Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
"Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 7 de 13. • Comparte
Página 7 de 13. • 1, 2, 3 ... 6, 7, 8 ... 11, 12, 13
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Quince
A Joe no le gustó que Jordan insistiera en que ____ estuviera presente en la discusión acerca de si el piso franco era el mejor lugar donde ocultarse o no. Sabía que el jefe del equipo no compartía su opinión y se sentía como si le hubiera dado una puñalada por la espalda al manipularlo de esa manera.
Nik abrió la puerta con cautela a pesar de que sabía que eran ellos quienes habían llamado, y retrocedió un paso para dejarles pasar.
____ estaba sentada en el escritorio trabajando en unos documentos que le habían entregado esa misma mañana.
—Buenos días, señorita Clay. —La sonrisa de Jordan era tranquila. El muy bastardo se esforzaba por ser encantador. Joe rechinó los dientes ante la frustración que sintió.
—Señor Malone. —La joven le devolvió el saludo con la cabeza, pero sus ojos se posaron en Joe de inmediato—. ¿Sucede algo?
Nik cerró la puerta y los observó con curiosidad, tan consciente como Joe de lo calculador que podía llegar a ser su comandante.
—Parece que tenemos un problema —admitió Jordan—. ¿Le importaría venir a la cocina para que podamos hablar con más comodidad? Quizá Nik se ofrezca a hacer café.
El agente ruso gruñó, pero aún así les precedió hasta la cocina y empezó a preparar la cafetera.
Luciendo unos vaqueros que le realzaban el trasero y un ligero suéter color gris, ____ los siguió sin dejar de observar a los tres hombres.
Joe detectó un indicio de confusión y miedo en su mirada cuando sus ojos se encontraron, y casi hizo una mueca.
—Todo va bien, ____. —No soportaba ver miedo en sus ojos—. Sólo queremos discutir algunos planes alternativos después del ataque de Orión. Jordan quiere hablarlos contigo.
—De acuerdo —asintió la joven. Pero su mirada seguía siendo cautelosa cuando tomó asiento.
—Nik tendrá el café listo en un minuto. —Los labios de Jordan se distendieron en aquella sonrisa que Joe odiaba tanto—. Terminaremos con esto lo más rápido posible. Debemos continuar con nuestro trabajo y asegurarnos de que su vida no corre peligro.
—Me parece bien. —La voz de ____ no sonaba muy firme.
—Primero haremos hincapié en algunas cosas que dijo mientras todavía estaba bajo el efecto del sedante —le explicó Jordan justo cuando Nik plantaba una taza de café negro delante de él—. Mencionó haber recordado algunas cosas sobre el hombre que la atacó. ¿Recuerda cuáles fueron?
El tono de Jordan era neutro. No se andaba con rodeos, y Joe observó cómo eso parecía darle a ____ la distancia que necesitaba para mantener la calma.
La joven respiró hondo, como si retrocediera mentalmente ante el hecho de estar hablando sobre su violador.
—Manos grandes y suaves —dijo débilmente—. Recuerdo su voz; era autoritaria, arrogante, cultivada. Quería acostarse con Emily, pero Jansen le dijo que ya la había vendido. —Tragó aire—. Es un hombre grande. Cuando Jansen me trasladó a la clínica privada, venía con él durante alguna de las visitas. Jansen y mi médico solían discutir sobre la droga que me administraban para sedarme. El médico sostenía que el GHB terminaría matándome, pero a mi padre no parecía importarle. De hecho, el médico sólo la usaba cuando Jansen venía a verme. El resto del tiempo usaba algo que era más suave, según le dijo una vez a una enfermera.
—Halperidol. —Jordan inclinó levemente la cabeza—. Eso fue lo que los médicos encontraron en su sangre cuando el equipo de rescate la sacó de allí.
Ella asintió.
—¿Qué recuerda de esas visitas que le hizo Jansen? —inquirió Jordan.
Joe vio que ____ palidecía.
Incapaz de mantenerse alejado de ella, se colocó a su espalda y le puso las manos en los hombros para intentar tranquilizarla mientras se veía obligada a revivir esos recuerdos otra vez.
Él sabía que ____ no deseaba recordar nada de aquello, y lo respetaba. La quería fuera de la misión antes de que volvieran a actuar contra ella, de que capturaran a Orión y a su violador. La quería a salvo. No había razones para que recordara.
—Estaban trabajando en una droga —susurró ella—. No recuerdo los detalles, pero era para reemplazar el «polvo de afrodita». Pensaban inyectármelo y observar mi reacción.
—¿Recuerda su reacción? —preguntó Jordan.
—Sí —contestó. Su cuerpo se puso rígido y su tensión resultó evidente para Joe.
—Jordan, esto no es necesario —protestó furioso.
Los fríos ojos azules del comandante del equipo lo silenciaron con una mirada.
—Sí es necesario, Joe —respondió Jordan, tajante—. Si recuerda cualquier cosa que nos ayude a capturar al hombre que la atacó, nos aseguraremos de que no contrate a otro asesino a sueldo en cuanto atrapemos a Orión. Ése es nuestro segundo objetivo, ¿recuerdas?
Sí, claro que se acordaba. Pero atormentar a ____ no le parecía la mejor manera de atrapar a ese bastardo.
—No era tan malo como el «polvo de afrodita» —intervino ____, ignorando la discusión—. Pero causaba más dolor. Jansen estaba cada vez más furioso porque no conseguía el efecto que buscaba.
—¿Y qué efecto buscaba? —preguntó Jordan, haciendo algunas anotaciones en el cuaderno que había traído consigo.
Joe observó cómo ____ apretaba los puños encima de la mesa.
—Quería que suplicara —dijo, estremeciéndose—. Que implorara... —Sacudió la cabeza.
—Por sexo —concluyó Jordan.
____ asintió temblorosamente mientras Joe fulminaba a Jordan con la mirada.
—Recuerdo haber pensado que conocía al científico que me inyectaba la droga. —Aspiró bruscamente—. Tanto su voz como sus manos me resultaban familiares. Creo que me lo presentaron en algún lugar, pero todo es tan confuso que no puedo recordar más. —Meneó la cabeza—. Ayer, mientras estaba sedada, pensé que podría hacerlo, pero... No fui capaz de obligar a mi memoria a ir más lejos.
Jordan asintió ante sus palabras.
—¿Puede ayudarle esta información? —inquirió ella entonces.
El comandante levantó la cabeza y la miró fijamente.
—Joe parece pensar que usted no es lo suficientemente fuerte para soportar esta misión —expuso francamente—. Quiere llevarla a un piso franco, así que necesito recopilar toda la información que pueda antes de trasladarla, por si se diera el caso de que Orión lograra llegar hasta usted en su nueva ubicación.
«Qué hijo de perra.»
—Que te jodan, Jordan —rugió Joe.
____ se tensó aún más bajo sus manos. Permaneció inmóvil por un momento, y luego se levantó y se apartó de él con calma deliberada.
Cuando se volvió para mirarle, Joe sintió como si una daga invisible le hubiera atravesado el pecho.
—¿Piensas que no soy lo suficientemente fuerte? —exigió saber, taladrándolo con los ojos mientras él observaba fascinado la cólera que bullía en ellos.
—Jamás he dicho eso —le aseguró Joe—. Jordan ha tergiversado mis palabras.
—Pero estás de acuerdo con él —dijo ____ como si creyera que así era y estuviera reuniendo pruebas para demostrarlo.
Él apretó los dientes.
—No eres un agente.
—Orión no está tratando de matar a un agente —señaló ____ con la voz ardiendo de rabia—. Está tratando de matarme a mí. ¿Dónde estaré más segura que aquí? ¿Acaso piensas que no me seguirá?
—No sabrá que te has ido —le prometió Joe—. Se imaginará que he tomado más precauciones tras el ataque fallido, que vamos a quedarnos encerrados en el apartamento. Intentará entrar de alguna manera y entonces lo atraparemos.
—A menos que ocurra lo mismo que en Rusia hace cinco años —intervino Jordan—. Su objetivo fue trasladado a un piso franco y se colocó a un doble en su casa. Orión lo encontró de todos modos. Mató a un agente de la CIA e hirió a otro antes de ir a por su víctima, a la que se encontró en un almacén abandonado dos días más tarde. El método utilizado para su muerte coincide con el modus operandi del asesino que buscamos.
Joe miró a Jordan furioso, consciente del temblor que había atravesado a ____ al oír aquello.
La joven bajó la vista unos segundos y luego se volvió hacia Jordan.
—¿Qué cree que es lo más conveniente para mí? —le preguntó.
Jordan se reclinó en la silla y, en opinión de Joe, la miró con la sincera y sombría compasión de una cobra preparándose para el ataque.
—Creo que lo mejor es seguir adelante con el plan original. Las cámaras del paso elevado cercano al lugar donde atacó Orión nos hacen pensar que está herido. Al parecer la bala de Joe le alcanzó en el pie o en el tobillo. La sangre que encontramos en la escena apoya esa teoría. Disponemos de una o dos semanas antes de que él se considere en forma para atacar de nuevo. Para entonces, creerá que habréis bajado la guardia. Joe comenzará a aparecer en público con usted. En su expediente consta que le gusta salir de noche y disfrutar de la compañía de otras parejas. Nuestro plan original consistía en darle la oportunidad a Orión de atacar o colarse en el apartamento de nuevo para instalar algún tipo de controlador, y pienso que todavía es posible.
—Y entonces ¿qué pasó ayer? —le espetó ella, consciente de que Joe la observaba con los puños a los costados.
—Orión consiguió adelantar al coche de vigilancia. Lamento lo sucedido y le aseguro que no volverá a ocurrir. —Jordan hizo una mueca—. Ese maldito asesino sabe cómo escapar de ese tipo de situaciones, pero no puede dar esquinazo a un agente en el apartamento.
—¿Por qué su agente no quiere ceñirse ahora al plan original? — exigió saber con la vista clavada en Joe—. Si esconder a los objetivos en un piso franco no funciona, ¿por qué intentarlo de nuevo?
—No estoy seguro —contestó Jordan—. Es mejor que discuta ese tema con él. Ahora tengo que asistir a una reunión, pero regresaré por la tarde para que me diga qué ha decidido. ¿Le parece bien?
Jordan era el más sucio y manipulador hijo de perra que Joe hubiera conocido jamás, y eso era decir mucho, ya que el israelí siempre había pensado que no podía haber nadie más bastardo que él mismo.
Con deliberada lentitud, el comandante se levantó de la silla, tomó un sorbo de café y después se volvió hacia Nik.
—Necesito que me acompañes a la reunión.
—Me las pagarás —le prometió Joe con voz fría—. No lo dudes.
La respuesta de Jordan fue una amplia sonrisa.
—Estoy seguro de ello, Joe. Te veré esta tarde.
Con el corazón lleno de emociones enfrentadas, ____ observó cómo Jordan y Nik abandonaban la cocina. Unos segundos después, el sonido de la puerta anunció su salida.
Ninguna de las veces que había visto a Jordan había recibido buenas noticias.
No podía recordar haber estado nunca tan furiosa, ni tan herida. Ni siquiera Jansen Clay le había causado tanto daño como Joe ahora. Sentía una dolorosa opresión en el pecho ante la traición, un enorme nudo le atenazaba la garganta y tenía que contener el impulso de llorar a lágrima viva.
—Tengo cosas que hacer —consiguió decir finalmente a duras penas, dirigiéndose al rincón donde estaba su pequeño despacho—. Estoy segura de que encontrarás algo con lo que entretenerte.
—¿Es ésa la única manera que tienes de descargar tu rabia, ____? —gruñó él con voz ronca y frustrada.
Vaya, estaba frustrado. Qué lástima.
—Por lo que tengo entendido, el asesinato sigue siendo ilegal —le espetó de forma glacial.
—Yo también tengo entendido que ignorar el peligro puede ser mortal —replicó él. La arrogancia le cubría como un abrigo confortable, y eso la enfureció aún más.
—¿Y quién es el que está ignorando el peligro aquí? —Un torrente de adrenalina alimentaba su ira con una fuerza que la hacía querer gritar.
No se permitió desahogarse por una sola razón. Dejar que la rabia tomara las riendas la obligaría a encarar el hecho de que estaba indefensa. De que no tenía el control de la situación y por lo tanto de su vida. Y estaba harta de ser controlada por fuerzas externas.
—Estás huyendo, ____ —señaló Joe con una mirada distante en sus oscuros ojos—. Huyes de los recuerdos igual que te escondes en este apartamento. Incluso has tardado seis años en reunir el valor suficiente para acostarte con alguien.
—Y mira lo que encontré —gruñó ella en respuesta—. Tantos años esperando para acabar encontrando a un bastardo duro y manipulador. Menuda suerte la mía.
Algo se rompió dentro de ella en ese momento. El hecho de haber sido manipulada, de que le hubieran mentido, de que Joe hubiera utilizado su deseo contra ella la noche anterior, le molestaba más que el hecho de que su vida estuviera en peligro.
—Nunca he fingido ser otra cosa. —Los ojos de Joe le sostuvieron la mirada. Eran fríos, pero había un tenue resplandor en aquellas oscuras profundidades, algo que le hacía pensar que estaba ante una criatura muy peligrosa.
Por desgracia, ser cautelosa no estaba en sus planes en esos momentos.
Él la quería fuera de su vida y saberlo la llenaba de angustia. Pensaba que ella era débil, que no podría llevar a cabo esa operación. Que no podía participar activamente en su propia protección.
—No, jamás has fingido ser otra cosa —convino ella, odiando el temblor de su voz y el escalofrío que la recorrió—, y supongo que tampoco debería haber esperado algo más, ¿verdad?
No tendría que haberlo olvidado, se dijo a sí misma. No debería haber olvidado que él era un agente, no su amante. Y que era un hombre. Un hombre no tenía que sentir nada para llevar a una mujer a la cama; todo lo que tenía que hacer era sentirse lo suficientemente atraído para ponerse duro.
Dios, había sido tan estúpida.
Se pasó las manos por el pelo y contuvo la amarga risa que pugnaba por salir de sus labios.
—Sea lo que sea que estás pensando, estás equivocada —le aseguró él de pronto, arrastrando las palabras—. Sólo quiero que estés a salvo, nada más. Orión no sabrá que estás en un piso franco. Lo que ocurrió en Rusia no tiene nada que ver con esto. Ese bastardo contaba con un informador y además, su víctima había cabreado a demasiada gente. Orión nunca imaginará que tu pareja te ha enviado a un piso franco, ____.
—No me digas. —La amargura asomó entonces a su voz, avivando la cólera que la inundaba—. Yo tampoco lo habría imaginado.
—No lo entiendes —siseó él entre dientes.
—No soy imbécil, Joe —estalló—. Sé exactamente lo que has querido decir. Pero lo cierto es que no sabes lo que él piensa en este momento. Podría haberse dado cuenta de que ésta es una operación para cazarle y estar esperando a que me trasladen de un momento a otro. Llevamos aquí una semana y tanto Jordan como tú me asegurasteis que Orión intentaría atacarme en el apartamento. Bien, pues no lo ha hecho. Estuvo a punto de matarte y casi me secuestró en público. Es evidente que no lo conoces tan bien como creías.
Fue alzando la voz a medida que la rabia y el dolor colisionaban en su interior, dando vida a unas emociones que siempre había contenido por la sencilla razón de que nunca había sabido cómo manejarlas.
¿Y él la acusaba de huir? La acusaba de luchar contra sus recuerdos y sus necesidades como si nada más importara, excepto esconderse. Maldito fuera. Había bastante diferencia entre esconderse y curarse.
—____, no debemos dejar que esto escape a nuestro control. —Aquella observación expuesta con esa voz fría y controlada que él tenía, tuvo el poder de provocarle una explosión de ira.
—Has sido tú quien has permitido que todo fuera mucho más allá de lo necesario —le acusó con voz temblorosa—. Has sido tú quien me mintió desde el principio. El que me manipuló y el que opta por largarse ahora que las cosas han llegado demasiado lejos entre nosotros. Pues ya puedes largarte, Joe. —Señaló la puerta con el dedo—. ¿Por qué no te vas y le dices a Jordan que es mejor que tu intervención en esta operación se limite sólo a la vigilancia? Tal vez encuentre a otro voluntario que quiera follarme.
Él se movió antes de que ella pudiera preverlo siquiera. Cruzó la estancia, empujándola contra la pared y atrapándola con su enorme y duro cuerpo.
Estaba excitado. Su erección se apretaba contra el vientre de ____, recordándole lo ocurrido entre ellos horas antes, y las mentiras que habían salido de sus labios mientras la había sostenido en el más íntimo de los abrazos.
—No sabes lo que estás diciendo —gruñó con voz áspera, atrapándole las muñecas con las manos cuando ella intentó apartarlo y apretándoselas contra la pared—. No me presiones, ____. No soy el hombre que tú quieres que sea. No soy cortés. No puedo darte el futuro que quieres.
Ella ni siquiera se había dado cuenta de lo que esperaba de él hasta que Joe lo expuso de aquella manera tan cruda.
Quiso encogerse por el dolor y la humillación porque él había visto algo en ella de lo que ____ no había sido consciente hasta ese momento.
—Suéltame. —Se obligó a que no le temblara la voz. A no sentir.
Sabía cómo hacerlo. Lo había aprendido cuando sólo era una niña que ansiaba el amor de su padre. Jansen Clay no se lo había podido dar, como tampoco podía dárselo Joe. No era culpa de él, se recordó. No podía hacer que la amara, que la quisiera.
—____, vamos a dejar esto bien claro —gruñó—. Entiendo por qué estás dolida y precisamente ésa es la razón que me impulsa a enviarte a un piso franco, lejos de mí. Nunca he querido hacerte daño, cariño, créeme.
Era sincero. Se veía en la expresión de sus ojos, y eso le provocaba todavía más dolor.
—No me has hecho daño. —Retorció las muñecas hasta que él la soltó y luego lo empujó, alejándose del calor y la seguridad que su cercanía le proporcionaban.
Él no era seguro, se dijo a sí misma. Sólo necesitaba su habilidad como agente para atrapar a Orión. No necesitaba un hombre que le diera seguridad. Sin embargo, por alguna razón inexplicable, había necesitado a Joe para que la hiciera sentirse a gusto con sus emociones.
—La alternativa de Jordan me ha parecido mucho mejor que la idea de un piso franco —dijo finalmente, alejándose de él—. Si permanezco aquí, contaré con el apoyo de todo tu equipo y sabremos con total seguridad que Orión vendrá a por mí. Lo del piso franco no me parece seguro.
Joe no dijo una sola palabra, limitándose a observarla. Podía sentir su intensa mirada en la espalda cuando se dirigió al escritorio y al trabajo en el que, estaba segura, no iba a poder concentrarse.
—Eso de las salidas también me parece una buena idea —continuó ella mientras se sentaba y parpadeaba para contener las lágrimas en un vano intento de concentrarse en el programa de contabilidad del ordenador.
«Contrólate», se recordó a sí misma. Dejar volar sus emociones nunca había servido para nada más que para sentirse humillada.
—Si prefieres no participar en sus planes, lo entiendo —siguió—. Estoy segura de que Jordan encontrará a otro agente. Quizá un doble tuyo, Joe. De esa manera, Orión nunca averiguará que no tienes estómago para hacer este trabajo.
El silencio fue su única respuesta durante largos segundos.
Cuando Joe habló finalmente, el sonido de su voz provocó un estremecimiento en la espalda de ____.
—Jordan puede hacer lo que le plazca. —Cada una de sus palabras estaba cubierta de hielo—. Pero te lo advierto, ____, mientras esta operación continúe, cualquier hombre que intente ocupar mi lugar en tu cama, se las verá conmigo.
Ella se giró para mirarle y un escalofrío la recorrió por entero al ver que los ojos de Joe brillaban de forma fría y peligrosa.
—Como tú ya no eres bien recibido en esa cama, no es una decisión que te concierna.
Joe observó la espalda de ____ cuando ésta se volvió de nuevo hacia el ordenador. Ensanchó las fosas nasales y apretó los dientes.
De acuerdo, él no había manejado bien las cosas, pero tampoco lo había hecho Jordan. Aquel hijo de perra había saboteado sus planes con eficacia letal.
Obligándose a mantener la calma, se sentó lentamente en el sofá.
Era un agente del Mossad, se recordó a sí mismo. El hecho de formar parte de la Unidad de Fuerzas Especiales no cambiaba quién o qué era. Estaba considerado como uno de los mejores agentes del mundo. Había matado durante años y se había enfrentado a adversarios formidables sin siquiera titubear. Su propia muerte no había sido más que un mero trámite. Un medio para vengarse, nada más. Para trabajar con una autonomía y una seguridad que el Mossad no podía darle.
La Unidad de Fuerzas Especiales participaba únicamente en operaciones encubiertas. Estaba financiada por capital privado, pero disfrutaba de un respaldo político mayor que muchas agencias americanas.
Sí, sin duda él era uno de los agentes mejor preparados del mundo y, sin embargo, no podía controlar a ____.
Le había hecho daño. Pensar en ello le hizo acordarse de los consejos que su madre le había dado hasta el día de su muerte, y se sintió avergonzado. Ariela había intentado enseñarle las complejidades del corazón de una mujer, el valor de una relación de pareja segura y estable. Le había advertido que recordara siempre que la fuerza de una mujer no residía en su físico sino en su corazón.
Y lo había olvidado con ____.
La joven había encontrado la fuerza necesaria para apartar los recuerdos y seguir adelante con su vida. Había sido injusto con ella, y ahora no sabía cómo arreglar la situación. Se dijo que quizá eso fuera lo mejor. Si ____ no le perdonaba, no podría enamorarse de él. Y puede que de esa manera él tampoco se enamorara de ella.
Una cosa era cierta: ____ lo había vapuleado de tantas maneras posibles que, de momento, no sabía cómo tratarla.
No había esperado que se enfureciera ni que le doliera ir a un piso franco. Sinceramente, él había pensado que se sentiría más segura allí.
Sin embargo, había sabido desde el momento que Jordan había soltado la bomba sobre su traslado, que lo último que ____ había pensado era en su seguridad.
Había observado cómo la furia hervía en sus venas, cómo había relampagueado en sus ojos y en su voz. Y, para su asombro, eso había provocado que su polla se endureciera y tensara más que nunca. Como si no la deseara ya lo suficiente. Como si cada vez que la tocaba, que la besaba, que acariciaba sus curvas redondeadas, no ardiera por ella como nunca antes lo había hecho por otra mujer.
La deseaba con una fuerza que no podía controlar, y eso le preocupaba. Mucho.
¿Y ella pensaba que podría echarlo de su cama así sin más? Obviamente, ____ creía que su desafío iba a quedar impune.
—Lo de la cama no es negociable —gruñó a la envarada espalda de ____.
Ella se giró lentamente; la silla rechinó un poco cuando alzó la vista para mirarlo a los ojos.
—No, no es negociable —afirmó con una sonrisa que contenía tanta falsa dulzura que él se preguntó si sería posible embotellar ese azúcar amargo—. Es mi cama. Punto. Por mí, señor Jonas, puede dormir en el suelo.
Joe se acomodó en el sillón, apoyó los pies en la mesita de café, cruzó las manos sobre el estómago y le brindó una amplia sonrisa.
—No apuestes por ello.
¡Hola chicas! :D
Aquí les dejo este capítulo. Cuando pueda subo más.
Besos
Natuu!!
Nik abrió la puerta con cautela a pesar de que sabía que eran ellos quienes habían llamado, y retrocedió un paso para dejarles pasar.
____ estaba sentada en el escritorio trabajando en unos documentos que le habían entregado esa misma mañana.
—Buenos días, señorita Clay. —La sonrisa de Jordan era tranquila. El muy bastardo se esforzaba por ser encantador. Joe rechinó los dientes ante la frustración que sintió.
—Señor Malone. —La joven le devolvió el saludo con la cabeza, pero sus ojos se posaron en Joe de inmediato—. ¿Sucede algo?
Nik cerró la puerta y los observó con curiosidad, tan consciente como Joe de lo calculador que podía llegar a ser su comandante.
—Parece que tenemos un problema —admitió Jordan—. ¿Le importaría venir a la cocina para que podamos hablar con más comodidad? Quizá Nik se ofrezca a hacer café.
El agente ruso gruñó, pero aún así les precedió hasta la cocina y empezó a preparar la cafetera.
Luciendo unos vaqueros que le realzaban el trasero y un ligero suéter color gris, ____ los siguió sin dejar de observar a los tres hombres.
Joe detectó un indicio de confusión y miedo en su mirada cuando sus ojos se encontraron, y casi hizo una mueca.
—Todo va bien, ____. —No soportaba ver miedo en sus ojos—. Sólo queremos discutir algunos planes alternativos después del ataque de Orión. Jordan quiere hablarlos contigo.
—De acuerdo —asintió la joven. Pero su mirada seguía siendo cautelosa cuando tomó asiento.
—Nik tendrá el café listo en un minuto. —Los labios de Jordan se distendieron en aquella sonrisa que Joe odiaba tanto—. Terminaremos con esto lo más rápido posible. Debemos continuar con nuestro trabajo y asegurarnos de que su vida no corre peligro.
—Me parece bien. —La voz de ____ no sonaba muy firme.
—Primero haremos hincapié en algunas cosas que dijo mientras todavía estaba bajo el efecto del sedante —le explicó Jordan justo cuando Nik plantaba una taza de café negro delante de él—. Mencionó haber recordado algunas cosas sobre el hombre que la atacó. ¿Recuerda cuáles fueron?
El tono de Jordan era neutro. No se andaba con rodeos, y Joe observó cómo eso parecía darle a ____ la distancia que necesitaba para mantener la calma.
La joven respiró hondo, como si retrocediera mentalmente ante el hecho de estar hablando sobre su violador.
—Manos grandes y suaves —dijo débilmente—. Recuerdo su voz; era autoritaria, arrogante, cultivada. Quería acostarse con Emily, pero Jansen le dijo que ya la había vendido. —Tragó aire—. Es un hombre grande. Cuando Jansen me trasladó a la clínica privada, venía con él durante alguna de las visitas. Jansen y mi médico solían discutir sobre la droga que me administraban para sedarme. El médico sostenía que el GHB terminaría matándome, pero a mi padre no parecía importarle. De hecho, el médico sólo la usaba cuando Jansen venía a verme. El resto del tiempo usaba algo que era más suave, según le dijo una vez a una enfermera.
—Halperidol. —Jordan inclinó levemente la cabeza—. Eso fue lo que los médicos encontraron en su sangre cuando el equipo de rescate la sacó de allí.
Ella asintió.
—¿Qué recuerda de esas visitas que le hizo Jansen? —inquirió Jordan.
Joe vio que ____ palidecía.
Incapaz de mantenerse alejado de ella, se colocó a su espalda y le puso las manos en los hombros para intentar tranquilizarla mientras se veía obligada a revivir esos recuerdos otra vez.
Él sabía que ____ no deseaba recordar nada de aquello, y lo respetaba. La quería fuera de la misión antes de que volvieran a actuar contra ella, de que capturaran a Orión y a su violador. La quería a salvo. No había razones para que recordara.
—Estaban trabajando en una droga —susurró ella—. No recuerdo los detalles, pero era para reemplazar el «polvo de afrodita». Pensaban inyectármelo y observar mi reacción.
—¿Recuerda su reacción? —preguntó Jordan.
—Sí —contestó. Su cuerpo se puso rígido y su tensión resultó evidente para Joe.
—Jordan, esto no es necesario —protestó furioso.
Los fríos ojos azules del comandante del equipo lo silenciaron con una mirada.
—Sí es necesario, Joe —respondió Jordan, tajante—. Si recuerda cualquier cosa que nos ayude a capturar al hombre que la atacó, nos aseguraremos de que no contrate a otro asesino a sueldo en cuanto atrapemos a Orión. Ése es nuestro segundo objetivo, ¿recuerdas?
Sí, claro que se acordaba. Pero atormentar a ____ no le parecía la mejor manera de atrapar a ese bastardo.
—No era tan malo como el «polvo de afrodita» —intervino ____, ignorando la discusión—. Pero causaba más dolor. Jansen estaba cada vez más furioso porque no conseguía el efecto que buscaba.
—¿Y qué efecto buscaba? —preguntó Jordan, haciendo algunas anotaciones en el cuaderno que había traído consigo.
Joe observó cómo ____ apretaba los puños encima de la mesa.
—Quería que suplicara —dijo, estremeciéndose—. Que implorara... —Sacudió la cabeza.
—Por sexo —concluyó Jordan.
____ asintió temblorosamente mientras Joe fulminaba a Jordan con la mirada.
—Recuerdo haber pensado que conocía al científico que me inyectaba la droga. —Aspiró bruscamente—. Tanto su voz como sus manos me resultaban familiares. Creo que me lo presentaron en algún lugar, pero todo es tan confuso que no puedo recordar más. —Meneó la cabeza—. Ayer, mientras estaba sedada, pensé que podría hacerlo, pero... No fui capaz de obligar a mi memoria a ir más lejos.
Jordan asintió ante sus palabras.
—¿Puede ayudarle esta información? —inquirió ella entonces.
El comandante levantó la cabeza y la miró fijamente.
—Joe parece pensar que usted no es lo suficientemente fuerte para soportar esta misión —expuso francamente—. Quiere llevarla a un piso franco, así que necesito recopilar toda la información que pueda antes de trasladarla, por si se diera el caso de que Orión lograra llegar hasta usted en su nueva ubicación.
«Qué hijo de perra.»
—Que te jodan, Jordan —rugió Joe.
____ se tensó aún más bajo sus manos. Permaneció inmóvil por un momento, y luego se levantó y se apartó de él con calma deliberada.
Cuando se volvió para mirarle, Joe sintió como si una daga invisible le hubiera atravesado el pecho.
—¿Piensas que no soy lo suficientemente fuerte? —exigió saber, taladrándolo con los ojos mientras él observaba fascinado la cólera que bullía en ellos.
—Jamás he dicho eso —le aseguró Joe—. Jordan ha tergiversado mis palabras.
—Pero estás de acuerdo con él —dijo ____ como si creyera que así era y estuviera reuniendo pruebas para demostrarlo.
Él apretó los dientes.
—No eres un agente.
—Orión no está tratando de matar a un agente —señaló ____ con la voz ardiendo de rabia—. Está tratando de matarme a mí. ¿Dónde estaré más segura que aquí? ¿Acaso piensas que no me seguirá?
—No sabrá que te has ido —le prometió Joe—. Se imaginará que he tomado más precauciones tras el ataque fallido, que vamos a quedarnos encerrados en el apartamento. Intentará entrar de alguna manera y entonces lo atraparemos.
—A menos que ocurra lo mismo que en Rusia hace cinco años —intervino Jordan—. Su objetivo fue trasladado a un piso franco y se colocó a un doble en su casa. Orión lo encontró de todos modos. Mató a un agente de la CIA e hirió a otro antes de ir a por su víctima, a la que se encontró en un almacén abandonado dos días más tarde. El método utilizado para su muerte coincide con el modus operandi del asesino que buscamos.
Joe miró a Jordan furioso, consciente del temblor que había atravesado a ____ al oír aquello.
La joven bajó la vista unos segundos y luego se volvió hacia Jordan.
—¿Qué cree que es lo más conveniente para mí? —le preguntó.
Jordan se reclinó en la silla y, en opinión de Joe, la miró con la sincera y sombría compasión de una cobra preparándose para el ataque.
—Creo que lo mejor es seguir adelante con el plan original. Las cámaras del paso elevado cercano al lugar donde atacó Orión nos hacen pensar que está herido. Al parecer la bala de Joe le alcanzó en el pie o en el tobillo. La sangre que encontramos en la escena apoya esa teoría. Disponemos de una o dos semanas antes de que él se considere en forma para atacar de nuevo. Para entonces, creerá que habréis bajado la guardia. Joe comenzará a aparecer en público con usted. En su expediente consta que le gusta salir de noche y disfrutar de la compañía de otras parejas. Nuestro plan original consistía en darle la oportunidad a Orión de atacar o colarse en el apartamento de nuevo para instalar algún tipo de controlador, y pienso que todavía es posible.
—Y entonces ¿qué pasó ayer? —le espetó ella, consciente de que Joe la observaba con los puños a los costados.
—Orión consiguió adelantar al coche de vigilancia. Lamento lo sucedido y le aseguro que no volverá a ocurrir. —Jordan hizo una mueca—. Ese maldito asesino sabe cómo escapar de ese tipo de situaciones, pero no puede dar esquinazo a un agente en el apartamento.
—¿Por qué su agente no quiere ceñirse ahora al plan original? — exigió saber con la vista clavada en Joe—. Si esconder a los objetivos en un piso franco no funciona, ¿por qué intentarlo de nuevo?
—No estoy seguro —contestó Jordan—. Es mejor que discuta ese tema con él. Ahora tengo que asistir a una reunión, pero regresaré por la tarde para que me diga qué ha decidido. ¿Le parece bien?
Jordan era el más sucio y manipulador hijo de perra que Joe hubiera conocido jamás, y eso era decir mucho, ya que el israelí siempre había pensado que no podía haber nadie más bastardo que él mismo.
Con deliberada lentitud, el comandante se levantó de la silla, tomó un sorbo de café y después se volvió hacia Nik.
—Necesito que me acompañes a la reunión.
—Me las pagarás —le prometió Joe con voz fría—. No lo dudes.
La respuesta de Jordan fue una amplia sonrisa.
—Estoy seguro de ello, Joe. Te veré esta tarde.
Con el corazón lleno de emociones enfrentadas, ____ observó cómo Jordan y Nik abandonaban la cocina. Unos segundos después, el sonido de la puerta anunció su salida.
Ninguna de las veces que había visto a Jordan había recibido buenas noticias.
No podía recordar haber estado nunca tan furiosa, ni tan herida. Ni siquiera Jansen Clay le había causado tanto daño como Joe ahora. Sentía una dolorosa opresión en el pecho ante la traición, un enorme nudo le atenazaba la garganta y tenía que contener el impulso de llorar a lágrima viva.
—Tengo cosas que hacer —consiguió decir finalmente a duras penas, dirigiéndose al rincón donde estaba su pequeño despacho—. Estoy segura de que encontrarás algo con lo que entretenerte.
—¿Es ésa la única manera que tienes de descargar tu rabia, ____? —gruñó él con voz ronca y frustrada.
Vaya, estaba frustrado. Qué lástima.
—Por lo que tengo entendido, el asesinato sigue siendo ilegal —le espetó de forma glacial.
—Yo también tengo entendido que ignorar el peligro puede ser mortal —replicó él. La arrogancia le cubría como un abrigo confortable, y eso la enfureció aún más.
—¿Y quién es el que está ignorando el peligro aquí? —Un torrente de adrenalina alimentaba su ira con una fuerza que la hacía querer gritar.
No se permitió desahogarse por una sola razón. Dejar que la rabia tomara las riendas la obligaría a encarar el hecho de que estaba indefensa. De que no tenía el control de la situación y por lo tanto de su vida. Y estaba harta de ser controlada por fuerzas externas.
—Estás huyendo, ____ —señaló Joe con una mirada distante en sus oscuros ojos—. Huyes de los recuerdos igual que te escondes en este apartamento. Incluso has tardado seis años en reunir el valor suficiente para acostarte con alguien.
—Y mira lo que encontré —gruñó ella en respuesta—. Tantos años esperando para acabar encontrando a un bastardo duro y manipulador. Menuda suerte la mía.
Algo se rompió dentro de ella en ese momento. El hecho de haber sido manipulada, de que le hubieran mentido, de que Joe hubiera utilizado su deseo contra ella la noche anterior, le molestaba más que el hecho de que su vida estuviera en peligro.
—Nunca he fingido ser otra cosa. —Los ojos de Joe le sostuvieron la mirada. Eran fríos, pero había un tenue resplandor en aquellas oscuras profundidades, algo que le hacía pensar que estaba ante una criatura muy peligrosa.
Por desgracia, ser cautelosa no estaba en sus planes en esos momentos.
Él la quería fuera de su vida y saberlo la llenaba de angustia. Pensaba que ella era débil, que no podría llevar a cabo esa operación. Que no podía participar activamente en su propia protección.
—No, jamás has fingido ser otra cosa —convino ella, odiando el temblor de su voz y el escalofrío que la recorrió—, y supongo que tampoco debería haber esperado algo más, ¿verdad?
No tendría que haberlo olvidado, se dijo a sí misma. No debería haber olvidado que él era un agente, no su amante. Y que era un hombre. Un hombre no tenía que sentir nada para llevar a una mujer a la cama; todo lo que tenía que hacer era sentirse lo suficientemente atraído para ponerse duro.
Dios, había sido tan estúpida.
Se pasó las manos por el pelo y contuvo la amarga risa que pugnaba por salir de sus labios.
—Sea lo que sea que estás pensando, estás equivocada —le aseguró él de pronto, arrastrando las palabras—. Sólo quiero que estés a salvo, nada más. Orión no sabrá que estás en un piso franco. Lo que ocurrió en Rusia no tiene nada que ver con esto. Ese bastardo contaba con un informador y además, su víctima había cabreado a demasiada gente. Orión nunca imaginará que tu pareja te ha enviado a un piso franco, ____.
—No me digas. —La amargura asomó entonces a su voz, avivando la cólera que la inundaba—. Yo tampoco lo habría imaginado.
—No lo entiendes —siseó él entre dientes.
—No soy imbécil, Joe —estalló—. Sé exactamente lo que has querido decir. Pero lo cierto es que no sabes lo que él piensa en este momento. Podría haberse dado cuenta de que ésta es una operación para cazarle y estar esperando a que me trasladen de un momento a otro. Llevamos aquí una semana y tanto Jordan como tú me asegurasteis que Orión intentaría atacarme en el apartamento. Bien, pues no lo ha hecho. Estuvo a punto de matarte y casi me secuestró en público. Es evidente que no lo conoces tan bien como creías.
Fue alzando la voz a medida que la rabia y el dolor colisionaban en su interior, dando vida a unas emociones que siempre había contenido por la sencilla razón de que nunca había sabido cómo manejarlas.
¿Y él la acusaba de huir? La acusaba de luchar contra sus recuerdos y sus necesidades como si nada más importara, excepto esconderse. Maldito fuera. Había bastante diferencia entre esconderse y curarse.
—____, no debemos dejar que esto escape a nuestro control. —Aquella observación expuesta con esa voz fría y controlada que él tenía, tuvo el poder de provocarle una explosión de ira.
—Has sido tú quien has permitido que todo fuera mucho más allá de lo necesario —le acusó con voz temblorosa—. Has sido tú quien me mintió desde el principio. El que me manipuló y el que opta por largarse ahora que las cosas han llegado demasiado lejos entre nosotros. Pues ya puedes largarte, Joe. —Señaló la puerta con el dedo—. ¿Por qué no te vas y le dices a Jordan que es mejor que tu intervención en esta operación se limite sólo a la vigilancia? Tal vez encuentre a otro voluntario que quiera follarme.
Él se movió antes de que ella pudiera preverlo siquiera. Cruzó la estancia, empujándola contra la pared y atrapándola con su enorme y duro cuerpo.
Estaba excitado. Su erección se apretaba contra el vientre de ____, recordándole lo ocurrido entre ellos horas antes, y las mentiras que habían salido de sus labios mientras la había sostenido en el más íntimo de los abrazos.
—No sabes lo que estás diciendo —gruñó con voz áspera, atrapándole las muñecas con las manos cuando ella intentó apartarlo y apretándoselas contra la pared—. No me presiones, ____. No soy el hombre que tú quieres que sea. No soy cortés. No puedo darte el futuro que quieres.
Ella ni siquiera se había dado cuenta de lo que esperaba de él hasta que Joe lo expuso de aquella manera tan cruda.
Quiso encogerse por el dolor y la humillación porque él había visto algo en ella de lo que ____ no había sido consciente hasta ese momento.
—Suéltame. —Se obligó a que no le temblara la voz. A no sentir.
Sabía cómo hacerlo. Lo había aprendido cuando sólo era una niña que ansiaba el amor de su padre. Jansen Clay no se lo había podido dar, como tampoco podía dárselo Joe. No era culpa de él, se recordó. No podía hacer que la amara, que la quisiera.
—____, vamos a dejar esto bien claro —gruñó—. Entiendo por qué estás dolida y precisamente ésa es la razón que me impulsa a enviarte a un piso franco, lejos de mí. Nunca he querido hacerte daño, cariño, créeme.
Era sincero. Se veía en la expresión de sus ojos, y eso le provocaba todavía más dolor.
—No me has hecho daño. —Retorció las muñecas hasta que él la soltó y luego lo empujó, alejándose del calor y la seguridad que su cercanía le proporcionaban.
Él no era seguro, se dijo a sí misma. Sólo necesitaba su habilidad como agente para atrapar a Orión. No necesitaba un hombre que le diera seguridad. Sin embargo, por alguna razón inexplicable, había necesitado a Joe para que la hiciera sentirse a gusto con sus emociones.
—La alternativa de Jordan me ha parecido mucho mejor que la idea de un piso franco —dijo finalmente, alejándose de él—. Si permanezco aquí, contaré con el apoyo de todo tu equipo y sabremos con total seguridad que Orión vendrá a por mí. Lo del piso franco no me parece seguro.
Joe no dijo una sola palabra, limitándose a observarla. Podía sentir su intensa mirada en la espalda cuando se dirigió al escritorio y al trabajo en el que, estaba segura, no iba a poder concentrarse.
—Eso de las salidas también me parece una buena idea —continuó ella mientras se sentaba y parpadeaba para contener las lágrimas en un vano intento de concentrarse en el programa de contabilidad del ordenador.
«Contrólate», se recordó a sí misma. Dejar volar sus emociones nunca había servido para nada más que para sentirse humillada.
—Si prefieres no participar en sus planes, lo entiendo —siguió—. Estoy segura de que Jordan encontrará a otro agente. Quizá un doble tuyo, Joe. De esa manera, Orión nunca averiguará que no tienes estómago para hacer este trabajo.
El silencio fue su única respuesta durante largos segundos.
Cuando Joe habló finalmente, el sonido de su voz provocó un estremecimiento en la espalda de ____.
—Jordan puede hacer lo que le plazca. —Cada una de sus palabras estaba cubierta de hielo—. Pero te lo advierto, ____, mientras esta operación continúe, cualquier hombre que intente ocupar mi lugar en tu cama, se las verá conmigo.
Ella se giró para mirarle y un escalofrío la recorrió por entero al ver que los ojos de Joe brillaban de forma fría y peligrosa.
—Como tú ya no eres bien recibido en esa cama, no es una decisión que te concierna.
Joe observó la espalda de ____ cuando ésta se volvió de nuevo hacia el ordenador. Ensanchó las fosas nasales y apretó los dientes.
De acuerdo, él no había manejado bien las cosas, pero tampoco lo había hecho Jordan. Aquel hijo de perra había saboteado sus planes con eficacia letal.
Obligándose a mantener la calma, se sentó lentamente en el sofá.
Era un agente del Mossad, se recordó a sí mismo. El hecho de formar parte de la Unidad de Fuerzas Especiales no cambiaba quién o qué era. Estaba considerado como uno de los mejores agentes del mundo. Había matado durante años y se había enfrentado a adversarios formidables sin siquiera titubear. Su propia muerte no había sido más que un mero trámite. Un medio para vengarse, nada más. Para trabajar con una autonomía y una seguridad que el Mossad no podía darle.
La Unidad de Fuerzas Especiales participaba únicamente en operaciones encubiertas. Estaba financiada por capital privado, pero disfrutaba de un respaldo político mayor que muchas agencias americanas.
Sí, sin duda él era uno de los agentes mejor preparados del mundo y, sin embargo, no podía controlar a ____.
Le había hecho daño. Pensar en ello le hizo acordarse de los consejos que su madre le había dado hasta el día de su muerte, y se sintió avergonzado. Ariela había intentado enseñarle las complejidades del corazón de una mujer, el valor de una relación de pareja segura y estable. Le había advertido que recordara siempre que la fuerza de una mujer no residía en su físico sino en su corazón.
Y lo había olvidado con ____.
La joven había encontrado la fuerza necesaria para apartar los recuerdos y seguir adelante con su vida. Había sido injusto con ella, y ahora no sabía cómo arreglar la situación. Se dijo que quizá eso fuera lo mejor. Si ____ no le perdonaba, no podría enamorarse de él. Y puede que de esa manera él tampoco se enamorara de ella.
Una cosa era cierta: ____ lo había vapuleado de tantas maneras posibles que, de momento, no sabía cómo tratarla.
No había esperado que se enfureciera ni que le doliera ir a un piso franco. Sinceramente, él había pensado que se sentiría más segura allí.
Sin embargo, había sabido desde el momento que Jordan había soltado la bomba sobre su traslado, que lo último que ____ había pensado era en su seguridad.
Había observado cómo la furia hervía en sus venas, cómo había relampagueado en sus ojos y en su voz. Y, para su asombro, eso había provocado que su polla se endureciera y tensara más que nunca. Como si no la deseara ya lo suficiente. Como si cada vez que la tocaba, que la besaba, que acariciaba sus curvas redondeadas, no ardiera por ella como nunca antes lo había hecho por otra mujer.
La deseaba con una fuerza que no podía controlar, y eso le preocupaba. Mucho.
¿Y ella pensaba que podría echarlo de su cama así sin más? Obviamente, ____ creía que su desafío iba a quedar impune.
—Lo de la cama no es negociable —gruñó a la envarada espalda de ____.
Ella se giró lentamente; la silla rechinó un poco cuando alzó la vista para mirarlo a los ojos.
—No, no es negociable —afirmó con una sonrisa que contenía tanta falsa dulzura que él se preguntó si sería posible embotellar ese azúcar amargo—. Es mi cama. Punto. Por mí, señor Jonas, puede dormir en el suelo.
Joe se acomodó en el sillón, apoyó los pies en la mesita de café, cruzó las manos sobre el estómago y le brindó una amplia sonrisa.
—No apuestes por ello.
¡Hola chicas! :D
Aquí les dejo este capítulo. Cuando pueda subo más.
Besos
Natuu!!
Natuu!
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
jajja joe es terrible!!!
pero la hizo sentir muy mal pero bueno tambn es entendible la posicion de el
siguela por favor!!!!!!!!
pero la hizo sentir muy mal pero bueno tambn es entendible la posicion de el
siguela por favor!!!!!!!!
Julieta♥
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
ayyy joseph jsopeh a veces eres un poquito bruto ¬¬
jajajaja
siguela quieor megamaratoN!
jajajaja
siguela quieor megamaratoN!
andreita
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
La lastimo, pero ella ya esta enamorada de el y el de ella ese es la diferencia de sus planes. Me encanta mucho esta novela. SIGUELA
Creadora
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
hay Joseph te pasas!!
Pobre rayiz
Siguela!!!
Pobre rayiz
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Ahh ese jordan ! si hubiera dejado q joe se lo diga __ no se hubiera puesto asi u.u
Amo cuando joe se pone asi de posesivo fsdghfsas babas
Perdon por no pasar antes , recien me arreglan la compu estuve dos semanas sin compu :'( fue horrible u.u
SIGUELAA!!
Amo cuando joe se pone asi de posesivo fsdghfsas babas
Perdon por no pasar antes , recien me arreglan la compu estuve dos semanas sin compu :'( fue horrible u.u
SIGUELAA!!
jb_fanvanu
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Dieciséis
«¡No apuestes por ello!»
Era una condenada suerte que ____ no hubiera apostado nada, porque Joe había pasado toda la noche en su cama, pegado a ella y con la mano apoyada sobre su cadera.
Furiosa y excitada como estaba, no pudo conciliar el sueño en toda la noche, lo que provocó que por la mañana se encontrara todavía más malhumorada. Malhumorada, cabreada y dolida.
No podía creer que Joe estuviera tan ansioso por librarse de ella. Si tan desesperado estaba, ¿por qué se había pegado a ella en la cama y se había pasado la noche acariciándola?
Al levantarse, vio en la noticias otra repetición del fallido intento de secuestro, y poco después empezó a recibir numerosas llamadas de los medios de comunicación. Parecía como si todo el mundo estuviera interesado en ____ Clay otra vez. Seis años de anonimato se habían ido al infierno y su cara volvía a salir en la pantalla del televisor.
Y por si eso fuera poco, esa noche iban a salir de copas. A cenar y bailar, según le había informado Joe. Justo lo último que necesitaba.
No se sorprendió cuando un mensajero de una de las tiendas de moda más caras de la ciudad apareció en la puerta con más ropa, pero sintió que su mal humor empeoraba por momentos.
—Para participar en la misión, tienes que interpretar tu papel — le dijo Joe al ver que ella contemplaba furiosa la pila de vestidos, faldas y tops que había sobre la cama—. Confía en mí; Orión y su cliente conocen a fondo mi expediente y saben que me gusta la vida nocturna. Si quieres que cacemos a ese maldito asesino y a su cliente, tienes que interpretar bien tu papel. Cuanto antes acabemos con esto, antes podrás seguir con tu vida.
Joe la observó con aquella mirada calculadora que había tenido en los ojos durante toda la mañana, como si estuviera intentando resolver un puzzle, buscando las piezas y haciéndolas encajar.
Ella no era un puzzle.
—Si te investigaron a ti, también me habrán investigado a mí — masculló ella apretando la mandíbula—. Saben que no uso este tipo de ropa.
—Empezaste a usar ese tipo de ropa la noche que me conociste —señaló él. ____ sintió que le empezaba a hervir la sangre. A ese paso acabaría teniendo un infarto—. Pero si no quieres ponértela —se encogió de hombros despreocupadamente mientras le dirigía una mirada burlona—, estoy seguro de que podremos llegar a un acuerdo.
Como si a ella le diera demasiado miedo ponérsela.
____ bajó la vista hacia los vestidos. Quizá sí tuviera miedo. Era la ropa de una mujer atrevida, hacía que se sintiera como si pudiera conquistar montañas. Y ____ sabía que ella todavía no estaba preparada para eso.
Los vestidos le parecían demasiado cortos, al igual que las faldas. Los tops eran sexys, y los zapatos de tacón, altos y provocativos. Sabía que se metería en líos si se ponía esa ropa, la clase de ropa que una vez la había aterrorizado. Pero no ahora. Ahora le parecía excitante. La noche que conoció a Joe se había puesto un vestido y zapatos de tacón. Pero no había sido el atuendo lo que la había hecho sentir especial en aquella ocasión, sino el hombre que la había acariciado con la mirada.
—No será necesario llegar a ningún acuerdo. —Maldito orgullo—. Si tú puedes pagarlas, yo puedo ponérmelas.
Joe arqueó una ceja.
—No lances desafíos que no seas capaz de cumplir, ____. Créeme, sé exactamente qué ropa comprar para que una mujer cause impresión.
Ella sonrió ampliamente.
—No te tengo miedo, Joe. —Puede que él lograra aterrorizar una parte de ella, pero el resto estaba más que dispuesto a enfrentarlo.
Estaba harta de que la manipularan. Harta de que los demás tuviesen el control de su vida. Él había querido utilizarla y luego irse, pues perfecto, porque ella no podía aceptar la seguridad que él le ofrecía para tener más confianza en sí misma.
La sonrisa de Joe se hizo más profunda. Su labio inferior, lleno y sensual, la tentaba y la enfurecía a la vez.
—Deberías tenérmelo. —Él se acercó más, aquellos labios que la volvían loca estaban ahora a unos centímetros de su boca—. Porque esa ropa hará que tu delicioso cuerpo me ponga duro como una piedra, ____. Me excitará y llenará de deseo. Si arrojas el guante y me tientas, corres el riesgo de que acabe devorándote.
—¿Lo harías? —Su voz era firme, pero por dentro estaba temblando—. Estoy segura de que podrás manejar la presión.
____ no dudaba de que él se pusiera duro al verla con aquella ropa. Había hombres que se excitaban con cualquier mujer y quizá Joe fuera uno de ellos.
Cogió el vestido que estaba más cerca en un intento de mostrar una seguridad que no sentía. Al menos le gustaba el color. La seda de color chocolate le sentaría bien a su tez y la falda corta le realzaría las piernas. Los zapatos a juego, de tacón alto, por supuesto, eran preciosos. El corpiño adornado le cubriría escasamente los pechos y los finos tirantes no parecían lo suficientemente fuertes para sostenerlo en su lugar.
Joe arqueó las cejas ante su elección.
—Ese me gustó especialmente cuando lo vi en la página web —dijo en voz baja—. Es atrevido, ____. Muy provocativo.
Tras decir aquello, se marchó de la habitación y cerró la puerta tras él.
Aliviada, ____ dejó escapar un suspiro y volvió a mirar el vestido.
Oh, estaba metida en serios problemas. Ese vestido iba más allá de todas sus expectativas, de cualquier cosa que hubiera deseado ponerse. Salvo en sueños, por supuesto. En sus fantasías, ____ era una mujer audaz y segura de sí misma.
La otra ____, la que durante toda su vida había aprendido a ser prudente, estaba cómoda descalza y en vaqueros.
Pero estaba inmersa en una misión ¿no? Era una buena excusa para hacer a un lado sus miedos y ser la mujer que realmente quería ser.
Apartó el vestido antes de examinar las demás prendas. Las minifaldas y los tops eran adecuados para vestir con alguna de las finas blusas transparentes. Y en cuanto a los diversos pares de zapatos alineados en el suelo, la verdad es que no podían resultar más sexys.
—Después de cenar iremos a un pequeño club —le dijo Joe cuando ella acabó de guardar la ropa y regresó al salón—. Tenemos que salir de aquí a las siete.
—¿Kira e Ian pertenecen a la misma agencia que tú? —le preguntó ____—. El fiscal del Estado comentó que era una agencia privada. ¿De qué clase?
Joe la observaba sentado en el sofá, con el portátil abierto en la mesita de café.
—Es un grupo privado que hace lo que considera más adecuado — le explicó fríamente—. No somos una agencia, ____. Somos un equipo.
—Me gustaría saber exactamente en manos de quién me ha puesto el gobierno —replicó ella, irritada—. ¿Qué clase de operaciones te asignaban cuando eras un SEAL?
—Eso no importa —gruñó Joe.
—Quizá sea importante para mí. —Necesitaba saber quién o qué había sido el hombre que dormía en su cama todas las noches.
Debería habérselo preguntado antes. Había sentido curiosidad, pero había estado demasiado abrumada con otras cosas. Cosas que le habían estallado en la cara, y ahora comenzaba a preguntarse si no le estallaría también esto.
—Entiendo que sea importante para ti —dijo Joe serenamente—. Considéranos una agencia de seguridad privada. Un grupo que accede a lugares donde otras agencias gubernamentales no pueden hacerlo, y que logran terminar su trabajo.
—¿Sois mercenarios? —No se lo imaginaba como mercenario, aunque sí era lo bastante fuerte y duro.
—Si quieres pensar que somos mercenarios, por mí vale. —Cerró el portátil y clavó en ella una mirada penetrante—. ¿Te parezco un mercenario?
—Más bien me pareces arrogante y engreído, características que todo mercenario debería tener, ¿no crees?
—¿Has conocido a muchos? —Se puso en pie lentamente y se acercó a ella.
____ permaneció inmóvil a pesar del deseo de retroceder y escapar de él. Ese no era el Joe que creía conocer. Este era más duro, más decidido, y no hacía nada por ocultar la extrema sexualidad que emanaba de cada uno de sus poros.
____ no sabía si debía sentirse excitada o muerta de miedo. Pero, sin que pudiera hacer nada por evitarlo, su cuerpo tomó la decisión por ella. Ansiaba sus caricias.
—Te conozco a ti, ¿no te parece suficiente? —Encogió los dedos de los pies sobre la alfombra cuando él se detuvo. Estaba tan cerca que el ancho torso masculino cubierto con una camiseta estaba a un aliento de rozar los endurecidos pezones de sus pechos bajo la tela de la blusa.
Joe esbozó una sonrisa.
—Puedo ser tan mercenario como la situación lo requiera —le aseguró, levantando la mano para colocarle un mechón detrás de la oreja—. Puedo llegar a ser tan mercenario que te haría encoger los dedos de los pies.
Los dedos de sus pies ya estaban encogidos. El roce de los nudillos de Joe contra su mejilla cuando éste retiró la mano provocó que una oleada de deseo recorriera todas y cada una de sus terminaciones nerviosas. Se le irguieron los pezones, se le hinchó el clítoris y los deseos sexuales que él había despertado en ella hicieron que su cuerpo palpitara de necesidad.
—¿Por qué no me sorprende? —Tuvo que obligarse a permanecer quieta, ignorando la oleada de calor que la consumía.
Él curvó los labios. Sus oscuros ojos la observaban con complicidad.
—Quizá no debería —convino finalmente al tiempo que le deslizaba las yemas de los dedos por el cuello, el hombro, el brazo—. No debería sorprenderte, ____. Igual que no debería sorprenderte saber que por mucho que intentes huir de mí, voy a acabar por follarte otra vez.
____ entrecerró los ojos.
—No apuestes por ello. —Pero ella ya tenía la respiración entrecortada, casi jadeante ante la idea de tenerlo dentro de su cuerpo de nuevo. Podía sentir el calor que ardía en su vientre, que le humedecía las bragas.
La sonrisa de los labios de Joe se hizo más amplia.
—¿Te divierte mentirte a ti misma?
—¿Te divierte a ti mentir a todos los que te rodean? —repuso ella.
La amplia sonrisa abandonó la cara de Joe. Su expresión se hizo más oscura, más dura, más fría.
—Sólo si es necesario. —Se encogió de hombros sin dejar de deslizarle, suave y eróticamente, las puntas de los dedos por el brazo—. Créeme, ____, no me importa mentir cuando es necesario.
La había puesto en su lugar. No le había mentido sobre atrapar a Orión, pero ¿hasta dónde llegarían las mentiras? A ____ pareció abandonarle el valor ante la perspectiva de formularle esa pregunta, porque temía lo que pudiera responderle. Joe ya había probado que podía mentirle con sus tiernas caricias, con sus besos adictivos y su cuerpo experimentado.
—¿Sabes lo que quiero hacerte? —preguntó él entonces en voz baja, tan ronca que fue como una caricia para los sentidos de la joven—. Quiero empujarte contra la pared que tienes a tus espaldas y penetrarte mientras gritas mi nombre. Quiero sentir cómo tu coño se cierra y palpita en torno a mi polla. Y cuando terminemos, te tumbaré en el suelo y te tomaré otra vez. Si no te vas a tu habitación en este instante te follaré, cariño. Yo que tú me movería rápido.
____ no podía moverse. Le devolvió la mirada casi fascinada por el inquietante resplandor de lujuria que ahora inundaba los ojos de Joe.
Él deslizó los dedos del brazo al trasero de ____. Se lo acarició con cierta aspereza y luego introdujo la mano entre sus muslos para rozarle apenas el sexo, que palpitó e hirvió. ____ podía sentir cómo se humedecían sus sensibles pliegues, preparándose para sus caricias.
Él estaba a unos centímetros de su carne mojada cuando sonó su móvil, provocando que ____ se sobresaltara y que Joe rechinara los dientes.
—Salvada por la campana —murmuró él, apartando la mano para sacar el teléfono de su funda en el cinturón—. Adelante, huye. Ya terminaremos después.
Ella se apresuró a entrar en su habitación, intentando poner tanta distancia entre ellos como fuera posible y preguntándose si alguna vez podría reconstruir sus defensas y armarse de valor para negarse a sus demandas.
Lamentablemente, era lo último que su cuerpo quería hacer.
Resolución, fuerza y pura tenacidad. Joe había visto todas esas cualidades en ____ la primera noche, cuando ella se había sentado en el club luchando contra sus miedos y la certeza de que sería rechazada.
Había tardado seis años en reunir el valor necesario para tomar un amante, pero tenía que reconocer que había dado ese paso antes que muchas mujeres en su situación. Tenía agallas para hacer lo que debía hacer, como demostró cuando salió del dormitorio vestida con el traje de seda color chocolate que se amoldaba a sus curvas como un sueño húmedo.
Los tacones a juego de diez centímetros que calzaban sus pies, hacían que sus piernas parecieran infinitas. La piel le brillaba con una transparencia cremosa y sus pechos parecían a punto de salirse de las copas del ceñido corpiño.
El pelo le caía justo por debajo de los hombros; los mechones de distintos matices le enmarcaban delicadamente el rostro mientras la sutil sombra de sus párpados le daba una apariencia sensual y somnolienta.
Los carnosos labios estaban maquillados con un brillo de labios rosado, y el color natural de sus mejillas había sido intensificado con un leve toque de colorete. Podría hacer jadear a un hombre de lujuria.
Demonios, su polla iba a reventarle los pantalones y Joe estaba seguro de que el corazón le estallaría en el pecho por la velocidad con la que latía.
____ tenía un poder sobre él con el que no había contado.
La observó cruzar la sala con un bolso a juego en las manos. Metió en él la llave y una pequeña cartera de piel y luego alzó la vista en su dirección.
La mirada en sus ojos rompió el corazón de Joe. Bajo el brillo de la cólera había sombras de incertidumbre. Pura inseguridad femenina, como si ____ no fuera consciente del efecto que tenía sobre él.
—¿Recuerdas el sexo contra la pared que te mencioné antes? —Observó satisfecho cómo la cara de ____ se ruborizaba y un destello ardiente le iluminaba los ojos—. Si no nos vamos en este preciso instante, vas a saber con exactitud qué se siente al rodearme las caderas con esas piernas tan bonitas mientras penetro en ti.
Eso era ir directo al grano.
Ella inspiró lenta y profundamente, alzando aquellos deliciosos pechos contra la seda.
—Me he olvidado el chal.
Joe apretó los dientes mientras ella volvía con rapidez al dormitorio. Cuando regresó, tenía los hombros y el escote cubierto con un fino chal de seda.
Joe abrió la puerta y escudriñó el pasillo, consciente del arma que llevaba en el tobillo y de la que no llevaba bajo la chaqueta. El resto del equipo estaría armado hasta los dientes.
Tendiéndole la mano a ____, la condujo por el pasillo examinando cada recoveco una vez más. Un segundo después se abrió la puerta del apartamento en el que el equipo había montado la base y John entró con rapidez en la vivienda de ____.
—Divertíos, chicos —murmuró antes de cerrar la puerta y echar los cerrojos.
—Esto es ridículo —siseó ____ cuando Joe le puso la mano en la parte baja de la espalda para guiarla al ascensor.
—Sin duda —respondió él en voz baja—. No te preocupes, John no tocará tus cosas.
—No, se limitará a vaciar la nevara —adujo ella—. ¿Acaso Jordan no le da de comer?
—Sólo una vez al día —gruñó Joe, colocándose delante de ella para protegerla cuando se abrieron las puertas del ascensor.
—¡Qué guapos! —dijo Tehya al salir de él, agitando su pelo rojizo con los ojos verdes llenos de coqueta diversión.
Joe fue muy consciente de que ____ se envaraba a su lado. La joven no había visto a Tehya ir y venir al apartamento de enfrente y no sabía quién era.
Saludó a Tehya con la cabeza, consciente de que su presencia significaba que la planta baja estaba despejada, y condujo a ____ dentro del ascensor, ignorando la mirada fulminante de ésta mientras oprimía el botón del vestíbulo y se colocaba ligeramente a su espalda.
—No pierdes el tiempo —masculló la joven entre dientes.
Joe hizo una mueca al oír la tensión en su voz.
—Ten cuidado, cariño —le advirtió quedamente—. Tu preciosa boca está a punto de meterte en problemas.
Si seguía por ese camino, le abriría las piernas sin contemplaciones y la haría suya allí mismo.
Por suerte, antes de que ella pudiera decir nada más, se abrieron las puertas del ascensor. El portero, Clive, tenía una amplia sonrisa en la cara cuando ____ caminó hacia él.
—Está guapísima —le aseguró, siguiendo con la mirada cada movimiento de la joven—. Me alegro de verla tan bien después de lo que ocurrió el otro día. No me lo podía creer cuando vi las noticias en la tele, señorita Clay. El mundo está lleno de locos.
—Cierto —murmuró ella mientras el portero le abría la puerta—. Gracias Clive.
—De nada, señorita Clay. —Había preocupación y curiosidad en la cara del anciano cuando Joe pasó a su lado.
Clive era el portero perfecto para un lugar como aquél, pensó Joe ocultando una sonrisa. Refinado, con la nariz altiva, calvo y con perilla, daba la perfecta impresión de superioridad que hacía sentir mejor a los dueños de los apartamentos.
La limusina esperaba en la entrada con Travis al volante. El ex agente del MI6 se apresuró a abrir la puerta trasera y la cerró firmemente después de que Joe entrara.
—Así que ahora disponemos de limusina —masculló ____—. ¿Pero cuánto dinero ganas?
—Realizo algunos encargos como hacker —le explicó—. Por eso me paso tanto tiempo delante del ordenador. En realidad es como un hobby.
Un hobby que le había dado muy buenos frutos. Joe había hecho algunos contactos interesantes a través de los pocos clientes que tenía. Clientes que le debían favores y que él utilizaba en pro de los intereses del equipo y las operaciones que realizaban.
Una vez que Travis ocupó el asiento del conductor y puso el vehículo en marcha, Joe apretó un interruptor y subió el separador de cristal opaco mientras observaba a ____ con una sonrisa cómplice en los labios.
Cuanto más furiosa estaba con él, más audaz parecía. Era una parte de ____ que Joe no habría conocido si no hubiera intentado trasladarla al piso franco. Le había hecho daño y lo lamentaba. Sin embargo, gracias a lo sucedido, ahora sabía que el hecho de provocarla conseguía que abandonara los viejos temores e incertidumbres que él sabía que le impedían vivir la vida que quería. La cólera era una de las respuestas a esas provocaciones; el deseo era otra. Hacer que se enfrentara a él tenía su lado bueno.
Había intentado manejarla con guantes de seda, tratarla con delicadeza, pero había descubierto que había mucho más en ____ de lo que él había imaginado cuando la desafió.
Se preguntó cuánto más podría provocarla antes de llegar al club.
—Ven aquí —susurró, conteniendo las ganas de ronronear satisfecho al ver que ella se estremecía y le lanzaba una mirada sorprendida y furiosa.
—¿Estás de broma? —El tono arrogante de la joven casi le hizo esbozar una sonrisa. Demonios, lo ponía demasiado caliente cuando lo miraba con desdén.
—En realidad, no —respondió con voz dura y autoritaria—. Ven aquí —le ordenó, palmeándose el regazo.
Sorprendentemente, ella se rió. Un sonido lleno de amargura.
—Ni hablar, Joe.
Antes de que ____ pudiera evitarlo, él se deslizó por el asiento, la agarró por las muñecas y la colocó con rapidez en su regazo. Y, sin darle tiempo a reaccionar, cedió al deseo que lo atormentaba desde la noche anterior; inclinó la cabeza y capturó los labios de la joven en un beso ardiente y lleno de lujuria.
Le abrió los labios con la lengua y el dulce sabor de ____ le encendió los sentidos como si fuera pólvora. Había esperado hasta estar dentro del coche para saborearla. Saber que tenía un tiempo limitado para tocarla era la única manera de controlarse.
Le rodeó la espalda con un brazo, las caderas con el otro, y luego deslizó una mano bajo el dobladillo del vestido corto.
____ dejó de forcejear, aunque, en realidad, no había puesto mucho empeño en liberarse. Abrió la boca temblando de anhelo y sus labios hambrientos dejaron escapar un gemido de puro deseo femenino cuando él se giró para tumbarla en el asiento.
Sabiéndose vencida, enlazó los brazos alrededor de su cuello y separó los muslos ante la insistencia de la mano de Joe entre sus piernas.
Estaba mojada. Tan condenadamente mojada que la seda de las bragas estaba húmeda y caliente contra la punta de sus dedos. El sexo de la joven estaba anegado de jugos y, durante un momento de locura, Joe tuvo que luchar contra el deseo de desgarrar aquella frágil barrera de tela y hundirse dentro de ella.
Sin embargo, se limitó a deslizar los dedos bajo la seda en busca de los resbaladizos y sedosos pliegues, y la hinchada carne entre ellos. Los jugos calientes de ____ empaparon los dos dedos que introdujo en la ceñida abertura de su cuerpo. Era tan estrecha y caliente que cuando ella se aferró a sus dedos, Joe quiso lanzar un grito triunfal.
Estremeciéndose, ____ arqueó las caderas hacia él sin apartar los labios de los suyos. Separó aún más las piernas y apoyó un pie en el suelo para que los dedos de Joe tuvieran un mejor acceso a su sexo.
El pulgar de Joe buscó el hinchado clítoris y lo rozó con un sutil movimiento que arrancó un gemido ahogado de la joven. Con el único deseo de hacerla suya de nuevo, abrió los labios sobre los de ella para profundizar el beso, arrastrándola al mar de sensaciones en el que él se hallaba inmerso. No había nada tan dulce y ardiente como ____. Ella reclamaba una parte de su alma con su inocente deseo y sus gemidos salvajes, y Joe rezó para que la joven jamás lo descubriera.
Mantener la distancia era prácticamente imposible cuando estaba a su lado. ____ era como miel caliente, una mujer plena y sensual, y reducía a polvo cualquier atisbo de control.
Joe sabía que ella era su debilidad. Una debilidad que no podía permitirse, pero que tampoco podía negar.
Levantó la cabeza y empujó los dedos con firmeza en su palpitante sexo. Abrazándola, poseyéndola, la miró dejando que asomara a sus ojos todo el deseo que sentía por ella, el ansia de dominarla que crecía en sus entrañas.
—Esto es mío —afirmó profundizando casi violentamente la penetración de sus dedos—. Tú eres mía. Duermas con quien duermas y vivas con quien vivas, tu cuerpo me pertenece, ____. No trates de negarlo, porque los dos sabemos que mentirías.
Jadeando, con los ojos dilatados y la cara sonrojada, la joven tensó los músculos en torno a sus dedos y entrecerró los ojos, sosteniéndole la mirada.
—No apuestes por ello.
¡Hola chicas! :D
Gracias por sus comentarios y por seguir leyendo la novela :)
Aquí les dejo este capítulo, espero les guste.
Más tarde subo el siguiente.
Besos
Natuu!!
Era una condenada suerte que ____ no hubiera apostado nada, porque Joe había pasado toda la noche en su cama, pegado a ella y con la mano apoyada sobre su cadera.
Furiosa y excitada como estaba, no pudo conciliar el sueño en toda la noche, lo que provocó que por la mañana se encontrara todavía más malhumorada. Malhumorada, cabreada y dolida.
No podía creer que Joe estuviera tan ansioso por librarse de ella. Si tan desesperado estaba, ¿por qué se había pegado a ella en la cama y se había pasado la noche acariciándola?
Al levantarse, vio en la noticias otra repetición del fallido intento de secuestro, y poco después empezó a recibir numerosas llamadas de los medios de comunicación. Parecía como si todo el mundo estuviera interesado en ____ Clay otra vez. Seis años de anonimato se habían ido al infierno y su cara volvía a salir en la pantalla del televisor.
Y por si eso fuera poco, esa noche iban a salir de copas. A cenar y bailar, según le había informado Joe. Justo lo último que necesitaba.
No se sorprendió cuando un mensajero de una de las tiendas de moda más caras de la ciudad apareció en la puerta con más ropa, pero sintió que su mal humor empeoraba por momentos.
—Para participar en la misión, tienes que interpretar tu papel — le dijo Joe al ver que ella contemplaba furiosa la pila de vestidos, faldas y tops que había sobre la cama—. Confía en mí; Orión y su cliente conocen a fondo mi expediente y saben que me gusta la vida nocturna. Si quieres que cacemos a ese maldito asesino y a su cliente, tienes que interpretar bien tu papel. Cuanto antes acabemos con esto, antes podrás seguir con tu vida.
Joe la observó con aquella mirada calculadora que había tenido en los ojos durante toda la mañana, como si estuviera intentando resolver un puzzle, buscando las piezas y haciéndolas encajar.
Ella no era un puzzle.
—Si te investigaron a ti, también me habrán investigado a mí — masculló ella apretando la mandíbula—. Saben que no uso este tipo de ropa.
—Empezaste a usar ese tipo de ropa la noche que me conociste —señaló él. ____ sintió que le empezaba a hervir la sangre. A ese paso acabaría teniendo un infarto—. Pero si no quieres ponértela —se encogió de hombros despreocupadamente mientras le dirigía una mirada burlona—, estoy seguro de que podremos llegar a un acuerdo.
Como si a ella le diera demasiado miedo ponérsela.
____ bajó la vista hacia los vestidos. Quizá sí tuviera miedo. Era la ropa de una mujer atrevida, hacía que se sintiera como si pudiera conquistar montañas. Y ____ sabía que ella todavía no estaba preparada para eso.
Los vestidos le parecían demasiado cortos, al igual que las faldas. Los tops eran sexys, y los zapatos de tacón, altos y provocativos. Sabía que se metería en líos si se ponía esa ropa, la clase de ropa que una vez la había aterrorizado. Pero no ahora. Ahora le parecía excitante. La noche que conoció a Joe se había puesto un vestido y zapatos de tacón. Pero no había sido el atuendo lo que la había hecho sentir especial en aquella ocasión, sino el hombre que la había acariciado con la mirada.
—No será necesario llegar a ningún acuerdo. —Maldito orgullo—. Si tú puedes pagarlas, yo puedo ponérmelas.
Joe arqueó una ceja.
—No lances desafíos que no seas capaz de cumplir, ____. Créeme, sé exactamente qué ropa comprar para que una mujer cause impresión.
Ella sonrió ampliamente.
—No te tengo miedo, Joe. —Puede que él lograra aterrorizar una parte de ella, pero el resto estaba más que dispuesto a enfrentarlo.
Estaba harta de que la manipularan. Harta de que los demás tuviesen el control de su vida. Él había querido utilizarla y luego irse, pues perfecto, porque ella no podía aceptar la seguridad que él le ofrecía para tener más confianza en sí misma.
La sonrisa de Joe se hizo más profunda. Su labio inferior, lleno y sensual, la tentaba y la enfurecía a la vez.
—Deberías tenérmelo. —Él se acercó más, aquellos labios que la volvían loca estaban ahora a unos centímetros de su boca—. Porque esa ropa hará que tu delicioso cuerpo me ponga duro como una piedra, ____. Me excitará y llenará de deseo. Si arrojas el guante y me tientas, corres el riesgo de que acabe devorándote.
—¿Lo harías? —Su voz era firme, pero por dentro estaba temblando—. Estoy segura de que podrás manejar la presión.
____ no dudaba de que él se pusiera duro al verla con aquella ropa. Había hombres que se excitaban con cualquier mujer y quizá Joe fuera uno de ellos.
Cogió el vestido que estaba más cerca en un intento de mostrar una seguridad que no sentía. Al menos le gustaba el color. La seda de color chocolate le sentaría bien a su tez y la falda corta le realzaría las piernas. Los zapatos a juego, de tacón alto, por supuesto, eran preciosos. El corpiño adornado le cubriría escasamente los pechos y los finos tirantes no parecían lo suficientemente fuertes para sostenerlo en su lugar.
Joe arqueó las cejas ante su elección.
—Ese me gustó especialmente cuando lo vi en la página web —dijo en voz baja—. Es atrevido, ____. Muy provocativo.
Tras decir aquello, se marchó de la habitación y cerró la puerta tras él.
Aliviada, ____ dejó escapar un suspiro y volvió a mirar el vestido.
Oh, estaba metida en serios problemas. Ese vestido iba más allá de todas sus expectativas, de cualquier cosa que hubiera deseado ponerse. Salvo en sueños, por supuesto. En sus fantasías, ____ era una mujer audaz y segura de sí misma.
La otra ____, la que durante toda su vida había aprendido a ser prudente, estaba cómoda descalza y en vaqueros.
Pero estaba inmersa en una misión ¿no? Era una buena excusa para hacer a un lado sus miedos y ser la mujer que realmente quería ser.
Apartó el vestido antes de examinar las demás prendas. Las minifaldas y los tops eran adecuados para vestir con alguna de las finas blusas transparentes. Y en cuanto a los diversos pares de zapatos alineados en el suelo, la verdad es que no podían resultar más sexys.
—Después de cenar iremos a un pequeño club —le dijo Joe cuando ella acabó de guardar la ropa y regresó al salón—. Tenemos que salir de aquí a las siete.
—¿Kira e Ian pertenecen a la misma agencia que tú? —le preguntó ____—. El fiscal del Estado comentó que era una agencia privada. ¿De qué clase?
Joe la observaba sentado en el sofá, con el portátil abierto en la mesita de café.
—Es un grupo privado que hace lo que considera más adecuado — le explicó fríamente—. No somos una agencia, ____. Somos un equipo.
—Me gustaría saber exactamente en manos de quién me ha puesto el gobierno —replicó ella, irritada—. ¿Qué clase de operaciones te asignaban cuando eras un SEAL?
—Eso no importa —gruñó Joe.
—Quizá sea importante para mí. —Necesitaba saber quién o qué había sido el hombre que dormía en su cama todas las noches.
Debería habérselo preguntado antes. Había sentido curiosidad, pero había estado demasiado abrumada con otras cosas. Cosas que le habían estallado en la cara, y ahora comenzaba a preguntarse si no le estallaría también esto.
—Entiendo que sea importante para ti —dijo Joe serenamente—. Considéranos una agencia de seguridad privada. Un grupo que accede a lugares donde otras agencias gubernamentales no pueden hacerlo, y que logran terminar su trabajo.
—¿Sois mercenarios? —No se lo imaginaba como mercenario, aunque sí era lo bastante fuerte y duro.
—Si quieres pensar que somos mercenarios, por mí vale. —Cerró el portátil y clavó en ella una mirada penetrante—. ¿Te parezco un mercenario?
—Más bien me pareces arrogante y engreído, características que todo mercenario debería tener, ¿no crees?
—¿Has conocido a muchos? —Se puso en pie lentamente y se acercó a ella.
____ permaneció inmóvil a pesar del deseo de retroceder y escapar de él. Ese no era el Joe que creía conocer. Este era más duro, más decidido, y no hacía nada por ocultar la extrema sexualidad que emanaba de cada uno de sus poros.
____ no sabía si debía sentirse excitada o muerta de miedo. Pero, sin que pudiera hacer nada por evitarlo, su cuerpo tomó la decisión por ella. Ansiaba sus caricias.
—Te conozco a ti, ¿no te parece suficiente? —Encogió los dedos de los pies sobre la alfombra cuando él se detuvo. Estaba tan cerca que el ancho torso masculino cubierto con una camiseta estaba a un aliento de rozar los endurecidos pezones de sus pechos bajo la tela de la blusa.
Joe esbozó una sonrisa.
—Puedo ser tan mercenario como la situación lo requiera —le aseguró, levantando la mano para colocarle un mechón detrás de la oreja—. Puedo llegar a ser tan mercenario que te haría encoger los dedos de los pies.
Los dedos de sus pies ya estaban encogidos. El roce de los nudillos de Joe contra su mejilla cuando éste retiró la mano provocó que una oleada de deseo recorriera todas y cada una de sus terminaciones nerviosas. Se le irguieron los pezones, se le hinchó el clítoris y los deseos sexuales que él había despertado en ella hicieron que su cuerpo palpitara de necesidad.
—¿Por qué no me sorprende? —Tuvo que obligarse a permanecer quieta, ignorando la oleada de calor que la consumía.
Él curvó los labios. Sus oscuros ojos la observaban con complicidad.
—Quizá no debería —convino finalmente al tiempo que le deslizaba las yemas de los dedos por el cuello, el hombro, el brazo—. No debería sorprenderte, ____. Igual que no debería sorprenderte saber que por mucho que intentes huir de mí, voy a acabar por follarte otra vez.
____ entrecerró los ojos.
—No apuestes por ello. —Pero ella ya tenía la respiración entrecortada, casi jadeante ante la idea de tenerlo dentro de su cuerpo de nuevo. Podía sentir el calor que ardía en su vientre, que le humedecía las bragas.
La sonrisa de los labios de Joe se hizo más amplia.
—¿Te divierte mentirte a ti misma?
—¿Te divierte a ti mentir a todos los que te rodean? —repuso ella.
La amplia sonrisa abandonó la cara de Joe. Su expresión se hizo más oscura, más dura, más fría.
—Sólo si es necesario. —Se encogió de hombros sin dejar de deslizarle, suave y eróticamente, las puntas de los dedos por el brazo—. Créeme, ____, no me importa mentir cuando es necesario.
La había puesto en su lugar. No le había mentido sobre atrapar a Orión, pero ¿hasta dónde llegarían las mentiras? A ____ pareció abandonarle el valor ante la perspectiva de formularle esa pregunta, porque temía lo que pudiera responderle. Joe ya había probado que podía mentirle con sus tiernas caricias, con sus besos adictivos y su cuerpo experimentado.
—¿Sabes lo que quiero hacerte? —preguntó él entonces en voz baja, tan ronca que fue como una caricia para los sentidos de la joven—. Quiero empujarte contra la pared que tienes a tus espaldas y penetrarte mientras gritas mi nombre. Quiero sentir cómo tu coño se cierra y palpita en torno a mi polla. Y cuando terminemos, te tumbaré en el suelo y te tomaré otra vez. Si no te vas a tu habitación en este instante te follaré, cariño. Yo que tú me movería rápido.
____ no podía moverse. Le devolvió la mirada casi fascinada por el inquietante resplandor de lujuria que ahora inundaba los ojos de Joe.
Él deslizó los dedos del brazo al trasero de ____. Se lo acarició con cierta aspereza y luego introdujo la mano entre sus muslos para rozarle apenas el sexo, que palpitó e hirvió. ____ podía sentir cómo se humedecían sus sensibles pliegues, preparándose para sus caricias.
Él estaba a unos centímetros de su carne mojada cuando sonó su móvil, provocando que ____ se sobresaltara y que Joe rechinara los dientes.
—Salvada por la campana —murmuró él, apartando la mano para sacar el teléfono de su funda en el cinturón—. Adelante, huye. Ya terminaremos después.
Ella se apresuró a entrar en su habitación, intentando poner tanta distancia entre ellos como fuera posible y preguntándose si alguna vez podría reconstruir sus defensas y armarse de valor para negarse a sus demandas.
Lamentablemente, era lo último que su cuerpo quería hacer.
Resolución, fuerza y pura tenacidad. Joe había visto todas esas cualidades en ____ la primera noche, cuando ella se había sentado en el club luchando contra sus miedos y la certeza de que sería rechazada.
Había tardado seis años en reunir el valor necesario para tomar un amante, pero tenía que reconocer que había dado ese paso antes que muchas mujeres en su situación. Tenía agallas para hacer lo que debía hacer, como demostró cuando salió del dormitorio vestida con el traje de seda color chocolate que se amoldaba a sus curvas como un sueño húmedo.
Los tacones a juego de diez centímetros que calzaban sus pies, hacían que sus piernas parecieran infinitas. La piel le brillaba con una transparencia cremosa y sus pechos parecían a punto de salirse de las copas del ceñido corpiño.
El pelo le caía justo por debajo de los hombros; los mechones de distintos matices le enmarcaban delicadamente el rostro mientras la sutil sombra de sus párpados le daba una apariencia sensual y somnolienta.
Los carnosos labios estaban maquillados con un brillo de labios rosado, y el color natural de sus mejillas había sido intensificado con un leve toque de colorete. Podría hacer jadear a un hombre de lujuria.
Demonios, su polla iba a reventarle los pantalones y Joe estaba seguro de que el corazón le estallaría en el pecho por la velocidad con la que latía.
____ tenía un poder sobre él con el que no había contado.
La observó cruzar la sala con un bolso a juego en las manos. Metió en él la llave y una pequeña cartera de piel y luego alzó la vista en su dirección.
La mirada en sus ojos rompió el corazón de Joe. Bajo el brillo de la cólera había sombras de incertidumbre. Pura inseguridad femenina, como si ____ no fuera consciente del efecto que tenía sobre él.
—¿Recuerdas el sexo contra la pared que te mencioné antes? —Observó satisfecho cómo la cara de ____ se ruborizaba y un destello ardiente le iluminaba los ojos—. Si no nos vamos en este preciso instante, vas a saber con exactitud qué se siente al rodearme las caderas con esas piernas tan bonitas mientras penetro en ti.
Eso era ir directo al grano.
Ella inspiró lenta y profundamente, alzando aquellos deliciosos pechos contra la seda.
—Me he olvidado el chal.
Joe apretó los dientes mientras ella volvía con rapidez al dormitorio. Cuando regresó, tenía los hombros y el escote cubierto con un fino chal de seda.
Joe abrió la puerta y escudriñó el pasillo, consciente del arma que llevaba en el tobillo y de la que no llevaba bajo la chaqueta. El resto del equipo estaría armado hasta los dientes.
Tendiéndole la mano a ____, la condujo por el pasillo examinando cada recoveco una vez más. Un segundo después se abrió la puerta del apartamento en el que el equipo había montado la base y John entró con rapidez en la vivienda de ____.
—Divertíos, chicos —murmuró antes de cerrar la puerta y echar los cerrojos.
—Esto es ridículo —siseó ____ cuando Joe le puso la mano en la parte baja de la espalda para guiarla al ascensor.
—Sin duda —respondió él en voz baja—. No te preocupes, John no tocará tus cosas.
—No, se limitará a vaciar la nevara —adujo ella—. ¿Acaso Jordan no le da de comer?
—Sólo una vez al día —gruñó Joe, colocándose delante de ella para protegerla cuando se abrieron las puertas del ascensor.
—¡Qué guapos! —dijo Tehya al salir de él, agitando su pelo rojizo con los ojos verdes llenos de coqueta diversión.
Joe fue muy consciente de que ____ se envaraba a su lado. La joven no había visto a Tehya ir y venir al apartamento de enfrente y no sabía quién era.
Saludó a Tehya con la cabeza, consciente de que su presencia significaba que la planta baja estaba despejada, y condujo a ____ dentro del ascensor, ignorando la mirada fulminante de ésta mientras oprimía el botón del vestíbulo y se colocaba ligeramente a su espalda.
—No pierdes el tiempo —masculló la joven entre dientes.
Joe hizo una mueca al oír la tensión en su voz.
—Ten cuidado, cariño —le advirtió quedamente—. Tu preciosa boca está a punto de meterte en problemas.
Si seguía por ese camino, le abriría las piernas sin contemplaciones y la haría suya allí mismo.
Por suerte, antes de que ella pudiera decir nada más, se abrieron las puertas del ascensor. El portero, Clive, tenía una amplia sonrisa en la cara cuando ____ caminó hacia él.
—Está guapísima —le aseguró, siguiendo con la mirada cada movimiento de la joven—. Me alegro de verla tan bien después de lo que ocurrió el otro día. No me lo podía creer cuando vi las noticias en la tele, señorita Clay. El mundo está lleno de locos.
—Cierto —murmuró ella mientras el portero le abría la puerta—. Gracias Clive.
—De nada, señorita Clay. —Había preocupación y curiosidad en la cara del anciano cuando Joe pasó a su lado.
Clive era el portero perfecto para un lugar como aquél, pensó Joe ocultando una sonrisa. Refinado, con la nariz altiva, calvo y con perilla, daba la perfecta impresión de superioridad que hacía sentir mejor a los dueños de los apartamentos.
La limusina esperaba en la entrada con Travis al volante. El ex agente del MI6 se apresuró a abrir la puerta trasera y la cerró firmemente después de que Joe entrara.
—Así que ahora disponemos de limusina —masculló ____—. ¿Pero cuánto dinero ganas?
—Realizo algunos encargos como hacker —le explicó—. Por eso me paso tanto tiempo delante del ordenador. En realidad es como un hobby.
Un hobby que le había dado muy buenos frutos. Joe había hecho algunos contactos interesantes a través de los pocos clientes que tenía. Clientes que le debían favores y que él utilizaba en pro de los intereses del equipo y las operaciones que realizaban.
Una vez que Travis ocupó el asiento del conductor y puso el vehículo en marcha, Joe apretó un interruptor y subió el separador de cristal opaco mientras observaba a ____ con una sonrisa cómplice en los labios.
Cuanto más furiosa estaba con él, más audaz parecía. Era una parte de ____ que Joe no habría conocido si no hubiera intentado trasladarla al piso franco. Le había hecho daño y lo lamentaba. Sin embargo, gracias a lo sucedido, ahora sabía que el hecho de provocarla conseguía que abandonara los viejos temores e incertidumbres que él sabía que le impedían vivir la vida que quería. La cólera era una de las respuestas a esas provocaciones; el deseo era otra. Hacer que se enfrentara a él tenía su lado bueno.
Había intentado manejarla con guantes de seda, tratarla con delicadeza, pero había descubierto que había mucho más en ____ de lo que él había imaginado cuando la desafió.
Se preguntó cuánto más podría provocarla antes de llegar al club.
—Ven aquí —susurró, conteniendo las ganas de ronronear satisfecho al ver que ella se estremecía y le lanzaba una mirada sorprendida y furiosa.
—¿Estás de broma? —El tono arrogante de la joven casi le hizo esbozar una sonrisa. Demonios, lo ponía demasiado caliente cuando lo miraba con desdén.
—En realidad, no —respondió con voz dura y autoritaria—. Ven aquí —le ordenó, palmeándose el regazo.
Sorprendentemente, ella se rió. Un sonido lleno de amargura.
—Ni hablar, Joe.
Antes de que ____ pudiera evitarlo, él se deslizó por el asiento, la agarró por las muñecas y la colocó con rapidez en su regazo. Y, sin darle tiempo a reaccionar, cedió al deseo que lo atormentaba desde la noche anterior; inclinó la cabeza y capturó los labios de la joven en un beso ardiente y lleno de lujuria.
Le abrió los labios con la lengua y el dulce sabor de ____ le encendió los sentidos como si fuera pólvora. Había esperado hasta estar dentro del coche para saborearla. Saber que tenía un tiempo limitado para tocarla era la única manera de controlarse.
Le rodeó la espalda con un brazo, las caderas con el otro, y luego deslizó una mano bajo el dobladillo del vestido corto.
____ dejó de forcejear, aunque, en realidad, no había puesto mucho empeño en liberarse. Abrió la boca temblando de anhelo y sus labios hambrientos dejaron escapar un gemido de puro deseo femenino cuando él se giró para tumbarla en el asiento.
Sabiéndose vencida, enlazó los brazos alrededor de su cuello y separó los muslos ante la insistencia de la mano de Joe entre sus piernas.
Estaba mojada. Tan condenadamente mojada que la seda de las bragas estaba húmeda y caliente contra la punta de sus dedos. El sexo de la joven estaba anegado de jugos y, durante un momento de locura, Joe tuvo que luchar contra el deseo de desgarrar aquella frágil barrera de tela y hundirse dentro de ella.
Sin embargo, se limitó a deslizar los dedos bajo la seda en busca de los resbaladizos y sedosos pliegues, y la hinchada carne entre ellos. Los jugos calientes de ____ empaparon los dos dedos que introdujo en la ceñida abertura de su cuerpo. Era tan estrecha y caliente que cuando ella se aferró a sus dedos, Joe quiso lanzar un grito triunfal.
Estremeciéndose, ____ arqueó las caderas hacia él sin apartar los labios de los suyos. Separó aún más las piernas y apoyó un pie en el suelo para que los dedos de Joe tuvieran un mejor acceso a su sexo.
El pulgar de Joe buscó el hinchado clítoris y lo rozó con un sutil movimiento que arrancó un gemido ahogado de la joven. Con el único deseo de hacerla suya de nuevo, abrió los labios sobre los de ella para profundizar el beso, arrastrándola al mar de sensaciones en el que él se hallaba inmerso. No había nada tan dulce y ardiente como ____. Ella reclamaba una parte de su alma con su inocente deseo y sus gemidos salvajes, y Joe rezó para que la joven jamás lo descubriera.
Mantener la distancia era prácticamente imposible cuando estaba a su lado. ____ era como miel caliente, una mujer plena y sensual, y reducía a polvo cualquier atisbo de control.
Joe sabía que ella era su debilidad. Una debilidad que no podía permitirse, pero que tampoco podía negar.
Levantó la cabeza y empujó los dedos con firmeza en su palpitante sexo. Abrazándola, poseyéndola, la miró dejando que asomara a sus ojos todo el deseo que sentía por ella, el ansia de dominarla que crecía en sus entrañas.
—Esto es mío —afirmó profundizando casi violentamente la penetración de sus dedos—. Tú eres mía. Duermas con quien duermas y vivas con quien vivas, tu cuerpo me pertenece, ____. No trates de negarlo, porque los dos sabemos que mentirías.
Jadeando, con los ojos dilatados y la cara sonrojada, la joven tensó los músculos en torno a sus dedos y entrecerró los ojos, sosteniéndole la mirada.
—No apuestes por ello.
¡Hola chicas! :D
Gracias por sus comentarios y por seguir leyendo la novela :)
Aquí les dejo este capítulo, espero les guste.
Más tarde subo el siguiente.
Besos
Natuu!!
Natuu!
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
ahhh Joseph eres desesperante
Aunque me encantas
Siguela!!!
Aunque me encantas
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Oh por dios, escuchar Jazz mientras leo esto es asdasdas lo mejor.
Luego esta Joe que no se porque no quiere aceptar que la ama, tiene que quedarse con ella. Y pobre de ella que pasa tantas dificultades pero aun así es valiente, esperemos que maten a orion pronto.
Luego esta Joe que no se porque no quiere aceptar que la ama, tiene que quedarse con ella. Y pobre de ella que pasa tantas dificultades pero aun así es valiente, esperemos que maten a orion pronto.
Creadora
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
waaaaaaaaaa subelo ya
a veces joe peude ser tan arrogante!
preguntioca cuanto falat para que termine la nove?
a veces joe peude ser tan arrogante!
preguntioca cuanto falat para que termine la nove?
andreita
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
dvashgdfsa amo cuando joe se pone asi de autoritario es tan sexy
SIGUELAAA
SIGUELAAA
jb_fanvanu
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Diecisiete
____ sintió todos los ojos clavados en ella al entrar en el restaurante que Joe había escogido para su pequeña función. Era uno de los más exclusivos de la ciudad. La comida era excelente, el servicio impecable y parecía que toda la gente que ella conocía en Atlanta se había reunido allí esa noche.
Hasta la muerte de su madre, ____ había vivido en Atlanta con su familia. Había sido después de su décimo cumpleaños que Jansen se había trasladado a Virginia y, posteriormente, a Washington DC. Fue entonces cuando la vida de ____ se convirtió en una farsa.
Sin motivo aparente, Jansen se había vuelto más crítico con su apariencia. ____ procuraba evitarlo y pasaba el tiempo en su habitación o en los jardines de la finca que él había comprado. Nada de lo que ella había hecho había complacido a su padre.
En los últimos seis años, desde que regresó a Atlanta para vivir cerca de su abuela y dejar atrás el pasado, ____ se había mantenido apartada de los restaurantes que sabía que eran frecuentados por los conocidos de Jansen.
Sin embargo, Atlanta no era lo suficientemente grande para escapar de la gente que Jansen y su madrastra habían tratado.
Oyó susurros ahogados mientras atravesaban el restaurante, y mantuvo la cabeza en alto cuando todo lo que quería hacer era echar a correr y huir de las miradas furtivas y de los chismorreos.
«El patito feo se ha vestido de seda», creyó oír decir a una mujer al pasar junto a su mesa.
____ no desvió la mirada a los lados; siguió a Joe como un autómata, refugiándose en su interior como había hecho siempre de niña.
Dios, cómo odiaba aquello.
—____, ____ Clay.
Había esperado poder evitar cualquier trato con la gente que había conocido antes del secuestro y la violación, pero la suerte no parecía estar de cara aquella noche.
Joe y ella estaban a medio camino de la mesa donde les esperaban Ian y Kira cuando dos comensales se levantaron de sus sillas junto al pasillo.
____ se detuvo lentamente, y deslizó la mirada de la apuesta cara de James Walters a la de su esposa, Corina. Había tratado con aquella pareja tanto en Atlanta como en Washington. James era uno de los cirujanos más prestigiosos del mundo, y su esposa trabajaba con él como enfermera.
—James. Corina. —____ recurrió al truco que usaba cuando se veía forzada a tratar con la gente que formaba parte de su pasado. Los miraba fijamente y desenfocaba la vista para no tener que observar la compasión en la expresión de sus rostros.
—____. —James la cogió de las manos y se inclinó para besarla en la mejilla.
No alcanzó su objetivo. Joe la acercó suavemente a su cuerpo y curvó el brazo con aire posesivo en torno a su cintura.
Aquello provocó que un incómodo silencio cayera sobre ellos.
—James, Corina, éste es Joe Jonas —dijo ____ al cabo de unos tensos segundos—. Un amigo.
—¿Sólo un amigo, cariño? —bromeó Joe, como si quisiera dar la impresión de que eran una pareja estable.
Por un segundo ____ se preguntó qué eran en realidad.
—Joe, te presento a James y Corina Walters. James es un reconocido cirujano y Corina trabaja con él; es una de las mejores enfermeras que conozco. —La mujer mayor se ruborizó ante el cumplido—. James, Corina, Joe es un SEAL; ha sido destinado aquí, a la base naval de Atlanta.
—Un SEAL, qué interesante —murmuró Corina—. ¿Fue él quien te rescató el día que intentaron secuestrarte en la interestatal? Las noticias dicen que el secuestrador huyó al recibir un disparo. Intentamos llamarte por teléfono para asegurarnos de que estabas bien, pero no contestaste a las llamadas.
____ tragó saliva.
—Sí, fue Joe quien le disparó. Si nos disculpáis...
—Estábamos muy preocupados por ti y queríamos asegurarnos de que estabas bien —dijo James en tono sincero, aunque sus ojos brillaron compasivos y ligeramente confundidos al observar a Joe—. No podíamos creer que alguien estuviera intentando hacerte daño otra vez.
—____ está bien, ¿verdad, cariño? —Joe le apretó la cadera con la mano—. Ahora, si nos disculpáis, nos están esperando.
—Por supuesto —murmuró James, frunciendo el ceño—. Por favor, llámanos pronto, ____. Podríamos almorzar juntos y ponernos al día.
—Claro —mintió ____. No pensaba llamarles.
No es que le desagradaran ni nada por el estilo. James y Corina habían sido una de las pocas parejas con las que ____ había disfrutado charlando en otro tiempo. Pero habían pasado muchos años desde aquello. Entonces, ella no era un bicho raro, ni objeto de murmuraciones y especulaciones. Nunca había sido el centro de atención.
Mantuvo la mirada perdida mientras Joe la guiaba por el restaurante a la mesa donde les esperaban Ian y Kira.
—¿Algún problema? —preguntó Ian en voz baja, levantándose al verlos llegar.
—Nada importante —respondió Joe al tiempo que apartaba una silla para que ____ se sentara—. Nos hemos encontrado con unos conocidos.
—Los conocidos son sólo eso —dijo Kira con tanta suavidad que apenas se la oyó—. Y a James y Corina es mejor tratarlos en pequeñas dosis.
____ bajó la mirada al plato, deseando ahora haber llevado un abrigo o una chaqueta. Cualquier cosa que cubriera aquel vestido tan provocativo. Podía sentir multitud de ojos clavados en ella y no pudo evitar que su piel se erizara ante tantas miradas.
—____, estás preciosa esta noche —comentó Ian, volviéndose a sentarse.
—Gracias. —Su sonrisa no tenía ninguna calidez cuando lo miró.
Kira, como siempre, parecía una diosa. El vestido de gasa rojo que llevaba puesto era a la vez atrevido y elegante. Se había recogido el pelo negro azabache con unos pasadores brillantes y sus ojos grisáceos brillaban con una excitante mezcla de misterio y sensualidad.
Ian era el contrapunto perfecto para su esposa. Con el pelo trigueño, los ojos castaños y la piel bronceada, resultaba sorprendentemente atractivo para ser un hombre tan rudo y masculino. Sin embargo, a pesar de su obvia dureza, cuando miraba a su esposa sus ojos se suavizaban con obvia adoración.
«¿Cómo sería —se preguntó ____—, ser amada de esa manera? ¿Darse la vuelta y ver una mirada así en la cara de un hombre?»
Desechó el pensamiento. No era el momento de reflexionar sobre lo que no tenía. Podría hacerlo más tarde, después de que Joe se hubiera ido... Si todavía seguía viva.
Permaneció en silencio mientras los demás charlaban sobre Atlanta. Kira e Ian tenían un pequeño apartamento en la ciudad y todavía seguían relacionándose con los antiguos miembros de los SEALs con los que él había trabajado. ____ sabía que eran muy buenos amigos, y que estaban vinculados con el equipo al que Joe pertenecía.
—Me gusta tu vestido —comentó Kira de pronto, haciendo que ____ hiciera a un lado sus divagaciones.
—Joe tiene un gusto exquisito —respondió con un deje de burla.
Dios, tenía que dejar de hacer eso.
—Lo siento, Kira. —Sacudió la cabeza con pesar—. Ha sido un día muy largo.
—Y, por si fuera poco, has tenido que tratar con James y Corina —dijo Kira bajando la voz para que no les oyeran los comensales de la mesa de al lado—. Ahí viene el camarero con el vino. Unas cuantas copas y una cena agradable, y estarás en plena forma.
Ojalá bastaran unas copas de vino para que todo fuera perfecto.
____ bebió el vino que le sirvieron y logró comerse casi toda la cena. Mientras Ian y Joe continuaban hablando sobre bebidas, deslizó los dedos por la copa vacía. No bebía a menudo, y mucho menos vino. Causaba un devastador efecto sobre ella.
—Si nos disculpáis, ____ y yo vamos al baño. —Kira se puso en pie y esbozó una sonrisa—. Odio ir sola.
____ se levantó, evitando a duras penas poner los ojos en blanco. No frecuentaba aquel restaurante porque era peor que un nido de víboras. Su abuela y ella habían llegado a la conclusión de que sólo los miembros más insolentes y condescendientes de la comunidad comían allí.
Aún así, siguió a su amiga al baño. Le sorprendió no tropezarse con sus propios pies al sentir los ojos que la seguían. Por suerte, el vino le había servido para que no le importaran las miradas de los presentes.
Quizá hubiera bebido demasiado. Frunció el ceño al pensarlo mientras Kira y ella entraban en el baño de señoras, sorprendentemente vacío. Se lavaron y secaron las manos, y luego miraron a su alrededor divertidas por el hecho de que el lugar estuviera vacío.
—Pensé que tendríamos que abrirnos paso a empujones —comentó Kira con diversión.
—Lo prefiero así—le aseguró ____—. ¿Por qué me has arrastrado hasta aquí?
—Para darte un respiro —admitió la otra mujer—. En mi opinión, entrar en un baño lleno de pirañas es preferible a estar sentada en medio del restaurante con todo el mundo mirándote.
Sonriendo, ____ se encogió de hombros.
—El vino ayuda.
Kira no le devolvió la sonrisa.
—¿Qué tal te van las cosas con Joe?
—Bien. —____ inclinó la cabeza. No estaba acostumbrada a compartir confidencias femeninas en el baño.
—Me alegro. —Kira asintió, aunque su expresión reflejaba que no la había creído—. Supongo que será mejor que regresemos a la mesa antes de que este lugar se llene de gente.
Algo que por supuesto ocurrió.
____ casi sonrió al grupo de mujeres que se les echó encima cuando salieron al pasillo. Algunas incluso fruncieron el ceño con consternación al ver que Kira y ____ se dirigían a su mesa.
Tras tomar asiento de nuevo, ____ miró a Joe con lo que esperaba fuera una sonrisa agradable y dijo:
—La próxima vez yo escogeré el restaurante si no te importa.
—No conozco la zona —le murmuró él al oído—. Y ya sabes que tengo mis propias preferencias.
Ella casi soltó un resoplido.
—Hubiera sido mejor ir a un restaurante de las afueras.
—Sin duda —convino él, poniendo una mano en el respaldo de la silla de la joven para juguetear con su pelo—. Pero no hubiera sido tan divertido.
____ quiso gemir al sentir los dedos tirando de los largos mechones, y sintió un hormigueo en la piel a pesar de que intentó controlarse por todos los medios.
—Caballeros, me apetece bailar —anunció Kira de pronto—. Estoy segura de que la orquesta de aquí al lado nos está esperando a Ian y a mí para que animemos la pista de baile.
Su esposo lanzó una carcajada antes de ponerse en pie junto con Joe y apartar la silla de sus respectivas parejas.
El restaurante estaba unido a un club por un pequeño túnel abovedado, así que no tardaron en llegar.
La música los envolvió, y ____ sonrió casi sin darse cuenta. Siempre le había gustado bailar. Antes del secuestro, había bailado con sus amigas, con mujeres consideradas las menos aceptables o guapas de su círculo social. Se las invitaba a las fiestas por el dinero de su familia, pero siempre acababan junto a la pared, totalmente aburridas.
Aún así, había disfrutado de aquello hasta el secuestro. Hasta que Jansen se había reído de ella durante aquel infernal viaje en avión con destino al infierno.
«Esta perra tan fea no consigue que un hombre baile con ella — había dicho su padre con desprecio—, ni que se la tire.»
____ acababa de cumplir dieciocho años cuando fue secuestrada. Jamás había tenido novio, ni una cita. Era virgen, y esa maldita noche había aprendido lo cruel que podía llegar a ser su padre.
«El vino te está afectando», se dijo a sí misma.
Quería bailar. Quería entregarse a la música. Entonces no se preocuparía de cómo era su cara ni de por qué Joe quería dejarla. No se preocuparía de morir. Todo lo que tenía que hacer era permitir que el ritmo invadiese sus venas.
Justo en el momento en que empezaba a caminar hacia la pista, sintió la férrea sujeción de la mano de Joe en el brazo.
—Quiero bailar —susurró mirándolo a los ojos. Estaba sedienta de la libertad que la música le había dado siempre. De la libertad de ser más que la niña fea que siempre había sido.
La expresión de Joe era tensa y sus ojos brillaron de forma inquietante cuando la soltó. Sin dejar de mirarla un solo instante, se quitó la chaqueta de cuero que llevaba puesta y la dejó en el respaldo de una silla, sobre el bolso y el chal de ____, como si quisiera protegerlos o esconderlos de la vista. Después, la cogió de la mano y la llevó a la pista de baile.
Joe había sabido que llegaría el día que ____ encontraría la manera de dejarlo impresionado. Ya había asumido el control de su polla; se endurecía por y para ella. Pero en la pista de baile, en medio de docenas de mujeres intentando atraer su atención, ella le robó otra parte de sí mismo. Joe tenía la impresión de que apenas quedaría nada de él cuando la misión hubiese terminado.
____ había nacido para bailar. La seda color chocolate de su vestido brillaba cuando se movía con paso ligero y grácil. Allí, en la pista de baile, se podía percibir claramente la mujer sensual y sexy que acechaba bajo su tranquila fachada.
Fascinado, Joe observó los picos endurecidos de sus pezones bajo la seda y cómo los ojos azul claro se tornaban oscuros y sensuales. Su rostro estaba ruborizado y había abierto los labios en muda invitación.
Dios, aquella mujer era el centro de su mundo.
Moriría por protegerla. Nunca había conocido a nadie, salvo a sus padres, por quien daría la vida automáticamente. Pero sí lo haría por esa mujer.
Era la tentación personificada. Al verla levantar los brazos provocativamente y mover las caderas, sólo podía pensar en el recuerdo de su cuerpo bajo el suyo.
La tocó, acariciándole la espalda, las caderas. La giró y presionó su pecho contra la espalda de ____ mientras le rodeaba la cintura con el brazo, apretando las dulces curvas de su trasero contra su polla.
Lamentablemente para él, ____ se giró con un seductor movimiento al cabo de unos segundos y sus labios se distendieron en una maliciosa sonrisa.
Joe podría bailar con ella eternamente. Estaría feliz de quedarse allí para siempre, viéndola bailar para él.
Y eso hizo hasta que ella se derrumbó contra su pecho.
—Me fallan las piernas —le confesó riéndose—. No creo que los tacones estén hechos para esto.
Se había reído. Era la primera vez que Joe la oía reírse con sinceridad, la primera vez que había visto sus ojos brillando de felicidad.
Ser testigo de ello hizo que su corazón se parase durante un instante. Era la imagen más bella del mundo; un regalo que siempre recordaría.
—Yo te sostendré. —La estrechó contra su pecho y se movió más lentamente que la música, sosteniendo su peso y acunándola con ternura.
Agotada, ____ le rodeó el cuello con los brazos y descansó sobre él. Joe lanzó un gemido ahogado, apoyó la mejilla en el pelo de la joven y cerró los ojos. Ahora sabía que alejarse de ella le destrozaría el alma.
Como si tuvieran vida propia, los dedos de ____ se movieron sobre su nuca y juguetearon con los cortos mechones de su pelo, rozándole el cuero cabelludo con las uñas.
Santo Dios. Iba a matarlo. La joven era una llama entre sus brazos que le hacía arder y que le encadenaba aún contra su voluntad.
—Te necesito. —Rozó la oreja de ____ con los labios y contuvo a duras penas un estremecimiento—. Por completo.
—Mmm. —La joven levantó la cabeza para mirarlo—. Hace poco querías enviarme lejos —le recordó—. Eres como el tiempo, Joe. Cambias de un día para otro.
Él hizo una mueca.
—¿Vamos a pelearnos esta noche, ____? ¿No prefieres que nos amemos?
Joe no había tenido la intención de murmurar esas palabras contra sus labios. Pero al oírlas salir de su boca, sintió que el cuerpo de la joven se tensaba. Y, sin que pudiera evitarlo, el ardiente deseo de la joven penetró en su propio cuerpo cortándole como una cuchilla mientras él luchaba contra aquella sensación.
—¿Amor? —____ apoyó la cabeza en su hombro—. Estoy segura de que ésa no era la palabra que querías usar, Joe. —Había un toque sutil de amargura en su voz.
Su hermosa ____. Jamás la habían amado, no de verdad. La habían usado, le habían hecho daño, y nunca había tenido nada a lo que aferrarse para compensar la oscuridad que llenaba su vida.
No podía contestarle. No podía darle falsas esperanzas. No podía olvidar que se iría cuando atraparan a Orión y a su cliente, y que luego vendría otra misión, otro peligro, y quizá otra identidad. No había lugar para el amor en su vida.
Sin embargo, Noah lo había logrado. Tenía un hogar, una esposa, y lo compaginaba con su otra vida. Pero Noah era el sobrino del comandante de la unidad. Esa era la diferencia con él.
—¿Acaso importa la palabra que use? —Joe acunó su rostro con la mano mientras inclinaba la cabeza hacia ella—. No esperaré más tiempo, ____. No puedes darle a un hombre un trozo de paraíso y luego arrebatárselo.
—¿De veras? —La joven dejó caer los brazos a los costados e intentó apartarse de él—. Pero tú sí puedes hacerlo, ¿no es cierto?
Joe no la soltó. No podía. La frustración y el deseo por ____ clavaban cruelmente las garras en sus entrañas.
—Creo que necesito una copa —dijo ella sin mirarlo.
—¿____? ¿Eres tú?
Joe levantó la cabeza de golpe y se le ensancharon las fosas nasales por la primitiva cólera que sintió al ver a otro hombre junto a ellos. Quiso poner a ____ detrás de él, apartarla de aquella amenaza primaria tanto como fuera posible.
—¿Mac? —Una mezcla de asombro y risa asomó a los labios de la joven al volverse hacia el hombre que se les había acercado—. Oh, Dios mío ¿Mac Knight? ¿Eres tú? —Extendió las manos en su dirección y él la abrazó con fuerza—. Has cambiado mucho.
A Joe le rechinaron los dientes al ver cómo se hinchaba el pecho del tipo. Vestía unos vaqueros y una camisa de algodón, y sin duda era militar. La seguridad que mostraba, la expresión de sus ojos, delataba que era miembro de una unidad especial.
—¿Y dices que yo he cambiado? —La sonrisa de Mac era de puro asombro cuando dio un paso atrás y miró a la joven—. Demonios, ____, tú sí que lo has hecho. Estás estupenda. —Sacudió la cabeza lleno de asombro—. ¿Bailas conmigo? No te robaré mucho tiempo —Se volvió hacia Joe como pidiéndole permiso antes de mirar a ____ de nuevo.
Joe quiso estampar el puño en la cara de aquel bastardo.
—De acuerdo, pero sólo un baile. —____ se volvió hacia Joe para ofrecerle una explicación, aunque sabía que no debería hacerlo—. Es un amigo que acaba de volver de Irak. Estaré bien.
Por todos los demonios.
Joe asintió bruscamente antes de dar un paso atrás y apoyar la espalda contra una columna en el borde de la pista de baile. Que no esperaran que se fuera a la mesa a esperar. Eso no iba con él.
La alegre música había dado paso a una melodía más lenta, una suave balada que hizo que aquel hijo de perra la tomara en sus brazos. Al menos, ____ no se movía sensualmente como había hecho cuando había bailado con él. Pero estaba demasiado cerca de aquel tipo y, por un momento, Joe sintió deseos de matarlo.
—Tu novio está cabreado —dijo Mac mientras se movían al ritmo de la música, observándola con una mirada calculadora en sus ojos color topacio.
Ese era Mac, no se le pasaba nada por alto, pensó ____ con cariño.
—No te preocupes; es su estado habitual. —La joven sacudió la cabeza antes de clavar la mirada en Joe con su mejor sonrisa.
—Oí lo del secuestro, ____. —La declaración de Mac hizo que la joven alzara la vista hacia él de golpe, sintiendo que la humillación la inundaba—. Estaba en Irak con Reno cuando formaron el equipo de rescate, y aunque casi supliqué que me dejaran formar parte de él, no me lo permitieron. Créeme, de haberlo sabido antes, habría encontrado la manera de sacarte de esa maldita clínica.
Oh Dios, gracias. Él no sentía compasión por ella. Sólo le estaba mostrando su apoyo, consciente de que ella había necesitado ayuda en ese momento. La sensación de humillación desapareció, pero el cansancio ocupó su lugar.
—No quiero hablar de eso, Mac. —No quería recordarlo—. Mejor hablemos de ti. ¿De dónde has sacado todos esos músculos?
Él sonrió ampliamente. Era algunos años mayor que ella, tal vez siete, por lo que debía de tener treinta y dos. La última vez que lo había visto, ella tenía dieciséis y él era un hombre de veintidós que acaba de incorporarse a filas.
—No soy el único que ha cambiado. —Le sonrió con divertida ironía—. Estás guapísima. ¿Acaso no te lo dije siempre?
—Sí claro, después de hacerme llorar llamándome patito feo —señaló ella sin rencor. Era imposible permanecer enfadada con Mac demasiado tiempo. Tenía un encanto, una sonrisa y una manera de decir las cosas que lo convertían en un hombre adorable.
—Tenía razón. —Asintió enérgicamente con la cabeza para dar mayor énfasis a sus palabras—. Te has convertido en una mujer muy hermosa, ____.
Ella se encogió de hombros, incómoda ante ese pensamiento. Sus rasgos eran corrientes como mucho, nada más.
—¿Qué estuviste haciendo en Irak? —le preguntó, deseosa de saber más de uno de los pocos amigos que había tenido de niña.
—Trabajaba en un grupo de operaciones especiales —respondió—. Coordinábamos muchas de las misiones de los SEALs y las Fuerzas Especiales de Oriente Medio. La mayoría pasaban por nuestra base.
—Entonces te habrás encontrado con Joe en algún momento —dijo ella—. Era SEAL antes de regresar a los Estados Unidos.
Él miró a Joe y luego a ella.
—No que yo sepa, ____ —respondió.
—¿Cómo que no? —Lo miró confusa—. Trabajó principalmente en Oriente Medio.
Mac negó con la cabeza y su rostro adoptó una expresión preocupada.
—No sé qué historia te habrá contado, pero estoy seguro de que no es un SEAL —repitió—. No sólo porque no lo conozco, sino porque cuando uno es SEAL, lo es para toda la vida, incluso después de dejar el ejército. Quizá pertenezca a alguna agencia gubernamental. Definitivamente, no es alguien al que me gustaría tener como enemigo. —Agudizó la mirada—. ____, ¿estás metida en algún problema? ¿Necesitas ayuda?
La joven sintió una abrumadora oleada de afecto por él. Ese era Mac, siempre intentando protegerla.
—Estoy bien —le aseguró—. Y créeme, Joe ha sido SEAL. — Tenía que ser así. Estaba desesperada por convencerse a sí misma de que al menos eso era cierto. No todo podía ser mentira.
Mac negó con la cabeza de nuevo.
—Si ese hombre hubiera sido SEAL, lo habría reconocido. Conozco a muchos de ellos y él no... —Se interrumpió—. ____, ¿no es Ian Richards el que está con él?
La joven ni siquiera tuvo que mirar antes de asentir con la cabeza.
—____ —la preocupación teñía su voz—, ¿en qué andas metida?
—¿Quién es ése? —le preguntó Ian a Joe. Se había acercado al israelí en cuanto vio que ____ estaba bailando con otro hombre.
—Mac Knight, un agente de operaciones especiales en Irak —respondió Joe—. Y lo que sea que le esté diciendo a ____, a ella no le gusta.
—Maldita sea, conozco a Knight. —Ian hizo una mueca—. No es un agente de operaciones especiales, es de rango superior. Todas las misiones que se realizan en la zona pasan por sus oficinas. Podría echar por tierra tu tapadera.
—Llama a Jordan —ordenó Joe, enderezándose—. Que saque a Knight de aquí tan pronto como sea posible. No podemos permitir que hable demasiado.
Al instante, Ian abrió el móvil y empezó a hablar rápidamente. Joe miraba la pista de baile sin parpadear. ____ se había puesto tensa en los brazos del otro hombre, y Mac Knight parecía enfadado.
—Jordan necesita un poco de tiempo —murmuró Ian—. Tiene que llamar a la base y hablar con el comandante de Knight.
—Esperemos que no sea demasiado tarde —gruñó Joe.
Tan sólo un par de minutos después, el amigo de ____ se detuvo, paseó la mirada de Joe a Ian mientras sacaba el móvil de los vaqueros, y atendió la llamada sin dejar de observarlos furioso.
Joe sonrió, una mueca lenta y triunfal que se aseguró de borrar de sus labios cuando ____ se volvió y empezó a caminar hacia él junto con Mac. La mirada en los ojos de la joven le hizo saber que ella había oído algo que no le había gustado nada. Algo que probablemente la había enfurecido.
—Ian. —La mirada de Mac era fría—. Me alegro de verte de nuevo.
—Knight. —Ian inclinó la cabeza—. ¿Ya te vas?
Un destello burlón cruzó los ojos de Mac cuando Joe rodeó la rígida espalda de ____ con un brazo y la atrajo hacia sí.
—El deber me llama —respondió Mac con la voz cargada de burla—. Espero que cuidéis de ____.
Ian ladeó la cabeza, paseó la mirada de ____ a Mac, y permitió que una sonrisa curvara sus labios.
—Dejaré que Joe se encargue de eso. Dado que es él quien está viviendo con ella, diría que es asunto suyo, ¿no crees?
Mac no respondió. Sus ojos castaños se clavaron en Joe, y éste sintió un abrumador deseo de dejarle claro quién era el encargado de proteger a ____.
—Estaremos en contacto, Ian. —Las palabras de Mac fueron una clara advertencia. Se inclinó para besar a ____ y luego se marchó con paso rápido.
La joven lo siguió con la mirada hasta que desapareció en la multitud.
—Eres un verdadero misterio, Joe. —____ se volvió hacia él con una falsa y radiante sonrisa—. Estoy lista para volver a casa. Ya he tenido suficiente por una noche.
No les dio la oportunidad de responder. Simplemente echó a andar hacia la puerta, balanceando las caderas.
Joe hizo una mueca. Sí, sin duda, estaba cabreada.
—Tenemos problemas —murmuró Ian.
—No —masculló Joe—. Yo tengo problemas. No eres tú el que tiene que vivir con ella cuando está cabreada.
—Cierto —gruñó Ian—. Pero tengo que vivir con Kira.
—Ella te mataría con rapidez —suspiró Joe—. Yo tendré que morir lentamente.
—Cierto. —Ian casi se echó a reír—. Muy cierto, amigo.
¡Hola chicas! :D
Perdón por la demora.
Bueno, aquí les dejo este capítulo, espero les guste.
Cuando la universidad me lo permita, subo el siguiente :)
Respondiendo a tu pregunta Andreita, faltan 10 capítulos más :D
Ahora me voy.
Besos
Natuu!!
Hasta la muerte de su madre, ____ había vivido en Atlanta con su familia. Había sido después de su décimo cumpleaños que Jansen se había trasladado a Virginia y, posteriormente, a Washington DC. Fue entonces cuando la vida de ____ se convirtió en una farsa.
Sin motivo aparente, Jansen se había vuelto más crítico con su apariencia. ____ procuraba evitarlo y pasaba el tiempo en su habitación o en los jardines de la finca que él había comprado. Nada de lo que ella había hecho había complacido a su padre.
En los últimos seis años, desde que regresó a Atlanta para vivir cerca de su abuela y dejar atrás el pasado, ____ se había mantenido apartada de los restaurantes que sabía que eran frecuentados por los conocidos de Jansen.
Sin embargo, Atlanta no era lo suficientemente grande para escapar de la gente que Jansen y su madrastra habían tratado.
Oyó susurros ahogados mientras atravesaban el restaurante, y mantuvo la cabeza en alto cuando todo lo que quería hacer era echar a correr y huir de las miradas furtivas y de los chismorreos.
«El patito feo se ha vestido de seda», creyó oír decir a una mujer al pasar junto a su mesa.
____ no desvió la mirada a los lados; siguió a Joe como un autómata, refugiándose en su interior como había hecho siempre de niña.
Dios, cómo odiaba aquello.
—____, ____ Clay.
Había esperado poder evitar cualquier trato con la gente que había conocido antes del secuestro y la violación, pero la suerte no parecía estar de cara aquella noche.
Joe y ella estaban a medio camino de la mesa donde les esperaban Ian y Kira cuando dos comensales se levantaron de sus sillas junto al pasillo.
____ se detuvo lentamente, y deslizó la mirada de la apuesta cara de James Walters a la de su esposa, Corina. Había tratado con aquella pareja tanto en Atlanta como en Washington. James era uno de los cirujanos más prestigiosos del mundo, y su esposa trabajaba con él como enfermera.
—James. Corina. —____ recurrió al truco que usaba cuando se veía forzada a tratar con la gente que formaba parte de su pasado. Los miraba fijamente y desenfocaba la vista para no tener que observar la compasión en la expresión de sus rostros.
—____. —James la cogió de las manos y se inclinó para besarla en la mejilla.
No alcanzó su objetivo. Joe la acercó suavemente a su cuerpo y curvó el brazo con aire posesivo en torno a su cintura.
Aquello provocó que un incómodo silencio cayera sobre ellos.
—James, Corina, éste es Joe Jonas —dijo ____ al cabo de unos tensos segundos—. Un amigo.
—¿Sólo un amigo, cariño? —bromeó Joe, como si quisiera dar la impresión de que eran una pareja estable.
Por un segundo ____ se preguntó qué eran en realidad.
—Joe, te presento a James y Corina Walters. James es un reconocido cirujano y Corina trabaja con él; es una de las mejores enfermeras que conozco. —La mujer mayor se ruborizó ante el cumplido—. James, Corina, Joe es un SEAL; ha sido destinado aquí, a la base naval de Atlanta.
—Un SEAL, qué interesante —murmuró Corina—. ¿Fue él quien te rescató el día que intentaron secuestrarte en la interestatal? Las noticias dicen que el secuestrador huyó al recibir un disparo. Intentamos llamarte por teléfono para asegurarnos de que estabas bien, pero no contestaste a las llamadas.
____ tragó saliva.
—Sí, fue Joe quien le disparó. Si nos disculpáis...
—Estábamos muy preocupados por ti y queríamos asegurarnos de que estabas bien —dijo James en tono sincero, aunque sus ojos brillaron compasivos y ligeramente confundidos al observar a Joe—. No podíamos creer que alguien estuviera intentando hacerte daño otra vez.
—____ está bien, ¿verdad, cariño? —Joe le apretó la cadera con la mano—. Ahora, si nos disculpáis, nos están esperando.
—Por supuesto —murmuró James, frunciendo el ceño—. Por favor, llámanos pronto, ____. Podríamos almorzar juntos y ponernos al día.
—Claro —mintió ____. No pensaba llamarles.
No es que le desagradaran ni nada por el estilo. James y Corina habían sido una de las pocas parejas con las que ____ había disfrutado charlando en otro tiempo. Pero habían pasado muchos años desde aquello. Entonces, ella no era un bicho raro, ni objeto de murmuraciones y especulaciones. Nunca había sido el centro de atención.
Mantuvo la mirada perdida mientras Joe la guiaba por el restaurante a la mesa donde les esperaban Ian y Kira.
—¿Algún problema? —preguntó Ian en voz baja, levantándose al verlos llegar.
—Nada importante —respondió Joe al tiempo que apartaba una silla para que ____ se sentara—. Nos hemos encontrado con unos conocidos.
—Los conocidos son sólo eso —dijo Kira con tanta suavidad que apenas se la oyó—. Y a James y Corina es mejor tratarlos en pequeñas dosis.
____ bajó la mirada al plato, deseando ahora haber llevado un abrigo o una chaqueta. Cualquier cosa que cubriera aquel vestido tan provocativo. Podía sentir multitud de ojos clavados en ella y no pudo evitar que su piel se erizara ante tantas miradas.
—____, estás preciosa esta noche —comentó Ian, volviéndose a sentarse.
—Gracias. —Su sonrisa no tenía ninguna calidez cuando lo miró.
Kira, como siempre, parecía una diosa. El vestido de gasa rojo que llevaba puesto era a la vez atrevido y elegante. Se había recogido el pelo negro azabache con unos pasadores brillantes y sus ojos grisáceos brillaban con una excitante mezcla de misterio y sensualidad.
Ian era el contrapunto perfecto para su esposa. Con el pelo trigueño, los ojos castaños y la piel bronceada, resultaba sorprendentemente atractivo para ser un hombre tan rudo y masculino. Sin embargo, a pesar de su obvia dureza, cuando miraba a su esposa sus ojos se suavizaban con obvia adoración.
«¿Cómo sería —se preguntó ____—, ser amada de esa manera? ¿Darse la vuelta y ver una mirada así en la cara de un hombre?»
Desechó el pensamiento. No era el momento de reflexionar sobre lo que no tenía. Podría hacerlo más tarde, después de que Joe se hubiera ido... Si todavía seguía viva.
Permaneció en silencio mientras los demás charlaban sobre Atlanta. Kira e Ian tenían un pequeño apartamento en la ciudad y todavía seguían relacionándose con los antiguos miembros de los SEALs con los que él había trabajado. ____ sabía que eran muy buenos amigos, y que estaban vinculados con el equipo al que Joe pertenecía.
—Me gusta tu vestido —comentó Kira de pronto, haciendo que ____ hiciera a un lado sus divagaciones.
—Joe tiene un gusto exquisito —respondió con un deje de burla.
Dios, tenía que dejar de hacer eso.
—Lo siento, Kira. —Sacudió la cabeza con pesar—. Ha sido un día muy largo.
—Y, por si fuera poco, has tenido que tratar con James y Corina —dijo Kira bajando la voz para que no les oyeran los comensales de la mesa de al lado—. Ahí viene el camarero con el vino. Unas cuantas copas y una cena agradable, y estarás en plena forma.
Ojalá bastaran unas copas de vino para que todo fuera perfecto.
____ bebió el vino que le sirvieron y logró comerse casi toda la cena. Mientras Ian y Joe continuaban hablando sobre bebidas, deslizó los dedos por la copa vacía. No bebía a menudo, y mucho menos vino. Causaba un devastador efecto sobre ella.
—Si nos disculpáis, ____ y yo vamos al baño. —Kira se puso en pie y esbozó una sonrisa—. Odio ir sola.
____ se levantó, evitando a duras penas poner los ojos en blanco. No frecuentaba aquel restaurante porque era peor que un nido de víboras. Su abuela y ella habían llegado a la conclusión de que sólo los miembros más insolentes y condescendientes de la comunidad comían allí.
Aún así, siguió a su amiga al baño. Le sorprendió no tropezarse con sus propios pies al sentir los ojos que la seguían. Por suerte, el vino le había servido para que no le importaran las miradas de los presentes.
Quizá hubiera bebido demasiado. Frunció el ceño al pensarlo mientras Kira y ella entraban en el baño de señoras, sorprendentemente vacío. Se lavaron y secaron las manos, y luego miraron a su alrededor divertidas por el hecho de que el lugar estuviera vacío.
—Pensé que tendríamos que abrirnos paso a empujones —comentó Kira con diversión.
—Lo prefiero así—le aseguró ____—. ¿Por qué me has arrastrado hasta aquí?
—Para darte un respiro —admitió la otra mujer—. En mi opinión, entrar en un baño lleno de pirañas es preferible a estar sentada en medio del restaurante con todo el mundo mirándote.
Sonriendo, ____ se encogió de hombros.
—El vino ayuda.
Kira no le devolvió la sonrisa.
—¿Qué tal te van las cosas con Joe?
—Bien. —____ inclinó la cabeza. No estaba acostumbrada a compartir confidencias femeninas en el baño.
—Me alegro. —Kira asintió, aunque su expresión reflejaba que no la había creído—. Supongo que será mejor que regresemos a la mesa antes de que este lugar se llene de gente.
Algo que por supuesto ocurrió.
____ casi sonrió al grupo de mujeres que se les echó encima cuando salieron al pasillo. Algunas incluso fruncieron el ceño con consternación al ver que Kira y ____ se dirigían a su mesa.
Tras tomar asiento de nuevo, ____ miró a Joe con lo que esperaba fuera una sonrisa agradable y dijo:
—La próxima vez yo escogeré el restaurante si no te importa.
—No conozco la zona —le murmuró él al oído—. Y ya sabes que tengo mis propias preferencias.
Ella casi soltó un resoplido.
—Hubiera sido mejor ir a un restaurante de las afueras.
—Sin duda —convino él, poniendo una mano en el respaldo de la silla de la joven para juguetear con su pelo—. Pero no hubiera sido tan divertido.
____ quiso gemir al sentir los dedos tirando de los largos mechones, y sintió un hormigueo en la piel a pesar de que intentó controlarse por todos los medios.
—Caballeros, me apetece bailar —anunció Kira de pronto—. Estoy segura de que la orquesta de aquí al lado nos está esperando a Ian y a mí para que animemos la pista de baile.
Su esposo lanzó una carcajada antes de ponerse en pie junto con Joe y apartar la silla de sus respectivas parejas.
El restaurante estaba unido a un club por un pequeño túnel abovedado, así que no tardaron en llegar.
La música los envolvió, y ____ sonrió casi sin darse cuenta. Siempre le había gustado bailar. Antes del secuestro, había bailado con sus amigas, con mujeres consideradas las menos aceptables o guapas de su círculo social. Se las invitaba a las fiestas por el dinero de su familia, pero siempre acababan junto a la pared, totalmente aburridas.
Aún así, había disfrutado de aquello hasta el secuestro. Hasta que Jansen se había reído de ella durante aquel infernal viaje en avión con destino al infierno.
«Esta perra tan fea no consigue que un hombre baile con ella — había dicho su padre con desprecio—, ni que se la tire.»
____ acababa de cumplir dieciocho años cuando fue secuestrada. Jamás había tenido novio, ni una cita. Era virgen, y esa maldita noche había aprendido lo cruel que podía llegar a ser su padre.
«El vino te está afectando», se dijo a sí misma.
Quería bailar. Quería entregarse a la música. Entonces no se preocuparía de cómo era su cara ni de por qué Joe quería dejarla. No se preocuparía de morir. Todo lo que tenía que hacer era permitir que el ritmo invadiese sus venas.
Justo en el momento en que empezaba a caminar hacia la pista, sintió la férrea sujeción de la mano de Joe en el brazo.
—Quiero bailar —susurró mirándolo a los ojos. Estaba sedienta de la libertad que la música le había dado siempre. De la libertad de ser más que la niña fea que siempre había sido.
La expresión de Joe era tensa y sus ojos brillaron de forma inquietante cuando la soltó. Sin dejar de mirarla un solo instante, se quitó la chaqueta de cuero que llevaba puesta y la dejó en el respaldo de una silla, sobre el bolso y el chal de ____, como si quisiera protegerlos o esconderlos de la vista. Después, la cogió de la mano y la llevó a la pista de baile.
Joe había sabido que llegaría el día que ____ encontraría la manera de dejarlo impresionado. Ya había asumido el control de su polla; se endurecía por y para ella. Pero en la pista de baile, en medio de docenas de mujeres intentando atraer su atención, ella le robó otra parte de sí mismo. Joe tenía la impresión de que apenas quedaría nada de él cuando la misión hubiese terminado.
____ había nacido para bailar. La seda color chocolate de su vestido brillaba cuando se movía con paso ligero y grácil. Allí, en la pista de baile, se podía percibir claramente la mujer sensual y sexy que acechaba bajo su tranquila fachada.
Fascinado, Joe observó los picos endurecidos de sus pezones bajo la seda y cómo los ojos azul claro se tornaban oscuros y sensuales. Su rostro estaba ruborizado y había abierto los labios en muda invitación.
Dios, aquella mujer era el centro de su mundo.
Moriría por protegerla. Nunca había conocido a nadie, salvo a sus padres, por quien daría la vida automáticamente. Pero sí lo haría por esa mujer.
Era la tentación personificada. Al verla levantar los brazos provocativamente y mover las caderas, sólo podía pensar en el recuerdo de su cuerpo bajo el suyo.
La tocó, acariciándole la espalda, las caderas. La giró y presionó su pecho contra la espalda de ____ mientras le rodeaba la cintura con el brazo, apretando las dulces curvas de su trasero contra su polla.
Lamentablemente para él, ____ se giró con un seductor movimiento al cabo de unos segundos y sus labios se distendieron en una maliciosa sonrisa.
Joe podría bailar con ella eternamente. Estaría feliz de quedarse allí para siempre, viéndola bailar para él.
Y eso hizo hasta que ella se derrumbó contra su pecho.
—Me fallan las piernas —le confesó riéndose—. No creo que los tacones estén hechos para esto.
Se había reído. Era la primera vez que Joe la oía reírse con sinceridad, la primera vez que había visto sus ojos brillando de felicidad.
Ser testigo de ello hizo que su corazón se parase durante un instante. Era la imagen más bella del mundo; un regalo que siempre recordaría.
—Yo te sostendré. —La estrechó contra su pecho y se movió más lentamente que la música, sosteniendo su peso y acunándola con ternura.
Agotada, ____ le rodeó el cuello con los brazos y descansó sobre él. Joe lanzó un gemido ahogado, apoyó la mejilla en el pelo de la joven y cerró los ojos. Ahora sabía que alejarse de ella le destrozaría el alma.
Como si tuvieran vida propia, los dedos de ____ se movieron sobre su nuca y juguetearon con los cortos mechones de su pelo, rozándole el cuero cabelludo con las uñas.
Santo Dios. Iba a matarlo. La joven era una llama entre sus brazos que le hacía arder y que le encadenaba aún contra su voluntad.
—Te necesito. —Rozó la oreja de ____ con los labios y contuvo a duras penas un estremecimiento—. Por completo.
—Mmm. —La joven levantó la cabeza para mirarlo—. Hace poco querías enviarme lejos —le recordó—. Eres como el tiempo, Joe. Cambias de un día para otro.
Él hizo una mueca.
—¿Vamos a pelearnos esta noche, ____? ¿No prefieres que nos amemos?
Joe no había tenido la intención de murmurar esas palabras contra sus labios. Pero al oírlas salir de su boca, sintió que el cuerpo de la joven se tensaba. Y, sin que pudiera evitarlo, el ardiente deseo de la joven penetró en su propio cuerpo cortándole como una cuchilla mientras él luchaba contra aquella sensación.
—¿Amor? —____ apoyó la cabeza en su hombro—. Estoy segura de que ésa no era la palabra que querías usar, Joe. —Había un toque sutil de amargura en su voz.
Su hermosa ____. Jamás la habían amado, no de verdad. La habían usado, le habían hecho daño, y nunca había tenido nada a lo que aferrarse para compensar la oscuridad que llenaba su vida.
No podía contestarle. No podía darle falsas esperanzas. No podía olvidar que se iría cuando atraparan a Orión y a su cliente, y que luego vendría otra misión, otro peligro, y quizá otra identidad. No había lugar para el amor en su vida.
Sin embargo, Noah lo había logrado. Tenía un hogar, una esposa, y lo compaginaba con su otra vida. Pero Noah era el sobrino del comandante de la unidad. Esa era la diferencia con él.
—¿Acaso importa la palabra que use? —Joe acunó su rostro con la mano mientras inclinaba la cabeza hacia ella—. No esperaré más tiempo, ____. No puedes darle a un hombre un trozo de paraíso y luego arrebatárselo.
—¿De veras? —La joven dejó caer los brazos a los costados e intentó apartarse de él—. Pero tú sí puedes hacerlo, ¿no es cierto?
Joe no la soltó. No podía. La frustración y el deseo por ____ clavaban cruelmente las garras en sus entrañas.
—Creo que necesito una copa —dijo ella sin mirarlo.
—¿____? ¿Eres tú?
Joe levantó la cabeza de golpe y se le ensancharon las fosas nasales por la primitiva cólera que sintió al ver a otro hombre junto a ellos. Quiso poner a ____ detrás de él, apartarla de aquella amenaza primaria tanto como fuera posible.
—¿Mac? —Una mezcla de asombro y risa asomó a los labios de la joven al volverse hacia el hombre que se les había acercado—. Oh, Dios mío ¿Mac Knight? ¿Eres tú? —Extendió las manos en su dirección y él la abrazó con fuerza—. Has cambiado mucho.
A Joe le rechinaron los dientes al ver cómo se hinchaba el pecho del tipo. Vestía unos vaqueros y una camisa de algodón, y sin duda era militar. La seguridad que mostraba, la expresión de sus ojos, delataba que era miembro de una unidad especial.
—¿Y dices que yo he cambiado? —La sonrisa de Mac era de puro asombro cuando dio un paso atrás y miró a la joven—. Demonios, ____, tú sí que lo has hecho. Estás estupenda. —Sacudió la cabeza lleno de asombro—. ¿Bailas conmigo? No te robaré mucho tiempo —Se volvió hacia Joe como pidiéndole permiso antes de mirar a ____ de nuevo.
Joe quiso estampar el puño en la cara de aquel bastardo.
—De acuerdo, pero sólo un baile. —____ se volvió hacia Joe para ofrecerle una explicación, aunque sabía que no debería hacerlo—. Es un amigo que acaba de volver de Irak. Estaré bien.
Por todos los demonios.
Joe asintió bruscamente antes de dar un paso atrás y apoyar la espalda contra una columna en el borde de la pista de baile. Que no esperaran que se fuera a la mesa a esperar. Eso no iba con él.
La alegre música había dado paso a una melodía más lenta, una suave balada que hizo que aquel hijo de perra la tomara en sus brazos. Al menos, ____ no se movía sensualmente como había hecho cuando había bailado con él. Pero estaba demasiado cerca de aquel tipo y, por un momento, Joe sintió deseos de matarlo.
—Tu novio está cabreado —dijo Mac mientras se movían al ritmo de la música, observándola con una mirada calculadora en sus ojos color topacio.
Ese era Mac, no se le pasaba nada por alto, pensó ____ con cariño.
—No te preocupes; es su estado habitual. —La joven sacudió la cabeza antes de clavar la mirada en Joe con su mejor sonrisa.
—Oí lo del secuestro, ____. —La declaración de Mac hizo que la joven alzara la vista hacia él de golpe, sintiendo que la humillación la inundaba—. Estaba en Irak con Reno cuando formaron el equipo de rescate, y aunque casi supliqué que me dejaran formar parte de él, no me lo permitieron. Créeme, de haberlo sabido antes, habría encontrado la manera de sacarte de esa maldita clínica.
Oh Dios, gracias. Él no sentía compasión por ella. Sólo le estaba mostrando su apoyo, consciente de que ella había necesitado ayuda en ese momento. La sensación de humillación desapareció, pero el cansancio ocupó su lugar.
—No quiero hablar de eso, Mac. —No quería recordarlo—. Mejor hablemos de ti. ¿De dónde has sacado todos esos músculos?
Él sonrió ampliamente. Era algunos años mayor que ella, tal vez siete, por lo que debía de tener treinta y dos. La última vez que lo había visto, ella tenía dieciséis y él era un hombre de veintidós que acaba de incorporarse a filas.
—No soy el único que ha cambiado. —Le sonrió con divertida ironía—. Estás guapísima. ¿Acaso no te lo dije siempre?
—Sí claro, después de hacerme llorar llamándome patito feo —señaló ella sin rencor. Era imposible permanecer enfadada con Mac demasiado tiempo. Tenía un encanto, una sonrisa y una manera de decir las cosas que lo convertían en un hombre adorable.
—Tenía razón. —Asintió enérgicamente con la cabeza para dar mayor énfasis a sus palabras—. Te has convertido en una mujer muy hermosa, ____.
Ella se encogió de hombros, incómoda ante ese pensamiento. Sus rasgos eran corrientes como mucho, nada más.
—¿Qué estuviste haciendo en Irak? —le preguntó, deseosa de saber más de uno de los pocos amigos que había tenido de niña.
—Trabajaba en un grupo de operaciones especiales —respondió—. Coordinábamos muchas de las misiones de los SEALs y las Fuerzas Especiales de Oriente Medio. La mayoría pasaban por nuestra base.
—Entonces te habrás encontrado con Joe en algún momento —dijo ella—. Era SEAL antes de regresar a los Estados Unidos.
Él miró a Joe y luego a ella.
—No que yo sepa, ____ —respondió.
—¿Cómo que no? —Lo miró confusa—. Trabajó principalmente en Oriente Medio.
Mac negó con la cabeza y su rostro adoptó una expresión preocupada.
—No sé qué historia te habrá contado, pero estoy seguro de que no es un SEAL —repitió—. No sólo porque no lo conozco, sino porque cuando uno es SEAL, lo es para toda la vida, incluso después de dejar el ejército. Quizá pertenezca a alguna agencia gubernamental. Definitivamente, no es alguien al que me gustaría tener como enemigo. —Agudizó la mirada—. ____, ¿estás metida en algún problema? ¿Necesitas ayuda?
La joven sintió una abrumadora oleada de afecto por él. Ese era Mac, siempre intentando protegerla.
—Estoy bien —le aseguró—. Y créeme, Joe ha sido SEAL. — Tenía que ser así. Estaba desesperada por convencerse a sí misma de que al menos eso era cierto. No todo podía ser mentira.
Mac negó con la cabeza de nuevo.
—Si ese hombre hubiera sido SEAL, lo habría reconocido. Conozco a muchos de ellos y él no... —Se interrumpió—. ____, ¿no es Ian Richards el que está con él?
La joven ni siquiera tuvo que mirar antes de asentir con la cabeza.
—____ —la preocupación teñía su voz—, ¿en qué andas metida?
—¿Quién es ése? —le preguntó Ian a Joe. Se había acercado al israelí en cuanto vio que ____ estaba bailando con otro hombre.
—Mac Knight, un agente de operaciones especiales en Irak —respondió Joe—. Y lo que sea que le esté diciendo a ____, a ella no le gusta.
—Maldita sea, conozco a Knight. —Ian hizo una mueca—. No es un agente de operaciones especiales, es de rango superior. Todas las misiones que se realizan en la zona pasan por sus oficinas. Podría echar por tierra tu tapadera.
—Llama a Jordan —ordenó Joe, enderezándose—. Que saque a Knight de aquí tan pronto como sea posible. No podemos permitir que hable demasiado.
Al instante, Ian abrió el móvil y empezó a hablar rápidamente. Joe miraba la pista de baile sin parpadear. ____ se había puesto tensa en los brazos del otro hombre, y Mac Knight parecía enfadado.
—Jordan necesita un poco de tiempo —murmuró Ian—. Tiene que llamar a la base y hablar con el comandante de Knight.
—Esperemos que no sea demasiado tarde —gruñó Joe.
Tan sólo un par de minutos después, el amigo de ____ se detuvo, paseó la mirada de Joe a Ian mientras sacaba el móvil de los vaqueros, y atendió la llamada sin dejar de observarlos furioso.
Joe sonrió, una mueca lenta y triunfal que se aseguró de borrar de sus labios cuando ____ se volvió y empezó a caminar hacia él junto con Mac. La mirada en los ojos de la joven le hizo saber que ella había oído algo que no le había gustado nada. Algo que probablemente la había enfurecido.
—Ian. —La mirada de Mac era fría—. Me alegro de verte de nuevo.
—Knight. —Ian inclinó la cabeza—. ¿Ya te vas?
Un destello burlón cruzó los ojos de Mac cuando Joe rodeó la rígida espalda de ____ con un brazo y la atrajo hacia sí.
—El deber me llama —respondió Mac con la voz cargada de burla—. Espero que cuidéis de ____.
Ian ladeó la cabeza, paseó la mirada de ____ a Mac, y permitió que una sonrisa curvara sus labios.
—Dejaré que Joe se encargue de eso. Dado que es él quien está viviendo con ella, diría que es asunto suyo, ¿no crees?
Mac no respondió. Sus ojos castaños se clavaron en Joe, y éste sintió un abrumador deseo de dejarle claro quién era el encargado de proteger a ____.
—Estaremos en contacto, Ian. —Las palabras de Mac fueron una clara advertencia. Se inclinó para besar a ____ y luego se marchó con paso rápido.
La joven lo siguió con la mirada hasta que desapareció en la multitud.
—Eres un verdadero misterio, Joe. —____ se volvió hacia él con una falsa y radiante sonrisa—. Estoy lista para volver a casa. Ya he tenido suficiente por una noche.
No les dio la oportunidad de responder. Simplemente echó a andar hacia la puerta, balanceando las caderas.
Joe hizo una mueca. Sí, sin duda, estaba cabreada.
—Tenemos problemas —murmuró Ian.
—No —masculló Joe—. Yo tengo problemas. No eres tú el que tiene que vivir con ella cuando está cabreada.
—Cierto —gruñó Ian—. Pero tengo que vivir con Kira.
—Ella te mataría con rapidez —suspiró Joe—. Yo tendré que morir lentamente.
—Cierto. —Ian casi se echó a reír—. Muy cierto, amigo.
¡Hola chicas! :D
Perdón por la demora.
Bueno, aquí les dejo este capítulo, espero les guste.
Cuando la universidad me lo permita, subo el siguiente :)
Respondiendo a tu pregunta Andreita, faltan 10 capítulos más :D
Ahora me voy.
Besos
Natuu!!
Natuu!
Página 7 de 13. • 1, 2, 3 ... 6, 7, 8 ... 11, 12, 13
Temas similares
» «Dime que me quieres» stylinson.
» quieres que te crea? no creo en los mitos( zayn malik y tu) terminada
» La Apuesta ( Harry Styles y tu ) TERMINADA
» alguien que quiera hacer una novela de niall y tu con migo ?
» Ab imo pectore (Desde el fondo de mi corazón)
» quieres que te crea? no creo en los mitos( zayn malik y tu) terminada
» La Apuesta ( Harry Styles y tu ) TERMINADA
» alguien que quiera hacer una novela de niall y tu con migo ?
» Ab imo pectore (Desde el fondo de mi corazón)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 7 de 13.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.