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"Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Al fin murio el hijo de perra!
SIGUELA; Que bueno que ___ esta embarazada. ;B
SIGUELA; Que bueno que ___ esta embarazada. ;B
Creadora
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Y despues de tanto cojer seria raro q no hubiese quedado embarazada jajajajaja :P
Por fin se murio ese hdp! :¬¬:
SIGUELAA!!
Por fin se murio ese hdp! :¬¬:
SIGUELAA!!
jb_fanvanu
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Veintiséis/2
Mientras Joe observaba cómo la máscara de la muerte cubría la cara de Orión, Travis y Noah se acercaron a las chicas, las cubrieron con mantas y las sacaron a toda prisa de la habitación.
Joe siguió allí con la mirada fija. Orión estaba muerto. ¿Qué le quedaba ahora? Su corazón ya no le pertenecía. Su alma anhelaba algo que nunca sería suyo.
«Te amo, Joe». Las palabras que le encendían los sentidos, que acariciaban su corazón dolorosamente vacío, resonaron una vez más en su mente.
Las oía demasiadas veces, como si la voz de ____ fuera una brisa que lo siguiera a todas partes.
—Maverick. —John le tiró del brazo—. Tenemos que irnos.
Él asintió lentamente y lanzó una última mirada al cadáver del hombre que lo había obsesionado durante seis años, se giró y siguió al resto de la unidad fuera de la casa.
Pocos segundos después, corrieron hacia el jeep que se detuvo delante del portón principal. Nik y Travis llevaban a las dos chicas en brazos. Noah transmitió el código de seguridad por radio para que Jordan supiera que habían cumplido la misión y se dirigieron al punto de encuentro.
Nadie intentó detenerlos. Los pocos mercenarios que quedaban en pie huyeron como ratas asustadas.
Joe se quedó mirando la noche a través de la ventanilla mientras el jeep recorría a toda velocidad el camino de vuelta hasta donde Jordan esperaba con los botes hinchables para regresar al carguero. En cuanto estuvieran en aguas internacionales, subirían a un buque de guerra de la marina donde había un helicóptero preparado para llevarles a suelo americano.
Todo había terminado. Joe había vendido su alma por venganza y, ahora que la venganza se había cumplido, sabía con exactitud lo vacía que estaría su vida sin ____.
El jeep frenó bruscamente cerca de los botes. Salieron en tropel y corrieron hacia las oscuras embarcaciones. En unos segundos surcaban el mar en dirección al carguero que los conduciría al buque de guerra.
Joe vio salir el sol, observó el cielo azul claro del amanecer y sintió la caricia de ____ en sus recuerdos.
Había intentado permanecer tan lejos de ella como le había sido posible; sin embargo, todo resultó inútil. Había ido a verla varias veces, oculto entre las sombras de la propiedad de su abuela, y observado cómo ____ se sentaba sola en el balcón de su dormitorio.
Algunas noches, hubiera jurado que le veía. No se habría sorprendido si ella hubiera salido de la casa y se hubiera dirigido hacia él. El vínculo que habían forjado durante el tiempo que compartieron era intenso e inquebrantable.
Pero ella había continuado sentada en el balcón durante esas visitas, y Joe se había visto obligado a permanecer oculto. Había cosas que hacer y decisiones que tomar. No podía regresar con ella mientras existieran esos obstáculos.
—Nunca se irá, Joe —dijo Noah a su lado, apoyándose en la barandilla y mirando el mar—. Siempre la verás. En el reflejo de un espejo, cuando cierres los ojos para dormir o mires el cielo estrellado. Siempre, siempre estará ahí.
Noah debía saberlo mejor que nadie, ya que había pasado seis años sin su esposa. Su vida había consistido en comer, respirar y llevar a cabo misiones como un hombre muerto, hasta que el destino lo reunió con su mujer de nuevo.
Noah había tomado lo que era suyo. Ni había preguntado ni había pedido permiso. Había declarado que su mujer era suya. Que podía tenerla mientras luchaba con la unidad con la que se había comprometido, o caminar ciegamente hacia la muerte.
Quien estaba detrás de la unidad de Fuerzas Especiales había invertido mucho dinero en los agentes que la conformaban. No podía permitirse el lujo de perderlos por tener el corazón roto.
Pero, ¿podía Joe permitirse el lujo de tomar lo que necesitaba con tanta desesperación? ¿Querría todavía ____ al hombre que era ahora?
Sacudió la cabeza, incapaz de encontrar respuesta a esa cuestión.
—Piénsalo, Joe —dijo Noah con suavidad—. Sólo piénsalo.
Unas horas después todavía estaba pensando en ello. Y cuando el helicóptero los llevaba de vuelta a la base en el parque nacional Big Bend, seguía dándole vueltas a todas las posibilidades que se presentaban ante él.
Sentía los músculos tensos. Necesitaba saborear a ____, sentir sus caricias; ella era como una llama ardiendo en su interior. Aunque el peligro al que ____ se había enfrentado recientemente había desaparecido, la joven todavía tenía pesadillas.
Y Joe quería estar allí. Si ella lloraba por la noche, quería ser él quien la abrazara y consolara.
En la ducha, se lavó la sangre y la suciedad de su cuerpo. Fue incapaz de alejar de su mente las caricias de ____, su olor, mientras su polla se engrosaba de tortuosa necesidad. Pasaba las noches así, deseándola, necesitándola.
Apoyó la cabeza contra la pared de la ducha e hizo una mueca. Quería sostener a ____ entre sus brazos, estrecharla con fuerza contra sí y decirle que siempre podría contar con él.
La amaba como jamás volvería a hacerlo. Sencillamente, estaba perdido sin ella.
Se aclaró el champú del pelo y se lo secó con rapidez. Se puso la ropa y las botas sin perder tiempo, y luego se dirigió a su taquilla y sacó la cazadora, la cartera, el dinero en efectivo y las tarjetas de crédito.
—¿Vas a alguna parte?
Joe giró la cabeza y casi soltó un gruñido al ver a Jordan apoyado contra las taquillas, arqueando una ceja con curiosidad.
—Cazadora, cartera, dinero en efectivo y tarjetas —siguió Jordan—. Parece que te vas sin mi autorización.
Joe metió la cartera y las tarjetas de crédito en el bolsillo trasero y el dinero en el bolsillo delantero. Se puso la cazadora y guardó las llaves en ella.
—Me largo —informó a su superior—. Me debéis seis semanas de vacaciones.
—Comenzaremos otra misión en unos días —replicó Jordan—. Te necesitamos aquí.
—Lástima. Recuerdo muy bien el contrato —le espetó—. Tengo seis jodidas semanas.
Jordan frunció el ceño pensativamente.
—Tienes que informar de tu destino antes de irte, así como de las actividades que pretendes llevar a cabo mientras estés fuera.
—Lo sé —gruñó en respuesta.
—Va contra las reglas, Joe —le recordó Jordan—. Nada de debilidades, ¿recuerdas? ¿Qué es una mujer sino un punto débil?
Joe caminó lentamente por el pasillo entre las taquillas hasta detenerse delante de su comandante.
—Es mía.
Jordan arqueó las cejas.
—¿De veras? Según los documentos que firmaste, tú perteneces a la unidad de Fuerzas Especiales y no a una mujer.
—No me jodas —siseó Joe entre dientes—. Firmé el contrato. Doce años o hasta mi muerte. ¿Quieres los años que quedan? Entonces no te interpongas en mi camino.
—¿No piensas huir? —preguntó Jordan con voz dura.
Joe casi se rió.
—No, Jordan, no voy a huir. Pero si no puedo tenerla, me expondré a las balas y no me importará si vivo o muero. No puedo luchar sin ella. Es mi destino. Te veré dentro de seis semanas.
—Saluda a Abigail de mi parte —gritó Jordan detrás de él—. Si lo pides con amabilidad, Reno compartirá contigo el helicóptero que va a llevarle a casa.
Joe apresuró el paso y bajó a toda velocidad las escaleras que llevaban al nivel inferior de la base. El helicóptero llevaría a Reno de vuelta a Georgia, junto a su esposa y su hijo, y conduciría a Joe de regreso a los sueños sin los cuales no podía vivir.
«Qué estúpidos podemos llegar a ser los hombres», pensó. Había creído que podría vivir sin su corazón, sin aquella parte de su alma que pertenecía a la mujer que amaba. ¿Qué locura le había hecho creer que podría vivir sin ____, cuando en realidad no había sabido lo que era vivir hasta que descubrió lo que era amarla?
Al llegar a la planta baja de la base vio a Reno y a Noah hablando. Ninguno de los dos parecía contento. Joe bajó las escaleras consciente de que ambos lo observaban fijamente.
—Te acompañaré en el helicóptero —le dijo a Reno—. ¿Cuándo salimos?
Reno arqueó las cejas.
—Voy a Georgia, Joe, no al bar más cercano.
Joe gruñó ante su respuesta.
—Vámonos, Reno. Y procura no cabrearme demasiado.
Pasó junto a los dos hombres y se dirigió a la salida. No es que se hubiera convertido en un borracho. Sencillamente, beber impedía que pensara en determinadas cosas. Cuando Joe sentía que había tocado fondo, se sentaba en el rincón más oscuro de un bar y dejaba pasar las horas.
No lo había hecho a menudo, pero sí lo suficiente para que los demás se hubieran percatado de ello.
Todo eso había quedado atrás en el momento en que tomó la decisión más importante de su vida. La decisión de intentar que ____ lo aceptara de nuevo.
Se subió al helicóptero y observó cómo Reno le seguía y daba la orden de despegue al piloto. En unos segundos estaban en el aire, camino a casa.
Una vez, Israel había sido su hogar. Era allí donde el corazón de Joe se había refugiado en los momentos más oscuros y vacíos de su vida después de que se uniera a las Fuerzas Especiales.
Ahora, ____ era su hogar. Su corazón se había quedado con ella cuando se marchó para dar caza a Orión. Era a ella a la que deseaba con cada parte de su ser.
—Puede que ____ no quiera saber de ti —masculló Reno mientras se reclinaba en el asiento y cruzaba los brazos sobre el pecho. Todavía miraba a Joe de manera ominosa.
—Quizá —convino Joe con aire distraído, más pendiente de sus recuerdos de ____ que de los consejos de Reno.
Si fuera así, si intentaba alejarlo de ella, la follaría hasta que cambiara de idea. No se había pasado seis semanas infernales siguiéndole la pista a Orión y muriéndose por ella, sólo para ser rechazado sin más.
—Está viviendo con su abuela —siguió Reno.
—Sé dónde diablos está. —Joe giró la cabeza de golpe y miró a su amigo con el ceño fruncido—. Ocúpate de tus asuntos, Reno, que yo me ocuparé de los míos.
Reno gruñó en respuesta y frunció el ceño.
—Es demasiado buena para ti —le espetó, claramente furioso.
Joe se pasó la mano por el pelo e hizo una mueca ante esas palabras.
—No voy a negarlo. —Pero no había nada que pudiera hacer al respecto. Se moría por ella. El dolor era como una herida abierta que se negaba a sanar. No había cura ni alivio posible hasta que viera a ____ de nuevo.
Ella no lo rechazaría. No podía rechazarle. Había sido un hombre muerto sólo de nombre, pero sin ____ sería un hombre muerto de verdad. Todo su ser le pertenecía a ella. Vivir sin ____ lo mataría.
—Hazle daño y te partiré el cuello —le advirtió Reno con dureza.
Joe giró la cabeza y volvió a clavar los ojos en su amigo. Su mirada era llana, fría y dura.
—Si no te callas, te lanzaré fuera del helicóptero —le advirtió—. Estoy harto de tus amenazas y tus consejos.
—Es amiga mía, Joe —masculló Reno apretando los labios.
—Es mi vida.
Fin de la conversación.
Reno le sostuvo la mirada un buen rato antes de asentir bruscamente con la cabeza y Joe volvió a mirar afuera. Al cielo azul claro que le recordaba los ojos de ____. Dios, el dolor casi lo había partido en dos cuando se alejó de ella para cumplir la última parte de la misión.
Por fin volvía a casa. Ahora sólo rezaba para que ella dejara que la amara. Que le permitiera vivir bajo la calidez de su sonrisa.
Natuu♥!!
Joe siguió allí con la mirada fija. Orión estaba muerto. ¿Qué le quedaba ahora? Su corazón ya no le pertenecía. Su alma anhelaba algo que nunca sería suyo.
«Te amo, Joe». Las palabras que le encendían los sentidos, que acariciaban su corazón dolorosamente vacío, resonaron una vez más en su mente.
Las oía demasiadas veces, como si la voz de ____ fuera una brisa que lo siguiera a todas partes.
—Maverick. —John le tiró del brazo—. Tenemos que irnos.
Él asintió lentamente y lanzó una última mirada al cadáver del hombre que lo había obsesionado durante seis años, se giró y siguió al resto de la unidad fuera de la casa.
Pocos segundos después, corrieron hacia el jeep que se detuvo delante del portón principal. Nik y Travis llevaban a las dos chicas en brazos. Noah transmitió el código de seguridad por radio para que Jordan supiera que habían cumplido la misión y se dirigieron al punto de encuentro.
Nadie intentó detenerlos. Los pocos mercenarios que quedaban en pie huyeron como ratas asustadas.
Joe se quedó mirando la noche a través de la ventanilla mientras el jeep recorría a toda velocidad el camino de vuelta hasta donde Jordan esperaba con los botes hinchables para regresar al carguero. En cuanto estuvieran en aguas internacionales, subirían a un buque de guerra de la marina donde había un helicóptero preparado para llevarles a suelo americano.
Todo había terminado. Joe había vendido su alma por venganza y, ahora que la venganza se había cumplido, sabía con exactitud lo vacía que estaría su vida sin ____.
El jeep frenó bruscamente cerca de los botes. Salieron en tropel y corrieron hacia las oscuras embarcaciones. En unos segundos surcaban el mar en dirección al carguero que los conduciría al buque de guerra.
Joe vio salir el sol, observó el cielo azul claro del amanecer y sintió la caricia de ____ en sus recuerdos.
Había intentado permanecer tan lejos de ella como le había sido posible; sin embargo, todo resultó inútil. Había ido a verla varias veces, oculto entre las sombras de la propiedad de su abuela, y observado cómo ____ se sentaba sola en el balcón de su dormitorio.
Algunas noches, hubiera jurado que le veía. No se habría sorprendido si ella hubiera salido de la casa y se hubiera dirigido hacia él. El vínculo que habían forjado durante el tiempo que compartieron era intenso e inquebrantable.
Pero ella había continuado sentada en el balcón durante esas visitas, y Joe se había visto obligado a permanecer oculto. Había cosas que hacer y decisiones que tomar. No podía regresar con ella mientras existieran esos obstáculos.
—Nunca se irá, Joe —dijo Noah a su lado, apoyándose en la barandilla y mirando el mar—. Siempre la verás. En el reflejo de un espejo, cuando cierres los ojos para dormir o mires el cielo estrellado. Siempre, siempre estará ahí.
Noah debía saberlo mejor que nadie, ya que había pasado seis años sin su esposa. Su vida había consistido en comer, respirar y llevar a cabo misiones como un hombre muerto, hasta que el destino lo reunió con su mujer de nuevo.
Noah había tomado lo que era suyo. Ni había preguntado ni había pedido permiso. Había declarado que su mujer era suya. Que podía tenerla mientras luchaba con la unidad con la que se había comprometido, o caminar ciegamente hacia la muerte.
Quien estaba detrás de la unidad de Fuerzas Especiales había invertido mucho dinero en los agentes que la conformaban. No podía permitirse el lujo de perderlos por tener el corazón roto.
Pero, ¿podía Joe permitirse el lujo de tomar lo que necesitaba con tanta desesperación? ¿Querría todavía ____ al hombre que era ahora?
Sacudió la cabeza, incapaz de encontrar respuesta a esa cuestión.
—Piénsalo, Joe —dijo Noah con suavidad—. Sólo piénsalo.
Unas horas después todavía estaba pensando en ello. Y cuando el helicóptero los llevaba de vuelta a la base en el parque nacional Big Bend, seguía dándole vueltas a todas las posibilidades que se presentaban ante él.
Sentía los músculos tensos. Necesitaba saborear a ____, sentir sus caricias; ella era como una llama ardiendo en su interior. Aunque el peligro al que ____ se había enfrentado recientemente había desaparecido, la joven todavía tenía pesadillas.
Y Joe quería estar allí. Si ella lloraba por la noche, quería ser él quien la abrazara y consolara.
En la ducha, se lavó la sangre y la suciedad de su cuerpo. Fue incapaz de alejar de su mente las caricias de ____, su olor, mientras su polla se engrosaba de tortuosa necesidad. Pasaba las noches así, deseándola, necesitándola.
Apoyó la cabeza contra la pared de la ducha e hizo una mueca. Quería sostener a ____ entre sus brazos, estrecharla con fuerza contra sí y decirle que siempre podría contar con él.
La amaba como jamás volvería a hacerlo. Sencillamente, estaba perdido sin ella.
Se aclaró el champú del pelo y se lo secó con rapidez. Se puso la ropa y las botas sin perder tiempo, y luego se dirigió a su taquilla y sacó la cazadora, la cartera, el dinero en efectivo y las tarjetas de crédito.
—¿Vas a alguna parte?
Joe giró la cabeza y casi soltó un gruñido al ver a Jordan apoyado contra las taquillas, arqueando una ceja con curiosidad.
—Cazadora, cartera, dinero en efectivo y tarjetas —siguió Jordan—. Parece que te vas sin mi autorización.
Joe metió la cartera y las tarjetas de crédito en el bolsillo trasero y el dinero en el bolsillo delantero. Se puso la cazadora y guardó las llaves en ella.
—Me largo —informó a su superior—. Me debéis seis semanas de vacaciones.
—Comenzaremos otra misión en unos días —replicó Jordan—. Te necesitamos aquí.
—Lástima. Recuerdo muy bien el contrato —le espetó—. Tengo seis jodidas semanas.
Jordan frunció el ceño pensativamente.
—Tienes que informar de tu destino antes de irte, así como de las actividades que pretendes llevar a cabo mientras estés fuera.
—Lo sé —gruñó en respuesta.
—Va contra las reglas, Joe —le recordó Jordan—. Nada de debilidades, ¿recuerdas? ¿Qué es una mujer sino un punto débil?
Joe caminó lentamente por el pasillo entre las taquillas hasta detenerse delante de su comandante.
—Es mía.
Jordan arqueó las cejas.
—¿De veras? Según los documentos que firmaste, tú perteneces a la unidad de Fuerzas Especiales y no a una mujer.
—No me jodas —siseó Joe entre dientes—. Firmé el contrato. Doce años o hasta mi muerte. ¿Quieres los años que quedan? Entonces no te interpongas en mi camino.
—¿No piensas huir? —preguntó Jordan con voz dura.
Joe casi se rió.
—No, Jordan, no voy a huir. Pero si no puedo tenerla, me expondré a las balas y no me importará si vivo o muero. No puedo luchar sin ella. Es mi destino. Te veré dentro de seis semanas.
—Saluda a Abigail de mi parte —gritó Jordan detrás de él—. Si lo pides con amabilidad, Reno compartirá contigo el helicóptero que va a llevarle a casa.
Joe apresuró el paso y bajó a toda velocidad las escaleras que llevaban al nivel inferior de la base. El helicóptero llevaría a Reno de vuelta a Georgia, junto a su esposa y su hijo, y conduciría a Joe de regreso a los sueños sin los cuales no podía vivir.
«Qué estúpidos podemos llegar a ser los hombres», pensó. Había creído que podría vivir sin su corazón, sin aquella parte de su alma que pertenecía a la mujer que amaba. ¿Qué locura le había hecho creer que podría vivir sin ____, cuando en realidad no había sabido lo que era vivir hasta que descubrió lo que era amarla?
Al llegar a la planta baja de la base vio a Reno y a Noah hablando. Ninguno de los dos parecía contento. Joe bajó las escaleras consciente de que ambos lo observaban fijamente.
—Te acompañaré en el helicóptero —le dijo a Reno—. ¿Cuándo salimos?
Reno arqueó las cejas.
—Voy a Georgia, Joe, no al bar más cercano.
Joe gruñó ante su respuesta.
—Vámonos, Reno. Y procura no cabrearme demasiado.
Pasó junto a los dos hombres y se dirigió a la salida. No es que se hubiera convertido en un borracho. Sencillamente, beber impedía que pensara en determinadas cosas. Cuando Joe sentía que había tocado fondo, se sentaba en el rincón más oscuro de un bar y dejaba pasar las horas.
No lo había hecho a menudo, pero sí lo suficiente para que los demás se hubieran percatado de ello.
Todo eso había quedado atrás en el momento en que tomó la decisión más importante de su vida. La decisión de intentar que ____ lo aceptara de nuevo.
Se subió al helicóptero y observó cómo Reno le seguía y daba la orden de despegue al piloto. En unos segundos estaban en el aire, camino a casa.
Una vez, Israel había sido su hogar. Era allí donde el corazón de Joe se había refugiado en los momentos más oscuros y vacíos de su vida después de que se uniera a las Fuerzas Especiales.
Ahora, ____ era su hogar. Su corazón se había quedado con ella cuando se marchó para dar caza a Orión. Era a ella a la que deseaba con cada parte de su ser.
—Puede que ____ no quiera saber de ti —masculló Reno mientras se reclinaba en el asiento y cruzaba los brazos sobre el pecho. Todavía miraba a Joe de manera ominosa.
—Quizá —convino Joe con aire distraído, más pendiente de sus recuerdos de ____ que de los consejos de Reno.
Si fuera así, si intentaba alejarlo de ella, la follaría hasta que cambiara de idea. No se había pasado seis semanas infernales siguiéndole la pista a Orión y muriéndose por ella, sólo para ser rechazado sin más.
—Está viviendo con su abuela —siguió Reno.
—Sé dónde diablos está. —Joe giró la cabeza de golpe y miró a su amigo con el ceño fruncido—. Ocúpate de tus asuntos, Reno, que yo me ocuparé de los míos.
Reno gruñó en respuesta y frunció el ceño.
—Es demasiado buena para ti —le espetó, claramente furioso.
Joe se pasó la mano por el pelo e hizo una mueca ante esas palabras.
—No voy a negarlo. —Pero no había nada que pudiera hacer al respecto. Se moría por ella. El dolor era como una herida abierta que se negaba a sanar. No había cura ni alivio posible hasta que viera a ____ de nuevo.
Ella no lo rechazaría. No podía rechazarle. Había sido un hombre muerto sólo de nombre, pero sin ____ sería un hombre muerto de verdad. Todo su ser le pertenecía a ella. Vivir sin ____ lo mataría.
—Hazle daño y te partiré el cuello —le advirtió Reno con dureza.
Joe giró la cabeza y volvió a clavar los ojos en su amigo. Su mirada era llana, fría y dura.
—Si no te callas, te lanzaré fuera del helicóptero —le advirtió—. Estoy harto de tus amenazas y tus consejos.
—Es amiga mía, Joe —masculló Reno apretando los labios.
—Es mi vida.
Fin de la conversación.
Reno le sostuvo la mirada un buen rato antes de asentir bruscamente con la cabeza y Joe volvió a mirar afuera. Al cielo azul claro que le recordaba los ojos de ____. Dios, el dolor casi lo había partido en dos cuando se alejó de ella para cumplir la última parte de la misión.
Por fin volvía a casa. Ahora sólo rezaba para que ella dejara que la amara. Que le permitiera vivir bajo la calidez de su sonrisa.
Natuu♥!!
Natuu!
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
awww Joe va a regresar!!!
Ya era hora!!
Siguela!!!!
Ya era hora!!
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Y el capitulo es muy corto, aunque se acerca el final por dios quiero mas, quiero ver como reaccionará cuando sepa que _____ esta embarazada :B
SIGUELA
SIGUELA
Creadora
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Ahhhh va a regresar!! *o* sdghasdfasgd
SIGUELAA
SIGUELAA
jb_fanvanu
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
natu no seas asi de mala
siguela ya òrfavor!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
jeo se devolvios
sii loa amo
siguela
siguela ya òrfavor!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
jeo se devolvios
sii loa amo
siguela
andreita
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Joe regresa ¡¡¡¡REGRESAAA!!!
SIGUELAAAAAAAAAAA
SIGUELAAAAAAAAAAA
JB&1D2
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Veintisiete
____ pasaba demasiado tiempo en las casas de Raven y Morganna. Conocía el motivo que la impulsaba a hacerlo y, aunque eso le encogía el corazón, no podía hacer nada para evitarlo.
Esa noche, mientras Raven se encargaba de acostar a Morgan, ____ estaba sentada en la salita mirando sin ver la pared, retorciendo nerviosamente las manos en el regazo.
Debería marcharse.
Se levantó para hacerlo y la opresión que sintió en el pecho casi la hizo derramar las lágrimas que parecían estar siempre presentes en sus ojos.
Era como si su cuerpo se estuviera desgarrando por dentro poco a poco.
Se abrazó a sí misma para infundirse valor y miró a través del ventanal que daba al camino de entrada mientras se decía a sí misma que tenía que irse. Llevaba horas allí y Raven tenía un hijo del que ocuparse. Además, Reno regresaba hoy a casa. Su amiga querría prepararse para recibir a su marido. Esa vez había estado muchas semanas fuera.
«¿Habría regresado Joe con él?», se preguntó ____.
Respiró hondo y sacudió la cabeza. Girándose con rapidez, cogió el bolso de la mesita de café y se encaminó hacia la puerta.
No podía seguir haciendo eso. Si Joe había regresado con Reno, sería por una cuestión de trabajo, no por ella. Sin duda, él tendría muchas cosas que hacer y no querría volver a ver a la mujer de la que se había alejado.
—____, ¿ya te vas? —Raven se había recogido el pelo oscuro en lo alto de la cabeza. Tenía una expresión ligeramente alarmada y ansiosa en sus ojos azules.
—Ya he abusado demasiado de tu tiempo.
No pudo decir más. El dolor que crecía en su pecho le oprimía la garganta y hacía que tuviera constantemente ganas de llorar. Quizás se debiera a los cambios hormonales que estaba experimentando su cuerpo, pensó. El médico le había dicho que, debido a los efectos del «polvo de afrodita» en su cerebro y los cambios provocados por el embarazo, pasaría de la risa al llanto sin apenas darse cuenta. Tendría que aprender a conocerse a sí misma una vez más.
Y eso hacía. Definitivamente estaba aprendiendo cada matiz del agónico dolor que se había instalado en su interior, un dolor que casi le impedía respirar. Estaba aprendiendo lo que era echar a alguien de menos, creer verlo en todas partes, llorar por él todas las noches.
Se llevó una mano protectora al vientre y se recordó que ya no estaba sola. Llevaba una parte de él consigo. Pero, aunque eso la consolaba, nada podía aliviar el dolor que clavaba cruelmente sus garras en su corazón.
—Disfruto mucho de tu compañía, ____ —dijo Raven con suavidad—. Somos amigas, no tienes que disculparte.
____ negó con la cabeza y volvió a mirar por la ventana.
—No dejo de pensar que él vendrá aquí —admitió con voz ronca—. Que regresará con Reno. Todo lo que necesito es verle una vez más, saber que está a salvo. Entonces estaré bien.
—Pero tú sabes que no será así —concluyó Raven por ella—. Sabes que si vuelves a verlo el dolor será peor. Mucho peor.
____ asintió bruscamente.
—No es justo que os ponga en esta situación —consiguió decir con voz entrecortada—. Él no tenía más remedio que marcharse, ¿verdad?
Por supuesto que sí. No se habría ido si hubiera podido quedarse ¿verdad? Sin embargo, su ausencia la atormentaba. Si la amaba, ¿cómo podía mantenerse alejado de ella? ____ pasaba más tiempo en la casa de Raven, Morganna y Emily que en la suya. Esperaba oír algo acerca de él. Esperaba que alguna de sus amigas le diera alguna información, pero jamás lo habían hecho.
—¿Quién sabe? —Raven se encogió de hombros—. Sólo Joe.
A ____ le temblaron los labios.
—Se habría quedado.
Tenía que creerlo. Era lo único que la sostenía cada noche, lo único a lo que podía aferrarse.
Casi se rió ante esos pensamientos.
—He perdido la cabeza —susurró—. Logré sobrevivir a seis años de pesadillas y, aún así, las noches nunca me parecieron tan largas.
Ahora dormía, pero en vez de tener pesadillas soñaba con Joe. Con sus caricias. Sus besos. Sus abrazos... Sólo para despertarse sola. Quedarse despierta era ahora su mayor pesadilla porque aún no había aprendido a vivir sin él.
—No has perdido la cabeza —suspiró Raven—. Has perdido el corazón, que es distinto.
____ negó con la cabeza.
—No, Raven, he perdido a Joe.
Sin más, se volvió y se dirigió a la puerta de nuevo.
—____. —Raven volvió a detenerla—. Me gustaría que te quedaras un rato.
—No puedo quedarme —susurró, sacudiendo la cabeza—. Ni siquiera debería estar aquí por las razones que estoy. No puedo hacerle esto, Raven, ni al él ni a mí misma. No puedo seguir así.
Salió de la casa con la cabeza baja con la esperanza de que el pelo ocultara sus lágrimas y se dirigió con rapidez al coche. Se había pasado las últimas dos semanas esperando a Joe, anhelante. Se había preocupado, paseado continuamente de un lado a otro de la casa con la certeza de que nunca más volvería a verlo.
—¿Te marchas ya?
Al oír aquello, ____ levantó la cabeza de golpe y se quedó paralizada.
Él estaba frente a ella. Sus oscuros ojos mostraban el mismo tormento que padecía la joven. Tenía el cansancio grabado en cada línea de su rostro.
____ abrió los labios y el corazón comenzó a latirle a toda velocidad en el pecho.
En ese momento, él sonrió. Una pequeña sonrisa torcida que le robó el aliento.
—Es muy difícil dar contigo —dijo Joe apartándose del coche donde había estado apoyado y acercándose a ella—. Reno estuvo haciendo algunas llamadas y averiguó que estuviste en casa de Emily. Cuando llegué allí, hacía unos minutos que te habías ido a casa de Morganna. También fui hasta allí, pero ya no estabas.
____ negó con la cabeza.
—Salimos de compras.
—Entonces, Reno llamó a su casa. Y a punto he estado de no pillarte aquí tampoco, ____.
La joven intentó contener las lágrimas. Intentó convencerse a sí misma de que podría soportar la tortura de verlo y no tocarlo. De que podía quedarse y averiguar por qué estaba él allí, por qué había estado buscándola.
No, no podría, estaba segura. Nada podría aliviar el dolor de perder a Joe, de verle, si se iba de nuevo.
Temblando, se llevó la mano al estómago buscando el vínculo con el bebé que la había confortado los últimos días.
—No deberías estar aquí. —Volvió a sacudir la cabeza—. Seguro que tienes cosas que hacer.
Joe puso las manos sobre sus hombros para impedir que escapara, y ____ sintió que se le aflojaban las rodillas ante el contacto. El calor de sus manos la atravesó, estremeciendo todo su ser, robándole la capacidad de respirar, de hablar, de pensar.
—Ven conmigo —susurró él cuando ella levantó la cabeza—. Sólo un momento.
¿Acaso esperaba una negativa? Él se lo había pedido como si fuera a hacer justo eso.
____ asintió y le dio las llaves del coche. No podía conducir en el estado en que se encontraba.
Rodeó el vehículo y se deslizó en el asiento del acompañante mientras Joe tomaba asiento a su lado. Luego puso el coche en marcha y se alejaron de la casa.
Envuelta en el aroma masculino, ____ se dijo que era sólo otro sueño. Mientras él recorría la ciudad y entraba en el aparcamiento subterráneo de uno de los mejores hoteles, continuó diciéndose a sí misma que eso no significaba nada. Que Joe quería hablar. Nada más.
Ocho semanas. Había vivido sin sus caricias ocho largas semanas. Cerró los puños en el regazo, intentando mantener las manos apartadas de él, intentando conservar la dignidad y el orgullo.
Él aparcó finalmente y rodeó el coche para abrirle la puerta.
—¿____? —Estiraba el brazo hacia ella, instándola a bajar.
____ alargó la mano hacia él; los dedos de Joe rodearon los suyos y, cuando ella salió del coche, no se los soltó.
De pronto, experimentó sensaciones desconocidas para ella hasta entonces. El roce del vestido contra sus piernas. El aire fresco del aparcamiento en los brazos desnudos, el roce de sus muslos entre sí y los pliegues entre ellos. Se le estaba hinchando el clítoris y le dolía. Su sexo palpitaba de deseo, humedeciéndose de necesidad.
¿Humedeciéndose? No, estaba empapada. Resbaladiza, caliente y mojada, y se estremecía por el deseo de besarle.
El viaje en el ascensor se le hizo eterno. Cuando por fin llegaron a la planta donde se alojaba Joe, las puertas se abrieron con un siseo y él la condujo por un amplio y elegante pasillo hacia su habitación.
____ entró vacilante. Entonces, la puerta se cerró de golpe y antes de que ella pudiera hablar, se encontró de espaldas contra la recia madera, con los labios de Joe reclamando los suyos y sus manos tocándola por todas partes.
La joven le rodeó el cuello con los brazos y se aferró a él, intentando acercarse todavía más mientras Joe ladeaba la cabeza y profundizaba aquel beso, ávido y dominante, que se hizo todavía más tórrido y salvaje.
____ no tenía suficiente de él. Lo necesitaba demasiado. Lo deseaba demasiado.
—Me estoy muriendo. —Él se apartó apenas unos centímetros para hacer esa declaración con voz ronca y jadeante—. Me muero sin ti, ____.
La joven trató de hablar, pero su beso le había robado el aliento. Sin darle tiempo a pensar, Joe metió las manos bajo el dobladillo del vestido y le bajó las bragas. A ____ no le importó. Las hizo a un lado y echó la cabeza hacia atrás mientras él le recorría la mandíbula con los labios antes de regresar a su boca.
Como si quisiera devorarla, Joe deslizó los dedos entre los resbaladizos pliegues del sexo de la joven y gimió en sus labios cuando sintió que ella luchaba contra el cierre de los vaqueros.
Joe estaba allí, entre sus brazos. Caliente y duro. Y ella estaba perdida en las sensaciones, en el deseo. Estaba a punto de hacerse pedazos, pero no le importaba.
—Joe... —Pronunció su nombre al sentir que los botones del vestido se abrían sobre sus pechos.
Los sensibles montículos estaban hinchados, los pezones tensos contra el sujetador. Él deslizó el vestido y los tirantes del sujetador por los hombros de la joven y, un segundo después, ____ gimió de placer cuando los labios de Joe cubrieron la dura cima de uno de sus pechos al tiempo que la alzaba contra él.
Hizo que le rodeara las caderas con las piernas con un rápido movimiento y deslizó el grueso glande entre sus sedosos pliegues.
—No puedo esperar. —Joe jadeaba. Los músculos debajo de la camisa estaban tensos cuando la joven le arrancó los botones—. No puedo aguantar, ____. Me muero por ti.
—No esperes. Oh Dios, tómame, Joe. Tómame...
Joe introdujo su polla con facilidad en la ceñida entrada al cuerpo de ____, y ella no pudo contener los gemidos de placer al sentirse completa. Le clavó las uñas en los hombros y el placer la consumió con un deseo voraz.
—Tengo que tenerte. —Joe la poseía de forma brutal, primitiva. Empujaba dentro de ella como si quisiera fundirse con su cuerpo, la penetraba con largas embestidas, introduciendo su erección cada vez más y más dentro—. Mi dulce amor. Mi hermosa ____. No puedo respirar sin desearte.
Otro envite y él se enterró profundamente en el interior del cuerpo femenino. Un desgarrador gemido salió de los labios de la joven cuando lo ciñó con sus músculos internos. ____ estaba sumida en un insoportable placer. Podía sentir cómo se le cubría la piel de sudor, el calor que emanaba de la polla de Joe, sus brazos rodeándola...
Estaba tan cerca. Había sido tan rápido. Sólo un beso y, en cuestión de segundos, estaba tan ardiente y preparada para él que Joe no había tenido ningún problema en enterrarse en su interior.
—Oh sí —gimió él contra su cuello—. Si, cariño. Tómame. He soñado con esto. Lo he deseado tanto.
Cambió el ritmo y empezó a bombear su polla dentro de ella con duros y profundos envites, acariciando todas las terminaciones nerviosas del interior de su vagina, dilatándola, excitándola con violenta pasión.
____ se escuchó gritar el nombre del hombre que amaba y apenas fue consciente de que clavaba las uñas en la camisa de algodón de Joe, intentando marcarle la piel.
Un segundo después él mismo se había arrancado la camisa y desgarrado la parte superior del vestido de ella. Volvió a tomar un pezón en su boca y le introdujo el duro y grueso miembro hasta la empuñadura.
____ era sólo un cuerpo envuelto en el placer. Estaba perdiendo el control y apenas fue consciente de que sus músculos empezaron palpitar en torno a la rígida polla que tomaba posesión de ella cada vez con más fuerza y dureza
Iba a correrse. Lo sentía. Estaba a punto de explotar.
—Joe —gimió débilmente—. No puedo soportarlo... —____ se arqueó otra vez—. Oh sí. Sí. Así.
El roce de la carne contra la carne resonaba en la habitación.
—¡Sí! —Se aferró a los cabellos de Joe mientras él le chupaba el pezón, torturándolo con la lengua—. Ahí. Así. Así. —gritó mientras él la empalaba duramente, al punto que creyó por un momento que la partiría en dos.
El placer se volvió abrumador. Un torbellino de sensaciones atravesó a ____, quemándola, empujándola, llevándola más cerca del límite con una intensidad que la hizo perder el aliento.
Ahí estaba. Tenso. Aterrador. Lanzó un jadeo roto al sentir que Joe la sujetaba por las nalgas para poder tener un mayor acceso a su cuerpo y, cuando por fin explotó, la oscuridad que ____ había temido una vez la inundó, envolviéndola con una oleada ardiente y cegadora. Cerró los ojos. Oyó su propio gemido ahogado y sintió que su sexo palpitaba en torno a la polla de Joe. Después, la atravesó una explosión tan intensa que se preguntó si perdería el conocimiento.
Oyó el grito ronco de Joe, su nombre en los labios masculinos y, entonces, los espesos y potentes chorros de su liberación la inundaron.
Se dejó llevar por el placer, pero no le importó porque Joe la sostenía. La estrechaba contra su cuerpo, la protegía durante la violenta tormenta de sensaciones que una vez la había asustado.
—Te amo —oyó que le decía al oído—. Mi dulce ____. Te amo.
La joven sacudió la cabeza. Joe no podía morir. No podía abandonarla. Le rodeó el cuello con los brazos con más fuerza. Sintió que él la movía, y luego la suavidad del colchón bajo su espalda cuando se tumbó sobre ella.
Abrió los ojos para no perderse un solo detalle mientras él se apoyaba sobre los codos a ambos lados de su cuerpo, sin dejar caer su peso sobre ella, sin dejar de mirarla fijamente.
¿Estaba soñando? ¿Podía soñar que estaba debajo de él con su gruesa erección todavía enterrada en su interior?
En silencio, con una ternura impropia de un hombre tan duro como él, Joe le apartó el pelo de la cara y le colocó un mechón detrás de la oreja.
—Estás aquí de verdad —susurró ella—. Por favor, quédate conmigo.
Él cerró los ojos un instante como si sus palabras le hicieran daño.
—No es un sueño —le prometió con voz firme—. Estoy aquí, amor mío.
La besó con suavidad y se puso en pie, dejándola sin aliento al salir de su cuerpo.
—Llevas demasiada ropa encima —susurró Joe sin que ella dejara de mirarlo. Le arrancó los restos del vestido y luego se desnudó. La camisa había quedado destrozada. Las botas cayeron al suelo, se deshizo de los vaqueros con rapidez y luego regresó junto a ella en la cama.
La atrajo contra sí y la abrazó con fuerza, abrigándola con su cuerpo.
—¿No vas a marcharte?
—No. —La besó en la frente, en la mejilla. Le rozó ligeramente los labios, suave como una brisa de verano, antes de mirarla a los ojos—. Me moriría si me alejara de ti para siempre, amor mío. No puedo soportarlo más. —Tragó saliva—. Quería protegerte, cariño. De mí mismo. De mi pasado. —Sacudió la cabeza—. Dejarte me destrozó, ____. Jamás había sido un hombre muerto hasta entonces.
La joven jadeó esperanzada.
—¿Me amas? ¿No vas a marcharte? —No podía creer que hubiera vuelto, que estuviera entre sus brazos, que la amara. Alzó el brazo y le acarició la mejilla con dedos temblorosos—. Mi corazón estaba contigo. —Un sollozo entrecortado abandonó los labios de la joven cuando tomó su mano y la colocó sobre su vientre—. Nuestros corazones estaban contigo.
Al escuchar aquello y entender el significado de sus palabras, Joe se sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el pecho.
Bajó la mirada hasta donde ella había puesto su mano y luego volvió a mirarla a los ojos. La emoción atenazó su garganta hasta tal punto que estuvo seguro de que se ahogaría.
—¿____?
—Los dos, Joe —musitó ella—. No lo sabía. Al parecer, mis píldoras no eran tan eficaces como pensaba.
—¿Un bebé? —Tragó saliva y vio la incertidumbre en su expresión, el miedo—. ¿Estás... embarazada?
A ____ le temblaron los labios y eso lo desgarró.
Negó con la cabeza. Dios, todo lo que una vez se negó a soñar ahora era suyo.
—____ —musitó con voz quebrada—. Mi dulce ____.
No pudo seguir hablando. Se deslizó hacia abajo y le acarició el vientre con ternura infinita mientras inclinaba la cabeza para besarle la piel satinada.
Le apretó la cadera con la mano y luchó por contener las emociones que crecían en su interior como un salvaje viento del desierto. Llamas ardientes lo atravesaron con una fuerza que no pudo controlar.
—Soy tuyo —afirmó—. Vivo para abrazarte, ____. Respiro para tocarte. — Joe estaba temblando, se estremecía cuando levantó la cabeza y miró los ojos de la mujer que complementaba su alma—. Te amo.
—Joe... —Lágrimas incontenibles comenzaron a caer por sus mejillas—. Oh Dios, Joe. Te amo tanto.
Él sabía que estaba abrazándola con demasiada fuerza, pero, aún así, no podía evitarlo. La dejó sollozar contra su pecho y tuvo que luchar contra sus propias lágrimas.
Era Maverick. Un hombre fuerte y poderoso. Un hombre que seguía sus propias reglas... Hasta que llegó ____.
Ella había cambiado su mundo. Lo había cambiado a él.
Ya no era un hombre muerto. Estaba vivo, lleno de todas las devastadoras emociones que una mujer podía inspirar en un hombre. Era su amante. El padre de su hijo. Y muy pronto su marido.
—Me'achshav ve'ad hanetzch —susurró—. Para toda la eternidad, ____. Te amaré siempre.
Esa noche, mientras Raven se encargaba de acostar a Morgan, ____ estaba sentada en la salita mirando sin ver la pared, retorciendo nerviosamente las manos en el regazo.
Debería marcharse.
Se levantó para hacerlo y la opresión que sintió en el pecho casi la hizo derramar las lágrimas que parecían estar siempre presentes en sus ojos.
Era como si su cuerpo se estuviera desgarrando por dentro poco a poco.
Se abrazó a sí misma para infundirse valor y miró a través del ventanal que daba al camino de entrada mientras se decía a sí misma que tenía que irse. Llevaba horas allí y Raven tenía un hijo del que ocuparse. Además, Reno regresaba hoy a casa. Su amiga querría prepararse para recibir a su marido. Esa vez había estado muchas semanas fuera.
«¿Habría regresado Joe con él?», se preguntó ____.
Respiró hondo y sacudió la cabeza. Girándose con rapidez, cogió el bolso de la mesita de café y se encaminó hacia la puerta.
No podía seguir haciendo eso. Si Joe había regresado con Reno, sería por una cuestión de trabajo, no por ella. Sin duda, él tendría muchas cosas que hacer y no querría volver a ver a la mujer de la que se había alejado.
—____, ¿ya te vas? —Raven se había recogido el pelo oscuro en lo alto de la cabeza. Tenía una expresión ligeramente alarmada y ansiosa en sus ojos azules.
—Ya he abusado demasiado de tu tiempo.
No pudo decir más. El dolor que crecía en su pecho le oprimía la garganta y hacía que tuviera constantemente ganas de llorar. Quizás se debiera a los cambios hormonales que estaba experimentando su cuerpo, pensó. El médico le había dicho que, debido a los efectos del «polvo de afrodita» en su cerebro y los cambios provocados por el embarazo, pasaría de la risa al llanto sin apenas darse cuenta. Tendría que aprender a conocerse a sí misma una vez más.
Y eso hacía. Definitivamente estaba aprendiendo cada matiz del agónico dolor que se había instalado en su interior, un dolor que casi le impedía respirar. Estaba aprendiendo lo que era echar a alguien de menos, creer verlo en todas partes, llorar por él todas las noches.
Se llevó una mano protectora al vientre y se recordó que ya no estaba sola. Llevaba una parte de él consigo. Pero, aunque eso la consolaba, nada podía aliviar el dolor que clavaba cruelmente sus garras en su corazón.
—Disfruto mucho de tu compañía, ____ —dijo Raven con suavidad—. Somos amigas, no tienes que disculparte.
____ negó con la cabeza y volvió a mirar por la ventana.
—No dejo de pensar que él vendrá aquí —admitió con voz ronca—. Que regresará con Reno. Todo lo que necesito es verle una vez más, saber que está a salvo. Entonces estaré bien.
—Pero tú sabes que no será así —concluyó Raven por ella—. Sabes que si vuelves a verlo el dolor será peor. Mucho peor.
____ asintió bruscamente.
—No es justo que os ponga en esta situación —consiguió decir con voz entrecortada—. Él no tenía más remedio que marcharse, ¿verdad?
Por supuesto que sí. No se habría ido si hubiera podido quedarse ¿verdad? Sin embargo, su ausencia la atormentaba. Si la amaba, ¿cómo podía mantenerse alejado de ella? ____ pasaba más tiempo en la casa de Raven, Morganna y Emily que en la suya. Esperaba oír algo acerca de él. Esperaba que alguna de sus amigas le diera alguna información, pero jamás lo habían hecho.
—¿Quién sabe? —Raven se encogió de hombros—. Sólo Joe.
A ____ le temblaron los labios.
—Se habría quedado.
Tenía que creerlo. Era lo único que la sostenía cada noche, lo único a lo que podía aferrarse.
Casi se rió ante esos pensamientos.
—He perdido la cabeza —susurró—. Logré sobrevivir a seis años de pesadillas y, aún así, las noches nunca me parecieron tan largas.
Ahora dormía, pero en vez de tener pesadillas soñaba con Joe. Con sus caricias. Sus besos. Sus abrazos... Sólo para despertarse sola. Quedarse despierta era ahora su mayor pesadilla porque aún no había aprendido a vivir sin él.
—No has perdido la cabeza —suspiró Raven—. Has perdido el corazón, que es distinto.
____ negó con la cabeza.
—No, Raven, he perdido a Joe.
Sin más, se volvió y se dirigió a la puerta de nuevo.
—____. —Raven volvió a detenerla—. Me gustaría que te quedaras un rato.
—No puedo quedarme —susurró, sacudiendo la cabeza—. Ni siquiera debería estar aquí por las razones que estoy. No puedo hacerle esto, Raven, ni al él ni a mí misma. No puedo seguir así.
Salió de la casa con la cabeza baja con la esperanza de que el pelo ocultara sus lágrimas y se dirigió con rapidez al coche. Se había pasado las últimas dos semanas esperando a Joe, anhelante. Se había preocupado, paseado continuamente de un lado a otro de la casa con la certeza de que nunca más volvería a verlo.
—¿Te marchas ya?
Al oír aquello, ____ levantó la cabeza de golpe y se quedó paralizada.
Él estaba frente a ella. Sus oscuros ojos mostraban el mismo tormento que padecía la joven. Tenía el cansancio grabado en cada línea de su rostro.
____ abrió los labios y el corazón comenzó a latirle a toda velocidad en el pecho.
En ese momento, él sonrió. Una pequeña sonrisa torcida que le robó el aliento.
—Es muy difícil dar contigo —dijo Joe apartándose del coche donde había estado apoyado y acercándose a ella—. Reno estuvo haciendo algunas llamadas y averiguó que estuviste en casa de Emily. Cuando llegué allí, hacía unos minutos que te habías ido a casa de Morganna. También fui hasta allí, pero ya no estabas.
____ negó con la cabeza.
—Salimos de compras.
—Entonces, Reno llamó a su casa. Y a punto he estado de no pillarte aquí tampoco, ____.
La joven intentó contener las lágrimas. Intentó convencerse a sí misma de que podría soportar la tortura de verlo y no tocarlo. De que podía quedarse y averiguar por qué estaba él allí, por qué había estado buscándola.
No, no podría, estaba segura. Nada podría aliviar el dolor de perder a Joe, de verle, si se iba de nuevo.
Temblando, se llevó la mano al estómago buscando el vínculo con el bebé que la había confortado los últimos días.
—No deberías estar aquí. —Volvió a sacudir la cabeza—. Seguro que tienes cosas que hacer.
Joe puso las manos sobre sus hombros para impedir que escapara, y ____ sintió que se le aflojaban las rodillas ante el contacto. El calor de sus manos la atravesó, estremeciendo todo su ser, robándole la capacidad de respirar, de hablar, de pensar.
—Ven conmigo —susurró él cuando ella levantó la cabeza—. Sólo un momento.
¿Acaso esperaba una negativa? Él se lo había pedido como si fuera a hacer justo eso.
____ asintió y le dio las llaves del coche. No podía conducir en el estado en que se encontraba.
Rodeó el vehículo y se deslizó en el asiento del acompañante mientras Joe tomaba asiento a su lado. Luego puso el coche en marcha y se alejaron de la casa.
Envuelta en el aroma masculino, ____ se dijo que era sólo otro sueño. Mientras él recorría la ciudad y entraba en el aparcamiento subterráneo de uno de los mejores hoteles, continuó diciéndose a sí misma que eso no significaba nada. Que Joe quería hablar. Nada más.
Ocho semanas. Había vivido sin sus caricias ocho largas semanas. Cerró los puños en el regazo, intentando mantener las manos apartadas de él, intentando conservar la dignidad y el orgullo.
Él aparcó finalmente y rodeó el coche para abrirle la puerta.
—¿____? —Estiraba el brazo hacia ella, instándola a bajar.
____ alargó la mano hacia él; los dedos de Joe rodearon los suyos y, cuando ella salió del coche, no se los soltó.
De pronto, experimentó sensaciones desconocidas para ella hasta entonces. El roce del vestido contra sus piernas. El aire fresco del aparcamiento en los brazos desnudos, el roce de sus muslos entre sí y los pliegues entre ellos. Se le estaba hinchando el clítoris y le dolía. Su sexo palpitaba de deseo, humedeciéndose de necesidad.
¿Humedeciéndose? No, estaba empapada. Resbaladiza, caliente y mojada, y se estremecía por el deseo de besarle.
El viaje en el ascensor se le hizo eterno. Cuando por fin llegaron a la planta donde se alojaba Joe, las puertas se abrieron con un siseo y él la condujo por un amplio y elegante pasillo hacia su habitación.
____ entró vacilante. Entonces, la puerta se cerró de golpe y antes de que ella pudiera hablar, se encontró de espaldas contra la recia madera, con los labios de Joe reclamando los suyos y sus manos tocándola por todas partes.
La joven le rodeó el cuello con los brazos y se aferró a él, intentando acercarse todavía más mientras Joe ladeaba la cabeza y profundizaba aquel beso, ávido y dominante, que se hizo todavía más tórrido y salvaje.
____ no tenía suficiente de él. Lo necesitaba demasiado. Lo deseaba demasiado.
—Me estoy muriendo. —Él se apartó apenas unos centímetros para hacer esa declaración con voz ronca y jadeante—. Me muero sin ti, ____.
La joven trató de hablar, pero su beso le había robado el aliento. Sin darle tiempo a pensar, Joe metió las manos bajo el dobladillo del vestido y le bajó las bragas. A ____ no le importó. Las hizo a un lado y echó la cabeza hacia atrás mientras él le recorría la mandíbula con los labios antes de regresar a su boca.
Como si quisiera devorarla, Joe deslizó los dedos entre los resbaladizos pliegues del sexo de la joven y gimió en sus labios cuando sintió que ella luchaba contra el cierre de los vaqueros.
Joe estaba allí, entre sus brazos. Caliente y duro. Y ella estaba perdida en las sensaciones, en el deseo. Estaba a punto de hacerse pedazos, pero no le importaba.
—Joe... —Pronunció su nombre al sentir que los botones del vestido se abrían sobre sus pechos.
Los sensibles montículos estaban hinchados, los pezones tensos contra el sujetador. Él deslizó el vestido y los tirantes del sujetador por los hombros de la joven y, un segundo después, ____ gimió de placer cuando los labios de Joe cubrieron la dura cima de uno de sus pechos al tiempo que la alzaba contra él.
Hizo que le rodeara las caderas con las piernas con un rápido movimiento y deslizó el grueso glande entre sus sedosos pliegues.
—No puedo esperar. —Joe jadeaba. Los músculos debajo de la camisa estaban tensos cuando la joven le arrancó los botones—. No puedo aguantar, ____. Me muero por ti.
—No esperes. Oh Dios, tómame, Joe. Tómame...
Joe introdujo su polla con facilidad en la ceñida entrada al cuerpo de ____, y ella no pudo contener los gemidos de placer al sentirse completa. Le clavó las uñas en los hombros y el placer la consumió con un deseo voraz.
—Tengo que tenerte. —Joe la poseía de forma brutal, primitiva. Empujaba dentro de ella como si quisiera fundirse con su cuerpo, la penetraba con largas embestidas, introduciendo su erección cada vez más y más dentro—. Mi dulce amor. Mi hermosa ____. No puedo respirar sin desearte.
Otro envite y él se enterró profundamente en el interior del cuerpo femenino. Un desgarrador gemido salió de los labios de la joven cuando lo ciñó con sus músculos internos. ____ estaba sumida en un insoportable placer. Podía sentir cómo se le cubría la piel de sudor, el calor que emanaba de la polla de Joe, sus brazos rodeándola...
Estaba tan cerca. Había sido tan rápido. Sólo un beso y, en cuestión de segundos, estaba tan ardiente y preparada para él que Joe no había tenido ningún problema en enterrarse en su interior.
—Oh sí —gimió él contra su cuello—. Si, cariño. Tómame. He soñado con esto. Lo he deseado tanto.
Cambió el ritmo y empezó a bombear su polla dentro de ella con duros y profundos envites, acariciando todas las terminaciones nerviosas del interior de su vagina, dilatándola, excitándola con violenta pasión.
____ se escuchó gritar el nombre del hombre que amaba y apenas fue consciente de que clavaba las uñas en la camisa de algodón de Joe, intentando marcarle la piel.
Un segundo después él mismo se había arrancado la camisa y desgarrado la parte superior del vestido de ella. Volvió a tomar un pezón en su boca y le introdujo el duro y grueso miembro hasta la empuñadura.
____ era sólo un cuerpo envuelto en el placer. Estaba perdiendo el control y apenas fue consciente de que sus músculos empezaron palpitar en torno a la rígida polla que tomaba posesión de ella cada vez con más fuerza y dureza
Iba a correrse. Lo sentía. Estaba a punto de explotar.
—Joe —gimió débilmente—. No puedo soportarlo... —____ se arqueó otra vez—. Oh sí. Sí. Así.
El roce de la carne contra la carne resonaba en la habitación.
—¡Sí! —Se aferró a los cabellos de Joe mientras él le chupaba el pezón, torturándolo con la lengua—. Ahí. Así. Así. —gritó mientras él la empalaba duramente, al punto que creyó por un momento que la partiría en dos.
El placer se volvió abrumador. Un torbellino de sensaciones atravesó a ____, quemándola, empujándola, llevándola más cerca del límite con una intensidad que la hizo perder el aliento.
Ahí estaba. Tenso. Aterrador. Lanzó un jadeo roto al sentir que Joe la sujetaba por las nalgas para poder tener un mayor acceso a su cuerpo y, cuando por fin explotó, la oscuridad que ____ había temido una vez la inundó, envolviéndola con una oleada ardiente y cegadora. Cerró los ojos. Oyó su propio gemido ahogado y sintió que su sexo palpitaba en torno a la polla de Joe. Después, la atravesó una explosión tan intensa que se preguntó si perdería el conocimiento.
Oyó el grito ronco de Joe, su nombre en los labios masculinos y, entonces, los espesos y potentes chorros de su liberación la inundaron.
Se dejó llevar por el placer, pero no le importó porque Joe la sostenía. La estrechaba contra su cuerpo, la protegía durante la violenta tormenta de sensaciones que una vez la había asustado.
—Te amo —oyó que le decía al oído—. Mi dulce ____. Te amo.
La joven sacudió la cabeza. Joe no podía morir. No podía abandonarla. Le rodeó el cuello con los brazos con más fuerza. Sintió que él la movía, y luego la suavidad del colchón bajo su espalda cuando se tumbó sobre ella.
Abrió los ojos para no perderse un solo detalle mientras él se apoyaba sobre los codos a ambos lados de su cuerpo, sin dejar caer su peso sobre ella, sin dejar de mirarla fijamente.
¿Estaba soñando? ¿Podía soñar que estaba debajo de él con su gruesa erección todavía enterrada en su interior?
En silencio, con una ternura impropia de un hombre tan duro como él, Joe le apartó el pelo de la cara y le colocó un mechón detrás de la oreja.
—Estás aquí de verdad —susurró ella—. Por favor, quédate conmigo.
Él cerró los ojos un instante como si sus palabras le hicieran daño.
—No es un sueño —le prometió con voz firme—. Estoy aquí, amor mío.
La besó con suavidad y se puso en pie, dejándola sin aliento al salir de su cuerpo.
—Llevas demasiada ropa encima —susurró Joe sin que ella dejara de mirarlo. Le arrancó los restos del vestido y luego se desnudó. La camisa había quedado destrozada. Las botas cayeron al suelo, se deshizo de los vaqueros con rapidez y luego regresó junto a ella en la cama.
La atrajo contra sí y la abrazó con fuerza, abrigándola con su cuerpo.
—¿No vas a marcharte?
—No. —La besó en la frente, en la mejilla. Le rozó ligeramente los labios, suave como una brisa de verano, antes de mirarla a los ojos—. Me moriría si me alejara de ti para siempre, amor mío. No puedo soportarlo más. —Tragó saliva—. Quería protegerte, cariño. De mí mismo. De mi pasado. —Sacudió la cabeza—. Dejarte me destrozó, ____. Jamás había sido un hombre muerto hasta entonces.
La joven jadeó esperanzada.
—¿Me amas? ¿No vas a marcharte? —No podía creer que hubiera vuelto, que estuviera entre sus brazos, que la amara. Alzó el brazo y le acarició la mejilla con dedos temblorosos—. Mi corazón estaba contigo. —Un sollozo entrecortado abandonó los labios de la joven cuando tomó su mano y la colocó sobre su vientre—. Nuestros corazones estaban contigo.
Al escuchar aquello y entender el significado de sus palabras, Joe se sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el pecho.
Bajó la mirada hasta donde ella había puesto su mano y luego volvió a mirarla a los ojos. La emoción atenazó su garganta hasta tal punto que estuvo seguro de que se ahogaría.
—¿____?
—Los dos, Joe —musitó ella—. No lo sabía. Al parecer, mis píldoras no eran tan eficaces como pensaba.
—¿Un bebé? —Tragó saliva y vio la incertidumbre en su expresión, el miedo—. ¿Estás... embarazada?
A ____ le temblaron los labios y eso lo desgarró.
Negó con la cabeza. Dios, todo lo que una vez se negó a soñar ahora era suyo.
—____ —musitó con voz quebrada—. Mi dulce ____.
No pudo seguir hablando. Se deslizó hacia abajo y le acarició el vientre con ternura infinita mientras inclinaba la cabeza para besarle la piel satinada.
Le apretó la cadera con la mano y luchó por contener las emociones que crecían en su interior como un salvaje viento del desierto. Llamas ardientes lo atravesaron con una fuerza que no pudo controlar.
—Soy tuyo —afirmó—. Vivo para abrazarte, ____. Respiro para tocarte. — Joe estaba temblando, se estremecía cuando levantó la cabeza y miró los ojos de la mujer que complementaba su alma—. Te amo.
—Joe... —Lágrimas incontenibles comenzaron a caer por sus mejillas—. Oh Dios, Joe. Te amo tanto.
Él sabía que estaba abrazándola con demasiada fuerza, pero, aún así, no podía evitarlo. La dejó sollozar contra su pecho y tuvo que luchar contra sus propias lágrimas.
Era Maverick. Un hombre fuerte y poderoso. Un hombre que seguía sus propias reglas... Hasta que llegó ____.
Ella había cambiado su mundo. Lo había cambiado a él.
Ya no era un hombre muerto. Estaba vivo, lleno de todas las devastadoras emociones que una mujer podía inspirar en un hombre. Era su amante. El padre de su hijo. Y muy pronto su marido.
—Me'achshav ve'ad hanetzch —susurró—. Para toda la eternidad, ____. Te amaré siempre.
"FIN"
Natuu!
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
Bueno chicas, con esté capítulo, la novela ha llegado a su fin.
No me queda más que agradecerles por todos sus comentarios, pero lo más importante, por leer capítulo a capítulo esta excelente historia.
Espero que les haya gustado.
Si la universidad me lo permite, trataré de leer los siguientes libros de esta serie & con mucho gusto se los compartiré aquí :D
Ahora me despido, que disfruten el capítulo :)
Y gracias de nuevo.
Besos
Natuu♥!!
No me queda más que agradecerles por todos sus comentarios, pero lo más importante, por leer capítulo a capítulo esta excelente historia.
Espero que les haya gustado.
Si la universidad me lo permite, trataré de leer los siguientes libros de esta serie & con mucho gusto se los compartiré aquí :D
Ahora me despido, que disfruten el capítulo :)
Y gracias de nuevo.
Besos
Natuu♥!!
Natuu!
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
awwwwww fue hermosa
Joe regreso y sabe que esta embarazada
y se va a quedar para siempre!!!
Gracias por subirla!!
Joe regreso y sabe que esta embarazada
y se va a quedar para siempre!!!
Gracias por subirla!!
aranzhitha
Re: "Miénteme y dime que me quieres" (Joe&Tú)[Terminada]
natuu ame ame el final y la nove
waaa quedaron junos me encanto
espero que peudas subir una nueva noveeeeeeeee
waaa quedaron junos me encanto
espero que peudas subir una nueva noveeeeeeeee
andreita
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