Crazy In Love |Niall Horan| [Terminada]

Hoy era el día.

Eras uno de los días más importante de su vida, y ella para su desgracia no estaba con él.
Al fin, cerraba un ciclo para comenzar otro nuevo, junto con sus amigos. Pero claro, le faltaba ella. Le faltaba la chica por la única que ha llegado a suspirar y sólo de amor. Le hacía falta Samantha.

Suspiró.

Hoy era el último día de escuela y en la misma tarde se haría la graduación, para mañana en la noche, así realizar el gran baile al cual iba a asistir con su novia.
Su novia.
Samantha seguía siendo su novia porque no terminaron, no pasó nada. Él sabía que se seguían amando. Sabía que Samantha lo seguía amando como él a ella así que no estaba tan preocupado de decir: “tengo novia, pero vive en Londres”.

La escuela se había convertido en algo extraño para él con la ausencia de Samantha, pero trataba de parecer ser el mismo chico popular de siempre. Trataba de aparentar que estaba bien delante de los chicos, en especial delante de Liam ya que últimamente el pobre tenía que lidiar también con la tristeza de Constance.

Cuando Niall llegó esta mañana, notó algo extraño.
Sólo estaba Zayn esperándolo. Liam, Connie y Harry no estaban en su lugar de siempre.
—hola—saludó Zayn sonriéndole y haciendo un “saludo” que habían inventado.
—hola Zayn. ¿Y los demás?
—supongo que están adentro, cuando llegué no estaban—le restó importancia—¿vamos? Nos toca con Miller, y podemos morir si no llegamos antes que él.
—claro—hizo aquel esfuerzo en sonreír y junto a l moreno fueron a clases.

(…)

—¿y cómo va todo para el parto? ¿ya hay fecha fijada? —Samantha se encontraba otra vez hablando a escondidas con Louis. Al parecer su madre dejaba el teléfono a propósito allí en casa.
—bueno, el doctor lo fijó para un mes más. Deberías ver a Els, apenas puede caminar—se río—¿Qué tal todo en Londres? Nunca hablamos de ti.
—Louis, sabes que no me gusta tampoco—dijo algo incómoda—he rogado hasta de rodillas que no me inscriban en la universidad aquí, y gracias al cielo no lo han hecho.
—tienes que dejar que lo hagan—habló serio—allí se encuentran las mejores universidades del país.
—la universidad de Doncaster también es buena.
—Sammie... —suspiró—no sé cuándo podrás volver. De hecho, ahora mismo estoy en tu escuela hablando el tema de tus papeles.
—¿papeles? ¿qué papeles?
—lo de promoción que necesita la universidad. Si no te das cuenta, aun no te inscriben porque faltan documentos. Además, Sammie, estamos hablando de tus padres, ni siquiera esperaron a que terminaras el año escolar para irte con ellos—la pelinegra ahogó un grito de rabia. ¿Cómo mierda podía seguir viviendo con esas dos personas? Sólo Dios sabe cuánto tiempo más aguantaría allí.
—¿y los chicos? —preguntó para cambiar de tema—¿Cómo están?
—no los he visto Samantha, ni siquiera a…—Lou silenció.
—¿ah…?
—olvídalo, aquí vienen Harry y Connie caminando a dirección.
—¡entrégales el teléfono! —chilló Samantha.
—cálmate, me vieron, los iré a saludar—en una fracción de segundos, lágrimas de impaciencia salían de los ojos turquesa de Samantha. Hace un mes que no hablaba con sus amigos. Sólo con su primo.
—¿Louis? ¿Louis? ¡deja de hacer vida social y entrégales el jodido teléfono! —exclamó.
—tranquila Sammie, es que se desviaron…
—mierda…
—¡hey! Esa boca…
—no me regañes.
—lo hago si quiero—ambos rieron.
De un momento, Samantha escuchó un carraspeo tras ella. Giró rápidamente soltando el teléfono y se topó con dos pares de ojos mirándola molestos.
—oh no…—susurró.
—estás en problemas, Samantha—dijo Josh. Cogió el teléfono y cortó la llamada con Louis. Luego miró a su hija—¿enserio? ¿esperas a que salgamos para poder hacer lo que quieres?
—pues, claro—contestó seca—odio estar con ustedes, por si no lo han notado.
—Samantha Amelié, con nosotros no usarás ese tono. Puedes hablarle así a tu primo pero no a tu madre y a mí—la reprendió su padre.
—yo hablo como si me da la gana. Ahora, si me disculpan, me devuelvo a mi cueva. ¡Paz! —se despidió de forma irónica mientras rápidamente subía las escaleras y se encerraba en su habitación.

La habían descubierto, había descubierto lo que hacía cuando ellos se iban. Hablar con alguien a quien adoraba con su vida.
Solo esperaba que esto no empeorara la situación, puesto que ahora Louis era presionado a ayudar a sus padres para la universidad.

(…)

—¿lo viste? —le preguntó en un susurro Connie.
—ver a Louis es como ver a Sammie—suspiró Harry—la extraño tanto…
—yo igual la extraño ovejita—sonrió de lado—no eres el único. De hecho, todos la extrañamos.
—es tan difícil aceptar que está en Londres con sus padres. Créeme Connie, quizás tu nunca los viste drogados o algo pero yo sí. Cuesta creer que ahora están sanos. Temo a que le hagan algo a Sammie y…—Constance lo interrumpió. La hiperventilación de Harry no los llevaría a ningún lado.
—no digas nada Harry. Sammie ya tiene dieciocho años y cualquier cosa sabe defenderse.
—sigue siendo una niña.
—¡por dios Harry reacciona!
—mejor olvídalo Constance—los dos dejaron de discutir. Se dirigieron al gimnasio donde estaba Liam entrenando y ahí lo vieron, conversando con el entrenador.
Connie suspiró. Por una parte, le dolía ver a Harry así ya que estaba igual, pero por otro debía ser dura con él, o si no caería en un agujero más profundo del que se hallaba y no podía permitir eso.

(…)

Ahora mirar el techo era su actividad favorita. No tenía nada más que hacer. Ni siquiera hablar con sus padres era una actividad sana. Sólo mirar el blanco techo la hacía sentir mejor, porque era ver como una película de sus mejores recuerdos. Y aquello nadie se lo podía sacar de la cabeza.

Hoy sabía que era el día de graduación en la tarde, sabía que a pesar de ser el último día de clases, harían como si fuera normal porque la escuela siempre fue así. Sabía que hoy sus cuatro amigos y su novio se verían resplandecientes recibiendo su diploma de honor y podría tirar aquel sombrero que les dan, típico de las películas.
Ojalá ella hubiera podido graduarse así. Y con ellos.
—Samantha…—oyó de pronto. Giró su cabeza hacia el lado de la puerta y miró a su madre medio entrando a su habitación.
—vete—le dijo de inmediato volviendo a mirar el techo.
—hija, quiero conversar contigo…
—pero yo no. Fin.
—Amelié, no seas dura conmigo, solo quiero conversar. Y creo que te conviene…
—si me vas a extorsionar con chocolates y un CD de Green Day, no funcionará—Sara río ante las ocurrencias de su hija. Sin nada más entró a la habitación y cerró la puerta. Sammie se sentó correctamente en la cama y le dejó un espacio a su madre. —¿Qué sucede Sara?
—bueno—suspiró la mujer—al menos me hablas. Es un avance—sonrió—te tengo una propuesta.
—suéltalo.
—hoy es la graduación…
—lo sé, no tienes que recordármelo—habló presionando sus dientes molesta.
—hija… yo… tú sabes, que yo y tu padre nos sentimos muy arrepentidos por todo lo que te hemos hecho. Sabemos qué hace años tu vida fue todo un caos gracias a nosotros, y que Louis supo lograr reparar aquel gran daño que te hicimos. Sé también que Harry y Constance también estuvieron allí para ti y descaradamente nosotros te apartamos de ellos. También sé que hiciste nuevos amigos y que tienes un novio bastante lindo—Sammie sonrió como boba al recordar a Niall. a su Niall—y realmente nos sentimos muy mal por volver hacerte sentir mal.
—mamá—por primera vez, en tanto tiempo usaba esa palabra. Sara abrió sus ojos turquesa igual que los de Sam tan grande como platos—ve al grano.
—saldremos de compras—sonrió.
—¿qué? —exclamó sin entender la pelinegra—me estás diciendo todo esto para luego decirme “saldremos de compras”. ¿te estás drogando de nuevo? Porque si es así, ya sabes que puedo llamar al doctor Phillips.
—no hija—río Sara—solo arréglate, en el camino te explicaré. Además, ¿acaso no puedo salir de compras contigo?
—nunca me gustaron las compras, quién siempre me presionaba para ir era Louis. Y él terminaba comprando por mí—ambas rieron. Sara conocía a su sobrino y Samantha a su primo.
—bueno, si no quieres escoger tú el vestido y los zapatos, lo haré yo por ti. Pero no me responsabilizo si no son de tu gusto—le guiñó el ojo tratando de que haya captado la indirecta.
¿Vestido? ¿Zapatos? ¿Qué planeaba Sara Woods ahora?
—de acuerdo… iré. Pero si tengo que escoger algo, tú no te metas ¿de acuerdo?
—está bien… eso sí, me dejas ayudarte.
—de acuerdo—Sam se levantó rodando los ojos y riendo a la vez.
Junto con su madre salieron de su habitación y se fueron a quién sabe a qué lugar a comprar.

(…)

“—entonces, ¿dos horas? —preguntó nervioso
—sí, y por favor, no te alteres ¿de acuerdo? Tratemos de hacer todo esto rápido.
—muchas gracias—agradeció.
—no hay de qué agradecer cariño. Ahora, recuerda, dos horas, en la estación de trenes”