Crazy In Love |Niall Horan| [Terminada]

Le había costado tanto abrir la puerta de su casa. Sus manos le temblaban nerviosamente y sentía que si cruzaba la puerta, se estaría autodestruyendo.
Sabía bien lo que Louis le iba a decir, ella lo había oído ayer sobre un “pasado mañana” más la palabra “padres” y el plus o bonus “estarán aquí”.
No quería oír que ellos la vendrían a buscar. Simplemente no quería.

Al momento de abrir la puerta, cerró los ojos y suspiró. Abrió la puerta y entró. Después la cerró con sumo cuidado, como si estuviera Louis durmiendo y fueran las 3:00 am.
A paso lento y torpe comenzó a caminar hacia la sala, porque sabía que iba a estar ahí Louis. Y no se equivocó.
Su primo se encontraba sentado en el sillón dándole la espalda y viendo televisión.
Una angustia se apoderó de ella.
—Louis…—lo llamó. Vio cómo el castaño apagaba el televisor y se giraba a verla. Tenía los ojos un tanto hinchados y con un ligero color carmesí en ellos. Samantha se quedó allí congelada al ver su aspecto.
—¿interrumpí algo pequeña?
—sólo estaba con Niall—sonrió. Procedió a avanzar y a sentarse al lado de Louis—¿Qué sucede Boo bear?
—Sammie…—susurró—quiero… ser sincero contigo. No iré con muchos rodeos porque o si no sólo complicaré la situación.
—de acuerdo, habla—contestó nerviosa.
—para comenzar, quiero que sepas que soy el idiota más grande de todos—torció su boca hacia el lado izquierdo y la miró—porque parece que no hubiera ido a la escuela. No leí bien Sammie.
—¿Qué no leíste bien?
—en el contrato de custodia, comenzaré con eso. Estaba todo bien, yo era tu tutor, te saqué adelante por cinco años y trabaje y estudié a la vez solo por lo mucho que te adoro Sammie—ella sonrió al oír aquellas palabras. Y era verdad. Louis la sacó adelante en su pre y adolescencia, así que le debía mucho.
—lo sé Louis, pero ve al grano. Me pones nerviosa, y no te hagas el estúpido porque sé que tiene que ver con mis padres…
—de acuerdo… leyendo el contrato hace unos días, descubrí que decía claramente que al momento que tus padres salieran de la rehabilitación, automáticamente la custodia se volvía de ellos nuevamente—y eso era lo que Sam temía.
Todo quedó en silencio absoluto.
Louis agachó la cabeza repitiéndose mil veces lo estúpido que era.
Sammie se quedó allí, en shock al oír lo que Louis le había dicho. ¿Cómo era posible? ¿Cómo era posible que él no haya leído bien esos malditos papeles?
O sea que ahora comprendía. El abogado no hizo nada porque de una u otra forma, se la llevarían.
No tardó mucho, para que sus ojos se cristalizaran. No tardó tampoco en imaginarse ella en Londres, en la gran capital, extrañando Doncaster con todo su ser y alma.
—¿no dirás nada? —entonces, su imaginación fue interrumpida por la entrecortada voz de Louis. Ella salió de sus pensamientos agitando su cabeza y secando las débiles lágrimas que cayeron de sus ojos y lo miró.
—¿Qué quieres que diga? ¿me voy a empacar? —preguntó irónica. A Louis le dolió aquella actitud de la pelinegra.
—pensé que me culparías.
—no lo hago—suspiró—porque todos cometemos errores Lou… pero… no…—y la pequeña Sammie no aguantó más y se tiró a los brazos de Louis a llorar.
Aquel sentimiento de angustia, que sentía al saber que la separarían de los suyos le punzaba el corazón cada segundo más fuerte. Ella no podía creer que después de cinco largos años, aquel par de enfermos que se hacían llamar “sus padres” volverían a buscarla. Había pensado siempre que tendría por lo menos veinte años y seguiría viviendo con Louis, como él había prometido. pero no. Sara y Josh Woods debían llegar a arruinar su futuro. Porque lo estaba arruinando con el solo hecho de separarla de Louis y ahora… justo ahora que amaba a alguien que se sentía feliz porque se graduaría en un mes… ellos lo arruinaban todo.

La lucha mental que Louis tenía tampoco era menos, para él, Samantha es la hermanita que nunca tuvo, es su mejor amiga, su compañera en travesuras, su compañía, su cupido, su… todo. En sentido fraternal, claro.
Con mucho esfuerzo y algo de inexperiencia logró sacarla adelante. Quizás no como un padre lo haría con su hija, pero lo hizo y se siente orgulloso de decir: “yo soy el responsable de Samantha Tomlinson” cuando asiste a las reuniones de la escuela.
Nunca la trató de Woods. Y si alguna vez lo hizo, fue porque estaba realmente enojado. Amaba llamarla Sammie Tomlinson porque cuando quedó a cargo de ella, prometió ponerle su apellido. Claro, y ahora que ella tenía dieciocho podría haberlo hecho pero, demasiado tarde.
Pero eso no cambia el hecho de tratarla como una Tomlinson. Como su pequeña Tommo.

—Louis—escuchó entonces el castaño entre sollozos—no quiero irme.
—yo ni siquiera he hablado de eso… aún.
—lo hiciste. Te escuché decir ayer que mañana Josh y Sara estarían aquí—Louis abrió sus ojos sorprendidamente. ¿Ella lo había oído? Estaba seguro que con Eleanor hablaban en voz baja.
—¿tú me escuchaste?
—lo hice, pero juro que no fue con intención… o bueno, tal vez un poco—Samantha escuchó como Louis soltaba una pequeña risita y ella lo imitó—verás, cuando iba saliendo ayer a la casa de Harry, noté que Ellie y tú hablaban de forma sospechosa y bueno… me quedé allí escuchando y… oí que le decías que “pasado mañana” estarían aquí… y pasado mañana es ¡Mañana! —exclamó y volvió a sollozar.
A Louis le destruía verla llorar, y más si era por sus padres. Cuando ellos estuviesen allí de seguro les gritaría lo que nunca les dijo y luego huiría o algo así.
Pero entonces recordó que Samantha no era la típica niñita dramática y agradecía al cielo aquello.
—Sammie… yo en verdad no sé si mañana exacto te llevarán, pero trataré de hacer lo posible para convencerlos a que no lo hagan. No quiero que te separen de mi lado pequeña…
—yo tampoco quiero irme de tu lado Lou…—dijo ahogadamente—quiero quedarme aquí, contigo, con mis amigos… con Niall—susurró—solo faltó un poco para que todo esto se arruinara Louis, ¡SÓLO UN POCO! —gritó.
Abruptamente se separó de Louis y se levantó del sillón para ir a su cuarto y pensar. Si seguía allí con Louis lo más probable es que lo haría sentir una mierda, y ella no quería eso.
Llegó a su cuarto, entró y cerró la puerta con llave, para luego deslizarse sobre ésta hasta llegar al piso.
Las lágrimas se hicieron presentes nuevamente y sentía como todo se volvía nubloso y un tanto oscuro.

¿Qué haría ahora?

Sus padres la separarían de quienes más ama, se la llevarían a otra parte del país, completamente alejada de Doncaster lo más probable para empezar una “nueva vida” que sólo sería su destrucción.
Hace un tiempo atrás, había sido advertida de esto, sus padres querían que estudiara en la universidad federal de Londres, pero no pensó que se lo dirían enserio. Era obvio que si se iban a Londres ella tendría que estudiar allá, como consecuencia.
Si había algo que ahora odiaba, puede que sean sus padres.
Es fuerte decir la palabra “odiar”, pero cuando te abandonan a los trece años, por haber sido unos enfermos irresponsables, deja que decir ¿no?. Obligaron a su primo a cuidar de ella cuando se hizo mayor de edad. La obligaron a maduran antes sin sus padres.
Ahora, que llegaban de nuevo, arruinaban la felicidad que poseía y que sería fácil entonces dejar.

Comenzando con sus amigos. Harry y Constance. Si bien los conoce antes del problema con sus padres, ellos eran su pilar. Su fundamento de estar en donde está. Eran sus “personas favoritas” su “pareja frustrada”, sus mejores amigos.

Luego, estaba Liam, que a pesar de recién conocerlo hace unos meses, eran tan cercanos que se contaban todo.
Liam fue uno de los que sospecharon acerca de los sentimientos de Sam pero siempre lo calló. No quería meter la pata. Y bueno, gracias a ella, él tenía novia. Era como su otro hermano, también sobreprotector lo que a veces le recordaba a Louis.

Louis.
Su “todo”. ¿Qué sería ella sin su primo?
“Nada” es la respuesta. Él la había sacado adelante, la ayudaba en temas escolares, espantaba a los chicos que se le acercaban, se decían secretos y también se aconsejaban. Era su otra mitad, y lamentablemente sus padres los separarían.
Desde que Sam era una niña, ella se llevó bien con Louis. Desde que era pequeña se había acostumbrado a tirarse a los brazos de su primo, y el hecho de pensar que ya no podría hacerlo le afectaba de sobremanera.

También estaba Zayn. Molestándola años y años, pero siempre fue un buen chico. Solo faltaba aquel empujón para que saliera de la especie de burbuja en la que estaba.
Fue uno de los primeros en la escuela en saber el problema familiar de Samantha, y aunque siempre la molestaba, también fue el primer hombro en el cual lloró por la situación.
Estaba segura que ninguno de los dos olvidaba cuando salió del salón llorando y se encontró a Zayn. Lo único que hizo el moreno al verla fue abrazarla y decirle que como nadie los veía, él sería su hombro en el cual podía llorar.
Aunque claro, Sam no sabía que de todas formas seguiría siendo el chico malo.

Y por último, pero no menos importante, Niall.

Aquel chico que entró como el “nuevo” en octavo grado a su salón. aquel irlandés que con sólo mirarlo le robó su frágil corazón. Era aquella persona que le daba alegría con solo verlo y sin conocerse.
Era su primer amor real. Puede que haya tenido uno que otro enamoramiento, pero eran pasajeros. En cambio, Niall Horan se mantuvo en años, siempre en la mente de la pelinegra. Pensando mágicas historias donde él la quería y la trataba como una princesa… hasta que un 13 de septiembre eso se hizo realidad.
¿Quién pensaría que a través de las tutorías de química ellos terminarían siendo novios?
¡nadie! Ni siquiera ella misma.
Ahora que llevaban un mes como novios, sin duda, había sido el mejor mes de su vida.
Oír como Niall la trataba de “princesa” o “hermosa” o un solo “te quiero” la hacían volar en las nubes más lejanas o tal vez en otra galaxia.
El hecho de pensar que ahora no podría decirle todas aquellas cosas, también le dolía.

A todos ellos los extrañaría. Porque Samantha Woods sabía que sus padres se la llevarían si o si, incluso si eso implica encerrarla en una jaula como a los animales. Desde que aparecieron habían sido fuertes en la decisión de llevársela. Y de todas formas, ¿Qué padre no lo haría?
Estaba seguro que muchos. Y más si estuvieron cinco largos años arrepintiéndose por sus actos y estar separados de su hija.

(…)

Ver las estrellas se le hacía ahora costumbre.
Trataba de contarlas pero era imposible, era muchas. Entonces, al verlas y no poder contarlas, pensaba en la pequeña y risueña pelinegra de hermosos ojos color turquesa que se habían robado su corazón.
¿Cómo es que nunca se había fijado en aquella perfección de la cual tenía el placer de decir que era su novia?. Sin duda, eso de la “popularidad” puede que lo haya tenido cegado.

Excelentes calificaciones y capitán del equipo de bascketball. Todo lo que un chico quiere ser y con lo cual puede impresionar a las chicas de la escuela.
Pero él no era así. Niall Horan era el popular tranquilo, que por él, ojalá las chicas ni lo miraran, junto con Liam. Solía sí, decir que sus calificaciones eran perfectas, pero nada más allá de eso.
Y agradecía que fuera así.
Sus calificaciones lo llevaron a conocer a Samantha. ¿Qué hubiera sido si no lo hubieran asignado como tutor? Lo más probable es que no la hubiese conocido. O quizás sí, pero por Liam.

Aquel castaño tenía razón. Es una chica bastante interesante y también hermosa. Era risueña, cariñosa, muy alegre y también llena de energía. También era bastante graciosa y le gustaba compartir con él y con sus amigos aunque el día estuviera feo. Sociable en otras palabras. Y aunque ella fuera todo eso, la timidez y la poca confianza también eran parte de ella. Más de alguna vez la regañó por tratarse mal a ella misma, o cuando decía ser invisible para todas y que era por eso que nunca se había fijado en su existencia.
Estaba equivocada. Era él el ciego.

Y ahora que la recordaba, se preocupó. Su retirada tan repentina de su casa lo hizo darle vuelta aa asunto toda la tarde. ¿Y si sucedió algo? ¿Si le pasó algo a alguien que ella conocía? O peor… ¿si sus padres aparecían para llevársela? No. No quería ni pensar en aquello.
Muchas veces, Samantha le comentó el deseo de sus padres, pero que Louis estaba haciendo todo lo posible para evitarlo y Niall estaba confiado en que sería así.
De pronto, se le vino a la mente las palabras de Samantha: “Te llamo en la noche”.
Ya era de noche y aún no lo llamaba. Decidió entonces, hacerlo él mismo.
Sacó su teléfono de su bolsillo y allí mismo la llamó. Aún no quería entrarse.
—¿hola? —fue lo que apenas escuchó del otro lado de la línea. La voz quebrada de su princesa hizo que su corazón se encogiera de temor.
—princesa… ¿está todo bien? —preguntó. Escuchó un suspiro por parte de la pelinegra y un pequeño sollozo.
—no… no estoy bien—confesó—te necesito.
—voy para allá—fue lo único que contestó para cortar y salir rápidamente de su casa.
Esto no era bueno. Sus pensamientos decían un millón de ideas de que le pudo haber pasado a Sam y todos tenían que ver con la palabra distancia.
Oh no.
Si era lo que él pensaba, no dejaría que la apartarían de su lado.

No lo voy a permitir. Fue lo primero que pensó con claridad, cuando ya caminaba hacia la casa de Sammie.