. Se preguntó si combinaría con el de Gemma, como otros años. El de ella tenía muérdago y eso no era tan embarazoso como el del 2008 con el ridículo Santa y su trineo.
Tomó el paquete y se sentó en la cama a abrirlo, pero entonces notó que le temblaban las manos. Se insultó por dentro por ser tan idiota, por dejar que eso lo afecte tanto, que ese día con Louis lo enterneciera tanto. Soltó un suspiro y cuando lo hizo ya no pudo parar de sonreír.
¿Por qué Louis hacía todo tan difícil? ¿Por qué no podía ser odioso o aburrido? ¿Por qué no podía toda su familia odiarlo y por qué no podía verse mal, por una vez en su vida? En cambio era guapo, simpático, divertido, inteligente (Harry había notado las conversaciones ñoñas con su hermana); sobre todo, tenía un corazón tan grande, una sonrisa tan franca, que la familia entera se había enamorado de él. ¡Hasta a la tía Ingrid le parecía gracioso! Y si a ella le agradaba, ¿qué le quedaba a él?
¿Podía realmente culparse por ser un manojo de nervios, incapaz de contener la sonrisa? ¿Podía odiarse por intentar distraer la ansiedad aferrándose al regalo de su abuela, hecho todo un niño en su cama? ¿Podía ser algo menos que compasivo consigo mismo por tener el perfume pegado en su nariz, por desear tocarlo tanto que le picaban las palmas de las manos? ¿Podía hacer algo más que estar perdidamente enamorado de él? ¿Tenía realmente opción?
—Dios… —susurró entre dientes, insultándose por dentro, y se enderezó en el colchón intentando recuperar la compostura. Se mordía los labios, pero aun así no podía evitar sonreírse mientras abría el paquete.
La lana blanca y peluda fue lo primero que vio, con el cuello redondo y detalle verde. Lo extendió en el aire para observar el motivo, y suspiró aliviado al confirmar que sus sospechas estaban en lo correcto, y que quizá se vería un tanto ridículo vestido igual que su hermana (aunque siendo justo, le usaba los jeans al menos dos veces por semana) pero era mejor que tener ese sweater de duende del año pasado.
Estaba a punto de ponérselo cuando alguien golpeó la puerta.
— ¡Ya va! ¡Ya va! —protestó pensando que era su madre.
—Soy yo —le respondió del otro lado la voz de Louis. Harry se quedó quieto por un segundo, con el pulóver a medio poner, antes de responder.
—Oh… Pasa.
Louis tenía los brazos cruzados y una media sonrisa pintándole el rostro.
—No quiero ser el raro que se ve distinto… —explicó—, tu mamá dijo que podrías tener otro pulóver.
— ¡Sí! Claro —logró responder velozmente, sorprendiéndose a sí mismo. Terminó de ponerse el pulóver y evitando su mirada fue hasta su placar. Empujando bolsas y papeles logró sacar una caja del fondo ante la mirada escrutiñadora y divertida de Louis. Trató, lo más que pudo, de no dejar que sus ojos azules lo hicieran tartamudear cuando le extendió una pila de pulóveres verdes, rojos y blancos.
— ¿Es como un fetiche tuyo? — bromeó Louis mientras tomaba la pila— ¡Debes tener como 20 ahí!
—No, no. Es… Una tradición… —observó a Louis cruzar el dormitorio hasta la cama y sentarse en ella a observar sus opciones. Necesitó toser para aclarar la garganta—. Es un poco tonto realmente.
—Bromeaba, Harry —lo interrumpió—, tu mamá me contó la historia. No es tonto. Es bastante tierno, de hecho, que hagan esto por tu abuela.
Louis agachó la mirada, observando los pulóveres de motivo navideño frente a él. Harry se preguntó si se lo estaba imaginando con ese extremadamente estruendoso de los trenecitos de hace dos años, y no pudo evitar sonrojarse.
—Probablemente te queden chicos —dijo, sobre todo para interrumpir el silencio y hacer algo más que mirarlo con ojos embobados—, pero ese… Umm. El verde. Es del año pasado, quizá te vaya.
Louis lo observó cuidadosamente, sonriendo al principio. Después, de golpe, frunció el ceño.
— ¿Qué quieres decir, del año pasado?
—Las navidades pasadas.
—Tenías 18 las navidades pasadas —le dijo Louis.
—¿Y?
—Y yo tengo 22. No va a quedarme.
—Tienes 21 —lo corrigió Harry. Louis sólo sonrió divertido—, ¡Y me conociste con 18! Sabes que va a quedarte…
—No, sé que a ti va a quedarte —retrucó—, tú deberías usarlo. Y yo debería usar ese —agregó, señalando con la cabeza a Harry y su decente pulóver con motivo de muérdago.
— ¡Estás siendo ridículo! Sabes que va a irte grande.
— ¡Ah! —Louis hizo el más exagerado gesto de indignación— ¡Dices que eres más alto que yo!
Todos son más altos que tú, Lou.
La expresión de Louis después de eso logró hacerlo estallar en carcajadas, el gesto dramático con la mano en el pecho, la expresión desdichada.
—No puedo creerlo. Me invitas a tu casa, me llamas petiso…
—No dije que fueras “petiso” —explicó Harry. Louis le arqueó las cejas y no pudo evitar reír—, es sólo que no eres tan alto como el resto de las personas.
¤
Cuando bajaron las escaleras, por supuesto, Harry llevaba el pulóver del año pasado y Louis, el del motivo de muérdago y una estúpida sonrisa satisfecha. Harry, por algún motivo, sonreía también.
¤
Creyó que podría aferrarse al tonto enojo que sentía para sobrevivir el resto de la noche sin querer besar a Louis, que si continuaba repitiéndose que Louis era terco e infantil olvidaría que también era adorable, pícaro y comprador.
Sin embargo, apenas entraron al comedor, Louis prácticamente cubierto por una mata de lana que le quedaba enorme y Harry ajustado debajo de un pulóver que era al menos dos talles más pequeños, la abuela hizo algo que hundió a la mesa entera en silencio.
—El año que viene puedo hacerte uno si quieres, Liam —le dijo, al verlo tan entusiasmado con la tradición familiar. Anne estaba paralizada de nervios, pero Gemma y el resto de aquel rincón de la mesa, se hundían en expectativas.
Harry por un momento se sintió incómodo, por él y por Louis (y por el verdadero Liam al que nunca le habían ofrecido un pulóver de la abuela), ni se le cruzó por la cabeza el tonto juego de Louis.
—Me gustaría hacer una excepción porque es usted una mujer mayor pero lamentablemente no invento las reglas…
(—Si es él el que inventa las reglas… —comentó alguna de las tías.)
—pero dijo mi nombre mal, y tiene que hacer fondo blanco.     
Harry se quedó quieto, parado en el marco de la puerta mientras Louis le servía tres cuartos de un vaso de jugo y le hacía comentarios demasiado bajitos para que él pueda oír. Veía, sin embargo, a Anne contener la carcajada, así que lo que fuera que decía era seguramente gracioso.
No pudo contener la sonrisa mientras su abuela bebía ante el insistente canto del resto de sus familiares, ni pudo correr la mirada de Louis con su pulóver que le quedaba enorme y de la sonrisa orgullosa con la que felicitó a la abuela una vez que terminó el vaso. Los segundos parecían pasar lentos y pegajosos y con cada uno se acentuaba el calor en su panza, las cosquillas en los labios, el temblor en las rodillas.
Hubo un pequeño instante en el que Louis miró hacia donde él estaba y le sonrió, y Harry tuvo que esforzarse demasiado para no caminar hacia él y sencillamente besarlo. Para marcarlo de algún modo con el que pudiera quedárselo para siempre, porque Louis estaba lleno de secretos y eran apenas un par las cosas que Harry podría jurar sobre él, pero esa noche descubrió una nueva, y es que en su vida hubo siempre un hueco con su nombre, aunque él no lo viera; que pertenecía allí, a ridículas reuniones familiares, a su casa; sobre todo, a ese pulóver y a tantos otros que le quedarían enormes si se los pusiera.
Iba a decírselo, allí mismo, lo bien que se sentía eso, ellos, lo justo que encajaban y lo imposible que sería dejarlo ir, pero cuando Louis salió del lado de su abuela y lo tironeó suavemente de la manga para llevarlo al rincón de la larga mesa donde estaban sentados, cuando le susurró entre carcajadas disimuladas queno podía creer lo que acababa de hacer y que su abuela era una rockstar en potencia, ¿viste el modo en que bebió el vaso entero?, su sonrisa y su voz se sintió tan tibia dedicada a él que Harry no creyó ser capaz de arriesgarse a perderla.
¤
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