Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 16 de 20. • Comparte
Página 16 de 20. • 1 ... 9 ... 15, 16, 17, 18, 19, 20
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Oh, él era ese «alguien más». Joe lo reconoció con una sonrisa triste y secreta. Ella había ido a buscarlo casta como la nieve y con los ojos llenos de amor. Desde luego que había partido en una condición muy diferente. Joe se aclaró la garganta.
—Hipotéticamente hablando. ¿Qué harías si estuvieses en mi situación? Ten en cuenta que no soy exactamente... ¿cómo lo expresó ella? ... «una criatura sociable».
— ¿Hipotéticamente hablando? —Ryan sonrió astutamente—. Haría la única cosa que, si ella se lo hiciese a usted, le molestaría más que nada. Creo que es un truco que alguna vez me enseñó mi coronel.
—Todo lo que ella hace y que no me incluye, me molesta, Macalister. Sé más específico.
—Persiga a su mejor amiga, coronel.
Ese había sido su primer impulso, pero no le importaba perseguir ni ser perseguido por nadie más que _______, aunque pareciera la solución perfecta. Hasta la idea de abalanzarse sobre su amiga le dejaba un sabor amargo en la boca.
—Su mejor amiga es tu amiga, lady Chilton —dijo con sutileza.
— ¿Qué hay de la otra? El soufflé de chocolate francés de ojos seductores.
Joe hizo una mueca.
—Si no estaba ya camino al infierno, estoy seguro de que eso me servirá para conseguir un pasaje en primera clase. Además, las mujeres tienen ese maldito código secreto: no se comparte entre amigas.
Ryan se puso de pie impetuosamente.
—Permítame que lo despoje de una cantidad mísera de su patrimonio en las mesas de juego, y urdiré una estrategia que avergonzará al mismísimo Napoleón Bonaparte.
Joe sonrió sombríamente.
—Encabeza la marcha. Yo sólo seguiré el olor a azufre...
CAPÍTULO 24
Alguien llamó suavemente a la puerta de su oficina.
— ¡Pase! —dijo distraídamente ______.
Pensó que era extraño. Faltaban cincuenta libras de la caja de caridad, pero había contado el dinero esa mañana antes de pagarle el salario a Rebecca. ¿Acaso por error le había pagado de más al ama de llaves? Imposible, le había pagado con monedas. Se daría cuenta si le hubiese entregado cincuenta libras. Siempre guardaba la caja con dinero bajo llave en el cajón de su escritorio. Estudió la cerradura del cajón. No había señales de que hubiese sido forzada. Repasó mentalmente los sucesos del día. La única vez que la caja había estado abierta sobre el escritorio había sido cuando... Era inconcebible. Debía tratarse de otra persona.
— ¿Estás enojada conmigo? —le preguntó una voz cadenciosa y un tanto triste.
______ levantó la vista.
—No, desde luego que no. ¿Qué sucede? Toma asiento, Iris.
Iris se sentó en la silla, al otro lado del escritorio.
—Hablé con Sophie antes de que partiera hoy. Tengo la impresión de que mi mal consejo puede haberte costado la pérdida de una unión... muy deseada.
Una gélida ira se apoderó de ______ al recordar a Joe dejando la casa Lancaster dos noches atrás. Colocó las monedas, los billetes y las cuentas de gastos en la caja, le dio una vuelta de llave y la colocó de regreso en el cajón, al que también le echó el cerrojo.
—Sophie no tenía derecho a regañarte. Sus conceptos son erróneos por completo. Piensa que haberse casado con George la convirtió en una experta en armonía conyugal.
—Joe se te declaró y lo rechazaste porque yo te había contagiado con el desdén y el odio que siento por mi marido —Iris se veía delgada y pálida, y tenía una magulladura en la mejilla izquierda.
_______ no podía sumar más cosas al sentimiento de culpa de Iris.
—No son más que tonterías. No te hostigues, querida. Mis problemas con Joe son más complicados de lo que parecen a simple vista.
—¿Qué sucede ahora? —preguntó Iris.
_______ se encogió de hombros. No tenía una respuesta que darle, ni siquiera a sí misma. Sólo deseaba meterse en un hoyo y no pensar en nada. Estaba más que deprimida.
—Él es nuestro patrocinador, _______, y miembro de la junta directiva. Tendrás que tratar con él.
—Te enviaré a ti —_______ le sonrió, aunque sólo superficialmente.
—Estás indignada con él, aunque él es la parte damnificada, ¿no es así? Le dijiste que no.
Ella dijo «no» y después estuvo a punto de decir «sí», pero ya era demasiado tarde. Por tanto, ahora era la rechazada en lugar de la que rechazaba, aunque técnicamente eso nunca había sucedido, y quería que las cosas quedaran así. Decidió cambiar de tema.
— ¿Qué le sucedió a tu mentón? Está hinchado y magullado.
Iris desvió la mirada.
—Nada. Un accidente. Yo... eh... estaba cruzando una calle atestada de gente y...
—Ya usaste esa excusa una vez, querida —remarcó gentilmente _______.
—Vayamos a casa, _______. Es tarde y debemos asistir a una obra de teatro —Iris comenzó a ponerse de pie.
_______ se inclinó sobre el escritorio y le cogió la mano.
—Hipotéticamente hablando. ¿Qué harías si estuvieses en mi situación? Ten en cuenta que no soy exactamente... ¿cómo lo expresó ella? ... «una criatura sociable».
— ¿Hipotéticamente hablando? —Ryan sonrió astutamente—. Haría la única cosa que, si ella se lo hiciese a usted, le molestaría más que nada. Creo que es un truco que alguna vez me enseñó mi coronel.
—Todo lo que ella hace y que no me incluye, me molesta, Macalister. Sé más específico.
—Persiga a su mejor amiga, coronel.
Ese había sido su primer impulso, pero no le importaba perseguir ni ser perseguido por nadie más que _______, aunque pareciera la solución perfecta. Hasta la idea de abalanzarse sobre su amiga le dejaba un sabor amargo en la boca.
—Su mejor amiga es tu amiga, lady Chilton —dijo con sutileza.
— ¿Qué hay de la otra? El soufflé de chocolate francés de ojos seductores.
Joe hizo una mueca.
—Si no estaba ya camino al infierno, estoy seguro de que eso me servirá para conseguir un pasaje en primera clase. Además, las mujeres tienen ese maldito código secreto: no se comparte entre amigas.
Ryan se puso de pie impetuosamente.
—Permítame que lo despoje de una cantidad mísera de su patrimonio en las mesas de juego, y urdiré una estrategia que avergonzará al mismísimo Napoleón Bonaparte.
Joe sonrió sombríamente.
—Encabeza la marcha. Yo sólo seguiré el olor a azufre...
CAPÍTULO 24
Alguien llamó suavemente a la puerta de su oficina.
— ¡Pase! —dijo distraídamente ______.
Pensó que era extraño. Faltaban cincuenta libras de la caja de caridad, pero había contado el dinero esa mañana antes de pagarle el salario a Rebecca. ¿Acaso por error le había pagado de más al ama de llaves? Imposible, le había pagado con monedas. Se daría cuenta si le hubiese entregado cincuenta libras. Siempre guardaba la caja con dinero bajo llave en el cajón de su escritorio. Estudió la cerradura del cajón. No había señales de que hubiese sido forzada. Repasó mentalmente los sucesos del día. La única vez que la caja había estado abierta sobre el escritorio había sido cuando... Era inconcebible. Debía tratarse de otra persona.
— ¿Estás enojada conmigo? —le preguntó una voz cadenciosa y un tanto triste.
______ levantó la vista.
—No, desde luego que no. ¿Qué sucede? Toma asiento, Iris.
Iris se sentó en la silla, al otro lado del escritorio.
—Hablé con Sophie antes de que partiera hoy. Tengo la impresión de que mi mal consejo puede haberte costado la pérdida de una unión... muy deseada.
Una gélida ira se apoderó de ______ al recordar a Joe dejando la casa Lancaster dos noches atrás. Colocó las monedas, los billetes y las cuentas de gastos en la caja, le dio una vuelta de llave y la colocó de regreso en el cajón, al que también le echó el cerrojo.
—Sophie no tenía derecho a regañarte. Sus conceptos son erróneos por completo. Piensa que haberse casado con George la convirtió en una experta en armonía conyugal.
—Joe se te declaró y lo rechazaste porque yo te había contagiado con el desdén y el odio que siento por mi marido —Iris se veía delgada y pálida, y tenía una magulladura en la mejilla izquierda.
_______ no podía sumar más cosas al sentimiento de culpa de Iris.
—No son más que tonterías. No te hostigues, querida. Mis problemas con Joe son más complicados de lo que parecen a simple vista.
—¿Qué sucede ahora? —preguntó Iris.
_______ se encogió de hombros. No tenía una respuesta que darle, ni siquiera a sí misma. Sólo deseaba meterse en un hoyo y no pensar en nada. Estaba más que deprimida.
—Él es nuestro patrocinador, _______, y miembro de la junta directiva. Tendrás que tratar con él.
—Te enviaré a ti —_______ le sonrió, aunque sólo superficialmente.
—Estás indignada con él, aunque él es la parte damnificada, ¿no es así? Le dijiste que no.
Ella dijo «no» y después estuvo a punto de decir «sí», pero ya era demasiado tarde. Por tanto, ahora era la rechazada en lugar de la que rechazaba, aunque técnicamente eso nunca había sucedido, y quería que las cosas quedaran así. Decidió cambiar de tema.
— ¿Qué le sucedió a tu mentón? Está hinchado y magullado.
Iris desvió la mirada.
—Nada. Un accidente. Yo... eh... estaba cruzando una calle atestada de gente y...
—Ya usaste esa excusa una vez, querida —remarcó gentilmente _______.
—Vayamos a casa, _______. Es tarde y debemos asistir a una obra de teatro —Iris comenzó a ponerse de pie.
_______ se inclinó sobre el escritorio y le cogió la mano.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Ven a vivir con nosotros. A Stilgoe no le importará. Divórciate, y si te preocupa el escándalo, haré arreglos para que pases el resto de la temporada en Stilgoe Abbey. No regreses con ese monstruo, te lo ruego.
El rostro de Iris se transformó en una máscara de digna resignación.
—Estoy bien, _______, pero gracias por el ofrecimiento. Cometí un error, pero no volverá a suceder.
— ¿Qué error? —Iris era tan fuerte y al mismo tiempo tan vulnerable. _______ sufría por ella.
—Chilton me vio ir hacia el balcón seguida de Ryan. No le agradó.
—Por favor, dime qué sucedió con Ryan. Me siento culpable. Los alenté a ambos. Iris le palmeó la mano.
—Quizás un poco, pero algunas tentaciones son tan fuertes que, tarde o temprano, uno cae en ellas sin remedio. En pocas palabras, la defensa de Ryan por haberme dejado en aquella cabaña fue que se había dado cuenta demasiado tarde de que no podía mantenerme y toda esa perorata. El hombre nunca tuvo ni un ápice de imaginación en su minúsculo y egocéntrico cerebro.
—Es una excusa patética —concluyó _______—. Cualquiera que te conozca sabe perfectamente que ni la fortuna ni la posición social te importan en absoluto.
La expresión en los ojos azules de Iris se tornó gélida.
—Cuan desinformada estás, _______. Cinco días atrás, no me importaba nada más que la fortuna y la posición social.
—Así que te vengaste con él. Le dijiste que estabas mejor casada con alguien adinerado de tu misma clase que con un soldado pobre. Es algo cruel, si es que queremos buscarle algún tipo de justificación.
—Más de lo que te imaginas —murmuró vagamente Iris y después se estremeció—. ¿Acaso te interrumpí en medio de una tarea? Parecías distraída cuando entré.
_______ le explicó lo de las cincuenta libras faltantes.
—Estaba a punto de guardar la caja cuando lord John vino a disculparse, por quinto día consecutivo, con motivo de su comportamiento en el baile de caridad. Lo dejé solo durante un momento para dejarte la esquela acerca de la obra de teatro, y cuando regresé, Sophie estaba aquí, hablando con él. Quizás Sophie cogió el dinero, ¿pero para qué lo haría?
—Deberás preguntárselo mañana. Recibió una nota misteriosa y partió rápidamente a su casa.
Distraídamente, _______ acarició la estatuilla del león besando a la leona.
—Si Sophie no lo cogió, una de nosotras deberá hablar con nuestro patrocinador. Él sabrá cómo resolver el misterio.
— ¿Una de nosotras? Admítelo, ______. Deseas verlo.
_______ se encogió de hombros despreocupadamente.
— ¿Qué fue lo que dijiste respecto de las tentaciones?
—Que algunas son demasiado fuertes para ser resistidas.
A Sophie Paulette Fairchild le resultaba terriblemente exasperante que el primer conde de ojos verdes, cabello oscuro, alto y de anchos hombros que se paseaba de un lado a otro en su sala estuviese enamorado de su mejor amiga, y que la tonta muchachita lo hubiese rechazado. Quizás _______ sabía lo que estaba haciendo. El pobre parecía estar sufriendo de un terrible mal de amores.
—Lord Joseph —dijo ella una vez que se hubo paseado de lado a lado durante aproximadamente diez minutos y todavía no había abierto la boca más que para decirle buenas tardes o para maldecir por lo bajo—. Tengo una botella de excelente brandy que he estado reservando especialmente. ¿Puedo ofrecerle un poco?
Él se detuvo frente a la repisa de la chimenea y su brillante mirada se encontró con la de ella.
—Sí, por favor.
Con una sonrisa afable, ella se levantó del sofá y sirvió un poco para cada uno.
—Aquí tiene, milord —le entregó la pequeña copa y volvió a sentarse. Si fuesen necesarias más de dos copas para hacerlo hablar, estaría en problemas, ya que el brandy le daba sueño.
Él bebió la copa y la dejó a un lado.
—Gracias por recibirme. No pensé que lo haría.
—Lord Joseph, por favor, tome asiento y cuénteme cómo puedo ayudarlo. Soy toda oídos.
Quedó impresionada por la agilidad con que su sólida contextura se desplomó en la mullida silla frente a ella. Volvió a suspirar, los hombres atléticos eran su debilidad, para colmo de males.
—Quiero a _______ —declaró vehementemente.
—Sí, me doy cuenta de ello —ella sonrió comprensivamente—. Y estoy dispuesta a ayudar...
—... Y usted es la clave —Joe se pasó la mano por el largo cabello. Sophie dedujo que lo usaba así para cubrir las cicatrices del rostro. Los hombres no entendían nada. ¿Acaso no se daba cuenta de que las cicatrices le agregaban un halo de misterio y peligro a sus rasgos casi demasiado perfectos? —. Mi plan requiere que... usted colabore con el enemigo. Ella sonrió.
El rostro de Iris se transformó en una máscara de digna resignación.
—Estoy bien, _______, pero gracias por el ofrecimiento. Cometí un error, pero no volverá a suceder.
— ¿Qué error? —Iris era tan fuerte y al mismo tiempo tan vulnerable. _______ sufría por ella.
—Chilton me vio ir hacia el balcón seguida de Ryan. No le agradó.
—Por favor, dime qué sucedió con Ryan. Me siento culpable. Los alenté a ambos. Iris le palmeó la mano.
—Quizás un poco, pero algunas tentaciones son tan fuertes que, tarde o temprano, uno cae en ellas sin remedio. En pocas palabras, la defensa de Ryan por haberme dejado en aquella cabaña fue que se había dado cuenta demasiado tarde de que no podía mantenerme y toda esa perorata. El hombre nunca tuvo ni un ápice de imaginación en su minúsculo y egocéntrico cerebro.
—Es una excusa patética —concluyó _______—. Cualquiera que te conozca sabe perfectamente que ni la fortuna ni la posición social te importan en absoluto.
La expresión en los ojos azules de Iris se tornó gélida.
—Cuan desinformada estás, _______. Cinco días atrás, no me importaba nada más que la fortuna y la posición social.
—Así que te vengaste con él. Le dijiste que estabas mejor casada con alguien adinerado de tu misma clase que con un soldado pobre. Es algo cruel, si es que queremos buscarle algún tipo de justificación.
—Más de lo que te imaginas —murmuró vagamente Iris y después se estremeció—. ¿Acaso te interrumpí en medio de una tarea? Parecías distraída cuando entré.
_______ le explicó lo de las cincuenta libras faltantes.
—Estaba a punto de guardar la caja cuando lord John vino a disculparse, por quinto día consecutivo, con motivo de su comportamiento en el baile de caridad. Lo dejé solo durante un momento para dejarte la esquela acerca de la obra de teatro, y cuando regresé, Sophie estaba aquí, hablando con él. Quizás Sophie cogió el dinero, ¿pero para qué lo haría?
—Deberás preguntárselo mañana. Recibió una nota misteriosa y partió rápidamente a su casa.
Distraídamente, _______ acarició la estatuilla del león besando a la leona.
—Si Sophie no lo cogió, una de nosotras deberá hablar con nuestro patrocinador. Él sabrá cómo resolver el misterio.
— ¿Una de nosotras? Admítelo, ______. Deseas verlo.
_______ se encogió de hombros despreocupadamente.
— ¿Qué fue lo que dijiste respecto de las tentaciones?
—Que algunas son demasiado fuertes para ser resistidas.
A Sophie Paulette Fairchild le resultaba terriblemente exasperante que el primer conde de ojos verdes, cabello oscuro, alto y de anchos hombros que se paseaba de un lado a otro en su sala estuviese enamorado de su mejor amiga, y que la tonta muchachita lo hubiese rechazado. Quizás _______ sabía lo que estaba haciendo. El pobre parecía estar sufriendo de un terrible mal de amores.
—Lord Joseph —dijo ella una vez que se hubo paseado de lado a lado durante aproximadamente diez minutos y todavía no había abierto la boca más que para decirle buenas tardes o para maldecir por lo bajo—. Tengo una botella de excelente brandy que he estado reservando especialmente. ¿Puedo ofrecerle un poco?
Él se detuvo frente a la repisa de la chimenea y su brillante mirada se encontró con la de ella.
—Sí, por favor.
Con una sonrisa afable, ella se levantó del sofá y sirvió un poco para cada uno.
—Aquí tiene, milord —le entregó la pequeña copa y volvió a sentarse. Si fuesen necesarias más de dos copas para hacerlo hablar, estaría en problemas, ya que el brandy le daba sueño.
Él bebió la copa y la dejó a un lado.
—Gracias por recibirme. No pensé que lo haría.
—Lord Joseph, por favor, tome asiento y cuénteme cómo puedo ayudarlo. Soy toda oídos.
Quedó impresionada por la agilidad con que su sólida contextura se desplomó en la mullida silla frente a ella. Volvió a suspirar, los hombres atléticos eran su debilidad, para colmo de males.
—Quiero a _______ —declaró vehementemente.
—Sí, me doy cuenta de ello —ella sonrió comprensivamente—. Y estoy dispuesta a ayudar...
—... Y usted es la clave —Joe se pasó la mano por el largo cabello. Sophie dedujo que lo usaba así para cubrir las cicatrices del rostro. Los hombres no entendían nada. ¿Acaso no se daba cuenta de que las cicatrices le agregaban un halo de misterio y peligro a sus rasgos casi demasiado perfectos? —. Mi plan requiere que... usted colabore con el enemigo. Ella sonrió.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Ven a vivir con nosotros. A Stilgoe no le importará. Divórciate, y si te preocupa el escándalo, haré arreglos para que pases el resto de la temporada en Stilgoe Abbey. No regreses con ese monstruo, te lo ruego.
El rostro de Iris se transformó en una máscara de digna resignación.
—Estoy bien, _______, pero gracias por el ofrecimiento. Cometí un error, pero no volverá a suceder.
— ¿Qué error? —Iris era tan fuerte y al mismo tiempo tan vulnerable. _______ sufría por ella.
—Chilton me vio ir hacia el balcón seguida de Ryan. No le agradó.
—Por favor, dime qué sucedió con Ryan. Me siento culpable. Los alenté a ambos. Iris le palmeó la mano.
—Quizás un poco, pero algunas tentaciones son tan fuertes que, tarde o temprano, uno cae en ellas sin remedio. En pocas palabras, la defensa de Ryan por haberme dejado en aquella cabaña fue que se había dado cuenta demasiado tarde de que no podía mantenerme y toda esa perorata. El hombre nunca tuvo ni un ápice de imaginación en su minúsculo y egocéntrico cerebro.
—Es una excusa patética —concluyó _______—. Cualquiera que te conozca sabe perfectamente que ni la fortuna ni la posición social te importan en absoluto.
La expresión en los ojos azules de Iris se tornó gélida.
—Cuan desinformada estás, _______. Cinco días atrás, no me importaba nada más que la fortuna y la posición social.
—Así que te vengaste con él. Le dijiste que estabas mejor casada con alguien adinerado de tu misma clase que con un soldado pobre. Es algo cruel, si es que queremos buscarle algún tipo de justificación.
—Más de lo que te imaginas —murmuró vagamente Iris y después se estremeció—. ¿Acaso te interrumpí en medio de una tarea? Parecías distraída cuando entré.
_______ le explicó lo de las cincuenta libras faltantes.
—Estaba a punto de guardar la caja cuando lord John vino a disculparse, por quinto día consecutivo, con motivo de su comportamiento en el baile de caridad. Lo dejé solo durante un momento para dejarte la esquela acerca de la obra de teatro, y cuando regresé, Sophie estaba aquí, hablando con él. Quizás Sophie cogió el dinero, ¿pero para qué lo haría?
—Deberás preguntárselo mañana. Recibió una nota misteriosa y partió rápidamente a su casa.
Distraídamente, _______ acarició la estatuilla del león besando a la leona.
—Si Sophie no lo cogió, una de nosotras deberá hablar con nuestro patrocinador. Él sabrá cómo resolver el misterio.
— ¿Una de nosotras? Admítelo, ______. Deseas verlo.
_______ se encogió de hombros despreocupadamente.
— ¿Qué fue lo que dijiste respecto de las tentaciones?
—Que algunas son demasiado fuertes para ser resistidas.
A Sophie Paulette Fairchild le resultaba terriblemente exasperante que el primer conde de ojos verdes, cabello oscuro, alto y de anchos hombros que se paseaba de un lado a otro en su sala estuviese enamorado de su mejor amiga, y que la tonta muchachita lo hubiese rechazado. Quizás _______ sabía lo que estaba haciendo. El pobre parecía estar sufriendo de un terrible mal de amores.
—Lord Joseph —dijo ella una vez que se hubo paseado de lado a lado durante aproximadamente diez minutos y todavía no había abierto la boca más que para decirle buenas tardes o para maldecir por lo bajo—. Tengo una botella de excelente brandy que he estado reservando especialmente. ¿Puedo ofrecerle un poco?
Él se detuvo frente a la repisa de la chimenea y su brillante mirada se encontró con la de ella.
—Sí, por favor.
Con una sonrisa afable, ella se levantó del sofá y sirvió un poco para cada uno.
—Aquí tiene, milord —le entregó la pequeña copa y volvió a sentarse. Si fuesen necesarias más de dos copas para hacerlo hablar, estaría en problemas, ya que el brandy le daba sueño.
Él bebió la copa y la dejó a un lado.
—Gracias por recibirme. No pensé que lo haría.
—Lord Joseph, por favor, tome asiento y cuénteme cómo puedo ayudarlo. Soy toda oídos.
Quedó impresionada por la agilidad con que su sólida contextura se desplomó en la mullida silla frente a ella. Volvió a suspirar, los hombres atléticos eran su debilidad, para colmo de males.
—Quiero a _______ —declaró vehementemente.
—Sí, me doy cuenta de ello —ella sonrió comprensivamente—. Y estoy dispuesta a ayudar...
—... Y usted es la clave —Joe se pasó la mano por el largo cabello. Sophie dedujo que lo usaba así para cubrir las cicatrices del rostro. Los hombres no entendían nada. ¿Acaso no se daba cuenta de que las cicatrices le agregaban un halo de misterio y peligro a sus rasgos casi demasiado perfectos? —. Mi plan requiere que... usted colabore con el enemigo. Ella sonrió.
El rostro de Iris se transformó en una máscara de digna resignación.
—Estoy bien, _______, pero gracias por el ofrecimiento. Cometí un error, pero no volverá a suceder.
— ¿Qué error? —Iris era tan fuerte y al mismo tiempo tan vulnerable. _______ sufría por ella.
—Chilton me vio ir hacia el balcón seguida de Ryan. No le agradó.
—Por favor, dime qué sucedió con Ryan. Me siento culpable. Los alenté a ambos. Iris le palmeó la mano.
—Quizás un poco, pero algunas tentaciones son tan fuertes que, tarde o temprano, uno cae en ellas sin remedio. En pocas palabras, la defensa de Ryan por haberme dejado en aquella cabaña fue que se había dado cuenta demasiado tarde de que no podía mantenerme y toda esa perorata. El hombre nunca tuvo ni un ápice de imaginación en su minúsculo y egocéntrico cerebro.
—Es una excusa patética —concluyó _______—. Cualquiera que te conozca sabe perfectamente que ni la fortuna ni la posición social te importan en absoluto.
La expresión en los ojos azules de Iris se tornó gélida.
—Cuan desinformada estás, _______. Cinco días atrás, no me importaba nada más que la fortuna y la posición social.
—Así que te vengaste con él. Le dijiste que estabas mejor casada con alguien adinerado de tu misma clase que con un soldado pobre. Es algo cruel, si es que queremos buscarle algún tipo de justificación.
—Más de lo que te imaginas —murmuró vagamente Iris y después se estremeció—. ¿Acaso te interrumpí en medio de una tarea? Parecías distraída cuando entré.
_______ le explicó lo de las cincuenta libras faltantes.
—Estaba a punto de guardar la caja cuando lord John vino a disculparse, por quinto día consecutivo, con motivo de su comportamiento en el baile de caridad. Lo dejé solo durante un momento para dejarte la esquela acerca de la obra de teatro, y cuando regresé, Sophie estaba aquí, hablando con él. Quizás Sophie cogió el dinero, ¿pero para qué lo haría?
—Deberás preguntárselo mañana. Recibió una nota misteriosa y partió rápidamente a su casa.
Distraídamente, _______ acarició la estatuilla del león besando a la leona.
—Si Sophie no lo cogió, una de nosotras deberá hablar con nuestro patrocinador. Él sabrá cómo resolver el misterio.
— ¿Una de nosotras? Admítelo, ______. Deseas verlo.
_______ se encogió de hombros despreocupadamente.
— ¿Qué fue lo que dijiste respecto de las tentaciones?
—Que algunas son demasiado fuertes para ser resistidas.
A Sophie Paulette Fairchild le resultaba terriblemente exasperante que el primer conde de ojos verdes, cabello oscuro, alto y de anchos hombros que se paseaba de un lado a otro en su sala estuviese enamorado de su mejor amiga, y que la tonta muchachita lo hubiese rechazado. Quizás _______ sabía lo que estaba haciendo. El pobre parecía estar sufriendo de un terrible mal de amores.
—Lord Joseph —dijo ella una vez que se hubo paseado de lado a lado durante aproximadamente diez minutos y todavía no había abierto la boca más que para decirle buenas tardes o para maldecir por lo bajo—. Tengo una botella de excelente brandy que he estado reservando especialmente. ¿Puedo ofrecerle un poco?
Él se detuvo frente a la repisa de la chimenea y su brillante mirada se encontró con la de ella.
—Sí, por favor.
Con una sonrisa afable, ella se levantó del sofá y sirvió un poco para cada uno.
—Aquí tiene, milord —le entregó la pequeña copa y volvió a sentarse. Si fuesen necesarias más de dos copas para hacerlo hablar, estaría en problemas, ya que el brandy le daba sueño.
Él bebió la copa y la dejó a un lado.
—Gracias por recibirme. No pensé que lo haría.
—Lord Joseph, por favor, tome asiento y cuénteme cómo puedo ayudarlo. Soy toda oídos.
Quedó impresionada por la agilidad con que su sólida contextura se desplomó en la mullida silla frente a ella. Volvió a suspirar, los hombres atléticos eran su debilidad, para colmo de males.
—Quiero a _______ —declaró vehementemente.
—Sí, me doy cuenta de ello —ella sonrió comprensivamente—. Y estoy dispuesta a ayudar...
—... Y usted es la clave —Joe se pasó la mano por el largo cabello. Sophie dedujo que lo usaba así para cubrir las cicatrices del rostro. Los hombres no entendían nada. ¿Acaso no se daba cuenta de que las cicatrices le agregaban un halo de misterio y peligro a sus rasgos casi demasiado perfectos? —. Mi plan requiere que... usted colabore con el enemigo. Ella sonrió.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Imagino que usted se considera el enemigo, lord Joseph.
—Joe a secas, por favor —se inclinó hacia delante—. Señorita Fairchild, yo...
—Si he de ser su cómplice —lo interrumpió—, insisto en que me llame Sophie.
—Muy bien, Sophie, le pido que me ayude en un subterfugio de la peor clase.
Ella sonrió con astucia.
¿Debo fingir que soy su amante?
El pestañeó.
—Iba a sugerir un cortejo falso, pero ahora que lo pienso, a los ojos de la alta sociedad se vería —sonrió abiertamente—... Perdóneme, pero debo preguntar. ¿Cómo lo supo?
—Soy francesa, monsieur. Los subterfugios románticos corren por mis venas —ella bebió un trago de brandy—. Así que desea ponerla celosa. No es una mala estrategia. La usé varias veces.
—En realidad tendría dos propósitos —tomó aire, totalmente tenso—. He decidido que es hora de que retome mí... eh... vida social. He estado fuera de circulación durante años y estoy un tanto en baja forma —sonrió tímidamente—. Le pido que... me acompañe en mi debut.
Ello lo miró de arriba abajo.
— ¿Acaso mis tareas incluirán las de mantener alejadas a las admiradoras femeninas?
—Eso está por verse, madame —profirió una risa profunda y cálida, y después se puso serio—. Le confieso que me asusta un poco... reinsertarme en sociedad. Estoy seguro de que puede imaginarse por qué.
Ella no creía que sólo fuese por renuencia a mostrar sus cicatrices, pero asintió de todas formas. No se había sorprendido por completo al recibir su nota esa tarde. Estaba a punto de enviarle una ella misma. Pero así era mejor, le ahorraba el esfuerzo de convencerlo de que necesitaba la ayuda de una aliada femenina, quien también estaba al tanto de los detalles de la relación y a quien le interesaba que ambas partes estuviesen felizmente unidas.
— ¿Por qué yo? —le consultó sólo para oír sus razones.
—Usted es la elección perfecta. Es una viuda atractiva y sofisticada que conoce el mundo y sus imperfecciones, que disfruta de mayor libertad que muchachas más jóvenes, y es menos probable que... se sienta incómoda en mi presencia.
—Mientras seamos directos el uno con el otro, me sentiré perfectamente cómoda en su presencia. Pero seguramente, conoce otras damas que se ajustan a esa misma descripción.
— ¿No me parece apropiado recurrir a una antigua conocida, o sí? —le dispensó una sonrisa sardónica que lo decía todo, el bribón no había cultivado ninguna relación platónica con una mujer en toda su vida. Era entendible por qué, pensó Sophie. ¿A qué mujer le interesaría tenerlo sólo como un buen amigo? —. Lo que es más —continuó diciendo—, usted es amiga íntima de _______. Sabrá dónde conviene estar, me evitará dar un faux-pas, y una vez que nuestra charada llegue a su fin, podrá convencer a ______ de mi inocencia.
—Qué retorcido por su parte —ella comenzaba a comprender por qué _______ lo deseaba y le temía. El hombre pensaba en todo.
—Y mi tercera, y última razón —hizo girar la pequeña copa entre las palmas de las manos, sus ojos se tornaron casi azules por la intensidad de su mirada—, hace un tiempo _______ intentó provocarme sugiriéndome que usted era una mejor alternativa que ella para mí. Dijo que teníamos mucho en común y que nos llevaríamos muy bien.
— ¿Eso dijo? —Sophie sintió que se ruborizaba. Ventreblue. Ella nunca se sonrojaba—. ¡Pequeña tonta! ¿También mencionó que yo era una famosa cantante de ópera en París antes de la guerra? —le preguntó.
—No, no lo hizo —primero la miró divertido, después, sorprendido y como si hubiese descubierto algo; repentinamente, rompió en una carcajada—. ¡Soy un perfecto *******!
«Mon Dieu», pensó Sophie. Quizás el tener que contenerse y sólo simular que él le agradaba no le resultaría tan fácil después de todo. Ella frunció los labios.
— ¿Puedo preguntarle qué le resulta tan divertido?
—Yo... yo soy lastimosamente gracioso. Verá... yo estaba convencido de que ella me encontraba, bueno... defectuoso, y por ello supuse que la amiga, con quien ella suponía congeniaría, debía tener algún defecto también, pero no se trataba de eso. Cree que tengo debilidad por las cantantes de ópera, pero ella...
— ¿La tiene? —le preguntó con una ceja levantada—. ¿Tiene debilidad por las cantantes de ópera?
—Sus ideas se basan en habladurías sobre una aventura que tuve mucho antes de que usted subiera a un escenario.
Ella le estudió el hermoso rostro.
—Usted no es tan viejo como pretende ser.
—Tengo treinta y cinco años, madame, y soy ciertamente mucho mayor que usted.
Era sólo un año mayor, pero esa era una información que compartiría sólo con Dios.
—Joe a secas, por favor —se inclinó hacia delante—. Señorita Fairchild, yo...
—Si he de ser su cómplice —lo interrumpió—, insisto en que me llame Sophie.
—Muy bien, Sophie, le pido que me ayude en un subterfugio de la peor clase.
Ella sonrió con astucia.
¿Debo fingir que soy su amante?
El pestañeó.
—Iba a sugerir un cortejo falso, pero ahora que lo pienso, a los ojos de la alta sociedad se vería —sonrió abiertamente—... Perdóneme, pero debo preguntar. ¿Cómo lo supo?
—Soy francesa, monsieur. Los subterfugios románticos corren por mis venas —ella bebió un trago de brandy—. Así que desea ponerla celosa. No es una mala estrategia. La usé varias veces.
—En realidad tendría dos propósitos —tomó aire, totalmente tenso—. He decidido que es hora de que retome mí... eh... vida social. He estado fuera de circulación durante años y estoy un tanto en baja forma —sonrió tímidamente—. Le pido que... me acompañe en mi debut.
Ello lo miró de arriba abajo.
— ¿Acaso mis tareas incluirán las de mantener alejadas a las admiradoras femeninas?
—Eso está por verse, madame —profirió una risa profunda y cálida, y después se puso serio—. Le confieso que me asusta un poco... reinsertarme en sociedad. Estoy seguro de que puede imaginarse por qué.
Ella no creía que sólo fuese por renuencia a mostrar sus cicatrices, pero asintió de todas formas. No se había sorprendido por completo al recibir su nota esa tarde. Estaba a punto de enviarle una ella misma. Pero así era mejor, le ahorraba el esfuerzo de convencerlo de que necesitaba la ayuda de una aliada femenina, quien también estaba al tanto de los detalles de la relación y a quien le interesaba que ambas partes estuviesen felizmente unidas.
— ¿Por qué yo? —le consultó sólo para oír sus razones.
—Usted es la elección perfecta. Es una viuda atractiva y sofisticada que conoce el mundo y sus imperfecciones, que disfruta de mayor libertad que muchachas más jóvenes, y es menos probable que... se sienta incómoda en mi presencia.
—Mientras seamos directos el uno con el otro, me sentiré perfectamente cómoda en su presencia. Pero seguramente, conoce otras damas que se ajustan a esa misma descripción.
— ¿No me parece apropiado recurrir a una antigua conocida, o sí? —le dispensó una sonrisa sardónica que lo decía todo, el bribón no había cultivado ninguna relación platónica con una mujer en toda su vida. Era entendible por qué, pensó Sophie. ¿A qué mujer le interesaría tenerlo sólo como un buen amigo? —. Lo que es más —continuó diciendo—, usted es amiga íntima de _______. Sabrá dónde conviene estar, me evitará dar un faux-pas, y una vez que nuestra charada llegue a su fin, podrá convencer a ______ de mi inocencia.
—Qué retorcido por su parte —ella comenzaba a comprender por qué _______ lo deseaba y le temía. El hombre pensaba en todo.
—Y mi tercera, y última razón —hizo girar la pequeña copa entre las palmas de las manos, sus ojos se tornaron casi azules por la intensidad de su mirada—, hace un tiempo _______ intentó provocarme sugiriéndome que usted era una mejor alternativa que ella para mí. Dijo que teníamos mucho en común y que nos llevaríamos muy bien.
— ¿Eso dijo? —Sophie sintió que se ruborizaba. Ventreblue. Ella nunca se sonrojaba—. ¡Pequeña tonta! ¿También mencionó que yo era una famosa cantante de ópera en París antes de la guerra? —le preguntó.
—No, no lo hizo —primero la miró divertido, después, sorprendido y como si hubiese descubierto algo; repentinamente, rompió en una carcajada—. ¡Soy un perfecto *******!
«Mon Dieu», pensó Sophie. Quizás el tener que contenerse y sólo simular que él le agradaba no le resultaría tan fácil después de todo. Ella frunció los labios.
— ¿Puedo preguntarle qué le resulta tan divertido?
—Yo... yo soy lastimosamente gracioso. Verá... yo estaba convencido de que ella me encontraba, bueno... defectuoso, y por ello supuse que la amiga, con quien ella suponía congeniaría, debía tener algún defecto también, pero no se trataba de eso. Cree que tengo debilidad por las cantantes de ópera, pero ella...
— ¿La tiene? —le preguntó con una ceja levantada—. ¿Tiene debilidad por las cantantes de ópera?
—Sus ideas se basan en habladurías sobre una aventura que tuve mucho antes de que usted subiera a un escenario.
Ella le estudió el hermoso rostro.
—Usted no es tan viejo como pretende ser.
—Tengo treinta y cinco años, madame, y soy ciertamente mucho mayor que usted.
Era sólo un año mayor, pero esa era una información que compartiría sólo con Dios.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Si lo que dice acerca de ______ es correcto, ella se pondrá más que celosa —frunció el ceño, preocupada—. Creerá que la consideró insuficiente para usted.
Su expresión divertida se esfumó.
—_______ es perfecta —susurró con tal fervor que sus ojos destellaron tornándose azules nuevamente.
«Perfecta, pero ciega», determinó Sophie. Se sintió contenta por ______, pero triste por sí misma. ¿La miraría así algún hombre otra vez?
—Bueno, sugiero que vaya a su casa a cambiarse.
Él tragó con dificultad.
— ¿Esta noche?
Ella sonrió ante su evidente sorpresa.
—A la guerre come ‘a la guerre, Colonel. No aguardaba a que las batallas viniesen a usted, ¿o sí? Lord John y su hermana llevarán a ______ y a Iris al Covent Garden. Es un escenario perfecto para su debut. En lugar de enfrentar un atestado salón, nos sentaremos en la oscuridad la mayor parte de la velada. Ya que mi familia política alquila un palco, no preveo ninguna dificultad.
—Me parece bien. El teatro es una excelente idea —se esforzó por sonreír—. Le doy las gracias.
—Son bien recibidas —ella se puso de pie, sonriendo vivazmente. _______ también se lo agradecería, aunque para el final de la semana su amiga desearía que la casa se derrumbase sobre ella y la sepultase. Lo acompañó a la puerta de entrada, contenta con el plan—. Lo espero en una hora. Vístase con ropa oscura.
—Sí, querida —él se inclinó elegantemente—. ¿Debo llevar un anotador al teatro, en caso de que tenga que impartirme más instrucciones? No soy un completo *******, ¿sabe? —soltó una risilla.
—Ya lo veremos. Asegúrese de ser amable con ______. Compórtese de manera natural con ella. ¡Pero no demasiado natural!
—Ella se enojará con usted —le advirtió—. Incluso puede llegar a perder su amistad por esto.
—No, no será así. Al menos no para siempre.
—Puede que yo sí —reconoció lúgubremente y bajó los peldaños de la entrada principal.
CAPÍTULO 25
Y tú, que me pides que olvide,
con el semblante triste y los ojos húmedos.
George Gordon, Lord Byron.
_______ adoraba ir al teatro. Esa noche, sin embargo, sentada inmóvil en la oscuridad escuchando los refinados tonos de voz interpretando a Shakespeare, le resultaba más una tortura que una distracción. Debería haber insistido en concurrir a la fiesta, donde podía bailar, conversar y calmar su desasosiego, pero no había pensado con claridad al ceder ante las incesantes súplicas de L. J. Corrección: estaba ocupaba obsesionándose por el indescifrable conde de Ashby. ¿A quién había ido a visitar aquella noche? ¡Y pensar que ella verdaderamente se había preocupado por él, tan solo en esa casa...! ¡Ja! Pues entonces, había estado en lo correcto en haberle dicho que no. Estuvo a punto de casarse con el muy caprichoso y taimado... Y aun así, cuanto más lo pensaba, más improbable le resultaba que hubiese salido corriendo a visitar a una antigua amante tres noches después de haber hecho el amor con ella, especialmente después de haber admitido un celibato de dos años. Pero el meollo del asunto era éste: Joe poseía una vida secreta que ella desconocía por completo, una personalidad secreta que no le revelaba; y esa era la verdadera barrera entre ellos. Demonios. Sus emociones parecían estar atrapadas en un círculo vicioso de añoranza, enojo y frustración. En un minuto se imaginaba desnuda a su lado y al siguiente, deseaba destrozarle algo contundente en la cabeza.
Unos dedos, que ella no deseaba que la tocaran, le asieron la mano.
—John, por favor —protestó, apartándola.
—Estamos prácticamente comprometidos —le murmuró al oído—. Se nos está permitido.
No había nada irritante acerca de su aroma o su presencia, salvo que no era Joe.
—No estamos comprometidos —murmuró, al tiempo que le golpeó la inmutable mano con el abanico—. Por favor, detente.
Él profirió una suave risilla.
—Lo estaremos, mi querida. Iré mañana a hablar con Stilgoe.
Su expresión divertida se esfumó.
—_______ es perfecta —susurró con tal fervor que sus ojos destellaron tornándose azules nuevamente.
«Perfecta, pero ciega», determinó Sophie. Se sintió contenta por ______, pero triste por sí misma. ¿La miraría así algún hombre otra vez?
—Bueno, sugiero que vaya a su casa a cambiarse.
Él tragó con dificultad.
— ¿Esta noche?
Ella sonrió ante su evidente sorpresa.
—A la guerre come ‘a la guerre, Colonel. No aguardaba a que las batallas viniesen a usted, ¿o sí? Lord John y su hermana llevarán a ______ y a Iris al Covent Garden. Es un escenario perfecto para su debut. En lugar de enfrentar un atestado salón, nos sentaremos en la oscuridad la mayor parte de la velada. Ya que mi familia política alquila un palco, no preveo ninguna dificultad.
—Me parece bien. El teatro es una excelente idea —se esforzó por sonreír—. Le doy las gracias.
—Son bien recibidas —ella se puso de pie, sonriendo vivazmente. _______ también se lo agradecería, aunque para el final de la semana su amiga desearía que la casa se derrumbase sobre ella y la sepultase. Lo acompañó a la puerta de entrada, contenta con el plan—. Lo espero en una hora. Vístase con ropa oscura.
—Sí, querida —él se inclinó elegantemente—. ¿Debo llevar un anotador al teatro, en caso de que tenga que impartirme más instrucciones? No soy un completo *******, ¿sabe? —soltó una risilla.
—Ya lo veremos. Asegúrese de ser amable con ______. Compórtese de manera natural con ella. ¡Pero no demasiado natural!
—Ella se enojará con usted —le advirtió—. Incluso puede llegar a perder su amistad por esto.
—No, no será así. Al menos no para siempre.
—Puede que yo sí —reconoció lúgubremente y bajó los peldaños de la entrada principal.
CAPÍTULO 25
Y tú, que me pides que olvide,
con el semblante triste y los ojos húmedos.
George Gordon, Lord Byron.
_______ adoraba ir al teatro. Esa noche, sin embargo, sentada inmóvil en la oscuridad escuchando los refinados tonos de voz interpretando a Shakespeare, le resultaba más una tortura que una distracción. Debería haber insistido en concurrir a la fiesta, donde podía bailar, conversar y calmar su desasosiego, pero no había pensado con claridad al ceder ante las incesantes súplicas de L. J. Corrección: estaba ocupaba obsesionándose por el indescifrable conde de Ashby. ¿A quién había ido a visitar aquella noche? ¡Y pensar que ella verdaderamente se había preocupado por él, tan solo en esa casa...! ¡Ja! Pues entonces, había estado en lo correcto en haberle dicho que no. Estuvo a punto de casarse con el muy caprichoso y taimado... Y aun así, cuanto más lo pensaba, más improbable le resultaba que hubiese salido corriendo a visitar a una antigua amante tres noches después de haber hecho el amor con ella, especialmente después de haber admitido un celibato de dos años. Pero el meollo del asunto era éste: Joe poseía una vida secreta que ella desconocía por completo, una personalidad secreta que no le revelaba; y esa era la verdadera barrera entre ellos. Demonios. Sus emociones parecían estar atrapadas en un círculo vicioso de añoranza, enojo y frustración. En un minuto se imaginaba desnuda a su lado y al siguiente, deseaba destrozarle algo contundente en la cabeza.
Unos dedos, que ella no deseaba que la tocaran, le asieron la mano.
—John, por favor —protestó, apartándola.
—Estamos prácticamente comprometidos —le murmuró al oído—. Se nos está permitido.
No había nada irritante acerca de su aroma o su presencia, salvo que no era Joe.
—No estamos comprometidos —murmuró, al tiempo que le golpeó la inmutable mano con el abanico—. Por favor, detente.
Él profirió una suave risilla.
—Lo estaremos, mi querida. Iré mañana a hablar con Stilgoe.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Estaba a punto de decirle que debería consultarlo primero con ella. En lugar de eso, dijo:
—Qué torpe de mí. Dejé el programa en el coche. ¿Serías tan amable de ir a buscarlo?
—Será un placer.
Se puso de pie rozándole adrede la rodilla con la suya y se retiró del palco. ______ se relajó, aliviada. Stilgoe no daría su consentimiento sin preguntarle primero, pero ella sabía muy bien que no podría mantener en ascuas a ninguno de ambos por mucho tiempo. Pero necesitaba tiempo desesperadamente para aceptar que no se casaría con el hombre al que amaba, de quien se había quejado y al mismo tiempo, anhelado hasta el punto de experimentar una agonía física.
—Me he enterado de que tu obra de caridad es un gran éxito —susurró Olivia, cambiándose de asiento para ocupar el de John—. Todos hablan de ello, y especialmente acerca de tu ilustre patrocinador. ¿Cómo te comunicas con él? ¿Visita la agencia, o vas a verlo a la mansión Lancaster?
—Por correspondencia —dijo evasiva, ya que le enviaba las facturas y las listas de contribuciones de esa manera.
—Joe era extremadamente apuesto de joven. Crecimos juntos, ¿lo sabías? —cuando ______ giró la cabeza, Olivia la miró de soslayo—. No te lo contó, ¿me equivoco? Oh, nos conocimos muy bien. Mi abuelo sintió pena por el niño y lo incluyó en las celebraciones familiares. Pobre Joe, no tenía a nadie, era huérfano. Nunca fue uno de nosotros, pero igualmente lo adoptamos. Me atrevo a decir que, de no haber sido por nuestra generosidad, no habría dejado Eton durante las vacaciones de verano. Detestaba cenar solo con diez sirvientes como única compañía, el pobrecillo.
La manera en que Olivia lo relataba hizo que _______ sintiera lástima por Joe. No cabían dudas de por qué a él le agradaba la familia de ella; ya que nunca lo hicieron sentir que no era uno de ellos.
—Naturalmente se enamoró perdidamente de mí —el iceberg continuó con presunción empalagosa—. Me escribió un sinfín de cartas. Oh, no era un poeta, pero tenía una manera de expresar sus sentimientos... y deseos... de lo más elocuente. ¡Qué apasionamiento! Dicen que el primer amor es inolvidable —Olivia suspiró e _______ deseó bajarle los dientes. La bruja era tan obvia como maliciosa. Aun así, había logrado su cometido: _______ se retorció de celos.
Joe había amado a Olivia y muy probablemente había estado comprometido con ella
. ¡La despiadada reina del hielo poseía una caja repleta de sus cartas de amor!
Por la mirada de satisfacción reflejada en su rostro, Olivia parecía estar preparándose para dar su coup de grace.
—Cuando se me declaró, no tuve valor para rechazarlo y nos comprometimos.
¡Lo sabía!
Olivia era la misteriosa prometida de Joe. Will y Charlie deberían haber estado al tanto de ese compromiso y se lo habían ocultado, ¿por qué? ¿Y por qué Joe lo mantenía en secreto? ¿Acaso todavía desfallecía de amor por ella? Recuperando la compostura, _______ preguntó:
— ¿Qué sucedió?
—Estuvimos comprometidos durante tres años, y aunque él me visitaba cada vez que estaba de permiso en Inglaterra, a mí me parecía que la guerra no llegaría nunca a su fin.
—Así que cancelaste el compromiso y te casaste con lord Bradford —concluyó _______ disgustada. Finalmente comprendió el interés de Joe en escapar. «Posponer nuestro casamiento podría conducir a todo tipo de problemas. Créeme. Ya he pasado por esto. No fue una experiencia agradable». Mientras estaba luchando contra Napoleón, la mujer a quien amaba había aceptado la propuesta de otro hombre. Estúpida, impaciente y cruel Olivia. Bradford era un pobre sustituto del hombre que podría haber tenido, el hombre que ella misma podría haber tenido, ¿acaso era ella igual de culpable por su estupidez, impaciencia y crueldad?
—El pobre Joe estaba devastado —suspiró Olivia—. Sus amigos me contaron que se embriagó durante un mes y nunca volvió a ser el mismo después de eso. Lamento profundamente haberlo lastimado, pero bueno...
¿Cómo podía alguien jactarse de haberle roto el corazón a otra persona? Disgustada con la conversación y sintiéndose muy triste, _______ levantó los binoculares para examinar a los ocupantes de los otros palcos. Vio a Ryan Macalister siendo cortejado y manoseado por Sally Jersey en su palco y esperó que Iris no los hubiese visto desde el asiento que ocupaba detrás de ella. _______ dudó de que hubiese podido soportar ver a Joe acompañando a otra mujer por la ciudad. La mera idea le heló el corazón.
—Qué torpe de mí. Dejé el programa en el coche. ¿Serías tan amable de ir a buscarlo?
—Será un placer.
Se puso de pie rozándole adrede la rodilla con la suya y se retiró del palco. ______ se relajó, aliviada. Stilgoe no daría su consentimiento sin preguntarle primero, pero ella sabía muy bien que no podría mantener en ascuas a ninguno de ambos por mucho tiempo. Pero necesitaba tiempo desesperadamente para aceptar que no se casaría con el hombre al que amaba, de quien se había quejado y al mismo tiempo, anhelado hasta el punto de experimentar una agonía física.
—Me he enterado de que tu obra de caridad es un gran éxito —susurró Olivia, cambiándose de asiento para ocupar el de John—. Todos hablan de ello, y especialmente acerca de tu ilustre patrocinador. ¿Cómo te comunicas con él? ¿Visita la agencia, o vas a verlo a la mansión Lancaster?
—Por correspondencia —dijo evasiva, ya que le enviaba las facturas y las listas de contribuciones de esa manera.
—Joe era extremadamente apuesto de joven. Crecimos juntos, ¿lo sabías? —cuando ______ giró la cabeza, Olivia la miró de soslayo—. No te lo contó, ¿me equivoco? Oh, nos conocimos muy bien. Mi abuelo sintió pena por el niño y lo incluyó en las celebraciones familiares. Pobre Joe, no tenía a nadie, era huérfano. Nunca fue uno de nosotros, pero igualmente lo adoptamos. Me atrevo a decir que, de no haber sido por nuestra generosidad, no habría dejado Eton durante las vacaciones de verano. Detestaba cenar solo con diez sirvientes como única compañía, el pobrecillo.
La manera en que Olivia lo relataba hizo que _______ sintiera lástima por Joe. No cabían dudas de por qué a él le agradaba la familia de ella; ya que nunca lo hicieron sentir que no era uno de ellos.
—Naturalmente se enamoró perdidamente de mí —el iceberg continuó con presunción empalagosa—. Me escribió un sinfín de cartas. Oh, no era un poeta, pero tenía una manera de expresar sus sentimientos... y deseos... de lo más elocuente. ¡Qué apasionamiento! Dicen que el primer amor es inolvidable —Olivia suspiró e _______ deseó bajarle los dientes. La bruja era tan obvia como maliciosa. Aun así, había logrado su cometido: _______ se retorció de celos.
Joe había amado a Olivia y muy probablemente había estado comprometido con ella
. ¡La despiadada reina del hielo poseía una caja repleta de sus cartas de amor!
Por la mirada de satisfacción reflejada en su rostro, Olivia parecía estar preparándose para dar su coup de grace.
—Cuando se me declaró, no tuve valor para rechazarlo y nos comprometimos.
¡Lo sabía!
Olivia era la misteriosa prometida de Joe. Will y Charlie deberían haber estado al tanto de ese compromiso y se lo habían ocultado, ¿por qué? ¿Y por qué Joe lo mantenía en secreto? ¿Acaso todavía desfallecía de amor por ella? Recuperando la compostura, _______ preguntó:
— ¿Qué sucedió?
—Estuvimos comprometidos durante tres años, y aunque él me visitaba cada vez que estaba de permiso en Inglaterra, a mí me parecía que la guerra no llegaría nunca a su fin.
—Así que cancelaste el compromiso y te casaste con lord Bradford —concluyó _______ disgustada. Finalmente comprendió el interés de Joe en escapar. «Posponer nuestro casamiento podría conducir a todo tipo de problemas. Créeme. Ya he pasado por esto. No fue una experiencia agradable». Mientras estaba luchando contra Napoleón, la mujer a quien amaba había aceptado la propuesta de otro hombre. Estúpida, impaciente y cruel Olivia. Bradford era un pobre sustituto del hombre que podría haber tenido, el hombre que ella misma podría haber tenido, ¿acaso era ella igual de culpable por su estupidez, impaciencia y crueldad?
—El pobre Joe estaba devastado —suspiró Olivia—. Sus amigos me contaron que se embriagó durante un mes y nunca volvió a ser el mismo después de eso. Lamento profundamente haberlo lastimado, pero bueno...
¿Cómo podía alguien jactarse de haberle roto el corazón a otra persona? Disgustada con la conversación y sintiéndose muy triste, _______ levantó los binoculares para examinar a los ocupantes de los otros palcos. Vio a Ryan Macalister siendo cortejado y manoseado por Sally Jersey en su palco y esperó que Iris no los hubiese visto desde el asiento que ocupaba detrás de ella. _______ dudó de que hubiese podido soportar ver a Joe acompañando a otra mujer por la ciudad. La mera idea le heló el corazón.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Distraídamente, recorrió con los binoculares los palcos que bullían de actividad. Como de costumbre, los ocupantes estaban más interesados en espiarse unos a otros y en gratificarse con nuevos chismes que en observar la representación. Curiosamente, la atención de todos se centraba en un palco en particular. Estaba localizado a su derecha, uno más caro que el que ella ocupaba por estar más cerca del escenario. Enfocó los binoculares en esa dirección y quedó boquiabierta, consternada a tal punto que casi se le cayeron de las manos.
Joe. Elegante y tranquilo, vestido de negro con un broche de esmeralda clavado en la nívea corbata, su perfil patricio no delataba signo alguno de estar al tanto de la conmoción que causaba. Y eso no era todo. A su lado había una dama con un vestido de color rubí y con profusas joyas, cuyo rostro no se veía. ¿Qué demonios hacía él allí, asistiendo a una obra con una... ramera? ¿Una salida secreta dos noches atrás y ahora esto? ¡Se suponía que era un ermitaño recalcitrante, por el amor de Dios!
Mientras observaba estupefacta, él giró la cabeza y sus centelleantes ojos hallaron los de ella, como si hubiese sabido desde un comienzo dónde se hallaba. Sintió que el corazón le daba un brinco. La Gárgola había salido de su cueva y se había reinsertado en el mundo, pero lo había hecho con otra mujer. Ella bajó los binoculares con manos temblorosas. ¿Acaso restregarle por la cara alguien deslumbrante era intencional?
Con los ojos enigmáticamente brillantes, él le hizo un gesto con la cabeza y movió los labios diciendo:
—Buenas noches —después se giró hacia la mujer de rojo. Su compañera asomó la cabeza y la saludó con la mano.
— ¿Sophie?—_______ se atragantó, ¿Qué estaba haciendo ella con él? Atónita, se recostó en el asiento y murmuró por encima del hombro—. Iris. Mira quién se encuentra allí... ala derecha...
Iris le apretó el hombro a _______.
—Parece que nuestra entrometida amiga se ha convertido en una casamentera —susurre»—. Sonríe, saluda y mantente calmada. Más tarde la sacaremos de aquí y le dispararemos.
_______ no deseaba ni sonreír ni saludar, y ciertamente, no podía mantenerse calmada.
—La odio.
—Quizás cree que ti está haciendo un favor —razonó Iris con voz apagada, pero _______ discrepó. Si Sophie Fairchild estaba haciéndole un favor, ella estaría sentada allí con Joe.
— ¿Qué me he perdido? —preguntó John en voz baja desde el asiento que había ocupado Olivia. Sonriendo, le entregó el programa a _______—. Ven a sentarte conmigo en la parte de atrás. No te importa, ¿o sí? —le preguntó a Iris.
_______ no apartaba los ojos de la pareja que acaparaba la atención de la concurrencia. Joe volvió a mirarla y ella podría haber jurado que sus ojos tenían destello de triunfo. ¿Acaso se estaba regodeando? ¿Acaso era éste su castigo por haberlo rechazado, reinsertarse en la alta sociedad del brazo de su mejor amiga? Se resistía a aceptar que Sophie se prestase a tal infamia. Debía estar malinterpretando la situación. Joe no era ni vengativo ni cruel; y Sophie nunca la apuñalaría por la espalda. Nunca. Pero después sucedió lo impensable. Él sonrió ampliamente ante algo que Sophie le dijo al oído, y le besó los nudillos enguantados. Había besado la mano de Sophie. _______ se puso de pie.
— ¿Podemos cambiar de lugar, Iris?
—Seremos sus carabinas desde la parte delantera —aseguró Olivia cuando Iris titubeó.
Mientras cambiaban asientos, Iris le habló al oído a _______:
—No me escondería en la parte trasera de un palco con un hombre a quien no quiero sólo para molestar al que quiero. Todo el mundo nos observa.
Era esa alternativa, o correr hacia su casa; anunciándole así a todo el mundo que estaba enamorada del conde de Ashby. _______ se sentó tensa en el asiento de Iris y clavó la mirada en el escenario. «Piensa en otra cosa», se dijo al tiempo que las lágrimas se agolpaban en sus ojos.
Un dedo le tocó el mentón y le giró la cabeza hacia un costado. Antes de darse cuenta de lo que intentaba hacer John, él la besó suavemente. « ¿Qué haces?», oyó el grito en su mente.
Lo apartó y se puso de pie con dificultad. Indignada, atravesó las pesadas cortinas de la parte trasera del palco y avanzó rápidamente por el corredor vacío hacia la entrada del teatro.
— ¡_______! —rugió una voz profunda a sus espaldas, pero ella continuó corriendo, jadeando entre sollozos.
Un coche se aproximó a la escalinata de la entrada cuando ella salió del portal.
—Al número 7 de la calle Dover —le dijo al conductor. El coche comenzó a avanzar y se desplomó contra los gastados cojines. El mundo se había vuelto loco esa noche, y el único lugar cuerdo que le quedaba era su hogar.
Joe se detuvo en el último escalón y observó alejarse el coche en el que _______ había partido. Maldijo, deseando romperle el cuello a Macalister. Haber observado a _______ permitirle a Hanson que la besara casi lo hizo saltar del palco. Sí, deseaba que ella sintiera celos; los celos hacían que el corazón sintiera más cariño, pero no por el rival. Maldición. Todo se había ido al diablo.
—Vuelva a entrar antes de que se enciendan las luces y el pasillo se llene de gente —dijo una voz con acento francés a sus espaldas—. Ya hemos llegado hasta aquí, no lo arruinemos.
Él se dio la vuelta rápidamente, tenía los músculos tensos por la ira casi incontenible.
— ¡Iré tras ella! ¡Es absurdo! ¡Si su hermano se entera de ese beso, estará comprometida para mañana a la hora del desayuno!
Sophie le echó una mirada de preocupación a un sirviente y susurró:
—Cálmese y, por el amor de Dios, baje la voz. ¿Piensa que Stilgoe puede hacer que se case con alguien a quien ella no quiere?
Joe. Elegante y tranquilo, vestido de negro con un broche de esmeralda clavado en la nívea corbata, su perfil patricio no delataba signo alguno de estar al tanto de la conmoción que causaba. Y eso no era todo. A su lado había una dama con un vestido de color rubí y con profusas joyas, cuyo rostro no se veía. ¿Qué demonios hacía él allí, asistiendo a una obra con una... ramera? ¿Una salida secreta dos noches atrás y ahora esto? ¡Se suponía que era un ermitaño recalcitrante, por el amor de Dios!
Mientras observaba estupefacta, él giró la cabeza y sus centelleantes ojos hallaron los de ella, como si hubiese sabido desde un comienzo dónde se hallaba. Sintió que el corazón le daba un brinco. La Gárgola había salido de su cueva y se había reinsertado en el mundo, pero lo había hecho con otra mujer. Ella bajó los binoculares con manos temblorosas. ¿Acaso restregarle por la cara alguien deslumbrante era intencional?
Con los ojos enigmáticamente brillantes, él le hizo un gesto con la cabeza y movió los labios diciendo:
—Buenas noches —después se giró hacia la mujer de rojo. Su compañera asomó la cabeza y la saludó con la mano.
— ¿Sophie?—_______ se atragantó, ¿Qué estaba haciendo ella con él? Atónita, se recostó en el asiento y murmuró por encima del hombro—. Iris. Mira quién se encuentra allí... ala derecha...
Iris le apretó el hombro a _______.
—Parece que nuestra entrometida amiga se ha convertido en una casamentera —susurre»—. Sonríe, saluda y mantente calmada. Más tarde la sacaremos de aquí y le dispararemos.
_______ no deseaba ni sonreír ni saludar, y ciertamente, no podía mantenerse calmada.
—La odio.
—Quizás cree que ti está haciendo un favor —razonó Iris con voz apagada, pero _______ discrepó. Si Sophie Fairchild estaba haciéndole un favor, ella estaría sentada allí con Joe.
— ¿Qué me he perdido? —preguntó John en voz baja desde el asiento que había ocupado Olivia. Sonriendo, le entregó el programa a _______—. Ven a sentarte conmigo en la parte de atrás. No te importa, ¿o sí? —le preguntó a Iris.
_______ no apartaba los ojos de la pareja que acaparaba la atención de la concurrencia. Joe volvió a mirarla y ella podría haber jurado que sus ojos tenían destello de triunfo. ¿Acaso se estaba regodeando? ¿Acaso era éste su castigo por haberlo rechazado, reinsertarse en la alta sociedad del brazo de su mejor amiga? Se resistía a aceptar que Sophie se prestase a tal infamia. Debía estar malinterpretando la situación. Joe no era ni vengativo ni cruel; y Sophie nunca la apuñalaría por la espalda. Nunca. Pero después sucedió lo impensable. Él sonrió ampliamente ante algo que Sophie le dijo al oído, y le besó los nudillos enguantados. Había besado la mano de Sophie. _______ se puso de pie.
— ¿Podemos cambiar de lugar, Iris?
—Seremos sus carabinas desde la parte delantera —aseguró Olivia cuando Iris titubeó.
Mientras cambiaban asientos, Iris le habló al oído a _______:
—No me escondería en la parte trasera de un palco con un hombre a quien no quiero sólo para molestar al que quiero. Todo el mundo nos observa.
Era esa alternativa, o correr hacia su casa; anunciándole así a todo el mundo que estaba enamorada del conde de Ashby. _______ se sentó tensa en el asiento de Iris y clavó la mirada en el escenario. «Piensa en otra cosa», se dijo al tiempo que las lágrimas se agolpaban en sus ojos.
Un dedo le tocó el mentón y le giró la cabeza hacia un costado. Antes de darse cuenta de lo que intentaba hacer John, él la besó suavemente. « ¿Qué haces?», oyó el grito en su mente.
Lo apartó y se puso de pie con dificultad. Indignada, atravesó las pesadas cortinas de la parte trasera del palco y avanzó rápidamente por el corredor vacío hacia la entrada del teatro.
— ¡_______! —rugió una voz profunda a sus espaldas, pero ella continuó corriendo, jadeando entre sollozos.
Un coche se aproximó a la escalinata de la entrada cuando ella salió del portal.
—Al número 7 de la calle Dover —le dijo al conductor. El coche comenzó a avanzar y se desplomó contra los gastados cojines. El mundo se había vuelto loco esa noche, y el único lugar cuerdo que le quedaba era su hogar.
Joe se detuvo en el último escalón y observó alejarse el coche en el que _______ había partido. Maldijo, deseando romperle el cuello a Macalister. Haber observado a _______ permitirle a Hanson que la besara casi lo hizo saltar del palco. Sí, deseaba que ella sintiera celos; los celos hacían que el corazón sintiera más cariño, pero no por el rival. Maldición. Todo se había ido al diablo.
—Vuelva a entrar antes de que se enciendan las luces y el pasillo se llene de gente —dijo una voz con acento francés a sus espaldas—. Ya hemos llegado hasta aquí, no lo arruinemos.
Él se dio la vuelta rápidamente, tenía los músculos tensos por la ira casi incontenible.
— ¡Iré tras ella! ¡Es absurdo! ¡Si su hermano se entera de ese beso, estará comprometida para mañana a la hora del desayuno!
Sophie le echó una mirada de preocupación a un sirviente y susurró:
—Cálmese y, por el amor de Dios, baje la voz. ¿Piensa que Stilgoe puede hacer que se case con alguien a quien ella no quiere?
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Parecía querer besar a Hanson hace un momento, ¡y frente a todo el mundo!
—No frente a todo el mundo, frente a usted. Todos los demás nos miraban a nosotros. De cualquier manera, ella le puso fin al beso casi de inmediato. Recuerde, _______ acaba de recibir un golpe sorpresivo. La próxima vez nos esperará con las garras afiladas, que es precisamente lo que desea. Sea paciente.
Si ella había permitido que Hanson la besara para desquitarse con él por su aparición en público, temía pensar lo que ella le permitiría hacer al tiburón rubio al día siguiente. Se pasó la mano por el cabello y sintió una presión sofocante comprimirle el pecho.
—Le supliqué que se casara conmigo, que pasara el resto de su vida a mi lado, y me acusó de ser un monstruo despreciable a quien ella no le importaba para nada, y que deseaba encerrarla en una jaula. ¡En una jaula! —su respiración acelerada formaba anillos en el frío aire de la noche. Aquello estaba destruyéndolo, la deseaba hasta la locura, pero cada palabra que decía, o cada cosa que hacía para atraerla, parecía alejarla más y más—. Nunca quise a ninguna otra mujer excepto a ella.
Sophie lo cogió del brazo.
—Venga, entremos antes de que comience el intervalo. Tenemos un affaire que exhibir y también deberíamos ejercitar sus oxidados modales sociales.
Él la miró.
— ¿Qué sentido tiene, Sophie? —dijo, al tiempo que exhalaba fatigado. Los acontecimientos de esa noche habían afectado su espíritu más de lo que deseaba admitir—. Ella no me quiere, no de verdad. Fui su fantasía de la niñez. Todo mi ser la intimida. Seguirá poniendo excusas...
—Por tanto debe demostrarle que es el mismo hombre que conoció años atrás, recordarle que ese hombre todavía existe —ella le golpeó el pecho con el dedo— ahí dentro.
— ¿Que me coloque el uniforme y le haga una visita al número 7 de la calle Dover? —dijo con tono sarcástico y triste.
— ¿Por qué no?—ella le dispensó una sonrisa amable y lo arrastró de regreso a la sala de torturas.
— ¿Qué me sucedió, Sophie? Solía ser un hombre.
—Todavía es un hombre magnífico, pero tuvo una experiencia traumática en la guerra, y su mente todavía no se ha recuperado por completo. En cuanto a _______, debe cortejarla, deslumbrarla con su inteligencia, encanto y cualquier cosa que tenga en su arsenal... quiero decir, cualquier cosa que no la arruine por completo.
—Pensé que se suponía que debía cortejarla a usted —le contestó, preguntándose si Sophie tenía noción de cuánto había ya arruinado a su amiga de dorados cabellos. Probablemente sí la tenía, la muy astuta, pero era lo suficientemente hábil como para no hacer una alusión directa a las transgresiones cometidas tanto por _______ como por él mismo.
—Ah, mon petit ami, he oído grandes historias acerca de sus proezas pasadas. De seguro no dejará que una amante falsa se interponga a una conquista mucho más importante.
— ¿Quiere decir que debo acompañarla a usted en público y cortejarla a ella en privado?
La idea tenía su mérito, eso era seguro. Desde luego _______ lo acusaría de rondarla a hurtadillas nuevamente, sólo que esta vez no lo haría en la oscuridad ni detrás de los muros de la residencia Lancaster. Podía hacerlo a plena luz del día y en público. Sin embargo, antes de ello, tal como Sophie lo había sabiamente expresado, necesitaba pulir sus modales sociales. Había estado espantosamente cerca de desplomarse un momento atrás, y simplemente era demasiado orgulloso como para apoyarse en _______ para reinsertarse en la refinada sociedad.
—Mañana a la noche —Sophie interrumpió sus pensamientos—. Stilgoe y su esposa llevarán a _______ a ver los fuegos artificiales en Vauxhall Gardens. Debemos ir también.
—Si debemos hacerlo, hagámoslo.
—Al día siguiente, vendrá a la agencia y me invitará a almorzar. También es muy importante que recorra la ciudad durante el día, ¿comprende?
—Sí, mi rudo y estricto sargento de caballería.
—Después, iremos nuestro primer baile. Para entonces, habrá sido bombardeado con invitaciones.
—Debería haber traído la maldita libreta de anotaciones, después de todo.
—Ahora deje de fruncir el ceño y sonría.
— ¿Por qué? —gruñó al tiempo que se percataba vagamente de que ya no estaban a oscuras.
—El intervalo —contestó la entretenida voz de Macalister, al tiempo que hacía a un lado los cortinajes y dejaba pasar al palco al primer grupo de buitres hambrientos de chismes.
—No frente a todo el mundo, frente a usted. Todos los demás nos miraban a nosotros. De cualquier manera, ella le puso fin al beso casi de inmediato. Recuerde, _______ acaba de recibir un golpe sorpresivo. La próxima vez nos esperará con las garras afiladas, que es precisamente lo que desea. Sea paciente.
Si ella había permitido que Hanson la besara para desquitarse con él por su aparición en público, temía pensar lo que ella le permitiría hacer al tiburón rubio al día siguiente. Se pasó la mano por el cabello y sintió una presión sofocante comprimirle el pecho.
—Le supliqué que se casara conmigo, que pasara el resto de su vida a mi lado, y me acusó de ser un monstruo despreciable a quien ella no le importaba para nada, y que deseaba encerrarla en una jaula. ¡En una jaula! —su respiración acelerada formaba anillos en el frío aire de la noche. Aquello estaba destruyéndolo, la deseaba hasta la locura, pero cada palabra que decía, o cada cosa que hacía para atraerla, parecía alejarla más y más—. Nunca quise a ninguna otra mujer excepto a ella.
Sophie lo cogió del brazo.
—Venga, entremos antes de que comience el intervalo. Tenemos un affaire que exhibir y también deberíamos ejercitar sus oxidados modales sociales.
Él la miró.
— ¿Qué sentido tiene, Sophie? —dijo, al tiempo que exhalaba fatigado. Los acontecimientos de esa noche habían afectado su espíritu más de lo que deseaba admitir—. Ella no me quiere, no de verdad. Fui su fantasía de la niñez. Todo mi ser la intimida. Seguirá poniendo excusas...
—Por tanto debe demostrarle que es el mismo hombre que conoció años atrás, recordarle que ese hombre todavía existe —ella le golpeó el pecho con el dedo— ahí dentro.
— ¿Que me coloque el uniforme y le haga una visita al número 7 de la calle Dover? —dijo con tono sarcástico y triste.
— ¿Por qué no?—ella le dispensó una sonrisa amable y lo arrastró de regreso a la sala de torturas.
— ¿Qué me sucedió, Sophie? Solía ser un hombre.
—Todavía es un hombre magnífico, pero tuvo una experiencia traumática en la guerra, y su mente todavía no se ha recuperado por completo. En cuanto a _______, debe cortejarla, deslumbrarla con su inteligencia, encanto y cualquier cosa que tenga en su arsenal... quiero decir, cualquier cosa que no la arruine por completo.
—Pensé que se suponía que debía cortejarla a usted —le contestó, preguntándose si Sophie tenía noción de cuánto había ya arruinado a su amiga de dorados cabellos. Probablemente sí la tenía, la muy astuta, pero era lo suficientemente hábil como para no hacer una alusión directa a las transgresiones cometidas tanto por _______ como por él mismo.
—Ah, mon petit ami, he oído grandes historias acerca de sus proezas pasadas. De seguro no dejará que una amante falsa se interponga a una conquista mucho más importante.
— ¿Quiere decir que debo acompañarla a usted en público y cortejarla a ella en privado?
La idea tenía su mérito, eso era seguro. Desde luego _______ lo acusaría de rondarla a hurtadillas nuevamente, sólo que esta vez no lo haría en la oscuridad ni detrás de los muros de la residencia Lancaster. Podía hacerlo a plena luz del día y en público. Sin embargo, antes de ello, tal como Sophie lo había sabiamente expresado, necesitaba pulir sus modales sociales. Había estado espantosamente cerca de desplomarse un momento atrás, y simplemente era demasiado orgulloso como para apoyarse en _______ para reinsertarse en la refinada sociedad.
—Mañana a la noche —Sophie interrumpió sus pensamientos—. Stilgoe y su esposa llevarán a _______ a ver los fuegos artificiales en Vauxhall Gardens. Debemos ir también.
—Si debemos hacerlo, hagámoslo.
—Al día siguiente, vendrá a la agencia y me invitará a almorzar. También es muy importante que recorra la ciudad durante el día, ¿comprende?
—Sí, mi rudo y estricto sargento de caballería.
—Después, iremos nuestro primer baile. Para entonces, habrá sido bombardeado con invitaciones.
—Debería haber traído la maldita libreta de anotaciones, después de todo.
—Ahora deje de fruncir el ceño y sonría.
— ¿Por qué? —gruñó al tiempo que se percataba vagamente de que ya no estaban a oscuras.
—El intervalo —contestó la entretenida voz de Macalister, al tiempo que hacía a un lado los cortinajes y dejaba pasar al palco al primer grupo de buitres hambrientos de chismes.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
CAPÍTULO 26
A la mañana siguiente, _______ irrumpió en la oficina de Sophie.
— ¿Te importaría explicar...?
Sophie le hizo una seña para que aguardase un momento y volvió la cabeza hacia la mujer a quien estaba entrevistando.
—Creo que ya hemos cubierto todos los puntos, señorita Billingsworth. En cuanto se presente una solicitud para una institutriz, contactaremos con usted. Gracias por venir.
—Gracias, señorita Fairchild. Usted me ha dado esperanzas —la mujer se puso de pie y salió después de mirar recelosamente a _______.
_______ cerró la puerta con fuerza.
— ¿Que hacías en el teatro con Joe, Sophie?
—Me invitó. No vi ninguna razón para rechazarlo.
_______ se enfureció.
— ¡La razón se encuentra de pie aquí, justamente frente a ti!
Sophie se puso de pie y se dirigió a servirse un vaso de agua.
—Sé honesta, _______. No lo quieres. No realmente. Te di excelentes consejos y los desestimaste por completo. ¿Esperabas que él se quedara solo para siempre? Él quiere compañía, y como tú no lo aceptaste, ¿por qué no debería hacerlo yo?
_______ sintió que estaba a punto de explotar.
—Porque... —«él es mío!».
—Me dijo que habías sido tú quien pensaba que él y yo nos llevaríamos bien. Tenías razón.
_______ pestañeó para apartar de sus ojos lágrimas de desdicha.
—Sí, también pensaba que eras mi amiga, Sophie.
—Lo soy.
— ¡No lo eres en absoluto! Eres una cruel, inmoral... bruja traicionera. Sabías que lo amaba... ¡y te lo quedaste!
—No tomé nada que no hubieses desechado —contestó quedamente Sophie—. Sin embargo, si tus sentimientos hacia él no han cambiado, te sugiero que vayas a buscarlo y le digas que lo has reconsiderado. No me interpondré en tu camino. Y no lo volveré a ver si te rechaza. ¿Te parece aceptable?
—Lo he reconsiderado... ¡Los dos podéis iros al infierno!
_______ giró sobre sus talones y salió intempestivamente de la sala. Aceptable. ¡Ja! Ella nunca volvería a él arrastrándose. Tres veces le había confesado su amor. Lo había buscado, le había entregado su virtud; lo había convencido de darle fin a su aislamiento... ¡pero ya era suficiente! Si Sophie era lo que él deseaba, pues entonces, así sería.
Maldiciendo por lo bajo, entró a su oficina y se detuvo cuando el lord John Hanson dio un paso adelante para saludarla.
—_______, querida. He venido a disculparme por lo de anoche.
Ella lo miró inexpresivamente, después recordó el fugaz beso.
—Oh, eso. Bueno, no deberías haberlo hecho. —Comenzó a dirigirse hacia su silla detrás del escritorio, pero él la cogió de las manos.
Lentamente se puso de rodillas. «Oh, no», ahogó un gruñido. «Ahora no».
—Mi adorable _______, yo...
—Buenos días.
Ante el sonido de la grave voz tan familiar ´_______ sintió que se le erizaba la piel de los brazos. Levantó la vista, al tiempo que sentía el calor recorrerle el cuerpo y se encontró con los inescrutables ojos verdes de Joe (justo a tiempo!!! xdd). «Qué entrada tan oportuna», pensó vengativa y jubilosamente, digna de una obra de Shakespeare.
—Buenos días.
Visiblemente molesto, John se puso de pie.
—Joseph.
—Hanson —dijo Joe modulando adustamente las palabras, después dejó de prestar atención al hombre para centrarse en ella—. Sophie me dijo que faltan cincuenta libras de la caja de la fundación. Vine para investigar el asunto.
John se agitó.
— ¿Irás a ver los fuegos artificiales en Vauxhall esta noche? —le preguntó. _______ parpadeó.
—Me acompañarán mi hermano y su esposa.
—Espléndido, te dejaré ocuparte de tus negocios de caridad, entonces. Que tengas buen día, querida —le besó la mano y se retiró como si se le estuviese incendiando la cola. Ella pensó que su comportamiento era de lo más extraño. Tenía claro que Joe no lo golpearía por el insulto que le había proferido en el baile de caridad.
A la mañana siguiente, _______ irrumpió en la oficina de Sophie.
— ¿Te importaría explicar...?
Sophie le hizo una seña para que aguardase un momento y volvió la cabeza hacia la mujer a quien estaba entrevistando.
—Creo que ya hemos cubierto todos los puntos, señorita Billingsworth. En cuanto se presente una solicitud para una institutriz, contactaremos con usted. Gracias por venir.
—Gracias, señorita Fairchild. Usted me ha dado esperanzas —la mujer se puso de pie y salió después de mirar recelosamente a _______.
_______ cerró la puerta con fuerza.
— ¿Que hacías en el teatro con Joe, Sophie?
—Me invitó. No vi ninguna razón para rechazarlo.
_______ se enfureció.
— ¡La razón se encuentra de pie aquí, justamente frente a ti!
Sophie se puso de pie y se dirigió a servirse un vaso de agua.
—Sé honesta, _______. No lo quieres. No realmente. Te di excelentes consejos y los desestimaste por completo. ¿Esperabas que él se quedara solo para siempre? Él quiere compañía, y como tú no lo aceptaste, ¿por qué no debería hacerlo yo?
_______ sintió que estaba a punto de explotar.
—Porque... —«él es mío!».
—Me dijo que habías sido tú quien pensaba que él y yo nos llevaríamos bien. Tenías razón.
_______ pestañeó para apartar de sus ojos lágrimas de desdicha.
—Sí, también pensaba que eras mi amiga, Sophie.
—Lo soy.
— ¡No lo eres en absoluto! Eres una cruel, inmoral... bruja traicionera. Sabías que lo amaba... ¡y te lo quedaste!
—No tomé nada que no hubieses desechado —contestó quedamente Sophie—. Sin embargo, si tus sentimientos hacia él no han cambiado, te sugiero que vayas a buscarlo y le digas que lo has reconsiderado. No me interpondré en tu camino. Y no lo volveré a ver si te rechaza. ¿Te parece aceptable?
—Lo he reconsiderado... ¡Los dos podéis iros al infierno!
_______ giró sobre sus talones y salió intempestivamente de la sala. Aceptable. ¡Ja! Ella nunca volvería a él arrastrándose. Tres veces le había confesado su amor. Lo había buscado, le había entregado su virtud; lo había convencido de darle fin a su aislamiento... ¡pero ya era suficiente! Si Sophie era lo que él deseaba, pues entonces, así sería.
Maldiciendo por lo bajo, entró a su oficina y se detuvo cuando el lord John Hanson dio un paso adelante para saludarla.
—_______, querida. He venido a disculparme por lo de anoche.
Ella lo miró inexpresivamente, después recordó el fugaz beso.
—Oh, eso. Bueno, no deberías haberlo hecho. —Comenzó a dirigirse hacia su silla detrás del escritorio, pero él la cogió de las manos.
Lentamente se puso de rodillas. «Oh, no», ahogó un gruñido. «Ahora no».
—Mi adorable _______, yo...
—Buenos días.
Ante el sonido de la grave voz tan familiar ´_______ sintió que se le erizaba la piel de los brazos. Levantó la vista, al tiempo que sentía el calor recorrerle el cuerpo y se encontró con los inescrutables ojos verdes de Joe (justo a tiempo!!! xdd). «Qué entrada tan oportuna», pensó vengativa y jubilosamente, digna de una obra de Shakespeare.
—Buenos días.
Visiblemente molesto, John se puso de pie.
—Joseph.
—Hanson —dijo Joe modulando adustamente las palabras, después dejó de prestar atención al hombre para centrarse en ella—. Sophie me dijo que faltan cincuenta libras de la caja de la fundación. Vine para investigar el asunto.
John se agitó.
— ¿Irás a ver los fuegos artificiales en Vauxhall esta noche? —le preguntó. _______ parpadeó.
—Me acompañarán mi hermano y su esposa.
—Espléndido, te dejaré ocuparte de tus negocios de caridad, entonces. Que tengas buen día, querida —le besó la mano y se retiró como si se le estuviese incendiando la cola. Ella pensó que su comportamiento era de lo más extraño. Tenía claro que Joe no lo golpearía por el insulto que le había proferido en el baile de caridad.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Joe cogió el picaporte.
—Por favor, deje la puerta abierta, lord Joseph —dijo _______ tajantemente y corrió a refugiarse detrás de su escritorio antes de que sus inestables rodillas le flaquearan y cayera de bruces al suelo. Todavía no estaba lista para tener esta conversación con él. Sus sentimientos eran demasiado confusos.
Él avanzó, rodeó el gran escritorio hasta donde se hallaba ella y se apoyó contra él cruzando los brazos sobre el pecho esbelto. Sus ojos verdes la escudriñaron.
— ¿Cómo te sientes?
— ¿Qué? —el corazón le dio un brinco. No podía estar preguntando acerca de lo que ella suponía que estaba inquiriendo.
—La última vez que estuvimos juntos —comenzó a decir suavemente—, tu rostro se volvió azulino y te asomaste desnuda por una ventana abierta. Te pregunto acerca de tu salud.
Ella se irguió en la silla.
—Estoy perfectamente bien, gracias.
—Apreciaría una explicación. Me preocupé.
Cuan frío era, reflexionó ella. ¿O controlado? Quizás debía contárselo.
—Me desagradan los lugares cerrados. Algunas veces, cuando me siento... atrapada, se me cierran los pulmones, y me sofoco. No es una afección seria. El médico de la familia insiste en que es emocional.
Tensó un músculo de la mandíbula.
—Mis disculpas. No era mi intención hacerte sentir atrapada.
El énfasis que puso en la palabra la hizo sobresaltarse. Claramente la había malinterpretado.
—No quise decir por ti —aclaró impacientemente—. Quise decir atrapada mentalmente... por ansiedad, nerviosismo.
—Sé lo que quisiste decir —le centellearon los ojos.
Bueno. ¿Cómo iba ella a saber que una semana después estaría acompañando a su ex amiga por la ciudad?
— ¿Qué haces aquí? ¿Qué haces mostrándote en público?
—Compré un boleto —se burló—. ¿Qué demonios crees que hago?
« ¿Perseguir a una ex cantante de ópera?».
—Interrumpir mi atareado cronograma de actividades —musitó ella. ¿Cómo podía él ir tras Sophie después de la noche que habían pasado juntos? ¿Por qué no la buscaba a ella?
Él volvió a apretar la mandíbula.
—Parece que interrumpí otra cosa totalmente distinta.
Enfadada, se puso de pie pues sentía la necesidad de es-capar de su perturbadora proximidad.
—Lo que fuese que hayas interrumpido probablemente concluirá esta noche —aquello la molestó aún más. De la manera en que progresaban las cosas, estaría mejor atrincherándose en su casa, como Joe solía hacerlo.
Él la cogió firmemente del brazo y tiró de ella hacia atrás, y ella se encontró frente a un Joe considerablemente menos controlado.
—Te vi besándolo anoche. ¿Qué respuesta piensas darle?
Permaneció en silencio, conmocionada por el súbito anhelo que le corrió por la sangre. Al mirarlo a los brillantes ojos del color del mar aún podía sentirlo en la piel, acariciándola, besándola, moviéndose dentro de su cuerpo, haciéndola temblar de placer. Era más de lo que podía soportar.
—________... —él se inclinó hacia delante y le atrapó la mirada con la suya—. ¿Qué le responderás?
La necesidad de atraerlo y besarlo hasta perder la conciencia la enloqueció. ¡Pero él tenía a Sophie ahora!
— ¡No es de tu incumbencia! Hiciste tu elección. ¡Ahora aprende a vivir con eso!
Una oscura ira se apoderó de sus apuestas facciones.
— ¿Yo hice mi elección? ¡Tú me rechazaste! ¿Qué se suponía que debía hacer, esperar eternamente?
— ¡Me pediste que lo reconsiderara y después... y después invitaste a Sophie al teatro! ¡Te detesto!
Mientras ella salía rápidamente para buscar refugio en la oficina de Iris, lo escuchó protestar a sus espaldas:
—¡Sí, creo has dejado eso bien en claro en varias ocasiones!
—
¿Izzy? —Sorprendida, Iris levantó la vista del periódico—. ¿Qué sucede?
_______ le echó cerrojo a la puerta y comenzó a caminar de un lado al otro de la oficina, temblando como una hoja.
—Él está aquí.
—Sí, me pareció reconocer su voz... Estás histérica. ¿Ha sucedido algo?
_______ tragó con dificultad.
—Por favor, deje la puerta abierta, lord Joseph —dijo _______ tajantemente y corrió a refugiarse detrás de su escritorio antes de que sus inestables rodillas le flaquearan y cayera de bruces al suelo. Todavía no estaba lista para tener esta conversación con él. Sus sentimientos eran demasiado confusos.
Él avanzó, rodeó el gran escritorio hasta donde se hallaba ella y se apoyó contra él cruzando los brazos sobre el pecho esbelto. Sus ojos verdes la escudriñaron.
— ¿Cómo te sientes?
— ¿Qué? —el corazón le dio un brinco. No podía estar preguntando acerca de lo que ella suponía que estaba inquiriendo.
—La última vez que estuvimos juntos —comenzó a decir suavemente—, tu rostro se volvió azulino y te asomaste desnuda por una ventana abierta. Te pregunto acerca de tu salud.
Ella se irguió en la silla.
—Estoy perfectamente bien, gracias.
—Apreciaría una explicación. Me preocupé.
Cuan frío era, reflexionó ella. ¿O controlado? Quizás debía contárselo.
—Me desagradan los lugares cerrados. Algunas veces, cuando me siento... atrapada, se me cierran los pulmones, y me sofoco. No es una afección seria. El médico de la familia insiste en que es emocional.
Tensó un músculo de la mandíbula.
—Mis disculpas. No era mi intención hacerte sentir atrapada.
El énfasis que puso en la palabra la hizo sobresaltarse. Claramente la había malinterpretado.
—No quise decir por ti —aclaró impacientemente—. Quise decir atrapada mentalmente... por ansiedad, nerviosismo.
—Sé lo que quisiste decir —le centellearon los ojos.
Bueno. ¿Cómo iba ella a saber que una semana después estaría acompañando a su ex amiga por la ciudad?
— ¿Qué haces aquí? ¿Qué haces mostrándote en público?
—Compré un boleto —se burló—. ¿Qué demonios crees que hago?
« ¿Perseguir a una ex cantante de ópera?».
—Interrumpir mi atareado cronograma de actividades —musitó ella. ¿Cómo podía él ir tras Sophie después de la noche que habían pasado juntos? ¿Por qué no la buscaba a ella?
Él volvió a apretar la mandíbula.
—Parece que interrumpí otra cosa totalmente distinta.
Enfadada, se puso de pie pues sentía la necesidad de es-capar de su perturbadora proximidad.
—Lo que fuese que hayas interrumpido probablemente concluirá esta noche —aquello la molestó aún más. De la manera en que progresaban las cosas, estaría mejor atrincherándose en su casa, como Joe solía hacerlo.
Él la cogió firmemente del brazo y tiró de ella hacia atrás, y ella se encontró frente a un Joe considerablemente menos controlado.
—Te vi besándolo anoche. ¿Qué respuesta piensas darle?
Permaneció en silencio, conmocionada por el súbito anhelo que le corrió por la sangre. Al mirarlo a los brillantes ojos del color del mar aún podía sentirlo en la piel, acariciándola, besándola, moviéndose dentro de su cuerpo, haciéndola temblar de placer. Era más de lo que podía soportar.
—________... —él se inclinó hacia delante y le atrapó la mirada con la suya—. ¿Qué le responderás?
La necesidad de atraerlo y besarlo hasta perder la conciencia la enloqueció. ¡Pero él tenía a Sophie ahora!
— ¡No es de tu incumbencia! Hiciste tu elección. ¡Ahora aprende a vivir con eso!
Una oscura ira se apoderó de sus apuestas facciones.
— ¿Yo hice mi elección? ¡Tú me rechazaste! ¿Qué se suponía que debía hacer, esperar eternamente?
— ¡Me pediste que lo reconsiderara y después... y después invitaste a Sophie al teatro! ¡Te detesto!
Mientras ella salía rápidamente para buscar refugio en la oficina de Iris, lo escuchó protestar a sus espaldas:
—¡Sí, creo has dejado eso bien en claro en varias ocasiones!
—
¿Izzy? —Sorprendida, Iris levantó la vista del periódico—. ¿Qué sucede?
_______ le echó cerrojo a la puerta y comenzó a caminar de un lado al otro de la oficina, temblando como una hoja.
—Él está aquí.
—Sí, me pareció reconocer su voz... Estás histérica. ¿Ha sucedido algo?
_______ tragó con dificultad.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
— ¿Le dijiste a Sophie acerca de las cincuenta libras faltantes?
—Anoche, en el teatro, durante el interludio. Fui a hablar con ella en privado.
— ¿Qué te dijo? —inquirió _______ temiendo la respuesta, aunque de hecho, ya no había nada que temer. Lo peor ya había sucedido: Joe se había reinsertado en sociedad y estaba cortejando a otra mujer. ¿Acaso era a Sophie a quien se dirigía a ver presuroso aquella noche?
Iris evitó mirarla a los ojos.
—Se están frecuentando, _______. Lo siento.
— ¿Por qué lo sientes? No es tu puñal el que tengo clavado en la espalda.
—Cálmate. Mira esto —Iris le mostró la edición del día del Times.
_______ se inclinó hacia delante para examinar rápidamente el artículo marcado.
— ¡Es acerca de nosotras!
—Acerca de ti —la corrigió Iris. Ella leyó—: «La honorable señorita Aubrey es una auténtica leona defensora de los débiles y protectora de los desafortunados; esta magnífica joven dama se ha auto designado como la abanderada de las viudas de guerra, de las desoladas madres, de las hermanas indefensas y como la madrina de los pequeños niños y niñas que han perdido a sus padres...».
Se le llenaron los ojos de lágrimas. Sólo un iluso desconocería la fuente del artículo. Eran las palabras de Joe. Le había entregado la historia a los periódicos. Y aunque fuese una excelente oportunidad para promover la causa, ella sospechó que sus intenciones eran de índole personal.
—Dámelo.
Aferrando el periódico con manos temblorosas, _______ salió de la oficina de Iris y corrió hacia donde se hallaba Joe. Él estaba a punto de marcharse. Ella tragó con dificultad y señaló el artículo.
—Tú lo hiciste publicar.
—Sí.
— ¿Por qué?
Él la miró con los ojos oscurecidos.
—Mereces cada palabra.
Ella sintió que el corazón iba a salírsele del pecho.
—Gracias.
—De nada —se quitó el sombrero y se dirigió hacia la escalera.
—J... —el nombre murió en sus labios. Resistiendo el enloquecido impulso de correr tras él, lo observó desaparecer escaleras abajo, después se desplomó en el último escalón y comenzó a llorar.
—Anoche, en el teatro, durante el interludio. Fui a hablar con ella en privado.
— ¿Qué te dijo? —inquirió _______ temiendo la respuesta, aunque de hecho, ya no había nada que temer. Lo peor ya había sucedido: Joe se había reinsertado en sociedad y estaba cortejando a otra mujer. ¿Acaso era a Sophie a quien se dirigía a ver presuroso aquella noche?
Iris evitó mirarla a los ojos.
—Se están frecuentando, _______. Lo siento.
— ¿Por qué lo sientes? No es tu puñal el que tengo clavado en la espalda.
—Cálmate. Mira esto —Iris le mostró la edición del día del Times.
_______ se inclinó hacia delante para examinar rápidamente el artículo marcado.
— ¡Es acerca de nosotras!
—Acerca de ti —la corrigió Iris. Ella leyó—: «La honorable señorita Aubrey es una auténtica leona defensora de los débiles y protectora de los desafortunados; esta magnífica joven dama se ha auto designado como la abanderada de las viudas de guerra, de las desoladas madres, de las hermanas indefensas y como la madrina de los pequeños niños y niñas que han perdido a sus padres...».
Se le llenaron los ojos de lágrimas. Sólo un iluso desconocería la fuente del artículo. Eran las palabras de Joe. Le había entregado la historia a los periódicos. Y aunque fuese una excelente oportunidad para promover la causa, ella sospechó que sus intenciones eran de índole personal.
—Dámelo.
Aferrando el periódico con manos temblorosas, _______ salió de la oficina de Iris y corrió hacia donde se hallaba Joe. Él estaba a punto de marcharse. Ella tragó con dificultad y señaló el artículo.
—Tú lo hiciste publicar.
—Sí.
— ¿Por qué?
Él la miró con los ojos oscurecidos.
—Mereces cada palabra.
Ella sintió que el corazón iba a salírsele del pecho.
—Gracias.
—De nada —se quitó el sombrero y se dirigió hacia la escalera.
—J... —el nombre murió en sus labios. Resistiendo el enloquecido impulso de correr tras él, lo observó desaparecer escaleras abajo, después se desplomó en el último escalón y comenzó a llorar.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
CAPÍTULO 27
Para ________, la siguiente semana resultó como una pesadilla de la que no podía despertar. No había sitio donde uno mirase que no estuviese la señora Fairchild del brazo del conde Joe. Era repugnante.
La pareja acudía a cada reunión social a la que _______ iba, pasaban horas en la oficina de Sophie con la puerta abierta —que Dios no permitiera que nadie pasara por allí sin percatarse de que estaban agradablemente inmersos en una conversación y riendo—, almorzaban durante largo tiempo y, básicamente, hacían que _______ perdiera la cordura.
Quince días atrás, Joe era su objetivo encubierto y su amante secreto. Ahora, era el tema de conversación de toda la ciudad. Las anfitrionas se disputaban el privilegio de su presencia en sus fiestas. Los caballeros lo aplaudían de pie en White's, en el club de Alfred y en cualquier otro club exclusivo del que él repentinamente se había hecho miembro. Las mujeres lo devoraban con los ojos en todas partes. El antiguo Joe había regresado.
Para colmo de males, habían desaparecido más fondos de la caja de la fundación. El único hecho en común que habían tenido ambos incidentes había sido la presencia de lord John en el edificio, a la hora de los presuntos hurtos. Puesto que le resultaba difícil de creer que el heredero del ducado Haworth pudiese ser capaz de ensuciarse con esos robos, _______ supuso que ella debió haber extraviado el dinero en efectivo. Estaba hecha una atolondrada últimamente, por llamarlo de una manera sutil.
Actuaba torpemente. Y se sentía inmensamente infeliz. Su amiga la había traicionado y el hombre a quien amaba había seguido adelante con su vida. No cabía duda de por qué se sentía como una desquiciada; por un momento, furiosa, y al siguiente, afligida. Era un milagro que lograra arrastrar su penoso ser al trabajo todos los días.
El único haz de luz que había iluminado su desdichada existencia había sido una crisis menor en Stilgoe Abbey que había obligado a su hermano a dejar la ciudad evitando, por consiguiente, que John contase con el consentimiento de su hermano para una futura boda. Se ocupó de permanecer alejada de John para asegurarse de que su frustrado intento de declarársele no se repitiera. No quería a John Hanson en absoluto. Lo que dejaba algo muy en claro: se convertiría en una solterona, ya que la sola idea de tener intimidad con otra persona que no fuese Paris Joseph Lancaster le resultaba repulsiva.
De pie junto a la ventana que daba a Piccadilly, perdida en sombríos pensamientos, _______ se sobresaltó cuando escuchó una voz que se dirigía a ella en la oficina. Se dio la vuelta rápidamente y se sorprendió al ver a uno de los sirvientes de su casa.
—Sí, Smithy, ¿qué sucede?
—Lord Stilgoe ha regresado, señorita Aubrey. Ha enviado el coche y requiere de su presencia en la casa. Tiene visitas.
— ¿Visitas? —debió haber traído a sus primos con él, pensó _______. A pesar de que eran las tres de la tarde, se dio cuenta de que no deseaba otra cosa que ir a casa, jugar con su sobrina, reñir con sus hermanas y conversar con sus primos. Cogió el sombrero, la chaqueta y el retículo, y salió. Afuera se encontró con un hermoso día. Los pájaros cantaban y las hojas de los árboles susurraban al moverse, pero el día no le pareció lo suficientemente hermoso como para disipar su pena.
Cuando el coche se aproximó al número 7 de la calle Dover, ______ pudo divisar un coche alto descubierto de color azul reluciente, atado a un par de ruanos, igualmente relucientes, que se encontraba estacionado junto a la acera. Además, había tres casetas para perros, de fino diseño y bellamente talladas alineadas contra la pared del establo. Algo extraño le aguardaba en casa y ella tenía una seria sospecha de quién se trataba.
—Invitados, un cuerno —murmuró. Así que él ahora estaba invadiendo su casa también. Bueno, no sería por mucho tiempo.
Entró con paso firme y, desde el piso superior, le llegó el ruido de las risas, las conversaciones y los ladridos.
—Buenas tardes, Norris —le entregó al mayordomo el sombrero y la chaqueta—. ¿Quién es nuestro invitado?
—Lord Joseph, señorita _______. Está con la familia en la sala de estar.
¡Aja! Ella atribuyó el revuelo que sintió en el estómago a la satisfacción por poseer un estupendo poder de deducción.
— ¿Se quedará a cenar? —en el pasado siempre lo hada.
—Creo que sí, señorita _______. ¡Ah! , también hay perros en la casa —dijo el mayordomo al borde de las lágrimas—. Destruyeron la alfombra persa de la señora.
— ¿Mamá no se puso histérica? —conteniendo la risa, _______ estudió el ceñido rostro de Norris.
Hizo una mueca contrita apretando los labios.
—Lady Aubrey parece complacida con la incorporación canina a la casa.
—No te apresures a presentar la renuncia, Norris. Pueden llegar a agradarte los perros.
—Lo dudo mucho, señorita _______.
Subió sigilosamente preguntándose qué estarían planeando ahora su intrigante madre y su hermano. Y se dio cuenta: estaban maquinando una posible unión de ella con Joe, presumiéndola como la solución adecuada. Él les agradaba; a ella le gustaba; por tanto, inminentes campanas de boda. Era una pena que se hubieran retrasado dos semanas.
Lucy se adelantó para saludarla.
—La señora requiere que usted se ponga el vestido de verano de muselina azul, que se suelte el cabello y que se reúna con la familia en el salón.
¿Así que ella debía acicalarse para él?
—Me veo bien tal como estoy.
Para ________, la siguiente semana resultó como una pesadilla de la que no podía despertar. No había sitio donde uno mirase que no estuviese la señora Fairchild del brazo del conde Joe. Era repugnante.
La pareja acudía a cada reunión social a la que _______ iba, pasaban horas en la oficina de Sophie con la puerta abierta —que Dios no permitiera que nadie pasara por allí sin percatarse de que estaban agradablemente inmersos en una conversación y riendo—, almorzaban durante largo tiempo y, básicamente, hacían que _______ perdiera la cordura.
Quince días atrás, Joe era su objetivo encubierto y su amante secreto. Ahora, era el tema de conversación de toda la ciudad. Las anfitrionas se disputaban el privilegio de su presencia en sus fiestas. Los caballeros lo aplaudían de pie en White's, en el club de Alfred y en cualquier otro club exclusivo del que él repentinamente se había hecho miembro. Las mujeres lo devoraban con los ojos en todas partes. El antiguo Joe había regresado.
Para colmo de males, habían desaparecido más fondos de la caja de la fundación. El único hecho en común que habían tenido ambos incidentes había sido la presencia de lord John en el edificio, a la hora de los presuntos hurtos. Puesto que le resultaba difícil de creer que el heredero del ducado Haworth pudiese ser capaz de ensuciarse con esos robos, _______ supuso que ella debió haber extraviado el dinero en efectivo. Estaba hecha una atolondrada últimamente, por llamarlo de una manera sutil.
Actuaba torpemente. Y se sentía inmensamente infeliz. Su amiga la había traicionado y el hombre a quien amaba había seguido adelante con su vida. No cabía duda de por qué se sentía como una desquiciada; por un momento, furiosa, y al siguiente, afligida. Era un milagro que lograra arrastrar su penoso ser al trabajo todos los días.
El único haz de luz que había iluminado su desdichada existencia había sido una crisis menor en Stilgoe Abbey que había obligado a su hermano a dejar la ciudad evitando, por consiguiente, que John contase con el consentimiento de su hermano para una futura boda. Se ocupó de permanecer alejada de John para asegurarse de que su frustrado intento de declarársele no se repitiera. No quería a John Hanson en absoluto. Lo que dejaba algo muy en claro: se convertiría en una solterona, ya que la sola idea de tener intimidad con otra persona que no fuese Paris Joseph Lancaster le resultaba repulsiva.
De pie junto a la ventana que daba a Piccadilly, perdida en sombríos pensamientos, _______ se sobresaltó cuando escuchó una voz que se dirigía a ella en la oficina. Se dio la vuelta rápidamente y se sorprendió al ver a uno de los sirvientes de su casa.
—Sí, Smithy, ¿qué sucede?
—Lord Stilgoe ha regresado, señorita Aubrey. Ha enviado el coche y requiere de su presencia en la casa. Tiene visitas.
— ¿Visitas? —debió haber traído a sus primos con él, pensó _______. A pesar de que eran las tres de la tarde, se dio cuenta de que no deseaba otra cosa que ir a casa, jugar con su sobrina, reñir con sus hermanas y conversar con sus primos. Cogió el sombrero, la chaqueta y el retículo, y salió. Afuera se encontró con un hermoso día. Los pájaros cantaban y las hojas de los árboles susurraban al moverse, pero el día no le pareció lo suficientemente hermoso como para disipar su pena.
Cuando el coche se aproximó al número 7 de la calle Dover, ______ pudo divisar un coche alto descubierto de color azul reluciente, atado a un par de ruanos, igualmente relucientes, que se encontraba estacionado junto a la acera. Además, había tres casetas para perros, de fino diseño y bellamente talladas alineadas contra la pared del establo. Algo extraño le aguardaba en casa y ella tenía una seria sospecha de quién se trataba.
—Invitados, un cuerno —murmuró. Así que él ahora estaba invadiendo su casa también. Bueno, no sería por mucho tiempo.
Entró con paso firme y, desde el piso superior, le llegó el ruido de las risas, las conversaciones y los ladridos.
—Buenas tardes, Norris —le entregó al mayordomo el sombrero y la chaqueta—. ¿Quién es nuestro invitado?
—Lord Joseph, señorita _______. Está con la familia en la sala de estar.
¡Aja! Ella atribuyó el revuelo que sintió en el estómago a la satisfacción por poseer un estupendo poder de deducción.
— ¿Se quedará a cenar? —en el pasado siempre lo hada.
—Creo que sí, señorita _______. ¡Ah! , también hay perros en la casa —dijo el mayordomo al borde de las lágrimas—. Destruyeron la alfombra persa de la señora.
— ¿Mamá no se puso histérica? —conteniendo la risa, _______ estudió el ceñido rostro de Norris.
Hizo una mueca contrita apretando los labios.
—Lady Aubrey parece complacida con la incorporación canina a la casa.
—No te apresures a presentar la renuncia, Norris. Pueden llegar a agradarte los perros.
—Lo dudo mucho, señorita _______.
Subió sigilosamente preguntándose qué estarían planeando ahora su intrigante madre y su hermano. Y se dio cuenta: estaban maquinando una posible unión de ella con Joe, presumiéndola como la solución adecuada. Él les agradaba; a ella le gustaba; por tanto, inminentes campanas de boda. Era una pena que se hubieran retrasado dos semanas.
Lucy se adelantó para saludarla.
—La señora requiere que usted se ponga el vestido de verano de muselina azul, que se suelte el cabello y que se reúna con la familia en el salón.
¿Así que ella debía acicalarse para él?
—Me veo bien tal como estoy.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Lucy se apresuró detrás de ella.
—Por favor, señorita _______. Lady Aubrey dijo que sería despedida si usted se hacía presente con un vestido manchado y el cabello despeinado.
—De acuerdo. —por el bien de Lucy. «Pobre L. J.», reflexionó, descartado sin miramiento alguno.
Quince minutos después, se dirigió al salón ataviada con un vestido del mismo color que sus ojos, con la melena de perfectos rizos que le caía sobre los hombros y experimentando intensas palpitaciones. Recorrió la sala con la mirada. A los pies de su madre se hallaba el baúl abierto de Will. Más atrás, sentadas en la alfombra, se hallaban sus hermanas gemelas, sosteniendo en el regazo a unos cachorros negros; y entre ellas, Danielli. Charles y Angie estaban en el sofá. Y en el centro de aquella imagen de perfecta armonía familiar, Joe.
—¡Oh, _______! —su madre la saludó haciendo un ademán para que se acercara, las lágrimas en sus ojos contrastaban con su amplia sonrisa—. ¡Mira quién ha venido a visitarnos, tú persona favorita en todo el mundo, Lord Joe!
—¡Mamá! —_______ le propinó una mirada asesina, maldiciéndose por haberse sonrojado.
Él se puso de pie y le hizo una respetuosa reverencia.
—Señorita _______. Es un placer verla de nuevo.
Ella se forzó a mirarlo directamente a los brillantes ojos. Él se veía verdaderamente impactante, con unos pantalones ajustados dé piel de ante, relucientes botas Hobys y un abrigo azul oscuro, un ítem indispensable de cualquier soltero adinerado de la ciudad, que hacía resaltar sus increíbles ojos azul verdoso. Sin embargo, el cambio más significativo residía en su porte. Parecía... más feliz. Maldición.
—Lord Joe —ella le propinó una sonrisa gélida.
« ¿Qué demonios haces aquí?», le preguntó con la mirada.
Todo lo que recibió por respuesta fue una sonrisa enigmática cual esfinge.
— ¡_______, mira! ¡Joe nos ha traído mascotas! —Freddy se puso de pie de un salto y avanzó con su cachorro negro. Así que las jovencitas ya se habían hecho amigas de él, pensó amargamente _______—. ¿Acaso no es lo más adorable que hayas visto? Lo llamé Gustavo y Teddy llamó al de ella...
—Zarzamora —dijo Teddy, al tiempo que acariciaba el pequeño perro negro sobre su regazo—. Porque eres una pequeña mora, ¿no es así? —levantó la vista hacia _______—. También te ha traído uno a ti.
— ¡Y casetas para perros! —agregó Freddy con júbilo—. Él mismo las hizo.
— ¿Perros en la casa, madre? —dijo burlonamente _______, —. ¿Cómo fue que sucedió este milagro?
—Lord Joe me solicitó permiso y se lo otorgué.
—Siempre y cuando sean vigilados cuando estén dentro de la casa y pasen la noche en las casetas junto al establo —Teddy especificó los términos—. Ya ha sido discutido.
—Ya ha sido discutido —hizo eco Joe.
—Qué amable de su parte, milord —murmuró _______, escudriñando los felices rostros a su alrededor. Todos lo adoraban. A pesar de haberse distanciado totalmente durante siete años, y de haberle llevado dos años devolver las pertenencias de Will, lo habían recibido con los brazos abiertos, agradecidos de su compañía. La irritó saber que ella habría re-accionado de la misma manera.
Levantó a Danielli en brazos, cubriendo al dulce ángel de besos, y se acerco al baúl abierto al tiempo que sentía que le latía fuertemente el corazón. Añoraba explorar el contenido con profundo respeto y cuidado, pero lo haría más tarde, a solas.
—Veo que nos ha devuelto las pertenencias de Will, milord, y tan pronto. La casa Lancaster debe ser un gran depósito de cosas añejas enmohecidas —dijo en voz alta sin apartar la mirada de Joe—. Arcones perdidos y antigüedades. Por cierto, su consideración no tiene límites.
— ¡Joe, lo estás tomando exageradamente a mal! —Charles le dispensó una mirada de advertencia que ella ignoró fríamente.
—Las quejas de su hermana son justificadas —acotó Joe—. Debería haber devuelto las pertenencias de Will hace dos años. Es algo que lamento profundamente —la observó directamente, con un mensaje en la mirada.
«Mentiroso», le contestó ella con la mirada, «si realmente lo lamentaras, habrías venido hace dos semanas ».
—En lo referente a mi colección de antigüedades —dijo él arrastrando las palabras, al tiempo que ella se sentaba sobre la alfombra y colocaba a Danielli sobre su regazo—, creo recordar que usted solía poseer una gran pasión por las antigüedades.
Aja, la guerra. La sonrisa de ella se tornó sanguinaria.
—La educación es muy importante. ¿No está de acuerdo? ¿Y qué mejor manera de ampliar... el conocimiento que aprendiendo de los maestros del pasado?
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
La miró enardecido y arremetió decididamente contra la trampa que le había tendido.
—Si es así, insisto en que venga a mi casa y satisfaga sus ansias académicas. Conservo mis... antigüedades óptimamente lustradas.
«Estoy segura de que así es». Lo maldijo en silencio sin dejar de sonreír.
—Gracias, milord, pero el pasado sólo puede cautivarlo a uno durante un tiempo. En algún punto, uno debe poner el conocimiento en práctica en el mundo moderno. Recientemente he desarrollado un agrado por las cosas doradas, preferentemente nuevas.
—¿En serio? —él levantó una ceja.
—Sí, en serio.
—Qué coincidencia. Le he traído algo que responde a sus nuevas preferencias —se agachó, abrió una cesta de picnic similar a la que ella le había dado con Héctor siete años atrás, y levantó el cachorro de pelaje dorado que ella había acariciado en Ashby Park. Se puso en cuclillas frente a ella. A pesar de no desearlo, _______ se enterneció—. Aquí tiene. Joven, dorada y... hermosa.
Cuando sus dedos rozaron los de ella, la asaltó el deseo y, por la mirada en los ojos de él, le había sucedido lo mismo. Evitando mirarlo, le enseñó a Danielli cómo acariciar al cachorro.
—Es encantadora. Gracias.
— ¿Qué nombre le pondrás? —le preguntó Teddy.
—No lo sé —dijo _______ intentando no percibir el intoxicante aroma de Joe. Era terrible cómo la hacía desearlo a pesar de su vil conducta, ¡cortejando a su mejor amiga, entre todas las personas de este mundo!
Danielli se dirigió hacia los pies de ella, balbuceando alegremente y le acarició la mejilla a Joe.
— ¡Tío!
Charles estalló en risas.
—Todavía no, pequeña.
El rostro de _______ se encendió por completo. Mortificada, apretó los dientes y mantuvo baja la mirada.
Al tiempo que reía entre dientes, Joe cogió a la pequeña en sus brazos y, al hacerlo, se inclinó por encima del hombro de _______ y le murmuró:
—De la boca de un bebé. (omggg!! JAJAJA xd)
Algo se le retorció en su interior. Lo miró pero, aparte de su humor risueño, no pudo descifrar qué había más allá de aquellos centelleantes ojos verde esmeralda.
Norris se hizo presente y anunció que la cena estaba lista y todos se pusieron de pie,
—Es agradable que estés aquí —le dijo Charlie a Joe, al tiempo que reclamaba a su hija—. He sido el único hombre en esta familia durante demasiado tiempo —le sonrió significativamente a su esposa, que se hallaba de pie a su lado—. Pero puede que eso cambie en poco tiempo.
_______ ya se había enterado, pero cuando se percató de la mirada melancólica en los ojos de Joe, sintió que se le detenía el corazón sin razón aparente.
Durante la cena, Joe los entretuvo contando historias sobre Will y, contrariamente al pronóstico desfavorable de _______, la velada resultó ser tan cálida y divertida como en las que había estado presente su adorado hermano. Parecía como si los siete años durante los cuales Joe no había visitado su casa no hubiesen sido más que un día. Él volvió a ocupar su antiguo lugar sin ceremonia alguna, convirtiéndose en una extensión natural de su excéntrica familia otra vez. Todos hablaban a la vez, prescindiendo de cualquier pizca de decoro.
_______ recordó tristemente las razones por las cuales se había enamorado de él años atrás... además de sus atributos físicos. El era inteligente, genuino, entretenido y no poseía ni un ápice de maldad en su ser. Hasta su madre se tornaba dulce en su presencia, y no sólo porque fuese un yerno en potencia. Él parecía poseer un encanto especial que ponía a todos de un humor jovial y que nunca provocaba hostilidad alguna. Al igual que Will. Era extraño que ella no lo hubiese notado antes.
¿Cómo podía no amarlo?
Desde el extremo de la mesa provino una risotada.
— ¡Perros locos! —dijo Charlie riendo a carcajadas al tiempo que golpeaba la mesa con ambas manos—. ¡No puedo creer que Wellington no los enviara al calabozo!
Joe soltó una risilla.
—Lo consideró... pero enfrentarse a Napoleón sin caballería era una decisión poco sabia, en el mejor de los casos.
— ¿De qué se ríen? ¡Queremos oír la historia! —protestaron al unísono las gemelas seguidas de quejas similares por parte de Angie y Hyacinth.
Todas las miradas se centraron en Joe. Su vivaz mirada recorrió la mesa y se topó brevemente con la de _______.
—Sí, Joe, queremos oír la historia —dijo ella imitando la entonación de sus hermanas.
—Cuéntaselo —dijo Charles—. Ya me han ganado por cansancio. Y además sólo estamos nosotros, la familia.
—Muy bien —dijo Joe—. Diez días antes de la batalla de Quatre Bras, organizamos carreras de caballos en una pequeña ciudad cerca de Bruselas. Estábamos aburridos hasta el hartazgo de esperar a que llegaran las tropas; la alta sociedad estaba allí pues había ido desde Inglaterra para ver la «diversión».
— ¿Las carreras de caballos son aquellas en las que el jinete tiene el sable desenvainado y si toca las riendas con la mano derecha es descalificado? —preguntó Freddy.
—Sí. Pero también se enfrentaban ponis y muías, lo cual nos divertía mucho.
— ¿Es verdad que siempre ganaba la copa de oro? —Freddy sonrió tímidamente.
— ¿Dejarías de interrumpir y le permitirías a Joe continuar con el relato? —le espetó Teddy a su gemela.
—Si es así, insisto en que venga a mi casa y satisfaga sus ansias académicas. Conservo mis... antigüedades óptimamente lustradas.
«Estoy segura de que así es». Lo maldijo en silencio sin dejar de sonreír.
—Gracias, milord, pero el pasado sólo puede cautivarlo a uno durante un tiempo. En algún punto, uno debe poner el conocimiento en práctica en el mundo moderno. Recientemente he desarrollado un agrado por las cosas doradas, preferentemente nuevas.
—¿En serio? —él levantó una ceja.
—Sí, en serio.
—Qué coincidencia. Le he traído algo que responde a sus nuevas preferencias —se agachó, abrió una cesta de picnic similar a la que ella le había dado con Héctor siete años atrás, y levantó el cachorro de pelaje dorado que ella había acariciado en Ashby Park. Se puso en cuclillas frente a ella. A pesar de no desearlo, _______ se enterneció—. Aquí tiene. Joven, dorada y... hermosa.
Cuando sus dedos rozaron los de ella, la asaltó el deseo y, por la mirada en los ojos de él, le había sucedido lo mismo. Evitando mirarlo, le enseñó a Danielli cómo acariciar al cachorro.
—Es encantadora. Gracias.
— ¿Qué nombre le pondrás? —le preguntó Teddy.
—No lo sé —dijo _______ intentando no percibir el intoxicante aroma de Joe. Era terrible cómo la hacía desearlo a pesar de su vil conducta, ¡cortejando a su mejor amiga, entre todas las personas de este mundo!
Danielli se dirigió hacia los pies de ella, balbuceando alegremente y le acarició la mejilla a Joe.
— ¡Tío!
Charles estalló en risas.
—Todavía no, pequeña.
El rostro de _______ se encendió por completo. Mortificada, apretó los dientes y mantuvo baja la mirada.
Al tiempo que reía entre dientes, Joe cogió a la pequeña en sus brazos y, al hacerlo, se inclinó por encima del hombro de _______ y le murmuró:
—De la boca de un bebé. (omggg!! JAJAJA xd)
Algo se le retorció en su interior. Lo miró pero, aparte de su humor risueño, no pudo descifrar qué había más allá de aquellos centelleantes ojos verde esmeralda.
Norris se hizo presente y anunció que la cena estaba lista y todos se pusieron de pie,
—Es agradable que estés aquí —le dijo Charlie a Joe, al tiempo que reclamaba a su hija—. He sido el único hombre en esta familia durante demasiado tiempo —le sonrió significativamente a su esposa, que se hallaba de pie a su lado—. Pero puede que eso cambie en poco tiempo.
_______ ya se había enterado, pero cuando se percató de la mirada melancólica en los ojos de Joe, sintió que se le detenía el corazón sin razón aparente.
Durante la cena, Joe los entretuvo contando historias sobre Will y, contrariamente al pronóstico desfavorable de _______, la velada resultó ser tan cálida y divertida como en las que había estado presente su adorado hermano. Parecía como si los siete años durante los cuales Joe no había visitado su casa no hubiesen sido más que un día. Él volvió a ocupar su antiguo lugar sin ceremonia alguna, convirtiéndose en una extensión natural de su excéntrica familia otra vez. Todos hablaban a la vez, prescindiendo de cualquier pizca de decoro.
_______ recordó tristemente las razones por las cuales se había enamorado de él años atrás... además de sus atributos físicos. El era inteligente, genuino, entretenido y no poseía ni un ápice de maldad en su ser. Hasta su madre se tornaba dulce en su presencia, y no sólo porque fuese un yerno en potencia. Él parecía poseer un encanto especial que ponía a todos de un humor jovial y que nunca provocaba hostilidad alguna. Al igual que Will. Era extraño que ella no lo hubiese notado antes.
¿Cómo podía no amarlo?
Desde el extremo de la mesa provino una risotada.
— ¡Perros locos! —dijo Charlie riendo a carcajadas al tiempo que golpeaba la mesa con ambas manos—. ¡No puedo creer que Wellington no los enviara al calabozo!
Joe soltó una risilla.
—Lo consideró... pero enfrentarse a Napoleón sin caballería era una decisión poco sabia, en el mejor de los casos.
— ¿De qué se ríen? ¡Queremos oír la historia! —protestaron al unísono las gemelas seguidas de quejas similares por parte de Angie y Hyacinth.
Todas las miradas se centraron en Joe. Su vivaz mirada recorrió la mesa y se topó brevemente con la de _______.
—Sí, Joe, queremos oír la historia —dijo ella imitando la entonación de sus hermanas.
—Cuéntaselo —dijo Charles—. Ya me han ganado por cansancio. Y además sólo estamos nosotros, la familia.
—Muy bien —dijo Joe—. Diez días antes de la batalla de Quatre Bras, organizamos carreras de caballos en una pequeña ciudad cerca de Bruselas. Estábamos aburridos hasta el hartazgo de esperar a que llegaran las tropas; la alta sociedad estaba allí pues había ido desde Inglaterra para ver la «diversión».
— ¿Las carreras de caballos son aquellas en las que el jinete tiene el sable desenvainado y si toca las riendas con la mano derecha es descalificado? —preguntó Freddy.
—Sí. Pero también se enfrentaban ponis y muías, lo cual nos divertía mucho.
— ¿Es verdad que siempre ganaba la copa de oro? —Freddy sonrió tímidamente.
— ¿Dejarías de interrumpir y le permitirías a Joe continuar con el relato? —le espetó Teddy a su gemela.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Joe le dispensó una sonrisa amable a Freddy.
—A veces gané la copa de oro, pero no en las carreras de muías.
—Él siempre ganaba —afirmó Charlie—. Y vosotras, guardad silencio. Continúa, Joe.
—En medio de las carreras se desató una fuerte tormenta. Nos refugiamos en una vieja casa donde habían preparado refrigerios y comimos una cena fría que digerimos con mucha champaña. Al cabo de dos horas, todo el grupo estaba borracho. Algunos pertenecientes al Regimiento 10 de Húsares saltaron sobre la meta y se dedicaron a romper todos los platos, las botellas y los vasos. Poco después, todos estaban sobre las mesas, tanto las damas como los caballeros, cantando y rompiendo vajilla. Entonces Will se puso de pie gritando: «¡Ya es suficiente salvajismo! ¡Regresemos a las carreras!». Y se desató la más demente de las competencias, los hombres saltaron a sus monturas y largaron la carrera, la mitad de ellos cayó en el camino y muchos de los caballos llegaron a los establos sin jinete.
Entre risillas, _______ se percató de que hasta su cautelosa madre estaba muy entretenida con el relato.
—Cabalgamos al galope hacia el campanario...
— ¿Usted también? —inquirió ________ asombrada—. Siempre me dio la impresión de ser del tipo sensato.
El levantó una ceja.
—En otras palabras, piensa que soy aburrido.
—No precisamente —ella fingió fruncir el entrecejo para ocultar la travesura que estaba por perpetrar—. Sensato sería el término más apropiado. Will era del tipo pícaro, el que hacía bromas y locuras y provocaba altercados y peleas —suspiró al recordarlo—... Usted era sensato.
Charles soltó una carcajada.
— ¿Sensato Joe? ¿Cuántas veces te viste involucrado en una riña o te suspendieron en Cambridge por... eh, comportamiento indiscreto en la residencia estudiantil?
—No me defiendas —dijo Joe arrastrando las palabras—. Si tu hermana dice que soy aburrido...
_______ sonrió dulcemente.
—Le ruego que no me tome tan literalmente. Quizás no siempre fue como es hoy. ¿Pero es necesario que nos remontemos a la época de Matusalén? Estoy segura de que superó los días alocados de su juventud mucho antes, milord.
La sonrisa de soslayo de Joe se tornó más pronunciada.
—En aquellos tiempos bíblicos, cuando una mujer insultaba a un hombre bajo la apariencia de la adulación, generalmente significaba algo totalmente distinto.
— ¡_______, estás arruinando la historia! —Se quejó Teddy—. ¡Puedes flirtear con él más tarde!
Al tiempo que se sonrojaba, _______ se tragó la acotación incisiva disfrazada de comentario amable que iba a proferir y miró a Joe a los ojos.
—No estaba flirteando, estaba protestando —aclaró indignada—. Existe una diferencia entre...
—Lo que fuera que estabas haciendo, hazlo más tarde —la sermoneó Freddy.
—Deberemos dejarlo para más tarde —afirmó Joe con resignación al tiempo que una sonrisa picaresca se le reflejaba en la mirada—. Bien, ¿dónde estaba? Ah, era de noche y galopábamos a toda velocidad por la tierra cenagosa, dándoles a los nativos del lugar una demostración de la indocilidad de los húsares ingleses al grito de: « ¡Larga vida a Napoleón!».
Teddy y Freddy estallaron en risas, al igual que su madre y Angie. Sonriendo, _______ le dispensó a Joe una mirada furtiva. Él era, pensó honestamente y en secreto, maravilloso.
—Accidentalmente hicimos volcar dos coches y les provocamos un ataque de nervios a las damas que se hallaban dentro, al cargar realmente como si fuésemos cosacos contra sus maridos, o protectores. A la mañana siguiente descubrimos que uno de los desafortunados era el alcalde de la ciudad. Muy descontento, declaró que nunca deseaba volver a tener algo que ver con esa banda de cosacos ingleses. Todo, como lo dije antes, fue idea de Will.
Todos volvieron a reír y después sobrevino un silencio triste. Enjugándose las lágrimas con una servilleta Hyacinth sonrió y susurró:
—Gracias. Eres un joven adorable.
—Fue un placer, madame.
Después de la cena, Charlie condujo a Joe hacia la biblioteca, donde lo monopolizó durante una hora con whisky y cigarros; las damas se retiraron a dormir. Nerviosa y molesta, _______ se ocultó en el oscuro pasillo, esperando a que su hermano dejara de vociferar y se retirara. No permitiría que Joe se marchara sin decirle lo que pensaba. Espió dentro de la sala. Charlie estaba sentado de espaldas a ella, de modo que se asomó un poco más intentando llamar la atención de Joe. Él finalmente la vio. Se puso de pie y se dispuso a partir.
—Te agradezco por todo, Charles, y felicitaciones por la próxima incorporación a la familia —le palmeó cariñosamente el hombro —. Si resulta ser el próximo vizconde de Stilgoe, ven a Ashby Park. Te dejaré elegir cualquier ejemplar de ganado que te llame la atención en los establos.
— ¡Eso es muy generoso de tu parte, Joe! —su hermano se puso de pie—. Regresa pronto. Fue un placer que compartieras nuestra cena. No necesitas invitación.
Antes de que su hermano acompañara a Joe a la puerta principal, _______ hizo un ruido apenas perceptible. Él no partiría sin que antes ella lo pusiera en su lugar. Joe pareció comprender.
—Saldré solo, Charlie —dijo—. Tú ve arriba con tu bella esposa.
«Finalmente», pensó _______. Se escondió detrás del arreglo de flores que se hallaba sobre la mesa del pasillo y, ni bien divisó la esbelta silueta que se retiraba de la sala, susurró:
—Aquí.
Joe miró hacia atrás y se le aproximó. Ella lo cogió de la mano y tiró de él dentro de la sala contigua. Una lámpara, que ella había encendido con anterioridad, iluminaba suavemente las paredes.
—Estoy a tu disposición —murmuró Joe avanzando lentamente con mirada seria.
—A veces gané la copa de oro, pero no en las carreras de muías.
—Él siempre ganaba —afirmó Charlie—. Y vosotras, guardad silencio. Continúa, Joe.
—En medio de las carreras se desató una fuerte tormenta. Nos refugiamos en una vieja casa donde habían preparado refrigerios y comimos una cena fría que digerimos con mucha champaña. Al cabo de dos horas, todo el grupo estaba borracho. Algunos pertenecientes al Regimiento 10 de Húsares saltaron sobre la meta y se dedicaron a romper todos los platos, las botellas y los vasos. Poco después, todos estaban sobre las mesas, tanto las damas como los caballeros, cantando y rompiendo vajilla. Entonces Will se puso de pie gritando: «¡Ya es suficiente salvajismo! ¡Regresemos a las carreras!». Y se desató la más demente de las competencias, los hombres saltaron a sus monturas y largaron la carrera, la mitad de ellos cayó en el camino y muchos de los caballos llegaron a los establos sin jinete.
Entre risillas, _______ se percató de que hasta su cautelosa madre estaba muy entretenida con el relato.
—Cabalgamos al galope hacia el campanario...
— ¿Usted también? —inquirió ________ asombrada—. Siempre me dio la impresión de ser del tipo sensato.
El levantó una ceja.
—En otras palabras, piensa que soy aburrido.
—No precisamente —ella fingió fruncir el entrecejo para ocultar la travesura que estaba por perpetrar—. Sensato sería el término más apropiado. Will era del tipo pícaro, el que hacía bromas y locuras y provocaba altercados y peleas —suspiró al recordarlo—... Usted era sensato.
Charles soltó una carcajada.
— ¿Sensato Joe? ¿Cuántas veces te viste involucrado en una riña o te suspendieron en Cambridge por... eh, comportamiento indiscreto en la residencia estudiantil?
—No me defiendas —dijo Joe arrastrando las palabras—. Si tu hermana dice que soy aburrido...
_______ sonrió dulcemente.
—Le ruego que no me tome tan literalmente. Quizás no siempre fue como es hoy. ¿Pero es necesario que nos remontemos a la época de Matusalén? Estoy segura de que superó los días alocados de su juventud mucho antes, milord.
La sonrisa de soslayo de Joe se tornó más pronunciada.
—En aquellos tiempos bíblicos, cuando una mujer insultaba a un hombre bajo la apariencia de la adulación, generalmente significaba algo totalmente distinto.
— ¡_______, estás arruinando la historia! —Se quejó Teddy—. ¡Puedes flirtear con él más tarde!
Al tiempo que se sonrojaba, _______ se tragó la acotación incisiva disfrazada de comentario amable que iba a proferir y miró a Joe a los ojos.
—No estaba flirteando, estaba protestando —aclaró indignada—. Existe una diferencia entre...
—Lo que fuera que estabas haciendo, hazlo más tarde —la sermoneó Freddy.
—Deberemos dejarlo para más tarde —afirmó Joe con resignación al tiempo que una sonrisa picaresca se le reflejaba en la mirada—. Bien, ¿dónde estaba? Ah, era de noche y galopábamos a toda velocidad por la tierra cenagosa, dándoles a los nativos del lugar una demostración de la indocilidad de los húsares ingleses al grito de: « ¡Larga vida a Napoleón!».
Teddy y Freddy estallaron en risas, al igual que su madre y Angie. Sonriendo, _______ le dispensó a Joe una mirada furtiva. Él era, pensó honestamente y en secreto, maravilloso.
—Accidentalmente hicimos volcar dos coches y les provocamos un ataque de nervios a las damas que se hallaban dentro, al cargar realmente como si fuésemos cosacos contra sus maridos, o protectores. A la mañana siguiente descubrimos que uno de los desafortunados era el alcalde de la ciudad. Muy descontento, declaró que nunca deseaba volver a tener algo que ver con esa banda de cosacos ingleses. Todo, como lo dije antes, fue idea de Will.
Todos volvieron a reír y después sobrevino un silencio triste. Enjugándose las lágrimas con una servilleta Hyacinth sonrió y susurró:
—Gracias. Eres un joven adorable.
—Fue un placer, madame.
Después de la cena, Charlie condujo a Joe hacia la biblioteca, donde lo monopolizó durante una hora con whisky y cigarros; las damas se retiraron a dormir. Nerviosa y molesta, _______ se ocultó en el oscuro pasillo, esperando a que su hermano dejara de vociferar y se retirara. No permitiría que Joe se marchara sin decirle lo que pensaba. Espió dentro de la sala. Charlie estaba sentado de espaldas a ella, de modo que se asomó un poco más intentando llamar la atención de Joe. Él finalmente la vio. Se puso de pie y se dispuso a partir.
—Te agradezco por todo, Charles, y felicitaciones por la próxima incorporación a la familia —le palmeó cariñosamente el hombro —. Si resulta ser el próximo vizconde de Stilgoe, ven a Ashby Park. Te dejaré elegir cualquier ejemplar de ganado que te llame la atención en los establos.
— ¡Eso es muy generoso de tu parte, Joe! —su hermano se puso de pie—. Regresa pronto. Fue un placer que compartieras nuestra cena. No necesitas invitación.
Antes de que su hermano acompañara a Joe a la puerta principal, _______ hizo un ruido apenas perceptible. Él no partiría sin que antes ella lo pusiera en su lugar. Joe pareció comprender.
—Saldré solo, Charlie —dijo—. Tú ve arriba con tu bella esposa.
«Finalmente», pensó _______. Se escondió detrás del arreglo de flores que se hallaba sobre la mesa del pasillo y, ni bien divisó la esbelta silueta que se retiraba de la sala, susurró:
—Aquí.
Joe miró hacia atrás y se le aproximó. Ella lo cogió de la mano y tiró de él dentro de la sala contigua. Una lámpara, que ella había encendido con anterioridad, iluminaba suavemente las paredes.
—Estoy a tu disposición —murmuró Joe avanzando lentamente con mirada seria.
tefisasias
Página 16 de 20. • 1 ... 9 ... 15, 16, 17, 18, 19, 20
Temas similares
» Adaptacion
» ♥Recuerdos♥...(joe & Tu)...Adaptacion
» NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
» Pídemelo (Joe y Tú) ADAPTACiÓN
» "Obsesión" (Joe y tú) [Adaptación]
» ♥Recuerdos♥...(joe & Tu)...Adaptacion
» NO ME OLVIDES ♥ JOE Y TÚ (Adaptación)
» Pídemelo (Joe y Tú) ADAPTACiÓN
» "Obsesión" (Joe y tú) [Adaptación]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 16 de 20.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.