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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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VENGANZA FINAL Nick y Tu TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: VENGANZA FINAL Nick y Tu TERMINADA
hahaha fabi alcance a leer eso ultimo y como yo no quiero q eso pase
aqui les dejo otro cap
Capítulo 4
-Lo primero es lo primero -continuó Nick impaciente-, la ropa que vas a llevar. -¿La ropa? -repitió desconcertada. ¿Tienes algo aparte de la blusa blanca y la falda negra que llevas todos los viernes?
_____* recordó toda la ropa de diseño que estaba colgada en el armario de su casa en Killara. Eran prendas de estilo clásico, que no pasaban de moda, y no dudaba de que seguirían allí. No tendría ningún problema en recuperarlas si iba durante el día, cuando su padre estuviera en la oficina.
-En realidad tengo un ropero bien surtido --replicó con dureza, resentida por la crítica y el escepticismo de la pregunta. -Sí, ¿pero qué tipo de ropa? Entenderás que cualquier mujer que vaya conmigo tiene que ir bien vestida. Nada barato ni demasiado llamativo. -Yo no soy barata ni llamativa. -Desde luego barata no eres -musitó de manera cortante-. Hasta ahora tampoco has sido nada llamativa, aparte de tu botón travieso-añadió con cinismo-. Pero no me gustaría llevarme alguna sorpresa desagradable una vez que estemos en el hotel. Lo que me hace preguntarte si has tenido algo en el pasado o lo tienes ahora que te impida aceptar el trabajo, ¿lo hay?
___* tragó saliva, sí que existía una buena razón, pero en la conferencia no habría nadie que supiera nada sobre su juicio ni su sentencia. No había aparecido nada en los periódicos, su padre no la había ayudado con un buen abogado pero sí había usado su influencia para que no saliera nada a la luz.
-¿Como qué? -preguntó temerosa. -Sólo Dios sabe. No habrás aparecido en las páginas centrales de las revistas para hombres, ¿no? Sé perfectamente que Sylvia te contrató sin revisar tus antecedentes demasiado en profundidad. Y yo no he nacido ayer, ____*. Sé que cuando una chica tiene dificultades económicas y tiene un buen cuerpo como el tuyo, podría meterse en algunas cosas poco respetables.
Cualquier sentimiento de culpa en ___* desapareció ante la indignación. « ¡Poco respetables!» ¿Qué demonios pensaba que iba a hacer al irse con él? Dios mío, ¿quién se creía que era, mirándola por encima del hombro cuando era él quien estaba pagando para que lo acompañara? Y en cuanto a su cuerpo... estaba harta de la suposición de que sus curvas significasen falta de moral.
-Nunca he hecho nada de lo que me avergüence, doctor Jonas -dijo con dignidad-. Créame, se sentirá orgulloso de llevarme como... novia. No tendrá ninguna queja.
-Eso está por ver, ¿de acuerdo? A propósito, ¿sabes jugar al tenis?
-Sí, pero...
-No tienes que ser una profesional -interrumpió el doctor-, simplemente saber jugar. Y me imagino que seria demasiado preguntarte si sabes jugar al golf, ¿qué me dices? Su tono dominante hizo a ___* hervir de furia. Ella sólo iba a decir que no tenía raqueta. «Si alguna vez le ganara al tenis o al golf...», se dijo a sí misma. «Gracias, papá, por todas esas vacaciones con interminables cursillos, por lo menos hiciste algo». -La verdad es que juego al golf, de vez en cuando... -explicó ____*, sin querer dar al enemigo demasiadas pistas. -Me sorprendes, señorita Richmond. Hubiera jurado que tu talento estaba en cualquier otro sitio menos en un campo de deportes. -Desearía que se decidiera sobre cómo va a llamarme -dijo ignorando el comentario del doctor-, a veces me llama ____*, y al momento vuelve a llamarme señorita Richmond. -Tienes razón, pero tampoco me siento a gusto llamándote _____*. ¿Hacemos un acuerdo y te llamo ______? --Lo que quiera, es el jefe. Es sólo para saber cómo comportarme y lo que esperar. Y hablando de esperar, me imagino que yo tampoco me llevaré una sorpresa cuando estemos en el hotel, ¿no? Un silencio pesado se apoderó de la línea unos segundos. _____* supo entonces que Nick tenía algo escondido en aquella conferencia, y eso la hizo inquietarse. -¿Qué quieres decir? -preguntó el doctor. «Quiero decir que a dónde quieres ir a parar, canalla», le hubiera gustado decir. « ¿Qué es lo que te hace pagar tres mil dólares por llevarme allí como novia tuya?» -Quiero decir que no es el primer hombre con el que he salido que sea un lobo con disfraz de caballero -dijo ____* con firmeza-. No quiero tener que pelear cada noche. -Qué maravillosamente sincera puedes ser, ______, y es algo que admiro. Eres una chica extraña con una personalidad enigmática y seductora. Además nunca has usado las artimañas que suelen utilizar las mujeres que en la misma posición que tú suelen usar. Pero no... No tienes que preocuparte por tener que pelear. La violación nunca me ha atraído, y seducirte no es parte de mi plan.
-¿Qué plan? -tuvo que decir ____*, sin creerse del todo los cumplidos. Por alguna razón él la despreciaba y nunca había intentado esconderlo. Quizá despreciara a todas las mujeres que tuvieran una talla grande de sujetador.
-Eso, mi querida ______, no es asunto tuyo. «Y eso mi, querido doctor no es una respuesta», hubiera querido decir. Pero no lo dijo. No era muy sabio insistir, no si lo que quería eran aquellos tres mil dólares. -Es justo, doctor. Puede guardar su secreto.
-Nick.
-¿Qué?
-Llámame Nick.
-Ah... claro, me imagino que tendré que hacerlo. Espero recordarlo.
-Practica desde ahora mismo. Di: «si, Nick», o «no, Nick». «Tres bolsas llenas, Nick.»
-No sea ridículo.
-Dilo -insistió en voz alta.
___* se estremeció ante la fuerza de la voz varonil.
-Sí, Nick -comenzó despacio-. No, Ninck -dijo con más firmeza-. Tres bolsas llenas, Nick -terminó con desafio. -¿Lo ves? No has tenido ningún problema, sólo que quizá tendrías que poner un poco más de calor cuando digas mi nombre, pero tienes tiempo hasta el viernes. Si lo pronuncias de la manera en que lo haces ahora, se creerán que quieres matarme, no besarme.
«Se equivocarían», pensó de mala gana. Ella querría hacer las dos cosas, matarlo y besarlo. -Veré qué puedo hacer -exclamó ______*, sorprendida por su tono frío. Desde luego era mejor actriz de lo que suponía. Quizá podría superar aquella farsa sin quemarse los dedos, y si empezaba a sentirse atraída por el atractivo cirujano, simplemente tenía que recordar a Dillon.
-Dime la agenda para el viernes -siguió en tono profesional-. ¿Qué quieres que haga? -Se supone que llegaremos a Bungarla entre las tres y las cinco. El viernes por la mañana tengo que operar, y tengo un paciente que viene de lejos para que la examine ese día. Le he dicho que venga a verme a la una.
-¿Quieres que vaya a la consulta como siempre? -No, no es necesario. Ve a la consulta a la una y media, para entonces habré terminado. Me han dicho que el viaje a Bungarla no lleva más de dos horas. .
-¿Qué crees que puedo llevar de ropa para el viaje? -Algo informal pero elegante. Llévate una chaqueta, porque puede ser una tarde de otoño fría. No te olvides de llevarte ropa para jugar al tenis y al golf, y también un traje de baño; según el programa que enviaron hay piscina climatizada.
-Sí, jefe. -No seas descarada. Sería mucho más que descarada si llevara el bikini que Dillon la había regalado cinco años atrás. _____* usaba ahora una talla más, especialmente en el pecho. Debía de haber sido toda aquella comida que servían en la prisión; o las rosquillas y los chocolates gratis que se había estado tomando los fines de semana en el café, para así no tener que gastarse mucho en comida.
Tendría que, literalmente, morirse de hambre hasta el viernes si quería que su ropa antigua le sirviera. Por lo menos había empezado bien, ¡ese día no había comido nada!
-¿_____?
-¿Si?
-Nada, ¿no quieres preguntarme tú nada?
-¿Tienes mi dirección para mandarme el dinero mañana?
-Me alegra que sepas cuáles son tus prioridades -dijo con voz irritada-. Si, tengo tus señas. Te enviaré el dinero en metálico hacia las tres como muy tarde. ¿Está bien?
-Si.
-Yo espero quedarme satisfecho con el pago.
-Tú obtendrás a cambio lo que has pagado. Nada más.
-Me alegra oír eso, ______. Porque éso es exactamente lo que estoy pagando. Nada más. Sin complicaciones ni consecuencias. Te veré el viernes. ¡No llegues tarde! -a continuación se cortó la línea. ____* se quedó mirando el teléfono, tenía el corazón alterado por el enfado. O por lo menos esperaba que fuera por enfado. El viernes parecía estar muy lejos.
Llegó, fresco y soleado, era un bonito día de otoño. La semana, que generalmente se le hacía larguísima cuando pasaba los días buscando trabajo, había fluido simplemente. Cualquier minuto libre lo había empleado con la ropa, subiendo o bajando dobladillos, y cambiando costuras cuando era posible.
-Dime otra vez el nombre del lugar donde vas a ir, cariño -decía la señorita Blanchford mientras observaba a ____* guardar las prendas lavadas y planchadas. -Bungarla -replicó, sonriendo mientras la mujer maniobraba la silla con un simple movimiento de una palanca. En dos días se había hecho una experta y raramente se tropezaba con alguien. Al verla tan feliz su sacrificio del fin de semana parecía tener sentido-. Es un hotel privado a la salida de Bowral.
-¿Y qué tienes que hacer allí exactamente? -Trabajaré de secretaria. El doctor Jonas quiere que tome notas de los conferenciantes que hablarán explicó ___*, que nunca diría la verdad a la pobre mujer. Se disgustaría terriblemente, luego haría que _____* devolviera el dinero a Nick y no fuera. Pero era un poco difícil: la silla había sido ya pagada.
-¿Y necesitas todos esos vestidos tan elegantes para ello? ____* intentó no parecer culpable, se rió y esperó no sonar demasiado falsa. -No, claro que no, pero habrá algún acto por las noches. No querrás que esté fea en medio de todos esos famosos doctores y sus esposas, ¿no? -Tú nunca parecerías fea, _____* -los ojos grises de la mujer la miraron fijamente- Pero ese jefe tuyo... no es del tipo de hombres que espera más de su secretaria, ¿no, hijita? -¡Dios mío, no!, el doctor Jonas no es de esos. -Creo que me has dicho que era muy guapo, y muy joven. -Sí, así es. -En ese caso seguro que es así, créeme, querida. He vivido bastante como para saber que todos los hombres guapos son iguales. A no ser que sea homosexual, claro. No es homosexual, ¿verdad? -No exclamó ____*-, estoy segura de que no. Pero no hay necesidad de que te preocupes, yo no le gusto. No de esa manera. -¿Por qué dices eso? ¿Por qué no le ibas a gustar? Tú eres una chica muy atractiva y vas a estar impresionante con ese vestido que estoy viendo.
_____* miró hacia el vestido color café de encaje que estaba doblado cuidadosamente.
-No voy a llevar ése, me está un poco ajustado.
La verdad era que todos los vestidos que había recogido de su casa el pasado lunes le estaban un poco ceñidos. Había podido resolver el problema sacando costuras, pero había sido imposible en el caso del vestido de encaje, las costuras en él estaban al límite. Lo iba a llevar pensando que sería capaz de ponérselo la última noche, si nadaba varios largos cada día en la piscina que Nick había mencionado. El color le sentaba bien y era un vestido que siempre le había gustado.
Tenía que admitir que con él siempre se había sentido sexy. La única vez que se lo había puesto con Dillon, aquél no fue capaz de esperar a que se lo quitara al final de la noche. Se preguntó qué diría Nick si la viera con ese vestido en particular, con el pelo arreglado, maquillada y su collar de perlas y diamantes alrededor del cuello. Seducirla no estaba en sus planes originales, pero quizá se le ocurriría... si se lo ponía.
-_____*... _____* alzó la vista de la maleta, notando que su pulso se había acelerado de manera inquietante. ¡Qué pensamientos se le venían a la mente con ese hombre demoníaco!
-¿Sí? -dijo un poco temblorosa
-¿No estarás enamorada del doctor Nick, verdad? -preguntó la señorita Blanchford preocupada.
-¡No, Dios santo! -«puede que un poco atraída», pensó, «pero no enamorada». ¡Sólo con pensarlo temblaba! -¡Teléfono para ti, _____*! -dijo una voz desde la entrada-. Apresúrate, dice que tiene mucha prisa. ____* no tenía idea de quién podría ser, nadie la llamaba nunca allí. Incluso pensaba que no había dado el número de teléfono nunca. Los únicos amigos que tenía desde que habla salido de prisión eran la señorita Blanchford y los otros inquilinos.
Iba rápidamente hacia la mesa donde reposaba el único teléfono del edificio cuando se acordó que le había dado a Sylvia el número, lo cual significaba que Nick también lo sabría.
Se le hizo un nudo en el estómago al tomar el auricular, y su «bola» fue seca.
-Aquí Nick, ______. Estoy entre dos operaciones. Así que no puedo perder tiempo.
-¿Qué pasa? ¿Algo va mal? -se sentía hundida ante el pensamiento de que todo se suspendiera. ____* se sintió confusa ante sus sentimientos, ya que no era el dinero lo que la preocupaba, sino no tener la oportunidad de lucir aquel vestido delante de Nick.
-No pasa nada, sólo que estaba preocupado de cómo ibas a cruzar la ciudad con tu equipaje. Sé que normalmente tomas el tren y caminas las dos manzanas hasta Martin Place. -¿Cómo demonios sabes tú eso? -No tienes ni idea de la cantidad de información que Sylvia me da sobre su maravillosa señorita Richmond. Me imagino que el dinero te llegaría el lunes sin problemas, ¿no?
-¿Qué? Sí, gracias.
-Entonces empléalo en tomar un taxi.
-¡No puedo!
-¿Qué quieres decir con que no puedes? -preguntó impaciente-. ¿No me digas que lo has gastado todo? ¿Los tres mil dólares? -Me temo que sí -reconoció. De alguna manera era divertido la de cosas falsas que podía imaginarse sobre ella- Ya no sólo era una cazafortunas, sino también una perversa derrochadora. El doctor dijo algo entre dientes que convirtió la diversión en fastidio. No había entendido exactamente lo que había dicho, pero no había sonado precisamente a cumplido.
-No llegaré tarde -dijo con brusquedad-. No llevo demasiado equipaje. Sólo una maleta.
-¡Te dije que quería verte bien vestida!
-Iré muy bien vestida. Muy bien.
-Gracias a mis tres mil dólares, me atrevería a decir. No debería quejarme, en este mundo obtienes lo que pagas. Yo quería una mujer guapa y atractiva de mi brazo este fin de semana y nunca son baratas. Pero también pago por no tener dificultades, hazme un favor y toma un taxi de todas maneras. ¿Puedes pagarlo con tu dinero si te prometo que te lo daré cuando llegues aquí?
-Sí. -Entonces hazlo. Te veré como muy tarde a la una y media. Colgó el teléfono y dejó a ____* inquieta y con el ceño fruncido. Las ideas sobre vestidos ceñidos de color café y seducción se evaporaron, y fueron sustituidas por una curiosidad renovada sobre lo que iba a pasar en realidad aquel fin de semana. ¿Qué era lo que quería hacer Nick que no le importaba el precio?
El suspiro resignado de ____* reflejaba la realidad de la situación. Nick no iba a contárselo, aunque ella le preguntara directamente. Precisamente había pagado por no tener ataduras. ¿Y no es eso también lo que tú quieres?, se preguntó a sí misma. No ataduras. Era mejor ignorar la atracción sexual que sentía por él, y no alimentarla llevando vestidos seductores. El vestido de color café, decidió ____* sensatamente, se quedaría allí. Pero cuando volvió a la habitación, la señorita Blanchford había terminado de hacer la maleta, y el vestido de encaje estaba debajo de varias prendas. _____* no iba a sacar el vestido desde las profundidades de la maleta ante los ojos intuitivos de la anciana mujer, así que se prometió no ponerse la prenda maldita. Pero no confiaba mucho en si misma.
«Actúa de acuerdo a lo que te han pagado, ____*», decía la voz de la conciencia mientras cerraba la maleta. Nada más, nada menos. Si eso hacia y se preocupaba sólo de sus propios asuntos, el único peligro que podía correr sería que dijera o hiciera algo que le hiciera perder el trabajo que le quedaba, y eso sería desastroso para su actual situación económica, con cincuenta y cinco dólares únicos en su cuenta bancaria, más treinta dólares, más o menos, en su monedero.
«Tendrás que asegurarte de que no dices ni haces nada estúpido», dijo de nuevo su conciencia. «Tienes que mantenerte fría y tranquila. No utilices demasiado el sarcasmo, aunque te provoquen. Y, por el amor de Dios, no corras detrás de él, aunque se ponga delante de ti con su magnífico cuerpo desnudo».
____* sintió una sensación de vértigo en el estómago al pensar en él desnudo. Por supuesto, no sabía cómo podía estar Nick sin nada encima. Quizá fuera pálido y blando. Quizá sus hombros anchos, sus caderas estrechas, su estómago liso fueran mera ilusión creada por los trajes hechos a medida que siempre llevaba.
«Y quizá también los cerdos volaran», añadió _____* con desgana. Nick trabajaba demasiado para estar fofo. Y en cuanto a estar pálido... el hombre tenía un color tostado natural, casi tan moreno como un gitano.
No, seguramente desnudo estaría imponente. De eso estaba segura. Imponente, seductor y viril. -¿No has olvidado nada? -preguntó la señorita Blanchford mientras ____* bajaba la maleta de cuero de la cama. -¿Sí? ¿El qué? -Esto -dijo la mujer, y se sacó del regazo el perfumador más bonito que ____* había visto jamás. Estaba hecho de cristal rosado, con la borla de satén rosa y plata. -¿Oh, señorita Blanchford?-exclamó ____*, con lágrimas en los ojos. -Tiene Chanel Nº 5. Un amigo me lo dio hace dos años, pero la esencia no quedaba bien en un vejestorio como yo. Creo que en ti, querida, hará que los hombres vuelvan la cabeza. ____* se emocionó y asustó a la vez, porque sabía que sólo había un hombre que ella quería que volviera la cabeza aquel fin de semana. ¡Y si lo hacía, ella no iba a poder resistirse a él!
Si hay algun error culpen a mi hermana que no me deja concentrar
mas tarde la sigo tengo q ir a cenar.
aqui les dejo otro cap
Capítulo 4
-Lo primero es lo primero -continuó Nick impaciente-, la ropa que vas a llevar. -¿La ropa? -repitió desconcertada. ¿Tienes algo aparte de la blusa blanca y la falda negra que llevas todos los viernes?
_____* recordó toda la ropa de diseño que estaba colgada en el armario de su casa en Killara. Eran prendas de estilo clásico, que no pasaban de moda, y no dudaba de que seguirían allí. No tendría ningún problema en recuperarlas si iba durante el día, cuando su padre estuviera en la oficina.
-En realidad tengo un ropero bien surtido --replicó con dureza, resentida por la crítica y el escepticismo de la pregunta. -Sí, ¿pero qué tipo de ropa? Entenderás que cualquier mujer que vaya conmigo tiene que ir bien vestida. Nada barato ni demasiado llamativo. -Yo no soy barata ni llamativa. -Desde luego barata no eres -musitó de manera cortante-. Hasta ahora tampoco has sido nada llamativa, aparte de tu botón travieso-añadió con cinismo-. Pero no me gustaría llevarme alguna sorpresa desagradable una vez que estemos en el hotel. Lo que me hace preguntarte si has tenido algo en el pasado o lo tienes ahora que te impida aceptar el trabajo, ¿lo hay?
___* tragó saliva, sí que existía una buena razón, pero en la conferencia no habría nadie que supiera nada sobre su juicio ni su sentencia. No había aparecido nada en los periódicos, su padre no la había ayudado con un buen abogado pero sí había usado su influencia para que no saliera nada a la luz.
-¿Como qué? -preguntó temerosa. -Sólo Dios sabe. No habrás aparecido en las páginas centrales de las revistas para hombres, ¿no? Sé perfectamente que Sylvia te contrató sin revisar tus antecedentes demasiado en profundidad. Y yo no he nacido ayer, ____*. Sé que cuando una chica tiene dificultades económicas y tiene un buen cuerpo como el tuyo, podría meterse en algunas cosas poco respetables.
Cualquier sentimiento de culpa en ___* desapareció ante la indignación. « ¡Poco respetables!» ¿Qué demonios pensaba que iba a hacer al irse con él? Dios mío, ¿quién se creía que era, mirándola por encima del hombro cuando era él quien estaba pagando para que lo acompañara? Y en cuanto a su cuerpo... estaba harta de la suposición de que sus curvas significasen falta de moral.
-Nunca he hecho nada de lo que me avergüence, doctor Jonas -dijo con dignidad-. Créame, se sentirá orgulloso de llevarme como... novia. No tendrá ninguna queja.
-Eso está por ver, ¿de acuerdo? A propósito, ¿sabes jugar al tenis?
-Sí, pero...
-No tienes que ser una profesional -interrumpió el doctor-, simplemente saber jugar. Y me imagino que seria demasiado preguntarte si sabes jugar al golf, ¿qué me dices? Su tono dominante hizo a ___* hervir de furia. Ella sólo iba a decir que no tenía raqueta. «Si alguna vez le ganara al tenis o al golf...», se dijo a sí misma. «Gracias, papá, por todas esas vacaciones con interminables cursillos, por lo menos hiciste algo». -La verdad es que juego al golf, de vez en cuando... -explicó ____*, sin querer dar al enemigo demasiadas pistas. -Me sorprendes, señorita Richmond. Hubiera jurado que tu talento estaba en cualquier otro sitio menos en un campo de deportes. -Desearía que se decidiera sobre cómo va a llamarme -dijo ignorando el comentario del doctor-, a veces me llama ____*, y al momento vuelve a llamarme señorita Richmond. -Tienes razón, pero tampoco me siento a gusto llamándote _____*. ¿Hacemos un acuerdo y te llamo ______? --Lo que quiera, es el jefe. Es sólo para saber cómo comportarme y lo que esperar. Y hablando de esperar, me imagino que yo tampoco me llevaré una sorpresa cuando estemos en el hotel, ¿no? Un silencio pesado se apoderó de la línea unos segundos. _____* supo entonces que Nick tenía algo escondido en aquella conferencia, y eso la hizo inquietarse. -¿Qué quieres decir? -preguntó el doctor. «Quiero decir que a dónde quieres ir a parar, canalla», le hubiera gustado decir. « ¿Qué es lo que te hace pagar tres mil dólares por llevarme allí como novia tuya?» -Quiero decir que no es el primer hombre con el que he salido que sea un lobo con disfraz de caballero -dijo ____* con firmeza-. No quiero tener que pelear cada noche. -Qué maravillosamente sincera puedes ser, ______, y es algo que admiro. Eres una chica extraña con una personalidad enigmática y seductora. Además nunca has usado las artimañas que suelen utilizar las mujeres que en la misma posición que tú suelen usar. Pero no... No tienes que preocuparte por tener que pelear. La violación nunca me ha atraído, y seducirte no es parte de mi plan.
-¿Qué plan? -tuvo que decir ____*, sin creerse del todo los cumplidos. Por alguna razón él la despreciaba y nunca había intentado esconderlo. Quizá despreciara a todas las mujeres que tuvieran una talla grande de sujetador.
-Eso, mi querida ______, no es asunto tuyo. «Y eso mi, querido doctor no es una respuesta», hubiera querido decir. Pero no lo dijo. No era muy sabio insistir, no si lo que quería eran aquellos tres mil dólares. -Es justo, doctor. Puede guardar su secreto.
-Nick.
-¿Qué?
-Llámame Nick.
-Ah... claro, me imagino que tendré que hacerlo. Espero recordarlo.
-Practica desde ahora mismo. Di: «si, Nick», o «no, Nick». «Tres bolsas llenas, Nick.»
-No sea ridículo.
-Dilo -insistió en voz alta.
___* se estremeció ante la fuerza de la voz varonil.
-Sí, Nick -comenzó despacio-. No, Ninck -dijo con más firmeza-. Tres bolsas llenas, Nick -terminó con desafio. -¿Lo ves? No has tenido ningún problema, sólo que quizá tendrías que poner un poco más de calor cuando digas mi nombre, pero tienes tiempo hasta el viernes. Si lo pronuncias de la manera en que lo haces ahora, se creerán que quieres matarme, no besarme.
«Se equivocarían», pensó de mala gana. Ella querría hacer las dos cosas, matarlo y besarlo. -Veré qué puedo hacer -exclamó ______*, sorprendida por su tono frío. Desde luego era mejor actriz de lo que suponía. Quizá podría superar aquella farsa sin quemarse los dedos, y si empezaba a sentirse atraída por el atractivo cirujano, simplemente tenía que recordar a Dillon.
-Dime la agenda para el viernes -siguió en tono profesional-. ¿Qué quieres que haga? -Se supone que llegaremos a Bungarla entre las tres y las cinco. El viernes por la mañana tengo que operar, y tengo un paciente que viene de lejos para que la examine ese día. Le he dicho que venga a verme a la una.
-¿Quieres que vaya a la consulta como siempre? -No, no es necesario. Ve a la consulta a la una y media, para entonces habré terminado. Me han dicho que el viaje a Bungarla no lleva más de dos horas. .
-¿Qué crees que puedo llevar de ropa para el viaje? -Algo informal pero elegante. Llévate una chaqueta, porque puede ser una tarde de otoño fría. No te olvides de llevarte ropa para jugar al tenis y al golf, y también un traje de baño; según el programa que enviaron hay piscina climatizada.
-Sí, jefe. -No seas descarada. Sería mucho más que descarada si llevara el bikini que Dillon la había regalado cinco años atrás. _____* usaba ahora una talla más, especialmente en el pecho. Debía de haber sido toda aquella comida que servían en la prisión; o las rosquillas y los chocolates gratis que se había estado tomando los fines de semana en el café, para así no tener que gastarse mucho en comida.
Tendría que, literalmente, morirse de hambre hasta el viernes si quería que su ropa antigua le sirviera. Por lo menos había empezado bien, ¡ese día no había comido nada!
-¿_____?
-¿Si?
-Nada, ¿no quieres preguntarme tú nada?
-¿Tienes mi dirección para mandarme el dinero mañana?
-Me alegra que sepas cuáles son tus prioridades -dijo con voz irritada-. Si, tengo tus señas. Te enviaré el dinero en metálico hacia las tres como muy tarde. ¿Está bien?
-Si.
-Yo espero quedarme satisfecho con el pago.
-Tú obtendrás a cambio lo que has pagado. Nada más.
-Me alegra oír eso, ______. Porque éso es exactamente lo que estoy pagando. Nada más. Sin complicaciones ni consecuencias. Te veré el viernes. ¡No llegues tarde! -a continuación se cortó la línea. ____* se quedó mirando el teléfono, tenía el corazón alterado por el enfado. O por lo menos esperaba que fuera por enfado. El viernes parecía estar muy lejos.
Llegó, fresco y soleado, era un bonito día de otoño. La semana, que generalmente se le hacía larguísima cuando pasaba los días buscando trabajo, había fluido simplemente. Cualquier minuto libre lo había empleado con la ropa, subiendo o bajando dobladillos, y cambiando costuras cuando era posible.
-Dime otra vez el nombre del lugar donde vas a ir, cariño -decía la señorita Blanchford mientras observaba a ____* guardar las prendas lavadas y planchadas. -Bungarla -replicó, sonriendo mientras la mujer maniobraba la silla con un simple movimiento de una palanca. En dos días se había hecho una experta y raramente se tropezaba con alguien. Al verla tan feliz su sacrificio del fin de semana parecía tener sentido-. Es un hotel privado a la salida de Bowral.
-¿Y qué tienes que hacer allí exactamente? -Trabajaré de secretaria. El doctor Jonas quiere que tome notas de los conferenciantes que hablarán explicó ___*, que nunca diría la verdad a la pobre mujer. Se disgustaría terriblemente, luego haría que _____* devolviera el dinero a Nick y no fuera. Pero era un poco difícil: la silla había sido ya pagada.
-¿Y necesitas todos esos vestidos tan elegantes para ello? ____* intentó no parecer culpable, se rió y esperó no sonar demasiado falsa. -No, claro que no, pero habrá algún acto por las noches. No querrás que esté fea en medio de todos esos famosos doctores y sus esposas, ¿no? -Tú nunca parecerías fea, _____* -los ojos grises de la mujer la miraron fijamente- Pero ese jefe tuyo... no es del tipo de hombres que espera más de su secretaria, ¿no, hijita? -¡Dios mío, no!, el doctor Jonas no es de esos. -Creo que me has dicho que era muy guapo, y muy joven. -Sí, así es. -En ese caso seguro que es así, créeme, querida. He vivido bastante como para saber que todos los hombres guapos son iguales. A no ser que sea homosexual, claro. No es homosexual, ¿verdad? -No exclamó ____*-, estoy segura de que no. Pero no hay necesidad de que te preocupes, yo no le gusto. No de esa manera. -¿Por qué dices eso? ¿Por qué no le ibas a gustar? Tú eres una chica muy atractiva y vas a estar impresionante con ese vestido que estoy viendo.
_____* miró hacia el vestido color café de encaje que estaba doblado cuidadosamente.
-No voy a llevar ése, me está un poco ajustado.
La verdad era que todos los vestidos que había recogido de su casa el pasado lunes le estaban un poco ceñidos. Había podido resolver el problema sacando costuras, pero había sido imposible en el caso del vestido de encaje, las costuras en él estaban al límite. Lo iba a llevar pensando que sería capaz de ponérselo la última noche, si nadaba varios largos cada día en la piscina que Nick había mencionado. El color le sentaba bien y era un vestido que siempre le había gustado.
Tenía que admitir que con él siempre se había sentido sexy. La única vez que se lo había puesto con Dillon, aquél no fue capaz de esperar a que se lo quitara al final de la noche. Se preguntó qué diría Nick si la viera con ese vestido en particular, con el pelo arreglado, maquillada y su collar de perlas y diamantes alrededor del cuello. Seducirla no estaba en sus planes originales, pero quizá se le ocurriría... si se lo ponía.
-_____*... _____* alzó la vista de la maleta, notando que su pulso se había acelerado de manera inquietante. ¡Qué pensamientos se le venían a la mente con ese hombre demoníaco!
-¿Sí? -dijo un poco temblorosa
-¿No estarás enamorada del doctor Nick, verdad? -preguntó la señorita Blanchford preocupada.
-¡No, Dios santo! -«puede que un poco atraída», pensó, «pero no enamorada». ¡Sólo con pensarlo temblaba! -¡Teléfono para ti, _____*! -dijo una voz desde la entrada-. Apresúrate, dice que tiene mucha prisa. ____* no tenía idea de quién podría ser, nadie la llamaba nunca allí. Incluso pensaba que no había dado el número de teléfono nunca. Los únicos amigos que tenía desde que habla salido de prisión eran la señorita Blanchford y los otros inquilinos.
Iba rápidamente hacia la mesa donde reposaba el único teléfono del edificio cuando se acordó que le había dado a Sylvia el número, lo cual significaba que Nick también lo sabría.
Se le hizo un nudo en el estómago al tomar el auricular, y su «bola» fue seca.
-Aquí Nick, ______. Estoy entre dos operaciones. Así que no puedo perder tiempo.
-¿Qué pasa? ¿Algo va mal? -se sentía hundida ante el pensamiento de que todo se suspendiera. ____* se sintió confusa ante sus sentimientos, ya que no era el dinero lo que la preocupaba, sino no tener la oportunidad de lucir aquel vestido delante de Nick.
-No pasa nada, sólo que estaba preocupado de cómo ibas a cruzar la ciudad con tu equipaje. Sé que normalmente tomas el tren y caminas las dos manzanas hasta Martin Place. -¿Cómo demonios sabes tú eso? -No tienes ni idea de la cantidad de información que Sylvia me da sobre su maravillosa señorita Richmond. Me imagino que el dinero te llegaría el lunes sin problemas, ¿no?
-¿Qué? Sí, gracias.
-Entonces empléalo en tomar un taxi.
-¡No puedo!
-¿Qué quieres decir con que no puedes? -preguntó impaciente-. ¿No me digas que lo has gastado todo? ¿Los tres mil dólares? -Me temo que sí -reconoció. De alguna manera era divertido la de cosas falsas que podía imaginarse sobre ella- Ya no sólo era una cazafortunas, sino también una perversa derrochadora. El doctor dijo algo entre dientes que convirtió la diversión en fastidio. No había entendido exactamente lo que había dicho, pero no había sonado precisamente a cumplido.
-No llegaré tarde -dijo con brusquedad-. No llevo demasiado equipaje. Sólo una maleta.
-¡Te dije que quería verte bien vestida!
-Iré muy bien vestida. Muy bien.
-Gracias a mis tres mil dólares, me atrevería a decir. No debería quejarme, en este mundo obtienes lo que pagas. Yo quería una mujer guapa y atractiva de mi brazo este fin de semana y nunca son baratas. Pero también pago por no tener dificultades, hazme un favor y toma un taxi de todas maneras. ¿Puedes pagarlo con tu dinero si te prometo que te lo daré cuando llegues aquí?
-Sí. -Entonces hazlo. Te veré como muy tarde a la una y media. Colgó el teléfono y dejó a ____* inquieta y con el ceño fruncido. Las ideas sobre vestidos ceñidos de color café y seducción se evaporaron, y fueron sustituidas por una curiosidad renovada sobre lo que iba a pasar en realidad aquel fin de semana. ¿Qué era lo que quería hacer Nick que no le importaba el precio?
El suspiro resignado de ____* reflejaba la realidad de la situación. Nick no iba a contárselo, aunque ella le preguntara directamente. Precisamente había pagado por no tener ataduras. ¿Y no es eso también lo que tú quieres?, se preguntó a sí misma. No ataduras. Era mejor ignorar la atracción sexual que sentía por él, y no alimentarla llevando vestidos seductores. El vestido de color café, decidió ____* sensatamente, se quedaría allí. Pero cuando volvió a la habitación, la señorita Blanchford había terminado de hacer la maleta, y el vestido de encaje estaba debajo de varias prendas. _____* no iba a sacar el vestido desde las profundidades de la maleta ante los ojos intuitivos de la anciana mujer, así que se prometió no ponerse la prenda maldita. Pero no confiaba mucho en si misma.
«Actúa de acuerdo a lo que te han pagado, ____*», decía la voz de la conciencia mientras cerraba la maleta. Nada más, nada menos. Si eso hacia y se preocupaba sólo de sus propios asuntos, el único peligro que podía correr sería que dijera o hiciera algo que le hiciera perder el trabajo que le quedaba, y eso sería desastroso para su actual situación económica, con cincuenta y cinco dólares únicos en su cuenta bancaria, más treinta dólares, más o menos, en su monedero.
«Tendrás que asegurarte de que no dices ni haces nada estúpido», dijo de nuevo su conciencia. «Tienes que mantenerte fría y tranquila. No utilices demasiado el sarcasmo, aunque te provoquen. Y, por el amor de Dios, no corras detrás de él, aunque se ponga delante de ti con su magnífico cuerpo desnudo».
____* sintió una sensación de vértigo en el estómago al pensar en él desnudo. Por supuesto, no sabía cómo podía estar Nick sin nada encima. Quizá fuera pálido y blando. Quizá sus hombros anchos, sus caderas estrechas, su estómago liso fueran mera ilusión creada por los trajes hechos a medida que siempre llevaba.
«Y quizá también los cerdos volaran», añadió _____* con desgana. Nick trabajaba demasiado para estar fofo. Y en cuanto a estar pálido... el hombre tenía un color tostado natural, casi tan moreno como un gitano.
No, seguramente desnudo estaría imponente. De eso estaba segura. Imponente, seductor y viril. -¿No has olvidado nada? -preguntó la señorita Blanchford mientras ____* bajaba la maleta de cuero de la cama. -¿Sí? ¿El qué? -Esto -dijo la mujer, y se sacó del regazo el perfumador más bonito que ____* había visto jamás. Estaba hecho de cristal rosado, con la borla de satén rosa y plata. -¿Oh, señorita Blanchford?-exclamó ____*, con lágrimas en los ojos. -Tiene Chanel Nº 5. Un amigo me lo dio hace dos años, pero la esencia no quedaba bien en un vejestorio como yo. Creo que en ti, querida, hará que los hombres vuelvan la cabeza. ____* se emocionó y asustó a la vez, porque sabía que sólo había un hombre que ella quería que volviera la cabeza aquel fin de semana. ¡Y si lo hacía, ella no iba a poder resistirse a él!
Si hay algun error culpen a mi hermana que no me deja concentrar
mas tarde la sigo tengo q ir a cenar.
♥..:Tiff:..♥
Re: VENGANZA FINAL Nick y Tu TERMINADA
¬¬ QUIERES QUE TE ESCRIBA MISA???
Oh Señor, aqui nos encontramos... Hermanas, Hermanos, aqui estamos, en la misa de Stephany ******* ******** (no me se tus apellidos xD) Quien murio a causa de una maquina adegoyadora en descontrol... A continuacion, que venga Vicky y le meta la compu dentro del ataud para que suba cap, o si no, se mataran, e iran a por ella en espiritu xD
YA ESTA! SIGUELAAAAAAAAAAAAA O KIERES K TE SIGA LEYENDO EL FUTURO EN MI BOLA DE CRISTAL??? xD
TIFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF!!! ¬¬ xD
Oh Señor, aqui nos encontramos... Hermanas, Hermanos, aqui estamos, en la misa de Stephany ******* ******** (no me se tus apellidos xD) Quien murio a causa de una maquina adegoyadora en descontrol... A continuacion, que venga Vicky y le meta la compu dentro del ataud para que suba cap, o si no, se mataran, e iran a por ella en espiritu xD
YA ESTA! SIGUELAAAAAAAAAAAAA O KIERES K TE SIGA LEYENDO EL FUTURO EN MI BOLA DE CRISTAL??? xD
TIFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF!!! ¬¬ xD
LittleVickJ♥
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