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Premonición mortal (Joe y tu)

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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por ElitzJb Dom 03 Feb 2013, 6:41 pm

mas+++++++++++++++
ElitzJb
ElitzJb


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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por ElitzJb Dom 03 Feb 2013, 6:41 pm

cambie de pagina eso quiere decir q tenes como minimo colocar mas capitulos :twisted:
por favor
ElitzJb
ElitzJb


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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por Julieta♥ Lun 04 Feb 2013, 4:18 pm

Queremos cap!!!!!!!
Julieta♥
Julieta♥


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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por Isi Lun 04 Feb 2013, 5:54 pm

Capítulo 18


Teniendo en cuenta todas las cosas, Carroll Janes estaba complacido con aquel frenesí. Sólo dos castigos, y fíjate cómo habían llegado a convertirse en el tema de portada. Por supuesto, tendría que retirar su insultante opinión acerca del Departamento de Policía de Orlando; no eran tan idiotas como había temido. Aunque el segundo castigo había sido más bien obvio, no muchos departamentos habrían establecido la relación entre ambos, ya que, al fin y al cabo, a la segunda víctima le había dejado los dedos intactos. Le irritó que la zorra de Vinick lo arañase, y se vio obligado a tomarse la molestia adicional de cortarle los dedos y deshacerse de ellos, pero al menos eran dedos pequeños y fáciles de hacer desaparecer. Los perros no tuvieron el menor problema, y los huesos, si es que había quedado alguno, no serían identificables.

No había forma de que la policía pudiera pescarlo, pero por lo menos sabían que existía; eso añadía un estímulo más al proceso. Era agradable que a uno lo apreciasen, era como la diferencia entre actuar en un teatro vacío y actuar delante de un público pasmado y en pie. Así disfrutó mucho más de los detalles, sabiendo que la policía estaría asombrada de su inteligencia, de su inventiva, de su absoluta perfección, aunque le maldijeran por ello. Cuán gratificante era saber que los oponentes de uno eran adecuadamente respetuosos con su talento.

Se había sentido frustrado en su intento de encontrar otro transgresor, con fines experimentales, pero Janes se consideraba un hombre paciente. Pasaría lo que tuviera que pasar. Precipitar las cosas sería hacer trampa; eso eliminaría el poder del momento. Estaba más contento desde que la noticia saltó a la prensa, ya que, por supuesto, siempre resultaba estimulante leer lo que habían escrito de uno, ser el tema de conversación en boca de todos. Hasta Annette, en el trabajo, había hablado de pocas cosas más. Le había contado todas las complicadas precauciones que estaba tomando, como si aquello supusiera un reto para él, pobre tonta. Pero le divertía condolerse con ella, alimentar su miedo e incitarla a que tomase medidas de seguridad aún más ridículas. Ella se negaba incluso a ir andando sola hasta su coche, como si él alguna vez hubiera sacado a alguien de las calles. Qué pedestre era aquello - rió por su propio ingenio--, cuando el verdadero desafío consistía en tomar a las víctimas en su propia casa, donde más seguras se sentían.

El miércoles, Annette estaba comiendo cuando una morenaza alta y pechugona se acercó al mostrador con el rostro tenso por la ira.

-Quiero hablar con alguien acerca del servicio que presta esta tienda -le espetó. Janes le respondió con su mejor sonrisa:

-¿Puedo serle yo de ayuda, señora?

El quid del problema era que era su hora de comer y se había pasado quince minutos de pie en el departamento de confección tratando de que alguien le cambiara una blusa. Todavía no la había atendido nadie, y ya no tenía tiempo para comer. Janes reprimió un estremecimiento de placer mientras ella se desahogaba, con la furia haciéndose evidente en cada línea de su cuerpo.

-Llamaré al departamento de confección y me cercioraré de que la atiendan inmediatamente -dijo--. ¿Se llama usted...?

-Farley -repuso la mujer-. Joyce Farley.

Él le miró las manos. No llevaba anillo de casada.

-¿Tiene una cuenta con nosotros, señorita Farley?

-Es Farley a secas -replicó ella-. ¿Qué diferencia hay? ¿Acaso un cliente tiene que tener cuenta en esta tienda para que el personal se interese por él?

-En absoluto -repuso él cortésmente. Simplemente era más fácil obtener información vital si la mujer estaba incluida en la base de datos. Aquélla era una de esas feministas picajosas que odiaban a los hombres. Le entregó un impreso y le dijo-: Si no le importa, ¿quiere rellenar este formulario? Nos gusta seguir todas las reclamaciones y asegurarnos de que el cliente queda satisfecho.

-En realidad no tengo tiempo para esto. Ya voy a llegar tarde al trabajo.

-Entonces bastará con que escriba sólo su nombre y su dirección. Yo mismo completaré los detalles.

La mujer garabateó a toda prisa su nombre y su dirección en la parte superior del impreso mientras él telefoneaba al departamento de confección y hablaba con el jefe del mismo. Sonrió de nuevo al colgar el aparato.

-La señora Washburn la estará esperando personalmente para hacer el cambio.

-Esto no debería haber sido necesario.

-Estoy totalmente de acuerdo.-Y recogió el impreso de la superficie del mostrador.

Ella se volvió para marcharse, dio un paso, y de pronto se detuvo bruscamente y se dio la vuelta.

-Lo siento -dijo-. Tengo un terrible dolor de cabeza y estoy enfadada, pero no debería haberla tomado con usted. No es culpa suya, y ha hecho todo lo que ha podido para ayudarme. Perdone que haya sido tan desagradable.

Janes se quedó tan sorprendido que transcurrió un momento antes de que pudiera decir:

-No se preocupe. Me alegro de haberle sido útil.

Una respuesta convencional, de las que daban miles de veces al día miles de vendedores aburridos, porque les costaría el puesto de trabajo decir lo que de verdad querían decir. La señorita Farley le sonrió brevemente, insegura, y se fue.

Janes la contempló mientras se iba, notando cómo iba creciendo la furia en su interior.

Arrugó con saña el impreso de reclamación y lo tiró a la papelera. ¡Cómo se había atrevido a disculparse! Aquella mujer lo había estropeado todo. No se trataba de eso; se trataba de castigar. Se sintió engañado, como si le hubieran puesto un premio maduro delante de las narices y luego se lo hubieran arrebatado. Ya había empezado a experimentar aquella corriente de vitalidad y el hambre de dar rienda suelta a su fuerza. ¡Y ahora no le quedaba nada! Debería matar a aquella zorra de todas maneras, para enseñarle que no podía hacer lo que le diese la gana y luego escapar de las consecuencias esgrimiendo una débil disculpa.

No. Las reglas eran las reglas. Tenía que obedecerlas; si no lo hacía, echaría todo a perder. Había determinados criterios que respetar las normas que cumplir. Si no era capaz de estar a la altura de dichas normas, entonces merecía que le atraparan. Por mucho que deseara dar una lección a aquella mujer, tendría que reservarse para la verdadera disciplina.

* * *



______ estaba sentada muy quieta frente a su mesa de trabajo, intentando controlar su temblor.

Gracias a Dios que era la hora de comer y casi todo el mundo había salido a tomar algo. Ella se había traído la comida y un libro, con la intención de pasar una hora de tranquilidad leyendo. Se hallaba enfrascada felizmente en la lectura mientras comía distraídamente una manzana, cuando la invadió una siniestra sensación que era una mezcla de emoción y rabia.

No fue tan abrumador como una visión de verdad, pero reconoció su origen. No había duda alguna de la fría maldad que percibió. Y en ese momento, de pronto, la rabia se intensificó pero desapareció la emoción, y notó un sentimiento de decepción.

Había llegado a conocerlo. Su fuerza mental no había sido tan fuerte como para que ella «viera» lo que sucedía, pero supo sin necesidad de ver. Él había seleccionado a su próxima víctima, y había ocurrido algo que lo privó de su sádico placer.

Estaba allí fuera. Y estaba cazando.

* * *

-Está buscando a alguien -le dijo a Joe esa noche, mientras paseaba nerviosa por la habitación-. Hoy lo he sentido.

Joe dejó a un lado el periódico que estaba leyendo, el cual estaba repleto de historias ligeramente histéricas y en su mayoría erróneas acerca del «Matarife de Orlando», y concentró toda su atención en ______. Hasta las facciones de su rostro se endurecieron; ella se había acostumbrado a aquella cara de duros rasgos, pues la veía con los ojos del amor, pero súbitamente lo percibió de nuevo tal como lo había visto la primera vez que se encontraron: Joseph Jonas el policía, el Joseph Jonas que era peligroso.

-¿Qué ha pasado? -le preguntó él en tono ligeramente mordaz-. ¿Cuándo ha pasado? ¿Por qué no me llamaste?

______ le dirigió una mirada breve y reanudó su ir y venir por la habitación.

-¿Qué podrías haber hecho tú?

La respuesta era «nada», y ______ vio que eso no le gustó.

-Ocurrió durante la hora del almuerzo, a eso de las doce y media. De pronto estaba allí, sentí su rabia, pero también estaba emocionado, igual que un niño que aguarda un regalo. La había elegido, lo sé. Entonces ocurrió algo, no sé qué, pero ella se marchó y él se quedó decepcionado.

-¿Y después?

-Nada. No pude sentirlo ya.

Joseph la observaba de cerca.

-¿Pero puedes distinguir cuándo elige una víctima?

______ se alzó de hombros.

-Esta vez lo he hecho.

-¿Algo más? ¿Pudiste advertir algo de la víctima?

-No.

-El más mínimo detalle sería de utilidad...

-¡Te digo que no! -gritó ______ de pronto, girando hacia el dormitorio-. ¿Crees que no lo he intentado?

Joseph saltó como un tigre del sofá y la alcanzó antes de que ella pudiera llegar al dormitorio y cerrar la puerta. La envolvió en sus brazos desde atrás y la apretó con fuerza contra sí.

Entonces notó las ligeras sacudidas que la invadían de arriba abajo, el temblor que no la había abandonado del todo desde la hora de comer.

-Lo siento -murmuró al tiempo que frotaba su áspera barbilla contra la sien de ella-. Ya sé que esto es muy duro para ti. ¿Estás bien?

______ dudó, pero admitió de mala gana:

-Estoy un poco asustada.

Joseph la meció adelante y atrás durante unos instantes, dejando que absorbiese la seguridad de su presencia. ______ llevaba ya casi un mes viviendo con estrés, y para ella tenía que ser mucho peor que para él. Necesitaba un respiro. Le retiró el pelo de la cara, pensando.

-¿Quieres ver una película?

-Ésa fue la solución que encontraste la última vez ---dijo ella en tono tirante-. Ir a alguna parte.

-¿Y funcionó?

Involuntariamente, ______ se relajó un poco. Estaba muy cansada, resultaba agradable apoyarse en Joseph.

-Ya sabes que sí.

-Entonces vamos al cine ¿Hay algo que te gustaría ver?

-No lo sé -Dudaba-. No he ido al cine desde que ocurrió el primer asesinato.

-Entonces ya es hora. Yo llevo un par de años sin ver una película ¿Qué es lo que te gusta?

-No sé lo que están poniendo –______ se dio vuelta para mirarle y logró esbozar una sonrisa- Más bien creo que me gustarla dar un paseo en coche.

Joe sintió alivio al ver que la tensión abandonaba a ______. Habría preferido llevarla a la cama, pero sabía que en aquel momento estaba demasiado tensa para disfrutarlo.

-Entonces eso es lo que vamos a hacer-le dijo.

El aire del anochecer en pesado y denso cuando salieron de la casa y aún hacía calor, a pesar de que el sol ya se habla puesto y unos truenos retumbaban a lo lejos. Joe bajó la ventanilla del automóvil, tomó la autopista interestatal y enfiló hacia la Costa del Golfo, en línea recta hacia la tormenta que se aproximaba. El banco de nubes que se cernía sobre ellos semejaba una gran bestia cuyo vientre de color negro mondo se vela cruzado aquí y allá por brillantes destellos de luz.

El aire que entraba con fuerza por la ventanilla abierta se volvió más fresco, casi frío y traía consigo el olor dulce y polvoriento de la lluvia ______ permanecía en silencio al lado de Joe, con los ojos fijos en la tormenta. Las primeras gotas de lluvia chocaron contra el parabrisas.

A Joe le dio tiempo de cerrar la ventanilla y conectar los limpiaparabrisas, y acto seguido se zambulleron en el torrente que se abalanzaba sobre ellos.

Tuvo que reducir la velocidad hasta casi el paso de una persona, mientras los truenos y los relámpagos estallaban alrededor de ellos. Otros conductores más prudentes, se apartaron de la autopista y buscaron refugio debajo de los pasos elevados o simplemente salieron del tráfico. Unos cuantos atrevidos continuaron avanzando hacia el corazón de la tormenta a medida que la oscuridad lo aplastaba todo y los débiles esfuerzos de los faros de los automóviles sólo conseguían iluminar una corta distancia.

______ estaba inmóvil. La ferocidad de la tormenta la vaciaba, le robaba toda sensación de sí misma para llenarla a su vez con su propia fuerza brutal. Sabía que debería tener miedo de las tormentas con aparato eléctrico, pero no lo tenía. Su magnificencia la llenaba de un reverencial asombro, y la energía desatada en cierto modo la renovaba.

Joseph siempre conducía con las luces interiores apagadas, de modo que el coche era como una cueva oscura. No habló, ni ______ tampoco. No sentía la necesidad de decir nada, se sentía seca y a salvo mientras a su alrededor se desencadenaba aquella furia que azotaba el coche con oleadas de lluvia y con ráfagas de viento que lo hacían bambolearse. Joe lo mantuvo firme, tensando los músculos de los antebrazos para contrarrestar la furia de la tormenta. ______ ni siquiera experimentó un segundo de inquietud; estaba segura y lo sabía.

Por fin salieron de la tormenta y la dejaron tronando y relampagueando a lo lejos. Seguía lloviendo, pero ya era una lluvia ligera, constante, ordinaria. Bajaron las ventanillas un par de centímetros para permitir que penetrara el aire dulzón.

Joseph tomó la siguiente salida y se dirigió de vuelta hacia Orlando, esta vez corriendo detrás de la tormenta.

______ reclinó la cabeza hacia atrás. La tempestad lo había intensificado todo; nunca se había sentido así en su vida. El corazón le latía lento y fuerte, como un silencioso tambor; notaba el cuerpo pesado y maduro, pulsante de vida. Deseaba a Joe, deseaba sentir su dureza y su pasión dentro de ella. Percibía su presencia a su lado, la tirantez sexual. Él tenía la vista fija en la carretera, pero su atención estaba concentrada en ______; ésta sabía que se daba perfecta cuenta de todos los movimientos que hacía, del ligero roce de su respiración, del cálido aroma de su cuerpo.

-Joe-dijo. Aquella única palabra vibró en la oscuridad. Él estaba sudando; ______ vio cómo le brillaba la cara cada vez que se cruzaban con otro vehículo. Desprendía calor en oleadas. ______ sintió nacer la excitación en su vientre; Joseph estaba casi sin control, un estado en el que no le había visto nunca. Antes, siempre, incluso la primera vez, por muy excitado que estuviera, había logrado contenerse hasta que ella hubiera quedado satisfecha. La deseaba ya desde antes de salir de casa, y la furia primitiva de la tormenta no había sino exacerbado su apetito, igual que había despertado el de ______.

Quiso preguntarle si la amaba, pero no le salieron las palabras. Él estaba con ella en aquel momento, y si lo único que sentía era atracción sexual, ______ lo averiguaría muy pronto.

Como el presente era lo único que tenía garantizado, decidió dejar de preocuparse y aprovecharlo todo lo que pudiera. ¿No se trataba de eso, después de todo? ¿Acaso no habría aprendido nada de todo el dolor, el suyo y el de otros, que había experimentado? Nadie pasaba por la vida sin sufrir; el truco consistía en aprovechar al máximo el presente y gozar de los dones de la vida tal como ésta los ofrecía.

Extendió una mano y pasó suavemente el dedo por el pliegue entre el muslo y la ingle, sintiendo cómo los músculos de Joseph se endurecían bajo su contacto. Su erección era como el acero, empujando contra los pantalones. ______ la acarició arriba y abajo con el dedo.

Joseph jadeó entre dientes:

-Deja de juguetear conmigo.

-No estoy jugueteando -murmuró ella, casi ronroneando.-. Voy muy en serio. -Y dicho eso introdujo la mano entre sus piernas. Joseph gimió al tiempo que las separaba de forma involuntaria. Aminoró la velocidad, y entonces se recompuso y aceleró de nuevo.

-No puedo parar ahora -dijo con reprimida violencia-. Hay demasiado tráfico.

-¿Ves algún motel interesante? -preguntó ______ en tono ausente, concentrada en desabrocharle el cinturón.

Joseph se estremeció y contuvo la respiración para dejar más sitio a las manos de ______. Quería que parase, pero al mismo tiempo no podía hacer nada para detener el placer.

-No llevo gomas encima. -Excepto la primera noche que pasaron juntos, él había utilizado un condón todas las veces que hicieron el amor. Aquella primera noche no pudo pensar en nada excepto entrar en el interior de ______. En su fuero interno se había asombrado de su propio descuido, lo cual nunca le había sucedido antes, y desde entonces se había cerciorado de que no volviera a suceder.

La solución de parar en una tienda se le ocurrió a ______, pero la desechó. No quería distraerse, y Joseph no estaba en condiciones para ir de compras.

-Será mejor que conduzcas más deprisa -le dijo al tiempo que le bajaba la cremallera y hundía la mano dentro de sus pantalones para cerrarla alrededor de su verga desnuda.

Un ronco gemido surgió de la garganta de Joseph. ______ lo saboreó, igual que saboreaba el tacto de su piel vibrante en la mano. Sabía que Joseph sólo necesitaba unos pocos movimientos rápidos y enérgicos para terminar, de modo que deliberadamente se concentró en caricias ligeras, lentas y perezosas. Vio su rostro en tensión mientras ella se acercaba un poco más y le besaba la parte de abajo de la mandíbula. Sus pechos presionaban contra el fuerte brazo de él, y sintió el leve temblor que lo sacudía.

-Vas a pagar por esto -advirtió él.

______ le mordió el lóbulo de la oreja.

-Eso suena interesante. ¿Se te ocurre alguna idea?

Joseph tenía varias, pero ninguna que pudiera llevarse a la práctica dentro del coche. Sólo esperaba que no le detuvieran por exceso de velocidad, porque no creía que hubiera forma alguna de abrocharse los pantalones. ______ continuaba acariciándole con suavidad, manteniéndole dolorosamente duro.

-¿Te diviertes? -Tenía los pulmones constreñidos y no podía sacar de ellos más que un gruñido.

-A mares. –______ introdujo la lengua brevemente en su oreja, y él se estremeció convulsivamente-. Yo tampoco puedo parar. Tú sigue conduciendo.

Y Joseph así lo hizo. Condujo como si no hubiera conducido nunca, con una concentración desesperada que aun así no bastaba para hacer caso omiso de lo que ______ le estaba haciendo. Una risa áspera escapó de su garganta.

-Eres una bruja, estás disfrutando de esto.

Ella sonrió con satisfacción.

-Por supuesto que sí. Normalmente, tú me vuelves loca a mí. ¿Qué se siente al ser el receptor pasivo?

-Como si fuera a morirme -jadeó Joseph.

______ miró alrededor para ver dónde estaban.

-Llegaremos en cinco minutos. Aguantarás ese rato, ¿verdad?

Y siguió acariciándole, haciendo uso de todos los conocimientos que tenía de su cuerpo para inflamarle todavía más. Le lamió muy delicadamente.

Él lanzó otra exclamación contenida y su cuerpo se puso rígido.

-Puede ser.

Cuando llegaron a casa, Joseph estaba desbocado, sus caderas se agitaban a cada caricia de la mano de ______. Literalmente la arrastró fuera del coche y la metió en casa, donde ambos corrieron a trompicones al dormitorio para arrancarse mutuamente la ropa a toda prisa.

Todavía estaban medio vestidos cuando cayeron sobre la cama. Joseph se las arregló para esperar a ponerse un condón, luego volvió a ______ boca abajo, le separó las piernas con las rodillas y la penetró con fuerza arrolladora.

______ hundió los dedos en los cobertores de la cama, con todo el cuerpo temblando bajo la violencia de las embestidas de Joseph. Estaba tan excitada como si hubiera sido ella la que había sufrido aquel delicioso tormento. Levantó las nalgas y se retorció contra él para absorberle más profundo, aunque eso ya no pareciera posible. Joseph gimió a cada acometida, emitiendo sonidos guturales, salvajes, que quedaron flotando en la oscuridad de la noche. Y entonces todo su cuerpo se tensó y empujó violentamente al interior de ______ y se quedó allí, temblando, gritando de satisfacción al tiempo que el orgasmo le sacudía todo el cuerpo.

Después fue aflojando hasta quedar tendido junto a ______ medio encima de ella, con movimientos ciegos y descoordinados y su enorme cuerpo tembloroso. Su pecho se agitaba luchando por inhalar suficiente oxígeno, y ______ sintió la fuerza de los latidos de su corazón.

-Oh, Dios -jadeó-. Esto ha estado a punto de matarme.

-¿De verdad? -murmuró ______-. Pensaba que te gustaba. Pero si no te ha gustado, no volveré a hacerlo...

Joseph le introdujo una mano en el cabello y le giró la cabeza para silenciar aquellas palabras con un potente y fiero beso.

-Intentaré soportar la tensión.

-Mi héroe -dijo ella mordisqueándole el labio inferior antes de volver para reclamar un beso más profundo.

Un grave ronroneo retumbó en el pecho de Joseph. Dio vuelta a ______ en sus brazos y se irguió para mirarla desde arriba.

-Ahora, señora, vamos a ocuparnos de usted.

Se ocupó de eso muy bien, hasta dejarla exhausta, lánguida, saciada. Después ambos permanecieron tumbados juntos en la oscuridad, escuchando el rumor de la lluvia. ______ jugaba distraídamente con el vello rizado de su pecho. Al cabo de un rato bostezó y dijo:

-¿Cerraste la puerta del coche?

Joseph se quedó quieto, pensando. Luego contestó:

-Maldita sea -y se levantó de la cama. ______ se quedó allí, riendo divertida mientras él se enfundaba los pantalones y salía de la casa dando tumbos en la oscuridad. Oyó que se abría la puerta de la calle y que volvía a cerrarse un par de segundos más tarde. Otro minuto después, Joseph regresó al dormitorio.

-Sí que la había cerrado, listilla -rugió.

-Bueno, es que no me acordaba.

Él rió.

-Yo tampoco. -Se quitó rápidamente los pantalones y se deslizó de nuevo al interior de la cama. Con un bostezo, abrazó otra vez a ______ y la acurrucó contra su cuerpo en gesto protector-. Cuando termine todo esto -le murmuró-, los dos vamos a necesitar unas vacaciones. ¿Tú qué prefieres, playa o montaña?

El corazón de ______ le dio un pequeño vuelco de felicidad. Era la primera vez que Joe decía algo acerca de un futuro en común, aunque fuera una cosa tan natural como planear unas vacaciones.

-Estamos en Florida -repuso ella-. Podemos ir a la playa cuando queramos.

-Entonces, la montaña. Alquilaremos una cabaña que tenga bañera, nos desnudaremos, nos desconectaremos de todo y asustaremos a las ardillas.

-Trato hecho.

En ese momento sonó el teléfono, y Joe estiró el brazo para cogerlo.

-Jonas-dijo con voz perezosa. Apretujada contra él como estaba, ______ le notó ponerse tenso. Joe se incorporó y sacó los pies de la cama.-De acuerdo, de acuerdo, estaré ahí dentro de unos quince minutos. Procura que los de la prensa no hagan correr la histeria.

Colgó el teléfono y encendió la lámpara.

-Ha habido otro asesinato a puñaladas -dijo mientras se vestía a toda prisa.

______ se sentó, consumida por el miedo al recordar el momento en que había sentido al asesino buscar una nueva víctima. Ella y Joe se habían ido a dar aquel paseo en coche fuera de la ciudad; ¿estuvieron tan lejos que ella no pudo percibir la energía del asesino?¿había éste actuado, después de todo, y ella por alguna razón no había sentido nada?
Isi
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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por Isi Lun 04 Feb 2013, 6:05 pm

Capítulo 19

-¿Cómo se llama la víctima? -preguntó Joseph, mirando el cadáver mientras el fotógrafo de la policía tomaba instantáneas desde diferentes ángulos.

Era una escena del crimen típica, si es que existía semejante cosa. La habitación hervía como un hormiguero, y la mayoría de los presentes no hacían nada salvo andar por ahí. La casa estaba abarrotada de policías, y el barrio atestado de reporteros que no hacían caso de la ligera lluvia con tal de conseguir un comentario de cualquiera que quisiera hablar con ellos.

Allí estaba Kevin, y también Nick, Freddie y Worley. ..Dios, parecían estar allí todos los detectives del equipo, y decían que el jefe venía de camino. Los chicos de las huellas dactilares estaban pintando todo con su polvillo negro, la gente de las pruebas forenses pasaba una aspiradora... Aquello era un zoo.

-Felicia Alden -dijo Freddie-. Su marido, Gene, fue quien la encontró. Es representante de ventas de una empresa farmacéutica y ha estado en viaje de trabajo.

-Y resulta que vuelve a casa justo cuando su mujer ha sido asesinada -dijo Joseph en tono cansado. Todos se miraron entre sí. Habían visto las escenas de los otros crímenes y ésta no se les parecía en nada, salvo por el hecho de que había muerto una mujer a cuchilladas.

Además, la víctima estaba aún vestida y tumbada en la cama como si la hubieran matado allí.

No había indicios de agresión sexual.

Joe dejó escapar un suspiro de alivio. ______ no se había equivocado; todos sabían, y era sólo cuestión de probarlo, Gene Alden probablemente había asesinado a su esposa e intentaba que pareciera obra del asesino en serie. Probablemente pensó que, ya que los medios de comunicación habían informado que no había pruebas, estaría seguro cuando la investigación encontrase sólo material forense que podía relacionarse con él; al fin y al cabo, él vivía allí.

-Lleváoslo para interrogarlo y averiguad si tenía alguna póliza de seguros contra su mujer - dijo Kevin-. O si la pilló con otro tío. Yo voy a intentar calmar a los periodistas, pero no podré decirles gran cosa hasta que acusemos efectivamente a ese tipo, así que no creerán. - Parecía deprimido ante la idea de enfrentarse a la horda reporteros chillones.

-Por lo menos podremos hacer algo con este caso -comentó Freddie.

Nicholas se acercó a Joseph y ambos salieron de la casa. Los periodistas se apiñaban en torno a Kevin, gritándole preguntas. Él intentaba hablar, pero ellos no dejaban de interrumpirle.

-Supongo que ______ no habrá tenido una visión de este asesinato -dijo Nick.

-Ni siquiera lo ha vislumbrado, pero de todos modos ha pasado algo inquietante; no ha sido una visión, pero esta tarde ha tenido una especie de conexión con él. El asesino había escogido a su próxima víctima, pero ocurrió algo y la perdió.

Nick lanzó un silbido.

-¿Cómo está ______?

-Con los nervios de punta. Esto la está agotando.

-No me extraña. Ojalá hubiera algún modo de hacérselo más fácil.

-Yo me aseguraré de que esté bien -dijo Joseph con seriedad.- A propósito, ¿cómo van las obras en mi casa?

-Los suelos casi están terminados, y entregarán los muebles este fin de semana. Podrás mudarte el lunes, si quieres.

Joseph soltó un resoplido al entrar en el coche.

-Venga ya, colega.

Nick rió.

-Sí, eso es lo que yo pensaba. Te veré por la mañana.

Tal como Joe había esperado, ______ aún estaba despierta cuando él llegó a casa.

-No ha sido él-le dijo, y observó cómo la tensión abandonaba el semblante de ______. Parecía muy pequeña, acurrucada en una esquina del sofá, estrechamente envuelta en su bata- . Es probable que lo haya hecho el marido de la víctima y que haya intentado que parezca un crimen como los otros. -Le tendió una mano-. Vamos, cariño, volvamos a la cama.

* * *


Janes controló con todo cuidado su alegría la tarde del viernes, mientras veía cómo se alejaba la indignada cliente. Annette se encontraba allí, de modo que no podía dejar escapar siquiera el menor indicio de lo que sentía. ¡Por fin! Aquella vez sí que iba a paladearla; había transcurrido demasiado tiempo, tres semanas, para que pudiera realizar una comparación exacta con el último caso. Además, había llegado a la conclusión de que fue la prisa del último castigo lo que lo estropeó. Esta vez lo haría como había que hacerlo, con una planificación lenta y cuidadosa, dejando que fuera creciendo la emoción. Necesitaba por lo menos una semana para hacerlo como era debido.

Consultó el calendario, aunque, naturalmente, no necesitaba hacerlo. Simplemente, aquello formaba parte de su increíble precisión. Sí, la fecha posible más próxima sería el viernes siguiente por la noche. Los fines de semana eran la mejor ocasión, porque eran días en los que no se trabajaba y así podía dormir más el día siguiente. Dejaría que la euforia de los medios de comunicación, por satisfactoria que fuera, se apagase un poco. Aquel frenesí no tenía de dónde alimentarse, aunque se hubiera producido aquel tonto brote de histeria la otra noche, cuando un vendedor mató a su mujer y trató de hacer recaer en él la culpa. Por supuesto, no le funcionó; el muy imbécil no prestaba la misma atención a los detalles. La policía lo caló inmediatamente. Los informativos de televisión sonaron más bien decepcionados.

Sí, esta vez sería estupenda, tal vez la mejor hasta entonces. La mujer había sido una verdadera cabrona, de las que él siempre había despreciado nada más verlas: delgada, bronceada, frágil, recargada de joyas de dudoso gusto. Iba exhibiendo el dinero que tenía. Era posible que contara con un sistema de seguridad, o incluso perros guardianes. La posibilidad resultaba interesante, constituiría una verdadera prueba de su genio. No prestó atención a la probabilidad de que existiera un marido; eso nunca había logrado detenerlo.

Leyó el nombre que ella había escrito y lo repitió mentalmente, saboreando las sílabas.

Marilyn Elrod.

Ya notaba cómo la emoción iba inundándolo de energía.

Marilyn Elrod.

Tarareó unas pocas frases de una canción, sustituyendo el nombre: Ma-ri-Iyn, oh Ma-ri-Iyn, larará no sé qué más. Era una canción que se tocaba antes de la carrera de Preakness. Lo gracioso era que su víctima no sabía que iba a participar en ella.


* * *


El viernes por la noche, ______ le preguntó qué tal iban las obras de su casa. Joe mintió sin dudarlo un instante.

-Casi están terminadas -dijo--. Ha habido un retraso en la entrega de los muebles que encargó Nick.

Los muebles ya habían sido entregados y todo tenía un aspecto magnífico, pero no tenía intención de marcharse de casa de ______ hasta que atraparan al asesino. Había transcurrido otro fin de semana sin ningún asesinato. Unos cuantos reporteros sarcásticos empezaron a preguntar si la policía estaba segura de que se trataba de un asesino en serie o simplemente se habían asustado por las similitudes entre los asesinatos de Nadine Vinick y Jackie Sheets.

-¿Has sentido algo hoy? -preguntó Joe.

______ negó con la cabeza.

-Nada concreto. Sólo una especie de nerviosismo. Y cuando volvía a casa, pasó por delante de una joven pareja tan acaramelada que se estaban besando apasionadamente en la acera. ______ se encontraba en aquel estado automático que sobreviene :cuando uno conduce, con la guardia baja, y de pronto se encontró viendo el interior de la mente del joven. Una vez más, aquello le produjo tal impresión que la bloqueó inmediatamente y se retiró de aquel contacto emocional. Tuvo el extraño pensamiento de que esperaba que encontrasen pronto algún lugar privado, dada la intensidad de la excitación del chico, o de lo contrario no sería ella la única impresionada.

Entonces comprendió que ya dos veces había logrado controlar el contacto, romperlo.

Incluso antes, en el momento en que sus capacidades alcanzaban su punto máximo, no había sido capaz de hacer algo así. Había aprendido a protegerse parcialmente, pero no había llegado a conseguir la protección total. De acuerdo, así que el contacto inicial le había venido cuando estaba relajada; había podido cortar inmediatamente la conexión.

Ella no había deseado recuperar sus capacidades, pero de repente se sintió inundada por una sensación de triunfo y contento. Después de todo, Gleen no había ganado. El proceso de curación había llevado mucho tiempo, pero al final había vencido ella. Había salido del trauma todavía más fuerte que antes, más capaz de controlar el don que le había sido dado. Incluso, con Joe, había superado el terror a lo físico y aprendido la dicha del placer sexual. No podría haberlo hecho dos años atrás, ni siquiera un año antes, pero su curación por fin había avanzado hasta el punto de ganar la partida.

-¿Está cazando? -preguntó Joe.

-¿Quién sabe? Como te digo, no he sentido nada concreto. Tal vez sea sólo que tengo mucho miedo a esta noche.

-Quizá yo pueda hacer algo al respecto -dijo él en voz baja y grave. Estaba apoyado contra los armarios de la cocina mientras ______ preparaba algo rápido para comer, como de costumbre. Le miró y sintió una flojera en las rodillas. Joseph parecía tan profundamente varonil que todas las células de su cuerpo reaccionaron. Joseph mostraba siempre un aspecto ligeramente descuidado, aun cuando llevase la ropa recién planchada, pero en aquel momento era más acentuado, con la camisa arrugada y el pelo revuelto, y con aquella marca en la mejilla del ataque sufrido por la mañana de la cuchilla de afeitar, además de que necesitaba afeitarse otra vez. Como siempre, todavía llevaba puesta la sobaquera, de la que asomaba la culata de su enorme pistola; estaba tan acostumbrado a ir armado que ya no se daba cuenta. Aquellos penetrantes ojos avellana se veían con un brillo predatorio al mirar a ______.

-Quizá -aceptó ella con voz más ronca que de costumbre. De quizá, nada; estaba segura.

El poder sexual que Joseph ejercía sobre ella era tan fuerte que lo único que la salvaba de caer presa del pánico era el hecho de saber que, cuando quisiera, podía hacerle enloquecer también. Tal vez tuviera dudas acerca de la implicación emocional de Joseph, pero no cabía error en cuando a su reacción física. Lo único que tenía que hacer era rozarse contra él o mirarle de determinada manera, o incluso no hacer nada, y él se excitaba.

Aquello la sorprendía a veces, porque desde luego ella no era ninguna provocadora, aun haciendo un esfuerzo de imaginación. Siempre se había vestido de forma que disimulara su femineidad porque nunca había querido llamar la atención de ningún tipo. Pero Con Joseph todo aquello no importaba; era como si él nunca viera la ropa sino que mirase directamente a la mujer que había debajo. Ella seguía vistiendo de la misma manera, tanto por costumbre como por comodidad -al fin y al cabo, la ropa estaba allí-, pero ahora, un tanto sorprendida de sí misma, se daba cuenta de que no sentía la necesidad de continuar con el camuflaje. Las cosas habían cambiado. No tenía que ocultarse para proteger su intimidad mental, ni tampoco tenía que preocuparse por la desagradable intrusión que suponían las insinuaciones sexuales. Joseph hacía esas insinuaciones bastante a menudo, y en ellas no había absolutamente nada de desagradable.

Ahora era más fuerte. Sus capacidades habían cambiado. Se había curado y poseía el control. Experimentó otro leve estremecimiento al comprender que, por primera vez, ya no estaba a merced de sus poderes mentales. Podía vestirse del modo que quisiera. Podía Comprar la ropa ajustada y de moda que siempre había admirado, e incluso algo claramente sexy.

-¿Qué estás pensando? -preguntó Joe, nervioso-. Me estás mirando como si yo fuera un canario y tú el gato.

______ dejó que su mirada bajara un poco más y le rozara delicadamente las caderas.

El semblante de Joseph se alteró. Se enderezó para separarse del armario, con todos los músculos de su poderoso cuerpo en tensión. Entonces extendió una mano y apagó la cocina sin titubear. ______ levantó las cejas.

-Puede que esto tarde un poco -dijo él con mirada intensa al tiempo que la atraía hacía sí.

* * *

Ese fin de semana no ocurrió nada, aunque ______ no logró sacudirse aquella sensación de inquietud por lo que se avecinaba. Estaba empezando a pensar que iba a sentirse así hasta que atraparan a aquel hombre. Pero dominó la tensión mejor que el fin de semana anterior, tal vez gracias a la nueva seguridad que había encontrado en sí misma. Puso a prueba su control de la situación cuando estuvo un rato charlando con Lou el sábado, en un deliberado intento de abrirse; inmediatamente captó los sentimientos de su vecina, y cuando decidió parar, el flujo se interrumpió. Fue como abrir una puerta y cerrarla otra vez. ¡Era capaz de hacerlo!.

Sin embargo, en sí misma no era una experiencia del todo satisfactoria; descubrió que Lou reprobaba profundamente la situación de su vecina, con aquel hombre, aunque fuera un policía, que se había ido a vivir con ella tan descaradamente. Lou pensaba que daba mal ejemplo. A ______ le gustaría saber a quién estaba dando mal ejemplo, dado que ella era la persona más joven de aquel vecindario. La mayoría de sus vecinos eran jubilados.

Y todavía fue peor cuando Joe escogió aquel momento para salir al porche vestido tan sólo con unos vaqueros más bien asquerosos. Como habían pasado todo el día en casa sin hacer nada, no se había afeitado. Se le veía grande, rudo, ligeramente peligroso y totalmente masculino, con el poderoso pecho desnudo.

-Hola, Lou -llamó-. Siento interrumpir. Cariño, ¿sabes dónde he puesto el aceite de engrasar mi pistola?

-En ningún sitio -contestó ______-. Lo dejaste fuera. Te lo he puesto yo en la cocina, segundo cajón de la derecha.

Él le dirigió una ancha sonrisa.

-Lo siento. -y desapareció en el interior de la casa. Lou tenía el semblante rígido y los ojos muy abiertos, mirando el lugar donde había estado Joseph un momento antes. ______ se movióincómoda. Aquélla era una ocasión en la que decididamente no sentía deseos de abrir aquellapuerta para saber lo que sentía Lou.

Entonces Lou exhaló un largo suspiro.

-Dios santo -dijo. Tenía las mejillas ligeramente sonrojadas. Dirigió a ______ una mirada avergonzada-. Puede que esté desfasada -admitió-, pero desde luego no estoy ciega.

Minutos después, ______ entró en la cocina y encontró a Joseph montando tranquilamente su pistola. No podía ser que hubiera limpiado el arma en el tiempo que había transcurrido.

-Lo has hecho a propósito -le acusó, haciendo un esfuerzo por mantener el tono calmo.

Lou todavía estaba un poco mareada cuando ella entró en la casa.

Joe sonrió sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.

-Me gusta revolverle las plumas -admitió-. Pensé en desabrocharme los vaqueros, pero me arrepentí. Eso era excesivo.

-Menos mal. De haberlo hecho, quizá no hubieras podido volver a entrar en casa ileso.

-La he fastidiado de verdad, ¿eh?

-No exactamente.

Joe levantó la vista con expresión interrogante. ______ le sonrió dulcemente.

-Lou se ha quedado cautivada por tu virilidad, grandullón.

Tras un momento de sorpresa, Joseph rompió a reir. Como pesaba demasiado para mover la silla, ______ apartó la mesa y le puso las manos en los hombros al tiempo que se sentaba a horcajadas sobre sus rodillas. Él dejó de reírse y sus facciones adquirieron aquella conocida expresión tensa.

-Sé muy bien lo que siente Lou -susurró ______, hociqueando en su mejilla. El corazón se le aceleró al notar su aroma, todo calor, un olor a hombre mezclado con el penetrante tufo del aceite de engrasar. Se fue moviendo muy despacio contra la protuberancia que abultaba sus vaqueros.

-Espera. -La protesta de Joe sonó débil-. Tengo las manos manchadas de aceite.

-¿y qué? Soy lavable -murmuró ella, y eso fue lo único que él necesitó oír.

El fin de semana fue maravilloso. ______ ignoró la sensación de alarme que no la abandonaba nunca, que jamás dejaba que sus nervios se calmasen, y disfrutó de lo que tenía. No hubo visiones ni falsas larmas de crímenes copiados. Sugirió que fueran hasta la casa de Joe a ver cómo estaba todo, pero él estaba en plan perezoso y no mostró interés. Vieron la televisión y leyeron. Probaron recetas de cocina… o más bien fue ______ quien las probó mientras Joe le hacía compañía y tomaba muestras de los resultados. Y también hicieron el amor, con frecuencia. Era exactamente la clase de vida que Marlie siempre había querido y siempre creyó imposible.

Cuando llegó el lunes, después de un fin de semana sin que sucediera nada, la prensa fue mordaz. El Departamento de Orlando había reaccionado excesivamente, como si creyera que el cielo iba a caerle sobre la cabeza. Un columnista sugería que no sólo habían hecho el ridículo basándose en dos asesinatos similares, sino que toda aquella algarabía podía haber sido la causa del crimen de Felicia Alden.

-Se olvidan -dijo Joseph con sarcasmo- de que el Departamento no es responsable de toda la publicidad que se ha dado a esto; han sido los medios de comunicación. Nosotros hemos tratado de mantener la discreción en la medida de lo posible.

______ le miró preocupada.

-Pero ahora, al decir ellos que ha sido una falsa alarma, la gente dejará de tomar tantas precauciones. Esto le da al asesino más oportunidades para tener éxito.

-Díselo a la prensa. Lo único que te darán es la respuesta sabihonda de que ellos no generan la noticias, sino que se limitan a darlas.

-Si eso fuera lo único que hicieran, perfecto. Pero es que las cambian, las distorsionan, las interpretan.

Joe vio que ______ estaba verdaderamente molesta; él también estaba cabreado, pero las noticias de la prensa alteraban a ______ en un nivel más profundo. Recordó que sus experiencias con los medios de comunicación por lo general no habían sido agradables, y se apresuró a cambiar de tema.

* * *


Janes estaba complacido con lo que había conseguido el fin de semana. Había hecho varias visitas casuales a los alrededores de la casa de Elrod y quedó encantado con lo que descubrió. La casa era grande y de clase alta, situada en el centro de un gran solar con un exceso de ajardinamiento que le proporcionaría un buen escondite. Unas vallas de casi dos metros de altura marcaban la separación entre casi todas las parcelas del barrio, lo cual reducía todavía más la posibilidad de que pudiera verle algún vecino fisgón.

No había visto al señor Elrod, aunque en la guía telefónica figuraba uno. ¿Estaría fuera de la ciudad? Era preocupante que esa pregunta hubiera resultado tan fácil de responder, aunque la respuesta provino de una fuente inesperada. Marilyn Elrod había salido de su casa ni cinco minutos antes de que le entregasen el correo, y Janes sencillamente aprovechó la oportunidad para recogerlo y echarle un vistazo. Parte de la basura habitual iba dirigida al

señor James Elrod, lo cual confirmaba su existencia. Había un sobre más interesante que llevaba el membrete de un bufete de abogados de Orlando. Janes no titubeó para abrirlo, y lo que leyó le complació enormemente. Al parecer, el señor y la señora Elrod se hallaban inmersos en los trámites del divorcio, y el señor Elrod se había ido recientemente de casa.

Qué pena.

Se guardó la carta, ya que estaba abierta, y volvió a meter el resto del correo en el buzón.

Un rápido vistazo a los alrededores de la casa le sirvió para ver que no había perro -si lo hubiera, a aquellas alturas estaría ladrando como un descosido-, pero sí había sistema de alarma. No era especialmente complejo, pero suponía un problema. Aun así, todos los sistemas tenían alguna debilidad, y no le cabía duda de que acabaría encontrando un medio para entrar. Todo a su tiempo, por supuesto, todo a su tiempo. No iba a cometer el error de precipitarse como la última vez.

* * *


-Han hecho que parezcamos idiotas -rugió el jefe Champlin. No estaba de buen humor. El alcalde le había leído la cartilla por haber actuado prematuramente y haber provocado un ataque de histeria entre todas las mujeres mayores de la ciudad. No sólo eso, la mala publicidad le había costado dinero a la ciudad. Orlando dependía en gran medida del turismo, visitantes de todo el mundo acudían a la Casa del Ratón. El índice de ocupación de los hoteles y moteles había descendido de forma importante desde que saltó la noticia.

-No puedo creerlo -dijo Kevin en tono plañidero-. ¡Todo el mundo se queja porque no han asesinado a nadie!

-Ha habido sólo dos asesinatos. De acuerdo, los detalles eran extraños por su similitud....

-El FBI está de acuerdo en que se trata del mismo hombre -interrumpió Joseph-. No estamos aislados en esto, jefe. Ese tipo anda suelto por ahí fuera. Con la ayuda del FBI, creemos que hemos identificado por lo menos otros diecisiete crímenes que ha cometido.

-¡Así que puede que se haya ido de la ciudad al estallar la noticia! -barbotó el jefe.

Joseph negó con la cabeza.

-Creemos que sigue aquí.

-¿En qué información se basan?

«______», quiso decir, pero no lo hizo. A cambio, se contentó con decir:

-Nunca ha abandonado una zona tan pronto. Seguimos la pauta que tiene establecida.

-El alcalde quiere saber, y yo también, exactamente qué están haciendo ustedes con su tiempo. Si no hay pruebas, ¿qué diablos hacen?

El rostro de Joseph había adquirido una expresión pétrea. Nicholas vio las señales de una incipiente pérdida de control y se interpuso.

-Hemos recibido de las empresas de servicios listas de nombres de clientes nuevos que se dieron de alta el año pasado, y estamos trabajando con ellas, investigando todos los nombres.

Con el perfil que nos ha proporcionado el FBI, podremos reducir mucho la búsqueda.

El jefe Champlin era de la vieja escuela. No le gustaba la fina sofisticación de Nicholas, su dinero, su ropa elegante ni su físico exótico. Sin embargo, respetaba los contactos políticos que tenía Nicholas en la ciudad, por cortesía de ese mismo dinero.

Respondió con un gruñido algo así como:

-Más vale que encuentren algo pronto, o de lo contrario... -y se fue del despacho de Kevin.

Kevin suspiró y sacó un pañuelo para secarse la frente.

-mie&$a. ¿Habéis descubierto algo en esos nombres?

-Nada que dispare ninguna alarma, pero todavía tenemos un montón de nombres que investigar.

-Está bien. Informad me en cuanto tengáis algo.

-Muy bien.

-Qué hijo de pu*a -dlijo Joseph con los dientes apretados mientras regresaban a su despacho.

-Cálmate, socio. Él no sabe lo que sabemos nosotros, porque no podemos contarle lo de ______. No creo que lo entendiera.

-Kevin tiene razón.- Una fría cólera asomaba todavía en los ojos y el tono de Joseph.- Esos cabrones no estarán satisfechos hasta que aparezca otra mujer asesinada.

* * *


Isi
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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por Isi Lun 04 Feb 2013, 6:12 pm

Janes aprovechó bien el tiempo de noche. Encontró un lugar seguro donde dejar su automóvil y estudió la situación respecto de los perros del vecino. Eran dos, pero uno de ellos tendía a ladrar por todo, y el otro al otro lado de la calle se unía. Los ladridos normalmente no provocaban más que unos cuantos «cállate ya».

A Marilyn EIrod le iba la marcha. Salía de copas casi todas las noches, lo cual quizá fuera la razón por la que el señor Elrod ya no vivía allí. No obstante, hasta el momento no se había traído a nadie a casa. Su activa vida nocturna le ofrecía a él abundantes oportunidades para cerciorarse de que todo fuera perfecto.

La vida nocturna de la mujer también le, proporcionaba un medio de entrar en la casa.

Toda la vivienda estaba rodeada de densos matorrales que llegaban hasta el garaje. La dueña tenía la costumbre de dar marcha atrás con el coche hasta allí, para así no tener más que arrancar de frente cuando saliera; como ella estaba mirando hacia delante era para él un juego de niños deslizarse desde su escondite entre la vegetación hasta el interior del garaje antes de que se cerrara la puerta automática. Ella nunca miraba atrás.

La puerta que conducía del garaje al cuarto de calderas no estaba conectada al sistema de seguridad, aunque sí lo estaba la puerta exterior de entrada. Estaba cerrada con llave, pero las cerraduras no constituían un problma para él. Aquélla era otra habilidad que había aprendido por sí mismo, con la ayuda de un curso de cerrajero por correspondencia que había seguido empleando un nombre falso, sólo por precaución. Otro pequeño detalle que había previsto y solucionado.

La primera vez que penetró en la casa simplemente se dio un paseo por ella para familiarizarse. Se mantuvo tranquilo, sin permitir que la emoción le empujase a actuar antes de esta, verdaderamente preparado, como le había ocurrido en la última ocasión. La segunda vez exploró un poco más Abrió los armarios y hurgó entre la ropa, y decidió que el gusto de la dueña parecía haberse congelado en el estilo de los bares de solteros de los ochenta. Advirtió que se gastaba una fortuna en maquillaje mientras fisgoneaba en el armario del cuarto de baño.

Le satisfizo que no hubiera armas de fuego en la casa. Las armas podían ser un problema importante.

A continuación, tarareando para sí, inspeccionó la cocina. Vio que a la señora Elrod no le gustaba mucho cocinar; el frigorífico contenía sobre todo comida preparada para el microondas. Pero sí que había cedido a la moda de tener un amplio juego de cuchillos sobre la reluciente encimera negra, algo con lo que él había contado. Ya que cocinaba tan poco, no era probable que echase de menos un cuchillo. Los fue examinando de uno en uno, probando las mal afiladas hojas de acero inoxidable. La mayoría de las mujeres ya no se enorgullecían de valer para las tareas domésticas, lo cual él deploraba. Si los cuchillos estuvieran bien cuidados, él no tendría que correr el pequeño pero existente riesgo de llevarse uno de ellos para adherirle un filo como era debido.

Teniendo en cuenta todas las circunstancias, no le gustó nada Marilyn Elrod.


* * *


-Ven a casa a cenar con Grace y conmigo esta noche -dijo Nick el viernes.

Joe se recostó en su sillón. Estaba tan harto de las malditas listas que tenía encima de la mesa que le entraron ganas de tirarlas todas a la basura. Jamás se hubiera imaginado que había tanta gente que se había mudado a Orlando el año anterior. Lo que le cabreaba en realidad era que no le estaban proporcionando ningún maldito dato. Se alegraba de que hubiera llegado el fin de semana, aunque Nicholas y él estaban de servicio.

-Es viernes -le recordó a Nick.

-¿Y que? Los viernes tienes que comer igual que los otros días de la semana, ¿no?.

-______ se pone bastante tensa los viernes.

-Entonces le vendrá bien quitarse cosas de la cabeza. Si tiene una visión, puede tenerla tanto en mi casa como en la suya.

- De acuerdo, voy a llamarla.

______ interpuso el mismo razonamiento que él, y Joe le dio la misma respuesta que le había dado Nick. En realidad no necesitó que la convenciera demasiado, porque había pasado la semana temiendo que llegara el viernes. Cenar con Nick y Grace sería una agradable distracción.

Aquella semana, todos los días había pasado parte de la hora de la comida yendo de compras, y esa noche se puso por primera vez uno de sus trajes nuevos. Nick había dicho que se vistiera de manera informal, y así lo hizo, pero los estilizados pantalones blancos de algodón y el cuerpo blanco sin mangas eran muy atractivos, en su opinión Joe pensó lo mismo. Cuando ______ salió del dormitorio, la mirada de él se detuvo en sus hombros desnudos y en el profundo escote en uve.

-¿Llevas sujetador? -le preguntó en tono tenso.

______ se miró

-¿Porqué?

-Sólo quiero saberlo. ¿Lo llevas?

-¿Se ve algo? -preguntó ______, volviendo al dormitorio para examinarse en el espejo

Joseph la siguió.

-Maldita sea, ______, ¿lo llevas o no lo llevas?

-¿Es que lo necesito?

-Voy a averiguarlo yo mismo -repuso él, frustrado, extendiendo una mano hacia ella.

Pero ______ se escabulló y le dirigió una sonrisa traviesa.

-Tranquilo, pequeño. Tendrás que esperar hasta después para saberlo. Si no nos vamos ya, llegaremos tarde

-Nunca te he visto ese traje -dijo Joe, siguiéndola.

-Es nuevo. Lo he comprado esta semana.

Joseph estudió su espalda, tratando de decidir si era capaz de distinguir la línea del sujetador debajo del chaleco blanco que dejaba al descubierto una porción desconcertante de ______.

No era que resultara indecente, sólo que no estaba acostumbrado a verla así vestida. Le gustaba muchísimo, pero no quería que nadie más apreciase el panorama.

La casa de Nicholas era grande y espaciosa, con un pulido mobiliario de colores claros y suaves que hacían parecer todavía más grandes las habitaciones. Se respiraba una sensación de espacio, serenidad y frescor, incrementada por las frondosas plantas de interior y los ventiladores del techo que agitaban suavemente el aire.

La cena fue relajada, con abundantes bromas y chistes. ______ le preguntó a Nick cuándo estaría terminada la casa de Joe, y él mintió sin que se le moviera un pelo de la cabeza.

Más retrasos, dijo solemnemente.

Grace le contó a ______ los planes de boda que estaba haciendo y la suerte que había tenido al planificar un compromiso a tan largo plazo, porque ibas a necesitar todo ese tiempo para preparar una boda grande y formal. Nick empezó a sudar ligeramente mientras escuchaba la conversación, pero ya no tenía aquella mirada de pánico cerval; se estaba acostumbrando a la idea del matrimonio en relación a consigo mismo.

Una serie de truenos, normales durante las noches de verano, les obsequió con espectaculares fogonazos de luz y un fuerte retumbar. Después de cenar, Nick hizo varias fotografías de todos juntos, y eso le llevó a enseñar los gruesos álbumes de fotos que había ido acumulando a lo largo de los años.

Joseph figuraba de forma prominente en muchas de las instantáneas, y ______ estudió su rostro con interés. Parecía distinto en las fotos en blanco y negro que había hecho Nick.

Al ver su interés, éste se sentó a su lado para contarle todo acerca de cada una de ellas.

* * *


Era más temprano que de costumbre cuando Marilyn Elrod llegó a casa, pero las tormentas habían dejado sin electricidad el bar, y los dueños habían invitado a todo el mundo a salir, cortésmente pero con firmeza. También venía algo más achispada de lo normal, y cuando vio que no se abría la puerta del garaje, pulsó de nuevo el botón del interruptor. Pero siguió sin suceder nada.

-Maldita sea -musitó, apuntando con el mando a distancia directamente a las puertas y con el dedo apretado sobre el botón. Nada. Lo tiró en el asiento del pasajero, a su lado-. Malditas pilas.

Salió del coche y trotó con sus zapatos de tacones altos hasta la puerta de la casa, y permaneció allí de pie un instante, tratando de acordarse del código de la alarma de seguridad.

Sólo disponía de unos pocos segundos después de abrir la puerta, no recordaba exactamente cuántos, para marcar el código y así evitar que se disparase la alarma. Odiaba aquel maldito dispositivo, hacía un ruido que le destrozaba los tímpanos. El sistema de seguridad había sido idea de James, no de ella.

Los hombres y sus juguetitos.

Tardó un minuto en darse cuenta de que la pequeña luz roja que había encima de la alarma no estaba encendida. Maldición, ¿es que en aquella casa todo funcionaba mal? Pero entonces rió suavemente para sí. ¡Claro! Allí también se había ido la luz. Debería haber reparado en lo oscuro que estaba todo el barrio.

Introdujo con mano torpe la llave en la cerradura y abrió la puerta, y entró en la casa tambaleándose ligeramente. ¡Cielos, estaba todo más oscuro que una tumba! ¿Cómo iba a ver nada?. Velas, pensó. Tenía velas. Había comprado un surtido de velas de incienso, pensando en el ambiente sensual que crearían cuando se llevara un amante a casa. Probablemente James tenía alguna linterna por ahí, pero no sabía dónde estaba. Era probable que se la hubiera llevado consigo el muy cabrón. No querría que su muñequita se viera atrapada en la oscuridad.

¿Pero dónde las había puesto? ¿En la cocina? Aquél no parecía el sitio apropiado para guardar velas de incienso.

Por otra parte, en la cocina era donde estaban las cerillas, y tal vez las había guardado allí.

Se quitó los tacones mientras avanzaba a tientas por la casa en sombras en dirección a la cocina. Encontró primero las cerillas y encendió una aliviada por la pequeña llamita de luz.

Quemó tres antes de dar con las velas de incienso.

Encendió una inmediatamente para alumbrarse. Bueno, aquél era un buen final para una noche aburrida, pensó disgustada. Mejor sería que se fuera a la cama, ya que no podía ni siquiera ver la televisión.

Subió las escaleras llevando un saquito de velas en una mano y la otra vela encendida en la otra, y sólo tropezó una vez.

-Epa -susurró-. Tengo que tener cuidado. Llevo fuego en la mano.-Aquella idea la hizo reír tontamente.

Ya en el dormitorio, que había transformado completamente después de marcharse James.

-Quemó todas las sábanas sobre las que había dormido el cabrón-, fue encendiendo las velas de una en una y las colocó sobre la cómoda para ver el efecto que hacían al reflejarse en el espejo. Sí, se dijo: era muy sensual. El denso aroma del incienso se elevó en el aire y la hizo toser un poco. Tal vez debería usar velas sin perfume.

Comenzó a desvestirse y dejó las prendas donde fueron cayendo. El incienso se hizo más fuerte, y volvió a hacerla toser.

En ese momento se detuvo y torció la cabeza a un lado. ¿Había oído algo? Aguardó, pero la casa seguía estando silenciosa. Sí, aquél era el problema. Estaba acostumbrada a oír el leve zumbido del frigorífico, los relojes, los ventiladores del techo. Sin ellos, se daba demasiada cuenta de los ruidos exteriores.

Una vez que estuvo desnuda, se puso una bata y se anudó el cinturón flojo. De pronto se sentía demasiado soñolienta para llevar a cabo el ritual completo de la crema limpiadora, así que simplemente mojó una toalla en el oscuro cuarto de baño y se la pasó por la cara antes de dejarla en el lavabo.

Regresó a la habitación bostezando. Las llamas de las velas parpadearon, enviando hacia el techo embriagadoras nubes de incienso. Se inclinó para soplarlas, y en ese momento un rostro apareció en el espejo.

Se giró en redondo, reprimiendo un grito ahogado en la garganta.

-Holaaa -dijo el hombre suavemente.
Isi
Isi


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Mensaje por Isi Lun 04 Feb 2013, 6:25 pm

Ustedes suelen ser muy insistentes.... jajaja lamento no haber subido antes :|, quería subir otro capítulo pero el que viene requiere de más edición, además solo quedan como 4 o 5 capítulos para el final así que es mejor no subirlos todos altiro :D Por cierto, espero poder subir mañana o pasado si es que no surge nada, lo haré. Gracias por haber comentado todo este tiempo jejejeje y hey pasaron de página jajajaja, en verdad lamento no haber subido antes :) Saludos!!!
Isi
Isi


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Mensaje por Julieta♥ Miér 06 Feb 2013, 8:11 am

Me alegro q la rayis ya pueda seleccionar las imágenes y los sentimientos de los demás
Pero ya quiero que atrapen al tipo la rayis vive muy estrenada por culpa de el q pecao
Síguela pronto por favor
Julieta♥
Julieta♥


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Mensaje por JB&1D2 Vie 08 Feb 2013, 4:21 pm

Sube mas
JB&1D2
JB&1D2


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Mensaje por Samantha Vie 15 Feb 2013, 6:10 pm

holaaaa nueva lectora
sube please me encanta tu novela :ilusion:
Samantha
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Mensaje por JB&1D2 Jue 21 Feb 2013, 7:41 pm

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa :imdead: :ñomñom: Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 2278276204 :fuckya: :observo: :meh:
JB&1D2
JB&1D2


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Mensaje por JB&1D2 Sáb 02 Mar 2013, 11:01 am

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
JB&1D2
JB&1D2


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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por Julieta♥ Sáb 02 Mar 2013, 11:08 am

Siiiii donde andas
Queremos capppp
Julieta♥
Julieta♥


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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por JB&1D2 Sáb 02 Mar 2013, 11:12 am

siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por JB&1D2 Miér 13 Mar 2013, 11:24 am

sigueelaa por favor
JB&1D2
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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 8 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

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