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UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—¿Cuan ingenua crees que soy? Te vi besándola en Covent Garden. Me doy cuenta de cómo te mira, de lo bien que os lleváis. Sois amantes, admítelo.
— ¡Ella llevaba guantes puestos, por el amor de Dios! Y no, no somos amantes. Fue un subterfugio. Nada más. Lo que viste en el teatro fue un gesto deliberado por llamar tu atención.
—Y lo hizo.
—_______, te juro por la tumba de mi madre que nunca la toqué de ninguna manera que pueda ser remotamente considerada íntima o sexual. ¿Cómo podría haberlo hecho cuando ocupas mi mente constantemente? —al no verla todavía convencida, agregó—: ¿Me consideras tan ruin como para escoger a tu amiga entre todas las mujeres del mundo? Dame algo de crédito. No soy completamente insensible —se pasó la mano por el cabello—. Mira, mi acuerdo con ella fue muy claro. La pasaría a buscar, iríamos donde tú estuvieras, después la llevaría a su casa y regresaría a la mía. Nada personal existió entre nosotros.
—Dijiste que eras su amigo.
—Tu amiga Sophie es una dama amable e inteligente. Comprendió mi rechazo a reinsertarme en la sociedad y supo precisamente cómo darme consejo y apoyo sin hacerme sentir como un torpe ******* pueblerino. A ella le importas profundamente, a pesar del trato deplorable que le has dispensado la última semana. Ella esperaba que fuese así. Estaba completamente preparada para soportar tu desdén y tú falta de consideración, tu separación de ella, porque cree, al igual que yo, que nosotros debemos estar juntos.
—La presentas como a una verdadera santa —musitó _______—. Quizás debas estar con ella.
Él exhaló apesadumbrado.
—No me crees.
Ella deseaba matarlo.
—Para ser honesta, no estoy segura de lo que es peor: que te embarcaras en una aventura con mí amiga pocos días después de la hermosa noche que pasamos juntos, o que simularas hacerlo.
—¿Debo recordarte cómo terminó nuestra hermosa noche juntos? Me desairaste, me despreciaste, me dijiste que me mantuviera alejado de ti y huiste de mi ofensiva presencia para no volver jamás, ¡me forzaste a hacer algo drástico! No habrías vuelto a mí si no te hubiese inducido a hacerlo.
—Lo hice —confesó honestamente ella—. Regresé tres noches después y te vi subir a tu bello coche elegantemente vestido... ¿Fue entonces cuando tú y Sophie tramaron el plan a la luz de la luna?
Sus hermosos rasgos espartanos se suavizaron en una sonrisa.
—¿Regresaste a buscarme?
—No te entiendo. Una vez que tomaste la decisión de ponerle fin a tu reclusión, no había razón por la cual continuar obcecado. ¿Y qué fue lo que hiciste...? Veros juntos... ¡y me acusaste a mí de crueldad! Te propusiste deliberadamente herirme y humillarme, lastimar mis sentimientos. Fue diabólico. Nunca te lastimaría de esa manera.
Se vio apenado.
—Nunca fue mi intención lastimarte ni humillarte.
— ¡Oh, por favor! Deseabas castigarme, hacer que me lamentara por haberte desairado y despreciado, tal como lo dijiste. Estabas saldando una cuenta pendiente conmigo. ¡Niégalo, si te atreves!
Él apretó la mandíbula.
— ¡Ella llevaba guantes puestos, por el amor de Dios! Y no, no somos amantes. Fue un subterfugio. Nada más. Lo que viste en el teatro fue un gesto deliberado por llamar tu atención.
—Y lo hizo.
—_______, te juro por la tumba de mi madre que nunca la toqué de ninguna manera que pueda ser remotamente considerada íntima o sexual. ¿Cómo podría haberlo hecho cuando ocupas mi mente constantemente? —al no verla todavía convencida, agregó—: ¿Me consideras tan ruin como para escoger a tu amiga entre todas las mujeres del mundo? Dame algo de crédito. No soy completamente insensible —se pasó la mano por el cabello—. Mira, mi acuerdo con ella fue muy claro. La pasaría a buscar, iríamos donde tú estuvieras, después la llevaría a su casa y regresaría a la mía. Nada personal existió entre nosotros.
—Dijiste que eras su amigo.
—Tu amiga Sophie es una dama amable e inteligente. Comprendió mi rechazo a reinsertarme en la sociedad y supo precisamente cómo darme consejo y apoyo sin hacerme sentir como un torpe ******* pueblerino. A ella le importas profundamente, a pesar del trato deplorable que le has dispensado la última semana. Ella esperaba que fuese así. Estaba completamente preparada para soportar tu desdén y tú falta de consideración, tu separación de ella, porque cree, al igual que yo, que nosotros debemos estar juntos.
—La presentas como a una verdadera santa —musitó _______—. Quizás debas estar con ella.
Él exhaló apesadumbrado.
—No me crees.
Ella deseaba matarlo.
—Para ser honesta, no estoy segura de lo que es peor: que te embarcaras en una aventura con mí amiga pocos días después de la hermosa noche que pasamos juntos, o que simularas hacerlo.
—¿Debo recordarte cómo terminó nuestra hermosa noche juntos? Me desairaste, me despreciaste, me dijiste que me mantuviera alejado de ti y huiste de mi ofensiva presencia para no volver jamás, ¡me forzaste a hacer algo drástico! No habrías vuelto a mí si no te hubiese inducido a hacerlo.
—Lo hice —confesó honestamente ella—. Regresé tres noches después y te vi subir a tu bello coche elegantemente vestido... ¿Fue entonces cuando tú y Sophie tramaron el plan a la luz de la luna?
Sus hermosos rasgos espartanos se suavizaron en una sonrisa.
—¿Regresaste a buscarme?
—No te entiendo. Una vez que tomaste la decisión de ponerle fin a tu reclusión, no había razón por la cual continuar obcecado. ¿Y qué fue lo que hiciste...? Veros juntos... ¡y me acusaste a mí de crueldad! Te propusiste deliberadamente herirme y humillarme, lastimar mis sentimientos. Fue diabólico. Nunca te lastimaría de esa manera.
Se vio apenado.
—Nunca fue mi intención lastimarte ni humillarte.
— ¡Oh, por favor! Deseabas castigarme, hacer que me lamentara por haberte desairado y despreciado, tal como lo dijiste. Estabas saldando una cuenta pendiente conmigo. ¡Niégalo, si te atreves!
Él apretó la mandíbula.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Podría decirte lo mismo. ¿Por qué continuaste alentando a Hanson? ¿Acaso no había dejado bien claro mis esperanzas y deseos por ti antes? Estabas besándome a la mañana y bailando el vals con él a la noche. ¿Cuál de nosotros era, o aún es, el sustituto?
Abordada por una repentina desolación, ella dijo: —Antes de que Charlie conociera a Angie se enamoró de una tal señorita Lañe. Ella era dulce y amable. Le agradaba mucho Charlie, pero nunca lograron llevarse bien. Él hacia algo por lo cual ella se ofendía; ella hacía algo que a él le desagradaba. El cortejo estaba destinado a fracasar desde el mismísimo comienzo. Aun así, Charlie estaba tan impactado con ella que se negaba a aceptarlo, hasta que Will le dijo algo que siempre recordé: cuando se necesita un martillo para aferrar un tornillo, uno debe buscar un hoyo diferente. Joe sonrió.
—¿Dijo eso en tu presencia?
—Yo estaba escuchando a escondidas. Significa que...
—Sé lo que significa. ¿Lo sabes tú? —los ojos le centellearon maliciosamente. Comprendió finalmente la implicación sexual de la frase. Se ruborizó por completo—. No deberías escuchar a escondidas las conversaciones de hombres solos, _______.
—No cambies de tema. Mi punto es muy claro. Cuando se supone que algo debe avanzar sin dificultades y eso no sucede, uno debe desistir.
Le rozó la mejilla con la de él.
—No somos incompatibles, dulzura, sin importar la herramienta que debamos usar. Ella le palmeó la mano.
—¿No estás siendo orgulloso? El deseo no puede solucionarlo todo. Si ya una vez me lastimaste intencionalmente, ¿qué te impedirá volver a hacerlo?
—Me equivoqué al hacerlo. Te pido disculpas.
Ella lo escudriñó concienzudamente.
—Desearía que te quitaras la máscara en mi presencia.
Él curvó los labios en una sensual sonrisa.
—Si mal no recuerdo, ya hiciste eso por mí.
—Me refería a tu máscara invisible.
—Ahora has logrado confundirme.
—Eres un intrigante, Joe. Constantemente transitas por el límite entre la verdad y la mentira. Mides las palabras. Cuidas tu conducta. Todo está calculado para ocultar tus verdaderos pensamientos y sentimientos, o para presentarlos de manera confusa. Eres tan introvertido, tan reservado con lo guardas en tu fuero interno...
Él pareció conmocionado por su observación.
—Te lo cuento todo. Respondo todas tus preguntas.
—Con retraso. Semanas de retraso. Tus ojos centellean y brillan, algunas veces son de color verdes y otras, azul, y no me revelan nada. Pero puedo percibir la lucha que se desata dentro de ti, las cosas que deseas decir, pero no puedes. ¿Acaso sólo salen a la luz en tu sótano? ¿Es allí donde vives?
Se le contrajo la nuez cuando tragó con dificultad.
—Deseas que me desnude ante ti.
—Es sólo entonces cuando verdaderamente veo al hombre que amo —susurró ella.
—¿Al que nadie más amó? —espetó cínicamente.
—Al que Will amó.
Se miraron a los ojos, inmóviles.
La puerta se abrió detrás de ellos. De un salto, ella rápidamente puso distancia entre ambos.
Stilgoe apareció en el rellano. Paseó la mirada de uno al otro.
—Angie está cansada —dijo sin inflexión en la voz—. Danielli la despertó al amanecer.
_______ asintió al tiempo que miraba furtivamente a Joe. Su hermano mantuvo la puerta abierta para que ella pasara sin dejar de mirar a Joe.
—Espérame fuera, _______. Estaré contigo en un momento.
Ella volvió a mirar a Joe y salió de la habitación.
Charles cerró la puerta.
—¿Qué estás haciendo con ella, Joe? Han estado revoloteando uno alrededor del otro desde el primer día. ¿No crees que es momento de terminar con ese juego? _______ ya es mayor.
—Lo sé —respondió Joe suavemente.
—¿La quieres?
—Sí.
Con una sonrisa ladeada, Charles abrió la puerta. —¡Pues tómala de una buena vez! Últimamente ha estado muy irritable, nos ha estado volviendo locos.
CAPÍTULO 31
Buenos días.
_______ se sobresaltó frente a la puerta de su oficina al reconocer la voz de Sophie. Titubeó durante algunos instantes, después se dio la vuelta.
—Buenos días.
La esperanza y la cautela se reflejaron en los profundos ojos marrones de Sophie.
—Me diriges la palabra. ¿Acaso somos amigas de nuevo... o nos hablamos sólo por una cuestión de educación? —dijo con un tono conciliador.
—Todavía no he tomado una decisión al respecto —le respondió _______ con sinceridad—. Anoche Paris me contó...
—¿Paris? —le preguntó Sophie con el ceño fruncido por la sorpresa.
Eso al menos era algo, pensó _______.
—Quise decir Joseph. ¿Mencionó una charada... ?
Sophie juntó las manos.
—¡Grace á Dieu! ¡Finalmente te lo contó!
—Entonces... es cierto —_______ bajó el tono de voz—. Tú no eres...
—¿Qué? ¡Oh, no, no, no! —respondió Sophie estremecida—. ¡Absolutamente no! Lo hizo por ti.
_______ sintió un fuerte nudo en el estómago.
— ¿Prefieres mantener esta conversación en el pasillo o dentro de la oficina?
Abordada por una repentina desolación, ella dijo: —Antes de que Charlie conociera a Angie se enamoró de una tal señorita Lañe. Ella era dulce y amable. Le agradaba mucho Charlie, pero nunca lograron llevarse bien. Él hacia algo por lo cual ella se ofendía; ella hacía algo que a él le desagradaba. El cortejo estaba destinado a fracasar desde el mismísimo comienzo. Aun así, Charlie estaba tan impactado con ella que se negaba a aceptarlo, hasta que Will le dijo algo que siempre recordé: cuando se necesita un martillo para aferrar un tornillo, uno debe buscar un hoyo diferente. Joe sonrió.
—¿Dijo eso en tu presencia?
—Yo estaba escuchando a escondidas. Significa que...
—Sé lo que significa. ¿Lo sabes tú? —los ojos le centellearon maliciosamente. Comprendió finalmente la implicación sexual de la frase. Se ruborizó por completo—. No deberías escuchar a escondidas las conversaciones de hombres solos, _______.
—No cambies de tema. Mi punto es muy claro. Cuando se supone que algo debe avanzar sin dificultades y eso no sucede, uno debe desistir.
Le rozó la mejilla con la de él.
—No somos incompatibles, dulzura, sin importar la herramienta que debamos usar. Ella le palmeó la mano.
—¿No estás siendo orgulloso? El deseo no puede solucionarlo todo. Si ya una vez me lastimaste intencionalmente, ¿qué te impedirá volver a hacerlo?
—Me equivoqué al hacerlo. Te pido disculpas.
Ella lo escudriñó concienzudamente.
—Desearía que te quitaras la máscara en mi presencia.
Él curvó los labios en una sensual sonrisa.
—Si mal no recuerdo, ya hiciste eso por mí.
—Me refería a tu máscara invisible.
—Ahora has logrado confundirme.
—Eres un intrigante, Joe. Constantemente transitas por el límite entre la verdad y la mentira. Mides las palabras. Cuidas tu conducta. Todo está calculado para ocultar tus verdaderos pensamientos y sentimientos, o para presentarlos de manera confusa. Eres tan introvertido, tan reservado con lo guardas en tu fuero interno...
Él pareció conmocionado por su observación.
—Te lo cuento todo. Respondo todas tus preguntas.
—Con retraso. Semanas de retraso. Tus ojos centellean y brillan, algunas veces son de color verdes y otras, azul, y no me revelan nada. Pero puedo percibir la lucha que se desata dentro de ti, las cosas que deseas decir, pero no puedes. ¿Acaso sólo salen a la luz en tu sótano? ¿Es allí donde vives?
Se le contrajo la nuez cuando tragó con dificultad.
—Deseas que me desnude ante ti.
—Es sólo entonces cuando verdaderamente veo al hombre que amo —susurró ella.
—¿Al que nadie más amó? —espetó cínicamente.
—Al que Will amó.
Se miraron a los ojos, inmóviles.
La puerta se abrió detrás de ellos. De un salto, ella rápidamente puso distancia entre ambos.
Stilgoe apareció en el rellano. Paseó la mirada de uno al otro.
—Angie está cansada —dijo sin inflexión en la voz—. Danielli la despertó al amanecer.
_______ asintió al tiempo que miraba furtivamente a Joe. Su hermano mantuvo la puerta abierta para que ella pasara sin dejar de mirar a Joe.
—Espérame fuera, _______. Estaré contigo en un momento.
Ella volvió a mirar a Joe y salió de la habitación.
Charles cerró la puerta.
—¿Qué estás haciendo con ella, Joe? Han estado revoloteando uno alrededor del otro desde el primer día. ¿No crees que es momento de terminar con ese juego? _______ ya es mayor.
—Lo sé —respondió Joe suavemente.
—¿La quieres?
—Sí.
Con una sonrisa ladeada, Charles abrió la puerta. —¡Pues tómala de una buena vez! Últimamente ha estado muy irritable, nos ha estado volviendo locos.
CAPÍTULO 31
Buenos días.
_______ se sobresaltó frente a la puerta de su oficina al reconocer la voz de Sophie. Titubeó durante algunos instantes, después se dio la vuelta.
—Buenos días.
La esperanza y la cautela se reflejaron en los profundos ojos marrones de Sophie.
—Me diriges la palabra. ¿Acaso somos amigas de nuevo... o nos hablamos sólo por una cuestión de educación? —dijo con un tono conciliador.
—Todavía no he tomado una decisión al respecto —le respondió _______ con sinceridad—. Anoche Paris me contó...
—¿Paris? —le preguntó Sophie con el ceño fruncido por la sorpresa.
Eso al menos era algo, pensó _______.
—Quise decir Joseph. ¿Mencionó una charada... ?
Sophie juntó las manos.
—¡Grace á Dieu! ¡Finalmente te lo contó!
—Entonces... es cierto —_______ bajó el tono de voz—. Tú no eres...
—¿Qué? ¡Oh, no, no, no! —respondió Sophie estremecida—. ¡Absolutamente no! Lo hizo por ti.
_______ sintió un fuerte nudo en el estómago.
— ¿Prefieres mantener esta conversación en el pasillo o dentro de la oficina?
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Entra —_______ le quitó el cerrojo a la puerta y entró. Colgó la pelliza, el sombrero y el retículo y se dirigió a abrir los postigos para permitir que entrara la luz del sol—. Te escucho.
Sophie cerró la puerta.
—Vino a verme cinco días después de la fiesta de disfraces. —¿ Cinco días, no tres ?
—El día en que recibí la nota urgente y me dirigí a casa. Nos viste luego en el teatro.
_______ recordó haber escuchado a Iris mencionar una nota misteriosa. Pero si no había ido a ver a Sophie aquella noche que ella había ido a su casa, ¿adonde se había dirigido?
—Continúa.
—Él quería recuperarte y sabía que tendría que cambiar su forma de vida. Me pidió que me convirtiera en su acompañante para aparecer en público en la ciudad.
—¡Deberías haberlo enviado conmigo y haberte mantenido al margen, Sophie! —la mera imagen de Joe hablando con Sophie y bailando el vals con ella fue suficiente para sacarla de las casillas nuevamente.
—Sé razonable, _______. Joe es un hombre orgulloso. Quería impresionarte, atraerte de nuevo, no buscar apoyo en ti. No fue fácil para él. Era como un pez fuera del agua.
—Tú eres mi amiga. Deberías haberme contado en secreto lo que te había pedido que hicieras. Lo habríamos discutido juntas. En vez de eso, decidiste fastidiarme. ¿Disfrutaste de la charada?
—¡Desde luego que no! Pero te comportabas de manera tan obstinada. Te negabas tozudamente a entrar en razón. Perdóname si me equivoqué. Mis intenciones eran las mejores. Deseaba veros juntos.
—Fue una treta sucia, un fingimiento cruel y dañino. Lo que me hace preguntarme... Lo encuentras extremadamente atractivo, ¿no es así? Quizás tú...
—¡No seas necia! Existen muchísimos hombres y yo sólo tengo dos amigas queridas a quienes no les importa mi pasado turbulento y me tratan como a una igual. Nunca renunciaría a eso por un hombre, aunque se tratara del mismísimo rey. ¡Nunca! ¡Jamáis!—afirmó Sophie vehementemente.
El resentimiento que sentía _______ se aplacó.
—Bien, porque sería una verdadera pena, para ambas.
Una sonrisa llorosa suavizó la expresión del rostro de Sophie.
—¿Estoy perdonada?
_______ reflexionó.
—Todavía estoy enojada contigo, pero sí, estás perdonada.
Sophie se precipitó hacia delante y envolvió a _______ en un fuerte abrazo.
—¡Cuánto he echado de menos a mi dulce amiga!
—Yo también —respondió _______ con voz entrecortada y alegre. Llamaron a la puerta y ellas se separaron. «Otra vez no».
—Buenos días, señoras —él hizo una reverencia.
—Lord John —dijo cortésmente Sophie y se inclinó para susurrar al oído de _______—. Deshazte de él, ya basta de juegos —le propinó a John una sonrisa contrariada—. Perdóneme. Tengo un compromiso —salió de la sala y, sagazmente, dejó la puerta entreabierta.
—Esto es para ti —John le dio a _______ una rosa roja.
—Gracias.
Observó la rosa y después a John. Decidió seguir el consejo de Sophie y hacer algo que hasta el momento no había hecho. En el pasado había utilizado las evasivas y la frivolidad para deshacerse de sus pretendientes. De esa manera, mantenía la apariencia de una dama normal, deseosa de contraer matrimonio, cuando en realidad estaba ganando tiempo, aguardando... esperando… a Joe.
No sabía cuándo se había convertido en un modo de vida: tolerar las atenciones de los hombres y después rechazarlos en el último momento. Era la herramienta de la cual se valía para apaciguar a su madre y a su hermano. Anoche, mientras daba vueltas en la cama, se había percatado de que había estado haciendo lo mismo con el hombre a quien había estado esperando: estaba alejando a Joe.
Bueno, ya no más. Puso la rosa a un lado.
—Lo siento. John. No puedo casarme contigo. Mis sentimientos y mi corazón le pertenecen a otra persona. Por favor, perdóname. Te deseo que seas muy feliz.
La sonrisa masculina le heló la sangre.
Sophie cerró la puerta.
—Vino a verme cinco días después de la fiesta de disfraces. —¿ Cinco días, no tres ?
—El día en que recibí la nota urgente y me dirigí a casa. Nos viste luego en el teatro.
_______ recordó haber escuchado a Iris mencionar una nota misteriosa. Pero si no había ido a ver a Sophie aquella noche que ella había ido a su casa, ¿adonde se había dirigido?
—Continúa.
—Él quería recuperarte y sabía que tendría que cambiar su forma de vida. Me pidió que me convirtiera en su acompañante para aparecer en público en la ciudad.
—¡Deberías haberlo enviado conmigo y haberte mantenido al margen, Sophie! —la mera imagen de Joe hablando con Sophie y bailando el vals con ella fue suficiente para sacarla de las casillas nuevamente.
—Sé razonable, _______. Joe es un hombre orgulloso. Quería impresionarte, atraerte de nuevo, no buscar apoyo en ti. No fue fácil para él. Era como un pez fuera del agua.
—Tú eres mi amiga. Deberías haberme contado en secreto lo que te había pedido que hicieras. Lo habríamos discutido juntas. En vez de eso, decidiste fastidiarme. ¿Disfrutaste de la charada?
—¡Desde luego que no! Pero te comportabas de manera tan obstinada. Te negabas tozudamente a entrar en razón. Perdóname si me equivoqué. Mis intenciones eran las mejores. Deseaba veros juntos.
—Fue una treta sucia, un fingimiento cruel y dañino. Lo que me hace preguntarme... Lo encuentras extremadamente atractivo, ¿no es así? Quizás tú...
—¡No seas necia! Existen muchísimos hombres y yo sólo tengo dos amigas queridas a quienes no les importa mi pasado turbulento y me tratan como a una igual. Nunca renunciaría a eso por un hombre, aunque se tratara del mismísimo rey. ¡Nunca! ¡Jamáis!—afirmó Sophie vehementemente.
El resentimiento que sentía _______ se aplacó.
—Bien, porque sería una verdadera pena, para ambas.
Una sonrisa llorosa suavizó la expresión del rostro de Sophie.
—¿Estoy perdonada?
_______ reflexionó.
—Todavía estoy enojada contigo, pero sí, estás perdonada.
Sophie se precipitó hacia delante y envolvió a _______ en un fuerte abrazo.
—¡Cuánto he echado de menos a mi dulce amiga!
—Yo también —respondió _______ con voz entrecortada y alegre. Llamaron a la puerta y ellas se separaron. «Otra vez no».
—Buenos días, señoras —él hizo una reverencia.
—Lord John —dijo cortésmente Sophie y se inclinó para susurrar al oído de _______—. Deshazte de él, ya basta de juegos —le propinó a John una sonrisa contrariada—. Perdóneme. Tengo un compromiso —salió de la sala y, sagazmente, dejó la puerta entreabierta.
—Esto es para ti —John le dio a _______ una rosa roja.
—Gracias.
Observó la rosa y después a John. Decidió seguir el consejo de Sophie y hacer algo que hasta el momento no había hecho. En el pasado había utilizado las evasivas y la frivolidad para deshacerse de sus pretendientes. De esa manera, mantenía la apariencia de una dama normal, deseosa de contraer matrimonio, cuando en realidad estaba ganando tiempo, aguardando... esperando… a Joe.
No sabía cuándo se había convertido en un modo de vida: tolerar las atenciones de los hombres y después rechazarlos en el último momento. Era la herramienta de la cual se valía para apaciguar a su madre y a su hermano. Anoche, mientras daba vueltas en la cama, se había percatado de que había estado haciendo lo mismo con el hombre a quien había estado esperando: estaba alejando a Joe.
Bueno, ya no más. Puso la rosa a un lado.
—Lo siento. John. No puedo casarme contigo. Mis sentimientos y mi corazón le pertenecen a otra persona. Por favor, perdóname. Te deseo que seas muy feliz.
La sonrisa masculina le heló la sangre.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Nada de adulaciones modestas, nada de explicaciones floridas. Te lo agradezco, pero nos casaremos, querida. Te dediqué demasiado tiempo y esfuerzo para dejarte ir ahora. Además, tú me cautivaste y debes pagar por ello. ¿Sabes?, estoy al tanto de tu pícaro secretillo. Te seguí la noche del baile de disfraces. Separaste las piernas para Joe, y lo harás para mí, en el lecho de bodas, o te destruiré, a ti, a tu agencia y a tu amiga francesa de un solo golpe.
_______ se quedó mirándolo, pasmada.
—¿Sin objeciones? Espléndido. Dile a tu hermano que me espere a las ocho en punto esta noche.
—¡Nunca me casaré contigo! —gritó una voz desde su interior—. Tengo amigos.
—Te refieres a Joe. Tal vez se case contigo, tal vez no. ¿Pero quién salvará a la picara francesa? Él no puede casarse con ambas. Su mala reputación no sobrevivirá una campaña de difamación. Ninguna anfitriona respetable la recibirá en su casa. Será desairada dondequiera que vaya. Será segregada públicamente y para siempre... tu organización de caridad será conocida como algo muy diferente. Dos prostitutas en una misma obra de caridad —chasqueó la lengua en sonido desaprobador.
Ella se puso lívida.
—¿Cuántos hogares respetables querrán contratar empleadas a través de tu agencia? ¿Qué les deparará el destino a estas pobres mujeres a quienes ayudas? Burdeles quizás...
Ella lo abofeteó.
—¡Eres despreciable! ¡Nunca cederé ante tu chantaje!
Él la sacudió, atrayéndola hacia sí.
—Los momentos desesperados requieren medidas desesperadas —le aprisionó la boca con la suya, lujuriosa y enérgicamente. Ella le empujó el pecho con todas sus fuerzas, luchando por liberarse, pero él la agarró del cabello, aferrándola fieramente—. Serás mía, _______. No tienes escapatoria.
—Piénsalo mejor —la puerta de la oficina se abrió de par en par, golpeando la pared.
John levantó la cabeza y recibió un férreo golpe que lo tumbó al suelo. Joe avanzó, lo cogió del cuello y lo empujó contra la pared, presionándole rudamente la tráquea con el antebrazo.
—Si vuelves a tocarla, te mataré —dijo con una voz áspera, profunda e iracunda, que incluso a _______ le pareció irreconocible.
—¡No, Joe, no lo hagas! —le imploró—. No vale la pena que... rompas tu promesa por él.
Liberando a John, Joe se volvió para mirarla.
—Él no lo vale... pero tú sí.
John golpeó a Joe en la mandíbula y lo hizo tambalearse.
—He deseado hacer eso durante años —dijo socarronamente John, saltando como un pugilista en una pelea por el campeonato—. Cortesía del Gentleman's Jackson —le lanzó un segundo y un tercer golpe, pero Joe los esquivó—. ¡Pelea, cobarde!
De pie, tenso e inmóvil, rígida cada fibra de su cuerpo, Joe cerró los puños con fuerza... Logró calmarse y rechazó el desafío.
—No pelearé contigo, lárgate.
—¿Y dejar a _______ contigo para que confabuléis a mis espaldas? —espetó burlonamente John—. Es tiempo de que te dé la lección que bien mereces —le lanzó un puñetazo a la cabeza.
Joe le atrapó el puño.
—Los ojos no. A _______ le gustan mis ojos (ame eso xdd)—retorció el brazo de John y le propinó un duro golpe en el abdomen. Una vez, dos veces. John se dobló y cayó de rodillas, jadeando sin aliento—. ¿Es suficiente? ¿O deseas darme alguna otra lección?
Con un rugido salvaje, John se incorporó y se abalanzó sobre Joe. _______ hizo una mueca de dolor cuando John recibió una endemoniada paliza: un codazo en el cuello, un fuerte golpe al riñón y otro directo a la nariz que le rompió el hueso sangrando profusamente. John se echó hacia atrás, sudoroso, sin aire y cubierto de contusiones. Se limpió la sangre de la nariz con el dorso de la mano y dijo con ojos centelleantes:
—¡Puede que seas un maldito conde, pero peleas como un deleznable plebeyo miserable! Dios sabe por qué mi abuelo te llevó a nuestra casa, o qué vio en ti para concederte su admiración. ¡Arruinaste la vida de mi hermana! ¿Piensas que permitiré que también arruines la mía?
—Tú y tu hermana se las ingenian para hacerlo sin ayuda. ¿Qué dirá Prinny cuando se entere de que el futuro conde de Haworth es un ladronzuelo que roba fondos de caridad? Anulará la designación del legado de Oscar.
—No tienes pruebas. Será tu palabra contra la mía.
_______ estaba asombrada. Ni siquiera se había molestado en negar la acusación. Joe lo cogió de la mandíbula.
—Si vuelves a acercarte a la señorita Aubrey te juro que enviaré a todos los acreedores a cobrarle las deudas a tu familia.
—Ambos sabemos que respetas demasiado a mi abuelo como para enviarlo a prisión por deudas.
—Oscar 110 vivirá para siempre.
—Mi abuelo tiene setenta años y se ve más joven cada día —afirmó John—. Mi padre, desafortunadamente, está muriendo de una enfermedad en el hígado. Así que, suponiendo que convenzas a Prinny para que cancele el legado del título Haworth directamente a mí, de igual manera heredaré los bienes de mi abuelo.
—Esto no es una competición, John, nunca lo fue.
—Oh, sí que lo es, y la he ganado. _______ y yo estamos comprometidos. Díselo, querida.
El rostro de Joe se torno ceniciento.
—¿_______? ¿Es verdad? —le preguntó muy quedamente.
Ella tragó con dificultad.
—Ha amenazado con arruinarnos a todos... a Sophie, a la obra de caridad, a mí. Él lo sabe.
Rápido como el viento, Joe avanzó hacia John y lo golpeó con la celeridad de un rayo. Cuando John cayó al suelo, ya estaba inconsciente.
—Oh, Joe —susurró _______ horrorizada—. ¿Qué has hecho? Lo has matado.
—No lo maté —Joe se arrodilló junto al cuerpo inmóvil de John y le tomó el pulso—. El bastardo aún respira —lo arrastró de la nuca y lo arrojó a una silla. Se limpió el puño ensangrentado en la corbata de John y después se acercó para abrazarla. _______ le rodeó la cintura con los brazos, le apoyó la cabeza sobre el reconfortante hombro, y casi pudo simular que todo estaba bien en su mundo—. Lamento haber llegado demasiado tarde para impedir que te acosara —murmuró contra su cabello—. ¿Entendí bien? ¿Sabe lo nuestro?
La abordó la ansiedad
_______ se quedó mirándolo, pasmada.
—¿Sin objeciones? Espléndido. Dile a tu hermano que me espere a las ocho en punto esta noche.
—¡Nunca me casaré contigo! —gritó una voz desde su interior—. Tengo amigos.
—Te refieres a Joe. Tal vez se case contigo, tal vez no. ¿Pero quién salvará a la picara francesa? Él no puede casarse con ambas. Su mala reputación no sobrevivirá una campaña de difamación. Ninguna anfitriona respetable la recibirá en su casa. Será desairada dondequiera que vaya. Será segregada públicamente y para siempre... tu organización de caridad será conocida como algo muy diferente. Dos prostitutas en una misma obra de caridad —chasqueó la lengua en sonido desaprobador.
Ella se puso lívida.
—¿Cuántos hogares respetables querrán contratar empleadas a través de tu agencia? ¿Qué les deparará el destino a estas pobres mujeres a quienes ayudas? Burdeles quizás...
Ella lo abofeteó.
—¡Eres despreciable! ¡Nunca cederé ante tu chantaje!
Él la sacudió, atrayéndola hacia sí.
—Los momentos desesperados requieren medidas desesperadas —le aprisionó la boca con la suya, lujuriosa y enérgicamente. Ella le empujó el pecho con todas sus fuerzas, luchando por liberarse, pero él la agarró del cabello, aferrándola fieramente—. Serás mía, _______. No tienes escapatoria.
—Piénsalo mejor —la puerta de la oficina se abrió de par en par, golpeando la pared.
John levantó la cabeza y recibió un férreo golpe que lo tumbó al suelo. Joe avanzó, lo cogió del cuello y lo empujó contra la pared, presionándole rudamente la tráquea con el antebrazo.
—Si vuelves a tocarla, te mataré —dijo con una voz áspera, profunda e iracunda, que incluso a _______ le pareció irreconocible.
—¡No, Joe, no lo hagas! —le imploró—. No vale la pena que... rompas tu promesa por él.
Liberando a John, Joe se volvió para mirarla.
—Él no lo vale... pero tú sí.
John golpeó a Joe en la mandíbula y lo hizo tambalearse.
—He deseado hacer eso durante años —dijo socarronamente John, saltando como un pugilista en una pelea por el campeonato—. Cortesía del Gentleman's Jackson —le lanzó un segundo y un tercer golpe, pero Joe los esquivó—. ¡Pelea, cobarde!
De pie, tenso e inmóvil, rígida cada fibra de su cuerpo, Joe cerró los puños con fuerza... Logró calmarse y rechazó el desafío.
—No pelearé contigo, lárgate.
—¿Y dejar a _______ contigo para que confabuléis a mis espaldas? —espetó burlonamente John—. Es tiempo de que te dé la lección que bien mereces —le lanzó un puñetazo a la cabeza.
Joe le atrapó el puño.
—Los ojos no. A _______ le gustan mis ojos (ame eso xdd)—retorció el brazo de John y le propinó un duro golpe en el abdomen. Una vez, dos veces. John se dobló y cayó de rodillas, jadeando sin aliento—. ¿Es suficiente? ¿O deseas darme alguna otra lección?
Con un rugido salvaje, John se incorporó y se abalanzó sobre Joe. _______ hizo una mueca de dolor cuando John recibió una endemoniada paliza: un codazo en el cuello, un fuerte golpe al riñón y otro directo a la nariz que le rompió el hueso sangrando profusamente. John se echó hacia atrás, sudoroso, sin aire y cubierto de contusiones. Se limpió la sangre de la nariz con el dorso de la mano y dijo con ojos centelleantes:
—¡Puede que seas un maldito conde, pero peleas como un deleznable plebeyo miserable! Dios sabe por qué mi abuelo te llevó a nuestra casa, o qué vio en ti para concederte su admiración. ¡Arruinaste la vida de mi hermana! ¿Piensas que permitiré que también arruines la mía?
—Tú y tu hermana se las ingenian para hacerlo sin ayuda. ¿Qué dirá Prinny cuando se entere de que el futuro conde de Haworth es un ladronzuelo que roba fondos de caridad? Anulará la designación del legado de Oscar.
—No tienes pruebas. Será tu palabra contra la mía.
_______ estaba asombrada. Ni siquiera se había molestado en negar la acusación. Joe lo cogió de la mandíbula.
—Si vuelves a acercarte a la señorita Aubrey te juro que enviaré a todos los acreedores a cobrarle las deudas a tu familia.
—Ambos sabemos que respetas demasiado a mi abuelo como para enviarlo a prisión por deudas.
—Oscar 110 vivirá para siempre.
—Mi abuelo tiene setenta años y se ve más joven cada día —afirmó John—. Mi padre, desafortunadamente, está muriendo de una enfermedad en el hígado. Así que, suponiendo que convenzas a Prinny para que cancele el legado del título Haworth directamente a mí, de igual manera heredaré los bienes de mi abuelo.
—Esto no es una competición, John, nunca lo fue.
—Oh, sí que lo es, y la he ganado. _______ y yo estamos comprometidos. Díselo, querida.
El rostro de Joe se torno ceniciento.
—¿_______? ¿Es verdad? —le preguntó muy quedamente.
Ella tragó con dificultad.
—Ha amenazado con arruinarnos a todos... a Sophie, a la obra de caridad, a mí. Él lo sabe.
Rápido como el viento, Joe avanzó hacia John y lo golpeó con la celeridad de un rayo. Cuando John cayó al suelo, ya estaba inconsciente.
—Oh, Joe —susurró _______ horrorizada—. ¿Qué has hecho? Lo has matado.
—No lo maté —Joe se arrodilló junto al cuerpo inmóvil de John y le tomó el pulso—. El bastardo aún respira —lo arrastró de la nuca y lo arrojó a una silla. Se limpió el puño ensangrentado en la corbata de John y después se acercó para abrazarla. _______ le rodeó la cintura con los brazos, le apoyó la cabeza sobre el reconfortante hombro, y casi pudo simular que todo estaba bien en su mundo—. Lamento haber llegado demasiado tarde para impedir que te acosara —murmuró contra su cabello—. ¿Entendí bien? ¿Sabe lo nuestro?
La abordó la ansiedad
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Me siguió hasta tu casa la noche de la fiesta de disfraces. Amenazó con usar eso y calumnias embusteras contra Sophie para... para destruir la agencia. ¡Santo Dios! ¡Todas esas pobres mujeres y sus hijos! Un escándalo de tal magnitud...
—Tranquila. No te preocupes, dulzura. Me encargaré de Hanson, puedes contar con ello. Después de que haya terminado con él, el tiburón rubio nunca volverá a molestarte. Lo prometo.
Ella levantó la vista para mirarlo. —¿Qué harás? ¿Cómo supiste que había robado el dinero?
—Una especulación acertada. Toda la familia está sin un penique y acosada por las deudas. Oscar, a pesar de lo que lo aprecio, fue un despilfarrador en sus días de juventud. Al igual que el padre de John, hasta que su hígado colapso después de años de abusar de la bebida y vivir vertiginosamente. Intenté ayudarlos. Todas sus propiedades estaban hipotecadas. Por tanto, adquirí las tierras lindantes con Haworth Castle por el doble de su valor y las anexé a Ashby Park. La ganancia que Oscar obtuvo de la venta le sirvió para recuperar sus propiedades. Habría hecho más, pero Olivia... —suspiró—. Ella destruyó mi magnanimidad. De cualquier manera, John es más juicioso que ellos, pero ama vestir bien, las mujeres y se gana la vida en las mesas de juego.
—¿Frecuenta mujeres? Pero si cada joven de Mayfair está ansiosa por llevarlo al altar.
—Esos son negocios; en cambio, las mujeres que frecuenta son diversión. Está desesperado por resolver los problemas económicos de su familia casándose con alguien que posea fortuna. No te lo conté por respeto a Oscar. El viejo...
—Te cobijó bajo su ala —la naturaleza amable, leal y generosa del corazón de Joe la emocionó.
—Además, es una manera desleal de desacreditar a un rival. Quería ganarte por mérito propio.
Ella le sonrió.
—A veces, Joe, cuando no estás intentando desvestirme, eres un gran caballero.
La expresión de él se tornó sombría.
—Un caballero que rompe sus promesas no es un caballero.
Ella lo besó.
—Fuiste inmensamente valiente en defender mi honor. Te estoy infinitamente agradecida.
—¿Ya no estás enojada conmigo?
—Ya todo está olvidado. He hecho las paces con Sophie. Sin rencores.
A él se le llenaron los ojos de ternura.
—Eres pura de corazón —la alzó contra él, capturándole la boca en un beso embriagador que se extendió hasta que cada fibra de su cuerpo se estremeció de placer.
Alguien tosió. _______ saltó hacia atrás y encontró a Iris y a Sophie sonriéndoles ampliamente. Joe se asomó detrás de _______ y entrelazó los dedos con los de ella.
—¿Qué le sucedió? —Iris señaló la blonda masa amorfa desplomada en la silla.
Para el momento en que _______ terminó de explicar lo sucedido, Sophie estaba terriblemente pálida.
—Me desasociaré de la agencia... y dejaré Inglaterra por un tiempo. Puedo llevar a Jerome a Paris...
—No harás nada de eso. Es culpa mía —_______ le echó una mirada a Joe—. Debería haberle puesto fin al cortejo de Hanson hace mucho tiempo. Nadie excepto yo, pagará por mi estupidez. —Con los ojos brillantes de emoción, Joe le besó los dedos—. No permitiré que él lastime a ninguna de ustedes. Tampoco dejaré que destruya nuestra agencia. Les doy mi palabra.
—Gracias —dijo Sophie aliviada—. Odiaría tener que renunciar a mi labor aquí.
—Quiero que te vayas a tu casa y permanezcas allí —le dijo Joe a Isabel—. Puede que él se presente allí, así que debes hacerle saber a todos que tomó tu rechazo de una manera muy poco caballerosa y que no debe ser recibido bajo ninguna circunstancia. Asegúrate de que Stilgoe se dé cuenta de lo peligroso e irracional que es Hanson. Dile que estoy a cargo de todo, pero cuéntale lo menos posible. No queremos que vaya a matar a Hanson. Deseamos mantener todo el asunto lo más calmado posible.
—¿Qué sucederá si John... comienza a difundir las calumnias?
—No lo hará, perdería todo el poder que tiene sobre ti. En vez de ello, intentará acorralarte otra vez. Por eso debes permanecer en tu casa los próximos días, hasta que yo me haga cargo de él. Haz una lista de gente en la que confías y dile a los criados que no permitan el acceso a nadie que no esté en ella. Hanson está desesperado, intentará cualquier cosa, incluso secuestrarte. Ten mucho cuidado, dulzura —le imploró suavemente.
—Lo haré —le prometió ella mientras el temor la sobrecogía—. ¿Qué harás con él?
—Lo dejaré en su casa de la ciudad. Después consideraré algunas opciones —le echó un vistazo a las amigas de ella—. ¿Podríais acompañarla a su casa, por favor?
—Tranquila. No te preocupes, dulzura. Me encargaré de Hanson, puedes contar con ello. Después de que haya terminado con él, el tiburón rubio nunca volverá a molestarte. Lo prometo.
Ella levantó la vista para mirarlo. —¿Qué harás? ¿Cómo supiste que había robado el dinero?
—Una especulación acertada. Toda la familia está sin un penique y acosada por las deudas. Oscar, a pesar de lo que lo aprecio, fue un despilfarrador en sus días de juventud. Al igual que el padre de John, hasta que su hígado colapso después de años de abusar de la bebida y vivir vertiginosamente. Intenté ayudarlos. Todas sus propiedades estaban hipotecadas. Por tanto, adquirí las tierras lindantes con Haworth Castle por el doble de su valor y las anexé a Ashby Park. La ganancia que Oscar obtuvo de la venta le sirvió para recuperar sus propiedades. Habría hecho más, pero Olivia... —suspiró—. Ella destruyó mi magnanimidad. De cualquier manera, John es más juicioso que ellos, pero ama vestir bien, las mujeres y se gana la vida en las mesas de juego.
—¿Frecuenta mujeres? Pero si cada joven de Mayfair está ansiosa por llevarlo al altar.
—Esos son negocios; en cambio, las mujeres que frecuenta son diversión. Está desesperado por resolver los problemas económicos de su familia casándose con alguien que posea fortuna. No te lo conté por respeto a Oscar. El viejo...
—Te cobijó bajo su ala —la naturaleza amable, leal y generosa del corazón de Joe la emocionó.
—Además, es una manera desleal de desacreditar a un rival. Quería ganarte por mérito propio.
Ella le sonrió.
—A veces, Joe, cuando no estás intentando desvestirme, eres un gran caballero.
La expresión de él se tornó sombría.
—Un caballero que rompe sus promesas no es un caballero.
Ella lo besó.
—Fuiste inmensamente valiente en defender mi honor. Te estoy infinitamente agradecida.
—¿Ya no estás enojada conmigo?
—Ya todo está olvidado. He hecho las paces con Sophie. Sin rencores.
A él se le llenaron los ojos de ternura.
—Eres pura de corazón —la alzó contra él, capturándole la boca en un beso embriagador que se extendió hasta que cada fibra de su cuerpo se estremeció de placer.
Alguien tosió. _______ saltó hacia atrás y encontró a Iris y a Sophie sonriéndoles ampliamente. Joe se asomó detrás de _______ y entrelazó los dedos con los de ella.
—¿Qué le sucedió? —Iris señaló la blonda masa amorfa desplomada en la silla.
Para el momento en que _______ terminó de explicar lo sucedido, Sophie estaba terriblemente pálida.
—Me desasociaré de la agencia... y dejaré Inglaterra por un tiempo. Puedo llevar a Jerome a Paris...
—No harás nada de eso. Es culpa mía —_______ le echó una mirada a Joe—. Debería haberle puesto fin al cortejo de Hanson hace mucho tiempo. Nadie excepto yo, pagará por mi estupidez. —Con los ojos brillantes de emoción, Joe le besó los dedos—. No permitiré que él lastime a ninguna de ustedes. Tampoco dejaré que destruya nuestra agencia. Les doy mi palabra.
—Gracias —dijo Sophie aliviada—. Odiaría tener que renunciar a mi labor aquí.
—Quiero que te vayas a tu casa y permanezcas allí —le dijo Joe a Isabel—. Puede que él se presente allí, así que debes hacerle saber a todos que tomó tu rechazo de una manera muy poco caballerosa y que no debe ser recibido bajo ninguna circunstancia. Asegúrate de que Stilgoe se dé cuenta de lo peligroso e irracional que es Hanson. Dile que estoy a cargo de todo, pero cuéntale lo menos posible. No queremos que vaya a matar a Hanson. Deseamos mantener todo el asunto lo más calmado posible.
—¿Qué sucederá si John... comienza a difundir las calumnias?
—No lo hará, perdería todo el poder que tiene sobre ti. En vez de ello, intentará acorralarte otra vez. Por eso debes permanecer en tu casa los próximos días, hasta que yo me haga cargo de él. Haz una lista de gente en la que confías y dile a los criados que no permitan el acceso a nadie que no esté en ella. Hanson está desesperado, intentará cualquier cosa, incluso secuestrarte. Ten mucho cuidado, dulzura —le imploró suavemente.
—Lo haré —le prometió ella mientras el temor la sobrecogía—. ¿Qué harás con él?
—Lo dejaré en su casa de la ciudad. Después consideraré algunas opciones —le echó un vistazo a las amigas de ella—. ¿Podríais acompañarla a su casa, por favor?
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—La cuidaremos bien, Lord Joseph —dijo Iris sonriendo—. No se preocupe por ello.
—Os lo agradezco —volvió la mirada hacia _______. Sus ojos de color esmeralda la estudiaron durante un largo momento, como si quisiera decir algo más. Se inquietó—. Será mejor que lo lleve a casa antes de que vuelva en sí.
_______ lo cogió de la solapa. Incluso su corbata estaba tan prolija e inmaculada como el resto de su vestimenta, a diferencia de la masa arrugada en la silla.
—¿ Cuándo volveré a verte ?
—Pronto.
—¿Cómo de pronto?
Los ojos le centellearon pícaramente.
—Lo suficiente.
Ella hizo una mueca, lo atrajo hacia sí y lo besó.
—Haz que sea muy pronto.
CAPÍTULO 32
Vuelve a mí en sueños, para que pueda dar latido por latido, aliento por aliento: Susurra, inclínate, como hace tiempo, mi amor, tanto tiempo atrás.
Christina Rossetti.
La sensación de unos suaves labios contra los de ella se filtró en su sueño. Una esencia oscura y seductora la envolvió por completo, despertando su cuerpo ante un deseo intenso y profundo. Sumida en la calidez y la oscuridad, rodeó con los brazos la sedosa cabellera que se inclinaba sobre ella y le preguntó adormecida:
—¿Eres un sueño?
—Dios, espero que no —murmuró Joe.
Cogió su suave cuerpo en un abrazo y la besó más intensamente. Ella cerró los ojos, sin pensar con claridad, se perdió en el sabor de su boca, en el placer de su beso sensual, y en la sensación de sus brazos rodeándola, manteniéndola a salvo, cobijándola fuertemente contra su sólido pecho. Él le acarició la espalda describiendo círculos sobre su delgadísimo camisón. Le exploró la boca acariciándola con la lengua. El calor que sentía en el vientre se extendió a sus muslos hasta que todo su ser deseó ser acariciado.
Ella suspiró, intoxicada por él.
— ¿Sí, mi amor?
—¿Cómo entraste aquí? La casa está prácticamente fortificada.
—Trepé por el roble hasta la alcoba de huéspedes.
Había olvidado que él conocía su casa tan bien como ella.
—¿ Qué hiciste con John ?
—Lo arrojé en su casa. Literalmente.
La imagen la hizo reír.
—Eso explica por qué no vino esta tarde después de todo.
—_______ —susurró él, devorándole el cuello y provocándole un hormigueo por todo el cuerpo—. No vine aquí para hablar de tu antiguo pretendiente. Te echaba de menos. Deseo estar contigo.
—Yo también deseo estar contigo —ella le quitó el abrigo de los hombros y le desató la corbata. Necesitaba sentir su piel contra la de ella, satisfacer el deseo que le consumía el cuerpo y las ansias que le colmaban el corazón. Necesitaba tenerlo entre sus brazos. Sin él, se sentía desolada.
—Pues reavivemos nuestra relación —él se despojó del abrigo e hizo rápidamente lo mismo con la corbata, el chaleco y la camisa. Se sentó en el borde de la cama y se agachó para quitarse las botas.
Ella se arrodilló y le deslizó las manos por la ancha espalda, besándole la aterciopelada piel. Se puso de pie para deshacerse de los pantalones y de la ropa interior, después se giró hacia ella.
—Levanta los brazos —cuando ella así lo hizo, la despojó del camisón y lo arrojó al suelo. Ella se hallaba de espaldas a la ventana; él contempló con gran ansiedad su esbelto cuerpo iluminado por la luz de la luna, le echó la melena de rizos detrás de los hombros y le cogió el rostro entre las palmas de las manos—. _______ —le susurró al tiempo que se inclinaba para besarla. Le deslizó los dedos hasta los senos y le delineó el borde de los pezones provocándole una sensación electrizante. Cuando se le endurecieron, se los apretó suave y posesivamente, haciéndole arder el cuerpo de ansias.
Ella lo cogió de la musculosa cintura, deseando que no se detuviera.
—Adoro cuando me tocas —le susurró. La hacía sentirse tan hermosa, deseada y atesorada.
—Adoro tocarte —le respondió con voz ronca—. Eres una hoguera escondida tras una máscara con la imagen de una obra de arte —inclinó la cabeza y le succionó ávidamente el seno.
—Os lo agradezco —volvió la mirada hacia _______. Sus ojos de color esmeralda la estudiaron durante un largo momento, como si quisiera decir algo más. Se inquietó—. Será mejor que lo lleve a casa antes de que vuelva en sí.
_______ lo cogió de la solapa. Incluso su corbata estaba tan prolija e inmaculada como el resto de su vestimenta, a diferencia de la masa arrugada en la silla.
—¿ Cuándo volveré a verte ?
—Pronto.
—¿Cómo de pronto?
Los ojos le centellearon pícaramente.
—Lo suficiente.
Ella hizo una mueca, lo atrajo hacia sí y lo besó.
—Haz que sea muy pronto.
CAPÍTULO 32
Vuelve a mí en sueños, para que pueda dar latido por latido, aliento por aliento: Susurra, inclínate, como hace tiempo, mi amor, tanto tiempo atrás.
Christina Rossetti.
La sensación de unos suaves labios contra los de ella se filtró en su sueño. Una esencia oscura y seductora la envolvió por completo, despertando su cuerpo ante un deseo intenso y profundo. Sumida en la calidez y la oscuridad, rodeó con los brazos la sedosa cabellera que se inclinaba sobre ella y le preguntó adormecida:
—¿Eres un sueño?
—Dios, espero que no —murmuró Joe.
Cogió su suave cuerpo en un abrazo y la besó más intensamente. Ella cerró los ojos, sin pensar con claridad, se perdió en el sabor de su boca, en el placer de su beso sensual, y en la sensación de sus brazos rodeándola, manteniéndola a salvo, cobijándola fuertemente contra su sólido pecho. Él le acarició la espalda describiendo círculos sobre su delgadísimo camisón. Le exploró la boca acariciándola con la lengua. El calor que sentía en el vientre se extendió a sus muslos hasta que todo su ser deseó ser acariciado.
Ella suspiró, intoxicada por él.
— ¿Sí, mi amor?
—¿Cómo entraste aquí? La casa está prácticamente fortificada.
—Trepé por el roble hasta la alcoba de huéspedes.
Había olvidado que él conocía su casa tan bien como ella.
—¿ Qué hiciste con John ?
—Lo arrojé en su casa. Literalmente.
La imagen la hizo reír.
—Eso explica por qué no vino esta tarde después de todo.
—_______ —susurró él, devorándole el cuello y provocándole un hormigueo por todo el cuerpo—. No vine aquí para hablar de tu antiguo pretendiente. Te echaba de menos. Deseo estar contigo.
—Yo también deseo estar contigo —ella le quitó el abrigo de los hombros y le desató la corbata. Necesitaba sentir su piel contra la de ella, satisfacer el deseo que le consumía el cuerpo y las ansias que le colmaban el corazón. Necesitaba tenerlo entre sus brazos. Sin él, se sentía desolada.
—Pues reavivemos nuestra relación —él se despojó del abrigo e hizo rápidamente lo mismo con la corbata, el chaleco y la camisa. Se sentó en el borde de la cama y se agachó para quitarse las botas.
Ella se arrodilló y le deslizó las manos por la ancha espalda, besándole la aterciopelada piel. Se puso de pie para deshacerse de los pantalones y de la ropa interior, después se giró hacia ella.
—Levanta los brazos —cuando ella así lo hizo, la despojó del camisón y lo arrojó al suelo. Ella se hallaba de espaldas a la ventana; él contempló con gran ansiedad su esbelto cuerpo iluminado por la luz de la luna, le echó la melena de rizos detrás de los hombros y le cogió el rostro entre las palmas de las manos—. _______ —le susurró al tiempo que se inclinaba para besarla. Le deslizó los dedos hasta los senos y le delineó el borde de los pezones provocándole una sensación electrizante. Cuando se le endurecieron, se los apretó suave y posesivamente, haciéndole arder el cuerpo de ansias.
Ella lo cogió de la musculosa cintura, deseando que no se detuviera.
—Adoro cuando me tocas —le susurró. La hacía sentirse tan hermosa, deseada y atesorada.
—Adoro tocarte —le respondió con voz ronca—. Eres una hoguera escondida tras una máscara con la imagen de una obra de arte —inclinó la cabeza y le succionó ávidamente el seno.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Un suave gemido escapó de los labios femeninos. Los pecaminosos placeres que él le provocaba con la lengua, los labios y los dientes le incrementaron la humedad entre sus muslos hasta que las ansias que se agolpaban dentro de su ser le resultaron casi intolerables.
Ella le acarició la espalda y el pecho, sintiendo los músculos tensos. Se sentía cálido, esbelto y fuerte. Se deleitó con la expectativa de estar bajo su fornido cuerpo, dominada por las fuerzas de su deseo, fundiéndose con él para arder juntos en una pasión borrascosa.
Le deslizó las manos por las angostas caderas y los muslos, y le cogió el miembro henchido. Él dio un brinco, los ojos le brillaron como gemas preciosas en la oscuridad.
—Si me acaricias, no podré contenerme —le advirtió ásperamente mientras ella le aferraba el miembro y se lo acariciaba. Osada, lo volvió a acariciar, él se estremeció voluptuosamente—. Dios, _______, ¿quieres matarme?
—Quiero darte placer —le deslizó las manos hacia arriba, por el musculoso y tenso abdomen. Se apoyó contra él frotándole los pechos contra el torso, sintiéndose cada vez más apasionada.
—¿No lo comprendes? Si te deseara más de lo que te deseo ahora, ardería hasta convertirme en cenizas —con un suspiro entrecortado, la recostó sobre la cama y se colocó sobre ella, apoyándose íntimamente contra sus muslos. Ella lo envolvió con las piernas, deleitándose al sentir el exquisito peso de su cuerpo, la seductora caricia y el olor de su sedosa piel. Amaba profundamente a aquel hombre. —Hola —dijo él.
—Hola —ella le sonrió mirándole el rostro cubierto por las sombras—. Usted me resulta curiosamente familiar, milord.
—Y usted me resulta deliciosamente inolvidable —volvió a besarla de manera sensual y decidida, apoyándole las caderas entre los muslos de ella, deleitándose con su ardorosa humedad—. He... he traído a alguien conmigo. Está tímidamente ansioso de conocerla. Espero que le agrade.
—¿Es él un caballero? —le preguntó ella conteniendo una risilla.
—No realmente. Aunque es un personajes extraordinario. Estoy completamente seguro de que se esmerará por complacerla.
—Pues es bienvenido —respondió ella con la voz enronquecida. Deslizó las manos hacia abajo acariciándole la espalda y le cogió las nalgas. Arqueó las caderas, incitándolo a penetrarla.
Joe gruñó.
—Antes de volverme loco, he estado fantaseando con volver a probar una deliciosa fresa —él se deslizó hacia abajo, le besó un pezón enhiesto, después el otro, le cubrió el vientre de besos y la cogió de las caderas. Ella cerró los ojos con fuerza y sintió que se le tensaba el cuerpo.
Él le acarició el clítoris con la lengua, pero ella no se apartó, deleitándose con las oleadas de placer que la llevaban al éxtasis. Se aferró salvajemente de las sábanas, sumida en una plenitud de sensaciones, al tiempo que las caricias que le proporcionaba con la lengua le hacían casi perder la razón. Sintió que la recorría una oleada de urgente anhelo. El corazón le galopaba con tanta fuerza como un purasangre en plena carrera. Echó la cabeza hacia atrás y sus gemidos imploraron por la liberación. Él le succionó el sensible clítoris y ella curvó el cuerpo en un arco perfecto, agitándose y sacudiéndose, jadeando intensamente, presa de frenéticas convulsiones.
Él se incorporó, devoró sus gritos de placer con sus besos y la penetró profundamente. Sin recobrar por completo la conciencia, ella se contorsionó aferrada a sus hombros para recibir ávidamente el cuerpo masculino que la embestía ferozmente, colmándola de placer. Hicieron el amor en un trance, perfectamente entrelazados, contoneándose con ritmo enardecido, arqueándose y desplomándose como si fuesen olas embravecidas.
Ella se perdió en el aroma y el calor de su piel, en la fuerza de las embestidas, en la profunda sensación de felicidad que experimentaba al sentirse colmada por el cuerpo masculino, como solamente Joe podía hacerlo. Comenzó a temblar ardorosamente, próxima al clímax.
—Oh, mi... Oh, Joe.
Él apretó los dientes; su piel, cubierta de sudor, resplandecía a la luz de la luna.
—Sí... sí—arremetió con las caderas en ritmo frenético—. ¡Sí... sí! ¡Oh, Dios, _______ —se tensó entre sus brazos. Cuando él alcanzó el clímax, ella perdió la conciencia al sentir oleada tras oleada en perfecta sincronía y tan intensas como las de él. Sintió cómo la colmaba con la lava ardiente de su pasión para después desplomarse sobre ella, húmedo y agotado, jadeando contra su oído. _______ se sintió saciada, relajada y... extremadamente feliz.
Ella le acarició la espalda y el pecho, sintiendo los músculos tensos. Se sentía cálido, esbelto y fuerte. Se deleitó con la expectativa de estar bajo su fornido cuerpo, dominada por las fuerzas de su deseo, fundiéndose con él para arder juntos en una pasión borrascosa.
Le deslizó las manos por las angostas caderas y los muslos, y le cogió el miembro henchido. Él dio un brinco, los ojos le brillaron como gemas preciosas en la oscuridad.
—Si me acaricias, no podré contenerme —le advirtió ásperamente mientras ella le aferraba el miembro y se lo acariciaba. Osada, lo volvió a acariciar, él se estremeció voluptuosamente—. Dios, _______, ¿quieres matarme?
—Quiero darte placer —le deslizó las manos hacia arriba, por el musculoso y tenso abdomen. Se apoyó contra él frotándole los pechos contra el torso, sintiéndose cada vez más apasionada.
—¿No lo comprendes? Si te deseara más de lo que te deseo ahora, ardería hasta convertirme en cenizas —con un suspiro entrecortado, la recostó sobre la cama y se colocó sobre ella, apoyándose íntimamente contra sus muslos. Ella lo envolvió con las piernas, deleitándose al sentir el exquisito peso de su cuerpo, la seductora caricia y el olor de su sedosa piel. Amaba profundamente a aquel hombre. —Hola —dijo él.
—Hola —ella le sonrió mirándole el rostro cubierto por las sombras—. Usted me resulta curiosamente familiar, milord.
—Y usted me resulta deliciosamente inolvidable —volvió a besarla de manera sensual y decidida, apoyándole las caderas entre los muslos de ella, deleitándose con su ardorosa humedad—. He... he traído a alguien conmigo. Está tímidamente ansioso de conocerla. Espero que le agrade.
—¿Es él un caballero? —le preguntó ella conteniendo una risilla.
—No realmente. Aunque es un personajes extraordinario. Estoy completamente seguro de que se esmerará por complacerla.
—Pues es bienvenido —respondió ella con la voz enronquecida. Deslizó las manos hacia abajo acariciándole la espalda y le cogió las nalgas. Arqueó las caderas, incitándolo a penetrarla.
Joe gruñó.
—Antes de volverme loco, he estado fantaseando con volver a probar una deliciosa fresa —él se deslizó hacia abajo, le besó un pezón enhiesto, después el otro, le cubrió el vientre de besos y la cogió de las caderas. Ella cerró los ojos con fuerza y sintió que se le tensaba el cuerpo.
Él le acarició el clítoris con la lengua, pero ella no se apartó, deleitándose con las oleadas de placer que la llevaban al éxtasis. Se aferró salvajemente de las sábanas, sumida en una plenitud de sensaciones, al tiempo que las caricias que le proporcionaba con la lengua le hacían casi perder la razón. Sintió que la recorría una oleada de urgente anhelo. El corazón le galopaba con tanta fuerza como un purasangre en plena carrera. Echó la cabeza hacia atrás y sus gemidos imploraron por la liberación. Él le succionó el sensible clítoris y ella curvó el cuerpo en un arco perfecto, agitándose y sacudiéndose, jadeando intensamente, presa de frenéticas convulsiones.
Él se incorporó, devoró sus gritos de placer con sus besos y la penetró profundamente. Sin recobrar por completo la conciencia, ella se contorsionó aferrada a sus hombros para recibir ávidamente el cuerpo masculino que la embestía ferozmente, colmándola de placer. Hicieron el amor en un trance, perfectamente entrelazados, contoneándose con ritmo enardecido, arqueándose y desplomándose como si fuesen olas embravecidas.
Ella se perdió en el aroma y el calor de su piel, en la fuerza de las embestidas, en la profunda sensación de felicidad que experimentaba al sentirse colmada por el cuerpo masculino, como solamente Joe podía hacerlo. Comenzó a temblar ardorosamente, próxima al clímax.
—Oh, mi... Oh, Joe.
Él apretó los dientes; su piel, cubierta de sudor, resplandecía a la luz de la luna.
—Sí... sí—arremetió con las caderas en ritmo frenético—. ¡Sí... sí! ¡Oh, Dios, _______ —se tensó entre sus brazos. Cuando él alcanzó el clímax, ella perdió la conciencia al sentir oleada tras oleada en perfecta sincronía y tan intensas como las de él. Sintió cómo la colmaba con la lava ardiente de su pasión para después desplomarse sobre ella, húmedo y agotado, jadeando contra su oído. _______ se sintió saciada, relajada y... extremadamente feliz.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Joe levantó la cabeza y los mechones de cabello le cayeron sobre la frente. Con la vista acostumbrada ya a la oscuridad, vio su sonrisa de satisfacción y la adorable mirada en sus ojos. La besó tiernamente y le apartó los rizos del rostro. —¿Aún piensas que no somos compatibles? Ella le cobijó la cabeza en su hombro, apretándolo contra su corazón, acariciándole amorosamente la espalda.
—No lo pensaba, pero me hiciste enfadar tanto...
—Perdóname, mi rugiente leona. Nunca volveré a lastimarte. Ni tampoco permitiré que nadie más lo haga —agregó en tono áspero y resuelto que logró calmar los miedos y ansiedades femeninas.
—¿Cómo lo detengo, Joe? Esas pobres mujeres... ¿Cómo las miraré a los ojos y les diré que fue mi estupidez lo que acabó con su última esperanza? Cuando pienso en sus pequeños niños hambrientos...
—Yo lo detendré.
Ella entrelazó los dedos en su sedosa cabellera.
—No deberías embarcarte en este calvario. Acabas de reinsertarte entre tus pares. Mi escándalo te perjudicará.
Él se tensó entre sus brazos.
—No te librarás de mí esta vez, _______.
—No deseo librarme de ti. Pero no debería imponerte...
—Pues está decidido. Me encargaré de él. Aunque puedo llegar a necesitar de tu ayuda.
—La tienes, naturalmente. ¿Pero cómo evita uno que alguien difunda calumnias? ¿Recuerdas en Tifus Andronicus, de Shakespeare, cómo Demetrius y Chiron le cortaron las manos a Lavinia, y también la lengua, para evitar que los implicara? No hay solución para el chantaje.
—Cortarle las manos y la lengua es una buena solución —dijo él, arrastrando las palabras.
—Ese es el punto. No hay solución. Tendré que casarme con él —a lo que más le temía ella, mucho más que la idea de casarse con John, era a que no volvería a estar con Joe.
—¡Sobre mi cadáver! —gruñó él ásperamente. Se recostó boca arriba y se quedó mirando el níveo dosel, encolerizado—. Tu fe en mi capacidad es impresionante, _______.
Temblando por la pérdida del calor que él le provocó al apartarse, ella cubrió a ambos con una manta y se acurrucó a su lado.
—Tengo toda mi fe depositada en ti. ¿Pero qué puedes hacer? No hay nada que pueda hacerse.
—Deberé desacreditarlo de alguna manera, de manera tal que todo lo que diga sea considerado falso.
—Esa es una idea excelente. ¿Cómo lo lograrás? —No lo he resuelto todavía, aunque estoy trabajando en ello. Ya se me ocurrirá. Siempre es así. Mientras tanto, permanece en tu casa. Hanson deducirá que le tienes miedo y lo hará sentirse más confiado en su inminente victoria. Sabe que no puedes ocultarte para siempre.
—Mi hermano percibe que le estoy ocultando algo. Irá a visitarte mañana.
—Ya vino a visitarme —la miró—. Me intimó a que si tú y yo íbamos a casarnos, Hanson no resultase un problema.
Nada le agradaba más que la idea de convertirse en su esposa. Aun así, nunca le pediría que se casara con ella sólo para rescatarla de la ruina social.
—Ambos sabemos que eso no resolverá el problema. La reputación de Sophie y la de la agencia están en juego. Simplemente tendré que tramar una manera de que me encuentre poco atractiva.
—Que tú no resultes atractiva es un contrasentido —le rodeó la cintura con el brazo y la atrajo hacia él—. Me casaría contigo en un abrir y cerrar de ojos, si así lo desearas —susurró.
Ella sintió que el corazón le daba un brinco. Aun así, su afirmación no dejaba dudas de cuál debería ser su respuesta.
—Gracias por el ofrecimiento, pero pienso que es algo que ambos debemos desear, por las razones correctas. Él guardó silencio.
—¿Adonde fuiste esa noche que te vi subir a tu coche? —le preguntó ella.
—No lo pensaba, pero me hiciste enfadar tanto...
—Perdóname, mi rugiente leona. Nunca volveré a lastimarte. Ni tampoco permitiré que nadie más lo haga —agregó en tono áspero y resuelto que logró calmar los miedos y ansiedades femeninas.
—¿Cómo lo detengo, Joe? Esas pobres mujeres... ¿Cómo las miraré a los ojos y les diré que fue mi estupidez lo que acabó con su última esperanza? Cuando pienso en sus pequeños niños hambrientos...
—Yo lo detendré.
Ella entrelazó los dedos en su sedosa cabellera.
—No deberías embarcarte en este calvario. Acabas de reinsertarte entre tus pares. Mi escándalo te perjudicará.
Él se tensó entre sus brazos.
—No te librarás de mí esta vez, _______.
—No deseo librarme de ti. Pero no debería imponerte...
—Pues está decidido. Me encargaré de él. Aunque puedo llegar a necesitar de tu ayuda.
—La tienes, naturalmente. ¿Pero cómo evita uno que alguien difunda calumnias? ¿Recuerdas en Tifus Andronicus, de Shakespeare, cómo Demetrius y Chiron le cortaron las manos a Lavinia, y también la lengua, para evitar que los implicara? No hay solución para el chantaje.
—Cortarle las manos y la lengua es una buena solución —dijo él, arrastrando las palabras.
—Ese es el punto. No hay solución. Tendré que casarme con él —a lo que más le temía ella, mucho más que la idea de casarse con John, era a que no volvería a estar con Joe.
—¡Sobre mi cadáver! —gruñó él ásperamente. Se recostó boca arriba y se quedó mirando el níveo dosel, encolerizado—. Tu fe en mi capacidad es impresionante, _______.
Temblando por la pérdida del calor que él le provocó al apartarse, ella cubrió a ambos con una manta y se acurrucó a su lado.
—Tengo toda mi fe depositada en ti. ¿Pero qué puedes hacer? No hay nada que pueda hacerse.
—Deberé desacreditarlo de alguna manera, de manera tal que todo lo que diga sea considerado falso.
—Esa es una idea excelente. ¿Cómo lo lograrás? —No lo he resuelto todavía, aunque estoy trabajando en ello. Ya se me ocurrirá. Siempre es así. Mientras tanto, permanece en tu casa. Hanson deducirá que le tienes miedo y lo hará sentirse más confiado en su inminente victoria. Sabe que no puedes ocultarte para siempre.
—Mi hermano percibe que le estoy ocultando algo. Irá a visitarte mañana.
—Ya vino a visitarme —la miró—. Me intimó a que si tú y yo íbamos a casarnos, Hanson no resultase un problema.
Nada le agradaba más que la idea de convertirse en su esposa. Aun así, nunca le pediría que se casara con ella sólo para rescatarla de la ruina social.
—Ambos sabemos que eso no resolverá el problema. La reputación de Sophie y la de la agencia están en juego. Simplemente tendré que tramar una manera de que me encuentre poco atractiva.
—Que tú no resultes atractiva es un contrasentido —le rodeó la cintura con el brazo y la atrajo hacia él—. Me casaría contigo en un abrir y cerrar de ojos, si así lo desearas —susurró.
Ella sintió que el corazón le daba un brinco. Aun así, su afirmación no dejaba dudas de cuál debería ser su respuesta.
—Gracias por el ofrecimiento, pero pienso que es algo que ambos debemos desear, por las razones correctas. Él guardó silencio.
—¿Adonde fuiste esa noche que te vi subir a tu coche? —le preguntó ella.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Al club de Macalister. No podía soportar permanecer en casa ni un minuto más. —Ella profirió una risilla—. ¿Qué te resulta tan gracioso?
—Creo que hemos intercambiado nuestras fobias de manera poco sabia. Tú no puedes soportar permanecer en tu casa y yo temo salir. Es gracioso.
—Aposté tres hombres para que siguieran a Hanson las veinticuatro horas del día, no debes temer.
—Gracias, es muy tranquilizador, pero me refería a otra cosa. Hoy comprendí por primera vez la necesidad de esconderse del mundo. Qué horrible es convertirse en objeto de curiosidad, de rumores y de especulaciones malintencionadas. Te debo una disculpa. Fui muy dura contigo al respecto, tendría que haberte brindado comprensión y paciencia. Perdóname.
—Soy yo quien te debe una disculpa. Tenías razón, y estoy comenzando a temer que la tienes siempre. No deseaba ahondar en la verdadera razón por la cual me recluía. Por ello, me descargué contigo y te atemoricé. El recuerdo de cuando te inclinaste hacia fuera en la ventana, llorando... lo siento, dulzura.
Ella le rodeó el cuello con la mano e inclinó la cabeza hacia la de él y lo besó.
—Sin importar lo que suceda, siempre seré tu amiga, y siempre serás bienvenido en nuestra casa.
—¿Sólo amigos? —le preguntó él quedamente.
Repentinamente se percató de la trascendencia de su augurio. Si Hanson se salía con la suya. Si ni Paris ni ella pensaban en un plan para evitar que destruyera la agencia y la vida de Sophie, ella no volvería a estar con Joe. Nunca volverían a tener una noche como esa. Quizás ni siquiera le estaría permitido hablar con Joe otra vez. La desesperación se apoderó de ella. Hundió la cabeza en su cuello y se aferró a su cuerpo. «Atesora este momento en la memoria», lloró su corazón.
Elle acarició la espalda y le habló con tono tranquilizador.
—No es del todo culpa tuya, ángel. También soy culpable de la situación vulnerable en la que te encuentras. No debería haberte comprometido. Debería haber mantenido las manos apartadas de ti. Debería...
Ella levantó la cabeza.
—¿Pero cómo podías evitar que yo mantuviera las manos apartadas de ti? —le besó el cuello y le acarició el musculoso y suave torso deslizando las manos hasta la ingle.
Él tomó aire, endureciéndose inconteniblemente ante su caricia.
—Me vería totalmente impotente ante dicho acontecimiento —le dijo con voz ronca.
—¿Tú, impotente? —ella le sonrió en la oscuridad, mientras continuaba acariciándolo firmemente.
El pecho de él se movía acompañando su fuerte respiración.
—Es como si me moldearas con tu mano.
Ella rió.
—Espero que no sea así —ella se colocó sobre él para que la penetrara.
—Aguarda. Deseo verte esta vez. ¿Dónde hay una lámpara?
—En la cómoda —ella siguió con la mirada su esbelto y magnífico cuerpo alumbrado por la luz de la luna mientras él cruzaba la alcoba, maravillándose por sus gráciles movimientos, por la perfección que emanaba. Encendió la lámpara, alumbrando tenuemente la alcoba. La admiración que ella sentía se convirtió en puro deseo carnal.
—La última vez que estuve en esta alcoba, había muñecas sobre la cama y un perro debajo.
—Lo recuerdo.
Apartó los mechones de cabello oscuro que le cubrían los ojos de color esmeralda y le sonrió intencionadamente.
—Si continúas mirándome de esa manera, me veré forzado a raptarte.
Parecía una excelente idea en ese momento.
—Ven aquí —le dijo ella palmeando la cama.
—Creo que hemos intercambiado nuestras fobias de manera poco sabia. Tú no puedes soportar permanecer en tu casa y yo temo salir. Es gracioso.
—Aposté tres hombres para que siguieran a Hanson las veinticuatro horas del día, no debes temer.
—Gracias, es muy tranquilizador, pero me refería a otra cosa. Hoy comprendí por primera vez la necesidad de esconderse del mundo. Qué horrible es convertirse en objeto de curiosidad, de rumores y de especulaciones malintencionadas. Te debo una disculpa. Fui muy dura contigo al respecto, tendría que haberte brindado comprensión y paciencia. Perdóname.
—Soy yo quien te debe una disculpa. Tenías razón, y estoy comenzando a temer que la tienes siempre. No deseaba ahondar en la verdadera razón por la cual me recluía. Por ello, me descargué contigo y te atemoricé. El recuerdo de cuando te inclinaste hacia fuera en la ventana, llorando... lo siento, dulzura.
Ella le rodeó el cuello con la mano e inclinó la cabeza hacia la de él y lo besó.
—Sin importar lo que suceda, siempre seré tu amiga, y siempre serás bienvenido en nuestra casa.
—¿Sólo amigos? —le preguntó él quedamente.
Repentinamente se percató de la trascendencia de su augurio. Si Hanson se salía con la suya. Si ni Paris ni ella pensaban en un plan para evitar que destruyera la agencia y la vida de Sophie, ella no volvería a estar con Joe. Nunca volverían a tener una noche como esa. Quizás ni siquiera le estaría permitido hablar con Joe otra vez. La desesperación se apoderó de ella. Hundió la cabeza en su cuello y se aferró a su cuerpo. «Atesora este momento en la memoria», lloró su corazón.
Elle acarició la espalda y le habló con tono tranquilizador.
—No es del todo culpa tuya, ángel. También soy culpable de la situación vulnerable en la que te encuentras. No debería haberte comprometido. Debería haber mantenido las manos apartadas de ti. Debería...
Ella levantó la cabeza.
—¿Pero cómo podías evitar que yo mantuviera las manos apartadas de ti? —le besó el cuello y le acarició el musculoso y suave torso deslizando las manos hasta la ingle.
Él tomó aire, endureciéndose inconteniblemente ante su caricia.
—Me vería totalmente impotente ante dicho acontecimiento —le dijo con voz ronca.
—¿Tú, impotente? —ella le sonrió en la oscuridad, mientras continuaba acariciándolo firmemente.
El pecho de él se movía acompañando su fuerte respiración.
—Es como si me moldearas con tu mano.
Ella rió.
—Espero que no sea así —ella se colocó sobre él para que la penetrara.
—Aguarda. Deseo verte esta vez. ¿Dónde hay una lámpara?
—En la cómoda —ella siguió con la mirada su esbelto y magnífico cuerpo alumbrado por la luz de la luna mientras él cruzaba la alcoba, maravillándose por sus gráciles movimientos, por la perfección que emanaba. Encendió la lámpara, alumbrando tenuemente la alcoba. La admiración que ella sentía se convirtió en puro deseo carnal.
—La última vez que estuve en esta alcoba, había muñecas sobre la cama y un perro debajo.
—Lo recuerdo.
Apartó los mechones de cabello oscuro que le cubrían los ojos de color esmeralda y le sonrió intencionadamente.
—Si continúas mirándome de esa manera, me veré forzado a raptarte.
Parecía una excelente idea en ese momento.
—Ven aquí —le dijo ella palmeando la cama.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—A su servicio.
Se acercó a ella con porte confiado, disfrutando de su mirada posada sobre él. Los músculos se marcaban en su esbelto y viril cuerpo; el señor Jones ostentaba una imponente erección. Pero era la oscura promesa en sus brillantes ojos lo que hizo que el pulso de ella se acelerara y que se le contrajera el abdomen. Ella se recostó en el centro de la cama, excitada, inquieta y deseosa. Él le colocó las manos a cada lado y se recostó lentamente sobre ella, cubriéndole el cuerpo con el de él.
— ¿Dónde estábamos?
—Estabas boca arriba y yo te moldeaba con mis manos.
—Bueno, sí, ya llegaremos a esa parte —presionó los labios contra el cuello de ella y comenzó a descender—. Primero debo deleitarme con este rosado, dulce, atrevido y tentador... —le lamió el pezón, sensibilizándolo hasta que se irguió, encendiéndola con un intenso deseo. Ella colocó una mano entre ellos y lo guió hacia su húmedo canal. Su anhelante mirada se encontró con la de ella, mientras se movía dentro de ella, lenta y provocativamente.
Extasiada por la pasión y la necesidad reflejadas en sus ojos, ella se dejó llevar junto a él una vez más hacia la felicidad extrema.
—Joe —le acarició el pecho con la yema de los dedos y la cabeza apoyada sobre su hombro—. Deseo hacerte sentir como tú me haces sentir a mí. Conoces cada pulgada de mi cuerpo. Y yo casi ni te conozco.
El giró la cabeza.
—Me conoces muy bien, dulzura. Más que nadie.
—Me refería a tu cuerpo. Quiero conocer tus secretos. Deseo ser osada y natural contigo... —«Como nunca lo seré con nadie más», terminó tristemente la frase.
—Sin inhibiciones —la expresión en su adusto rostro era increíblemente sensual y viril.
—Sí —dijo ella suspirando resueltamente, mirándolo a los verdes ojos—. Deseo complacerte.
La sonrisa que él le dispensó le quitó la respiración.
—Nunca dejas de maravillarme. Haz conmigo lo que te plazca.
Ella le dispensó una picara sonrisa y se giró boca abajo. Le besó el terso hombro. Se percató de que él había tomado un baño antes de ir a verla, ya que el aroma del jabón todavía permanecía en su piel. Cautivada por completo, le acarició y le besó el pecho. Le succionó la oscura y chata tetilla, después la mordisqueó suavemente, provocando que su amante gimiera de placer. Se deslizó hacia abajo al tiempo que él gruñía suavemente otorgándole su aprobación, se deslizó sobre sus tensos músculos.
—Eres magnífico —dijo ella besándole los marcados músculos del vientre—. Como las esculturas griegas del museo.
Él le dispensó una sonrisa tímida.
—Me sentí poco atractivo en estos últimos años.
—Eres molesto —bromeó ella dulcemente—. Pero no físicamente.
—Bruja.
Sonriendo ampliamente, ella continuó inspeccionándolo libremente. Cuanto más descendía, más se tensionaba él. Gimió cuando ella le mordisqueó la esbelta cintura, contuvo la respiración cuando ella le deslizó la lengua sobre el ombligo, y echó la cabeza hacia atrás con un gruñido cuando le besó la cabeza del pene.
—¡Shh! —lo regañó ella—. Despertarás a los vecinos. ¡Mantente en silencio, por el amor de Dios!
—Tú eres la parlanchina. Yo puedo ser tan silencioso como un ratón —le sonrió halagadoramente, al tiempo que colocaba las manos detrás de la cabeza.
—¿Oh, en serio? —sin dejar de mirarlo, ella se humedeció los labios y los cerró alrededor de su miembro. Él levantó las caderas profiriendo un ronco gemido embistiéndola. Decidida a torturarlo un poco, ella se detuvo y observó sus tensos rasgos con preocupación—. ¿Silencioso como un ratón, eh? No lo estás disfrutando, debería detenerme.
—No —él tragó con dificultad —. Es decir... Has lo que te plazca. Me someto a ti esta noche.
—Recordaré que dijiste eso —le aferró el pene y lo exploró acariciándolo lentamente, pero cuando lo tocó con la punta de la lengua, él tiró de ella bruscamente hacia arriba.
—Esta no es una buena idea —dijo Joe—. Si vuelvo a sentir tu dulce boca rodeándome, me oirán hasta en las Colonias. ¿Deseas complacerme? Siéntate en mi vientre y deja que te observe.
—Muy bien —desconcertada, se sentó a horcajadas sobre su vientre y permaneció inmóvil mientras él le acariciaba con la mirada el rostro, el cabello, los senos, cada pulgada visible de su cuerpo; y sus cálidas manos le acariciaban los muslos.
—Adoro mirarte. Adoro el hecho de que no intentes esconderte de mí. Es tan agradable observarte, _______. Haría una escultura de ti tal cual te encuentras ahora.
—¿Y qué haría yo mientras tanto? ¿Bordar? —sugirió ella irónicamente.
A él le llamearon los ojos.
—Colócate las manos en los senos.
—Pensé que deseabas observarme.
—Así es —una sensual sonrisa le curvó los labios—. Pensé que deseabas aprender secretos, convertirte en una mujer osada y desinhibida.
Se acercó a ella con porte confiado, disfrutando de su mirada posada sobre él. Los músculos se marcaban en su esbelto y viril cuerpo; el señor Jones ostentaba una imponente erección. Pero era la oscura promesa en sus brillantes ojos lo que hizo que el pulso de ella se acelerara y que se le contrajera el abdomen. Ella se recostó en el centro de la cama, excitada, inquieta y deseosa. Él le colocó las manos a cada lado y se recostó lentamente sobre ella, cubriéndole el cuerpo con el de él.
— ¿Dónde estábamos?
—Estabas boca arriba y yo te moldeaba con mis manos.
—Bueno, sí, ya llegaremos a esa parte —presionó los labios contra el cuello de ella y comenzó a descender—. Primero debo deleitarme con este rosado, dulce, atrevido y tentador... —le lamió el pezón, sensibilizándolo hasta que se irguió, encendiéndola con un intenso deseo. Ella colocó una mano entre ellos y lo guió hacia su húmedo canal. Su anhelante mirada se encontró con la de ella, mientras se movía dentro de ella, lenta y provocativamente.
Extasiada por la pasión y la necesidad reflejadas en sus ojos, ella se dejó llevar junto a él una vez más hacia la felicidad extrema.
—Joe —le acarició el pecho con la yema de los dedos y la cabeza apoyada sobre su hombro—. Deseo hacerte sentir como tú me haces sentir a mí. Conoces cada pulgada de mi cuerpo. Y yo casi ni te conozco.
El giró la cabeza.
—Me conoces muy bien, dulzura. Más que nadie.
—Me refería a tu cuerpo. Quiero conocer tus secretos. Deseo ser osada y natural contigo... —«Como nunca lo seré con nadie más», terminó tristemente la frase.
—Sin inhibiciones —la expresión en su adusto rostro era increíblemente sensual y viril.
—Sí —dijo ella suspirando resueltamente, mirándolo a los verdes ojos—. Deseo complacerte.
La sonrisa que él le dispensó le quitó la respiración.
—Nunca dejas de maravillarme. Haz conmigo lo que te plazca.
Ella le dispensó una picara sonrisa y se giró boca abajo. Le besó el terso hombro. Se percató de que él había tomado un baño antes de ir a verla, ya que el aroma del jabón todavía permanecía en su piel. Cautivada por completo, le acarició y le besó el pecho. Le succionó la oscura y chata tetilla, después la mordisqueó suavemente, provocando que su amante gimiera de placer. Se deslizó hacia abajo al tiempo que él gruñía suavemente otorgándole su aprobación, se deslizó sobre sus tensos músculos.
—Eres magnífico —dijo ella besándole los marcados músculos del vientre—. Como las esculturas griegas del museo.
Él le dispensó una sonrisa tímida.
—Me sentí poco atractivo en estos últimos años.
—Eres molesto —bromeó ella dulcemente—. Pero no físicamente.
—Bruja.
Sonriendo ampliamente, ella continuó inspeccionándolo libremente. Cuanto más descendía, más se tensionaba él. Gimió cuando ella le mordisqueó la esbelta cintura, contuvo la respiración cuando ella le deslizó la lengua sobre el ombligo, y echó la cabeza hacia atrás con un gruñido cuando le besó la cabeza del pene.
—¡Shh! —lo regañó ella—. Despertarás a los vecinos. ¡Mantente en silencio, por el amor de Dios!
—Tú eres la parlanchina. Yo puedo ser tan silencioso como un ratón —le sonrió halagadoramente, al tiempo que colocaba las manos detrás de la cabeza.
—¿Oh, en serio? —sin dejar de mirarlo, ella se humedeció los labios y los cerró alrededor de su miembro. Él levantó las caderas profiriendo un ronco gemido embistiéndola. Decidida a torturarlo un poco, ella se detuvo y observó sus tensos rasgos con preocupación—. ¿Silencioso como un ratón, eh? No lo estás disfrutando, debería detenerme.
—No —él tragó con dificultad —. Es decir... Has lo que te plazca. Me someto a ti esta noche.
—Recordaré que dijiste eso —le aferró el pene y lo exploró acariciándolo lentamente, pero cuando lo tocó con la punta de la lengua, él tiró de ella bruscamente hacia arriba.
—Esta no es una buena idea —dijo Joe—. Si vuelvo a sentir tu dulce boca rodeándome, me oirán hasta en las Colonias. ¿Deseas complacerme? Siéntate en mi vientre y deja que te observe.
—Muy bien —desconcertada, se sentó a horcajadas sobre su vientre y permaneció inmóvil mientras él le acariciaba con la mirada el rostro, el cabello, los senos, cada pulgada visible de su cuerpo; y sus cálidas manos le acariciaban los muslos.
—Adoro mirarte. Adoro el hecho de que no intentes esconderte de mí. Es tan agradable observarte, _______. Haría una escultura de ti tal cual te encuentras ahora.
—¿Y qué haría yo mientras tanto? ¿Bordar? —sugirió ella irónicamente.
A él le llamearon los ojos.
—Colócate las manos en los senos.
—Pensé que deseabas observarme.
—Así es —una sensual sonrisa le curvó los labios—. Pensé que deseabas aprender secretos, convertirte en una mujer osada y desinhibida.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Ella sintió que se le enrojecían las mejillas al comprender lo que decía. Sin apartar los ojos de su extasiada mirada, se colocó las manos sobre los senos y se los acarició lentamente. Sus ojos de color esmeralda centellearon, provocándole un punzante estremecimiento que le hizo vibrar las caderas. «Oh, aquello era inmoral», pensó sin poder permanecer quieta. Intercambiaron centellantes miradas de reconocimiento; era electrizante.
—Estás caliente y húmeda por mí.
—Sí —dijo ella en un suspiro, colocándole las manos en el pecho—. Tu lección es... muy interesante.
—¿ Me deseas dentro de ti o deseas continuar con la lección ?
Ella sintió una sutil pulsación de sangre que le fluyó hacia la entrepierna húmeda. Deslizó la mano hacia abajo, jugueteando con su henchido pene.
—Deseo ambas cosas. ¿Qué es lo que tú deseas?
—Deseo que te sientes sobre mi rostro y me dejes devorarte el clítoris.
—¡Joseph! —exclamó ella perpleja por su lenguaje... y más aún por la intensa manera en que reaccionó su cuerpo ante la propuesta. Sintió que sus partes femeninas literalmente se derretían.
—Esa será una lección más avanzada, por tanto, la dejaremos para nuestra próxima clase —el pecho de él se movía acompasadamente debajo de ella. Su voz se tornó más grave al contenerse para no penetrarla—. Dime qué sientes.
Ella cerró los ojos y se concentró.
—Siento un hormigueo, me siento tensa, terriblemente excitada... anhelante.
Él se abalanzó hacia ella cogiéndola por la cintura.
—La lección ha llegado a su fin puesto que el maestro está a punto de abochornarse frente a toda la clase —la alzó en sus brazos y la penetró lentamente. Gimiendo con él, se aferró a sus anchos hombros mientras él le acercaba las caderas hacia su cuerpo.
Parecían no poder saciarse el uno del otro esa noche. El apuesto rostro de él mostraba la agonía y el éxtasis de su ardiente unión, reflejando su propia pasión agitada. La intensa respiración entrecortada de él le rozó la mejilla.
—¿Acaso no es ésta la mejor de las sensaciones... estar juntos... hacer el amor?
—Sí... oh, sí... Joe —ella lo necesitaba tanto que temió desfallecer si lo perdía. «Mi amor, mi amor», le dijo con el corazón. Se aferró fuertemente a él, jurando no dejarlo ir nunca.
Él le capturó la boca en un beso apasionado y continuó embistiéndola intensa y acompasadamente. Ella perdió el control; sus músculos se tensaron espasmódicamente mientras temblaba al alcanzar el clímax. Tuvo el más dulce de los orgasmos. Él la siguió impetuosamente y, cuando la abrazó contra su palpitante corazón, se sintió relajada y... amada.
_______ ocultó un bostezo. Joe se inquietó. —Debería irme y dejarte dormir.
—No... Quédate conmigo —le imploró—. Puedes irte al amanecer.
Él observó el rostro adormilado y angelical de _______ apoyado contra su brazo extendido. Se había acostumbrado al cosquilleo en el vientre que le provocaba el sólo mirarla. Aún la deseaba a pesar de las dos horas que había estado con ella, era una maravilla de la ciencia. Sus lecciones habían progresado rápidamente después de que ella hubiera superado sus inhibiciones; y él esperaba con impaciencia impartirle la próxima lección. Sin embargo, debería llevarse a cabo en otra fecha ya que su hada, ya saciada, había comenzado a bostezar.
Al verla ahora, nadie podría sospechar que dentro de ella yacía oculta una leona extremadamente sensual. Él todavía estaba maravillado de que le hubiese permitido descubrirla, poseerla, estar con ella.
Nada impediría que la convirtiese en su esposa.
Ella se desperezó como una gata, elevando los perfectos senos, extendiendo los dorados rizos sobre las sábanas. Experimentó tal tentación de cobijarla contra su cuerpo para quedarse así dormidos, que lo dejó perplejo. Pero no podía hacerlo.
—No creo que sea una buena idea, dulzura.
—¿Por qué? —lo miró con ojos azules somnolientos—. ¿ Es por las pesadillas ?
El corazón le dio un brinco.
—Estás caliente y húmeda por mí.
—Sí —dijo ella en un suspiro, colocándole las manos en el pecho—. Tu lección es... muy interesante.
—¿ Me deseas dentro de ti o deseas continuar con la lección ?
Ella sintió una sutil pulsación de sangre que le fluyó hacia la entrepierna húmeda. Deslizó la mano hacia abajo, jugueteando con su henchido pene.
—Deseo ambas cosas. ¿Qué es lo que tú deseas?
—Deseo que te sientes sobre mi rostro y me dejes devorarte el clítoris.
—¡Joseph! —exclamó ella perpleja por su lenguaje... y más aún por la intensa manera en que reaccionó su cuerpo ante la propuesta. Sintió que sus partes femeninas literalmente se derretían.
—Esa será una lección más avanzada, por tanto, la dejaremos para nuestra próxima clase —el pecho de él se movía acompasadamente debajo de ella. Su voz se tornó más grave al contenerse para no penetrarla—. Dime qué sientes.
Ella cerró los ojos y se concentró.
—Siento un hormigueo, me siento tensa, terriblemente excitada... anhelante.
Él se abalanzó hacia ella cogiéndola por la cintura.
—La lección ha llegado a su fin puesto que el maestro está a punto de abochornarse frente a toda la clase —la alzó en sus brazos y la penetró lentamente. Gimiendo con él, se aferró a sus anchos hombros mientras él le acercaba las caderas hacia su cuerpo.
Parecían no poder saciarse el uno del otro esa noche. El apuesto rostro de él mostraba la agonía y el éxtasis de su ardiente unión, reflejando su propia pasión agitada. La intensa respiración entrecortada de él le rozó la mejilla.
—¿Acaso no es ésta la mejor de las sensaciones... estar juntos... hacer el amor?
—Sí... oh, sí... Joe —ella lo necesitaba tanto que temió desfallecer si lo perdía. «Mi amor, mi amor», le dijo con el corazón. Se aferró fuertemente a él, jurando no dejarlo ir nunca.
Él le capturó la boca en un beso apasionado y continuó embistiéndola intensa y acompasadamente. Ella perdió el control; sus músculos se tensaron espasmódicamente mientras temblaba al alcanzar el clímax. Tuvo el más dulce de los orgasmos. Él la siguió impetuosamente y, cuando la abrazó contra su palpitante corazón, se sintió relajada y... amada.
_______ ocultó un bostezo. Joe se inquietó. —Debería irme y dejarte dormir.
—No... Quédate conmigo —le imploró—. Puedes irte al amanecer.
Él observó el rostro adormilado y angelical de _______ apoyado contra su brazo extendido. Se había acostumbrado al cosquilleo en el vientre que le provocaba el sólo mirarla. Aún la deseaba a pesar de las dos horas que había estado con ella, era una maravilla de la ciencia. Sus lecciones habían progresado rápidamente después de que ella hubiera superado sus inhibiciones; y él esperaba con impaciencia impartirle la próxima lección. Sin embargo, debería llevarse a cabo en otra fecha ya que su hada, ya saciada, había comenzado a bostezar.
Al verla ahora, nadie podría sospechar que dentro de ella yacía oculta una leona extremadamente sensual. Él todavía estaba maravillado de que le hubiese permitido descubrirla, poseerla, estar con ella.
Nada impediría que la convirtiese en su esposa.
Ella se desperezó como una gata, elevando los perfectos senos, extendiendo los dorados rizos sobre las sábanas. Experimentó tal tentación de cobijarla contra su cuerpo para quedarse así dormidos, que lo dejó perplejo. Pero no podía hacerlo.
—No creo que sea una buena idea, dulzura.
—¿Por qué? —lo miró con ojos azules somnolientos—. ¿ Es por las pesadillas ?
El corazón le dio un brinco.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Las cartas de Will —sonrió ella—. La información va en ambas direcciones, Joe —ella se le acercó aún más—. Cuéntame la más recurrente.
—¿Acaso interpretas los sueños?
—Cínico, cínico —se burló ella—. Para tu información, cuando comencé a tener esos ataques infernales, también sufría de pesadillas. Will solía correr junto a mi cama en medio de la noche, me abrazaba, hacía que le describiera el sueño y después inventaba un buen final. Con el tiempo me curé de las pesadillas, convirtiéndolas en sueños positivos en los cuales era rescatada. Después cesaron por completo. Soñamos acerca de lo que conocemos, Joe. Necesitas un nuevo final.
—¿Entonces lo que estás diciendo es que si dormimos juntos y tengo una pesadilla, me abrazarás y me oirás balbucear al respecto y después enmendarás el final?
Ella se sonrojó por completo y hundió el rostro en las sábanas.
—Vete. Te detesto.
Él atrajo al pequeño puercoespín contra su corazón, susurrándole:
—Me quedaré, pero puede que nunca me vaya.
Al amanecer, antes de que la servidumbre comenzara con sus tareas, lo acompañó a la entrada de servicio de la cocina. Permanecieron besándose en la fría ventisca durante un largo rato, odiando tener que separarse.
—No regresaré hoy —dijo Joe—. Necesito rastrear a alguien que puede llegar a ayudarnos con nuestra situación.
—¿Puedo ir contigo? —le preguntó ella, esperanzada.
—Me temo que no. Llevaré a cabo la mayor parte de mi búsqueda en clubes de hombres.
—Podría vestir ropa de hombre. La de Will me quedará bien.
—Ese es un camino seguro a la ruina, _______.
Él se veía tan apuesto cuando se exasperaba con ella que no pudo evitar molestarlo un poco más.
—Prometo no besarte en público. Quizás una palmada discreta aquí y allá.
Él la silenció con un tórrido beso, presionando su esbelto cuerpo, cubierto solamente con el camisón, contra el de él.
—¿Acaso estás determinada a hacer que mi cabello se torne blanco por completo, o simplemente disfrutas enfrentándome a la muerte?
Ella suspiró.
—Es sólo que acabo de darme cuenta de que en realidad disfruto de nuestros encuentros clandestinos.
—Recordaré que dijiste eso —la observó—. Debo irme antes de que alguien nos vea.
Había muchas cosas que ella deseaba decirle—y percibía que a él le ocurría lo mismo—, pero como si como si se tratara de un acuerdo tácito, decidieron aguardar hasta que la crisis hubiese sido resuelta. «Si es que era resuelta».
—¿Me echarás de menos y pensarás en mí todo el tiempo? —le preguntó ella dulcemente.
—Ya se ha convertido en mi forma de vida —le acercó los labios al oído—. No continúes con las lecciones sin mí —la besó posesivamente una vez más y partió.
Con ensueño, _______ regresó lentamente a la cama, donde habían dormido con los cuerpos entrelazados hasta que había comenzado a despuntar el amanecer, cuando él la había despertado para hacerle el amor lenta, pausada y tiernamente. No era el pedante que quería poner en peligro su reputación. Rió ante la imagen de ella acercándosele al conde de Ashby en White's, disfrazada de hombre, para besarlo apasionadamente en la boca.
Por Dios. Acababa de resolver su problema.
—¿Acaso interpretas los sueños?
—Cínico, cínico —se burló ella—. Para tu información, cuando comencé a tener esos ataques infernales, también sufría de pesadillas. Will solía correr junto a mi cama en medio de la noche, me abrazaba, hacía que le describiera el sueño y después inventaba un buen final. Con el tiempo me curé de las pesadillas, convirtiéndolas en sueños positivos en los cuales era rescatada. Después cesaron por completo. Soñamos acerca de lo que conocemos, Joe. Necesitas un nuevo final.
—¿Entonces lo que estás diciendo es que si dormimos juntos y tengo una pesadilla, me abrazarás y me oirás balbucear al respecto y después enmendarás el final?
Ella se sonrojó por completo y hundió el rostro en las sábanas.
—Vete. Te detesto.
Él atrajo al pequeño puercoespín contra su corazón, susurrándole:
—Me quedaré, pero puede que nunca me vaya.
Al amanecer, antes de que la servidumbre comenzara con sus tareas, lo acompañó a la entrada de servicio de la cocina. Permanecieron besándose en la fría ventisca durante un largo rato, odiando tener que separarse.
—No regresaré hoy —dijo Joe—. Necesito rastrear a alguien que puede llegar a ayudarnos con nuestra situación.
—¿Puedo ir contigo? —le preguntó ella, esperanzada.
—Me temo que no. Llevaré a cabo la mayor parte de mi búsqueda en clubes de hombres.
—Podría vestir ropa de hombre. La de Will me quedará bien.
—Ese es un camino seguro a la ruina, _______.
Él se veía tan apuesto cuando se exasperaba con ella que no pudo evitar molestarlo un poco más.
—Prometo no besarte en público. Quizás una palmada discreta aquí y allá.
Él la silenció con un tórrido beso, presionando su esbelto cuerpo, cubierto solamente con el camisón, contra el de él.
—¿Acaso estás determinada a hacer que mi cabello se torne blanco por completo, o simplemente disfrutas enfrentándome a la muerte?
Ella suspiró.
—Es sólo que acabo de darme cuenta de que en realidad disfruto de nuestros encuentros clandestinos.
—Recordaré que dijiste eso —la observó—. Debo irme antes de que alguien nos vea.
Había muchas cosas que ella deseaba decirle—y percibía que a él le ocurría lo mismo—, pero como si como si se tratara de un acuerdo tácito, decidieron aguardar hasta que la crisis hubiese sido resuelta. «Si es que era resuelta».
—¿Me echarás de menos y pensarás en mí todo el tiempo? —le preguntó ella dulcemente.
—Ya se ha convertido en mi forma de vida —le acercó los labios al oído—. No continúes con las lecciones sin mí —la besó posesivamente una vez más y partió.
Con ensueño, _______ regresó lentamente a la cama, donde habían dormido con los cuerpos entrelazados hasta que había comenzado a despuntar el amanecer, cuando él la había despertado para hacerle el amor lenta, pausada y tiernamente. No era el pedante que quería poner en peligro su reputación. Rió ante la imagen de ella acercándosele al conde de Ashby en White's, disfrazada de hombre, para besarlo apasionadamente en la boca.
Por Dios. Acababa de resolver su problema.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
— ¿Perdí una apuesta o algo así? —el mayor Ryan Macalister estudió los tres rostros ansiosos que estaban en el interior del coche junto a él y se quedó mirando uno de ellos—. ¡Caramba! Apenas puedo reconocerlas con esos atuendos. Parecen unos mozalbetes, muy agraciados, pero mozalbetes a fin de cuentas.
—Ese es el objetivo —dijo _______. Tenía los nervios tan sobreexcitados que apenas podía hablar. Pero la exaltación que le corría por las venas la mantenía atenta y alerta a pesar de no haber dormido.
Inmediatamente después de que Joe la hubiera dejado esa mañana, ella había mandado a buscar a Sophie y a Iris para que la ayudaran a urdir todos los detalles de su arriesgado plan. Asignaron a Jackson, el discreto y confiable cochero, la misión de reunir información sobre Hanson: su dirección, los clubes que frecuentaba, sus compromisos del día, y cualquier otro detalle que les pudiese ser de utilidad. Había enviado a buscar a la querida Mary para que hiciera las modificaciones necesarias en la ropa de etiqueta de Will para que ella pareciese un hombre. Sophie le había traído una peluca marrón y el bigote necesario para disimular la fisonomía de _______.
Iris fue la más difícil de convencer. Su precavida amiga no dejó de insistir en los peligros que implicaba, e incluso amenazó con alertar a Joe. Pero una vez que se dio cuenta de cuan desesperada y angustiada estaba _______, se involucró en el plan y proveyó una brillante solución para poder acceder a los clubes.
_______ estudió a Ryan. En cierta forma, era un misterio. Por un lado, Will lo había considerado un amigo y una persona confiable, igual que Joe, pero por el otro, había traicionado a Iris. Y aun así, había sido ella la que había planteado la necesidad de recurrir a él, y prácticamente se lo había ordenado.
—¿Les importaría repetirme el plan otra vez? —le preguntó a _______.
Ella respiró profundamente tratando de ignorar el ritmo frenético de sus pulsaciones y la tensión que parecía estrujarle todos los órganos del cuerpo.
—Lo seguimos a todos las partes que vaya y...
—Podría ser una fiesta, una amante, un antro de juego, un burdel...
—Pude enterarme que no concurrirá a ningún acto social esta noche, y que sus finanzas dependen del juego de azar. Si decidiera darse el gusto de estar con una mujer esta noche, estaríamos en problemas.
Ryan sonrió burlonamente.
—Esperemos que esté más necesitado de dinero que de...
—¡Ryan! —Iris le lanzó una mirada iracunda—. No te confundas por la vestimenta y la manera de hablar de _______ y pienses que es uno de tus groseros camaradas de armas.
Ryan le echó una profunda mirada a Iris.
—Su hermano fue uno de esos groseros camaradas, y el hombre del cual está enamorada, otro. ¿Cuál de ellos crees que es un hombre vulgar, insolente e insensible?
—¿Os importaría dejar para otro momento vuestro agraviante flirteo ? —preguntó Sophie.
—Respecto del plan —continuó _______—. Esperamos poder seguirlo a un club elegante. Ryan, debes mantenerte a distancia ya que John sabe que eres amigo de Joe, y puede sospechar algo. Yo me dirigiré a él para saludarlo y después lo haré pasar vergüenza delante de sus amigos haciéndole... una insinuación.
—¿Tienes el estómago para hacerlo? —le preguntó Sophie—. Si tienes algún tipo de reserva...
—Tengo un montón de reservas —contestó _______—. Pero no debo permitir que me detengan. Todo depende de que esté alerta, fuerte y que tenga éxito... Todo; tu vida, mi vida y la de muchas otras mujeres. Creo que puedo soportar un beso fugaz, desagradable como pueda llegar a ser. Ryan emitió un sonido ahogado. —¿Ese es tu plan? Dar la impresión de que Hanson es... —Para mañana en toda la ciudad se hablará de que fue visto besando a un hombre. Estoy segura de que en un primer momento les hará creer que fue víctima de una broma de mal gusto. Pero en pocos días, quedará desacreditado y será objeto de todo tipo de habladurías. Todo lo que pueda urdir en contra de nosotros será considerado como inventos para desviar la atención de él mismo.
—Ese es el objetivo —dijo _______. Tenía los nervios tan sobreexcitados que apenas podía hablar. Pero la exaltación que le corría por las venas la mantenía atenta y alerta a pesar de no haber dormido.
Inmediatamente después de que Joe la hubiera dejado esa mañana, ella había mandado a buscar a Sophie y a Iris para que la ayudaran a urdir todos los detalles de su arriesgado plan. Asignaron a Jackson, el discreto y confiable cochero, la misión de reunir información sobre Hanson: su dirección, los clubes que frecuentaba, sus compromisos del día, y cualquier otro detalle que les pudiese ser de utilidad. Había enviado a buscar a la querida Mary para que hiciera las modificaciones necesarias en la ropa de etiqueta de Will para que ella pareciese un hombre. Sophie le había traído una peluca marrón y el bigote necesario para disimular la fisonomía de _______.
Iris fue la más difícil de convencer. Su precavida amiga no dejó de insistir en los peligros que implicaba, e incluso amenazó con alertar a Joe. Pero una vez que se dio cuenta de cuan desesperada y angustiada estaba _______, se involucró en el plan y proveyó una brillante solución para poder acceder a los clubes.
_______ estudió a Ryan. En cierta forma, era un misterio. Por un lado, Will lo había considerado un amigo y una persona confiable, igual que Joe, pero por el otro, había traicionado a Iris. Y aun así, había sido ella la que había planteado la necesidad de recurrir a él, y prácticamente se lo había ordenado.
—¿Les importaría repetirme el plan otra vez? —le preguntó a _______.
Ella respiró profundamente tratando de ignorar el ritmo frenético de sus pulsaciones y la tensión que parecía estrujarle todos los órganos del cuerpo.
—Lo seguimos a todos las partes que vaya y...
—Podría ser una fiesta, una amante, un antro de juego, un burdel...
—Pude enterarme que no concurrirá a ningún acto social esta noche, y que sus finanzas dependen del juego de azar. Si decidiera darse el gusto de estar con una mujer esta noche, estaríamos en problemas.
Ryan sonrió burlonamente.
—Esperemos que esté más necesitado de dinero que de...
—¡Ryan! —Iris le lanzó una mirada iracunda—. No te confundas por la vestimenta y la manera de hablar de _______ y pienses que es uno de tus groseros camaradas de armas.
Ryan le echó una profunda mirada a Iris.
—Su hermano fue uno de esos groseros camaradas, y el hombre del cual está enamorada, otro. ¿Cuál de ellos crees que es un hombre vulgar, insolente e insensible?
—¿Os importaría dejar para otro momento vuestro agraviante flirteo ? —preguntó Sophie.
—Respecto del plan —continuó _______—. Esperamos poder seguirlo a un club elegante. Ryan, debes mantenerte a distancia ya que John sabe que eres amigo de Joe, y puede sospechar algo. Yo me dirigiré a él para saludarlo y después lo haré pasar vergüenza delante de sus amigos haciéndole... una insinuación.
—¿Tienes el estómago para hacerlo? —le preguntó Sophie—. Si tienes algún tipo de reserva...
—Tengo un montón de reservas —contestó _______—. Pero no debo permitir que me detengan. Todo depende de que esté alerta, fuerte y que tenga éxito... Todo; tu vida, mi vida y la de muchas otras mujeres. Creo que puedo soportar un beso fugaz, desagradable como pueda llegar a ser. Ryan emitió un sonido ahogado. —¿Ese es tu plan? Dar la impresión de que Hanson es... —Para mañana en toda la ciudad se hablará de que fue visto besando a un hombre. Estoy segura de que en un primer momento les hará creer que fue víctima de una broma de mal gusto. Pero en pocos días, quedará desacreditado y será objeto de todo tipo de habladurías. Todo lo que pueda urdir en contra de nosotros será considerado como inventos para desviar la atención de él mismo.
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Espero que sepas lo que estás haciendo,_______—dijo Ryan lentamente—. Ten cuidado, asegúrate de ser rápida y de salir tan pronto como sea posible, o uno de mis groseros amigos me cortará la cabeza por esto.
—Lo tendré.
—Aquí viene —Sophie señaló la casa ubicada al otro lado de la calle. Golpeó el techo del coche y le ordenó en voz baja al cochero—: Siga a ese hombre.
_______ se sintió aliviada por un lado, y aterrorizada cuando comprobó que el lugar de destino resultó ser la calle St. James's, donde se encontraban los clubes de hombres más elegantes de la ciudad. El coche se detuvo y vio a John caminar hacia el club más antiguo de Londres.
—Vamos —urgió a Ryan antes de perder el valor. Le temblaron las manos heladas, y el corazón le latió desbocado. «Oh, por Dios. Que no me dé un ataque ahora».
Ryan no se movió,
—No puedo entrar ahí. No soy socio y... lo siento.
_______ captó la mirada fugaz que Ryan e Iris intercambiaron.
—Quizás sea lo mejor —dijo, sintiendo que se distendían un tanto los nervios que la dominaban—. Joe me envió una nota esta noche haciéndome saber que en caso de emergencia, lo encontraría en White's.
—¿Joe está ahí en este momento? —repitió Ryan lentamente. Miró a través de la ventanilla.
—¿Qué hacemos? —preguntó Sophie.
_______ no iba a abortar la misión sólo porque había estado a punto de colapsar un momento atrás.
—Esperemos. Con un poco de suerte quizás decida ir a algún otro lado después.
Por lo tanto esperaron, en ascuas, durante dos horas.
—¿Cómo le explicaste tu ausencia a Chilton? —Ryan rompió el pesado silencio.
—Mi esposo no está. Aunque no es nada que te incumba —le replicó irascible.
—¿No está en Londres? —insistió punzante.
—Esto no tiene sentido —exclamó Sophie—. No va a salir, es casi medianoche...
Sintió una opresión en el pecho. Desistir ahora sería darse por vencida, a menos que Joe pudiese salvarla, y lo que era más importante, salvar a su agencia. De repente, una profunda furia la asaltó. No contra John, sino contra sí misma. ¿Cómo podía haber puesto en peligro su causa? ¿Cómo pudo haberse dejado dominar por el deseo? Ella había sabido con antelación lo que podía suceder si la descubrían, y aun así se había precipitado a buscar a Paris de manera totalmente irresponsable, porque lo único que le importaba en ese momento era no perderlo.
Él significaba más para ella que la agencia, que su reputación, que la vida misma.
Y eso la convertía en una egoísta.
Estudió los rostros cansados que la rodeaban. Iris y Sophie habían estado con ella todo el día, y Ryan tenía que ocuparse de sus propios problemas. Ella no podía pedir mejores amigos. Y era hora de rendirse y afrontar las consecuencias de su error.
—Muy bien —concedió—. Vamonos.
—No, aguarda. Aquí viene —Ryan le avisó al conductor que el hombre abandonaba el club. Lo siguieron de cerca por toda la ciudad. Se detuvo en el Club Alfred, pero sólo para conversar con alguien que estaba fuera. Después volvieron a la persecución, deambulando por las calles de Londres cubiertas de niebla—. Después de esto, voy a abandonar mi comisión y presentarme en el Ministerio del Exterior —bromeó Ryan—. ¿Creen que todavía hay buenas posibilidades para los espías ?
—El espionaje es para hombres perspicaces, capaces y responsables. No para botarates sinvergüenzas. La mirada de Ryan enfrentó la de Iris. —Haré de cuenta que no escuché eso. —Esa es otra cuestión —siguió obstinada con un dejo de regocijo en el tono de voz—. Los espías prestan atención a todo. No descartan ninguna información sólo porque no les agrada escucharla.
Le echó una mirada burlona. —¿ Cuándo regresa tu marido a la ciudad ? Iris bajó la vista, un claro indicio de que se había ruborizado. _______ le hizo un guiño a Sophie.
—Ahí está otra vez —anunció Ryan, cuando llegaron al tercer lugar de destino—. Y esta vez tenemos suerte. No soy miembro del club, pero conozco al portero. Fue cabo en mi regimiento. Dejadme hablar con él. Nos dejará entrar dentro de un momento.
_______ estaba petrificada de miedo. Aguardó tensa, mientras Ryan hablaba con el hombre. Estaba tardando demasiado y los nervios la estaban consumiendo, cerró los ojos e hizo ejercicios de respiración para calmarse. Él regreso y abrió la puerta.
—Ya está arreglado. ¿Estás lista, _______?
—Lo tendré.
—Aquí viene —Sophie señaló la casa ubicada al otro lado de la calle. Golpeó el techo del coche y le ordenó en voz baja al cochero—: Siga a ese hombre.
_______ se sintió aliviada por un lado, y aterrorizada cuando comprobó que el lugar de destino resultó ser la calle St. James's, donde se encontraban los clubes de hombres más elegantes de la ciudad. El coche se detuvo y vio a John caminar hacia el club más antiguo de Londres.
—Vamos —urgió a Ryan antes de perder el valor. Le temblaron las manos heladas, y el corazón le latió desbocado. «Oh, por Dios. Que no me dé un ataque ahora».
Ryan no se movió,
—No puedo entrar ahí. No soy socio y... lo siento.
_______ captó la mirada fugaz que Ryan e Iris intercambiaron.
—Quizás sea lo mejor —dijo, sintiendo que se distendían un tanto los nervios que la dominaban—. Joe me envió una nota esta noche haciéndome saber que en caso de emergencia, lo encontraría en White's.
—¿Joe está ahí en este momento? —repitió Ryan lentamente. Miró a través de la ventanilla.
—¿Qué hacemos? —preguntó Sophie.
_______ no iba a abortar la misión sólo porque había estado a punto de colapsar un momento atrás.
—Esperemos. Con un poco de suerte quizás decida ir a algún otro lado después.
Por lo tanto esperaron, en ascuas, durante dos horas.
—¿Cómo le explicaste tu ausencia a Chilton? —Ryan rompió el pesado silencio.
—Mi esposo no está. Aunque no es nada que te incumba —le replicó irascible.
—¿No está en Londres? —insistió punzante.
—Esto no tiene sentido —exclamó Sophie—. No va a salir, es casi medianoche...
Sintió una opresión en el pecho. Desistir ahora sería darse por vencida, a menos que Joe pudiese salvarla, y lo que era más importante, salvar a su agencia. De repente, una profunda furia la asaltó. No contra John, sino contra sí misma. ¿Cómo podía haber puesto en peligro su causa? ¿Cómo pudo haberse dejado dominar por el deseo? Ella había sabido con antelación lo que podía suceder si la descubrían, y aun así se había precipitado a buscar a Paris de manera totalmente irresponsable, porque lo único que le importaba en ese momento era no perderlo.
Él significaba más para ella que la agencia, que su reputación, que la vida misma.
Y eso la convertía en una egoísta.
Estudió los rostros cansados que la rodeaban. Iris y Sophie habían estado con ella todo el día, y Ryan tenía que ocuparse de sus propios problemas. Ella no podía pedir mejores amigos. Y era hora de rendirse y afrontar las consecuencias de su error.
—Muy bien —concedió—. Vamonos.
—No, aguarda. Aquí viene —Ryan le avisó al conductor que el hombre abandonaba el club. Lo siguieron de cerca por toda la ciudad. Se detuvo en el Club Alfred, pero sólo para conversar con alguien que estaba fuera. Después volvieron a la persecución, deambulando por las calles de Londres cubiertas de niebla—. Después de esto, voy a abandonar mi comisión y presentarme en el Ministerio del Exterior —bromeó Ryan—. ¿Creen que todavía hay buenas posibilidades para los espías ?
—El espionaje es para hombres perspicaces, capaces y responsables. No para botarates sinvergüenzas. La mirada de Ryan enfrentó la de Iris. —Haré de cuenta que no escuché eso. —Esa es otra cuestión —siguió obstinada con un dejo de regocijo en el tono de voz—. Los espías prestan atención a todo. No descartan ninguna información sólo porque no les agrada escucharla.
Le echó una mirada burlona. —¿ Cuándo regresa tu marido a la ciudad ? Iris bajó la vista, un claro indicio de que se había ruborizado. _______ le hizo un guiño a Sophie.
—Ahí está otra vez —anunció Ryan, cuando llegaron al tercer lugar de destino—. Y esta vez tenemos suerte. No soy miembro del club, pero conozco al portero. Fue cabo en mi regimiento. Dejadme hablar con él. Nos dejará entrar dentro de un momento.
_______ estaba petrificada de miedo. Aguardó tensa, mientras Ryan hablaba con el hombre. Estaba tardando demasiado y los nervios la estaban consumiendo, cerró los ojos e hizo ejercicios de respiración para calmarse. Él regreso y abrió la puerta.
—Ya está arreglado. ¿Estás lista, _______?
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Los síntomas anteriores regresaron de improviso con pavorosa intensidad: pulsaciones enloquecidas, temblores, náuseas, manos frías, rostro hirviendo, palpitaciones en la cabeza, respiración entrecortada...
—Un momento —jadeó al tiempo que ahuecaba las manos en las mejillas ardientes. El atuendo masculino era pesado y terriblemente caluroso, pero le proveía un cierto grado de protección... y anonimato. «Ve, saluda, bésalo y vete». Le resonaba el curso de acción en la mente. Era ahora o nunca—. Lista.
El aire frío de la noche le resultó estimulante, como así también el ponerse en movimiento después de tantas horas de encierro en el coche. Caminó rígida al lado del alto y arrogante héroe de guerra, conteniendo la urgencia de cogerle la mano. Ryan intercambió algunas bromas con el portero, y después entraron.
Caballeros de distintas edades pululaban entre el pesado mobiliario de caoba, gruesas alfombras y el humo.
—Quítate el sombrero —murmuró Ryan—. Recuerda, somos clientes regulares que venimos aquí a divertirnos. Muéstrate casual, pero no de manera demasiado obvia. En el momento que desees salir, nos dirigiremos hacia la puerta.
—Gracias —le susurró. Sus piernas parecían moverse con voluntad propia.
—No lo veo. Busquemos una mesa y sentémonos. No tienes buen aspecto.
—Me agradaría realmente beber un whisky ahora mismo. Pero no tengo interés en sentarme.
—Por supuesto. Aguárdame aquí —la dejó cerca de una mesa, donde tres jóvenes estaban bebiendo y fanfarroneado sobre la rapidez de sus ingenios. La mirada de uno de ellos encontró la de _______ durante un momento, pero después la volvió a uno de sus compinches como si no hubiese visto nada singular.
Ella soltó la respiración. Al menos, el disfraz resultaba efectivo. Después vio a John, y el corazón se le detuvo.
Con su agraciado rostro magullado, pasó a su lado y ni siquiera reparó en ella. Ryan regresó con un vaso de whisky. Ella lo cogió con ambas manos y lo bebió de un trago.
—No tan rápido, viejo amigo —dijo con tono normal—. Caerás redondo antes de que termine la noche —cogió el vaso y se lo entregó a uno de los sirvientes que pasó junto a ellos.
—Lo vi. —dijo jadeante—. No me reconoció. —Bien. Tómate un minuto para normalizar la respiración.
—Me temo que es imposible —abruptamente, se le ocurrió que podría estar intentando entretenerla.
—Piensa en otra cosa. ¿Cómo fue el último verano en Stilgoe Abbey? ¿Llovió?
Su estratagema sirvió para calmarla. Ella le siguió la corriente, contestando sus preguntas, respirando lenta y profundamente. Después sintió la tensión nuevamente.
—Hagámoslo ya. Quiero que termine de una vez. Cruzaron juntos el salón principal hacia donde había desaparecido John. Resultó ser la sala de juego. Ryan se detuvo en la puerta.
—¿Quién lo golpeó? ¿Joe? —ante su asentimiento, él rió entre dientes—. Creo que conozco la marca de los puños. Me mantendré fuera de vista ahora.
—Un momento —jadeó al tiempo que ahuecaba las manos en las mejillas ardientes. El atuendo masculino era pesado y terriblemente caluroso, pero le proveía un cierto grado de protección... y anonimato. «Ve, saluda, bésalo y vete». Le resonaba el curso de acción en la mente. Era ahora o nunca—. Lista.
El aire frío de la noche le resultó estimulante, como así también el ponerse en movimiento después de tantas horas de encierro en el coche. Caminó rígida al lado del alto y arrogante héroe de guerra, conteniendo la urgencia de cogerle la mano. Ryan intercambió algunas bromas con el portero, y después entraron.
Caballeros de distintas edades pululaban entre el pesado mobiliario de caoba, gruesas alfombras y el humo.
—Quítate el sombrero —murmuró Ryan—. Recuerda, somos clientes regulares que venimos aquí a divertirnos. Muéstrate casual, pero no de manera demasiado obvia. En el momento que desees salir, nos dirigiremos hacia la puerta.
—Gracias —le susurró. Sus piernas parecían moverse con voluntad propia.
—No lo veo. Busquemos una mesa y sentémonos. No tienes buen aspecto.
—Me agradaría realmente beber un whisky ahora mismo. Pero no tengo interés en sentarme.
—Por supuesto. Aguárdame aquí —la dejó cerca de una mesa, donde tres jóvenes estaban bebiendo y fanfarroneado sobre la rapidez de sus ingenios. La mirada de uno de ellos encontró la de _______ durante un momento, pero después la volvió a uno de sus compinches como si no hubiese visto nada singular.
Ella soltó la respiración. Al menos, el disfraz resultaba efectivo. Después vio a John, y el corazón se le detuvo.
Con su agraciado rostro magullado, pasó a su lado y ni siquiera reparó en ella. Ryan regresó con un vaso de whisky. Ella lo cogió con ambas manos y lo bebió de un trago.
—No tan rápido, viejo amigo —dijo con tono normal—. Caerás redondo antes de que termine la noche —cogió el vaso y se lo entregó a uno de los sirvientes que pasó junto a ellos.
—Lo vi. —dijo jadeante—. No me reconoció. —Bien. Tómate un minuto para normalizar la respiración.
—Me temo que es imposible —abruptamente, se le ocurrió que podría estar intentando entretenerla.
—Piensa en otra cosa. ¿Cómo fue el último verano en Stilgoe Abbey? ¿Llovió?
Su estratagema sirvió para calmarla. Ella le siguió la corriente, contestando sus preguntas, respirando lenta y profundamente. Después sintió la tensión nuevamente.
—Hagámoslo ya. Quiero que termine de una vez. Cruzaron juntos el salón principal hacia donde había desaparecido John. Resultó ser la sala de juego. Ryan se detuvo en la puerta.
—¿Quién lo golpeó? ¿Joe? —ante su asentimiento, él rió entre dientes—. Creo que conozco la marca de los puños. Me mantendré fuera de vista ahora.
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