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Mensaje por Mili1D Lun 11 Mar 2013, 9:16 pm

Capítulo 23



Zayn vive en una comunidad con acceso controlado. Un detalle que Riley falló en revelar.

Supongo que como la presencia de barrotes de hierro y guardias uniformados jamás podrían detener a alguien como ella, no le pareció de mucha importancia. Aunque supongo que tampoco podría detener alguien como yo porque simplemente sonreí al guardia y dije, – Hola, soy Megan Foster. Estoy aquí para ver a Jody Howard. – Luego observé mientras ella buscaba en la pantalla del ordenador, buscando el nombre que resulta que sé que esta enlistado como la entrada número tres. – Deja esto en la ventana del lado del conductor, – ella dice, entregándome una pieza de papel amarillo con la palabra ‘visitante’ y la fecha claramente marcada. – y no te estaciones en el lado izquierdo de la carretera, solo en el lado derecho.–

Ella asiente y regresa a su cabina mientras yo paso la entrada conduciendo, deseando que ella no note que he pasado la calle en donde vive Jody y me dirijo a la de Zayn. Casi llego al tope de la colina cuando veo la siguiente calle en mi lista y luego de girar a la izquierda, rápidamente seguido por otro viraje a la izquierda, me detengo al final del bloque en dónde él vive, apago el motor y me doy cuenta de que he perdido toda la valentía. ¿O sea, que clase de novia psicópata soy? ¿Quién en su sano juicio pensaría en reclutar a su hermanita muerta para que la ayude a espiar a su novio? Pero tampoco es como si algo en mi vida fuera remotamente normal ¿así que por qué mis relaciones serían diferentes?

Me siento en mi auto, concentrándome en mi respiración, luchando por mantenerla lenta y regular aunque mi corazón esté latiendo como loco y las palmas de mi mano están resbaladizas por el sudor y mientras veo los alrededores de su limpio, ordenado y próspero vecindario, me doy cuenta que no pude haber escogido un peor día para hacer esto. Primero que nada, hace calor, esta soleado y el día es glorioso, lo que significa que todos están corriendo sus bicicletas, paseando a sus perros o trabajando en sus jardines, lo que crea las peores condiciones que puedas imaginar para espiar y, como mientras conducía me la pasé concentrándome en llegar aquí sin ni siquiera considerar qué haría una vez llegara, tampoco tengo un plan. Aunque de todas manera probablemente no importe. O sea ¿qué es lo peor que podría pasar? ¿Qué me cachen y Zayn confirme que estoy loca? El probablemente ya piense eso después de lo necesitada y desesperada que actué esta mañana.

Me bajo de mi auto y me dirijo a su casa, la que está al final de la calle sin salida, con las plantas tropicales y la grama cortada. Pero no me arrastro ni me escondo para no hacer nada que atraiga atención, yo solo paseo tranquilamente, como si tuviera derecho a estar allí, hasta que me paro frente a su enorme puerta doble, sin saber qué hacer. Retrocedo un paso y miro hacia las ventanas que están con las cortinas corridas y, aunque no tengo idea de qué voy a decir, me muerdo el labio inferior, presiono el botón del timbre, aguanto la respiración y espero. Pero después de unos cuantos minutos sin respuesta, lo presiono otra vez y cuando él sigue sin contestar, giro el pestillo y compruebo que está cerrado.

Luego camino hacia la acera, me aseguro de que ninguno de los vecinos está mirando, me deslizo por la entrada lateral y me escabullo hacia el patio trasero. Me mantengo cerca de la casa, observando vagamente la piscina, las plantas y la increíble vista, mientras voy directamente a la puerta deslizadora de cristal, la cual -por supuesto- también está cerrada.

Luego, cuando ya estoy a punto de rendirme e irme a mi casa, escucho una voz en mi cabeza diciendo con urgencia -la ventana, la que está en el fregadero- y la encuentro levemente abierta, pero lo suficiente para introducir mis dedos y abrirla completamente.

Yo pongo mis manos en el alféizar y uso de todas mis fuerzas para levantarme y meterme y al segundo que mis pies tocan el suelo, oficialmente he cruzado la raya. No debería continuar. No tengo derecho para hacer esto. Debería volver a trepar, salir e ir corriendo hacia mi auto. Regresar mientras pueda a mi tranquila y segura casa, pero esa vocecita en mi cabeza me está diciendo que me apresure y, como me ha llevado hasta aquí, pienso que es mejor ver hacia dónde me dirige.

Exploro la enorme y vacía cocina, la sala vacía, el comedor carente de mesa y sillas, el baño con solo una barra de jabón y una toalla negra y pienso que Riley tenía razón, este lugar está vacante en una manera que parece abandonado y espeluznante, sin recuerdos personales, sin fotos, sin libros. Nada excepto por el suelo de madera oscura, paredes blancas, armarios vacíos, una nevera llena con una cantidad incontable de botellas con ese extraño líquido rojo y nada más.

Cuando llego al cuarto de estar, veo el televisor de pantalla plana que Riley mencionó, una silla reclinable, la cual no mencionó, y una larga pila de DVD de lengua extranjera cuyos títulos no puedo traducir. Luego me detengo al fondo de las escaleras sabiendo que debería irme, que he visto más que suficiente, pero algo que no puedo definir me urge a continuar. Agarro el pasamos, erizándome mientras los escalones crujen bajo mi peso de una manera alarmantemente alta en este espacio vacío y cuando estoy llegando al final, me encuentro cara a cara con la puerta que Riley encontró cerrada.
Solo que esta vez esta entreabierta.

Me acerco sigilosamente, convocando a la voz en mi cabeza, desesperada por alguna guía. Pero la única respuesta que consigo es el sonido de mi corazón palpitante mientras presiono la palma de mi mano contra la puerta y esta se abre y tengo ante mí un cuarto tan ornamentado, tan formal, tan magnífico que parece sacado de Versalles.

Me quedo en el marco de la puerta, intentando captar todo. Las tapicerías finamente tejidas, los tapetes antiguos, las lámparas-arañas de cristal, los candelabros de oro, las cortinas de seda, el sofá de terciopelo, la mesa con tope de mármol llena de tomos. Incluso las paredes, toda estas cubiertas por pinturas enmarcadas en oro, todas ellas capturando a Zayn en disfraces que abarcan varios siglos, incluyendo uno de él montando un caballo blanco, con una espada de plata en su costado y usando exactamente la misma chaqueta que usó la noche de Halloween.

Me acerco hacia esa pintura, mis ojos buscando el hueco en el hombro, el área deshilachada con la cual él había bromeado diciendo que había sido causado por el fuego de artillería. Sorprendiéndome al encontrarlo ahí en la pintura, mientras mis dedos lo trazan, hechizada, fascinada, preguntándome qué clase de artimaña utilizó mientras la punta de mis dedos trazan hasta el final de la pintura, hasta la pequeña placa de latón que dice: “ZAYN JAWAAD MALIK, MAYO 1775”.

Me giro hacia la pintura que está al lado, mi corazón galopando mientras observo el retrato de un Zayn sin sonreír, vestido con un severo traje oscuro, rodeado de azul, su placa llevando las palabras: “ZAYN COMO LO PINTÓ PABLO PICASSO EN EL 1902”. La pintura que está al lado de esta, tiene una textura pesada y llena de espirales parecidos a los de… “ZAYN MALIK COMO LO PINTO VINCENT VAN GOGH”.

Y así sigue, todas las cuatro paredes mostrando la cara de Zayn pintada por todos los grandes maestros.

Me dejo caer en el sofá de terciopelo con los ojos llorosos, las rodillas débiles, mi mente galopando con miles de posibilidades, cada una de ellas igualmente ridículas. Luego tomo el libro más cercano, voy hasta la página en dónde está el título, y leo: Para Zayn Jawaad Malik. Firmado por William Shakespeare. Lo dejo caer al suelo y alcanzo el siguiente libro, Cumbres Borrascosas, para Zayn Jawaad firmado por Emily Brontë. Todos los libros hechos para Zayn Jawaad Malik, o Zayn Jawaad, o solo Zayn. Todos ellos firmados por autores que llevan más de un siglo muertos.

Cierro mis ojos, tratando de concentrarme en tranquilizar mi respiración mientras mi corazón se acelera y mis manos tiemblan, convenciéndome de que todo es una broma, que Zayn es un obsesionado por la historia, un coleccionador, un falsificador que ha ido muy lejos. Quizá estas sean herencias familiares, dejados por una larga línea de tatarabuelos, todos llevando el mismo nombre y un extraño parecido. Pero cuando miro otra vez a mí alrededor, el frío que recorre mi espina vertebral me dice la innegable verdad: estas no son meras antigüedades y tampoco son herencias. Estas son las posesiones personales de Zayn, sus tesoros favoritos que ha ido coleccionando a través de los años.

Me pongo en pie tambaleándome y me dirijo al pasillo, sintiéndome temblorosa, inestable, desesperada por escapar de esta espeluznante habitación, este horrendo y sobrecargado mausoleo, esta casa más parecida a una cripta. Queriendo poner entre nosotros una distancia enorme, lo más que pueda, y nunca jamás, bajo ninguna circunstancia, volver aquí.

Acabo de llegar al escalón del fondo cuando escucho un grito agudo, seguido por un largo y débil gemido y, sin ni siquiera pensarlo, doy la vuelta y corro hacia él, siguiendo el sonido hasta el final del pasillo y apresurándome hacia la puerta, encontrando a Zayn en el suelo, su ropa desgarrada, su rostro chorreando sangre, mientras Haven se revuelca y gime bajo el cuerpo de él.

– ¡Ever!– él grita, poniéndose en pie de un salto y deteniéndome mientras arremeto, lucho y pateo desesperada por llegar hasta ella.

– ¿Qué le has hecho?– Le grito, observándolos, viendo la pálida piel de ella, sus ojos quedándose en blanco y sabiendo que no hay tiempo para perder.

– Ever, por favor, detente, – él dice, su voz sonando muy segura, demasiado acompasada para las circunstancias incriminatorias en las que se encuentra.

– ¿QUÉ LE HICISTE?– Le grito pateando, golpeando, mordiendo, gritando, arañando, usando cada onza de mi fuerza, pero aún así no compite con la de él.

El solo se queda ahí, aguantándome con una mano, mientras soporta mis golpes con apenas una mueca. – Ever, por favor, déjame explicar, – él dice, esquivando la furiosa patada que está a punto de impactarle.

Mientras miro a mi amiga que está sangrando profusamente, con una
mueca de dolor, me doy cuenta de la terrible verdad- ¡Por esto el trató de alejarme! -

– ¡No! No es eso. Has entendido todo mal. Sí, no quería que vieras esto, pero no es lo que tú piensas. – El me sostiene en lo alto, mies piernas colgando como una muñeca de trapo, y a pesar de todos mis golpes y luchas, él ni siquiera ha soltado una gota de sudor.

Pero a mí no me importa Zayn. Ni siquiera estoy preocupada por mí misma.
Lo único que me importa es Haven, que sus labios se han tornado azules y su respiración se ha debilitado alarmantemente. – ¿Qué le has hecho?– Lo miro con todo el odio que puedo mostrar. – ¿Qué le hiciste, monstruo?–

– Ever, por favor, necesito que me escuches, – él me pide, sus ojos suplicando por los míos. Y a pesar de toda mi furia, a pesar de toda mi adrenalina, todavía puedo sentir ese cálido y lánguido hormigueo que causan sus manos sobre mi piel y lucho lo más que puedo por ignorarlo. Gritando y pateando, tratando de golpear sus partes más vulnerables, pero siempre fallando porque él es mucho más rápido que yo.

– Tú no puedes ayudarla, créeme, yo soy el único que puede. –

– ¡Tú no la estas ayudando, la estas matando!– le grito.

El mueve su cabeza y me mira, su rostro pareciendo cansado cuando susurra, – Difícilmente. –

Yo otra vez intento soltarme, pero no tiene caso, no puedo vencerlo. Así que me detengo, relajando mis músculos mientras cierro mis ojos en rendición.

Pensando: Así que así es como sucede. Así es como desaparezco. Y al momento que él afloja, pateo lo más fuerte que puedo, mi bota dando en el blanco, mientras él me suelta y caigo al suelo. Voy a toda prisa hacia donde esta Haven, mis dedos buscando su ensangrentada muñeca para verificar su pulso, mis ojos fijos en los dos pequeños agujeros en el centro de su horrible tatuaje, mientras le suplico que siga respirando, que resista.

Y cuando alcanzo mi celular, intentando llamar al 911, Zayn se acerca por detrás, agarra el celular de mis manos y dice, – Estaba deseando no tener que hacer esto. –


***

Como son unas increibles lectoras les voy a dejar otro capitulo, para sacarles un poco de intriga!
Mili1D
Mili1D


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Evermore [Zayn Malik] → ADAPTADA - Página 12 Empty Re: Evermore [Zayn Malik] → ADAPTADA

Mensaje por Mili1D Lun 11 Mar 2013, 9:19 pm

Capítulo 24




Cuando me despierto, estoy acostada en la cama con Sabine cernida sobre mí, su cara una máscara de alivio, sus pensamientos una maraña de procuración. – Hey, – Ella dice, sonriendo y moviendo la cabeza. – Debes de haber tenido un lindo fin de semana. –

Yo le echo un vistazo a ella y luego al reloj. Luego salto de la cama cuando me doy cuenta de la hora.

– ¿Te sientes bien?– Me pregunta, siguiéndome. – Ya estabas dormida cuando llegue anoche. ¿No estarás enferma, verdad?–

Me dirijo a la ducha, no muy segura de cómo contestar. Porque aunque no me siento enferma, no puedo imaginar cómo hice para dormir tanto tiempo y hasta tan tarde.

– ¿Hay alguna cosa que debería saber yo? ¿Algo que necesites decirme?– Pregunta ella, parada detrás de la puerta.

Cierro los ojos y rebobino el fin de semana, recordando la playa, Evangeline, Zayn quedándose a dormir y haciéndome la cena, seguida por el desayuno –– No, no paso nada– Digo finalmente.

– Bueno, mejor te apresuras si quieres llegar a la escuela a tiempo. ¿Estás segura de que estas bien?–

– Si,– Digo, tratando de sonar clara, inequívoca, tan segura como puedo, mientras abro las canillas y me meto en la ducha, sin estar segura de si miento o digo la verdad.

Todo el camino a la escuela Miles habla de Eric. Dándome los pormenores de su sábado, paso por paso como cortaron por mensajes de texto, tratando de convencerme de que no le podía importar menos, que él ya lo sobrepaso, lo que más o menos prueba que no lo hizo.

– ¿Estás siquiera escuchándome?– Me pregunta ceñudo.

– Por supuesto. – Murmuro, frenando en un semáforo, justo a una cuadra de la escuela, mi mente recordando mi propio fin de semana, y siempre terminando con el desayuno. No importa cuánto lo intente no puedo recordar nada después de eso.

– Podrías haberme engañado. – Sonríe afectado y mira por la ventana. – Quiero decir, si te estoy aburriendo, solo dilo. Porque créeme, estoy más que bien sin Eric. ¿Te conté alguna vez de cuando él…? –

– Miles, ¿has hablado con Haven?– Pregunto, mirándolo de reojo un segundo antes de que la luz se ponga en verde.

Él niega con la cabeza. – ¿Tú?–

– Creo que no. – Aprieto el acelerador, preguntándome por qué tan solo decir su nombre me llena de pavor.

– ¿Crees que no?– Sus ojos enormes mientras se vuelve en el asiento.

– No desde el viernes. – Entro en el estacionamiento, mi corazón palpitando tres veces más fuerte en cuanto veo a Zayn en su lugar de siempre, apoyado en su auto, esperándome.

– Bueno, al menos uno de nosotros puede tener su: y vivieron felices por siempre. – Dice Miles, señalándolo a Zayn, quien da la vuelta al auto, con un tulipán rojo en su mano.

– Buenos días. – Sonríe, dándome la flor y besando mi cachete, mientras yo respondo con algo inentendible mientras me dirijo al portón.

La campana suena y Miles se va a clases, mientras Zayn toma mi mano y me dirige a Inglés.

– El señor Robins está en camino, – Me susurra, apretando mis dedos mientras pasamos al lado de Stacia, quien me mira mal, y me pone la traba, sacándola al último segundo. – Está haciendo todo lo posible tratando de que su esposa vuelva. – Sus labios se curvan sobre mi oreja mientras yo entiendo y me alejo.

Me deslizo a mi asiento y saco mis libros, preguntándome por qué la presencia de mi novio me hace sentir tan incómoda, luego busco en mi bolsillo del IPod y entro en pánico cuando me doy cuenta que lo olvide en casa.

– No lo necesitas, – Me dice Zayn, buscando mi mano y uniendo nuestros dedos. – Me tienes a mí ahora. –

Cierro los ojos, sabiendo que el señor Robins estará aquí en tres, dos, uno…

– Ever, – Susurra Zayn, sus dedos tocando la vena de mi muñeca. – ¿Te sientes bien?– Presiono mis labios y asiento. – Bien. – Hace una pausa. – La pase muy bien este fin de semana, espero que tú también. –

Abro mis ojos justo cuando el señor Robins entra, notando como sus ojos no están tan hinchados, su cara no está tan roja, aunque sus manos siguen temblando un poco.

– Ayer fue divertido, ¿No lo crees?–

Me vuelvo hacia Zayn, mirando sus ojos, mi piel tibia hormigueando sólo porque su mano está en la mía. Luego asiento, sabiendo que es la respuesta que espera, aunque no estoy muy segura de que sea la verdad.

Las siguientes horas son un borrón de clases y confusión, y no es hasta que llego a la mesa del almuerzo que me entero la verdad del día de ayer.

– No puedo creer que se hayan metido al agua, – Dice Miles, agitando su yogurt y mirándome. – ¿Tienes alguna idea de lo fría que está?–

– Usó un traje de neopreno. – Zayn se encoje. – De hecho, lo dejaste en mi casa. – Yo desenvuelvo mi sándwich, sin recordar nada de eso. Ni siquiera tengo un traje de neopreno. ¿O sí?

– Um, ¿eso no pasó el viernes?– Pregunto, sonrojándome cuando todos los eventos de ese día me vuelven.

Zayn niega con la cabeza. – El viernes no surfeaste, yo lo hice. El domingo fue cuando te di lecciones. – Le saco la corteza a mi sándwich, e intento recordar, pero sigo sin poder.

– Entonces, ¿lo hizo bien?– Pregunta Miles, lamiendo su cuchara y mirando de Zayn a mí.

– Bueno, estaba bastante calmo así que no había mucho que surfear. Más que nada nos la pasamos tirados en la playa, bajo unas mantas. Y sí, es bastante buena. – Se ríe.

Yo contemplo a Zayn preguntándome si mi traje estaba puesto o no debajo de esas mantas, y qué, si es que paso algo debajo de ellas. ¿Es posible que haya tratado de compensarlo por el viernes, y luego lo haya bloqueado para no recordarlo?

Miles me mira, levantando las cejas, pero yo solo me encojo de hombros y muerdo mi sándwich. – ¿A qué playa fueron?– Pregunta.

Pero como no puedo recordar, miro a Zayn. – Cristal Cove, – Dice, tomando un sorbo de su bebida.

Miles menea la cabeza y revolea los ojos. – Por favor, díganme que no se están convirtiendo en esas parejas donde el chico lo dice todo. Quiero decir, ¿Pide por ti en el restaurante también?–

Miro a Zayn, pero antes de que conteste, Miles dice, – No, te estoy preguntando a ti Ever–

Pienso sobre nuestras dos salidas a restaurantes, una ese maravilloso día
en Disney que termino tan raro, y la otra en las carreras cuando ganamos todo ese dinero. – Ordeno por mí misma, – Digo. Luego lo miro y digo, – ¿Puedes prestarme tu teléfono?–

Lo saca del bolsillo y lo desliza hacia mí. – ¿Por qué? ¿Te olvidaste el tuyo?–

– Si, y quiero mandarle un texto a Haven para saber dónde anda. Tengo un presentimiento rarísimo sobre ella. – Meneo la cabeza, sin siquiera saber cómo explicármelo a mí misma, mucho menos a ellos. – No puedo dejar de pensar en ella, – Digo, mis dedos tipiando en el pequeño teclado.

– Esta en su casa, enferma, – Me dice Miles. – Algo como una gripe. Además esta triste por lo de Evangeline, aunque jura que ya no nos odia. –

– Creí que habías dicho que no habías hablado con ella. – Hago una pausa y lo miro de reojo, segura de lo que dijo en el auto.

– Le mande un texto en historia. –

– ¿Así que ella está bien?– Miro a Miles, mi estomago un nudo de nervios sin poder adivinar por qué.

– Vomitando hasta las tripas, triste por la pérdida de su amiga, pero si, básicamente bien. –

Le devuelvo el teléfono a Miles, pensado que no hay por qué molestarla si no se siente bien. Luego Zayn pone su mano en mi pierna, Miles se pone a hablar de Eric, y yo retomo mi almuerzo, asintiendo y sonriendo, pero sin poder dejar de sentirme molesta.

Quien lo diría, justo el día que Zayn decide pasar todo el día de escuela viene a ser justo el que yo desearía que se vaya. Porque cada vez que salgo de una clase, lo encuentro parado justo fuera de la puerta, esperando ansioso, y preguntándome si me siento bien. Y realmente está empezando a molestarme.

Así que después de arte, cuando estamos caminando al estacionamiento y él se ofrece a seguirme hasta mi casa, yo solo lo miro y digo, – Um, si no te parece mal, preferiría estar sola por un tiempo. –

– ¿Está todo bien?– Pregunta por millonésima vez.

Pero yo sólo subo al auto, ansiosa por cerrar la puerta y poner algo de distancia entre nosotros. – Sólo necesito hacer un par de cosas, pero te veo mañana, ¿OK?– Y sin darle tiempo a responder, retrocedo y me voy. Cuando llego a casa, estoy increíblemente cansada, así que me dirijo a mi cama, planeado tomar una pequeña siesta antes de que Sabine llegue y empiece a preocuparse de nuevo. Pero cuando me levanto en medio de la noche, mi corazón palpitando fuerte y empapada en sudor, tengo este sentimiento inequívoco de que no estoy sola en la habitación.

Tomo mi almohada, la agarro bien fuerte como si esas suaves plumas pudiesen servir como algún tipo de escudo, luego miro el espacio oscuro delante de mí y susurro, – ¿Riley?– Aunque estoy bastante segura de que no es ella. Mantengo la respiración, escuchando un ruido sordo, como zapatillas en la alfombra, cerca de la puerta, y me sorprendo a mi misma susurrando, – ¿Zayn?– mientras miro con atención en la oscuridad, sin poder identificar nada más que un sonido suave y silbante.

Me estiro para prender la luz, cegada por la repentina luz, y buscando al
intruso, tan segura de que tenía compañía, segura de que no estaba sola, que me siento casi decepcionada cuando encuentro el cuarto vacío. Me bajo de la cama, todavía abrazando la almohada, mientras trabo las puertas del balcón. Luego reviso en el armario y debajo de la cama, como mi papa solía hacer esas noches hace tanto tiempo cuando se fijaba si estaba el hombre de la bolsa. Pero sin encontrar nada, me subo nuevamente a la cama, preguntándome si quizás fue mi sueño el que despertó todos estos miedos.

Fue similar a los que había tenido antes, donde me encontraba corriendo por un abismo ventoso, mi blanco vestido una pobre defensa contra el viento, invitando al viento a hostigar mi piel, enfriándome hasta los huesos. Y aún así apenas lo notaba, tan concentrada en correr, mis pies desnudos en la tierra fangosa y húmeda, dirigiéndome a un confuso refugio que no podía siquiera ver. Todo lo que sé es que corría hacia una pequeña y brillante luz. Y lejos de Zayn.


***

Ahí lo tienen! La cosa se pone interesante! jajajaja mañana les subo otros dos! Las amo :3
Mili1D
Mili1D


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Mensaje por nane♔ Mar 12 Mar 2013, 4:03 pm

Gracias porrr el cap honeeeeey, esta buenisima! <3 siguela pls
nane♔
nane♔


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Mensaje por Roochi.1D Mar 12 Mar 2013, 4:27 pm

ksjadhkajshkjashdkshdkjsd
<3
Te amo :3

PD: que bueno es saber lo que va a pasar :')
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por Mili1D Mar 12 Mar 2013, 4:47 pm

nane♔ escribió:Gracias porrr el cap honeeeeey, esta buenisima! <3 siguela pls

Gracias lindaaaaa ! ahora la sigo :)
Mili1D
Mili1D


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Mensaje por Mili1D Mar 12 Mar 2013, 4:48 pm

Roochi.1D escribió:ksjadhkajshkjashdkshdkjsd
<3
Te amo :3

PD: que bueno es saber lo que va a pasar :')


JASJAHSKSAJHS YO MÁS :3
PD: ajshajhsajhs es genial
Mili1D
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Mensaje por Mili1D Mar 12 Mar 2013, 5:50 pm

Sé que después de estos capítulos van a odiarme con mucha intensidad. Así que me disculpo de antemano. Acepto insultos y palabras groseras, yo reaccioné de la misma manera cuando lo leí, así que las comprendo :B Disfrútenlo!

Capítulo 25



Al siguiente día en la escuela, me estaciono en donde siempre, salgo del auto de un salto, corro dejando a Zayn atrás, me dirijo directo a Haven, que está esperándome en la entrada y, aunque normalmente hago todo lo posible por evitar contacto físico, la agarro por los hombros y la abrazo.

– Bueno, bueno, yo también te quiero. – Ella ríe moviendo la cabeza y empujándome. – O sea, cielos, no es que me fuera a quedar enojada con ustedes por siempre. –

Su cabello pintado de rojo está seco y lacio, su esmalte de uñas negro esta craqueado, sus ojeras están más oscuras de lo usual, su rostro está definitivamente pálido y, aunque ella me asegura que está bien, no puedo evitar acercármele y abrazarla de nuevo.

– ¿Cómo te sientes?– Le pregunto, mirándola cuidadosamente, intentando leerla, pero en adición a que su aura esta gris, débil y translúcida, no puedo ver nada más.

– ¿Qué está pasando contigo?– Ella dice, sacudiendo la cabeza y apartándome. – ¿Por qué tanto amor y afecto? O sea tú entre todas las personas, tú el eterno combo capucha - IPod… –

– Escuché que estabas enferma, y después cuando faltaste a la escuela ayer…– Me detengo, sintiéndome ridícula por estar atosigándola.

Pero ella solo ríe. – Ya sé que es lo que está pasando aquí. – Ella asiente. – Esto es tu culpa ¿no?– Ella señala a Zayn. – Tú tenías que venir, derretir a mi amiga que era más fría que el hielo y convertirla en una tontita sentimental. –

Aunque Zayn ríe, su risa no alcanza sus ojos.

– Fue solo un resfriado, – ella dice mientras Miles entrelaza su brazo con el de ella y avanzamos por la entrada. – y supongo que el estar toda deprimida por lo de Evangeline lo hizo peor. O sea, tenía tanta fiebre que me desmayé varias veces. –

– ¿En serio?– Yo me aparto de Zayn para poder caminar junto a ella.

– Sí, eso fue lo más raro. Cada noche iba a la cama vestida con una ropa y cuando me despertaba tenía puesto otra cosa y cuando intento encontrar lo que tenía puesto, no lo encuentro. Es como si se hubiera desaparecido o algo. –

– Bueno, tu cuarto está bastante desordenado. – Miles ríe. – O tal vez estabas alucinando; ya sabes que esas cosas pasan cuando tienes una fiebre descomunal. –

– Quizá. – Ella se encoje de hombros. – Pero todas mis bufandas negras desaparecieron, así que tuve que tomar esta prestada de mi hermano. – Ella toma la punta de su bufanda de lana azul y le hace dar vueltas.

– ¿Había alguien allí que te cuidara?– Zayn pregunta, viniendo detrás de mí, tomándome de la mano, entrelazando sus dedos con los míos y enviando a mi organismo una oleada de calidez.

Haven mueve la cabeza y entorna los ojos. – ¿Estas bromeando? Yo creo que debería emanciparme como tú. Además mantuve todo el tiempo la puerta cerrada con llave. Pude haber muerto allí dentro y nadie lo hubiera
sabido. –

– ¿Y Drina?– Le pregunto, mi estómago encogiéndose con solo mencionar su nombre.

Haven me mira de manera extraña y dice, – Drina está en Nueva York. Se fue el viernes en la noche. De todas maneras, espero que ustedes no se contagien porque, aunque alguno de los sueños fueron bastante cool, sé que a ustedes no les hubiera gustado. – Ella se detiene cerca de su salón de clase y se recuesta en la pared.

– ¿Soñaste con un cañón?– Le pregunto, soltando la mano de Zayn y moviéndome tan cerca que estoy otra vez frente a la cara de ella.

Pero Haven solo ríe y me empuja. – Eh, discúlpame ¡hay límites!– Ella mueve la cabeza. – Y no, no hubieron cañones. Solamente cosas góticas y salvajes, difícil de explicar, pero había mucha sangre y gore.–

Al segundo que ella dice eso, al segundo de que escucho la palabra sangre… todo se vuelve negro mientras mi cuerpo se inclina al suelo.

– ¿Ever?– Zayn grita, sosteniéndome unos segundos antes de que yo caiga al suelo. – Ever, – el susurra con voz preocupada.

Y cuando abro mis ojos para encontrarme con los suyos, algo en su expresión, algo en la intensidad de su mirada me parece muy familiar.

Pero justo cuando el recuerdo empieza a formarse, se borra con el sonido de la voz de Haven.

– Así fue exactamente como empezó. – Ella asiente. – O sea, yo no me desmayé hasta más tarde, pero aún así, definitivamente comenzó con mareos. –

– Tal vez está embarazada. – Miles dice con voz lo suficientemente alta como para que varios estudiantes en el área lo escuchen.

– Para nada, – le digo sorprendida de que, ahora que estoy apoyada en los brazos cálidos de Zayn, me siento mucho mejor. – Estoy bien, de verdad. – Me pongo en pie y me aparto.

– Deberías llevarla a su casa, – Miles dice mirando a Zayn. – Ella se ve fatal. –

– Sí. – Haven asiente. – Deberías descansar, en serio. No querrás contagiarte. – Pero aunque insisto en ir a clases, nadie me escucha y lo próximo que sé es que los brazos de Zayn están rodeando mi cintura y me está llevando de vuelta a su auto.

– Esto es ridículo, – digo mientras él sale del estacionamiento y se aleja de la escuela. – En serio, estoy bien. ¡Sin mencionar que definitivamente nos van a castigar por faltar otra vez!–

– Nadie será castigado. – El me mira brevemente antes de volver a concentrarse en la carretera. – ¿Debo recordarte que te desmayaste allá? Tuviste suerte de que te agarrara a tiempo. –

– Sí, pero esa es la cuestión, tú me cachaste a tiempo y ahora estoy bien. En serio. O sea, si de verdad estás tan preocupado por mí, entonces debiste de haberme llevado a la enfermería de la escuela. No tenías que secuestrarme. –

– Yo no te estoy secuestrando, – él dice, claramente molesto. – Yo solo quiero vigilarte, asegurarme de que estas bien. –

– Ah ¿ahora eres doctor?– yo muevo la cabeza y entorno los ojos.

Pero él no dice nada. El solo cruza el Expreso Coast, pasa de largo la calle que va a mi casa hasta que eventualmente se detiene frente a una enorme e imponente entrada.

– ¿A dónde me estas llevando?– Le pregunto, mientras observo como él saluda al guardia moviendo la cabeza y este le sonríe y nos hace señas para que entremos.

– Mi casa, – él dice entre dientes, conduciendo por una empinada colina antes de hacer una serie de virajes que nos lleva hasta una calle sin salida con un enorme y vacío garaje al final.

Luego el toma mi mano y me dirige a través de una cocina bien designada y hacia una sala de estar en donde me detengo, con las manos en mis caderas, observando todo el bonito amueblado, todo lo opuesto a la elegante casa de fraternidad que yo esperaba.

– ¿De verdad todo esto es tuyo?– Le pregunto, recorriendo con mi mano un lujoso sofá de chenille mientras mis ojos recorren las exquisitas lámparas, alfombras persas, una colección de oleos abstractos y una mesa de madera oscura cubierta por libros de arte, velas y una foto mía enmarcada. – ¿Cuándo tomaste esto?– Tomo la foto de la mesa y la observo de cerca, sin tener absolutamente ningún recuerdo de ese momento.

– Actúas como si fuera la primera vez que vienes aquí, – él dice haciéndome gestos para que me siente.

– Nunca había venido aquí. – Me encojo de hombros.

– Sí lo hiciste, – él insiste. – El domingo pasado ¿recuerdas? Después de la playa. Hasta tengo tu traje termostático colgado arriba. Ahora siéntate. – El golpea el acojinado del sofá. – Quiero verte descansar. –

Me dejo caer en el sobrecargado sofá, aún sosteniendo la foto y preguntándome cuándo fue tomada. Mi cabello esta largo y suelto, mi rostro esta levemente sonrojado y llevo puesta una sudadera color durazno que había olvidado que tenía y, aunque parece que estoy riendo, mis ojos están tristes y serios.

– La tomé un día en la escuela. Cuando no estabas mirando. Prefiero las tomas candid, es la única manera de capturar de verdad la esencia de una persona, – él dice, removiéndola de mis manos y regresándola a la mesa. –
Ahora cierra tus ojos y descansa mientras te preparo té. –

Cuando el té está listo, el coloca una tasa en mis manos y luego se ocupa en arroparme con una gruesa manta de lana.

– Esto es realmente lindo, pero no es necesario, – le digo, poniendo la tasa en la mesa y mirando a mi reloj, pensando que si nos vamos ahora, aún podría llegar a tiempo a la segunda clase. – En serio, estoy bien. Deberíamos regresar a la escuela.–

– Ever, te desmayaste,– él dice, sentándose junto a mí, sus ojos buscando mi cara mientras toca mi cabello.

– Esas cosas pasan. – Me encojo de hombros, avergonzada por tanta preocupación de su parte, especialmente cuando sé que no me pasa nada.

– No en mi cuidado, – él susurra, moviendo su mano de mi cabello hacia la cicatriz en mi cara.

– No. – Yo alejo su mano antes de que él la pueda tocar, observando como él deja caer su mano a su lado.

– ¿Qué sucede?– él pregunta, mirándome detenidamente.

– No quiero contagiarte, – le miento, sin querer admitir la verdad: que la cicatriz es solamente para mí.

Un recuerdo constante, asegurando que nunca olvidaré. Por eso es que me rehúso a la cirugía plástica, me rehúso a que ellos me la ‘arreglen’. Sabiendo que lo que pasó nunca podrá ser arreglado.

Es mi culpa, mi dolor privado y por eso lo escondo bajo mi flequillo.

Pero él solo ríe cuando dice, – Yo no me enfermo. –

Cierro mis ojos y muevo la cabeza y cuando los abro, digo, – Ah, ahora resulta que no te enfermas. –

El se encoje de hombros y lleva la tasa a mis labios, urgiéndome que beba.

Yo tomo un pequeño sorbo y luego giro la cabeza y aparto la tasa diciendo, – Veamos: no te enfermas, no te metes en problemas por faltar a clases, tienes perfectas calificaciones a pesar de que nunca vas a la escuela, coges una brocha y voila, haces un Picasso mejor que el mismo Picasso. Puedes cocinar una cena igual de buena que cualquier chef cinco estrellas, solías ser modelo en Nueva York, lo cual fue luego de haber vivido en Santa Fe, que fue después de vivir en Londres, Rumania, Paris y Egipto. No trabajas, estas emancipado, pero aún así de alguna manera te las arreglas para vivir en una casa multimillonaria de ensueño y lujosamente decorada, conduces un auto de lujo y…–

– Roma, – él dice, mirándome seriamente.

– ¿Qué?–

– Dijiste que vivía en Rumania cuando en realidad fue en Roma. –

Yo entorno los ojos. – Lo que sea, el punto es…– Me detengo con mis palabras atoradas en mi garganta.

– ¿Si?– El se inclina sobre mí.

– El punto es…– Trago con dificultad y evito mirarlo, mi mente tratando de agarrar el borde de algo, algo que me ha estado corroyendo desde hace tiempo.

Algo sobre Zayn, algo sobre esa casi, sobrehumana, cualidad de él. ¿Será un fantasma como Riley? No, eso es imposible, todo el mundo puede verlo.

– Ever, – él dice con la palma de su mano en mi mejilla, girando mi cabeza para que pueda estar frente a él otra vez. – Ever, yo…–

Pero antes de que pueda terminar, estoy fuera del sofá y fuera de su alcance, tirando la manta que cubre mis hombros y rehusándome a mirarlo cuando le digo, – Llévame a mi casa. –


***

Capítulo 26



En el momento en que Zayn entra en el porche, salto del auto y salgo corriendo, pasando por la puerta principal y saltando los escalones de dos en dos, esperando y rogando que Riley esté ahí. Necesito verla, necesito hablarle de todos los extraños pensamientos que se están armando dentro de mí.

Ella es la única a la que siquiera se lo puedo explicar, la única que podría entenderlo. Miro en mi pieza, mi baño, mi balcón, me paro en mi cuarto y comienzo a llamarla, sintiéndome extraña, agitada, inestable, entrando en pánico de una manera que casi ni puedo explicar. Pero cuando ella no aparece, me derrumbo en mi cama, me acurruco, y revivo su pérdida una vez más.

–Ever, cariño, ¿estás bien?– Sabine deja caer su cartera y se arrodilla al lado mío, su palma fría y segura contra mi frente húmeda y caliente.

Cierro los ojos y meneo la cabeza, sabiendo que aún con mi reciente desmayo y aunque me siento exhausta, no estoy enferma. Al menos no en la manera en la que ella se refiere. Es más complicado que eso, y no se cura tan fácil.

Ruedo a un costado, usando el cubre almohada para limpiar mis lagrimas, y luego la miro y le digo –A veces… a veces solo me choca, ¿sabes? Y, no se está volviendo más fácil, – Me atraganto, mis ojos llenándose de lágrimas nuevamente.

Ella me mira, su cara se suaviza con pena mientras dice, –no estoy segura de que pase. Creo que tan solo te acostumbras al sentimiento, al vacío, y de alguna forma aprendes a vivir con ello. – Ella sonríe, removiendo mis lágrimas con su mano.

Y cuando se acuesta a mi lado mío, yo no me corro. Yo sólo cierro los ojos y me dejo sentir su dolor, y mi dolor, hasta que esta todo mezclado, puro y profundo sin principio ni final. Y nos quedamos así, llorando y charlando en la manera que debimos hacer hace mucho tiempo.

Si tan solo yo la hubiese dejado entrar. Si tan solo yo no la hubiese alejado.

Y cuando ella finalmente se levanta para hacer la cena, rebusca en su cartera y dice, –Mira lo que encontré en el baúl de mi auto. Te la pedí prestada hace años, cuando recién te mudaste aquí. No me di cuenta que la tenía todo este tiempo–

Ella me tira la capucha color melocotón. La que había olvidado por completo. La que no había usado desde la primer semana de colegio.

La que estaba usando en la foto de la mesita de Zayn aunque todavía no nos habíamos conocido.

Al día siguiente en la escuela, paso manejando frente a Zayn, y ese estúpido espacio que siempre guarda para mi, y aparco en lo que parece ser el otro lado del mundo.

– ¿Qué diablos?– Dice Miles, mirándome incrédulo. – ¡Te pasaste! ¡Y mira ahora todo lo que tenemos que caminar!–

Yo cierro con fuerza mi puerta y camino enojada, pasando justo frente a Zayn que está recostado contra su auto, esperándome.

–Um, ¡Ho-la! Alto, morocho y guapo a las tres en punto, ¡pasaste justo al lado! ¿Qué te está pasando?– Dice Miles, tomando mi brazo y mirándome. – ¿Están ustedes peleados?–

Pero yo solo meneo la cabeza y me alejo. –No pasa nada, – Digo, dando zancazos hacia el edificio.

Aún cuando la última vez que chequee Zayn estaba bien atrás mío, cuando entro a clases y me dirijo a mi asiento, él ya está ahí. Así que subo mi capucha y prendo mi IPod, intentando ignorarlo, mientras espero que el Sr. Robins empiece la clase.

–Ever,– Susurra Zayn, mientras yo miro justo hacia delante, concentrándome en la línea de pelo del Sr. Robins que está en retroceso, esperando mi turno para decir “aquí”. –Ever, se que estas molesta. Pero puedo explicarlo. –

Miro hacia delante pretendiendo que no puedo escucharlo.

–Ever, por favor, – Me ruega.

Pero yo tan solo actúo como si no estuviera.

Y justo cuando el Sr. Robins llega a mi nombre, Zayn suspira, cierra los ojos, y dice, –Bien. Sólo recuerda, tú lo pediste. – Y lo próximo que sé, un horrible ¡THWONK! Resuena en el cuarto, y diecinueve cabezas golpean el escritorio. Las cabezas de todos pero la de Zayn y la mía no.

Yo miro a mi alrededor, mi boca abierta, mis ojos tratando de comprender, y cuando finalmente miro a Zayn de forma acusadora, él sólo se encoge y dice, –Esto es justo lo que quería evitar. –

– ¿Qué has hecho?– Miro a todos los cuerpos flácidos, empezando a comprender. –Oh mi Dios, ¡Los mataste! ¡Los mataste a todos!– Grito, mi corazón latiendo tan fuerte que estoy segura de que puede escucharlo.

Pero el solo niega con la cabeza y dice, –Vamos, Ever. ¿Por qué me estás tomando? Claro que no los mate. Ellos sólo están tomando una pequeña… siesta, eso es todo. –

Yo me acerco al borde de mi asiento, mis ojos fijos en la puerta, planeando mi escape.

– Puedes intentarlo, pero no vas a llegar muy lejos. ¿Has visto como te gano a clases aún cuando tienes ventaja?–
Él se cruza de piernas y me mira, su cara calma, su voz tan firme como puede estar.

– ¿Puedes leer las mentes?– Susurro, recordando algunos de mis pensamientos más vergonzantes, mis cachetes poniéndose colorados mientras mis dedos toman firmemente el escritorio.

– Generalmente. – Se encoje. –Bueno, a decir verdad siempre, sí. –

– ¿Desde cuándo?– lo miro fijo, parte de mi queriendo escapar, mientras otra parte quiere tener algunas respuestas antes de mi seguro fallecimiento.

– Desde el primer día en que te vi, – Él murmura, su mirada clavada en la mía, inundando mí cuerpo con una corriente tibia.

– ¿Y cuando fue eso?– Pregunto, mi voz temblando, recordando la foto en su mesa, preguntándome desde cuándo me está acechando.

– No te estoy acechando. – Se ríe. –Al menos no de la manera en que tú lo piensas. –

– ¿Por qué debería de creerte?– Yo lo miro echando fuego por los ojos, sabiendo que no es bueno confiar en él, sin importar en qué.

– Porque nunca te mentí. – – ¡Estás mintiendo ahora!–

– Nunca te mentí sobre nada importante, – Él dice, evitando mi mirada.

– Oh, ¿de verdad? ¿Qué hay del hecho de que me hayas sacado una foto incluso antes de que te hubieras siquiera matriculado acá? ¿Dónde exactamente cae eso entre las cosas importantes que compartir en una relación?– Lo
miro.

Él suspira, sus ojos parecen cansados cuando dice, – ¿Y dónde el ser una clarividente que se la pasa con su hermanita muerta cae entre las tuyas?–

– No sabes nada de mi.– Me paro, mis manos sudadas temblando, mi corazón palpitando fuerte contra mi pecho, mientras miro a todos los cuerpos inertes en la habitación, Stacia con la boca abierta, Craig roncando tan fuerte que incluso vibra, el Sr. Robins que parece más feliz y pacífico que nunca. – ¿Es toda la escuela, o solo este salón?–

– No puedo estar seguro, pero adivino que es toda la escuela. – Él asiente, sonriendo mientras mira alrededor, claramente complacido con su trabajo.

Y sin otra palabra, me levanto de mi asiento, corro hacia la puerta, por el pasillo, a través de la oficina. Paso volando por secretarias dormidas y administradores recostados contra sus escritorios, antes de salir al estacionamiento, corriendo hacia mi pequeño Miata, donde Zayn ya está esperando, mi bolso colgando de la punta de sus dedos.

– Te lo dije. – Él se encoje, devolviéndome la mochila.

Estoy parada frente a él, sudada, frenética, completamente asustada. Todos esos momentos olvidados volviendo a mi mente –su cara cubierta de sangre, Haven sollozando, y el cuarto raro y escalofriante- Y sé que le hizo algo a mi mente, algo para que no lo recordara, y aunque no soy adversaria para él, me niego a caer sin antes pelear.

– ¡Ever!– él grita, acercándose a mí, luego dejando su mano caer a un lado. – ¿Crees que hice todo esto para matarte?– Sus ojos están llenos de angustia, frenéticamente buscando en mi cara.

– ¿No es ese el plan?– Lo miro furiosa. –Haven cree que es tan solo un sueño salvaje y gótico a causa de la fiebre.
Soy la única que sabe la verdad. Soy la única que sabe el monstruo que eres. Lo único que no entiendo es ¿Por qué no nos mataste a ambas cuanto tuviste la oportunidad? ¿Por qué te molestaste en suprimir el recuerdo dejándome con vida?–

– Yo nunca te lastimaría. – Él dice, sus ojos llenos de dolor. –No has entendido nada, estaba tratando de salvar a Haven, no lastimarla. Tú tan solo no escuchabas. –

– Entonces, ¿Por qué ella se veía como si estuviese a punto de morir?– Presiono mis labios para evitar que tiemblen, mis ojos fijos en los suyos pero negándome a su tibieza.

– Porque ella estaba al borde de la muerte, – Él dice, sonando molesto. –Ese tatuaje en su muñeca estaba infectado de la peor manera, la estaba matando. Cuando nos encontraste yo estaba absorbiendo la infección fuera de ella, como con una picadura de serpiente. –

Yo meneo la cabeza. –Sé lo que vi. –

Él cierra los ojos, tomando el puente de su nariz con los dedos y dando un largo respiro antes de mirarme nuevamente y decir, –Sé como se ve. Y sé que no me crees. Pero he estado tratando de explicarte y tú no me dejabas, así que hice todo esto para tener tu atención. Porque, Ever, créeme, lo has entendido todo mal. –

Él me mira, sus ojos oscuros e intensos, sus manos relajadas y abiertas, pero yo no me lo creo. Ni una palabra. Él ha tenido cientos, quizás miles de años para perfeccionar su acto, resultando en un buen show, pero aún así sólo un show. Y aunque no puedo creer que esté a punto de decirlo, aunque no puedo creerlo del todo, hay una sola explicación, no importa cuán loca sea.

– Todo lo que sé es que quiero que vuelvas a tu féretro o cajón, o lo que fuese en lo que vivías antes de venir aquí y…– Tomo aire, sintiéndome atrapada en una horrible pesadilla, deseando despertarme pronto. – ¡Tan solo déjame sola, vete!–
E
l cierra los ojos y niega con la cabeza, intentando no reírse mientras dice, –Ever, no soy un vampiro. –

– Oh, ¿Si? Pruébalo– Digo, mi voz temblorosa, mis ojos en los de él, totalmente convencida de que estoy a un rosario, un diente de ajo, y una estaca de terminar con esto.

Pero él solo ríe. –No seas ridícula, no hay semejante cosa. –

– Sé lo que vi, – Le digo, imaginando la sangre, Haven, ese cuarto espeluznante, sabiendo que en cuanto lo vea, él lo va a ver también. Preguntándome como hará para tratar de explicar su amistad con María Antonieta, Picasso, Van Gogh, Emily Brontë, y William Shakespeare cuando vivían a siglos de distancia.

El menea la cabeza, luego me mira y dice, – Bueno, a lo que eso se refiere, también fui amigo de Leonardo Da Vinci, Botticelli, Francis Bacón, Albert Einstein, y John, Paul, George y Ringo.– El hace una pausa, viendo la mirada desconcertada que tengo y protestando cuando dice, –Dios, Ever, ¡Los Beatles!– El niega con la cabeza y ríe. –Dios, me haces sentir viejo. – Yo solo me detengo ahí, apenas respirando, sin comprender, pero cuando él se acerca a mí, todavía tengo el buen sentido de alejarme. –No soy un vampiro, Ever. Soy un inmortal. –

Yo revoleo mis ojos. –Vampiro, inmortal, es igual, – Digo, meneando la cabeza y bufando, pensando cuan ridículo es discutir por el rótulo.

– Ah, pero es un rótulo por el que sí vale discutir, ya que hay una gran diferencia. Verás, los vampiros son ficción, criaturas inventadas que existen sólo en los libros, y películas, y en tu caso, en la imaginación. – Sonríe. –Mientras que yo soy un inmortal. Lo que quiere decir que pisé la Tierra por cientos de años en el círculo continuo de la vida. Aunque, al contrario de la fantasía que te has imaginado, mi inmortalidad no se basa en chupar sangre, el sacrificio humano, o cualquier acto desagradable que te hayas imaginado. –

Yo lo miro de soslayo, recordando de repente su bebida extraña y roja y preguntándome si eso tiene algo que ver con su longevidad. Como algún elixir de inmortalidad o algo así.

– Jugo inmortal. – Se ríe. –Esa es buena. Imagínate las posibilidades en el mercado. – Pero cuando ve que no me estoy riendo, su cara se suaviza cuando dice, –Ever, por favor, no hay necesidad de que me temas. No soy peligroso, o malvado, y jamás haría algo para dañarte. Soy simplemente un chico que ha vivido un tiempo realmente largo. Quizás demasiado largo, ¿quién sabe? Pero eso no me hace malo. Solo inmortal. Y me temo…– Él se acerca a mí, pero yo me retiro, mis piernas temblando, inestables, rehusándome a escuchar nada más.

– ¡Estas mintiendo!– Susurro, mi corazón lleno de bronca. –Esto es una locura. ¡Tú estás loco!–

Él menea la cabeza y me mira, sus ojos llenos de pesar. Luego da un paso hacia mí y dice, – ¿Recuerdas la primera vez que me viste? ¿Justo aquí, en el estacionamiento? ¿Y cómo el segundo que tus ojos se unieron con los míos sentiste un aire de reconocimiento? Y el otro día, cuando te desmayaste, ¿Cómo abriste los ojos y miraste justo a los míos, y estabas tan cerca de recordar, justo a punto de recolectar, pero luego perdiste el hilo?–

Yo lo miro fijo, inmóvil, sintiendo justo lo que está a punto de decir, pero negándome a escucharlo.

– ¡No!– yo balbuceo, haciendo otro paso hacia atrás, mi cabeza mareada, mi cuerpo fuera de balance mientras mis rodillas empiezan a fallar.

–Yo soy quien te encontró ese día en el bosque. ¡Yo fui quien te trajo de vuelta!– Yo niego con la cabeza, mis ojos llenos de lágrimas. ¡No! –Los ojos que miraste ese día, en tu… vuelta… eran los míos, Ever. Yo estaba ahí. Yo estaba justo ahí a tu lado. Yo te traje de vuelta. Yo te salve. Sé que lo recuerdas. Puedo verlo en tus pensamientos. –

– ¡No!– Grito, cubriendo mis oídos y cerrando los ojos. – ¡Para!– Grito, sin querer escuchar más.

– Ever. – Su voz invade mis pensamientos, mis sentidos. –Lo siento, pero es verdad. Aunque no tienes ninguna razón para temerme. –

Me derrumbo en el piso, mi cara presionada contra mis rodillas, mientras rompo en violentos sollozos.

– ¡No tenías derecho a acercarte a mí, ningún derecho a interferir! ¡Es tu culpa que yo sea un fenómeno! ¡Estoy trabada con esta horrible vida! ¿Por qué no me dejaste sola? ¿Por qué no me dejaste morir?–

– No podía soportar el perderte de nuevo, – Él murmura, arrodillándose junto a mí. –No esta vez. No otra vez. –

Yo levanto mi mirada a la suya, no teniendo idea de lo que quiere decir, pero deseando que no intente explicarse.
Ya he escuchado cuanto puedo soportar, y sólo quiero que frene. Solo quiero que termine.

Él menea la cabeza, una expresión de angustia haciendo una máscara en su cara. –Ever, por favor. No pienses así, por favor no…–

– Entonces… Entonces ¿Tu tan solo decidiste al azar el traerme de nuevo mientras toda mi familia moría?– Digo, mirándolo, mi angustia consumida por una rabia en aumento. – ¿Por qué? ¿Por qué harías algo así? Quiero decir, si lo que dices es verdad, si eres tan poderoso que puedes revivir a los muertos, ¿Por qué no los salvaste a ellos también? ¿Por qué solo yo?–

Él se contrae de dolor ante la hostilidad de mi mirada, pequeñas flechas de odio dirigidas a él. Luego cierra los ojos cuando dice, –No soy tan poderoso. Y era demasiado tarde, ellos ya se habían ido. Pero tú… tú permaneciste. Y yo creí que eso significaba que tú querías vivir. –

Yo me apoyo en mi auto, cerrando los ojos, jadeando en busca de aliento, pensando: Así que es realmente mi culpa. Porque yo dilate mi pasaje, permanecí allí, vague por ese estúpido campo, distraída por esos árboles y flores que temblaban. Mientras ellos se iban, cruzaban al otro lado, y yo mordí el anzuelo…

Él me mira brevemente, luego evita mis ojos. Y aunque parezca irónico, la primera vez que estoy tan enojada que podría verdaderamente matar a alguien, mi enojo está dirigido a alguien que dice ser, bueno, imposible de matar.

– ¡Vete!– Digo finalmente, arrancando la pulsera de caballos de cristal en mi muñeca y tirándosela a él. Queriendo olvidar eso, olvidarlo a él, olvidarlo todo. Habiendo visto y oído más de lo que puedo soportar. –Tan solo… vete. No quiero verte nunca más. –

– Ever, por favor, no digas eso si no lo sientes realmente, – Su voz suplicando, llena de pesar, débil. Pongo mi cabeza en mis manos, demasiado débil para llorar, demasiado destrozada para hablar. Y sabiendo que él puede leer lo que pienso, cierro los ojos y pienso:

Dices que nunca me lastimarías, ¡Pero mira lo que has hecho! Lo has arruinado todo, destrozado mi vida entera, ¿Y con qué fin? ¿Para que esté sola? ¿Para qué viva el resto de mi vida como un fenómeno? Te odio… Te odio por lo que me has hecho… Te odio por lo que me has convertido… ¡Te odio por haber sido tan egoísta! ¡Y no quiero nunca, jamás volverte a ver!

Me quedo así, con la cabeza entre mis manos, moviéndome atrás y adelante chocando contra la rueda de mi auto, dejando que las palabras fluyan una y otra vez.

Solo déjame ser normal, por favor, tan solo déjame ser normal otra vez. Vete, déjame sola. Porque te odio… te odio…. Te odio… Te odio…

Cuando finalmente levanto la vista, estoy rodeada de tulipanes… cientos y miles de tulipanes, todos ellos rojos. Esos pétalos suaves y cerosos brillando con el sol de la mañana, llenando el estacionamiento y cubriendo todos los autos. Y mientras lucho por pararme y me los barro de encima, sé sin mirar: quien los envía se ha ido.


***
Mili1D
Mili1D


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Mensaje por Roochi.1D Mar 12 Mar 2013, 6:25 pm

Los tulipanes rojos, amé su significado !
Y ella es tan tonta.
Dios.
Espero el proximo, en fin...
Te amoooooooooooo <3
Roochi.1D
Roochi.1D


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Mensaje por ClaudiaDenisse Jue 14 Mar 2013, 7:11 pm

Hola:) Soy nueva lectora y porfavor síguelaaaaaaaaaa !*-*
ClaudiaDenisse
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Mensaje por Mili1D Jue 21 Mar 2013, 10:19 am

Roochi.1D escribió:Los tulipanes rojos, amé su significado !
Y ella es tan tonta.
Dios.
Espero el proximo, en fin...
Te amoooooooooooo <3

asdkjfhbdsnakl yo también :3
Ya la sigo bebe, te amo mas!!
Mili1D
Mili1D


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Mensaje por Mili1D Jue 21 Mar 2013, 10:20 am

ClaudiaDenisse escribió:Hola:) Soy nueva lectora y porfavor síguelaaaaaaaaaa !*-*

Bienvenida! Ya la sigo :))
Mili1D
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Mensaje por Mili1D Jue 21 Mar 2013, 11:26 am

Capítulo 27



Es raro no tener en la clase de inglés a Zayn sentado junto a mí, tomando mi mano, susurrando en mi oído y actuando como mi propio botón de apagar. Supongo que me acostumbré tanto a tenerlo alrededor mío, que olvidé lo mezquinas que Stacia y Honor pueden ser. Pero al verlas hacer muecas mientras se envían mensajes de texto como -estúpida fenómeno, no hay ninguna duda de por qué él se fue- sé que otra vez volveré a depender de mi capucha, mis gafas y mi iPod. Pero puedo ver la ironía. Puedo ver el lado cómico, porque para alguien que lloriqueó en el lote de estacionamiento, suplicándole a su novio inmortal que desapareciera para que ella pudiera sentirse otra vez normal, bueno, obviamente la parte cómica soy yo. Porque ahora, en mi nueva vida sin Zayn, todos los pensamientos al azar, las profusiones de colores y sonidos, son tan insoportables, tan tremendamente aplastantes, que mis oídos están vibrando constantemente, mis ojos están constantemente llorosos y las migrañas aparecen tan rápido invadiendo mi cabeza, secuestrando mi cuerpo y dejándome tan rendida y nauseabundamente mareada, que apenas puedo funcionar. Pero es gracioso como yo estaba tan preocupada por mencionarle a Miles y a Haven nuestro rompimiento, que pasó una semana completa antes de que su nombre fuera mencionado y, aún así, fui yo la que trajo el tema. Supongo que ellos se acostumbraron tanto a su errática asistencia, que no vieron nada inusual en su ausencia extendida.

Así que un día, durante el almuerzo, aclaré mi garganta, los observé a los dos, y dije, –Para que sepan, Zayn y yo rompimos.– Y cuando sus bocas se quedan boquiabiertas y ambos comienzan a hablar, yo levanto una mano y digo, –Y se fue.–

–¿Se fue?– Ellos dicen, cuatro ojos vigilantes, dos mandíbulas cayéndose, ambos negándose a creer y, aunque supe que ellos se iban a preocupar, aunque supe que les debía una buena explicación, yo solo moví la cabeza, presioné mis labios y me rehusé a decir nada más.

Pero la Srta. Machado no fue nada fácil.

Unos cuantos días después de que Zayn se fue, ella se dirigió directo a mi caballete, hizo su mejor intento para evitar mirar mi Van Gogh desastroso y dijo, –Yo sé que tú y Zayn eran cercanos y sé lo difícil que esto puede ser para ti, así que pensé que deberías tener esto. Creo que lo encontrarás extraordinario. –

Ella me acercó un lienzo, pero yo solo lo recosté de la pata de mi caballete y seguí pintando. No tengo ninguna duda de que sea extraordinario; todo lo que Zayn hacía era extraordinario. Pero cuando has rondado la Tierra por cientos de años, tienes demasiado tiempo para perfeccionar unas cuantas destrezas.

– ¿No lo vas a mirar?– Ella preguntó, confundida por mi falta de interés en la obra maestra de Zayn, réplica de otra obra maestra.

Pero yo solo me giré hacia ella, forzándome a sonreír mientras dije, –No. Pero gracias por dármelo, – y cuando la campana finalmente sonó, lo cargue hasta mi auto, lo tiré al maletero, dejé caer la puerta sin ni siquiera mirarlo.

Y cuando Miles preguntó, – ¿Oye, qué era eso?–

Yo solo introduje la llave en la ignición y dije, –Nada. – Pero la única cosa que nunca esperé, fue lo solitaria que me sentí. Supongo que fallé en darme cuenta de cuánto dependía de Zayn y Riley para llenar el vacío, para sellar las grietas en mi vida y, aunque Riley me advirtió que ya no estaría tanto tiempo conmigo, no pude evitar el pánico cuando pasaron tres semanas. Porque decirle adiós a Zayn, mi guapo, espeluznante y posiblemente malévolo novio inmortal, era más difícil de lo que me permitiría admitir, pero el no poder despedirme de Riley es más de lo que podría soportar.

El sábado, cuando Miles y Haven me invitan para ir con ellos al anual peregrinaje del Invierno de Fantasía, acepto porque sé que ya es tiempo de salir de la casa, fuera de mi depresión y reunirme con los vivos y, como es la primera vez que voy a eso, ellos están muy emocionados en mostrarme los alrededores.

–No es tan bueno como el Festival de Aserrín en verano, – Miles dice luego de que compramos nuestros boletos y nos dirigimos a la entrada.

–Eso es porque es mejor, – dice Haven, adelantándose y girándose para sonreírnos.

Miles hace una mueca. –Bueno, aparte del clima, realmente no importa porque ambos tienen sopladores de vidrio y esa es mi parte favorita. –

–Qué sorpresa.– Haven ríe, entrelazando su brazo con el de Miles mientras yo les sigo de cerca, mi cabeza girando por la energía que genera la multitud, todos los colores, visiones y sonidos arremolinándose en derredor mío, deseando haber tenido buen juicio y haberme quedado en casa donde todo es tranquilo y seguro.

Acabo de ponerme la capucha y estoy a punto de insertar mis audífonos cuando Haven se gira hacia mí y dice, – ¿En serio vas a hacer eso aquí?–

Así que me detengo y los guardo de vuelta en mi bolsillo porque, aunque quiero desconectarme de todo eso, no quiero que mis amigos piensen que estoy tratando de alejarlos a ellos también.

–Vamos, tienes que ver el soplador de vidrio, es increíble, – dice Miles, dirigiéndonos mientras pasamos por un Santa Claus que luce auténtico y varias orfebrerías, hasta que finalmente nos detenemos ante un muchacho creando hermosos envases multicolores usando solo su boca, un tubo largo metálico y fuego.

–Tengo que aprender cómo hacer eso. – El suspira, completamente paralizado. Yo me paro detrás de él, observando como el revoltijo de colores líquidos se moldea y toma forma, luego me dirijo hacia la próxima cabina, donde están vendiendo unos bolsos realmente bonitos.

Levanto uno del estante y acaricio el suave y lustroso cuero, pensando que sería un buen regalo de navidad para Sabine porque, aunque es algo que ella nunca se compra, podría quererlo en secreto.

– ¿Cuánto cuesta este?– Pregunto, estremeciéndome mientras mi voz retumba en mi cabeza como una percusión sin fin.

– Ciento cincuenta. – Miro a la mujer, observando su túnica india azul, jeans desteñidos y una gargantilla con el símbolo de paz, sabiendo que ella está preparada para bajar el precio mucho más.

Pero mis ojos me están ardiendo tanto y la pulsación en mi cabeza es tan severa, que no tengo fuerzas para regatear. En realidad solo quiero irme a mi casa.

Pongo el bolso de vuelta a donde lo encontré y comienzo a irme, cuando ella dice, –Pero para ti, son ciento treinta, – y, aunque sé que ella aún sigue en el tope de su oferta, que aún hay mucho por regatear, yo solo asiento y me alejo. Luego alguien detrás de mi dice, –Tu y yo sabemos que su límite es noventa y cinco ¿por qué te rendiste tan fácil?–

Cuando me volteo, veo una mujer pequeña, de cabello castaño, rodeada de un aura de un brillante púrpura. –Ava. –

Ella asiente y extiende su mano.

–Lo sé, – le digo, ignorándola.

–¿Cómo has estado?– Ella pregunta, sonriendo como si yo no acabara de hacer algo tan increíblemente frío y
grosero, lo que me hace sentir aún peor por haberlo hecho.

Me encojo de hombros, observando al soplador de vidrios, buscando a Miles y a Haven y sintiendo un poco de pánico cuando no los veo.

–Tus amigos están haciendo fila en Laguna Taco, pero no te preocupes, ellos también pedirán algo para ti. –

–Lo sé, – le digo, aunque no es cierto. Mi cabeza duele demasiado como para poder leer la mente de cualquiera.

Justo cuando comienzo a caminar hacia otra parte, ella me agarra del brazo y dice, –Ever, quiero que sepas que mi oferta sigue en pie. De verdad quiero ayudarte. – Ella sonríe.

Mi primer instinto es irme, alejarme de ella lo más posible, pero al momento que ella posa su mano sobre brazo, mi cabeza deja de latir, mis oídos dejan de zumbar y mis ojos dejan de fabricar lágrimas.

Pero cuando la miro a los ojos, recuerdo quién es realmente ‘la horrible mujer que robó a mi hermana’ y entrecierro mis ojos y me libero de un jalón, observándola mientras digo, – ¿No crees que ya has ‘ayudado’ lo suficiente?–
Presiono mis labios y la fulmino con la mirada. –Ya robaste a Riley ¿qué más quieres?– Trago con dificultad e intento no llorar.

Ella me mira, sus cejas uniéndose por la preocupación, su aura de un hermoso y vibrante violeta. –Riley nunca fue de nadie y ella siempre estará contigo, incluso cuando no puedas verla. – ella dice, intentando alcanzar mi brazo.

Pero yo me rehúso a escuchar y me rehúso a permitir que me vuelva a tocar, sin importar cuán calmante sea. –Solo mantente fuera de mi vida. – le digo, alejándome. –Déjame sola. Riley y yo estábamos bien hasta que tú llegaste. –

Pero ella no se va. No se va a ninguna parte. Ella solo se queda ahí, mirándome con esa molesta mirada suave y comprensiva. –Yo sé sobre los dolores de cabeza. – ella susurra con voz liviana y tranquilizadora. –No tienes que vivir así, Ever. De verdad te puedo ayudar. – Pero, aunque me encantaría tener un momento de paz y dejar de tener las avalanchas de dolor y ruido, giro sobre mis tacones y me alejo con prisa, deseando no volverla a ver.

– ¿Quién era esa?– Haven pregunta, metiendo una tortilla en una pequeño envase de salsa mientras yo me siento al lado de ella y me encojo de hombros.

–Nadie, – susurro, estremeciéndome mientras mis palabras vibran en mis oídos.

–Se parece a la psíquica de la fiesta. –

Yo alcanzo el plato que Miles desliza hacia mí y agarro un tenedor de plástico.

–No sabíamos qué querías, así que cogimos un poco de todo, – él dice. – ¿Compraste un bolso?–

Muevo la cabeza diciendo que no y al segundo que lo hago me arrepiento porque solo sirvió para intensificar el
dolor.

–Demasiado costoso, – le digo, cubriendo mi boca mientras mastico, el crujido retumbando tan fuerte que mis ojos están llenos de lágrimas. – ¿Compraste un jarrón?– Pero ya sé que no lo hizo, no solo porque soy psíquica, pero porque no hay ninguna bolsa.

–No, solo me gusta mirarlos cómo soplan. – El ríe y toma un sorbo de su bebida.

– ¡Oigan, chicos, silencio! ¿Ese es mi celular?– Haven busca en su enorme y sobrecargado bolso, que muchas veces le ha servido como armario.

–Bueno, como tú eres la única en esta mesa con un ring-tone de Marilyn Manson…– Miles se encoje de hombros, comiendo solo el interior del taco y dejando la plantilla.

– ¿Estas evitando los carbohidratos?– Le pregunto, observando como él selecciona su comida.

El dice que sí con la cabeza. –El que Tracy Turnblad sea gorda no significa que yo también tenga que serlo. –

Yo tomo un sorbo de mi Sprite, miro a Haven y lo sé todo cuando veo la expresión eufórica en su rostro.

Ella se aleja de nosotros cubriendo su otro oído y dice, – ¡Oh dios mío! Pensé que habías desaparecido estoy afuera con Miles, sí, Ever está aquí también, sí, están aquí mismo, ok. – Ella cubre el micrófono, y se dirige hacia nosotros, sus ojos iluminándose cuando dice, – ¡Drina les envía saludos!– Luego ella espera a que nosotros le respondamos, pero como no lo hacemos, ella entorna los ojos, se levanta y se aleja diciendo, –Ellos también te envían saludos. – Miles mueve la cabeza y me mira.

–Yo no dije nada. ¿Tú dijiste algo?–

Yo me encojo de hombros y mezclo las habichuelas con el arroz.

–Problemas,– él dice, mirándola y moviendo la cabeza y, aunque sé que es cierto, me pregunto a qué él se refiere exactamente porque la energía en este lugar esta rebosando y arremolinándose como una gran sopa cósmica demasiado grumosa como para meterme y estar en sintonía.

– ¿A qué te refieres?– le pregunto, mirándolo con los ojos entrecerrados.

– ¿No es obvio?– Me encojo de hombros, mi cabeza palpitando tan fuerte que no puedo entrar a la de él.

–Ay algo tan… espeluznante… en esa amistad. O sea, un inofensivo enamoramiento es una cosa, pero esto… esto simplemente no hace sentido. Es escalofriante. –

– ¿Cómo así espeluznante?– Arranco una pieza de la plantilla de mi taco y lo miro a él.

El ignora su arroz y se come las habichuelas. –Sé que esto va a sonar horrible y créeme, no quiero que sea así, pero es casi como si ella estuviera convirtiendo a Haven en un acólito. –

Yo alzo mis cejas.

–Una seguidora, una devota, un clon, un ‘mini-me’. – El se encoje de hombros. –Y eso es tan…–

–Espeluznante, – concluyo.

El toma de su bebida y nos mira a mí y a Haven. –Mira como ella comenzó a vestir como Drina, los lentes de contacto, el color del cabello, el maquillaje, la ropa, también actúa como ella o al menos lo intenta.–

–¿Es solo eso, o hay algo más?– le pregunto, preguntándome si él sabe algo en específico, o si es solamente un mal presentimiento.

– ¿Necesitas más?– él me mira boquiabierto.

Me encojo de hombros y dejo caer el taco en mi plato, sin tener más hambre.

–Pero entre tú y yo, ese asunto del tatuaje lo lleva a un nuevo nivel. O sea, ¿qué diablos?– él susurra echándole una ojeada a Haven, asegurándose de que ella no puede escuchar. – ¿Qué se supone que signifique?– Él mueve la cabeza. –O sea, ok, yo sé qué significa, pero ¿Qué significa para ellas? ¿Lo último en la moda de vampiros? Porque Drina no es exactamente una gótica. No estoy seguro de qué sea lo que ella intente con esos vestidos de dama de seda entallada y esos bolsos que combinan con los zapatos. ¿Será una secta? ¿Algún tipo de sociedad secreta? Y no me hagas comenzar con esa infección as-que-ro-sa que, dicho sea de paso, no tiene nada de normal, como ella piensa. Probablemente fue lo que la hizo enfermar. –

Yo presiono mis labios y lo miro fijamente, sin estar segura de qué responder o qué contarle y preguntándome por qué sigo tan determinada en guardar los secretos de Zayn, secretos que le dan un nuevo significado a la palabra espeluznante. Secretos que, cuando pienso en ello, no tienen nada que ver conmigo. Pero vacilo demasiado y Miles continúa, asegurándose de que el baúl siga cerrado, al menos por hoy.

–Todo esto es tan… enfermizo. – El se estremece.

– ¿Qué es enfermizo?– Haven pregunta sentándose súbitamente a mi lado y tirando su celular dentro de su bolso.

–No lavarte las manos después de ir al baño. – Dice Miles para salir del paso.

– ¿Y de eso ustedes estaban hablando?– Ella nos mira sospechosamente. – ¿Se supone que crea eso?–

–Te lo estoy diciendo, Ever se niega a usar el jabón y yo estaba tratando de advertirle de los peligros a los que ella se está exponiendo y a nosotros también. – Él menea la cabeza y me mira.

Yo entorno mis ojos, mi rostro tornándose carmesí, incluso cuando sé que no es cierto. Observando mientras Haven busca en su bolso, pasando por alto labiales, un rizador de pelo inalámbrico, pastillas de menta sin envoltura, hasta que finalmente encuentra un pequeño frasco plateado, lo destapa y hecha en nuestras bebidas una gran cantidad de un líquido transparente y sin olor.

–Bueno, todo eso es muy divertido, pero es obvio que ustedes estaban hablando de mí. ¿Pero saben qué? Estoy tan perdidamente feliz, que ni siquiera me importa. – Ella sonríe.

Yo alcanzo su mano, tratando de evitar que eche demasiado en mí vaso. He jurado no beber más vodka desde la vez que vomité hasta las tripas en el campamento de porristas, después de haber bebido más de lo que me tocaba de la botella que Rachel había logrado meter en nuestra cabaña.

Pero cuando la toco, me sobrecargo de terror, viendo un calendario destellar frente a mí con la fecha del 21 de diciembre circulado en rojo.

–Cielos, ya relájate. Deja de ser tan rígida. Vive un poco ¿quieres?– Ella mueve la cabeza y entorna los ojos. – ¿No me van a preguntar por qué estoy tan feliz?–

–No, porque sé que de todas maneras nos lo dirás, – Miles dice, desechando su plato luego de haberse comido todas las proteínas y haber dejado el resto para las palomas.

–Tienes razón, Miles, absolutamente tienes razón. Pero de todas formas, se siente bien cuando la gente te pregunta. En fin, esa fue Drina. Aún está en Nueva York disfrutando de una gran exposición de tiendas. Incluso compró muchas cosas para mí, si lo pueden creer. – Ella nos mira con ojos enormes, pero como no respondemos, ella pone mala cara y continúa. –En fin, ella les mandó saludos, aunque ustedes no se molestaron en responderle y no crean que ella no se dio cuenta, – ella dice, mirándonos con el ceño fruncido – ¡Pero ella regresará pronto y me acaba de invitar a una fiesta y ya estoy impaciente por ir!–

– ¿Cuándo?– Le pregunto, intentando que mi voz no suene llena de pánico aunque así es como me siento.
Preguntándome si será el 21 de diciembre.

Pero ella solo sonríe y dice que no con la cabeza. –Lo siento, no lo diré. Prometí no decir nada. –

– ¿Por qué?– Miles y yo preguntamos al mismo tiempo.

–Porque es súper exclusivo, solamente para invitados y ellos no quieren que vaya gente que no han sido invitados. –

– ¿Así es cómo nos ves? ¿Cómo del tipo que se cuela en fiestas?–

Haven se encoje de hombros y se da un buen trago de su bebida.

–Eso está mal. – Miles menea la cabeza. –Nosotros somos tus mejores amigos, así que por ley, tienes que decirnos. –

–No esta vez, – Haven dice. –Juré que guardaría el secreto. ¡Confórmense con que estoy tan emocionada que podría reventar!–

Yo la miro fijamente, allí sentada frente a mí, su rostro sonrojado por una felicidad que me pone al borde, pero mi cabeza me duela tanto, mis ojos de verdad se están desgarrando y su aura está tan fundida con el resto de las auras, que de verdad no puedo leer nada. Tomo un sorbo de mi bebida, olvidándome del vodka hasta que un rastro de líquido caliente resbala por mi garganta, recorre mis venas y hace que mi cabeza se tambalee.

– ¿Sigues enferma?– Haven pregunta, mirándome con preocupación. –Deberías tomarlo con calma. Quizá no te has sanado del todo. –

– ¿De qué?– le pregunto con los ojos entrecerrados, tomando un sorbo y luego otro, mientras mis sentidos se van embotando un poquito más con cada sorbo.

– ¡El resfriado con las fiebres y los sueños! ¿Recuerdas cuando te desmayaste aquel día en la escuela? Te dije que todo ese mareo y náuseas era solo el principio. Solo prométeme que me dirás si tienes los sueños porque ellos son increíbles. –

– ¿Qué sueños?–

– ¿No te lo dije?–

– No detalladamente. – Yo tomo otro sorbo, notando como mi cabeza se siente mareada y a la vez clara. Todas las visiones, los pensamientos al azar, los colores y los sonidos encogiéndose y desapareciendo súbitamente.

– ¡Fueron salvajes! Y no te enojes, pero Zayn estuvo en alguno de ellos, pero no es que haya pasado algo. No era de esa clase de sueño. Era como si él me estuviera salvando, como si él estuviera luchando contra las fuerzas malignas para salvar mi vida. Bien bizarro. – Ella ríe. –Ah, y hablando de él, Drina vio a Zayn en Nueva York. –

Yo miro fijamente a Haven, mi cuerpo volviéndose frío a pesar de que el alcohol está cobijando mi interior. Pero cuando tomo otro sorbo, el frío se va, llevándose consigo mi dolor y mi ansiedad.

Así que tomo otro. Y luego otro. Luego la miro fijamente y digo, – ¿Por qué me dijiste eso?–

Pero Haven solo se encoje de hombros. –Drina quería que lo supieras. –


***

Capítulo 28



Después del festival, subimos al auto de Haven, hacemos una parada rápida en su casa para rellenar su termo, luego vamos a la ciudad y aparcamos en la calle, llenamos el parquímetro de monedas, y ocupamos la vereda, los tres uno al lado del otro, con los brazos enganchados, haciendo que las otras personas se corran del camino, mientras cantamos — You never call me when you’re sober—tan fuerte como podemos y totalmente desentonados.
Doblándonos de risa cada vez que alguien nos mira y niega con la cabeza. Y cuando pasamos por una de esas librerías Nueva Era haciéndole propaganda a libros de psíquicos, yo solo ruedo mis ojos y desvío la mirada, emocionada de no ser ya parte de ese mundo, ahora que el alcohol me ha liberado, ahora que soy libre. Cruzamos la calle hasta Main Beach (Playa Principal), y por delante del Hotel Laguna, hasta que nos caemos en la arena, nuestras piernas enredadas, brazos entrelazados, pasando el termo entre nosotros, y lamentando la perdida en cuanto está vacío.

— ¡Diablos!— Murmuro, tirando mi cabeza hacia atrás y golpeando fuerte el fondo del termo y sus lados tratando de tomar hasta la última gota.

— Dios, tómatelo con calma. — Miles me mira. — Tan sólo siéntate y disfruta el silencio. —

Pero yo no quiero sentarme. Y estoy disfrutando el silencio. Tan sólo quiero estar segura de que continúe. Ahora que mis vínculos psíquicos se han roto, quiero asegurarme de que queden rotos.

— ¿Quieren ir a mi casa?— Yo digo, esperando que Sabine no esté en la casa así podemos hacernos con el vodka que quedo de Halloween y continuar con el mareo.

Pero Haven menea la cabeza. — Olvídalo, — Dice. — Estoy destrozada. Estoy pensando en dejar aquí el auto y arrastrarme a casa. —

— ¿Miles?— Yo lo miro de reojo, mis ojos implorando, no queriendo que la fiesta se termine. Esta es la primera vez que me siento tan liviana, tan libre, sin compromisos, tan normal, desde que… bueno, desde que Zayn se fue.

— No puedo. — Él niega con la cabeza. — Cena familiar. Siete y media en punto. Corbata opcional. Saco requerido.
— Se ríe, cayendo a la arena, mientras Haven se cae y lo acompaña.

— Bueno, ¿pero qué hay de mí? ¿Qué se supone que haga?— Me cruzo de brazos y miro a mis amigos, sin querer que me dejen sola, mirando mientras ellos ruedan y ríen juntos, ignorándome.

Al día siguiente, aunque duermo hasta tarde, lo primero que pienso cuando me despierto es: ¡Mi cabeza no late! Al menos no de la manera habitual. Luego ruedo a un costado, busco debajo de mi cama, y saco la botella de vodka que puse ahí la noche anterior, tomando un largo trago y cerrando los ojos mientras el cálido entumecimiento toma mi lengua y mi garganta. Y cuando Sabine revisa a ver si me levante, me emociono al ver que su aura se ha desvanecido.

— ¡Estoy despierta!— Digo, escondiendo la botella debajo de la almohada y corriendo a abrazarla. Ansiosa por ver qué tipo de energía sentiré, y exaltada cuando no siento nada. — ¿No es un día hermoso?— Sonrío, sintiendo mis labios torpes y flojos cuando revelan mis dientes.

Ella mira por la ventana y luego nuevamente a mí. — Si tú lo dices. — Ella se encoje.

Miro por la ventana a un día gris, nublado y lluvioso. Pero de nuevo, yo no me refería al clima. Me refería a mí. La nueva yo. La nueva, mejorada y no psíquica yo.

— Me recuerda a mi hogar. — Me encojo, sacándome la bata y metiéndome en la ducha.

El segundo que Miles entra en el auto y me mira, dice — ¿Qué diablos…?—

Yo miro mi sweater, mi pollera corta de jean, y mis chatitas, reliquias que Sabine había salvado de mi anterior vida, y sonrío.

— Lo siento, pero no acepto favores de extraños, — Dice, abriendo la puerta y simulando bajarse del auto.

— Soy yo, de verdad. Te lo juro sobre mí…. Bueno, solo créeme que soy yo. — Me río. — Y cierra la puerta de una vez, no necesito que te caigas y nos hagas llegar tarde. —

— No lo entiendo— Dice, mirándome sin creerlo. — Quiero decir, ¿Cuándo paso esto? Tan sólo ayer estabas usando tu ropa de siempre, y ahora parece que le hubieras asaltado el armario a Paris Hilton. — Lo miro. — Solo que con más clase, mucha más clase. —

Yo sonrío, apretando el acelerador, mis ruedas deslizándose en la calle empapada bajando el ritmo sólo cuando me doy cuenta que ya no tengo mi radar para policías y Miles empieza a gritar.


— De verdad Ever, ¿Qué diablos? Oh mi Dios, ¿Sigues borracha?—

— ¡No!— Digo, demasiado rápido. — Sólo estoy, ya sabes, saliendo del cascaron, eso es todo. Puedo ser algo… tímida, por los primeros….varios…meses. — Me rio. — Pero créeme, este es mi yo real. — Asiento, esperando que me crea.

— ¿Te diste cuenta que elegiste el día más húmedo, miserable del año para salir del cascaron?—

Yo meneo la cabeza y entro en el estacionamiento mientras digo, — No tienes una idea de lo hermoso que es. Me recuerda a mi hogar. — Estaciono en el lugar disponible más cercano, luego corremos al portón, nuestras mochilas sobre la cabeza simulando paraguas, mientras las suelas del nuestros zapatos salpican agua a nuestras piernas.

Y cuando veo a Haven temblando bajo el alero, tengo ganas de saltar de alegría por la falta de aura.

— ¿Qué diantres…?— Dice, sus ojos fuera de órbita cuando me mira de arriba abajo.

— Ustedes realmente tienen que aprender a terminar sus oraciones. — Me rio.

— De verdad, ¿Quién eres?— Ella dice, todavía mirándome incrédula.

Miles se ríe, nos toma del brazo a ambas, y nos dirige al interior, diciendo, — No te preocupes por la Señorita Oregon (Miss Oregon, como título de certamen de belleza), ella parece pensar que es un día hermoso. —


Cuando entro a la clase de inglés, me siento tranquila al no ver o escuchar algo que no debería. Y aún cuando Stacia y Honor están cuchicheando sin parar, mirando fijamente mi ropa, mis zapatos, mi pelo, incluso el maquillaje que uso en mi cara, yo sólo hago caso omiso y me ocupo de mis propios asuntos.

Porque aunque estoy segura de que no están diciendo nada ni siquiera cercano a agradable, el hecho de ya no saber las palabras exactas hace un mundo de diferencia. Y cuando las vuelvo a ver mirándome, yo solo sonrío y saludo con la mano hasta que se impresionan tanto que se dan vuelta. Para cuando llega el tercer período el alcohol está perdiendo el efecto, dejando entrar algunas cosas, colores, y sonidos que amenazan con sobrepasarme. Y cuando levanto la mano y pido permiso para salir del aula, sólo llego a la puerta cuando me toma por completo.

Me tambaleo hasta mi locker, tratando de recordar la combinación correcta.

¿Es 24-18-12-3? ¿O 12-18-3-24?

Miro alrededor del pasillo, mi cabeza palpitando, mis ojos llorosos, y luego lo logro… 18-3-24-12. Y rebusco en una pila de libros y papeles, tirándolos todos al piso pero sin prestarles atención mientras caen a mis pies, sólo queriendo encontrar la botella de agua que escondí adentro, rogando por un sorbo del dulce líquido que tiene dentro.

La destapo y tiro la cabeza hacia atrás, tomando un largo sorbo, seguido de otro más, y otro, y otro. Y esperando lograrlo hasta el almuerzo, tomo uno más cuando escucho:

— Quieta…sonríe… ¿No? Está bien, lo tengo igual. — Y miro horrorizada mientras Stacia se acerca, con la cámara en alto, una imagen mía, tomando vodka, claramente tomada.

— ¿Quién habría adivinado que eras tan fotogénica? Pero claro, es tan raro que tengamos la oportunidad de verte sin capucha. — Sonríe, sus ojos mirándome fijo, de los pies a la cabeza.

Yo la miro, y aún cuando mis sentidos se han ido por el alcohol sus intenciones están claras. — ¿A quién quieres que se la envíe primero? ¿A tu mamá?— Levanta una ceja y cubre su boca haciendo una mueca de horror, mientras dice, — Oh, lo siento, mis disculpas. Lo que quise decir fue tu tía. ¿O quizás alguno de tus profesores? ¿O tal vez todos tus profesores? ¿No? No, tienes razón, esto debería ir derecho al director, un pájaro, un tiro, una muerte rápida y limpia como dicen, —

— Es una botella de agua,— Le digo, agachándome para tomar todos mis libros y meterlos nuevamente en el locker, luchando por sonar indiferente, actuando como si no me importara, sabiendo que ella puede oler el miedo mejor que cualquier perro policía entrenado. — Todo lo que tienes es una foto mía tomando de una botella de agua. Nada del otro mundo. —

— Una botella de agua. — Se ríe. — Si, y eso es lo que es. Y tan original si puedo acotar. Estoy segura de que eres la primera persona que se le ocurre ocultar el vodka en una botella de agua. — Rueda los ojos. — Por favor. Vas a caer seguro, Ever. Un rápido test de sobriedad, y es un adiós Bay View, hola academia para fracasados y abusadores. —

Yo la miro parada frente a mí, tan segura, tan creída, tan completamente confiada, y sé que tiene toda la razón para estarlo, me agarró con las manos en la masa. Y aunque la evidencia puede parecer circunstancial, ambas sabemos que no lo es. Ambas sabemos que tiene razón.

— ¿Qué es lo que quieres?— Finalmente susurro, sabiendo que todo el mundo tiene un precio, sólo tengo que encontrar el de ella. He escuchado sus pensamientos en el último año, vi suficientes visiones, para confirmar que eso es verdad.

— Bueno, para empezar, quiero que dejes de molestarme, — Ella dice, cruzándose de brazos, ocultando la evidencia bajo ellos.

— Pero yo no te molesto, — Digo, las palabras algo arrastradas. — Tú me molestas a mí. —

— Al contrario. — Sonríe, mirándome mordaz. — Sólo el tener que mirarte un día tras otro es una molestia. Una enorme y horrible molestia. —

— ¿Quieres que me transfiera de la clase de Inglés?— Pregunto, todavía con la estúpida botella en la mano, insegura de qué hacer con ella. Si la dejo en mi locker, ella podría hacer que me la confisquen…y si la pongo en la mochila sería lo mismo.

— Tú sabes que aún me debes aquel vestido que me destruiste en tu torpeza. — Así que eso es, me está extorsionando. Es bueno que ganara todo ese dinero en las carreras. Yo busco en mi mochila, localizo mi billetera, más que dispuesta a retribuirle el dinero si eso va a terminar con todo.

— ¿Cuánto quieres?— Digo. Ella me mira, tratando de calcular cuánto puedo llegar a tener.

— Bueno, como dije, era un vestido de diseñador… y no es tan fácil reemplazarlo así que…—

— ¿Cien?— Tomo un billete con Ben Franklin y se lo ofrezco.

Ella rueda los ojos. — Mientras que entiendo que no tengas idea de moda y todas las cosas que vale la pena tener, realmente necesitas subir la oferta. Apunta un poco más alto, — Tratando de ojear mi billetera.

Pero como los extorsionistas tienen una forma de volver siempre pidiendo más, sé que lo mejor es solucionarlo ahora, antes de que vaya más lejos.

Así que la miro y digo, — Ya que ambas sabemos que compraste ese vestido en un outlet, en la vuelta a casa de Palm Springs—…Sonrío, recordando lo que vi aquel día en el pasillo… — Te reembolso por el costo del vestido, el que, si mi memoria no me falla, era de 86 dólares. En cuyo caso, cien parecen ser un buen trato, ¿no lo dirías?—

Ella me mira, su cara transformada en una mueca, mientras toma el billete y se lo mete en el bolsillo. Luego relajea entre la botella de agua y yo, y sonríe mientras dice — Entonces, ¿No me vas a ofrecer un trago?—

Si alguien me dijese que tan sólo ayer me la pasé en el baño, tomando con Stacia Miller, yo jamás le creería. Pero eso fue exactamente lo que hice. La arrastre adentro a una esquina, y nos tomamos toda una botella de agua llena de vodka. Nada como compartir adicciones y secretos ocultos para unir a las personas.

Y cuando Haven entro y nos encontró así, sus ojos se abrieron como platos cuando dijo. — ¿Qué diablos?—
Y yo me caí revolcándome de risa, mientras Stacia la miraba de soslayo y balbuceaba, — Bienedsho shica fantaszma. —

— ¿Me estoy perdiendo de algo?— Preguntó Haven, mirando de una a la otra, sus ojos entrecerrados, suspicaz. — ¿Se supone que sea gracioso?— Y por la manera en que ella se veía, la manera en la que se paraba ahí tan autoritaria, tan directiva, tan seria, tan poco divertida, nos hizo reír aún más.

Luego, en cuanto la puerta se cerró tras ella, nos pusimos a beber de nuevo. Pero andar tomando en el baño con Stacia no te asegura un lugar en la mesa VIP. Y estando segura, sin siquiera probar, me dirigí a nuestro lugar usual, mi cabeza tan contaminada, mi cerebro tan mareado, me toma un momento darme cuenta que no soy bienvenida ahí tampoco. Me dejo caer, miro a Haven y Miles, y luego comienzo a reír sin razón aparente. O al menos ninguna que sea aparente para ellos. Pero si tan solo pudiesen ver sus caras, sé que se hubiesen reído también.

— ¿Qué le pasa?— Pregunta Miles, ojeando por encima de su guión.

Haven frunce el seño. — Está borracha. Total y completamente borracha. La vi en el baño, tomando con, de todo
el mundo, Stacia Miller. —

Miles boquea, su frente toda arrugada en una manera que me hace reír nuevamente. Y como no me callo, se inclina hacia mí, me pincha el brazo y dice, — ¡Shhh!— Mira alrededor luego nuevamente a mí. — De verdad Ever, ¿Estás loca? Dios, desde que Zayn se fue has estado…—

— Ever desde que Zayn se fue has estado… ¿Qué?— Me alejo hacia atrás tan rápido que pierdo el equilibrio y casi me caigo del banco, irguiéndome justo a tiempo para ver a Haven menear la cabeza — Vamos, escúpelo de una vez Miles— lo miro con bronca. — Tú también Haven escúpelo. — Solo que sale algo más parecido a vagmozscupldeuneziles, y no creas que ellos no lo notan.

— ¿Quieres que nosotros vagmozscupldeuneziles?— Miles menea la cabeza mientras Haven rueda los ojos. — Bueno, estoy seguro de que nosotros estaríamos más que contentos si supiésemos qué significa. ¿Tú sabes que quiere decir?— Mira a Haven.

— Suena Alemán, — Dice ella, mirándome de reojo. Ruedo los ojos, y me levanto para irme, sólo que no coordino bien, y termino lastimándome una rodilla. — ¡Owww!— Lloro, cayendo nuevamente contra el banco, tomando la pierna mientras mis ojos se cierran por el dolor.

— Ten, toma esto. — Me urge Miles, entregándome su agua con vitaminas. — Y dame las llaves de tu auto, porque tú no me vas a llevar a casa así. —


Miles tenía razón. Yo no lo iba llevar a la casa. Porque él se llevo sólo. A mí me llevo Sabine.

Ella me acomoda en el asiento del acompañante, luego da la vuelta a su asiento, y cuando enciende el motor y sale del aparcamiento, menea la cabeza, cierra la mandíbula, me mira de reojo, y dice, — ¿Expulsada? ¿Cómo vas desde estudiante de honor a expulsada? ¿Me lo puedes explicar?

Yo cierro los ojos y presiono mi frente contra la ventana, el suave y limpio vidrio enfriando mi piel. — Suspendida. — Murmuro. — ¿Recuerdas? Lograste bajarlo. Y de manera impresionante, si puedo acotar. Ahora sé porque ganas tanto dinero. — Yo la miro con atención por el rabillo del ojo justo cuando el shock de mis palabras transforman su expresión de preocupada a enojada, rearmando sus facciones de una forma en la que nunca había visto.

Y aún cuando sé que debería sentirme mal, avergonzada, culpable, y peor… el tema es que, no es como si yo le hubiese pedido que litigara. No es como si yo le hubiese pedido que alegara circunstancias extraordinarias. Diciendo que yo había bebido en la escuela porque: estaba claramente apenada por la gravedad de mi situación, el terrible suceso de perder a mi familia.

Y aún cuando lo dijo con buena voluntad, aún cuando lo cree de verdad, eso no quiere decir que sea verdad.

Porque la verdad es que, preferiría que ella no hubiese dicho nada. Ojala hubiese dejado que me expulsen. En el momento en el que me encontraron frente a mi locker, el estupor se fue y los eventos de ese día volvieron a mi mente como la preview de una película que preferiría no ver. Pausando en la toma en la que me olvidaba de hacer que Stacia borrara esa foto, y pasándola una y otra vez.

Luego, en la oficina, cuando me entere que era el teléfono de Honor el que había usado, que Stacia se había ido a la casa alegando estar enferma del estomago (no sin antes arreglar con Honor como iban a llevarle la foto al director Buckley), bueno, tengo que admitirlo, que aunque estaba en graves problemas, quiero decir un gran, enorme, puedes estar segura de que esto va a quedar en tu informe, clase de problema, todavía había una pequeña parte de mí que la admiraba. Esa parte que movía su pequeña cabeza y pensaba: ¡Bravo! ¡Bien hecho!
Porque aún con los problemas que tengo, no sólo con la escuela pero con Sabine, Stacia no sólo cumplió su promesa de destruirme, sino que también logro ganarse cien dólares y la tarde libre. Y eso es realmente admirable. Al menos en una forma calculadora, cínica y sádica.

Y aún así, gracias a Stacia, Honor y el director, y sus esfuerzos coordinados, no tengo que ir a la escuela mañana. O el día siguiente. O el día después de ese. Lo que quiere decir que tendré la casa para mi sola, todo el día, todos los días, dejándome con un motón de privacidad para seguir tomando y acrecentar mi tolerancia, mientras Sabine está ocupada en el trabajo.

Porque ahora que encontré mi camino a la paz, nadie se interpondrá en mi camino.

— ¿Desde cuándo pasa esto?— Pregunta Sabine, insegura de cómo afrontarme, como controlarme. — ¿Tengo que esconder el alcohol? ¿Necesito ponerte en penitencia?— Ella niega con la cabeza. — Ever, ¡Te estoy hablando! ¿Qué pasó ahí? ¿Qué te está pasando? ¿Quieres que arregle para que hables con alguien? Porque sé de ésta persona que se especializa en terapia de duelo…—

Puedo sentir su mirada en mí, siento la preocupación que emana su cara, pero sólo cierro los ojos y pretendo dormir. No hay manera de que yo le explique, no puedo descargar toda la verdad sobre auras y visiones y espíritus y ex novios inmortales. Porque aunque ella contrato a una psíquica para la fiesta, lo hizo como una broma, una forma de divertirse sanamente. Sabine se maneja con la parte izquierda del cerebro, es organizada, opera con lógica de blanco y negro, dejando de lado los grises. Y si yo fuese en algún momento lo suficientemente tonta como para confiar en ella, revelarle todos los secretos de mi vida, ella haría mucho más que sólo arreglar para que hable con alguien. Ella haría que me encierren.

Justo como lo prometió, Sabine esconde todo el alcohol antes de irse al trabajo, pero yo solo espero que se vaya, luego voy abajo y me dirijo a la despensa, sacando todas las botellas de vodka que quedaron de la fiesta, las que ella había guardado atrás, y de las que se había olvidado por completo.

Y mientras las llevo a mi cuarto, me tiro en mi cama, encantada ante la posibilidad de tres semanas enteras sin ir a la escuela. Veintiún gloriosos días desparramados delante de mí como comida delante de un gato gordo. Una semana por mi suspensión, y dos por las convenientemente próximas vacaciones de invierno. Y planeo usar todo el tiempo, cada largo y vago día en una nube de vodka.

Me recuesto contra mi almohada y destapo la botella, determinada a limitar cada sorbo, dejando que el alcohol siga todo el camino por mi garganta y a la corriente de mi sangre antes de tomar otro. Nada de largos tragos, o sorbos desmedidos. Sólo sorbos lentos y estables hasta que mi cabeza comience a serenarse y todo el mundo se vuelva más brillante.

Sumiéndome en un lugar más feliz. Un mundo sin memorias. Un hogar sin pérdidas. Una vida en la que solo veo lo que se supone que vea.


***

Bueno, les dejo dos capis, porque hace unos días que no subo. Ya estoy de vacaciones asi que voy a subir más seguido, por lo menos durante este mes:) las amo
Mili1D
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Mensaje por Roochi.1D Jue 21 Mar 2013, 8:11 pm

askjdhajsdhakshdkasjdhkahdkashkajdh <3 .
Eso es todo.
Te amo <3
Roochi.1D
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Mensaje por HarryZaynandLiam Miér 27 Mar 2013, 11:51 pm

espero que sigas! me necantaron, pero ojo, sé prefecta,mente que zayn miente y sí es el alien que viene por las hormigas (OK, no)
bueno, gracias por estos capitulos, y perdon por no escribir, hacia mucho que no entraba
HarryZaynandLiam
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Mensaje por Mili1D Vie 29 Mar 2013, 8:38 pm

Roochi.1D escribió:askjdhajsdhakshdkasjdhkahdkashkajdh <3 .
Eso es todo.
Te amo <3

JAJAJA
es muy asghdsjhlañjds
Mili1D
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