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UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
John apretó los labios.
—Puedo dejar de asistir a la sesión...
—Por favor, John —_______ sonrió—. Por mí.
—Muy bien —John se dispuso a marcharse—. La tendré en exclusividad la próxima semana.
_______ lo acompañó hasta la salida agradeciéndole nuevamente su loable paciencia, y esta vez no esquivó el rápido beso de despedida que le dio en la mejilla. Ryan también la siguió a la planta baja.
—Demos un paseo, ¿le parece bien? —le preguntó cordialmente. _______ le pidió a Lucy el chal y el sombrero; y siguió a Ryan a la vereda, con Lucy a pocos pasos de ella.
—Ya no le agrado demasiado, ¿no es cierto? —Ryan sonrió tristemente ofreciéndole el brazo—. Sé el motivo, y esa es justamente la razón por la cual necesito cinco minutos de su tiempo.
Por una cuestión de cortesía, _______ le aceptó el brazo para caminar junto a él por la calle.
—No creo que sea a mí a quien usted debería estar importunando, mayor —le contestó mordazmente.
Ryan dejó escapar un mortificado suspiro.
—¿ Cree que no lo he intentado ? Iris no quiere verme, me ha devuelto todas las cartas sin abrir... Me sorprende que no las haya quemado.
_______ no estaba totalmente segura de que la decisión de no recibirlo o de devolverle las cartas sin abrir hubiera sido de Iris, pero se guardó la presunción para sí misma.
—Usted desea que le lleve a Iris un mensaje de su parte.
Ryan se detuvo y la miró de frente.
-Debo verla. Necesito —se pasó la mano por la abundante y ondulada cabellera castaña— Necesito disculparme con Iris. Y ella necesita que yo le presente mis disculpas.
_______ levantó la ceja con un gesto inquisidor.
—¿Es por eso por lo que la insultó en Almack's?
—Ella me aguijoneó. Siempre lo hace —maldijo entre dientes—. Siempre lo hizo.
_______ lo miró penetrantemente.
—Usted la ama todavía, ¿no es así? —después de su prolongado silencio, ella continuó—: ¿Puedo hacerle una pregunta, Ryan?
—Usted puede preguntarme lo que desee, _______.
Su respuesta la indujo a preguntarle por qué había abandonado a Iris en la cabana. Pero reconsiderándolo, decidió no entrometerse. Era una pregunta que debía hacerle Iris.
—¿Nuestro breve flirteo fue un preludio para llegar a tener esta conversación? —le echó una mirada desaprobadora.
—Puedo dejar de asistir a la sesión...
—Por favor, John —_______ sonrió—. Por mí.
—Muy bien —John se dispuso a marcharse—. La tendré en exclusividad la próxima semana.
_______ lo acompañó hasta la salida agradeciéndole nuevamente su loable paciencia, y esta vez no esquivó el rápido beso de despedida que le dio en la mejilla. Ryan también la siguió a la planta baja.
—Demos un paseo, ¿le parece bien? —le preguntó cordialmente. _______ le pidió a Lucy el chal y el sombrero; y siguió a Ryan a la vereda, con Lucy a pocos pasos de ella.
—Ya no le agrado demasiado, ¿no es cierto? —Ryan sonrió tristemente ofreciéndole el brazo—. Sé el motivo, y esa es justamente la razón por la cual necesito cinco minutos de su tiempo.
Por una cuestión de cortesía, _______ le aceptó el brazo para caminar junto a él por la calle.
—No creo que sea a mí a quien usted debería estar importunando, mayor —le contestó mordazmente.
Ryan dejó escapar un mortificado suspiro.
—¿ Cree que no lo he intentado ? Iris no quiere verme, me ha devuelto todas las cartas sin abrir... Me sorprende que no las haya quemado.
_______ no estaba totalmente segura de que la decisión de no recibirlo o de devolverle las cartas sin abrir hubiera sido de Iris, pero se guardó la presunción para sí misma.
—Usted desea que le lleve a Iris un mensaje de su parte.
Ryan se detuvo y la miró de frente.
-Debo verla. Necesito —se pasó la mano por la abundante y ondulada cabellera castaña— Necesito disculparme con Iris. Y ella necesita que yo le presente mis disculpas.
_______ levantó la ceja con un gesto inquisidor.
—¿Es por eso por lo que la insultó en Almack's?
—Ella me aguijoneó. Siempre lo hace —maldijo entre dientes—. Siempre lo hizo.
_______ lo miró penetrantemente.
—Usted la ama todavía, ¿no es así? —después de su prolongado silencio, ella continuó—: ¿Puedo hacerle una pregunta, Ryan?
—Usted puede preguntarme lo que desee, _______.
Su respuesta la indujo a preguntarle por qué había abandonado a Iris en la cabana. Pero reconsiderándolo, decidió no entrometerse. Era una pregunta que debía hacerle Iris.
—¿Nuestro breve flirteo fue un preludio para llegar a tener esta conversación? —le echó una mirada desaprobadora.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Sí y no —una sardónica sonrisa le iluminó el rostro apuesto—. Sí, porque cuando la vi sentada con Iris, tuve la esperanza de poder disculparme con ella por mediación suya. Y no, porque mi invitación para tomar un helado obedeció a que usted es sumamente atractiva y yo estoy decidido a terminar con mi soltería; además de la cuestión que ambos sabemos: Iris es una mujer casada. ¿Con eso respondo a su pregunta?
Reanudaron la caminata a lo largo de la calle.
—Seré franca con usted, Ryan —le dijo _______.
—Por favor.
—Esto es estrictamente entre usted y yo.
—Usted está esperando que se le declare el pugilista rubio.
Ella rió, y después frunció el ceño.
—La situación es distinta, me temo. Si John se me declara, me veré obligada a aceptarlo. Mi familia ya no tolerará un nuevo rechazo por mi parte.
—Pero... usted no lo ama —dedujo él acertadamente.
—No aún, no.
—¿Su corazón le pertenece a otro? —ante su falta de respuesta, él hizo un gesto negativo con la cabeza desaprobando su desatino, supuso _______—. Eso nos coloca a ambos en la misma situación. Ambos tenemos la esperanza de enamorarnos milagrosamente de... otra persona —siguieron caminado en silencio hasta llegar a la esquina, después dieron la vuelta y comenzaron a desandar el camino recorrido para regresar a la casa—. ¿Supongo que no podría contar con su consentimiento para cortejarla un poco tan sólo? ¿Para ofrecerle alguna competencia al presuntuoso? —la miró con interés.
_______ le sonrió.
—Está logrando que me resulte muy difícil decirle que no, Ryan, pero debo hacerlo. Iris es mi mejor amiga y por ninguna razón quiero herir sus sentimientos. Además, creo que haría falta un milagro para que nos enamorásemos el uno del otro, sabiendo lo que sentimos ambos en realidad. Al menos con alguien distinto, podríamos forjarnos ilusiones de que no está añorando a otra persona.
—Tiene razón. Aun así, me gustaría que siguiéramos siendo amigos.
—Está bien, pero no espere mi lealtad cuando esté en juego algo relacionado con Iris.
—Me parece justo —asintió él. Llegaron a la puerta de entrada de la casa de _______—. Creo que mis cinco minutos han terminado —sonrió Ryan—. ¿Será tan gentil de hacerle llegar mis disculpas a Iris?
—No, pero le entregaré una carta de su parte, si usted lo desea.
—Gracias, por todo —le envió un beso con la mano. Un momento después montó su caballo y se alejó.
Reanudaron la caminata a lo largo de la calle.
—Seré franca con usted, Ryan —le dijo _______.
—Por favor.
—Esto es estrictamente entre usted y yo.
—Usted está esperando que se le declare el pugilista rubio.
Ella rió, y después frunció el ceño.
—La situación es distinta, me temo. Si John se me declara, me veré obligada a aceptarlo. Mi familia ya no tolerará un nuevo rechazo por mi parte.
—Pero... usted no lo ama —dedujo él acertadamente.
—No aún, no.
—¿Su corazón le pertenece a otro? —ante su falta de respuesta, él hizo un gesto negativo con la cabeza desaprobando su desatino, supuso _______—. Eso nos coloca a ambos en la misma situación. Ambos tenemos la esperanza de enamorarnos milagrosamente de... otra persona —siguieron caminado en silencio hasta llegar a la esquina, después dieron la vuelta y comenzaron a desandar el camino recorrido para regresar a la casa—. ¿Supongo que no podría contar con su consentimiento para cortejarla un poco tan sólo? ¿Para ofrecerle alguna competencia al presuntuoso? —la miró con interés.
_______ le sonrió.
—Está logrando que me resulte muy difícil decirle que no, Ryan, pero debo hacerlo. Iris es mi mejor amiga y por ninguna razón quiero herir sus sentimientos. Además, creo que haría falta un milagro para que nos enamorásemos el uno del otro, sabiendo lo que sentimos ambos en realidad. Al menos con alguien distinto, podríamos forjarnos ilusiones de que no está añorando a otra persona.
—Tiene razón. Aun así, me gustaría que siguiéramos siendo amigos.
—Está bien, pero no espere mi lealtad cuando esté en juego algo relacionado con Iris.
—Me parece justo —asintió él. Llegaron a la puerta de entrada de la casa de _______—. Creo que mis cinco minutos han terminado —sonrió Ryan—. ¿Será tan gentil de hacerle llegar mis disculpas a Iris?
—No, pero le entregaré una carta de su parte, si usted lo desea.
—Gracias, por todo —le envió un beso con la mano. Un momento después montó su caballo y se alejó.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Phipps logró obtener abundante información. Joe no se sorprendió al enterarse de que _______ era la consentida de la aristocracia, reconocida y respetada por sus conocimientos y opiniones. No se sintió tan complacido al saber que era perseguida por los hijos de las figuras más destacadas de la sociedad. ¿Por qué ella querría a alguien maltrecho como él, trece años mayor, que no había hecho nada en su vida salvo causar estragos, en él como en otros, y parecía una grotesca criatura de piedra tallada en una catedral?
Necesitaba despejarse la cabeza y buscar una estrategia para recuperar a _______. Se calzó un par de botas y abandonó la alcoba. Generalmente salía a cabalgar después de medianoche, cuando Londres estaba más tranquilo, pero si se quedaba en la casa un segundo más, enloquecería. Bajó con pasos cansinos la escalera, cogió al pasar un par de manzanas de la cocina, y se dirigió a los establos. Héctor saltaba a su alrededor excitado ante la perspectiva de un paseo más temprano de lo previsto. Joe le palmeó la cabeza.
—Tranquilo, viejo. No queremos atraer la atención de curiosos, ¿verdad?
El establo estaba alumbrado por una sola luz. Apolo lanzó un resoplido impaciente cuando entraron en sus dominios.
—¿De qué te quejas? —le dio al potro una manzana y él mordió la otra—. Pronto estarás en Ashby Park correteando bellas potrancas. Mi diversión se reduce a una buena cabalgata y a una manzana —Apolo sacudió la cabeza y le mostró los dientes—. Tampoco tienes que regodearte —murmuró Joe.
Uno de los mozos de cuadra entró corriendo.
—Milord, me enviaron para que le ensillara a Apolo.
—Lo haré yo, Billy. Puedes regresar a tu cena.
—Bueno, gracias, milord —el mozo de cuadra hizo una reverencia y desapareció tan rápido como había aparecido.
Joe acarició el brillante cuello de Apolo.
—¿Listo?
El imponente animal le mostró la grupa y no movió un músculo hasta que Joe ajustó la cincha. Una vez terminado, montó de un salto e inclinó la cabeza al tiempo que los tres se dirigían hacia el camino del frente. Ah, libertad. Se soltó el cabello y éste le pegó como un latigazo en el rostro en la noche ventosa. Al azuzarlo con la rodilla, Apolo giró hacia la izquierda y trotó en dirección norte, alejándose de los límites de la ciudad. Sólo cuando estuvieron a cielo abierto, Joe se inclinó hacia delante, aflojó las riendas y galopó a toda carrera sobre el prado húmedo, con Héctor siguiéndolo de cerca.
Joe cerró los ojos intentando rememorar esos días en España en los que el sol le caía implacable sobre el rostro, sin el fragor de la batalla. No pudo. Otra imagen le aparecía recurrente: el de una diosa deslumbrante materializándose en plena noche, con los ojos brillantes como estrellas, suplicándole amor...
Horas más tarde, cubierto de transpiración, Joe se sorprendió al hallarse frente a una encantadora casita que no había visto desde hacía mucho tiempo. El jardín de rosas florecido aún estaba allí, y el banco. Si pudiese volver atrás en el tiempo, al momento en que _______ lo había besado con sus labios rojos... La besaría de nuevo, eso jamás lo cambiaría, pero sí todo lo que vino después: tomaría otras decisiones, haría todo diferente...
Necesitaba despejarse la cabeza y buscar una estrategia para recuperar a _______. Se calzó un par de botas y abandonó la alcoba. Generalmente salía a cabalgar después de medianoche, cuando Londres estaba más tranquilo, pero si se quedaba en la casa un segundo más, enloquecería. Bajó con pasos cansinos la escalera, cogió al pasar un par de manzanas de la cocina, y se dirigió a los establos. Héctor saltaba a su alrededor excitado ante la perspectiva de un paseo más temprano de lo previsto. Joe le palmeó la cabeza.
—Tranquilo, viejo. No queremos atraer la atención de curiosos, ¿verdad?
El establo estaba alumbrado por una sola luz. Apolo lanzó un resoplido impaciente cuando entraron en sus dominios.
—¿De qué te quejas? —le dio al potro una manzana y él mordió la otra—. Pronto estarás en Ashby Park correteando bellas potrancas. Mi diversión se reduce a una buena cabalgata y a una manzana —Apolo sacudió la cabeza y le mostró los dientes—. Tampoco tienes que regodearte —murmuró Joe.
Uno de los mozos de cuadra entró corriendo.
—Milord, me enviaron para que le ensillara a Apolo.
—Lo haré yo, Billy. Puedes regresar a tu cena.
—Bueno, gracias, milord —el mozo de cuadra hizo una reverencia y desapareció tan rápido como había aparecido.
Joe acarició el brillante cuello de Apolo.
—¿Listo?
El imponente animal le mostró la grupa y no movió un músculo hasta que Joe ajustó la cincha. Una vez terminado, montó de un salto e inclinó la cabeza al tiempo que los tres se dirigían hacia el camino del frente. Ah, libertad. Se soltó el cabello y éste le pegó como un latigazo en el rostro en la noche ventosa. Al azuzarlo con la rodilla, Apolo giró hacia la izquierda y trotó en dirección norte, alejándose de los límites de la ciudad. Sólo cuando estuvieron a cielo abierto, Joe se inclinó hacia delante, aflojó las riendas y galopó a toda carrera sobre el prado húmedo, con Héctor siguiéndolo de cerca.
Joe cerró los ojos intentando rememorar esos días en España en los que el sol le caía implacable sobre el rostro, sin el fragor de la batalla. No pudo. Otra imagen le aparecía recurrente: el de una diosa deslumbrante materializándose en plena noche, con los ojos brillantes como estrellas, suplicándole amor...
Horas más tarde, cubierto de transpiración, Joe se sorprendió al hallarse frente a una encantadora casita que no había visto desde hacía mucho tiempo. El jardín de rosas florecido aún estaba allí, y el banco. Si pudiese volver atrás en el tiempo, al momento en que _______ lo había besado con sus labios rojos... La besaría de nuevo, eso jamás lo cambiaría, pero sí todo lo que vino después: tomaría otras decisiones, haría todo diferente...
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Apareció un coche y se detuvo. Joe condujo a Apolo hacia atrás para esconderse en la sombra de los árboles. Vio a un jovenzuelo que ágilmente saltó del coche y abrió la puerta. _______ salió cubriéndose el escotado vestido con un chai, no antes de que Joe echara una fugaz mirada a los turgentes senos iluminados por la luz de la luna.
—¡Que te diviertas en el campo! —dijeron unas voces femeninas desde el interior del coche.
—Las veré la próxima semana —contestó _______ alegremente. Echó una mirada hacia la calle, y por un instante, Joe creyó que ella había descubierto su presencia oculta entre las sombras. Pero mientras el joven aguardaba para acompañarla hasta la puerta de entrada, ella hurgó en su retículo, tarareando un vals.
Se sentó en la montura y siguió observándola embelesado. Tenía un aura de femenina vitalidad que ninguna otra mujer poseía. Se sintió embargado por un intenso sentimiento de posesión. Un compañero de armas le había confesado una vez, después de varios tragos, que para él, su mujer era como la luz de un faro que lo guiaba. Para Joe, quien había vivido tanto tiempo sumido en la oscuridad, _______ era un sol brillante, abrasador; y él estaba cansado ya de tanto frío.
—Maldición. Olvidé la llave —masculló—. Tendré que despertar a Norris. Pueden irse, estaré bien —despidió al joven, quien volvió al coche, y sus amigas se marcharon.
Joe podría haberlas estrangulado por dejarla de pie sola en plena noche. Hasta Mayfair tenía su buena cantidad de rateros y rufianes. Se veía tan dulce y vulnerable de pie, a la luz de la luna, que deseó fervientemente acercársele sigilosamente y protegerla de los peligros que acechaban en la oscuridad.
Sin previo aviso, levantó la vista y miró fija y directamente hacia el lugar donde él se hallaba. Quedó inmóvil sobre la montura. Aunque pudiese ver las figuras de él y de Apolo, dudaba que pudiese identificarlo. ¿O sí?
Si se dirigía hacia él, estaría perdido... le vería el rostro, y él perdería la oportunidad de deslumbrarla antes de quitarse la máscara... y sin embargo, casi deseó que se acercara.
«Una buena mujer entendería... Vería más allá...».
_______ le dio la espalda y se dirigió como una tromba hacia la puerta de entrada. Esbozó una tenue sonrisa al ver que ella extraía la llave y abría la puerta. La pequeña astuta lo había visto y reconocido en cuanto había bajado del coche. Le estaba enviando un claro mensaje: estaba furiosa con él y no era probable que lo perdonara... a menos que él elucubrara una brillante estratagema. Maliciosamente, su actitud lo complació. La furia era conveniente, mucho mejor que la indiferencia, y estaba preparado para aceptar el desafío. Aguardó hasta ver que se encendía la luz de la tercera ventana a la izquierda de la segunda planta; después se alejó al trote, sintiéndose optimista.
Por lo que Phipps había averiguado de vendedoras de leche, sirvientes y otros informantes de Mayfair, parecía que _______ finalmente había cedido ante el apremio de su familia y había consentido que alguien —no él por supuesto— la cortejara. Aunque no podía culparla, le caía como una patada en el estómago que fuese John Hanson. El hombre era una amenaza para las jóvenes de fortuna y buena crianza. No era que Joe fuese un parangón de altruismo y moderación, pero respetaba ciertas reglas en lo que a mujeres concernía, y una de ellas era que no mancillaba a jóvenes inocentes. En el caso de Hanson, Joe no estaba tan seguro. El hombre estaba desesperado. ¿Quién podría saber a qué extremo llegaría si no conseguía lo que quería tan rápido como lo necesitaba? Lo único que tenía que hacer Hanson era arreglárselas para que fueran descubiertos en una situación comprometida, y _______, sin darse cuenta, estaría casada. Joe deseaba poder advertirla sin parecer un hipócrita. Sabía muy bien que si alguien los hubiese descubierto en la glorieta, ella habría estado obligada a casarse con él y su reputación hubiese estado arruinada, pero Joe no quería una novia por obligación; quería que _______ fuese a su cama con los ojos bien abiertos. Por eso mismo, él debía convertirse en el mejor candidato, en todos los sentidos.
—¿Cómo que ella se marcha hoy? ¡Me dijiste que la fiesta no tendría lugar hasta la semana próxima!
Phipps no tenía excusa que aducir.
—Cuélgueme, azóteme, me declaro culpable de los cargos, milord. La información que había obtenido era incorrecta.
Joe se paseó de un lado a otro de su escritorio, echándose hacia atrás el cabello y maldiciéndose a sí mismo por haber sido tan negligente. La noche anterior, mientras _______ se estaba despidiendo de sus amigas, le había estado mirando el trasero. Idiiota. Ahora jamás podría cumplir con todo lo que se había propuesto. Wellington no volvería a Inglaterra hasta dentro de tres días. Maldición. Maldición. Maldición. Tendría que hacerlo personalmente y esperar que tuviese suficiente peso en el Ministerio de Guerra.
—¡Que te diviertas en el campo! —dijeron unas voces femeninas desde el interior del coche.
—Las veré la próxima semana —contestó _______ alegremente. Echó una mirada hacia la calle, y por un instante, Joe creyó que ella había descubierto su presencia oculta entre las sombras. Pero mientras el joven aguardaba para acompañarla hasta la puerta de entrada, ella hurgó en su retículo, tarareando un vals.
Se sentó en la montura y siguió observándola embelesado. Tenía un aura de femenina vitalidad que ninguna otra mujer poseía. Se sintió embargado por un intenso sentimiento de posesión. Un compañero de armas le había confesado una vez, después de varios tragos, que para él, su mujer era como la luz de un faro que lo guiaba. Para Joe, quien había vivido tanto tiempo sumido en la oscuridad, _______ era un sol brillante, abrasador; y él estaba cansado ya de tanto frío.
—Maldición. Olvidé la llave —masculló—. Tendré que despertar a Norris. Pueden irse, estaré bien —despidió al joven, quien volvió al coche, y sus amigas se marcharon.
Joe podría haberlas estrangulado por dejarla de pie sola en plena noche. Hasta Mayfair tenía su buena cantidad de rateros y rufianes. Se veía tan dulce y vulnerable de pie, a la luz de la luna, que deseó fervientemente acercársele sigilosamente y protegerla de los peligros que acechaban en la oscuridad.
Sin previo aviso, levantó la vista y miró fija y directamente hacia el lugar donde él se hallaba. Quedó inmóvil sobre la montura. Aunque pudiese ver las figuras de él y de Apolo, dudaba que pudiese identificarlo. ¿O sí?
Si se dirigía hacia él, estaría perdido... le vería el rostro, y él perdería la oportunidad de deslumbrarla antes de quitarse la máscara... y sin embargo, casi deseó que se acercara.
«Una buena mujer entendería... Vería más allá...».
_______ le dio la espalda y se dirigió como una tromba hacia la puerta de entrada. Esbozó una tenue sonrisa al ver que ella extraía la llave y abría la puerta. La pequeña astuta lo había visto y reconocido en cuanto había bajado del coche. Le estaba enviando un claro mensaje: estaba furiosa con él y no era probable que lo perdonara... a menos que él elucubrara una brillante estratagema. Maliciosamente, su actitud lo complació. La furia era conveniente, mucho mejor que la indiferencia, y estaba preparado para aceptar el desafío. Aguardó hasta ver que se encendía la luz de la tercera ventana a la izquierda de la segunda planta; después se alejó al trote, sintiéndose optimista.
Por lo que Phipps había averiguado de vendedoras de leche, sirvientes y otros informantes de Mayfair, parecía que _______ finalmente había cedido ante el apremio de su familia y había consentido que alguien —no él por supuesto— la cortejara. Aunque no podía culparla, le caía como una patada en el estómago que fuese John Hanson. El hombre era una amenaza para las jóvenes de fortuna y buena crianza. No era que Joe fuese un parangón de altruismo y moderación, pero respetaba ciertas reglas en lo que a mujeres concernía, y una de ellas era que no mancillaba a jóvenes inocentes. En el caso de Hanson, Joe no estaba tan seguro. El hombre estaba desesperado. ¿Quién podría saber a qué extremo llegaría si no conseguía lo que quería tan rápido como lo necesitaba? Lo único que tenía que hacer Hanson era arreglárselas para que fueran descubiertos en una situación comprometida, y _______, sin darse cuenta, estaría casada. Joe deseaba poder advertirla sin parecer un hipócrita. Sabía muy bien que si alguien los hubiese descubierto en la glorieta, ella habría estado obligada a casarse con él y su reputación hubiese estado arruinada, pero Joe no quería una novia por obligación; quería que _______ fuese a su cama con los ojos bien abiertos. Por eso mismo, él debía convertirse en el mejor candidato, en todos los sentidos.
—¿Cómo que ella se marcha hoy? ¡Me dijiste que la fiesta no tendría lugar hasta la semana próxima!
Phipps no tenía excusa que aducir.
—Cuélgueme, azóteme, me declaro culpable de los cargos, milord. La información que había obtenido era incorrecta.
Joe se paseó de un lado a otro de su escritorio, echándose hacia atrás el cabello y maldiciéndose a sí mismo por haber sido tan negligente. La noche anterior, mientras _______ se estaba despidiendo de sus amigas, le había estado mirando el trasero. Idiiota. Ahora jamás podría cumplir con todo lo que se había propuesto. Wellington no volvería a Inglaterra hasta dentro de tres días. Maldición. Maldición. Maldición. Tendría que hacerlo personalmente y esperar que tuviese suficiente peso en el Ministerio de Guerra.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Muy bien, dile a Halifax y a Tomkins que vengan, y ten preparado el coche.
—Sí, milord —Phipps se cuadró con una sonrisa.
Joe se detuvo.
—Borra esa expresión presumida de tu rostro, maldito seas. Me recuerdas a una tía anciana.
—Usted no tiene una tía anciana.
Miró hacia la puerta cerrada.
—¿Martin, tú...?
«Maldición». No podía formular la pregunta, y menos en voz alta, aunque la incertidumbre lo acuciaba implacablemente, agobiándole la psiquis con temores y dudas. Su leona parecía decidida a desenmascararlo de una vez por todas. Necesitaba una honesta opinión. Ya que Will se había ido, lo único que le quedaba era Martin Phipps, lo más cercano que había tenido en toda su vida a un padre, un tío, o una anciana tía.
—Mírame, Martin —le ordenó ásperamente—. Si fueses una hermosa y deslumbrante mujer, con un enjambre de fulanos persiguiéndote con propuestas de matrimonio, ¿elegirías pasar el resto de tu vida con un odioso remedo de rostro como éste? Sé honesto. Me doy cuenta cuando suavizas la verdad. [owww;D]
Phipps se pellizcó el mentón... un buen indicio.
—Debo decir, milord, que yo no lo encuentro defectuoso. Quizás me he acostumbrado con el paso de estos cuatro años.
—Pero la primera vez que me viste, ¿te causó impresión, te horrorizó, se te revolvió el estómago?
Phipps frunció el ceño... un mal indicio.
—No fue horror lo que sentí, pero...
—¿Qué? ¿Cuál fue tu primera impresión?
—Tristeza, milord, por el dolor que usted había sufrido.
Joe lo miró escépticamente.
—¿Tristeza, no repulsión?
—¿Repulsión? —Phipps se veía realmente confundido. Y continuó tristemente—. Usted era un joven muy agraciado, como lady Lancaster, cuya belleza fue sin igual, que Dios la guarde en la gloria. Ahora, usted es un hombre apuesto, con las marcas de un gran coraje.
Dios. Joe puso los ojos en blanco, apretando los dientes. Necesitaba la opinión de una mujer, y no de mujeres experimentadas y afectas al dinero, o a los regalos que el dinero podía comprar, o a otras cosas con las que _______ aún no estaba familiarizada.
—Estoy listo para recibir a Halifax y a Tomkins, Phipps. Diles que se presenten ante mí de uniforme. ¿Supongo que sus equipajes están guardados en buenas condiciones?
—Por supuesto. Los enviaré de inmediato —Phipps se dio la vuelta y se marchó de la habitación.
Joe se sentó detrás del escritorio. Colocó una hoja en blanco frente a él y hundió la pluma en el tintero. Mientras escribía una nota urgente al secretario de Wellington, su mente continuó hilando conjeturas y temores: ¿y si tenía éxito? Volverían al punto de partida. _______ seguiría queriendo verle el rostro y, tarde o temprano, se enteraría de cómo había muerto Will. Joe tendría que revelárselo todo. Pero cuanto más tarde, mejor.
—Sí, milord —Phipps se cuadró con una sonrisa.
Joe se detuvo.
—Borra esa expresión presumida de tu rostro, maldito seas. Me recuerdas a una tía anciana.
—Usted no tiene una tía anciana.
Miró hacia la puerta cerrada.
—¿Martin, tú...?
«Maldición». No podía formular la pregunta, y menos en voz alta, aunque la incertidumbre lo acuciaba implacablemente, agobiándole la psiquis con temores y dudas. Su leona parecía decidida a desenmascararlo de una vez por todas. Necesitaba una honesta opinión. Ya que Will se había ido, lo único que le quedaba era Martin Phipps, lo más cercano que había tenido en toda su vida a un padre, un tío, o una anciana tía.
—Mírame, Martin —le ordenó ásperamente—. Si fueses una hermosa y deslumbrante mujer, con un enjambre de fulanos persiguiéndote con propuestas de matrimonio, ¿elegirías pasar el resto de tu vida con un odioso remedo de rostro como éste? Sé honesto. Me doy cuenta cuando suavizas la verdad. [owww;D]
Phipps se pellizcó el mentón... un buen indicio.
—Debo decir, milord, que yo no lo encuentro defectuoso. Quizás me he acostumbrado con el paso de estos cuatro años.
—Pero la primera vez que me viste, ¿te causó impresión, te horrorizó, se te revolvió el estómago?
Phipps frunció el ceño... un mal indicio.
—No fue horror lo que sentí, pero...
—¿Qué? ¿Cuál fue tu primera impresión?
—Tristeza, milord, por el dolor que usted había sufrido.
Joe lo miró escépticamente.
—¿Tristeza, no repulsión?
—¿Repulsión? —Phipps se veía realmente confundido. Y continuó tristemente—. Usted era un joven muy agraciado, como lady Lancaster, cuya belleza fue sin igual, que Dios la guarde en la gloria. Ahora, usted es un hombre apuesto, con las marcas de un gran coraje.
Dios. Joe puso los ojos en blanco, apretando los dientes. Necesitaba la opinión de una mujer, y no de mujeres experimentadas y afectas al dinero, o a los regalos que el dinero podía comprar, o a otras cosas con las que _______ aún no estaba familiarizada.
—Estoy listo para recibir a Halifax y a Tomkins, Phipps. Diles que se presenten ante mí de uniforme. ¿Supongo que sus equipajes están guardados en buenas condiciones?
—Por supuesto. Los enviaré de inmediato —Phipps se dio la vuelta y se marchó de la habitación.
Joe se sentó detrás del escritorio. Colocó una hoja en blanco frente a él y hundió la pluma en el tintero. Mientras escribía una nota urgente al secretario de Wellington, su mente continuó hilando conjeturas y temores: ¿y si tenía éxito? Volverían al punto de partida. _______ seguiría queriendo verle el rostro y, tarde o temprano, se enteraría de cómo había muerto Will. Joe tendría que revelárselo todo. Pero cuanto más tarde, mejor.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
Halifax y Tomkins se le presentaron impecables y engalanados, como dos húsares prestos para entrar en combate.
—Excelente —secó la nota y la dobló, luego le estampó el anillo de sello sobre el lacre—. Lleven esta nota al secretario del duque de Wellington, en el Ministerio de Guerra. Aguarden hasta que les entreguen algo para mí. Puede llevar un tiempo, pero bajo ninguna circunstancia vuelvan con las manos vacías. ¿Entendido?
Halifax dio un paso hacia delante para coger la nota.
—Sí, milord.
—Hagan mención de mi nombre en caso de que alguien presente algún inconveniente. Recuerden, ustedes están cumpliendo órdenes que no están autorizados a discutir con nadie, excepto con el secretario del duque —no preveía ningún inconveniente ya que Wellington se había negado a darle la baja del servicio con la esperanza de que algún día retomase el mando; pero estaba acostumbrado a tomar precauciones para evitar inconvenientes—. Cojan el coche. Durante el camino de regreso, no le quiten los ojos de encima a los papeles que me deberán traer. Regresen directamente hacia aquí. ¿Han entendido todo?
—Sí, milord.
—Bien. Ahora repítanme todo lo que les he dicho —cuando quedó satisfecho de que sus órdenes habían sido comprendidas y serían cumplidas al pie de la letra, llamó a uno de los sirvientes—. Hardy, ve a buscar al señor Brooks. Dile que necesito sus servicios de inmediato. Pero asegúrate de mencionarle que será bien recompensado por su tiempo. Aguarda —extrajo algunas monedas del bolsillo—. Aquí tienes. Coge un coche de alquiler y tráelo contigo. Ahora vete.
Tan pronto como Hardy dejó el estudio, Joe comenzó a pasearse de un lado a otro. Esperaba que la nota para el secretario de Wellington bastara y no tener la obligación de ir personalmente al Ministerio de Guerra. La idea de presentarse a plena luz del día lo inquietaba más allá de lo razonable. Se miró las manos temblorosas. En qué hombre patético se había convertido... un merecido castigo por los horrores que había cometido. Cerró los ojos para borrar las sangrientas imágenes y alaridos de dolor que difícilmente se apartaban de su mente. Esas imágenes que lo perseguían en sus pesadillas eran en su mayoría de la muerte de soldados británicos y franceses. Algunas veces, se imaginaba los rostros llorosos de las madres francesas, maldiciéndolo para que penara en eterna condena. Era extraño como nunca había soñado con mujeres inglesas acusándolo por guiar a sus hombres a la muerte... y con ellas era con quienes estaba más en deuda.
Penitencia. La palabra le retumbó en la cabeza incesantemente. Temió pensar en lo que habría sido su futuro si _______ no le hubiese despertado la conciencia, entre otras cosas. Terminasen juntos o no, Will había sabido precisamente lo que estaba haciendo cuando le pidió a Joe que leyera las cartas. Resultaba de alguna manera un consuelo, saber que tenía a mano un bálsamo para sus tormentos. Había sido un tonto al negarse a leer su propuesta de ley. Le habría permitido comprender mejor lo que era necesario para conseguir que fuese aprobada. Pero se había exasperado al creer que ella necesitaba algo de él. Aunque ese no había sido el caso. Había aparecido en su vida porque lo echaba de menos, porque creía que estaba enamorada de él. ¿Seguiría sintiendo lo mismo si descubriese a la verdadera Gárgola?
—Excelente —secó la nota y la dobló, luego le estampó el anillo de sello sobre el lacre—. Lleven esta nota al secretario del duque de Wellington, en el Ministerio de Guerra. Aguarden hasta que les entreguen algo para mí. Puede llevar un tiempo, pero bajo ninguna circunstancia vuelvan con las manos vacías. ¿Entendido?
Halifax dio un paso hacia delante para coger la nota.
—Sí, milord.
—Hagan mención de mi nombre en caso de que alguien presente algún inconveniente. Recuerden, ustedes están cumpliendo órdenes que no están autorizados a discutir con nadie, excepto con el secretario del duque —no preveía ningún inconveniente ya que Wellington se había negado a darle la baja del servicio con la esperanza de que algún día retomase el mando; pero estaba acostumbrado a tomar precauciones para evitar inconvenientes—. Cojan el coche. Durante el camino de regreso, no le quiten los ojos de encima a los papeles que me deberán traer. Regresen directamente hacia aquí. ¿Han entendido todo?
—Sí, milord.
—Bien. Ahora repítanme todo lo que les he dicho —cuando quedó satisfecho de que sus órdenes habían sido comprendidas y serían cumplidas al pie de la letra, llamó a uno de los sirvientes—. Hardy, ve a buscar al señor Brooks. Dile que necesito sus servicios de inmediato. Pero asegúrate de mencionarle que será bien recompensado por su tiempo. Aguarda —extrajo algunas monedas del bolsillo—. Aquí tienes. Coge un coche de alquiler y tráelo contigo. Ahora vete.
Tan pronto como Hardy dejó el estudio, Joe comenzó a pasearse de un lado a otro. Esperaba que la nota para el secretario de Wellington bastara y no tener la obligación de ir personalmente al Ministerio de Guerra. La idea de presentarse a plena luz del día lo inquietaba más allá de lo razonable. Se miró las manos temblorosas. En qué hombre patético se había convertido... un merecido castigo por los horrores que había cometido. Cerró los ojos para borrar las sangrientas imágenes y alaridos de dolor que difícilmente se apartaban de su mente. Esas imágenes que lo perseguían en sus pesadillas eran en su mayoría de la muerte de soldados británicos y franceses. Algunas veces, se imaginaba los rostros llorosos de las madres francesas, maldiciéndolo para que penara en eterna condena. Era extraño como nunca había soñado con mujeres inglesas acusándolo por guiar a sus hombres a la muerte... y con ellas era con quienes estaba más en deuda.
Penitencia. La palabra le retumbó en la cabeza incesantemente. Temió pensar en lo que habría sido su futuro si _______ no le hubiese despertado la conciencia, entre otras cosas. Terminasen juntos o no, Will había sabido precisamente lo que estaba haciendo cuando le pidió a Joe que leyera las cartas. Resultaba de alguna manera un consuelo, saber que tenía a mano un bálsamo para sus tormentos. Había sido un tonto al negarse a leer su propuesta de ley. Le habría permitido comprender mejor lo que era necesario para conseguir que fuese aprobada. Pero se había exasperado al creer que ella necesitaba algo de él. Aunque ese no había sido el caso. Había aparecido en su vida porque lo echaba de menos, porque creía que estaba enamorada de él. ¿Seguiría sintiendo lo mismo si descubriese a la verdadera Gárgola?
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
CAPÍTULO 13
—Tuve el placer de conocer a su difunto hermano en una ocasión —le dijo en voz baja lady Olivia, al unírsele a _______ en el sofá del salón, donde se hallaban todos reunidos antes del almuerzo.
Desde su llegada a Haworth Castle tres días atrás, _______ había llegado a formarse una opinión sumamente desfavorable de la hermana de John, pero la desagradable alusión a su «difunto hermano» la sacó de las casillas. Olivia podría haberse referido a Will como el mayor Aubrey, como todo el resto lo hacía, pero Olivia era incapaz de decir algo que no tuviese una intención inicua. La gélida reina sin alma era tan hermosa como su hermano, con su mismo cabello dorado y luminosos ojos celestes. También era presuntuosa, aburrida y cruel. _______ preferiría que el iceberg pusiese rumbo a congelar a otro. Sólo por estar junto a ella le castañeaban los dientes.
—Un amigo mutuo nos presentó —el iceberg sonrió—. Otro oficial del regimiento.
— ¿En serio? —_______ echó una mirada al reloj de la repisa de la chimenea, preguntándose por cuánto tiempo más los sirvientes tendrían la intención de matarlos de hambre. Freddy y Teddy se veían dispuestas a empezar a morder los muebles.
Con un manejo del suspenso digno de un dramaturgo apareció en el umbral Tobías, el mayordomo, para anunciar pomposamente:
—Su Excelencia, el almuerzo está servido.
—Gracias, Tobías. ¿Tendríais la bondad de acompañarme al salón? —propuso el canoso duque de Haworth ofreciéndole el brazo a lady Hyacinth, y todos los demás los siguieron formando una procesión protocolaria: los padres de John, lord y lady Hanson; Stilgoe y Angie; Olivia y su esposo, el vizconde de Bradford; John e _______; Teddy y Freddy; y por último, pero no por eso menos, Danielli y su niñera. El duque los guió hasta el exterior de la casa, donde los sirvientes habían extendido varias mantas sobre el césped y preparado una mesa y sillas para la gente mayor.
—Ya que la temporada está en su esplendor —dijo el duque—. He decidido que mis huéspedes más jóvenes no deberían verse privados del excelente clima, por lo tanto, le he pedido a Tobías que nos prepare una comida al aire libre. Confío en que lo disfruten.
— ¡Qué excelente idea! —exclamó la madre de _______—. Una comida en el campo que os pertenece. Realmente, Oscar, te has superado a ti mismo.
—Gracias, madame. Proviniendo de vos, es un cumplido encantador.
Tan pronto como todos estuvieron sentados, sirvientes de librea pulularon en torno a ellos sirviendo vino, limonada, sandwiches de pollo acompañados con viandas y quesos, y tartas dulces.
—Qué extenso es vuestro campo, Su Excelencia —comentó Stilgoe, aceptando una copa de Hock.
El parque que los rodeaba era verdaderamente espectacular, pensó _______. Había llovido durante los tres primeros días, obligándolos a permanecer encerrados; pero finalmente, el sol brillaba iluminando la imponente extensión de césped verde, embellecido con canteros de flores cultivadas, robles, setos podados artísticamente, y un majestuoso lago azul y permitiéndole apreciar realmente la soberbia y frondosa extensión. La casa, de alguna manera, la había desilusionado.
Aunque amplia no era grandiosa, ni estaba bien mantenida, tanto la fachada como la parte interior; en particular la última estaba sumamente deteriorada. John se había afanado en explicar que su excéntrico abuelo despreciaba todo tipo de cambio. Pero en su opinión, se podría obviar el polvo y las arañas de las paredes. Sin embargo, sus sospechas sobre la situación económica de la familia desaparecieron al ver los esfuerzos realizados en el cuidado de la parte externa.
Danielli gateó hasta donde se hallaban _______ y sus hermanas gemelas, quienes apartaron los platos para retozar con la pequeña. Isabel le echó una mirada a John, preguntándose cómo sería como padre. Joe sería un padre magnífico... para los niños de otra mujer. Dejó escapar un suspiro descorazonado. Realmente era necesario que dejara de pensar en Joe. Encontró tanto sumamente perturbador como desconcertante el hecho de que en menos de dos semanas, todos los recuerdos desagradables se le hubiesen esfumado y su mente sólo se aferrara a los momentos arrebatadores que habían compartido en la glorieta. Jamás había pensado que un hombre podía despertar tal cúmulo de sensaciones en una mujer, o que ella fuese capaz de aceptar tales intimidades antes de que los votos maritales se hubiesen formalizado. Pero en su corazón, en su mente y en su alma, _______ se había entregado a Joe mucho tiempo atrás. Por esa razón, cuando él la había citado para encontrarse en la glorieta, y le había dicho que la deseaba, ella había creído tontamente... que él sentía lo mismo.
—Tuve el placer de conocer a su difunto hermano en una ocasión —le dijo en voz baja lady Olivia, al unírsele a _______ en el sofá del salón, donde se hallaban todos reunidos antes del almuerzo.
Desde su llegada a Haworth Castle tres días atrás, _______ había llegado a formarse una opinión sumamente desfavorable de la hermana de John, pero la desagradable alusión a su «difunto hermano» la sacó de las casillas. Olivia podría haberse referido a Will como el mayor Aubrey, como todo el resto lo hacía, pero Olivia era incapaz de decir algo que no tuviese una intención inicua. La gélida reina sin alma era tan hermosa como su hermano, con su mismo cabello dorado y luminosos ojos celestes. También era presuntuosa, aburrida y cruel. _______ preferiría que el iceberg pusiese rumbo a congelar a otro. Sólo por estar junto a ella le castañeaban los dientes.
—Un amigo mutuo nos presentó —el iceberg sonrió—. Otro oficial del regimiento.
— ¿En serio? —_______ echó una mirada al reloj de la repisa de la chimenea, preguntándose por cuánto tiempo más los sirvientes tendrían la intención de matarlos de hambre. Freddy y Teddy se veían dispuestas a empezar a morder los muebles.
Con un manejo del suspenso digno de un dramaturgo apareció en el umbral Tobías, el mayordomo, para anunciar pomposamente:
—Su Excelencia, el almuerzo está servido.
—Gracias, Tobías. ¿Tendríais la bondad de acompañarme al salón? —propuso el canoso duque de Haworth ofreciéndole el brazo a lady Hyacinth, y todos los demás los siguieron formando una procesión protocolaria: los padres de John, lord y lady Hanson; Stilgoe y Angie; Olivia y su esposo, el vizconde de Bradford; John e _______; Teddy y Freddy; y por último, pero no por eso menos, Danielli y su niñera. El duque los guió hasta el exterior de la casa, donde los sirvientes habían extendido varias mantas sobre el césped y preparado una mesa y sillas para la gente mayor.
—Ya que la temporada está en su esplendor —dijo el duque—. He decidido que mis huéspedes más jóvenes no deberían verse privados del excelente clima, por lo tanto, le he pedido a Tobías que nos prepare una comida al aire libre. Confío en que lo disfruten.
— ¡Qué excelente idea! —exclamó la madre de _______—. Una comida en el campo que os pertenece. Realmente, Oscar, te has superado a ti mismo.
—Gracias, madame. Proviniendo de vos, es un cumplido encantador.
Tan pronto como todos estuvieron sentados, sirvientes de librea pulularon en torno a ellos sirviendo vino, limonada, sandwiches de pollo acompañados con viandas y quesos, y tartas dulces.
—Qué extenso es vuestro campo, Su Excelencia —comentó Stilgoe, aceptando una copa de Hock.
El parque que los rodeaba era verdaderamente espectacular, pensó _______. Había llovido durante los tres primeros días, obligándolos a permanecer encerrados; pero finalmente, el sol brillaba iluminando la imponente extensión de césped verde, embellecido con canteros de flores cultivadas, robles, setos podados artísticamente, y un majestuoso lago azul y permitiéndole apreciar realmente la soberbia y frondosa extensión. La casa, de alguna manera, la había desilusionado.
Aunque amplia no era grandiosa, ni estaba bien mantenida, tanto la fachada como la parte interior; en particular la última estaba sumamente deteriorada. John se había afanado en explicar que su excéntrico abuelo despreciaba todo tipo de cambio. Pero en su opinión, se podría obviar el polvo y las arañas de las paredes. Sin embargo, sus sospechas sobre la situación económica de la familia desaparecieron al ver los esfuerzos realizados en el cuidado de la parte externa.
Danielli gateó hasta donde se hallaban _______ y sus hermanas gemelas, quienes apartaron los platos para retozar con la pequeña. Isabel le echó una mirada a John, preguntándose cómo sería como padre. Joe sería un padre magnífico... para los niños de otra mujer. Dejó escapar un suspiro descorazonado. Realmente era necesario que dejara de pensar en Joe. Encontró tanto sumamente perturbador como desconcertante el hecho de que en menos de dos semanas, todos los recuerdos desagradables se le hubiesen esfumado y su mente sólo se aferrara a los momentos arrebatadores que habían compartido en la glorieta. Jamás había pensado que un hombre podía despertar tal cúmulo de sensaciones en una mujer, o que ella fuese capaz de aceptar tales intimidades antes de que los votos maritales se hubiesen formalizado. Pero en su corazón, en su mente y en su alma, _______ se había entregado a Joe mucho tiempo atrás. Por esa razón, cuando él la había citado para encontrarse en la glorieta, y le había dicho que la deseaba, ella había creído tontamente... que él sentía lo mismo.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Ven con nosotros de caza después del almuerzo —le dijo Bradford, el esposo de Olivia, a Stilgoe—. Es un deporte divertido al aire libre y lo podemos practicar en toda la extensión de la propiedad.
Cuando se encontraba en estado normal, Bradford parecía amigable con John, pero eso ocurría sólo durante parte del día y antes de dar cuenta de una botella, de varias en realidad... Ya que después, no estaba en condiciones de aparecer hasta entrada la tarde del día siguiente. Sin embargo, a Olivia no parecía importarle. _______ no los había visto prestarse atención mutuamente, menos dirigirse la palabra. No era la clase de matrimonio con el que ella soñaba.
Stilgoe le echó una mirada atribulada.
—Gracias por la invitación. Sin embargo, me temo que debo declinarla. _______ me mataría si me atreviese a apuntar con un arma a una criatura indefensa.
—En ese caso, yo también abandonaré ese deporte —declaró John y fue recompensado con una sonrisa de aprobación de _______. Se sentía agradecida por sus esfuerzos para complacerla. No la atosigaba con extravagantes fruslerías como abanicos, chocolates y demás; sino que prestaba atención a pequeños detalles.
—Sin embargo, me agradaría recorrer la propiedad —agregó su hermano reconsiderando la invitación formulada—. ¿Cultivan algodón o cebada? En Stilgoe Abbey hemos estado experimentando con... —mientras Stilgoe se explayaba entusiasmo sobre sus proyectos de agricultura, ni el duque ni John aportaron nada al monólogo de su hermano. Como si no les interesase su propiedad. Extraño en verdad.
—Caminar sin rumbo no resulta divertido —acotó Bradford petulantemente cogiendo una botella de vino de uno de los sirvientes—. Y si no hay posibilidad de practicar otros deportes. Los caballos no son...
— ¡Podríamos jugar a los bolos! —aportó Freddy contagiando el entusiasmo a su hermana.
Teddy se puso de pie de un salto, agitando las faldas cortas de color rosa.
— ¡Oh, sí! ¡Lo haremos allí! —señaló un sector plano del parque, de improviso... la tierra comenzó a temblar.
—Qué demonios... —Stilgoe se puso de pie, al tiempo que su esposa se precipitó para proteger a Danielli.
—¡Oh, Dios! —Hyacinth gritó llevándose las manos al pecho—. Un terremoto! ¡En East Sussex!
—No es un terremoto... —intentó explicar el duque cuando bruscamente apareció un jinete cruzando a toda carrera el parque, no lejos de donde se hallaban. Con el cuerpo inclinado sobre el cuello brillante del pura sangre negro, la camisa blanca henchida por el viento, la cabellera negra agitándose tan salvajemente como la crin del caballo; jinete y corcel se veían como una figura indivisible cuyos cascos, más que galopar, parecían rozar el suelo. _______ nunca antes había visto una demostración de destreza en equitación tan soberbia, aunque había crecido entre diestros oficiales de caballería.
—Es un conocido demonio de estos lugares... o solía serlo —dijo Haworth y le echó una mirada fulminante a su nieta—. Tonta mujer.
_______ estaba demasiado deslumbrada por el extraordinario jinete como para preocuparse por la reacción tensa del iceberg, que quedó boquiabierta. Había algo que le resultaba terriblemente familiar en la figura del hombre, pero no podía entender por qué se le aceleró de esa manera el pulso.
Cuando se encontraba en estado normal, Bradford parecía amigable con John, pero eso ocurría sólo durante parte del día y antes de dar cuenta de una botella, de varias en realidad... Ya que después, no estaba en condiciones de aparecer hasta entrada la tarde del día siguiente. Sin embargo, a Olivia no parecía importarle. _______ no los había visto prestarse atención mutuamente, menos dirigirse la palabra. No era la clase de matrimonio con el que ella soñaba.
Stilgoe le echó una mirada atribulada.
—Gracias por la invitación. Sin embargo, me temo que debo declinarla. _______ me mataría si me atreviese a apuntar con un arma a una criatura indefensa.
—En ese caso, yo también abandonaré ese deporte —declaró John y fue recompensado con una sonrisa de aprobación de _______. Se sentía agradecida por sus esfuerzos para complacerla. No la atosigaba con extravagantes fruslerías como abanicos, chocolates y demás; sino que prestaba atención a pequeños detalles.
—Sin embargo, me agradaría recorrer la propiedad —agregó su hermano reconsiderando la invitación formulada—. ¿Cultivan algodón o cebada? En Stilgoe Abbey hemos estado experimentando con... —mientras Stilgoe se explayaba entusiasmo sobre sus proyectos de agricultura, ni el duque ni John aportaron nada al monólogo de su hermano. Como si no les interesase su propiedad. Extraño en verdad.
—Caminar sin rumbo no resulta divertido —acotó Bradford petulantemente cogiendo una botella de vino de uno de los sirvientes—. Y si no hay posibilidad de practicar otros deportes. Los caballos no son...
— ¡Podríamos jugar a los bolos! —aportó Freddy contagiando el entusiasmo a su hermana.
Teddy se puso de pie de un salto, agitando las faldas cortas de color rosa.
— ¡Oh, sí! ¡Lo haremos allí! —señaló un sector plano del parque, de improviso... la tierra comenzó a temblar.
—Qué demonios... —Stilgoe se puso de pie, al tiempo que su esposa se precipitó para proteger a Danielli.
—¡Oh, Dios! —Hyacinth gritó llevándose las manos al pecho—. Un terremoto! ¡En East Sussex!
—No es un terremoto... —intentó explicar el duque cuando bruscamente apareció un jinete cruzando a toda carrera el parque, no lejos de donde se hallaban. Con el cuerpo inclinado sobre el cuello brillante del pura sangre negro, la camisa blanca henchida por el viento, la cabellera negra agitándose tan salvajemente como la crin del caballo; jinete y corcel se veían como una figura indivisible cuyos cascos, más que galopar, parecían rozar el suelo. _______ nunca antes había visto una demostración de destreza en equitación tan soberbia, aunque había crecido entre diestros oficiales de caballería.
—Es un conocido demonio de estos lugares... o solía serlo —dijo Haworth y le echó una mirada fulminante a su nieta—. Tonta mujer.
_______ estaba demasiado deslumbrada por el extraordinario jinete como para preocuparse por la reacción tensa del iceberg, que quedó boquiabierta. Había algo que le resultaba terriblemente familiar en la figura del hombre, pero no podía entender por qué se le aceleró de esa manera el pulso.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—He visto antes esa destreza singular —Stilgoe se hizo eco de sus pensamientos—, pero no puedo recordar...
—Es Joe, nuestro vecino. Nadie domina el caballo como él. Cuando era un niño de apenas diez años podía cabalgar como el viento. Un hombre notable, sin duda.
_______ se quedó sin respiración.
— ¿Joe? —gimió y fue blanco de las miradas preocupadas de su madre y de su hermano. Los ignoró, concentrando la atención en el jinete que no usaba máscara, pero cuyo rostro era imposible de distinguir a tan rauda velocidad. El corazón le latía tan desbocado que parecía que iba a salírsele del pecho. Joe estaba allí.
—Creció salvaje y se convirtió en una sabandija después de la muerte de sus padres en un accidente —continuó el duque—. Un rebelde botarate que dilapidó la mitad de la herencia además de moverse en los círculos más disipados, empañando el buen nombre de su padre. Se metió una o dos veces en apuros, pero con mi guía y su inteligencia, dejó de malgastar su juventud, y con el tiempo aprendió a comportarse. Consiguió una comisión cuando Boney invadió Portugal y se convirtió en el más joven y más distinguido coronel que haya comandado el Regimiento 18 de Húsares de Su Majestad —ponderó lleno de orgullo el duque—. Ganó la copa de oro en todas las competencias de caballería en las que participó en el Continente durante los años que duró la guerra. Algún día, será un buen marido para alguna mujer sensata.
— ¿Qué intenta hacer? —chilló lady Hanson, al tiempo que Olivia se ponía de pie tensa y se dirigía aceleradamente hacia la casa—. ¿Cómo se atreve a mostrar su aterrador rostro aquí después de lo que ha hecho?
— ¡Tiene todo el derecho de hacerlo, madame! —vociferó el duque—. Si su hija no tuvo el tino de...
John se acercó para susurrarle algo al oído al duque que hizo gruñir a su abuelo y fue tras de su hermana con paso airado.
— ¡Liv, aguarda! —la llamó antes de desaparecer en el interior de la casa.
—¡Espero que esté satisfecho, señor! —espetó bruscamente lady Fanny y se marchó indignada hacia la casa, arrastrando con ella a su inocente marido. Aburrido de la escena, Bradford cogió una botella y se alejó displicentemente.
El anciano duque de Haworth quedó tan azorado como un general a quien le han desertado sus tropas. La madre de _______ lo cogió del brazo y lo instó a ponerse de pie.
—Ven, Oscar querido. Ya hemos disfrutado suficiente del sol por este día. ¿Por qué no me enseñas tu colección de estampillas de la que me has hablado hasta la saciedad?
La dulce voz de Angie rompió el silencio que sobrevino.
—Llevaré a Danielli a la casa. Mi niña no tolera los gritos sin sentido. Y además debe dormir su siesta. ¿Vienes, Charles?
—Sí, mi amor —Stilgoe alzó a su hija en los brazos, y después apoyó la mano en la espalda de su menuda esposa. Juntos, la pequeña familia de tres miembros, se dirigió hacia el interior de la casa.
_______ se quedó sola con las gemelas. Se puso de pie, cogiéndolas de las manos.
—Vamos.
—¡Pero nosotras queríamos jugar a los bolos! —protestó Teddy, arrastrando los pies.
—Ya deja eso —espetó _______, y en voz más queda le dijo—: Vamos a merodear un poco, y jugaremos a las escondidas.
—Es Joe, nuestro vecino. Nadie domina el caballo como él. Cuando era un niño de apenas diez años podía cabalgar como el viento. Un hombre notable, sin duda.
_______ se quedó sin respiración.
— ¿Joe? —gimió y fue blanco de las miradas preocupadas de su madre y de su hermano. Los ignoró, concentrando la atención en el jinete que no usaba máscara, pero cuyo rostro era imposible de distinguir a tan rauda velocidad. El corazón le latía tan desbocado que parecía que iba a salírsele del pecho. Joe estaba allí.
—Creció salvaje y se convirtió en una sabandija después de la muerte de sus padres en un accidente —continuó el duque—. Un rebelde botarate que dilapidó la mitad de la herencia además de moverse en los círculos más disipados, empañando el buen nombre de su padre. Se metió una o dos veces en apuros, pero con mi guía y su inteligencia, dejó de malgastar su juventud, y con el tiempo aprendió a comportarse. Consiguió una comisión cuando Boney invadió Portugal y se convirtió en el más joven y más distinguido coronel que haya comandado el Regimiento 18 de Húsares de Su Majestad —ponderó lleno de orgullo el duque—. Ganó la copa de oro en todas las competencias de caballería en las que participó en el Continente durante los años que duró la guerra. Algún día, será un buen marido para alguna mujer sensata.
— ¿Qué intenta hacer? —chilló lady Hanson, al tiempo que Olivia se ponía de pie tensa y se dirigía aceleradamente hacia la casa—. ¿Cómo se atreve a mostrar su aterrador rostro aquí después de lo que ha hecho?
— ¡Tiene todo el derecho de hacerlo, madame! —vociferó el duque—. Si su hija no tuvo el tino de...
John se acercó para susurrarle algo al oído al duque que hizo gruñir a su abuelo y fue tras de su hermana con paso airado.
— ¡Liv, aguarda! —la llamó antes de desaparecer en el interior de la casa.
—¡Espero que esté satisfecho, señor! —espetó bruscamente lady Fanny y se marchó indignada hacia la casa, arrastrando con ella a su inocente marido. Aburrido de la escena, Bradford cogió una botella y se alejó displicentemente.
El anciano duque de Haworth quedó tan azorado como un general a quien le han desertado sus tropas. La madre de _______ lo cogió del brazo y lo instó a ponerse de pie.
—Ven, Oscar querido. Ya hemos disfrutado suficiente del sol por este día. ¿Por qué no me enseñas tu colección de estampillas de la que me has hablado hasta la saciedad?
La dulce voz de Angie rompió el silencio que sobrevino.
—Llevaré a Danielli a la casa. Mi niña no tolera los gritos sin sentido. Y además debe dormir su siesta. ¿Vienes, Charles?
—Sí, mi amor —Stilgoe alzó a su hija en los brazos, y después apoyó la mano en la espalda de su menuda esposa. Juntos, la pequeña familia de tres miembros, se dirigió hacia el interior de la casa.
_______ se quedó sola con las gemelas. Se puso de pie, cogiéndolas de las manos.
—Vamos.
—¡Pero nosotras queríamos jugar a los bolos! —protestó Teddy, arrastrando los pies.
—Ya deja eso —espetó _______, y en voz más queda le dijo—: Vamos a merodear un poco, y jugaremos a las escondidas.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
CAPÍTULO 14
Se detuvieron frente al sendero de casi una milla de largo y se quedaron mirando embobadas la blanca mansión.
—Debe ser mil veces más rico que el vetusto desgarbado de Haworth —murmuró Teddy asombrada, repitiendo en voz alta lo que _______ estaba pensando. La propiedad de Joe era enorme, su clásica imponencia se extendía en una secuencia de columnas corintias y ventanales palladianos.
— ¿Es muy viejo, _______? —preguntó Freddy.
—Tiene treinta y cinco años —comunicó _______, dominada por la tensión al estar tan cerca.
Teddy encorvó los hombros al tiempo que profería un silbido.
— ¡Maldición! ¡Es más viejo que Matusalén!
_______ miró divertida a una y otra hermana.
— ¿No os acordáis de él? Solía visitarnos bastante a menudo —agregó nostálgica—. Él era amable y divertido...
—Y endemoniadamente apuesto en su uniforme azul —agregó Freddy imitando el tono de voz nostálgico de _______—. Quédatelo tú. Es demasiado viejo para nosotras y no podemos desperdiciarlo con ninguna extraña.
—Ah, entonces lo recordáis realmente —sonrió _______. Era importante para ella por alguna razón indefinida.
—Por supuesto —Teddy puso los ojos en blanco con esa expresión típica de _______ de «no seas ridícula»—. Siempre tuviste el error de concepto de que Joe te pertenecía solamente a ti, _______.
—Nunca tuve ese error de concepto —contestó _______ malhumorada, con el rostro enrojecido.
—No es que te culpemos —meditó Freddy en voz alta—. Joe era incluso más apuesto que L. J., con su estilo más moreno, y mucho más divertido. Debe haber sido terrible para él convertirse en una gárgola...
— ¿Qué? —chilló _______—. ¿Cómo podéis saber algo de eso?
—Escuchamos los chismes como cualquier otro. Sólo que no andamos pregonándolos por ahí porque somos inteligentes y discretas —Teddy echó la cabeza hacia atrás agitando la melena ondeada imitando el gesto de fastidio característico de su madre.
_______ suspiró desanimadamente. Por supuesto que John no podía compararse con Joe. Un torrente de recuerdos la invadió. Joe cenando con su familia, Joe sin camisa en su sótano, lijando los tablones de madera, Joe bailando el vals con ella a la luz de la luna, llamándola «dulzura», besándole los senos...
Se detuvieron frente al sendero de casi una milla de largo y se quedaron mirando embobadas la blanca mansión.
—Debe ser mil veces más rico que el vetusto desgarbado de Haworth —murmuró Teddy asombrada, repitiendo en voz alta lo que _______ estaba pensando. La propiedad de Joe era enorme, su clásica imponencia se extendía en una secuencia de columnas corintias y ventanales palladianos.
— ¿Es muy viejo, _______? —preguntó Freddy.
—Tiene treinta y cinco años —comunicó _______, dominada por la tensión al estar tan cerca.
Teddy encorvó los hombros al tiempo que profería un silbido.
— ¡Maldición! ¡Es más viejo que Matusalén!
_______ miró divertida a una y otra hermana.
— ¿No os acordáis de él? Solía visitarnos bastante a menudo —agregó nostálgica—. Él era amable y divertido...
—Y endemoniadamente apuesto en su uniforme azul —agregó Freddy imitando el tono de voz nostálgico de _______—. Quédatelo tú. Es demasiado viejo para nosotras y no podemos desperdiciarlo con ninguna extraña.
—Ah, entonces lo recordáis realmente —sonrió _______. Era importante para ella por alguna razón indefinida.
—Por supuesto —Teddy puso los ojos en blanco con esa expresión típica de _______ de «no seas ridícula»—. Siempre tuviste el error de concepto de que Joe te pertenecía solamente a ti, _______.
—Nunca tuve ese error de concepto —contestó _______ malhumorada, con el rostro enrojecido.
—No es que te culpemos —meditó Freddy en voz alta—. Joe era incluso más apuesto que L. J., con su estilo más moreno, y mucho más divertido. Debe haber sido terrible para él convertirse en una gárgola...
— ¿Qué? —chilló _______—. ¿Cómo podéis saber algo de eso?
—Escuchamos los chismes como cualquier otro. Sólo que no andamos pregonándolos por ahí porque somos inteligentes y discretas —Teddy echó la cabeza hacia atrás agitando la melena ondeada imitando el gesto de fastidio característico de su madre.
_______ suspiró desanimadamente. Por supuesto que John no podía compararse con Joe. Un torrente de recuerdos la invadió. Joe cenando con su familia, Joe sin camisa en su sótano, lijando los tablones de madera, Joe bailando el vals con ella a la luz de la luna, llamándola «dulzura», besándole los senos...
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
«Oh, Dios». Ahí estaba otra vez, soñando despierta con él nuevamente. ¿Pero cómo podía olvidar ese brillo posesivo y hambriento de sus ojos que le demostraban que la deseaba? Al demonio con todo. Su obsesión estaba empezando a cansarla. Tenía a un perfecto caballero pendiente de ella. ¿Qué podía esperar realmente al alimentar esa obsesión insana salvo mayores tristezas y convertirse en una solterona?
— ¿Iremos a merodear o no? —Teddy le pegó un codazo—. Quiero verle el rostro.
Era lo que también quería _______, aunque el sentido común le decía a gritos que desistiera de esa idiotez y regresara a Haworth Castle. Su maldita curiosidad por verlo sin la máscara la impulsó a seguir adelante.
—Recordad, estamos aquí sólo para curiosear, por lo tanto nos quedaremos quietas tras los arbustos. ¿Habéis entendido? —sus hermanas asintieron sumisamente—. Debéis prometerme que haréis exactamente lo que os diga y que no causaréis ningún problema.
—Sí, sí, no causaremos ningún problema, sólo un poco de saludable fisgoneo —prometió Freddy conteniendo la respiración.
—Tenemos que localizar los establos —las apuró
_______ para que salieran del camino.
Ocultándose entre los arbustos, espiaron alrededor de la casa cuya estructura tenía una forma simétricamente cuadrada, con cuatro entradas idénticas manteniendo una fachada de estilo uniforme; finalmente, divisaron el patio del establo.
Unos momentos más tarde, apareció Joe en su caballo al galope, saltó el cerco y sujetó la rienda dirigiéndose hacia el patio del establo. Estaba sin la máscara, pero su largo cabello, húmedo de transpiración, se le pegaba al rostro ocultándole las facciones. Con movimientos ágiles desmontó del caballo y se sacudió el cabello, al tiempo que su lustroso pura sangre hacía lo propio con la crin negra. La delgada camisa se le pegaba a la espalda transpirada. «Demonios», pensó _______, ¿por qué tenía que darles la espalda?
— ¡Gavet! —llamó Joe, y un mozo de cuadra salió disparado del establo llevando un cuenco y un banco. Gavet colocó el banco junto al potro y le ofreció un puñado de zanahorias. Después cogió un cepillo y comenzó a cepillar la piel brillante del animal—. ¿Vas a hacerlo tú?
—Sí, milord. Me encargaré de que Apolo quede bien cepillado y que después tenga una buena comida. Mañana estará en excelentes condiciones para que le presentemos a las yeguas.
Joe rió entre dientes y, para el asombro de _______, se quitó la camisa húmeda por encima de la cabeza. Teddy y Freddy lanzaron un gemido al unísono. _______ les cubrió las bocas con las manos.
—Entraré sólo un momento, y después vendré a ayudarte —dijo Joe en voz alta.
—¿Ayudarme, milord? Puedo asegurarle...
—Sí, estoy seguro de que puedes cuidar de Apolo perfectamente, pero de todas formas me gustaría... supervisarlo.
Colocándose la camisa sobre un hombro, Joe se encaminó a grandes pasos hacia la casa.
Su cuerpo fornido era aún más deslumbrante a la luz del día: ni un gramo de grasa, musculoso y de piel tersa, con hombros anchos y un firme y esbelto trasero. _______ se encrespó al recordar cómo se sentía esa espalda gloriosamente esculpida bajo sus caricias. El problema era que los sentimientos que él le despertaba habían madurado hasta convertirse en un profundo deseo.
Phipps salió de la casa, caminando con rumbo definido hacia el patio. No se detuvo, caminó directamente hacia donde se hallaba _______ escondida con sus hermanas.
—Señorita Aubrey —la llamó antes de que ella pudiese darse cuenta de lo que sucedía e intentar escapar hacia el camino—. Señorita Aubrey —rodeó el arbusto y permaneció de pie frente a ella, resollando—. Milord quiere que le haga llegar su amable invitación para que usted lo acompañe a tomar una taza de chocolate y galletas en el salón.
Se puso lívida, mortificada hasta lo indecible por haber sido pescada con las manos en la masa, fisgoneando tras de los arbustos. ¡Cómo se atrevía a suponer que ella querría su compañía, amable o no! ¡Un rábano! Crispada, le dijo:
— ¿Iremos a merodear o no? —Teddy le pegó un codazo—. Quiero verle el rostro.
Era lo que también quería _______, aunque el sentido común le decía a gritos que desistiera de esa idiotez y regresara a Haworth Castle. Su maldita curiosidad por verlo sin la máscara la impulsó a seguir adelante.
—Recordad, estamos aquí sólo para curiosear, por lo tanto nos quedaremos quietas tras los arbustos. ¿Habéis entendido? —sus hermanas asintieron sumisamente—. Debéis prometerme que haréis exactamente lo que os diga y que no causaréis ningún problema.
—Sí, sí, no causaremos ningún problema, sólo un poco de saludable fisgoneo —prometió Freddy conteniendo la respiración.
—Tenemos que localizar los establos —las apuró
_______ para que salieran del camino.
Ocultándose entre los arbustos, espiaron alrededor de la casa cuya estructura tenía una forma simétricamente cuadrada, con cuatro entradas idénticas manteniendo una fachada de estilo uniforme; finalmente, divisaron el patio del establo.
Unos momentos más tarde, apareció Joe en su caballo al galope, saltó el cerco y sujetó la rienda dirigiéndose hacia el patio del establo. Estaba sin la máscara, pero su largo cabello, húmedo de transpiración, se le pegaba al rostro ocultándole las facciones. Con movimientos ágiles desmontó del caballo y se sacudió el cabello, al tiempo que su lustroso pura sangre hacía lo propio con la crin negra. La delgada camisa se le pegaba a la espalda transpirada. «Demonios», pensó _______, ¿por qué tenía que darles la espalda?
— ¡Gavet! —llamó Joe, y un mozo de cuadra salió disparado del establo llevando un cuenco y un banco. Gavet colocó el banco junto al potro y le ofreció un puñado de zanahorias. Después cogió un cepillo y comenzó a cepillar la piel brillante del animal—. ¿Vas a hacerlo tú?
—Sí, milord. Me encargaré de que Apolo quede bien cepillado y que después tenga una buena comida. Mañana estará en excelentes condiciones para que le presentemos a las yeguas.
Joe rió entre dientes y, para el asombro de _______, se quitó la camisa húmeda por encima de la cabeza. Teddy y Freddy lanzaron un gemido al unísono. _______ les cubrió las bocas con las manos.
—Entraré sólo un momento, y después vendré a ayudarte —dijo Joe en voz alta.
—¿Ayudarme, milord? Puedo asegurarle...
—Sí, estoy seguro de que puedes cuidar de Apolo perfectamente, pero de todas formas me gustaría... supervisarlo.
Colocándose la camisa sobre un hombro, Joe se encaminó a grandes pasos hacia la casa.
Su cuerpo fornido era aún más deslumbrante a la luz del día: ni un gramo de grasa, musculoso y de piel tersa, con hombros anchos y un firme y esbelto trasero. _______ se encrespó al recordar cómo se sentía esa espalda gloriosamente esculpida bajo sus caricias. El problema era que los sentimientos que él le despertaba habían madurado hasta convertirse en un profundo deseo.
Phipps salió de la casa, caminando con rumbo definido hacia el patio. No se detuvo, caminó directamente hacia donde se hallaba _______ escondida con sus hermanas.
—Señorita Aubrey —la llamó antes de que ella pudiese darse cuenta de lo que sucedía e intentar escapar hacia el camino—. Señorita Aubrey —rodeó el arbusto y permaneció de pie frente a ella, resollando—. Milord quiere que le haga llegar su amable invitación para que usted lo acompañe a tomar una taza de chocolate y galletas en el salón.
Se puso lívida, mortificada hasta lo indecible por haber sido pescada con las manos en la masa, fisgoneando tras de los arbustos. ¡Cómo se atrevía a suponer que ella querría su compañía, amable o no! ¡Un rábano! Crispada, le dijo:
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—Nosotras...
— ¡Estamos encantadas! —se asomaron las gemelas y se dirigieron a toda carrera hacia la casa.
— ¡Frederica! ¡Theodora! ¡Volved de inmediato!—gritó _______, en una mezcla de furia y pánico. Ella no estaba dispuesta a entrar. ¡De ninguna manera!
Joe abrió la puerta de su alcoba con tal ímpetu que la azotó contra la pared. Se quitó aceleradamente las botas, los pantalones de montar y la ropa interior, dejando las vestimentas desparramadas en el suelo como una estela camino al baño. En el instante en que vio a los Hanson y a los Aubrey acogedoramente apiñados como chinches en el parque delantero de Haworth Castle, supo que ella vendría. Podía darse el crédito de que tanto el cálculo del tiempo, como la planificación y la ejecución de su estratagema, habían sido perfectos. El buenazo de Phipps había sido un espía eficiente; y realmente se merecía otra medalla. Ella incluso había llegado más temprano de lo que había previsto. La gata curiosa era incapaz de resistir la oportunidad para atraparlo sin la máscara. Hubiese preferido que apareciera en su casa después de oscurecer. Pero eso también podía arreglarse. Si no conseguía tener en sus brazos a _______ ese mismo día, estallaría.
Dudley, su ayuda de cámara, irrumpió a la carrera.
—Milord, le preparé su baño, pero... Joe lo miró por encima del hombro.
—Bien —entró en la tina de cobre y salió de un salto con los pies enrojecidos—. ¡Dios! ¿Intentas quemarme vivo? Trae unos baldes de agua fría. ¡Ahora mismo!
Mientras aguardaba a que el ayuda de cámara volviese, arrojó un pastilla de jabón en el agua hirviendo y comenzó a frotarse el pecho, los brazos y la espalda, con una sonrisa jugueteándole en los labios. La vería de nuevo. Pronto.
Dudley regresó con Jim, uno de los sirvientes, trayendo cubetas con agua fría. Antes de que pudiesen constatar la evidente y embarazosa excitación de su cuerpo, Joe cogió una de las cubetas y se lo arrojó por encima de la cabeza.
— ¡Maldición!
Castañeteó al sentir el destemplado chorro de agua helada, pero al menos sirvió para ahogar las señales evidentes de lujuria. Se arrojó jabón líquido en el cabello y entró en el agua ya tibia, hundiendo todo el cuerpo, incluso la cabeza, para enjuagarse. La excitación que le recorría las venas le hacía recordar la típica sensación de expectativa ante la inminencia de entrar en combate. Sólo que esta vez era infinitamente más agradable... por el premio que presuponía al final.
— ¡Dudley, una muda de ropa limpia! —masculló entre dientes antes de hundirse bajo la superficie del agua para enjuagarse el jabón. Cuando emergió, Jim le alcanzó una toalla de lino. Se envolvió el cuerpo mojado en ella con la eficiente presteza que había perfeccionado en España, después se dirigió con celeridad a su alcoba, secándose el cabello con la toalla.
Dudley le había dispuesto sobre la cama una cazadora verde, un chaleco de seda marrón, unos amplios pantalones de montar... y se hallaba presto para ayudar a su amo a vestirse. Joe se sentía rejuvenecido. Mientras se colocaba la ropa interior y los pantalones de montar, Dudley le abotonaba la camisa y el chaleco. Y al tiempo que Jim le ayudaba con la chaqueta, Dudley le anudaba la corbata con un nudo oriental.
—Gracias, es todo —se colocó un par nuevo de botas Hobys, y pasó como una tromba entre ambos en dirección al espejo que colgaba sobre la cómoda. Se peinó con los dedos y contempló a la criatura reflejada en el espejo. « ¿Con o sin?». Esa era la cuestión. El corazón comenzó a latirle aceleradamente. «Con». En uno de los cajones de la cómoda encontró las máscaras que había traído de Londres, todas similares a la que había quemado.
— ¡Estamos encantadas! —se asomaron las gemelas y se dirigieron a toda carrera hacia la casa.
— ¡Frederica! ¡Theodora! ¡Volved de inmediato!—gritó _______, en una mezcla de furia y pánico. Ella no estaba dispuesta a entrar. ¡De ninguna manera!
Joe abrió la puerta de su alcoba con tal ímpetu que la azotó contra la pared. Se quitó aceleradamente las botas, los pantalones de montar y la ropa interior, dejando las vestimentas desparramadas en el suelo como una estela camino al baño. En el instante en que vio a los Hanson y a los Aubrey acogedoramente apiñados como chinches en el parque delantero de Haworth Castle, supo que ella vendría. Podía darse el crédito de que tanto el cálculo del tiempo, como la planificación y la ejecución de su estratagema, habían sido perfectos. El buenazo de Phipps había sido un espía eficiente; y realmente se merecía otra medalla. Ella incluso había llegado más temprano de lo que había previsto. La gata curiosa era incapaz de resistir la oportunidad para atraparlo sin la máscara. Hubiese preferido que apareciera en su casa después de oscurecer. Pero eso también podía arreglarse. Si no conseguía tener en sus brazos a _______ ese mismo día, estallaría.
Dudley, su ayuda de cámara, irrumpió a la carrera.
—Milord, le preparé su baño, pero... Joe lo miró por encima del hombro.
—Bien —entró en la tina de cobre y salió de un salto con los pies enrojecidos—. ¡Dios! ¿Intentas quemarme vivo? Trae unos baldes de agua fría. ¡Ahora mismo!
Mientras aguardaba a que el ayuda de cámara volviese, arrojó un pastilla de jabón en el agua hirviendo y comenzó a frotarse el pecho, los brazos y la espalda, con una sonrisa jugueteándole en los labios. La vería de nuevo. Pronto.
Dudley regresó con Jim, uno de los sirvientes, trayendo cubetas con agua fría. Antes de que pudiesen constatar la evidente y embarazosa excitación de su cuerpo, Joe cogió una de las cubetas y se lo arrojó por encima de la cabeza.
— ¡Maldición!
Castañeteó al sentir el destemplado chorro de agua helada, pero al menos sirvió para ahogar las señales evidentes de lujuria. Se arrojó jabón líquido en el cabello y entró en el agua ya tibia, hundiendo todo el cuerpo, incluso la cabeza, para enjuagarse. La excitación que le recorría las venas le hacía recordar la típica sensación de expectativa ante la inminencia de entrar en combate. Sólo que esta vez era infinitamente más agradable... por el premio que presuponía al final.
— ¡Dudley, una muda de ropa limpia! —masculló entre dientes antes de hundirse bajo la superficie del agua para enjuagarse el jabón. Cuando emergió, Jim le alcanzó una toalla de lino. Se envolvió el cuerpo mojado en ella con la eficiente presteza que había perfeccionado en España, después se dirigió con celeridad a su alcoba, secándose el cabello con la toalla.
Dudley le había dispuesto sobre la cama una cazadora verde, un chaleco de seda marrón, unos amplios pantalones de montar... y se hallaba presto para ayudar a su amo a vestirse. Joe se sentía rejuvenecido. Mientras se colocaba la ropa interior y los pantalones de montar, Dudley le abotonaba la camisa y el chaleco. Y al tiempo que Jim le ayudaba con la chaqueta, Dudley le anudaba la corbata con un nudo oriental.
—Gracias, es todo —se colocó un par nuevo de botas Hobys, y pasó como una tromba entre ambos en dirección al espejo que colgaba sobre la cómoda. Se peinó con los dedos y contempló a la criatura reflejada en el espejo. « ¿Con o sin?». Esa era la cuestión. El corazón comenzó a latirle aceleradamente. «Con». En uno de los cajones de la cómoda encontró las máscaras que había traído de Londres, todas similares a la que había quemado.
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
— ¡No te burles! —le dijo a la Gárgola del espejo. Eligió la máscara verde y dejó la alcoba. Mientras recorría el vestíbulo luchó para coger los lazos de la máscara que le flameaban a los lados de la cabeza. Aún intentando terminar de anudársela, se detuvo bruscamente en la parte superior de la escalera.
Un par de bellos rostros jóvenes e idénticos, enmarcados con brillantes rizos de un dorado cobrizo, lo estaban observando desde el pie de la escalera con inocente curiosidad en sus ojos azul cielo. Freddy y Teddy. Maldición. Lo habían visto, estaba seguro. Debería haberse atado la máscara en su alcoba. Para su alivio, no parecían consternadas, ni angustiadas, ni horrorizadas. Meramente, intrigadas.
Joe les hizo un gesto para que guardaran silencio mientras bajaba las escaleras.
— ¿Dónde está vuestra hermana mayor?
Las muñecas de quince años vestidas de verde y rosa respondieron al unísono:
—Afuera.
Sonrió, recordando cuan dulce, encantadora y joven, era _______ cuando se habían besado por primera vez en el banco. Por Dios, realmente se había comportado como un pervertido. Sólo que _______ no le había parecido tan joven como sus hermanas ahora. Naturalmente, en ese entonces, él también era mucho más joven y mucho menos curtido, en ese aspecto había envejecido siglos. Se inclinó hacia delante apoyando las manos sobre las rodillas.
—Cuál de ustedes es Theodora y cuál Frederica?
—Yo —contestaron al unísono, sonriendo ante su sandez. Sintiéndose un tanto ridículo les repitió la pregunta formulada correctamente esta vez, y pudo enterarse que la del vestido rosa era Teddy, y la del vestido verde era Freddy.
— ¿Sabéis quién soy?
—Eres Joe —Freddy se mordió el labio sonriendo tímidamente, mientras se enroscaba un rizo en el dedo.
—Nos acordamos de ti —agregó Teddy sonrojada—.Eras amigo de Will.
—Es cierto. ¿Pueden guardar un secreto? —se irguió conteniendo apenas la risa cuando ellas le dispensaron nuevamente una sonrisa sardónica—. Os propongo un trato. Si me prometéis que no le contaréis a _______ que me visteis sin la máscara, tengo un regalo muy especial para cada uno de vosotras.
— ¿Qué regalo? —le preguntó Freddy coquetamente, practicando con él sus artimañas de mujer en ciernes.
—Es una sorpresa, pero para saciar vuestra curiosidad, os prometo que es algo que vuestra madre jamás os compraría, e indudablemente, desaprobaría rotundamente.
—Trato hecho —Teddy le extendió la mano para sellarlo. Él les estrechó las pequeñas manos, y salieron juntos de la casa dirigiéndose hacia donde se hallaba _______ de pie, con los labios apretados y agitada.
Joe sintió un puño en el estómago cuando sus ojos se encontraron. Dios, era tan hermosa y deseable... y estaba totalmente furiosa con él. Le hizo una leve reverencia, incapaz de apartar los ojos de ella.
Fulminó con la mirada a sus hermanas.
—¡Freddy, Teddy, nos marchamos!
—Nos prometiste algo —le recordó Freddy dulcemente, al tiempo que se le formaban encantadores hoyuelos al sonreír.
Un par de bellos rostros jóvenes e idénticos, enmarcados con brillantes rizos de un dorado cobrizo, lo estaban observando desde el pie de la escalera con inocente curiosidad en sus ojos azul cielo. Freddy y Teddy. Maldición. Lo habían visto, estaba seguro. Debería haberse atado la máscara en su alcoba. Para su alivio, no parecían consternadas, ni angustiadas, ni horrorizadas. Meramente, intrigadas.
Joe les hizo un gesto para que guardaran silencio mientras bajaba las escaleras.
— ¿Dónde está vuestra hermana mayor?
Las muñecas de quince años vestidas de verde y rosa respondieron al unísono:
—Afuera.
Sonrió, recordando cuan dulce, encantadora y joven, era _______ cuando se habían besado por primera vez en el banco. Por Dios, realmente se había comportado como un pervertido. Sólo que _______ no le había parecido tan joven como sus hermanas ahora. Naturalmente, en ese entonces, él también era mucho más joven y mucho menos curtido, en ese aspecto había envejecido siglos. Se inclinó hacia delante apoyando las manos sobre las rodillas.
—Cuál de ustedes es Theodora y cuál Frederica?
—Yo —contestaron al unísono, sonriendo ante su sandez. Sintiéndose un tanto ridículo les repitió la pregunta formulada correctamente esta vez, y pudo enterarse que la del vestido rosa era Teddy, y la del vestido verde era Freddy.
— ¿Sabéis quién soy?
—Eres Joe —Freddy se mordió el labio sonriendo tímidamente, mientras se enroscaba un rizo en el dedo.
—Nos acordamos de ti —agregó Teddy sonrojada—.Eras amigo de Will.
—Es cierto. ¿Pueden guardar un secreto? —se irguió conteniendo apenas la risa cuando ellas le dispensaron nuevamente una sonrisa sardónica—. Os propongo un trato. Si me prometéis que no le contaréis a _______ que me visteis sin la máscara, tengo un regalo muy especial para cada uno de vosotras.
— ¿Qué regalo? —le preguntó Freddy coquetamente, practicando con él sus artimañas de mujer en ciernes.
—Es una sorpresa, pero para saciar vuestra curiosidad, os prometo que es algo que vuestra madre jamás os compraría, e indudablemente, desaprobaría rotundamente.
—Trato hecho —Teddy le extendió la mano para sellarlo. Él les estrechó las pequeñas manos, y salieron juntos de la casa dirigiéndose hacia donde se hallaba _______ de pie, con los labios apretados y agitada.
Joe sintió un puño en el estómago cuando sus ojos se encontraron. Dios, era tan hermosa y deseable... y estaba totalmente furiosa con él. Le hizo una leve reverencia, incapaz de apartar los ojos de ella.
Fulminó con la mirada a sus hermanas.
—¡Freddy, Teddy, nos marchamos!
—Nos prometiste algo —le recordó Freddy dulcemente, al tiempo que se le formaban encantadores hoyuelos al sonreír.
tefisasias
Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
—O podemos volvernos muy parlanchinas —agregó Teddy, la pequeña chantajista.
—A los establos —les indicó un edificio exterior y fue tras ellas, quienes avanzaron dando saltos. En el camino, se detuvo junto a _______. El color de la muselina de su vestido hacía juego con sus labios apretados en mohín de disgusto—. Tengo algo para ti también —tragó con dificultad al aspirar su perfume a vainilla—. Una ofrenda de paz.
— ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que eras un recluso, que nunca abandonabas tu hogar.
—Ashby Park es mi hogar —«y será el tuyo también, si me aceptas».
Se negó a mirarlo.
—Qué coincidencia que estés en tu propiedad de campo justo cuando estoy pasando una semana en la propiedad lindera.
—No es ninguna coincidencia. Te seguí, _______. [que hombre! 8) haha xd]
Su mirada encontró por un fugaz instante el brillo intenso de sus ojos azules.
— ¿No me ordenaste en términos reprobables que me mantuviera apartada de ti? —le espetó—. Me maltrataste e insultaste, sólo porque quería ver tu rostro.
—Y aun así aquí estamos. No puedo estar lejos de ti, y tú tampoco— le susurró—. Nos pertenecemos el uno al otro. He sufrido un infierno durante las últimas dos semanas.
—¡El cual bien mereces! —se encaminó hacia sus hermanas.
Él la cogió del brazo.
—Fui un idiiota y reaccioné muy mal —murmuró—. Te pido disculpas por mi conducta, por las cosas que te dije. No quise decir ninguna de ellas. Te lo juro —mientras sus ojos le acariciaban el delicado perfil, se distrajo con un rizo que se le escapó del peinado y le quedó flotando vulnerable en la nuca; tuvo que esforzarse para contener el deseo de besarlo.
_______ levantó la vista y lo miró con el ceño fruncido. Logró liberarse y se dirigió hacia donde se hallaban sus hermanas. Maldición. Si no podía controlar su entusiasmo físico y le ofrecía una decorosa disculpa, jamás podría lograr su perdón. Apartando la lasciva mirada de su bien formado trasero que se meneaba frente a él, siguió a las damas hacia el interior del establo.
La luz entraba por los amplios ventanales calentando los boxes, donde se hallaban los más finos potros pura sangre de Inglaterra devorando fardos de heno.
—Vuestro regalo está en el depósito de elementos de caballería que está al fondo —dijo previendo los gritos de alborozo.
No se vio desilusionado. Tan pronto como las tres muñecas Aubrey entraron en la pequeña habitación, profirieron múltiples expresiones de júbilo. Sonriendo, Joe las siguió.
—Hola, Buttercup —se inclinó para acariciar a la perra que yacía feliz sobre una manta rodeada de cinco cachorros inquietos.
Teddy y Freddy cayeron de rodillas, transidas de ternura.
— ¿Podemos acariciarlos?
—Háganlo, por favor, y a la madre también. Ha tenido un parto difícil.
Mientras _______ se sentaba para acariciar a la madre, cada una de las gemelas alzó un cachorro y lo acunó cerca del rostro.
— ¿Por qué los cachorros son negros si Buttercup es dorada? —preguntó Freddy.
Joe le echó una mirada a _______.
— ¿Te gustaría contestar esa pregunta?
—Su padre es negro —les explicó, y sin mirarlo, le preguntó—: ¿Dónde está Héctor?
—A los establos —les indicó un edificio exterior y fue tras ellas, quienes avanzaron dando saltos. En el camino, se detuvo junto a _______. El color de la muselina de su vestido hacía juego con sus labios apretados en mohín de disgusto—. Tengo algo para ti también —tragó con dificultad al aspirar su perfume a vainilla—. Una ofrenda de paz.
— ¿Qué estás haciendo aquí? Creí que eras un recluso, que nunca abandonabas tu hogar.
—Ashby Park es mi hogar —«y será el tuyo también, si me aceptas».
Se negó a mirarlo.
—Qué coincidencia que estés en tu propiedad de campo justo cuando estoy pasando una semana en la propiedad lindera.
—No es ninguna coincidencia. Te seguí, _______. [que hombre! 8) haha xd]
Su mirada encontró por un fugaz instante el brillo intenso de sus ojos azules.
— ¿No me ordenaste en términos reprobables que me mantuviera apartada de ti? —le espetó—. Me maltrataste e insultaste, sólo porque quería ver tu rostro.
—Y aun así aquí estamos. No puedo estar lejos de ti, y tú tampoco— le susurró—. Nos pertenecemos el uno al otro. He sufrido un infierno durante las últimas dos semanas.
—¡El cual bien mereces! —se encaminó hacia sus hermanas.
Él la cogió del brazo.
—Fui un idiiota y reaccioné muy mal —murmuró—. Te pido disculpas por mi conducta, por las cosas que te dije. No quise decir ninguna de ellas. Te lo juro —mientras sus ojos le acariciaban el delicado perfil, se distrajo con un rizo que se le escapó del peinado y le quedó flotando vulnerable en la nuca; tuvo que esforzarse para contener el deseo de besarlo.
_______ levantó la vista y lo miró con el ceño fruncido. Logró liberarse y se dirigió hacia donde se hallaban sus hermanas. Maldición. Si no podía controlar su entusiasmo físico y le ofrecía una decorosa disculpa, jamás podría lograr su perdón. Apartando la lasciva mirada de su bien formado trasero que se meneaba frente a él, siguió a las damas hacia el interior del establo.
La luz entraba por los amplios ventanales calentando los boxes, donde se hallaban los más finos potros pura sangre de Inglaterra devorando fardos de heno.
—Vuestro regalo está en el depósito de elementos de caballería que está al fondo —dijo previendo los gritos de alborozo.
No se vio desilusionado. Tan pronto como las tres muñecas Aubrey entraron en la pequeña habitación, profirieron múltiples expresiones de júbilo. Sonriendo, Joe las siguió.
—Hola, Buttercup —se inclinó para acariciar a la perra que yacía feliz sobre una manta rodeada de cinco cachorros inquietos.
Teddy y Freddy cayeron de rodillas, transidas de ternura.
— ¿Podemos acariciarlos?
—Háganlo, por favor, y a la madre también. Ha tenido un parto difícil.
Mientras _______ se sentaba para acariciar a la madre, cada una de las gemelas alzó un cachorro y lo acunó cerca del rostro.
— ¿Por qué los cachorros son negros si Buttercup es dorada? —preguntó Freddy.
Joe le echó una mirada a _______.
— ¿Te gustaría contestar esa pregunta?
—Su padre es negro —les explicó, y sin mirarlo, le preguntó—: ¿Dónde está Héctor?
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Re: UNA VEZ UN LIBERTINO... {נσє&тυ} // Adaptación.
— ¿Héctor? —Freddy abrió los ojos de felicidad—. ¿Es el cachorro que le diste a Joe años atrás?
—Sí —contestó Joe colocándose de cuclillas detrás de _______, y percibiendo cómo se le tensaba la espalda—. Héctor es el cachorro que me dio _______, cuando yo todavía le gustaba {hermoso *-* xd]. Está fuera, en alguna parte, sumamente contrariado.
— ¿Por qué está contrariado? —preguntaron las gemelas al unísono.
—Los mozos de cuadra le dieron un baño esta mañana. Algo que él detesta. Vendrá en cualquier momento, a buscar una caricia.
Cuando _______ lo fulminó con la mirada por encima del hombro, él sonrió y se puso de pie para abrir la ventana. Silbó y volvió a colocarse detrás de ella. Sabía lo que estaba haciendo. Hasta ahora ella había estado llevando las riendas, y no podía evitar cierta satisfacción por haber tomado el control de la situación, persiguiéndola él a ella, aunque tuviese que valerse de ardides poco convencionales.
Héctor apareció ladrando en el depósito. Sus cachorros saltaron de alegría moviendo los rabitos. Se abrió camino entre los machos y las hembras, lamiéndolos, oliéndolos, recibiendo sus caricias; y divirtiéndose terriblemente. Finalmente, se echó junto a Buttercup lamiéndola posesivamente.
— ¿Lo ven? Es una familia —Freddy suspiró con placer.
Incapaz de resistir la tentación, Joe le deslizó un dedo por la columna, enviándole un silencioso mensaje. Ella se apartó de él y recogió al sexto cachorro, uno dorado que había permanecido detrás de la madre hasta ese momento.
—Éste es igual a la madre —frotando al enrulado cachorro retriever con ternura contra el mentón le dijo—: No tengas miedo, mi pequeño.
Joe no pudo evitar imaginarse a _______ mimando a su hijo... y suyo también. Le deslizó el dedo por debajo del cuello, el cachorro ronroneó y él casi lo imita, ella le echó una furtiva mirada.
—Ella tiene tu nombre.
—Mi madre nunca permitirá que nos los quedemos —dijo ella con pesar—. Y lo sabes muy bien.
—Creo que tengo la solución —prometió con un guiño—. Confíen en mí. Soy un hombre de muchas habilidades.
Héctor saltó hacia sus pies y guió a los seis cachorros al patio. Riendo alegremente, las gemelas corrieron tras ellos, y Joe quedó solo con _______.
Cuando ella intentó ponerse de pie, la cogió de la cintura, se inclinó por encima de su hombro y la besó. Ella gimió pero no lo apartó. Él se hallaba otra vez en el paraíso, pero quería tanto más de ella... toda una vida de risas y alegría, una vida, algo que los Aubrey habían disfrutado siempre en abundancia.
Ella se giró, permitiéndole que saboreara por un instante los lujuriosos secretos de su boca, y lo cogió de los hombros, pero en vez de acercarlo hacia ella, lo apartó.
— ¡Nunca vuelvas a hacerlo otra vez! —lo miró furiosa, con el pecho moviéndosele agitado, y la vena del cuello latiéndole deprisa.
Con aliento pesado y caliente, le murmuró contra la mejilla:
— ¿Por qué no? [owwww ._.!! me encanto esta parte haha xD]
—Sí —contestó Joe colocándose de cuclillas detrás de _______, y percibiendo cómo se le tensaba la espalda—. Héctor es el cachorro que me dio _______, cuando yo todavía le gustaba {hermoso *-* xd]. Está fuera, en alguna parte, sumamente contrariado.
— ¿Por qué está contrariado? —preguntaron las gemelas al unísono.
—Los mozos de cuadra le dieron un baño esta mañana. Algo que él detesta. Vendrá en cualquier momento, a buscar una caricia.
Cuando _______ lo fulminó con la mirada por encima del hombro, él sonrió y se puso de pie para abrir la ventana. Silbó y volvió a colocarse detrás de ella. Sabía lo que estaba haciendo. Hasta ahora ella había estado llevando las riendas, y no podía evitar cierta satisfacción por haber tomado el control de la situación, persiguiéndola él a ella, aunque tuviese que valerse de ardides poco convencionales.
Héctor apareció ladrando en el depósito. Sus cachorros saltaron de alegría moviendo los rabitos. Se abrió camino entre los machos y las hembras, lamiéndolos, oliéndolos, recibiendo sus caricias; y divirtiéndose terriblemente. Finalmente, se echó junto a Buttercup lamiéndola posesivamente.
— ¿Lo ven? Es una familia —Freddy suspiró con placer.
Incapaz de resistir la tentación, Joe le deslizó un dedo por la columna, enviándole un silencioso mensaje. Ella se apartó de él y recogió al sexto cachorro, uno dorado que había permanecido detrás de la madre hasta ese momento.
—Éste es igual a la madre —frotando al enrulado cachorro retriever con ternura contra el mentón le dijo—: No tengas miedo, mi pequeño.
Joe no pudo evitar imaginarse a _______ mimando a su hijo... y suyo también. Le deslizó el dedo por debajo del cuello, el cachorro ronroneó y él casi lo imita, ella le echó una furtiva mirada.
—Ella tiene tu nombre.
—Mi madre nunca permitirá que nos los quedemos —dijo ella con pesar—. Y lo sabes muy bien.
—Creo que tengo la solución —prometió con un guiño—. Confíen en mí. Soy un hombre de muchas habilidades.
Héctor saltó hacia sus pies y guió a los seis cachorros al patio. Riendo alegremente, las gemelas corrieron tras ellos, y Joe quedó solo con _______.
Cuando ella intentó ponerse de pie, la cogió de la cintura, se inclinó por encima de su hombro y la besó. Ella gimió pero no lo apartó. Él se hallaba otra vez en el paraíso, pero quería tanto más de ella... toda una vida de risas y alegría, una vida, algo que los Aubrey habían disfrutado siempre en abundancia.
Ella se giró, permitiéndole que saboreara por un instante los lujuriosos secretos de su boca, y lo cogió de los hombros, pero en vez de acercarlo hacia ella, lo apartó.
— ¡Nunca vuelvas a hacerlo otra vez! —lo miró furiosa, con el pecho moviéndosele agitado, y la vena del cuello latiéndole deprisa.
Con aliento pesado y caliente, le murmuró contra la mejilla:
— ¿Por qué no? [owwww ._.!! me encanto esta parte haha xD]
tefisasias
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