Déjame Amarte {Louis Tomlinson} CANCELADA

–Perdón, yo… No no quise. Yo sólo… soy muy curiosa. –expliqué nerviosamente, tartamudeando, aun teniendo a Louis cerca de mí.
Maldición.
–Eh, tranquila. No me molesta. –dijo él, tragando secamente y bajando la mirada al álbum. Seguí quieta en mi lugar y mientras tanto, Louis tomó el pequeño álbum y lo observó. Embozó una sonrisa melancólica, sin mucho ánimo. Se dio media vuelta y se aproximó hasta el suelo, sentándose ahí y recostando la espalda en el borde de su cama. 5 segundos después de observarlo, caminé hasta él y me senté a su lado.
–Es una linda foto. –sonreí señalando la fotografía del castaño cuando tenía unos seis años.
–Recuerdo ese día. –dijo luego de un corto silencio– Fue cuando me compraron mi primera patineta. Era un amante del Skate. Muchas veces me caía pero seguía andando. Mi mamá solía llamarme superman por eso. –rió.
–Eras muy tierno. –sonreí. Él pasó la página y ahora apareció una foto del castaño en un zoológico, a su lado un hombre. Louis era idéntico al muchacho por lo que supuse que era su padre– Wow, tu papá y tú eran iguales.
–Sí, lo éramos. –Miró más de cerca la fotografía– Ese día fue genial. Excepto cuando fuimos a ver a Los Monos. Uno de ellos me jaló el cabello tan fuerte que pensé que me lo iba a arrancar. Fue una escena muy graciosa. Mi papá sin saber que hacer ya que los monos lo amenazaban con piedras, los niños a mí alrededor se reían y yo lloraba. Cuando por fin llegaron los guardias, lograron quitar al estúpido mono y tuve que ir por hielo para mi cabeza. Del jalón tan fuerte dejaron mi cuero cabelludo rojo y adolorido. –Finalizó de narrar y los dos nos largamos en carcajadas–
–Y supongo que ahora tienes un pequeño miedo a los monos. –dije divertida, pero su mueca y su sonrisa tímida me dieron a entender que lo que yo decía era cierto– No te creo. ¿A estas alturas de la vida sigues teniendo miedo a los monos?.
–Si hubieras vivido lo que yo viví te aseguro que llegarías hasta vieja con el trauma.
–Oh, bueno, entonces… Tengo una idea. –sonreí. Louis me miró extrañado– ¿Qué tal si algún día vamos a un zoológico, visitamos a los monos y te ayudo a superar ese ridículo miedo?. –le propuse con una sonrisa enorme. Louis me miró incrédulo y negó con la cabeza frenéticamente.
–¿Estás loca, ____? Juré no volver a toparme con esos animales salvajes.
–Vamos, Lou… –supliqué haciendo un puchero.
–No. –se cruzó de brazos– Dije no y es no.
–Pues yo digo sí y es sí. –dije optando un tono de voz firme y colocándome al frente de él.
–¿No dejarás de insistir, verdad? –suspiró. Yo negué con la cabeza, riendo– Bien, de acuerdo. Iremos. ¿Feliz?
–Bastante. –me tiré en sus brazos, dándole un abrazo fugaz. Yo era una persona súper amigable con la gente, pero no siempre era así. Con Louis era diferente, sentía una infinita confianza y cariño hacia él. Incluso desde la primera vez nos conocimos.

En ese instante, algo vibró en la mesita de noche situada a un lado de la cama de Louis. La pantalla de su móvil se alumbraba constantemente por lo que supuse que era una llamada. El castaño estiró su brazo y tomó su teléfono. Miró la pantalla frunciendo el ceño.

–¿Quién es? –pregunté.
–No lo sé. –Volteó a verme– Es un número desconocido.

LOUIS POV:

Volví a mirar el número logrando a ver si reconocía de quién era, pero nada. Antes de que cortaran la llamada, contesté.

–¿Hola?
–Hola, Louis. ¿Cómo estás?

No, no, no. Esa voz. Esa maldita voz. Era él.

–Thomas… –dije con veneno en mi voz, tensando mi cuerpo.
–Vaya, pero si me reconociste. –rió burlonamente.
–¿Qué mierda quieres? –gruñí. Vi de reojo como _____ me miraba confundida y preocupada.
–Hey, calma, hijo. Sólo quiero hablar contigo.
–No, obvio tú no quieres hablar. –rodé los ojos bufando– Y no me llames hijo. Lo repetiré última vez. ¿Qué demonios quieres?.
–Bien, ¿sabes qué?, lo diré. Pero antes, ¿Dónde está tu madre?
–¿Para qué quieres saber dónde está ella?
–Sólo dime donde está. ¿Se encuentra contigo?
–Está en la cocina. –dije fastidiado– ¿Me dirás que quieres?
–¿Seguro que está en la cocina?. No habrá, tú sabes, ¿salido?
–¿Qué demo…? –me levanté del suelo rápidamente y salí de mi habitación, con _____ siguiéndome. Bajé hasta la cocina corriendo, con la llamada aun en línea. Entré de golpe en la cocina y ella ahí no estaba.
Maldije fuertemente y le pedí a _____ que volviera arriba y entrara en su habitación a ver si allí estaba. Ella preocupada subió y a los segundos bajó, negando con la cabeza.
–¡JODIDO CABRÓN! ¿¡DÓNDE ESTÁ JAY?! –grité fuertemente, causando que _____ se encogiera un poco.
–Hay, pequeño Tomlinson, no grites. ¿Sabes dónde está? Aquí a mi lado. Atada y llorando. Me ruega que la suelte y su sufrimiento es música para mis oídos.
–Suelta a mi mamá. –le ordené pausadamente. Estaba rojo de la furia.
–¿Es un chiste? –se volvió a reír. En serio no le encontraba nada gracioso a esto. Pero claro, él sí– Hasta que no vuelva conmigo y me pida que regrese con ustedes, no la soltaré.
–Ella jamás hará eso. Tú no vas a volver con nosotros. –mascullé– Te dije que te fueras y no volvieras. Creo que dejé muy en claro que a mi mamá no la volverías a tocar. ¿Qué quieres? ¿No nos puedes dejar en paz y ya?.
–No. Yo quiero a tu madre para mí. Sólo para mí. Ella es mía.
–Hijo de pu*ta, ¡ESTÁS ENFERMO!. ¡DIME DÓNDE ESTÁS!. –apreté mis puños y cerré mis ojos. Me acerqué a una mesa de vidrio y tomé las llaves de mi auto. Abrí la puerta de la casa y con la cabeza le hice una señal a ____ para que me siguiera. No podía dejarla aquí. Ella asintió y pasó por mi lado sin decir nada. Cerré la puerta a mis espaldas, abrí el auto y nos montamos.
–Tendrás que averiguarlo. Si estás aquí, es mucho mejor. Verás como torturo a tu mamá hasta que me diga que me quiere y tú mamá verá como te torturo a ti hasta que me pidas que vuelta a tu casa y seamos una famila feliz como lo fuimos antes.
–¿Familia feliz? ¿Hablas en serio?. ¿En dónde tienes a mi mamá?
–Uhm, ¿Sabes aquella casa a las afueras de la ciudad? ¿La que está toda vieja y se encuentra cerca de un lago? Bueno ahí. Te espero, campeón. –dijo finalmente y cortó la llamada.

Miré mi teléfono y lo apreté. Me pasé las manos por el cabello frustradamente y maldije mil veces la vida de ese hombre.
Estaba enfermo. En serio lo estaba.

–Me puedes decir, ¿Qué mierda está pasando, por qué tienen a tu mamá y quién coño es Thomas? –habló ____ con voz dura y sumamente confundida.

Volteé a mirarla e hice una mueca. Obviamente va a estar confundida, no le había contado de esto. Y no tenía pensando hacerlo. Puede que confíe en ella pero esto era algo ya muy personal, además que contaba con que Thomas no se iba a volver a cruzar en nuestro camino.
Iba a contarle, pero no era el momento. Tenía primero que buscar a mi mamá, sacarla de ahí y llamar cuanto antes a la policía.

–Prometo que te contaré, pero ahora no, ¿está bien?. Tenemos que buscar a mi mamá. Y me vas a jurar que cuando lleguemos, no te vas a bajar de este auto. Sin chistar.
–Pero…
–Por favor. No quiero que ese hombre te vea.
–Está bien. –suspiró y me dio un abrazo. Lo necesitaba, en estos momentos lo necesitaba. Sus abrazos me calmaban y me hacían sentir bien. Le devolví en abrazo y luego después de apartarla sintiéndome vacío sin su calor, encendí el auto y tomé marcha hasta donde el maldito de Thomas.