What If I Disappear? {One Direction & Tú}

NandhitaDeHoran: ¡Hola, hermosa!
No te preocupes, mi vida, no hay ningún problema :).
¡Ya la sigo!
Seh... :)
Besos y abrazos.

Patts: Vas Happenin' Dude?
Ya la sigo, bella.
Besos.

Mensaje General:

Lamento la tardanza... sorry. He estado full de tareas y examenes... pero heme aqui :D
Asi que, les subo ahorita mismo, bellas.
PD: ¿Qué pasó con mis otras lectoras? :( ¡Aparezcan!
Besos.

Capitulo V

La luz mañanera traspasaba el cristal de la ventana oculta por las cortinas que inspiraba un fino toque de luz en la habitación, provocando un lindo tono naranja dentro de la habitación y también, el fin del Niall somnoliento. Sus párpados le dieron paso a los ojos para que observaran aquella situación que le estorbaba el sueño, pero aquella luz provocó que se encandilara ante ella. Apenas tuvo contacto con la luz, se cubrió inmediatamente su rostro con la manta, tratando de evitar nuevamente ese rayo de iluminación y con el propósito de volver a dormir..., pero ya era tarde; recordó que ese mismo día comenzarían con su búsqueda y nada lo impediría. Así que, con toda la mana gana que alguna vez pudo haber tenido, removió la sábana de su cara y se sentó de inmediato con un movimiento firme y casi militar. Sus ojos seguían entrecerrados, pues cada vez que hacía el esfuerzo de abrirlos, se cerraban tan rápido como si tuvieran vida propia y fueran capaces de tomar decisiones propias.

Para ayudarlas al menos un poco a soltar todo el cansancio, hizo ambas manos en puños y se las llevó a la cara para frotarlos con fuerza pero con lentitud. Miró a los lados, tratando de advertirse si alguno de sus compañeros estaba despierto, pero no era así; así que decidió levantarse con cuidado, tratando de no llamar la atención de aquellos chicos presentes en esa habitación increíblemente amplia. Cuando sus calcetines tuvieron contacto con el suelo, dio un pequeño saltito con el fin de despertarse un poco más y, caminó de puntillas hasta su bolso para encontrarse con su cepillo de dientes en uno de los bolsillos pequeños y una vez éste en sus manos, siguió con su camino hasta el baño antes de haber cerrado su puerta con un ritmo bastante lento.

Cepilló sus dientes, a la vez que cantaba con dificultad la canción que ella solía cantarle cuando él se quedaba en su casa a dormir y llegaba su turno de cepillarse, ya que ella se detenía a su lado y cantaba con la voz más tierna que él mismo había escuchado jamás esa linda letra con un ritmo bastante suave, provocando que Niall alzara la comisura de sus labios casi hasta las orejas. Se sintió bastante tonto cantándola, y aun mas si ella no está allí para hacerlo, así que de una vez, paró de cantarla y se enjuagó la boca una vez finalizado el proceso de higiene bucal. Tras esa acción, abrió la puerta con la misma delicadeza que antes había utilizado para cerrarla. Por suerte, ninguno de los chicos se había despertado y pudo dirigirse hasta el refrigerador mientras se encontraba en busca de un alimento con el cual pudiera acabar con su hambre prácticamente interminable. Lo peor de todo esto, era que ni se acordaba de que estaban en un hotel y tenía dos opciones: bajar al lobby e ir al comedor, o salir e ir de compras. Tenía muchas cosas que hacer como para escoger la segunda, así que se decidió por la primera.

Entre sus cosas, buscó un lápiz y un papel, para dejarle una nota a sus amigos especialmente para que no se preocupen más de lo debido…, o mejor dicho: más de lo que estaban. Y al terminarla, buscó un conjunto simple, solo para bajar y subir nuevamente con unos cuatro desayunos más.

Ese momento de soledad le hizo reflexionar toda experiencia junto a ella: cada detalle…, cada inhalación señalando que su corazón sigue palpitando, cada sonrisa, cada risa, cada charla…, cada momento, cada lagrima, cada pequeña muestra de afecto… "¿¡Pero en qué estás pensando, Niall!?" susurró para sí mismo, a la vez que cerraba el largo cierre de su equipaje. Tomó su celular, que se encontraba en la mesa de noche que estaba ubicada a un lado de su cama y lo escondió en su bolsillo al mismo tiempo que hacía su camino hasta la puerta. Cerró la puerta detrás de él y llamó al ascensor, dispuesto a soportar aquellos veinte pisos que lo esperaban con las puertas abiertas. Padece de claustrofobia desde muy temprana edad…; fue una tarde de octubre del año dos mil, cuando se dirigía al edificio de administración de la compañía de su tío para visitarlo un rato siquiera, pero su hermano no quería acompañarlo porque se encontraba haciendo una tarea que no había terminado y que desgraciadamente era para el día siguiente. Se armó de valor al entrar a aquella cabina, dispuesto a subir hasta el último piso: el piso cuarenta y dos. Al principio iba perfecto, pues llevaba un pequeño carrito de juguete y jugaba con el en las paredes y barandas, rodando de un lado al otro como si de una carrera se tratara. Todo iba tan bien… hasta que las luces se fueron y sonó un agudo sonido bastante irritante y abrumador. Se asustó.

"¿Hermanito?" Susurró en silencio. "¡No me asustes!" Fueron una de las palabras que dijo, de las cuales no tuvo respuestas. Comenzó a llorar con su cara escondida entre sus rodillas, mientras que se aferraba a sus piernas muy cerca de su pecho y su carrito solo y sin algún movimiento en el suelo envuelto en una suave alfombra de terciopelo color carmín. Si, obviamente lo sacaron de la peor pesadilla que jamás pudo haber tenido en su vida, pero aquella situación se quedó en su mente y la recuerda cada vez que se las puertas mecánicas de un ascensor se cierran una vez él adentro.

— Aquí vamos. — susurró al percatarse de que la entrada de aquella cabina se cerraba ante sus ojos y le daba un golpe de temor al sentir aquél bajón en su estómago como si estuviese a punto de descender de una montaña rusa y dar un giro bastante intimidante.

Una vez en el lobby, salió de ese lugar que tanto le atemorizaba tan rápido como se le fue posible. Dirigió sus pasos hasta el gran comedor en el cual unas contadas personas se encontraban sentadas alrededor de las mesas y puestos de comida para los desayunos. Muchas de ellas lo miraron con asombro e incredulidad, pero trató de ignorar todas esas miradas clavadas en él y seguir con su misión: comida. Pidió dos Omellettes, dos Creppes con frutas y chocolate derretido, y unos Waffles para él mismo. Esperó a que lo llamaran al número "doscientos tres" sentado en una mesa bastante apartada de la gente y completamente ignorada de toda aquella cafetería, aunque con solo su presencia hacía aquél lugar uno histórico, uno en el cual las admiradoras podrían llegar a tomarse fotografías junto a la silla o en casos extremos de locura: besarla. Se distrajo con una aplicación en su teléfono que consistía en el clásico juego de Hockey de mesa y discretamente decía palabras incoherentes y sin sentido alguno, deseando que por una vez pudiese tener privacidad. Si esto llegara a ser así en cada lugar al que ellos irían, indicado por ell-a, probablemente llegue al punto de renunciar a la fama y siga con seriedad aquel juego del cual tenía que participar, quiera o no.

Al escuchar su número, se levantó y fue en busca de su comida, que estaba en una bolsa de papel beige y a continuación, agradeció. Tras ello, hizo su camino hasta el ascensor que por suerte, tenía las puertas abiertas esperando a que Niall diera unos cuantos pasos a dentro de él.

Ya no soportaba el calor y la falta de aire que se era presente en aquella cabina. Se estaba desesperando más que los días anteriores; se sentía encerrado y sin salida o escapatoria alguna. Que el elevador abriera sus puertas dejandolo llegar a uno de los últimos pisos, se convirtió en la bendición más grande que había tenido jamás.

—¡Al fin! — soltó una bocanada de aire, al mismo tiempo en el que con una mano se apoyaba de la pared contraria del elevador. Soltaba jadeos y su respiración se entrecortaba cada vez que intentaba formular alguna palabra coherente para sí mismo.

Suspiró.

Cuando por fin pudo calmarse y controlar los latidos de su corazón, abrió la puerta entrecerrada que estaba varada al frente de sus ojos. Para el colmo, sus amigos seguían en los brazos de Morfeo y ni siquiera mostraban alguna señal de que estaban semi-despiertos, por lo tanto, decidió tocar con suavidad la puerta a su lado. Nada. Resopló nuevamente y dejó los desayunos en la mesa, luego de ello, comenzó a reírse silenciosamente, sabía que lo que estaba a punto de hacer sería algo que los asustaría mas de lo normal... pero que sería algo que sacaría un par de risas al menos aquel día. Fijó su mirada en la repisa de cubiertos junto a él, tratando de conseguir el que le haría falta por esta vez. Sonrió al verlo. Lo tomó y se acercó lentamente a uno de sus amigos: aquel lindo dueño del cabello castaño claro y de esos preciosos ojos de un tono acaramelado, como si estos fueran hechos con ese ingrediente.

— Liam... —lo llamó en un tono lo suficientemente audible como para que él lo pudiera escuchar a pesar de que era uno de los que tenía el sueño mas pesado.

Éste chico abrió lentamente sus parpados, para darse cuenta de que algo terrible y raramente tenebroso estaba justo al frente de sus ojos: una cuchara. Dio un pequeño salto dentro de las sábanas, soltando un grito ahogado de temor a aquella pieza de plata.

Niall lo había atacado con uno de sus mayores miedos. Esta vez: se las iba a pagar.[center]

No lo sé... algo me dice que hay fantasmas /:
Solo tengo una lectora... así que, no subiré por un tiempo.
Si eres un fantasma... por lo menos avisa que estas allí, que solo escribirás una vez y lo sabré.
Pero es que, escribiendo así, siento que a nadie (a excepción de una chica) le gusta..
Besos.

SUBEEEEE!!!!
POR TODAS LAS CARROTS DEL MUNDO SUBEEEE

Gracias por comentar... creí que estaba dejando de interesarles /:
Aquí va:

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- ¡Joder, Niall! - gritó Liam con la mayor furia que jamás se le había visto, al mismo tiempo que saltaba de la cama y perseguía a su amigo por toda la habitación, haciendo ruidos ligeros y a la vez pesados con sus pies descalzos en el suelo de madera.

El rubio comenzó a soltar carcajadas tan fuertes, que aquellos en esa habitación despertaron y comenzaron a gemir del cansancio y, el dueño de los rizos despeinados, trató de acertarles en el estomago con una de las almohadas con las que la noche anterior había dormido completamente abrazado cual osito de felpa. Maldijo al darse cuenta de que éste objeto chocó con una pequeña silla bastante débil, la cual sostenía su teléfono y sencillamente con el pequeño contacto, hizo que éste cayera.

Comenzó a irritarle más de lo debido aquellas risas tan sonoras y los gruñidos de Liam, indicando que fallaba a cada intento de atraparlo. Alcanzó a tomar otra almohada y la apretó contra su cara; a continuación, soltó un grito bastante fuerte y ronco, provocando que todos allí hicieran silencio.

Suspiró de alivio.

- Gracias. - soltó.

Todos hicieron un silencio que parecía tan infinito como el cielo, pero luego de un minuto: fue interrumpido por Liam, que aprovechando el momento en el que Niall estaba a su lado, le dio un golpe en el brazo derecho. Gruñó de dolor, mientras que se llevaba la mano opuesta y se la colocaba en la zona herida.

- ¿¡Por qué hiciste eso!? - inquirió Niall, con el tono de voz bastante alto.

- Quería vengarme. - contestó con firmeza. - Y bien, ¿Por qué me hiciste tú eso?

- Tenía que sacarte de la cama para decirte que había traído el desayuno. - le explicó Niall, con su ceño aún fruncido desde el momento en el que Liam utilizó la fuerza bruta como método de venganza.

Hizo silencio por menos de un minuto, pero esos segundos fueron los más largos e intrigantes que Niall había presenciado jamás.

- ¿Enserio? - dijo Liam con ironía. - ¿¡Enserio!? ¿Fue lo mejor que se te ocurrió para despertarme? ¿Por que no me llamaste o me dabas un toque con el dedo?, sería mas fácil y tu brazo no estuviese doliendo de esa manera...

- Y mi teléfono no estuviese boca abajo en el suelo. - agregó el chico de los rizos, que se levantaba y se agachaba para tomar su celular que yacía en el piso.

Liam no pudo ocultar una expresión de disgusto y asco al ver a su amigo usando literalmente nada.

- Ugh, Harry. - gruñó. - Ponte algo.

- ¿Quién lo dice? - le respondió cínico.

Se dirigió a la mesa ubicada en la cocina y notó aquellas cuatro bolsas de papel que por lo visto, estaban casi repletas de comida. Lo cual realmente no era raro viniendo de aquel "duende" que no paraba de estar hambriento. Tomó una de ellas y le dio una vuelta, y así hizo con cada una, tratando de adivinar cual era su contenido sin siquiera abrirla.

- Son dos Omellettes, dos Creppes y unos Waffles. - indicó Niall al dirigirse junto a Harry.

- Pido los Waffles. - soltó el chico, mientras que tomaba la bolsa correcta que contenía los Waffles. Su manifestación era idéntica a una orden que él debía seguir sin chistar y sin algún pero de por medio, pero a el irlandés no le importó pelear por esa comida que tanto amaba.

- Esos son míos. - reclamó Niall, dandose media vuelta hasta quedar mirando la espalda desnuda de Harry.

- ¿Y a mí qué? - le dijo bastante relajado, a la vez que sacaba de ese envuelto uno de esos Waffles y le daba un mordisco.

A Niall no le pudo dar más rabia. Su rostro se había tornado rojo de la ira y sus nudillos se decoloraron gracias a que éstos estaban siendo -por medio de los puños- fuertemente presionados. Liam mostró una expresión de desprecio hacia su compañero que, se había lanzado al sofá nuevamente y había comenzado a comer. Éste no era su Harry; éste no era el Harry que ellos conocían. ¿Qué había pasado con el "Hazza" irritante pero educado? ¿Qué le ocurrió a aquel chico de rizos que les hacía el día bastante agradable? Al parecer se había esfumado hace poco, ya que él hace un par de día seguía siendo el mismo estúpido bastante arrogante que les hacía la vida cuadritos, pero aun así les hacía unas mejores personas.

Niall iba a por él, a matarlo por un pequeño rato, pero "Daddy Direction" lo detuvo con una mano en su pecho. Movió los labios tratando de interpretar un "Déjalo", el cual el ojiazul había entendido por completo. Asintió, pero no muy a gusto con la decisión/orden que le había dado su mejor amigo. Suspiró tratando de canalizar aquella ira que si no la contenía, pronto pagaría con la persona menos indicada.

- Quería mi Waffle. - balbuceó el rubio, dirigiendose nuevamente a la mesa en donde estaban ubicados dos de sus amigos que no habían emitido alguna palabra en ese día. - Hola. - les saludó con desánimo.

- Hola. - correspondieron a la misma voz.

Los siguientes minutos de alimentación propia fueron sumamente silenciosos, pues ni Zayn ni Louis habían dormido la noche anterior con tantas cosas en qué pensar y aún seguían con esos pensamientos que al parecer, se habían adherido a su cerebro por un largo lapso de tiempo. Harry, al terminar, se levantó del sofá y tomó la toalla dentro de su equipaje, dispuesto a echarse una ducha de agua caliente que le sacara un poco a ella de la mente.

Se encerró en el baño y no tuvo que hacer mucho, pues ya estaba listo para adentrarse en la ducha. Lo que le pareció "una bendición" en ese momento, fue que el agua salió hirviendo desde el primer momento. Sin pensar en otra cosa, dio un paso al frente que lo llevó justo debajo de la regadera, mojandolo por completo. Hizo todo lo que tuvo que hacer en cuanto al higiene personal y al final: quedó allí, cabizbajo, mientras que el agua corría por su espalda tan fuerte como una cascada y le hacía masajes a la vez. Ésto lo hizo reflexionar más de lo que había pensado, dejandole en la conciencia que le daba un maltrato a sus amigos, que al igual que él: también estaban preocupados por ella. Simplemente no eran sus culpas, estaba exagerando.

Se miró todo el cuerpo por un momento, lamentándose y arrepintiéndose por todos los tatuajes que se había hecho alrededor de su cuerpo, que en total eran habían sido treinta, por el momento. A veces, suele querer hacerse uno nuevo, y otro... y otro... y otro más, pero en unos momentos desearía que fuese tan solo un tatuaje el que se haya hecho en toda su vida. Pero uno comete errores; de ellos se aprende, por supuesto..., pero él ni siquiera sabe si alguna vez aprenderá algo bueno en toda su vida. Se subestima tanto como dice que se quiere a sí mismo. Y también, detesta con toda su alma la reputación de mujeriego que habían creado con el tiempo, aunque, de todas formas había sido toda su culpa aquellas precipitaciones sobre ésto; ya que él había tenido más novias que todos los chicos de su clase juntos y, había engañado a varias de ellas.

Se sacudió la cabeza luego de haber cerrado el filtro de agua para tomar su toalla y secarse. Salió del cuarto de baño con solo una toalla cubriendolo de la cadera hasta un poco más después de la rodilla, captando todas las miradas de todos sus compañeros ya listos y dispuestos a salir en busca de ella.

- ¿Qué? - inquirió Harry, ante las miradas tan penetrantes posadas en él.

- Te tardaste más o menos una hora allá adentro. - señaló Zayn, apuntando con el dedo hacia la puerta del baño.

- ¿Perdón? - dijo con sarcasmo, pero luego recordó que era algo serio, que no era un tema del cual se pudieran burlar. - Lo siento, de veras.

- No hay tiempo para juegos, Styles. - lo regañó Liam, con bastante paternidad y firmeza en cada una de sus palabras.

- De acuerdo.

Pudo vestirse más rápido de lo que otros esperaban, por lo tanto, pudieron salir más rápido del hotel e ir a buscarla en donde el mapa les indicaba a donde tenían que dirigirse: al prado justo en frente de la Torre Eiffel. Aunque había un gran detalle que no podían ignorar: son One Direction, causaran alborotos con tan solo su presencia. Probablemente ya los periodistas de Paris y todas sus admiradoras sepan que ellos en éste momento se encuentran en "La Ciudad del Amor" y ni siquiera les blindarían un concierto o al menos un adelanto de un nuevo single.

holaholaholaholaholaholaholaholahola.
akjskagsf enloquecí.
Lamento no haber subido, pequeñas :(
Me faltaba inspiración, hasta que mi unicornio me lanzó un barril de arco-iris y BUM, aquí estoy :')
jajaja.
Bieen, les subiré capitulo y luego les respondo, amorcitos.
Besos y abrazos.

Las horas se hicieron infinitas al igual que el tráfico en el que estaban metidos. Niall y Liam jugaban una partida de Hockey en la aplicación del celular del rubio, mientras que Louis y Harry en el asiento delantero estaban bastante callados. Zayn se dedicaba a mirar el lindo paisaje parisino en aquel mediodía, que sin duda, era completamente hermoso y sin igual.

Era increíble que estuvieran a punto de ver a su amiga, de nuevo. Posiblemente muerta, o malherida. Estará al frente de una pantalla, dandose a explicar todo lo que había pasado en su vida alrededor de los años. En realidad, ¿Quien sabía de que se trataría el primer video? ¿De algo devastador? ¿Trágico? ¿Tal vez, feliz? Pues, de eso sabrán en un par de minutos.

Cuando llegaron estaban más que nerviosos, ya que si los descubrían, no podrían hacer lo que quieren en paz y para peor: lo tendrían que dejar para otro día, cosa que no debe pasar jamás de ahora en adelante. Estacionaron su auto en un lugar bastante cerca del lugar en donde se ubicarían, a lo cual se le podría llamar: suerte.

Liam volvió a su comportamiento firme y casi militar, al igual que su compañero Niall. El ojimiel se encargó de darle unos lentes de sol a todos y a cada uno de sus amigos y también, de llevar al portátil junto a él. Mientras caminaban hasta un lugar vacío para instalarse, trataban de esconderse de todo el mundo, de tratar de ser tan invisibles como el aire... que ni siquiera noten su presencia en ningún momento y, que los traten como personas normales y corrientes que tan solo se quieren sentar a "descansar" en ese lugar. Les faltaba más privacidad de lo que se podía creer. Se fijaron en el lugar vacío y casi invisible de Paris y se quedaron pensando un momento: Si debían encontrar la carta que les diera la contraseña... en este caso... ¿Cómo la hallarían? Sería igual que buscar una aguja en un pajar; algo tan difícil que parecería imposible. Fue entonces, cuando se percataron de que al fondo, había una convención y ésta era una convención de One Direction. "Mierda" pensó Harry, sabiendo que tendrían que acudir a ella para encontrar la carta, sabiendo que alguien más pudo habersela llevado por error y, dejaría la evidencia suficiente como para decir todo lo que le hicieron a ella... sería el fin de su carrera y ésta se llevaría con ella la poca privacidad que les queda.

De mala gana, se acercaron a ese lugar poco a poco y se ocultaron los rostros con sus abrigos y gorros que siempre llevaban consigo por si pasaba este tipo de situaciones. Nadie los reconocería... salvo por los rizos demasiado reconocibles de Harry, el cabello castaño/rubio de Niall y el reflejo de Zayn en su copete. Debían hacer algo al respecto, pronto. Trataron de idear una idea sin parar el paso, ya que podrían ser sospechosos y comenzarían a llamar la atención.

Harry estaba horrorizado, ya que a cada paso que daba se encontraba a un chico completamente igual a él y con sus rulos casi idénticos a los suyos. Se sentía como si estuviese siendo copiado y pegado en donde sea. Y lo peor es que no solo era él, sino que habían clones de Niall, Zayn, Louis y Liam también... aunque, esta situación les blindaba un poco de ayuda, ya que si hay varias imitaciones de ellos mismos, podían creer que ellos solo eran otros imitadores más. Era una gran idea, sin embargo: no debían bajar la guardia ni mucho menos quitarse los anteojos, ya que esa sería una manera fácil de reconocerlos.

Buscaron en cada uno de los puestos, miraron cada una de las mercancías y no había rastro de una carta proveniente de ella.

— ¡Maldita sea! — gruñó Zayn, ya sin poder contener toda la ira que corría por sus venas en aquel momento.

— ¡Mira esto, Zayn! ¡Es un oso de peluche con tu copete! — exclamó Liam, con una sonrisa en su rostro. Tomaba aquel juguete felpudo que cargaba un espejo en su pata izquierda y llevaba puesta una chaqueta roja colegiala. Era el clon de Zayn en peluche. El moreno le dedicó una expresión de odio y de desprecio por el momento, haciendo que la sonrisa del castaño desapareciera por completo. Dejó el artefacto a un lado y recuperó su actitud seria.

— Está bien, Zayn..., la encontraremos. — le dijo Liam, alentador. Le acariciaba la espalda con cariño a la vez que seguía el mismo ritmo de sus pasos.

Se habían dividido en grupos: Zayn con Liam, Niall con Harry y Louis decidió ir por su cuenta, solo.

Niall y Harry buscaban desesperadamente a aquella carta, tratando de hacerlo lo más rápido que se les fuera posible. Mientras más tiempo tarden, más tiempo pasará y ella suicida se pondrá. Jamás creyeron que ella sería capaz de acabar con su propia vida, ya que todos solían pensar que su vida era una sumamente perfecta y sin problemas, pero por lo que ha demostrado hasta ahora... vendría siendo todo lo contrario. Harry recibió una llamada, en la cual hablaba tan inquietante como si de algo bastante malo se tratara. El irlandés comenzó a preocuparse por las reacciones de su amigo a la llamada de esa persona que lo había llamado. "Voy para allá" fue lo que apenas alcanzó a entender el rubio. Le inquirió acerca de la llamada y Harry solo le contestó con un "Sígueme" a la vez que corría hacia otro lugar. Niall lo pensó dos veces antes de salir disparado detrás de su amigo, pero ¿que iba a hacer? Podría tratarse de algo importante, no le quitaría casi nada de tiempo seguirlo por un momento. Corrió detrás de él y al final, se encontró con Louis y los demás sentados y en un Picnic y, una portátil al frente de ellos. Se apresuró a sentarse junto a ellos y Louis le sonrió a medias..., apenas podía sonreír de verdad, ni siquiera podía subir las comisuras de su boca correctamente. Todos fijaron sus miradas en esa pantalla en negro, mientras que el ojiazul castaño tenía su dedo encima del botón "Play", lo único que faltaría sería presionarlo. Suspiró y así lo hizo.

La pantalla tomaba color y contraste, hasta formar una figura femenina desde el pecho hasta la cabeza. Se encontraron con una chica de tan solo diecinueve años, con una expresión bastante seria y aburrida, con sus ojos de un tono aceitunado fijados en la nada. Su cabello era recogido en una cola de lado, pero sin embargo, su flequillo seguía allí. Era ella. Era ___.

Ah, no había notado que ya había comenzado la grabación. Hola. Hizo un gesto de saludo.

Que bien que hayan llegado aquí, ¿les interesó, verdad? A veces no creo que vayan a ver éste video... pero, ¿que creen? ¡Ya lo están haciendo!. Rió forzada.

No espero que estén preocupados, no es lo que han demostrado con el pasar de los años. Yo siempre estuve allí, apoyandolos en cada una de las presentaciones... en cada una de sus actuaciones yo estuve presente. Y, ¿cómo me lo agradecen? Con mentiras. Si, así como lo acaban de escuchar: mentiras. Recuerdo aquel día en el que ustedes dijeron que irían a la grabación de su primer disco, que les "faltaba" solo una canción y que sinceramente no debían faltar.

— No... no es posible... — soltó Liam, que sabía muy bien lo que estaba a punto de decir.

Pero, ¿Qué fue en realidad? Una farsa. No iban a grabar una canción...: iban a beber, a beber y a beber mucho más. Lo peor, fue que no fue solo a "beber"... Sino que a ver a mujeres bailar y mostrar su sensualidad y los dones que les había tocado corporalmente, o como les llamamos nosotras, las chicas perras. Además, se las llevaron a mi casa. Estaban con mi hermano en una -digámoslo así- salida, y sin dudarlo, al final se las llevaron al lugar en donde había vivido un par de años. Oh... esperen, hay algo peor: yo era pareja de una de ustedes en ese momento.

Pero, por ahora, no entremos en detalles.

Ustedes pensaron que yo era inútil, ¿no? Que yo no sabía nada, que yo simplemente era una amiga con la cual podrían jugar y engañar cuando quisieran. Pero, se equivocaron; y de una manera bastante estúpida, de hecho. De miles de cosas me enteré.

Se estarán preguntando: "¿esto es una broma, no? Esto es parte de una broma que supo manejar bastante bien." Y no, no es así. Todo para ustedes es una broma, todo es una risa y nada se lo toman en serio. ¿La vida está para reír? ¿Es enserio... hubo un silencio bastante inquietante y desesperante, un silencio que podía matar a cualquiera, Louis?

Sus ojos se abrieron como platos; ¿acaso ésto se trataba de él? Tragó en seco y mordió su labio inferior hasta sentir el sabor oxidado de la sangre. Los chicos se aliviaron al saber que no habían dicho sus nombres aun, pero si habían dicho el de su mejor amigo: Louis. Harry y Liam le acariciaron los hombros, tratando de consolarlo de alguna manera.

Louis... Louis era el primero.