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Premonición mortal (Joe y tu)

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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 7 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por Isi Dom 23 Dic 2012, 5:07 pm

Capítulo 12


De algún modo estaba sobre su regazo, con la bata todavía abierta y la mano de Joseph dentro, pero en vez de sentirse amenazada, ______ se sentía profundamente segura, rodeada por el calor y la fuerza de él como si de una ciudadela se tratara. Era una sensación deliciosa, una que jamás había podido disfrutar. Quería hundirse en él, gozar de aquella libertad nueva,

porque era eso, un paisaje enteramente nuevo que se abría ante ella. Pero Joseph quería información, con todo detalle, y el detective Jonas era muy bueno en salirse con la suya.

Podía haber resistido la intimidación, pero no aquel silencio de espera que mantenía, un silencio en el que ella percibía tensión. Aquella tensión no se aliviaría hasta que Joseph lo supiera todo, de manera que se lo contó, hasta el último detalle de horror, incluido el sentimiento de culpa que había guardado dentro de sí a lo largo de los años.

Tenía la cabeza apoyada en su hombro y el rostro vuelto hacia la musculosa pared de su pecho. Por alguna razón era más fácil así, como si ella no pudiera ver ni ser vista.

- Me dejó sin conocimiento - comenzó - Cuando volví en mí estaba desnuda, tendida de espaldas en el suelo, con las manos atadas a una especie de tubo, quizás un viejo radiador.

Gleen estaba desnudo también, sentado a horcajadas sobre mis caderas y con el cuchillo en la mano, sonriente y aguardando a que me despertase. Dusty estaba atado a una cuna como a un par de metros de distancia, viéndolo todo.

Era un niño muy guapo. -Su tono de voz era suave y distante al recordar-. Tenía rizos dorados por toda la cabeza y unos ojos azules grandes y redondos. Estaba muy asustado y lloraba todo el tiempo.

Joseph bajó la vista a su gran mano apoyada en el vientre de ______, que casi lo cubría completamente. La idea de que Gleen le viese así y que utilizase un cuchillo contra aquel cuerpo suave, esbelto, femenino, era tan insoportable que apenas reprimió el gruñido que empezó a surgirle del pecho. ______ parecía haberse olvidado que en aquel momento estaba

casi desnuda, con la mente perdida en el pasado, pero Joseph era muy consciente de ello. Aun en su rabia miró aquellos pechos suaves y redondos de tiernos pezones rosados y sintió el deseo quemarle por dentro. Lo controló, lo obligó a mantenerse apartado para poder abrazar a ______ y escucharla. ¿Alguna vez la había abrazado alguien, le había procurado consuelo? Creía que no, y eso contribuía a incrementar su rabia.

-No sé por qué lo hice -prosiguió ______, con la con la cabeza apoyada confiadamente en el hueco de su hombro-. Pero algo dentro de mi se negó... No pude rendirme a él. Antes habría muerto que darle lo que quería. Él quería que le suplicara, pero yo no estaba dispuesta a hacerlo. Quería que yo tuviera miedo, y lo tenía, pero no permití que él lo viera. Me reí de él. Oh, dios, me reí de verdad. Él me hirió con el cuchillo, y yo le grité y le dije que era una patética imitación de un hombre. Èl me separó las piernas e intentó metérmelo.- Titubeó incómoda-. Ya sabes… eso, no el cuchillo.

-Ya sé lo que es «eso» -gruñó Joseph.

______ escondió la cara un poco más en la curva de sucuello.

-No pudo hacerlo, y yo me burlé de él, le dije que no tenía más que un miserable gusano y que él mismo era un miserable gusano. Él se puso fuera de sí, noté que perdía el control, que explotaba todo aquel odio y aquella furia, pero seguí empujando. También sentí lo que experimentaba Dusty, tan aterrado, suplicándome que no permitiera que aquel hombre malo le hiciera daño otra vez.

Así que seguí riéndome de Gleen, dándole patadas todo lo que podía. De algún modo conseguí darle un puntapié entre las piernas, aunque no muy fuerte porque me resbaló el pie en su muslo, pero él… se volvió loco. En un momento determinado estaba sobre mí y al momento siguiente estaba atacando a Dusty, y Dusty chillaba a todo pulmón. Todavía le oigo chillar. Percibí sus sentimientos, su terror absoluto, su agonía. Fue como una ola negra que me inundase, que me invadiese el cerebro, y yo también me puse a chillar. Chillé y chillé, había sangre por todas partes... -Se detuvo, y después de una interminable pausa que duró tan sólo unos segundos, dijo simplemente-: No recuerdo nada más. Dusty murió, y yo morí con él.

Joseph sabía lo que había ocurrido después; el profesor se lo había contado. Los gritos de ______ señalaron el lugar donde se encontraba Gleen al sheriff y sus hombres, y mataron a Gleen antes de que pudiera volcar su furia sobre ______. Pero no llegaron a tiempo de salvar a Dusty, y en cierto modo tampoco llegaron a tiempo de salvar a ______. Unida como estaba a

Dusty, la muerte del niño fue la suya propia, y fue un milagro que hubiera sobrevivido al shock.

Joe le acarició el pelo detrás de la oreja y le rozó la mejilla.

-Pero tú regresaste -dijo con ferocidad controlada.

-Con el tiempo. Pasó mucho tiempo antes de que fuera capaz de sentir algo, alguna clase de emoción. Antes lo había percibido todo, los sentimientos de todo el mundo, y después de eso ni siquiera podía percibir los míos. No tenía ninguno.

- Te curaste, ______. Ha pasado mucho tiempo, pero él no ganó. No ha podido vencerte.

-Se acercó mucho -replicó ______. Permaneció apoyada en Joseph por espacio de unos segundos-. Si yo no le hubiera empujado, si le hubiera dado lo que quería, probablemente Dusty aún estaría vivo.

Joseph soltó un resoplido.

-Ya, sería estupendo que todos fuéramos omnipotentes. -No estaba dispuesto a perder aquel momento mostrando contemplaciones ante el lógico sentimiento de culpa que experimentaba ______. La sacudió ligeramente y la obligó a levantar la vista hacia él-. Me alegro de que estés aquí -dijo con toda intención.

Ella logró esbozar una frágil sonrisa.

-Yo también. Y hay ocasiones en que eso parece ser lo más cruel de todo, que me alegre de estar viva. Cuando me reía de Gleen no pensaba en lo que pasaría después; lo único que sabía era que de ningún modo podía soportar que me violase. La idea de tenerlo dentro de mí me resultaba tan repugnante que estaba dispuesta incluso a provocar que me matara antes que tolerar que me tocase. De todas las cosas que me han causado pesadillas, el sexo ha sido la peor. Puedo ver violencia en la televisión o en las películas, pero sigo sin soportar una escena de sexo. No puedo imaginarlo como amor. Recuerdo la cara de Gleen, el olor de su aliento, la forma en que salpicaba saliva cuando me gritaba. Recuerdo la sensación de tenerle encima, entre las piernas, y todavía siento el deseo de burlarme. -Respiró hondo-. De todas maneras,

el sexo nunca ha sido agradable para mí -dijo con sinceridad.

-¿Por qué? -El tono de voz de Joseph no era exigente, y su contacto resultaba casi distraído al apartarle con suavidad el pelo de la frente, pero la mirada de sus ojos era intensa.

______ nunca había hablado de las dificultades que había tenido con el sexo, pero por alguna razón, allí acurrucada en los protectores brazos de Joseph, con el resto el mundo a raya, pudo hacerlo. Se sentía extrañamente somnolienta, atrapada en una mezcla de cansancio y las secuelas del estrés, como si nada fuera del todo real.

-Fue horrible. Mentalmente, no pude soportarlo. Tuve que esforzarme mucho para construirme una coraza, para protegerme de todo –explicó-. Era la única manera de poder funcionar con normalidad, y esa coraza era, como mucho, sólo una protección parcial. Toda mi vida he querido ser normal, he querido amar a alguien, tener una relación sentimental, tener lo que tiene la gente normal. No he querido nunca estar sola, he deseado una intimidad que

sea maravillosa, pero no lo ha sido. La intimidad física simplemente hacía desaparecer mis barreras mentales. No podía bloquear nada. La interferencia mental era enorme; lo único que podía sentir eran las emociones de él, que impedían cualquier disfrute físico que yo pudiera haber experimentado. Eso tampoco resultaba muy halagador. -Esbozó una sonrisa torcida-. Él no se sentía abrumado por el afecto hacia mí; lo único que quería era sexo. y estaba orgulloso de sí mismo por atreverse a tener una relación sexual con una vidente chiflada.

-Hijo de pu*a -dijo Joseph con suavidad. ______ alzó un hombro ligeramente.

-Estaba un poco chiflada. Todavía lo estoy.

-Diablos, no me extraña que te ponga nerviosa el sexo. Lo único que has visto es el lado malo; nunca has tenido ilusiones románticas, ¿no es verdad? Sabes lo que es marcar tantos, lo que es una violación. Debes de pensar que los hombres son escoria.

-No -negó ______--. Cuando uno sabe lo que sienten otras personas, como lo sabía yo, sabe que eso no puede ser así. Existen mujeres egoístas y mezquinas, igual que existen hombres asquerosos. Pero a la hora de practicar el sexo, no podía cerrar la mente y limitarme a sentir. No habría sido distinto si me hubiera enamorado locamente de un hombre maravilloso que me quisiera tanto como yo a él; no podría haber disfrutado del sexo con toda aquella estática mental impidiéndolo.

» Creo que había asumido que no podía tener ningún tipo de relación romántica –continuó diciendo-. Me gustaba estar sola, en mi pequeña cabaña de las montañas. El doctor Evans pensó que trasladarme a aquella cabaña sería bueno para mí, que sería un paso hacia la normalización de mi vida, y lo fue; fue estupendo. Trabajé con él en experimentos y en documentación, y de vez en cuando le ayudé a encontrar a gente desaparecida, aunque el esfuerzo que me exigía eso era tan grande que....bueno, ya sabes cómo es. Alguna que otra vez, antes de lo de Gleen, conseguí dirigir las percepciones. Era capaz de concentrarme en algo específico y entrar en una visión. Ahora ya no puedo controlarlo en absoluto.

-¿Quieres que sea como antes?

-Nunca he querido tener otra visión -murmuró ______--. Pero si no puedo escoger, sí, me gustaría poder controlarlas. Es... es como caer en una emboscada. -Estaba empezando a entrarle el sueño de nuevo, y se le cerraron los párpados.

-Pero excepto estas dos visiones, ¿no has tenido otros episodios aparte?

______ pensó en la primera noche, cuando le llamó y supo lo que estaba haciendo, lo que iba a decir, incluso cuando él contestó al teléfono.

-Ha habido sólo un instante de clarividencia, pero no en relación con los asesinatos, y no ha vuelto a suceder. Duró sólo un segundo o dos. No creo que las visiones sean episodios de clarividencia; son...diferentes, más basadas en los sentimientos. De todos modos. .. no. Nada más.

-Bien-. Había una gran carga de satisfacción en su voz, una satisfacción que ______ no supo descifrar del todo. A continuación, su enorme mano le cubrió un pecho, y ella supo, con un instinto que nada tenía que ver con su capacidad psíquica y sí mucho con el hecho de ser mujer. Ya desaparecida toda somnolencia, echó la cabeza hacia atrás sobre el brazo de él

para mirarle a los ojos.

-A mí me parece que ésta es la ocasión perfecta para mostrarte un poco del placer del sexo -murmuró Joseph. Aquellos ojos avellana brillaban de énfasis-. No puedes percibir mis sentimientos, de modo que eso resuelve un problema, si tuvieras miedo de mí, no habrías pasado media hora casi desnuda en mis brazos, lo cual soluciona el otro problema. Lo único que tienes que hacer es tumbarte y dejar que yo te haga sentirte bien.

______ experimentó un escalofrío, su mirada clavada en la de Joseph. ¿Era aquélla la ocasión?. Hasta la llegada de Joseph no había sentido el deseo; el sexo había sido un experimento, una esperanza, y en última instancia, una decepción. No tenía miedo de él, sino de fracasar de nuevo. Amarle era algo tan nuevo, tan sorprendente, que no quería empañar esa sensación. Era una cobardía, pero preferiría no intentarlo y conservar así la débil esperanza de que tal hubiera sido posible, en vez de intentarlo y fallar. Aquella posibilidad un pobre consuelo, pero era mejor que nada.

-No sé - dijo nerviosa -. ¿Y si…?

-Deja de preocuparte por eso -la interrumpió Joe-. Tú sólo túmbate, cierra los ojos y déjamelo todo a mí.

Era más fácil decirlo que hacerlo. ______ le miró todavía con preocupación, incapaz de decidir sí o no. Le habían ocurrido demasiadas cosas malas para poder dar aquel paso. Se odió a sí misma por ser tan débil, y los ojos empezaron a llenársele de lágrimas.

Joseph le concedió aproximadamente dos segundos y después resolvió él mismo la cuestión. Bajó la mano por su cuerpo y la pasó por debajo de la cinturilla de las bragas, para introducirla en la hendidura de entre los muslos. ______ dejó escapar un gemido de sorpresa y automáticamente aferró la muñeca de Joseph y tensó los muslos alrededor de aquella mano.

Tenía los ojos muy abiertos, eclipsando la palidez de su rostro. Pero incluso mirándose fijamente el uno al otro, un rubor febril inundó sus mejillas.

-¿Confías en mí? -preguntó Joseph con voz calma, como si no le estuviera costando hasta el último resquicio de autocontrol contenerse para no poner a ______ debajo de él y hundirse dentro de ella, buscando así un bendito alivio para su dolorosa erección.

Ella se mordió el labio, y él estuvo a punto de soltar un gemido por la provocación.

-Bueno, sí.

-Entonces relaja las piernas. No voy a hacerte daño. De hecho, te garantizo que va a gustarte.

Ella consiguió sonreír débilmente.

-Conque me lo garantizas, ¿eh?

-Por supuesto. -Inclinó la cabeza y le rozó los labios en un ligero beso.

______ se estremeció, atrapada por los dientes de la cobardía. Tenía miedo de probar y fallar, y miedo de que si no confiaba en él ahora, tal vez no tuviera otra oportunidad. Al final, el segundo de esos miedos resultó ser más fuerte. Fuera como fuera, quería saber lo que era acoger a Joseph dentro de su cuerpo, sentir su increíble fuerza penetrar en ella, proporcionarle placer a él, aunque sólo fuera eso. Joseph estaba empeñado en darle placer a ella primero, estaba segura, pero también sabía que después le tocaría a él.

No estaba accediendo simplemente a un jugueteo, sino al acto sexual completo.

Aspiró profundamente, temblorosa.

-De acuerdo. Mientras tenga tu garantía personal.

-Lo pondré por escrito y lo haré firmar por un notario -prometió Joseph, y volvió a besarla.

______ no podía controlar los leves temblores que le sacudían todo el cuerpo, pero volvió a aspirar profundamente y separó lentamente los muslos. Joseph acarició suavemente los blandos pliegues cerrados, y ella dejó de aferrarle la muñeca.

-Tranquila -susurró Joe, y a continuación la abrió con habilidad y la penetró con un largo dedo.

______ se puso rígida en sus brazos y cerró los muslos en un intento de controlar aquella mano invasora. Pero fue inútil, pues no había nada que ella pudiera hacer para detener el lento avance del dedo en su interior. La impresión la aturdió. Oh, Dios.

No estaba seca, pero distaba mucho de estar lista para la penetración. La fricción hacía que el dedo pareciera tan grande como un p*@e. ______ luchó brevemente por contener el caos de sus revolucionadas terminaciones nerviosas, pero al fin se derrumbó contra el pecho de Joseph y se rindió.

-Así, eso es -la arrulló él, e introdujo otro dedo más. Ella arqueó las caderas un momento y después claudicó. Se sentía dilatada, invadida, había perdido el control de su cuerpo. Un instinto adormecido, primitivo, estaba volviendo a la vida.

Sus músculos internos se contrajeron suavemente para ajustarse, y Joseph sintió que un estremecimiento lo sacudía de arriba abajo.

Le di o con voz ronca.

-Esto es lo máximo que voy a hacerte, por lo menos en este momento. Puedes relajarte, porque ya ha sucedido. ¿Te estoy haciendo daño?

Sí. No. No había imaginado que aquello pudiera provocarle semejantes sensaciones. Se sentía un poco delirante a causa de la impresión y del placer, y negó con la cabeza, haciendo caer su melena sobre el pecho de Joseph. Estaba estupefacta al ver que su cuerpo era capaz de experimentar una sensación tan intensa.

-Entonces cierra los ojos, cariño. Cierra los ojos y siente. No pienses, sólo siente.

______, impotente, así lo hizo. Con los ojos cerrados, fijó su concentración en su propio cuerpo y en lo que estaba ocurriendo en él. El color estalló detrás de sus párpados. Una ola de calor la inundó, seguida rápidamente de un escalofrío que no era realmente un escalofrío, sino más bien una oleada de placer casi doloroso. Notaba la piel demasiado tensa, demasiado sensible. Sus pezones se irguieron y endurecieron, rígidos y firmes.

Los dedos de Joseph profundizaron un poco más, rozando los delicados tejidos internos.

______ volvió a arquear las caderas, absorbiéndole. Sus muslos se abrieron para permitirle un más fácil acceso. El corazón le retumbaba en el pecho, y tuvo una sensación como si pudiera salir volando. Se aferró a la camisa de Joseph, hundiendo los dedos en su carne, en un intento de agarrarse a algo en medio de la tormenta que la azotaba.

Oyó que él le decía algo, pero sentía tal fragor en los oídos que no pudo distinguir de qué se trataba. No era importante; ya percibía la dulzura de su tono, y eso era lo que necesitaba.

Los dedos salieron de su cuerpo, y dejó escapar un leve sonido de disgusto y acercó las caderas hacia él. Rápidamente, Joseph le quitó las bragas y volvió a posar la mano en su cuerpo. Esta vez ella separó los muslos de buen grado y notó la húmeda avidez que había entre ellos. La intrusión, cuando llegó, supuso un exquisito alivio, pero fue un alivio que duró sólo un momento. El lento empuje de aquellos dedos desató un hambre profunda, poderosa, de tal modo que el contacto no era un placer, sino una necesidad. Entonces, el pulgar buscó hacia arriba entre los suaves pliegues y presionó el firme y henchido capullo que había allí. Un estallido de puro fuego recorrió sus nervios, y lanzó un grito tenso al tiempo que se curvaba hacia Joseph.

Joseph la estrechó firmemente contra él, sujetando su sensual forcejeo. Le estaba hablando, en tono grave y ronco al oído, animándola a subir a cumbres más altas mientras su fuerza la mantenía anclada al suelo. Siguió frotando y dibujando círculos con el pulgar, atormentando el pequeño capullo, cada caricia más ardiente que la anterior. ______ sintió un pulso vibrar entre sus piernas, golpear con un ritmo que jamás había sentido. La pasión se convirtió en una llamarada que abrasaba su carne con una invisible marca.

-¡J-Joseph! Fue casi un quejido de angustia. Joseph le inclinó la cabeza hacia atrás y puso su boca sobre la de ella, repitiendo con la lengua los movimientos invasivos de sus dedos, con violenta presión. Ella gozó intensamente con aquel juego, y alzó una mano para aferrarse de sus fuertes hombros antes de ofrecerle la boca más plenamente.

La sensación se incrementó muy deprisa, ascendiendo en una espiral cada vez más cerrada, y de pronto resultó ser demasiado. Su cuerpo entero se contrajo y acto seguido se convulsionó violentamente en un orgasmo que la azotó en forma de oleadas. Se agitó en espasmos incontrolados, y tuvo la sensación de estar a punto a romperse en pedazos. Joe la abrazó con fuerza para hacerla ver que no estaba sola en la tempestad. Gritó con voz ahogada, ronca, y él sofocó los gritos con su boca.

Cuando la cresta de la sensación descendió, aunque todavía se sentía recorrida por pequeñas olas que agitaban la parte inferior de su cuerpo, se quedó lánguida, con la cara enterrada en el pecho de Joseph mientras intentaba recobrar el aliento. Él la levantó, y entonces sus músculos se tensaron bajo ella y se puso de pie, sujetándola firmemente en sus brazos.

______ asió su camisa al tiempo que él la llevaba a toda prisa al dormitorio y la colocaba encima de la cama. La bata le colgaba de los hombros, y Joseph se la quitó del todo y a continuación empezó a quitarse la ropa.

No había encendido la luz, pero la puerta estaba abierta y la claridad procedente de la sala de estar se derramaba sobre la cama. ______ permaneció tendida sin moverse, envuelta en una lasitud tan completa que creyó que jamás podría moverse de nuevo. En aquel tranquilo estado subconsciente, con sus sentidos físicos tan agudizados y sus procesos mentales apenas funcionando, sentía cada uno de los latidos de su corazón al bombear la sangre a través de las venas. El pulso le vibraba en los lugares más blandos de su cuerpo.

Con un esfuerzo, levantó los pesados párpados y observó como se desnudaba Joseph. Su urgencia era casi una fuerza palpable, sus movimientos eran bruscos y violentos. En cuestión de sólo segundos, su poderoso cuerpo quedó desnudo. Trepó para situarse encima de ______, sus duros muslos empujaron entre los de ella y los obligaron a abrirse, y acto seguido dejó caer su peso.

Se hizo una profunda quietud, un silencio, tanto dentro como fuera. Con increíble dicha, y un poco de agitación, ______ sintió la dureza de los genitales de él contra la blandura de los suyos. Joseph se apoyó en un brazo y con la otra mano buscó entre los dos cuerpos para guiar su verga al tiempo que contraía sus glúteos y comenzaba a empujar lentamente al interior del

cuerpo de ______.

A ______ se le enredó la respiración en la garganta y se sintió ahogada de nuevo en un mar de sensaciones. Se había sentido dilatada por los dedos de Joseph que entraban en ella, pero aquel grueso miembro la llenó hasta el borde del dolor. Aunque estaba mojada, sus delicados tejidos internos estaban inflamados por la anterior actividad; su v@$*%a estaba muy sensible, y se tensaba convulsivamente contra Joseph conforme éste se iba introduciendo inexorablemente hasta la empuñadura. Soltó un leve gemido de pánico, de una incomodidad que rayaba en el verdadero dolor.

Joseph se detuvo, conteniéndose en lo profundo de ella. Su poderoso cuerpo temblaba.

-¿Estás bien? -Su tono de voz fue ronco y apenas audible.

______ no supo qué decir. No estaba teniendo ninguna interferencia empática; su atención estaba centrada totalmente en su cuerpo. Pero físicamente no estaba segura de que pudiera soportarlo cuando él empezase a empujar. Era tan grande, y el menor movimiento raspaba sus terminaciones nerviosas; era una sensación a caballo entre el dolor y el éxtasis. Su mente estaba en blanco, y no encontró palabras para darle la tranquilidad que él buscaba.

Era un hombre, no un santo. Su carne viril vibraba dentro de ______. Se contuvo rígidamente durante un momento de tensión mientras aguardaba la respuesta, pero al no recibir ninguna su control se hizo añicos. Un sonido áspero salió de su garganta, y empezó a empujar con gran potencia, cada vez más profundo. El impacto sacudió todo el cuerpo de ______.

Ahora supo qué respuesta debía darle, y se aferró fuertemente a Joseph al tiempo que éste agitaba las caderas. El brusco chocar de los dos cuerpos se mezcló con la ronca respiración de él y los suaves gemidos de ella.

Había deseado a Joseph, y había deseado esto. Cerró los ojos con fuerza, saboreando cada instante. La encantó su rudeza, lo salvaje de su apetito. La encantaron los gruñidos que escapaban de él, el calor y el sudor de su cuerpo al encogerse y embestir.

Siempre se había sentido aislada, como un bicho raro, pero con Joseph era simplemente, puramente, una mujer.

Nada interfería con aquel instante; eran macho y hembra, apareándose con una fiera pasión sin complicaciones. Ojalá aquello durase siempre.

Pero no duró. No podía durar, dada la urgencia de la necesidad de él. Demasiado pronto su ritmo se incrementó, y retrocedió para luego arremeter con gran fuerza. Le levantó las piernas y le apoyó los tobillos en sus hombros. Con una exclamación ahogada, ______ sintió cómo se hacía todavía más grande y más duro dentro de ella. Joseph dejó escapar un grito

áspero, una última embestida, y comenzó a estremecerse convulsivamente.

Cuando dejó de temblar, cuando el último de los espasmos abandonó su cuerpo, ______ abrió los brazos y él, débilmente, se dejó caer en ellos. Su gran peso la aplastó contra el colchón, pero estaba demasiado cansada para preocuparse por ello. Notaba los latidos del corazón de Joe retumbar lentamente contra su propio pecho. Su cabello oscuro, humedecido de sudor, descansaba junto al suyo sobre la almohada. Tenía el rostro vuelto hacia ella y proyectaba su cálido aliento sobre su cuello.

______ le acarició la espalda, disfrutando del calor de su piel bajo las palmas. Empezaba a pesarle cada vez más a medida que iba deslizándose hacia el sueño, pero no le importó. Sentía una languidez de puro contento. Sólo el paraíso podía ser mejor que aquello, yacer bajo los efectos de haber hecho el amor, con el hombre que amaba durmiendo acunado por su cuerpo

y por sus brazos. Quería tiempo para quedarse así, quieta, en un lugar donde el mal no pudiera entrar.

Pero entró acompañado de un súbito pitido. Joseph reaccionó al instante, retirándose de ella y sentándose en un solo movimiento fluido. Encendió la lámpara y apagó el busca para leer la pantalla digital. ______ estaba petrificada. Sin pronunciar palabra, Joe cogió el teléfono y marcó un número, sosteniendo el auricular entre la cabeza y el hombro mientras empezaba a ponerse los pantalones arrugados.

-Soy Jonas -dijo lacónico. Escuchó un momento y después dijo-: Estaré ahí dentro de diez minutos. ¿Has llamado a Trammell? No importa, ya le llamo yo. Vuelve a llamar por radio al agente de patrulla y dile que se cerciore bien de que la escena esté protegida.

Apretó el botón y esperó de nuevo el tono de marcar. Mientras llamaba al segundo número, ______ se levantó de la cama y recogió rápidamente su bata. Estaba retorcida, con una de las mangas vuelta del revés. Le temblaban las manos, pero consiguió estirar la prenda, envolverse en ella y anudarse el cinturón. Joseph se sentó en el borde de la cama y empezó a ponerse los zapatos.

-Tenemos una víctima -dijo en voz baja por el teléfono-. Me reuniré allí contigo. -No miró a ______-. Es el número 3311 de la avenida del Ciprés.

El ciprés. ______ sintió que el estómago se le hacía un nudo. Lo sabía, pero esto disipó la última sombra de duda.

Joseph colgó el teléfono y fue a la sala de estar, poniéndose la camisa por el camino. ______ le siguió, silenciosa como un espectro, y se quedó en la puerta contemplando cómo él se ajustaba la sobaquera e introducía la gran pistola en su sitio, bajo el brazo izquierdo.

No se acercó a él, y él no vino a ella. Se detuvo frente a la puerta de la calle y se volvió para mirarla.

-¿Te encuentras bien? -le preguntó, pero había un aire distante en sus ojos y en su voz; tenía la mente ya fija en el trabajo que le aguardaba.

-Claro -contestó ______, ocultando el terror, el dolor y la soledad. No podía permitir que su debilidad entretuviera a Joseph.

-Volveré en cuanto pueda -dijo él, y se marchó. ______ se quedó allí de pie hasta que se desvaneció el ruido del motor de su coche, y después se acercó hasta la puerta de la calle y la cerró con llave. A continuación recogió los restos de la pizza y lavó los pocos platos que estaban sucios. Cuando regresó a la sala de estar, vio sus bragas en un extremo del sofá, las recogió e hizo una bola con ellas.

Estaba muy cansada, pero dormir le pareció imposible. El placer de la noche había quedado destruido por el regreso del horror. En aquel preciso momento no podía permitirse a sí misma pensar en ninguna de las dos cosas, de modo que se sentó en el sofá y contempló en silencio el lento transcurrir de lo que quedaba de noche.
Isi
Isi


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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 7 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por Isi Dom 23 Dic 2012, 5:09 pm

Capítulo 13


Un relámpago estalló a lo lejos, dejando ver la panza de unas nubes bajas de color morado y negro. Volvería a llover antes de que amaneciera. Joseph conducía de forma automática, limpiando su mente de todo pensamiento. No podía permitirse pensar en Nadine Vinick, pues la esperanza podría llevarle a ver similitudes que no existían. Tampoco podía pensar en ______, o de lo contrario se rompería totalmente su concentración. Procuró no esperarse nada de la escena que estaba a punto de ver, procuró no recordar cómo la había descrito ______. Una vez más, no quería formarse prejuicios, tenía que verlo todo claramente.

Todavía era lo bastante temprano para que el tráfico fuera denso. Ansioso por llegar a la salida, se situó demasiado pegado a un enorme camión remolque. Entonces, uno de los neumáticos recauchutados del vehículo escogió ese momento para soltarse, y lanzó hacia arriba una pieza de gran tamaño que fue a chocar contra el morro de su coche. Maldiciendo, Joseph retrocedió hasta una distancia más segura, pero la distracción le fue útil, pues sirvió para que su mente se apartara de todo lo que estaba intentando apartar.

Tardó algo más de diez minutos en llegar al número 3311 de la avenida del Ciprés. La calle estaba invadida por el surtido habitual de vehículos oficiales y de curiosos. Joseph salió del coche y se puso a escudriñar a la gente con agudo interés, buscando alguien que le resultaba familiar. Si un mismo tipo había matado a las dos mujeres, era probable que se encontrara también en la escena de Nadine Vinick. Nada; ninguno de aquellos curiosos le trajo a la mente nada conocido.

La avenida del Ciprés estaba en un barrio ligeramente de más categoría que el vecindario de los Vinick. Las casas no eran más grandes, pero tenían unos diez años menos. Había un pequeño cobertizo adosado que hacía de garage, y allí era donde estaban apiñados el mayor número de hombres de uniforme, aunque había un patrullero montando guardia juntó a la puerta principal, y esperaba que hubiera otro en la parte de atrás.

Freddie Brown y su compañero, Worley, eran los detectives que estaban de servicio ese fin de semana, y ya se encontraban allí. Freddie se desgajó del grupo nada más ver a Joseph.

-Qué hay, muñeco -le dijo, al tiempo que le ponía una mano en el brazo para detenerle- No hay prisa. Vamos a charlar un momento.

Si se hubiese tratado de otra persona, Joseph se la habría quitado de encíma. Pero era Freddie, y aquélla escena del crimen era suya. No le habría llevado aparte sin una buena razón. La miró y alzó una ceja en gesto interrogante.

-Dicen que pediste que te informaran de cualquier parte de asesinato con arma blanca de una mujer-dijo Freddie.

Joseph asintió brevemente, con la esperanza de que la detective no estuviera irritada por el hecho de que él anduviera husmeando en uno de sus casos.

Ella le palmeó el brazo, tranquilizándole -Me imaginé que no lo habrías hecho sin tener una buena razón, así que te he guardado la escena del crimen hasta que llegaras. Lo consideraremos un regalo de cumpleaños.

-¿Que has guardado la escena? -repitió Joseph, aturdido-. ¿Quieres decir que aún no ha entrado nadie?

-Exacto. El patrullero que encontró el cadáver se merece una medalla. Retrocedió nada más verla, no tocó nada excepto el tirador de la puerta, y protegió toda la zona.

Probablemente sea la escena más virgen que te encontrarás en tu vida. Ivan está de camino.

-Le esperaremos -decidió Joseph--. Gracias, Freddie. ¿Cómo es que un patrullero encontró el cadáver?

Ella repasó sus notas.

-El nombre de la víctima es Jacqueline Sheets, divorciada, sin hijos. Su ex marido vive en Minnesota. Trabajaba de secretaria en uno de los despachos de abogados más grandes, era muy buena en su trabajo. Había hecho planes para salir a cenar con una amiga, otra de las secretarias del bufete. Al no presentarse, la amiga intentó llamar, pero no hubo respuesta.

Evidentemente, Jacqueline Sheets solía ser muy puntual, y últimamente había tenido problemas médicos, así que la amiga se preocupó. Vino hasta aquí para ver qué había pasado. El coche de la víctima estaba en el garaje, había una luz encendida y se oía la televisión funcionar, pero no contestaba nadie a la puerta. Entonces fue a la casa de un vecino y llamó al 911. Los agentes de patrulla Charles Marbach y Perry Palmer se encontraban cerca y llegaron aquí antes que el equipo de urgencias. Llamaron a la puerta y no contestó nadie. El agente Marbach forzó la cerradura de la puerta principal, vio a la víctima inmediatamente y volvió a salir. -Freddie cerró el cuaderno-. La amiga se llama Elizabeth Cline. Está sentada en el garaje. Alcanzó a ver brevemente el cadáver y se encuentra bastante alterada.

Otro automóvil se añadió a la congestión. Dane le dirigió una mirada e identificó a Nicholas. Freddie hizo lo mismo, y volvió a mirar a Joseph con expresión irónica.

-Bueno, ¿vais a decirme lo que ocurre?

-Queremos buscar similitudes con el caso Vinick -dijo Joseph en voz baja-. Creemos que podría ser el mismo asesino.

Freddie abrió los ojos como platos, y su pecoso rostro adquirió una expresión de horror cuando comprendió las implicaciones.

-Oh, mie&$a -jadeó-. Incluso es el mismo día de la semana.

-No creas que no me he percatado de ello.

Acababa de ver los titulares de los periódicos que mencionaban al «Matarife del Sábado».

Se preguntó qué apodo sensacionalista emplearía la prensa si se estableciera la hora de la muerte antes de medianoche, con lo cual se trataría de un asesinato cometido en viernes. ¿El Follador del Viernes?

Nicholas se reunió con ellos, resplandeciente con sus pantalones de lino de color marfil y una camisa de seda azul cielo. Llevaba el pelo perfectamente peinado, su exótico rostro recién afeitado, y no había una sola arruga a la vista. Joseph se preguntó cómo demonios lo haría.

Puso a Nick al corriente de lo ocurrido hasta el momento. Freddie preguntó:

-¿Queréis interrogar a la amiga?

Joseph negó con la cabeza.

-Este caso es tuyo. Lo único que queremos es ver la escena del crimen.

-Ya sabéis que no tenéis que esperar a Ivan.

-Ya lo sé. Sólo me gustaría que se lo encontrara lo más limpia posible.

-Yo diría que nunca se va a encontrar una escena más limpia- -Freddie palmeó a ambos al estilo maternal que le era característico y regresó con el grupo del garaje.

-Es una casa -dijo Nick innecesariamente-. No hay ningún ciprés, pero la dirección es avenida del Ciprés. Estábamos en la pista correcta. Va a resultar interesante ver si el televisor es uno de esos modelos de pantalla grande y está colocado sobre un pedestal.

Joseph se metió las manos en los bolsillos.

-¿Tenemos en realidad alguna duda?

-Yo no.

-Yo tampoco. Maldita sea.

-He llamado al teniente. Tiene que estar a punto de llegar.

Llegó Ivan Schaffer, en la furgoneta de escenas del crimen, y desdobló su larguirucho cuerpo de detrás del volante al tiempo que Dane y Trammell acudían a su encuentro.

Ivan no estaba de buen humor. Los miró a ambos con cara de pocos amigos.

-No sé por qué he tenido que encargarme personalmente de este caso. Tengo a gente competente de servicio. ¿Por qué ha insistido Freddie en hacerme venir?

Obviamente, Freddie había percibido algo inusual en todo aquello, bendita fuera. Joe se preguntó si su marido le rompería la nariz si él le diera un beso.

-Este caso es especial-le dijo a Ivan mientras le ayudaba a descargar el equipo-. Para empezar, la escena está virgen. Tú eres la primera persona que va a pisarla.

Ivan se paró en seco.

-Os estáis cachondeando de mí. -Los ojos empezaron a brillarle-. Eso no ocurre nunca.

-Esta vez, sí. No esperes encontrártelo otra vez en toda tu vida.

-¿Tengo aspecto de ser un optimista? Está bien, ¿cuál es la segunda cosa?

Nicholas estaba examinando fríamente a los curiosos que murmuraban.

-La segunda cosa es que creemos que esto ha sido obra del mismo tipo que mató a Nadine Vinick.

-Dios... -Ivan suspiró y sacudió la cabeza en un movimiento negativo-. Dios, ojalá no me lo hubierais dicho. Nos ha caído una buena, pero supongo que ya lo sabéis.

-Hemos estado pensando en ello. ¿Es éste todo el material que traes?

-Sí. Muy bien, vamos a ver lo que tenemos.

Joseph llamó al agente Marbach para que los acompañase. Un patrullero que había hecho tan buen trabajo merecía ser incluido. Marbach era joven, no hacía mucho que había salido de la academia, y estaba pálido bajo su piel bronceada. Pero se mantuvo firme mientras relataba con todo detalle lo que había hecho, hasta les dijo la distancia aproximada de la puerta a la que se encontraba el cadáver.

-¿Se puede ver el cuerpo desde la calle al abrir la puerta? -preguntó Freddie. Ella y Worley se les habían unido.

Marbach negó con la cabeza.

-Hay un pequeño vestíbulo, con la sala de estar a la derecha. Cuando la vi, ya había dado un paso al interior.

-Está bien. Ivan, es todo tuyo.

Ivan abrió la puerta y entró. El resto le siguió, pero todos se detuvieron en el pequeño vestíbulo de la entrada y cerraron la puerta a su espalda. La televisión, sintonizada en un canal dedicado exclusivamente a películas, emitía en aquel momento una de Fred Astair y Ginger Rogers. El volumen estaba demasiado alto, como si Jacqueline Sheets fuera un poco dura de oído. O era eso, o era que alguien había subido el volumen para ahogar los gritos. Ivan apretó el botón de encendido y la pantalla se apagó, llenando la habitación de un bendito silencio.

Joseph y Nicholas, de pie en el vestíbulo, observaron: el televisor. Era un aparato de treinta y cinco pulgadas, muy moderno y estilizado, dispuesto sobre un pedestal.

Ninguno de los dos dijo nada. Ivan comenzó silenciosamente su ritual de recogida de pruebas.

Desde donde estaban ellos sólo era visible la mitad superior del cadáver. La víctima estaba desnuda, y su torso parecía haber sido destrozado por un animal salvaje.

La mancha de sangre rodeaba completamente el sofá y salpicaba las paredes y la alfombra, y Joe recordó la extraña frase que había empleado ______, vueltas y más vueltas, a rededor del árbol. Pero no era un árbol, era el sofá. ¿Por qué había usado Marlie aquella frase? ¿Era algo que había dicho o pensado el asesino? ¿El muy hijo de pu*a se había divertido viendo cómo Jacqueline Sheets luchaba por su vida?.

Se abrió la puerta tras ellos y entró el teniente Kevin. Al mirar aquella carnicería se puso pálido.

-Oh, Dios.

La primera escena había sido más horripilante, pero la habían contemplado como algo excepcional, sin conexión con otra cosa. Sin embargo, esta vez sabían a de qué iba. Esta vez estaban mirándola como la obra de un loco que iba a repetir aquello una y otra vez, asesinando a mujeres inocentes y destrozando las vidas de sus familias y amigos, hasta que ellos pudieran pararlo. y sabían que las circunstancias no obraban a su favor, los asesinos en serie eran famosos por ser difíciles de apresar

Pero esta vez, pensó Joseph con gravedad, tenían algo que el asesino no podía haber previsto. Tenían a ______.

Worley dijo:

-Joseph, tú y Nick echad una mirada Ya sabéis lo que andáis buscando.

-Ésa es la razón por la que deberíais hacerlo tú y Freddie -repuso Nick. Sus pensamientos habían sido los mismos que los de Dane, como casi siempre-- Sólo infórmanos de lo que encontréis, y luego nosotros iremos a verlo.

Worley asintió con un gesto. Freddie y él se apresuraron a empezar con su registro metódico de la casa Ivan hizo venir al equipo de huellas dactilares, y se pusieron a esparcir polvo negro sobre toda superficie dura.

Pronto la casa estaba llena de gente, la mayor parte moviéndose por ahí, algunos de hecho trabajando. Por fin el cuerpo de Jacqueline Sheets fue introducido en una bolsa y retirado del lugar Joe oyó el clamor de las voces de los reporteros en la calle y vio los focos de televisión. No iban a poder mantener el asunto en secreto mucho más tiempo, pero pensó que no se podría sacar gran cosa de un segundo asesinato a cuchilladas ocurrido en el plazo de una semana.

En cambio, si había un tercero, ningún reportero que se preciase lo consideraría una coincidencia. Aunque los casos no mostraran similitudes, habría suficiente interés para justificar un «segmento especial», fuera lo que fuera aquella palabreja.

Kevin se llevó aparte a Joseph y Nicholas.

-Si tiene la pinta de ser obra del mismo tipo. ..

-Lo es -dijo Joe.

-Todo es tal como lo describió ______-añadió Nick-. Hasta la clase de televisor.

-¿Existe algún modo de que ella lo supiera antes que nadie? Ya sé, ya sé -dijo Kevin, alzando las manos-. Fui yo el que pensó en un principio que ella podría ayudarnos, y vosotros fuisteis los que pensasteis que sobraba, pero se trata de una pregunta que hay que responder.

-No -dijo Joseph-. Dejamos claro que no había forma de que ella hubiera estado en la escena del primer asesinato, y anoche yo estuve con ella. Me llamó cuando comenzó la visión, y fui directo a su casa.

-De acuerdo. Quiero ver a todo el mundo en mi despacho mañana por la mañana a las diez. Estudiaremos lo que tenemos, veremos lo nuevo que haya encontrado Ivan, formaremos un grupo especial de operaciones. Informaré al jefe, y que él decida cuándo y cuánto decirle al ayuntamiento.

-Espero que sepa contenerse -dijo Joseph-. La información escapa del ayuntamiento igual que de un colador.

Kevin parecía disgustado.

-Esto no es algo que él pueda guardarse para sí. Le costaría el empleo que los medios se enteren de la historia sin haber informado a los jefazos.

-Entonces pídale que nos conceda un par de días por la menos. Los dos asesinatos se han cometido en una noche de viernes o a primeras horas del sábado, de modo que si sigue esa pauta, el asesino no volverá a actuar hasta dentro de casi otra semana. Cuanto más tiempo podamos trabajar sin que él sepa que le andamos buscando, más posibilidades tenemos de cogerle.

-Hablaré con él -fue todo lo que Kevin estuvo dispuesto a prometer. En realidad, Joe no había esperado más.

Worley y Freddie se reunieron con ellos.

-El arma del crimen fue un cuchillo de cocina, probablemente propiedad de la víctima -informó Worley-. Es igual que otros que hay en la cocina. El tipo entró por la ventana del dormitorio de invitados cortando la persiana.

-Anoche llovió ---dijo Joe--. ¿Habéis encontrado alguna huella bajo la ventana?

Freddie negó con la cabeza.

-Nada. Tuvo mucho cuidado.

-O bien entró antes de que empezara a llover y aguardó en el dormitorio sugirió Nick.

Aquella idea hizo que Freddie palideciera.

-Oh, Dios, eso me da escalofríos, pensar que estuvo dentro de la casa durante horas, sin que ella lo supiera.

-¿Y qué pasó después? -preguntó el agente Marbach. Se sonrojó un poco cuando todos se volvieron hacia él-. Quiero decir que debía de estar lloviendo cuando se marchó. ¿No sería probable que hubiera dejado huellas entonces?

-Sólo si salió por el mismo sitio por el que entró -dijo Joe-. Y no había razón alguna para que lo hiciera. Lo único que tuvo que hacer fue salir por la puerta. Eso llamaría mucho la atención en caso de que lo viera alguien, lo cual dudo. La acera y la rampa de entrada son de hormigón; no hay huellas.

-Es evidente que la víctima llevaba puesto un pijama en el momento de la agresión -continuó Freddie, mirando sus notas-. Hemos encontrado uno con manchas de sangre en la cesta de la ropa sucia. Estamos analizando el grupo sanguíneo para cerciorarnos de que pertenece a la víctima.

-¿Y qué hay de la posibilidad de un marido o un novio?- preguntó Kevin.

-Nada. Según su amiga, hay un ex marido que vive en Minesota, pero llevan veinte años divorciados, y hace casi ese tiempo que Jacqueline Sheets no tiene contacto con él. Tampoco tenía novio actualmente. Bien muchachos, decidme: ¿os parece que tiene pinta de que el mismo tipo mató a las dos mujeres?

-Me temo que sí -contestó Joseph-. ¿La víctima frecuentaba bares, gimnasios, algún sitio en el que estuviera en contacto con muchos hombres?

-No lo sé. No hemos llegado a tanto en el interrogatorio a la amiga. ¿Por qué no habláis vosotros con ella mientras terminamos aquí? De cualquier modo, todos vamos a poner en común nuestras notas -sugirió Worley. Por el tono que empleó, con mucho gusto habría dejado toda la investigación en manos de Joseph y Nicholas.

Una tapia baja de bloques de cemento, dispuestos en dos filas, circundaba el cobertizo garaje por su lado abierto. Elizabeth Cline estaba sentada en la tapia, acurrucada sobre sí misma, con la mirada vacía y fija en la multitud de policías que pululaban a su alrededor. Era una rubia alta y esbelta, con el pelo muy corto a lo chico, y llevaba unos largos pendientes que le llegaban casi a los hombros. A pesar de los pendientes, no iba vestida como para una fiesta; llevaba sandalias, unos pantalones amarillos ajustados y una larga túnica blanca con un loro chillón amarillo y morado. Joseph observó que llevaba también varios anillos, pero ninguno de ellos era una alianza de matrimonio.

Tomó asiento junto a ella en la tapia, y Nick, como siempre más altivo, se apoyó en el coche de la víctima, que se encontraba a algo menos de un metro de distancia.

-¿Es usted Elizabeth Cline? -preguntó Joe, sólo para asegurarse.

Ella le dirigió una mirada de vaga sorpresa, como si no se hubiera dado cuenta de que le tenía sentado al lado.

-Sí. ¿Quién es usted?

-El detective Jonas. -Luego señaló a Nick-. Y el detective Trammell.

-Encantada de conocerlos -dijo ella cortésmente, y en el acto sus ojos adquirieron una expresión de horror-. Oh, Dios, ¿cómo puedo decir eso? No estoy encantada de conocerlos. Están aquí por lo de Jackie...

-Sí, así es. Lo siento, sé que ha significado una fuerte impresión para usted. ¿Le importaría responder a unas pocas preguntas más?

-Ya he hablado con esos otros dos detectives.

-Lo sé. Pero se nos han ocurrido otro par de cosas, y todo lo que usted pueda decirnos ayudará a encontrar al asesino.

Elizabeth inhaló profundamente. Estaba temblando, y se abrazaba los brazos. La noche era cálida y hacía bochorno, pero estaba notando los efectos del shock. Joe no llevaba una chaqueta que pudiera prestarle, de modo que pidió a un patrullero que estaba cerca de allí que trajera una manta. Unos minutos más tarde llegó la manta, y él se la echó por los hombros a la chica.

-Gracias --dijo ella, arrebujándose en los pliegues.

-De nada.

Su instinto le impulsaba a rodearla con un brazo y consolarla, pero se sintió reprimido y se contentó con palmearle la espalda. La única mujer a la que podía abrazar ahora era ______; por alguna razón, al tomarla había dejado a un lado para siempre a las demás mujeres. Era nerviosamente consciente de aquel cambio, pero lo obligó a retroceder hasta su subconsciente para pensar en ello más tarde, cuando tuviera tiempo.

-Le ha dicho a la detective Brown que la señorita Sheets no tenía novio en la actualidad. ¿Ha roto recientemente con alguien, o ha tenido alguna cita casual?

Ella sacudió la cabeza negativamente.

-No.

-¿Nadie? ¿Ningún novio fijo desde que se divorció?

Elizabeth se recompuso lo suficiente para levantar la cabeza y miró a Joseph con una sonrisa temblorosa y glacial.

-Naturalmente. -Aquella única palabra fue amarga-. Tuvo una relación de doce años con uno de los abogados del bufete. Él le dijo que se casarían cuando se divorciara de su mujer, pero el momento no era propicio mientras se ocupaba de hacer carrera. Después llegó el momento propicio, obtuvo el divorcio, y se casó enseguida con una jovencita de veintitrés años. Jackie quedó destrozada, pero llevaba mucho tiempo trabajando en el bufete y no podía permitirse el lujo de empezar otra vez desde cero. Él quería continuar con la relación, pero Jackie rompió, muy en silencio. Por lo menos él no intentó que la despidieran, pero no creo que hubiera ningún motivo para ello. La relación entre ellos no era un secreto; todo el mundo lo sabía.

-¿Cuándo ocurrió todo eso?

-Vamos a ver. Hará unos cuatro años.

-¿A quién ha estado viendo desde entonces?

-Yo no tengo idea de que haya estado viendo a nadie. Quizás una o dos veces, justo después de que terminara esa relación, pero sé que llevaba por lo menos un año sin salir con nadie. Empezó a tener problemas de salud y no se sentía muy bien para esas cosas. Solíamos salir a cenar una vez por semana o así; la ayudaba a animarse un poco.

-¿Qué problemas de salud?

-Varias cosas. Tuvo una endometriosis grave, y por fin hace como un año tuvieron que hacerle una histerectomía. Úlcera de estómago, tensión alta. Nada que hiciera peligrar su vida, pero pareció venirle todo encima al mismo tiempo, yeso la deprimió. Últimamente se había desmayado un par de veces. Por eso me preocupé tanto cuando no apareció en el restaurante a la hora.

Habían llegado a un callejón sin salida en lo que se refería a los ex novios, pero Joe en realidad no había esperado nada distinto. Simplemente estaba cubriendo todas las bases.

-¿Mencionó alguna vez a alguien que hubiera conocido recientemente? ¿Discutió con alguien, o comentó que alguien la hubiera seguido?

Elizabeth negó una vez más.

-No. Jackie tenía muy buen carácter, se llevaba bien con todo el mundo. Ni siquiera perdió los nervios cuando David se casó con aquel yogurcito. De hecho, lo más cerca que estuvo de enfadarse en serio fue cuando se le abrió una blusa por las costuras la primera vez que la lavó. A Jackie la encantaba la ropa, y era muy especial a ese respecto.

-¿Iba a algún sitio de manera regular, donde pudiera haber conocido a alguien?

-No, como no sea la tienda de comestibles.

-Todo el mundo tiene una serie de actividades repetitivas -insistió Joseph con suavidad.

Tenían que descubrir el modo en que el asesino escogía a sus víctimas. Nadine Vinick y Jackie Sheets tenían algo en común, algo que llamó la atención del asesino. Vivían en barrios distintos, de modo que tenía que ser otra cosa, y descubrirla resultaba vital-.

-¿Iba a la peluquería regularmente, a la biblioteca, algo así?

-Jackie tenía un precioso cabello de color rojo. Se lo arreglaba cada pocas semanas en una pequeña peluquería que está cerca de la oficina. Se llama The Hairport. La estilista es una tal Kathy, creo. Puede que sea Kathleen o Katherine, algo parecido. ¿La biblioteca? No, Jackie no era muy lectora. La encantaban las películas; alquilaba un montón de ellas-

-¿Dónde las alquilaba? .

-En el supermercado. Decía que tenían una buena selección de vídeo, y así se ahorraba tener que hacer una parada de más.

-¿En qué supermercado compraba?

-En Philips, a eso de un kilómetro de aquí.

Se trataba de un supermercado de barrio, no uno donde habría comprado Nadine Vanick.

Pero Joseph tomó nota de todo; no sabrían exactamente lo que tenían hasta que comparasen todos los detalles con el caso Vanick

-¿Y usted?-le preguntó-. ¿Está casada?

-Viuda Hace siete años. Jckie me ayudó a salir de una racha difícil, así fue como nos hicimos amigas íntimas. Ya éramos amigas antes, sabe, trabajábamos en la misma oficina muchas horas, pero entonces fue cuando realmente llegué a conocerla era… era verdaderamente una gran amiga -Las lágrimas rodaron por las mejillas de Elizabeth.

Joe la palmeó un poco más, consciente pero sin hacer caso de la enigmática mirada de Nicholas no había hablado ni una sola vez, pues le había dejado a él todo el trabajo de interrogar. Lo hacía alguna que otra vez, cuando decidía que Joe tendría mejor suerte a la hora de obtener respuestas.

-Lo síento -dijo Elizabeth, todavía ll0rnndo- Sé que no les he ayudado mucho.

-Sí que lo ha hecho -la tranquilizó Joe--. Nos ha ayudado a eliminar varias cosas, así que ahora sabemos en qué concentrarnos para no desperdiciar el tiempo en callejones sin salida -

Básicamente aquello era mentira; lo único que tenían eran callejones sin salida. Pero la mujer necesitaba todo el consuelo posible, con mentiras o sin ellas.

-¿Tengo que ir a la comisaría, o algo? Es curioso -dijo, secándose los ojos y probando a esbozar una sonrisa patética-, sé cómo funciona la ley en última instancia, en los tribunales, pero no conozco nada de las fases más duras.

-No, no es necesario que venga a la comisaría -respondió él, calmándola-. ¿Tiene la detective Brown su dirección y su número de teléfono?

-Creo que sí. Sí, recuerdo habérselo dado

-Entonces no veo por qué no puede irse a su casa, si le apetece ¿Quiere que pida a alguien que la acompañe? ¿O que llame a alguien, una amistad o un familiar, para que se quede con usted esta noche?

Ella miró alrededor con gesto distraído.

-No puedo dejar mi coche aquí.

-Si quiere que la lleve alguien, haré que un patrullero la lleve en su coche y que otro le siga para traerle de vuelta. ¿ Le parece ?

Pero ella no parecía capaz de decidirse. Todavía estaba demasiado aturdida e impresionada para pensar con claridad. Joe tomó la decisión por ella, la puso de pie, llamó a un patrullero y dispuso que la llevasen a su casa, y también le dio instrucciones para que llamase a alguna amiga o un familiar que se quedara con ella esa noche. Ella asintió dócilmente como un niño que recibiera instrucciones para hacer las tareas escolares.

-Tengo una sobrina que vive cerca -dijo Elizabeth-. La llamaré. -y miró a Joseph como si le estuviera pidiendo permiso para llamar a su sobrina en vez de a una amiga. Él la palmeó y le dijo que de acuerdo, y la envió con el patrullero, que siguió el ejemplo de Joseph y la trató con la misma delicadeza que a un niño perdido.

Cuando Joseph se volvió, Nicholas seguía tan enigmático como un gato.

-¿Qué? -le preguntó para probar.

Nicholas levantó las cejas.

-No he dicho nada.

-Pero estás pensando en algo. Tienes esa expresión de sonrisa satisfecha en la cara.

Quería a aquel tipo como a un hermano, pero de verdad que había veces en las que le entraban ganas de romperle aquella bonita cara. Pero cuando Nick estaba en uno de sus peculiares estados de ánimo, no había nada que pudiera sonsacarle información alguna. Joseph pensó en hacerle beber un par de cervezas que le aflojaran la lengua, pero en vez de eso decidió largarse. Dejaría lo de la cerveza para mejor ocasión.

No quedaba nada que hacer salvo ayudar a Freddie y Worley a atar los cabos sueltos: cerciorarse de que la basura era recogida para examinarla más tarde; registrar la casa en busca de documentos personales tales como un diario, agendas de teléfonos y direcciones, pólizas de seguro de vida. Al morir, Jackie Sheets perdería toda su intimidad. Rebuscarían en sus armarios, buscando esa pequeña coincidencia que la relacionara con Nadine Vinick. Fuera lo que fuera lo que ambas mujeres tenían en común, era la clave para dar con el asesino. Si el pobre Ansel Vinick no se hubiera suicidado, podría haberles ayudado a localizar aquel nexo crucial, y tal vez hubiera encontrado una razón para vivir en el hecho de ayudar a descubrir al asesino de su esposa.

Ivan había llevado sus magros hallazgos al laboratorio para empezar a analizarlos; el departamento forense tenía el cadáver de Jackie Sheets, aunque había poco que añadir, aparte de la hora aproximada de la muerte. Podrían haberles ahorrado tiempo y molestias; Joseph sabía cuál era la hora de la muerte, porque ______ le había llamado.

La preocupación había dibujado arrugas nuevas en el rostro del teniente cuando supervisó con gesto adusto cómo trazaban en el suelo el contorno del lugar que había ocupado el cuerpo de la víctima.

-Que todo el mundo esté en mi despacho mañana a las diez -dijo--. Por el momento, váyanse a casa y duerman un poco.

Joseph consultó su reloj. Era casi la una, y de pronto se dio cuenta de que no había dormido mucho la noche anterior.

-¿Vas a volver a casa de ______? -le preguntó Nick.

Deseaba hacerlo. Dios, sí que lo deseaba.

-No, no quiero molestarla -dijo--. Estará dormida.

-¿Tú crees?

Recordó la forma en que le miró cuando se marchó, aquella expresión asustada de nuevo en su rostro demacrado. Cayó en la cuenta de que ni siquiera la había besado. Ya tenía la mente en la escena del crimen, y había dejado a ______ totalmente fuera. Acababa de hacerle el amor, se había separado de su cuerpo caliente para contestar a la llamada del busca y se había ido sin darle un beso.

-Maldita sea -dijo cansado. Nick dijo:

-Te veré por la mañana -y se metió en su coche. Probablemente aún le esperaba Anne Roeg. Ella también era policía; comprendería que él hubiera tenido que marcharse tan súbitamente. Pero ______ no era policía; era una mujer que había estado demasiado sola toda su vida, una mujer que había soportado una carga de dolor suficiente para diez vidas. Era fuerte, increíblemente fuerte; no se había venido abajo, pero llevaba las cicatrices, tanto físicas como mentales. Hizo falta tener agallas para permitir que él le hiciera el amor, ¿y qué había hecho él? Había sido la primera vez, y él la había convertido en un «aquí te pillo, aquí te mato»; ni siquiera le había dado las gracias.

Si pudiera alcanzarlo, se daría una patada a sí mismo en el trasero. ______ no estaría dormida; estaría sentada en el sofá, inmóvil y silenciosa, esperando su regreso. No podía protegerla manteniéndola más que él. Era un testigo presencial, desde el veía a través de los ojos de él mientras él apuñalaba y mataba alegremente.

Joseph condujo deprisa, ahora que las calles estaban mucho más vacías. Empezó a llover, pues la lenta tormenta por fin había alcanzado la ciudad. Tuvo la sensación de estar repitiendo lo mismo de la noche del viernes, cuando recorrió a toda velocidad las calles para acudir al lado de ______.

Tal como esperaba, cuando llegó a la rampa de entrada y apagó el motor, vio que había una luz encendida en la sala de estar. Antes de que saliera del coche, ______ abrió la puerta y se quedó allí de pie, con su silueta recortada contra la luz, aguardándole. Aún llevaba puesta la delgada bata, y Joe distinguió el contorno de su cuerpo a través de la tela. Corrió bajo la lluvia y salvó de un salto los dos escalones del porche. Ella no dijo nada, sólo retrocedió ligeramente para dejarle entrar. No tuvo que preguntarle qué habían encontrado, porque ya lo sabía.

Estaba cansada, con la cara demacrada y profundas ojeras. En aquellos ojos se veía un agotamiento que iba más allá de lo físico, además del sutil aire distante que volvía a rodearla de nuevo.

Joe deseaba ofrecerle consuelo, si ella lo aceptaba. Deseaba cuidar de ella, proporcionarle la curación de la inconsciencia del sueño. Ella podría relajarse sabiendo que se encontraba a salvo. Deseaba abrazarla durante toda la noche, ofrecerle el primitivo consuelo animal de su proximidad.

Eso era lo que deseaba hacer. Pero cuando ambos se miraron en silencio, con el repiqueteo de la lluvia siguiendo la cadencia de su corazón, acelerado de repente, Joseph olvidó todas las cosas nobles que tenía pensado hacer. La había hecho suya sólo unas horas antes, en la posesión física del apareamiento, pero los habían interrumpido. El acto se había completado, pero no así el sello final de la carne. La verdadera intimidad no se alcanzaba en la penetración y el orgasmo, sino en los momentos de tranquilidad de después, en los pequeños detalles que entrelazaban dos vidas. Joseph había dejado aquello sin terminar, y sus instintos eran demasiado primitivos y seguros para ignorar ese hecho.

Cerró la puerta con llave, sin apartar la mirada de ______. A continuación, sin prisa, la tomó en brazos y la llevó al dormitorio, deteniéndose un momento para apagar la lámpara.

No hubo recriminaciones por parte de ______, no hubo rechazo. Se tendió en silencio en el lugar de la cama en el que Joseph la había depositado, y esperó mientras él se quitaba la ropa con gesto impaciente. Joseph le retiró la bata por segunda vez aquella noche. Su cuerpo desnudo resplandeció suavemente en la oscuridad. Sintió su deliciosa suavidad bajo su peso, sintió como sus muslos se abrían para rodearle. Joseph le acogió la cabeza entre las manos y la besó con lento apetito al tiempo que sondeaba su cuerpo, hasta que encontró la húmeda hendidura y empujó. Se vio envuelto en el calor y la estrechez de ella, una sensación que hizo que su miembro se estremeciera con tal violencia que se le escapó un gemido en la boca de ______.

-Hazme olvidar-rogó ella, susurrando con desesperación

Joseph se abrió paso hasta la empuñadura y sujetó a ______ al tiempo que ella se arqueaba para ajustar su cuerpo al tamaño y la fuerza de él. Emitió un leve quejido, y sus pezones erectos se clavaron en el pecho de Joseph.

Sólo podía darle el olvido de la pasión, llenar sus sentidos con su cuerpo y con el placer que pudiera provocarle. No podía hacer que desapareciera la noche, pero sí podía convertir la oscuridad en un refugio privado para ambos. Podía refrenar su propia pasión ingobernable y cerciorarse de que ella estuviera con él esta vez; y después, yaciendo en medio del cálido silencio, abrazarla para que, durante toda la noche, ella sintiera su calor y el firme latido de su corazón y supiera que no estaba sola.

Isi
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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 7 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por Isi Dom 23 Dic 2012, 5:14 pm

Capítulo 14


______ se agitó ligeramente y despertó de pronto, sorprendida al caer en la cuenta de que había alguien en la cama con ella. Sabía quién era, lo recordaba todo, pero aun así se encontraba en ese momento de estupor en el que la conciencia se ajusta a la realidad. Joseph había dormido con ella también la noche anterior a ésta, pero ella no se había dado cuenta.

Era la primera vez que se despertaba con un hombre muy duro y muy caliente tumbado a su lado, con un gran brazo que le rodeaba la cintura y la anclaba a la cama. Menos mal que él la tenía abrazada, reflexionó, porque ocupaba casi todo el espacio, y bien podría haberse caldo al suelo si él no la sujetase.

Gitó la cabeza para mirarle, encantada por la novedad de tener un hombre desnudo en la cama, de tener a Joseph desnudo en la cama. Saboreó el momento como un pequeño y silencioso oasis de felicidad.

La suave luz de la mañana, filtrada por una fina lluvia, se reflejaba en la curva del hombro de Joe. Apoyó con delicadeza la mano en el músculo de la articulación para sentir la fría dureza de aquella carne, la fuerza en reposo de aquel brazo. Él se estremeció ligeramente bajo su contacto y la estrechó más contra la curva de su cuerpo antes de volver a hundirse en sus sueños con un gruñido. Irradiaba calor como el animal saludable que era, a pesar de la fresca superficie de su piel. ______ se sentía tan caliente ya gusto como si estuviera envuelta en la ropa de cama, en vez de tenerla hecha un revoltijo en el suelo.

En toda su vida, nunca había sido demostrativa físicamente porque las barreras mentales siempre se habían entrometido. Pero el daño psíquico que había sufrido en manos de Gleen había demolido aquellas barreras, y la noche pasada Joseph le había mostrado vigorosamente, varias veces, que ahora podía entregarse plenamente a lo físico.

Se sentía trémula de dicha frente a aquel mundo nuevo que se había abierto ante ella, un mundo que había creído permanentemente cerrado. Amaba a Joseph, él había reclamado su cuerpo y le había entregado el suyo propio. ______ siempre se había sentido sola en la oscuridad, pero no era noche, y había comprendido lo que él le dijo con su cuerpo, con su hambre. Existía la muerte, sí, pero la vida caminaba de la mano con ella. Allí fuera existía el mal, pero entre ellos dos había habido placer, una básica y alborozada celebración de la vida y de la carne. Siempre se había protegido a sí misma del mundo, al verse distinta desde su nacimiento a causa de sus capacidades, mientras que Joseph había disfrutado y dominado aquel torrente de calor y de vida. Era fiero y vital en su intensidad, hacía frente a la vida con las mismas armas que ésta y salía victorioso. La noche pasada, con Joseph, ______ se había liberado de las restricciones que se había impuesto a sí misma.

Y ahora aquel enorme boxeador yacía totalmente, maravillosamente, desnudo en su cama.

Gozaba de la libertad de su poderoso cuerpo, de explorar y excitar a su antojo. Se sentía como una niña en un parque de atracciones, como una aventurera que abriese la puerta sellada de la cámara del tesoro. Había tanto que ver y hacer que se estremeció de gusto ante tantas posibilidades.

Rendirse completamente a las necesidades de su cuerpo, averiguar con exactitud qué necesidades eran ésas… casi no podía soportarlo.

Pasó la mano por el pecho de Joseph, deleitándose en la aspereza del vello grueso y rizado al rozar contra su palma. Debajo de la mata de vello había una capa de músculos sólidos como una roca, calientes y duros. Encontró sus tetillas, círculos planos y oscuros con unas puntas diminutas en el centro, puntas que se endurecieron cuando las tocó. Fascinada, frotó una de aquellas puntas con la yema del dedo y observó cómo los escalofríos arrugaban la piel.

Un profundo gemido que surgió del pecho de Joseph la hizo levantar la vista. Estaba despierto, con los ojos avellana aún soñolientos y los párpados pesados. Más abajo, su sexo se encogió y estiró, presionando contra el estómago de ella.

-¿Te gusta lo que ves? -Su voz por la mañana era como un trueno distante, ronca y apenas audible.

-Sí. Mucho. -Su propia voz sonaba también más áspera de lo normal.

Joseph se tumbó de espaldas y extendió los brazos y las piernas.

-Entonces echa una buena mirada.

La tentación era irresistible. Aunque habían hecho el amor varias veces, había sido a oscuras. ______ no había podido ver el cuerpo de su amante, sólo había podido sentirlo.

Ahora que él le dio permiso, no hubo forma de negar la fascinación que le producía. Se puso de rodillas, sin darse cuenta ni preocuparse de su propia desnudez, concentrada en explorar aquel nuevo territorio repleto de maravillas.

Le apoyó ambas manos en el pecho y acarició las tetillas de él con los pulgares, contemplando con gran placer cómo volvían a endurecerse. Miró a Joseph con los ojos brillantes por el descubrimiento.

-A ti también te gusta esto.

Joseph tragó saliva. Respiraba agitadamente, su amplio pecho se expandía con la fuerza de cada inspiración.

-Sí. Mucho. -Casi se le paró el corazón al ver la luminosa sonrisa que ella le obsequió.

______ volvió a centrar la atención en él, se inclinó y le acarició una tetilla con la lengua, y después la chupó con suavidad. Joe reprimió un gemido al tiempo que un estremecimiento le recorría de arriba abajo. Entonces ______ prestó atención a la otra tetilla y le aplicó el mismo trato mientras sus manos le rodeaban el torso, moldeando su forma, aprendiendo la textura de su piel.

Joseph contuvo la respiración y hundió los dedos en el colchón en un intento de controlarse.

Oh, Dios, cuánto deseaba tocarla, apenas podía soportar aquello. Nunca había experimentado nada tan insoportablemente suave, tan exquisitamente doloroso, como aquella forma de explorar su cuerpo, y tuvo la sensación de que todavía iba a ser mucho peor.

______ deslizó las manos hasta las matas de vello de las axilas, disfrutando de aquel tacto sedoso que parecía incongruente en un hombre tan rudo. La piel de aquellos lugares escondidos, protegidos, era tan suave como la de ella.

La densa mata de vello del pecho se estrechaba en una delgada línea que discurría por el centro del vientre, rodeaba el ombligo y después volvía a ensancharse en los genitales. ______ la siguió con un dedo, hacia abajo, hasta que su mano rozó la tensa erección de Joseph. Se detuvo un instante, y a continuación giró la mano y cerró los dedos alrededor de él. Joe profirió un gemido tembloroso y sus piernas se agitaron inquietas antes de volver a quedar inmóvil. ______ levantó la otra mano y lo retuvo entre sus palmas, examinándolo con absorta fascinación. Estaba alucinada por los contrastes, por el frío que contenía un intenso calor, por la piel suave encima de una dureza de acero. Joseph era muy grueso, y pulsante de excitación.

Pensó en llevar aquel grosor al interior de su cuerpo, y su excitación aumentó; se oía a sí misma respirar en rápidos jadeos. La sangre le golpeaba las venas y empezó a sentir demasiado calor y la piel demasiado tirante.

La pura masculinidad de Joseph resultaba muy hermosa. Tomó los testículos en sus manos, muy suavemente, y el poderoso cuerpo de Joseph se arqueó y tembló de la cabeza a los pies.

-Dios mío -dijo con voz estrangulada.

-¿Dios? -preguntó ______ con suavidad-. ¿O yo? -Se sintió embriagada por la sensación del poder femenino que ejercía sobre él.

-Tú. O los dos. Me da igual.-Ella tenía sus lugares secretos mojados e hinchados, vibrantes de necesidad. El sexo, incluso la noche pasada con Joseph, siempre había sido algo que le habían hecho a ella; esta vez quería, necesitaba poseer ella el control de su cuerpo, y también del de Joe. Quería darle placer y también tomarlo. Quería la agradable seguridad sexual de una mujer libre de miedos y restricciones. Estaba harta de barreras.

Con un suspiro semejante a una suave brisa de primavera, le montó a horcajadas y sostuvo su verga firme mientras la colocaba en posición y se dejaba caer lentamente sobre ella. Dolió un poco; se mordió el labio al sentir la incomodidad que le producía aquel estiramiento de sus blandas carnes para admitirle a él. Pero también estaba la maravilla de sentir aquel calor y aquella dureza entrar cada vez más profundo en su cuerpo, y se recreó en el lento movimiento, centímetro a centímetro. Era una sensación tan exquisita, que se elevó hasta casi salirse del todo y volvió a empezar. Una y otra vez.

Joseph asió la sábana con los puños y su frente se perló de sudor. ______ estaba abarcándole sólo hasta la mitad antes de deslizarse de nuevo hacia arriba, y Joseph creyó enloquecer sin remedio. No se atrevía a tocarla, porque si lo hiciera, perdería el control. La iniciativa era de ella, hasta el final. ______ tenía una expresión solemne, soñadora, absorta mientras exploraba el placer que podía extraer del cuerpo de él. Estaba concentrada exclusivamente en sus propias sensaciones físicas mientras subía y bajaba, pero Joseph no se sentía excluido. El hecho de observarla aprendiendo a conocer su sensualidad resultaba tan excitante como otras muchas cosas, y la manera en que lo hacía le estaba matando de placer.

______ cerró los ojos bajo la oleada casi abrumadora de pasión y deleite. Todo lo que había aprendido la noche anterior no era nada comparado con esto; ahora su cuerpo sabía el éxtasis sublime que lo aguardaba, y gozaba igualmente de cada paso del proceso que llevaba hasta allí. Luchó contra la necesidad de precipitarse a toda prisa hacia el final, quería saborear cada una de las deliciosas explosiones de sensaciones que tenían lugar en el interior de su cuerpo al elevarse sobre Joseph, al sentir el roce de su sexo en sus tejidos internos sumamente sensibles, seguido de aquel indescriptible momento en que la penetración se hacía más profunda al volver a caer. Gimió en voz alta, notando que se aproximaba el orgasmo, inexorablemente. Aún no, pensó apenas. Estaba disfrutando demasiado de aquello. No había ninguna prisa.

Joseph se agitaba sobre la sábana. Oh, Dios, si ______ no se daba prisa, iba a morirse.

Aquella manera superficial de montarle estaba atormentando la cabeza hinchada de su miembro con una presión casi incesante. Un ronco rugido le surgió del pecho. Quería empujar, más profundo, necesitaba empujar más de lo que nunca había necesitado ninguna otra cosa, pero se negó a permitirse hacerlo. Ya habría ocasiones en las que sus necesidades tuvieran prioridad. Esta vez le tocaba a ______. Tembló con la intensidad del placer que le provocaba.

Pensó que el corazón le iba a explotar; con toda seguridad, su verga estaba a punto de hacerlo.

______ ya estaba muy mojada y había incrementado el ritmo. La sábana ajustable se salió cuando Joseph tiró de ella. Se arqueó, con todo el cuerpo tan rígido que su peso se apoyaba tan sólo en los talones y los hombros. Una especie de niebla le cegaba los ojos.

-______-Pronunció aquella palabra con voz gutural, casi irreconocible. A pesar de si mismo, estaba suplicando-- Más dentro... por favor. Más dentro. Coge... todo el resto

Si ella le oyó, no reaccionó. Estaba perdida en su propio torbellino de sensaciones, ajena a todo lo demás Tenía las manos apoyadas en el pecho de él, los ojos cerrados. Sus caderas se balanceaban. Un gemido ahogado salió de sus labios, y con un movimiento convulsivo se hundió en las profundidades de aquel torbellino, con todo el cuerpo abandonado al placer que lo inundaba

La rítmica tensión de los músculos internos de ______ sobre él hizo añicos la última brizna de control que le quedaba a Joseph.

Con un gruñido explosivo, dejó de asir mortalmente la sábana y aferró las convulsas caderas de ______, obligándola a bajar al tiempo que él elevaba

sus propias caderas de golpe y se hundía en ella a todo lo largo. Eyaculó a la primera embestida, el orgasmo explotó en él en una potente oleada acompañada de convulsiones.

Sujetó a ______ contra sí con manos despiadadas, implacables, hasta que todo terminó para los dos y ella quedó rendida sin fuerzas sobre su pecho Los corazones de ambos retumbaban juntos, sacudiendo sus cuerpos.

Joseph tuvo la sensación de no tener fuerzas para moverse otra vez. ______ se sentía como si fuera cera caliente, derretida y vertida sobre él. Ninguno de los dos podía soportar el hecho de separar el cuerpo del otro.

Joe recorrió con la mano la esbelta trayectoria de la columna vertebral de ella. No sabía con cuántas mujeres había hecho el amor en su vida, pero lo que sí sabía era que lo que había sentido con ellas no era nada comparado con lo que sentía ahora No había habido otra mujer como ______; todo lo que la rodeaba a ella era nuevo. Nunca se había sentido tan fascinado por los detalles del cuerpo de una mujer, de suave y fragante femineidad. Nunca se había concentrado tan intensamente en una mujer, hasta el punto de captar sus mínimos cambios de expresión y percibir el menor matiz de sus emociones. Desde el principio mismo había estado atento al menor de sus movimientos, su cuerpo y sus sentidos estaban sintonizados con ella.

Ni siquiera se acordaba del nombre de su última amante; sólo existía ______.

Pero por mucho que deseara pasar el resto del día donde se encontraba ahora, los números digitales de color rojo del reloj que había junto a la cama continuaban dando cuenta del silencioso, implacable paso del tiempo. Eran las ocho y cuarto. Tenía que ducharse y afeitarse, desayunar y estar en la ciudad a las diez.

-Tengo que irme -murmuró.

______ no levantó la cabeza de su pecho. Joe siguió acariciándole la columna.

-¿Adónde?

-A la comisaría. Tenemos una reunión con el teniente a las diez.

______ no se puso tensa, pero él percibió la inmovilidad que le sobrevino.

-¿Es sobre lo ocurrido anoche?

-Sí. Fue él.

-Lo sé. -Calló por un instante--. ¿Y qué va a pasar ahora?

-Juntaremos los datos que tenemos de los dos casos y trataremos de hallar lo que las víctimas tenían en común. Luego designaremos un grupo especial de trabajo que se concentrará en ese tipo. Puede que llamemos al FBI.

______ dijo con calma:

-Si me necesitáis para que lo cuente todo otra vez, lo haré.

Joe sabía lo que aquel ofrecimiento iba a costarle a ______, y sabía que ella ya había reunido fuerzas para pagar ese coste. Se enfrentaría al ridículo, a la incredulidad, a la sospecha; eso era lo que había recibido de él, aunque él se había sentido tan atraído que apenas podía pensar con claridad. ______ sabía a lo que se estaba ofreciendo, y de todas maneras estaba dispuesta a hacerlo.

Joe le dio un apretón.

-No quiero hacerte pasar por eso.

-Pero lo harás si es necesario.

-Sí.

Para alivio suyo, vio que no había herido los sentimientos de ______; ella aceptaba la necesidad. Le acarició el pelo.

-Hay una cosa que tengo que decirte -dijo de mala gana-. No quiero que lo leas en los periódicos ni que lo veas en las noticias.

Ella aguardó, convencida de que iba a ser algo malo. Joe deseó no tener que decírselo, pero ya lo había retrasado todo lo posible. El día anterior ______ no estaba en absoluto en forma para ver las noticias, pero hoy era distinto. No quería que estuviese sola cuando se enterase.

-El viernes por la noche se suicidó Ansel Vinick.

La respiración que había estado aguantando escapó en un suspiro. Cuánto dolor, pensó con tristeza.

-Ya son tres-dijo-. En una semana ha matado a tres personas.

-Le atraparemos -le aseguró Joe, aunque los dos sabían que aquello distaba mucho de ser seguro Joe volvió a mirar el reloj. Las ocho y veinte.

Rodó con ______ hasta quedar encima de ella, y después separó con suavidad los cuerpos de ambos

-¿Quieres ducharte conmigo?

______ también miró el reloj.

-No, voy a preparar el desayuno. Estará listo para cuando termines.

-De acuerdo. Gracias, cariño.

Divertida al ver con qué rapidez había aceptado su oferta de hacerle el desayuno, ______ se vistió y fue a la cocina. Normalmente Comía cosas sencillas, fruta y cereales, pero un hombre de aquel tamaño probablemente necesitaría más. Puso a hacer el café y a continuación descolgó la sartén para tortitas que rara vez utilizaba.

Mientras ésta se calentaba, batió la mantequilla ¿Cuánto comería Joe Ella no era capaz de terminarse una tortita, pero sospechaba que podría poner dos o tres sin ningún problema.

Oía el ruido que hacía la ducha y también le oyó a él silbar. La cafetera ya estaba siseando y tosiendo del modo característico de todas las cafeteras. Le estaba preparando el desayuno a Joseph. El aire doméstico de todo aquello la dejó atónita, y se le cayeron los brazos a los costados. Jamás había preparado el desayuno, ni ninguna otra comida, a nadie en su vida.

Durante seis años había trabajado para construirse una vida segura, protegida, ordinaria y solitaria. Pero en una sola semana su vida había cambiado totalmente, y todavía estaba luchando para encontrar el equilibrio. Todo lo seguro, lo protegido y lo ordinario se había ido por el desagüe; y era evidente que también había desaparecido su soledad.

No era algo que la irritase; había disfrutado del hecho de poder hacer las cosas a su ritmo, de quedarse levantada toda la noche leyendo si le apetecía, de comer lo que se le antojara en el momento. Antes de Gleen, había deseado intensamente tener una relación, casarse, tener hijos. Sin embargo, después de Gleen sólo había querido que la dejaran en paz.

Y en vez de eso, había un hombre en su ducha. y no un hombre cualquiera, sino Joseph Jonas. Un policía detective serio, duro, de aterradora intensidad, que nunca iba a ninguna parte desarmado... y que era el hombre más generoso que había conocido. Se entregó de un modo que ella jamás hubiera esperado, dada la hostilidad de sus primeros encuentros. Había acudido a ella sin vacilar, después de su desesperada petición de ayuda la noche del viernes, y desde entonces sólo había visto ternura en él. Ya se había sentido atraída por él antes, pero se había enamorado de él por su resuelta generosidad. Le necesitó, y allí estaba él. Era así de simple.

Oyó que se cerraba el grifo de la ducha, y luego oyó el agua corriendo en el lavabo mientras Joseph se afeitaba. Terminó los preparativos para el desayuno: un poco de azúcar espolvoreado sobre las tortitas, fresas y un jarabe que había calentado en el microondas.

Estaba sirviendo el café cuando Joe se presentó en la cocina. Llevaba pues- tos sólo unos pantalones, y ______ sintió que se le aflojaban las rodillas al ver aquel pecho ancho y musculoso. Tenía el pelo mojado y la cara recién afeitada, con dos leves cortes que decoraban su mandíbula. Respiró hondo, aspirando su masculino aroma a humedad, jabón y una pizca de almizcle.

Él sonrió al ver el desayuno que le aguardaba.

-Tortitas -dijo apreciativamente-. Esperaba que hubiera cereales.

______ rió.

-Eso es lo que suelo comer yo.

-Yo normalmente agarro una rosquilla, o una galleta energética. -Se sentó y empezó a comer con obvio deleite.

______ chasqueó la lengua en gesto reprobatorio.

-Toda esa grasa y colesterol.

-Eso es lo que dice Nick.

-¿Cuánto tiempo lleváis siendo compañeros? -No había tratado mucho a Nick, pero le había gustado. Le recordaba a una pantera, esbelto y exótico, con esa misma fuerza ágil y peligrosa.

-Nueve años. Patrullamos juntos antes de convertirnos en detectives, lo cual hicimos los dos al mismo tiempo. –Joseph se aplicó a las tortitas con gran entusiasmo.

-Eso es más de lo que duran muchos matrimonios.

Joe sonrió abiertamente.

- Sí, pero si yo tuviera que dormir con él, no habría durado un solo día.

-¿Has estado casado? –______ se mordió el labio nada más hacer la pregunta. Su propia intimidad la había considerado tan valiosa durante la mayor parte de su vida que rara vez formulaba una pregunta personal-. No importa, olvídalo.

-¿Por qué? –Joseph se encogió de hombros-. No me importa que me lo preguntes. Nunca he estado casado, ni tampoco comprometido. -Se aclaró la garganta, obviamente pensaba que aquello requerí una explicación- Pero soy heterosexual.

-Ya me he dado cuenta -repuso ella secamente.

Joseph volvió a sonreír, y su mirada color avellana se posó cálidamente sobre ______.

-Para tu información, tengo treinta y dos años, mi familia vive en Fort Lauderdale, y tengo tres hermanos y dos hermanas, todos casados y contribuyendo al crecimiento de la población. Entre los cinco, tengo dieciocho sobrinas y sobrinos, de edades que van desde los dos a los diecinueve años. Cuando nos juntamos todos en vacaciones, es un zoo. Viven todos en Florida, aunque estamos repartidos por todo el estado. También están los tíos y los primos, pero no voy a meterme en eso. -Observó a ______ detenidamente mientras hacía un resumen de su enorme familia, sabedor de que para una persona que hubiera vivido como ______ semejante cantidad de parientes podría resultar alarmante. Nunca había querido incluir a ninguna de sus novias en su vida privada, pero con ______ todo era diferente. Todavía no había decidido hasta qué punto era diferente, pero aceptaba que ciertamente lo era

______ intentó imaginarse una familia tan extensa, pero no pudo. Siempre se había visto obligada a reducir al mínimo las relaciones de cualquier tipo, y aunque en los seis últimos años esa limitación no había sido necesaria, todavía se aferraba a ella, reacia a hacerse vulnerable.

-Mí madre murió en un incendio cuando yo tenía tres años-dijo ______-. Cayó un rayo en nuestra casa. Yo no me acuerdo de nada excepto del fuerte estampido, más grande de lo que te puedas imaginar, hasta el aire pareció disolverse. Una luz blanca lo quemó todo. Una vecina consiguió sacarme de la casa, y sólo sufrí quemaduras leves. Mi madre se encontraba en la parte de la casa donde cayó directamente el rayo

-Las tormentas deben de ponerte nerviosa --comentó Joe.

-Deberían, pero no. Nunca les he tenido miedo, ni siquiera inmediatamente después. –Ya había comido suficiente tortita, de modo que dejó el tenedor y cogió la taza de café-. Los rayos hacen cosas curiosas. El doctor Evans tenía la teoría de que la enorme descarga de electricidad alteró o incrementó de alguna forma mis procesos mentales normales y me hizo más sensible a la energía eléctrica que irradian otras personas. Antes de eso yo era lo que se

entiende como normal, pero después me volví difícil, me alteraba fácilmente.

-Tal vez fuera porque perdiste a tu madre.

-Tal vez. ¿Quién sabe? Puede que tuviera las capacidades especiales ya antes, pero simplemente no tenía la edad suficiente para hacerme entender. Por lo que me han contado, mi madre era una persona callada y serena, así que a lo mejor su presencia me calmaba. En cualquier caso, mi padre lo tuvo muy difícil para criarme. Cuanto más frustrado y enfadado se ponía, más lo notaba yo. No tenía idea de cómo aislarme de aquella influencia. Los dos éramos personas muy infelices.

» Yo era la chiflada del barrio. Cuando empecé a ir al colegio no hacía muchos amigos, pero no me importaba porque era demasiado agotador. Entonces encontré a un bebé que se había perdido, y salió en los periódicos, y el doctor Evans fue a hablar con mi padre. Fui al instituto a que me hicieran unas pruebas, me gustó la paz y el silencio que se respiraba allí, y me quedé.

Aquello supuso un alivio tanto para mi padre como para mí.

-¿Dónde está ahora? -preguntó Joseph.

-Muerto. Durante un tiempo fue a verme de vez en cuando, pero resultaba incómodo para los dos. Las visitas fueron espaciándose cada vez más. Volvió a casarse cuando yo tenía catorce años, creo, y se mudó a Dakota del Sur. Yo vi a su mujer sólo una vez. Era bastante agradable, pero se sentía muy nerviosa conmigo. Tenía dos hijos de su primer matrimonio, pero ella y mi padre no tuvieron ninguno. Mi padre murió de un grave infarto cuando yo tenía veinte años.

-¿No tienes más familiares?

-Algunos tíos y tías, y unos primos a los que no he visto nunca.

Había estado prácticamente sola desde pequeña, pensó Joe. No había tenido abrazos ni arrumacos, no se había divertido durante la adolescencia yendo a dormir a casa de alguna amiga. Se preguntó si habría sido alguna vez niña de verdad, si habría jugado. Probablemente no. En ______ había algo muy de adulto, una madurez mental que era superior a su edad. Pero a pesar de su infancia poco ortodoxa y su, por necesidad, austero estilo de vida, era sorprendentemente normal. Casi cualquier excentricidad habría estado justificada por la manera en que había crecido, pero ella no tenía ninguna manía o costumbre extraña.

Excepto la de recoger las ondas del pensamiento de un asesino en serie.

Joseph echó una mirada al reloj y tomó el último sorbo de café.

-Tengo que irme, cariño. Ha sido estupendo. ¿Qué tenemos de cena?

Atrapada entre la diversión, la esperanza y un terror absoluto al ver que él, evidentemente, planeaba quedarse de nuevo en su casa, lo único que pudo hacer ______ fue echarse a reír.

-Acabas de tomar el desayuno -dijo entre risas.

Él le pellizcó la barbilla.

-Hasta en el poema del Rubaiyat el viejo Omar concedía prioridad a la comida.

-Yo creía que lo primero era el vino.

-Eso dice mucho de él, ¿no crees? -Le hizo un guiño y fue al dormitorio para terminar de vestirse mientras ______ empezaba a recoger la mesa. Se sentía contenta. Joe iba a volver aquella noche.

Le gustaría saber cómo llevaba Joseph sus relaciones sentimentales. ¿Se sentía satisfecho con pasar una noche juntos de vez en cuando, quizá sólo los fines de semana? ¿O vendría todas las noches, pasaría un rato con ella, haría el amor y después regresaría a su casa? ______ no sabía qué esperar. Él parecía exudar un aire de profunda satisfacción que la hacía pensar que estaba muy complacido con el resultado del fin de semana en lo personal, pero a lo mejor era sólo que estaba saciado sexualmente. ______ no tenía bastante experiencia para distinguir una cosa de la otra, suponiendo que hubiera algo que distinguir. A pesar de su bondad, de su ternura, incluso de su pasión, a pesar del hecho de que ella se había enamorado perdidamente de él, era consciente de que en realidad no le conocía.

Joseph salió del dormitorio poniéndose la sobaquera.

-Se me había olvidado que aquí no tengo ninguna chaqueta -dijo con el ceño fruncido--. Tendré que parar en mi casa a coger una, así que tendré que echar a correr. -Se inclinó para besarla-. Adiós, cariño. No sé cuánto durará esto.

______ apoyó las manos en su pecho y se irguió de puntillas para besarle otra vez.

-Tengo que hacer la compra, si quieres que haya algo para cenar. Si no estoy aquí, estaré haciendo eso.

Joseph la rodeó con sus brazos y la estrechó contra sí, obligándola a pegar sus caderas a las de él. Le cubrió la boca con la suya en un beso tan intenso y hambriento que ella se quedó sin fuerzas en sus brazos, temblorosa de placer. Las manos de Joseph buscaron sus pechos y la acariciaron entre las piernas. La empujó sobre los armarios de la cocina y la izó rápidamente

encima de ellos, para situar las caderas entre los muslos abiertos de ______.

Ella se aferró a sus fuertes hombros, sintiendo el cuero de la sobaquera bajo las palmas.

Joseph apartó la boca con un gruñido.

-Dios santo. No podemos hacer esto. No tengo tiempo. -El sudor brillaba en su frente, y sus ojos habían adquirido una expresión intensa, que a punto estuvo de hacer que ______ le rogara que se quedase. Pero ella sabía mejor que nadie cuál era el precio del deber, y se obligó a sí misma a soltarle.

-Vete -le dijo-. Vamos.

Él retrocedió e hizo una mueca al tiempo que bajaba una mano para recolocarse.

-Regresaré lo antes que pueda, pero es posible que tarde varias horas. ¿Tienes otra llave de la casa?

-Sí, por supuesto.

-Dámela.

Él no albergaba la menor duda ni vacilación, pensó ______ mientras bajaba al suelo de un salto y corría a buscar su bolso. Le dio a Joe la llave extra, y él se la guardó en el llavero.

Hizo el ademán de acercarse a ella para otro beso más, pero se contuvo a tiempo.

-Después -dijo, guiñándole un ojo, y se encaminó hacia la puerta.

Una vez que se hubo marchado, ______ se derrumbó en el sofá y trató de hacer un recuento de su vida. Estaba recelosa, incluso asustada, de lo que había sucedido, pero por nada del mundo se hubiera perdido aquella experiencia. Por primera vez en su vida estaba enamorada, y era maravilloso.

* * *

Para sorpresa de Joseph, el jefe de policía se hallaba presente en la reunión. Rodger Champlin, alto y de cabellos blancos, y encorvado causa de haber pasado demasiados años detrás de una mesa, era de todos modos un policía de carrera que había ido subiendo por el escalafón y tenía más de cuarenta años de servicio a la cintura. Era un perro viejo y pícaro que se las había arreglado para mantenerse a guardia de la oleada de nuevas tecnologías que invadía el trabajo policial, en vez de atrincherarse tercamente en los métodos desfasados que había aprendido en su juventud.

El atestado despacho de Kevin no era lo bastante grande para que cupiera todo el mundo, así que se fueron a una sala de juntas y cerraron la puerta. Ivan estaba allí, con el rostro lleno de arrugas y los ojos enrojecidos, prueba de que había permanecido despierto toda la noche. Estaban todos los detectives, la mayoría de ellos obviamente desconcertados por aquella reunión en un domingo por la mañana, sobre todo con la presencia del jefe.

Kevin bebía café como si fuera lo único que le mantenía activo. A juzgar por su aspecto, no había dormido mucho, y la mano con que sostenía la taza de café le temblaba ligeramente a causa del exceso de cafeína.

Todo el mundo se hizo con una taza de café y se acomodó en el asiento elegido. Joseph decidió quedarse de pie y se apoyó pared.

Kevin miró la pila de papeles que había en la mesa delante de él, y suspiró. Era evidente que no tenía ganas de comenzar, como si el hecho de poner aquello oficialmente en forma de palabras fuese más real.

-Señores, tenemos un grave problema -dijo--. Sólo contamos con dos casos para comparar, pero las similitudes entre ambos son tan abrumadoras que estamos bastante seguros de que hay un asesino en serie en Orlando.

Un silencio mortal llenó la estancia. Los detectives intercambiaron miradas unos con otros.

-Se nos alertó de la posibilidad -continuó, sin entrar en detalles-, y ése es el motivo por el que podemos ponernos tan rápidamente. -Pasó algunos de los documentos al detective que tenía su derecha, Mac Stroud-. Coge uno y pasa los demás. Éstos son los expedientes de Nadine Vinick y Jacqueline Sheets. Leed los dos detenidamente. La señora Vinick fue asesinada el viernes de la semana pasada, la señorita Sheets lo fue este viernes por la noche.

-¿Y qué tenemos, pues? -preguntó Mac.

Kevin miró a Ivan Schaffer.

-Nada -dijo Ivan sin más-. Nada de nada. No hay huellas dactilares; el asesino lleva guantes. Tampoco hay semen, aunque los daños sufridos en las vaginas de las dos mujeres indican que fueron violadas. O bien utiliza un condón, o se vale de un objeto extraño. Tampoco he encontrado cabellos sueltos. Ni huellas de pisadas, ni fibras de la ropa, ni testigos. No tenemos nada.

-A ver si lo entiendo -dijo el jefe Champlin. Sus ojos perforaron al grupo-. ¿Debo decir al alcalde que hay suelto en la ciudad un asesino en serie y que no tenemos la menor prueba sobre él? ¿Que aunque, por algún milagro, lográsemos ponerle la mano encima, no podríamos relacionarlo con los crímenes?

-Algo así -dijo Ivan.

-¿Cómo podéis estar tan seguros de que se trata del mismo tipo? Sólo ha habido dos asesinatos, y las muertes a puñaladas no son tan infrecuentes. ..

-¿Dos muertes a puñaladas que no han dejado absolutamente ninguna prueba? - interrumpió Joseph-. Las dos han tenido lugar un viernes por la noche, aproximadamente a la misma hora. Los dos asesinatos han sido cometidos con un cuchillo de la cocina de la víctima, y las dos veces el arma ha sido abandonada en el sitio. Es el mismo hombre. -No mencionó a ______, y apostaría a que Kevin tampoco iba a hacerlo. Habría que llamarla tarde o temprano, pero él quería que fuera tarde, cuando fuera el momento adecuado y todo estuviera bajo su control.

-¿Existe alguna conexión entre las dos víctimas? -preguntó Mac.

Joseph miró a Freddie y Worley, que se habían ocupado del informe sobre Jacqueline Sheets. Freddie sacudió la cabeza en un gesto negativo.

-Todavía hay varias personas con las que necesitamos hablar, pero hasta el momento no hemos encontrado ninguna conexión. Las víctimas no se parecían físicamente, no vivían en el mismo barrio.

La señora Vinick era ama de casa, la señorita Sheets era secretaria de bufete. No frecuentaban los mismos sitios. Que nosotros hayamos podido descubrir, nunca se conocieron entre sí.

-Podemos obtener de la compañía telefónica una lista de las llamadas que hicieron desde los dos domicilios, y compararlas. A lo mejor tenemos suerte y aparece algún número en común -dijo Nicholas-. Además, en la basura siempre se encuentran cosas interesantes.

-Y necesitamos conseguir copias de cheques suyos cobrados. -Joseph escribió una nota para sí-. Y también copias de los cargos en tarjetas de crédito que haya. Hay una conexión; siempre hay una conexión.

-Voy a esperar uno o dos días antes de decírselo al alcalde -dijo- el jefe, mirándolos a todos con cara de pocos amigos-. Hasta que tengan pruebas un poco más concretas, para que no me sienta tan ridículo como me siento en este momento.

-La carencia total de pruebas circunstanciales es en sí misma una característica –señaló Joseph-. Yo creo que deberíamos llevar el caso a que lo analizara el FBI.

Tal como había esperado, el rostro del jefe adquirió una expresión agria.

-Malditos federales -le espetó-. ¿Está usted diciendo que no es lo bastante bueno para hacer esto solo, Jonas?

Joseph se encogió de hombros. Todos los policías eran muy celosos de su jurisdicción, y a nadie, sobre todo a los más antiguos, le gustaba pasar nada al FBI. En ese caso era inevitable que los federales se llevarán todo el mérito.

-La Unidad de Apoyo a la Investigación está especializada en esto y yo diría que necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. No tengo ninguna necesidad de demostrar que tengo la verga mas grande que la de ellos.

-A ti te es fácil decir eso -señaló Freddie-. ¿ y yo, qué?

-¿Y el resto de nosotros ? -terció Worley en tono plañidero.

La habitación estalló en carcajadas y comentarios gruesos. Kevin se sonrojó ante aquella falta de decoro, pero no pudo evitar sonreír también. Joseph le hizo un guiño a Freddie, y ella se lo devolvió.

-Si todos ustedes han terminado de comparar centímetros.... o la falta de ellos --dijo el jefe, alzando la voz-, tal vez podamos volver al asunto que tenemos entre manos. Muy bien, es posible que se lo pasemos al FBI, pero no se hará hasta que yo lo diga, y no hasta que haya hablado con el alcalde. ¿Entendido? Primero agoten todas las demás vías.

-No podemos permitirnos el lujo de esperar tanto. Sólo faltan cinco días para el próximo viernes.

-Ya sé en qué día de la semana estamos -replicó el jefe--. Hablaré con él el martes por la tarde, y eso es lo más pronto que lo haré. Eso quiere decir que tienen ustedes dos días para encontrar algo, de modo que les sugiero que se pongan a trabajar.


Isi
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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 7 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por Isi Dom 23 Dic 2012, 5:19 pm

Capítulo 15


No había precisamente montones de cosas que pudieran hacerse en un domingo. La llamada a la peluquería The Hairport, donde Jackie Sheets solía cortarse el pelo, ni siquiera fue atendida por el contestador, sino que sonó el timbre de forma indefinida. No había bancos abiertos. Sin embargo, la compañía telefónica trabajaba y protegía el derecho del público a ponerse en

contacto con quien deseara veinticuatro horas al día, siete días a la semana. Allí siempre había alguien, de modo que Joseph se puso a la tarea de obtener un listado de todas las llamadas que se habían hecho desde el domicilio de Sheets.

Kevin organizó un grupo especial de trabajo, para el que escogió a Joseph, Nicholas, Freddie y Worley, pues eran los cuatro que ya estaban trabajando en los dos casos conocidos. Todos los demás casos que llevaban ellos fueron repartidos entre los otros detectives, a quienes les advirtió de que atasen tantos cabos sueltos como pudieran, porque era probable que todos ellos formasen parte del grupo especial sin mucho tardar.

Entre una cosa y otra, ya eran más de las cuatro cuando Joe y Nick pudieron por fin salir del edificio. Joe parpadeó al mirar el brillante cielo antes de ponerse las gafas de sol.

Tras la lluvia de la mañana, el día se había convertido en un horno, y la lluvia sólo había servido para aumentar la humedad, pues el calor convertía el agua en vapor.

-¿ Cómo está Anne ? -preguntó.

Nick se molestó.

-Hablas como si estuvieras esperando que nos fuguemos en cualquier momento y eso, colega, no va a suceder.-Calló un instante-. Anne está bien.

-¿Sigue en tu casa?

Nick consultó su reloj.

-No.

Joseph soltó una risita.

-Todavía no, ¿eh? ¿Tal vez esté de camino?. Has hecho una llamada antes de marcharnos; veamos, ¿ a quién puedes haber llamado?

-Que te jodan -dijo Nick-. ¿Adónde vas tú?

-A casa. A mi casa.

Las negras cejas de Nick se alzaron en gesto inquisitivo.

-A coger más ropa -terminó Joe, con cierta satisfacción

-¿Por qué no haces una maleta y te mudas?

-Lo haría, pero aún así tengo que ir a casa todos los días a recoger el correo, de modo que eso no me ahorraría molestias. Con el tiempo, la mayor parte de mi ropa acabará en la casa de ______.

-Todas tus otras novias se mudaron a vivir a tu casa - señaló Nick.

-______ es distinta. Se siente a salvo en su casa, y no querrá dejarla. -Además, no le gustaba la idea de que ______ se trasladara a su casa. Como había señalado Nick, a lo largo de los años varias mujeres habían tenido allí su domicilio provisional. En aquel momento a Joe le gustó y lo disfrutó, pero al final ellas no resultaron ser muy importantes para él, desde luego no tan importantes ni interesantes como su trabajo. ______ era en efecto distinta; no pertenecía a aquella categoría de mujeres olvidables.

El hecho de pensar en su casa le puso nervioso. Siempre le había parecido adecuada, pero es que él nunca había sido melindroso. Y de pronto sentía deseos de cambiarlo todo.

- Mi casa necesita un poco de atención-decidió bruscamente-. Ésta es una buena ocasión para ocuparme de ello.

-¿Qué clase de atención?

-Mantenimiento. Pintarla, pulir los suelos. El baño necesita una renovación completa.

-Ya veo. -Los oscuros ojos de Nicholas empezaron a brillar. Aquello era algo que le llevaba aguijoneando varios años.-y ya puestos, ¿qué tal si cambiaras los muebles? Los trastos que tienes ahora deben de tener unos veinte años.

-La casa pertenecía a mis abuelos. Cuando me la dejaron a mí, los muebles ya estaban dentro.

-Eso es lo que parece. ¿ y cómo lo ves? ¿ Vas a cambiar los muebles también?

Joe reflexionó un momento. A diferencia de la mayoría de los policías, y sin contar a Nicholas, su cuenta bancaria gozaba de buena salud. Estaba soltero y no tenía gustos caros en cuanto a comida, ropa o coches. Había heredado la casa de sus abuelos, así que no tenía ninguna hipoteca que pagar todos los meses. De hecho, vivía con la mitad de sus ingresos, de modo que la otra mitad se había ido acumulando en el banco durante años. En varias ocasiones había pensado en comprarse un barco, ¿pero cuándo iba a tener tiempo para usarlo? No se le habían ocurrido otros proyectos en que gastarse el dinero. Su casa ciertamente necesitaba un cambio. Le gustaría llevar a ______ allí de vez en cuando, aunque en realidad no se la imaginaba viviendo con él, y quería que tuviera un aspecto agradable, por ella. Desgraciadamente, ahora tenía exactamente el aspecto de lo que era: el hogar de un soltero. Y de un soltero que no prestaba mucha atención a su entorno, además. No era el típico guarro que iba dejando comida y latas de cerveza vacías por todas partes, pero tampoco se le daba muy bien limpiar el polvo o poner las cosas en su sitio.

-Está bien -dijo-. También cambiaré los muebles.

Nick se frotó las manos:

-Empezaré mañana.

Joseph miró a su amigo con recelo.

-¿Qué quieres decir con eso de que vas a empezar mañana? Vas a estar ocupado. Yo me encargaré de llamar a los pintores y a los carpinteros, y el fin de semana próximo escogeré muebles nuevos.

-No va a ser así exactamente, colega. Ya estamos de acuerdo en que tu gusto en todo excepto en cuestión de mujeres es atroz. Tienes un gusto excelente para las mujeres. El resto déjamelo a mí.

-¡Demonios, no! Te conozco. Tú pondrías en la sala de estar una de esas alfombritas que cuestan una fortuna, y yo no me atreveré ni a pisarla. Mi cuenta bancaria no es tuya, «colega».

-Tomaré eso en cuenta. Y no escogeré alfombras caras. Al contrario que tú, yo tengo un gusto excelente. Será un lugar en el que podrás estar cómodo, pero estará muchísimo más bonito. A ______ le gustará -añadió travieso.

Joseph le miró ceñudo, y Nick dio una palmada en el hombro.

-Tú relájate y disfruta.

-Eso me suena a que me van a joder.

-Puedo hacértelo por unos diez mil. ¿Qué tal te suena eso?

-Me suena a una jodienda carísima. ¿Qué tal cinco mil?

Nicholas soltó un bufido.

-Sólo si quieres dormir en un futón y sentarte en un saco de alubias.

Diez mil. Era mucho dinero. Pero Nicholas tenía razón, el muy engreído cabrón: tenía buen gusto. La casa necesitaba una reforma, y él la quería limpia y reluciente para ______, aunque nunca fuera a vivir en ella. Ninguna de las otras mujeres había dejado mucha huella, pero quería hacer desaparecer hasta el menor indicio de ellas.

-¿Cómo vas a encontrar tiempo para hacerlo? -preguntó, mascullando.

-¿Sabes lo que es un teléfono? No hay problema. Haré que entreguen el material, me dejaré caer por allí para echarle un vistazo, y si no me gusta, la tienda se lo volverá a llevar.

-Llevas demasiado tiempo siendo rico. Necesitas salir de la estratosfera y vivir como la gente normal, para variar.

-Los consumidores ostentosos como yo creamos puestos de trabajo y hacemos que crezca la economía. Ya es hora de que hagas tu parte.

-Ya he aceptado, maldita sea.

-Entonces, deja de quejarte. –Nick consultó de nuevo su reloj-. Tengo que irme. Si tienes una llave extra de la casa, tráemela por la mañana.

-Claro -contestó Joseph, preguntándose si su casa sería reconocible como el mismo domicilio cuando Nick hubiera acabado con ella. Aun así, se mataban dos pájaros de un tiro: La casa necesitaba verdaderamente un cambio, y eso le daba una excusa perfecta para mudarse a casa de ______ mientras durase la reforma. Entró en el coche silbando.

Hora y media más tarde, ______ , de pie en la puerta, se quedó muda de asombro al ver a Joseph descargar trajes y cajas del coche.

-¿Qué es todo eso? -preguntó con voz desmayada. Una pregunta tonta; veía bien a las claras lo que era. La pregunta que en realidad quería formular era: «¿por qué?», pero supuso que también conocía la respuesta. Era posible que a Joseph le gustase mucho la parte física de aquella relación, pero ella no podía permitirse olvidar que, con independencia de todo, él era policía. ¿Qué mejor modo de vigilarla que mudándose a vivir con ella? De esa forma sabría

inmediatamente si tenía otra visión.

-Mis cosas. Tengo la casa en obras, de modo que tengo que largarme de allí un par de semanas. -Se detuvo en el porche, mirando fijamente a ______-. Perdona por no preguntártelo, pero lo de la obra ha sido una decisión repentina.

-Ya veo. –______ consiguió esbozar una sonrisa irónica-. Trasladarse aquí es una buena forma de estar encima de la situación, supongo. Figurada y literalmente hablando.

Joseph dejó la caja con mucho cuidado en el porche. Su expresión era a la vez fría y vacía.

-¿ Qué significa eso exactamente ?

______ se alzó de hombros.

-¿ Puedes decir sinceramente que mudarte a mi casa no tiene nada que ver con los asesinatos, con toda esta situación?

-No -dijo él impulsivamente. Era la verdad. No podía. ______ era su mejor oportunidad de pescar a aquel hijo de pu*a, pero no era sólo eso. Había visto cómo la afectaban las visiones, el precio físico y mental que le suponían. Por las dos razones, además del hecho de que se sentía violentamente atraído hacia ella, quería estar cerca de ______.

Ella permaneció en silencio por espacio de unos instantes, estudiando la situación. Se habían convertido en amantes, pero su instinto le aconsejaba que se tomase las cosas despacio. Las circunstancias habían decretado otra cosa y los habían arrojado a ambos a una olla a presión. Aunque ella quisiera ahora pisar el freno, avanzar paso a paso en aquella extraña relación, esas mismas circunstancias continuaban alineándose en su contra. Joseph era,

por encima de todo, un policía, y ella constituía su conexión directa con un asesino. Hasta que atraparan a éste, no podría esperar que Joseph se mantuviera muy alejado de ella. Simplemente tendría que recordar que la razón principal por la que estaba allí era su trabajo; era seguro que él no se había en irse a vivir con todas las mujeres con las que se había acostado.

Se apartó a un lado y dijo:

-Es sólo para que nos entendamos. Entra.

* * *

Nicholas lanzó un largo silbido cuando Joseph entró a la mañana siguiente y todo el mundo se volvió para mirarle. No importaba que hubiera un asesino en serie suelto por ahí; los policías nunca estaban demasiado ocupados para acosar a uno de los suyos. Freddie se llevó una mano al corazón y fingió desmayarse. Kevin, que estaba de pie junto a la mesa de Keegan, quedó totalmente sin expresión y le preguntó:

-¿Podemos servirle en algo, señor?

-Por supuesto que sí -contestó Joseph de buen humor al tiempo que se dejaba caer en su silla-. Todos vosotros, sabihondos, ya podéis pedirme disculpas por lo que me habéis criticado durante años en cuanto a la forma en que vestía.

-Lo ha dicho en pasado -señaló Nicholas, poniendo los ojos en blanco-. Dios, por favor, que siga así.

Joe le sonrió.

-¿Te apetece tomar un par de cervezas al salir del trabajo?- le preguntó con voz sedosa.

Nick captó la indirecta y capituló, pero conservó un malévolo brillo de diversión en sus ojos oscuros.

-¡Tómame, tómame! -exclamó Freddie, agitando la mano exageradamente.

-Ya, ¿para que me rompan las piernas?

Ella se encogió de hombros.

-A mí no me importa.

-Ya, gracias. Me siento abrumado por tu preocupación.

Kevin se separó de la mesa de Keegan para apoyarse en la de Joe.

-¿A qué se debe esta transformación? -le preguntó-. ¿Te ha asaltado un diseñador de moda cuando venías al trabajo?

Joe sonrió abiertamente, sabiendo que su respuesta haría que Kevin se ahogara. No era algo que pudiera guardarse para sí, de modo que decidió divertirse un poco.

-A ______ no le gustan las arrugas -explicó con calma. Kevin se puso blanco.

-¿______? -Era obvio que sólo se le ocurría una ______, y era igual de obvio que no lograba establecer la relación.

-______ Keen. Ya sabe, la vidente.

-Ya sé quién es -replicó Kevin, aún confundido--. ¿ Qué tiene ella que ver con esto ?

-No le gustan las arrugas -explicó Joseph de nuevo, tan inexpresivo como Kevin antes.

Oyó la risita de Nick, pero no se atrevió a mirar en aquella dirección.

El pobre Kevin estaba espeso ese día.

-¿Es que esa mujer va por la ciudad cargándoselas? -preguntó con fuerte sarcasmo.

-No. –Joseph sonrió, una sonrisa muy satisfecha-. Las plancha. Por lo menos, me planchó la camisa. Pero me hizo que me planchara yo los pantalones, porque dijo que me convenía aprender.

Kevin le miró boquiabierto. Nicholas estaba haciendo unos ruiditos como de ahogo, en un intento de no romper a reír en voz alta.

-Quieres... quieres decir que ______... o sea, que tú y ______...

-¿Que ______ y yo, qué?

-Hum... ¿Estáis saliendo?

-¿Saliendo? –Joseph fingió pensar-. No, yo no diría eso.

-¿Entonces qué dirías?

Él se encogió de hombros con gesto negligente.

-Es muy sencillo. Esta mañana, al vestirme, ella me ha dicho que de ninguna manera iba a salir de casa de esa guisa, de modo que sacó la plancha y la tabla de planchar y me hizo quitarme la ropa. Cuando volví a ponérmela, estaba así. -Se preguntó por qué una camisa recién planchada, una corbata bien anudada y unos pantalones con la raya bien hecha importaban tanto, no sólo para ______, sino también para el resto del mundo. No le importaba; antes no se había preocupado. Ahora no se preocupaba de la ropa, pero ______ sí, de modo que tendría que esforzarse un poco más. Sencillo.

Kevin farfullaba literalmente, con los ojos desorbitados.

-Pero si la conoces hace una semana. La pusiste en ridículo, la acusaste de ser cómplice de un asesinato. Ella te tenía ojeriza.

-Los dos hemos cambiado de opinión -dijo Joseph--. Si me necesita, podrá encontrarme en su casa.

-mie&$a. Te estás burlando de mí. Creía que esa mujer tenía mejor gusto.

Joe sonrió pacíficamente.

-Y así es. Ya me está mejorando. -Y pensaba dejar que siguiera haciéndolo. Si ______ quería que se afeitase dos veces al día, se afeitaría dos veces al día; si quería que hiciera el pino todas las mañanas durante una hora, no tenía ningún problema en levantar el culo en el aire. La tarde anterior, al volver con su ropa, había quedado claro que la idea de que él se fuera a vivir a su casa la ponía nerviosa. Sabía que debería haberle mentido en cuanto a sus motivos, pero maldita sea, su interés por ______ era realmente doble. No podía olvidarse alegremente de los asesinatos y asegurarle a ella que no pensaba para nada en su participación en los mismos. Diablos, precisamente no podía dejar de pensar en su participación.

Cuanto todo aquello acabase, dedicaría toda su atención a ______, pero en aquel preciso momento no podía hacerlo, y ella lo sabía. Había percibido un ligero distanciamiento que no existía cuando se marchó. ______ seguía reconstruyendo aquella coraza de protección, como si no pudiera confiar en sí misma lo bastante para soltarse, o confiar en que él la sujetase si se soltaba. Permitiría que ______ le reformase desde cero si eso la hacía a ella sentirse más segura con él.

______ era una criatura solitaria que no compartía fácilmente su espacio ni su tiempo. Joe había pasado la noche procurando con todo cuidado no agobiarla, pero de todas formas estableciendo un tono de normalidad hacia su presencia. Habían hecho cosas muy normales -hacer la cena, recoger la cocina, ver la televisión-, igual que si llevasen meses juntos en vez de una estresante semana. y había funcionado; ella se había ido relajando conforme avanzaba la noche, y cuando se fueron a la cama y él empezó a hacerle el amor, aquella reserva se había desvanecido por completo. No sabía si habría desaparecido para siempre; era probable que no. Pero estaba dispuesto a hacerle frente cada vez que reapareciera, y mientras tanto se iría introduciendo cada vez más hondamente en el diario entramado de su vida. Además, le gustó mucho que ______ le hiciera varios comentarios mordaces sobre su vestimenta. Había estado demasiado hundida y vulnerable durante los dos últimos días, y Joe se alegró de verla regresar a su habitual talante mordaz.

Todavía sacudiendo negativamente la cabeza por la evidente pérdida de sentido común de ______, Kevin hizo un gesto a Freddie y a Worley para que se acercaran. Cuando todo el mundo estuvo reunido, decidieron lo que iban a hacer ese día. Freddie y Worley iban a hablar con la gente con la que había trabajado Jackie Sheets, incluida de nuevo Elizabeth Cline, porque ahora estaría más calmada y tal vez recordase algo más. También decidieron obtener copias de los cheques cobrados de ambas víctimas. Joseph y Nicholas fueron a la peluquería The Hairport a hablar con la estilista de Jackie Sheets.

The Hairport se encontraba situada en un edificio pequeño y renovado. No tenía nada de aquella decoración en neón rosa y tonos negro y morado tan apreciada por los salones más modernos de los que todos los clientes salían como si hubieran metido los dedos en un enchufe. Pero había helechos de verdad (Joe lo sabía porque Nick metió el dedo en la tierra de la maceta para comprobarlo) y cómodos sillones para esperar, además de una selección realmente impresionante de revistas, apiladas en inseguras torres sobre cualquier superficie libre. En el salón había varias mujeres, en diversas fases de mejora capilar. Flotaba en el aire un fuerte olor a productos químicos, y un aroma subyacente a laca de pelo y esmalte de uñas.

La tal Kathy que cortaba el pelo a la señorita Sheets era Kathleen McCrory, que lucía un aspecto tan irlandés como su apellido. Tenía una cabellera de color rojo arena que le flotaba alrededor del rostro, un cutis muy claro y unos ojos azules y redondos que se abrieron aún más cuando Joseph y Nicholas se presentaron. Los condujo hacia la minúscula habitación de descanso que utilizaban los estilistas, sirvió a cada uno una taza de café y les ofreció a escoger del surtido de cosas de picar que había sobre la pequeña mesa. Ellos aceptaron el café, pero rechazaron las chucherías.

Kathleen era una joven alegre y segura de sí misma. Nicholas empezó a preguntarle por Jackie Sheets, y Joe se reclinó en su asiento a disfrutar del café, que era bastante bueno.

Observó a Kathleen coquetear ligeramente con Nicholas y vio cómo su compañero coqueteaba también a su vez, sin dejar de hacer preguntas. Kathleen dejó el juego cuando él le dijo que Jackie Sheets había sido asesinada, y lentamente sus grandes ojos azules se llenaron de lágrimas. Miró alternativamente a Joseph y Nicholas, como si estuviera esperando que alguno de los dos dijera que se trataba de una broma. Empezaron a temblarle los labios.

-No he visto las noticias este fin de semana --dijo, y tragó saliva- Mi novio y yo hemos estado en Daytona.

Joseph extendió una mano sobre la pequeña mesa y tomó la mano de la chica. Ella cerró los dedos con fuerza y se aferró a él hasta que pudo dominar las lágrimas. Después le dirigió una leve sonrisa acuosa, de disculpa, al tiempo que se ponía a buscar un pañuelo de papel para secarse los ojos.

-Sí, le cortaba el pelo a Jackie cada tres semanas. Jackie poseía un cabello precioso, sedoso y abundante, con mucho cuerpo. Podía hacer con él lo que le apeteciera. -Nick interrumpió suavemente aquel análisis del cabello para regresar al tema en cuestión.- No, Jackie no había mencionado estar viéndose con nadie desde hacía un tiempo.

No, Kathleen no recordaba a nadie apellidado Vinick. ¿Que si tenía clientes masculinos? Claro que sí. Y bastantes. ¿Que si Jackie había hablado o hecho amistad con alguno de ellos? No que Kathleen recordase.

Otro callejón sin salida, pensó Joseph. Ya estaba cansándose de ellos.

* * *

El martes se encontraron más callejones sin salida. La comparación de los cheques cobrados y de los recibos de las tarjetas de crédito reveló que los Vinick y Jackie Sheets habían comprado en algunos mismos grandes almacenes, lo cual les dijo exactamente nada. Joseph se imaginaba que casi todo el mundo en Orlando había estado por lo menos en uno de aquellos

grandes almacenes en una u otra ocasión. Aun así, era la única conexión que habían encontrado, de modo que la persiguieron denodadamente, comparando fechas para ver si tal vez habían estado en una tienda al mismo tiempo.

Jackie Sheets tenía tarjetas de crédito de varios grandes almacenes, pero Nadine Vinick no tenía ninguna de éstas, y normalmente pagaba sus compras con un cheque, o cargando el gasto en su única tarjeta de crédito, una MasterCard, cuando no tenía el efectivo a mano.

Pero la señora Vinick era muy frugal y había utilizado la tarjeta sólo en dos ocasiones a lo largo del año anterior. En general, los Vinick habían funcionado con una economía doméstica al día, mientras que Jackie Sheets cargaba todo en sus tarjetas y pagaba en plazos mensuales, y siempre vivía ligeramente por encima de sus posibilidades. La mayoría de sus compras eran de ropa, de las mejores tiendas de la ciudad.

Tenían estilos de vida distintos. Los Vinick eran trabajadores más humildes, y lo que más interesaba a Nadine era la cocina. Jackie Sheets era de categoría más alta, una mujer que adoraba la ropa y hacía un esfuerzo por ir siempre lo mejor vestida posible. Pero en alguna parte, de alguna manera, las dos mujeres, por diferentes que fueran, habían tenido la mala suerte de llamar la atención del mismo hombre. ¿Pero dónde, y cómo?.

El jefe Champlin claramente esperaba que dieran con algo; su decepción de aquella tarde no resultaba agradable. Pero él también era policía, y había visto los expedientes. El mismo hombre había matado a ambas mujeres. La misma falta de pruebas circunstanciales era un indicador tan importante como si hubieran encontrado las mismas huellas dactilares en las dos escenas del crimen. Se trataba de un tipo muy inteligente, y necesitaban ayuda.

-Está bien --dijo-. Llama al FBI. Yo se lo diré al alcalde.

Kevin hizo la llamada y explicó brevemente la situación. Los hombres de la oficina local del FBI recibieron un montón de información al terminar, y dijeron que les gustaría ver los expedientes de inmediato.

-Jonas y Trammell, coged los expedientes y salid para allá --dijo Kevin.

Joe vio que Nick consultaba su reloj, un signo seguro de que tenía algo más que hacer.

-¿Por qué no enviar a alguien de cada caso? -sugirió-. Puede que hagan preguntas acerca de Jackie Sheets que Nick y yo no sepamos responder.

-De acuerdo -aceptó Kevin-. ¿Freddie? ¿Worley? ¿Quién de los dos quiere ir?

Worley hizo una mueca. Estaba claro que deseaba ir, pero también miró su reloj.

-Hoy es el cumpleaños de mi suegra. Si llego tarde a la fiesta, mi mujer dejará de hablarme un año entero.

-Yo estoy libre --dijo Freddie--. ¿Quién de vosotros dos irá?

-Yo --dijo Joe y Nick le dirigió una fugaz sonrisa de agradecimiento.

* * *

El agente del FBI Dennis Lowery los estaba esperando. Lowery tenía un aspecto a lo Ichabod Crane: delgado, de piernas largas y hombros encorvados, con la ropa siempre flotando en torno a él como si le viniera demasiado grande. Tenía los ojos hundidos y la nariz aguileña.

Pero era un hombre sereno e inteligente que era más diplomático que algunos a la hora de tratar con los departamentos locales encargados de hacer cumplir la ley. Joseph ya había tratado con él antes, y le gustaba mucho.

Un segundo agente, Sam DiLeonardo, era un jovenzuelo recién salido de sus estudios, todo pulcro y acicalado. A Joseph no era que le gustase mucho, porque parecía el típico que insistía en seguir a rajatabla las normas aun cuando todo se viniera abajo a su alrededor, pero el chico se redimió echando una mirada a Freddie y cayendo inmediatamente presa de la lujuria. Se quedó absolutamente inmóvil, mirándola fijamente con los ojos abiertos como platos y con un ligero rubor en las mejillas. Freddie siempre era amable y podía ser muy femenina cuando quería, de modo que fingió no haberse percatado de la fascinación del muchacho. Joseph y Lowery intercambiaron miradas irónicas y se sentaron ante una gran mesa de Juntas.

-Y bien, ¿qué es lo que tienen? -preguntó Lowery, al tiempo que sacaba un cuaderno y destapaba un bolígrafo.

Freddie entregó copias de los expedientes a ambos agentes, que los hojearon en silencio.

DiLeonardo olvidó su preocupación por la sencilla pero notablemente atractiva detective Freddie Brown y su semblante se tornó grave al contemplar las duras fotos de los cadáveres, tanto en color como en blanco y negro.

-Es probable que las aceche antes de matarlas -dijo Joseph-. Así sabe si están solas o no. En ambos casos, creemos que es posible que estuviera en la casa un rato antes de que ellas lo supieran, oculto en el dormitorio de invitados. En el caso de Vinick, probablemente estuvo esperando a que el marido se fuera a trabajar. Con Jackie Sheets, no sabemos a qué esperó.

-Tal vez a que los vecinos se fueran a la cama -dijo DiLeonardo en tono distraído, todavía estudiando las notas.

-Habría menos posibilidades de que oyeran algo si estaban todavía levantados y con la televisión encendida. En cualquier caso, ninguno de los vecinos oyó gritos.

Lowery observaba las fotos con rostro impasible.

--Cabría pensar, por la forma en que han sido acribilladas estas mujeres, que han chillado como locas al ser asesinadas, pero en muchas ocasiones no sucede eso. Él las persiguió, ¿no es así? Estaban aterrorizadas, sin resuello, ya traumatizadas por la violación. En esas circunstancias es difícil chillar, gritar de verdad, la garganta se cierra, impide que salga ningún sonido. Probablemente no hicieron demasiado ruido.

Dejó los expedientes sobre la mesa y se frotó el mentón.

-¿Sólo hay dos casos? Eso no nos da mucho con que trabajar, pero estoy de acuerdo, parece tratarse del mismo tipo. ¿Cuál es la conexión?

-No hemos podido encontrar ninguna -dijo Joseph-. Ni en el parecido físico, ni en el estilo de vida, los amigos, el vecindario, nada. Hemos comparado los cheques cobrados y los recibos de las tarjetas de crédito, y salvo algunas compras que ambas hicieron en los mismos grandes almacenes, lo cual puede aplicarse a la población entera de esta ciudad, sus caminos nunca se cruzaron. Jamás se conocieron entre sí.

-Sin embargo, hicieron algo que atrajo la atención del asesino. ¿Compraron a1go en la misma tienda, digamos, dentro del mismo mes?

-No que hayamos podido descubrir. Resulta difícil de saber, porque los Vinick pagaban un montón de cosas al contado. -A Joseph no le irritaban las preguntas de Lowery, cosa que sí habría molestado a algunas personas al tomarlas como una sugerencia de que los policías locales no habían hecho un buen trabajo. Las mismas preguntas iban a repetirse una y otra vez, a medida que el problema fuera cayendo en las manos de diferentes personas. Había habido muchas ocasiones en que había vuelto a examinar el mismo expediente una vez tras otra, empeñado, hasta que se encendía una luz y veía de pronto un de talle que había estado allí todo el tiempo pero se le había pasado por alto.

-Voy a llevar esto a Quantico -dijo Lowery-. Dos asesinato, en una semana no son buena señal, si ese tipo está avanzando tan de prisa, es que va sin control.

-Tengo la esperanza de que haya sido raro en él matar a dos personas tan seguidas. Puede que Jackie Sheets fuera una oportunidad fácil a la que no se pudo resistir.

-Puede. Pero si le gustó hacerlo, no esperará mucho para hacerlo de nuevo.

-Oh, claro que le gusta -dijo Joseph amargamente-. Actúa sin prisas, juega con sus víctimas. A ese hijo de pu*a le encanta su trabajo.


Fin del maratón

Hola!! extrañaba subir... no pude antes por algunos problemas, aunque sí me metía jejeje ♥ gracias por haber comentado igual :D Les dejé harto para que se aburran leyendo 8)
Isi
Isi


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Mensaje por Deborah micha Dom 23 Dic 2012, 5:20 pm

Chicas, estoy haciendo una nove genial

En ella están los 5 chicos y personajes de crepúsculo

Pueden participar solamente tienen que comentar

Pliss leeanla y comenten

Sino tendre que cancelarla

Chicas las espero, son mi salvación

Este es el link

https://onlywn.activoforo.com/t25202p105-forever-together-with-one-direction-liam-y-tu

las espero!!
Deborah micha
Deborah micha


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Mensaje por Julieta♥ Lun 24 Dic 2012, 10:46 pm

Me encanto!!!!!
Gracias por subir!!!!!
Pero quiero amasadas
Quiero saber q pasa con el asesino y como prospera la relación de joe y la rayis
Sigue por favor!!!!!!!!!!
Julieta♥
Julieta♥


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Mensaje por Isi Dom 13 Ene 2013, 1:37 pm

Capítulo 16


Carroll Janes estaba taciturno. Estaba de un humor de perros desde el pasado viernes por la noche. Jacqueline Sheets no había resultado ser la diversión que había esperado. La gran sensación de poder que había soñado no se materializó. La mujer había estado patética, gimiendo y correteando por ahí en círculos, en vez de hacerlo interesante. Y tampoco había hablado mucho de ello la prensa, lo cual realmente le decepcionó. Parte de la diversión –tal como habían salido las cosas, más bien la mayor parte de la diversión- de aquel último caso se había basado en el hecho de saber que los policías iban a volverse locos, con dos incidencias tan similares, tan cercanas la una de la otra, y tan absolutamente faltas de pistas con las que poder trabajar. Pero era obvio que los policías eran más idiotas de lo que él pensaba, lo cual le quitó todavía más diversión al asunto. ¿Dónde estaba el reto? No podrían pillarlo, pero al menos creyó que podrían haberse dado cuenta.

No estaba seguro de qué era lo que interfería con su placer. Tal vez Sheets había aparecido demasiado pronto, después de la última. Él no se encontraba en el adecuado estado de emoción, no había agotado la fase de acechar a la víctima a lo largo de varias semanas mientras la tensión iba creciendo cada vez más hasta convertirse en una sensación febril, con todos los sentidos aguzados y toda su fuerza concentrada.

Naturalmente, tendría que probar de nuevo para asegurarse.

Odiaba desperdiciarse a sí mismo con una desilusión, pero era la única manera de averiguarlo. Si el siguiente caso resultaba igual de aburrido, sabría cómo dedicar más tiempo al proceso y no dejaría que la facilidad aparente de un caso lo empujase a avanzar demasiado deprisa y robarse a sí mismo el placer.

Todos los días, en el trabajo, esperaba atento a la menor transgresión. ¿Qué infeliz cliente iba a tener que pagar?. Después de todo, para que fuera una prueba veraz, tendría que actuar lo antes posible.


* * *

______ se sentía nerviosa, inquieta a causa de una tensión interior que no terminaba de remitir.

No lograba encontrar la razón de dicho nerviosismo, porque había muchos candidatos entre los que elegir. El motivo más importante, por supuesto, era el miedo al fin de semana que se avecinaba. No podía explicar a nadie, ni siquiera a Joe, cómo se sentía después de haber tocado los pensamientos del asesino durante aquellos sangrientos instantes. No se sentía sólo sucia, sino permanentemente contaminada por su maldad, como si su alma no fuera a verse nunca libre de aquel mal. Más que ninguna otra cosa que hubiera deseado en la vida, quería echar a correr, alejarse lo más posible para no saber cuándo iba a matar él de nuevo. Por desgracia, ese alivio era lo único que no podía permitirse a sí misma, o de lo contrario acabaría verdaderamente contaminada por su propia cobardía. Tenía que quedarse, tenía que aguantarlo, por aquellas dos mujeres que ya habían muerto, por las otras personas que no conocía, por el pequeño Dusty. ..por sí misma.

Además estaba Joe Le amaba, pero tenerle alrededor todo el tiempo seguía siendo desconcertante. Había pasado tantos años sola que a veces la sobresaltaba darse la vuelta y toparse con él. De pronto había el doble de ropa que lavar, el triple de comida que preparar, horarios a los que ajustarse puesto que había un solo cuarto de baño, y muy poco espacio en la cama. Su vida había estado totalmente controlada, y ahora todo había cambiado.

Él lo sabía, naturalmente. Aquellos agudos ojos avellana lo veían todo, aunque ella luchase por esconder lo inquieta que se sentía. Joseph no le dejaba a ella todas las tareas de la casa, como habrían hecho muchos hombres; él estaba acostumbrado a hacerse la colada y no dudaba en lavar un montón de ropa. El límite de seguridad de Joe a la hora de cocinar estaba en calentar el contenido de una lata o armar un bocadillo, de modo que era ella la que se encargaba de la cocina, y él de la limpieza. Joe hacía lo que estaba en su mano por facilitarle la transición, pero al mismo tiempo se negaba a retroceder y darle más espacio. Él estaba allí; ______ tenía que acostumbrarse a él. y ella estaba feliz de hacerlo, de pasar aquel tiempo con él fueran cuales fueran sus motivaciones, pero no dejaba de ser algo que la ponía nerviosa.

No podía escapar del fin de semana que se aproximaba, no podía distraerse. ¿Atacaría de nuevo el asesino? Casi no podía soportar la idea de que otra mujer inocente fuera acribillada, o de que ella misma fuera absorbida al repugnante y malvado cenagal que era la mente del asesino. Intentó no pensar en eso, pero era como ser perseguida por un perro enloquecido y tratar de no pensar en ello. A cada tic-tac del reloj el fin de semana estaba más cerca, y no había nada que pudiera hacer para evitarlo. Procuró hacerse fuerte para soportarlo, porque ella era la única conexión que tenía Joseph con el asesino. Tarde o temprano, él le daría una pista de su identidad. Lo único que tenía que hacer era esperar y soportar su frenesí de muerte sin volverse loca ella misma.

Para el martes estaba ya tan tensa que no pudo comer la comida china que Joe había traído para la cena, yeso que la comida china le encantaba. Tenía la garganta rígida, y cada vez que tragaba la comida parecía formar una bola a medio camino del esófago. De todos modos no tenía apetito, así que dejó de hacer siquiera el esfuerzo.

Como siempre, a Joseph no le pasó inadvertido aunque estaba haciendo impresionantes incursiones en la comida.

-¿Estás preocupada? -le preguntó-

-¿Cómo no voy a estarlo? Los dos últimos fines de semana no han sido precisamente una fiesta.

-¿Estás percibiendo algo de él? –Joseph hizo la pregunta con naturalidad, pero el interés que había tras ella era enorme.

-Estoy inquieta, pero es un sentimiento mío, no suyo. -Se frotó los brazos-.¿ Cuánto tiempo tardará el FBI en obtener un perfil de él?

-No lo sé. Sólo hemos tenido dos casos, de modo que eso tal vez se lo ponga más difícil. Pero es posible que puedan hacer coincidir el modus operandi con otros casos que les hayan presentado, yeso les será de ayuda.

-¿Crees que ya ha matado antes? -preguntó ______ en tono tenso al tiempo que echaba una mirada a la puerta trasera. Vio a Bill podando el seto de la parte de atrás de su jardín. Sus vecinos llevaban vidas sencillas y agradables; ______ envidiaba la aburrida seguridad que disfrutaban.

-Probablemente. Es demasiado bueno para ser un principiante. Seguramente se mueve de un lado para otro, para no dejar que una determinada zona se vuelva demasiado caliente para él.

-¿De modo que se habrá mudado aquí recientemente?

-Yo diría que sí.

-¿No hay alguna forma de comprobar las llegadas más recientes? ¿La oficina de correos no lleva un registro? O a lo mejor podéis obtener una lista de nuevos clientes de las compañías de la luz o del teléfono.

-¿Sabes cuánta gente se traslada al centro de Florida cada año? -dijo Joe-. Llevaría un montón de tiempo. Con todo, es una idea.

-Podrías descartar a todas las mujeres, lo cual reduciría la lista a la mitad.

-Y todavía nos quedarían varios miles. –Joe se levantó y empezó a recoger la mesa-. Hablaré de ello a Kevin.

______ entrelazó las manos y le miró fijamente.

-¿Saben los demás algo de mí?

-¿Quieres decir los demás detectives?

-Sí.

-Sólo Kevin, Nick y yo. ¿Por qué?

-He estado un tanto preocupada al respecto.

-¿ Y por qué ?

-Porque hablarán. –______, inquieta, se levantó también y le ayudó a quitar la mesa.

-¿Y?

-Esa clase de cosas llegaría a los medios de comunicación. Ya sabes cómo son.

-Hasta ahora, los medios de comunicación ni siquiera están enterados de la existencia del asesino. Y me sorprende, porque después de habérselo dicho al alcalde esperaba que apareciera en las noticias de las seis que había un asesino en serie suelto por Orlando. En el ayuntamiento no hay nadie capaz de guardar un secreto. De todas formas, un día se filtrará la información. -Se puso a lavar los pocos platos que había, observando a ______ pasear por la cocina-. ¿Has tenido problemas con los medios anteriormente?

Ella le dirigió una mirada de incredulidad.

-¿Estás de broma?

-¿Qué sucedió?

-¿En qué ocasión? -replicó ella, cáustica-. Los reporteros son horribles, cada vez que surge una historia, con el teléfono que no deja de sonar y metiéndome las cámaras y los micrófonos por los ojos cada vez que abro la puerta. Pero lo peor no son los reporteros; son sólo la causa. Lo peor viene cuando ellos ya han redactados sus historias, cuando comienzan las amenazas de muerte y cuando esos chalados evangelistas empiezan a convocar reuniones para rezar enfrente de mi casa para expulsar a Satán, porque es obvio que lo mío es obra del demonio. Si saliese esta vez en la prensa, seguramente perdería mi trabajo. Nunca me he encontrado en circunstancias como éstas, porque siempre me apoyó el Instituto. ¿Pero te imaginas que un banco va a tolerar esa clase de publicidad? ¿Una estrafalaria vidente que trabaja en su departamento de contabilidad? Algunos de sus clientes cerrarían sus cuentas, temerosos de que yo metiera las narices en sus asuntos.

-A saber lo que tienen que ocultar -dijo Joseph con mirada especulativa.

-Probablemente nada. Algunas personas son lo bastante paranoicas como para pensar que las «autoridades», quienesquiera que sean, lo ven todo y lo controlan todo. No quieren rellenar los papeles del censo porque creen que esa información se pasa a Hacienda.

-¿Cómo lo sabes? -inquirió Joseph, deslizando la pregunta suave como la seda. Ella le miró y se encontró con aquellos ojos avellana que brillaban de diversión.

______ reprimió un ataque de risa al ver adónde la había conducido él.

-¡Porque podía leerles la mente! He dicho «podía», ahora ya no puedo.

-¿Estás segura? ¿Lo has intentado?

-Sí, listillo, lo he intentado.

-¿Cuándo?

-La semana pasada. Intenté leer la mente del asesino, pero no pude. Intenté encontrarte a ti. Intenté encontrar a Nick. Nada. Por fin te vi a ti, muy brevemente, pero no conseguí saber nada

-Así que me viste. –Joseph no parecía contento con la idea-. ¿Qué estaba haciendo?

-Estabas viendo un partido de béisbol y contestando al teléfono-dijo ______ impulsivamente-. Fue cuando te llame por primera vez. Si no hubiera estado tan preocupada y asustada, dudo que pudiera haberte visto. De todos modos, ése nunca ha sido mi punto fuerte.

Joe aclaró los platos y los apiló en el escurreplatos, y a continuación se secó las manos.

-Pero eso fue antes de que empezáramos lo nuestro. Ahora quizá podrías hacerlo en cualquier momento que quisieras.

-Quizá. No lo sé. No he vuelto a intentarlo.

Joseph se volvió y se apoyó contra el fregadero, cruzado de brazos, observándola. ______ se mantuvo firme, pero no estaba segura de contra qué. Joseph mostraba una expresión seria, y parecía más grande de lo normal. Se había quitado la chaqueta cuando llegó a casa con los paquetes de comida china, pero todavía llevaba puesta la sobaquera. ______ sintió un escalofrío. Joseph ya llevaba con ella una semana, y en aquel corto período de tiempo se había acostumbrado a su actitud protectora, incluso a ser mimada por él. Pero una semana era muy poco tiempo, y antes de eso ambos habían sido adversarios.

En una ráfaga de luz comprendió cuál era el problema. Joseph la quería para sí, pero no confiaba en ella. ¿Cómo iba a hacerlo? No la conocía lo bastante bien. ¿Acaso no era aquello, también, una parte importante del problema de ella? Se habían visto empujados a estar juntos sin tener tiempo para conocerse el uno al otro. Él era policía; la desconfianza y la suspicacia eran para él el pan de cada día. Le había hecho el amor, se había trasladado a vivir con ella, pensando que había perdido la mayor parte de sus capacidades psíquicas. No le gustaba en absoluto la idea de que ella pudiera tenerle controlado sin que él lo supiera. Quería conservar su intimidad, excepto la parte que él escogiera compartir con ella.

Aquello dolía, pero ______ no podía censurarle. Había empleado mucho esfuerzo en tratar de asegurarse su propia intimidad, así que no podía criticar que Joseph tuviera ese mismo instinto.

-¿Quieres que me disculpe por ser lo que soy? -le preguntó con voz firme-. ¿O que jure solemnemente sobre la Biblia que jamás volveré a intentar leerte la mente?

-No sabes si puedes hacer eso, excepto en una emergencia.

______ se encogió de hombros.

-Ni siquiera entonces lo intentaría, si tú no quieres que lo haga.

-No me gusta que me espíen -dijo él sin apartar su mirada de la de ______.

-Entonces no lo haré.

Joseph se pasó la mano por el pelo.

-Maldita sea -dijo para sí-. ¿Funciona al revés? La otra vez, estabas preocupada por mí; pero ¿y si fueras tú la que estuviera en peligro? ¿Puedes llamarme, psíquicamente?

-Yo puedo hacer la llamada, detective -dijo ella, sarcástica-. Pero si tú no tienes un receptor no puedes recoger las señales. Pero, de todos modos, no lo haría.

-¿Por qué no? -No le gustó aquello. ______ vio cómo se inflamaba su genio.

-Por la barrera que acabas de establecer. Si no quieres que la cruce por comodidad mía, tampoco pienso cruzarla por la tuya.

-¡Mierda! No creo en esto. –Joe cerró los ojos y se apretó el estrecho puente de la nariz-. Estamos discutiendo por algo que no existe. Si no puedes contactar conmigo de ninguna forma, ¿entonces qué diferencia hay en que ni siquiera lo intentes?

-Dímelo tú. Eres tú el que tiene el problema. –______ se dio la vuelta y se dirigió a la sala de estar. Había dado apenas tres pasos cuando un duro brazo le ciñó la cintura desde atrás y la atrajo de nuevo hacia él. No intentó forcejear para zafarse, pero tampoco se relajó, y dejó que Joseph la sujetara. Se quedó inmóvil como una piedra, aguardando. Joseph tenía una erección; la notó en forma de una presión contra sus nalgas. No se sorprendió, porque en la semana que llevaban juntos al parecer él había estado duro casi todo el tiempo.

-No vamos a arreglar esto, ¿verdad? -Sintió el calor de su aliento en la sien.

-No veo cómo.

-Entonces olvidémoslo por el momento. ¿Quieres ir a dar un paseo en coche?

-¿ Adónde?

-A mi casa. Siento curiosidad por ver lo que Nick está haciendo con ella.

______ giró la cabeza y le dirigió una mirada de incredulidad.

-¿Quieres decir que no lo sabes?

- Pues no. Me dijo que no apareciera por allí hasta que hubiera terminado.

-Por el amor de Dios, ¿por qué? Es tu casa.

-Dijo que tengo tanta idea sobre decoración como sobre la ropa.

-En ese caso, lo entiendo perfectamente -replicó ______ en tono irónico.

-Sabihonda. ¿Quieres ir o no?

-Claro.

______ tuvo que admitir que sentía curiosidad por ver su casa. Sabía que estaría hecha un caos mientras durasen las obras para renovarla, pero las casas eran algo muy personal. Ya que no podía conocer a Joseph por medios psíquicos, tenía que obtener pistas sobre él del cualquier modo posible.

El trayecto hasta la casa de Joe sacó de su mente la incómoda sensación que era su constante compañera. Dejó la pelea a un lado de momento, porque no había nada que pudieran hacer al respecto, y se preparó para disfrutar de un paseo por aquella casa.

Aunque era tarde, casi las once, y ya hacía mucho que se habrían ido a casa los obreros, había otro coche en la rampa de entrada, y en el interior de la casa había luces encendidas.

-Vaya -dijo Joe-. Pillados con las manos en la masa. Está Nick dentro.

-No tienes por qué parar -señaló ______.

Él sonrió.

-¿ Y perdernos la diversión?

Aparcó hábilmente detrás del coche de Nicholas, y apenas se habían apeado cuando éste apareció en la puerta.

-Te dije que no vinieras por aquí -dijo.

-Pues deténme. He pasado cuatro días sin venir. ¿Cuánto creías que iba a durar?

-Tres -respondió Nick, haciéndose a un lado para franquearles el paso.

Acudió a saludarles una mujer alta y esbelta.

-Grace -dijo Joe, con evidente placer en el tono de voz, al tiempo que le daba un abrazo--. ______, ésta es Grace Roeg, agente de patrulla en la ciudad. Grace , ______ Keen.

-Hola -dijo Grace con una voz grave y lenta. ______ la evaluó rápidamente, y le gustó.

Había algo majestuoso en Grace Roeg, y sus profundos ojos castaños reflejaban la paz interior de una serenidad inquebrantable.

-Bien, adelante, echad un vistazo -dijo Nicholas irritado.

Joseph recorrió con la mirada la habitación vacía, todo el tiempo con un brazo alrededor de Grace -. ¿Dónde están mis cosas ?

-Guardadas -gruñó Nick, apartando a la fuerza el brazo de los hombros de Grace .

Lanzó una mirada penetrante a ______, como dándole instrucciones de que pusiera a Joseph bajo custodia y le controlase. Ella compuso una expresión de inocencia, divertida al ver cómo el elegante Nicholas descendía a los primitivos niveles de los celos.

Grace dijo:

-No te preocupes por él. Vamos a casarnos, y todavía le dura la impresión. –Y a continuación extendió la mano izquierda para enseñar un exquisito diamante de forma ovalada, de unos tres quilates.

-No es verdad. –Nicholas dirigió una mirada violenta a Joseph -. No empieces.

Joseph estaba sonriendo abiertamente.

-¿Que no empiece qué? Me alegro por ti. Felicitaciones, colega. Grace es demasiado buena para ti. ¿Cuándo vais a firmar?

-Dentro de unos seis meses -respondió Grace con comodidad-. He pensado que un compromiso largo le dará tiempo para acostumbrarse a la idea. Las cosas han ido bastante deprisa, así que no queremos precipitarnos a hacer algo que pueda ser una equivocación.

-Yo no necesito tiempo -dijo su prometido, con expresión acosada-. Fue idea mía, ¿no?

-Por supuesto que sí, cariño -le apaciguó ella, enlazando el brazo con el suyo-. Pero va a hacer falta todo ese tiempo para planear la boda. Bueno, ¿por qué no enseñas a Joe lo que estás haciendo con su casa?

-¿ Va a ser una boda por todo lo alto? -preguntó ______.

-Bastante -contestó Nick, y dirigió una sonrisa malévola a Joe-. Tendrás que ponerte esmoquin.

-Podré soportarlo -replicó Joe, ocultando su instantáneo miedo-. Puede que me haga daño, pero no me matará. Por ti, viejo amigo, cualquier cosa.

Nick frunció el ceño como si hubiera esperado otra reacción, pero se dio media vuelta y le condujo hacia las habitaciones vacías.

Joseph estaba sinceramente asombrado de lo que había logrado en sólo cuatro días. A su abuela la encantaba el papel de pared, y todas las habitaciones de la casa lucían un modelo diferente. Ahora había desaparecido el empapelado, y en su lugar se veía estuco recién aplicado, pintado de un color blanco suave y aterciopelado. Todas las puertas de la casa habían sido reformadas con marcos en forma de arco.

-Sería mejor si las puertas exteriores y las ventanas fueran arqueadas -dijo Nick- pero cambiarlas costaría mucho más dinero del que te quieres gastar. Los barnizadores de suelos van a empezar mañana.

Joseph se detuvo un momento a mirar boquiabierto la carcasa de lo que había sido su cuarto de baño.

-Lo has destripado -dijo.

-Sí. No tenía pensado hacerlo, pero las cañerías tenían cincuenta años. Te costará probablemente otros mil.

-Maldita sea, la próxima vez que te entren ganas de gastar otros mil o así de mi dinero, ¡pregúntame antes!

-Si te hubiera preguntado, me habrías dicho que no -repuso Nick con calma-. Espera a que haya terminado, y coincidirás en que merecía la pena el gasto.

-Más vale que así sea -musitó Joe Notó que Nicholas se divertía, y sabía que su compañero se estaba vengando de él por mostrarse tan contento con la inminente boda. No le importó mucho. Se alegraba de que Nick hubiese encontrado a alguien tan maravilloso como Grace , aunque comprendía con toda exactitud la sensación de pánico de su compañero, que era como si su vida de repente hubiera salido disparada sin control.

Él mismo se había sentido así desde que conoció a ______. Las cosas se habían sucedido demasiado aprisa. Nick y Grace habían decidido casarse, y habían fijado la fecha lo bastante tarde como para darse a sí mismos tiempo para asentar la relación y estar seguros de sus sentimientos. Joseph no había mencionado a ______ nada de matrimonio ni siquiera de amor, pues prefería darse ese tiempo a sí mismo antes de comprometerse. A lo mejor lo que sentía por ella no duraba. Lo sentía como algo permanente, pero tal vez no lo fuera; el tiempo lo diría. Mientras tanto, estaban juntos, y al final eso era lo único que importaba. Se despertaba con ella todas las mañanas y se iba a la cama con ella todas las noches. Mientras tuviera eso, podría esperar lo demás.

Tampoco estaba seguro de lo que sentía ______. Había pasión aprecio, compañerismo... tal vez amor. ¿Quién podía saberlo? Ella llevaba sufriendo un estrés considerable desde el principio. Cuando todo se asentase, podrían saber más acerca de la relación existente entre ambos. Por primera vez estaba pensando en el matrimonio como una posibilidad, y eso en sí mismo ya era un paso enorme para él.

Pero todo tendría que esperar. Había un asesino que atrapar, un plan que poner en práctica, y él tenía que proteger a ______ mientras tanto. Y si había aprendido algo sobre ______ en el tiempo que llevaba con ella, era que no le iba a gustar en absoluto su plan.
Isi
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Premonición mortal (Joe y tu) - Página 7 Empty Re: Premonición mortal (Joe y tu)

Mensaje por Isi Dom 13 Ene 2013, 1:47 pm

Capítulo 17


Lo primero que hizo Lowery el lunes por la mañana fue llamar para decirles que fueran inmediatamente. Acababa de regresar de Quantico con el perfil de personalidad.

Hacía un día caluroso y con algo de bochorno, con una temperatura que ya pasaba de los veintinueve grados que según las previsiones llegaría hasta bien pasados los treinta y seis, ya con humedad. Joseph no había dormido bien en todo el fin de semana, probablemente debido a que ______ tampoco. Ella había estado muy inquieta y sólo había logrado dar algunas cortas cabezadas antes de despertarse súbitamente. La tensión del fin de semana, a la espera de que surgiese una visión de asesinato, la había dejado pálida y demacrada, con profundas ojeras causadas por el cansancio. Joseph había pasado largas horas abrazado a ella para hacerla ver que no estaba sola aunque él no pudiera impedir la visión, si ésta llegaba. Pero no llegó.

¿Cuánto podría resistir así? ______ sufría un estrés tan grande, tanto física como mentalmente, que Joe temió por ella. Muchas personas se habrían desmoronado bajo aquella tensión, hace ya años, pero ella no lo había hecho, lo cual decía mucho de su fuerza.

______ no era una delicada flor que se ajase al menor contratiempo. A pesar de las bellas líneas de su cuerpo demasiado delgado, era notablemente robusta. Pero hasta un roble podía ser talado, y a Joe le preocupaba.

También Nick daba muestras de estrés, probablemente debido al terror por su inminente casamiento. Él y Joe apenas hablaron de camino a la oficina del FBI, cada uno absorto en sus propias preocupaclones.

Freddie y Worley ya estaban allí, igual que Kevin. DiLeonardo estaba presente, de nuevo con aquella expresión de embobado en la cara mientras maniobraba alrededor de la mesa de juntas en busca de un sitio junto a Freddie.

Lowery estaba recién afeitado, pero con la ropa más arrugada que de costumbre, lo cual hizo a Joseph pensar que acababa de llegar de Virginia, en el vuelo de los madrugadores.

-El ISU ha trabajado mucho sobre este asunto -dijo en voz baja-. Hay que felicitarlos a ustedes por haber captado la pauta tan rápidamente, pero atrapar a este tipo no va a ser cosa fácil. Es la peor clase de asesino: frío como el hielo, inteligente, con recursos, y totalmente falto del menor indicio de culpabilidad. Tengo una lista de asesinatos parecidos: apuñalamiento, sin sospechosos, sin pruebas. Es posible que algunos de ellos fueran cometidos por la misma persona. Algunos son imposibles, porque tuvieron lugar más o menos a la vez en lugares del país opuestos a los de otros asesinatos, pero no hay forma de saber cuál eliminar.

» Los asesinatos comenzaron aproximadamente hace diez años. ISU calcula la edad del asesino entre treinta y treinta y cinco años. La mayoría de los asesinos en serie empiezan a matar a los veintipocos. Pero diez años asesinando con éxito quiere decir que este tipo va a resultar muy difícil de coger; ya tiene experiencia, ha aprendido de sus errores y ha perfeccionado su estilo. Sabe lo que hace. Ha estudiado el procedimiento policial y forense y tiene mucho cuidado de no dejar pruebas que puedan identificarse.

-¿Podría tratarse de un policía? -preguntó Kevin-. ¿Tal vez en la rama militar?

-No es probable -repuso Lowery-. No se llevaría bien con ninguna clase de autoridad, así que no es factible que haya podido terminar ningún tipo de formación policial o militar. Ni siquiera le habrían aceptado como candidato.

» Es blanco; todas las víctimas han sido de raza blanca, y los asesinos en serie rara vez cruzan las fronteras raciales. Es atlético, muy fuerte. Es un asesino organizado, muy seguro de sí mismo, y ésa es la peor clase. Un asesino desorganizado es sucio, comete errores, carece de un plan claro. Este tipo lo tiene todo planeado hasta el último detalle. No llama a la puerta de las víctimas ni las ata; está seguro de poder controlar la situación, y hasta ahora lo ha hecho. El arma que emplea es un cuchillo procedente de la cocina de la víctima, y después lo deja en la escena del crimen. Dado que no hay huellas dactilares, no se puede relacionar el arma con él. No se lleva ningún trofeo. ISU opina que acecha a las víctimas, posiblemente durante varias semanas; penetra en la casa cuando no hay nadie dentro, se familiariza con ella.

Tiene mucha paciencia.

» Viola, sin embargo, no usa restricciones, y eso constituye una ligera aberración. Algunas mujeres lucharán incluso con un cuchillo en la garganta. Pero, por alguna razón, sus víctimas no lo hacen.

Porque las tranquiliza primero, pensó Joseph acalorado. Las hacía pensar que no sufrirían daño alguno si no luchaban. Era suave, y usaba una goma. Ellas quedaban paralizadas por lo inesperado de ser atacadas en su propia casa, y en medio de ese primer terror, le creían. Pero aquéllos eran detalles que le había proporcionado ______, de modo que no dijo nada.

-No venda los ojos de sus víctimas -continuó Lowery-, no se guarda los cadáveres. Resulta sorprendente que cortase los dedos a la señora Vinick, porque la mutilación no es uno de los rasgos...

-Creemos que ella lo arañó -interrumpió Joseph. Lowery dejó escapar un suspiro.

-Si fue así, eso es una prueba aún mayor de su inteligencia. No podía arriesgarse a que encontraran rastros de piel suya bajo las uñas de la víctima. Una solución brutal pero efectiva. No le invade nunca el pánico. Piensa con los pies en la tierra y no es esclavo de un plan rígido.

»Probablemente tiene un trabajo de jornada completa, es una persona normal de cara al exterior. Los otros asesinatos fueron cometidos todos aproximadamente a la misma hora en cada zona. En un área, los asesinatos se cometieron durante el día, lo cual significa que estaba sin trabajo o que trabajaba por las noches. Sospecho que trabajaba, porque no hay nada en él que deba atraer la atención. Es metódico, depredador, y tiene esto como una ciencia. Su automóvil probablemente tiene varios años, no es nada llamativo, el típico coche del que se ven cientos en cualquier barrio. Todo propio de clase media. Podría entrar en una comisaría sin que nadie pensara nada, salvo en preguntarle en qué podían ayudarle.

»Existe el peligro de que vaya aumentando su frecuencia. Hasta ahora se ha mantenido controlado y ha espaciado los asesinatos. Matar dos fines de semana consecutivos podría significar que está empezando a necesitar la emoción de la caza más a menudo. Ya sé que este fin de semana no ha habido partes de asesinato, pero es posible que sencillamente aún no se haya encontrado a la víctima.

Joseph, Nicholas y Kevin intercambiaron una mirada rápida. Ellos sabían que no había habido ningún asesinato porque ______ no había tenido una visión.

-En este punto la identificación es imposible -dijo Lowery-. A menos que cometa un error y deje alguna prueba que lo relacione con el crimen, habrá que atraparlo con las manos en la masa.

Era un grupo entristecido el que regresó a la comisaría, aunque Lowery no les había dicho gran cosa que ellos no supieran ya. El asesino era un hijo de pu*a muy listo, y normalmente no tendrían la menor esperanza de pescarle. Joseph iba silencioso, pensando en ______. Ella era su arma secreta; sería ella la que lo atrapase.

Esa tarde apareció en las noticias. Joseph se sorprendió de que la filtración hubiera tardado tanto; que algo se mantuviera en secreto dentro del ayuntamiento era casi insólito, sobre todo algo tan espectacular. Era la historia de cabecera de todos los informativos de la televisión y la radio locales; lo pilló en la radio mientras conducía en dirección a casa.

-Fuentes del ayuntamiento han confirmado que la policía cree que un asesino en serie está acechando a mujeres de la zona de Orlando-entonó solemne el locutor. Con voz pastosa siguió diciendo--: Dos asesinatos recientes al parecer han sido cometidos por el mismo hombre. Hace dos semanas, Nadine Vinick fue asesinada en su casa, y una semana más tarde se encontró a Jacqueline Sheets asesinada también en su domicilio. El jefe de la policía Rodger Champlin se niega a hacer comentarios respecto de los dos casos o a decir si hay sospechosos. Insita a las mujeres de la ciudad a que tomen precauciones por seguridad suya...

Apagó la radio de un manotazo, furioso por saber que el asesino se lo estaba pasando en grande con aquello. Ya esperaba que saltara la noticia, estaba preparado para ello, pero aun así le costaba aceptar el hecho de saber que aquel cabrón estaba riéndose y acaparando toda la atención.

***
Cuando llegó a casa, ______ estaba acurrucada en el sofá. La televisión estaba encendida, aunque el programa de noticias había avanzado hasta la previsión del tiempo. Dejó caer la chaqueta en una silla y se sentó junto a ella, y después subió a ______ sobre sus rodillas.

Permanecieron sentados en silencio, viendo cómo el meteorólogo señalaba aquel anticiclón y aquella borrasca, cómo hacía movimientos de barrido con la mano para indicar la trayectoria prevista y cómo por fin hacía el pronóstico: calor y humedad, igual que lo que habían tenido durante todo el día, con la omnipresente posibilidad de tormentas.

-¿Ha sucedido algo interesante hoy? -preguntó ______.

-La oficina local del FBI nos ha dado el perfil de personalidad que han elaborado; ese tipo probablemente se ha estado desplazando por todo el país durante los diez últimos años, dejando un rastro de víctimas a su paso, y nadie tiene la menor pista de cómo es físicamente ni la más mínima prueba que se relacione con él. -Apretó a ______ contra sí-. Pero estamos trabajando para conseguir una lista de cuentas nuevas de las compañías de servicios. Es una posibilidad remota, pero algo es algo.

______ se había puesto un pantalón corto y una camiseta al llegar del trabajo, y Joe le acarició apreciativamente los muslos desnudos.

-¿Y tú, qué tal? ¿Ha ocurrido algo interesante en el departamento de contabilidad?

______ soltó un resoplido.

-Venga ya. Lo más emocionante del día ha sido cuando llamó un hombre iracundo porque le habían cobrado una cantidad por descubierto por un cheque sin fondos después de haber sido cliente del banco durante años.

-Seguro que eso te aceleró el corazón.

-Casi me desmayé del estrés que me supuso. –______ suspiró y se bajó de las rodillas de Joe-. Será mejor que vaya a ver lo que hay en la cocina, si queremos cenar esta noche.

-¿Quieres que salga a buscar algo? -se ofreció él.

-No, no estoy de humor para comida de ésa. Ya pensaré en algo. ¿Por qué no te quedas aquí sentado a leer el periódico? Tienes aspecto de necesitar desconectar un poco.

Joe coincidía plenamente con aquel análisis, y fue al dormitorio para quitarse aquella ropa pegajosa y arrugada. ______ hurgó en el frigorífico y en los armarios antes de decidirse por el pollo frito. Se alegró de que Joseph hubiera hecho caso de su sugerencia, porque necesitaba más tiempo para sí misma. Él era tan intuitivo que pronto se imaginaría que ella estaba molesta por algo más que aquella situación, y no quería tenerle cerca hasta sentirse más tranquila.

No había prestado mucha atención cuando el jefe de contabilidad habló con el airado cliente y trató de explicar y tranquilizar sin retroceder en su posición, pero de repente se vio abrumada por la frustración y la rabia. Soprendida, había buscado automáticamente el origen de aquellos sentimientos, y sólo entonces se dio cuenta de lo que había pasado. Estaba percibiendo las emociones del jefe del departamento. Fue presa del pánico, en silencio, inmóvil en su silla, intentado apartar de sí aquel flujo de sentimientos. Para sorpresa suya, el flujo se interrumpió tan bruscamente como había empezado, aunque la conversación continuó a su espalda. No sabía si había conseguido bloquearlo o si simplemente su capacidad para leer la mente de las personas estaba volviendo a la vida. De un modo u otro, a Joe no iba a gustarle.

Sabía que él tenía una opinión distinta de las visiones, que no las consideraba una amenaza para su intimidad. Pero si su capacidad para ver los sentimientos de la gente regresaba con toda su fuerza, no sabía si Joe podría aceptarla. No le gustaba ser el objetivo de la clarividencia, lo cual no era ni había sido nunca el principal talento de ______. Si él supiera que podía leer su mente a voluntad...probablemente se marcharía, aunque ella le hubiera prometido no invadir su intimidad. Tenía que enfrentarse a esa posibilidad. Joe se preocupaba por ella, pero ella dudaba que se preocupara lo bastante para permanecer en aquellas circunstancias. No era nada nuevo; la gente se había sentido incómoda en su presencia.

La decisión de no decírselo le resultó fácil de tomar. No sabía lo que estaba sucediendo: si su capacidad iba a regresar con toda su fuerza, si iba a recuperar sólo una parte de su antigua habilidad, o si sería incluso más fuerte. Albergaba la esperanza de que no fuera esa última posibilidad, porque si sus poderes empáticos volvían más fuertes que antes, tendría que mudarse a vivir en un refugio antinuclear subterráneo para hallar un poco de paz. Y ciertamente, Joseph no compartiría ese refugio con ella.

Se sentía como si estuviera viviendo en el limbo con él. No había habido ninguna de las habituales etapas de cortejo, no habían llegado a conocerse el uno al otro. Habían sido arrastrados juntos en una crisis, al principio como adversarios y luego, bruscamente, como amantes. Nunca habían tenido una discusión acerca de su relación, fuera cual fuera ésta.

Sencillamente, Joseph se había trasladado a vivir con ella, y ______ no tenía idea de lo que debía esperar. Cuando atrapasen al asesino, ¿regresaría Joe a su casa sin más, con un alegre «Ya nos veremos», o... ¿o qué? Si las circunstancias hubieran sido normales, el paso lógico, el que ella había esperado, habría sido que él pasara unas cuantas noches a la semana con ella.

Necesitaba seguridad emocional. Podía soportarlo todo si contaba con una base sólida en la que apoyarse, pero no estaba segura de que la tuviera con Joseph.

Era una tontería, considerando que estaba viviendo y durmiendo con él, pero por alguna razón no se atrevía a preguntarle cuáles eran sus intenciones. Admitía para sí que sinceramente tenía miedo de oír la contestación. Joseph no era un hombre que buscara evasivas; decía la verdad abiertamente, y ella no estaba preparada para eso. Más tarde. Todo tendría que esperar. Cuando todo aquello terminase, entonces podría hacer frente a lo que él dijera, aunque fuese exactamente lo que no quería oír.

Se había enamorado de él, pero no se hacía ilusiones de saber la clase de hombre que era. A pesar de toda la intimidad física que había entre ellos, él se guardaba una gran parte de sí mismo, oculta a salvo detrás de una muralla de acero. A veces observaba a ______ con una expresión de curiosidad, silenciosa, que casi daba miedo, porque en esas ocasiones ella no podía distinguir ningún deseo en sus ojos.

¿Qué estaba pensando Joseph? Más importante: ¿qué estaba planeando?

* * *

Los medios de comunicación eran implacables. Los teléfonos de la comisaría sonaban sin cesar. Los periodistas se apiñaban a la puerta de la oficina del jefe, a la puerta del despacho del alcalde, a la puerta de la comisaría. Los agentes tanto uniformados como de civil empezaron a realizar acciones evasivas cada vez que entraban o salían del edificio y se tomaban extraordinarias molestias para evitar el barullo.

Todavía peores que los medios de comunicación eran las llamadas de excéntricos que empezaron a lloverles. De repente, cientos de personas de Orlando recordaban individuos sospechosos rondando por delante de las tiendas. La gente con resentimientos encontraba venganza llamando para dar pistas falsas, acusar a una persona que les disgustaba de ser el asesino. Todas las noches los agentes investigaban llamadas aterrorizadas que denunciaban la presencia de un intruso en la casa, pero la mayoría de las veces no era nada. Varias suegras entregaron a los despreciables maridos de sus hijas, seguras de que aquellos holgazanes eran los culpables de toda clase de crímenes indecibles. Lo malo era que había que investigarlo todo; por muy descabellada que fuera una acusación, había que comprobarla. Los agentes de uniforme estaban agotados, apabullados por el insoportable calor y por las incesantes demandas a su tiempo.

El jefe Champlin dio una rueda de prensa con la esperanza de apaciguar un poco la fuerte impresión de los medios. Explicó que no tenía mucha información que darles porque la investigación seguía en curso. Pero la lógica era una arma inútil; no satisfacía el voraz apetito de hechos, historias, tiempos de emisión y espacio en las columnas de prensa; no vendía periódico, ni hacía subir los índices de audiencia. Los reporteros querían detalles jugosos, morbosos, terroríficos, y se sentían frustrados cuando no se les daba ninguno.



Carroll Janes veía las noticias en televisión y leía los periódicos, y sonreía satisfecho. La policía no podía dar información a los medios porque no la tenía Aquellos imbéciles se enfrentaban a una adversario superior a ellos. Él era demasiado inteligente para que lo atraparan… nunca.

Isi
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Mensaje por Julieta♥ Lun 14 Ene 2013, 6:56 am

Ohhhh por Dios volviste!!!!!!
Pero merecemos más caps por abandonarnos tanto tiempo
Que va a pasar con joe y la rayis
Sigue pequeña!!!!!
Julieta♥
Julieta♥


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Mensaje por andreita Lun 14 Ene 2013, 4:50 pm

omj me encantaaa esta nove

joe tu amas a la rayis lo se!!
espero que atrapen al violador
andreita
andreita


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Mensaje por ElitzJb Mar 29 Ene 2013, 6:37 pm

oh dios mio como quiero con todas mis ansias q atrapen a ese hijo de madre ghsfgvbhsdfb me frustra saber q no tienen pista de ese psicópata >:
sigue
me encanto saber q nick esta comprometido
quiero mas capitulos por favor
no dures en colocar mas please
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por andreita Miér 30 Ene 2013, 12:05 pm

massssssssssssss
andreita
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Mensaje por JB&1D2 Miér 30 Ene 2013, 3:02 pm

Siguelaaaaaa
JB&1D2
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Mensaje por Julieta♥ Vie 01 Feb 2013, 2:41 pm

Aparece!!!!!
Queremos cap
Por favor!!!!!
Julieta♥
Julieta♥


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Mensaje por JB&1D2 Vie 01 Feb 2013, 3:01 pm

siguelaaa
JB&1D2
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